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Frazer y Pitt-Rivers
Del totemismo y la magia a la tecnología y los museos
Se h a dicho, con justificación , que Frazer influyó m ás sobre los novelistas y poetas que
sobre los antropólogos. R. G . L ienhardt (1 9 6 8 ) m enciona, a este p ropósito, a R. K ipling,
T. S. Elliot, Ezra Pound y D . H . Law rence. A lgo sem ejante p odría decirse de C . Lévi-
S tiau ss, el Frazer de nuestros días, cuya influencia m ayor se ejerce fuera del terreno de la
antropología científica, principalm ente sobre ensayistas, poetas y novelistas.
E s u d icotom ía está presente en la obra del m ás ilustre de los estudiantes de Frazer, B.
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M alinow ski. Se ignoran, con excesiva frecuencia, las raíces “m ágicas ” (idealistas) tanto del
funcionalism o de M alinow ski com o del estructuralism o de Lévi-Strauss. Véanse los ensa
yos de E. L. Leach (1 9 6 5 ) y de A. Palerm (1969).
Frazer no podía escribir con brevedad sobre ningún asunto. D os artículos de 1885
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.. .¿Cuál será el color de la tela que los H ados están tejiendo ahora
en el susurrante telar del tiempo? ¿Será blanco o rojo? N o sabría
m os decirlo. U na luz tenue y parpadeante ilum ina la parte ya co
menzada de la tela. Las nubes y una espesa oscuridad ocultan la
otra parte.
N uestro largo viaje de descubrim iento ha term inado y
nuestra barca, al fin en el puerto, ha dejado caer sus velas fatigadas.
U na vez m ás seguimos el cam ino de N em i... M iram os hacia atrás y
vemos el cielo encendido por el crepúsculo, su gloria dorada des
cansando sobre R om a com o la aureola de un santo m oribundo,
tocando con una cresta de fuego la cúpula de San Pedro... Llega
mos a N em i y m iramos el lago en su hoya profunda, desaparecien
do rápidamente entre las som bras crepusculares... El templo de la
diosa de las silvas, en verdad, se ha desvanecido y el rey del bosque
ya no hace de centinela de la R am a dorada. Pero los bosques de
N em i son todavía verdes, y cuando muere el crepúsculo en el po
niente nos llega, traído por el soplo del viento, el tañido de las
cam panas de la iglesia de R om a tocando el Angelus, ¡A veM aría!...
¡Le roi est mort, vive le roil
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Sobre el tótem
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T o te m is m o y magia
La explicación general del totem ism o, que parecen indicar las ce
remonias del intichiuma, es que consiste prim ordialm ente en un
sistema organizado y cooperativo de m agia, cuyo propósito es ase
gurar a los m iembros de la com unidad, por una parte, una provi
sión abundante de todo aquello que necesitan y, por otra parte,
inm unidad ante los peligros y daños a que el hom bre está expuesto
en su lucha con la naturaleza. D e acuerdo con esta teoría, cada
grupo totèmico estaba encargado de la supervisión y control de
algún departam ento de la naturaleza, del cual tom aba su nom bre y
con el que procuraba identificarse hasta donde era posible. Si las
cosas que componían el departamento asignado a un grupo particu
lar eran benéficas para el hom bre, com o en el caso de los animales
y plantas comestibles, era deber del grupo cuidarlas y m ultiplicar
las; si, por otro lado, eran perjudiciales por naturaleza, o podían
serlo bajo ciertas circunstancias, com o en el caso de bestias ham
brientas, serpientes venenosas, lluvia, viento, nieve y así por el esti
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para perm itir que los demás lo com an; no sólo esto, sino que su
verdadera tarea y función en la vida es procurar para sus com pañe
ros de tribu el abastecim iento del anim al o planta del cual tom a su
nombre...
V isto bajo esta luz, el totem ism o es un sistem a totalmente
práctico... N o hay nada vago o m ístico en él... [nada] ajeno al pen
sam iento simple, sensualista y concreto del salvaje... Es la creación
de una filosofía cruda y bárbara... La religión no tiene lugar [en
ella]... Será después... cuando im aginará a los dioses y les pedirá
que muevan los resortes que están fuera de su alcance...
Religión y magia
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A pesar de esto, Pitt-Rivers fue reconocido por sus colegas y por las instituciones acadé
m icas com o un verdadero profesional. Fue presidente tanto del Instituto de A n tropología
com o de la Sociedad Arqueológica. Véase la nota biográfica de J. H awkes (1968).
“ O n the im provem ent o f the tifie as a w eapon for general use” , en el Jo u rn al o f the
United Service Institution, 1858. £1 artículo m uestra, a la m anera darw iniana, los.efectos
acum ulativos de una serie de pequeños cam bios y alteraciones tanto en ei rifle com o en las
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escandinavos {cfr. Palerm , 1976), y con las que prevalecieron en E stados U n id os desde la
reacción antievolucionista (véase de C . Wissler, “ D octrine o f evolution and anthropology” ,
American Anthropologist, 1913, y The American Indian, 1917, M cM urtrie, N ueva York).
N o trato en este volum en los trabajos arqueológicos de Pitt-Rivers, que sus colegas de
hoy día consideran de la m ejor calidad. Hawkes (19 68 ) dice que sus técnicas de excavación
serían extraordinarias incluso ahora, y que sus registros de cam p o son inm ejorables.
Sin em bargo, aun el volum en de M . H arris (19 68 ), tan declaradam ente m aterialista,
incurre en el m ism o defecto. Encuentro, en este caso, m ucho m ás equilibrado el juicio de
Penniman (1965) sobre Pitt-Rivers.
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El d esarrollo de la rueda
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C a p ítu lo 6
Haddon
La e x p e d ic ió n d e C a m b rid g e y la re c u p e ra c ió n
e tn o ló g ic a del tra b a jo d e c a m p o
” V éanse los volúm enes anteriores de esta H istoria de la etnologia, I. Los precursores y II.
Los evolucionistas.
W illiam Jam es, el fam oso psicólogo de H arvard, contaba con m alevolencia que al pre
guntar a Frazer si conocía a alguno de los nativos sobre los que tanto escribía, éste contes
tó: “ ¡D ios me libre!” .
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“ Las cuestiones referentes a los riesgos de la disociación entre la actividad académ ica y la
investigación, lo m ism o que a las ventajas del trabajo de cam po para la buena form ación
de los etnólogos y p ata el progreso de la etnología, se discuten m ás apropiadam ente en el
contexto de Boas y los boasianos en Estados Unidos.
N o es accidental para la historia de la antropología que H add on enviara a su discípulo
Radcliffe-Brown a realizar su fam osa investigación entre los negritos de A ndam án. Por
otra parte, son conocidas las relaciones de M alinowski con Seligm an, m iem bro de la expe
dición de C am bridge, y m is tarde im pulsor principal de los estudios africanistas.
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“ A lgunos historiadores de la antropología (cfr. Penniman y Low ie, por ejem plo), parecen
creer que fue la prim era expedición científica de esta clase. C ien años antes de la de
C am bridge, la expedición m exicana al Pacífico había realizado objetivos parecidos (véase
el volum en de J. C . Arias D ivito, 1 968). Existen otros antecedentes de im portancia sem e
jante para la etnología. '
V éase C arm en V iqueira, Percepción y cultura (1977).
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