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La Galería de Personajes: ¿Quién Es La Bestia Del Apocalipsis?
La Galería de Personajes: ¿Quién Es La Bestia Del Apocalipsis?
La galería de personajes
El libro más difícil de todo el Nuevo Testamento es, sin duda, el Apocalipsis
de Juan. La dificultad deriva de una de las características del género
literario apocalíptico, y que es la de ser altamente simbólico.
La multiplicidad de imágenes empleadas, su originalidad muchas veces
desconcertante, un despliegue siempre imprevisible de la fantasía del
autor, visiones y escenas inauditas, hacen que el lector se pierda en
semejante laberinto de símbolos. Muchos son los personajes que desfilan a
lo largo de esta obra. El cordero degollado, los seres llenos de ojos, las
langostas gigantes, el ángel del librito, la mujer vestida de sol, el águila
voladora, el dragón rojo, la gran ramera, el caballo blanco, el medidor.
Sin embargo, de toda esta galería de personajes, ninguno es tan conocido y
nombrado como la célebre Bestia.
¿Es posible saber algo?
Si bien es cierto que el mundo del Apocalipsis es muy diferente al nuestro,
que resulta embarazoso paro nosotros los occidentales, prisioneros de la
lógica, tampoco hay motivo para exagerar la dificultad.
Eso quiere decir que no existe razón alguna para dejarnos llevar por las
interpretaciones más fantásticas, como si los símbolos fueran capaces de
significar cualquier cosa. Los símbolos tienen con frecuencia un sentido
establecido, y muchas veces el contexto del libro y las indicaciones del
autor son el mejor medio para descubrir su significado.
Con la Bestia del Apocalipsis ha ocurrido lo mismo que con el Anticristo: ha
sido identificada con tantas personas, movimientos e ideologías, desde el
emperador Nerón hasta Hitler, pasando por cuantos cismáticos y herejes
ha habido, así como por los papas de la Iglesia, que es imposible aquí
presentar un elenco siquiera aproximado de todos ellos. Además, todas
estas atribuciones resultan tan gratuitas como fantasiosas.
Lo correcto sería preguntarle a Juan, el autor del libro, a quién se refería
él cuando hablaba de la Bestia.
¿Es posible encontrar en el Apocalipsis alguna señal indicadora para no
equivocarnos y poder precisar con certeza la identidad de la Bestia?
Parece que sí.
Adelantando el final
En diversos momentos del libro del Apocalipsis aparece la Bestia, así como
la descripción de su actividad en contra de los cristianos y de la Iglesia de
Jesús. Pero son dos los lugares claves para poder descifrar el misterio que
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encierra su figura: los capítulos 13 y 17. En los dos el autor aporta los
datos suficientes para que el lector que no conozca el sentido de este
símbolo, pueda descubrirlo.
Incluso en el capítulo 17, Juan expresamente dice que va a explicar el
misterio escondido en la Bestia (v.7), porque como se trata de uno de los
personajes centrales del libro, no quería que la gente fuera a sacar
conclusiones erróneas sobre él. Y a continuación le dedica todo el capítulo
para exponer el significado de la visión y de cada uno de sus detalles.
Por eso, si queremos saber a quién se refiere Juan cuando habla de la
Bestia, y descifrar nosotros también el enigma que oculta esta imagen,
debemos recurrir a todas las pistas que el autor fue sembrando en estos
dos lugares.
Por desatender a estas indicaciones muchos lectores desprevenidos se han
perdido en la bruma de este arcano.
Adelantemos ya ahora el final: la Bestia es, en el Apocalipsis, nada más,
pero tampoco nada menos, que el Imperio Romano.
La clave es la “gematría”
Luego agrega que es la cifra de un hombre.
¿Qué es la cifra de un hombre? A nosotros nos parece extraño, pero se
trata de una particularidad tanto de la lengua griega, que es la que usaba el
autor, como de la hebrea, que sin duda conocía.
Según dijimos, mientras en nuestra lengua castellana usamos ciertos signos
para escribir las letras (a,b,c) y otros signos diferentes para escribir los
números (1,2,3), en hebreo y griego los números son las letras del alfabeto.
Así, para escribir el 1 se usa la misma letra “a”; para el 2 letra”, etc.
Ahora bien, sumando las letras de cualquier nombre se obtiene un numero
que es la “cifra del nombre”. Este procedimiento de sustituir las letras de
n nombre por su valor numérico se llama”gematría”, y era muy corriente en
la antigüedad. Inclusive la Biblia lo emplea varias veces.
Volviendo a nuestro caso, si Juan dice que ese número es la cifra de una
persona y que el inteligente debe calcularla, es porque hay alguna persona
conocida de los lectores del Apocalipsis cuyo nombre escrito en hebreo o
en griego daba esa suma. Juan que se hallaba preso por los romanos en el
momento de escribir su libro, y cuya vida corría peligro, decide advertir a
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los cristianos de una manera velada, que pocos habían de entender,
precisamente para evitar que la policía imperial pudiera tomar represalias
contra él.
Con toda probabilidad se trata aquí del emperador Nerón, pues si se
escribe su nombre en hebreo, el resultado es el siguiente: N=50+R=
200+W=6+N=6+N=50+Q= 100+S= 60+R=200 = 666. Con las letras indicadas
(NRWN QSR) SE ESCRIBE EL NOMBRE Y EL TÍTULO DEL EMPERADOR:
Nerón Cesar.
Los primeros cristianos, que se escondían y ocultaban todas sus cosas a los
romanos persecutores, habrían conocido perfectamente la clave.
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Para reflexionar
1) Qué semejanza encontramos entre el Imperio Romano de la época
cristiana, y los poderes políticos actuales?
2) ¿Qué elementos de la vida social actual nos presionan para hacernos
perder la fe en Cristo?
3) ¿Cómo podemos mantener la esperanza en medio de una sociedad en la
que las tentaciones anticristianas son fuertes, y nos resulta difícil hacerles
frente?
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¿CUÁNDO SE CUMPLIRÁN
LAS PROFECÍAS DEL
APOCALIPSIS?
Esperanzas de terror
Las profecías que anuncia el Apocalipsis para el fin de los tiempos son
escalofriantes. Sangrientas persecuciones contra los cristianos; una Bestia
feroz con siete cabezas y diez cuernos que atacará a los creyentes; una
invasión de langostas gigantescas con cola de escorpión y dientes de león;
sangre y fuego que caerán sobre la tierra para matar a una tercera parte
de la humanidad; un enorme Dragón que buscará devorar a los fieles de
Cristo; y por si esto fuera poco, terremotos, oscurecimiento del sol, caída
de las estrellas, pestes, guerras, hambre, muerte y violencia a granel.
Con semejante panorama es lógico que los cristianos quieran saber cuándo
sucederán estas calamidades. Por eso se intentó muchas veces, a lo largo
de la historia, fijar la fecha de estos sucesos. Pero todos los intentos
fracasaron.
No obstante ello, cada tanto sigue apareciendo algún iluminado, o fundador
de secta, o vidente que asegura que estamos viviendo ya los últimos
tiempos. ¿Es cierto esto? ¿Podemos saber cuándo sucederán estos
anuncios? Según el Apocalipsis, parece que sí.
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aparentemente caóticas. Pero si lo leemos con atención podemos sacar
algunas cosas en claro.
Al comienzo dice: “Revelación de Jesucristo. Dios se la concedió a sus
siervos para mostrarles lo que va a suceder pronto” (1,1). El primer
versículo, pues, ya advierte que los sucesos iban a ocurrir “pronto”.
A continuación escribe: “Dichoso el que lea y los que escuchen las palabras
de esta profecía y guarden lo escrito en ella, porque el tiempo está cerca”
(1,3). Es decir, reitera que lo que anuncia el libro va a suceder en un tiempo
cercano al autor.
Luego cuenta todas las visiones que tuvo, y al llegar al final del libro vuelve
a decir: “Estas palabras son ciertas y verdaderas. El Señor Dios envió a su
ángel para mostrar a sus siervos lo que va a suceder pronto” (22,6). Y más
abajo dice que un ángel le advirtió: “No selles las palabras proféticas de
este libro, porque el tiempo está cerca” (22,10).
Se ve, pues, que lo que el libro profetizaba eran acontecimientos muy
cercanos al tiempo del autor y al de los primeros lectores.
“Llego pronto”
Pero el Apocalipsis no sólo afirma de un modo explícito que el tiempo de su
cumplimiento estaba cerca, sino que lo confirma con las imágenes y las
visiones.
Así, se le dice a los cristianos que sus sufrimientos no van a durar mucho
(6,11); que deben alegrarse porque el juicio de Dios ya está por llegar
(14,7); que el Dragón dispone de breve tiempo para su actividad en la tierra
(12,12); que cuando suenen las siete trompetas llegará el fin (10, 6-7). Todo
parece, pues, predecir un hecho inminente.
Por eso a lo largo del libro se lee la frase de Jesús: “pronto vendré”, “ya
estoy a las puertas”, “llego enseguida”.
Si los hechos del Apocalipsis iban a tardar siglos en suceder, ¿por qué
Jesús los ilusionó inútilmente? ¿Para qué les pidió que rezaran con ansias
“Ven, Señor Jesús” (22, 17.20), si Jesús no pensaba venir aún a cumplir las
profecías?
El libro aseguraba a los lectores del siglo I que aquellos sucesos iban a
suceder pronto. Y nosotros, pues, debemos creerle y abandonar la idea de
encontrar en él acontecimientos que pertenezcan a nuestra época.
Entonces ¿a qué acontecimientos se refiere el Apocalipsis?
Ya dijimos que el libro se escribió alrededor del año 95. En esa época
gobernaba a Roma el emperador Domiciano. Y los cristianos estaban
atravesando por dos problemas muy graves:
la ruptura de relaciones con los judíos; y
la persecución desatada por el Imperio Romano.
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Del judaísmo al cristianismo
Los primeros cristianos, apenas aparecieron, ya tuvieron que enfrentarse
con los judíos. Porque, aunque leían las mismas Escrituras, rezaban los
mismos salmos y asistían al mismo Templo, ellos creían en la resurrección
de Jesús lo cual no era aceptado por los judíos.
Se produjeron, entonces, tensiones y refriegas. Las autoridades judías
consideraron poco a poco a los cristianos como una “secta” y les
prohibieron el ingreso al Templo y a las sinagogas.
Esto colocó a los cristianos en un grave dilema: no podían ni querían renegar
de las tradiciones judías, pero ¿cómo guardar silencio sobre la resurrección
de Jesús y sobre su evangelio? Ellos sabían que Dios había elegido al pueblo
judío, y querían respetar esa elección de Dios, pero ¿qué hacer si los judíos
no los aceptaban a ellos?
La primera parte del Apocalipsis, es decir, los capítulos 4-11 (pues los
capítulos 1-3 son una introducción), quiere responder precisamente a esta
cuestión.
¿Y cuál es la respuesta de Juan? Les anuncia a los cristianos que el pueblo
de Israel ha sido sustituido por la Iglesia. Que ésta es ahora el nuevo
Israel. Pero no porque el antiguo Israel haya sido rechazado por Dios, sino
porque los verdaderos israelitas (es decir, los judíos que sí aceptaron a
Jesús) se han convertido ahora en la Iglesia, que acaba de aparecer.
Y profetiza una dolorosa ruptura entre ambas comunidades, que será total
y definitiva. Pero les advierte que no debían preocuparse porque ésta será
el nacimiento del nuevo pueblo de Dios, el pueblo cristiano.
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Evangelio. Y la visión de los dos testigos (c.11) muestra cómo el Templo de
Jerusalén, al que nadie podía entrar, ha sido reemplazado por otro templo
abierto a todo el mundo.
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castigo contra Roma, descrito con siete copas llenas de calamidades
derramadas sobre ella.
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Iglesia con futuro
Al poco tiempo de aparecer el cristianismo, ya estuvo a punto de abortarse.
Dos grandes obstáculos (la ruptura con los judíos y la persecución romana)
le salieron al cruce, y casi lo ahogaron cuando apenas estaba naciendo. Era
lógico, entonces, que quienes se habían adherido a este nuevo movimiento
se preguntaran si tendría futuro, si valía la pena jugarse la vida por el
evangelio o estaba destinado a desaparecer como otras tantas corrientes
religiosas surgidas y luego desparecidas a lo largo de la historia.
Ante esta candente cuestión, en la que los creyentes ponían en juego nada
menos que su vida, Juan escribió su Apocalipsis para decirles que el
cristianismo, recientemente aparecido, no era una corriente religiosa más,
sino que estaba destinada a durar para siempre. Que el judaísmo no
impediría su desarrollo y que el Imperio Romano no lograría eliminarlo. Que
los cristianos podían, no más, confiar tranquilamente en la nueva Iglesia,
porque contaba con la protección de Dios para siempre.
El Apocalipsis no habla, por lo tanto, del fin del mundo como algunos creen.
¿De qué les hubiera servido a aquellos cristianos desesperados y
perseguidos por los romanos, los detalles del fin del mundo que
supuestamente vendría miles de años después? ¿Para qué Juan los iba a
prevenir de algo que sucedería siglos más tarde, cuando no sabían si al día
siguiente estarían vivos?
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salió triunfante de las potencias enemigas en sus comienzos, la fe cristiana
está destinada a triunfar también ahora. Que nunca podrán ser derrotados
el bien y la justicia que predica el cristianismo. Y que quienes estén del lado
del mal, no tienen ya futuro.
Por eso Juan, en su libro, dejó escrita la esperanza y la ilusión más grande
jamás contada.
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¿QUIENES SON LOS CUATRO JINETES DEL APOCALIPSIS?
¿Qué vio aquel hombre, cautivo en la isla penal romana por defender la fe
en Cristo? Lo cuenta con imágenes misteriosas y símbolos enigmáticos,
propios del género apocalíptico. De ahí la dificultad para interpretarlos.
Pero si prestamos atención, veremos que es posible descubrir qué quiso
decirnos con esta visión.
Lo que nos importa por ahora es la apertura de los cuatro primeros sellos.
Aquí Juan vio aparecer unos jinetes montados en caballos, de
características terroríficas. Son los famosos cuatro jinetes del Apocalipsis
(6, 1-8). Desde antiguo, todos los biblistas, exegetas, comentaristas y
simples lectores han procurado descifrar este enigma, y han propuesto las
más diversas explicaciones.
La mayoría esta de acuerdo en que los cuatro jinetes representas
horrendas desgracias que sobrevendrán a la humanidad. Pero ¿de qué
calamidades se trata? ¿Cuándo sucederán? ¿Quiénes las padecerán? Sobre
esto, ya no hay consenso.
<b>Variadas opiniones</b>
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Muchos sostienen que el primer jinete, con un arco en la mano, anunciaba el
drama de la Primera Guerra Mundial; y los otros tres serían la peste, el
hambre y la muerte que ésta trajo como consecuencia. Otro, más
dramáticos aún, sostienen que esta visión se refiere a una Tercera Guerra
Mundial para dentro de poco tiempo, así como al hambre y las
enfermedades que provocará. Y no faltan quienes creen que los cuatro
jinetes simbolizan más bien los cataclismos espeluznantes que sucederán al
final de los tiempos.
Pero ¿qué hay de cierto en todo esto? Antes de responder, tengamos en
cuenta que nadie puede interpretar el Apocalipsis como a él le parezca. No
se trata de un libro caótico, de donde cada uno puede sacar la
interpretación que se le ocurra. Si el autor ocultó su mensaje con figuras y
símbolos, también nos dejo la clave para descubrirlo. Debemos, pues,
preguntarle a el mismo la explicación.
<b>Color simbólico</b>
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Pero hay otros detalles que nos pueden ayudar. Este primer jinete viene
montado en un caballo blanco.
¿Qué significado tiene el color blanco en el Apocalipsis? Si hacemos un
análisis veremos que siempre se lo utiliza para las cosas propias de Dios.
Por ejemplo, en los veinticuatro ancianos que en el cielo están vestidos de
blanco (4, 4). En los ejércitos del cielo que tienen vestidos blancos (l9, 14).
En todos los salvados, que usan túnicas blancas (6, 11; 7, 9). También Jesús
resucitado tiene cabellos blancos (1, 14) y se sienta sobre una nube blanca
(14, 14). Y se dice que al que persevere hasta el final se le dará un vestido
blanco (3, 4. 5) y una piedra blanca con su nombre (2, 17). Asimismo Dios se
sienta en el cielo sobre un trono blanco (20, 11).
Por lo tanto, si el blanco en el Apocalipsis simboliza siempre la salvación, la
victoria, el triunfo final, y no se lo emplea nunca para las potencias malignas
ni destructoras, quien monta el caballo blanco tiene que ser alguien del
ámbito divino.
<b>El arco</b>
<b>La corona</b>
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Y la mujer resplandeciente que Juan vio en el cielo, vestida de sol y con la
luna bajo sus pies, estaba coronada de estrellas (12, 1). El Hijo del Hombre
que juzga desde el cielo, la lleva igualmente (14, 14).
Y por si fuera poco, el Apocalipsis dice que todos los cristianos fieles llevan
ya una corona sobre sus cabezas, que nadie podrá arrebatárselas (3, 11),
porque son todos reyes en este mundo (1, 6; 5, 10), y reinarán por los siglos
de los siglos (22, 5).
Si en el Apocalipsis los que tienen corona son generalmente personajes del
lado de Dios, el primer jinete debe ser también alguien venido de parte de
Dios.
<b>El vencedor</b>
Queda aún un último argumento para identificar el primer jinete. Cerca del
final del libro, Juan en una nueva visión ve aparecer a un personaje similar:
“Entonces vi en el cielo y había un caballo blanco”. Esta vez si nos da su
identidad: “El que lo monta se llama Fiel y Veraz, y juzga y combate con
justicia. Sus ojos son como llamas de fuego. Sobre su cabeza había muchas
diademas. Lleva escrito un nombre que sólo él conoce, y viste un manto
empapado de sangre. Su nombre es Palabra de Dios” (19, 11-13).
Sin duda es posible reconocer aquí a Cristo resucitado, vencedor de la
muerte.
Ahora bien, a menos que quiera confundirnos, Juan no puede emplear la
misma figura y referirse a dos personales diferentes. Los elementos de
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una visión deben servir para aclarar las otras. Por lo tanto el jinete del
caballo blanco, del capítulo 19 tiene que ser el mismo que el del capítulo 6:
Jesucristo resucitado.
Una vez dilucidado el misterio del caballo blanco, resulta fácil analizar los
otros tres: “Cuando abrió el segundo sello, oí al segundo Ser que decía:
¡ven! Entonces salio otro caballo, rojo. Al que lo montaba se le concedió
quitar de la tierra la paz, para que se degollaran unos a otros. Y se le dio
una espada grande” (6, 3-4).
Este segundo jinete simboliza, evidentemente, la guerra con sus efectos
cruentos y dolorosos. En efecto, el color rojo en el Apocalipsis significa
efusión de sangre, se habla de “quitar la paz”, de “degollarse unos a otros”,
y se menciona la espada, siempre sinónimo de violencia.
Sigue el relato: “Cuando abrió el tercer sello, oí al tercer Ser que decía:
¡ven! Miré, entonces, y había un caballo negro. El que lo montaba tenía en la
mano una balanza. Y oí como una voz en medio de los cuatro seres que
decía: “un litro de trigo por un denario, tres litros de cebada por un
denario” (6, 5-6).
Todos los biblistas están de acuerdo en que este caballo negro (símbolo
fúnebre) representa el hambre, la carestía, el racionamiento de comida,
como se deduce por la balanza y los precios altísimos que se pregonan.
Finalmente concluye: “Cuando abrió el cuarto sello, oí la voz del cuarto Ser
que decía: ¡ven! Miré, entonces, y había un caballo verdoso. El que lo
montaba se llamaba la Muerte, y el Hades lo seguía” (6, 7-8).
También éste es fácil de identificar, ya que el mismo texto lo dice
expresamente: simboliza la muerte. El “Hades” que se menciona, es el
mundo del más allá, los infiernos.
¿Qué quiso decirnos Juan con esta visión, transparente para los lectores
de su época, pero extraña y difícil para nosotros?
A fin de entenderla tengamos en cuenta que, según la creencia judía,
cuando llegara el Mesías al final de los tiempos vendría acompañado por
fenómenos extraños y catástrofes. Y aunque no se estaba muy seguro
sobre los detalles, había una cierta lista, un catálogo estándar de
desastres y azotes que se desatarían sobre la tierra. Cualquier judío
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estaba familiarizado con estos cataclismos, que llegarían en los últimos
tiempos junto con el Mesías.
También Jesús lo sabía. Por eso al pronunciar su sermón sobre el fin del
mundo utilizó ese catálogo tradicional, y dijo que la llegada del Mesías sería
acompañada por guerras (Mt 24, 6), hambre (Mt24, 7) y muerte (Mt 24, 9).
Mencionó, además, otras dos señales: persecuciones (Mt 24, 16) y
perturbaciones cósmicas (Mt24, 29). En total, cinco cataclismos.
<b>Faltaban caballos</b>
<b>Ninguna desgracia</b>
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nosotros, y a las señales simbólicas que lo confirman.
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Is. 55,10Así como la lluvia y la nieve descienden del cielo
y no vuelven a él sin haber empapado la tierra,
sin haberla fecundado y hecho germinar,
para que dé la semilla al sembrador
y el pan al que come, así sucede con la palabra que sale de mi boca: ella no
vuelve a mí estéril,sino que realiza todo lo que yo quieroy cumple la misión
que yo le encomendé.
Hb 4,12
Ciertamente, es viva la Palabra de Dios y eficaz, y más cortante que
espada alguna de dos filos. Penetra hasta las fronteras entre el alma y el
espíritu, hasta las junturas y médulas; y escruta los sentimientos y
pensamientos del corazón.
2 Timoteo 3:16-17
Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender,
para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea
perfecto, equipado para toda buena obra.
Mt 4,4
Él respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de
toda palabra que sale de la boca de Dios.
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La Biblia es el libro más antiguo del mundo. Comenzó a escribirse
probablemente entre mil y mil quinientos años antes de Cristo; 50 años
antes de su nacimiento, ya estaba terminado el Antiguo Testamento
La palabra Biblia se deriva de la expresión griega "biblos" y significa
"libros". Proviene de una ciudad llamada Biblos, donde se fabricaba el
papiro para hacer el papel de los libros. Antiguamente se le llamaba la
Escritura. Así se refiere Jesús a ella.
Inspiración y géneros literarios
Inspiración:
Quiere decir que todos los libros de la Biblia fueron escritos bajo el
directo influjo y asistencia del Espíritu Santo. Eso es que la Biblia tiene
como autor al mismo Dios.
"Toda escritura es divinamente inspirada" (2 Tim 3,16)
Dios habla en la Biblia por medio de los hombres, con un lenguaje humano.
Es decir que el mensaje de Dios es escrito con la mentalidad y cultura de
cada tiempo y de cada lugar. Y se escribió según los conocimientos de su
tiempo, según sus capacidades y su manera de escribir. Este lenguaje, de
un país y de un tiempo tan antiguo, es lejano a nosotros y exige una
preparación adecuada para su pleno entendimiento.
Por eso, ante una frase bíblica, lo que nos interesa saber, no es tanto el
modo o manera que se emplea, sino el mensaje que el Señor quiere
comunicarnos.
Géneros literarios utilizados: Histórico, didáctico, poético, profético,
apocalíptico, epistolar.
Estructura
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La Biblia se divide ante todo en dos grandes partes: Antiguo Testamento y
Nuevo Testamento, ambos relacionados entre sí. Aunque la Biblia contiene
tantos libros, forma una unidad. El Antiguo y el Nuevo Testamento se
complementan mutuamente, su interrelación es tan completa, que el
primero explica el segundo y viceversa.
Dos grandes religiones se rigen por las enseñanzas de la Biblia: La judía y
la cristiana, ésta última está integrada por católicos, ortodoxos y
protestantes de muchas denominaciones. Los judíos sólo aceptan el Antiguo
Testamento.
Los cristianos, lamentablemente, estamos divididos en cuanto a la
aceptación del número de libros:
Católicos: el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento están formados
por 73 libros; 46 del Antiguo y 27 del Nuevo Testamento.
Ortodoxos: admiten la misma lista de libros que los católicos
Protestantes: sólo aceptan una lista de 66 libros: 39 del Antiguo y 27 del
Nuevo Testamento.
¿Cómo y cuándo se escribió la Biblia?
Para entender cuándo se escribió la Biblia, hay que saber que la
numeración de los años, o sea el calendario actual, se funda en el
nacimiento de Jesús. Se pensó que el año 0, o comienzo del tiempo fue el
año del nacimiento de Jesús. Para indicar la fecha de un acontecimiento
acaecido antes del nacimiento de Cristo, la numeración de los años van
bajando conforme los acontecimientos pasan en el tiempo y se acercan a
nosotros; el año 970 fue después del año 1045.
La Biblia se empezó a escribir hacia el año 1200 a.C. (antes de Cristo),
hacia el final de la vida de Moisés, terminándose de escribir el A.T. hacia el
año 50 a.C. con el libro de la Sabiduría.
El Nuevo Testamento se comienza a escribir hacia el año 50 d.C. (cartas
de S. Pablo) y se termina hacia el año 90-100 d.C. (Apocalipsis y Cartas de
S. Juan).
Así que toda la Biblia se tardó en escribir unos 1300 años
Canonicidad de los libros bíblicos
Al conjunto de libros inspirados por Dios se le llama "Canon", palabra que
viene del griego y corresponde a nuestra expresión de "caña". Una caña es
una vara muy recta que en la antigüedad se usaba para sostener derecha
alguna cosa. Con el tiempo esta vara se utilizó para medir y hacer las cosas
rectas, se le denominó "regla". Nosotros le damos a la palabra "canon" un
significado metafórico.
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En sentido propio se llama canon a una determinada lista o colección de
libros sagrados que son recibidos como inspirados por Dios. Desde muy
antiguo se consideran dos clases de libros canónicos:
Protocanónicos: son aquellos de cuya inspiración nunca se ha dudado, ni por
la religión judía, ni por la cristiana. Son 39 del A.T.
Deuterocanónicos: son aquellos de cuya inspiración se dudó algún tiempo y
por alguna religión o culto particular. Pero después de minuciosos estudios,
se recibieron también por inspirados. En el A.T. son 7 y en el N.T. son
algunos textos de los evangelios y de algunas cartas.
Lenguas, manuscritos y versiones de la Biblia
Para la composición de la Biblia se emplearon tres lenguas:
Hebreo, casi todo el A.T. Era la lengua propia del Pueblo de Israel.
Arameo, algunos capítulos de algunos libros del A.T. Esta lengua se
introdujo en Israel a partir del siglo IV a.C., llegó a suplantar la lengua
hebrea. Jesús hablaba un dialecto arameo.
Griego: algunos libros del A.T. y todos los del N.T, menos el Evangelio de
San Mateo, que se escribió en arameo.
Versiones de la Biblia:
Versión de los Setenta:
Realizada por los 70 sabios de Israel, entre los siglos III y I antes de
nuestra era, destinada a los judíos que vivían en Grecia, Roma y Alejandría,
durante la dispersión, con el fin de que pudieran propagarla a quienes
hablaban el griego.
Versión Vulgata:
Hecha en latín por San Jerónimo, en el siglo IV en Belén. El motivo fue que
por ese tiempo se impuso el idioma latín en Occidente. De ésta se han
sacado muchas versiones hasta la fecha. Es la versión oficial latina
Ahora, cada idioma y cada cultura tienen sus propias versiones de la Biblia,
sin alterar su contenido. De hecho, la Biblia es el libro del cual más
versiones se han hecho en todo el mundo. Es importante citas las Biblias
Ecuménicas, surgidas del movimiento ecuménico, con el fin de acercar a los
cristianos de diferentes confesiones.
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Sólo en la Biblia de edición católica se encuentra en las primeras páginas la
autorización de la Iglesia que permite la impresión y garantiza la buena
traducción de esa edición.
La Iglesia tiene el deber de examinar toda traducción de la Biblia que
cualquier estudioso haga. Éste lleva la traducción antes de publicarla al
Obispo. El Obispo la entrega a algunos que conozcan bien el hebreo, el
arameo y el griego, para que la revisen. Sólo cuando hay seguridad de que
todo es exacto, la devuelven al Obispo diciendo: "no hay dificultad" o, dicho
en latín "Nihil Obstat".
Entonces el Obispo firma la aprobación diciendo: "imprímase" o, en latín
"imprimátur", es decir, puede publicarse por la prensa. Esta palabra con la
firma del Obispo, se llama licencia o aprobación eclesiástica.
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Jb 20, 14. Tendremos que leer de esta manera: libro de Job, capítulo 20,
versículo 14
Mt 15, 5-9 . Se leerá así: Evangelio de S. Mateo, capítulo 15, versículos del
5 al 9. En este caso la cita nos pide leer los versículos que van desde el
número 5 hasta el número 9 inclusive.
Lc 5, 19-6,2: se leerá: Evangelio de S. Lucas, capítulo 5, desde el versículo
16, hasta el capítulo 6 versículo 2. Eso es que tendremos que leer desde el
versículo 19 del capítulo 5, hasta el versículo 2 del capítulo 6.
Ez. 14, 3.7.12: se leerá: libro de Ezequiel, capítulo 14, versículos 3,7 y 12.
En este caso la cita se refiere a que leamos del capítulo 14 sólo los
versículos 3, 7 y 12, saltando los demás versículos intermedios.
Se usan signos particulares para indicar una cita Bíblica:
La coma ( , ) indica la separación entre capítulo y versículos
Una raya ( - ) separa los versículos que se van a leer.
El punto ( . ) sirve para indicar la abreviación del libro y también se pone
después de un versículo, cuando la lectura es saltada.
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espiritual para la vida.
Este mensaje es doble:
· Personal: Es decir, dirigido al hombre en la totalidad de su ser, con el fin
de darle las respuestas a todos sus interrogantes acerca de su vida, y
sobre todo la felicidad temporal y eterna. En la Biblia, Dios se nos revela
como Creador y Padre que nos ama y nos espera, esta es nuestra mayor
felicidad.
· Comunitario: dirigido al "Pueblo de Dios" personificado en el Antiguo
Testamento en Israel y en el Nuevo Testamento en la Iglesia fundada por
Cristo.
Por tanto, la Biblia debe leerse para buscar un provecho personal interior,
poniéndose en actitud de escucha para llevar a la vida lo que el Señor nos
pide; para conocer la persona de Jesús y su obra redentora, pues Él es el
Centro y fin de nuestra vida; y para propagar la fe y el mensaje salvador de
Jesús. Pues:
"No se enciende una lámpara para esconderla en un tiesto, sino para
ponerla en un candelero a fin de que alumbre a todos los de la casa…." (Mt
5,15)
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c). Algunas cartas de S. Pablo, las más cortas y fáciles ( como 1ª y 2ª Cor;
Ef.; Fil.; Col.;
etc.)
d). Los LIBROS HISTÓRICOS del A.T.
e). Los libros POÉTICOS, especialmente LOS SALMOS, para intensificar
nuestro espíritu de
oración y gratitud.
f). Las otras cartas de Pablo, como Romanos; Hebreos
g). Los libros PROFÉTICOS
h). Y finalmente el Apocalipsis, cuyas profecías son más obscuras y
difíciles de entender.
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