Dentro de este marco de ideas, la posición del intelectual fue se complejizó. - Cuestionamiento sobre su actitud frente al poder. - Autoculpabilización por la grieta que se abrió entre los legos y los iniciados.
Débil insersión de los intelectuales en el Estado e incapacidad de formar un proyecto
político o social como grupo hará que se muevan como autores, como individuos. El autor caracteriza esta época como el “efecto Pirygoyre” en alusión a la sentencia del autor Ylya Pirigogyne que proponía que la creatividad intelectual necesita como requisito la existencia de un dios fuerte y un príncipe débil, el primero para legitimar la objetividad y el otro para garantizar un desorden que estimule la inteligencia. Conciencia de esta situación. Sensación de libertad intelectual de algunos intelectuales al verse independientes del Estado y de otras organizaciones sociales se creó un clima experimentalista en los años 60. Motivo de la nueva izquierda intelectual: por luminosos faros intelectuales, guías de otras realidades, en el ámbito local surgió una generación sin modelos (p.201). “La burguesía ha perdido su hegemonía cultural y el proletariado no la ha conquistado.” (p.201) Imprescindibilidad del intelectual. “consagración horizontal”, los pares consagran a los pares. La traición Frondicista cerró el círculo de intervencionismo intelectual en la política lo que vedó la incidencia directa en el Estado. Perfilamiento de una zona cultural segregada del poder político y legitimada en dicha marginalidad pues sus miembros no se adscribían al pasado liberal ni a la cultura peronista (p.203) constitución de la nueva figura del intelectual. Politización marginal frente al posible apoliticismo: formulación de la doctrina del compromiso (se abandonó el campo político, no la práctica intelectual de denuncia), Embate, politización de la cultura. Amplias formas de hacerlo: la función política de los intelectuales debía reposar en la creación de una cultura nacional popular o, como Pasado y Presente, plegarse a un humanismo. Esto alcanzó a las artes plásticas. Resignificación del papel político del arte. El mismo movimiento politizador se desempeñó en una época de profunda descalificación del quehacer y de la figura del intelectual. (p.205) que impulsó, también, el campo nacional-populista, como ejemplo está Arturo Jauretche y su oposición al academicismo al que le criticó la extranjería, el divorcio de la realidad nacional, el colonialismo mental y la estética de la época: incomprensión de las élites letradas por el país auténtico. (p.207) También le añadían un tinte marxista: los intelectuales son el coro de la alienación cultural de las clases altas. Sabiduría de la comunidad. En contraparte, los intelectuales de la época se dirigieron (en algunos casos virtualmente) a la clase obrera, al pueblo. La validez de su mensaje estuvo condicionado por su capacidad de influir en la sociedad. Si el camino del partido de la izquierda se truncó, cuál posibilidad se le ofrecía al joven intelectual para fundirse con la clase obrera. Desde la izqierda hubo polémica, un sector apuntó a la Universidad, que abrió un horizonte ideológico. 8. el bloqueo tradicionalista Golpe de Estado en 1962, detención del presidente Arturo Frondozi, el Dr. José María Guido fue homologado por la Corte Suprema. Le sucedió, después de elecciones, en 1963, miembro de la Unión cívica Radical del Pueblo después de elecciones controladas por las fuerzas armadas. Poder lastrado de ilegitimidad porque en las elecciones en que partició se había proscrito al peronismo. En este contexto la revista Primera Plana se encargó de una campaña desestabilizadora haciendo eco del anticomunismo, la crisis de la democracia y un proyecto modernizador de ciertas élites. Factores de poder: empresarios, militares, Iglesia y sindicatos encontraron un espacio propicio para sus estrategias en un vacío de poder por la deslegitimación del régimen político imperante. Cuestionamiento de la democracia desde la revista. El golpismo creció y se aupó a las fuerzas armadas. Crecimiento paralelo de la doctrina de seguridad nacional existente desde 1958, no como reacción a la guerrilla interna ni a la Revolución cubana, sino desde antes cuando dentro del ejército se difundió la tesis de que el peligro mayor era contra la subversión extremista. Función política de su misión para el resguardo de la nación. Frente a esto se señaló al sector de la cultura como uno de los puntales de la escalada subversiva en Argentina. Infiltración en la universidad, vigilancia, control y represión. Extensión de la agitación comunista a la universidad a través de la Federación Universitaria Argentina. Lo compartía la Secretaría de Defensa y la iglesia católica. “En las franjas tradicionalistas de la cultura argentina se cristalizó sin contradicciones una sensibilidad integrista que una y otra vez verá amenazados los bastiones del orden cuando sus propios valores nacionalistas, espiritualistas y familiaristas se vean presuntamente carcomidos por los males perversos del divorcismo, la pornografía y también el libre ejercicio de toda actividad intelectual crítica.” (P. 217)