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Sociedad y Cultura en Asia Oriental. La Cultura
Sociedad y Cultura en Asia Oriental. La Cultura
P06/87014/02070
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Índice
Introducción .............................................................................................. 5
Objetivos ..................................................................................................... 7
Resumen ...................................................................................................... 82
Bibliografía ................................................................................................ 85
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Introducción
Cabe decir que algunas formas culturales (como el cine) tienen gran fuerza en
un contexto globalizado como el que nos rodea hoy en día, por el hecho de
que son comunes y compartidas cada vez por más gente de manera práctica-
mente simultánea. Es importante, pues, que, ante esta aparente unificación de
la cultura y de productos que nos pueden parecer próximos, seamos capaces
de descodificar las manifestaciones artísticas y culturales procedentes de Asia
oriental que nos llegan cada vez más habitualmente a Occidente (películas o
novelas populares, por ejemplo). Del mismo modo, también es importante
que, contextualizándolas en un marco histórico propio, consigamos entender-
las de un modo realmente profundo –más allá de los aspectos comunes que
compartan en el mundo globalizado que las hace circular.
Objetivos
Los objetivos que nos proponemos alcanzar en este módulo didáctico son los
siguientes:
4. Relacionar los contenidos del módulo con las reflexiones de los módulos
anteriores en un ejercicio que nos permita ver la esfera cultural como una
posible síntesis (parcial) de la asignatura.
1. Aspectos introductorios
“La cultura popular se ha convertido en el opio del consumidor, y como ha sido modifi-
cada por las mejoras estilísticas inspiradas por los medios de comunicación de masas in-
ternacionales de Hong Kong y de Taiwan, ha convertido [lo que antes eran] áreas de
protesta en esferas de cooperación.”
Geremie Barmé (1999). In the Red. On Contemporary Chinese Culture (pág. 107). Nueva
York: Columbia University Press.
“Un conjunto de disposiciones que inducen a los agentes a actuar y reaccionar de deter-
minadas maneras. Las disposiciones generan prácticas, percepciones y actitudes que son
‘regulares’ sin ser conscientemente coordinadas o gobernadas por ‘normativa’ alguna.
Las disposiciones que constituyen el habitus son inculcadas, estructuradas, duraderas, ge-
nerativas y traspasables. [...] El habitus también aporta a los individuos un sentido de
cómo actuar y responder en sus vidas cotidianas. ‘Orienta’ sus acciones e inclinaciones
sin determinarlas de manera estricta. Les da un ‘sentido del juego’, un sentido de qué es
lo apropiado dadas las circunstancias y de qué no lo es, un ‘sentido práctico’.”
a) En primer lugar, nos alerta sobre el hecho de que muchas reacciones o ma-
nifestaciones (sociales o culturales, por ejemplo) que pueden parecer naturales
o espontáneas, en realidad han sido inculcadas y vienen determinadas por un
contexto previo. Son, por decirlo de otro modo, una reacción –aunque este
sentido reaccionario no se exprese explícitamente.
pero puede ser que lo que le da sentido en su contexto de origen sea justa-
mente la reformulación de una tradición concreta –y no siempre conocida
en Occidente, por ejemplo.
2.1. Introducción
Mundo flotante
La palabra ukiyo (“mundo flotante”) se utilizaba como sinónimo del término budista
impermanencia, por lo que denotaba la transitoriedad del mundo temporal. El escritor
de kana zóshi, Asai Ryòi (1612?-1691) la empleó en una de sus obras: Ukiyo monogatari
(浮世物語 , Cuentos del mundo flotante, escrita después de 1661) con un matiz distinto. Si
bien la transitoriedad venía acompañada de un sentimiento de tristeza y dolor, ahora
quedaba asociada a los placeres momentáneos. Éste es el significado que pasó a la
literatura y el arte popular del periodo Genroku.
amor y muerte, retrató las vidas de la gente ordinaria y el efecto ejercido por
las obligaciones (giri, 義理 ) y convenciones sociales en las emociones humanas
(ninjó, 人情 ). En sus obras históricas, en cambio, difundió y glorificó los ideales
guerreros, como la lealtad y el coraje.
Grandes ciudades, como Osaka y Edo, que habían desarrollado una vivaz cul-
tura popular en los años anteriores, durante la Restauración Meiji vieron des-
cender tanto la población urbana como el consumo de los samuráis, que
habían perdido sus ingresos. En los albores de la guerra ruso-japonesa (hacia
1905), en cambio, la vida en la ciudad se reavivó con la llegada masiva de tra-
bajadores procedentes de las zonas rurales. De este modo, gentes sencillas que,
tras largas jornadas de trabajo en fábricas y oficinas buscaba diversión, se con-
virtieron en nuevos consumidores. Proliferaron los bares, los cafés, los locales
de espectáculos y las casas de citas. Los productos de tecnología e industria se
introdujeron en prácticamente todos los hogares y, con el tiempo, la fotogra-
fía, los discos y las películas fueron asequibles para la gente común. Los cen-
tros comerciales se convirtieron en el símbolo del nuevo consumo de masas.
Al principio mantenían la especialización tradicional, pero después diversifi-
caron su oferta y poco a poco se convirtieron en centros de entretenimiento
para toda la familia, con áreas recreativas para niños, restaurantes y galerías de
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arte, y por norma general, dotados con una planta dedicada a productos ali-
mentarios y otra a objetos de regalo.
La prensa japonesa se desarrolló a lo largo del siglo XIX. En 1867, tras el de-
rrocamiento del shogunato, surgieron los primeros periódicos modernos de
tirada continua, que sustituyeron la antigua tradición de los bandos Kawara.
El primer periódico que salió a la luz fue el Koko shinbun, mientras que el pri-
mer diario, el Yokohoma Mainichi, se lanzó en 1870, seguido cuatro años más
tarde por el que continúa siendo hoy uno de los periódicos más populares
de Japón, el Yomiuri Shinburi. El primer periódico en lengua inglesa en Japón, Periódico Koko shinbun
Además de aumentar en número, con los años, el carácter de los periódicos fue
cambiando. Si bien en el periodo Meiji tenían por objeto exponer la causa de
una persona o de un grupo determinado, con el tiempo, respaldados por ma-
yores inversiones, se convirtieron en una rama de grandes negocios, provis-
tos de consejos de administración, directivos y plantillas de reporteros. Para
evitar la suspensión en los años de mayor censura, los principales diarios ten-
dían a mantener una posición cauta en los asuntos nacionales. El resultado fue
cierta uniformidad de la prensa japonesa, aunque, en tiempos de entreguerras,
los periódicos se hicieron eco de las reformas populares, como el sufragio uni-
versal, y fueron más abiertamente críticos que en los años treinta, durante el
ascenso del militarismo y el imperialismo. Hoy en día, casi todos los periódi-
cos japoneses son nacionales y políticamente neutrales. Se publican unos 122
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periódicos diarios con una de las mayores tiradas totales del mundo, ya que su
circulación excede los 73 millones de ejemplares. El Yomiuri Shinbun y el diario
de Tokio Asahi Shinbun son los periódicos con mayor difusión, y se publican
cuatro diarios en inglés: Japan Times, Daily Yomiuri, Mainichi Daily News y
Asahi Evening News.
Las dos redes seminacionales (Nippon Hosu Kyoku) reciben fondos públicos
de una tasa especial por aparatos televisivos. Una tiene un contenido altamen-
te educacional, sobre todo se ocupa de la instrucción en lenguas extranjeras,
cursos de matemáticas, etc., y la otra se centra en las redes privadas de interés
general, emite prácticamente el mismo tipo de noticias, además de deportes,
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Japón cuenta con un elevado número de lectores. Muestra de ello es que anual-
mente se publican cientos de revistas literarias y artísticas y que es uno de los paí-
ses donde se realizan más traducciones de obras extranjeras. La iniciativa de
editores pioneros en editar volúmenes de tamaño reducido y bajo coste ha fa-
cilitado considerablemente el acceso a la literatura. Uno de estos editores, Noma
Seiji (1878-1938), fundó una de las mayores firmas del Japón: la Compañía Edito-
rial Kôdansha, que basa su éxito en dar respuesta a intereses y mercados particu-
lares proporcionando materiales de lectura populares. Esta compañía empezó su
labor editorial con narraciones históricas, ya que debe su nombre a los cuen-
tacuentos tradicionales de relatos históricos que estaban desapareciendo en la
época de su fundación, pero pronto fue ampliando su catálogo. Mientras que
Kòdansha publica material de todo tipo, otra gran editorial que también ofrece
ediciones económicas, Iwanami, se centra en obras más selectas e importantes.
En las listas actuales de éxitos de venta de Japón figuran títulos que han sido best-
Lectura recomendada
séllers en todo el mundo, y, a la inversa, los autores japoneses más populares aca-
Sobre Kodansha podéis ver:
ban traspasando las fronteras del país. Si bien tradicionalmente los autores conce-
Noma, S. The nine magazines
bían su actividad en función del gran público y conocían el éxito, la tendencia en of Kodansha: the
autobiography of a Japanese
los años cincuenta, por el contrario, fue establecer una separación neta entre publisher (Londres, 1914).
taishú bungaku ( 大衆文学 , “literatura para el gran público”) y junbungaku ( 純文学 ,
“literatura pura”). Hoy en día, esta distinción no siempre se mantiene: escritores
de éxito que cultivan géneros como la novela policíaca o romántica son tenidos
por buenos narradores, como, por ejemplo, Edogawa Rampo (1894-1965), con-
siderado el padre de la literatura policíaca japonesa (cuyo seudónimo literario es
una transliteración fonética en japonés del nombre de su admirado Edgar Allan
Poe), o Matsumoto Seicho, autor de novelas policíacas hiperrealistas ya desde los
años cincuenta. En la literatura de mujeres japonesa puede mencionarse a Enchi
Fumiko, una de las grandes novelistas de los años sesenta, o la representante de la
escritura “posfeminista”, Ogawa Yòko (nacida en 1962).
Edogawa Rampo
Entre los autores más leídos de las últimas décadas, cabría citar a Murakami
Lectura recomendada
Ryû (nacido en 1952), uno de los primeros autores en tratar temas de sexo y
Murakami Ryu. Azul casi
drogas en sus novelas. Obtuvo el premio literario Akutagawa por Azul casi transparente. Barcelona:
transparente (1976) y vendió un millón de ejemplares de la obra en sólo seis Anagrama, 1998; De la
ultracapacidad de amar, 1995
meses. Ha cultivado diversos géneros y ha producido numerosas películas, y
entre sus éxitos recientes destaca su novela In za miso sópu (2003). Otro de los
Lecturas recomendadas
autores de grandes éxitos de la narrativa de ficción japonesa moderna es
Murakami Haruki (nacido en 1949 en Kobe). Su libro Norwegian Wood (1987) Murakami Haruki. La caza
del camarero salvaje.
vendió más de cuatro millones de ejemplares y se ha traducido a varios idio- Barcelona: Anagrama, 1992;
Crónica del pájaro que da
mas. Desde 1995 vive en Estados Unidos y, además de escribir, se dedica a tra- cuerda al mundo. Barcelona:
ducir autores anglosajones al japonés. Y otro nombre célebre, dentro y fuera Tusquets, 2001; Sputnik, mi
amor. Barcelona: Tusquets,
de Japón, es Banana Yoshimoto (cuyo nombre verdadero es Yoshimoto 2002; Al sur de la frontera, al
oeste del sol. Barcelona:
Maiko, nacida en 1964). Autora de novelas y ensayos, saltó a la fama con Tusquets, 2003.
Kitchen (1988) y todas sus publicaciones han superado el millón de ejemplares Banana Yoshimoto. Kitchen.
Barcelona: Tusquets, 1991;
vendidos. N.P. Barcelona: Tusquets,
1994; Amrita. Barcelona:
Tusquets, 2002; Sly.
Barcelona: Tusquets, 2002.
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En los años veinte, los japoneses publicaron las primeras revistas de cómics ba-
ratas y producidas masivamente. Impresas, por lo general, en color y distribui-
das mensualmente, recurrían en un principio a material estadounidense.
Aunque surgieron como una forma de entretenimiento popular, importada
junto con la incipiente sociedad de consumo de masas, ya en los años treinta
empezaron a incluir material original y de mérito artístico. El formato alcanzó
tanto éxito en Japón, que dio lugar a la aparición de librerías especializadas ex-
clusivamente en cómics.
Poco a poco se empezó a romper la convención de que los niños debían dejar
de leer manga tras la escuela primaria y aparecieron nuevas revistas para jóve-
nes. A finales de los ochenta, casi la mitad del mercado de manga iba dirigido
a un público adulto y hoy en día es habitual que los adultos lean revistas de
este tipo. Así se diversificó la oferta. Los artistas que crearon manga para revis-
tas femeninas introdujeron cambios técnicos y temáticos que ejercieron una
notable influencia en otros manga de los setenta. Sus historias trataban temas
como el sexo, los conflictos con los padres, el amor romántico y la muerte; pu-
lieron los idiomas visuales retratando las emociones humanas. Las revistas
para jóvenes, antes dedicadas exclusivamente a aventuras, combates o depor-
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En 1963 empezó el boom del anime ( アニメ , películas japonesas de dibujos ani-
mados) en la televisión japonesa con la emisión de la serie Tetsuwan Atomu
(denominada en el extranjero Astro Boy), una versión animada del manga del
mismo título creado por Osamu Tezuka. Desde entonces se han adaptado del
manga muchas otras series de dibujos y se ha convertido en una práctica tele-
visiva habitual emitir el anime y lanzar al mercado el manga del mismo título
simultáneamente. La popularidad del manga se ve incrementada con el apoyo
de la televisión, la industria publicitaria y la mercadotecnia surgida a su alre-
dedor, desde videojuegos a juguetes y todo tipo de productos relacionados con
la serie de moda del momento.
Considerado el padre del manga de posguerra, fue uno de los autores más in- Sobre Tezuka Osamu podéis
encontrar:
fluyentes en la historia del cómic. Su primera obra destacada, Shintakarashima
en la editorial Glénat, Black
(“La nueva isla del tesoro”, 1947), era un akabon (literalmente “libros rojos”), Jack (12 volúmenes de los 25
en total), Astroboy, Metrópolis
nombre que se daba a los manga de venta ambulante en la posguerra, impresos y La princesa caballero;
en tinta roja. Posteriormente, creó sus tres obras más populares: Tetsuwan en Planeta deAgostini: Adolf
(5 tomos, completa), Buda
Atom (Astro Boy, 1951-1969), Jungle taitei (El emperador de la jungla, 1950-1954) (10 tomos, completa) y Fénix
(15 volúmenes);
y Ribon no kishi (La princesa caballero, 1953), todas ellas adaptadas para la tele- en Otakuland: Crimen y
visión. Hi no tori (“Fénix”) es su obra más personal y prolongada (1954-1988), castigo, Ayako y Oda a Kirihito
(ediciones íntegras).
y sus obras de madurez Buda (1972-1983), Black Jack (1973-1984) y Adolf Ediciones Norma ha
publicado Tezuka, Escuela de
(1983) han sido traducidas a varios idiomas. Tezuka fue además el primer crea- Animación, realizado por la
productora de animación de
dor que introdujo el tema del crecimiento de los protagonistas en el manga Tezuka.
para niños y cuestiones como la relatividad de la vida humana o del mundo,
el crecimiento y el cambio.
El fenómeno moderno del anime se engloba dentro de otro más amplio, que
es la industria cinematográfica japonesa.
El cine japonés coexiste hoy con el teatro, pero puede decirse que ha ocupado
el lugar que este último desempeñaba en la cultura Genroku como medio de
entretenimiento de masas. Actualmente, en Japón se representan formas dra-
máticas tradicionales –kabuki, nó, los dramas cómicos kyógen ( 狂言 ) y rakugo
( 落語 ), y bunraku– junto con obras de autores japoneses contemporáneos y de Tezuma Osamu
Con la música antigua sucede algo similar a lo que ocurre con el teatro. Los
instrumentos musicales tradicionales –koto ( 琴 ), biwa ( 琵琶 ), taiko ( 太鼓 ),
shakuhachi ( 尺八), hichiriki (篳篥), etc.– siguen ocupando un lugar en la vida
japonesa, y la música tradicional sigue siendo popular, aunque dentro de
un ámbito particular restringido y en convivencia con la música moderna.
La música tradicional –folclórica, religiosa, la antigua música cortesana (ga-
gaku [ 雅楽 ]) y la música para teatro– se continúa ejecutando en las repre-
sentaciones de formas culturales y religiosas tradicionales. La música
folclórica japonesa, de origen muy antiguo, se expresa en formas de carác-
ter religioso, canciones de trabajo o acompañamientos de danzas, y es in-
terpretada en representaciones folclóricas, como los bailes de máscaras, el
teatro folclórico y las danzas comunales. La música kagura ( 神楽), vinculada
al sintoísmo, se utiliza en las ceremonias religiosas o en las funciones im-
periales, así como en los festivales folclóricos sintoístas. La música budista
suele acompañar las danzas bon-odori ( 盆踊り ) del festival de los difuntos o-
bon ( お盆 ), se recitan cantos y a veces incorporan la flauta, el tambor y el
shamisen, campanas, etc.
Desde que empezaron a llegar las influencias de la música occidental, con las
bandas militares en la época Meiji, los compositores japoneses han venido de-
sarrollando nuevas formas basándose en modelos occidentales. La música que
se enseña en las escuelas públicas es occidental y Japón posee ahora muchas
orquestas y compañías de ópera excelentes. La música clásica está especial-
mente presente en todo el país, desde grandes orquestas sinfónicas a socieda-
des corales o grabaciones para uso doméstico en equipos de alta tecnología.
Uno de los compositores contemporáneos más populares en Japón es Take-
mitsu Tôru (1930-1996). Produjo una nueva música con instrumentos japo-
neses utilizados a la manera occidental, como su célebre November Steps II
(1967), un concierto doble para orquesta e instrumentos japoneses, escrito Takemitsu Tfru
con motivo del 125 aniversario de la Orquesta Filarmónica de Nueva York. En
composiciones como Relieve estático (1955) o Mizo no ky o ku (1960), utilizó téc-
nicas modernas de composición, como la electrónica, y entre sus últimas crea-
ciones se encuentran la banda sonora de la película Ran (1985), de Akira
Kurosawa, y la composición orquestal Visiones (1990).
Junto con la música clásica, todas las nuevas tendencias musicales occi-
dentales han ido penetrando en Japón (jazz, rock, pop, etc.) y han sido
cultivadas y transformadas por los músicos japoneses y bien acogidas
por el público, de manera tal que ya forman parte del bagaje musical de
gente de todas las edades, aunque sobre todo de los jóvenes.
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Karaoke ( カラオケ )
Es un entretenimiento musical muy popular en Japón cuyo nombre deriva de
dos palabras, karappo ( 空っぽ , “vacío) y okesutura ( オケスツラ , “orquesta”). La
moda, que siguen hoy muchos establecimientos públicos, en los que los clien-
tes pueden cantar canciones cuya música está grabada sin voz, se originó en la
década de 1970 en un café de Kobe, cuando el músico contratado no pudo ac-
tuar y el propietario preparó algunas cintas instrumentales para que los clien-
tes cantaran con ellas. El éxito fue inmediato en el país y durante las dos
décadas siguientes se extendió por todo el mundo. Poco tiempo después se co-
mercializaron vídeos y discos compactos especiales para karaokes, con música,
imágenes y las letras de las canciones en un monitor de televisión, y actual-
mente se versionan para karaoke no sólo los éxitos pasados, sino también los
del momento.
llegaban sobre todo del cine americano, por ejemplo de D. W. Griffith. Por
influencia de estas nuevas técnicas expresivas se buscó una interpretación
más realista y se empezó a contratar por primera vez a actrices para los pape-
les femeninos en lugar de a los onnagata. Este periodo de entreguerras estuvo
caracterizado también por la lenta implantación del cine sonoro, una enor-
me producción comercial y un mayor control por parte del Gobierno. Aun-
que la censura desapareció con la ocupación norteamericana después de la
Segunda Guerra Mundial, se estableció una oficina para supervisar los con-
tenidos de las películas.
En los años cincuenta y sesenta prosperó el cine de autor, con nombres desta-
cados, como Kurosawa Akira (1910-1998), Ichikawa Kon (1915) o Kobayashi
Masaki (1916-1996), además de Naruse, Ozu y Mizoguchi. De ahí que los his-
toriadores del cine hablen de una segunda edad de oro del cine japonés entre
1950 y 1959. Kurosawa obtuvo en 1951 el máximo galardón en la Muestra del
Cine de Venecia con su obra maestra Rashómon (1950) y atrajo de este modo
la atención internacional sobre el cine japonés. Ese mismo año aparecía la pri-
mera película japonesa en color: Karumen kókyó ni kaeru (1951), de Keisuke Ki-
noshita, y se iniciaba un periodo de experimentación e innovaciones técnicas.
喜劇 ), un subgénero den-
En el cine comercial triunfaban las comedias (kigeki,
tro de los dramas de la pequeña burguesía (shomingeki, 庶民劇), además de las
películas de época y de samuráis. Otro género enormemente popular eran las
películas de fantasmas, que a menudo adaptaban sus guiones a relatos fantás-
ticos y se solían estrenar coincidiendo con la festividad de los difuntos. Y en
una línea radicalmente diferente a los filmes de posguerra sobre la bomba ató-
mica (hibakusha eiga, 被爆者映画 ), a partir de los años cincuenta nació un nue-
vo género fílmico que explotaba la idea de los efectos de las radiaciones en la
creación de seres fantásticos, las películas de monstruos (kaijú eiga, 海獣映画 ),
como la famosa Godzilla (1954), de Honda Ishirò. Las películas de yakuza
(gángsters o mafia japonesa) también se iniciaron por esa época y aunque ac-
tualmente continúa siendo un género popular, ya en los años setenta y ochen-
ta la violencia gratuita desplazó el tema del código de honor que las había
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caracterizado. Otras películas de género que atraían a un gran público son las
de ninja, espías asesinos dotados de poderes sobrenaturales. Todos estos géne-
ros inspiraron el cine de animación que, por primera vez, llevó a la gran pan-
talla japonesa la productora Toei en 1958 con el largometraje La leyenda de la
Señora Pai-Niang, de Taiji Yabushita.
Beat Takeshi, como se le conoce en Japón, es una estrella mediática, actor, có-
mico manzai y director, y en los últimos años se ha convertido en un cineasta
de culto en Occidente. Ha cultivado una filmografía muy personal con una
combinación de violencia y poesía que definen su estilo. Ha revisado el género
yakuza en películas como Violent Cop (1989) y Sonatine (1993), premiada en el
Festival de Cannes. Tras un grave accidente de motocicleta en 1994, volvió al
cine con Kids (1996). Su película Hanabi (1997) obtuvo el León de Oro en la
Muestra de Venecia. Sus últimas películas alternan la mezcla de géneros con
la revisitación de la tradición, una expresión poética y pictórica, en tono lírico
y con un humor absurdo, ironía y ternura, como en El verano de Kikujiró
(1999), Brother (2000) y Dolls (2003).
Takeshi Kitano
2.3.4. Deportes
deportivos, sobre todo desde que se celebraron en Tokio los Juegos Olímpicos
en 1964.
En Japón hay 28 escuelas de sumo y numerosos torneos cada año: tres en To-
kio y los demás en Osaka, Nagoya y Fukuoka. Cada torneo dura quince días,
durante los cuales cada luchador se enfrenta a diferentes oponentes con el ob-
jetivo de sacarlos de la arena o tirarlos al suelo. Originalmente, las luchas se
realizaban con la finalidad religiosa de aplacar a los dioses y estuvieron asocia-
das a las festividades de la recogida de cosechas. Todavía hoy se celebran com-
bates de demostración de sumo en otoño para dar gracias por la cosecha
obtenida. Según las crónicas antiguas, incluso a veces se evitaron o decidieron
batallas enfrentando a dos expertos de sumo en una lucha para resolver las di-
ferencias.
Además del sumo, hoy en día se practican otras artes marciales en Japón como
medio de defensa personal, como deporte de competición o como ejercicios
de preparación física. Proceden de métodos variados de combate sin armas
usados originariamente en guerras en el Lejano Oriente y conformados por
conceptos filosóficos de Asia oriental, especialmente del budismo Zen. Según
la tradición, a principios del siglo VI d. C., Bodhidharma, patriarca del zen ori-
ginario de la India, llevó el budismo Zen a China junto con un sistema de die-
ciocho ejercicios de autodefensa. Los ejercicios evolucionaron hacia una
forma de boxeo que, junto con el Zen, se extendieron por toda China y en el
siglo XII llegaron a Japón. Las formas más conocidas son karate, jiujitsu, judó,
aikidó, kendó, kung fu, tai chi chuan y taekwondo (de origen coreano). Los tipos
de lucha que más seguidores tienen en Japón son el kung fu (boxeo chino) y el
kárate. El judo se introdujo por primera vez en los Juegos Olímpicos de Tokio
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de 1964 y fue desarrollado a partir del jujitsu (arte marcial que intenta aprove-
char la fuerza del atacante en beneficio propio) en 1882 por el doctor Jigoro
Kano, un educador japonés; lo mismo ocurre con el aikidó, también del siglo
pasado. De kendó o esgrima japonesa, deporte que deriva de la antigua lucha
con espada, y de tiro con arco, se organizan periódicamente multitudinarias
exhibiciones, como el concurso celebrado anualmente el 15 de enero en el
templo Sanjusangendo, de Kioto, donde se concentran participantes de todo
el país.
Pero, sin duda, el deporte con prácticamente tantos aficionados como el sumo
es el béisbol, introducido en Japón por un estadounidense, Horace Wilson, en
1872. Tiene un gran seguimiento, sobre todo en las escuelas y en la universi-
dad. El juego profesional existe desde hace 50 años y cuenta con dos ligas (la
Central y la Pacific), con un total de 12 equipos. Los equipos americanos jue-
gan a menudo en Japón al finalizar la temporada regular. Cada verano, unas
4.000 escuelas de secundaria toman parte en el All Japan Baseball Tourna-
ment, que se celebra cerca de la ciudad de Osaka. Otro deporte popular es el
fútbol, del que ya existía una forma antigua llamada kemari en el siglo VII. En
1956 comenzó la Copa de Asia de Selecciones Nacionales, que se celebra cada
cuatro años y que Japón ganó en 1992. El golf experimentó un crecimiento es-
pectacular en Japón tras finalizar la II Guerra Mundial en 1945, pese a su ele-
vado coste en un país con escasez de espacio para campos de golf; junto con
el tenis, es el deporte preferido entre los hombres de negocios.
Los ritos y las observancias relacionados con la cultura cristiana se han hecho
un lugar en la vida urbana japonesa, sobre todo la Navidad, durante la que,
pese a no ser una fecha festiva en Japón, las decoraciones navideñas son una
constante en los centros comerciales. Incluso otras celebraciones de origen
cristiano se han incorporado totalmente a la vida japonesa, como Halloween
o San Valentín, que se hizo popular durante los años setenta, y la práctica de
que las mujeres regalen chocolate ese día está muy extendida. También las bo-
das según el ritual cristiano son cada vez más comunes entre las parejas japo-
nesas.
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Las visitas a templos y santuarios son una parte integrante de la vida de los ja-
poneses. Hoy en día, muchos templos budistas ofrecen programas educativos
o sociales e incluso han abierto sus puertas a los turistas. Puesto que algunos
son muy célebres por sus bellos jardines, es bastante común acudir a ellos, así
como a parques públicos, a las villas y los palacios imperiales o a las zonas ru-
rales y a las montañas, para contemplar los cerezos en flor (sakura, 桜 ) en el
mes de febrero, y, en octubre-noviembre, el color rojizo que adquieren los ce-
dros japoneses (momiji, 椛 ) en otoño. Esta práctica, conocida como hanami
( 花見, literalmente, "mirar las flores"), sigue muy viva en la actualidad y sirve
como pretexto para conocer los tesoros que guardan algunos templos, que
sólo abren sus puertas a los visitantes durante determinadas épocas del año,
pero, sobre todo, para pasar el día en familia al aire libre, hacer un picnic (con
un o-bento [ お弁当 ], o comida para llevar) o comer en alguno de los restauran-
tes que, junto a numerosas tiendas de artesanía, productos locales y souvenirs
(o-miyage [ お土産]), abundan en los aledaños de los templos.
Los japoneses suelen acudir a los templos y los santuarios en las festividades o
en visitas ocasionales, pero también durante al menos seis ocasiones, que se
corresponden con los estadios de la vida de la persona para llevar a cabo una
especie de “ritos de paso”. La primera de ellas es el nacimiento (tanjô [ 誕生 ]).
Según una antigua creencia popular, un niño nace cuando la deidad del naci-
miento (ubugami [ 産神 )]) le concede un alma. El niño recibe su nombre a la
séptima noche (shichiya [ 七夜 ]) de su nacimiento y es presentado a sus parien-
tes. Trece días después del nacimiento, los padres llevan al niño al santuario
local y lo presentan ante el kami tutelar. También tiene lugar una celebración
familiar especial en la fecha del primer festival infantil (hina matsuri si es niña
y tango no sekku para los niños) y el día de su primer cumpleaños. El día 15 de
noviembre se organiza una gala para los niños y niñas de tres, cinco y siete
años de edad (sichi go san [ 七五三 ]) en los santuarios locales. Los padres llevan
a sus hijos de esa edad para que la deidad protectora local salvaguarde su cre-
cimiento.
Otra ocasión señalada es la fiesta por la mayoría de edad (seijin shiki [ 成人式 ]),
que actualmente es una ceremonia cívica celebrada el 15 de enero para chicos
y chicas que han cumplido o cumplirán ese año los veinte, edad en la que ya
serán considerados adultos y podrán contraer matrimonio sin el permiso pa-
terno. Durante el periodo feudal, la mayoría de edad para los niños era entre
los trece y los diecinueve años y se celebraba un rito especial denominado
genpuku ( 元服 , “primeras ropas”), es decir, las ropas de la edad adulta. Los hijos
de los samuráis de alto rango recibían un nuevo nombre y un sombrero sim-
bólico de su nuevo estatus durante una ceremonia oficial. Los hijos de los
samuráis de rango inferior o de la gente común recibían nuevas ropas en una
ceremonia familiar.
Por último cabe mencionar los ritos mortuorios (tomurai [ 弔い ]). Aunque la re-
lación tradicional entre los templos budistas y sus adeptos, centrada en los ri-
tos ancestrales requeridos por las familias a los oficiantes del templo, ha
perdido peso con la rápida urbanización de las décadas recientes, todavía la
mayoría de los japoneses recurre a los rituales funerarios budistas. Pero tam-
bién se celebran ritos en memoria de la persona fallecida durante la Festividad
de los Difuntos (bon) y el primer, tercer, séptimo, trigésimo tercero y, en algu-
nos distritos, el cuadragésimo noveno aniversario de su muerte. La familia lle-
va luto durante cuarenta y nueve días y las observancias concluyen con la
denominada tomurai age ( 弔い上げ , “consumación de los ritos mortuorios”)
cuando se considera que el espíritu de la persona fallecida pierde su individua-
lidad, se une al kami de los ancestros y puede reencarnarse en un recién nacido
guiado por el kami del nacimiento.
Los ritos sintoístas son de dos tipos: ritos para solicitar favores de los kami y ritos
de purificación. Los primeros reciben el nombre genérico de matsuri ( 祭り ), tér-
mino que significa “adorar”. El sacerdote oficiante recita las invocaciones para
que el kami descienda al yorishiro (una varilla ritual adornada con banderolas
de papel blanco que ha sido colocada en el recinto sagrado) y entonces se le
hacen ofrendas propiciatorias, bebidas y alimentos como arroz, algas marinas,
pescado o sake. También hay música, danzas y cantos tradicionales. Antigua-
mente había formas de adivinación oraculares que hoy sobreviven en forma
de desafíos (kyogi), una lucha, tiro de soga, una carreta de caballos, peleas con
espadas o con arcos y flechas. También se suele transportar un relicario o san-
tuario portátil (mikoshi [ 神輿 ]) por las calles. La ceremonia suele concluir con
una plegaria de petición que aplaca al dios durante su visita y en la que le so-
licitan la concesión de favores.
con agua (mizugori). También puede purificarse de las impurezas a toda la po-
blación por igual en el ritual de la ôharai o Gran Purificación. Hay costumbres
muy arraigadas, herencia de estas creencias, que perviven todavía, como el ri-
tual matutino de kadohaki ( 角掃, “barrer”) y mizukami (水上, “escanciar agua”),
que todavía es posible ver hoy en las zonas rurales o las grandes ciudades,
como Kioto. Por la mañana, en los hogares y en los negocios, existe la costum-
bre de purificar el exterior de las casas o de las tiendas barriendo el suelo con
una escoba y derramando algo de agua.
Los principales ritos anuales del calendario japonés pueden ser clasificados
en tres grupos: el Año Nuevo y la Fiesta de los Difuntos, que son fiestas de-
dicadas a los antepasados; rituales agrícolas referidos a la anticipación de
buenas cosechas venideras o en agradecimiento por las recibidas, y rituales
de exorcismos o purificación. Aunque actualmente están desprovistos de las
connotaciones religiosas originales y antiguamente estaban estrechamente
vinculadas con las prácticas ancestrales propias de sociedades agrarias, cuyo
ritmo de vida discurría muy atento al paso de las estaciones, estos ritos son
seguidos por gran parte de la población, tanto en el ámbito privado como en
las festividades comunitarias, que marcan una interrupción de las activida-
des de la vida diaria.
cosecha de arroz anual (toshigami [ 年神 ]). Durante la semana que dura la cele-
bración, la familia se reúne y prepara una comida especial conocida como zôni
( 雑煮 ), que consiste en una especie de sopa con una torta de arroz y verduras
variadas. La primera visita del año se realiza a un santuario shintô o a un tem-
plo budista. Los alumnos se felicitan y renuevan sus lazos con sus profesores,
los empleados con sus jefes y los hijos con sus padres.
kami tutelar de su zona ese día con rituales y ofrendas para predisponer favo-
rablemente a la divinidad.
o) Festival del kami del agua (suijin sai [ 水神祭 ]), el 1 de diciembre. Como en
el festival de junio, el propósito es ahuyentar las calamidades apelando al kami
del agua. Al igual que junio, diciembre es considerado un “mes de tabúes”.
Desde mediados del mes, la gente limpia sus casas, hace las reparaciones nece-
sarias, cuelga en la entrada las cuerdas de paja rituales e inicia otros preparati-
vos para el Año Nuevo. Y de este modo, el ciclo de celebraciones anual vuelve
a comenzar.
© FUOC • P06/87014/02070 40 La cultura
bastante largo (se considera que el periodo jindai o de final de la dinastía Qing
va aproximadamente de 1895 a 1919, aunque hay historiadores que lo remon-
tan a 1840 y las primeras Guerras del Opio) y que posee particularidades (eco-
nómicas, sociales, culturales y literarias) que le otorgan un carácter propio más
que de transición. En el caso de la cultura popular, el hecho más destacable de
este periodo es el desarrollo de la prensa escrita: diarios y revistas ayudaron a
articular una sociedad a la vez “tradicional” y “moderna”, tal como ya hemos
visto en módulos anteriores.
Durante las décadas de los veinte, los treinta y los cuarenta, el Shanghai mo-
Lectura suplementaria
derno y el desarrollo de una potente cultura urbana –caracterizada por el con-
T. Huters (2005). Bringing the
sumo, la industria cinematográfica y la publicidad– representaron un nuevo World Hore: Appropriating the
West in Late Qing and Early
impulso en la articulación de una cultura popular global y a la vez local, con Republican China. Honolulú:
Hawai'i University Press.
grandes contrastes sociales (como hemos visto en módulos anteriores) y que
también tendrá continuidad en las últimas décadas del siglo XX.
Lectura recomendada
El alcance real del supuesto monopolio del Gobierno chino sobre la li-
La revista Positions: east asian
teratura, el arte y la mayoría de los aspectos de la vida cotidiana requiere critique dedicó un número
monográfico a Alain Badiou y
un análisis profundo que preste atención a las dinámicas y las manifes- la reinterpretación de la
taciones alternativas de la cultura popular (más allá de los anuncios ofi- Revolución Cultural. Podéis
ver Positions: east asian critique
ciales) y que tenga en cuenta la manera en que las directrices oficiales núm. 13, vol. 3 (2005).
se mezclaron con las prácticas populares.
© FUOC • P06/87014/02070 42 La cultura
La canción “El Este es rojo” es, quizás, el ejemplo más representativo de esta
dinámica. Durante la Revolución Cultural, cuando Tian Han –autor del himno
oficial de la República Popular China– fue encarcelado y, por lo tanto, el him-
no oficial pasó a tener mala reputación, “El Este es rojo” se convirtió en una
especie de himno oficioso. La canción no es nada más que una adaptación de
una melodía popular tradicional, que pasó a formar parte de la banda sonora
cotidiana de millones de ciudadanos, sonando casi continuamente en altavo-
ces de ciudades, escuelas, universidades, etc.
En este sentido es esencial tener presentes las dimensiones geográficas de la República Po-
pular –con la diversidad territorial, étnica y cultural que ello implica, evidentemente.
Aunque el alcance del poder oficial fue enorme, la envergadura geográfica provoca que
sea prácticamente imposible uniformizar y controlar ideológicamente y sin resquicios
todo este territorio.
La calidad literaria de estas obras era –siempre según Link– bastante medio-
cre, con errores de escritura frecuentes (caracteres mal escritos o mal simpli-
ficados) y falta de coherencia estilística o narrativa (cambios sorprendentes
en el argumento, por ejemplo). Los protagonistas eran planos, unidimensio-
nales y respondían básicamente a estereotipos habituales de la época: tanto
los personajes marcados por la ideología oficial (patriotas, bondadosos, con
un alto sentido del deber y de la moralidad) como otros personajes de raíz
más popular (estas obras daban a Mao o a los dirigentes más famosos del Par-
tido, por ejemplo, un trato más próximo y familiar) que matizaban la ideo-
logía oficial impuesta desde el Gobierno o contrastaban con la misma.
Aunque el análisis de Link se centra en los shouchaoben de entretenimiento,
también hace constar que había obras de contenido político, filosófico o
poético. En el caso de las de entretenimiento, incluían creaciones originales,
copias de obras anteriores a 1949 o traducciones, versiones o adaptaciones
de obras extranjeras de autores como Conan Doyle o Julio Verne –que, recor-
démoslo, habían tenido una aceptación extraordinaria durante los años
veinte y treinta.
Lectura recomendada
El alcance de la cultura popular es, pues, mucho más profundo de lo que
a menudo se declara desde el pensamiento o la ideología dominantes. P. Link (1989). “Hand-
Copied Entertainment
Los relatos que circulaban oralmente o en formato manuscrito de ma- Fiction from the Cultural
Revolution”. En: P. Link y
nera clandestina convivían en el día a día con los eslóganes, los discur- otros. Unofficial China:
Popular Culture and Thought
sos y otras formas culturales oficiales. El estudio que realizamos in the People's Republic.
requiere, por lo tanto, una aproximación multidimensional, que tenga Boulder: Westview.
en cuenta todos estos aspectos y que abarque tanto los dos terrenos de-
limitados por la frontera entre oficial y no oficial como el territorio hí-
brido que comparten.
¿Por qué son relevantes para nosotros estas reflexiones teóricas sobre el con-
Lectura complementaria
cepto de moderno y posmoderno y qué relación tienen con el contexto de la cul-
Xiaobin Yang (2000).
tura popular china que nos ocupa en este apartado? “Answering the Question:
What Is Chinese
Postmodernism/Post-Mao-
En primer lugar, porque estas reflexiones ponen sobre la mesa las característi- Dengism?” En: David Wang
(Ed.), Chinese Literature in the
cas de la sociedad china (o sociedades chinas) y de la cultura que le es propia. Second Half of A Modern
Century: A Critical Survey.
Plantearse la relación entre China y la transición del modernismo al posmo- Indianápolis: Indiana
dernismo globalmente implica, en el fondo, abordar unas particularidades de University Press.
En segundo lugar, porque estas reflexiones nos aportan una perspectiva y una
metodología de análisis: nos dan pistas sobre qué preguntas nos tenemos que
plantear y en qué aspectos nos debemos fijar al examinar características y ma-
nifestaciones de la cultura china contemporánea. En este sentido, no nos inte-
© FUOC • P06/87014/02070 47 La cultura
Lectura recomendada
Hay que ser muy prudente, pues, al aplicar conceptos como posmoderno,
A. Dirlik; Zhang Xudong
occidentalizado o global a contextos no necesariamente occidentales. A (Ed.). (2000). Postmodernism
pesar de que parezcan conceptos aparentemente neutros o que se basen & China. Durham y Londres:
Duke University Press.
en un momento de uniformización mundial, pueden borrar las particu-
laridades de las sociedades y culturas no occidentales que reciban estos
calificativos.
Estas actitudes cambiantes (que pueden implicar, por ejemplo, que un cineas-
ta como Zhang Yimou sea alabado por el Gobierno y que, poco tiempo des-
pués, se le censure una película) pueden parecer confusas, especialmente
desde una perspectiva occidental. Zhang Xudong ha calificado esta combina-
ción como una “relación triangular” entre las esferas oficial, popular (en el
sentido de cotidiana) y comercial:
“Aunque parezca que China ha entrado con firmeza en el mercado mundial, existe un
complejo nudo de relaciones de poder formado entre el Estado, el dominio de lo cotidia-
no y el capitalismo global. Fruto de este nudo [...] se generan diversas agencias sociales,
políticas culturales y estrategias retóricas” (pág. 29).
© FUOC • P06/87014/02070 48 La cultura
“Aunque China sigue siendo represora políticamente, una relativa libertad económica
[...] en la esfera cultural permitió un liberalismo que estimuló la esfera social autónoma
y progresivamente rodeó a los individuos [que se encuentran situados] en la encrucijada
entre las culturas oficiales, comerciales y no oficiales” (pág. 116).
a) oficial,
b) no oficial,
c) popular o cotidiana,
d) comercial.
Como veremos, los límites entre dichas esferas son difusos y difíciles de
trazar con nitidez.
“Tenemos que persistir en la política del camarada Mao Zedong para asegurar que nuestra
literatura y nuestro arte estén al servicio de las masas del Pueblo. En primer lugar y ante
todo, tiene que estar al servicio de los trabajadores, de los campesinos y de los soldados.
Tenemos que persistir en que las políticas hagan florecer centenares de flores, que aban-
donen lo antiguo por lo nuevo, que adopten lo extranjero para servir a China y que uti-
licen el pasado para servir al presente. En términos de creación cultural, tenemos que
abogar por un desarrollo libre de diferentes estilos y géneros. En el dominio de la teoría
cultural, tenemos que abogar por un debate libre entre diversos puntos de vista y corrien-
tes académicas” (discurso oficial de Deng Xiaoping citado en Barmé, pág. 20).
“[...] que las obras culturales reflejaran el socialismo, dieran expresión a los ideales comu-
nistas y al espíritu de la era socialista, que revelaran sus principales contradicciones y des-
cribieran el nuevo hombre socialista, y que llenaran al pueblo de entusiasmo y fomentaran
la unidad entre las masas” (Barmé, pág. 26).
Por otra parte, esta apertura hacia la cultura de masas se produjo en paralelo a
la preponderancia de la economía, que afectó a todas las esferas de la sociedad
china, incluida la oficial. El impulso (o el frenesí) económico desembocó en
una fiebre consumista que se esparció por un país que aún mantenía la amar-
gura y la austeridad del periodo de la Revolución Cultural y, evidentemente,
afectó a la producción cultural. La expresión que el mismo Deng Xiaoping uti-
lizó en 1992 durante su famosa visita oficial al sur de China, “hacerse rico es
glorioso”, se convirtió en poco menos que un himno nacional. La repercusión
de este nuevo enfoque en el que la economía y el comercio eran preponderan-
tes (paradójicamente lanzado por un Gobierno nominalmente socialista) fue
de gran magnitud y afectó a muchas esferas de la sociedad. Como dice Zha
Jianying, “el Partido no concede más libertad política, pero ha concedido más
libertad económica, que, como todo el mundo sabe, no se puede limitar úni-
camente a la economía” (pág. 11).
Vista esta situación, Barmé propone términos como subcultura o cultura no do-
minante para todos los escritores, artistas, directores de cine, pensadores y
agentes culturales diversos cuyas obras no encajan completamente en las di-
rectrices culturales del Gobierno, pero que consiguen encontrar una manera
de salir o incluso aprovecharse (pág. comercialmente) de esta posición alter-
nativa pero no frontalmente opositora: “Las prohibiciones del Gobierno ya no
marcan necesariamente el final de una carrera, sino que, cuando se saben ges-
tionar correctamente, a menudo pueden añadir al perfil público el de artista
controvertido” (Barmé, pág. XVII).
De la misma manera que puede ser erróneo restringir a una única di-
mensión oficial hermética y sin resquicios toda la circulación de obras
literarias durante épocas como la Revolución Cultural, también puede
ser excesivamente simplista pensar que el desarrollo consumista ocurri-
do en China durante los años noventa implicó una reducción del poder
oficial del Estado. La escena sociocultural se tornó bastante compleja y
la esfera oficial siguió teniendo un papel importante como uno de los
polos que determinaron las negociaciones.
Esta reflexión es muy similar a la que hemos hecho en el módulo anterior respecto la so-
ciedad civil: tal como hemos visto, no se puede hablar con claridad de una separación
nítida entre Estado y sociedad civil. La separación total entre Estado y cultura popular es
igualmente problemática.
Como dice Geremie Barmé con un aire más pesimista o escéptico: “Los artistas
[chinos contemporáneos] luchan por mantener o conseguir su independencia
[...] y quedan confrontados con una elección entre sufrir un ostracismo cultu-
ral completo o bien aceptar los esfuerzos del Estado para incorporarlos a un
nuevo contrato social, en el que el consenso sustituye a la coerción y la com-
plicidad subvierte a la crítica” (Barmé, pág. 2). Por todo ello, pues, hay que ser
prudente a la hora de ver lo que parece un proceso de “occidentalización” o
“globalización” como fenómenos que disminuyen el poder político o que es-
tán completamente al margen del mismo.
Esta interrelación dio lugar a fenómenos como el llamado pop político, una
combinación artística de elementos políticos, populares y comerciales. El tér-
mino lo forjó en 1991 Li Xianting, crítico de arte de Beijing. Como figuras re-
presentativas de esta tendencia destacan Wang Guangyi, que combinó los
pósteres de la Revolución Cultural con el imaginario de los anuncios de Coca-
Cola o Pepsi y Maxwell House (entre otros), o Yu Youhan, que yuxtapuso al
presidente Mao con diversos iconos occidentales (incluyendo a la cantante
nortemericana Whitney Houston). Esta tendencia desembocó en lo que pos-
teriormente se ha conocido como “la fiebre de Mao”. La comercialización del
himno maoísta “El Este es rojo” (que hemos comentado más arriba) como una
marca de bebidas es un ejemplo de este fenómeno. Obra de Yu Youhan
Dos gestos protagonizados por el escritor Wang Meng plasman este cambio de
paradigma:
Wang Meng
Desde un punto de vista puramente económico, la situación del escritor tam-
bién cambió radicalmente. Durante los años de maoísmo y también a lo largo
de las décadas de los setenta y ochenta, todos los escritores tenían que estar
inscritos en la Liga de Escritores y, en consecuencia, cobraban un sueldo rela-
tivamente decente (en algunos casos bastante elevado en comparación con
otras profesiones) y sólo estaban obligados a escribir con una frecuencia poco
exigente. El desarrollo de la economía de mercado tuvo importantes conse-
cuencias para su productividad: los sueldos procedentes de las asociaciones de
escritores pasaron a ser irrisorios, y no sólo se vieron obligados a publicar, sino
a publicar obras que tuvieran cierto éxito –a tener en cuenta, por lo tanto, el
mercado y la salida comercial de lo que tenían que escribir.
Este hecho explica algunas variaciones formales o estilísticas en la literatura de los años
noventa: por ejemplo, el desarrollo de la novela como forma literaria más corriente (y que
más salida tenía: tanto por su retribución y su número de páginas como por las posibili-
dades de ser traducida tanto en el extranjero como a formato cinematográfico o televisi-
vo), que desplazó al relato corto, el formato mayoritario en narrativa hasta entonces. Y
también algunas transferencias de género y medio: a muchos escritores les era más ren-
table escribir directamente guiones para películas o series de televisión. Otros escritores,
como Zhang Xianliang, abandonaron la escritura y se convirtieron en empresarios.
Para un repaso a la
Podemos remontar el origen de las wuxia xiaoshuo –que podríamos traducir
controversia del caso Jia
como “novelas” (xiaoshuo) “de artes marciales” (wu) y “caballería” (xia)– hasta Pingwa, podéis ver Zha,
China Pop, capítulo 6.
las dinastías Han y Tang, aunque no fue hasta el siglo XX cuando se populari-
zaron y se establecieron como género propio: a principios del siglo XX, por
ejemplo, se adaptó el término wuxia xiaoshuo, procedente del japonés.
© FUOC • P06/87014/02070 56 La cultura
De hecho, durante el periodo republicano (de 1912 a 1949), uno de los temas
más recurrentes en las novelas de este género fue la lucha de los chinos contra
los extranjeros (representados por dinastías foráneas o por otros enemigos más
modernos) que ponían en peligro a la nación o la cultura chinas. Esta temática
se mantuvo vigente durante muchas décadas y tuvo una continuación entre
paródica y seria en películas como las protagonizadas por Bruce Lee durante
los años setenta o en obras de literatura popular de principios de los ochenta.
Mientras que en China las novelas de artes marciales y caballería fueron pro-
hibidas oficialmente, en Hong Kong y Taiwan se produjo una revitalización
del género, que incorporó nuevas características, fruto de un nuevo contexto
político nacional e internacional: el final de la Guerra Civil y la victoria comu-
nista en la China continental o la Guerra Fría estimularon la creación de nue-
vas tramas en las páginas de estas novelas. También quedaron afectados los
argumentos tradicionales, que fueron reinterpretados desde una nueva pers-
pectiva histórica –por ejemplo, se popularizaron las historias de los partidarios
de la dinastía Ming (de etnia Han), que luchaban contra la dinastía Qing (de
etnia manchú), historias que obviamente adquirieron un papel alegórico.
En Taiwan, las convenciones del género (romanticismo, exaltación del legado cultural
clásico, violencia, altruismo) permitían mantenerse al margen del estrecho control sobre
las publicaciones que ejercía el Gobierno del Guomindang. En Hong Kong, durante los
años cincuenta se produjo un nuevo impulso del género, gracias a esfuerzos editoriales y
a publicaciones colectivas de autores importantes.
© FUOC • P06/87014/02070 57 La cultura
Jin Yong (seudónimo de Zhan Liangyong o Louis Cha, 1924) es, sin duda, el
escritor de novelas de artes marciales y caballería más popular. Teniendo en
cuenta el éxito comercial de este género literario, podemos afirmar que proba-
blemente se trate del escritor chino moderno y contemporáneo más leído de
la historia. Nacido en 1924, su trayectoria demuestra nuevamente la comple-
jidad de las fuerzas que articulan la cultura y la sociedad chinas y merece la
pena que nos detengamos brevemente sobre ello. La obra y la figura de Jin
Yong tienen implicaciones no sólo culturales, sino también económicas y po-
líticas, y personalizan los límites (o la ausencia de éstos) entre generaciones y
territorios –China, Taiwan, Hong Kong y las zonas donde se ha instalado la
Jin Yong
diáspora china en el extranjero.
Tal como indica Chris Hamm, los principales rasgos que caracterizan la mayo-
ría de las obras de Jin Yong son un énfasis en los aspectos culturales y una ex-
ploración de la interioridad de los personajes (tanto con respecto a la
psicología y a la ética de sus acciones como a sus sentimientos amorosos), así
como una cierta pretensión literaria manifestada por estructuras formales y es-
téticas un poco más elaboradas que las habituales en el género, y una menor
incidencia de los aspectos políticos en los contextos históricos en los que am-
bienta sus novelas –que incluso desaparecen en algunas obras: en El zorro vola-
dor de la montaña nevada (Xueshan feihu, 1966), por ejemplo, aunque la acción
está ambientada durante la conquista de la dinastía Qing, el argumento prin-
cipal gira en torno a conflictos éticos y lealtades personales.
Jin Yong empezó con sus novelas por entregas en diversas publicaciones perió-
dicas, hasta que en 1959 fundó su propio diario, Ming Pao, en Hong Kong. Gra-
cias al enorme éxito de sus novelas se convirtió en una auténtica potencia
económica dentro de la industria editorial, que desde Hong Kong lo catapultó
hacia funciones de comentarista político ya desde los tiempos de la Revolu-
ción Cultural en China.
Durante los años ochenta, sus obras completas (que él mismo revisó durante
diez años antes de publicarlas conjuntamente en 36 volúmenes) rompieron
barreras geopolíticas: se publicaron tanto en Taiwan (donde habían sido pro-
hibidas a causa de la simpatía de Jin Yong por la izquierda continental) como
en China (fruto de la política de apertura del Gobierno de Deng Xiaoping).
Este impulso fuera de Hong Kong le proporcionó un volumen de lectores ex-
traordinario y tuvo otras consecuencias: reforzó su perfil político y se convir-
tió en un centro de atención mediática (especialmente cuando se mostró
abiertamente partidario, por ejemplo, del retorno de Hong Kong al dominio
chino) y personificó el nuevo rumbo de la cultura y la literatura chinas con-
temporáneas (que los intelectuales chinos conservadores no ven con buenos
ojos, ya que queda bajo la influencia directa de la comercialización). De he-
cho, el valor estrictamente literario de Jin Yong en China ha sido bastante de-
batido, no sólo por su relación con la comerciabilidad, sino por la posible
© FUOC • P06/87014/02070 58 La cultura
“La elevación de Jin Yong refleja el dominio de la cultura popular en la esfera cultural de
los años noventa, pero al mismo tiempo revela la inclinación de algunos críticos a rein-
terpretar su obra como ‘alta’ cultura y divorciarla de sus raíces como narrativa de género”
(Hamm, pág. 513).
Las novelistas Qiong Yao y San Mao son dos de los ejemplos más representa-
tivos de la vitalidad del género romántico. Además, demuestran que la litera-
tura popular en lengua china durante las décadas de los setenta y los ochenta
quedó dominada por escritores de fuera de la República Popular China –como
ya hemos visto en el caso de Jin Yong y las novelas de caballerías: Qiong Yao
y San Mao saltaron a la fama y se convirtieron en estrellas mediáticas como
escritoras de la literatura taiwanesa popular.
Qiong Yao (seudónimo de Chen Zhe, 1938) inició su carrera literaria con no-
velas en el contexto de la ortodoxia literaria “seria”, aunque su alta producti-
vidad y el hecho de que sus obras tuvieran repetidamente una temática
romántica hicieron que los críticos creyeran que merecía el calificativo de no-
velista rosa. No obstante, la obra de Qiong Yao se caracteriza por no seguir los
modelos del género romántico a rajatabla y aportar nuevos puntos de vista a
las historias de amor de carácter tradicional. En este sentido, destaca el hecho
de que muchas de sus obras ni siquiera tengan un desenlace feliz para la pareja
protagonista. Además, muchas de las relaciones que se describen son cuestio-
nadas por la sociedad o, cuando menos, son susceptibles de generar controver-
Qiong Yao
sia –relaciones entre estudiante y profesor o entre parientes, por ejemplo. El
estilo de Qiong Yao es bastante poético, con alusiones simbólicas habituales
que enlazan su obra con obras de la tradición de la Literatura de las Mariposas
o con clásicos como El sueño del pabellón rojo, de Cao Xueqin.
© FUOC • P06/87014/02070 59 La cultura
Las obras de Qiong Yao también han contribuido a crear ese circuito o ima-
ginario interasiático que, como hemos visto, es altamente representativo de
la cultura china de las últimas décadas del siglo XX. Sus novelas se publicaron
primeramente por entregas en la revista Huangguan (“Corona”), propiedad
de su marido. Más adelante se publicaron como libro en una editorial tam-
bién dirigida por su marido. Finalmente, la propia Qiong Yao o bien su ma-
rido han realizado adaptaciones para la televisión o el cine. Todo ello ha
convertido a Qiong Yao en una gran estrella mediática no sólo en Taiwan
(donde estas obras fueron publicadas inicialmente), sino también en la Chi-
na continental (donde, de entrada, sus obras estaban prohibidas, aunque cir-
culaban versiones pirata desde mediados de los años ochenta) y entre las
comunidades de la diáspora.
San Mao (seudónimo de Chen Ping, 1943-1991) también se hizo famosa pu-
blicando en la revista y en la editorial Huangguan. Sus obras –fundamental-
mente relatos cortos– combinan los prototipos más tradicionales de las
historias románticas con la autobiografía. Como bien indica Miriam Lang
(pág. 517), “mientras que Qiong Yao escribió historias románticas, se podría
decir que San Mao vivió una, o narró su vida como una [como si se tratara de
una historia romántica]”. San Mao viajó por Europa y África, se casó con un
español y se quedó atrapada en el Sáhara Occidental durante la descoloniza-
ción de mediados de los años setenta. Volvió a Taiwan ya convertida en una
celebridad y se dedicó a transmitir por medio de sus obras un savoir vivre ca-
racterizado por la aventura, la belleza y la humanidad, en el que las emociones San Mao
tienen un papel obviamente destacado. San Mao reforzó siempre la (supuesta)
conexión íntima entre las historias de sus obras y las peripecias de su vida per-
sonal –característica que reforzó con el recurso de la narración en primera per-
sona y con una protagonista de nombre San Mao.
Miriam Lang (pág. 518) observa acertadamente que las historias del Sáhara de San Mao
son –más allá de la calidad estrictamente literaria que se les quiera atribuir– miradas iró-
nicas a acontecimientos cotidianos que aportan una perspectiva intercultural muy inte-
resante: se trata de las miradas de una taiwanesa, casada con un europeo (español) y que
vive en África.
Tanto las figuras de Qiong Yao y San Mao como sus obras son interesantes
para el análisis de las dinámicas de la cultura china contemporánea. Sus casos
nos suscitan reflexiones que van más allá de sus obras y del contexto histórico
en que se publicaron:
En segundo lugar, Qiong Yao y San Mao también se podrían considerar antece-
dentes de muchas escritoras de finales de los noventa que buscan hacerse un lu-
gar en la escena literaria mediante obras sensacionalistas o supuestamente
autobiográficas que a menudo buscan atraer la censura con el fin de incrementar
ventas, atención y popularidad –sobre todo, en el extranjero. Es el caso de escri-
toras como Wei Hui o Mian Mian, bastante conocidas ya en Occidente. Si bien
es cierto que la calidad literaria de las obras es muy discutible, el hecho de que
muchos críticos chinos hayan mantenido largos debates sobre sus obras demues-
tra que el campo literario chino tiene unas particularidades quizás diferentes de
las de un sistema literario occidental (en el que costaría imaginar, por ejemplo,
que críticos literarios de prestigio debatieran sobre la obra de algún escritor o es-
critora mediático con la profundidad con la que se ha hecho en China).
El cinematógrafo y las películas llegaron a China a finales del siglo XIX. Cono-
cidos como los “teatros de las imágenes occidentales” (xiyang yingxi), los prime-
ros cines se abrieron entre 1907 y 1908 –el español Antonio Ramos, procedente
© FUOC • P06/87014/02070 61 La cultura
Claire Huot (pág. 92-93) ha observado que se trata de una generación que si-
guió a rajatabla uno de los consejos o las actitudes que más defendía Lu Xun Chen Kaige
Por otra parte, hay que destacar la conexión entre esta generación de directo-
res y el movimiento literario de la Búsqueda de las Raíces (podéis ver el módu-
lo 3 de la asignatura Literaturas de Asia oriental: siglos XIX y XX). El intento de
buscar los orígenes de la cultura propia en la tradición, el pasado o el mundo
rural se convirtió en un modo de adquirir voz y visibilidad en el contexto in-
ternacional –como en el caso del escritor Gabriel García Márquez y el realismo
mágico, que obtuvo el Premio Nobel en 1984, un galardón que tuvo una gran
repercusión en la China del momento.
Huang tudi (Tierra amarilla) es probablemente uno de los ejemplos más repre-
sentativos de este tipo de cine. Estrenada en 1984 bajo la dirección de Chen
Kaige y con Zhang Yimou como cámara, se convirtió en una película con am-
plia circulación en festivales occidentales, que le abrieron sus puertas gracias
a la etiqueta de cine del Tercer Mundo (como en el caso de las películas iraníes,
por ejemplo).
Ambientada a finales de los años treinta con Mao Zedong y la facción comu-
nista ya instalados en la zona de Yan’an, Tierra amarilla sigue las aventuras de
Gu Qing, un soldado a quien se ha encomendado la misión de recoger cancio-
nes populares por la China rural a fin de que, posteriormente, éstas se puedan
adaptar a la causa comunista. A pesar de que este planteamiento, como indica
Huot (pág. 94), anuncia una cierta intención documental, en realidad la pelí-
Carátula de Tierra amarilla
cula va mucho más allá de una representación directa de la realidad a modo
de documental. El argumento tiene puntos melodramáticos, la fotografía es al-
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tamente efectista, mientras que el diálogo y los efectos sonoros son mínimos.
En general se combinan escenas de acción o movimiento escasos con largos
planos estáticos –una yuxtaposición que intensifica su perspectiva reflexiva e
ideológica.
Las ideas y las reflexiones que planteaba Tierra amarilla encontraron cierta
continuidad en el documental Heshang (La elegía del río), dirigido por Su
Xiaokang, y que durante el verano de 1988, en plena época de la Fiebre Cul-
tural, continuó alimentando la polémica y la revisión de la historia próxima y
lejana. La elegía del río hace una crítica devastadora de la civilización china.
Justamente algunas escenas de Tierra amarilla se incluyeron en La elegía del río
como ejemplo de atraso e inmovilismo de la sociedad china. En este caso –qui-
zás por el hecho de que se trata de un documental y no tiene pretensiones es-
téticas– no hay ambivalencia posible y la crítica es clara y frontal: la cultura
china (popular) permanece estancada en el pasado, en la mitología, en un pri-
mitivismo nocivo, en la brutalidad.
En este sentido, nos puede ser útil el análisis que Chen Xiaomei hace de lo que ella lla-
ma occidentalismo. Este concepto no es tanto una forma de autocolonización o auto-
orientalización, sino más bien un discurso de oposición o de crítica en dos sentidos.
Por una parte, desde los estamentos oficiales se esencializó y unificó a Occidente con
el fin de oponerlo (y, por lo tanto, estimular) al nacionalismo chino interno. Por otra,
la intelligentsia u otros sectores culturales y sociales con intereses diversos intentaron
oponerse al Partido (en vez de participar en la cooperación que hemos visto anterior-
mente) y utilizaron la figura de Occidente y del Otro occidental como una metáfora
para la liberación política contra la opresión ideológica (simbolizada por la estatua de
la libertad de cartón que construyeron los estudiantes en la plaza de Tiananmen en Diosa de la democracia en la
1989). En ambos casos se utilizó a Occidente como excusa o como coartada con obje- manifestación de Tiananmen, 1989
tivos concretos: para estimular el nacionalismo chino o para criticar la acción del Go-
bierno.
venta.
El rey de los niños (Haizi wang), de Chen Kaige, fue, por ejemplo, la primera película
china que formó parte de la selección oficial en el Festival de Cannes de 1987. En esta
primera aparición, sin embargo, obtuvo el premio oficioso a la película más soporífera
del certamen. Seis años más tarde, Chen Kaige salió vencedor de Cannes: Adiós a mi
concubina (Bawang bieji), una película de estética y contenido muy diferentes (proba-
blemente más fácilmente apreciable para el público occidental), ganó la Palma de Oro
de 1993. Un cambio altamente sintomático y que demuestra el ajuste entre las percep-
ciones mutuas.
Las dos películas siguientes de Zhang sí que sufrieron la censura: Semilla de cri-
santemo (Judou), en 1990, y La linterna roja (Dahong denglong gaogao gua), en
1991. Al mismo tiempo, sin embargo, estas dos películas tuvieron gran éxito
de crítica en el extranjero –con nominaciones a los Oscar, entre otros. La tensa
relación entre Zhang y el Gobierno se ponía de manifiesto en declaraciones
como las siguientes:
“La Revolución [comunista] realmente no ha cambiado las cosas. Aún es un sistema au-
tocrático, un sistema patriarcal feudal. Un grupo de gente todavía lo quiere controlar, a
pesar de instaurar un orden rígido. [...] Desde hace mucho tiempo, el pueblo chino se ha
confinado en un espacio amurallado” (Zhang Yimou, citado en Silbergeld, pág. 293).
Fruto del éxito nacional e internacional de La historia de Qiu Ju, las dos pelícu-
las anteriores dejaron de estar censuradas y, justo después de la prohibición,
Alzad el farol rojo obtuvo el galardón principal a los Premios de las Cien Flores
–premios populares otorgados por la revista china Cine Popular, basados en
una encuesta entre los lectores. El Ministerio de Correos y Telecomunicacio-
nes creó un sello con fotografías de Zhang Yimou, la actriz protagonista Gong
Li y el autor del texto original, Chen Yuanbin.
“Ésta es una historia ordinaria sobre lo que pasa constantemente en China. Nunca se sabe
con quién hay que hablar, qué hay que hacer, dónde hay que ir. La mayoría de los pro-
blemas no son tan graves al principio, pero acaban siéndolo por el modo de trabajar del
sistema burocrático y todo lo que hay que superar. En China tienes que intentarlo veinte
veces para solucionar el más pequeño de los problemas. Los oficiales realmente no come-
ten errores, pero al final nunca hay respuesta. Pedir que se haga algo es el inicio de la de-
mocracia. Con esta película quería decir que todos los chinos –no sólo los campesinos–
tendrían que hacer lo mismo: luchar por sus derechos y descubrirse a ellos mismos en el
proceso” (Silbergeld, pág. 129).
Pero en 1994 y en 1995, Vivir (Huozhe) y Shanghai Triad (Yaoayao, yao dao wai-
poqiao) vuelven a ser censuradas y se prohíbe su distribución. Zhang, además,
es utilizado como arma política. Después de que el Festival de Cine de Nueva
York anunciara que el controvertido documental sobre los incidentes de Tia-
nanmen, The Gate of Heavenly Peace, se estrenaría en el festival de octubre de
1995, las autoridades chinas pidieron que se retirara del programa. Los orga-
nizadores se negaron y las autoridades chinas intentaron prohibir que la nue-
va película de Zhang Yimou, Shanghai Triad, abriera el festival. Cuando esta
opción también resultó frustrada, optaron por prohibir directamente que
Zhang viajara a Nueva York para el estreno (Barmé, pág. 337).
En 1997, Keep Cool vuelve a ser censurada y, mientras tanto, Zhang, ya plena-
mente integrado en el circuito cinematográfico internacional, dirige la pro-
ducción de la ópera Turandot en Italia. En otoño de 1998, esta producción
llega a Beijing y se representa en la Ciudad Prohibida. Como comenta Claire
Huot, esta representación es un cambio total desde un punto de vista simbó-
lico: “No existe ópera más inapropiada para alguien de nacionalidad china
que el Turandot de Puccini, que retrata China como un país caníbal, sádico e
incapaz de amar” (pág. 125). La superproducción operística dirigida por Zhang
es, en cierta manera, un retorno a los orígenes de las películas de la Quinta Ge-
neración, pero en esta ocasión la autocrítica se realiza (y se financia) directa-
mente desde Occidente.
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Figuras como Zhang Yimou o Chen Kaige han hecho descubrir el cine chino
a Occidente. Al mismo tiempo, sin embargo, han monopolizado la atención
del público y, en algunos momentos, desde Occidente ha podido parecer que
la producción cinematográfica de China sólo se limitara a estos directores más
conocidos.
4.1. Literatura
Su voz dura y profunda, perfeccionada al aire libre y cantada en tono menor, ha sido
comparada con la del cantante de cante hondo, o con su versión popular, el flamenco
(en una conferencia, un etnomusicólogo tocó una canción de Paco de Lucía para com-
pararla con el p'ansori).
“Me los comeré crudos cuando haya marea baja, me llenaré la boca durante la marea alta,
de mis capitanes yangban, me zamparé nueve y noventa.”
Dos sacerdotes del Gobierno recopilaron las dos colecciones más relevantes de
este nuevo tipo de sijo, lo que dio testimonio de la importancia creciente de los
hombres de letras que no tenían un pasado aristocrático. En el año 1728, Kim
Ch’on-taek recopiló La poesía resistente de Corea, y en 1763, Kim Su-jang, Can-
ciones de Corea. Muchos de estos poemas eran de autores anónimos de origen co-
mún que expresaban su experiencia de vida, el amor romántico y las
dificultades del día a día. Esta nueva manera de ver la vida, más fresca y nada
característica de la perspectiva “propiamente” aristocrática, se podía observar
también en la pintura: los paisajes eran más realistas y no tan estilizados como
antes, y el género de pintura popular describía escenas de la vida diaria. Kim
Hong-do (1745-1818) es un heredero importante de este estilo y también se co-
noce por ser un innovador, con rápidos golpes de pincel al pintar montañas,
arroyos o ramas de árboles. También son famosas sus pinturas cálidas de la vida
laboral: campesinos trabajando en el campo o plantando semillas, vendedores
de vino, mujeres lavando ropa en el río o luchadores durante la hora de recreo
tradicional. Lucha libre y Bailarines con músicos son dos de sus obras más famosas.
Hacia finales del siglo XIX, la cultura coreana había pasado de basarse en la ci-
vilización centrada en China, que otorgaba importancia a la jerarquía social,
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a entender más a la población y a aceptar más a las personas como seres igua-
les. Esta idea creciente del igualitarismo adoptó una dimensión cristiana desde
la llegada de misioneros de Occidente a las playas coreanas, cargados con la
Biblia y con muchos conocimientos. Provenían sobre todo de Estados Unidos,
y muchos de ellos eran educadores que construían escuelas y enseñaban asig-
naturas diversas, desde geografía hasta lenguas extranjeras o ciencia occiden-
tal. La Universidad Yonsei, hoy una de las más prestigiosas de Corea del Sur,
fue fundada por el misionero presbiteriano Horace Underwood. A principios
del siglo XX, escritores y pensadores de Corea recibieron la influencia del pen-
samiento occidental desde la cristiandad hasta el darwinismo social. Cuando
Japón ocupó Corea en 1910, los intelectuales se apuntaron al darwinismo so-
cial y al llamamiento del presidente Wilson al autodeterminismo para ayudar-
les a forjar un nuevo camino hacia la soberanía nacional.
Ha habido otros poetas de la misma época que en sus obras se han comprome-
tido con la historia de Corea, como, por ejemplo, Yi Sanghwa (1900-1943), Yi
Yuksa (1904-1944) y Yun Tongju (1917-1945): todos ellos crearon poemas que
giran en torno al amor a Corea por su belleza y su fuerza. Sus obras más repre-
sentativas son La primavera, ¿llega incluso a los campos robados?, de Yi Sanghwa,
Uvas verdes, de Yi Yuksa, y Confesiones, de Yun Tongju.
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“De repente quise poner mi mano sobre las de aquella madre e hija que continuaban to-
mándose. Había algo que fluía libremente entre aquellas dos manos –las manos íntimas
de los extranjeros, las manos de los compañeros que se entienden bien–, algo que yo que-
ría medir, sentir y guardar durante mucho tiempo en la memoria.”
Un viaje compartido, de Im Ch’oru (1984), causado por las matanzas por parte
del Gobierno de los manifestantes de Kwangju en el año 1980. De este modo
vemos que los personajes que aparecen en la literatura de la década económi-
camente próspera de los ochenta todavía expresan el dolor por todo lo ocurri-
do en los años pasados y la angustia por la incertidumbre del futuro.
4.2. Música
Cuando Japón ocupó Corea en el año 1910, las canciones populares de la isla
causaron un gran impacto en la cultura popular coreana. Este tipo de música,
que se llamó “trot” (t’urot’u) y que todavía es popular entre las generaciones
de más edad, fue emitida y difundida mediante la radio. Tras la Guerra de
Corea, Estados Unidos y su ejército trajeron la cultura popular occidental a
la península, primero, mediante la radio, y mucho más tarde, gracias a la te-
levisión. El rock and roll y el rhythm and blues eran dos estilos de música ame-
ricanos muy diferentes recién introducidos en Corea.
Sin embargo, en los ochenta, el apogeo cultural dio un giro a favor de las for-
mas de arte autóctonas. Los estudiantes reaccionaron contra la presencia con-
tinuada y no querida de Estados Unidos en Corea del Sur, y se dedicaron a las
formas de arte indígenas para expresar su sentimiento coreano. Esta reacción,
emprendida por el nacionalismo, estimuló el renacimiento de las artes tradi-
cionales, y el estudio de la música tradicional volvió al reino de la populari-
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Hacia 1980, la mayoría de las casas de Corea del Sur tenía más de un aparato
de televisión, y la industria televisiva empezó a producir varias series melo-
dramáticas de gran éxito. Estos melodramas, también llamados melos, tenían
a las mujeres como objetivo de audiencia y trataban temas como el amor ro-
mántico, la maternidad y la monogamia. Desde 1950 hasta 1980, los perso-
najes femeninos eran retratados como mujeres fuertes, fieles y amables. Los
melodramas coreanos, como todos los demás, quieren preservar una visión
moral de la vida y a menudo tratan de la obligación de la heroína de sufrir
para obtener una esfera doméstica correcta amenazada por el caos moral. A
veces también se trata de una competición entre la heroína virtuosa y la des-
vergonzada egoísta, y estos dramas televisivos contienen un realismo muy
emocional, sensacionalismo y soluciones fantásticas.
Entre las series de más éxito sobre luchas interpersonales entre la mujer buena
y la mala encontramos El castillo de arena (Morae sung, 1989), El amante (Aein,
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En Estados Unidos, hay pocos espectadores de series coreanas, pero son muy
fieles. Canales de Chicago, Filadelfia, Los Ángeles, Nueva York, Seattle y Was-
hington las emiten diariamente. Aparte de las series que ya hemos menciona-
do, basadas en historias de amor (como Sonata de invierno y Otoño en mi
corazón), las series históricas también cuentan con grandes audiencias: encon-
tramos dos ejemplos notables de ello en la serie de 200 capítulos Wang Kon
(2000), de intriga política y operaciones militares muy duras, y Tae Chang Kum
(2003), una cornucopia sobre cocina exquisita y la historia de una sirviente
que pasó de las cocinas reales a ser la médico personal de un rey del siglo XVI.
El éxito internacional de estas series empieza con una audiencia fiel en casa.
En Corea son tan populares que los militares incluso las han enviado a Irak
para subir la moral de las tropas coreanas allí establecidas.
4.4. Cine
El cine entró en Corea con las visitas de los americanos, que a principios de
siglo organizaron las primeras proyecciones. Pese a ello, antes de que pudiera
nacer la industria de cine autóctona, la península fue ocupada por Japón, que
controló su producción cinematográfica durante cuarenta y cinco años. Se
considera que películas de Na Ungyu y Yi Kyuhan de los años veinte y trreinta,
como, por ejemplo Arirang (1926), expresan el espíritu de la nación. Han so-
brevivido muy pocas películas de aquella época; una de ellas es Maumui koh-
yang (El hogar está donde está el corazón, 1949), descubierta y restaurada en París
en la década de 1980. Dirigida por Yun Yong-gyu, que se trasladó al norte poco
después del inicio de la Guerra de Corea, la película gira en torno a un hombre
joven que se prepara para ser monje en un templo. Incapaz de adaptarse a ese
tipo de vida, Yong se enamora de una mujer que visita el templo y decide mar-
charse para buscarla a ella y a su propia familia, que lo abandonó en el templo
algunos años atrás.
Kim Ki-duk ha sido proclamado como uno de los mejores talentos de los últi-
mos años. Con su éxito Spring, Summer, Fall, Winter and Spring Again (Primave-
ra, verano, otoño, invierno y de nuevo primavera, 2004), el director continúa
introduciendo nuevas formas de narración. La película es muy similar a Home
Is Where the Heart Is (El hogar está donde está el corazón), de la que hemos ha-
blado antes, y vuelve a plantear la historia de un alma que no se puede adaptar
a la vida de un esteta e intenta entrar en el mundo secular de los sentimientos
físicos.
quien la violencia y el dolor han lavado el cerebro. Además, por primera vez,
los espectadores de Estados Unidos tuvieron la posibilidad de ver Taegukki en
un cine de barrio, hecho que demuestra la publicidad internacional que tie-
nen las películas coreanas actuales.
Por lo tanto, el cine coreano tiene un lugar cada vez más importante en el mer-
cado global y sobre lo que pasará de ahora en adelante, no podemos hacer
nada más que suposiciones.
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Resumen
En Japón, desde el siglo XVII se gestó el nacimiento de una nueva cultura ur-
bana y de masas, que se desarrolló en paralelo al crecimiento del comercio y
en la que el teatro tuvo un papel destacado. A finales del periodo Meiji se pro-
dujo la auténtica masificación de la cultura japonesa, en la que la prensa (con
revistas y periódicos de gran circulación) tuvo un papel destacado. Ya en la
época contemporánea, la televisión ha contribuido esencialmente a la unifor-
mización de la cultura, que recientemente también ha recibido el impulso de
las nuevas tecnologías asociadas al consumo. Más allá de la literatura popular
y del cine, el manga y el anime se han convertido en auténticos fenómenos so-
ciales y exportados –junto con el karaoke– al extranjero. Finalmente, el sumo
y el béisbol son los dos deportes más arraigados y populares en la cultura de
masas japonesa actual.
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