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PROCESO AMOROSO

En el proceso de enamoramiento, es decir, en el proceso que abarca entre que se conoce a al-
guien y amarla, suelen suceder las siguientes etapas:

1. Atracción

Para poder sentir atracción por una persona del sexo opuesto es necesario estar predispuesto, que
según Cristian Conen, es “la actitud de la persona expresada en las siguientes palabras: “yo no amo a
nadie concreto aún, pero quiero amar a alguien y que me ame, quiero encontrar a ese alguien”. La pre-
disposición provoca un descentramiento de la persona (del alguien que cada uno es) y su traslado a los
extremos externos de su persona corpórea: sus sentidos” (Conen, 2012, p. 38).

Sucede entonces cuando se identifica en el otro ser algo atractivo, algo que no tengo y por tanto, desea-
ble. En una primera instancia, la atracción se identifica con una apetencia sexual, me atrae su cuerpo
y lo que este hace sentir en mí. Por esto, la atracción está en un plano todavía muy biológico, animal
podríamos decir.

El conocimiento que acaece en esta etapa es muy superficial, es un conocimiento de lo que veo, de lo
que percibo con mis sentidos, se trata de un conocimiento sensorial.

Lo que puedo conocer es lo que mis ojos, mis oídos, mi tacto, mi olfato, mi gusto perciben. Si el cono-
cimiento sensorial es mayor, más apegamiento se tiene a esa persona que lo generó. Ahora, como los
sentidos generan emociones, entre más experiencias sensoriales se tengan con la otra persona más
fácilmente será recordada y añorada.

2. Flechazo

De esta manera, se desarrolla el flechazo de la atracción, en el cual se quiere obtener eso que ella posee
y como no hay todavía un conocimiento más allá de lo superficial, entonces lo que interesa de ella, es
aquello que me genera emociones, experiencias sensoriales, se desea a esa persona.

La emoción del flechazo, es la causa concreta del trastorno de la atención y la suspensión de la predis-
posición (Conen, 2012). Todo gira alrededor de la otra persona, pero esa atención tiene una caracterís-
tica y es que es deseada.

El deseo entonces es la característica más representativa de esta etapa. Y el deseo en palabras de


Bauman (2005), “es el anhelo de consumir. De absorber, devorar, ingerir y digerir, de aniquilar” (p. 24).
Es decir, cuando se desea a alguien, lo que se quiere es obtener eso que ella tiene y que genera tantas
emociones, sin importar qué tan conveniente es o no para esa persona.

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El resultado de vivir esas experiencias sensoriales es entonces la desaparición de lo propio de la perso-
na, de lo valioso, de lo exclusivo. Por eso mismo, la persona deseada se siente la mayoría de veces uti-
lizada, pues solo la estaban buscando para generar experiencias sensoriales pero no porque realmente
se interesaran en lo que ella es.

3. Enamoramiento

Luego de que ha habido una atracción, es posible que se crea que esa persona tiene algo que interesa
mucho y se quiere poseer exclusivamente. Es entonces cuando se crea entre los dos seres una rela-
ción de compromiso más allá de la atracción. Algunos incluso la podrían llamar noviazgo, pero no es
tal todavía.

El enamoramiento, suele tener las siguientes características:

a) Emocional. El enamoramiento se basa principalmente en las emociones que se experimentan


en la relación. Lo que suele suceder es que los enamorados cuando se ven sienten maripositas
en el estómago, o se traban para hablar, o se ponen nerviosos cuando están juntos. El hecho
de que en el enamoramiento su base sea emocional, quiere decir, que la razón actúa poco o
en muchas ocasiones nada. Vemos cómo los enamorados hacen cosas uno por el otro un tanto
desproporcionadas.

Esta ausencia de la razón es lo que debe llamar la atención en esta etapa, pues si es así, lo más
adecuado y lógico es que no se tomen decisiones definitivas estando en esta etapa. ¿Y cuáles
son estas decisiones definitivas?, por ejemplo, casarse, irse a vivir juntos, comprar casa, carro,
etc., tener hijos… y como para tener hijos, comúnmente hay que tener relaciones sexuales, es-
tas se consideran igualmente decisiones definitivas.

Por lo general, es difícil estando en esta etapa saber que se está en ella, eso es cierto, pero
para eso hay que tomar determinaciones sobre lo que se va a permitir o no en las relaciones de
pareja, incluso antes de tener una relación de pareja.

b) Arbitrario. A veces se le escucha a alguien comentar de su amiga: “es que no entiendo cómo
no se da cuenta de lo perro que es…” Es común observar cómo el enamorado no ve en la otra
persona lo que los demás sí ven. Es lo propio del enamoramiento, estar centrado en aquello
que me genera satisfacciones. Se idealiza por lo tanto, a la otra persona, de tal forma que de lo
que se está enamorado no es de ella, sino de lo que quiere en ella. Esta situación es un tanto
peligrosa si se toman decisiones definitivas, no?

c) Inestable. Como el enamoramiento depende tanto de las emociones y estas a su vez dependen
de las experiencias vividas en el momento, la persona enamorada se encuentra dominada emo-
cionalmente por lo que haga o deje de hacer la otra. Si se solía llamar a tal hora y hoy no lo hizo,
ya se empieza a “empelicular” y se acabará amargando el día.

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d) Interesado. Es muy común pensar que si se hacen actos “heroicos” o que cuestan hacerlos, es
señal de estar amando a la otra persona. No necesariamente, pues habrá que reflexionar sobre
qué es lo que mueve a aquella a realizarlos. En el enamoramiento, tales actos se hacen para
beneficio propio, no porque sea lo que haga a la otra persona mejor.

4. Encuentro

En esta etapa, las personas comienzan a “ver” en la otra, cosas que interesan y que parten de un cono-
cimiento más profundo entre ambos. El encuentro es pues “el entreveramiento de dos realidades que se
enriquecen mutuamente. Yo tengo unas posibilidades de explicar una cuestión. Y tú otras. Yo te ofrezco
las mías y tú a mí las tuyas. Ambos las recibimos activamente y creamos un diálogo. Este diálogo es un
encuentro… este diálogo es algo nuevo y fecundo que ha surgido por el ensamblamiento de nuestros
ámbitos de vida. Y digo ámbitos, porque tú y yo no somos meros objetos; somos ámbitos, realidades
abiertas, dotadas de poder de iniciativa, capaces de ofrecer posibilidades y recibir otras.” (López Quin-
tás, 2009, p. 93).

Aquí podría decirse que es cuando se puede empezar a hablar de noviazgo, pues si las personas se
encuentran y deciden continuar su proceso de conocimiento, estarán dentro de la dinámica del enamo-
ramiento como la denomina Pedro Juan Viladrich. En esta dinámica se manifiestan cuatro impulsos, que
aunque no los vamos a ahondar, es importante tenerlos en cuenta.

El primer impulso es la unión con la persona amada, se quiere “estar juntos, próximos, lo más cerca
posible en el tiempo y en el espacio” (Viladrich, 2004, p. 444).

El segundo impulso conlleva “a que esto que nos ha ocurrido, lo que sentimos entre nosotros y nos une,
sea intimidad sólo y exclusivamente nuestra –de ti conmigo, y yo contigo-, una unión reservada solamen-
te entre sus amantes” (Viladrich, 2004, p. 445).

El tercer impulso consiste en “que lo nuestro no se pase nunca, a no perderte ni perder estar íntima unión
nuestra entre los oleajes del vivir, el cambio y las dificultades…” (Viladrich, 2004, p. 445).

“La cuarta dinámica es el impulso a darse y acogerse según el mejor modo que cada uno es capaz de
concebir, a ser el mejor que uno lleva dentro para el amado…” (Viladrich, 2004, p. 445).

Estos cuatro impulsos conducen a querer tener una unión de noviazgo en el que se busca estar lo más
cerca posible siempre, en el que la exclusividad forma parte esencial, lo mismo que la perpetuidad y a
querer dar lo mejor que uno tiene.

Luego de una etapa de noviazgo en la que se han ido conociendo más profundamente en la mayor canti-
dad de espacios y tiempos, logrando con ello un descubrimiento de la realidad de las personas, se toma
la decisión de seguir o no con ella, es decir de amarla o no.

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Este es un momento fundamental en el proceso amoroso, pues es en el que con base en un conoci-
miento mutuo de la persona y de la relación, se decide aceptarse tal como son, sin pretender cambiarla
para beneficio propio. La aceptación implica saber cómo es la persona en los aspectos fundamentales
de convivencia, proyecto de vida, maternidad y paternidad, sexualidad, familiar, etc., todo aspecto que
tenga influencia en la futura vida conyugal.

5. Compromiso

Luego de que se ha tomado la decisión de amar a la otra persona tal como es, la etapa que sigue es el
compromiso. Y es etapa porque no es un momento en el que se dicen que se comprometen, sino que
es un espacio de tiempo en el que el conocimiento se debe tornar más profundo que en el noviazgo,
los aspectos que se conversan siguen siendo los fundamentales, pero con un resultado práctico, cómo
se va a vivir cada uno de ellos. En esta etapa se deben ir afinando las cosas con las que están muy de
acuerdo y con las que no se llega a un acuerdo tan fácil pero que se está dispuesto a ceder o adoptar
la posición de la otra persona. Hay que tener en cuenta que si se decide adoptar la posición de la otra
persona, se debe hacer libremente y con alegría, pues de lo contrario constituirá un peso enorme que
costará cada vez más llevarlo.

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BIBLIOGRAFÍA

Conen, C. (2012). Claves para saber amar. Buenos Aires: Editorial Dunken

Bauman, Z. (2008). Amor líquido. Acerca de la fragilidad de los vínculos humanos. Buenos Aires:
Fondo de Cultura Económica.

Vilacdrich, P.J. (2004). El amor conyugal entre la vida y la muerte. La cuestión de las tres grandes
estancias de la unión (II). IUS CANONICUM, 439-513.

López, A. (2009). El amor humano: su sentido y su alcance. San José: Promesa.

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