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Revista Geográfica Venezolana

ISSN: 1012-1617
regeoven@ula.ve
Universidad de los Andes
Venezuela

Gómez Acosta, Enrique


Humboldt y el exotismo
Revista Geográfica Venezolana, vol. 51, núm. 2, julio-diciembre, 2010, pp. 297-309
Universidad de los Andes
Mérida, Venezuela

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=347730385006

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Revista Geográfica Venezolana, Vol. 51(2) 2010, 297-309

Humboldt y el exotismo
Humboldt and the exotic world

Enrique Gómez Acosta1


Recibido: noviembre, 2009 / Aceptado: febrero, 2010

Los monos son tanto más tristes cuanto


más se parecen al hombre.
(Humboldt, 1985 T.2:131)

Resumen
Con su formación intelectual y su sensibilidad, Humboldt logró una descripción exótica de
la naturaleza tropical que durante muchos años, después de su muerte, identificaría a las
excolonias españolas. Científicos, artistas y viajeros de todo tipo, vendrían por estas tierras
en pos de Humboldt. No alcanzó, sin embargo, a captar una imagen exótica de la sociedad
colonial que afirmara la otredad del hombre americano.
Palabras claves: Humboldt; exotismo; identidad; otredad.

Abstract
Academic background and sensibility are paramount attributes in Humboldt’s description
of the tropical regions’ exotic nature. Subsequently, that description remained as unique
geographical image identifiers of former Spanish colonial landscape. However, in spite of its
scientific, artistic and exploratory character, Humboldt’s work did not reach any well defined
exotic image of colonial society, due to the essentially overriding nature of the tropical world.
Key words: Humboldt, exoticism, identity, otherness.

1 Universidad de Los Andes, Facultad de Ciencias Forestales y Ambientales, Escuela de Geografía, Mérida-
Venezuela. Correo electrónico: egomeza@ula.ve
Gómez Acosta E.

1. Introducción la cual el Occidente se crea una alteridad


(y al mismo tiempo, una identidad) geo-
El exotismo es un tema que los geógrafos gráfica.” (Staszak, 2008a: 130). En otro
y otros científicos sociales vienen estu- artículo, el autor citado insiste: “El exo-
diando desde hace algunos años, parti- tismo no es nunca un hecho o la carac-
cularmente en los países desarrollados. terística de un sujeto. No es ni un punto
La emergencia del tema se debe, en gran de vista ni un discurso, es un conjunto de
parte, a la amplitud de las investigacio- valores y representaciones a propósito
nes sobre la identidad y la otredad, en- de algo en algún sitio o de alguien. Ha-
marcados en la nueva geografía cultural. blar de exotismo, es menos analizar un
Según el DRAE es exótico aquello ex- objeto que el discurso de un sujeto sobre
traño, chocante, extravagante y también ese objeto.” (Staszak, 2008b: 8).
el extranjero que proviene de un lejano El tema fue bastante tratado durante
país. Se habla de pueblos, vegetación, el siglo XX en relación con las bellas ar-
animales, costumbres, alimentos exóti- tes, la literatura y la historia. Pero desde
cos, para hacer notar que son extraños, el momento en que la mirada se fija en
diferentes a los que vemos cotidianamen- la otredad de un espacio determinado,
te. Mientras más distantes se encuentren aparece un exotismo geográfico basado
más exóticos parecen. Aunque haya algo en sensaciones individuales y colectivas
de todo eso en el empleo del término exó- que envuelven manifestaciones de per-
tico por antropólogos y geógrafos, la no- tenencia y de dominación territorial, vi-
ción de exotismo va mucho más allá para vencias de alejamiento o de íntimas rela-
revelarnos el sentimiento de lo diferente ciones con el entorno natural. Tomamos
y la importancia de ser de aquí y no de el concepto de otredad desde la contem-
allá; porque lo universalmente aceptado, poraneidad para situar al Barón de Hum-
hasta ahora, es que el aquí sigue siendo boldt frente a la naturaleza tropical y la
occidente, Europa en particular. sociedad colonial. Intento seguramente
La sensación de exotismo “no es otra incompleto, ya que solamente nos referi-
que la noción de lo diferente; la percep- remos a aquella parte de la obra de Hum-
ción de lo diverso; el conocimiento de boldt relacionada con Venezuela.
que algo no es en sí mismo; y el poder del El artículo consta de cuatro partes.
exotismo que no es sino la capacidad de La primera presenta a Humboldt como
concebir de otro modo.” (Segalen, 1989: viajero; es decir, con el impulso inicial
20). “El exotismo no existe en el orden de del exotismo. La segunda caracteriza la
los hechos, sino en tanto que hechos del descripción exótica de Humboldt. La
lenguaje. No es lo propio de ciertos luga- tercera muestra la dificultad de extraer
res, personas u objetos, sino lo propio de una imagen única, estereotipada, de la
una mirada o de un discurso sobre aque- sociedad colonial. En la cuarta parte ha-
llos, exotizados de esa manera. Se trata cemos notar algunos efectos de los rela-
de una formación discursiva mediante tos de Humboldt en el autoexotismo de

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Don Andrés Bello. El texto es deudor de inmerso en una Europa fascinada por los
los trabajos realizados sobre el tema por grandes viajes y cautivada por la imagen
los geógrafos Paul Claval, Jean François de un Oriente mítico. Podríamos pregun-
Staszac y Bertrand Levy, así como del li- tarnos, si para un espíritu excepcional,
bro Ensayo sobre el exotismo. Una esté- tan científicamente seguro de sí mismo,
tica de lo diverso, de Víctor Segalen. no hubiese sido lo mismo aventurarse a
cualquier lugar de la Tierra donde la na-
turaleza le ofreciera lo que buscaba. Qui-
2. Humboldt exota zá podríamos interpretar en ese sentido
las líneas siguientes: “Abandonamos las
Decía Segalen (1989: 21): “en el mundo playas de Cumaná como si la hubiéra-
hay viajeros natos: los exotas”. Fueron mos habitado largo tiempo. Era la pri-
muchos los viajeros famosos que partie- mera tierra a que habíamos arribado en
ron de la Europa de todos los tiempos im- la zona a la cual tendían nuestros anhe-
pulsados por la curiosidad y el deseo de los desde temprana edad” (Humboldt,
dar a conocer el ecúmene, por espíritu de 1985 T2: 245).
aventura, por razones políticas, económi- Notemos que el geógrafo alemán em-
cas, religiosas y hasta artístico-literarias. plea el término zona con una vaguedad
Humboldt quien conocía los relatos de aparente, hubiera podido ser cualquier
los principales viajeros de la historia, tierra en esa zona, la tropical, pero quizá
era un exota en el sentido segaleniano no hubiera sido hechizado, en tan poco
del término, pero también un científico tiempo, por otra naturaleza como lo fue
nato. Su expedición se inscribe en los lla- por ésta. En Venezuela no llegó a sentir
mados viajes filosóficos: Para entender nostalgia por su patria lejana y por mo-
al Hombre que conocemos era necesario mentos pensó que podría radicarse en
observar las sociedades primitivas y tal estas tierras. En una carta enviada a su
conocimiento sólo era posible por medio hermano Guillermo desde Cumaná, el
de viajes a países lejanos (Claval, 2008). 17 de octubre de 1800, le decía: “No me
A doscientos años de distancia es di- canso de repetirte cuán feliz me siento en
fícil imaginarnos la trascendencia de la esta parte del mundo, a cuyo clima me
obra de Humboldt sin el viaje al conti- he habituado de tal modo que me pare-
nente americano, tan íntimamente liga- ce no haber habitado nunca Europa” y
do a su proyecto científico, a su vida y a agregaba: “lo único que en esta soledad
nuestra historia. Sin embargo, sabemos podría echar de menos, es permanecer
que en 1797 su intención era de acom- extraño a los proyectos de la civilización
pañar a lord Bristol en una expedición y la ciencia de Europa, y el estar privado
a Egipto y remontar el Nilo hasta Siene. de las ventajas resultantes del intercam-
Esa expedición, minuciosamente prepa- bio de ideas” y, no obstante, confesaba
rada, no pudo realizarse1, pero tampoco que “las distracciones que en los países
quebrantó las ilusiones de un hombre civilizados provienen del trato con el

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hombre no me distraen en nada aquí, y concepto de Naturaleza, pero siempre


por el contrario, la naturaleza me ofre- evitó, en lo posible, desviarse de su ob-
ce sin cesar cosas nuevas e interesantes jetivo principal: La descripción científica
(Humboldt, 1985, T5: 266). del mundo perceptible.
Esas cosas interesantes que lo hacían Humboldt reconoce el remoto origen
sentirse él mismo y a la vez otro, res- griego del concepto de physis y, en sín-
plandecían en los reinos de la naturaleza tesis, asume la definición según la cual
en abierta interacción, algo que nunca la naturaleza es “todo lo que crece y se
encontraría en las altas latitudes, donde desarrolla perpetuamente, lo que sólo
las fuerzas productivas de la naturaleza vive por un cambio continuo de forma
orgánica permanecen ocultas durante y de movimiento interior” (Humboldt,
largos períodos invernales. Seguramen- 1944: 36). De tal manera despoja el con-
te, la mente del joven Humboldt recorrió cepto de cierto contenido teológico to-
naturalezas lejanas, extrañas, exóticas, davía subyacente en las interpretaciones
a veces edénicas, guiadas por narracio- de muchos científicos del siglo XIX, y en
nes prerrománticas. Pero la realidad lo este aspecto se acerca notablemente a los
llevó más allá de la imaginación y de lo materialistas franceses, en particular al
que como científico naturalista esperaba Barón de Holbach y a Diderot.
encontrar. Sólo él podía regresar a Euro- Humboldt descarta toda intervención
pa con lo observado y lo vivido: Con una extramaterial en la compleja Naturaleza
descripción exótica de la naturaleza y de y no establece separación neta entre el
la gente de estas tierras. mundo material y el espiritual: “Así como
Inteligencia y las formas de lenguaje, el
pensamiento y el símbolo están unidos
3. Descripción exótica de la por lazos secretos e indisolubles, del
naturaleza mismo modo también el mundo exterior
se confunde casi sin echarlo de ver, con
El proyecto científico de Alejandro de nuestras ideas y nuestros sentimientos”
Humboldt (1769-1859) es esencialmente (Humboldt, 1944: 64).
el estudio de la Naturaleza, inspirado en En consecuencia, el conocimiento de
el concepto de physis que, con diferen- la Naturaleza presupone una interrela-
tes interpretaciones, había sido utilizado ción profunda entre el sujeto y el objeto,
desde los presocráticos hasta la Ilustra- de forma que quien quiera llegar a ese
ción, y desarrollado posteriormente por conocimiento debe saber combinar las
filósofos como Kant (Principios metafí- sensaciones internas provocadas por el
sicos de la ciencia de la naturaleza). En mundo exterior con la explicación racio-
tanto que representante excepcional del nal de los fenómenos que lo integran. En
Goethezeit, el sabio alemán no ignoraba ese quehacer, la inteligencia y el alma van
las especulaciones filosóficas en torno al incesantemente del todo a las partes y re-

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cíprocamente, con el fin de descubrir una cretos se necesitan métodos científicos e


concatenación de leyes en la aparente di- instrumentos efectivos y precisos. Hum-
versidad de las cosas. boldt empleó todos los que pudo. Pero,
Anterior al conocimiento científi- la imagen sentida de esa naturaleza, la
co de la Naturaleza existe y siempre ha que pretendía extraer para presentarla
existido, una fase contemplativa genera- como otra diferente en todo, sólo podría
dora de dos grados de goce. El primero lograrla a través de la comparación, la
es independiente del conocimiento, de palabra y el dibujo.
cualquier reflexión sobre lo particular, En la práctica humboldtiana, el valor
sobre lo que concretamente se manifiesta explicativo de la comparación no provie-
ante la vista, y: “nos revela como por una ne únicamente de las diferencias o se-
misteriosa inspiración, que las fuerzas mejanzas entre volúmenes y formas sino
del Universo están sometidas a leyes”. de la convicción previa de la unidad de
Otro goce, diferente, “es el producido la naturaleza y de la existencia de leyes
por el carácter individual, la configu- subyacentes en el caos aparente de las co-
ración de la superficie del globo en una sas. Sin embargo, por más heurística que
región determinada” (Humboldt, 1944: fuera, esa comparación no le suministra-
25). Humboldt habla de goces porque la ba una explicación completa del paisaje
contemplación de la Naturaleza engen- porque también debían compararse las
dra sentimientos sublimes y porque de- sensaciones internas originadas por la
finitivamente el inacabado conocimiento contemplación: “…los modelos compara-
del Universo es fuente inagotable de es- tivos útiles en lo relativo a las ciencias,
tímulos espirituales e impresiones. Im- apenas dan a conocer lo que caracteri-
presiones que no actúan separadamente za a la naturaleza en zonas templadas y
“porque el gran carácter del paisaje y de en la zona tórrida. A la vera de un lago,
toda escena importante de la naturaleza en una vasta selva, al pie de esas cum-
se revela, por decirlo así en la conexión bres cubiertas de hielos eternos, no es la
de impresiones, en la unidad de las emo- grandeza física de los objetos lo que nos
ciones y de efectos que se producen en infunde una secreta admiración. Lo que
cierto modo de una sola vez” (Humbol- habla a nuestra alma, lo que nos causa
dt, 1944: 27). La unidad interna aparece emociones profundas y tan variadas
como el trasfondo emotivo de su concep- evaden nuestras mediciones tanto como
ción holística del mundo, expresada en las formas del lenguaje. Cuando se sien-
lo que podríamos llamar una descripción te a lo vivo las bellezas de la naturaleza,
sensible, o mejor, exótica de la naturale- se teme embotar esa fruición compa-
za. rando aspectos de diferente carácter”
La naturaleza tropical es extremada- (Humboldt, 1985 T III: 9)
mente rica y dinámica desde los mares, En el siglo XIX se nota una relación
las tierras, las selvas, las montañas hasta entre el exotismo y el romanticismo, ma-
el océano celeste. Para penetrar en sus se- nifestada en la intención de los viajeros.

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“El viaje es estimulado por la dimensión de Humboldt. Sin embargo, aparte una
filosófica que ahora involucra. Hace bien justificada admiración por el talen-
reflexionar sobre el hombre, las cos- to narrativo del francés, seguramente no
tumbres que adopta, los objetos con los compartía sus posiciones anticientíficas y
cuales se rodea. Mas el desplazamiento conservadoras.
no solamente pone en juego la inteligen- Las descripciones de Humboldt se
cia. Estimula los sentidos: La evolución adornan frecuentemente de una especie
va de la mano con el ascenso del pre-ro- de hilozoísmo poético, aquello que lo
manticismo en Inglaterra y en Francia, conmueve lo escribe, tratando de trans-
con el Sturm und Drang en Alemania” mitir al lector sus sentimientos. Por eso
(Claval, 2008: 68). En el caso de Hum- se detiene en los colores del paisaje, del
boldt, el influjo del romanticismo no po- mar, del cielo, en las caricias de la brisa,
día ser más fuerte. Esta corriente había en el rumor de los ríos y en el estruendo
surgido en Alemania como una prolonga- de las cataratas. Tan sentida y real son
ción del Sturm und Drang y no como una sus descripciones, que en nuestros días,
reacción ante el clasicismo Así, un genio cuando visitamos los raudales de Atures,
como Goethe, quien influyó enormemen- en la Guayana venezolana, recordamos
te sobre su amigo Alejandro, fue un clási- su admirable interpretación de los ruidos
co, un sturmer y un romántico. Por otra producidos por las aguas impetuosas.
parte, el romanticismo alemán abarcó En sus Cuadros de la Naturaleza,
todas las expresiones culturales, la filoso- reconstruyendo literariamente, la ex-
fía, las ciencias y las artes. También fue periencia de las cataratas del Orinoco,
un ingrediente importante del naciona- escribía: “La impresión que deja en no-
lismo alemán, algo que no encontramos sotros el espectáculo de la naturaleza es
en Humboldt, quien más bien se distin- provocado menos por la fisionomía par-
guió por su cosmopolitismo. ticular del paisaje, que por la luz bajo la
Como intelectual alemán no podía ser cual se destacan montes y campos, ora
extraño a las excepcionales producciones iluminados por el azul del cielo, ora en-
de Hölderling, Herder, Schiller y Novalis. sombrecidos por una nube flotante…El
La literatura agudizó su espíritu científi- contorno de las montañas que bordean
co: “un escritor puede, sin tener a la vis- el horizonte en una nebulosa lejanía, el
ta los resultados de la ciencia, inspirar tinte sombrío de los bosques de pinos,
afición extraordinaria al estudio de la el torrente que se precipita entre rocas
naturaleza, por el atractivo de sus des- abruptas, en fin todo lo que forma el ca-
cripciones poéticas, aunque se refieran a rácter de un paisaje se vincula, por un
lugares muy circunscriptos y conocidos” antiguo lazo misterioso, con la vida sen-
(Humboldt, 1944: 207). timental del hombre.
Siempre que se habla de exotismo, por Es ese lazo el que procura los goces
lo menos en Francia, se hace referencia a más nobles de la naturaleza. En ninguna
Chateaubriand, también viajero y amigo parte nos penetra el sentimiento de su

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grandeza, en ninguna parte es tan po- noamericana antes de desembarcar en


deroso su lenguaje como bajo los trópi- las costas orientales venezolanas. A juz-
cos, bajo el cielo del indio…” (Humboldt, gar por la información que el filósofo y
1850: 228-229). profesor de geografía, Immanuel Kant,
De todo se servía para proyectar la transmitía a sus alumnos, nada podía ser
imagen del paisaje vivido: gráficos, dibu- más diferente y por tanto más revelador
jos, acuarelas, mapas y sobre todo de la de la superioridad de los europeos, que la
palabra. Supo emplear el mapa dándole a vida y las costumbres de los pueblos co-
la cartografía la importancia que tendría lonizados. Vistos de cerca por los viajeros
para el estudio científico de los paisajes y de entonces y desde muy lejos por gente
territorios. En sus manos el mapa devino culta de Europa, los indígenas america-
el instrumento confiable para el estudio nos estaban en un plano inferior al de los
de las relaciones entre los elementos re- negros africanos: “En los países cálidos,
saltantes de superficie terrestre. Sin em- los hombres maduran más rápido des-
bargo, dio más importancia a la palabra de todo punto de vista pero no alcanzan
porque por medio de ella “pasa de un la perfección de las zonas templadas…
hecho significativo a otro, de una mane- La humanidad alcanza su más grande
ra lógica y realista, comunicando a su perfección en la raza de los blancos. Los
lector más de un conocimiento de los fe- amarillos tienen ya menos talento. Los
nómenos de la comarca: le presenta un negros se encuentran bien abajo y aún
cuadro, un concepto del conjunto que es más abajo se encuentran una parte de
más que la suma de sus partes” (Steves- los pueblos americanos.” (Kant, 1999:
Middleton, 1956: 222). 223).
Es esa descripción sensible, objetiva y En la segunda parte de su Geografía,
subjetiva, científica y literaria la que traza Kant describe sucesivamente: La diferen-
los contornos de la naturaleza de las re- cia de conformación y de colores de los
giones equinocciales y de la sociedad de hombres en diferentes zonas de la Tierra,
aquel tiempo. No obstante, la sociedad algunas particularidades del color negro
colonial escondía un tejido de relaciones del hombre, opiniones sobre la causa de
humanas que el sabio alemán no podía ese color, examen de otras propiedades
descubrir durante su corta visita, tanto innatas del hombre sobre toda la super-
más cuanto su interés principal se cen- ficie de la Tierra, sobre las modificacio-
traba en los aspectos físico naturales de nes que los mismos hombres aportan a
este continente. su forma, comparación entre las diversas
maneras de alimentarse, diferencias de
gustos entre los hombres. Todo un pro-
4. La sociedad colonial grama para identificar más el de aquí
que el de allá. Kant no tenía más infor-
No conocemos muy bien la imagen que mación que la extraída de viejos relatos
Humboldt tenía de la sociedad hispa- de viajeros y misioneros, y repetía -inex-

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plicablemente- sus prejuicios, sus fábulas viduos originarios de América, Europa


y extravagancias sobre los habitantes de y África. Pero hubiera necesitado más
América del Sur. Consciente de ello, en tiempo para analizar los resultados del
un pasaje sobre la región del Orinoco, mestizaje y las consecuencias sociales,
escribe: “Las notas del señor Humboldt económicas, políticas y culturales de ese
nos prometen nuevas minas de informa- largo proceso. Aunque tampoco lo hu-
ción sobre esta región y gran parte de biera logrado, porque no disponía de los
América del sur” (Kant, 1999: 330). elementos metodológicos para hacerlo.
Quizá Humboldt hubiera podido for- Por lo demás, su atención principal siem-
jase una imagen previa de los criollos a pre estuvo dirigida a los aspectos físico-
partir de lo que pudo observar durante su naturales.
estadía en España, antes de su viaje. Pero Para un botánico acostumbrado a las
para ese entonces, ante los europeos al clasificaciones, dotado de una extraordi-
norte de los Pirineos, los españoles eran naria sagacidad, no fue difícil describir
apenas menos exóticos que los africanos. las características de las diferentes castas
España, siempre marginada del Grand y de paso condenar algunas injusticias
Tour2, todavía en la época de Humboldt, y sugerir algunas recomendaciones. No
persistía en su atraso, su pobreza y su de- obstante, no pudo extraer una imagen
cadencia, confirmando los estereotipos exótica del otro porque, en este aspecto,
que desde muchos años atrás se habían nunca dejó de ser el que miraba de sosla-
construido sobre el pueblo español. yo. Pero además, no era posible capturar
Digamos que Humboldt pisó tierra una imagen del hombre americano a par-
venezolana con una imagen más o menos tir de una sociedad basada en la pigmen-
formada de la naturaleza tropical, pero tocracia.
sin la correspondiente imagen de la so- La nomenclatura del poder colonial
ciedad colonial. Sin duda, la imagen de estaba organizada en ‘castas’ (españoles
la sociedad impactaba inmediatamente peninsulares, criollos, mestizos, mula-
a cualquier visitante europeo, incluyendo tos, zambos, negros libres, esclavos e in-
españoles: En la lejanía reflejaba indefi- dios), con complicados nexos verticales y
nidos rasgos de los pueblos ibéricos que horizontales, e importantes variaciones
el tiempo, la distancia y la hermosura del espaciales (Mörner, 1974). El sabio ale-
entorno habían suavizado, según Hum- mán no alcanzó a armar el rompecabezas
boldt, el carácter y el idioma del coloniza- de la sociedad colonial y sólo percibía la
dor. Con los años, la codicia y la crueldad aparente armonía entre el hombre y la
tendían a desaparecer. naturaleza. Quizá por eso fue un tanto
En las apacibles ciudades se notaba, sorprendido y convulsionado por el mo-
a simple vista, diferencias entre los habi- vimiento independentista americano y
tantes basadas en el color de la piel. El no podía imaginar que alguien surgido
viajero no tardó mucho en comprender de allá pudiera conducir la gesta emanci-
la clasificación oficial de aquellos indi- padora3. Decimos esto únicamente desde

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el enfoque que nos ocupa, ya que nadie curiosidades. Cuando es arrancado de su


niega el peso y la importancia de sus tra- contexto natural tradicional es con el fin
bajos para la reconstrucción del proceso mostrar la generosidad del colonizador
histórico de las excolonias españolas. y la sumisión agradecida del indígena.
Prueba de ello la encontramos en la obra En España, por ejemplo, el trofeo de la
de Charles Minguet (1969), en la que más conquista reaparecía en la imagen de una
de la mitad de sus 692 páginas se refieren hermosa india con corona de plumas, fle-
a los aportes históricos, antropológicos y chas y una corta falda, para representar
lingüísticos de Humboldt. las tierras españolas allende los mares.
Europa conservaba todavía la imagen Las pinturas mostraban indios atléti-
exótica del buen salvaje, bastante alte- cos arrodillados ante el Gran Almirante,
rada por la aparición del mal salvaje: El acompañado de soldados acorazados,
indígena despiadado, el de los sacrificios con estandartes, espadas y lanzas, bajo la
humanos y, en lo que nos concierne, el mirada tierna del inefable sacerdote4. La
caribe antropófago. Bueno o malo, era decadente España saboreaba así una an-
el Otro necesariamente dominado por la tigua golosina. Su alicaído orgullo pare-
cruz y por la espada. Humboldt no creyó cía decir a los que ya no eran: ¡Así fuimos
en ninguno de ellos. Para él, los salvajes y somos Nos-otros!
representaban la infancia de la humani- En cuanto a los demás objetos exó-
dad y por consiguiente de interés para la ticos, unos enriquecieron los jardines
historia de la humanidad. “A medida que botánicos, zoológicos, museos; otros las
avancemos en el interior de las tierras, fuentes de inspiración de algunos litera-
aventajará este interés al de los fenóme- tos.: “…esta transferencia o esta explota-
nos del mundo físico” (Humboldt, 1985 T ción de seres, de bienes y de objetos por
II: 155). En estos lugares el salvaje era un el Occidente, si bien tiene la ventaja de
elemento más de la exuberante naturale- trasladar al occidental a otros países,
za. En el nuevo mundo, “el hombre y sus permaneciendo en su domicilio, y de
producciones desaparecen por decirlo hacer variar su paisaje cotidiano, tiene
así en medio de una gigantesca y salvaje también un costo para las poblaciones
naturaleza.” (Humboldt, 1985 T1: 29). ‘indígenas” (Lévy, 2008: 42).
Después del ya famoso viaje de Ale-
jandro de Humboldt, unos doscientos
5. Siguiendo al exota alemanes vinieron a Venezuela para re-
correr los caminos del sabio. “La gran
El exotismo de Humboldt encontró su mayoría de viajeros siguieron la misma
máxima expresión en la descripción de ruta, pasaron las noches en las mismas
la naturaleza de las regiones equinoccia- posadas, quizá la misma ruta usada por
les, en especial las que corresponden a Humboldt y Bonpland. Los relatos se re-
nuestro país. El indígena pareciera estar petían o se plagiaban.” (Mörner, 1999:
incluido en ella, junto a sus maravillas y 9). Había de todo entre esos forasteros

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decimonónicos: Naturalistas, geólogos que lo identificaría. Ese es el sentido pro-


geógrafos, historiadores, artistas y otros fundo de su célebres poemas: Alocución
que, nos imaginamos, seguían el texto a la poesía, publicado en la Biblioteca
para ver el caimán, el templador, los ara- Americana Londres, 1823, y La agri-
guatos, el guácharo, la boa, al indio des- cultura de la zona tórrida (Bello, 1981,
nudo, con la misma emoción con que los T.1,)6. Escribe sus Versiones de Humbol-
turistas de hoy, folleto en mano, buscan dt publicadas en Londres, en El Censor
en nuestras playas a la joven morena bajo Americano, y en El Repertorio America-
el cocotero. no entre 1826 y 1827. Es un trabajo en
Una vez desplegado, el exotismo esca- el que la interpretación y traducción se
pó de la mirada europea para convertirse realizan con el propósito de divulgar in-
en un diferenciador importante de la na- formación sobre los pueblos en lucha en
ciente identidad. Notamos el fenómeno esta parte del mundo. Bello hizo suya la
en el talento más cercano al espíritu de descripción humboldtiana agregándole
Humboldt: El caraqueño Andrés Bello. una sensibilidad particular y la perfec-
Podríamos decir el más inmediato, por- ción del idioma, como se nota claramente
que ambos se conocieron en Caracas en a lo largo de sus Versiones
18005. El ilustre visitante alemán tenía Si antes hemos mencionado el ejem-
treinta años y el caraqueño diecinueve. plo de los raudales de Atures, una sen-
Es todo lo que se puede decir sobre ese sación similar experimentamos en la na-
episodio. Como se sabe, Bello viajó a In- rración del viaje de Azara, donde ofrece
glaterra en misión diplomática junto con una descripción de las cataratas del río
Simón Bolívar y Luis López Méndez el 10 Paraná. Citamos algunas líneas: “El ro-
de junio de 1810. En aquel país permane- cío que se levanta al estrellarse el agua
ció hasta febrero de 1829, fecha en la cual contra las paredes interiores de la roca
viajó a Chile. y contra los peñascos que encuentra en
Andrés Bello pensaba que los traba- el canal del precipicio, se alcanza a ver
jos de Humboldt habían tardado en ser a distancia de muchas leguas en forma
traducidos al castellano y que la traduc- de columnas, y de cerca presenta, herido
ción debía ser obra de un escritor con por los rayos del sol, multitud de iris de
conocimientos de las ciencias naturales y varios colores, en que se percibe un mo-
el dominio cabal del francés y del caste- vimiento de trepidación. De estos vapo-
llano. Hubiera podido agregar con el co- res se alimenta una lluvia que humedece
nocimiento de palabras y expresiones del eternamente los contornos; el estruen-
lenguaje de los americanos. La persona do se oye a seis leguas, y parece que se
que entonces reunía esas condiciones era ven temblar las rocas vecinas, que están
el mismo Bello. erizadas de agudísimas puntas.”(Bello,
Bello recordó las vivencias, siempre 1981, T. XXIV: 452)7.
presentes en él, de la naturaleza de su Al contrario del poeta Andrés Bello,
país natal para recrear la imagen exótica encontramos en su contemporáneo, el

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geógrafo Agustín Codazzi, una especie unas veces porque eran buenos salvajes,
de exotismo a la inversa basado en Hum- otras por malos. La naturaleza, tal como
boldt. Codazzi proyecta el recuerdo del la presenta Humboldt, era hermosa y
entorno geográfico del viejo continente rica. Desde el punto de vista del otro era
sobre esta tropicalidad, convirtiendo “los demasiado grande para la pequeñez de
bosques, sabanas y cultivos, en verdade- sus pueblos.
ras zonas geoeconómicas de inspiración Humboldt no pudo transmitir una
europea en la geografía imaginaria del imagen de la sociedad colonial que pu-
geógrafo italo-venezolano” (Rojas Ló- diera exotizarla, como si lo hizo perdu-
pez, 2007:306). rablemente con la naturaleza. Como lo
hace notar Sanhueza (1999: 129): “El tipo
de acercamiento de Humboldt permitió
7. Conclusión a los latinoamericanos tomar concien-
cia de su cuerpo físico, geográfico, más
El éxito alcanzado por el Viaje a las regio- allá de las preocupaciones cientistas del
nes equinocciales, en gran parte se debe mundo cultural del siglo XVIII (subraya-
a la forma en que el autor reveló la exis- do por el autor). De este modo, América
tencia de otro mundo, poco conocido, a Latina podía valorarse no sólo como una
pesar de una larga explotación. Al lado de suerte de utopía, sino más bien como un
las secas exposiciones sobre las caracte- espacio conmensurable presto a la auto-
rísticas físicas de aquellas regiones, ofre- gestión.
ció también narraciones emotivas de los En ausencia de una neta identidad
espacios vividos que modelaron la visión social, los hispanoamericanos retomaron
europea del nuevo mundo, fortaleciendo de las versiones de Humboldt un exotis-
al mismo tiempo el etnocentrismo. mo para exaltar la otredad americana. Es
El exotismo resultante se refiere a lo que nos sugiere parte de la obra de Don
la naturaleza. No tiene el carácter en- Andrés Bello.
volvente de otros conocidos en Europa,
como el oriental, el cual evocaba el am-
biente y la cultura. Por más que se acer- 8. Notas
que al indígena, a sus costumbres, a su
aspecto, a lo que tiene de atractivo o re- 1 La expedición a Egipto no se realizó por los
pulsivo, sólo mostrará la distancia que conflictos bélicos de la época. Luego, Hum-
lo mimetiza en la naturaleza salvaje. Sin boldt iba a participar en una gran expedi-
embargo, el efecto es poderoso en la con- ción por el mar del Sur al mando del capitán
solidación del concepto que de sí mismo Bodin, Después de varios meses de prepa-
tenía el colonialista; es decir, el de agen- ración, la expedición fue suspendida por el
te civilizador. La misión civilizadora o gobierno francés, por razones financieras
evangelizadora justificaba el exterminio (1798). Durante ese tiempo conoció al botá-
o la sumisión de los pueblos más débiles, nico Aimé Bonpland. Ambos intentaron en

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Gómez Acosta E.

dos oportunidades viajar al norte de África, 6 Bello clama por un retorno a lo verdadera-
pero fracasaron en los intentos. Finalmente mente nuestro. Entre muchos versos:
se marcharon a España de donde partieron Divina Poesía,
a la América española. tú de la soledad habitadora,
2 En el siglo XVII, los jóvenes aristócratas a consultar tus cantos enseñada
ingleses acostumbraban realizar un viaje con el silencio de la selva umbría,
de formación por algunos países medite- tú a quien la verde gruta fue morada,
rráneos, sobre todo Italia y Francia. A ese y el eco de los montes compañía;
recorrido lo llamaban el Grand Tour. Quie- tiempo es que dejes ya la culta Europa
nes lo realizaban eran los Tourist, de donde que tu nativa rustiquez desama
proviene le palabra turismo. (Alocución a la Poesía)
3 Se cuenta que Humboldt y Bolívar se encon-
traron en el salón parisino de Fanny de Tro- la manzana y la pera
briand. El venezolano le participó a Hum- en la fresca montaña
boldt su proyecto de liberación de América el cielo olviden de su madre España
y éste habría contestado: “Creo que ahora adorne la ladera
su país está maduro, pero no veo el hombre el cafetal; ampare
que pueda realizar ese proyecto” (Minguet, a la tierra teobroma en la ribera
1969:.278). (La Agricultura de la Zona Tórrida)
4 Ver artículo de Carlos Rayero, 2004.
5 Humboldt había desembarcado en Cumaná 7 Artículos como este aparecieron firmados
el 16 de julio de 1799, después de haber re- A.B. y en las obras completas se atribuyen
corrido las provincias de Nueva Andalucía e Bello. Como escribe Fernando Murillo
y Barcelona, llega a Caracas en noviembre (1986: 159): ”Nada traiciona que se esté
de ese mismo año. El 3 de febrero de 1800 ante un texto basado en otro, escrito en len-
abandona Caracas para explorar las regio- gua diferente, tal es la tersura del que sale
nes del sur del país. No existe duda de que de su pluma.”
Andrés Bello haya conocido a Humboldt
durante el tiempo que permaneció en la ca-
pital venezolana: La ciudad era pequeña, el 9. Referencias citadas
círculo de intelectuales era muy reducido y
en suma, el exótico en aquel momento era BELLO, A.1981. Obras completas. La Casa de
Humboldt. El 3 de enero de 1800, Hum- Bello. T I, 757 p. T XXIV, 737 p. Editorial
boldt y Bonpland ascienden a las cimas del Arte. Caracas-Venezuela.
Ávila acompañados por una comitiva de die- CLAVAL, P. 2008. Le papier peint panorami-
ciocho personas. Se supone que el joven An- que français, ou l´exotisme à domicile. Le
drés Bello formó parte de los acompañan- Globe. T 148: 65-87. Département de Géo-
tes, los cuales no aguantaron el ejercicio y se graphie de L´Université de Genève. Suiza
regresaron. (Ver Viaje…y Murillo F., 1986: HUMBOLDT, A. 1944. El Cosmos. Editorial
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308 Revista Geográfica Venezolana


Humboldt y el exotismo, 297-309

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