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Resumen
Se indaga la relación de Martin Heidegger con el nacionalsocialismo y se intenta mostrar
como en los círculos heideggerianas ortodoxos una lectura meramente ontológica
desprovista de todo compromiso ulterior con la política. Se muestra como la lectura de Ser
y tiempo se realiza bajo la consigna de que el filósofo se encuentra en una esfera del
pensamiento que lo separa de las cosas cotidianas para preocuparse de la generalidad, de
allí que pueda no ser afectado por catástrofes como la acontecida en los trágicos días
del nacionalsocialistas y el genocidio judío. Se intentará dar cuenta de la distancia en que
encontraba Heidegger de su contexto histórico, político y social.
Palabras Clave
Heidegger, nihilismo, pueblo, raza, fenomenología , existencia, ontología, política
"Mañana nuestra flota librará batalla y la lucha será dura. Para mí esta batalla será como
un baño purificador que me lavará de toda mácula. Y este voto que hago quedará sin duda
fácilmente satisfecho. La campaña que he emprendido me habrá, pues, en fin de cuentas,
servido para algo, y probado que el trabajo que uno se torna entre los hombres jamás se
pierde."
Hölderlin
Hölderlin, Hiperión.
1 Está comprobado que el redescubrimiento de la pregunta por el sentido del ser que
Heidegger realiza de manera magistral ha enceguecido a gran parte de pensadores que no
pudieron dar el paso de la ontología a la política en su pensamiento. Pensadores que lo
acompañaron en sus cursos como Emmanuel Lévinas han dicho que no pudieron notarlo,
pero gente más allegada a él, especialmente Hannah Arendt, llega a ver en Heidegger a
«un asesino potencial». Cfr. Rüdiger Safranski, , Un maestro de Alemania. Martín
Heidegger y su tiempo, Editores Tusquets, España, 1977, p. 431.
2 «La historia del Ser se desconecta de los acontecimientos políticos e históricos…
Heidegger trató el tema del humanismo en un momento en que las imágenes del horror
que los aliados encontraron en Auschwitz y en otras partes habían llegado hasta la más
diminuta población alemana. Si sus palabras sobre «un acontecimiento esencial» tuvieran
en absoluto algún significado, el hecho singular que supuso el intento de aniquilación de
los judíos habría llamado la atención del filósofo». Jürgen Habermas, “Work and
Weltanschauung: the Heidegger Controversy from German Perspective”, Critical Inquiry
15 (Winter 1989), pp. 449. Citado en Sheyla Benhabib, El diálogo con Martín Heidegger:
La ontología política de Hannah Arendt en La condición humana, pp. 2, 3.
3 Para la realización de estos apuntes, aún aproximativos, utilizaré la metodología que
propone Pierre Bourdieu en La ontología política de Martin Heidegger, este
«doublebind» que remite al texto a su relación con el exterior –mientras que las lecturas
clásicas de Ser y tiempo hacen lo contrario–, toma en cuenta aspectos que habían sido
desechados para mirar de cerca el trabajo heideggeriano. Ejemplos son «la condenación
del Estado providencia, oculta en la teoría de la temporalidad; el antisemitismo, sublimado
en la condenación de lo errante (la insistencia, hasta 1966, en la apoderación de la tierra
como vuelta a los orígenes, es un punto de sospecha), el rechazo a renegar el
compromiso nazi, inscrito en las tortuosas alusiones del diálogo con Jünger, el
ultrarrevolucionarismo conservador que inspira tanto las estrategias filosóficas de
superación radical como la ruptura con el régimen hitleriano, directamente suscitada, como
lo mostró Hugo Ott, por la decepción de no haber reconocido la revolucionaria aspiración
del filósofo a la misión del Führer filosófico” op. cit., p. 11.
4 Martín Heidegger, Ser y tiempo, Ed. Trotta, 2003, parágrafos 50, 51, 52, 63, pp. 270-286.
5 Pierre Bourdieu, op, cit, p. 47.
6 Estudiante, voluntario en la Primera Guerra Mundial, mantuvo la resistencia contra la
ocupación francesa tras la derrota de 1918. Detenido tras un atentado en la región del
Ruhr, fue fusilado el 23 de Mayo de 1923.
7 Martín Heidegger, “Alocución del viernes 26 de mayo de 1933 en memoria de Albert Leo
Schlageter” en Escritos políticos de adhesión al nazismo (1933-1946), Introducción,
traducción y notas de Julio Quesada, texto de próxima aparición en editorial Trotta. Las
cursivas son mías.
8 Martín Heidegger, Ser y tiempo, p. 316. Las cursivas con mías.
9 Ibíd., p.317.
10 Véase Acerca del nihilismo de Ernest Jünger y Martín Heidegger, donde se publica
“Sobre la línea” y “Hacia la pregunta por el ser”, escritos respectivamente. En el segundo
texto que le corresponde a Heidegger, se inicia como una apologética de la imagen tan
empobrecida que Jünger tenía del quehacer europeo ante el pensamiento de Nietzsche,
Heidegger insiste de manera muy condescendiente en afinar los abismos que su amigo
había dejado abiertos, y al que le dedica el ensayo en cuestión, raro es ver que un
pensador de la talla de Heidegger que se jactaba de rechazar cualquier pensamiento débil
y fuera de foco, se diera tiempo para hacer esto. Para ver el fundamento de este último
comentario, consúltese el capítulo octavo del libro de Safranski, Un maestro de Alemania.
Martín Heidegger y su tiempo. Un excelente análisis sobre el nihilismo en Nietzsche, en su
dimensión de júbilo y de enfermedad, consúltese el hermoso estudio de Marco
Parmeggiani, Nietzsche: crítica y proyecto desde el nihilismo, Ed. Ágora, España, 2002,
pp. 29-33.
11 Después de su encuentro con Dilthey –en 1905, en el mismo momento del
descubrimiento de la reducción fenomenológica– Husserl afirma que es de fundamental
relevancia atender el punto de vista histórico-crítico. Respecto a esa acusación –centrada,
por mucho, en una interpretación fragmentaria de la fenomenología, es decir, únicamente
entendida como descripción de esencias–, Ludwig Landgrebe comenta lo siguiente «Está
muy extendida la opinión de que Husserl sólo tuvo la historia como tema de reflexión en el
último período de su vida… Sin embargo, la tesis a la que está dedicada la siguiente
reflexión («La historia es el gran hecho del ser absoluto») procede de un manuscrito que
fue redactado en 1921… No obstante, el interés de Husserl por el problema de la historia
es todavía más antiguo. Él expresó en una discusión con Roman Jakobson, durante su
visita a Praga en 1935, que en su conversación con Dilthey, mantenida en la primera
década de nuestro siglo, se le había mostrado con toda claridad que una teoría de la
ciencia (Wissenschaftstheorie) es unilateral si no tiene en cuenta que las ciencias mismas
son productos de la vida histórica», Ludwig Landgrebe, Meditation über Husserls Wort
«Die Geschichte ist das grosse Faktum des absoluten Seins». Sobre el prejuicio de
ahistoricidad en fenomenología, consúltese el texto de Jesús M. Díaz Álvarez, Husserl y la
historia. Hacia la función práctica de la fenomenología, publicado por la UNED, España, de
donde hemos sacado la referencia, p. 47-48.
12 Ramón Rodríguez García, Heidegger y la crisis de la época moderna, Ed. Cincel,
España, 1987, p. 82.
13 Martín Heidegger, El concepto de Tiempo, Trotta, España, pp. 51, 56-57. La noción de
historicidad como rasgo estructural de la existencia humana basado en su temporalidad, la
toma Heidegger del libro de Karl Jaspers Psicología de las concepciones del
mundo, donde la historicidad indica la historia que nosotros mismos somos. Refiere a un
proceso de gestación histórica de la existencia humana, que no tiene que ver con el
historicismo, entendido como mera recopilación de datos. Nota extraída de la nota de los
editores del texto. Las cursivas de la cita y la nota son mías.
14 Pierre Bourdieu, La ontología política de Heidegger, Paidós, España, p. 31.
15 Ernest Jünger, Sur l´homme et le temps, t. II, Traité du sablier, Mónaco, Ed. du Rocher,
p. 66 ; el subrayado es mío. Citado en Pierre Boudieu, op. cit. Ibíd.
16 Nos dice Steiner que «El Ser y el tiempo fue escrito a comienzos de los años veinte.
Procedió, […] del apocalipsis de 1918 y del ambiente del expresionismo. Es
completamente anterior al nacionalsocialismo. Que yo sepa, ningún energúmeno nazi lo
leyó o habría sido siquiera capaz de leerlo», «se hace casi imposible reconstruir con cierta
autoridad la motivación psicológica, las circunstancias materiales de este y estotro
episodios en la actuación de Heidegger en Friburgo durante los meses que siguieron al
ascenso de Hitler al poder y durante los años de la guerra», [Hasta] «abril de 1933 […]
Heidegger no pertenece a ningún partido y no ha participado en ninguna actividad política.
Duda en aceptar la proposición, pero finalmente lo convencen de hacerlo. Se elige
Heidegger rector, con sólo un voto en contra, y toma posesión de su cargo el 21 de abril.
Aceptar el cargo equivale a convertirse en funcionario del nuevo régimen, y por ello se une
al partido nacionalsocialista en los primeros días de mayo», «Pero si algo nos revela la foto
[…] de 1933, es que Heidegger, ya no se sentía nada bien entre sus colegas nazis».
George Steiner, Heidegger, FCE, México, 1983, pp. 27, 58, 172-173, 178-179.
17 Pierre Bourdieu, op. Cit., p. 14.
18 Otto Pöggeler, Filosofía y política en Martín Heidegger, Ediciones Coyoacán, México, p.
17.
19 Sobre la imposibilidad de ver al libro como unidad cerrada y completa, véase Michel
Foucault, La arqueología del saber, Siglo XXI, México, 2005, pp. 33-64. Foucault nos llama
la atención para el comienzo de una investigación arqueológica acerca de la identidad de
un texto. Por principio indica que hay que romper con los comienzos internos del libro que
reproducen una lógica incuestionada y prácticas discursivas dominantes. El libro se
encuentra dentro de un contexto social donde surgen diferentes prácticas discursivas y
diferentes usos de esas prácticas, oponiéndose así a la dinámica clásica donde la relación
conciencia, conocimiento y ciencia participan de un principio dado de antemano y que
únicamente se puede dar bajo una relación causal, es decir, lineal que reduce el todo al
orden del texto. Nos muestra que los usos ortodoxos de las interpretaciones discursivas
utilizan sus programas para reproducir su lugar en el ejercicio del saber, pero a su vez,
para destituir nuevos surgimientos de sentido, lo cual indica que las producciones
innovadoras, serán inmediatamente recortadas, frenadas, juzgadas y minimizadas. Hay
que tener claro para esto que la diferencia que se constituye sobre la significación de un
objeto discursivo, depende del punto de partida desde donde se ejerce, y de los elementos
que recubren a ese plano de experiencia. Si se abandona la lucha a la que se tiene que
afrontar aquel que trae «otra» forma de acercarse al fenómeno, entonces la ortodoxia que
ejerce poder sobre el objeto se ha apoderado de su significación y continuará así hasta
que venga una nueva fuerza a confrontarlos.
20 G. Schneeberger, Ergänzungen zu einer Heidegger-Bibliographie, Berna, 1960, p.
14. Citado en Eusebi Colomer, El pensamiento alemán de Kant a Heidegger, t. III, Ed.
Herder, p. 453. Comenta Colomer que el texto de Schneeberger contiene una amplia gama
de documentos personales de Heidegger, que lo comprometen políticamente con el
nacionalsocialismo. Recordemos que es desde principios de los veinte que ya ha aceptado
su afiliación. Esto rompe con todo el romanticismo de Steiner y Pöggeler al respecto de la
figura benevolente de Heidegger.
21 Comenta Safranski que para 1923, después de que Paul Nartop y Nicolai Hartman
leyeran el manuscrito Interpretaciones fenomenológicas de Aristóteles. Información sobre
la situación hermenéutica, Heidegger recibe el 18 de junio de 1923 una invitación para un
puesto de profesor extraordinario en Marburgo, «con posición y derechos de un profesor
ordinario», acontecimeinto que niega la afirmación de Steiner. Véase Rüdiger
Safranski, Un maestro de Alemania. Martín Heidegger y su tiempo, Editores Tusquets,
España, 1977, p. 160 y ss.
22 Una de las más llamativas es su separación con Edmund Husserl, al grado que jamás
vuelve a verlo. Ni siquiera asiste a su funeral aún cuando su mujer hace acto de presencia.
Nos cuenta Lester Embree que a la llegada de Husserl a Friburgo tuvo una serie de
asistentes, la primera fue Edith Stein que fue muerta en una cámara de gas por los
alemanes y sacada del convento al que se había retirado para tal efecto; después fue
Arnold Metzger que escribe un texto llamado Fenomenología de la revolución, al final de la
guerra en Alemania cuando la monarquía del Kaiser fue remplazada por la República de
Weimar, a continuación llegó Heidegger (alrededor de 1919), desde allí en adelante éste
se encarga de preparar algunas ediciones de Husserl para ser publicadas, (prepara
finalmente la edición de Lecciones de fenomenología de la conciencia interna del
tiempo, en 1928 a partir de la ordenación que había hecho Edith Stein desde 1917). Esto
indica que su relación fue cercana, pues Husserl sólo brindaba sus manuscritos (en
taquigrafía) a sus ayudantes de mayor confianza. Es hasta 1929, después de las famosas
conferencias de París, que dieron pie a las Meditaciones cartesianas, que Husserl se retira
de la universidad. Por lo menos tenemos 10 años de relación cercana que a partir del 33
se borran sin huella alguna. Husserl muere en 1938 y Heidegger sigue pagando
«religiosamente» su cuota al partido hasta 1945. Hasta la caída del régimen. En, Lester
Embree, “Una presentación de Edmund Husserl (1859-1938)” conferencia dictada en
Ontaro Canadá en 1988.
23 George Steiner, op. Cit, p. 173.
24 Rüdiger Safranski, op, cit, p. 161.
25 Citado en Colomer, op. Cit, p. 453. Las cursivas son mías.
26 Adolf Hitler, Cap. I, “Weltanschauung y partido”, carezco de la ficha bibliográfica
completa, p. 275. Las cursivas son mías.
27 Ibíd, p. 279.
28 Ibíd, p. 278.
29 Martín Heidegger, “La autoafirmación de la Universidad alemana”, carezco de la ficha
bibliográfica, p. 9.
30 Martín Heidegger, Ser y tiempo, p. 315-318. Algunas cursivas son mías.
31 Martín Heidegger, “La autoafirmación de la Universidad alemana”, p. 15. Las cursivas
son mías.
32 “Diálgo de «Der Spiegel» con Martín Heidegger” pp. 53-54.