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Un cuestionario

sobre el teatro
Gilberto Martínez

El texto que sigue surgió como una versión libre, paródica, de un artículo sobre
la naturaleza del humor de Julián Ríos, «Cuestionario», publicado en la revista de
literatura Quimera (n. 232-233, julio-agosto de 2003), y leído por el autor durante la
apertura de la nueva sala Casa de Teatro de Medellín, el 10 de diciembre de 2003.

Anoche soñé que era un mono…, «sabio» ¿Qué es el teatro? Nada más, ni nada
y que me encerraban con otros monos…, menos. Esa era la primera pregunta. Miré
«sabios», parecidos a mi, en una jaula. a los que por encima de mi hombro habían
Durante el espacio tiempo del ensueño, logrado leerla y vi gesticulaciones precisas
alguien de fuera de la jaula, con gesto y contundentes. Hubiera querido imitar-
sombrío y amenazante, abre la puerta los, pero en el sueño me di cuenta de que
y hace entrar a otro grupo de gente que a pesar de todo lo leído y escrito nunca
perpleja sólo atina a seguir la orden seca realmente había creído en una definición
que hace eco en el espacio del encierro satisfactoria. Recordé, no sé el por qué, la
y me entrega un cuestionario de cuatro sonrisa de la Gioconda. Todo el mundo la
preguntas, mientras me dice: reconoce de inmediato, pero nadie ha po-
— Lo mejor es que las conteste rápida- dido desvelar su misterio. Así que de un
mente —se despide. Un rictus de prepo- trazo, taché la primera pregunta.
tencia enmarca su rostro, y sale. El guardián —así se me apareció esta
Pensé entonces, que el hecho de estar vez en el lapso del sueño—, abre la puerta
nosotros en la jaula hacía creer a los de y hace entrar a algunos curiosos que, cer-
fuera que ellos eran los únicos que goza- ca de los barrotes del lado derecho de la
ban del derecho a ser libres. jaula, nos observaban y de vez en cuando
Un vistazo al cuestionario y no tuve nos ofrecían a hurtadillas, una migaja de
más remedio que rascarme la cabeza, pan. Cierra de nuevo la puerta, no sin an-
cosa que no hacía de tiempo atrás. Deci- tes con una seña, recordarme que debía
dí, por fin, tachar aquellas preguntas que apresurarme a responder el cuestionario.
no fuera capaz de responder cumplida y La segunda pregunta indagaba sobre la
cabalmente. función de eso que llamamos los monos

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MONOGRÀFIC / El teatre contemporani a Colòmbia

«sabios», el teatro. «Entretener y ense- Cuando leía la última pregunta (algo


ñar», estuve a punto de contestar. Me pa- tenía que ver con el teatro como forma
reció una miserable respuesta por la cor- literaria y la técnica para escribirlo), per-
tedad de su alcance. «Hacer reír» y miré cibí la palabras bailando en mi retina,
a los demás, algunos complacientes asin- porque los que copaban la jaula —en
tieron y hasta aplaudieron. «Hacer llorar» ocasiones en grupos de dos, tres y hasta
y la trágica respuesta fue del agrado de diez, otras veces individualmente— iban
muy pocos. Entendí las míseras perspec- de un lado a otro tratando desesperados
tivas de tales respuestas. Me acordé que de hacer saltar los barrotes. Rugían y lan-
en vida nos dicen: «El teatro ha muerto». zaban manotazos a diestra y siniestra, to-
Y entonces, qué función puede tener un caran al que tocaran. La jaula empezó a
muerto. «Pero lo malo que tienen los bambolearse peligrosamente. Los pocos
muertos es que no hay forma de matar- observadores de fuera salieron despavo-
los.» Llegué a la conclusión de que había ridos siguiendo al guardián, que después
que tachar la segunda pregunta. de recibir el cuestionario que le pasé, fue
Me rasqué la coronilla y adopté la pose a buscar refuerzos. Casi sin darnos cuen-
de El pensador, de Rodin, mientras otros, ta, los más, al ver los frustrados intentos,
sin dejar de mirarme de reojo, a veces, nos fuimos aglutinando, y apoyándonos
hacían al abundante público que se aglo- los unos en los otros, formamos un blo-
meraba por el lado derecho de la jaula, que cárneo impregnado de risas, lágri-
estridentes ruidos, muecas y remedos de mas, sudor y sangre que se achicaba y se
actos humanos. agrandaba, expandiéndose hacia arriba
¿Cuántas clases de teatro hay? Miré a con la fuerza de un hongo atómico, y los
mi alrededor y me percibí llorando. Las barrotes de la parte superior de la jaula,
lágrimas en vez de aliviarme, empañaron ante el ímpetu de ese pistón, cedieron al
mis ojos. Así que sin acusarme de insen- accionar dramático de ese conglomera-
sato, taché sin dilación la penúltima pre- do humano. Crujió el metal que nos dio
gunta. paso hacia el espacio infinito de la liber-
Para ese entonces la jaula estaba reple- tad en donde es posible crear y volar…,
ta. El guardián, en su celoso cumplimien- en donde voluptuosas nubes escribían
to del deber una y otra vez había abierto los nombres de Esquilo, Sófocles, Eurí-
la puerta a todos los que observaban des- pides; con estruendosa carcajada: Com-
de el lado derecho y a unos pocos desde media dell’Arte italiana, y con abigarra-
el lado izquierdo que, curiosos y con par- dos tintes: Shakespeare, Calderón, Lope,
padeante pupila, seguían la incidencias Racine, Goethe y en forma de cyranesca
de mi accionar. Se notaba intranquilo al nariz, Rostand, presagiando tormentas
cerrar por última vez la puerta, y decidió psíquicas: Strindberg y Pirandello y con
recorrer el perímetro en donde se asen- nítidas formas: Brecht; con presagios
taba la jaula en busca de algún resquicio de tormenta Jarry, Artaud, Grotowsky,
que sirviera para acomodar a los que por Barba, Fo, Garzones; en nubes alejadas
mandato superior iban a ser obligados a se presentían los apellidos de Aguirres,
entrar en ella. Ángeles, Buenaventuras, Garcías, Reyes,

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n «Recordé, no sé el por qué, la sonrisa de la Gioconda. Todo el mundo la


reconoce de inmediato, pero nadie ha podido desvelar su misterio.»
[Detalle de La Mona Lisa, de Leonardo da Vinci (1503-1506), Museo del
Louvre, París.]

Torres desafiantes, Freídels, Tejadas, Sie- el horizonte, y en ese espacio conseguido,


rras, Carrasquillas, Samper, Saldarriagas, de infinita libertad, los actores…, artífices
Peláez, Peñas (Luza), Velásquez, Yépez, y amos del acto de la creación teatral…
Viviescas, Rubianos, Zapatas; nubes su- Entonces, en ese momento del ensueño,
reñas Día, Rovner, Adellach, Iannis y su desperté y recibí la noticia de que había
centro de divulgación teatral, plateadas conseguido la autorización para entregar
vivencias pavloskianas; miles de nubes esta casa en comodato como sede de la
que dibujaban delgadas prolongaciones Corporación Casa del Teatro. Eso fue el
de titiriteros, manicomios de muñecos, 5 de septiembre de 2003.
fanfarrias alucinantes y muchos otros Y nosotros cumplimos con la reforma.
(¿Cuántas son la nubes que se me pier- He aquí el resultado de nuestro esfuerzo.
den por los recovecos de la memoria?), Una sala teatral para hacer teatro de arte.
configurándose un mundo alquímico en Es de todos ustedes y de la comunidad.

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