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Covid-19 y las repercusiones en el

aspecto social
En República Dominicana, El encierro obligatorio y la incertidumbre a las
inminentes complicaciones sociales y económicas, han repercutido
negativamente en la salud mental de la población en general a la largo de la
pandemia COVID-19.
Expertos en materia de salud mental advierten que sumado a esas
vulnerabilidades los individuos podrían vivir también un estrés postraumático.
Tras el confinamiento social se ha evidenciado altos niveles de ansiedad,
depresión, tristeza prolongada, ataques de pánico y otras emociones negativos,
lo que ha incrementado al uso y abuso de las bebidas alcohólicas, los conflictos
internos en las familias, entre otros males asociados al comportamiento.
La doctora Marisol Taveras, presidenta de la Sociedad Dominicana de
Psiquiatría, detalló “ que a mediados del año pasado se estuvo haciendo una
estadística nacional y en ese entonces contaban con 8 mil 167 casos de
asistencia a todas estas personas que habian pedido ayuda y los casos que
más frecuentemente se habian reportado en ese entonces eran de ansiedad en
un 40 por ciento de la población general, en los trastornos del sueño en un 25
por ciento y los trastornos de depresión”.
La información fue ofrecida durante el conversatorio semanal que desarrolla el
Comité de Emergencia y Gestión Sanitaria, en el que participaron expertos en
psiquiatras de varios paises.
La emergencia por la pandemia también ha visibilizado las vulnerabilidades
estructurales preexistentes y, a la vez, viene generando vulnerabilidades
específicas emergentes de esta nueva situación. Esta pandemia constituye una
situación disruptiva o cambiante, que genera altos niveles de estrés individual y
colectivo. Para muchas personas implica una situación trágica a causa de las
pérdidas que se deben afrontar: pérdida de seres queridos, de la salud, de la
vivienda, de bienes, o del empleo.
En lo que respecta a las personas, el covid refleja manifestaciones
emocionales como angustia, desconfianza, ansiedad, temor al contagio, enojo,
irritabilidad, sensación de indefensión frente a la incertidumbre e impotencia.
También han surgido expresiones de discriminación y estigma frente a las
personas diagnosticadas con COVID-19, dado que es una enfermedad
transmisible y aún se desconoce.
Estos problemas se complejizan en el caso de personas con dificultades
cognitivas que afectan su toma de decisiones, en aquellos que presentan
carencias educativas y materiales, que ya estaban en condiciones de
vulnerabilidad social por la informalidad o falta de trabajo, por la marginalidad
en la cual se encontraban dentro de la sociedad, por su condición etaria o por
las carencias de su vivienda.
Por su parte, o por lo menos asi se entiende , el gobierno se enfrenta a
desafíos en la gestión de la pandemia. Han sido variadas sus posiciones para
tratar de disminuir la exposición comunitaria, llegando incluso a establecer una
cuarentena obligatoria. En ese sentido, una manera transparente de los
gobiernos al asumir decisiones como la cuarentena obligatoria, requiere
integrar desde el inicio a las organizaciones comunitarias y a sus líderes en los
equipos que enfrentan la crisis.
La pandemia afecta a todos, pero no por igual. Las consecuencias son
diferenciales según las condiciones de vulnerabilidad individual y social, y
también de acuerdo con las capacidades personales e institucionales para
afrontarla de manera eficaz.
Asimismo es diferente la significación que adquieren para las personas los
cambios en la vida cotidiana derivados de la pandemia: puede decirse que para
algunos el aislamiento o el trabajo en el hogar puede ser un beneficio, mientras
que para otros puede configurar una mayor fuente de angustia y malestar. De
igual manera, la significación y percepción del tiempo para el individuo y para
las instituciones no son iguales, pues son procesos que implican diferentes
registros.
Desde el punto de vista social, tanto las personas, como las instituciones,
intentan enfrentar la pandemia y sus incertidumbres con los recursos conocidos
y habituales, para seguir viviendo en una “normalidad” que hoy ya cambió.
Cuando esto ocurre, aumenta el estrés y otros aspectos psicológicos
desadaptativos, y se incrementan las vulnerabilidades socioeconómicas
existentes y nuevas (como baja de ingresos, aumento del hambre o la
informalidad laboral).
Se ha propiciado modificaciones para establecer estrategias de respuesta ante
la COVID-19, tanto de abastecimiento de las necesidades básicas de la
población más vulnerable, principalmente en cuento a su seguridad e higiene,
salud sexual y reproductiva y seguridad alimentaria, tambien con el avance de
las vacunas , donde ya gran parte de la población dominicana está
completamente vacunada, como incrementando la componente de
comunicación para desarrollar, por una parte, una estrategia de prevención del
contagio y, por otra, de prevención de violencia de género, al haberse
confirmado un incremento durante la etapa del confinamiento, algo que puede
pasar desapercibido en un primer momento como consecuencia de la crisis,
pero que es necesario visibilizar y desarrollar estrategias para frenar su
aumento

En conclusión, actualmente el país se encuentra en la búsqueda de un


equilibrio entre la reactivación de la economía y la gestión y prevención de
futuras olas de contagio, mientras la población sigue haciendo frente a sus
grandes consecuencias, El acceso a la sanidad pública, las limitaciones en el
acceso de los medios de vida y la seguridad alimentaria. Por tanto, se debe
seguir trabajando para reducir las brechas de desigualdad que se han abierto
aún más con esta pandemia.

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