Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Modulo 1 2021
Modulo 1 2021
COORDINACIÓN ACADÉMICA
SECRETARÍA DE HACIENDA Y CRÉDITO PÚBLICO
Rosario Freixas
PROGRAMACIÓN Y SEGUIMIENTO
DISEÑO GRÁFICO
CORRECCIÓN DE ESTILO
Lic. Enrique del Val Blanco
Ana de Anda Martínez
Director General de Planeación
Índice
MÓDULO I
ANTECEDENTES DEL COMBATE A LA CORRUPCIÓN EN MÉXICO
Objetivo
Las y los participantes analizarán los antecedentes históricos, políticos y normativos del
Sistema Nacional Anticorrupción, e identificarán las diferentes perspectivas que abordan la
corrupción, así como la evidencia empírica existente sobre este fenómeno.
Introducción
Aunque es fácil hablar de corrupción, no existe una definición única que comprenda todos
sus usos e implicaciones. Se trata de una palabra con un significado amplio y que se emplea
de manera muy general, para referir múltiples situaciones en diversos contextos. Por ello,
corrupto es, o puede ser, casi todo y, al mismo tiempo, casi nada (Villoria e Izquierdo, 2016).
La corrupción ha sido vista como un tema prioritario en la agenda internacional y desde los
años setenta se ha generado una extensa línea de investigación que ha permitido discutir
el concepto en sí mismo, la forma de medición, sus determinantes y sus consecuencias.
No existe una definición única, abarcadora y completamente aceptada de corrupción.
Hasta el año 2012, la organización Transparencia Internacional la definió como “el abuso del
poder público para obtener un beneficio personal/privado”. A partir de 2013, la concepción
cambió y se definió como “el abuso del poder confiado para beneficio privado”. Ambas son
definiciones amplias que abarcan distintas acciones, como malversación de fondos públicos,
enriquecimiento ilícito y sobornos, entre otros.
5
Se ha considerado una patología del comportamiento de las y los políticos, de las personas
servidoras públicas, y de empresarios y empresarias; un problema público y privado; un
asunto cultural; un sistema e incluso hay quienes la comparan con una enfermedad: se suele
decir que “es un cáncer”.
Tema 1
Definición de la corrupción: términos
teóricos y normativos
Curso Combate y Control de la Corrupción en el Servicio Público con Enfoque Presupuestal
Módulo I | Tema 1: Definición de la corrupción: términos teóricos y normativos
Origen etimológico
La palabra corrupción proviene del latín corruptio, y se relaciona con los términos infectio,
contaminatio y depravatio. De manera que comprende acciones o conductas que desvían,
o tornan irregular el orden de las cosas que se han aceptado y asumido (Reta, como se citó
en Salazar, 2017,). De acuerdo con el Diccionario de la lengua española (2014), corrupción
significa “acción y efecto de corromper”, mientras que cuando se refiere a organizaciones,
especialmente las públicas, se entiende como una “práctica consistente en la utilización de
las funciones y medios de aquellas en provecho económico, o de otra índole, de sus gestores”.
El verbo corromper, por su parte, significa “alterar y trastocar la forma de algo”, “echar a
perder, depravar, dañar, pudrir”, “sobornar a alguien con dádivas o de otra manera” y “pervertir
o seducir a alguien”. En definitiva, se trata de alterar la esencia de un proceso mediante
componendas que generan ventajas indebidas (Ochoa, como se citó en Salazar, 2017).
Concepto
Con el afán de delimitar lo que la corrupción significa y representa para las sociedades
actuales, la academia y organizaciones especializadas han propuesto distintas definiciones.
Sintetizando algunas, se entiende como la vulneración de una obligación por parte de uno o
más decisores, con el objeto de obtener un beneficio personal a cambio de privilegios. O como
el uso indebido de una función, generalmente pública, para recibir, para sí o para terceros, un
privilegio particular. O bien, como la usurpación privada del poder público (Gutiérrez, 2017).
8
Dado que corrupción es un vocablo de uso muy amplio, definirla no es sencillo porque
abarca muchas otras conductas. Por ello, ni en los instrumentos internacionales, como las
convenciones, ni en las leyes se define qué es. El grupo que trabajó en el texto de la Convención
de las Naciones Unidas contra la Corrupción de 2003, también conocida como Convención
de Mérida, no logró un consenso sobre cómo definirla, y es por eso que, aunque se aborda el
problema, no se conceptualiza ni se define.
Holmes (2015) señala que hasta 2012, Transparencia Internacional (TI) empleó en su Índice
anual de Percepción de la Corrupción (IPC) la que todavía es la definición más citada: “the
abuse of public office por private gain”. A partir de 2013, esta definición cambió para incluir
una precisión: “the abuse of entrusted power for private gain”. La principal diferencia entre
ambas es que la primera requiere la participación de un funcionario del Estado, mientras que
la segunda es más amplia e incluye el mal comportamiento de, por ejemplo, altos ejecutivos
de empresas privadas (Holmes, 2015).
PERSPECTIVA ARGUMENTO
Que destaca la traición del interés público mediante preferencias de interés particular
Perspectiva del interés público
sobre los comunes.
PERSPECTIVA ARGUMENTO
Que sostiene que el concepto de corrupción debe definirse de tal manera que involucre
Perspectiva sociocultural no sólo el comportamiento que se desvía de las normas escritas, sino también el que se
desvía de las normas o patrones de conducta social.
Fuente: elaboración propia (2020), basado en Heidenheimer (1970) y Werlib (1994), en Castillo, (2001).
Para Reta (2017), si bien no existe consenso sobre su definición y encuentra una enorme
tipología de conceptos, se puede afirmar que la corrupción consiste en un grupo de
acciones que se desvían de cánones de conducta, convivencia, organización y normatividad
establecidos, aceptados como medios y mecanismos que permiten la vida en sociedad.
A pesar de las dificultades conceptuales para definirla, tenemos una percepción de ella
y sabemos que implica algo que nos afecta porque degrada valores y bienes comunes.
Cotidianamente, el término corrupción se emplea como sinónimo de delito para referir una
variedad considerable de conductas deshonestas en diferentes contextos. Sin embargo, desde
el punto de vista legal, específicamente de los ordenamientos penales, no existe el delito de
corrupción, sino un grupo de delitos: soborno, extorsión, enriquecimiento ilícito, peculado y
uso indebido de funciones, entre otras conductas que, en conjunto, son consideradas delitos
de corrupción en los ordenamientos internacionales y en las legislaciones nacionales.
10
Los dos elementos asociados al fenómeno de la corrupción: ilegalidad y norma social, vistos
como el aprovechamiento u obtención de beneficios privados indebidos, se complementan
con una visión sistémica. Esto permite analizar integralmente diversas causas y efectos para
un mejor entendimiento del problema de la corrupción.
Desde una visión de política pública, la Política Nacional Anticorrupción (PNA) entiende
la corrupción como un orden social que privilegia modos de interacción e intercambio,
basados en el particularismo y el favoritismo, que pueden manifestarse en comportamientos
institucionales y sociales que transgreden principios éticos y de integridad. De igual forma, se
concibe a la corrupción como un problema sistémico presente en todos los órdenes y ámbitos
de gobierno (PNA, 2020).
11
Otras acciones de este tipo, según Reta (2017), involucran conductas en las que se violenta la
propiedad intelectual, como cuando se incurre en plagio; o se estipula dentro de las empresas
que existe seguridad social para las y los empleados, pero no se les proporciona. En síntesis,
esto ocurre cuando se hacen o dicen cosas que permiten obtener beneficios o ganancias
privadas, en detrimento del trabajo o actividades de otras personas. Con el paso del tiempo,
se ha consolidado una nueva visión que considera la corrupción como un problema sistémico
que implica un intercambio entre actores poderosos, públicos y privados. Esto es equivalente
a una “cadena de decisiones” que incluye no sólo asuntos administrativos, sino también
problemas de poder y de visiones éticas (Wesberry, 2004).
12
IDEAS IMPORTANTES:
• La corrupción es un fenómeno complejo que abarca múltiples delitos.
13
Tema 2
Sensibilización de la problemática de
la corrupción: causas, efectos, costos y
percepción de la corrupción
Curso Combate y Control de la Corrupción en el Servicio Público con Enfoque Presupuestal
Módulo I | Tema 2: Sensibilización de la problemática de la corrupción: causas, efectos, costos y percepción de la corrupción
De acuerdo con Merino (2015), la corrupción mexicana tiene largas raíces en la cultura política
del país y, en consecuencia, en su aceptación como práctica cotidiana. Es decir, los actos de
corrupción no sólo son tolerados por buena parte de la sociedad, sino que son reproducidos
de manera sistemática. Entonces, para el autor, no son episodios aislados ni excepcionales,
sino que forman parte de las relaciones cotidianas.
Sin embargo, no podemos decir que la corrupción se explica únicamente por la cultura
política de un país. La corrupción ha sido concebida como un problema sistémico y estructural
que reclama, a su vez, un complejo andamiaje institucional normativo para modificar las
prácticas y las conductas que hacen posible la apropiación privada, e impune, de los recursos
públicos (Merino, 2018). Además, la corrupción es un fenómeno multicausal, es decir, no
podemos atribuirlo a una causa o razón única. Esto ha favorecido la generación de múltiples
explicaciones, generadas durante las últimas dos décadas. En este sentido, tenemos una
abundante literatura sobre el tema y un conjunto amplio de teorías que buscan contribuir al
entendimiento amplio de este fenómeno complejo.
Causas
A continuación, exploraremos las causas de la corrupción. Para Merino (2018), las causas
de este fenómeno están directamente asociadas con la captura de los puestos destinados a
servir a las demás personas, así como de los presupuestos públicos asignados por motivos
inerciales —conveniencia política— y con la desviación de los fines institucionales hacia fines
privados. Aunque esta manera de explicar puede ser bastante útil, en algunos casos no es
15
aplicable para todo tipo de conductas de corrupción, pues como él mismo reconoce, la sola
definición es controversial y polémica. Como vimos en la sección anterior, la corrupción no
tiene una definición unívoca.
En palabras de Merino (2018), el debate que ha tenido lugar en el siglo XXI, en nuestro país,
ha permitido ubicar dos concepciones de corrupción que conviene rebatir. La primera es la
individualista, que hace énfasis en las cualidades morales de las personas como punto de
origen de la corrupción. Entonces, de acuerdo con esta concepción, el problema no podría
resolverse jamás mediante la creación de sistemas e instituciones, porque en ellas siempre
estarán inmersas personas proclives a corromperse.
Las implicaciones de esta visión pueden ir desde las perspectivas éticas y moralizantes,
que buscan cambiar los valores de las personas para incidir en sus conductas, hasta las
acciones más excluyentes e intolerantes, que promueven la salida o eliminación de quienes
no comparten un credo, una ideología o un partido, con la idea de que, al ejercer un cambio
en las personas corrompidas, se abatirá la corrupción. Esta visión individualista tiene una
enorme desventaja: ignora las causas institucionales de la corrupción.
Las instituciones políticas también están relacionadas con la corrupción. De hecho, existen
estudios que han establecido que el tipo de sistema político (parlamentario o presidencial)
tiene un efecto sobre los niveles de corrupción. En este sentido, los sistemas presidenciales
son más propensos a la corrupción, a diferencia de los parlamentarios (Gerring y Thacker,
2004; Lederman et al., 2005; Kunicová y Rose-Ackerman, 2005) y el tipo de sistema electoral
tiene un impacto en la corrupción (Persson et al., 2003; Kunicová y Rose-Ackerman, 2005).
La transparencia ha sido vista como una variable fundamental para explicar el fenómeno de
la corrupción. Al respecto, Lindstedt y Naurin (2010) demuestran que no basta con incrementar
la transparencia en las instituciones para combatir la corrupción y que las reformas que se
centran en aumentarla deben ir acompañadas de medidas para fortalecer la capacidad de
los ciudadanos para actuar, utilizando la información disponible. En este sentido, el hecho
de que la información sea transparente no ayuda a disminuir la corrupción si no existen
condiciones de publicidad y responsabilidad como la educación, la circulación de los medios,
y las elecciones libres y justas.
Toda esta literatura ha intentado explorar cuáles son las causas de este complejo fenómeno.
La conclusión general es que se trata de un fenómeno multicausal y de difícil comprensión.
Por ello, su erradicación resulta ser tan complicada para los países que la padecen. Como
vimos en la sección anterior, la Política Nacional Anticorrupción (2020) entiende a la corrupción
como un orden social que privilegia modos de interacción e intercambios basados en el
particularismo y el favoritismo, que pueden manifestarse en compromisos institucionales y
sociales que transgreden principios éticos y de integridad. De igual forma, se concibe como
un problema sistémico presente en todos los órdenes y ámbitos de gobierno.
Por su parte, la Política Nacional Anticorrupción (2020), instrumento de política pública único
en su tipo, elaborado colaborativamente con la sociedad y con alcance nacional, establece
que el problema de la corrupción tiene dos rasgos: el primero asocia la corrupción con la
17
ilegalidad que, a su vez, puede traer consigo dos factores problemáticos: 1) la prevalencia de
altos niveles de impunidad en la detección, investigación, substanciación y sanción de faltas
administrativas y delitos por hechos de corrupción. Y 2) la persistencia de amplios márgenes
de discrecionalidad en el servicio público, que abren la puerta a la arbitrariedad y al abuso de
poder.
El segundo rasgo asociado a este fenómeno tiene que ver con la identificación de la
corrupción como una norma social reconocida, aceptada y aplicada, que justifica su ocurrencia,
aunque se contravenga el marco legal vigente. Este rasgo puede desagregarse en dos causas
problemáticas fundamentales: 1) la distorsión de los puntos de contacto entre gobierno y
sociedad, derivado de debilidades en la gestión pública, que provoca el uso regular de la
corrupción como norma de interacción. Y 2) el débil involucramiento de los distintos sectores
de la sociedad en el control de la corrupción.
Costos
La corrupción es un reflejo del sistema legal, económico y cultural de un país, así como de
sus instituciones políticas (Svensson, 2005), y socava la equidad, la estabilidad y la capacidad
de una sociedad para brindar desarrollo sostenible a sus miembros (Sampford et al., 2006).
Desde hace varias décadas, la corrupción se ha ubicado como un problema que frena el
desarrollo de los países.
La corrupción también afecta el patrimonio del Estado, en tanto que incrementa el déficit
y el endeudamiento público a través de licitaciones y adjudicaciones que no representan
las mejores condiciones, o bien, de contratos cuyas condiciones incrementaron el costo de
éstos. Al incrementar la incertidumbre y los costos de las transacciones legales, la corrupción
reduce la inversión y, por lo tanto, el crecimiento (Concha, como se citó en Marván, 2015).
En el caso del área fiscal, es importante tener en cuenta que la corrupción suele acompañarse
de maniobras relacionadas con la evasión fiscal para evitar la visibilidad y los registros que
18
pongan al descubierto dichas maniobras ilícitas en su origen (Concha, como se citó en Marván,
2015). Sin embargo, los costos no son únicamente económicos, sino sociales, como la pérdida
de confianza en las instituciones y los gobiernos.
Los costos de la corrupción pueden interpretarse de distintas maneras. Una manera sencilla
de verlo es asumir que todo el dinero que se pierde por su causa, es dinero que no se utiliza
para elaborar políticas públicas que beneficien a la población. Por ejemplo, se ha demostrado
que el aumento de la corrupción va de la mano con violaciones a los derechos humanos
(Cardona, Ortíz y Vázquez, 2018).
Percepción
Existe un esfuerzo permanente para medir la corrupción o, más bien, para medir el problema
de la corrupción, tanto para hacer comparaciones entre países, como para comparar gobiernos
locales, servicios o trámites gubernamentales concretos en un país. Es bien sabido que medir
la corrupción implica un reto importante y, en las últimas décadas, diversos académicos y
académicas, así como organizaciones de la sociedad civil y gubernamentales han expresado
la dificultad para medir este concepto. Esto se debe a que la naturaleza ilegal y clandestina
de la corrupción implica un alto grado de dificultad en la construcción de medidas objetivas
19
Estas tres mediciones se basan en evaluaciones subjetivas de expertos sobre cuán extendida
o costosa es la corrupción en los países del mundo. Estos indicadores se construyen a partir
de diversas fuentes y clasifican por puntaje a los países, de acuerdo a las percepciones de
expertos y ejecutivos de empresas sobre el grado de corrupción que existe en el sector
público. Estas mediciones permiten realizar estudios de N grande, es decir, con un número
amplio de observaciones. Por ejemplo, el indicador del Banco Mundial cuenta con datos para
200 países en el periodo de 1996 a 2017. Transparencia Internacional cuenta con datos desde
1995 a la fecha. En tanto que el indicador de corrupción del International Country Risk Guide
cuenta con puntuaciones desde 1984, con disponibilidad mensual, que también se utilizan
para elaborar el indicador del Banco Mundial.
Dentro de las principales críticas a los indicadores de percepción, destaca que únicamente
dan cuenta de la apariencia de la corrupción y no de su prevalencia real. Además, están
altamente influenciados por el escándalo político, por lo que es posible que informen sobre
conflictos políticos o prácticas periodísticas. Asimismo, se ha establecido que estos indicadores
tienen importantes problemas al agregar fuentes diversas que no miden lo mismo. Por
ejemplo, mientras que algunas fuentes toman en cuenta a empresarios, otras se construyen
con información de expertos o de líderes de organizaciones no gubernamentales. Además,
cada una de las fuentes que se agrega en estos indicadores cuenta con una metodología
distinta.
20
Las reacciones fueron muy diversas. Desde aquellos que rechazaban la intervención de una organización internacional en
los asuntos nacionales de los países, hasta quienes encontraron en el índice el primer asidero para empujar una agenda
anticorrupción en su país. Un cuestionamiento recurrente al IPC era la construcción del ranking de países a través de un
índice. La interrogante más profunda al IPC, sin embargo, no estaba atada a los linderos de las desviaciones estándar, los
intervalos de confianza y las reglas de la estadística. El cuestionamiento iba al fondo del problema: ¿Era posible medir la
corrupción en los países? ¿Cómo medir un fenómeno que busca no dejar registro? ¿Cómo asegurarse de que lo medido se
acerca a lo que ocurre realmente? (Bohórquez, como se citó en Marván, 2015).
Las cifras e índices sobre corrupción son útiles, pero limitadas. Debido a la permanente
confusión o vaguedad respecto de lo que es o no corrupción, las mediciones sobre percepción
de la corrupción están sujetas a discusión por sus limitaciones, ya que al depender en buena
medida de lo que cada persona entiende por corrupción, no proporcionan información de las
acciones que se realizan para disminuir dicho fenómeno. De igual forma, se ha verificado que
no hay una asociación sistemática entre dicha percepción y algunas medidas “objetivas” de
corrupción.
21
CATEGORÍA PORCENTAJE
Muy frecuente 44.6
Frecuente 42.4
Nunca 1.6
Fuente: elaboración propia con datos de la Encuesta Nacional de Calidad e Impacto Gubernamental (ENCIG), INEGI. Datos
de 2019.
Estos datos son consistentes con otros esfuerzos de medición que se han realizado en
nuestro país. Por ejemplo, en la Encuesta Nacional de Corrupción y Cultura de la Legalidad
(2015), del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, el 92% de los encuestados
consideró que hay corrupción en México, frente a 5.8% que consideró que no hay.
PORCENTAJE
Inseguridad y delincuencia 78.6
Corrupción 52.8
Desempleo 32.0
Pobreza 31.0
Ninguno 0.5
Fuente: elaboración propia con datos de la Encuesta Nacional de Calidad e Impacto Gubernamental (ENCIG), INEGI. Datos de 2019.
22
Como puede observarse en la tabla anterior, el 78.6% de las personas mexicanas considera
que la inseguridad y la delincuencia son el principal problema social de México, seguido por el
52.8% que considera que es la corrupción. Otros problemas sociales, como el desempleo y la
pobreza, también encabezan la percepción de importancia, con 32% y 31%, respectivamente.
En la encuesta ENCIG se incluyen algunas preguntas para indagar si las personas creen o han
escuchado que existe corrupción en trámites realizados en instituciones gubernamentales, si
tienen conocidos que han experimentado la corrupción o si ellas mismas la han experimentado.
A pesar de que la percepción es que la corrupción constituye un gran problema nacional,
destaca que apenas el 15.7% de las personas expresaron haber experimentado un acto de
corrupción. Esto permite contrastar, en el mismo terreno de la medición por encuestas, las
percepciones generalizadas del fenómeno con las percepciones de experiencia directa.
23
IDEAS IMPORTANTES:
• La corrupción es un fenómeno multicausal, es decir, no podemos atribuirlo a
una causa única.
24
Tema 3
Corrupción: conceptos centrales y
evidencia empírica
Curso Combate y Control de la Corrupción en el Servicio Público con Enfoque Presupuestal
Módulo I | Tema 3.Corrupción: conceptos centrales y evidencia empírica
26
Fuente: elaboración propia (2020), con información de la Política Nacional Anticorrupción (2020).
Para el propósito de este curso, antes de revisar la prevalencia de los altos niveles de
impunidad, primero es importante analizar la evidencia sobre los espacios de discrecionalidad
en el sector público que conducen al abuso del poder, y las distorsiones observadas en los
puntos de interacción entre gobierno y sociedad. El objetivo es comprender el campo en el
que inicialmente se posiciona la corrupción.
Fuente: elaboración propia (2020), con información de la Secretaría Ejecutiva del Sistema Nacional Anticorrupción.
28
TEMA HALLAZGOS
Sólo 7 entidades federativas cuentan con una Ley de Servicio Profesional de Carrera, mientras que
25 estados establecen solo ciertas consideraciones genéricas de profesionalización en reglamentos
administrativos.
Los esquemas de reclutamiento basados en el mérito tienden a enfocarse en mandos medios, jefes de
departamento, subdirector y director.
De los 5 millones de funcionarios públicos en la administración pública, dos terceras partes son sindi-
calizados o de base, y su puesto y remuneración están ligados a negociaciones de carácter sindical.
Carencia de esquemas adecuados de evaluación del desempeño de los servidores públicos en las
entidades analizadas.
Procesos medulares de la administración pública, en los tres órdenes de gobierno, suelen funcionar
bajo lógicas ambiguas y poco predecibles, así como en contextos de alta opacidad.
Debilidad o ausencia de reglas de operación que permitan evaluar la lógica de distribución de recur-
sos. Esto genera suspicacia respecto a la posibilidad del uso arbitrario y político del gasto.
Falta de estructuras internas de vigilancia y control de los fideicomisos públicos, y fragilidad de los
mecanismos de rendición de cuentas que no operan a cabalidad.
29
TEMA HALLAZGOS
Orientación de la labor de auditoría en aquellas áreas en las que existen mayores riesgos de corrup-
ción.
Falta de consolidación de estándares, capacidades y recursos del sistema de fiscalización para po-
tenciar las labores de auditoría y maximizar su uso en la generación de inteligencia anticorrupción.
Falta de procedimientos claros, transparentes y abiertos para la designación de los titulares de fisca-
lización.
Ausencia de mecanismos de validación profesional y control interno dentro de los órganos de fiscali-
zación estatal.
Fuente: elaboración propia (2020), con información del PNA (2020). Para información detallada, puede consultar
https://www.sesna.gob.mx/politica-nacional-anticorrupcion/
Sin duda, uno los espacios más frecuentes donde se percibe la corrupción se registra en los
procesos de trámites o solicitudes de servicios públicos, con la interacción entre el gobierno
y la población abierta. Basta mencionar que, según información del Instituto Nacional de
Estadística y Geografía (INEGI, 2017), “las administraciones públicas estatales atienden
anualmente cerca de 260 millones de trámites y solicitudes, mientras que los municipios
atienden 190 millones”.
30
Fuente: elaboración propia (2020), con información de la Encuesta Nacional de Calidad e Impacto
Gubernamental (ENCIG) 2019, Encuesta Nacional de Población Privada de la Libertad (ENPOL) 2016
y la Encuesta Nacional de Adolescentes en el Sistema de Justicia Penal (ENASJUP) 2017.
El punto de contacto más crítico por los riesgos de corrupción es la interacción entre el
gobierno y el sector privado, en los procesos de contrataciones públicas y en contratos
de asociaciones público-privadas en el área de inversión pública. El monto de recursos
comprometidos en estos procesos es tan significativo que el Banco Interamericano de
Desarrollo (BID, 2019) estima que 20% del presupuesto público en México es destinado a
estos rubros.
31
• Falta de información oportuna y transparente que documente todas las etapas que
comprenden las contrataciones públicas.
32
Dentro de los mecanismos diseñados para evitar que se lleven a cabo actos de corrupción
de manera impune, existen instrumentos de monitoreo de la gestión gubernamental, de
fiscalización del gasto, de transparencia y rendición de cuentas. No obstante, para que surtan
efecto tienen que derivar en denuncias concretas, que pueden provenir del interior del
aparato burocrático o de la sociedad, para detonar procesos de investigación y sanción.
Mientras que la detección y vigilancia de hechos corruptos no sea precedida por una
denuncia formal, no es posible iniciar los procesos de investigación de estos casos, lo que
reduce la posibilidad de impartición de justicia. Según la Política Nacional Anticorrupción
(2020), un sistema eficaz de quejas y denuncias permite a las autoridades identificar indicios
sobre posibles faltas cometidas y comportamientos, para anticipar y disuadir riesgos.
En México, se denuncia alrededor de 1 de cada 100 hechos de corrupción, pero ¿Por qué
sucede esto? (Véase figura 1.6).
33
Fuente: elaboración propia (2020), con información de INEGI (2015-2017), Censo Nacional de Gobierno,
Seguridad Pública y Sistema Penitenciario Estatales 2017; Censo Nacional de Gobiernos Municipales y Delegacionales 2017, PNA
(2020).
Organizaciones de la sociedad civil que se han especializado en el estudio del tema remarcan
esta situación, y señalan las carencias y debilidades que presentan las instancias encargadas
de estas materias, tales como:
Sin embargo, las medidas para consolidar estos mecanismos de vigilancia ciudadana
e involucramiento en la gestión pública aún presentan retos. De acuerdo con el censo
de gobierno 2016 del INEGI, se registraron cerca de 12 mil mecanismos de participación
ciudadana dentro de las actividades gubernamentales que se realizan en todos los ámbitos
de gobierno. A pesar del número, únicamente el 10% de estos mecanismos apunta hacia la
construcción de espacios incipientes de participación social con incidencia en las decisiones
gubernamentales.
Por otro lado, se observó que en 2017 la principal medida para combatir la corrupción y
fomentar la cultura de la integridad en este ámbito fue la emisión de códigos de ética o
conducta, alcanzando una aplicación en 2017 de 60% y 50% en las empresas, según la
modalidad de código. No obstante, de acuerdo con la PNA (2020), el universo de empresas
analizadas en 2018 registró resultados relevantes (véase figura 1.7).
Fuente: elaboración propia (2020), con información de Encuesta de Delitos Económicos (2018),
500 Frente a la Corrupción: integridad corporativa (2017), PNA (2020).
Ante un fenómeno como la corrupción, en el que subyacen los dilemas antes descritos,
la definición del problema de la Política Nacional Anticorrupción aporta una comprensión
amplia. Define el fenómeno como un hecho sistémico, presente en el orden social, cuyas
dimensiones privilegian modos de interacción e intercambio basados en el particularismo y
el favoritismo, los cuales pueden manifestarse en comportamientos institucionales y sociales
que transgreden principios éticos y de integridad (PNA, 2020).
36
IDEAS IMPORTANTES:
• La evidencia empírica permite reconocer factores que favorecen la incidencia
de actos de corrupción en México, tales como: impunidad, discrecionalidad,
arbitrariedad, y distorsión de los puntos de contacto entre el gobierno y la
sociedad.
37
Tema 4
Combate a la corrupción desde el
ámbito presupuestal
Curso Combate y Control de la Corrupción en el Servicio Público con Enfoque Presupuestal
Módulo I | Tema 4: Combate a la corrupción desde el ámbito presupuestal
La PNA (2020) identifica importantes debilidades a lo largo del proceso presupuestal. Éste
inicia con la planeación, continúa con la programación, el ejercicio y seguimiento del gasto.
Posteriormente, viene el proceso de evaluación, centrado sobre todo en el desempeño de los
programas presupuestarios. Cabe señalar que desde el artículo 26 constitucional y la Ley de
Planeación, todo el proceso se encuentra normado y regulado; a ello se suman la Ley Federal
de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria, el Decreto de Presupuesto de Egresos de
la Federación, los Lineamientos y Reglas de Operación de los programas presupuestarios
y el Sistema de Evaluación del Desempeño, entre otras disposiciones y mecanismos de
supervisión. Sin embargo, existen espacios de discrecionalidad que limitan la transparencia y
el ejercicio eficaz del gasto público.
39
El presupuesto público es el instrumento más valioso con que cuenta el Estado para
articular los procesos institucionales, y concretar las prioridades y objetivos gubernamentales
plasmados en el Plan Nacional de Desarrollo (PND). En esta idea, el presupuesto impulsa el
desarrollo del país y el bienestar de la población (Gutiérrez, 2015).
Esto permite a las instituciones de gobierno cumplir con las funciones que tienen asignadas,
como la provisión de bienes y servicios públicos a la población. La diversidad de asuntos
que se atienden con recursos públicos ha llevado a establecer diferentes clasificaciones
de los usos del gasto, a fin de poder organizar las asignaciones conforme a las diferentes
responsabilidades de gobierno.
Así, más del 73.4% del PEF se orienta a la ejecución de programas para la provisión de
bienes y servicios públicos como educación, salud, seguridad y programas sociales (gasto
40
programable), incluyendo compras y obra pública. Para este último rubro, en 2021 se
programaron 828 mil millones de pesos, que equivalen a 13% del presupuesto público.
De acuerdo con el sistema de coordinación fiscal, la mayor parte de los recursos ejecutados
por los tres niveles de gobierno tienen un origen federal, con lo cual, “la administración
pública federal (APF) es la que ejerce un monto mayor de gasto, participando a los órdenes
de gobierno local de dicha aplicación de recursos económicos del Estado mexicano” (Flores,
2018). A este respecto, conviene mencionar que para algunos gobiernos locales los recursos
federales llegan a representar hasta el 90% de los ingresos de la hacienda pública local.
Decisiones sobre qué compras públicas realizar y a quién, cuándo invertir y en dónde invertir,
o bien, a qué grupos sociales o sectores económicos apoyar son ordenadas y aprobadas según
las reglas del PEF anualmente. Su propósito es asegurar la operación de servicios básicos, así
como una oferta de bienes y servicios públicos a la sociedad.
La magnitud del gasto público y los efectos que genera en el bienestar de la población
exigen el ejercicio eficiente y transparente de los recursos públicos, bajo estándares de
integridad para garantizar la alta calidad en la prestación de servicios públicos y salvaguardar
el interés nacional (OCDE, 2020).
41
La evolución del PEF se encuentra marcada por un largo proceso de cambios institucionales
que han modificado la forma en como se diseña, ejecuta, da seguimiento y se fiscaliza. En
la actualidad existe el consenso de que el ejercicio presupuestal debe ser transparente, estar
sujeto a criterios de eficiencia (hacer más con menos), de eficacia (dar resultado) y rendición
de cuentas (reglas claras, ejercicio verificable del gasto e información abierta). No obstante, el
ciclo presupuestal está sujeto a criterios técnicos que deben interpretarse y que, por lo tanto,
es una materia en la que existe un alto nivel de discrecionalidad que puede conducir a la
arbitrariedad y al abuso.
Hasta antes de 1976, la elaboración del presupuesto se ordenaba según el objetivo al que
respondía el tipo de gasto efectuado por el sector público para realizar sus funciones y su
clasificación respondía al ramo de actividad que controlaba la cantidad de gasto para cada
dependencia. Sin embargo, no se realizaba el seguimiento respecto a metas presupuestales
y su pertinencia respecto a los programas operativos anuales, con lo que el presupuesto era
sólo un instrumento contable-administrativo (Arellano, 2004).
42
En aras de coadyuvar a una mejor rendición de cuentas y a una mayor transparencia en las
finanzas públicas, en junio de 2006, tras una vigencia de casi 30 años, la Ley de Presupuesto,
Contabilidad y Gasto Público Federal (LPCGPF) fue abrogada. En su lugar se aprobó la Ley
Federal de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria (LFPRH) (CEFP, 2020; DOF, 30 de
marzo de 2006).
El Plan Nacional de Desarrollo 2013 destacó por ser el primero que se emitió con la
instrumentación del PBR y el Sistema de Evaluación del Desempeño (SED). Promovieron la
planeación a mediano plazo de las políticas sectoriales, la definición de metas vinculadas
con la realización de los derechos humanos, la elaboración de indicadores, el reconocimiento
de la corresponsabilidad en las acciones de las diferentes dependencias que inciden en un
resultado, así como una mayor demanda de transparencia por parte de la sociedad (CEFP,
2020).
A través del Sistema de Evaluación del Desempeño (SED), como elemento fundamental de
la GpR, se dará seguimiento y retroalimentación a todas las acciones plasmadas en el PND
y a los programas derivados del mismo. También se dará seguimiento a la evaluación de las
acciones gubernamentales y el correcto cumplimiento de las recomendaciones derivadas de
las evaluaciones externas a través de los Aspectos Susceptibles de Mejora (ASM).
En 2016, con el objetivo de terminar con la inercia del gasto en anteriores administraciones,
la política de gasto se concentró en una reingeniería en la asignación del presupuesto, con un
44
enfoque Base Cero y el fortalecimiento del PbR. Este último se elaboró sobre cuatro ejes con
alcances específicos y uno de alcance transversal (SHCP, CGPE, 2015):
46
47
IDEAS IMPORTANTES:
• El presupuesto público es el instrumento más valioso con el que cuenta el
Estado para articular los procesos institucionales, además de concretar las
prioridades y objetivos gubernamentales.
48
Referencias
Ades, A., y Di Tella, R. (1999). Rents, competition, and corruption. American Economic Review, 89(4), 982-993.
Adsera, A., Boix, C., y Payne, M. (2003). Are you being served? Political accountability and quality of government.
The Journal of Law, Economics, and Organization, 19(2), 445-490.
Arellano, D. (2004). Más allá de la reinvención del gobierno: Fundamentos de la Nueva Gestión Pública y
Presupuestos por Resultados en América Latina. Miguel Ángel Porrúa - CIDE.
Arellano, D. (2012). ¿Podemos reducir la corrupción en México? Límites y posibilidades los instrumentos a
nuestro alcance. CIDE.
Arellano, D., Cabrero, E. y Del Castillo, A. (2003). Reformando al gobierno: Una visión organizacional del
cambio gubernamental. Miguel Ángel Porrúa - CIDE.
Cámara de Diputados (2018). Leyes federales vigentes. Ley de Planeación, última reforma publicada en el
Diario Oficial de la Federación el 16 de febrero de 2018.
Carbonell, M. (2009). Breves consideraciones sobre la corrupción. Revista Justicia y Sufragio, (3), 18-35.
Cardona, L. Á., Ortiz, H. y Vázquez, L. D. (2018). Violación de derechos humanos en México. Un costo poco
advertido de la corrupción. Política y gobierno, 25(1), 153-184.
Castillo, A. (2001). Fundamentos de la investigación empírica reciente sobre corrupción. Revista Gestión y
Política Pública, X(2), 205-212.
Centro de Estudios de las Finanzas Públicas (2020). Evolución del Gasto Público en el periodo 2006-2020.
Centro de Estudios de las Finanzas Públicas (2000). Análisis de la distribución del Gasto Público, 1994-2000.
Diario Oficial de la Federación(2006). Decreto por el que se expide la Ley Federal de Presupuesto y
Responsabilidad Hacendaria.
Gerring, J., y Thacker, S. C. (2004). Political institutions and corruption: The role of unitarism and parliamentarism.
British Journal of Political Science, 295-330.
Gutiérrez, M. (2017). Tres líneas de análisis sobre el combate a la corrupción en México. ¿Cómo combatir la
corrupción? Serie Estudios Jurídicos, 302, 53-61.
Jaime, E., Avendaño, E. y García, M. (2011). Rendición de cuentas y combate a la corrupción: retos y desafíos.
Secretaría de la Función Pública.
Kunicova, J., y Rose-Ackerman, S. (2005). Electoral rules and constitutional structures as constraints on
corruption. British journal of political science, 573-606.
La Porta, R., Lopez-de-Silanes, F., Shleifer, A., y Vishny, R. (1999). The quality of government. The Journal of
Law, Economics, and Organization, 15(1), 222-279.
49
Lederman, D., Loayza, N. V., y Soares, R. R. (2005). Accountability and corruption: Political institutions matter.
Economics & politics, 17(1), 1-35.
Lindstedt, C., y Naurin, D. (2010). Transparency is not enough: Making transparency effective in reducing
corruption. International political science review, 31(3), 301-322.
Marván, M., Navarro, F., Bohórquez, L. y Concha, H. (2015). La corrupción en México: percepción, prácticas y
sentido ético. Encuesta Nacional de Corrupción de cultura de la legalidad. UNAM.
Mauro, P. (1995). Corruption and growth. The quarterly journal of economics, 110(3), 681-712.
Montinola, G. R., & Jackman, R. W. (2002). Sources of corruption: A cross-country study. British journal of
political science, 147-170.
Persson, T., Tabellini, G., & Trebbi, F. (2003). Electoral rules and corruption. Journal of the European Economic
Association, 1(4), 958-989.
Rock, M. T. (2009). Corruption and democracy. The Journal of Development Studies, 45(1), 55-75.
Rose-Ackerman, S. (1975). The economics of corruption. Journal of public economics, 4(2), 187-203.
Sampford, C., Shacklock, A., Connors, C., & Galtung, F. (2006). Measuring Corruption. Law. Ethics and
Governance, Ashgate Publishing, Londres.
Secretaría de Hacienda y Crédito Público (2015). Criterios Generales de Política Económica para el ejercicio
fiscal 2016.
Svensson, J. (2005). Eight questions about corruption. Journal of economic perspectives, 19(3), 19-42.
Treisman, D. (2000). The causes of corruption: a cross-national study. Journal of public economics, 76(3), 399-
457.
Treisman, D. (2007). What have we learned about the causes of corruption from ten years of cross-national
empirical research? Annu. Rev. Polit. Sci., 10, 211-244.
Valadés, D. (2017). Reformar el régimen de gobierno.¿Cómo combatir la corrupción? Serie Estudios Jurídicos,
302, 3-14.
Villoria, M. e Izquierdo, A. (2016). Ética pública y buen gobierno. Regenerando la democracia y luchando
contra la corrupción desde el servicio público. Editorial Tecnos.
Wesberry, J. (2004). Obstáculos institucionales que limitan las funciones de los organismos gubernamentales
de combate a la corrupción en América Latina. CLAD.
50