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TRABAJO FINAL DE FILOSOFÍA 2021 1° B PRIMARIA

ACTIVIDAD N° 1
Responda este breve cuestionario con la lectura del texto Sofistas y Sócrates:
Sofistas

1. ¿Qué cambio radical se da en la filosofía despúes de la Filosofía Presocrática?


2. ¿Quiénes eran los sofistas?
3. ¿Cuáles son las características principales del pensamiento de los sofistas?
4. El principio filosófico más famoso de Protágoras es que “el hombre es la medida de
todas las cosas”, ¿por qué?

Sócrates

1. ¿Quién fue Sócrates y cuál es su importancia en la historia de la filosofía universal?


2. ¿Por qué su madre fue tan importante en su pensamiento?
3. ¿Qué es la Mayéutica?
4. Explique por qué Sócrates afirma su célebre frase “Sólo sé que no sé nada”.
5. ¿Qué libros escribió Sócrates y cómo lo conocemos?
6. ¿Cómo murió Sócrates, y cómo conocemos acerca de las circunstancias de su muerte?
7. ¿Por qué decimos que el pensamiento de Sócrates es un Intelectualismo Moral? (El mal
tiene su origen en la ignorancia).

ACTIVIDAD N° 2
Lea atentamente los siguientes textos y conteste las preguntas:
TEXTO N° 1:

La conciencia de la ignorancia como condición del saber


Platón: Apología de Sócrates, Buenos Aires, Eudeba, 1986, pp. 126-33

El discurso trascripto a continuación es la defensa desarrollada por Sócrates ante el tribunal


judicial que lo procesó, según la recreación que de él hizo Platón. Algunos de ustedes podría
tal vez replicar: «Pero Sócrates, ¿cuál es tu ocupación? ¿Cómo se han originado estas ideas
falsas acerca de ti? Pues, sin duda, si no te hubieras ocupado en algo más llamativo que lo
que hacen los demás, no se habría generado tal fama ni se dirían tales cosas si no obrases
de manera distinta que la mayoría. Dinos, pues, de qué se trata, para que no opinemos de ti
con ligereza».

Me parece que el que dijera tales cosas hablaría con justicia, y precisamente intentaré
explicarles qué es lo que me ha creado tal reputación y tal falsa imagen. Escúchenme
entonces. Quizá parezca a algunos de ustedes que bromeo; sepan, sin embargo, que les diré
toda la verdad. En efecto, señores atenienses, por ninguna otra cosa que por una cierta
sabiduría es que he adquirido esta reputación. Pero, ¿qué clase de sabiduría es ésta?
Precisamente la que es de alguna manera sabiduría humana. En ella sí me atrevo a decir
que soy realmente sabio; probablemente, en cambio, aquellos que acabo de mencionar
serían sabios en alguna sabiduría sobrehumana, o no sé qué decir [de ella]; yo, en efecto, no
la poseo, y el que lo afirme miente y habla con una idea errónea. Por favor, no me
interrumpan aunque les parezca que hablo con pedantería; pues no hablaré por mí mismo,
sino que remitiré lo que digo a alguien digno de fe. Como testigo de mi sabiduría -si es que
es sabiduría- y de cómo es ella, pongo al dios de Delfos. Seguramente han conocido ustedes
a Querefonte, cuánta pasión ponía en lo que emprendía. Pues bien, en cierta ocasión que
fue a Delfos, se atrevió a preguntar al oráculo si había alguien más sabio que yo. La pitonisa
le respondió que no había nadie más sabio. Y acerca de estas cosas puede testimoniar su
hermano, aquí presente, ya que Querefonte ha muerto. Dense cuenta ustedes por qué digo
estas cosas: les voy a mostrar, en efecto, de dónde se ha originado la falsa imagen de mí. En
efecto, al enterarme de aquello reflexionaba así: «¿Qué quiere decir el dios y qué enigma
hace? Porque lo que es yo, no tengo ni mucha ni poca conciencia de ser sabio. ¿Qué quiere
decir, entonces, al afirmar que soy el más sabio? No es posible, sin embargo, que mienta,
puesto que no le está permitido». Y durante mucho tiempo dudé acerca de lo que quería
decir, hasta que con grandes escrúpulos me volqué a su investigación, de la manera
siguiente. Fui al encuentro de los que eran considerados sabios, en el pensamiento de que
allí -si era posible en algún lado- refutaría la sentencia del oráculo, demostrándole que «éste
es más sabio que yo, aunque has dicho que lo era yo». Ahora bien, al examinar a aquel con
quien tuve tal experiencia -no necesito dar el nombre: era un político-, señores atenienses, y
al dialogar con él, experimenté lo siguiente: me pareció que muchos otros creían que este
hombre era sabio, y sobre todo lo creía él mismo, pero que en realidad no lo era. Enseguida,
intenté demostrarle que aunque él creía ser sabio, no lo era. La consecuencia fue que me
atraje el odio de él y de muchos de los presentes. En cuanto a mí, al alejarme hice esta
reflexión: «yo soy más sabio que este hombre; en efecto, probablemente ninguno de los dos
sabe nada valioso, pero éste cree saber algo, aunque no sabe, mientras que yo no sé ni creo
saber. Me parece, entonces, que soy un poco más sabio que él: porque no sé ni creo saber».
Después fui hasta otro de los que pasaban por ser sabios, y me pasó lo mismo: también allí
me atraje el odio de aquél y de muchos otros.

De este modo fui a uno tras otro, bien que sintiendo -con pena y con temor- que me atraía
odios; no obstante, juzgué que era necesario poner al dios por encima de todo. Debía
dirigirme entonces, para darme cuenta de qué quería decir el oráculo, a todos aquellos que
pasaban por saber algo. Y ¡por el perro!, varones atenienses, esto es lo que experimenté: al
indagar de acuerdo con el dios, me pareció que los de mayor reputación eran los más
deficientes o poco menos, mientras que los otros, que eran tenidos por inferiores, eran
hombres más próximos a la posesión del entendimiento. Ustedes ven que es necesario que
muestre las vueltas que di en mi penoso trabajo, para que la sentencia del oráculo se me
tornara irrefutable. En efecto, después de los políticos acudí a los poetas, tanto a los autores
de tragedias como a los de ditirambos y a todos los demás, en la idea de que allí me
descubriría en el error, por ser más ignorante que aquellos. Llevé así conmigo los poemas de
ellos que me parecieron más elaborados, y les pregunté qué querían decir, a fin de que al
mismo tiempo me instruyeran. Pues bien, me da vergüenza decirles la verdad, señores; no
obstante, debo decirla. Prácticamente todos o casi todos los presentes hablarían mejor
acerca de aquellos poemas que los que los habían compuesto. En poco tiempo me di cuenta,
con respecto a los poetas, que no hacían lo que hacían por sabiduría, sino por algún don
natural o por estar inspirados, tal como los profetas y adivinos; éstos también, en efecto,
dicen muchas cosas hermosas, pero no entienden nada de lo que dicen. Algo análogo me
pareció que acontecía a los poetas; y a la vez advertí que, por el hecho de ser poetas,
también en las demás cosas creían ser los más sabios de los hombres, pero que no lo eran.
Me alejé, entonces, pensando que allí tenía la misma ventaja que sobre los políticos.

Para terminar, acudí a los artesanos. Yo estaba consciente de que no sabía prácticamente
nada, y que me encontraría con que éstos sabían muchas cosas hermosas. Y en eso no me
engañé, ya que sabían cosas que yo no sabía, y en ese sentido eran más sabios que yo.
Pero, señores atenienses, me pareció que nuestros buenos [amigos] los artesanos tenían el
mismo defecto que los poetas: a causa de ejecutar bien su oficio, cada uno se creía que
también era el más sabio en las demás cosas, incluso en las más difíciles; y esta confusión
oscurecía aquella sabiduría. De este modo me pregunté, sobre la base del oráculo, si no era
mejor ser como soy: no siendo sabio en cuanto a la sabiduría de ellos ni ignorante en cuanto
a su ignorancia, en lugar de poseer ambas cosas, como aquellos. Respondí tanto al oráculo
como a mí mismo que es mejor ser como soy.

De esta manera, señores atenienses, se generaron muchos odios hacia mí, algunos muy
acres y muy violentos, de los cuales surgieron muchos juicios falsos acerca de mí. En efecto,
en cada ocasión los presentes creen que yo soy sabio en aquellas cosas en que refuto a
otro; pero en realidad el dios es el sabio, y con aquella sentencia quiere decir esto: que la
sabiduría humana vale poco y nada. Y cuando dice «Sócrates» parece servirse de mi
nombre como para poner un ejemplo. Algo así como [si] dijera: «El más sabio entre ustedes,
seres humanos, es aquel que, como Sócrates, se ha dado cuenta de que en punto a
sabiduría no vale en verdad nada». Todavía hoy sigo buscando e indagando, de acuerdo con
el dios, a los conciudadanos y extranjeros que creo que son sabios, y cuando juzgo que no lo
son, es para servir al dios que les demuestro que no son sabios. Y por causa de esta tarea
no me ha quedado tiempo libre para ocuparme de política en forma digna de mención, ni
tampoco de mis propias cosas. Antes bien, vivo en extrema pobreza a causa de estar al
servicio del dios.

Guía de preguntas
1. ¿Cómo caracteriza Sócrates la misión que le asignó el dios Apolo?

2. ¿Por qué la sentencia del oráculo es para Sócrates un problema? ¿Cuál es el problema
que se le plantea?

3. ¿Por qué Sócrates se considera más sabio que aquellos a los que interroga?

4. ¿Por qué afirma Sócrates que es mejor ser como es y no ser como los que son
considerados sabios?

5. ¿Piensa Ud. que hacer preguntas le podría acarrear odios? Por qué cree que suceda
esto?

TEXTO N° 2

Criticar lo establecido
Horkheimer, M.: Teoría crítica, Buenos Aires, Editorial Amorrortu, 1974, pp. 272-88

Cuando en una conversación aparecen los conceptos de física, química, medicina o historia,
los participantes, en general, asocian con ellos algo muy concreto. Si llega a surgir una
diferencia de opiniones, pueden consultar un diccionario o alguno de los manuales
corrientes, o bien recurrir a un especialista más o menos destacado en la materia en
cuestión. La definición de cada una de esas ciencias se deduce directamente de su posición
en la sociedad actual. Aunque ellas podrían hacer en el futuro los más grandes progresos,
(...) sin embargo, nadie se interesa realmente por definir esos conceptos de otro modo como
no sea relacionándolos con las actividades científicas que en este momento se encuadran en
tales denominaciones.

Con la filosofía no ocurre lo mismo. Supongamos que le preguntásemos a un profesor de


filosofía qué es la filosofía. Si tenemos suerte y damos por casualidad con uno que no
rechace por principio las definiciones, nos dará una. Pero si aceptamos esa definición, pronto
comprobaremos, presumiblemente, que no es, de ningún modo, la que se reconoce en
general y en todas partes. Entonces podríamos dirigirnos a otras autoridades, o también a los
manuales modernos y antiguos. Eso sólo aumentaría nuestra confusión.

[...] La filosofía en oposición a otras disciplinas, no tiene un campo de actividad fijamente


delimitado dentro del ordenamiento existente [de la sociedad]. Este ordenamiento de la vida,
con su jerarquía de valores, constituye un problema en sí mismo para la filosofía. Si la
ciencia puede aún acudir a datos establecidos que le señalan el camino, la filosofía, en
cambio, debe siempre confiar en sí misma, en su propia actividad teórica.

[...] La verdadera función social de la filosofía reside en la crítica de lo establecido. Eso no


implica la actitud superficial de objetar sistemáticamente ideas o situaciones aisladas, que
haría del filósofo un cómico personaje. Tampoco significa que el filósofo se queje de este o
aquel hecho tomado aisladamente, y recomiende un remedio. La meta principal de esa crítica
es impedir que los hombres se abandonen a aquellas ideas y formas de conducta que la
sociedad en su organización actual les dicta. Los hombres deben aprender a discernir la
relación entre sus acciones individuales y aquello que se logra con ellas, entre sus
existencias particulares y la vida general de la sociedad, entre sus proyectos diarios y las
grandes ideas reconocidas por ellos. La filosofía descubre la contradicción en la que están
envueltos los hombres cuando, en su vida cotidiana, están obligados a aferrarse a ideas y
conceptos aislados.

[...] La filosofía es el intento metódico y perseverante de introducir la razón en el mundo eso


hace que su posición sea precaria y cuestionada. La filosofía es incómoda, obstinada y,
además, carece de utilidad inmediata; es, pues, una verdadera fuente de contrariedades.

Guía de preguntas
(1) ¿Qué diferencias señala el autor entre las ciencias y la filosofía?

(2) ¿Cuál es la meta de la filosofía entendida como crítica?

(3) ¿Qué significa que la filosofía es el intento de “introducir la razón en el mundo” y qué
consecuencias tiene esto?

ACTIVIDAD N° 3

EL MUNDO DE SOFIA: Jean-Paul Sartre y el EXISTENCIALISMO


… Pero ahora nos vamos a centrar en el existencialista francés Jean-Paul Sartre, que vivió
entre 1905 y 1980. Fue el más conocido de los existencialistas, al menos entre el gran
público. Su existencialismo se desarrolló particularmente en los años cuarenta, justo después
de finalizar la Segunda Guerra Mundial. En un café como éste, se encontró con su
compañera Simone de Beauvoir, que también era filósofa existencialista.
– ¿Una mujer filósofa?
–Correcto.
Sartre dijo que “el existencialismo es un humanismo”, con lo cual quería decir que los
existencialistas no toman como punto de partida otra cosa que el propio ser humano. Tal vez
debamos añadir que se trata de un humanismo con una visión mucho más sombría de la
situación del hombre de la que tenía el humanismo que conocimos en el Renacimiento…
Algunos de los filósofos existencialistas de nuestro siglo eran cristianos. Sartre, por otra
parte, pertenece a lo que podemos llamar el existencialismo ateo. Su filosofía puede
considerarse como un despiadado análisis de la situación del hombre cuando “Dios ha
muerto”. Esta expresión viene de Nietzsche… La palabra clave de la filosofía de Sartre es
“existencia”. Ahora bien, no se entiende por existencia lo mismo que por “ser”. Las plantas y
los animales también “son”, pero no tienen que preocuparse por lo que esto significa. El
hombre es el único ser vivo que es consciente de su propia existencia. Sartre dice que las
cosas físicas solamente son “en ellas mismas”, pero el ser humano también es “para él
mismo”. Ser persona es algo muy diferente a ser cosa. Sartre dice que la existencia del
hombre precede a cualquier significado que pueda tener. El que yo exista precede, por lo
tanto, a lo que soy “La existencia precede a la esencia”, dice. Por “esencia” entendemos
aquello de lo que algo consta, es decir la naturaleza de una cosa. Pero, según Sartre, el
hombre no tiene una naturaleza innata. Por tanto el hombre tiene que crearse a sí mismo.
Tiene que crear su propia naturaleza o “esencia” porque esto no es algo que venga dado de
antemano. A través de toda la historia de la filosofía, los filósofos han intentado dar una
respuesta a qué es el hombre, o qué es la naturaleza humana. Pero Sartre pensaba que el
hombre no tiene una tal “naturaleza” eterna en que refugiarse. Por eso tampoco sirve
preguntar por el “sentido” de la vida en general. Estamos, en otras palabras, condenados a
improvisar. Somos como actores que entran en el escenario sin tener ningún papel
estudiado de antemano, ningún cuaderno con el argumento, ningún apuntador que nos
pueda susurrar al oído lo que debemos hacer. Tenemos que elegir por nuestra cuenta cómo
queremos vivir. En cierta manera es verdad. Si en la Biblia, o en un libro de texto de filosofía,
pudiéramos consultar cómo debemos vivir, estaría muy bien. Pero cuando el hombre se da
cuenta de que existe y de que va a morir, y de que no tiene nada a lo que agarrarse,
entonces esto crea angustia. Sartre dice además que el hombre se siente extranjero en un
mundo sin sentido. La sensación del hombre de ser un extranjero en el mundo, crea un
sentimiento de desesperación, aburrimiento, asco y absurdo. Sigue siendo bastante corriente
sentirse “deprimido” o pensar que todo es “un rollo”.
Los humanistas del Renacimiento habían señalado casi triunfalmente la libertad y la
independencia del ser humano. Sartre, por el contrario, consideró la libertad del hombre
como una condena. “El hombre está condenado a ser libre”, dijo. “Condenado porque no se
ha creado a sí mismo y sin embargo es libre. Porque una vez que ha sido arrojado al mundo
es responsable de todo lo que hace”.
–No hemos pedido a nadie que nos cree como individuos libres. Éste es precisamente el
punto clave de Sartre. Pero somos individuos libres, y debido a nuestra libertad estamos
condenados a elegir durante toda la vida. No existen valores o normas eternas por las que
nos podamos regir. Precisamente por eso resultan tan importantes las elecciones que
hacemos. Porque somos completamente responsables de todos nuestros actos. Sartre
destaca precisamente que el hombre jamás debe eludir la responsabilidad de sus propios
actos. Por eso tampoco podemos librarnos de nuestra responsabilidad amparándonos en
que «tenemos que ir al trabajo» o que «tenemos que» dejarnos dirigir por ciertas normas
burguesas sobre cómo debemos vivir. La persona que, de esta forma, va entrando en la
masa anónima, se convierte en un hombre impersonal de esa masa. Él o ella se ha refugiado
en la mentira de la vida. Porque la libertad humana nos exige poner algo de nosotros
mismos, existir «auténticamente».
–Comprendo.
–Esto es aplicable ante todo a nuestras elecciones éticas. No podemos echar nunca la culpa
a la «naturaleza humana», a la «fragilidad humana» o cosas parecidas. Aunque Sartre
mantiene que la existencia no tiene ningún sentido inherente, no significa que a él le guste
que sea así. No es lo que llamamos un «nihilista». O sea alguien que opina que nada importa
nada y que todo está permitido. Sartre opina que la vida debe tener algún sentido. Es un
imperativo. Y somos nosotros los que tenemos que darle ese sentido a nuestra propia vida.
Existir es crear tu propia existencia. Sartre intenta demostrar que la conciencia no es nada en
sí misma antes de percibir algo. Porque la conciencia siempre es conciencia de algo. Y ese
«algo» es tanto nuestra propia aportación como la del entorno. También nosotros
participamos en decidir lo que percibimos, ya que seleccionamos lo que tiene importancia
para nosotros. Por ejemplo: dos personas pueden estar presentes en el mismo lugar y sin
embargo captarlo todo de forma completamente diferente. Es porque cuando percibimos el
entorno, contribuimos con nuestra propia opinión, o nuestros propios intereses. Por ejemplo,
puede ser que una mujer embarazada tenga la sensación de ver a mujeres embarazadas por
todas partes. No significa que no hayan estado allí antes, sino que, simplemente, su
embarazo le ha proporcionado una nueva realidad. Alguien que esté enfermo, por ejemplo,
tal vez vea ambulancias por todas partes...
–Entiendo.
–Nuestra propia existencia contribuye a decidir cómo percibimos las cosas en el espacio. Si
algo es inesencial para mí, no lo veo. Y ahora puedo explicarte por qué he llegado tarde aquí,
al café. Dijiste que fue a propósito.
–Dime qué fue lo primero que viste al entrar en el caté.
–Lo primero que vi fue que tú no estabas.
–¿No es un poco curioso que lo primero que vieras en este local fuese algo que no estaba
aquí?
–Puede ser, pero era contigo con quien tenía una cita.
–Sartre utiliza precisamente una visita a un café como éste para demostrar cómo
«liquidamos» lo que no tiene importancia para nosotros.
–¿Llegaste tarde únicamente para demostrar eso?
–Sí, para que entendieras este punto tan importante de la filosofía de Sartre. Puedes
considerarlo como un deber de alumno.Si estás enamorada y esperando que tu amado te
llame por teléfono, entonces «oyes» tal vez toda la noche que no llama. Captas precisamente
el hecho de que no llama. Si vas a esperarlo al tren, y sale un montón de gente al andén sin
que tú veas a tu amado, entonces no ves a todos esos otros. No hacen más que estorbar, no
significan nada para ti. Incluso puede ser que te resulten directamente repugnantes, pues
ocupan mucho espacio. Lo único que captas es que él no está allí.
–Comprendo.
–Simone de Beauvoir intentó emplear el existencialismo también en los papeles sexuales.
Sartre había señalado que los seres humanos no tienen ninguna «naturaleza » eterna en la
que refugiarse. Somos nosotros mismos quienes creamos lo que somos. Lo mismo ocurre
con la manera en la que concebimos los sexos. Simone de Beauvoir señaló que no existe
una eterna «naturaleza de mujer» o «naturaleza de hombre», pero la opinión tradicional
siempre ha utilizado esas categorías. Por ejemplo, se ha dicho muy a menudo que el hombre
tiene una naturaleza «trascendente e ilimitada», y que por lo tanto busca un sentido y un
destino fuera del hogar. De la mujer se ha dicho que su orientación en la vida es contraria a
la del hombre. Es «inmanente», es decir, quiere estar donde está. De esa manera protegerá
a la familia, la naturaleza y las cosas cercanas. Hoy en día solemos decir que la mujer se
interesa más que el hombre por los detalles.
–¿De verdad ella pensaba así?
–Simone de Beauvoir pensaba precisamente que no existía ninguna «naturaleza femenina»
o naturaleza masculina». Al contrario. Pensaba que mujeres y hombres deben librarse de
estos arraigados prejuicios e ideales. Su libro más importante salió en 1949 y se titulaba El
segundo sexo.
–¿Qué quería decir con ese título?
–Se refería a la mujer. En nuestra cultura se la ha convertido en «el segundo sexo». Sólo el
hombre aparece como sujeto, y la mujer se convierte en un objeto del hombre. De esta
manera, se le quita la responsabilidad de su propia vida.
–Ella tiene que reconquistar esta responsabilidad. Tiene que recuperarse a sí misma y no
sólo atar su identidad al hombre. Porque no es sólo el hombre el que reprime a la mujer. Al
no responsabilizarse de su propia vida, la mujer se reprime a sí misma.
–Somos exactamente tan libres y tan independientes como decidimos ser.
–Así lo puedes expresar, si quieres. El existencialismo tendría una gran influencia sobre la
literatura, desde los años cuarenta hasta hoy. Éste es también en gran medida el caso del
teatro.
Sartre escribió novelas y obras de teatro. Otros nombres importantes son el francés Camus,
el irlandés Beckett, el rumano Ionesco y el polaco Gombrowicz. ¿Sabes lo que quiere decir
«absurdo»?
–Se usa para algo que no tiene sentido o que es irracional, ¿no?
–Exactamente. El «teatro del absurdo» surgió como una reacción al «teatro realista» y su
intención era mostrar en el escenario la falta de sentido de la vida, y de esa manera hacer
reaccionar al público. El objetivo no era, por lo tanto, cultivar esta falta de sentido. Todo lo
contrario: mostrando y revelando lo absurdo, por ejemplo en sucesos totalmente cotidianos,
el público se vería obligado a buscar una existencia más auténtica y más verdadera. El teatro
del absurdo expone a veces situaciones completamente triviales, y puede por ello
considerarse una especie de «hiperrealismo». Se muestra al ser humano exactamente como
es. Pero si representas en un escenario justamente lo que sucede en un cuarto de baño una
mañana cualquiera en un hogar cualquiera, entonces el público empieza a reírse. Esta risa
puede interpretarse como una defensa al verse expuesto en el escenario. El teatro del
absurdo también puede tener rasgos surrealistas. A veces los personajes del escenario se
enredan en las situaciones más improbables e irracionales, como en los sueños. Cuando los
personajes aceptan esto sin ningún asombro, es el público el que tiene que reaccionar con
asombro justamente ante esta falta de asombro. Es el mismo caso de las películas mudas de
Charles Chaplin. Lo cómico de esas películas es muchas veces la falta de asombro de
Chaplin ante las situaciones tan absurdas en las que se enreda. De esa manera, el público
se verá obligado a meterse en sí mismo y buscar algo más auténtico y más verdadero.
–A veces resulta increíble lo que la gente acepta sin reaccionar.
–A veces puede estar muy bien pensar que «esto es algo de lo que tengo que huir», aunque
uno aún no sepa a dónde ir.
–Si la casa está ardiendo hay que huir de ella, aunque no se tenga otra casa donde meterse.

PARA REFLEXIONAR

Elija cuatro de las siguientes actividades y responda brevemente.

1. A su criterio, por qué afirma Sartre que “el hombre tiene que crearse a sí mismo”.

2. ¿Cómo explicaría usted, según Sartre la diferencia entre el “ser” de una planta y de un ser
humano?

3. Qué reflexión le supone la siguiente cita: “Estamos, en otras palabras, condenados a


improvisar. Somos como actores que entran en el escenario sin tener ningún papel
estudiado de antemano, ningún cuaderno con el argumento, ningún apuntador que nos
pueda susurrar al oído lo que debemos hacer. Tenemos que elegir por nuestra cuenta cómo
queremos vivir. En cierta manera es verdad. Si en la Biblia, o en un libro de texto de filosofía,
pudiéramos consultar cómo debemos vivir, estaría muy bien. Pero cuando el hombre se da
cuenta de que existe y de que va a morir, y de que no tiene nada a lo que agarrarse,
entonces esto crea angustia”.

4. En qué sentido o no coincide con Sartre que uno puede sentirse extranjero en un mundo
sin sentido.

5. Está usted de acuerdo con Sartre cuando afirma que “el hombre está condenado a ser
libre… y que “es responsable de todo lo que hace”. ¿Por qué? ¿En qué aspectos de su vida
se siente usted “condenado a la libertad” o no?

6. ¿Coincide usted con Sartre en que el hombre jamás debe eludir la responsabilidad de sus
propios actos? Dé un ejemplo.

7. Simone de Beauvoir señaló que no existe una eterna «naturaleza de mujer» o «naturaleza
de hombre», pero la opinión tradicional siempre ha utilizado esas categorías. ¿Cree que el
pensamiento de esta filósofa se adelantó a posturas actuales? ¿Por qué?

ACTIVIDAD N° 1
Sofistas:

1) Luego de la filosofía presocrática, el cambio radical que hubo por parte de los
sofistas fue pasar de la preocupación por la naturaleza, a la preocupación por el
hombre y su convivencia en la vida social.
2) En términos sofista del griego sophia “sabiduría” y sophos “sabio” nombre dada en
Grecia por enseñar la sabiduría.
3) El pensamiento de Protágoras es “poder convertir en sólidos y fuertes los argumentos
más débiles “. Gorgias dice que con las palabras se puede envenenar y embelesar, lo
cual nos disminuye a que cada ser humano tiene su verdad.
4)

Sócrates:

1)

2)

3)

4) Sócrates era consciente tanto de la ignorancia que le rodeaba como de la suya propia.
Esto lo llevó a tratar de hacer pensar a la gente y hacerles ver el conocimiento real que
tenían sobre las cosas. Asumiendo una postura de ignorancia, interrogaba a la gente para
luego poner en evidencia la incongruencia de sus afirmaciones; a esto se le denominó
ironía socrática, la cual queda expresada con su célebre frase “Sólo sé que no sé nada”.

5) Dado que Sócrates no escribió ninguna obra, nos podemos acercar a su figura por
medio de cuatro fuentes:
1. Los diálogos de Platón como material más importante.
2. Los escritos de Jenofonte en los que habla de Sócrates, los cuales, no obstante,
contienen errores históricos y geográficos.
3. La comedia de Aristófanes, Las nubes, que fue escrita cuando Sócrates tenía
solamente 41 años, ridiculizándolo y colocándolo en el lugar de los sofistas.
4. La obra de Aristóteles
6) Se le acusó de impiedad y de ser un corruptor de la juventud. En la sentencia final se
le condenó a morir envenenado por impiedad (supuestamente no creía en los dioses).
Sócrates fue juzgado y, declarado culpable, cumplió esta pena en el año 399 a. C. Murió
a los 70 años de edad, aceptando serenamente esta condena. . Según relata Platón en la
Apología que dejó de su maestro, éste pudo haber eludido la condena, gracias a los
amigos que aún conservaba, pero prefirió acatarla y morir.

7) Para Sócrates, sólo el sabio es bueno: a esto se le llama Intelectualismo Moral. Esto
implica que el mal tiene su origen en la ignorancia: para los griegos la voluntad tiende
siempre al bien, es decir, es imposible querer el mal a sabiendas. Esta teoría va a ser una
característica común a Sócrates, Platón y Aristóteles, dando gran importancia todos ellos
a la educación.

ACTIVIDAD N° 2
Texto 1
1) Sócrates describió la tarea que le asignó el dios Apolo como un trabajo duro porque
lo puso a prueba. La demanda se presentó por tres cargos principales: introducir
nuevos dioses en la ciudad, faltar el respeto a los dioses y corromper a los jóvenes a
través de la doctrina.
2) La palabra del oráculo sobre Sócrates es que nadie es más inteligente que él. Sin
embargo, esta oración plantea un problema para Sócrates, porque él mismo no se cree
sabio. Dado que Dios no permite la mentira, Sócrates quiere saber a qué se refiere.
Para obtener la respuesta a esta pregunta, Sócrates investiga preguntando a los que se
consideran sabios.
3) Sócrates señaló que las personas a las que interrogó creían que sabían algo (aunque
no sabían), y él sabía que no. No saber no significa conocimiento o verdad, pero no
significa error. Por otro lado, creer que saber lo que realmente no sabe significa estar
mal. Los errores están más lejos de la verdad que no saber. Por eso Sócrates cree que
es más inteligente que la persona a la que interroga.
4) Porque una persona que se cree inteligente "mentirá" cuando diga algo mal, pero no
se cree inteligente, pero admite que no sabe y evita malentendidos.
5)

Texto 2
1)
2) La meta principal de esa crítica es impedir que los hombres se abandonen a
aquellas ideas y formas de conducta que la sociedad en su organización actual les
dicta. Los hombres deben aprender a discernir la relación entre sus acciones
individuales y aquello que se logra con ellas, entre sus existencias particulares y la
vida general de la sociedad, entre sus proyectos diarios y las grandes ideas
reconocidas por ellos.
3) Lo que significa la frase es hacer consciente y explícito por qué vivimos como
vivimos, esto trae como consecuencia contrariedades en la cual están envueltos
los hombres, cuando en su vida cotidiana están obligados a aferrarse a ideas y
conceptos aislados. Se la llama así porque es incómoda, obstinada y además,
carece de utilidad inmediata.

PARA REFLEXIONAR

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