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Introducción

El problema de la adjudicación de baldíos es el aspecto más notable de la legislación

en el siglo XIX. También son importantes el tema de los resguardos y el de la

desamortización. la forma en que se enfrentó el conflicto sobre baldíos entre los

ocupantes productivos y los terratenientes y detentores de los bonos de tierra incidirá

de forma determinante en los conflictos agrarios del siglo XX.

Desde los inicios de la Independencia los diferentes gobiernos emprendieron políticas

de adjudicación de tierras baldías del Estado a particulares de manera muy amplia, sin

ningún plan o idea de lo que sería el uso de las tierras. El objetivo era conseguir

recursos para pagar la deuda pública que tenía el Estado que había quedado en

bancarrota después de las guerras de independencia. De esa manera se otorgaron

amplias extensiones de tierra a personas y entidades que tenían recursos para

adquirirlas, no así a los campesinos, peones y trabajadores de las haciendas que no la

podían obtener. Así, la estructura agraria nació concentrada, y ese fenómeno ya se

había iniciado desde la colonia cuando los reyes españoles, dueños de las tierras, las

dieron también en concesiones a los conquistadores y encomenderos (la encomienda

fue una institución colonial).

Esta desigualdad generó conflictos pues los campesinos o pequeños propietarios y

trabajadores de las haciendas se quedaron sin tierras y sin posibilidades de acceder a

ellas, pero fueron ocupando tierras baldías, muchas de ellas ya otorgadas, generando

conflictos con los propietarios. La tierra se concentró en pocos dueños, hubo exclusión

del campesinado y de los colonos; y las tierras de los indígenas empezaron a ser
apropiadas por los grandes propietarios por disposiciones de los gobiernos que

iniciaron la fragmentación de los resguardos indígenas.  

AGRICULTURA Y TENECIA DE TIERRA EN EL SIGLO XIX EN COLOMBIA

Varios años después de la independencia la lógica agrícola cambió, desde las formas

de tenencia de la tierra y las dinámicas laborales a causa de la abolición de la

esclavitud, hasta la introducción de nuevas tecnologías en el proceso productivo. La

política agraria de la Corona no fue lo más justa posible: la repartición de tierras estaba

ceñida a los intereses de los grandes terratenientes que habitaban el Virreinato de la

Nueva Granada, tornando así gran parte de las tierras asignadas como improductivas,

muchas de las cuales no se labraron en su totalidad. Aunque la hacienda sobresalió

como la estructura fundamental del agro, realmente no lo fue para el grueso de la

economía colombiana, pero sí fue la institución más palpable durante la época, en la

que se fundaron costumbres y valores colectivos que fueron el sustento del poder

político, económico y social de aquellos terratenientes que se hicieron llamar

hacendados. La independencia, al convertirse en una guerra civil, luego en una guerra

nacional contra la Reconquista y, finalmente, en una guerra de liberación, arruinó vidas

y bienes de importantes empresarios y sectores de la economía colonial durante los

años que siguieron a 1810. Luego de esto fue necesario replantear la economía

nacional. Parte del objetivo de la independencia era reformar las dinámicas de

producción, las relaciones de trabajo y las nuevas visiones del mercado, a favor de las

expectativas de desarrollo planteadas durante este periodo. Sin embargo, esto no se


pudo llevar a cabo en su totalidad, pues las políticas públicas generadas durante esta

etapa no fueron factibles para asentar dichos cambios. Por otro lado, una consecuencia

de gran importancia observada a lo largo de esta etapa fue la destrucción de la

institución más importante de la época: la hacienda. Aquellos que labraban y servían en

estas grandes extensiones de tierra –indios, esclavos, negros y algunos mestizos–,

hicieron parte de la campaña independentista, despojando de la mano de obra directa

al sector agrícola. Además, estos labradores se volcaron contra la hacienda,

saqueándola, usándola como suministro de alimentos, reclutas y semovientes, e incluso

llegaron a secuestrar a los hacendados. El efecto más inmediato de las guerras de

independencia y de las posteriores guerras civiles que se sucedieron durante los inicios

de la República fue el despoblamiento relativo de las regiones agrícolas. La producción

agrícola se vio disminuida en el periodo posterior a las guerras de independencia (1830-

1835), si se lo compara con un periodo previo al inicio del conflicto (1801-1805).

Ahora bien, para la mitad de siglo y por medio de las reformas liberales se pretendía

impulsar al agro postindependentista a través de la reducción de aranceles para

favorecer el comercio internacional de los bienes producidos por este sector. Aun más,

existieron estímulos para la inversión extranjera por medio de la asignación de tierras a

inmigrantes europeos; sin embargo, esta idea no fue del todo atractiva para los

inversionistas potenciales, ya que la inestabilidad política del país alejó

considerablemente a los inmigrantes europeos del territorio colombiano

En Colombia, campesinos, aparceros, indígenas, trabajadores agrícolas, negros, tienen

una larga y dura historia de contienda y confrontación con terratenientes, empresarios

agrícolas y empresas trasnacionales. Son muchos los hechos que recuerdan esta
historia. Es conocida la Masacre de las Bananeras en 1928, durante el movimiento

huelguístico que lideró el destacado dirigente agrario Raúl Mahecha.

Los historiales sobre la tenencia y el mercado de tierras en Colombia se pueden

circunscribir a dos grandes aspectos: el intento de poner tributos progresivos a la

propiedad rural, y la reforma agraria. Ambos procesos han fracasado en movilizar la

tierra como factor productivo y en constituir un verdadero mercado de tierras con

elementos económicos de formación de precios y dinamización de la oferta y la

demanda. También fracasaron en crear elementos para corregir la desigualdad en la

apropiación de la tierra reflejada en una estructura agraria bimodal (Johnston, 1980:

304).

en Colombia, durante las dos primeras décadas del siglo XX y por lo menos las tres

últimas del siglo XIX hay un proceso de apropiación de la tierra, de formación de la gran

propiedad territorial que no conlleva, con la misma intensidad, un proceso de

expropiación en cuanto se apoya fundamentalmente sobre la expansión de la frontera

agrícola y no sobre la expropiación de los pequeños productores, ello por lo demás

responde a las particularidades del proceso de formación de la propiedad territorial en

el país; desde luego no se niega la expropiación y la violencia a lo largo del siglo XIX;

indicamos solo la divergencia en la intensidad de la apropiación y la expropiación toda

vez que la primera se produce sobre tierras públicas o eclesiásticas no ocupadas en su

totalidad. Más bien podría sostenerse la formación de una capa de pequeños

productores paralela a la formación de la gran propiedad territorial desde la segunda

mitad del siglo XIX (Bejarano, 1979: 21-22). Lo específico del proceso colombiano es la

apertura del mercado interior, no a partir de la conversión de los pequeños propietarios


en asalariados sino a partir de la producción cafetera consolidada desde la pequeña

propiedad.

A Inicios del siglo XIX las tierras laborables del centro del país estaban acaparadas por

los terratenientes, la galopante inflación (peso-dólar) hizo aún más segura la inversión

en tierras, a la clase burguesa terrateniente, llevando al campesinado al estancamiento

y a la miseria, además la incipiente industria nacional dependiente, influye sobre las

estructuras agrarias, se fomenta en Colombia las grandes huelgas obreras (1918),

principalmente las bananeras y el petróleo. Los movimientos se producen en contra de

las políticas de explotación de los monopolios norteamericanos, quienes están

apoyados por la corrupta oligarquía colombiana.

Con motivo de la indemnización recibida por el Gobierno de Colombia por los Estados

Unidos por el robo a Panamá, se inició en 1923-1924 un acelerado proceso de

construcción de obras públicas, el cual motivo la migración campesina a las nuevas

fuentes laborales, los precios agrícolas se elevaron, y los conflictos de tierras se

centraron porque los terratenientes querían conservar para su explotación a los

trabajadores con un máximo de rendimiento.

La crisis de 1930 fue un hecho mundial que golpeo la estructura del país, repercutió

sobre el campo colombiano. Ante el no trabajo urbano los obreros regresaron al campo,

las exportaciones rebajaron y el mercado se cerró. En esa situación la lucha por la tierra

se intensifico y las invasiones de tierras se generalizaron y como respuesta vinieron los

desalojos, por esto los campesinos se organizaron en ligas, con la dirección del partido

comunista y se precedió a invadir las tierras e iniciar huelgas. Las realidades del
capitalismo requerían productividad en el campo, para ello era preciso que algunos

sectores se modernizaran para mayores ingresos y mayor mercado.

MICROFUNDIOS, MINIFUNDIOS O PEQUEÑA PROPIEDAD Entre 5 a 10 Has,

dedicada al cultivo de productos agrícolas tradicionales, papa, yuca, maíz, cebolla,

otros. Se halla en tierras baldías (poco fértiles fronterizas y partes altas de las

montañas). Carece de técnica y maquinaria, son economías de subsistencia y de

comercio interior; el campesino tiene que vender su fuerza de trabajo al hacendado.

MEDIANA PROPIEDAD Hasta 50 Has, está en manos de campesinos ricos dedicadas

al cultivo del café, ubicadas en buenas partes altiplanicies selvas y baldíos, que fueron

apropiados en forma individual durante la colonización antioqueña, lo cual hicieron de

estos terrenos, tierras de excelente aprovechamiento que permitió el desarrollo del país

en esta región. Satisface el comercio interno y de exportación.

GRAN PROPIEDAD Desde 50 Has a 200-300 y 500 hectáreas. Las tierras de mayor

importancia y problema para el país, históricamente han venido apropiándose la clase

aristocrática y burgués terrateniente; quienes no la saben cultivar, algunas regiones

están mecanizadas en plantíos de algodón, caña de azúcar, tabaco, otros, pero en su

gran mayoría están dedicadas al rubro ganadero, son tierras planas, llanas fértiles

dedicadas en su mayor parte a la exportación y un poco al comercio interno.

Desde los inicios de la Independencia los diferentes gobiernos emprendieron políticas

de adjudicación de tierras baldías del Estado a particulares de manera muy amplia, sin

ningún plan o idea de lo que sería el uso de las tierras. El objetivo era conseguir

recursos para pagar la deuda pública que tenía el Estado que había quedado en
bancarrota después de las guerras de independencia. De esa manera se otorgaron

amplias extensiones de tierra a personas y entidades que tenían recursos para

adquirirlas, no así a los campesinos, peones y trabajadores de las haciendas que no la

podían obtener. Así, la estructura agraria nació concentrada, y ese fenómeno ya se

había iniciado desde la colonia cuando los reyes españoles, dueños de las tierras, las

dieron también en concesiones a los conquistadores y encomenderos (la encomienda

fue una institución colonial).

Esta desigualdad generó conflictos pues los campesinos o pequeños propietarios y

trabajadores de las haciendas se quedaron sin tierras y sin posibilidades de acceder a

ellas, pero fueron ocupando tierras baldías, muchas de ellas ya otorgadas, generando

conflictos con los propietarios. La tierra se concentró en pocos dueños, hubo exclusión

del campesinado y de los colonos; y las tierras de los indígenas empezaron a ser

apropiadas por los grandes propietarios por disposiciones de los gobiernos que

iniciaron la fragmentación de los resguardos indígenas.  

CONCLUSION

Se puede concluir que es evidente el progresivo aumento en el nivel de

empobrecimiento del campesinado en Colombia, que los esfuerzos dedicados a la

transformación de la propiedad rural han sido insuficientes y en su mayoría ineficaces;

que no solo se debe orientar la reforma agraria hacia la reasignación de tierras, sino

que también debe brindar otro tipo de garantías, como vías de acceso para disminuir

costos incidentales, acceso a créditos preferenciales, alternativas de capacitación para


la tecnificación del cultivo y la inclusión desde el más pequeño campesino hasta el gran

terrateniente. Esto es lo que reclaman los campesinos del siglo xxi, y el país en su

totalidad debe reconocer estos múltiples fallos y omisiones, además de amparar a este

sector de futuras injusticias.

BIBLIOGRAFIA

https://revistas.unal.edu.co/index.php/achsc/article/view/30252

https://www.revistaarcadia.com/libros/articulo/el-problema-de-la-tierra-albsalon-

machado-entrevista/63834

https://academia.unad.edu.co/images/investigacion/hemeroteca/revistainvestigaciones/v

olumen11num1%202012/13.%20Tendencias%20historiograficas%20%20sobre%20el

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