Burbujas - Larry

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Una pompa de jabón.

2003.

Louis se deslizaba audaz y seguro sobre su skate. Él no le temía a


nadie, era fuerte y seguro, y todos le tenían miedo, así que eso ayudaba. Venía
de la casa de un amigo, quien había dado una fiesta realmente gigante y
buenísima. La resaca y la luz del sol no ayudaba mucho al chico de tatuajes,
pero aún así decidió volver montando su skate por el parque. Era ya de mediodía
y él había dejado su casa a las once de la noche de ayer.

Sabía que apenas pisara el suelo de su casa su madre le montaría la de Dios,


pero ¿qué más daba? Ya se conseguiría un lugar donde vivir para abandonar ese
lugar al que él le agradaba llamar ''chiquero''. Sus ojos pequeñitos y su
cabello revuelto le daban un aspecto mucho más sexy.

Louis tenía ojos celestes como el cielo y piel suavemente bronceada, su nariz
era respingada y celestial, sus labios finos y de un rosa salmón apagado. Su
cuerpo curvilíneo era envidia de muchas chicas sin curvas y su trasero era
aclamado hasta por varios heterosexuales, pero aún más por él mismo. Louis era
muy narcisista. Sabía que era guapo y no tenía problemas en admitirlo. Él tenía
las esquinas de sus labios decoradas con piercings y su nariz también, al igual
que su ceja. Sus orejas eran adornadas con dos grandes dilataciones de 10
milímetros y sus brazos con incontables tatuajes.

Louis bajó un pie de su patineta, para luego darse impulso con la misma.
Suspiró, odiaba pasar al mediodía por el parque de la ciudad. Todos las madres
con sus bebés estaban allí y siempre que él pasaba era dueño de incontables
miradas de asco.

Con suavidad se frotó los ojos a causa del sueño y siguió andando. A la
distancia, pudo ver a un chico de unos 18 o 19 años sentado solo, en un banco.
Pudo ver que él era realmente pálido y que infinitos rizos decoraban su cabello.

Louis frunció el ceño, porque nunca antes lo había visto. Descendió en velocidad
y justo cuando pasó por su lado, el chico levantó el rostro, mostrandole unos
hermosos ojos verdes como el pasto y relucientes como el brillo del sol. En ese
instante, algo cambió para Louis. Fue como ver la luz después de tanta
oscuridad, se sentía diferente y realmente no sabía por qué. L habría jurado que
su corazón dio un gran salto, para luego volver a su lugar.
Dos pompas de jabón.

Harry yacía sentado en el banco del parque, sintiendo cómo el viento


chocaba contra sus mejillas y revolvía varios de sus cabellos. Su mente divagaba
y él simplemente tarareaba la canción de su show de caricaturas favoritas. Él
era dueño de unos ojos verdes impresionantes y de unos labios de infarto. Era un
chico precioso. Con tez blancuzca como la nieve y rizos chocolate cayéndole por
sobre la frente.

Su figura era esbelta y un poco flacucha, pero eso sólo le hacía ver más tierno
de lo que era. Su madre lo había dejado allí hacía unos cinco minutos. Dijo que
iría a comprarle una paleta y volvería, así que H esperaba pacientemente a que
su ''mami'' volviese.

No había traído su burbujero, puesto que él no sabía que iban a detenerse en el


parque, así que se aburría más de lo común. Suspiró, sintiéndose un poco tonto
por no haber traído ningún juguete con él.

A diferencia de los demás, Harry tenía un retraso mental, lo que le hacía pensar
con la mente de un niño de apenas 10 años. Pero eso nunca le detuvo, ni a él ni
a su familia. Su retraso era de nacimiento, pero aún así sus padres lo educaron
como a un niño normal. No lo inscribieron en ningún colegio para ''niños
especiales'' y ellos lo trataban normalmente.

Concurría a un colegio normal del Estado, y lo único que lo hacía diferente era
que se graduaría tres años después que sus compañeros y que durante las horas de
clase él tendría una maestra particular para evitar que se distrajese y pudiera
aprender bien los contenidos.

Harry suspiró y subió las piernas al pequeño banco, para comenzar a jugar con
sus dedos. Escuchó un ruido un tanto raro, pero no le dio importancia. Segundos
después sintió una ráfaga de viento y el ruido se volvió más fuerte. Él levantó
la mirada, para encontrarse con unos ojos azules un tanto dormidos, pudo sentir
cómo algo en él se movía y hacía que su hermosa y pura alma se sintiera feliz,
muy muy feliz. En un pestañeo, quien fuera el dueño de esos ojos, se había ido.

Harry había alcanzado a ver a un chico un poco más bajo que él en una especie
de...¿tabla? Él abrió sus ojos, realmente sorprendido por cómo aquél muchacho
viajaba con tanta velocidad y agilidad. Sonrió, cuando vio que el muchacho se
alejaba y con sus manitos juntas dio unas dos palmadas. La sonrisa en él se
extendía brillante y preciosa sobre su pálido rostro.

Por arte de magia, una paleta color azul se pintó frente a su vista, era
sostenida por una mano con un anillo que él conocía. ¡Era la mano de su madre,
por supuesto! Harry soltó una risita y miró a la dueña de la mano, para soltar
un alegre:

—¡Mami! —Anne se sentó con su hijo, entregándole la paletita y abrazándole


suavemente. Dejó uno que otro beso en sus rosadas mejillas y viendo cómo él
sonreía ampliamente decidió preguntar.

—¿Por qué estás tan feliz, Pipu? —''Pipu'' era la forma en la que a ella le
gustaba llamar a su hijo, a diferencia de sus amigas, quienes llamaban a sus
hijos ''Poroto'', o ''Chanchito''.

—Vi a un chico andando en una tabla y andaba muy rápido. ¡Muy muy rápido! —alegó
su hijo de 19 años, mientras se metía la paletita a la boca y comenzaba a
saborearla —¡y se fue por allá! —agregó para luego girarse y señalar la
dirección por la que anteriormente Louis se había ido.

Anne abrió los ojos, fingiendo sorpresa y sonrió.

—¡¿Tan rápido?! ¡Podría haberse caído! —exclamó para luego pasar su brazo por
los hombros de Harry y atraerlo hasta sus brazos. Lo abrazó con fuerza.

Aquél pequeño con retraso mental era lo que ella más amaba en toda su vida.
Aquél pequeño bebé que nació el 1 de Febrero de 1985 y que había sido buscado
por más de dos años, sin dudas, era lo que ella más adoraba. Harry rió mientras
trataba de separarse de su madre, pero tras no lograrlo, se recostó sobre ella,
acurrucándose.

—Mami vamos a casa, quiero buscar mi burbujero.

—¿Quieres tu burbujero?

—Vamos mami —dijo H para luego comenzar a tironear de la manga de su madre, para
levantarse del banco.

Anne lo llevó a casa y tras dejarlo en la sala de estar, con la televisión


prendida, comenzó a hacer el almuerzo. Cuando todo por fin estuvo hecho, llamó a
Harry, quien yacía en el suelo del living mirando fijamente a la televisión.

La pequeña familia del rizado se sentó a la mesa. Eran simplemente tres. Des, su
padre, Anne y él. Apenas Des se sentó en la mesa miró a su hijo con una sonrisa
y llevó sus dedos hasta la cabellera del pequeño, para revolverla.

—¿Qué hiciste hoy, campeón?

—¡Papi, en el parque vi a un chico que andaba en una tabla e iba muy muy rápido!
—habló Harry con los ojos brillantes por la emoción.

—¡¿Muy rápido?! ¿Qué tan rápido? —cuestionó el hombre mientras pretendía estar
asombrado por la gran historia que su hijo le relataba.

—¡Muy muy muy muy! ¡Y sus ojos...eran muy bonitos! Eran como el mar y el cielo
juntos. Eran preciosos —dijo H con tono serio y bajando su mirada hasta su plato
de comida. Sus padres se giraron y observaron al pequeño, porque él no decía
nada con ese tono de seriedad, a no ser que fue realmente importante para él.

Y las cosas que Harry consideraba ''importantes'' eran aquellas que tocaban su
''corazoncito''.
Tres pompas de jabón.

Eran las diez de la mañana de un lunes, por lo que Louis se levantó y


aún con una leve resaca se vistió para ir a su trabajo. Suspiró y antes de salir
de su casa le besó la mejilla a su madre y abrazó con fuerza a su padre. Él
sabía muy bien que andar de fiesta en fiesta, emborrachándose, teniendo sexo y
drogándose no llegaría a nada.

Y sus padres se lo habían dicho incontables veces.

Louis caminó las diez cuadras que tenía hasta su trabajo, el cual era un viejo
bar de cafés. El lugar era realmente viejo pero gracias a las refacciones que
los dueños estaban haciendo se veía familiar y cálido. Lo malo de su trabajo era
que la ubicación daba la vista exacta al parque del pueblo, el lugar que él
odiaba.

En ese instante pensó en el parque y en el momento en el que ese ''click'' que


sintió cambió sus sentimientos. ¿Habría sido por haber visto ese hermoso par de
ojos verdes? Sea como sea, Louis seguía sintiéndose raro.

Ese ''algo'' que había cambiado en él le molestaba constantemente y no tenía ni


idea del por qué. Frunció el ceño, mientras se disponía a tomar las ordenes de
los empresarios y abogados que se sentaban en las cómodas sillas negras del
lugar.

A las cinco de la tarde, Louis salió del café. Su padre no lo iba a recoger ese
día, y no había llevado su skate porque no se le permitía, por lo que tuvo que
caminar. El día estaba soleado y en ese momento sólo había niños en el parque,
así que L decidió pasar por ahí.

Mientras pasaba por debajo de algunos arboles divisó la cabellera color


chocolate y llena de rizos que días antes había visto. Pudo ver cómo el rostro
de aquél chico, el dueño de los ojos verdes, estaba completamente sonrojado.
Aquel chico de 19 años tenía los labios hinchados, los ojos ligeramente rojos, y
miles de lágrimas le recorrían las rojizas mejillas.

Louis sintió una punzada en su pecho, y por impulso, corrió. Corrió y corrió
hasta alcanzarlo.

Harry yacía en el duro suelo de cemento, llorando y abrazando sus propias


rodillas, sus ojos ardían y su pecho le dolía de tanto llorar. L no vio a nadie
que le acompañara.

¿Estaría con un amigo?, ¿lo habría dejado su novia? La mente del chico de cuerpo
curvilíneo simplemente funcionaba a mil por segundo. Apenas pudo estar ante el
chico de cabellos rizados Louis se arrodilló ante él, mirándolo fijamente.

—Oye, oye, amigo, ¿estás bien? —preguntó él mirando los grandes ojos verdosos
del muchacho. Tocó su rodilla con suavidad por sobre la tela de sus pantalones,
intentando calmarle.
—¡N-no! —balbuceó el chico de cabellos rizados, mientras sollozaba y se sorbía
la nariz. L sintió cómo algo era incrustado en su pecho y lo atravesaba. ¿Cómo
alguien podía lastimar a una criatura tan...indefensa?

—¿Qué te pasó? ¿Alguien te hizo algo? —habló atropelladamente Louis, desesperado


y ansioso por encontrar al culpable.

—¡Ese chico de allá me quitó mi burbujero y me empujó! ¡Y mi manito se lastimó y


sangra! ¡Y ugh, me d-duele muchísimo! —alegó el muchacho, haciendo una pequeña
mueca de dolor, y mostrandole la palma de su mano a Louis, para luego señalar a
un niño de unos doce o trece años, quien se reía con su ''pandilla'' de amigos.

L frunció el ceño, sin entender mucho lo que aquél muchacho de más de 17 años le
decía. ¿Su burbujero? ¿A qué se refería?

—¿T-tu burbujero?

—Sí, y...y mi manito —Harry volvió a sorberse la nariz, sin dejar de


sollozar...

El chico de ojos azules alzó las cejas. Se quedó helado durante unos minutos, no
pudiendo comprender la situación, aunque en su mente todo pareció encajar
perfectamente. El chico debía tener alguna discapacidad o enfermedad, pero eso
no quitaba que fuera lindo, para nada.

Cuatro pompas de jabón.

—¿Quién era el chico con el que estabas ayer por la tarde en el parque,
Harry? —preguntó su madre durante la cena, mientras cortaba la carne de su hijo
en pedacitos pequeños. —¿Quién era, cariño? —repitió, llamando la atención de su
pequeño.

—Él era Louis, su nombre es muy bonito, ¿no, mami? —contestó Harry mientras
pasaba un pequeño autito de juguete por la mesa. Estaba simulando pequeños
ruidos de motor, mientras reía y en su otra mano sostenía la pequeña figura de
un niño.

—¿Él te hizo daño, Pipu? —Anne nunca veía a su hijo jugar con otros niños. Tenía
sus amigos, que al igual que él, tenían desordenes o discapacidades, pero a
ellos no se les permitía ir al parque, puesto que podían terminar siendo un
peligro.

La mujer castaña terminó de cortar la comida de su hijo y dejó los cubiertos en


el plato, mientras se sentaba en su lugar. —Cariño, deja los juguetes. Es hora
de comer.

—No, él me ayudó —respondió el rizado, bajando sus juguetes y dejandolos en el


suelo. Se acomodó en su silla y sujetó con sus largos dedos un tenedor, para
comenzar a pinchar trocitos de carne.
—¿Qué hizo por ti?

—Unos niños robaron mi burbujero y me empujaron. ¡Hicieron que mi manito doliera


mucho, mami!—Harry le dedicó un pequeño pucherito a su mamá, mientras alzaba su
mano y le mostraba la curita en su palma. Anne fingió horror al ver la cubierta
herida del pequeño.

—¡Oh Dios mío! ¡Se te podría haber caído la mano! —ella fingió sorpresa,
mientras observaba la mano de su hijo. Juntó algo de puré en su tenedor, para
luego pinchar un trozo de carne y llevarse todo a la boca.

—¡Sí! ¡Fue Louis! ¡Él le quito mi burbujero al niño malo! Y me lo devolvió.


Luego, hmh —Harry se detuvo, mientras tragaba la comida que anteriormente
mascaba, llevó sus manos hasta el pequeño vaso con jugo que descansaba a pocos
centímetros de su plato, lo tomó y se llevó el borde a los labios, para beber.
Cuando terminó, se limpió los labios con la manga de su camiseta y rió ante la
desaprobación de su madre. —Louis compró una curita y besó mi mano... Se sintió
muy muy lindo porque él....porque yo le importé.

Él lo dijo seriamente, mientras fruncía suavemente el ceño y apretaba sus


labios, dejando que su lengua se asomara por entre estos. Se encontraba tratando
de pinchar otro pedacito de carne.

—Él se veía muy mayor para ser tu amigo, Pipu. ¿De verdad no te hizo nada malo?
—Anne no iba a ignorar la seriedad con la que su hijo había hablado, pero en
realidad se sentía realmente preocupada. Terminó de beber su jugo de un sorbo.

—¡No! —exclamó Harry mientras levantaba la vista y miraba con un poco de enojo a
su madre. —¡No! ¡Él, él!- ¡Louis fue bonito!

—Cariño, calma, yo solo quiero cuidarte...—la castaña miró los verdes ojos de su
hijo...

Ella solo intentaba amarlo y cuidarlo. Deseaba que nadie nunca lastimase a su
primogénito. Simplemente no quería que Harry tuviera un corazón roto, o una
tristeza ensordecedora como ella había experimentado de joven. Aún estaba
tratando de hacerle entender que papi y mami ya no podían vivir juntos. Y que
por eso papi ya no cenaba en casa...

—¡No! ¡Yo, q-quiero a papá! —gritó Harry con los ojos llorosos. Se sentía muy
pequeñito y tonto, y simplemente dejó que los sollozos escaparan de su ser.
Golpeó la mesa con sus puños y repitió. —¡Quiero a papá!

—Pero papá ya no está aquí, Harry. Tienes que entenderlo —Anne trataba de
maneterse fuerte, sintió su corazón partirse ante las lágrimas de su pequeño.

Y Harry simplemente se levantó de la mesa y corrió escaleras arriba. Ella


simplemente cerró sus ojos y apretó sus parpados, mientras trataba de no llorar.
El rizado corrió patosamente escaleras arriba, para luego entrar en su cuarto y
cerrar la puerta. Buscó su burbujero, desesperado, hasta que finalmente lo
encontró... Abrió la ventana de su cuarto y comenzó a soplar en el pequeño
circulo de plástico, formando grandes y hermosas pompas de jabón.
Cinco pompas de jabón.

Harry dejaba que su lengua se asomara apenas un poquito, mientras


mantenía la vista fija y las manos sobre la mesa. Sus ojos se paseaban con
lentitud, recolectando y juntando las palabras en su cabeza. Él leía un comic
sobre Bob Esponja, esperando a que su madre lo llevara al parque.

Eran las dos y media de la tarde y siempre se quedaba allí hasta las cinco o
cinco y media.

Sus padres estaban en el living, mientras él descansaba su colita en la silla


de su escritorio. Seguía viendo cómo en la historieta. Harry sonrió, dejando ver
sus preciosos dientes blancos y decidió dejar la historieta en ese instante.

Se levantó y pudo escuchar cómo su padre comenzaba a levantar la voz. Él odiaba


que todos pensaran que no escuchaba nada, o que por tener un ''problemita'',
como los demás le solían decir, no entendía. Harry sabía bien que tenía una
discapacidad, pero sinceramente él prefería ignorar todo eso. No le hacía para
nada bien.

Suspiró y miró al cielo por su ventana. Vio cómo las esponjosas nubes blancas se
movían de a poquitito y se preguntó a él mismo cómo sería pararse sobre una
nube. Bajó la mirada unos segundos, deseando poder volar para recostarse en una
nube y no bajar más, sólo porque tal vez así sus padres olvidarían todo sobre
sus problemas y se unirían nuevamente, sin peleas o discusiones.

—¡Harry llora todos los días por ti! ¡Él es tu hijo y te extraña! ¿Y tú qué
diablos haces? ¡Te encierras con una prostituta en tu nuevo departamento! —
chilló Anne desde el primer piso, mientras las lágrimas le recorrían las
mejillas y su ceño estaba fruncido.

—¿Qué mierda sabes tú si me acuesto con una prostituta o no? ¡Sabes bien que yo
nunca deseé tener un hijo enfermo! —le respondió Des con fiereza.

Anne siempre lo supo, D odiaba el que Harry fuese discapacitado. Por poco y más
lo odiaba al chico. Y eso le rompía el corazón.

—Él no eligió ser así. Él no eligió nacer con un retraso. Y sabes bien que aquél
chico que está en la habitación te ama, porque sí, puede tener una pequeña
discapacidad, pero aquél chico. Y escúchame bien, Des. Aquél chico, te ama. Y
además de amarte, es el chico más bueno y tierno de todo el jodido pueblo. Es un
rayo de sol. Lo sabes bien, y también sabes que es jodidamente inhumano que le
odies sólo por tener un retraso mental —replicó Anne mientras apretaba los
dientes.

Harry escuchaba toda la discusión, pero no decía nada. El solo escuchar las
palabras que sus padres decían le provocaba dolor de pancita y mareo. Tomó su
burbujero y comenzó a hacer burbujas. Las guiaba hacia la ventana y dejaba que
cayesen, que el viento se las llevase o él mismo las explotaba. El caos se
sembró con la respuesta de Anne, y Des simplemente la abofeteó.
Y luego del caos, surgió el silencio. Harry se sentía nervioso y ansioso al
mismo tiempo, pero no ansioso de felicidad, sino nervioso y con ganas de llorar.

—Está bien. Ahora vete —susurró su madre desde la planta baja mientras se sobaba
la mejilla y acomodaba el caballo. Harry se puso de rodillas y asomó sus ojos
por la ventana, la cual daba la vista perfecta al auto de su padre.

—Nunca debí acostarme contigo aquella noche de verano —escupió Des, para luego
dar un molesto portazo y subirse al auto. El pequeño de ojos verdes lo observó,
y en ese momento una lágrima cayó por su mejilla. Su padre le vio, pero
simplemente apretó la mandíbula y se largó del lugar.

El pequeño apretó el burbujero entre sus dedos y corrió escaleras abajo. Con
pasos patosos y torpes, los cuales hacían fuertes ruidos contra el suelo. Apenas
alzó la mirada en el primer piso observó a su madre, Anne, quien se encontraba
sentada en el sillón, con el cabello un tanto revuelto y la cabeza baja,
sosteniéndose la mejilla con una mano.

Seis pompas de jabón.

Louis sintió los ojos pesados y cómo una voz llamaba por él. No era su
madre, tampoco su padre, ni ninguna de sus hermanas. Frunció el ceño ante la
molestia de aquella voz. Sintió unas mano sobre su brazo y otra sobre su
cintura. Louis continuó frunciendo el ceño, mientras el ruido se volvía cáda vez
más real.

—¡Despierta, estúpido drogón! —exclamó una voz familiar. Con lentitud Louis
comenzó a abrir los ojos, pestañeando varias veces. Suspiró en el proceso,
mientras se llevaba las manos al rostro, intentando liberarse de aquél
alboroto.

—Mierda Louis, despierta de una puta vez —reiteró, mientras golpeaba al chico de
ojos azules en los testículos. Louis se arqueó, tratando de hacerse una bolita,
mientras gemía del dolor.

—¿Por qué haces ésto? Fuera de aquí, estoy durmiendo —dijo aún dolorido,
mientras pasaba una mano por sus ojos y los refregaba con lentitud, para luego
abrirlos. En su campo de visión encontró a Zayn, quien yacía mirándole y
partiéndose de la risa. —Negro estúpido—gruñó Louis, para luego cubrirse el
rostro con las sábanas.

—Levántate, mierda. Tenemos que ir a casa de Niall —le contestó el morocho, para
luego arrebatarle las sábanas y tirar de ellas, dejando a un Louis semi-desnudo
sobre la cama. —Bro, no sabía que dormías así —murmuró Zayn, sintiendo el rubor
cubrir sus mejillas y alejando la vista. —Ponte algo, rápido. Y levántate ya —
dijo, para luego voltearse y mirar hacia la pared, a la espera de su amigo.

—¿Quién te dejó entrar a mi habitación? —gruñó Louis, aún molesto por haber sido
despertado.

Tragando amarga saliva, se levantó de la cama con lentitud, sintiendo cómo sus
pies hacían contacto con el frío suelo. Aún frotándose los ojos, caminó con
lentitud hacia el armario que se encontraba a escasos pasos. Tras sacar unos
jeans oscuros y que se pegaban a las partes bajas de las piernas, se los colocó.

—Huh, tu madre —contestó Zayn, aún avergonzado por haber visto a su mejor amigo
semi-desnudo. Louis se puso una camiseta dos tallas más grandes de Green Day y
tras arrodillarse, buscó por debajo de su cama sus zapatillas.

—Bro, ¿de casualidad has visto mis zapatillas? —cuestionó el ojiazul, cansado de
buscarlas.

Zayn simplemente señaló a la puerta, y el chico de ojos azules caminó hasta


ella, para luego encontrar su preciado calzado y colocárselo. L suspiró,
mientras le tocaba el hombro a su mejor amigo, indicándole que ya podía mirar.
Éste aún tenía las mejillas ligeramente sonrojadas, pero aún así le miró.

—Espera, mi aliento huele a mierda —alegó el muchacho de ojos azules, para luego
adentrarse en el baño y cepillar sus dientes. Suspiró y tras salir del pequeño
cuarto miró a Zayn.

—¿Estás lista, muchachita linda? —se burló el chico de cabellos negros, haciendo
referencia a que Louis siempre tardaba más de 10 minutos en arreglarse.

—Más que lista, negrita guapa —respondió Louis con una pícara sonrisa, para
luego azotarse a él mismo en el trasero. El chico de ojos azules besó a su madre
en la mejilla, para luego esperar a que Zayn hiciera lo mismo. Juntos salieron
caminando por las cálidas calles del pueblo.

—¿Puedo saber por qué carajos debemos ir a ver a Niall? —preguntó Louis
consternado, para luego soltar un tierno bostezo. Sus piernas dolían y tenía un
dolor horroroso de espalda.

—Él me debe algo.

—¿Algo como qué, Zaynie?

—Louis —el chico de cabellos negros simplemente dejó de caminar y miró al de


ojos azules.

—¿Qué es lo que pasa? —Louis se plantó frente a este, alzando la cabeza apenas
un poco hacia arriba, debido a que él era mucho más bajo. Frunció el ceño,
pensando por unos momentos lo peor. —Zayn, ¿qué diablos pasó?

Siete pompas de jabón.

—¡No puedo creer que fuiste tan idiota como para irse con esos tres
fracasados! —gritó Louis, mientras le arrebataba a Zayn una bolsa con LSD y la
arrojaba al suelo. —¡No puedo creer que fuiste tan enfermo como para decir eso
de Harry!
Las lágrimas del ojiazul brotaban con fuerza, mientras que la vena de su cuello
se marcaba cada vez más debido a los gritos que él daba. Su morocho amigo
simplemente observaba al chico de tatuajes con temor. Nunca había visto a su
mejor amigo de esa forma.

—¡Eres un jodido hijo de puta, Zayn! ¿Qué mierda te pasa? ¿Acaso los porros te
dañaron el puto cerebro? —vociferó nuevamente, mientras gruñía y trataba de
limpiarse las lágrimas.

—Louis, yo n-

—¡Y una mierda, enfermo! ¡Tú eres mi mejor amigo en el puto mundo! —exclamó
Louis mientras tomaba del cuello de la camiseta a Zayn y punzaba su pecho con su
dedo índice de su mano libre—, ¡yo confiaba en ti y pensé que nunca me harías
algo así! —el morocho sintió pánico, mientras veía los azules ojos de su mejor
amigo.

—¡Lo hice porque no quería que Niall piense que soy un blando! —le respondió,
mientras negaba con la cabeza y sentía sus ojos aguarse.

—¡Eres un estúpido! ¡No vuelvas a hablarme hasta que aclares tus pensamientos!,
¡bastardo drogón y egocéntrico! —gritó una vez más, mientras soltaba el cuello
de la camiseta de su mejor amigo y le daba un empujón hacia atrás.

El chico de baja estatura simplemente salió corriendo de la casa de su mejor


amigo. Corrió, sin que nada le importase. Corrió, herido y sintiéndose una
jodida mierda por haber lastimado a su dulce niño de ojos verdes.

Corrió por el parque, buscándole, pero en el banco donde Harry se sentaba había
nada más que un mísero autito de color rojo que obviamente le pertenecía al
chico de los rizos. Louis lo tomó entre sus dedos, mientras suavemente lo apreté
en su mano, mientras sentía rabia y tristeza. Se sentó en el banco, mientras
dejaba que las lágrimas le cubrieran el rostro. Louis no sabía donde vivía su
amante, no tenía ni una puta idea de donde podía encontrarlo, y eso, le hacía
enfermar. Con rabia, comenzó a caminar, pateando todo lo que se topaba en su
camino.

Mientras que Harry simplemente se mordía los labios y trataba de seguir leyendo
su comic de y Bob Esponja. Sin lograrlo, se dispuso a hacer burbujas, mientras
sintió cómo sus ojos se llenaban de lágrimas. No pudo contenerlas, no era tan
fuerte. Simplemente dejó que fluyeran, mientras sentía un nudo en la garganta y
comenzaba a sentirse mal.

—Lou no me quiere —susurró para él mismo, mientras veía las burbujas volar lejos
y perderse en la distancia.

Sus labios temblaron, mientras sentía el dolor. Su madre entró, alegando que
tenía su sándwich favorito para él y al verlo, Anne dejó de lado la sonrisa que
tenía. Con pasos rápidos, que acortaban la distancia entre ambos, la mujer dejó
el sándwich en el escritorio de Harry y tomándolo por los hombros delicadamente,
cuestionó:
—Amor, ¿qué es lo que pasa? ¿Pipu, qué pasó?

—Él. Ellos, no sé. Mami, ellos...Ellos hicieron que se fuera —dijo Harry
mientras comenzaba a llorar ruidosamente.

Anne abrazó a su hijo con fuerza, mientras acariciaba su nuca con suavidad y
miraba a todas partes, tratando de obtener una respuesta.

—Harry, tienes que calmarte y decirme qué es lo que pasó, cariño —dijo con voz
calmada, mientras comenzaba a sobar la espalda de su pequeño niño.

Su hijo simplemente le abrazó, sin poder decir nada más. Y Anne decidió
levantarlo de su silla y llevarlo hasta su cama, donde ambos se recostaron
juntos. La castaña aún abrazando a su hijo, y el pequeño de rizos ocultando su
rostro entre el pecho de su madre.

Ella comenzó a cantar con suavidad, acariciando los suaves cabellos de su hijo,
mientras él simplemente lloraba su alma y su gran pena. —
Eres mi rayito de sol, mi único rayito de sol...
— murmuró con suavidad en tono maternal, mientras podía sentir a Harry hipar—,
me haces feliz cuando el cielo es gris.

«
Nunca sabrás cuánto te amo, por favor, no alejen a mi sonrisita de mi. Por
favor, no alejen a mi sonrisita de mi
».

Aquella noche, Harry se durmió con un corazón casi roto y Anne se durmió con su
alma partida en mil pedazos al ver el sufrimiento de su hijo.

Pero del otro lado, un Louis aún rabioso habitaba entre las paredes de su
habitación. Cargó su mochila con pirotecnia y dos cajas de fósforos, para luego
colocarse una chaqueta con capucha.

—Ahora vengo, mamá —anunció mientras salía de su morada y comenzaba a caminar


por las oscuras calles de su pueblo.

Sintiendo frío y dolor, Louis continuó caminando, sintiendo cómo el pequeño


coche de juguete que tenía en su bolsillo resonaba a cada paso que daba.

—Trataré de arreglarlo, pequeño —murmuró mientras sacaba el pequeño autito de su


bolsillo y lo apretaba entre sus dedos.

Suspiró y se plantó en la primera casa. Uno de los tres chicos que acompañaban a
Niall y Zayn. Su nombre era Félix y era tan asquerosamente hipócrita que Louis
deseaba haber planeado ésto antes. Con cautela y pasos cuidadosos, se acercó
hasta la puerta, donde colocó varios explosivos. Sonrió con satisfacción, para
luego caminar hasta las ventanas principales y dejar dos grandes petardos en
cada una de las dos.
Con pasos rápidos el ojiazul corrió y encendió las mechas de cada uno de los
explosivos y en segundos la casa estaba llena de brillo y explosiones.

—¡Por decir mierda sobre mi pequeño, cabrón! —gritó Louis, mientras sonreía
mostrando sus dientes.

Repitió el proceso con dos casas más y cuando estaba por volver a la suya,
decidió agregar una más. Ahora sus lágrimas se derramaban con intensidad por sus
mejillas, haciendo que éstas ardieran a más no poder. Mientras sus pasos eran
cada vez más veloces, Louis pensaba cada disculpa para ofrecerle a Harry. Pero
todas le resultaban demasiado estúpidas. Se encontró a él mismo negando la
cabeza repetidas veces, mientras se lamentaba y juraba ante Dios que nunca más
abandonaría al chico de rizos como lo hizo antes.

Se plantó ante la última casa, conociéndola a la perfección.

Tomó aire por la nariz, para luego soltarlo y acercarse a la puerta. Agachándose
frente a la puerta de madera, Louis vació su mochila, dejando todos los
explosivos restantes frente a ésta. Relamió sus labios, mientras sentía cómo las
lágrimas continuaban quemando su piel, y al encender la pirotecnia, simplemente
retrocedió unos pasos, los suficientes para que los explosivos no le lastimaran.

Los estruendos comenzaron a sonar y el brillo de los cohetes también. Él


simplemente se quedó ahí, bajo la luz de la luna, observando cómo la puerta se
abría y cómo un desorientado morocho trataba de patearlos lejos. Zayn notó la
presencia de Louis y ambos se miraron fríamente. El chico de cabellos negros
pudo captar el dolor en el alma de Louis y su pecho comenzó a doler, mientras el
muchacho de tatuajes no hacía nada más que mirarle con odio y sufrimiento.

—L-louis yo...—comenzó Zayn, pero apenas Louis le escuchó, éste corrió. Corrió
lejos, escapando del dolor nuevamente.

Tratando de olvidar que su mejor amigo le había traicionado únicamente para


mantener su estatus social como siempre. Esa noche de 2003, ambos chicos
durmieron con un corazón agrietado y doloroso, mientras las lágrimas hacían que
Morfeo actuara sobre sus seres.

Esa noche, Harry y Louis, derramaron incontables lágrimas pensando el uno en el


otro.

Ocho pompas de jabón.

Los ojos de Louis volaban rápidos sobre el viejo monitor de su


computadora. Suspiró, mientras tomaba una taza de té y continuaba leyendo lo más
rápido posible. ''Retraso mental en adolescentes'' tipeó con rapidez en el
buscador de Google.

Entrecerró sus ojos para poder leer en la pantalla, mientras relamía sus
labios.

''
El retraso mental hace referencia a un trastorno en el que la capacidad de una
persona de aprender y funcionar es más limitada que en otras personas de la
misma edad.
''

Lo único que su mente gritaba, era Harry.

Suspiró, mientras cerraba la pestaña de información junto con el buscador. Se


detuvo unos minutos, bajando la mirada y mirando las teclas del teclado. Había
descartado que el chico de los rizos no tenía Síndrome de Down, pero como no
conocía a su madre, no podía preguntarle qué enfermedad era la que Harry
padecía. Suspiró nuevamente, mientras negaba con la cabeza.

Los días pasaban, el tiempo no se detenía y si no hacía algo, perdería a su


dulce niño de ojos verdes. Tenía algo que hacer, y en ésta ocasión no contaba
con Zayn. Estaba solo, solo y en ruinas. Con un gruñido le dio un golpe a su
escritorio, para luego apartarse de un tirón. ¿Debía hablar con su madre? Era
algo que detestaba. Lo consideró varias veces, pero luego volvió a su
computadora, abrió el buscador de Google y tipeó: ''Redención''.

Volvió a entrecerrar sus ojos, para leer la nueva definición que aparecía:

''
Enéricamente, en contextos aplicables a personas, la redención es la liberación
del dolor o de una mala situación, o la obtención mediante pago de la
libertad del esclavo o el cautivo
''.

Louis pensó en las palabras que su abuela siempre le decía cuando pequeño. En
cómo aquella dama le enseñaba que ante un problema creado por uno mismo, la
redención era todo lo que a uno podía darle fuerzas para arreglar el desastre. Y
en ésta ocasión, Louis tenía que rescatarse a él mismo y a Harry. El chico de
ojos azules y tatuajes se tomó unos segundos, mientras respiraba
tranquilamente.

Sabía muy bien qué era lo que le sucedía, aunque por días venía negándoselo. El
hecho de saber que estaba sintiéndo cosas por el chico de rizos le aterraba,
porque, de hecho, ellos nunca podrían hacer el amor. Louis nunca podría saber
qué se sentiría amar a Harry de una forma física en la que él algún día
necesitaría hacer. Y él nunca podría engañar a su pequeño de rizos y sonrisa
perfecta...Negó con la cabeza, mientras cerraba sus ojos y apretaba los párpados
con fuerza.

—A la mierda eso —susurró para sí mismo, mientras levantaba su cuerpo de la


silla y comenzaba a buscar su ropa desesperadamente. Sus zapatillas estaban
esparcidas por toda la habitación y hasta que logró ponerse ambas, tardó unos 20
minutos. Gruñó, enojado, mientras revolvía su habitación y la ponía patas para
arriba al no encontrar su camiseta favorita.

—¿Todo tiene que pasarme a mi, maldición?—dijo, mientras pateaba su escritorio.


Con molestia, se arregló el cabello, pasando gel en éste y desordenándolo.

Louis vació su gran alcancía, la cual estaba llena de billetes y monedas.


Cargándose una mochila al hombro y su skate en mano, salió de su habitación y
vió a su madre, quien estaba recostada en el sofá, mirando una de sus típicas
telenovelas.

—Mamá, dame dinero —exclamó.

—¿Y para qué lo necesitas?

—Huh, necesito comprar algo.

—¿Qué necesitas comprar, Louis? —preguntó Johannah mientras miraba extrañamente


a su hijo. Nunca lo había visto tan nervioso o ansioso.

—Condones, dame dinero —respondió su hijo , mientras sentía sus mejillas quemar.
Johannah alzó las cejas, mientras giraba su cuerpo y continuaba mirando a su
hijo. —¡Está bien! ¡No son condones! ¡Pero dame dinero, te lo explicaré más
tarde, lo juro!

Nueve pompas de jabón.

Anne suspiró, mientras colgaba con rabia el teléfono y se frotaba las


cienes. Sus mejillas estaban rojas y sus ojos llenos de lágrimas. Nuevamente se
sorbió la nariz y tratando de pretender que nada pasó caminó por la sala,
esquivando las miradas de Harry, quien yacía en el suelo, jugando con sus
burbujas y mojando la desgastada alfombra.

Se dirigió directamente al cuarto de baño, donde con agua fría lavó su rostro,
intentando limpiar cualquier rostro de tristeza o que indicase que había
llorado. Se miró en el espejo y practicó su mejor sonrisa durante cortos
minutos, para luego secarse el rostro con una toalla de manos. Suspiró y cuando
se sintió lista, salió del baño.

—¿Harry? —dijo, mientras caminaba directo hacia la sala y observaba cómo su


pequeño levantaba la vista y le sonreía con alegría.

—Mami —le contestó su hijo, mientras volvía a bajar la cabeza hacia sus autitos
de juguete.

Anne sonrió de lado y se acercó hasta su pequeño, donde se sentó a su lado y


cariñosamente revolvió sus rizos. Dejó un beso en su mejilla y observando cómo
el niño jugaba, atentamente, preguntó:

—¿Louis es el chico con quien estabas ayer cuando pasé a recogerte?

Harry alzó la vista y miró a su madre con una hermosa sonrisa. Tan solo con
pronunciar el nombre ''Louis'' podías observar cómo los preciosos ojos verdes de
Harry se llenaban de brillo y cómo su sonrisa se hacía grande. Sin decir ni una
palabra, Harry bajó la vista, aún con las puntas de sus labios elevadas, y
continuó jugando. Anne acarició la espalda de su hijo, mientras se acercaba
hasta su oreja. —Harry...— susurró, mientras pasaba sus dedos por la ancha
espalda del niño—, ¿Louis estaba contigo ayer?
—Sí, él dijo q-que...Huh —Harry frunció el ceño, mientras buscaba las palabras—,
el estaba triste porque me hizo triste a mi y luego ambos fuimos felices.

—¿Él te dio los juguetes?

Harry alzó la vista, mientras miraba a su madre y sonreía, emocionado y feliz.


Asintió con la cabeza.— ¡Sí, sí, sí! ¡Él me los dio! ¡Es el mejor Lou del mundo,
mami!—. Dijo mientras su voz sonaba efusiva. Anne sonrió ante la felicidad de su
hijo. Estaba dispuesta a conocer a Louis si es que él quería ser amigo de su
hijo.

—Me alegra que estés feliz con él—. Susurró su madre, recordando cómo desde su
auto vió a su hijo besar la mejilla del muchacho y salir corriendo con su
mochila, para adentrarse en el coche. —Harry...— susurró Anne, mientras volvía a
hablarle al oído—, ¿tú hiciste mimitos a Louis?

—Sí mami. ¿Está mal hacer mimitos?

—No. Todos deberían hacerse mimitos, así nadie le haría pum pum a otra persona—.
Dijo Anne, mientras se levantaba e iba por un vaso de jugo hasta la cocina.
Minutos después, la mujer le indicó a su hijo que se alistase para ir al
parque.

Mientras conducían por el corto camino hasta el parque, Anne pensó en Des, su,
ahora, ex-esposo. Pensó en las duras palabras que le había dicho por teléfono.

«Estoy follándome a otra, Anne. Ya no quiero más de tí, ya no te necesito. No


mantendré a una mujer como tú ni a un adolescente de 19 años que no puede
cuidarse por sí mismo» las secas palabras resonaban en su mente a cada momento.

Al llegar al parque, Harry se estiró hasta su mejilla para besarla y abrir la


puerta.

—¡Pipu, espera!— dijo ella, mientras tomaba el brazo de Harry, impidiendo que se
alejara—, quiero conocer a Lou —agregó con una sonrisa.

Anne bajó del auto junto con su hijito, quien cargaba sus juguetes. Juntos
caminaron hasta los bancos, donde un chico con tatuajes y cabello marrón
esperaba sentado.

Epílogo.

—Muy bien, huh, ¿estás listo?—. Preguntó Louis, mientras balbuceaba y


tragaba saliva nerviosamente. Harry tomó aire profundamente, su rostro tenía una
expresión de miedo.

—E-eso creo—. Titubeó. Louis le miró por algunos segundos, mientras trataba de
tranquilizarle con una sonrisa de lado. Con ternura dejó un pequeño besito en
sus labios, para luego susurrar sobre ellos:

—Todo saldrá bien.

Louis suspiró, mientras rodeaba al pequeño Harry hasta posicionarse detrás de


él. Relamió sus labios y tomó sus caderas con suavidad, mientras trataba de
alejar sus miedo. Pensaba en la constante posibilidad de que su niño de ojos
verdes se lastimara. —Sube Hazz—. Susurró con dulzura, mientras se relamía los
labios.

Harry subió con cuidado hasta el skate de Louis, dejando que el chico de
tatuajes quedara detrás de él. El chico de rizos llevaba un casco, coderas y
rodilleras. Por un segundo, el pequeño simplemente pensó en que no había nada
que temer mientras estuviera con él. —Lou—. Murmuró llamando la atención de su
novio.

—Sí?

—No dejarás que me caiga, ¿no?

Louis sonrió nuevamente, mientras apretaba sus dedos contra la cintura de su


pequeño bebé. —No Hazz, jamás—. Le aseguró mientras soltaba una pequeña risa que
produjo tranquilidad en ambos. —¡Muy bien, aquí vamos BabyHazzzzzz!—. Exclamó,
para luego observar cómo el hniño de ojos verdes reía y asentía con la cabeza.

Louis guió su mano hasta tomar la de Harry y con cautela caminó, sosteniéndo con
fuerza y estrechando su pequeña manito, hasta poder quedar frente a frente. Con
agilidad, Louis llevó su mano libre hasta la cadera de su novio, para luego
comenzar a caminar lentamente hacia sus costados, provocando que el skate se
moviera con un nervioso Harry sobre él. —¡Lou! ¡Lou, lo estoy haciendo! ¡Louis
estoy andando en la tabla mágica!—. Exclamó el pequeño mientras sonreía
ampliamente y mostrando sus blancos dientes.

Los ojos de Harry brillaban de emoción y felicidad sobre el hermoso sol del día.
Louis le sonrió de la misma forma, observando y estudiando cáda facción de la
persona a quien él amaba. —¡Por Dios Harry sí! ¡Sí, lo estás logrando! Lo estás
haciendo mejor que yo—. Dijo sonriendo y haciendo que las arruguitas a los
costados de sus ojos se hicieran presentes.

Johannah y Anne observaban a sus hijos a la distancia, mientras bebían jugo y


comían alguno de los sandwiches que habían preparado para el picnic de sus
primogénitos. —Se ven tan lindos—. Soltó Johannah mirando a su hijo, mientras él
continuaba su camino junto con Harry sobre el skate.

—Sí...Ya era hora de que Louis le cumpliera el capricho—. Confesó Anne entre
risas, mientras admiraba a su pequeño de rizos sonreír efusivamente.

Aquella noche en la que Des provocó que Harry corriera lejos Anne sufrió varios
ataques de ansiedad y no pudieron ser calmados hasta que Louis se presentó en su
casa con su hijo. Desde ese día, Anne comenzó a considerar a Louis alguien parte
de su familia. A los pocos días, Louis se presentó frente a su casa con Des. El
chico de los tatuajes sostenía de la nuca a su ex marido y le gritaba
constantemente que dijera lo que debía. Fue allí cuando Des habló con vergüenza:
—No debí tratar a mi hijo así. Está bien que nos divorciemos, pero yo pagaré la
educación de nuestro hijo y te enviaré dinero cada semana.

Anne se sintió aliviada al saber que existían personas como Louis, que ayudaban
a las demás sin esperar algo a cambio. Johannah se enteró de lo sucedido una
semana después, cuando su hijo llegó a su casa con Harry de la mano. Le resultó
tierna la idea de que Louis haya renunciado a la vida sexual únicamente por
tener a alguien como Harry a su lado. Ambas madres aceptaban la hermosa y tierna
relación con dicha y regocijo.

Ambas madres habían llegado a un acuerdo en cuanto a sus enamorados hijos. Harry
podría dormir en la casa de Louis todas las noches que él quisiera, y Louis lo
llevaría de regreso a su casa por la mañana cuando saliera al trabajo. Los fines
de semana, Louis podría ir a dormir a la casa de Harry, e incluso pasar las
tardes allí. Ambos seguirían viéndose en el parque, en el mismo banco donde se
conocieron, para hacer burbujas como a Harry siempre le gustó.

En cuanto a Louis, Zayn volvió a él tras pocos días, suplicando de rodillas que
le perdonara, que era un estúpido drogadicto de mierda y que trataría de
dejarlo. Louis aceptó sus disculpas y con un fraternal abrazo ambos volvieron a
ser los de siempre. Aunque Zayn confesó volver a acostarse con Niall el día en
el que fue a buscar junto con Louis su ropa interior.

—Voy a soltarte Hazz, ¿vas solito?—. Dijo Louis con la inmensa sonrisa aún
impregnada en su rostro. Harry asintió repetidas veces mientras a los gritos
decía:

—¡Sí sí, yo puedo! ¡Puedo porque tú me enseñaste!

Louis soltó el cuerpo de Harry, dejando que éste se deslizara torpe e


inseguramente sobre el skate. Observando desde su posición pudo ver cómo la alta
y esbelta figura de Harry levantaba sus bracitos y continuaba gritando a todo
pulmón:

—¡Lo hice, lo hice! ¡Mami mira!— sus ojos estaban clavados en su madre, quien a
lo lejos sonreía satisfecha y aplaudía, mientras que el rizado veía cómo los
labios de la mujer se movían en una sonrisa—, ¡Lou, Lou lo hice! ¡Lo hice por
que mi novio me enseñó!—. Gritó, mientras poco a poco el skate iba perdiendo
velocidad y se detenía.

Louis continuó observando desde su lugar y con una mueca de orgullo total cómo
su pequeño lo había logrado. Corrió hasta él, mientras el aire chocaba contra
sus mejillas y hacía que su pelo revoloteara. —¡Lo hizo! ¡Lo hizo, mamá!—
gritaba, festejando el triunfo de su novio—, ¡lo hiciste Hazz!—. Dijo mientras
giraba su cabeza y alzaba los brazos. Continuó acortando la distancia entre
ambos, hasta que se fundieron en un abrazo lleno de sentimientos.

—Mi bebé lo hizo—. Susurró él mientras sonreía y soltaba tontas risitas


enamoradas. Harry se aferró al cuerpo de su novio, mientras reía eufóricamente y
lleno de alegría.

Ambos se miraron a los ojos tras el fuerte abrazo y Harry vió cómo los ojos de
su novio se llenaban de un brillo peculiar. —Lou— dijo él, mientras subía una
mano a su propio pecho y apoyaba su palma en éste—, yo— continuó, mientras
movilizaba su mano hasta el pecho de Louis— te amo a tí.

Louis sintió su pecho latir desesperadamente, mientras la garganta le dolía de


tan apretada que estaba. Con una enamorada sonrisa, el chico de tatuajes
posicionó una de sus manos sobre la de su novio y dijo:

—Y yo— mantuvo su mano sobre la de su novio, para luego tomarla y ponerla sobre
el pecho de Harry, aún mirándolo a los ojos—, te amo a tí, mi pequeño bebé.

—¿Para siempre?—. Preguntó el rizado de aspecto risueño. Louis con su mano libre
tomó la de Harry y pegó su palma a la de él, para luego apretar sus labios y
sonreír.

—Para siempre—. Concluyó, mientras observaba cómo el chico de ojos verdes, piel
pálida, hermosos labios, mejillas rosadas y hermosos rizos se inclinaba hasta
besar con ternura sus finos labios.

—Lou—. Susurró el chiquillo separándose de sus labios por escasos segundos.

—¿Sí, Hazz?

—Mi corazón aún hace pumpum cáda vez que te veo o estoy contigo—. Dijo con una
sonrisa, para volver a estrellar sus labios contra los de su novio.

Fin.

n/a: ay lloremos chicas <3 esperen un poquito, aún no eliminen la historia de


sus bibliotecas, porque les tengo un regalito, habrá un capitulo más, será algo
así como un capitulo ''extra'' <3.

''Burbujas'' en PDF.

¡Hola lindas! Acá les dejo el link para que puedan descargar la historia y
tenerla en PDF. Si es que alguna de ustedes decide imprimirla y tenerla en
físico, les suplico que me manden una foto a mi twitter:

@flamboyantpaula :)
Nada más. En el link les explico cómo se descarga y
todo: https://www.tumblr.com/tagged/%40paulalcda

(Si es que no les funciona, vayan a mi perfil y revisen mi biografía. Ahí tengo
el link directo a mi tag en Tumblr, donde pueden encontrar todas mis historias
disponibles en ese formato para descargar y también sus portadas :3) Besos.

-puwu.

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