Está en la página 1de 8

CRISTOLOGÍA

Un latido en la tumba: Demostración histórica


de la Resurrección

Dr. Antonio Macaya Pascual1


Universidad Abad Oliba - CEU de Barcelona

Si le hubiéramos explicado a María Magdalena todos los problemas en que


nos hallamos sumergidos en pleno año 2019, justo unos minutos después de
la primera aparición de Jesucristo resucitado, el brillo de sus ojos no hubiera
disminuido un ápice. Ella lo había visto. Lo había tocado. Lo había escuchado
decir su nombre. Había sentido la mirada amorosa del Señor resucitado. Quizás
nos hubiera respondido: «Él puede solucionarlo todo. Él lo va a solucionar
todo».
La Resurrección es nuestra mayor esperanza. El propio Compendio de la
Doctrina Social de la Iglesia afirma que aquello que funda nuestra esperanza en
una tierra que habite la justicia es la resurrección de Cristo2.
He tenido la oportunidad de revisar de manera sistemática mucho material
que estudia desde el punto de vista histórico ese momento. Fruto de ese esfuerzo
nació el libro “Un latido en la tumba” (editorial Voz de Papel), cuyo resumen
compartimos a continuación.

1. CONSENSO DE MÍNIMOS
La primera parte del libro explora los argumentos a favor de la Resurrección. La
segunda, las teorías contrarias. La tercera parte intenta una cronología detallada
de lo que sucedió entre el 5 de abril y el 14 de mayo del año 33. Siempre en clave
histórica, pues una teología sana parte de aquello que realmente sucedió.

267
La Revista Católica, Abril/Junio, 2019 d
CRISTOLOGÍA

La Resurrección es una verdad de fe. Y, sin embargo, profesores universitarios


como Michael Licona y Gary Habermas han demostrado que hay un amplio
consenso entre cristianos como ellos y otras autoridades académicas judías como
Pinchas Lapide, ateas como Paula Friedriksen o agnósticas como Bart Ehrmann
acerca de dos hechos que consideran históricos:
1) El cadáver de Jesús no estaba en su sepulcro el 5 de abril del año 33 de
nuestra era.
2) Centenares de simpatizantes y algunos de los enemigos de Jesús le vieron o
creyeron verle vivo después de su muerte en la cruz.
Respecto a la fecha concreta, he seguido la hipótesis Waddington y Humphreys3.
Por un lado, demuestran astronómicamente que el año 33 es el mejor entre los
poquísimos en los que la Pascua judía coincidió en sábado. Ese mismo año, poco
después de las seis de la tarde del viernes 3 de abril hubo un eclipse lunar que
explicaría la “luna de sangre” de la que habla san Pedro en su primera predicación.
Este cálculo encajaría con los datos bíblicos: el Bautista empezó su actividad
el año 15 de Tiberio (Lc 3,1-2), que fue el año 29-30 de nuestra era. Por otro
lado, Jesús predicó la primera de sus tres o cuatro Pascuas en Jerusalén a los 46
años de edificarse el Templo (Jn 2, 20; en rigor, la naos, pues el conjunto no fue
finalizado hasta los años 60), cosa que por Flavio Josefo se puede datar en el 17
aC (Antigüedades 15.421).
Históricamente hablando, hay un gran número de datos que apuntan a que el
cadáver de Jesús jamás apareció. Si el cadáver hubiera quedado en el sepulcro, los
cristianos no hubieran podido predicar que Jesús había resucitado, ni los judíos
acusarles de haber robado el cadáver, ni los cristianos replicar que esa versión era
fruto de un soborno de la guardia.
Constan visitas al Santo Sepulcro desde el principio. Eutiques, patriarca de
Alejandría, relata el establecimiento de una comunidad judeocristiana en Jerusalén
ya en el año 73. Hubo culto en el Calvario desde el siglo I, como sugieren el
Testamento de Adán y los grafitos hallados a finales del siglo XX4. Si una sola
persona hubiera aportado un dato fiable sobre el paradero del cadáver de Jesús,
nada de todo esto hubiera sido posible.
En 1951 se halló también, bajo el Cenáculo, una sinagoga del siglo I,
probablemente paleocristiana, con el ábside orientado al Sepulcro. La mejor
268
La Revista Católica, Abril/Junio, 2019 d
CRISTOLOGÍA

explicación es que ese grupo de judíos consideraban que el Sepulcro era más
importante que el Templo5.
El hallazgo del sudario plegado como cuando fue cubierto el Rostro de Jesús
y el resto de los lienzos son incomprensibles si el cadáver fue robado o si el relato
es una invención mítica tardía.
La historicidad del sepulcro vacío se complementa con la de las apariciones de
Jesús. Podríamos decir que las aportaciones recientes más interesantes al respecto
son tres: una mejor comprensión de la teología del II Templo, el papel de los
testigos oculares y la “explosión” de una Cristología casi totalmente desarrollada
anterior al año 40. Estos tres elementos restan peso a las hipótesis del desarrollo
tardío de teologías que fueron reelaborando ciertas interpretación de los hechos,
por parte de “comunidades de creyentes” (Gesichteforme).

1.1 El judaísmo del II Templo.


La Teología del II Templo nos ayuda a meternos en la piel de los judíos que
vivieron la Pascua del año 33 dC. NT Wright6 compara las esperanzas de los
judíos del siglo I con cuatro melodías. Lo que resulta fascinante es ver que la
Resurrección de Jesús supone que las cuatro melodías quedan unidas en una
maravillosa sinfonía. Algo histórico hizo que algunos judíos relacionados con
Jesús dijeran que habían escuchado esas melodías, que son: el clímax de la historia,
el perdón de los pecados, la llegada del Mesías-Rey7 y, con todo ello, el regreso de
la Gloria de YHWH.
Para mí supuso una gran sorpresa leer que, según Wright, los judíos del siglo I
consideraban que la Gloria de YHWH no moraba en el Templo. Y, sin embargo,
eso soluciona mil enigmas: ¿Por qué había otro Templo en Elefantina? ¿Por qué
hay profetas post-exílicos que anuncian el regreso de YHWH? Si YHWH dice
«moraré en medio de ti» (Zac 2,15) o «dentro de poco llenaré de gloria esta casa»
(Ag 2, 7), significa que aun no está allí. ¿En qué momento había regresado la
Gloria, si no hay rastro alguno de algo tan importante ni en los libros de Esdras,
ni en Nehemías, ni en ningún otro?
En 2018 se publicó un libro que sintetiza los resultados de las excavaciones en
Magdala, la ciudad de donde provenía María Magdalena, a la que podemos llamar
verdadera “protomártir” (aunque fuera testimonio de palabra)8. En Magdala se

269
La Revista Católica, Abril/Junio, 2019 d
CRISTOLOGÍA

han hallado bañeras rituales o mikvaot, piedras para redes de pescar, un puerto
y dos sinagogas. ¿Estuvo allí María Magdalena anunciando la Resurrección?
No tenemos constancia. Pero probablemente conocía la piedra sobre la que se
proclamaba la Torá, en la que estaba representada la merkabá, el carro de Ezequiel
en que la Gloria de YHWH abandonó su Templo. Sabía lo que significaba, y
por eso la Resurrección fue para ella y para el resto de primeros cristianos, no
una conversión a una nueva religión, sino la plenitud de la suya. Era un nuevo
mundo. Un final feliz que cerraba el círculo tras la expulsión del Jardín del Edén,
del cual el II Templo era una representación. Mediante la Pascua de Jesucristo,
Dios y el hombre habían recuperado una armonía mejorada.

1.2 Los testigos oculares


Richard Bauckham ha publicado recientemente la segunda edición de su
histórico libro Jesus and the eyewitnesses9. Múltiples datos indicarían que los
evangelios se han elaborado a partir de testimonios oculares. La presencia de
ciertos nombres en Marcos, de los que nada se dice (Bartimeo, Alejandro, Rufo...),
y que desaparecen en otros evangelios se explicaría porque son fuentes directas del
escritor sagrado o/y personajes a los que los lectores reconocen. En otros casos
sucede al revés: hay personajes innominados que aparecen en evangelios tardíos,
como el del discípulo que cortó la oreja de Malco. Tal recurso sería el llamado
“anonimato protector”.
Otro llamativo recurso es el cambio de sujeto del plural al singular en 22
episodios narrados por Marcos, que escribe, por ejemplo: «fueron a Cafarnaúm
y Jesús dijo…». En los paralelos se pierde el plural, y leemos: «Jesús fue y dijo...».
La mejor explicación es que, en el primer caso, Marcos está redactando una
catequesis predicada oralmente en que Pedro, un testigo ocular, está explicando:
«fuimos a Cafarnaúm y Jesús dijo...».
Los nombres en los evangelios son los mismos, incluso desde el punto de
vista porcentual, en comparación con grandes bases de datos con nombres de
principios del siglo I en Palestina. De hecho, los redactores de los evangelios
emplean técnicas historiográficas comparables en todo a las mejores biografías
de la época, como las de Plutarco, Polibio o Luciano. Papías alude a que él
mismo solo ha querido recoger testimonios de testigos oculares directos, que ha
recopilado cuidadosamente.
270
La Revista Católica, Abril/Junio, 2019 d
CRISTOLOGÍA

1.3 La Cristología anterior al año 50


Se puede determinar con certeza, históricamente hablando, que la creencia en
la divinidad de Jesús apareció antes de los años 40, recurriendo exclusivamente a
textos indudablemente muy precoces. Los himnos cristológicos de Flp 2, 6-11 y
Col 1, 15-23 son, como el Credo de 1 Cor 15, anteriores al año 40.
David Capes10, por ejemplo, recopila al menos 8 “citas de YHWH” entre
las cartas de san Pablo. Son textos del Antiguo Testamento en que el sujeto es
YHWH, y san Pablo los aplica a Jesús, cambiando el nombre divino por el título
de Kyrios (Señor). Véase Rm 11,33 (cita de Is 40,13) o Rm 10,13 (cita de Joel
2,32).
Como es sabido, los judíos no pronunciaban el nombre de YHWH,
sustituyéndolo por Adonai en hebreo y Kyrios en griego. Los romanos se
maravillaban de que todo niño judío se negaba en redondo a decir, simplemente,
que “el César es Kyrios” (Guerra Judía 7.10.1 § 418-9). Por lo tanto, decir que
Jesús de Nazaret es el Kyrios es lo mismo que decir que Jesús es YHWH. Esto
es algo totalmente espectacular, algo que un judío no puede hacer a menos de
que haya presenciado una intervención divina superior incluso a la liberación de
Egipto y a la entrega de la Torá.
El hecho de confesar que «Jesús es el Señor» es confesar que Jesús es Dios,
como dice de forma explícita Rm 9,5 y Tit 2,13. Jesús es uno con Dios Padre, y
por eso «el Señor» es introducido en el Shemá y equiparado a Dios Creador en
1 Cor 8,6. Jesús es «Señor» de toda la vida (moral) y de la historia (escatología).
«Señor» es un nombre, no solo un título. No es una identidad funcional, sino
óntica.
Larry Hurtado11 ha tenido el acierto de centrarse en un estudio de las actitudes
religiosas que se observan entre los primeros cristianos para deducir qué pensaban.
Aunque algunos siguen diciendo que los evangelios son de finales del siglo I, es
obvio que el tipo de relación entre los primeros cristianos y Jesús es de entrega
total, solo equiparable a la que tenían, como judíos, con YHWH. «Si vivimos,
vivimos para el Señor. Si morimos, morimos para el Señor. En la vida y en la
muerte, somos del Señor» (Rm 14,8-9). Ni hubo, ni hay, ni habrá otro personaje
similar en toda la historia del pueblo judío. Ni siquiera en el caso de ángeles
principales como Metatrón o Yahoel, o patriarcas exaltados como Moisés o Enoc.

271
La Revista Católica, Abril/Junio, 2019 d
CRISTOLOGÍA

Si unimos toda esta información y estudiamos las apariciones de Jesús, podemos


entender que:
1) Las apariciones no son atribuibles a ningún trastorno neurológico o psi-
quiátrico. No existe ningún proceso mental que explique que cientos de
personas vieran vivo y tocaran unas once veces en un período de 40 días a
alguien que había muerto previamente.
2) Tampoco son atribuibles a una ficción: los textos sorprenden por su breve-
dad, por omitir la escena de la Resurrección, por la ausencia de citas bíbli-
cas o fines apologéticos, porque el testimonio principal sea de mujeres, por
existir diferencias entre los evangelios que en los relatos ficticios siempre
desaparecen. Una ficción o un mito son, por el contrario, relatos tardíos,
bien acabados, sin elementos desconcertantes para la cultura de la época, y
que nunca entrañan peligros para sus autores.
3) Las apariciones de Jesús son la mejor explicación de la desaparición del ca-
dáver, de la elevada Cristología que aparece desde el principio, y del hecho
de que un grupo de judíos adore a un hombre torturado hasta la muerte
arriesgándolo todo. Son la mejor explicación de que interpreten que, me-
diante la Resurrección de Jesús, la Gloria de YHWH ha regresado junto a
los hombres, perdonando sus pecados y reconciliándolos entre ellos.
4) Las apariciones son la única explicación simple del conjunto de datos. Las
explicaciones naturales alternativas no son simples: necesitan de la acumu-
lación de causas diversas e improbables (ladrones de cadáveres que inven-
tan un mito peligroso e incompleto).
5) Las apariciones iluminan los casos particulares, como el martirio de San-
tiago el Menor, la conversión de Pablo, la conversión de Cornelio, la trans-
misión de la fe a la segunda generación, etc.

2. CRONOLOGÍA DETALLADA DEL 5 DE ABRIL AL 14 DE MAYO DEL 33


En un amplio apéndice, se intenta estudiar detenidamente los textos sobre la
Resurrección, buscando el hilo conductor de cada evangelio y saliendo al paso de
las aparentes contradicciones. Habría, al menos, doce, de las que aquí destacamos
las principales:
- Los nombres de las mujeres que acuden al sepulcro son distintos porque
cada autor invocaba a sus fuentes o a aquellas personas que su audiencia
272
La Revista Católica, Abril/Junio, 2019 d
CRISTOLOGÍA

podría reconocer. Cada sinóptico cita a las mismas mujeres tanto en la


Cruz, como en el entierro como en el sepulcro vacío. San Juan, por su
parte, conoce que fueron varias mujeres, pues aunque el relato se centra en
la Magdalena, que parece ir sola, ella misma dice cuando va a avisar: «no
sabemos dónde lo han puesto».
- El momento en que compran los aromas (viernes en Lucas, domingo en
Marcos) se debería, según Antonio Persili, a la costumbre judía de llevarlos
varios días para ungir la puerta y las paredes.
- Parecería que san Lucas no sabe que Jesús se apareció a las mujeres. Sin
embargo, los discípulos de Emaús dicen que las mujeres les han alborotado,
han comprobado el sepulcro vacío, «pero a Él no le han visto». Frase esta
última que indicaría que las mujeres afirman haberle visto.
- Parecería que san Mateo desconoce las apariciones en Judea. Sin embargo,
en Galilea se aparece «en el monte que Él les había indicado», cosa que
debe haber hecho en una aparición previa que Mateo no explica.
- Es posible que Lucas condense en una aparición la noche del Domingo de
Pascua lo que Juan y Marcos desglosan en dos. En efecto: fue al octavo día
cuando había once discípulos (antes faltaban Judas y Tomás), y cuando Jesús
lamenta su incredulidad, come con ellos y les pide que le miren y le toquen.

3.“ESTE ES EL MISTERIO DE LA FE”


El gobernador Festo no debía entender bien porqué Pablo llevaba dos años en la
cárcel, en Cesarea, e insistía en esa historia. «Pablo decía que estaba vivo» (Hch
25, 19). Pablo insistía porque se trata de “La” historia. La más importante en la
historia de la humanidad.
«Todas las verdades, también las más inaccesibles para la mente humana,
encuentran su justificación, incluso en el ámbito de la razón, si Cristo resucitado
ha dado la prueba definitiva, prometida por Él, de su autoridad divina» (Juan
Pablo II)12.
“Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección»”, respondemos en la
Santa Misa al sacerdote. Estas reflexiones son un resumen de un libro en el que
hemos querido proclamar de otra manera, desde un enfoque histórico, aquello
que constituye la razón de nuestra esperanza.

273
La Revista Católica, Abril/Junio, 2019 d
CRISTOLOGÍA

Notas
1 Dermatólogo, licenciado en Medicina y Cirugía por la Universidad de Barcelona. Licen-
ciado en Ciencias Religiosas, diácono permanente de la diócesis de Tarrasa (Cataluña) y
padre de familia. Autor de “Un latido en la tumba”.
2 Compendio de la DSI, n.56. El n.170 dice que la Pascua de Jesús «ilumina en plenitud la
realización del verdadero bien común de la humanidad».
3 C.J. Humphreys. The mystery of the last supper, Cambridge University Press, Cambridge
2011, p. 20. H.W Hoehner. The chronology of Jesus. En T. Holmén - S.E. Porter (eds).
Handbook for the Study of the historical Jesus, Brill, Leyden-Boston 2011, pp. 2350-6.
4 F. Díez Fernández, El Calvario y la cueva de Adán, Verbo Divino, Estella 2004, pp. 144ss.
5 B. Pixner, Church of the Apostles found on Mount Zion. BAR 1990; 16 (3): 23-30.
6 Las citas de este autor serían interminables: véase The resurrection of the Son of God; Paul and
the faithfullness of God; Jesus and the victory of God.
7 Lo sucedido significó el clímax de la historia, un jubileo de jubileos. El Apocalipsis animal
de 1 Enoc 85-90; El Libro de los Jubileos, las Antigüedades Bíblicas, el Testamento de Moi-
sés, los Salmos de Salomón, el documento de Damasco, 41MMT y muchos otros muestran
que se esperaba una intervención divina en la historia, a la luz de Dn 9 y especialmente de
Dt 30.
8 Richard Bauckham (ed.), Magdala of Galilee, Baylor, Waco 2018.
9 Richard Bauckham, Jesus and the eyewitnesses (2ª ed). Eerdmans, Cambridge-Grand Rap-
ids 2017.
10 David Capes, The divine Christ. Baker, Grand Rapids 2018, pp.24.26.59-70.110.
11 Larry Hurtado, How on earth did Jesus became God? Eerdmans, Grand Rapids 2005.
12 Catequesis de 9/3/1989 durante la Audiencia General. Creo en Jesucristo, p.421-422. Pala-
bra, Madrid 1997.

274
La Revista Católica, Abril/Junio, 2019 d

También podría gustarte