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Horacio Bojorge

ME QUIERO CASAR
TOMO 2

"¡Cuán hermosos son tus amores!


Cantar de los cantares 4:10

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Me quiero casar. Lo que la esposa debe saber

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Horacio Bojorge

Horacio Bojorge

ME QUIERO CASAR
TOMO 2
Lo que la esposa debe saber

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Me quiero casar. Lo que la esposa debe saber

Colección: Caminos Interiores


Diseño de tapa: Laura Güizzo y Mercedes Sancho
Ilustración de tapa: Montaje sobre óleo de Edmund Blair Leighton

Bojorge, Horacio
Me quiero casar 2 : lo que la esposa debe saber / Horacio Bojorge. - 1.a
ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Lumen, 2016.
192 p. ; 22 x 15 cm.

ISBN 978-987-00-1083-8

1. Matrimonio Cristiano. I. Título.


CDD 248.4

No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento


informático, ni su transmisión de ninguna forma, ya sea electrónica, mecánica,
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LIBRO DE EDICIÓN ARGENTINA


PRINTED IN ARGENTINA

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Horacio Bojorge

ÍNDICE

1. Introducción:
Lo que la esposa debe saber .............................9
2. El alma esposa del Verbo. Enseñanza
de los Santos Padres y Doctores ...................11
3. Fabiana Corraro. Diálogos esponsales.
Jesús, Esposo y Maestro....................................18
4. Las Bodas del Cordero en el Nuevo
Testamento .........................................................59
5. Orígenes. La Iglesia y el alma piden:
¡Que me bese con los besos de su boca! .....88
6. El beso de Jesucristo en la Santa Misa
La palabra, el beso, el silencio ......................93
7. Jazmín: “La redención de los labios”............99
8. La cruz de la soledad para darnos
su compañía .....................................................101
9. Cinthia: El beso del Esposo en
el desierto..........................................................119
10. Orígenes: La esposa fiel o infiel..................124
11. La Serpiente: violadora del alma................137
12. San Juan de la Cruz:
La lujuria espiritual........................................145
13. La mujer: misterio velado.............................153
14. Quien no sabe de penas ................................175
15. José María Pemán: Tres poemas .................179
16. Conclusión ........................................................188

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1 I NTRODUCCIÓN
Lo que la esposa debe saber

Querida lectora:
Si al primer tomo de los relatos estaba dirigido a almas
principiantes, este segundo tomo se dirige a las ya iniciadas en
el camino esponsal con Jesucristo el Hijo de Dios y que avanzan
por ese camino del seguimiento como novia o esposa.
En este segundo tomo encontrarás enseñanzas de los maes-
tros católicos del camino esponsal que apuntan a purificar el al-
ma y embellecerla a los ojos del Señor y también a prevenirlas
y fortalecerlas para los percances en el camino.

Aborrecimiento del pecado y las cosas mundanas

Las bodas del Cordero se van realizando en el tiempo, gene-


ración tras generación. Esa Alianza esponsal se sella con el SÍ es-
ponsal de cada una de las almas creyentes al requerimiento
amoroso del Señor. El SÍ implica ser dueña de las propias pasio-
nes y sentimientos para gobernarlos. Implica también un pro-
gresivo menosprecio y abandono de las vanidades mundanas:
“Escucha, hija; mira, inclina el oído, olvida a tu pueblo y la casa
de tus padres” (Salmo 45, 11).
Para contraer este vínculo esponsal de la bautizada con el
Verbo Eterno, no es impedimento —como hemos dicho— nin-
gún estado civil ni religioso (soltera, casada o viuda). Todas están
llamadas a configurar su vida de fe con la respuesta esponsal que
da la Iglesia a Jesucristo, su divino Esposo. Ante el corazón de ca-

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da una, desde su concepción hasta su muerte, está el divino Es-


poso suplicante que le dice: Mira que estoy ante tu puerta y lla-
mo, si escuchas mi voz y me abres la puerta, yo entraré donde ti
y cenaremos juntos.1
¿Tú le has dado ya tu SÍ? Ahora el Señor —que te quiere pu-
ra y hermosa, sin mancha ni arruga— comenzará a transfor-
marte, a purificarte, y te enseñará lo que “su esposa debe saber”.
Como Amigo del Esposo, quiero — como dice San Pablo—:2
“presentarte a Cristo como una doncella pura”. Es que toda al-
ma corre peligro de que, al igual que la serpiente engañó a Eva
con su astucia, el mundo pueda pervertirla apartándola de la
sinceridad esponsal, del trato confiado, sincero y amoroso con
Jesucristo.
Estas páginas quieren advertirte de esos peligros, tentacio-
nes y pruebas que acompañarán las dulzuras del amor espon-
sal. Vendrán sufrimientos purificadores. No deben asustarte ni
extrañarte. Apuntan a unirte más íntimamente a Jesucristo y
nunca serán superiores a la medida de tu fortaleza.

Montevideo, 19 de marzo de 2016.


Solemnidad de San José

1. Traducción y glosa libre de Apocalipsis 3, 20.


2. 2.a Corintios 11, 2-3.

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2. EL ALMA ESPOSA DEL VERBO


Enseñanza de los Santos Padres y Doctores

1. Orígenes
La esposa del Cantar es el alma deseosa de unirse al Verbo. 3
“Consideremos un alma cuya única voluntad sea la de unir-
se estrechamente con el Verbo de Dios y penetrar en lo interior
de los misterios de su sabiduría y de su ciencia, como en el tá-
lamo del esposo celestial; y esta alma esté en posesión también
de sus regalos, los que le dieron a título de dote.
En efecto, como la dote de la Iglesia fueron los volúmenes
de la ley y de los profetas, así también póngase a cuenta de es-
ta alma, como regalo dotal, la ley natural, la razón y el libre al-
bedrío. Por otra parte, al tener estos dones como dote, la doctri-
na de su primera instrucción tiene sus orígenes en pedagogos y
maestros.
Ahora bien, como quiera que en estos no halla satisfacción
plena y perfecta de su deseo y amor, trata de rogar insistente-
mente que la luz y la presencia del Verbo mismo de Dios ilumi-
nen su mente pura y virginal.
Realmente, cuando la mente se llena de sentimientos y de
pensamientos divinos, sin intervención de ningún hombre o án-
gel, crea que es entonces cuando recibe los besos del Verbo mis-
mo de Dios. Por causa de lo dicho y por tales besos, diga el alma
orando a Dios: ¡Que me bese con los besos de su boca! 4
En efecto, mientras fue incapaz de captar la pura y sólida
doctrina del Verbo mismo de Dios, recibió por necesidad be-

3. Orígenes. Comentario al Cantar de los Cantares (Biblioteca Patrística), Madrid, Ciudad


Nueva, 1986. Este fragmento es del Comentario al Cantar de los Cantares 1,2. Más adelante
hemos insertado un capítulo entero sobre la doctrina de este autor acerca de la esponsalidad
del alma con el Verbo encarnado.
4. Cantar de los Cantares 1, 2.

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sos, esto es, pensamientos, de la boca de los maestros. Pero


cuando por propio impulso haya comenzado ya a distinguir lo
obscuro, a desenredar lo intrincado, a desvelar lo implícito y a
explicar con apropiadas fórmulas de interpretación las pará-
bolas, los enigmas y las sentencias, crea que entonces es cuan-
do recibe ya los besos de su propio esposo, esto es, del Verbo
de Dios”.

2. Beato Isaac 5

“... se puede decir que cada alma fiel es esposa del Verbo
de Dios... “

El Hijo de Dios es el primogénito entre muchos hermanos.


Por naturaleza es Hijo único, por gracia asoció consigo a mu-
chos para que sean uno con él. Pues a cuantos lo recibieron les
dio poder de llegar a ser hijos de Dios.
Haciéndose él Hijo del hombre hizo hijos de Dios a mu-
chos. El que es Hijo único asoció consigo, por su amor y su po-
der, a muchos. Éstos, siendo muchos por su generación según la
carne, por la regeneración divina son uno con él.
Cristo es uno, el Cristo total, cabeza y cuerpo. Uno nacido
de un único Dios en el cielo y de una única madre en la tierra.
Muchos hijos y un solo Hijo. Pues así como la cabeza y los
miembros son un Hijo y muchos hijos, así también María y la
Iglesia son una madre y muchas, una virgen y muchas.
Ambas son madres, ambas son vírgenes; ambas conciben
virginalmente del Espíritu Santo. Ambas dan a luz, para Dios Pa-
dre, una descendencia sin pecado. María dio a luz a la cabeza sin

5. Beato Isaac de Nínive, Abad del Monasterio Stella Maris, Monte Carmelo, Jaifa; Sermón 51:
Patrología Latina Tomo 194, Columnas 1862-1863. 1865. Tomado de la segunda lectura del
Oficio Divino, sábado de la segunda semana de Adviento. Las cursivas son nuestras.

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pecado del cuerpo; la Iglesia da a luz por el perdón de los peca-


dos al cuerpo de esa cabeza. Ambas son madres de Cristo, pero
ninguna de las dos puede, sin la otra, dar a luz al Cristo total.
Por eso, en las Escrituras divinamente inspiradas, lo que
se entiende en general de la Iglesia, virgen y madre, se entiende
en particular de la virgen María; y lo que se entiende de modo es-
pecial de María, virgen y madre, se entiende de modo general de
la Iglesia, virgen y madre. Y, cuando los textos hablan de una u
otra, dichos textos pueden aplicarse indiferentemente a las dos.
También se puede decir que cada alma fiel es esposa del
Verbo de Dios, madre de Cristo, hija y hermana, virgen y madre
fecunda. Todo lo cual la misma Sabiduría de Dios, que es la Pa-
labra del Padre, lo dice universalmente de la Iglesia, de modo es-
pecial de la Virgen María, e individualmente de cada alma fiel.6
Por eso dice: “Habitaré en la heredad del Señor”. La heredad
del Señor en su significado universal es la Iglesia; en su signifi-
cado especial, la Virgen María, y en su significado individual,
también cada alma fiel. Cristo permaneció nueve meses en el
seno de María; permanecerá en el tabernáculo de la fe de la Igle-
sia hasta la consumación de los siglos; y en el conocimiento y en
el amor del alma fiel por los siglos de los siglos. Amén.

3. San Buenaventura
La Iglesia en cada alma, por lo tanto también en la tuya

“… porque la Iglesia contemplativa y el alma no se diferencian


sino en que el alma tiene en sí lo que la Iglesia tiene en muchos…”

6. Como se verá más adelante, lo que se aplica a toda alma se aplica más propiamente al alma
de toda mujer bautizada, en cualquier edad y estado de vida que se encuentre. Por esto, nues-
tras niñas hacían su primera comunión con un vestido de novia, aunque más tarde fuesen a
ser llamadas a la vida matrimonial.

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Coincidentemente con el beato Isaac, afirma san Buenaven-


tura: “Hacia el principio del Apocalipsis se dice al sexto Ángel,
esto es, al Ángel de la Iglesia de Filadelfia: Al que venciere, yo lo
haré columna en el templo de mi Dios, de donde no saldrá jamás
fuera; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios y el nombre de
la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén (Apoc. 16, 1. 12 y ss.).
Seis son los tiempos; de los cuales el sexto tiempo tiene tres
tiempos con quietud y descanso. Y como Cristo vino en el sex-
to tiempo, así es menester que al fin sea engendrada la Iglesia
contemplativa. Porque la Iglesia contemplativa y el alma no se
diferencian sino en que el alma tiene en sí lo que la Iglesia tiene
en muchos. Cada alma contemplativa, en efecto, tiene cierta per-
fección para que vea las visiones de Dios”.7

4. San Ambrosio
La esposa de Cristo

“Iluminas la gracia de tu cuerpo con el esplendor de tu espíritu”

Tú, que has salido de entre el pueblo, de entre la multitud,


eres ciertamente una de las vírgenes8 que iluminas la gracia de
tu cuerpo con el esplendor de tu espíritu (por eso, con toda ra-
zón, se te compara con la Iglesia); así pues, en las noches, cuan-
do estés en tu habitación, piensa siempre en Cristo y espera
continuamente su llegada.

7. San Buenaventura, Collationes in Hexameron XXIII, 4.


8. San Ambrosio escribe estas cosas para las integrantes del Orden de las Vírgenes. Pero es doc-
trina que aunque en una vida de pecados se haya perdido la virginidad del cuerpo, por la pen-
itencia y la nueva vida de la gracia se restaura la virginidad del alma. Más aún, es doctrina de
los santos, que aún la mujer casada, guarda una virginidad del alma, que la esposa es siempre
novia. Y que la mujer casada y madre tiene alma virgen, por la pureza de una castidad interi-
or. De modo que la experiencia muestra que la que lee esta página con alma virginal se mira
en ella como en un espejo y se reconoce reflejada en esas mismas actitudes interiores

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Así te desea Cristo, por eso te ha elegido. Él entra cuando


se le deja la puerta abierta; Él, que ha prometido entrar, no pue-
de faltar a su promesa. Abraza entonces al que has buscado,
acércate a él y quedarás radiante; detenlo, pídele que no se va-
ya luego, suplícale que no se marche. Pues la Palabra de Dios
suele pasar de prisa: si siente algún desdén, no se entrega; si no
se le hace caso, se retira. Atiende con interés a lo que te diga,
sigue con insistencia las huellas de sus palabras; pues suele re-
tirarse pronto”.
¿Qué dice la esposa del Cantar de los Cantares? Lo busqué
y no lo encontré, lo llamé y no respondió. Si se ha marchado
muy pronto de ti Aquel a quien llamaste, a quien suplicaste, a
quien abriste tu puerta, no por ello pienses que le has desagra-
dado, pues a veces quiere ponernos a prueba. ¿Qué fue lo que
dijo, en el Evangelio, a las turbas que le rogaban que no se fue-
se? Es necesario que yo vaya a anunciar la palabra de Dios tam-
bién a otras ciudades, porque esa es mi misión. Así pues, si pa-
reciere apartarse de ti, sal fuera y búscalo de nuevo por todas
partes.
¿Quién más, si no es la santa Iglesia, la que puede enseñar-
te cómo retener a Cristo? Y ya te lo ha enseñado, si entiendes lo
que lees: Apenas los pasé, encontré al amor de mi alma; lo abra-
cé y ya no lo soltaré.
Y ¿cuál es la manera de retener a Cristo? No por la fuerza,
no con los nudos de una soga, sino con ataduras de amor, con co-
rreas espirituales, con el afecto del alma es como se le retiene.
Si quieres tener a Cristo contigo, búscalo sin temor al sufri-
miento; muchas veces, donde mejor se lo encuentra es en me-
dio de los suplicios del cuerpo, entre las mismas manos de los
perseguidores.
Apenas los pases, pasado un breve espacio de tiempo des-
pués que hayas escapado a los perseguidores, sin sucumbir a los
poderes del mundo, Cristo te saldrá al encuentro y no permiti-
rá que seas ya probada por mucho tiempo.

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La que de este modo busca a Cristo, la que lo encuentra, pue-


de exclamar: Lo abracé y ya no lo soltaré, hasta entrarlo en la ca-
sa de mi madre, en la alcoba de la que me llevó en sus entrañas.
Esta casa, y alcoba de tu madre, no significa otra cosa que
la parte más íntima de tu ser. Conserva bien esa casa, limpia
bien sus rincones más escondidos, para que así, limpia de toda
mancha, se levante una casa espiritual hasta formar un sacerdo-
cio santo, consolidada por la piedra angular, y que el Espíritu
Santo habite en ella.
La que de este modo busca a Cristo, la que le ruega, no que-
da abandonada por él; al contrario, él vuelve con frecuencia a
visitarla, pues está con nosotros hasta el fin del mundo.9

5. Catecismo de la Iglesia católica

1617. Toda la vida cristiana está marcada por el amor es-


ponsal de Cristo y de la Iglesia. Ya el Bautismo, entrada en el
Pueblo de Dios, es un misterio nupcial. Es, por así decirlo, como
el baño de bodas (cf. Ef. 5, 26-27) que precede al banquete de bo-
das, la Eucaristía.
773. En la Iglesia esta comunión de los hombres con Dios
por “la caridad que no pasará jamás” (1 Co 13, 8) es la finalidad
que ordena todo lo que en ella es medio sacramental ligado a es-
te mundo que pasa (cf. Lumen gentium 48). “Su estructura está
totalmente ordenada a la santidad de los miembros de Cristo. Y
la santidad se aprecia en función del ‘gran misterio’ en el que la
Esposa responde con el don del amor al don del Esposo” (Mulie-
ris dignitatem 27). “María nos precede a todos en la santidad
que es el misterio de la Iglesia como la ‘Esposa sin mancha ni
arruga’ (Ef 5, 27). Por eso la dimensión mariana de la Iglesia pre-
cede a su dimensión petrina” (ibíd.).

9. Mateo 28, 20.

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796. […] El tema de Cristo Esposo de la Iglesia fue prepara-


do por los profetas y anunciado por Juan Bautista (cf. Jn 3, 29).
El Señor se designó a sí mismo como “el Esposo” (Mc 2, 19; cf.
Mt 22, 1-14; 25, 1-13). El apóstol presenta a la Iglesia y a cada
fiel, miembro de su Cuerpo, como una Esposa “desposada” con
Cristo Señor para “no ser con él más que un solo Espíritu” (cf. 1
Co 6,15-17; 2 Co 11, 2). Ella es la Esposa inmaculada del Corde-
ro inmaculado (cf. Ap 22, 17; Ef 1, 4; 5, 27), a la que Cristo “amó
y por la que se entregó a fin de santificarla” (Ef 5, 26), la que él
se asoció mediante una Alianza eterna y de la que no cesa de
cuidar como de su propio Cuerpo (cf. Ef 5, 29).
1616. Es lo que el apóstol Pablo da a entender diciendo:
“Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a la Igle-
sia y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla”,10 y aña-
diendo enseguida: “‘Por eso dejará el hombre a su padre y a su
madre y se unirá a su mujer, y los dos se harán una sola carne.’
Gran misterio es este, lo digo respecto a Cristo y a la Iglesia”.11

10. Ef. 5, 25-26


11. Ef. 5, 31-32

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3. FABIANA CORRARO
Diálogos esponsales
Jesús, Esposo y Maestro

He aquí una selección de pasajes del diario —escrito por


mandato del Señor— que espejan la relación esponsal de Fabia-
na con el Señor, después de los cuales incluimos algunos datos
biográficos y un autorretrato de su carisma.
En el espacio de una década es posible advertir la transforma-
ción de Fabiana y de su trato esponsal con Jesucristo, y su filialidad
con el Padre celestial y con María Santísima, hasta su muerte.
Hemos resaltado en negritas las expresiones de amor espon-
sal y las que expresan actitudes esponsales del alma.

19-05-1994
[…] F. No puedo aceptar que dependo de Dios (Sabiduría 5,
15-17). Estoy meditando Mateo 2, 19: Siento que vuelvo de un lar-
go período de destierro. Jesús está sanando mis heridas más pro-
fundas Al igual que con la familia de Nazaret. El Padre me dice
que ya puedo regresar a mi tierra, ya se han alejado mis enemi-
gos. Regreso, pero no sola. Conmigo viene la Madre y Jesús. Jesús
me dice:

“Levántate, compañera mía


Hermosa mía, y ven para acá.
Porque mira, ya ha pasado el invierno
Y las lluvias ya han cesado y se han ido.
Han aparecido las flores en la tierra,
Ha llegado el tiempo de las canciones,
Se oye el arrullo de la tórtola en nuestra tierra.
Las higueras echan sus brotes

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Y las viñas exhalan su olor.


Levántate amada mía, hermosa mía y ven.
Paloma mía que te escondes en las grietas de las rocas
En apartados riscos.
Muéstrame tu rostro, déjame oír tu voz
Porque tu voz es dulce y amoroso tu semblante
(Cantar de los Cantares 2, 10-14).

F. Estoy cansada y no quiero escribir


J. Distrae la mente.
Más tarde:
F. Le pido a Jesús que me asista porque siento frío en el co-
razón. Él viene y me da mucho amor. Su presencia se hace más
sensible y vuelve la calma a mi ser. Escucho a la gente que me
rodea quejarse por la situación económica. Enseguida pienso en
Jesús y Él apoya su Mano en mi hombro y me dice:
J. “SIN MIEDO”.
F. Calma Él la tempestad. Me da la gracia de no juzgar sino
de mirar con ojos de misericordia porque Él ama a todos. Jesús,
tengo dolor en mi corazón. Quisiera tener más alegría.
J. Lo que te falta es paciencia y serenidad. Todo a su tiem-
po. La alegría de este mundo no satisface. Te doy mi alegría…

22-05-94 Abandono
M.12 Yo te bautizo con el Amor de Mi Corazón Inmaculado.
F. Madre, tengo sueño.
M. Estás aquí, cumpliendo con tu Madre. Es cierto que no
sentís nada, pero Mi voz es clara. Hijita de Mi Corazón… Hoy Mi
Hijo es bautizado por Juan. Mi pueblo es bautizado con el Espíri-
tu Santo. Mi hijita querida es bautizada con Mi Amor de Madre.

12. Las iniciales corresponden a: P: Dios Padre; J: Jesús; M: María; F: Fabiana.

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F. En realidad necesito Tu Amor, Madre, porque mi mamá


dejó un vacío muy grande en mi corazón, y también tristeza. Es-
toy cansada.
M. Más confianza y más abandono. Déjate amar.

17-05-94
Estoy triste porque pienso que todo es ilusorio. ¿Dónde es-
tá la realidad y dónde la fantasía? Mi Madre pareciera que no
existe. Y no quiero escucharla.
J. ¿Necesitás saber el porqué de las cosas? Todo llega a su
hora, créeme. Reza y abandónate. Hijas de Jerusalén, les ruego
que no despierten ni molesten al Amor, hasta que ella quiera.
F. ¿Quién es el Amor?
J. Yo soy el AMOR.
F. ¿Me estás tomando el pelo?
J. Todo llega a su tiempo. La Obra es del AMOR, no tuya. Te
mantengo así para que crezcas en humildad.
F. Vos sí que sabés humillar…
J. Por tu bien.
F. ¿Por qué me pasa todo esto? ¿Adónde me querés llevar?
J. Adonde no te imaginás. Actúo como me parece. Hoy to-
davía no honraste a Mi Madre.
F. Estoy enojada con ella.
J. ¿No estás más bien enojada contigo misma? ¿Por qué du-
das? ¿Acaso ella no te conduce de la mano?
F. Sí, pero yo no confío.
J. Con o sin confianza, nada detiene Su obra de AMOR. Y Su
Casa la va a tener a pesar tuyo. No me gusta el excesivo respeto
humano.
F. Tengo miedo de no agradarte.

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J. Cuanto más imperfecto el instrumento, mejor. La Gloria


es sólo para Mí y Mi Padre. Haz tu vida como cualquiera; respe-
to tu libertad.
F. (Pienso en los dones que Dios me regaló. Y no sé cuáles
son. Pido auxilio al Espíritu Santo).
Personalmente, siento como si me hubieran desterrado. Va-
cía, como en tierra desconocida. Como un gran desierto en mi
vida, donde todo es árido. Jesús me dice: “¿Quién es ésta que su-
be del desierto apoyada en su amado?”. (Cantar 8, 5). Verdade-
ramente debo apoyarme en Él y confiar. Me acuesto, es tarde…
J. Para Mí actúas, escribes, hablas y rezas. Ya no eres tú la
que vives, sino Yo quien vivo en ti.
F. ¿Para qué querés que escriba? Si ni siquiera yo misma
vuelvo a leer lo que escribo.
J. Para que lea X, él sabrá qué hacer.
F. Estos diálogos me parecen un bochorno. No lo voy a mo-
lestar con estas pavadas.
J. Hijita, ¿ves lo que Mi Misericordia hace por vos? ¿Com-
prendés lo que Ella tiene que hacer con una “nada” como vos?
Debes ser sincera en tus escritos. Lo más fielmente posible.
F. Me da vergüenza escribir todo esto.
J. Toda tu miseria no es más que consecuencia del pecado
original. Tu vida es un modelo ejemplar de lo que Mi Amor Mi-
sericordioso hace a cada instante. También lo hago con mu-
chos de tus hermanos. Te doy Vida cada segundo de tu existen-
cia. ¿Comprendés cómo el pecado de la soberbia ya no tiene lí-
mites? No tengas miedo de descubrir al mundo tu miseria. El
sacrificio de la cruz es perenne, y Mi sangre baña al mundo en
un eterno presente. ¿Comprendés el Amor de Mi Corazón al
mundo?
F. Creo que de tan grande que es no me entra en la cabeza.
Entonces, ¿para qué nos creaste?
J. Para gozar de la Gloria de Mi Padre en el Cielo…

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18-05-94
Medito la koinomía que hay entre el versículo de anoche y
lo que leo hoy: “Cambien su vida y su corazón porque el Reino
de los Cielos se ha acercado” (Mt 3, 2).
J. El Reino está dentro de ti, no lo busques en nada externo.
El Reino es para darlo, no para guardarlo. Hoy es día de gozo,
porque una vez más me acerco a ustedes. Una vez más, bajo a
cultivar Mis flores preciosas. Mi Madre riega el jardín con Su
Amor. Te repito: Hoy es día de Alegría.
Luego:
J. ¿Por qué te levantaste y te fuiste? Nuestro encuentro no
había terminado. ¿Por qué tanta prisa? Yo soy el dueño del
Tiempo. ¿Por qué desayunaste tan a prisa? No me dejaste que
Yo te lo preparara; seguramente iba a ser mejor. Hija mía: te
cuesta aceptar lo pequeña que eres. Pero si Yo te estoy enseñan-
do TODO DE NUEVO es porque te amo demasiado y quiero hacer
de tu vida una obra de arte.
Una vez te dije: ¿Querés ser Mi princesa? Me dijiste que sí.
Bueno, una princesa debe ser educada para entrar a la Corte. De-
be ser digna de su Rey. No te intranquilices, no temas.
F. Me siento sola.
J. No te encierres en ti misma. Aprecia más las joyas con las
que te adorno todos los días.
F. Me preocupan los quehaceres domésticos.
J. Lo contrario: NO PREOCUPARSE. Déjame el cuidado de hacer
y deshacer. Impongo disciplina, a pesar tuyo.

Salí luego con papá para hacer unos trámites. Jesús me


acompañó todo el tiempo. Temprano me había dicho: “Hoy es un
día de Alegría”…
J. ¿Por qué todavía te extraña que te trate así (con tanto
Amor y dulzura)? ¿No soy Yo el AMOR? Déjate amar. Nuestra
historia de Amor no terminará jamás. ¿Necesitás ahora algo

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Horacio Bojorge

más que Mi Amor? ¿No me das las gracias por todo lo que hice
y hago por vos?
F. GRACIAS.
J. El agradecimiento es fruto del Amor.
F. Dame lo que me pides y pídeme lo que quieras.
Más tarde:
J. Hay que cuidar la paz interior cueste lo que cueste.
F. Pero soy tan débil.
J. Yo te haré fuerte.
F. Estoy más gordita y no me gusta porque me ajusta más
la ropa.
J. El niño no se mira. El niño espera a que la mamá le dé de
comer. ¿No podés hacer lo mismo?
F. Es que algunas veces me supera mi YO y me hace olvidar
que ante Vos soy una niñita. Me cuesta aceptar mi pequeñez,
quiero gobernarme sola.
J. La Grandeza no existe para lo pequeño. Contrario a lo que
el mundo busca.
F. Qué difícil es ser niño pequeño.
J. Justamente porque es difícil, te asigné esta misión. Al cie-
lo se entra por la puerta estrecha.
F. Estoy mal del estómago, me alimento muy mal.
J. Descuida, le encargué tus cuidados a Mi Dulce Madre, y si
Yo permito tus malestares es para que sepas que YO transformo
a pesar de tus vanos esfuerzos por cambiar. Te repito: “el niño
no se mira”, espera todo de la mamá.
F. Siento que me tienen un rato con Vos, otro rato con Ma-
ría, desconcertada. ¿Qué es esto? No entiendo nada. Otra vez
siento que me estás tomando el pelo.
J. Hay mucha rebeldía en tu corazón.
M. Te tengo ahora en Mis brazos.

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Me quiero casar. Lo que la esposa debe saber

F. ¡Mamá! Yo te necesito mucho. Sos la única Madre que


tengo. A veces siento que no me querés.
Más tarde:
F. Me siento mal y quiero culpar a Dios.
J. ¿No estás más bien enojada contigo misma? Es tu natura-
leza humana la que no soportas. Si la aceptaras, Mi remedio lle-
garía rápido. Hay que aceptarse. (Dios nos pone a prueba antes
de concedernos una gracia especial). Otra vez te repito: ¿Por
qué te enojás tanto con vos misma?
F. Ni yo misma me aguanto.
J. Entrégame tu humanidad y déjame actuar.
F. No confío y estoy cansada.
J. Justamente, estás cansada porque no me dejás hacer a Mí.
Tengo que golpear bastante tu YO para que muera.
F. A veces pienso que soy indomable.
J. Tanto sufrimiento te ha endurecido y tu corazón no hace
más que defenderse para no sufrir ya más. Si la vida te castigó
mucho, hijita mía, más derecho tienes a Mi Amor. Es la Justicia
Divina que se impone. Tienes todavía tanto miedo. Y Yo te amo
tanto…
(En verdad, pienso que Jesús me está conquistando a fuerza
de Amor. A pesar de mi resistencia, nada lo detiene).

19-05-94
J. Si tu mayor placer es comer: ¡ACTOS CONTRARIOS!13
F. Sos muy exigente.
J. Te basta Mi gracia. Es para el progreso de tu alma.
F. No me importa mi alma. No soy solo alma.
J. El alma es la Vida de las personas, y Yo vivifico tu alma.
Te recuerdo, hijita, el AMOR siempre gana. Y me encanta reno-

13. Es decir, mortificarse en el comer, ayunar.

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Horacio Bojorge

varte Mi Amor; él está por encima de tu rebeldía. Dime, hijita,


a través de estos escritos, ¿no te estás conociendo a ti misma?
F. ¡Sí, ya veo que no se te escapa nada!
J. Soy tu Amigo y quiero ayudarte.
F. Yo no sé por qué tengo que contarte todo, en qué me metí.
J. En una dulce historia de Amor.
F. Jesús, todavía tengo dolor en mi corazón. Quisiera tener
más alegría.
J. Lo que te falta es paciencia y serenidad. Todo a su tiem-
po. La alegría de este mundo no satisface. Te doy Mi Alegría.
F. Jesús, siento que mis capacidades mentales y de concen-
tración no son las mismas. Me equivoco muy a menudo en co-
sas insignificantes. Me cuesta concentrarme.
J. Pide lo que te falta. Dones de inteligencia, prudencia,
equilibrio, salud mental, lo que necesites solo tienes que pedir.
Me gusta adornarte con Mis dones. Mi Santo Espíritu suple to-
das las carencias. Yo sé que no te gusta pedir. Te acostumbraron
a no pedir. Pero Yo soy muy rico. Pide lo que Mi Santo Espíritu
te inspire. Siempre que no se oponga a Mi Voluntad, te daré lo
que me pides.
F. Estaba ya acostada. Me puse a leer el libro de Margarita,
“Mensaje de Jesús Misericordioso”; Jesús me dice:
J. Te sientes identificada con ella en muchos aspectos; pero
ese libro no viene a reemplazar Mi relación personal contigo.
Mis diálogos contigo son exclusivos.
(Él me insiste que escriba, aunque yo no quiero porque estoy
cansada. Pero al final me convence).
F. ¿Para qué querés que escriba?
J. Para mostrar al mundo Mi Amor. Para que el mundo se
convenza que solamente entrarán en el Reino los “pequeños”. El
cielo está hecho (lleno) de “almas pequeñas”. La soberbia ya no
tiene límites. No existe otro camino: “PEQUEÑEZ”. Tú siempre

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Me quiero casar. Lo que la esposa debe saber

fuiste pequeña, rebelde, pero pequeña al fin. Debes mostrar el


camino a otros.
F. Pero ¿cómo?
J. Con tus escritos.
F. ¿Quién los querrá leer?
J. Déjame hacer. Mi Madre te guía.
F. ¿Ya no está el libro de Margarita? ¿Para qué otro? No en-
tiendo nada.
J. No te van a conocer a vos, me van a conocer a Mí, a través
de tu diario. Tienen que saber que Mi Misericordia se acaba. Si
no fuera por Mi Madre. Ella sufre tanto por Sus hijos. A veces
pienso hasta qué punto no ama más a Sus hijos descarriados
que “al HIJO”. Ella conoce los momentos que se acercan, por eso
llama, suplica a los hijos.
(Puedo sentir en pequeño grado la “ira” del Señor. María la
detiene, por Sus hijos. ¿Hasta cuándo? Me invade el temor).
J. Sopórtalo. Todo es “Gracia”…
F. ¿Para quiénes es el “Mensaje”?
J. Para los paganos. Pero no olvides: nadie es profeta en su
tierra. Todavía hay tierras muy áridas donde la salvación debe
llegar. No hay que perder tiempo.

22-05-94
F. Jesús, perdoname por no darte más de mi tiempo.
J. No quiero perder Mi intimidad con Mi hijita querida.
F. No tengo ganas de escribir.
J. Pero si soy Yo quien guío tu mano. Solo te pido un ratito.
Soy “Mendigo de Amor”. Pago mucho. Encuentro tan pocos co-
razones amantes.
F. Perdóname, pero ¿por qué a mí?
J. Porque Yo te elegí.

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Horacio Bojorge

F. Pero quiero distraerme un rato con la televisión y Vos me


traés acá, a la habitación. No entiendo. Estoy cansada y lo sabés.
J. Mi hijita es tan pequeña que no llega a comprender el
“don que le hago de Mí mismo”; pero Amo manifestarme a lo
que es pequeño…
F. Jesús, te entrego mi humanidad.
J. La recibo con Alegría. Yo te doy Mi Santo Espíritu. Te un-
jo la frente con la señal de la cruz.
F. Mi humanidad está rebelada en este momento.
J. Lo que es carne proviene de la carne. Lo que es espíritu
proviene del Espíritu. Parece que Mi hijita se cansó de su Ama-
do. Es que no cuidás suficientemente que tu humanidad sobre-
pase. Ahora la tomo, y ve a descansar.

02-06-1994
… J. Amada mía, Yo te busco, Yo te encuentro y te Amo. Por-
que soy tu Amado. Si tú no puedes encontrarme, Yo vengo. Si
no te atreves a hablarme y a pedirme, Yo te colmo de lo que ne-
cesitas y aún más. Mi Amor es tan Grande y sabe adaptarse muy
bien a tu pequeñito corazón. ¿Me Amas?
F. Sí. Estoy aprendiendo.
J. Yo te conquisto. Además, respeto tus deseos. ¿Me Amas?
Me gusta oírtelo decir.
F. Sí, Jesús, te Amo. Jesús, Rey de la Tierra.
J. Déjate Amar. ¿Crees en lo posible? Pues cree también en
lo imposible. ¿Qué no haría Yo por Mi pequeñita? Ya te dije una
vez, ¿recuerdas? En ese momento tu corazón estaba muy dolo-
rido y no fue capaz de comprender Mis palabras. Pero ahora: YO
VENGO A AMARTE MÁS TODAVÍA. Espera todo de Mi Amor y de Mi
Bondad. Es el juego del Amor Hermoso. ¿Te agrada?
F. Me dejás sin palabras. ¡¡TE AMO, MI AMOR HERMOSO!! Te
gusta oír eso. ¿Por qué?

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Me quiero casar Tomo II Final 2/11/16 12:54 Page 28

Me quiero casar. Lo que la esposa debe saber

J. Porque Yo Soy El Amor, Yo doy Infinito Amor y quiero el


Amor de Mis pequeñuelos. También te dije una vez que nues-
tra historia de Amor no terminaría jamás. Comienza a gozar
desde ahora de este Amor que nunca terminará. Te Amo, hijita,
te amaré siempre.
(Estamos en el mes del Sagrado Corazón de Jesús. Y con ra-
zón, Él comienza a manifestarse de una manera especial en mi
vida. Es un Corazón Amante hasta la locura. Él sabe adaptarse a
la “nada” de su criatura).
De noche.
F. Jesús, estoy ansiosa.
J. ¿Por qué?
F. Hay que pagar cuentas y no hay plata. Quiero arreglar to-
do y no puedo nada.
J. Yo doy. No te preocupes. No te olvides: YO DOY. Eres peque-
ña, y doy porque conozco bien tu debilidad. Sé que sin Mí no
puedes nada. Yo doy porque te Amo. Solo te pido un poco de pa-
ciencia y sobre todo SERENIDAD. Conozco los deseos de tu cora-
zoncito, por eso vengo a complacerlos. Mi Amor es todo para
vos. Entonces, Yo te colmo y cubro tus necesidades. ¿Ves cuánto
te Amo, hijita? Mi Amor debe ocupar todo el lugar. Se lo debes a
Mi Madre que me entregó a ti. Debes estar bastante agradecida
con Ella.
F. ¡Jesús!
J. Yo te busco, Yo te encuentro y entonces: TE AMO. Me he
enamorado de tu pequeñez.
F. ¿Por qué, Jesús, me amás tanto?
J. Nunca comprenderás. Solo toma todo lo que te doy. Todo
es regalo. ¿Querés contarme lo que te preocupa?
F. La situación económica. Pero no por mí, sino por mi pa-
pá que trabaja tanto y no puede salir adelante. Lo veo cansado
y me da tanta pena.
J. Hija mía, tu situación económica es la mía, tus problemas

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Me quiero casar Tomo II Final 2/11/16 12:54 Page 29

Horacio Bojorge

son los míos. Yo soy tu caja fuerte. Solo tienes que pedir y con-
fiar. Confía más en Mi Bondad.
F. No me gusta ver la casa sucia, las cosas que se van arrui-
nando. Pero no puedo hacer todo de una vez.

04-06-94
“Aproximadamente me desperté a las 5.30 cuando todavía
era de noche. No podía dormir más. Entonces, Jesús me llenó de
su presencia y sentí su Amor. Fue una experiencia realmente so-
brenatural”.
J. No te preocupes si no podés alcanzarme. Yo sabré encon-
trarte. Cumplí tus actividades sin temor y con alegría. No ten-
gas miedo al abandono. Jamás te abandonaré.
F. Es que algunas veces parece que estuvieras tan lejos. ¿Y
mi Madre? Ya no puedo alcanzarla. Parece que me dejó sola.
J. Nuestra relación es relación de Amor y no quiero atentar
contra tu libertad. Así, igual, permanezco atento a tus movi-
mientos.
F. Jesús, te quiero mucho y tengo miedo de no poder encon-
trarte. De fallarte.
J. Amada mía, Yo te Amo como eres. Así como sos. Ahí don-
de te coloqué, siempre escondida en el Corazón Inmaculado de
Mi Madre. Me agrada conquistar tu corazón. ¿No era eso lo que
querías? Pues Yo vengo a enamorarte. No te preocupes. Te repito:
Yo te busco, Yo te encuentro, Yo te Amo. No tengas miedo al aban-
dono. YO TE AMO. Eres libre para amarme según tu capacidad.
F. Es que a veces pienso que no te amo lo suficiente. Y mi
limitación humana me lo impide. Estamos atados a un cuerpo
que también tiene exigencias.
J. ¿Te olvidas de que yo también soy Hombre? Conocí todas
las limitaciones humanas y te comprendo muy bien.
F. Jesús, ¿qué querés de mí?
J. No hace falta preguntar. Lo sabes muy bien, sólo Amarme.

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Me quiero casar. Lo que la esposa debe saber

F. ¿Cómo podés conformarte con tan poca cosa?


J. Sos obra de mis manos ¿cómo podría no Amarte? ¡Mi no-
viecita! En ti me complazco porque eres sincera. Anda por el
mundo sin temor, porque Yo no te abandono. Lleva Mi Alegría
a tus hermanos. Huye de la tristeza que no fue hecha para mi
hijita. Si la Vida te da algunos golpecitos, no importa, Mi Ale-
gría no te faltará. Alegría de saber que nuestro Amor jamás ter-
minará. Es la esperanza de una eternidad estando para siempre
juntos. Ahora que me conoces un poco más, ya no puedes de-
sesperar porque Yo te he revelado Mi Amor. De esa manera sa-
bes bien a donde apostar en este mundo.
F. AL AMOR HERMOSO, dentro de una vida sencilla y oculta a
los ojos de los grandes de esta tierra.
J. Que la Paz esté siempre en tu corazón. Ya no nos separa-
remos jamás. SOY TU AMOR PARA SIEMPRE. En las buenas y en las
malas.

06-06-94
F. Jesús, ¿dónde estás? No puedo encontrarte. Soy pobre y
débil. Me siento sola. Muéstrame Tu poder, Tu Amor.
J. Yo sé encontrarte. No te sientas culpable cuando no po-
dés encontrarme. Te repito: no me agrada atentar contra tu li-
bertad. ¿Por qué tenés miedo? Yo nunca te abandono.

01-05-1995
J. Si confías en Mí, no serás defraudada. Todo aquel que se
acerque a Mí con confianza, recibirá Mis dones.
A Mi Amada encontré y no la dejaré porque es mía,
porque la he hecho mía para siempre.
Allí está ella esperando al Amado de su alma,
que regrese para quemarla con el fuego de su Amor,
ella solo espera a su Amado, al Amado de su alma.

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Me quiero casar Tomo II Final 2/11/16 12:54 Page 31

Horacio Bojorge

Ella prepara su vestidura para Él,


Él la peina y le arregla el cabello.
Eres hermosa, Amada mía. ¿Cómo voy a dejarte?
Te he hecho mía para siempre.

J. Mi hijita tan amada, ¡si Yo no te hubiera amado tanto!


Con gusto me lancé hacia ti porque suponía tu respuesta.
F. Jesús, ¿cómo hago para que otras almas te amen tam-
bién?
J. Me amarán si se entregan de corazón a Mi Madre, porque
es Ella la que me da a ustedes.
F. Jesús, me da miedo que me des tanto amor.
J. No temas, hija, el amor que derramo sobre ti es el Amor
que derramo sobre la humanidad.

02-11-1996
J. ¡Ámame, hija! En este día, ámame.
F. ¿Cómo querés que te ame? No entiendo.
J. En las comidas; ámame. En los juegos; ámame. En el sue-
ño; ámame. No te dejes atormentar por nada. Sé feliz en las co-
midas, en el juego, en el sueño, así estarás amándome.

09-02-1997
J. Hija de Mi Corazón, no debes tener miedo cuando tu
Maestro te acompaña en todo momento. Yo te amo, hija, y quie-
ro que seas feliz. En Mi compañía y en Mi Amor. No te aferres
a las cosas de este mundo y sé feliz. Toma tu vida como un her-
moso juego de Amor, no como una responsabilidad. El niño pe-
queño no es responsable de sus horarios, ni de lo que hace, por-
que no tiene apegos. Tú debes ser niña pequeña en brazos de Tu
Madre porque Ella te cuida y mucho. Y no debes tener ningún
apego. Así serás feliz. Niño pequeño, siempre feliz.

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Me quiero casar Tomo II Final 2/11/16 12:54 Page 32

Me quiero casar. Lo que la esposa debe saber

09-03-97
J. ¿Por qué esa desconfianza? ¿Acaso no estoy Yo aquí, a tu la-
do? No intentes separarme de tus planes porque estás consagra-
da a Mí. Conozco todo lo que hay en tu corazón y lo que te causa
pena. Estoy depurando tu alma. Cada vez estás más blanca.
F. Jesús, yo no puedo nada sola.
J. Déjate llevar, entonces.
F. Pero por qué esta tristeza en mi corazón.
J. Es porque estás cansada; intentas por tu cuenta hacer al-
go que no puedes, luego viene la frustración y la tristeza. Sin
embargo, si esperas todo de Mí, no habrá fracasos. Tu yo sigue
muriendo, esto duele.
F. Como si fuera tan fácil hacer lo que decís.
J. Te esperan días felices en Mí, en Mi Resurrección.
F. Jesús, me siento mal.
J. Estás cansada. Aprovecho para ordenar algunas cosas que
no andan bien.
F. ¿Como qué?
J. Tus apegos al “buen sentir”.
F. ¿Quién no trata de sentirse bien siempre?, ¿a quién le
gusta sentirse mal?
J. En este afán, pierdes de vista Mi intención: salvar almas.
F. En este momento estoy cansada, ni pienso en salvar al-
mas.
J. Estás cansada por tratar de hacer lo que me corresponde.
F. Te olvidaste que, después que mamá murió, tuve que
arreglármelas sola en muchas cosas. Como si fuera tan fácil con-
fiar en Vos de una vez y para siempre.
J. No te pido que confíes así. Te pido que esperes Mi soco-
rro que llegará seguramente.

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Horacio Bojorge

10-03-97
J. Tu misión, hija, es la de ayudarme a salvar almas a través
de esta sencilla tarea que te impongo. Cuántas almas te lo agra-
decerán.
F. Pero no tengo ganas de seguir escribiendo.
J. Escribe, hija, para Mí, que Yo me ocupo de todo lo demás.

20-03-97 La propuesta esponsal


F. Me desperté de la siesta, y Jesús me dijo:
J. “Ámame” y despreocúpate de todo lo demás.
F. ¿Cómo querés que te ame?
J. Como sea, como puedas, pero ámame.
F. Entonces, me puse a decir muchas veces: “Sagrado Corazón
de Jesús, en Vos confío”. Sé que a Él le gusta mucho escuchar eso.
J. Cuanto más me ames, más te colmaré.
F. Hago lo que puedo.
J. Sabés dónde encontrarme y cómo.
F. Jesús. Jesús.
F. Ayer, en la adoración Eucarística, Él me dijo:
J. ¿Quieres ser Mi Esposa?
F. ¡Ya soy Tu esposa!
J. Entonces, no esperes más de los demás.
F. Comprendí que Jesús quería decirme que si Yo era Su es-
posa, por qué esperaba de los demás más de lo que me pueden
dar. Siendo Él mi Esposo, Su deber es ocuparse de mí.
J. ¿No comprendes, hija, cuánto te amo?
F. Totalmente, no. Me tenías abandonada. Sabes que soy pe-
queñísima, que me cuesta seguirte.
J. No se trata de “seguirme”. Se trata de “dejarte llevar”. De-
bes corresponder a la Gracia recibida.

33
Me quiero casar Tomo II Final 2/11/16 12:54 Page 34

Me quiero casar. Lo que la esposa debe saber

F. ¿Por qué entonces tanta aridez y desolación? Así no vi-


ven los enamorados.
J. Para que aprendas a confiar más en Mí. Olvida el pasado.
Aquí estoy.

23-03-97
J. Tú eres Mi pequeña. Te lo dije cuando te acercaste a aquel
muchacho y te dijo: “Hola, pequeñina”. Tu vida interior es muy
valiosa, no la malgastes hablando con quien no debes de ella.
F. Ayer Jesús me dijo que no señale los defectos de mis her-
manos. Mi mirada debe ser como la de Él: con infinita ternura y
bondad. Mirar como Él nos mira. Al mirar lo bueno del hermano,
todo lo malo desaparece. Jesús, sos demasiado bueno.
J. YO SOY LA BONDAD MISMA.
F. Y yo, tan miserable.
J. Otra vez estás: ¡Que soy así, que tengo tal imperfección, etc.!
F. Jesús, el contraste entre Vos y yo es una realidad.
J. Ese contraste debe llevarte a lanzarte hacia Mí cada vez
más; pero no mires tanto tus defectos. Mírame y dime si hay
mayor Amor que el mío. Tus defectos son un regalo. SON GRACIA
PURA, porque ellos te conducen hacia Mi Corazón amante y des-
bordante. La mamá quisiera que su pequeñín se quedara siem-
pre chiquitito para que sea su deleite. Por siempre serás peque-
ñina y vivirás siempre en Mis brazos. Alimentándote siempre
de Mí. Debes ser buena con todos, hija, siempre. Tus pedidos
son órdenes para Mí.
F. Te pido que cuides al chiquitito que desapareció de su ca-
sa y que regrese sano y salvo.
J. Hija, en vez de perder tiempo diciendo: “¡Qué miserable
soy, qué pobre soy!”, quiero escuchar lo que me gusta.
F. Jesús, te amo. Jesús, te amo. Jesús, María, os amo, salvad
las almas.

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Horacio Bojorge

F. Jesús, ¿por qué tanto sufrimiento en el pasado?


J. Sufriste mucho por ser extremadamente débil en tu natu-
raleza; pero fuerte en Mí, porque no me separé de ti ni un se-
gundo. A través del dolor surgió esta Obra de Amor. A través del
dolor salvé a la humanidad.
J. Te preguntas por esas “confusiones” acerca de esta Obra,
MI OBRA. Bueno, el demonio te turba, lo que Yo permito para
que cada vez entres más profundamente en Mi Corazón ena-
morado. Te lleva a estar más alerta y a orar más. Ninguna de
tus “confusiones” arruinará la Obra, no te preocupes. Nada
arruinará MI OBRA. Sé tú misma en cada momento. Yo te guío.

24-03-97
J. No tengas miedo, hija. Yo te colmaré de Mis bienes celes-
tiales y terrenales para progreso de tu alma.
F. Respecto a un curso que quiero hacer, Jesús me dijo:
J. No tengas miedo. Yo te guío.
F. Acá estoy Jesús para escribir.
J. Acá estoy para escucharte.
F. Sabés lo que mi corazón desea.
J. Lo que tú deseas, Yo deseo. Porque necesito de tu tiempo,
te digo que sí. Que hagas lo que tienes que hacer. Cuando vuel-
vas a Mí cada día, será más valioso nuestro encuentro. Con más
fuerza. Hay energías que deben ser canalizadas correctamente.
Cuando eras una niña, jugabas tranquilamente sin preocuparte,
porque estaba tu mamá que se ocupaba de vestirte, de alimen-
tarte, de comprarte lo necesario para el colegio; y cuántas cosas
más hacía ella por ti. Hoy me tienes a Mí, y Yo puedo hacer
grandes cosas por ti, hija.
F. Jesús, mi mamá era mi mamá. Yo la tenía todo el día y na-
cí y me crié con ella. Con Vos es diferente. Hay que mantener la
Fe muy alta para confiar y abandonarse a Tu Voluntad. Más aún
cuando las circunstancias se tornan difíciles, ¿no te parece?

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Me quiero casar. Lo que la esposa debe saber

J. Por eso, hija, es que tengo para ti cuidados especiales, pa-


ra que cumplas tu misión. El talento no debe ser enterrado. Que
cuando Yo venga a buscarte me digas: “Mira Tu Obra, es mi re-
galo para Ti”.
F. ¿Y qué tiene que ver todo esto con el curso de computa-
ción que quiero hacer?
J. Debes alabarme por lo INCREADO y también por lo creado.
Así amarás más a tus hermanos. Verás, hija, que todo fue crea-
do para ti por Mí. Todo fue creado para ti y es un regalo de Mi
Corazón. Para comprender esto es necesario ser “pequeñísima”.
Dejarse amar. Dejarse amar.
F. Cuánta renuncia, Jesús, por el “Reino”.
J. El que encuentra “la perla” vende todo para comprarla.
J. Santo no es el que hace milagros. Santo es aquel que ha-
ce la Voluntad de Dios.
F. Estaba preguntando a Jesús acerca de la confesión:
J. Es preferible la confesión una vez al mes. No tengas miedo de
venir a Mí; derramo tantas gracias en este sacramento.

28-03-97
J. Deja que me ocupe de cada uno. Tú no quieras ocuparte
de lo que me corresponde. No tengas miedo de agradarme o de-
sagradarme. Colócate siempre por encima de esto. Aspira siem-
pre a más amor hacia Mí. Yo sé consolarte en tus desventuras y
desilusiones…Yo te preservo, hija, de ambientes con olor a peca-
do, porque Yo mismo me he encargado de hermosearte.
Está el que viene a Mí para calmar su conciencia, pero vuel-
ve al pecado. Está aquel, más grato a Mis ojos, que viene a Mí
con confianza y se arroja en Mi Infinita Misericordia para que
Yo lo transforme. Y esto exige una total renuncia y abandono.
Exige desprendimiento. Exige dolor, que se transforma después
en “verdadera alegría”, la que viene de Mí, de Mi Corazón ena-
morado.

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Me quiero casar Tomo II Final 2/11/16 12:54 Page 37

Horacio Bojorge

Yo quiero hermosear a Mis criaturas, pero ellas no quieren.


Para esto ha sido Mi sacrificio. Quiero blanquearlas. ¡Hija mía,
hija mía! Tengo tanto para darles… Cuanto más quieras hacer
por ti misma lo que me corresponde hacer, más se dañará tu sa-
lud física.
J. No te preocupes, hija. ¿No está acá tu Maestro? Ya sé, otra
vez tienes miedo a que te miren y hablen. Sé cómo quieres ser,
pero cuanto menos pienses en eso, mejor.

01-04-97
J. Comparte Conmigo tus penas y tus alegrías. Reza todos
los días el Rosario ofreciendo por los pecadores. Pero no deses-
peres, ellos se convertirán.
F. ¿Voy a sufrir?
J. Vas a querer ir al cielo. No te preocupes. Ella te está pre-
parando hace mucho tiempo. ¿Confías en Mí? Di que sí.
F. Sí, Jesús.
J. Entonces, ningún temor.

02-04-97
J. Tú no sabes hija lo que te tengo preparado.
F. No, no sé, por eso te pido lo que a mí me parece impor-
tante.
J. ¿Y las almas? Tráeme almas.
F. ¿Cómo te traigo almas?
J. Con tu sacrificio. El Sacrificio de ti misma. HACER LO QUE
YO QUIERO, no lo que tú quieres.
Tráeme almas y Yo me ocupo de lo demás.
(Pausa - silencio).
J. Atiende, hija mía: si supieras los méritos que tienen estos
momentos en que solo estás Conmigo, me los dedicas solamen-
te a Mí: tu Amado. Dejas todo y vienes a Mí, y estás Conmigo.

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Me quiero casar Tomo II Final 2/11/16 12:54 Page 38

Me quiero casar. Lo que la esposa debe saber

¿Comprendes? Pequeñina. Es incalculable. Es infinito el Amor


que derramo. Así te anticipas al Cielo. Compartes Conmigo Mi
Gloria, ¿y quieres más?
F. ¡No!, ¡moriré!
J. Tengo sed de almas, que me amen. Mi Madre se fue con-
sumiendo en Amor hasta que subió al Cielo. (Se refiere a los
años que vivió después de la Resurrección de Cristo). Así debe
ser tu vida, hija, hasta nuestro encuentro definitivo.

13-05-97
F. Un día como hoy, en esta fecha, hace tres años, comencé
a escribir el diario, ¿te acordás?
M. Hoy te bendigo como aquel día.
F. Todo para Vos, Madre mía.
J. Ámame, hija, con tu corazón de niña. Ámame como pue-
das, dondequiera que estés. Yo estaré amándote siempre.
F. Mi Madre me inspiró esta pequeña oración para que la
repita todos los días, varias veces al día. Y siento como los cora-
zones de Jesús y de María se inflaman de Amor: “Jesús, te amo
y cada día voy a amarte más”. “María, te amo y cada día voy a
amarte más”.
M. En este día, hija, reza por la conversión de los pecadores.
Arrancarás muchas espinas de Mi Corazón.
(Jeremías 42, 1-3).
F. Mamá María, con Tu ayuda voy a ser más buena. Jesús,
¿no me querés decir algo?
J. Quiero decirte que te amo.
F. ¿Qué hay de la familia de “X”?
J. Está en Mis manos para ser moldeada y también está en
Mi Corazón, así que: no preocuparse por lo que me correspon-
de hacer. Seguir Mis huellas es aceptar Mi voluntad. El Amor
siempre triunfa. La preocupación no viene de Mí. El Amor y la

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Me quiero casar Tomo II Final 2/11/16 12:54 Page 39

Horacio Bojorge

compasión, sí. Entrar en el jueguito del demonio quita la espe-


ranza y alarga los tiempos de la espera, porque Yo trabajo CON
USTEDES y hago Mi OBRA con ustedes.
Si miran con Mis ojos, debilitan la fuerza del enemigo, que
se propone destruir. Pero sin vuestro consentimiento no puedo
actuar. Mi mirada derrite todo hielo porque el Amor es fuego
que quema. Los de afuera también se benefician con Mi Obra.
Son los que alaban la Obra del Artesano. Así voy reconstruyen-
do Mi Cuerpo magullado. Donde hay “heridas”, Yo pongo bálsa-
mo y sano (Ezequiel 36, 22-30). Mis otros hijos que no necesi-
tan este tipo de cuidado especial deben ayudarme a atender “al
enfermo”. Y a resucitar si fuera necesario. Yo los necesito hijos
para terminar Mi Obra salvadora. ¿Quieren ayudarme? El mun-
do está MAGULLADO.
F. Jesús, tengo un casamiento; ¿me vas a ayudar con el ves-
tidito?
J. Vas a estar hermosa.

15-05-97
F. El otro día estaba poniendo la mesa para almorzar. Como
estaba cansada, pensé en colocar solo tres servilletas siendo que
somos cuatro los que almorzamos habitualmente. Es decir, por mi
desgano, la mesa no había de estar “bien puesta”. Jesús me dijo:
J. No. Así no. Como Yo preparo Mi MESA especialmente pa-
ra cada uno de ustedes, así tenés que preparar la mesa para los
demás, porque cada uno para Mí es muy importante.
F. Estaba pensando en todas las cosas que Jesús me concedió,
por mi pedido. Miro para atrás y veo hasta hoy mi vida llena de
bendiciones. Cada día más. Y a pesar de que Jesús me concede to-
do lo que le pido, nada es más grande que Él mismo. A pesar de
mis idas y venidas, rebeldías de por medio, lo elijo nuevamente a
Él. Porque podemos tener todo en la vida, pero el corazón puede
que esté vacío. Con Jesús, el corazón nunca está vacío porque Él
es un manantial de agua viva.

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Me quiero casar Tomo II Final 2/11/16 12:54 Page 40

Me quiero casar. Lo que la esposa debe saber

J. Yo soy TU MANANTIAL DE VIDA. YO TE PERTENEZCO y tú me


perteneces.
Somos un solo corazón rebosando de Vida. ¿Quieres venir a
vivir Conmigo?
F. ¿Adónde? ¿No es que ya vivimos juntos?
J. Adonde no puedes imaginar.
F. ¿Al cielo, al paraíso?
J. El cielo ya está aquí, en la tierra.
F. ¿Entonces?, no entiendo Tu pregunta.
J. Yo me refiero a MI CORAZÓN. Vivir DENTRO de Mi Corazón.
¿Quieres entrar más profundamente y sacar más tesoros de
Él, de manera que nunca se acabe y siempre tenga tesoros pa-
ra dar? Mi Corazón es un lugar REAL. Tú no lo ves, pero es el
que te da VIDA y tiene latidos como el tuyo. ¿Comprendes?
¿Quieres hacer de Mi Corazón tu MORADA, de donde nunca más
salgas?
F. Sí, Jesús, quiero.
J. ¿Quieres administrar Mis Grandes Tesoros?
F. Claro que quiero. ¿Debo vaciarme más?
J. Ese no es tu trabajo. De eso Yo me encargo. ¿Quieres ser
Mi novia fiel?
F. Quiero. Dame lo que me pides y pídeme lo que quieras.
J. Solo quiero tu SÍ. Debes ser más amorosa Conmigo y con
los demás. Amor, Amor, Amor; debes dar más amor.
F. Sí, Jesús, lo que Vos quieras.
F. Necesito el librito para leer en inglés.
J. ¿Acaso Yo no proveo?
F. Tenés razón. Estoy un poco acelerada.
J. Deja que Yo me ocupe de tus cosas. No tengas miedo.
¿Puedes conversar Conmigo cuando estás así? Tuve que traerte
aquí para serenarte un poco.

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Me quiero casar Tomo II Final 2/11/16 12:54 Page 41

Horacio Bojorge

F. Me siento mal. Estoy muy nerviosa.


J. ¿Quieres comenzar de nuevo?
F. ¡Cómo no!
J. No tengas miedo de escribir. Yo guío tu mano. No tengas
miedo de saludarme cuantas veces quieras, como si me cansa-
ra. Cada gesto de amor hacia Mí tiene su recompensa: más
Amor de mi Corazón.

16-05-97
J. ¡Querida de Mi Corazón, si supieras cuánto te amo!
F. Bueno, entonces saname de lo que hace tanto te vengo pi-
diendo.
J. La raíz es un miedo muy profundo a la muerte.
F. Debe ser muy profundo, porque no me doy cuenta.
J. Tu miedo es Mi miedo. Ya lo hice mío. Ahora espera Mi
Gracia.
F. ¿Y cómo hago para no temer a la muerte? Mi miedo tie-
ne raíz en la muerte de mi mamá.
J. En la muerte de tu mamá y en las otras muertes que has
experimentado durante la vida. Tus muertes acompañadas de
rebeldías. Es el estigma. Pero Yo te protejo.
F. Quiere decir que yo me resistía a Tu transformación; en-
tonces, estas muertes de mí misma dejaron la secuela también
en mi cuerpo.
J. La falta de entrega y el miedo traen resistencia. Debiste
morir para nacer de nuevo.
F. Pero esto yo no lo puedo manejar. Dame la solución.
J. Yo te estoy haciendo de nuevo; entonces, no temas.
F. Sí, reconozco que tengo algunos miedos. Te los entrego.
J. Estás creciendo a la medida de los grandes, pero no te das
cuenta porque eres pequeñísima. Este crecimiento trae muchos

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Me quiero casar Tomo II Final 2/11/16 12:54 Page 42

Me quiero casar. Lo que la esposa debe saber

dolores. Debes dejarte llevar dócilmente en Mis manos y dejar


que siga trabajando en tu vida más cómodamente.
F. Las trabas que encontrás también te toca a Vos sacarlas.
J. A ti te toca decir “SÍ”. Los tesoros de Mi Corazón son tuyos.
F. Me hirió saber lo que el padre “X” dijo de mí, del Libreto.
¿Por qué habrá hablado así?
J. Porque no conoce la Obra y no la conocerá si no se hace
“pequeñísimo”. Tú tienes acceso a Mi Corazón más profunda-
mente, porque así Yo lo quiero; entonces, debes comprender
que el instrumento no es igual a los demás. También debes
comprender a tus hermanos y perdonar.
F. Pero me dolió mucho lo que dijo en el sermón. Y ya no
puedo mirarlo igual que antes sabiendo cómo piensa de Mí.
J. Él sabe que hizo mal y que te hirió. Falta el perdón de tu
corazón.
F. Gracias, Jesús, por regalarme el perdón. Yo le perdono.
J. Hay envidia entre Mis Consagrados, porque recibes el
Mensaje. Pero Yo te aviso para que sepas el motivo de muchos
de los ataques. Quédate en Mi Corazón, y no salgas haciendo ca-
so a los que hablan demás.
Todo esto pasará y tú verás Mi Gloria, pequeña de Mi Cora-
zón. Ahora estás más aferrada a Mí; entonces, comienza a no-
tarse la diferencia. Lo que trae muchas reacciones de aquellos
que ven Mi Obra y, en vez de alabarla, la critican. Pero no te
preocupes, hija, mira todo con Mis ojos y deja que Yo haga.
F. Jesús, estoy pensando en “X” y en la situación adversa que
está pasando.
J. Esta situación adversa le llevará a pensar más en Mí y en
lo que Yo quiero. Es parte de su santificación.
J. Ese noviazgo no va a durar porque no está fundado sobre
Mí. Yo corto lo que no sirve. Reza para que la pérdida no sea
abundante.

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Me quiero casar Tomo II Final 2/11/16 12:54 Page 43

Horacio Bojorge

F. ¿Te referís a un embarazo?


J. A eso y a mucho más, a la muerte del alma.
J. Mirar hacia el futuro te da miedo. Como si Yo no fuese a
estar también en el futuro. Miedo debe dar una vida construida
sin Mí.

18-05-97
J. No temas los vacíos de tu corazón. Son míos.
F. Jesús, estoy muy acelerada, quiero hacer varias cosas a la
vez. No logro tranquilizarme. Y así me siento mal.
J. Piensa en tu Madre. Ella te cuida.
M. Siempre seré tu Madre. Desde toda la eternidad lo he
sido.
F. Gracias, Madre, por Tu protección. Tu Corazón es mi re-
fugio.
M. Tú confías en Mí y Yo confío en ti. Eres Mi hijita. Deja
que Yo elija tus amistades, que Yo te rodee de las personas que
no vendrán a perturbar el paraíso creado en tu corazón por Mi
Corazón Inmaculado. No busques compañías innecesarias. Bús-
came y Yo te enseñaré.
F. Gracias, Mamita, por la paz que me da Tu Corazón.
M. Ninguna otra cosa llenará más tu corazón que el Amor
de Dios. No tengas miedo, pequeña, de entregarte más al Amor
de Dios…
F. Corrientes va a florecer como una flor, de manos de Ma-
ría. Pero para que esto al final se concrete, es necesario que ca-
da uno tenga su propia tribulación. (Me mostró el Señor en una
visión lo que mucha gente tendrá que sufrir para purificar el al-
ma). La santidad y la justicia deberán ser moneda corriente,
porque es lo que Dios quiere para el mundo. Dios está cansado
de los ídolos que el hombre fabrica para adorar. Esto no es lo
que Dios creó ni lo que quiere para el hombre. Señor, te doy gra-
cias por Tu Misericordia y por Tu Amor.

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Me quiero casar Tomo II Final 2/11/16 12:54 Page 44

Me quiero casar. Lo que la esposa debe saber

21-01-1999
F. Estaba pensando en los proyectos que tenía para este ve-
rano y no se realizaron. De una manera u otra, fue para mi bien.
Vi la voluntad de Dios en todo eso, que siempre es mejor de lo
que nosotros creemos. Ahora estoy más serena, entendiendo de
a poco algunas cosas. Dios me quiere más escondida, pero para
mi propio bien.
P. Recibe todo de Mí. No tengas miedo de Mí.
F. Más que miedo, tengo mucha bronca.
P. ¿Por qué temes a lo que vendrá?
F. Dame seguridad, entonces. No me siento segura, ni
abandonada en Tus brazos como decís siempre. El mundo en
que vivimos me genera tanta inseguridad. Tengo una herida
muy grande, conocés mi corazón. Esa herida me hace muy
insegura. Me genera tanta angustia. Esperaba otra cosa para
mi vida. Tal vez la bronca no me deja ver las cosas con clari-
dad.

25 y 26 -01-99
M. ¿No confías en Mí?
F. Respecto a lo que pienso sobre ese asunto, no.
M. El Rosario, hija, el Rosario.
J. No confíes en nadie más.
F. Aumenta mi confianza.
J. Perdona.
F. Esa persona me causa rechazo.
J. Entonces, no te preocupes. Sigue adelante, de Mi mano, y
no te sueltes. Vas a recibir mucho.
F. Dame la gracia de no preocuparme por los demás.
J. No tengas miedo de aceptarme nuevamente. Sabes que
te amo.

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Me quiero casar Tomo II Final 2/11/16 12:54 Page 45

Horacio Bojorge

F. ¿Y por qué permitís que me agarren todas esas confu-


siones?
J. Para que te desprendas cada vez más y te aferres más a Mí.

27-01-99
F. Estás rompiendo viejos esquemas que tengo, heredados
por supuesto, y se sufre. Encima me venís otra vez con el tema
de la confianza, me tenés cansada. Bueno, hace un tiempo me
dijiste que mi vida iba a sufrir una gran transformación. Ahora
veo que es así. Perdí el gusto por algunas cosas, por algunas per-
sonas, tengo menos intereses personales.
J. Lo que te prometí se cumplirá, pero será sin apegos. Yo
debo estar primero. No te preocupes por los demás, ni preten-
das de los demás nada que Yo no te envíe. Tu vida es preciosa
ante Mis ojos, y Yo soy el que la embellezco.
F. Me siento como un títere.
J. Por eso insisto en que confíes en Mí y en nadie más, así no
habrá arrepentimientos y desilusiones. El bebé está bien y esta-
rá bien después, será feliz con tu felicidad. Yo soy tu Salvador.
(Por la tarde).
F. Me siento como en una etapa de oscuridad, donde me
siento bastante confusa, sin demasiado interés por algo en es-
pecial. Siento que mi vida no es ni blanco ni negro, sino “gris”.
J. Un gris que lo transformo en pura luz. No solo para ti, si-
no para que la luz llegue a todos. Te sientes molesta porque no
consigues lo que quieres. No te compares con otros que escri-
ben para Mí. Yo te elegí para demostrar al mundo lo que Mi
Amor puede hacer en un alma. La transformación depende de
Mí y de nadie más. No depende del esfuerzo humano. Por eso,
no te culpes por no tener fuerzas cuando viene el desgano. Con
voluntad o sin ella, soy Yo el que transformo el alma con Mi
Gracia.

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Me quiero casar Tomo II Final 2/11/16 12:54 Page 46

Me quiero casar. Lo que la esposa debe saber

Estás frente a Mí, escuchando Mis palabras santas que sa-


len de Mi Corazón Misericordioso. Ese vacío es “existencial”
porque es vacío de Mí; pero se irá pronto.
F. Querés ser el centro de mi vida a pesar de mis rebeldías
y caprichos.
J. Para demostrar al mundo Mi Amor.

28-01-99
P. Vas a recibir mucho más de lo que imaginas. Estoy desa-
pegándote a criterios que turban tu corazón de niña. La consig-
na es “no preocuparse”, y todavía te preocupas por asuntos que
son fruto del apego, de la desconfianza, de los miedos, cuando
Yo quiero liberarte de todo aquello.
F. Pero vivo en el mundo; ¿te parece que me resulta fácil?
P. Lo que viene de adentro te turba, no lo que viene de afue-
ra. ¿Por qué desconfías de Mí?
F. Y, si no me das lo que te pido…
P. Tienes la mente puesta en tantas cosas. No tengas miedo
de Mí.
(Por la tarde).
F. Estoy cansada, duermo mal, me incomoda la panza.
P. No tengas miedo de Mí. Soy tu Padre.
F. Es que, a medida que me acerco más a Vos, pareciera que
te conozco menos. Tal vez sea porque siento que yo me conoz-
co menos. Tenemos lados oscuros, los seres humanos, que solo
Tu luz puede iluminar, y cada vez me siento más vulnerable e
indefensa de lo que me rodea.
P. Das tantas vueltas para venir a Mí, pero te comprendo, hi-
ja, tienes miedo de Mí, de lo que pueda mostrarte. ¿Y qué pue-
do mostrarte, sino Mi Amor? Quiero que seas luz para las nacio-
nes. Dios no puede vivir sin Sus hijos, y Sus hijos no pueden vi-
vir sin Dios. (Se refiere a que el Amor no se concibe en la sole-
dad, Dios es comunidad).
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Me quiero casar Tomo II Final 2/11/16 12:54 Page 47

Horacio Bojorge

F. Respecto a lo que me dijiste a través de la Biblia, quiero


recordarte que sabés lo que quiero y perdóname la impertinen-
cia; sé que no es manera de hablarte, pero muchas veces te pe-
dí lo mismo e insististe que siga pidiendo.
P. Yo quiero que me pidas para vos, no siempre para los
demás.
F. Pero Vos sabés lo que quiero. Sabés que siempre quise
trabajar en algo para sentirme útil; pero a pesar de esto, siem-
pre traté de hacer Tu voluntad. Escribir. Y qué puedo pedirte
ahora: un trabajo, además, hoy en día sin dinero no se puede ha-
cer nada. No quisiera meterme en algo que me aleje de Vos, o
que me quite la paz.

03-02-99
F. Jesús, no entiendo por qué querés que escriba todo lo que
converso con Vos siendo que no tiene por qué interesarle a otra
persona que no sea yo o Vos.
J. Quiero que escribas sobre tu vida para que otros también
me conozcan y sepan apreciar Mi obra en un alma. Yo me doy
al alma y el alma me recibe. Te elegí para que seas testimonio
de vida para tus hermanos. Hablo de testimonio de Fe, porque
sin la Fe no se puede llegar a la santidad.
F. Yo solo quiero ser feliz.
J. Yo vine para hacerlos felices.
F. Me pedís fe; entonces, librame de los temores, me dificul-
tan el crecimiento de la fe.

03 al 09-03-1999
P. Déjate amar. El mundo no puede corromperte. Se co-
rrompe el que quiere, y tú sabes dónde está tu paradero aunque
chilles y te rebeles muchas veces.
F. Pongo mi historia en tus manos. Lléname de confianza.

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Me quiero casar Tomo II Final 2/11/16 12:54 Page 48

Me quiero casar. Lo que la esposa debe saber

P. No busques algo para ser feliz. Búscame. Yo te alimento


con Mi Amor y lo demás llega añadido.
F. Para lanzarnos cada vez más a Tu Amor, tenemos que de-
jar atrás muchas “posesiones”; y en ese renunciamiento, sufri-
mos mucho.
P. Pero la alegría “llega” después. Siempre sale el sol. No hay
probabilidad siquiera de un fracaso para aquel que camina Con-
migo, en Mis brazos. Dudas siempre tendrán. Es la diferencia
entre el Creador y sus creaturas. Yo me encargo de disipar las
dudas, las que no hacen que los ame menos. Simplemente, dan
la medida de vuestra debilidad.
F. Y yo qué pito toco en esta orquesta.
P. Déjate amar y verás (Isaías 41, 8-14).
M. El mundo no conoce la felicidad de tenerme como Ma-
dre y no la conocerá si no se vuelve hacia Mí. No temas hija el
fracaso. Yo te conduzco. ¿Temes hija, acaso, Mi desamparo, Mi
desprotección? ¿Por qué no confías más en Mí? Te miro constan-
temente. Yo te llevé en Mi vientre cuando llevé a Jesús. Sin Mi
amor no puedes vivir (Salmo 2, 7-9). No tengas miedo de nada.

09-03-99
Cuando me despierto, Él me dice:
J. ¿Por qué dudas?
F. (Supongo que me dijo esto porque me desperté un poco an-
gustiada). En este tiempo de Cuaresma, me están tocando cier-
tas áreas que creía superadas. Sigo descubriendo la vanidad que
todavía tengo y que se refleja en actitudes, antes imperceptibles
para mí. No entendí por qué Jesús me dijo aquello. Lo que sí sé es
que muy rápido me respondió. Me ama. Me vio preocupada y me
habló al corazón. Me doy cuenta que está más pendiente de no-
sotros de lo que creemos. Por otro lado, estoy contenta porque el
Espíritu Santo está trabajando mis miedos. Cada vez me siento
más libre para amar a Dios y, por ende, a los demás. Él está “li-
berando mi libertad”.
48
Me quiero casar Tomo II Final 2/11/16 12:54 Page 49

Horacio Bojorge

Después de meditar unos momentos, le pregunto:


F. ¿A qué te referís con esa pregunta?
J. ¿Por qué dudas de Mi intervención amorosa en tu vida?
F. Tal vez, porque no te conozco lo suficiente; por lo tanto,
no confío lo suficiente. Los temores de algún lado vienen. Te
abro mi corazón. Abrime el Tuyo.
J. Ya está abierto por la lanza. De allí fluyen toda clase de
gracias espirituales y de misericordia. Todavía crees, en algunos
aspectos, que dependes de ti misma. Por eso hacés cálculos.

08-12-1999
J. No te preocupes por los demás, ven a Mí, a Mi Sagrado
Corazón y verás maravillas. ¿Por qué no confías en Mí?
F. ¿Y por qué habría de confiar? Me endulzaste con unas
migajas y después me sacaste el dulce. Sabés lo que quiero, y no
es mucho pedir.
J. Es que todavía debes alejarte de personas para quedarte
más tiempo Conmigo en oración. Deja que los demás se ocupen
de lo demás. Quédate Conmigo en un silencio de amor que sig-
nifica: espera confiada en lo que te doy y te daré más adelante.
Aprende a confiar más sin esperar buenos o malos resulta-
dos. Vive indiferente hacia lo que no es Mi Corazón amante. Te
quiero más escondida. Menos roce social, para guardar celosa-
mente la intimidad con tu Amado Esposo.
A cada alma la alimento como me parece, pero siempre es
Mi Amor la fuente. A ti me gusta mantenerte escondida y silen-
ciosa al mundo de hoy, y Mis almas pequeñísimas deben seguir
tu ejemplo.
El desposorio no es cosa de niños, aunque el alma debe ser
como la de un niño. Cuando comienzo a poner orden el alma se
rebela, pero no deja de ser mía porque ya me dijo “SÍ”. La Armo-
nía no puede habitar en un alma desordenada, aunque esta se

49
Me quiero casar Tomo II Final 2/11/16 12:54 Page 50

Me quiero casar. Lo que la esposa debe saber

haya entregado al Amor, por eso el Amor impone ORDEN y disci-


plina la casita (se refiere a nuestro corazón).

21 al 24-08-2003
J. No te preocupes por nada. Ya viene tu recompensa. No te
preocupes por lo que piense monseñor. Cuando vayas, Yo lo
asistiré de una manera especial para que ese encuentro sea un
encuentro de Amor en Mi Corazón; todo lo demás viene del de-
monio. A cada uno le doy lo que le corresponde. Quedate siem-
pre en Mi Corazón recibiendo a manos llenas lo que quiero dar-
te. No temas nada.
F. Sabés a qué le tengo miedo.
J. No tengas miedo de nada y refúgiate en Mí.
M. No temas por nada. No te preocupes por nada porque Te
Amo más de lo que puedas imaginar. Viene una gran poda, hi-
ja, pero te quiero lejos para que no te afecte. Recibe de Mí todo
lo que quiero darte en Espíritu y en Verdad… No te preocupes
por nada. Recibe todo de Mí.
J. No temas por nada.
F. Sabes lo que me da bronca, pero voy a tratar de pensar
en otra cosa.
J. No te preocupes por la nenita, está teniendo el síndrome
de abstinencia. Dos o tres días y listo. No te cuestiones tu mane-
ra de ser. Yo vendré a reinar y no tendrás que explicar nada a
nadie. No te fijes en ellos. Fíjate en Mí. Todavía falta humildad.
Verdadera humildad de corazón, no como una tabla de salva-
ción para las tribulaciones de esta vida.
No te preocupes, mírame; entonces Mi Obra no morirá.
Quiero que comulgues Mi Pasión. Quiere decir que te sumerjas
en Mí, dentro de Mi Corazón y saborees las delicias de Mi Amor
por los hombres, por los pecadores, ellos son Mi PASIÓN, mi des-
velo constante, eterno. Si te sumerges dentro de Mí, te apasio-
narás por ellos. Deja atrás todo aquello, no importa que no en-

50
Me quiero casar Tomo II Final 2/11/16 12:54 Page 51

Horacio Bojorge

tiendan. Mi Pasión por los pecadores debe ser tu pasión y ofre-


cerme todo a causa de ellos. Cada alma que haga esto será bien
recompensada.

28-08-2003
J. Yo no quiero que me “sirvas”; Yo quiero que “me ames y te
dejes amar por Mí”, tu Esposo y Señor. Está bien que no pienses
demasiado porque entonces Yo puedo pensar en tu lugar…
F. Pero, entonces, ¿por qué no me dejan en paz? Quiero vi-
vir mi vida de unión con Dios tranquila. Estoy cansada de “X” y
de sus indirectas…, ya me alejé de ese ambiente, pero “X” se las
arregla para intimidarme. No le molesto la vida a nadie; enton-
ces ¿qué quieren? Ya tienen el libro. Quiero hacer una vida lo
más normal posible; pero “X” me hace sentir anormal y no me
ayuda con sus “persecutas”, no entiende que no es suyo el “quios-
co”; mi alma le pertenece a Jesús. Me quiero ir a vivir a otro lado.

31-08-2003
F. Me dijiste que querías que escriba. Bueno, acá estoy.
J. Te voy a llevar a un lugar mejor.
F. Este lugar no está tan mal, pero si Vos decís…
J. Mírame, estoy VIVO.
F. Bueno, hace tiempo que venís anunciando un gran cam-
bio. Querés que te siga.
J. Quiero que escuches Mis Palabras. Vas a ir a otro lugar
mejor para el bien de tu familia también.
Necesito que entiendas que ellos no comprenderán por qué
actúo así en tu vida; por eso te desapego, te rodeo nuevamente
de los que no perjudicarán Mi Obra en tu alma, que es también
para las almas de buena voluntad.
Sígueme sin dudar porque no sabes el alcance que pueden
llegar a tener Mis Palabras para las almas más desconocidas y

51
Me quiero casar Tomo II Final 2/11/16 12:54 Page 52

Me quiero casar. Lo que la esposa debe saber

que esperan su alimento. Por eso, no te preocupes si los perros


ladran. Ellos ya recibieron bastante y se quedan en la añadidura.
Deja que Mi Mensaje llegue a todas las almas posibles y quéda-
te en Mi Corazón Amante y desbordante de Gracias para todos.
Despídete de todo esto. Reza y confía en Mis palabras. La vi-
da que Yo te propongo, muchos no la entenderán; pero te quie-
ro lejos de toda codicia material y espiritual por parte de ellos.
F. ¿Y por qué tiene que ser así?
J. Para que se manifieste mi Gloria y para que cada uno vea
de qué está hecho y cómo está su corazón.
Por eso no te sorprendas de lo que te digo, sino reza con fe,
porque la poda está por llegar y te quiero lejos. Reza para que
la poda de los otros no te afecte ni te quite la alegría. Porque Mi
Corazón ya triunfó en tu vida; pero en la vida de muchos otros
no y cada uno debe dar cuenta en particular de sus obras y no
querer andar mezclando las palabras con las obras.
Las palabras vuelan pero las obras quedan, y no me refie-
ro a las obras que los hombres ven, sino a las obras que son
verdaderamente fruto del Espíritu y la Verdad. Hija, tu intimi-
dad Conmigo debe ser tu mayor tesoro, tu alimento de cada
día, para que no desfallezcas y no muera el Cuerpo al que bien
caro me costó darle Nueva Vida. Si tú te alimentas de Mí, ali-
mentas el Cuerpo que está peregrinando bastante desolado y
abatido.

07 al 09-09-2003
J. ¿A qué vienen esas dudas? Prepara tu mate tranquila que
Yo te acompaño.
F. Gracias por lo de ayer. Te pido por ellas, y por las chicas
que quieren conseguir novio (que sea regalo de Navidad).
J. Porque me pediste, les daré. Sabes que tus pedidos son ór-
denes para Mí. No te preocupes por nada… ¿Por qué dudas de mi
intervención poderosa en tu vida?

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Me quiero casar Tomo II Final 2/11/16 12:54 Page 53

Horacio Bojorge

F. Bueno, si Vos lo decís. Quiero paz.


J. No dudes, está todo en mis Manos y en mi Corazón… No
te preocupes por lo que piense “X”.
F. Bueno, acá estoy; otra vez te abro mi corazón. Me lla-
maste.
J. Yo soy tu recompensa. Vas a recibir mucho de Mí, por eso
es que quiero que me des más tiempo de tu día para que pueda
hermosearte, caldearte con mi Amor.

17 al 19-09-2003
F. Sabés lo que me está turbando así que no me pidas que
rece el Rosario ahora.
J. Cuando te digo que vas a recibir debes creer. No te preo-
cupes por la situación económica.
F. Es que siempre esperas a que tengamos la soga al cuello.
J. Tu misión recién comienza y es cuando te quiero más de-
sapegada que nunca.
Acepta de mi parte, como regalo de mi Corazón, todo lo que
quiera darte y háblales de Mí, de mi Amor por los hombres. No
tengas miedo nadie te hará daño. No es necesario que salgas
mucho, que te muevas mucho. Es que el cansancio te abruma y
te aleja de mi Corazón.
F. Bueno, qué me vas a decir ahora.
J. Que confíes en Mi Palabra.
F. Ayer me dijiste que iba a cambiar, que estaría más sere-
na. Siento que todavía me falta más renuncia. Me decís que te
pida, cuando la recompensa sos Vos mismo. Claro que quiero
vestirme mejor, pero siempre tenemos cuentas que pagar.
J. Tu vida va a cambiar. Cuanto más creas, más recibirás
de Mí.
F. Yo quiero paz. Es muy feo lo que me dijiste ayer con res-
pecto a “X”.

53
Me quiero casar Tomo II Final 2/11/16 12:54 Page 54

Me quiero casar. Lo que la esposa debe saber

J. Por eso te quiero lejos, para que no te involucres.


F. Es que no puedo creer. Aunque quiera no puedo hacer
nada.
M. Reza el Rosario con mucha fe.
F. Bueno, pero más tarde porque ahora estoy muy cansada.
J. Déjate amar más. El cambio no va a venir sin tu consen-
timiento.
M. Conozco tu corazón, está turbado. Padre, líbranos de to-
do mal con tu Santa Sabiduría.

24 al 26-09-2003
J. Prepárate para recibir.
F. ¿Recibir qué?…
J. Prepararte significa serenarte, pacificarte con la oración,
para que mis regalos no pasen de largo… Todo lo que no te gus-
te debes regalarlo para que pueda adornarte nuevamente ¡Vino
nuevo en vasija nueva! No te preocupes por nada.
F. Me siento muy mal físicamente, tan débil. Dame una
nueva oportunidad. Gracias para reanimarme.
P. Prepárate para recibir. Te pido que no hagas caridad ma-
terial con “X”. Deja que siga el camino que Yo le vaya marcando.
Aférrate a Mí que viene una nueva etapa gloriosa para tu vida.
Si no te aferras a Mí, no podrás disfrutarla. Deja que los perros
ladren. No hagas caso. Mírame, solo mírame y no desconfíes. Tu
vida es muy preciosa a mis Ojos y Yo te remunero. Recibe de Mí
todo lo que quiero darte, sin cuestionar nada. Sin preocuparte
por quién debes ayudar. Ese pensamiento no lo quiero. Debes
recuperarte de los ataques. Debes buscarme más y recibir todo
de Mí. Cuando el mundo busca aquí y allá lo que no llena, tú
búscame. Llénate de Mí, entonces otros querrán llenarse de Mí.
No mires con desconfianza. Soy Yo, tu Padre… Mírame y no des-
confíes.

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F. Bueno, pero cómo hago para darle un corte definitivo al


asunto.
P. No mires a nadie más que a Mí; considera lo que te pido,
es por tu bien. Yo tengo un Proyecto para cada uno, no es igual
para todos. Despídete de todo esto. Hace un tiempo te dije que
debías orar para que el cambio no te sorprenda. Bueno, ahora
debes orar más para poder cumplir con lo que te pido. Regala
todo esto. Yo te daré todo nuevo.

08-10-2003
F. Jesús, Vos sos mi Esposo.
J. Medita esto. No te preocupes por “X”. Sabe esperar. Es por
las almas que te pido lo que te pido.
F. ¿Querés que hable?
J. A su tiempo hablarás.
F. Te miro voluntariamente porque no siento nada agrada-
ble ahora.
J. Es el Cielo en la tierra.
F. Jesús, ¿cómo puedo dar lo que no tengo? Estoy confundi-
da. Vos sos mi Esposo.
J. Medita esto. Te quiero perfecta. Déjate llevar.
F. ¿Por qué siempre andás con migajas? No me quiero ir a
la Consagración.
J. Puedes escribir lo que quieras pero no reveles mis secre-
tos hasta que Yo te diga. Vas a ir a esa casa cuanto antes.

09-10-2003
J. Déjate amar. No sobrevalores ningún estado de vida a me-
nos que Yo esté.
F. Estoy tan desganada.
J. Estás en Mi Corazón. No te preocupes por nada. Te mostré
que no todas las compañías son buenas, aunque parezcan buenas.

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Me quiero casar. Lo que la esposa debe saber

F. Sabés en lo que estoy pensando. ¿Será parte de la reali-


dad o estoy fantaseando? Acá estoy en este nuevo día. Sé que se
viene el cambio en el que no voy a tener que mendigar nada.
J. Conserva tu paz. Te voy preparando de a poco como para
que aceptes y vivas serena. No tengas miedo de nada… Debes se-
guir el camino que voy marcándote sin esperar nada a cambio,
de nadie, sino seguirme a Mí incondicionalmente.
Ese proyecto no va a funcionar y tú saldrás victoriosa de to-
do esto. Sígueme sin mirar atrás, sin mirar a los costados para
ver qué hago con los otros. Sígueme porque voy delante de ti
abriendo el camino para que pases y no tropieces. Siempre va a
ser una sombra en tu vida pero no desesperes, porque Yo lo dis-
puse así. Mírame y no desconfíes más… No temas nada, hija, ya
viene tu recompensa.

Datos biográficos y carisma


Fabiana Corraro (26-08-1968 - 10-04-2006) fue una joven
profesora de Educación Física, nacida en la provincia de Co-
rrientes, Argentina, casada, mamá de un niño y una niña que te-
nían 7 y 3 años cuando ella falleció. Comenzó a recibir mensa-
jes coloquiales de la Virgen, de Jesús y de los Ángeles el 13 de
Mayo de 1994 (en coincidencia con la Primera aparición de la
Virgen a los tres pastorcitos en Fátima), y posteriormente, de
Dios Padre a través del Espíritu Santo.
Todo comenzó para ella como un diario personal donde iba
anotando cada diálogo con la fecha en que lo sostenía. Fabiana
lo cuenta en el mensaje del 16-04-97:

“F. Estaba pensando —mejor dicho, me vinieron a la memo-


ria— los momentos de soledad que pasé y en los que agarraba
mi diario y escribía, oraba. Tenía traspasado el corazón por
aquellas situaciones que Dios permitió que viviera, y solo Él sabe
cuánto me hirieron. Sin saber, sin buscar estaba compartiendo la

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agonía de Cristo en Su Pasión dolorosa. Él me consolaba con her-


mosas palabras.
Así nació el libro Una experiencia concreta de crecimiento
espiritual (Déjate amar), fruto del DOLOR-AMOR. Pienso también en
tantas almas pequeñísimas que sufren hoy día por el pecado en
el mundo (inocentes); rezo por ellas para que entren todas en el
Corazón de Jesús que no se pierda ninguna.
También rezo por mis hermanos que no conocen al Amor y es-
tán contaminando el mundo. Ellos son muy amados por Jesús; en-
tonces, es mi deber amarlos también. Yo soy más pobre que una
rata, pero si me hubieran propuesto sufrir para que nazca esta
obra, no hubiera aceptado ni loca. Mas las cosas se fueron dando
de una manera que solo Dios sabe y puede hacer. Fui llevando mi
Cruz con tal ayuda de Jesús, que no lo hubiera hecho sola jamás.
Recuerdo cuando Jesús me dijo una vez: ‘Los más débiles, los
más chiquititos, son los que más sufren por el pecado que hay en
el mundo’. Me lo decía a mí frente a tanta debilidad de mi natu-
raleza. Ruego a Mamá María que sostenga a todos los que su-
fren. Sin el ‘REFUGIO’ de Su Corazón, estaría perdida”.

Ese diario fue mostrado a su Consejero Espiritual, el padre


José Di Bárbora, SDB, fallecido en junio de 2005, quien se encar-
gó de discernir los mensajes y posteriormente publicarlos. Co-
mo se lee en la introducción a su libro Déjate amar, escrita por
su consejero espiritual: “Ella no estudio teología, o las Santas Es-
crituras, tampoco misticismo o ascetismo, pero en los mensajes
se percibe una total armonía con la Palabra de Dios”.
Los mensajes se imprimieron en varias ediciones que inclu-
yen los años 1994 al 2006.
En honor a la Virgen María —y por un pedido expreso de
Ella—, en unos de los mensajes se forma el Movimiento de las
Pequeñísimas Almas Marianas.
Fabiana fallece la madrugada del lunes 10 de abril de 2006
a los 37 años de edad, a causa de un cáncer. Sus restos fueron

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Me quiero casar. Lo que la esposa debe saber

sepultados en el cementerio Parque del Recuerdo, de la Ciudad


de Corrientes, Argentina. Su libro Déjate amar ha trascendido
las fronteras de la ciudad donde nació, como la Virgen lo anun-
ció claramente: “Este libro dará vuelta el mundo y me traerá
tantas almas que no podrás contarlas” (22-07-97).
Para más información: http://www.dejate-amar.com/esp/
?p=35#sthash.4Beei2qb.dpuf

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4. LAS BODAS DEL CORDERO


En el Nuevo Testamento

En el Nuevo Testamento se refleja el ritual de las bodas de


Jesucristo con la Iglesia y con el alma esposa.

“La sagrada Escritura se abre con el relato de la creación del


hombre y de la mujer a imagen y semejanza de Dios,14 y se cie-
rra con la visión de las ‘bodas del Cordero’.15 De un extremo a
otro, la Escritura habla del matrimonio y de su ‘misterio’, de su
institución y del sentido que Dios le dio; de su origen y de su
fin, de sus realizaciones diversas a lo largo de la historia de la
salvación; de sus dificultades nacidas del pecado y de su reno-
vación ‘en el Señor’,16 todo ello en la perspectiva de la Nueva
Alianza de Cristo y de la Iglesia”.17
Como puede verse en este texto del catecismo, el sacra-
mento del matrimonio es un misterio grande, porque su mo-
delo ejemplar es el amor de Cristo a la Iglesia, siendo imagen
y semejanza de las Bodas del Cordero, de las Bodas del Me-
sías.18
Toda la Biblia, del principio al fin, expresa un pacto o alian-
za de matrimonio. Entre los judíos, el documento escrito de
compromiso para contraer matrimonio se llama ketuváh o es-

14. Gen 1, 26- 27: “Y dijo Dios, 'Hagamos al ser humano a nuestra imagen, como semejanza
nuestra, y manden en los peces del mar y en las aves del cielo, y en las bestias y en todas las ali-
mañas terrestres, y en todos los reptiles que reptan por la tierra'. 27 Creó, pues, Dios al ser
humano a imagen suya, a imagen de Dios lo creó, macho y hembra los creó”.
15. Ap.19, 9; ver. Ap. 19, 7: “Alegrémonos y regocijémonos y démosle gloria, porque han llega-
do las bodas del Cordero, y su Esposa se ha engalanado”.
16. 1 Co 7, 39: “La mujer está obligada a su marido mientras él viva; mas, una vez muerto el
marido, queda libre para casarse con quien quiera, pero sólo en el Señor”.
17. Catecismo de la Iglesia Católica Nº 1602.
18. “Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos se harán
una carne. 32. Gran misterio es este, lo digo respecto a Cristo y la Iglesia”, Efesios 5, 31-32.

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Me quiero casar. Lo que la esposa debe saber

critura de contrato matrimonial, escritura de los compromisos


de alianza matrimonial.
El Antiguo y el Nuevo Testamento pueden ser considerados
como el documento de la Antigua y de la Nueva Alianza respec-
tivamente.19 Todo el Nuevo Testamento puede ser considerado
como la Ketuváh de la nueva alianza esponsal de Jesucristo con
la Iglesia.20
Ambos Testamentos documentan alianzas esponsales. El
Nuevo describe cómo Dios, a través del Mesías, esto es el Es-
poso, está por celebrar el matrimonio con su novia, la esposa
la elegida, la llamada. Es la Iglesia constituida por aquellos
que creen en Él, los que al final vivirán y residirán para siem-
pre junto con Él. La Iglesia es aquella parte de la Humanidad
redimida.21
Dios ordenó y ha establecido el matrimonio y su santidad
divina en el Génesis cuando preparó a Adán y Eva para ser una
sola carne.22 Examinemos este hecho más de cerca.
Adán prefigura al Mesías Jesús. Adán fue hecho a imagen y
semejanza de Jesús.23 Jesús fue hecho a semejanza de Adán.24

19. Ya sea para el Antiguo Testamento que los judíos llaman Tanaj, como para el Berit ha
jadasháh, la Alianza Nueva con su Nuevo Testamento, o Nueva Escritura.
20. En grandes partes de lo que sigue, he adaptado libremente un estudio del hebraísta Eddie
Chumney, pero completándolo con el fin de brindarte una relectura católica. Es decir, explici-
tando sobre todo la doctrina católica acerca de la Iglesia, según la cual el Cordero es Novio, es
Esposo de las almas redimidas.
21. Redimir, del latín red-émere quiere decir re-comprar a un esclavo. La Iglesia es redimida, es
decir recomprada, de su estado de servidumbre y esclavitud demoníaca.
22. Génesis 2, 21-24: “Entonces El Señor Dios hizo caer un profundo sueño sobre el hombre,
que se durmió. Y le quitó una de las costillas, rellenando el vacío con carne. 22. De la costilla
que El Señor Dios había tomado del hombre formó una mujer y la llevó ante el hombre.23.
Entonces este exclamó, 'Esta vez sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Esta será
llamada mujer, porque del varón ha sido tomada.' 24. Por eso deja el hombre a su padre y a su
madre y se une a su mujer, y se hacen una sola carne”.
23. Romanos 5, 14: “… con todo, reinó la muerte desde Adán hasta Moisés aun sobre aque-
llos que no pecaron con una transgresión semejante a la de Adán, el cual es figura del que
había de venir”.
24. Filipenses 2, 8: “Asumiendo semejanza humana y apareciendo en su porte como hombre,
8. se rebajó a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte y una muerte de cruz”.

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De hecho, Jesús es llamado el último Adán.25 O también, el


Adán nuevo, el nuevo Adán.
Leemos en Génesis 2, 21 que Dios infundió un sueño pro-
fundo en Adán. El sueño es sinónimo de muerte.26 De la muer-
te de alguien, dice la Sagrada Escritura que se durmió con sus
padres.27
El sueño profundo que Dios indujo en Adán es prefigura-
ción de la crucifixión y la muerte de Jesús, el Mesías. Dios le in-
dujo el sueño a Adán para poder tomar una costilla de su carne.
Este acto da por sentado que supuso una efusión de sangre del
primer varón para dar origen a la mujer que sería su esposa.
Pues bien, ese hecho prefigura la pasión cruenta de Jesús que
fue flagelado en la carne, que vertió su sangre suspendido en el
madero de la cruz y de cuyo costado abierto brotó sangre y
agua.28
Leemos también que, de la costilla de Adán, Dios “edificó”
o “construyó”29 a una mujer. Igualmente, a través de la muerte
de Jesús y de la fe en Él, de su costado herido por la lanza, Dios
ha edificado a la Iglesia.30
La Iglesia entera y cada bautizada es esposa y está desposa-
da con Jesucristo por la fe (‘emunáh). Este matrimonio de Dios
con su pueblo se anunciaba ya en el Antiguo Testamento: “Este

25. 1 Corintios 15, 45-47: “En efecto, así es como, dice la Escritura, Fue hecho el primer hom-
bre, Adán, alma viviente; el último Adán, espíritu que da vida.46. Mas no es lo espiritual lo que
primero aparece, sino lo animal; luego, lo espiritual. 47. El primer hombre, salido de la tierra,
es terrestre; el segundo, viene del cielo”.
26. Daniel 12, 2 ; Juan 11, 11-14; 1 Corintios 15, 51-54; Efesios 5, 14: “Pues todo lo que queda
manifiesto es luz. Por eso se dice, 'despierta tú que duermes', y levántate de entre los muertos,
y te iluminará Cristo”.
27. “Abraham murió en buena vejez, anciano y lleno de días, y fue reunido a su pueblo.
También toda aquella generación fue reunida a sus padres; y se levantó otra” (Génesis 25, 8).
“Y David durmió con sus padres, y fue sepultado en la ciudad de David” (1 Reyes 2, 10).
28. Juan 19, 34.
29. En hebreo: banáh, raíz de donde derivan; hijo, hija, casa.
30. La ekklesía (en griego), la llamada, la convocada, la asamblea o reunión de los creyentes; en
hebreo la kehiláh,”Vosotros sois edificación de Dios”, ver: 1 Corintios 3, 9 y 10 al 17.

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Me quiero casar. Lo que la esposa debe saber

será el nombre con que será llamado: el Eterno nuestra justi-


cia”.31 Y de nuevo: “Este será el nombre con que será llamado,
El eterno nuestra justicia”.32
En estos versículos de Jeremías, vemos un matrimonio en
marcha porque, al anunciarse una nueva justicia, se anuncia
una Nueva Alianza de Dios con su pueblo; justicia, ya no basa-
da en las prescripciones de la Ley, sino en una persona y en el
vínculo con ella: El Germen justo, el Mesías y la fe en Él infor-
mada por la caridad.
Por consiguiente, aceptando y creyendo en el Mesías-Cor-
dero, la novia del Mesías-Cordero, la Iglesia, será uno con Él. Es-
to mismo vale para la Iglesia entera, pero también es aplicado a
cada alma y, en especial, a cada mujer bautizada.
Por eso, puede decir san Pablo: “De él (de Dios) os viene que
estéis en Cristo Jesús, al cual hizo Dios para nosotros sabiduría,
justicia, santificación y redención, a fin de que, como dice la Es-
critura: ‘El que se gloríe, gloríese en el Señor.33’” Y también:
“Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz de Nuestro Señor
Jesucristo”.34
Cristo y la Iglesia, Cristo y cada alma se hacen uno por la
fe y la caridad,35 que son las virtudes de la Alianza tanto en
el Nuevo como en el Antiguo Testamento. De este modo, la
Nueva Alianza se pactará en los corazones, en corazones nue-
vos.
Dios le dictó al pueblo hebreo cuáles deberían ser las cos-
tumbres, los ritos y las ceremonias en el noviazgo, el compromi-
so y el matrimonio. Así se configuró el rito de la ceremonia de

31. Jeremías 23, 5-6, por ejemplo.


32. Jeremías 33, 15-16: “En aquellos días y en aquella sazón haré brotar para David un Germen
justo, que practicará el derecho y la justicia en la tierra. 16. En aquellos días estará a salvo Judá,
y Jerusalén vivirá en seguro. Y así se la llamará, “El Señor , justicia nuestra”.
33. Jeremías 9, 22.23, ver 1 Corintios 1, 30-31.
34. Gálatas 6, 14.
35. En hebreo, emunáh y jésed. En griego, pístis y agapé.

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bodas.36 Dado que el Señor no ha venido a abolir la Ley y los


profetas, sino a darle cumplimiento 37, el rito de la ceremonia de
bodas bíblica que aún celebran los judíos nos ilumina para con-
siderar al Mesías Jesús como el esposo de la Iglesia.38 Y tam-
bién nos ilumina para leer el Nuevo Testamento en clave de Ke-
tuváh, o sea, de documento o escritura de compromiso para las
bodas del Mesías, las bodas del Cordero.
Examinaremos, pues, las costumbres y ceremonias del ma-
trimonio bíblico que Dios dio al pueblo hebreo. Ellas nos reve-
lan que el misterio de Cristo es un misterio nupcial del Verbo
con la humanidad redimida, sanada y salvada. Nos revela el
misterio de las bodas del Mesías, del Verbo eterno hecho hom-
bre, con la humanidad que re-crea en Él.
En esas antiguas costumbres y ritos matrimoniales bíbli-
cos, podemos distinguir doce pasos o momentos que pueden se-
ñalarse tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo, y
que enumeramos a continuación.

1) La elección de la novia

Quizás más que de una elección de la novia, debemos ha-


blar de el don de la esposa. De hecho, normalmente la esposa
era escogida por el padre del novio. El padre podía también con-
fiar la elección a alguien de su confianza, o enviaba a algún sir-
viente fiel, conocido como agente del padre, a buscar una espo-
sa. En el Nuevo Testamento, es Dios Padre quien le da la Iglesia-
Esposa al Hijo.

36. Romanos 3, 2, 23: “Grande, de todas maneras. Ante todo, a ellos les fueron confiados los
oráculos de Dios”. Y Romanos 9,4: “Son israelitas; de ellos es la adopción filial, la gloria, las
alianzas, la legislación, el culto, las promesas”.
37. Mateo 5, 17.
38. Colosenses 2, 16-17: “Por tanto, que nadie os critique por cuestiones de comida o bebida, o
a propósito de fiestas, de novilunios o sábados. 17. Todo esto es sombra de lo venidero; pero la
realidad es el cuerpo de Cristo”.

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Me quiero casar. Lo que la esposa debe saber

Un ejemplo excelente de esta práctica se encuentra en Gé-


nesis 24. En este capítulo, Abraham —figura de Dios Padre— le
proveerá una novia a Isaac, arquetipo que prefigura al Mesías.
Abraham procurará la esposa a Isaac enviando a su siervo Elie-
zer a buscarla entre su parentela lejana.
Eliezer, el sirviente de Abraham —figura del Espíritu San-
to— es enviado por Abraham para buscar la esposa para su hi-
jo Isaac, figura del Hijo.39
En la Nueva Alianza, el papel del Espíritu Santo es de con-
vencer al mundo de pecado y conducirlo a Dios.40 Así era como
la novia debía ser, por lo general, elegida por el padre del novio,
y así es ahora cómo cada creyente es elegido por Dios Padre y
entregado al Hijo en alianza matrimonial.41
El novio recibe a la novia que su Padre le da, y vuelca su
amor sobre ella: “… a los que me diste, yo los guardé, y ninguno
de ellos se perdió, sino el hijo de perdición, para que la Escritu-
ra se cumpliese”.42
A su vez ella, la novia, recibe el amor del novio y le devuel-
ve su amor a él: “Maridos, amad a vuestra esposa como Cristo
43
ha amado la iglesia y se ha entregado a sí mismo por ella”.
Rebeca consintió en casarse con Isaac aun antes de cono-
44
cerse. Hoy, los creyentes en el Mesías Jesús consienten en ser

39. Génesis 24, 2-4: “Abrahán dijo al siervo más viejo de su casa y mayordomo de todas sus
cosas, Ven, pon tu mano debajo de mi muslo, 3. que voy a juramentarte por El Señor, Dios de
los cielos y Dios de la tierra, que no tomarás mujer para mi hijo de entre las hijas de los cana-
neos con los que vivo, 4. sino que irás a mi tierra y a mi patria a tomar mujer para mi hijo Isaac”.
Génesis 15, 2: Dijo Abrahán, «Mi Señor, El Señor, ¿qué me vas a dar, si me voy sin hijos...?”.
40. Juan 16, 7-8: “Pero yo os digo la verdad. Os conviene que yo me vaya; porque si no me voy,
no vendrá a vosotros el Paráclito; pero si me voy, os lo enviaré; 8. y cuando él venga, convencerá
al mundo en lo referente al pecado, en lo referente a la justicia y en lo referente al juicio”.
41. Juan 15, 16: “No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros, y os
he destinado para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto permanezca; de modo que todo
lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo conceda”.
42. Juan 17, 12.
43. Efesios 5, 25.
44. Génesis 24, 58.

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la novia del Mesías antes de haberlo visto: “… aun sin haberle


visto, vosotros le amáis y, creyendo en él aun si no le vemos, us-
45
tedes experimentan un gozo inefable y alegría gloriosa”.
En el libro de Tobías, el Padre envía a su propio hijo a bus-
car a la novia. Pero este es guiado, acompañado, enseñado y de-
fendido por un Ángel de Dios que también es figura del Espíri-
tu Santo.46

2) El precio o dote a pagar por la esposa

Era necesario pagar un precio o dote por la esposa.47 Jesús,


para llegar a ser nuestro esposo, pagó un precio muy alto por la
esposa —la Iglesia, su cuerpo místico—; pero especialmente
por las mujeres bautizadas. En cada hija de Dios, subsiste la
Iglesia entera, novia y esposa del Cordero.48
Porque, así como en la hostia está presente Cristo en toda
ella y en cada una de sus partículas, así la Iglesia, que no es al-
go abstracto, está formada de todos los creyentes, pero lo está
especialmente de cada bautizada. En cada una está la Iglesia en-
tera, cada una es la Iglesia. La Iglesia se realiza en cada una de
las que viven su vida como hijas de Dios y como esposas del
Cordero, con una espiritualidad esponsal.
Cada una ha sido creada con el fin de que la Iglesia se rea-
lice de manera especial y única en cada una de ellas y para que
cada una sea como una partícula individual e irrepetible en la
que subsiste la Iglesia.
El precio que ha pagado el Cordero por la Iglesia ha sido su
vida, su cuerpo y sangre. Jesús consideró el precio que tenía que

45. 1 Pedro 1, 8.
46. Tobías 5,4.
47. En hebreo, mohár.
48. Así lo afirma, siguiendo los santos Padres, el beato Isaac de Nínive, como se ha visto en las
primeras páginas de este libro.

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Me quiero casar. Lo que la esposa debe saber

pagar por su esposa, antes de la muerte, mientras estaba oran-


do en el Jardín del Getsemaní: “Y, yendo un poco más adelante,
se tiró con la cara en tierra y oraba diciendo, Padre, si es posi-
ble, pasa de mí esta copa; no obstante, no como yo quiero, pero
49
como tú quieras”.
En otras palabras, Jesús oraba diciendo: “Padre, tú has esco-
gido esta esposa para mí y yo he aceptado estos términos; pero
¿entiendes qué precio debo pagar por ella?”.
Nuestro mohar —es decir, la dote que Él pagó por la Iglesia,
el precio nupcial— era Su vida. “Sabiendo que no con cosas co-
rruptibles, como plata u oro, habéis sido rescatados de vuestra
vana manera de vivir la cual recibisteis de vuestros padres, sino
con la sangre preciosa de Cristo, como un cordero sin mancha
y sin defecto”.50 “De hecho, dice San Pablo, hemos sido compra-
dos a gran precio; glorificad a Dios en vuestros cuerpos y espí-
ritu, el cual pertenece a Dios”.51
Aquí, la pertenencia ya no es la del esclavo respecto del
amo, sino la pertenencia amorosa de la esposa al esposo. La Igle-
sia ya no es una esclava como Agar, sino la única esposa, la pre-
dilecta como Sara lo era para Abraham.52 Esa esposa, cuando se
ve amada así por el Esposo, se entrega confiadamente a tal es-
poso que se le entregó a sí mismo primero.

3) El compromiso

En el mundo del Antiguo Testamento y todavía hoy en el


judaísmo, el novio y la novia pactan una alianza nupcial o com-
promiso nupcial. Son los “desposorios”, compromisos mutuos o

49. Mateo 26, 39.


50. 1 Pedro 1, 18.
51. En 1 Corintios 6, 20 está escrito. Aunque también se interpreta de la recompra del esclavo,
vale también para la idea de comprar una esclava para hacerla esposa: rescate y dote a la vez.
Porque la Iglesia fue comprada de la esclavitud del pecado y hecha esposa.
52. Gálatas 4, 21-31.

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contratos de matrimonio que son conocidos en hebreo con el


53
nombre de erusin o qiddushin.
Este compromiso es un acto previo al matrimonio mismo.
Consiste en una promesa mutua de darse el uno al otro, por el
cual se atan el uno al otro los que antes estaban sueltos o solteros.
Se ve como un acercamiento y vinculación de los que antes exis-
tían por separado, pero que ahora acerca el amor mutuo. Ahora,
los que antes estaban separados van a unirse por sus voluntades.
Lo que es propiamente el compromiso entre Dios y su pue-
blo se explica mejor a la luz de la fiesta de Pentecostés, que nos
revela el sentido que tenía la antigua fiesta judía de las Sema-
nas (shavuot).
Recordemos que el compromiso es el primero de uno de los
dos pasos en el proceso de matrimonio. El compromiso une al
novio y novia legalmente en un contrato escrito de matrimonio,
pero no conviven todavía como esposo y esposa.
Es la situación en que estaban José y María cuando el Án-
gel Gabriel se le aparece en la Anunciación a María, desposados
o comprometidos, pero todavía no estaban casados. Eran ya es-
posos según derecho, pero no convivían aún de hecho.
Históricamente, Dios se había comprometido mediante un
pacto esponsal con Israel en el monte Sinaí.54 En la Nueva
Alianza, el compromiso entre Jesucristo y su esposa la Iglesia se
realiza con la encarnación del Verbo y el nacimiento de la Igle-
sia. Si crees en Jesucristo, estás aceptando al Mesías en tu cora-
zón y en tu vida; estás comprometido con Él durante todo el
tiempo que vivas sobre la tierra.

53. Qiddushin, derivado de la raíz qadash, santidad. La santidad es la cercanía que crea el amor
entre los que antes estaban desvinculados.
54. Jeremías 2, 2: “Ve y grita a los oídos de Jerusalén: Así dice el Señor: De ti recuerdo tu cariño
juvenil, el amor de tu noviazgo; aquel seguirme tú por el desierto, por la tierra no sembrada”.
Oseas 2, 19-20: “Y sucederá aquel día -oráculo del Señor- que ella me llamará: 'Marido mío', y
no me llamará más: 'Baal mío.' Retiraré de su boca los nombres de los Baales, y nunca más
serán invocados por su nombre. Sellaré un pacto en su favor aquel día con la bestia del campo,
con el ave del cielo, con el reptil del suelo; arco, espada y guerra los quebraré lejos de esta tier-
ra, y los haré reposar en seguro”.

67
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Me quiero casar. Lo que la esposa debe saber

4) La escrituración del compromiso

El compromiso se escritura notarialmente. Se estipula por


un documento escrito, llamado en hebreo ketuváh —escritu-
ra— o también shitré erusín. La ketuváh es el contrato de matri-
monio que estipula el precio que dará el novio por la novia, y
estipula además las promesas del novio y los derechos u obliga-
ciones de la novia.
La palabra ketuváh significa “escritura” o “el escrito” y es un
término de escribanía o notarial. El novio promete trabajar pa-
ra ella, honrarla, sostenerla, ser fiel, proveer los alimentos, ves-
tuario y cada necesidad, y de vivir juntos como esposo y espo-
sa. Que se le diera la ketuváh era el derecho inalienable de la no-
via y era una escritura con la que podía reclamar sus derechos
ante un tribunal.
La ketuváh debe redactarse y firmarse antes de la ceremo-
nia matrimonial. Todas las promesas que Dios ha hecho a los
creyentes son legalmente nuestras: “Porque todas las promesas
55
de Dios son en él sí y en él amén…”.

5) El consentimiento de la novia

Dios está comprometido con Israel desde el monte Sinaí,


como recuerda Jeremías,56 e Israel se había comprometido con
Dios. Israel, como una novia, ha consentido a la propuesta de
57
matrimonio de Dios y ha dicho: “Sí, quiero”.
De la misma manera, la decisión ha de ser personal, indivi-
dual. Aquellos que desean que el Mesías entre en su corazón y

55. 2 Corintios 1, 20.


56. Jeremías 2, 2: “Así dice el Señor: 'De ti recuerdo tu cariño juvenil , el amor de tu noviazgo;
aquel seguirme por el desierto, por una tierra no sembrada'”.
57. Es la aceptación de la Alianza como la muestra Éxodo 24, 33: “Moisés vino y transmitió al
pueblo todas las palabras del Señor y todas sus normas. Y todo el pueblo respondió a una:
'Cumpliremos todas las palabras que ha dicho El Señor'”.

68
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viva en ellos, han aceptado su invitación por fe,58 como le dice


san Pablo a los romanos: “Pero ¿qué dice? ‘La palabra está cer-
ca de ti, en tu boca y en tu corazón’. Esta es la palabra de fe que
predicamos porque, si confiesas con tu boca que el Señor es Je-
sús y crees en tu corazón que Dios le ha resucitado de entre los
muertos, serás salvo. De hecho con el corazón se cree para jus-
59
ticia y con la boca se confiesa para obtener salvación”.
Por consiguiente, también hoy, para ser la novia del Mesías
es necesario que tú le digas: Amén, sí, yo quiero, te acepto y reci-
bo por esposo.
Como se ha dicho antes, entre la Iglesia y cada bautizada
sucede algo parecido a lo que sucede en la Hostia y cada partí-
cula de la Hostia. Jesús está tan entero en toda la Hostia como
en cada partecita. Así también la Iglesia, la novia o esposa de
Cristo, está entera tanto en todo el conjunto de almas fieles a
Cristo cuanto en cada alma individual. Pero, de manera espe-
cial, está presente entera en cada mujer bautizada. Por eso toda
niña, joven o mujer bautizada está llamada a vivir como esposa
de Cristo y a amar a Cristo como su esposo, indiferentemente
de que sea casada o soltera, viuda o consagrada por votos.
En el caso de la mujer casada, lejos de ser dos amores riva-
les y excluyentes, el ser esposa de Cristo le hace mejor esposa
de su esposo. Así lo testimonian, por ejemplo, la mística espon-
sal de la venerable Concepción Cabrera de Armida o la de Fabia-
na Corraro y tantas más.

6) Los dones a la novia y la copa compartida

La esposa recibe los dones y bebe con el novio la “copa de


la alianza”.

58. Fe - emunáh - tiene que ver con el amén de los fieles. Ambas palabras tienen la misma raíz
hebrea amán. Es la respuesta afirmativa de la fe, es la palabra de fe, la palabra que afirma la
verdad de la palabra oída y la acepta confiado en ella.
59. Romanos 10, 8-10.

69
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Me quiero casar. Lo que la esposa debe saber

a) El regalo o regalos
El rito del compromiso (qiddushín o erusin) se completaba
cuando el novio daba algo de valor a la novia y ella lo aceptaba.
El regalo dado más a menudo hoy es el anillo. Cuando el novio
ponía el anillo en el dedo de novia, se completaba el rito del
compromiso.
El nombre qiddushín significa santificación. La santidad
consiste en la cercanía vincular de los antes diversos y leja-
nos, implica la unión de los antes separados.60 El amor acor-
ta las distancias y unifica las diferencias. Varón y mujer son
distintos; pero el matrimonio los hace uno solo, los unifica.
De los antes lejanos, hace ahora inseparables; y de los antes
opuestos, hace complementarios. Ellos eran desconocidos o
se conocían solamente como vecinos. Ahora los unirá un co-
nocimiento esponsal único que transformará su conciencia, y
pasarán de la conciencia soltera a la conciencia esponsal,
compartida.
Si los regalos que hace el novio a la novia son símbolos de
amor, de decisión y de fidelidad, el gran don o regalo que Dios
hace a quienes acepten al Mesías es el Espíritu Santo.61 Jesús as-
cendió al cielo y se dice de él que “Él ha dado los dones a los
hombres”.62 Estos son los siete dones del Espíritu Santo. Son los
dones del Amor divino. El amor divino es un don que incluye

60. Soltero, viene de “suelto”, en latín: solutus. Cónyuge, viene de yugo. El cónyuge es el que está
uncido al mismo yugo, como los bueyes, para una tarea común.
61. En hebreo: Rúaj haqódesh. Véase: Juan 14, 26: “Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el
Padre enviará en mi nombre, os lo enseñará todo y os recordará todo lo que yo os he dicho.
Juan 15, 26-27: “Cuando venga el Paráclito, que yo os enviaré de junto al Padre, el Espíritu de la
verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de mí. 27. Pero también vosotros daréis tes-
timonio, porque estáis conmigo desde el principio”. Hechos de los Apóstoles 2, 38: “Pedro les
contestó: 'Convertíos y que cada uno de vosotros se haga bautizar en el nombre de Jesucristo,
para perdón de vuestros pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo'”. 2 Corintios 1, 21-22:
“Es Dios el que nos conforta juntamente con vosotros en Cristo y el que nos ungió, 22. y el que
nos marcó con su sello y nos dio en arras el Espíritu en nuestros corazones”.
62. Efesios 4, 7-8: “A cada uno de nosotros le ha sido concedida la gracia a la medida de los dones
de Cristo. 8. Por eso dice: Subiendo a la altura, llevó cautivos y repartió dones a los hombres”.

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diversidad de dones. Incluye justicia,63 vida eterna,64 gracia,65


fe 66 y otros dones o carismas espirituales, sabiduría, conoci-
miento, santidad, realizar milagros, profecía, discernimiento de
los espíritus, lenguas e interpretación de lenguas, dones de ayu-
da y administración.67
Con el Amor divino mismo, se dan los siete dones del Espí-
ritu santo:
1) Sabiduría: un conocimiento sabroso de Dios mismo.
2) Inteligencia: un entendimiento de todas las cosas a la
luz de ese amor.
3) Ciencia: una comprensión de todo en relación con el
amado se da.
4) Temor: respeto a Dios, temor de ofender al Amado, de
herir el vínculo.
5) Piedad: el sentimiento tierno y la vinculación amoro-
sa, el apego .
6) Consejo: se adivina lo que conviene hacer para com-
placer al Amado.

63. Romanos 5, 17-18: “En efecto, si por el delito de uno reinó la muerte por un hombre ¡con cuán-
ta más razón los que reciben en abundancia la gracia y el don de la justicia, reinarán en la vida
por uno, por Jesucristo! Así pues, como el delito de uno atrajo sobre todos los hombres la conde-
nación, así también la obra de justicia de uno procura a todos la justificación que da la vida”.
64. Romanos 6, 23: “Pero al presente, libres del pecado y esclavos de Dios, fructificáis para la
santidad; y el fin que es la vida eterna”.
65. 1 Corintios 1, 4-9: “Doy gracias a Dios sin cesar por vosotros, a causa de la gracia de Dios
que os ha sido otorgada en Cristo Jesús, 5 pues en él habéis sido enriquecidos en todo, en toda
palabra y conocimiento, 6 en la medida en que se ha consolidado entre vosotros el testimonio
de Cristo.7 Así, ya no os falta ningún don de gracia a los que esperáis la Revelación de nuestro
Señor Jesucristo. Él os confirmará hasta el fin irreprensibles en el Día de nuestro Señor
Jesucristo pues fiel es Dios, por quien habéis sido llamados a la comunión con su hijo Jesucristo,
Señor nuestro”. Romanos 5, 15: “Si por el delito de uno solo murieron todos ¡cuánto más la gra-
cia de Dios y el don otorgado por la gracia de un solo hombre, Jesucristo, se han desbordado
sobre todos”.
66. Efesios 2, 8-9: “Pues habéis sido salvados por la gracia mediante la fe; y esto no viene de
vosotros, sino que es don de Dios, tampoco viene de las obras para que nadie se gloríe”.
67. 1 Corintios 12, todo el capítulo que se completa en el capítulo 13 con el supremo don: la
caridad, el mismo amor divino que los incluye a todos y los produce a todos.

71
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Me quiero casar. Lo que la esposa debe saber

7) Fortaleza: el gozo que produce el amor hace fuertes.


“El gozo del Señor es nuestra fortaleza”.68

“Todos los bienes se me dieron junto con ella”.69 El Don del


Espíritu Santo contiene en sí todos los dones.

b) La copa o cáliz de la Alianza


Después del regalo, el novio y la novia bebían juntos la co-
pa de la Alianza, que contenía un poco de vino. De esta mane-
ra, los novios bebían de una copa en común. Primero lo hacía el
novio y luego, la novia.
Esta copa, conocida como la copa del pacto o de la Alian-
70
za, es aludida también en Jeremías 31, 31-33: “He aquí ven-
drán días, dice el Señor, en que yo estableceré una nueva
alianza con la casa de Israel y con la casa de Judá; no como la
alianza que he establecido con sus padres en los días en que
yo los tomé de la mano y los saqué de la tierra de Egipto, por-
que ellos violaron mi Alianza, aunque yo era su Señor. Pero
esta es la alianza que yo sellaré con la casa de Israel después
de aquellos días, dice el Eterno, ‘Yo Pondré mi ley en su men-
te y la escribiré en su corazón, y yo seré su Dios y ellos serán
mi pueblo’”.
Jeremías se refiere en este oráculo a la Nueva Alianza (Be-
rit hajadasháh) a la que alude el Señor en la última cena: “De
igual modo, después de cenar, tomó la copa, diciendo: ‘Esta co-
pa es la nueva Alianza en mi sangre, que se derrama por voso-
tros’”.71

68. Nehemías 8, 10.


69. Sabiduría 7, 11: Omnia bona venerunt autem mihi pariter cum illa.
70. “Este es el cáliz de la nueva alianza en mi sangre”. Liturgia eucarística.
71. Lucas 22, 20.

72
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7) El baño ritual de purificación


Mikváh designa en hebreo una piscina o pileta de agua.
Mikváh designa también el ceremonial de purificación o baño
ritual que se da la novia antes, por inmersión en el agua, de ir a
la celebración del casamiento. También practica esta inmersión
ritual cada mes la mujer judía observante al final de su período
menstrual.
El baño en la mikváh significa la disposición a la unión ma-
rital. Significa la pureza para el amor y que no hay ningún im-
pedimento para la unión esponsal.
El baño significa separación de un viejo estilo de vida a uno
nuevo. Del estilo del amor propio, al estilo de la comunión de
vida esponsal. La disposición de la mujer para entregarse a su
esposo para servirlo como madre de sus hijos. La entrega para
ser fecunda. El vencer su egoísmo y los miedos que pueden in-
disponer para ser madre a causa de los dolores y las fatigas de
la maternidad; significa la fortaleza que le da el amor esponsal
para animarse a ser madre otra vez.
El simbolismo está inspirado en el paso del mar Rojo en el
Éxodo. El pueblo pasa por el mar y deja atrás la vida de servi-
dumbre rumbo a la Alianza en el Sinaí y más tarde pasando el
Jordán para entrar en la Tierra Prometida. Es la mikváh de Is-
rael, esposa de Dios, para el paso por el desierto, para la Alian-
za en el Sinaí, compromiso y ketuváh escrita sobre tablas de pie-
dra y para la entrada en la tierra prometida.
En el caso del matrimonio, la mikváh significa dejar la vie-
ja vida de hija de Eva, preocupada por sí misma e incapaz de ha-
cerse cargo por amor de su esposo y sus hijos, para iniciar una
nueva vida dándose al cónyuge.72 Paso de la sujeción a sus pa-

72. 2 Génesis 2, 23-24: “Entonces este exclamó: 'Esta vez sí que es hueso de mis huesos y carne
de mi carne. Esta será llamada mujer, porque del varón ha sido tomada'. 24. Por eso deja el
hombre a su padre y a su madre y se une a su mujer, y se hacen una sola carne. Citado por san
Pablo en Efesios 5, 31: “Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer,
y los dos se harán una carne”.

73
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Me quiero casar. Lo que la esposa debe saber

dres como hija, a la libertad del ejercicio del amor de esposa en


73
el servicio de amor al esposo.
Sumergirse en la mikváh significa revivir o renacer espiri-
tualmente, porque el baño en la mikváh tiene poder de rito sacra-
mentario para cambiar a la mujer completamente al purificarla.
Purificando su corazón de todo egoísmo, de toda cerrazón al otro,
para abrirlo y guardar al otro en su corazón. Como María a Jesús.
Respecto del matrimonio con Israel en el Monte Sinaí, dijo
el Señor en Ezequiel 16, 8-9: “Te hice un juramento, yo estable-
cí una alianza contigo y tú fuiste mía. Te lavé con agua…”.
El baño de inmersión se refiere aquí a Israel antes de que
recibieran la Toráh, cuando Dios se comprometió en el monte
74
Sinaí.
Jesús le dijo a Nicodemo que tenía que nacer de nuevo del
agua y del Espíritu, sumergirse en la nueva mikváh, pila o pile-
ta bautismal, a fin de salir de ella bien dispuesto para entrar en
el Reino de Dios, en la nueva alianza esponsal, es decir, en la
condición filial.
“Había entre los fariseos un hombre llamado Nicodemo,
magistrado judío. Fue este a Jesús de noche y le dijo: ‘Rabbí, sa-
bemos que has venido de Dios como maestro, porque nadie
puede realizar los signos que tú realizas si Dios no está con él’.
Jesús le respondió: ‘En verdad, en verdad te digo: el que no naz-
ca de nuevo no puede ver el Reino de Dios’. Dícele Nicodemo:
‘¿Cómo puede uno nacer siendo ya viejo? ¿Puede acaso entrar
otra vez en el seno de su madre y nacer?’. Respondió Jesús: ‘En
verdad, en verdad te digo: el que no nazca de agua y de Espíri-
tu no puede entrar en el Reino de Dios. Lo nacido de la carne,
es carne; lo nacido del Espíritu, es espíritu’”.75

73. Efesios 5, 31.


74. Éxodo 19, 14-15: “Moisés bajó del monte, adonde estaba el pueblo, lo purificó y ellos lavaron
sus vestidos. 15. Y dijo al pueblo: 'Estad preparados para el tercer día; no os acerquéis a vues-
tra mujer'”.
75. Juan 3, 1-7.

74
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La Iglesia tiene que ser reengendrada por Dios para ser una
digna esposa del Verbo hecho hombre, el Cordero. Así, el Padre
le entrega a su Hijo una humanidad regenerada, eso es la Igle-
sia, como novia y esposa.
Los que creen en Jesucristo, el Cordero, deben sumergirse
en el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo: “Id, pues,
y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nom-
bre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”.76
El Bautismo es pues esa inmersión en el agua y el Espíritu
Santo. El Espíritu Santo es quien nos sumerge en el vínculo de
amor con Dios: “Declaró Juan a todos: ‘Yo os bautizo con agua;
pero está a punto de llegar el que es más fuerte que yo, a quien
ni siquiera soy digno de desatarle la correa de sus sandalias. Él
77
os bautizará en Espíritu Santo y fuego’”. “Porque Juan bautizó
con agua, pero vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo
dentro de pocos días”.78
El Catecismo de la Iglesia Católica enseña esto mismo así:
“Toda la vida cristiana está marcada por el amor esponsal de
Cristo y de la Iglesia. Ya el Bautismo, entrada en el Pueblo de
Dios, es un misterio nupcial. Es, por así decirlo, como el baño de
79
bodas (Ef 5, 26-27) que precede al banquete de bodas, la Euca-
ristía. El Matrimonio cristiano viene a ser por su parte signo efi-
caz, sacramento de la alianza de Cristo y de la Iglesia. Puesto
que es signo y comunicación de la gracia, el matrimonio entre
bautizados es un verdadero sacramento de la Nueva Alianza”.80
San Pedro cuenta: “Había empezado yo a hablar cuando ca-
yó sobre ellos el Espíritu Santo, como sucedió al principio sobre

76. Mateo 28, 19.


77. Lucas 3, 16.
78. Hechos 1, 5.
79. “Varones amad a vuestras esposas, como también Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sí
mismo por ella, para santificarla, purificándola por el baño del agua por la palabra, a fin de
hacer aparecer ante sí a la Iglesia, sin que tenga mancha ni arruga, ni cosa parecida, sino que
sea santa e inmaculada”.
80. Catecismo de la Iglesia Católica 1617.

75
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Me quiero casar. Lo que la esposa debe saber

nosotros. Me acordé entonces de aquellas palabras que dijo el


Señor: Juan bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados
con el Espíritu Santo. Por tanto, si Dios les ha concedido el mis-
mo don que a nosotros, por haber creído en el Señor Jesucristo,
¿quién era yo para poner obstáculos a Dios?”.81

8) El novio se ausenta para preparar la casa

Así también Jesús vuelve a la casa de su padre, a preparar-


nos un lugar.
Llegado este momento, el novio dejaba a la novia y volvía a
la casa de su padre para preparar el hogar del matrimonio. Es-
taba claro que era su deber volver al padre, construir una casa,
y preparar todo lo necesario para el matrimonio. Sin embargo,
antes de marcharse hacía una promesa a la novia: “Yo voy a pre-
pararte un lugar. Yo me voy, pero volveré”.
Esta es la misma promesa que Jesús hizo antes de volver a
la casa del Padre en el cielo, diciendo: “No se turbe vuestro co-
razón ni se acobarde; creed en Dios; creed también en mí. En la
casa de mi Padre hay muchas moradas; si no fuese así, yo os lo
habría dicho. Voy pues a prepararos un lugar. Y cuando yo ha-
ya ido y os haya preparado el lugar, volveré para que, donde yo,
estéis también vosotros”.82

9) La soledad de la novia aguardando el regreso del novio

La prometida era consagrada y separada por un período de


tiempo mientras el esposo preparaba el lugar donde habrían de
ir a vivir.
81. Hechos 11, 15-17.
82. Juan 14, 1-3: “No se turbe vuestro corazón. Creéis en Dios: creed también en mí. 2. En la
casa de mi Padre hay muchas mansiones; si no, os lo habría dicho; porque voy a prepararos un
lugar. 3. Y cuando haya ido y os haya preparado un lugar, volveré y os tomaré conmigo, para
que donde esté yo estéis también vosotros”.

76
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Antes que el novio pudiera volver a buscar a la novia, el pa-


dre del novio tenía que examinar y aprobar minuciosamente
los preparativos que el hijo hubiere hecho. Solo entonces el pa-
dre le daba el permiso para ir en busca de la novia. En otras pa-
labras, mientras el novio trabajaba en la preparación de la casa,
era el padre del novio quien debía dar el visto bueno a la mora-
da nupcial. El novio no sabía cuándo declararía su padre que ya
estaba todo a punto ni cuándo le daría el permiso de volver a
buscar a la novia.
Esto es exactamente aquello a lo que Jesús se refiere cuan-
do afirma respecto de su segunda venida o manifestación glo-
riosa: “Mas de aquel día y hora, nadie sabe nada, ni los ángeles
en el cielo, ni el Hijo, sino solo el Padre. Estad atentos y vigilad,
porque ignoráis cuándo será el momento. Al igual que un hom-
bre que se ausenta: deja su casa, da atribuciones a sus siervos, a
cada uno su trabajo, y ordena al portero que vele; velad, por tan-
to, ya que no sabéis cuándo viene el dueño de la casa, si al atar-
decer, o a media noche, o al cantar del gallo, o de madrugada. No
sea que llegue de improviso y os encuentre dormidos. Lo que a
vosotros digo, a todos lo digo: ¡Velad!”.83
Mientras tanto, la novia esperaba ansiosamente el regreso
del novio. En la mente de la novia, el novio podría llegar en
cualquier momento, incluso durante la noche o a medianoche.
Por consiguiente, tenía que estar lista en todo tiempo.
Jesús se refiere a esto en la parábola de las vírgenes pruden-
tes y las vírgenes necias.84
Mientras esperaba la llegada del novio, la novia podría pen-
sar, “¿Realmente regresará por mí? ¿Mantendrá su palabra?”.
Este es un pensamiento al que Pedro responde en su segunda
carta cuando dice: “Sabed ante todo que en los últimos días ven-
drán hombres llenos de sarcasmo, guiados por sus propias pa-
siones, que dirán en son de burla: ‘¿Dónde queda la promesa de

83. Marcos 13, 32-37.


84. Mateo 25, 1-13.

77
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Me quiero casar. Lo que la esposa debe saber

su Venida? Pues desde que murieron los Padres, todo sigue co-
mo al principio de la creación’. Porque ignoran intencionada-
mente que hace tiempo existieron unos cielos y también una tie-
rra surgida del agua y establecida entre las aguas por la palabra
de Dios, y que, por esto, el mundo de entonces pereció inundado
por las aguas del diluvio, y que los cielos y la tierra presentes, por
esa misma palabra, están reservados para el fuego y guardados
hasta el día del Juicio y de la destrucción de los impíos. Mas una
cosa no podéis ignorar, queridos: que ante el Señor un día es co-
mo mil años y mil años, como un día. No se retrasa el Señor en
el cumplimiento de la promesa, como algunos lo suponen, sino
que usa de paciencia con vosotros, no queriendo que algunos pe-
rezcan, sino que todos lleguen a la conversión.
El Día del Señor llegará como un ladrón; en aquel día, los
cielos, con ruido ensordecedor, se desharán; los elementos,
abrasados, se disolverán, y la tierra y cuanto ella encierra se con-
sumirá. Puesto que todas estas cosas han de disolverse así, ¿có-
mo conviene que seáis en vuestra santa conducta y en la pie-
dad, esperando y acelerando la venida del Día de Dios, en el que
los cielos, en llamas, se disolverán, y los elementos, abrasados,
se fundirán? Pero esperamos, según nos lo tiene prometido,
nuevos cielos y nueva tierra, en los que habite la justicia”.85

10) Anuncio del regreso del Novio

El regreso del novio será anunciado a gritos, “He aquí, el no-


vio viene”. Y también se anunciará su llegada con una trompe-
ta o shofar.
Normalmente la hora en que llega el novio, es a la media-
noche. Cuando llegue, se oirá un pregón: “A media noche se oyó
un grito: ‘¡Ya está aquí el novio! ¡Salid a su encuentro!’”.86

85. 2 Pedro 3, 3-13.


86. Mateo 25, 6.

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Al sonido de trompeta se refiere san Pablo cuando dice: “El


mismo Señor bajará del cielo con clamor, con voz de arcángel y
trompeta de Dios, y los que murieron en Cristo resucitarán en
primer lugar. Después nosotros, los que vivamos, los que quede-
mos, seremos arrebatados en nubes, junto con ellos, al encuen-
tro del Señor en los aires. Y así estaremos siempre con el Se-
ñor”;87 es decir, viviendo siempre juntos como es el anhelo de los
esposos.
Y también en el Apocalipsis leemos: “Después tuve una vi-
sión. He aquí que una puerta estaba abierta en el cielo, y aque-
lla voz que había oído antes, como voz de trompeta que habla-
ra conmigo, me decía: ‘Sube acá, que te voy a enseñar lo que ha
de suceder después’”.88
Esto sugiere que el novio viene tan de prisa a buscar a su
novia, que el camino se le hace largo y no viene en jornadas re-
gulares, es decir, viajando durante el día y durmiendo de noche,
sino que hace también jornadas nocturnas de camino. Mientras
la novia duerme y descansa, el novio no se puede dar reposo por
la prisa que tiene en reencontrarse.

11) Procesión nupcial y novios bajo palio

Llegamos así a la misma ceremonia matrimonial. Esta in-


cluye una sagrada procesión al final de la cual los novios se ubi-
can bajo un palio o baldaquino o campana matrimonial (jupá,
en hebreo).
Ese baldaquín es símbolo del Cielo. En el Nuevo Testamen-
to, encontramos su equivalente cuando se nos habla de la casa
del Padre. Así, por ejemplo, nos dice san Pablo que, cuando Je-
sús grite al llegar a buscar a la Iglesia su novia y se escuche el

87. 1 Tesalonicenses 4, 16-17.


88. Apocalipsis 4, 11.

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Me quiero casar. Lo que la esposa debe saber

sonido jubiloso de la trompeta que anuncia la llegada del novio,


seremos arrebatados hacia el cielo.89
Jesús y la novia subirán al Cielo, “a la casa de mi Padre”. Por
este motivo, el novio —Jesús— era llevado primero debajo de
la jupáh o palio. Cuando el novio se aproximaba a la jupáh, los
cantores cantaban: “Bendito es el que viene”.90 Es lo que cantan
los discípulos cuando Jesús entra en Jerusalén en Ramos.
“Bendito es el que viene” (barúj habá) es una expresión
idiomática que quiere decir “bienvenido”. Jesús ha dicho que no
volverá antes de que esas palabras se pronuncien ante su llega-
da: “Porque os digo que ya no me volveréis a ver hasta que di-
gáis: ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!”.91
El novio —decíamos— es saludado como un rey bajo la ju-
páh o palio. Durante ese tiempo, Jesús el novio será coronado
rey bajo la jupáh o palio, que significa el Cielo. “Bendito el Rei-
no de David que llega”, gritan los discípulos para enojo de los fa-
riseos.

La habitación nupcial y la consumación del matrimonio


Después de la ceremonia del matrimonio, la novia será con-
ducida, durante la noche, a la habitación nupcial —en hebreo ja-
dar— en la que el matrimonio se consumará. Esta consumación
del matrimonio, en hebreo, se denomina nesu’in. Ellos estarán
en esa alcoba o apartamiento durante siete días, una semana.
Se ha dicho que el amor es creador, que todo lo re-crea. Ese
encuentro de amor transforma y recrea todas las cosas. Todo se
re-configura en el encuentro y la convivencia amorosa, larga-
mente deseada y, por fin, concedida a ambos.
Por eso, así como las bodas de Adán y Eva van precedidas
de la semana de la creación, la boda de todo par de hijos de Dios

89. 1 Tesalonicenses 4, 17.


90. Mateo 21, 9.
91. Mateo 23, 39.

80
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Horacio Bojorge

equivale a la re-creación de todas las cosas, la bendición de la fe-


cundidad y el regalo de bodas del gobierno de todas las cosas
exteriores (el varón) e interiores (la mujer).
Al final de estos siete días, los dos saldrán de la habitación
nupcial. A esta escena se refiere Joel: “¡Congregad al pueblo, pu-
rificad la comunidad, reunid a los ancianos, congregad a los pe-
queños y a los niños de pecho! Que salga el esposo de su alcoba
y la esposa de su lecho”.92
La palabra semana en hebreo es shavúah y significa siete.
Puede señalar siete días o siete años. Un ejemplo en que la pa-
labra hebrea shavúah significa “siete años” se encuentra en
Daniel 9, 24, donde se escribe: “Setenta semanas (shavuót, 490
años) se ha establecido para su pueblo…”. Y en Daniel 9, 27: “Él
(el falso mesías conocido como anticristo) también estipulará
un pacto con muchos durante una semana (shavúah, siete
años)…”.
La semana a la que Daniel se refiere en 9, 27 es conocida
por la Iglesia como el período de la gran tribulación. La nación
judía dice que ese tiempo será para ellos como los dolores de
parto del Mesías, conocidos en la escatología hebrea como la
gran tribulación del Mesías, o los dolores del Mesías, Jevlái shel
ha mashíaj. Como se ve en Jeremías: “Así dice el Señor: ‘Voces
estremecedoras oímos: ¡Pánico, y no paz! Id a preguntar, y ved
si pare el macho. Entonces, ¿por qué he visto a todo varón con
las manos en las caderas, como la que da a luz, y todas las caras
se han vuelto amarillas? ¡Ay!, porque grande es aquel día, nin-
guno se le parece; será tiempo de angustia para Jacob, pero sal-
drá ileso de ella’”.93
De esto nosotros podemos deducir que, mientras los cre-
yentes estén con el Mesías en el Cielo para el matrimonio, en la
tierra habrá un periodo de tribulación que durará siete años; o
sea, las llamadas “calamidades mesiánicas” o Jevlai shel Mashíaj.

92. Joel 2, 16.


93. Jeremías 30, 5-7.

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Me quiero casar. Lo que la esposa debe saber

El banquete de bodas del Cordero


Al final habrá un banquete de bodas para todos los invita-
dos, por el padre del novio.
El novio y la novia —como queda dicho— se quedarán en
la habitación nupcial durante siete días. Cuando al principio los
novios entran en esa habitación, el amigo del novio permanece
fuera de la puerta. Todos los invitados se congregarán afuera y
esperarán que el amigo del novio anuncie la consumación del
matrimonio, lo cual será comunicado por el esposo.
Juan el Bautista se refiere a esto cuando dice: “El que tiene
a la novia es el novio; pero el amigo del novio, el que asiste y le
oye, se alegra mucho con la voz del novio. Esta es, pues, mi ale-
gría, que ha alcanzado su plenitud”.94
A esta señal, estalla esa gran alegría a la que alude san Juan
Bautista. El matrimonio ha sido consumado la primera noche
de boda: “Jacob dijo a Labán: ‘Dame mi mujer, que se ha cumpli-
do el plazo y quiero casarme con ella.’ Labán juntó a todos los
del lugar y dio un banquete. Luego a la tarde tomó a su hija Lía
y la llevó a Jacob, y este se unió a ella”.95
Esa noche se expondrá la tela ensangrentada que prueba la
virginidad de la novia.96 En el libro de Tobías, se dice que To-

94. Juan 3, 29.


95. Génesis 29, 21-23.
96. Deuteronomio 22, 13-21: “Si un hombre se casa con una mujer y se llega a ella, pero luego le
cobra aversión, 14. le atribuye acciones torpes y la difama públicamente diciendo: 'Me he casado
con esta mujer y me he llegado a ella, pero no la he encontrado virgen', 15. el padre de la joven y
su madre tomarán las pruebas de su virginidad y las descubrirán ante los ancianos de la ciudad, a
la puerta. 16. El padre de la joven dirá a los ancianos: 'Yo di mi hija por esposa a este hombre; des-
pués él le ha cobrado aversión, 17. y ahora le achaca acciones torpes diciendo: No he encontrado
virgen a tu hija. Sin embargo, aquí tenéis las señales de la virginidad de mi hija', y extenderán el
paño ante los ancianos de la ciudad. 18. Los ancianos de aquella ciudad tomarán a ese hombre y
lo castigarán, 19. y le pondrán una multa de cien monedas de plata, que entregarán al padre de la
joven, por haber difamado públicamente a una virgen de Israel. Él la recibirá por mujer y no po-
drá repudiarla en toda su vida. 20. Pero si resulta que es verdad, si no aparecen en la joven las prue-
bas de la virginidad, 21. sacarán a la joven a la puerta de la casa de su padre, y los hombres de su
ciudad la apedrearán hasta que muera, porque ha cometido una infamia en Israel prostituyéndo-
se en casa de su padre. Así harás desaparecer el mal de en medio de ti”.

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bías y Sara se preparan para la unión durante tres noches de ve-


la en oración. Y se enseña que ellos no se unen movidos por la
pasión concupiscente, sino en el deseo común de recibir la ben-
dición de los hijos: “Yo no tomo a esta mi hermana con deseo
impuro mas con recta intención”.97
El día del matrimonio, el novio es tratado y considerado co-
mo un rey y la novia, como una reina. Durante los días de la con-
sumación del matrimonio, el novio, Jesús, será coronado Rey en
toda la tierra, y la novia (es decir la Iglesia, los creyentes en Je-
sús, el Mesías) vivirá con Él y reinará para siempre con Él.
El coronamiento del Rey y el matrimonio se describe en
Isaías: “Serás corona de adorno en la mano de el Señor, y tiara
real en la palma de tu Dios. No se dirá de ti jamás Abandonada,
ni de tu tierra se dirá jamás Desolada, sino que a ti se te llamará
Mi complacencia, y a tu tierra, Desposada. Porque el Señor se
complacerá en ti, y tu tierra será desposada. Porque como se ca-
sa joven con doncella, se casará contigo tu edificador, y con gozo
de esposo por su novia se gozará por ti tu Dios. Sobre los muros
de Jerusalén he apostado guardianes; ni en todo el día ni en toda
la noche estarán callados. Los que hacéis que el Señor recuerde,
no guardéis silencio. No le dejéis descansar, hasta que restablez-
ca, hasta que trueque a Jerusalén en alabanza en la tierra”.98
Al final de la semana (siete años de tribulación o los dolo-
res del Mesías), tendrá lugar la cena de bodas. Esta cena se ade-
lanta en la historia a su consumación al fin de los tiempos y en
el Cielo.
Es la misa, que adelanta las bodas a cada generación de hi-
jas de Dios y se va consumando en la historia en una anticipa-
ción de la boda del fin de los tiempos y en los cielos. Después
del matrimonio, el novio y la novia volverán a la tierra.

97. Tobías 8, 7.
98. Isaías 62, 3-7.

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Me quiero casar. Lo que la esposa debe saber

12) La cena, el banquete de bodas

La cena se hará en la tierra, y solo los invitados por el padre


del novio —Dios padre— estarán presentes en el banquete:
“‘Con alegría y regocijo démosle gloria, porque han llegado las
bodas del Cordero, y su esposa se ha embellecido y se le ha con-
cedido vestirse de lino deslumbrante de blancura; el lino son las
buenas obras de los santos’. Luego me dice: ‘Escribe: dichosos
los invitados al banquete de bodas del Cordero’. Me dijo ade-
más: ‘Estas son palabras verdaderas de Dios’. Entonces me pos-
tré a sus pies para adorarle, pero él me dice: ‘No, cuidado, yo soy
un siervo como tú y como tus hermanos que tienen el testimo-
nio de Jesús. A Dios tienes que adorar’. El testimonio de Jesús es
el espíritu de profecía”…99 “Y luego vi unos tronos, y se senta-
ron en ellos, y se les dio el poder de juzgar; vi también las almas
de los que fueron decapitados por el testimonio de Jesús y la pa-
labra de Dios, y a todos los que no adoraron a la Bestia ni a su
imagen, y no aceptaron la marca en su frente o en su mano; re-
vivieron y reinaron con Cristo mil años”.100
También Jesús habló de este banquete de la boda: “Tened
ceñida la cintura y las lámparas encendidas, y sed como hom-
bres que esperan a que su señor vuelva de la boda, para que, en
cuanto llegue y llame, al instante le abran. Dichosos los siervos
a quienes el Señor, al venir, encuentre despiertos: yo os aseguro
que se ceñirá, los hará ponerse a la mesa y, yendo de uno a otro,
les servirá. Que venga en la segunda vigilia o en la tercera, si los
encuentra así, ¡dichosos ellos!”.101 “Y os digo que vendrán mu-
chos de oriente y occidente y se pondrán a la mesa con Abra-
ham, Isaac y Jacob en el reino de los Cielos”.102
La cena de la boda es un tema de la fiesta de las Tiendas o
de las cabañas, la fiesta de sukkot que es un capítulo aparte. Du-

99. Apocalipsis 19, 7-10.


100. Apocalipsis 20, 4.
101. Lucas 12, 35-38.
102. Mateo 8, 11.

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rante sukkot, Dios instruye al pueblo para que construyan un re-


fugio temporal. Uno de las cosas que Dios ordenó hacer fue
aquello de comer allí. Cuando comen, dejan un plato para siete
personas diferentes. Entre estas siete personas está Abraham,
Isaac y Jacob. Esto es a lo que Jesús se refiere en el pasaje recién
citado de Mateo 8, 11.103
Los no creyentes consumirán un banquete por separado,
donde los pájaros comerán su carne, como ha sido aludido en el
Apocalipsis: “Luego vi a un ángel de pie sobre el sol que gritaba
con fuerte voz a todas las aves que volaban por lo alto del cielo:
‘Venid, reuníos para el gran banquete de Dios, para que comáis
carne de reyes, carne de tribunos y carne de valientes, carne de
caballos y de sus jinetes, y carne de toda clase de gente, libres y
esclavos, pequeños y grandes’”.104

La Iglesia: La nueva Jerusalén


La casa de la novia era Jerusalén, y Jesucristo era el novio
que vino a vivir con ella. Pero la nueva Jerusalén es la Iglesia. Es
en Jerusalén donde los creyentes reinarán con el Mesías duran-
te la edad Mesiánica o Milenio. Así se muestra en el Apocalip-
sis: “Luego vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el pri-
mer cielo y la primera tierra desaparecieron, y el mar no existe
ya. Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que bajaba del cie-
lo, de junto a Dios, engalanada como una novia ataviada para su
esposo. Y oí una fuerte voz que decía desde el trono: ‘Esta es la
morada de Dios con los hombres. Pondrá su morada entre ellos
y ellos serán su pueblo y él, Dios —con-ellos— será su Dios’”.105
“Me condujo luego hacia el pórtico, el pórtico que miraba a
oriente, y entonces la gloria del Dios de Israel llegaba de la par-
te de oriente, con un ruido como el ruido de muchas aguas, y la

103. 11. Y os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se pondrán a la mesa con
Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los Cielos.
104. Apocalipsis19, 17-18.
105. Apocalipsis 21, 1-3.

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Me quiero casar. Lo que la esposa debe saber

tierra resplandecía de su gloria… Me dijo: ‘Hijo de hombre, este


es el lugar de mi trono, el lugar donde se posa la planta de mis
pies. Aquí habitaré en medio de los hijos de Israel para siempre;
y la casa de Israel, así como sus reyes, no contaminarán más mi
santo nombre con sus prostituciones y con los cadáveres de sus
reyes’”.106
“Sucederá en días futuros que el monte de la Casa de Yah-
veh será asentado en la cima de los montes y se alzará por en-
cima de las colinas. Confluirán a él todas las naciones, y acudi-
rán pueblos numerosos. Dirán: ‘Venid, subamos al monte de
Yahveh, a la Casa del Dios de Jacob, para que Él nos enseñe sus
caminos y nosotros sigamos sus senderos’. Pues de Sión saldrá
la Ley, y de Jerusalén la palabra del Señor. Juzgará entre las gen-
tes, será árbitro de pueblos numerosos. Forjarán de sus espadas
azadones, y de sus lanzas podaderas. No levantará espada na-
ción contra nación, ni se ejercitarán más en la guerra”.107
“1. Al final de los tiempos, el monte del templo de Yahveh
se asentará en la cima de los montes y se alzará por encima de
las colinas. Acudirán a él los pueblos, 2. llegarán naciones nu-
merosas que dirán: ‘Venid, subamos al monte de Yahveh, al
Templo del Dios de Jacob; él nos enseñará sus caminos y noso-
tros seguiremos sus senderos’. Pues de Sión saldrá la Ley y de
Jerusalén, la palabra de Yahveh.
3. Él juzgará entre pueblos numerosos, y arbitrará entre na-
ciones poderosas; convertirán sus espadas en azadas, y sus lan-
zas en podaderas. No levantará la espada nación contra nación,
ni se adiestrarán más para la guerra. 4. Se sentará cada cual ba-
jo su parra y su higuera, sin que nadie le inquiete, ¡El Señor de
los ejércitos ha hablado!”.108
“¡Ea, venga, huid del país del Norte —oráculo de Yahveh—,
ya que a los cuatro vientos del cielo yo os esparcí! —oráculo de

106. Ezequiel 43, 1-2.7.


107. Isaías 2, 2-4.
108. Miqueas 4, 1-5.

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Yahveh —. ¡Ea, sálvate, Sión, tú que moras en Babilonia! Pues


así dice Yahveh de los Ejércitos que tras la gloria me ha envia-
do a las naciones que os despojaron: ‘El que os toca a vosotros
toca a la niña de mis ojos’”.109

En la conclusión de esta sección sobre el matrimonio, cuan-


do alguien escucha el mensaje del Evangelio, recibe una pro-
puesta de matrimonio que Dios le da para ser la novia: “Escucha
hija y mira, el Rey se prendó de tu belleza”.110 Pero de manera
más específica, la mujer bautizada, porque ella es configurada
como esposa.
El amor de la esposa es principalmente receptivo —o, me-
jor dicho, recepcionante— porque su receptividad no es pasiva,
sino activa respuesta al amor que golpea a la puerta de su cora-
zón: “Mira que estoy a la puerta y llamo”.
El corazón de la esposa es un amor cuyo acto principal es
“dejarse amar”. Es que el amor de Dios solo puede habitar y ha-
llar una morada condigna en otro amor que lo acepte y lo recep-
cione. Que sea, por lo tanto, templo del amor de Dios que la vi-
sita y la inhabita.
Dios desea que aceptemos su invitación amorosa; y noso-
tros le damos nuestro sí, sí quiero. De hecho, el Apocalipsis fi-
naliza con una propuesta hecha por Jesús mismo de ser acepta-
do por la novia: “Dice el que da testimonio de todo esto: ‘Sí, ven-
go pronto.’ ¡Amén! ¡Ven, Señor Jesús!”.111 El mensaje de este ver-
sículo es: “Ven”. Y el Señor responde: “Sí, vengo pronto, vengo
aprisa”.

109. Zacarías 2, 10-12.


110. Salmo 45, 11.
111. Apocalipsis 22, 20.

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Me quiero casar. Lo que la esposa debe saber

5. ORÍGENES 112
La Iglesia y el alma piden:
¡Que me bese con los besos de su boca!

“Conviene recordar cuanto hemos advertido en el prólogo:


que este libro (Cantar de los Cantares) tiene forma de epitala-
mio113 y está escrito a modo de drama. Ahora bien, decíamos
que hay drama allí donde se introduce a ciertos personajes que
van hablando, mientras otros aparecen bruscamente, se acercan
o hacen mutis, y así todo es cuestión de mutación de persona-
jes. Esta, pues, será la forma del libro entero, y a ella iremos
adaptando, en la medida de nuestras fuerzas, la exposición his-
tórica.
En cambio, la interpretación espiritual, también conforme
a lo que señalamos en el prólogo, se ajustará a la relación de la
Iglesia con Cristo, bajo la denominación de esposa y de esposo,
y a la unión del alma con el Verbo de Dios.
Así pues, ahora, según la forma histórica, se introduce a
una esposa que recibió del nobilísimo esposo dignísimos re-
galos de esponsales, a más de la dote, pero que, al demorar-
se largo tiempo el esposo, se ve atormentada por el deseo de
su amor, se consume abatida en su casa y obra en todo de
modo que algún día pueda ver a su esposo y disfrutar de sus
besos.
Y porque ve a su amor demorarse y que ella no puede conse-
guir lo que desea, recurre a la oración y suplica a Dios, sabiendo
que él es el Padre de su esposo. Observémosla, pues: levanta sus
manos puras sin ira ni contienda, vestida convenientemente, con

112. Nacido en Alejandría en 185, y fallecido en Tiro o Cesarea Marítima, hacia el 254 d. C. Gran
conocedor de las Sagradas Escrituras y maestro de sus sentidos espirituales. Es Padre de la
Iglesia tenido en gran estima sobre todo en la Iglesia oriental. Junto con san Agustín y santo
Tomás, uno de los tres pilares de la teología católica.
113. Canto nupcial o de bodas.

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decencia y modestia,114 engalanada con los más dignos adornos


con que se puede adornar una noble esposa, pero, abrasada por el
deseo de su esposo y atormentada por una herida interna de
amor, lanza su oración a Dios, como dijimos, y dice de su esposo:
¡Que me bese con los besos de su boca!115 Esto es lo que, compues-
to en forma de drama, contiene la interpretación histórica.

La esposa del Cantar es la Iglesia

Veamos ahora si de igual modo se puede adoptar conve-


nientemente una interpretación más interior: que sea la Iglesia
la que está ansiosa de unirse a Cristo; y advierte que la Iglesia
es la congregación de todos los santos. Pues bien, que esta Igle-
sia sea como único personaje que representa a todos y que ha-
bla diciendo: tengo todo, estoy repleta de regalos que recibí con
motivo de los esponsales y como dote antes de la boda.
Hace tiempo, efectivamente, mientras me preparaba para
unirme al hijo del rey y primogénito de toda creatura,116 sus
santos ángeles me agasajaron y sirvieron trayéndome como re-
galo de bodas la ley, pues de hecho se dice que la ley fue admi-
nistrada por los ángeles en la mano de un mediador.117
Además me sirvieron los profetas. Ellos también, efectiva-
mente, no sólo me dijeron todo cuanto podían para mostrarme
y señalarme al Hijo de Dios, con el cual, traídas las que llaman
arras y regalos de boda, querían desposarme (con Dios), sino
que también, para inflamarme en amor y deseo de él, con pala-
bras proféticas me anunciaron su venida y, llenos del Espíritu
Santo, me pregonaron sus innúmeras virtudes y obras incon-
mensurables.

114. 1.a Timoteo 2, 8 y s.


115. Cantar de los Cantares 1,2.
116. Colosenses 1, 15.
117. Gálatas 3, 19.

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Me quiero casar. Lo que la esposa debe saber

También describieron su belleza, su aspecto y su bondad,


tanto que con todo esto me inflamaba de amor por él hasta lo
insufrible. Pero, como quiera que el mundo está ya casi acaba-
do y él no me hace don de su presencia, y en cambio estoy vien-
do solo a sus servidores que suben y bajan hasta mí, por eso
lanzo mi oración a ti, Padre de mi esposo, y te conjuro a que
tengas compasión de mi amor y al fin me lo envíes, para que
no me hable ya más por medio de sus servidores, los ángeles y
los profetas, sino que él mismo venga en persona y me bese con
los besos de su boca,118 es decir, infunda en mi boca las pala-
bras de su boca y yo le oiga hablar a él personalmente y le vea
enseñar.
Estos son, realmente, los besos que Cristo ofreció a la
Iglesia cuando, en su venida, presente en la carne, le anunció
palabras de fe, de amor y de paz, según había prometido y ha-
bía dicho Isaías cuando fue enviado por delante a la esposa:
no un embajador ni un ángel, sino el Señor mismo nos salva-
rá.119

La esposa del Cantar es el alma deseosa de unirse al Verbo

Como tercera interpretación, introduzcamos un alma cuya


única voluntad sea la de unirse estrechamente con el Verbo de
Dios y penetrar en lo interior de los misterios de su sabiduría y
de su ciencia como en el tálamo del esposo celestial; y esta alma
esté en posesión también de sus regalos, los que le dieron a tí-
tulo de dote.
En efecto, como la dote de la Iglesia fueron los volúmenes
de la ley y de los profetas, así también póngase a cuenta de es-
ta alma, como regalo dotal, la ley natural, la razón y el libre al-
bedrío. Por otra parte, al tener estos dones como dote, la doctri-

118. Cantar de los Cantares 1, 2.


119. Isaías 33, 22. El profeta Isaías anuncia la venida del Señor mismo, sin enviados ni inter-
mediarios.

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na de su primera instrucción tiene sus orígenes en pedagogos y


maestros.
Ahora bien, como quiera que en estos no halla satisfacción
plena y perfecta de su deseo y amor, trata de rogar insistente-
mente que la luz y la presencia del Verbo mismo de Dios ilumi-
nen su mente pura y virginal.

Dios besa al alma cuando obra directamente en ella sin


intermediarios

Realmente, cuando la mente se llena de sentimientos y de


pensamientos divinos, sin intervención de ningún hombre o án-
gel, crea que es entonces cuando recibe los besos del Verbo mis-
mo de Dios. Por causa de lo dicho y por tales besos, diga el alma
orando a Dios: ¡Que me bese con los besos de su boca! 120
En efecto, mientras fue incapaz de captar la pura y sólida
doctrina del Verbo mismo de Dios, recibió por necesidad be-
sos, esto es, pensamientos, de la boca de los maestros; pero,
cuando por propio impulso haya comenzado ya a distinguir lo
obscuro, a desenredar lo intrincado, a desvelar lo implícito y a
explicar con apropiadas fórmulas de interpretación las pará-
bolas, los enigmas y las sentencias, crea que entonces es cuan-
do recibe ya los besos de su propio esposo, esto es, del Verbo
de Dios.
Por otra parte, la razón de haber puesto besos, en plural,
es para que podamos comprender que la iluminación de cada
pensamiento obscuro representa un beso que el Verbo de
Dios da al alma perfecta. Y acaso en relación con esto decía la
mente profética y perfecta: Abrí mi boca y atraje al espíritu.
Ahora bien, entendamos por boca del esposo la fuerza
por la que Dios ilumina a la mente y, como dirigiéndole pala-
bras de amor —con tal que ella merezca comprender la pre-

120. Cantar de los Cantares 1, 2.

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Me quiero casar. Lo que la esposa debe saber

sencia de poder tan grande—, va revelándole todo lo desco-


nocido y obscuro; y este es el beso más verdadero, más suyo
y más santo que el esposo, el Verbo de Dios, ha dado a su es-
posa, esto es, al alma pura y perfecta. Imagen de este beso es
el que mutuamente nos damos en la iglesia cuando celebra-
mos los misterios.
Por lo tanto, cada vez que en nuestro corazón hallemos sin
ayuda de maestros algo que andamos buscando acerca de las
doctrinas y los pensamientos divinos, creamos que otras tantas
veces nos ha besado el esposo, el Verbo de Dios. Pero si no po-
demos encontrar lo que andamos buscando acerca de los pen-
samientos divinos, entonces hagamos nuestro el sentir de esta
oración y pidamos a Dios la visita de su Verbo, diciendo: ¡Que
me bese con los besos de su boca! El Padre conoce, efectivamen-
te, la capacidad de cada alma y sabe en qué momento, a qué al-
ma y qué besos de su Verbo debe dar, esto es, en los pensamien-
tos y en los sentimientos.121

121. Tomado de: Orígenes, Comentario al Cantar de los Cantares (Biblioteca Patrística), Madrid,
Ciudad Nueva, 1986. Este fragmento es el comienzo del Comentario al Cantar de los Cantares
1,2 y se encuentra en las páginas 73-77.

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6. EL BESO DE JESUCRISTO EN LA SANTA MISA


La palabra, el beso, el silencio

Presentación

El beso que Jesucristo da a la Iglesia, su esposa, en la Santa


Misa, y a cada alma-esposa que participa en ella, se lo da en el
saludo del Sacerdote: “El Señor está con vosotros”.
Cuando el sacerdote besa el altar, recibe el beso de la boca
de Cristo para trasmitirlo a la asamblea con el saludo litúrgico.
El Señor está con vosotros significa no solo presencia personal,
sino presencia favorable, salvadora, redentora, auxiliadora, ele-
vadora, defensora, liberadora, fecundante… que besa y abraza.
En el rito actual u ordinario de la misa, el sacerdote besa el
altar al comenzar y al terminar la misa. En el rito extraordina-
rio, que era el ordinario hasta la reforma litúrgica de 1969, el sa-
cerdote besa el altar varias veces más y, a continuación, lo co-
munica a los fieles presentes con el saludo Dominus vobiscum:
El Señor está con vosotros.
Siempre que el sacerdote besa el altar, que es Cristo, besa y
recibe el beso de Jesucristo para comunicarlo a la Iglesia. Por el
ministerio del sacerdote, es Cristo mismo quien besa a su espo-
sa la Iglesia presente en todas y en cada alma allí reunida. El be-
so del Esposo lo entrega Cristo mismo en su sacerdote: “El Se-
ñor está con ustedes”. El abrazo de Cristo se entrega en el rito
del abrir y cerrar de brazos del sacerdote.
Esas palabras “El Señor está con vosotros” es el beso y el
abrazo de Cristo mismo a su esposa allí presente en toda la
asamblea y en cada alma fiel, particularmente, al alma de las
bautizadas.
El beso del sacerdote al altar tiene sentido porque el altar es
Cristo. Cuando el sacerdote besa el altar, en él lo besan todos los
presentes y ausentes, toda la Iglesia besa a Cristo y recibe su be-

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Me quiero casar. Lo que la esposa debe saber

so. Cuando el sacerdote se vuelve a los fieles presentes, ese be-


so y abrazo se les comunica en el saludo y el abrir de brazos del
sacerdote. El sacerdote lo hace como representante del pueblo,
besando a Cristo; y lo transmite besando y abrazando al pueblo
como representante de Cristo.
El beso de la esposa a Cristo cuando el sacerdote, en nom-
bre de la Iglesia, besa el altar, es un beso verdadero que lo debe
desagraviar del beso falso de Judas y debe ser, por lo tanto, un
beso santo, sincero, verdadero, afectuoso y de entrega, de sumi-
sión de la Iglesia esposa a su Esposo el Cordero inmolado.
Ese beso ritual es además, según Efesios 5, 21-32, el mode-
lo del beso espiritual para toda alma esponsal, y para toda espo-
sa unida en matrimonio sacramental. El sacerdote besa el altar
con el beso de la Iglesia Esposa; pero al mismo tiempo, recibien-
do el beso de Jesucristo Esposo, lo comunica a la asamblea salu-
dándola y abrazándola: “El Señor está con vosotros”.
Lo que sigue lo tomo de una obra sobre la Santa Misa so-
lemne escrita por José Luis (Dimas) Antuña Gadea.122 Las si-
guientes consideraciones suyas nos introducen en el misterio
de la liturgia eucarística, que es la celebración de las Bodas del
Cordero en el presente histórico.
En la Santa Misa, en la Eucaristía hay canto, beso y silencio.
El sacerdote ha besado el altar al comienzo de la misa, luego ha
vuelto a besarlo antes de la primera oración de los fieles. El Ca-
non se inicia también con un beso del Sacerdote al altar. Lo que
Dimas Antuña reflexiona a continuación ilumina este rito. Pero
también ilumina la necesidad de redención que tiene todo ha-
blar, besar o callar humano. Lo cual es aplicable al hablar, besar
y callar de los esposos en el sacramento del matrimonio. Le doy
la palabra Dimas Antuña para que nos hable de los labios que
hablan, besan y callan en la Eucaristía:

122. Místico de la Eucaristía que nació en Uruguay y vivió muchos años en Argentina, falleci-
do en 1968. Información sobre él en: www.dimasantuniagadea.blogspot.com. Esta obra está
aún inédita cuando se escribe este libro.

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Horacio Bojorge

En la Misa, los labios de Jesucristo nos hablan,


nos besan, callan

“Los labios —escribe Dimas Antuña— son el instrumento


y el símbolo del pensamiento y de toda la vida interior en la
cual yace el pecado; para que los labios puedan orar, gritar y
unirse al Sanctus de los Serafines es necesario que sean purifi-
cados por el fuego. Los labios del sacerdote tienen la ciencia; los
del profeta llevan el mensaje: si Dios quiere usar de esos labios
para su obra o su mensaje, es necesario que él mismo los puri-
fique. ‘Esto tocó tus labios’, el fuego en la brasa, es decir: el Es-
píritu Santo de Dios en la economía de Cristo:123
‘¡Ay de mí que estoy perdido —gime Isaías—, pues soy un
hombre de labios impuros y entre un pueblo de labios impuros ha-
bito!124 Entonces, voló hacia mi uno de los Serafines con una bra-
sa en la mano que había tomado de sobre el altar con unas tena-
zas, y tocó mi boca y dijo: ‘He aquí que esto ha tocado tus labios:
se ha retirado tu culpa, tu pecado está expiado’(Isaías 6, 4-7)”.

Los labios: la palabra, el canto, el beso

Tres misterios del espíritu del hombre se expresan en los la-


bios del hombre: la palabra, el canto y el beso. En la palabra ra-
cional que dice —es decir, juzga y discierne— está la expresión
de su inteligencia, de su ser como persona. En el canto, afectivo,
esa palabra es movida por el cielo, es decir, por lo concreto que
hay en el corazón del hombre, y expresa el afecto: todas las pa-
siones santas.

123. Te invito a leer el siguiente pasaje de Isaías al que se refiere el autor advirtiendo que este
texto religioso es referible a toda palabra, beso y silencio humano. Palabra, beso y silencio nece-
sitan ser purificados —por el fuego— de toda su posibilidad de maldad en el hablar, el besar
o el callar en la relación religiosa con Dios y también en las relaciones interpersonales, en
primer lugar en la relación matrimonial.
124. De labios impuros en el hablar, besar y callar.

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En el beso, el elemento afectivo no se desposa con la palabra,


como sucede en el canto, sino que se expresa con el deseo: con lo
más hondo, más íntimo, más impetuoso de su ser. En el beso hay
una entrega, una comunicación de vida íntima, secreta y total.

El beso

Para los griegos, “besar” (kunein) tiene parentesco con “ado-


rar, venerar” (proskunein). El que venera, el que adora, se rinde,
se entrega. En la adoración, puede haber un simple reconoci-
miento, un simple anonadamiento ante el Ser. Y esto produce
el “silencio” de la adoración, es decir, el callar, ad ore.125
Puede haber también un deseo de oblación, de transfusión,
de “nada”, que quisiera pasar por amor al “ser” y solo en ese Ser:
el beso sería la expresión de esa entrega.
La adoración calla, y de ese silencio brota el himno, el can-
to. El amor que adora desea, y de ese deseo nace el beso. En to-
do esto hay un solo acto de amor intenso y total.
El himno, expresión del silencio, lo expresa a modo de luz:
Te decet himnus, tibi silentium laus.126
El beso, expresión del deseo profundo, expresa el deseo a
modo de transfusión, de entrega (osculetur me, “béseme”, lee-
mos en el Cantar de los Cantares 1, 1).
El beso, vehículo del amor, significa la comunicación del háli-
to de la vida que viene del fondo del corazón (su principio). El be-
so nace del corazón, como la palabra nace de la razón. El corazón
llega a los labios por el beso; la razón llega a los labios por la pala-

125. Esta expresión latina significa “a la boca”, Explica el significado de nuestra palabra “ad-
orar” que proviene de allí. A la boca le compete la acción de adorar mediante la palabra, el
canto, pero también mediante el beso y el silencio.
126. “A Ti te conviene el himno” (Salmo 64, 2) Pero, tanto en el texto hebreo como en la tra-
ducción griega de los Setenta, se lee: “A ti te alaba el silencio”. También el silencio lo alaba. Y el
silencio que sobreviene cuando se besa es expresión de lo inefable, de lo que el beso expresa
en lugar de miles de palabras.

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bra. La razón distintamente, porque la razón discierne y distin-


gue. El corazón unitivamente, en un deseo de entrega y unión. El
beso expresa la entrega total de la persona por veneración: kunein
es besar, proskunein es postrarse en adoración delante de alguien.
Ese postrarse puede ser expresión de deseo (osculetur me, “que me
bese”), expresión de amor: pneuma (beso), vínculo (nexus).
Nadie que besa deja de entregarse, sea la que besa, o a lo
que —simbólicamente— besa. Y esa entrega indica obediencia
absoluta (veneración) o deseo de vida, es decir, deseo de unidad
de vida con el que besamos y nos besa. El beso, que sella los la-
bios con silencio, es la suprema alabanza.
“Béseme con el beso de su boca”: comienza diciendo el Can-
tar de los Cantares. Béseme (el que besa es el Padre) con el beso
(con el Espíritu Santo) de su boca (es decir, el Hijo). Besa el Pa-
dre a la Iglesia (a la criatura, a la Esposa del Hijo) con el beso
(con el Espíritu Santo) que nos da Jesucristo que es la boca del
Padre. La boca con que besa es el Hijo encarnado, es decir, hecho
Mediador y Sacerdote, hecho Esposo para la Esposa, hecho “bo-
ca” para darnos la palabra y el beso del Padre, en cuanto Él es el
Verbo; y al darnos el beso con su boca, nos comunica el Espíritu
del Padre, en cuanto Él mismo, por su Pasión, comunica el Espí-
ritu del Padre. En una palabra, nos besa con el beso del Padre.

De la boca del hombre sale lo que hay en el interior del


hombre: “Lo que sale de la boca sale del corazón y eso contami-
na al hombre. Porque del corazón —por la boca— salen malos
pensamientos, homicidios, adulterios, fornicaciones, hurtos, fal-
sos testimonios, maledicencias…”.127
De la boca de Cristo, sale lo que hay en el interior de Dios:
su palabra, su Espíritu. La palabra de la boca de Cristo es el Ver-
bo de Dios. Por eso, Él dice que su palabra no es suya sino de
Aquel que lo envió.128 Él “es” la Palabra; pero la palabra no es

127. Marcos 7, 20-22.


128. Ver Juan 14, 23-24.

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suya, sino del Padre que lo engendra y lo envía. El soplo de la


boca de Cristo es el Espíritu de Dios, y por eso él dice: “Recibid
el Espíritu Santo”, y sopla sobre ellos. Este espíritu es el Espíri-
tu de “nuestro” Padre. Y es el Espíritu de Cristo, porque del Pa-
dre y del Hijo procede, en su procesión personal y en su misión
temporal.
¿Se dice en algún lado que Cristo haya besado a alguien? A
Cristo lo besa la Magdalena, la pecadora, para entregarse a él
por amor. Y Judas, el apóstol, para entregarlo por traición. El be-
so de la Magdalena es de adoración, veneración, y expresa la en-
trega afectiva de su vida. El beso de Judas es de traición, dado
“por señal”, y Dios quiso que un beso “lo entregara”.
Lo que sale de la boca del hombre mancha al hombre y lo
expresa; porque esos actos son actos de la persona humana. Lo
que sale de la boca de Cristo santifica al hombre y expresa a
Cristo, porque en las palabras y la comunicación del Espíritu es-
tá la expresión de “quién es” de la Persona divina.
Nada expresa más a la persona en el hombre que su palabra
o su beso: la palabra lo compromete, el beso lo entrega. La pala-
bra lo hace responsable, el beso lo hace “siervo”. Por la palabra,
el hombre afirma su persona; por el beso la vincula, la entrega,
la ata. El beso puede vivificarla o destruirla según sea a quién la
una. En la palabra hay comunicación racional (depende de la luz
que hay en el hombre). En el beso hay entrega afectiva; y efecti-
va (depende del ímpetu interior que hay en el hombre).
Besar a una persona es entregarse a ella, manifestar nues-
tra comunión (común unión), nuestra unidad con ella.
Besar una cosa no tiene sentido ninguno, sino en cuanto la
cosa es signo o símbolo, es decir, expresión y presencia de algo
o alguien. En el beso a una cosa, hay un acto de veneración. El
beso expresa nuestra entrega a lo que la cosa expresa, represen-
ta. En el beso hay una comunicación vital.
Dimas Antuña Gadea

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7. JAZMÍN
“La redención de los labios”
Una mamá de ocho hijos comenta:

¡Qué hermoso texto me enviaste, padre! Tengo mucho que


decir; lo “mastiqué” todo el día con la mente y con el alma.
A mi alma no le basta la palabra de Dios. Por supuesto que,
cuando trae Luz a mi vida, me provoca gran felicidad. Es alimen-
to; pero no necesariamente sacia mi hambre de Su Amor. Mi al-
ma teme el silencio de Dios cuando parece que me oculta Su pre-
sencia, cuando no se da a mí. Mi alma quiere el beso, la entrega
total, muchas veces con tanto ímpetu que es penoso vivir.
Y mi deseo se expresa en canto, que alivia el dolor ante la
ausencia de mi Amado. Así tengo que vivir muchas veces, tiro-
neada entre mi realidad y mi deseo y dolor. En la obediencia y
entrega completa a mi vocación de esposa y madre, busco mi
alivio y felicidad.
Hoy, gracias al texto que me mandaste, pude comprender
que en esta obediencia voy a poder llevar con paz esta pena.
Porque tantas veces me sucedía, que al sentirme añorando, su-
friendo, deseando con tanta intensidad, mi primera reacción es
aislarme, buscar el silencio y la soledad de la oración para unir-
me con Dios. ¡Pero no soy monja! ¡No puedo pasarme el día re-
zando! Otra reacción es ponerme a leer libros de espiritualidad.
Pero no puedo pasármelas leyendo, aunque mucho leo ya.
Me “sumerjo” y no le doy bolilla a mi esposo a la noche, por
ejemplo, o desatiendo a los chicos durante el día. Otra reacción
es buscar a quien me hable de Dios y me conecte con Él, para
sentirme amada, o no olvidada. Y aquí me refiero a los sacerdo-
tes, mediadores entre Dios y los hombres. Y por eso te molesto
a vos. Porque me llevás a Dios. Y por eso es que te quiero.
Supongo que vas a decirme otra vez que me falta fe en el
amor de Dios. Quizás sea así. Pero es que sufro, duele, quema,

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la ausencia del Amado. Ahora me doy cuenta que, cuando bus-


caba a Dios aislándome, finalmente estaba desasosegada e in-
quieta porque también me aislaba de mi familia.
Hoy me dije: “No me escapo a ningún lado. Aunque tenga
ganas de ponerme en oración y estar sola, no lo voy a hacer. La
virtud que más agrada a Dios es la obediencia, y yo quiero agra-
dar a Dios”. Por lo que me quedé en medio de los chicos todo el
día, afuera en el jardín, los miré jugar y atendí sus diez mil re-
querimientos y ochenta mil preguntas. Y el dolor se llenó de
paz y la paz, de alegría. Creo que ya encontré el camino. Se lo
estuve pidiendo mucho a Dios. Gracias. Jazmín.

Cómo es Jesús: Sus Palabras

Sus palabras eran y son un gran resplandor, la gran luz pa-


ra el género humano. Sus labios rebosaban siempre piedad, dul-
zura y confianza. Él fue y es la bondad, la misericordia y la ama-
bilidad personificada. Jesús es el océano que se desborda en su
Evangelio. Tiene ansias infinitas de que las meditemos y nos
aprovechemos de sus Palabras. Nos quiere dar y darse. Su mayor
gozo es encontrar almas que reciban, almas inmensas y abiertas,
en las que pueda Él vaciar sus dones con la seguridad de que to-
do lo reciben bien, aun cuando les dé amargura y dolor.

Oración: Jesús, tu Evangelio es tu misma vida entre noso-


tros: eres Tú mismo que viniste a la tierra para que tengamos vi-
da y “vida en abundancia” (Jn 10, 10). Tu doctrina es mi aliento,
mi bebida, la luz que recrea mis ojos. Son tus Palabras: mi for-
taleza en los combates, mi descanso, mi paz, mi mejor compa-
ñía y recompensa; porque ahí estas Tú, el Médico que conoce y
cura todos mis males; el Pastor que me guía como a su amada
oveja; el Rey a quien quiero servir, el Amigo para quien no ten-
go reservas; el Esposo a quien adoro, el que remedia todo desor-
den; el mismo Verbo divino resplandor del Padre, de su santi-
dad y belleza. Amén.
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8. LA CRUZ DE LA SOLEDAD
PARA DARNOS SU COMPAÑÍA

“La llevaré al desierto y le hablaré al corazón”.


Oseas 2, 16

Leemos en el profeta Oseas: “¡Por eso, he ahí que yo mismo


seduciéndola la llevaré al desierto para hablarle a su cora-
zón!”.129 El profeta Oseas presenta a Dios como el esposo de Is-
rael y a Israel como a la esposa de Dios. Y debido a que Israel se
aparta de Dios para irse detrás de los ídolos, Dios se da por trai-
cionado, ofendido como un esposo por una esposa que se fuera
detrás de sus amantes.
El Señor, entonces, le ordena al profeta Oseas que tome co-
mo esposa a una prostituta. Dios quiere dar con ello un signo
visible que muestre ese drama invisible del Dios traicionado
por el pueblo de Israel prostituido, que se aparta de Él para irse
detrás de los ídolos. La misma vida del profeta se convierte, así,
en un signo visible del drama de Dios. Como si le dijera al pro-
feta: “Para que al ver lo que te pasa a ti con esta mujer la gente
sepa lo que yo estoy sufriendo con este pueblo. Este pueblo que
es para mí como una prostituta. Se prostituye al abandonarme
y volverse a los ídolos”.
Oseas tiene que vivir y mostrar en su vida lo que Dios está
sufriendo con la ingratitud de su pueblo. Pero el Señor dice en
el libro de Oseas que, sin embargo, Él va a tener compasión con
esa mujer que lo traiciona. Y por eso dice esa frase maravillosa
con la que comenzamos esta charla. Dice: “YO la seduciré y la
llevare al desierto y le hablaré a su corazón, y desde allí le daré
a sus viñedos y haré el valle…”.

129. Lakhén hinnéh mefatéha weholakhtíha hamidbár wedibartí 'al-libáh = ”Por eso, mirad,
seduciéndola la conduciré al desierto y le argumentaré a su corazón”.

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Ese sería pues el título adecuado de esta charla. Porque tam-


bién el pueblo de Israel representa de alguna manera lo que su-
cede hoy en la Iglesia. Lo que sucede en esa parte infiel de los
bautizados que siendo hijos no se comportan como hijos y que
siendo esposas no se comportan como esposas.
Y después de este título, el subtítulo de la charla es: “Él nos
envía la Cruz de la soledad para darnos su compañía”. Sí, si a Él
le place enviarnos la cruz de la soledad, es solo para que Él mis-
mo pueda ser nuestra compañía. Yo diría que a veces el Señor
nos tira los perros para corrernos para el lado de Él. O también
que sopla lejos a los ídolos que eran nuestra compañía en la vi-
da, para obligarnos a quedar a solas, cara a cara con Él.
Así se hace posible que: “Amando a Dios en todo instante,
resignándonos a su Voluntad, descubramos al poco tiempo, no
sin sorpresa, que somos felices a pesar del hecho de que las co-
sas exteriores no hayan mejorado lo más mínimo”.130
No cambia lo exterior pero nosotros lo re-signamos. Re-sig-
nar quiere decir “cambiar de signo”. Lo que antes nos parecía
negativo lo vemos ahora como positivo y le cambiamos de sig-
no. Cambiamos el signo de menos por el de más. Lo que veía-
mos como negativo lo vemos como positivo. La soledad se nos
hace el lugar de encuentro con Dios. El despojo de nuestros ape-
gos se ve ahora como liberación para adherirnos a Dios.
Re-signar es lo que hizo Cristo con el signo de su cruz.
Y es la sabiduría en la que quiere iniciar a su esposa. El sig-
no de más, es el signo de su Cruz. No cambiaron las cosas pero
cambié yo en mi manera de verlo todo.
Eso puede suceder con muchas situaciones que nos resul-
tan negativas. Pensemos, por ejemplo, en la soltería no querida.
El reconocimiento de la propia incapacidad para encontrar
la felicidad por sí misma es el primer paso hacia el hallazgo de
la felicidad en la compañía de Cristo… Así, la joven que sabe que

130. Dorothy Dohen, El mandamiento nuevo, Madrid, Rialp, 1962.

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puede ser feliz por la Voluntad de Dios soltera es más feliz cuan-
do se casa, que aquella para quien el matrimonio es la suprema
e indispensable felicidad.
“Acaso pase mucho tiempo antes de que Él te convenza a ti
y a otros de que ‘quien tiene a Dios no necesita nada más’, pero
Él puede convencerte”.131
El profeta Jeremías se quejaba de que el Señor lo había se-
ducido al llamarlo a su misión profética. Debido a todo lo que
tuvo que padecer en el cumplimiento de la misión encomenda-
da por el Señor, el profeta Jeremías se quejaba de que Dios lo
había engañado, de que lo había seducido.
Cuando encontramos una palabra como “seducir” o “enga-
ñar” en la Sagrada Escritura, tenemos que acudir a los lugares en
que se encuentra para ver los distintos sentidos que puede tener
en cada contexto diferente. ¿Qué quiere decir en Oseas que el Se-
ñor la seducirá para llevarla al desierto y hablarle al corazón?
Uno de esos lugares donde se emplea la palabra seducir es
precisamente en el pasaje del profeta Jeremías al que hemos
aludido: “Me has seducido, Señor, y me dejé seducir; me has aga-
rrado y me has podido”.132 Es como si el Señor lo hubiese domi-
nado y reducido a la impotencia.
El Señor le anuncia a Pedro que “otro lo ceñirá y lo llevará
donde él no quiera”. ¿Lo hubiera seguido Pedro si se lo hubiera
dicho en el momento de llamarlo? ¿Hipocresía de Dios? No. Pe-
dagogía. Aguarda a que el que tiene que entender tenga prime-
ro buenas entendederas. Dios no nos dice aquellas cosas que so-
lo seremos capaces de entender después de que Él nos haya
transformado.
¿Acaso el mismo Jesucristo no pidió en el Huerto de los Oli-
vos: “¡Si es posible, pase de mí este cáliz!?”. El Padre también lo
lleva al Hijo a donde el Hijo no quisiera ir si eso fuera posible.

131. Dorothy Dohen O.c.


132. Jeremías 20, 7.

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Me quiero casar. Lo que la esposa debe saber

Muchas veces, Jesús huyó de quienes querían apresarlo porque


aún “no ha llegado mi hora”.
En el Huerto, sin embargo, el Hijo —al reconocer y asumir
la voluntad del Padre y advertir que es la hora de las tinie-
blas— plenifica su ser Hijo por la obediencia hasta la muerte,
y muerte de Cruz. ¿Cuál es, si no, el momento supremo en que
Cristo muestra su heroica obediencia filial sino cuando, en la
Cruz, da todo lo que le encomendó el Padre y exhala su espíri-
tu poniéndolo en las manos del Padre? “Padre, en tus manos
encomiendo mi espíritu”.
Es algo misterioso que debamos encontrar la felicidad más
allá de lo que queremos y adentrándonos en lo que no quere-
mos. Y para hallarla tengamos que ser antes transformados. Ini-
ciadas en la confianza esponsal, guiadas por la única luz de la
fe en un amor más grande y más sabio que el de nuestro amor
propio. Transformadas para confiarnos a un amor más grande,
un saber más grande de lo que yo pienso.
En el fondo, esa convicción humilde es una suprema sabi-
duría: “Dios sabe más que yo”. Eva depone su aspiración a ser
como Dios.
Dios la transforma para que, sabia por fin, pueda confiarse
en las manos del que sabe más que ella, no dudando de que la
ama. No dudando de que tiene que guiarla alguien que la ame
más y mejor de lo que ella entiende que debería ser amada.
Transformada para admitir que debe ser guiada, no por su pro-
pio amor, que es su amor propio, sino por un amor más grande
y sabio que el suyo. El amor de alguien que la ama más que ella
misma. Y, sobre todo, que la ama mejor.
Tú necesitas que te den nuevos ojos para ver una luz que te
ilumine y puedas apreciar que tu amor propio ha sido, es y se-
rá incapaz de salvarte. Ciencia para saber que tu bien está en en-
tregarte a Ese cuyo amor por ti es más grande que el tuyo y a
pesar de ti misma.

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Es un gran misterio que tengas que ser seducida por Dios, ser
llevada por Él a pesar de ti misma. Que Él deba engatusarte como
a una niña a la que hay llevar al médico o darle una vacuna.
Quizás has venido a este retiro sintiendo que el Señor te ha
dejado en el desierto, en una tierra desierta —como dice la es-
critura a la nación elegida, al pueblo de Israel—: “La llevó al de-
sierto a una soledad poblada de aullidos.133
El desierto estaba habitado por fieras. Se oían allí rugidos
de leones y aullidos de chacales. Allí todo te atemorizaba y no
había quien pudiese defenderte.
Quizás alguna de las que viene a retiro acude sintiendo que
su vida ha transcurrido o se ha convertido en un desierto. Eso
puede suceder por tantos motivos que solo se puede sugerir al-
guno como ejemplo: la muerte de los seres queridos o que la
han querido, traiciones, amores muertos de seres que siguen vi-
vos, amor traicionado, amistades muertas, estafas afectivas…
Y ahora, sin embargo es necesario que el Señor nos enga-
tuse para salvarnos. Que te traiga a este desierto y que aquí
mismo te meta en un desierto interior para que te dejes en-
contrar por Él, para convencerte de que Él te estaba trayendo
porque aquí te había estado esperando… a fin de hablarte al
corazón.
En ese desierto y soledad poblada de aullidos de fieras ame-
nazadoras que atemorizan, en ese rugiente caos del desierto, o
en el caos del desierto poblado de rugidos, nos dice la Sagrada
Escritura que Dios obró la salvación e Israel como quien salva a
su esposa, allí en el desierto:
“Dios la envuelve —leemos en el Deuteronomio—, la rodea,
la sustenta, la cuida como a la niña de sus ojos. Como un águila
incita a su nidada, revolotea sobre sus polluelos (invitándolos a
levantar vuelo alto), así él despliega sus alas y la lleva sobre su
plumaje. Sólo el Señor la guía a su destino, con él ningún dios ex-
tranjero. Le hace cabalgar por las alturas de la tierra, la alimen-
133. Deuteronomio 32, 10.

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Me quiero casar. Lo que la esposa debe saber

ta de los frutos del campo, le da a gustar miel de la peña, y acei-


te de la dura roca; Israel está rodeada de los mimos del Señor
que la saca de la esclavitud de Egipto y la lleva a la tierra que
mana leche y miel, cuajada de leche de vacas y de ovejas, con la
grasa de corderos; carneros de raza de Basán, y machos cabríos,
con la flor de los granos de trigo, y por bebida, la roja sangre de
la uva. Come Jacob, se sacia”.134
“la flor de los granos de trigo, y por bebida, la roja sangre de
la uva” es una alusión cifrada a la Eucaristía prevista ya en el
Antiguo Testamento.
El Señor —que quizás nos mantiene ya habitualmente en el
desierto de nuestra vida— nos ha traído ahora al desierto en es-
te retiro que quizás, en comparación con el desierto que vivi-
mos afuera, es un oasis.
Puede ser que tú hayas venido a este retiro buscando el de-
sierto de Dios y huyendo del desierto de tu mundo. Que hayas
venido huyendo de tu desierto a este lugar, como a un oasis. Y
yo te hablo todavía de desiertos, siendo que tú huyes del tuyo.
Es un desierto peor el de dentro mismo de ti misma, de lo que
estás viviendo en tu propia vida, en tu propia alma, de la que no
puedes huir y está desierta. Allí está el desierto de tu corazón en
verdad.
Pero el Señor te dice que ese es el desierto que Él ha creado
en ti para que puedas encontrarlo en ti. Allá afuera en tu vida
en el mundo, o en este retiro, es a la soledad de tu alma a don-
de te quiere inducir seducida, para que lo encuentres en ese
mismo vacío del que vienes huyendo a este retiro.
Él te ha traído a este lugar de retiro para inducirte a la sole-
dad de tu alma poblada de aullidos, de los aullidos de tu propio
dolor, de tus propios recuerdos dolorosos, de tus propias desilu-
siones. Es allí mismo, dentro de tu alma llena de los aullidos y
lamentos de las fierecillas hambrientas de tus pasiones insatis-

134. Deuteronomio 32, 10-12.

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fechas, donde te quiere brindar su compañía el Esposo. Dentro


de tu corazón quiere hablarte al corazón.
Ahora lo sabemos. Esa es la razón de esta soledad. Te ha su-
mergido en ella para darte allí mismo su compañía, de corazón
a corazón. De corazón de Esposo a corazón de Esposa.
Esto puede sucederte en este retiro para que oigas en tu co-
razón y entiendas una palabra sobre la soledad de tu vida antes
del retiro.
O puede suceder después del retiro, en la misma vida don-
de antes no oías sus palabras ni advertías que estabas allí por
obra de una seducción divina, una seducción con la intención
de requerirte de amores: estabas sola porque yo mismo te había
conducido a esa soledad para hablarte al corazón… Estabas sola
porque yo quería encontrarme contigo a solas en ti misma y pa-
ra eso yo desolaba tu alma…, porque yo quería consolarte den-
tro de tu alma, manifestándome a ti, y para que encontraras en
mi amor y no en tus ídolos muertos, el gozo y el consuelo, la
compañía que buscaba tu alma extraviada por sus propios des-
víos y calles cortadas.
Quiera Él darte en este desierto del retiro entonces, unos oí-
dos capaces de escuchar su voz en el desierto cotidiano de tu
propia existencia. Que de este retiro puedas volverte llevándo-
te al que encontraste aquí, instalado en tu alma y en tu corazón.
Si estabas, si vives habitualmente en el desierto de tu cora-
zón, quiera el Señor que en este retiro —porque a eso apunta—,
se abran tus ojos y tus oídos para verlo y escucharlo en tu pro-
pio desierto interior. Porque ese interior tuyo, ese desierto de tu
vida, no está desierto por abandono de Dios, sino por designio
positivo de Dios que allí te ha conducido seducida para poderse
encontrar contigo a solas, sin la presencia perturbadora de tus
ídolos, para encontrarse contigo allí y hablar contigo de corazón
a corazón. Bendita seducción, divino engaño que te hace sabia.
Venimos de nuestro propio desierto y quizás alguna sin
mucha esperanza, temiendo que, después del desierto del reti-

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Me quiero casar. Lo que la esposa debe saber

ro, se vuelva a su casa con su misma soledad intacta, y se en-


cuentre como desterrada en el mismo desierto de antes. Porque
¿quién podrá poblar de flores el desierto interior de su corazón?
Cada una sabe cuál es ese desierto, repito, cuál o cuánta la sole-
dad de su corazón.
Como se lamenta el salmista en el Salmo 68, 22: “… me sien-
to desfallecer, espero en vano compasión, consoladores y no en-
cuentro”. No hay quien me consuele —dirá alguna—, ando con el
desconsuelo adentro y no encuentro creatura que me consuele.
Nadie se asombre ni piense ser la única en sufrir lo que su-
fre, porque siendo, como mujer que es, creada para el mundo de
los vínculos amorosos, y sobre todo para las bodas del Cordero
—porque ese es el destino: ser esposa del Verbo Encarnado—,
su alma tiene una sed insaciable de amor, y todo el amor le pa-
rece poco.
Cuántas veces he escuchado decir que “de niña” no se sin-
tió querida. Para luego reconocer que sí era querida, pero no le
bastaba, sino que ella aspiraba a ser más querida.
Esa o esas penas que, a veces, no tenían motivo objetivo, si-
no que eran pura percepción subjetiva —porque ella aspiraba
a ser más querida, y pensaba que ser amada era un derecho su-
yo, y no le alcanzaba el amor que le daban, ese sufrimiento—,
esa percepción subjetiva, digo, puede haber acompañado a al-
guna toda la vida, o parte de la vida, sin haber encontrado con-
suelo.
Pudo ser la pena de la niña que no fue querida o que se sin-
tió menos querida, la pena de una soltería no deseada ni elegida,
sufrida; o pudo ser la pena del novio que la abandonó por otra;
o la pena del amor que una misma dejó pasar, y después advir-
tió, ya tarde, que sería irrecuperable; o pudo ser la pena del de-
sencuentro afectivo con el esposo; o la pena de la traición del va-
rón por sus repetidas infidelidades hasta el abandono; o la pena
de la separación definitiva, la ingratitud de los hijos, la viudez, la
vejez.

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Horacio Bojorge

La que se convirtió ella misma en desierto, la que vive en


su alma desertificada, la que vive en uno de estos desiertos de
la vida… difícilmente pueda imaginar que lo que sufre sea que-
rido por Dios, ni que pueda ser, en los planes de Dios, un lugar
a propósito para otro tipo de encuentro y donde la ha reducido
Dios intencionalmente para encontrarse con ella.
Y, sin embargo, ¿por qué no? ¿Por qué no detenerse por un
momento a examinar esa hipótesis? ¿Acaso no puede Él enviar-
nos la cruz de la soledad para darnos en ella su compañía y pa-
ra que lo tengamos a nuestro lado cargando con nosotros un mis-
mo yugo? ¿En otras palabras, para sernos cónyuge y hacernos su
querida cónyuge?
¿Qué significa ser con-yuge sino compartir el mismo yugo?
¿No te ha invitado acaso muchas veces con estas palabras que
nunca lograste entender como una declaración de amor, una in-
vitación al desposorio y una promesa de gozo y de paz? : “To-
mad sobre vosotros mi yugo porque mi yugo es suave y mi car-
ga, ligera”.
Estas palabras del Señor a la Iglesia, su esposa —es algo
que la esposa tiene que saber—, le enseñan que tomar sobre sí
el yugo del Esposo Jesucristo la hace cónyuge y que no existe
otra manera de llegar a serlo. ¿Y qué es el yugo de Jesús sino su-
frir por la voluntad del Padre? Es decir, por un amor a ti más
grande que tu amor a ti misma; por un amor mejor, que hace al
sufrimiento digno de sufrirse y, por lo tanto, resigna y le cam-
bia a la cruz el sentido de menos por el de más.
Cuando el Señor le dio a elegir a su esposa Catalina de Sie-
na entre una corona de rosas y una corona de espinas, Catalina
no vaciló y eligió la de espinas.
¿No será precisamente dentro de este desierto, en esta mis-
ma soledad interior tuya, sin cambiarla, donde te ha traído para
salirte al encuentro dentro de ti misma? Te ha traído al retiro pa-
ra que puedas retirarte dentro de ti y adentrarte en tu alma de-
sertificada, para encontrarte allí contigo y hablarte al corazón.

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Me quiero casar. Lo que la esposa debe saber

Esta parece ser, en efecto, una ley del actuar divino que se
repite a lo largo de las Sagradas Escrituras. Dios llevó a su pue-
blo al desierto, pero no para abandonarlo allí, sino para llevarlo
en brazos y hacerlo cruzar alzado en brazos —como el águila
ésa que lo lleva volando— el umbral de las puertas de una tie-
rra que mana leche y miel. Es el encuentro con su Dios.
El texto del Deuteronomio que hemos leído antes nos dice
que el Señor tomó a su pueblo en esa misma soledad poblada de
aullidos para levantarla en vuelo hacia los bienes divinos. ¿Cómo?
¿Dónde? El texto alude figuradamente al misterio de la Eucaristía,
a la Presencia real y permanente del Esposo. Alude a la Eucaristía
cuando promete alimentar con la flor del trigo y el vino; es decir,
con Jesucristo, el Cordero, el Esposo siempre presente en la Euca-
ristía. Él no abandona a la Iglesia, siempre está con ella. No es un
marido abandonador. No es un novio que defrauda.
Él quiere seducirte y enamorarte con su presencia amorosa
en la Eucaristía. No deplores tu interior desierto. Es un tesoro
que llevas dentro. Ese lugar de encuentro debes re-signarlo y no
postergar la dicha del encuentro. Él te espera precisamente en
esa zona tan dolorida del alma a la que no te gusta asomarte, de
la que huyes para anestesiarte con conversaciones incapaces de
sanar tu corazón.
Vuélvete a tu vida ordinaria llevándolo contigo en tu de-
sierto interior. Él quiere hablar al corazón a los corazones de-
siertos o solitarios, o desolados, o solitarizados. Bienaventura-
dos los corazones que tienen hambre y sed de amor, porque
Dios los saciará con el suyo.

La seduciré

Quiero detenerme ahora a ofrecerte una meditación de los


sitios de la Sagrada Escritura que nos instruyen sobre esa se-
ducción de Dios, tan necesaria para el encuentro esponsal. Por-
que para Dios seducirte es sacarte de tus engaños.

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La expresión hebrea mefatéha135 significa seducirla. Es


Dios el que te seduce. Llevarla al desierto con engaño. Implica
que el alma no quiere ir al desierto, a ese lugar o situación de so-
ledad, interior, pero que el Señor la lleva donde ella no quiere ir
ni quiere estar —porque no lo ve como un bien—, convencién-
dola o demostrándole lo equivocado de su resistencia. Dándole
razones, desengañándola, para llevarla a una situación en que
pueda llegar a ver qué bueno era lo que ella tanto temía porque
estaba ciega. Tampoco el pueblo de Israel se sentía bien en el de-
sierto y añoraba las ollas de Egipto. Ni el Señor se sentía a gus-
to en el Huerto de su agonía.
El desierto, el lugar de la angustia y la soledad, poblado de
aullidos y rugidos que nos aterrorizan, el lugar de los peligros y
el desamparo, parece ser el preferido de Dios para acercársenos
y hablarnos al corazón, cuando ninguna otra palabra humana
está ya a nuestro alcance o es capaz de remediar nuestro mal.
Esa experiencia parecida a la de del Jesús en el Huerto la expre-
só así alguien en este soneto:

Si estando mis amigos en el Huerto


se duermen de pesar bajo la luna;
si no consigue criatura alguna
velar con el que debe estar despierto;

si, así de solo, en este cementerio,136


me siento tanto más acompañado
cuanto la multitud que me ha engendrado
me sale a recibir del cautiverio;137

135. Raíz: fatáh, Qal: dejarse engañar, seducir, burlar. Piel: seducir, engañar (a una doncella,
Éxodo 22, 15; Jueces 14, 15; 16,5; 2. Samuel 3, 25; 1, Reyes 22, 20 y s. Jeremías 20, 7; Cortejar
Oseas 2, 16 sinónimo de hablar al corazón.
136. Cercano al huerto de los olivos hay un cementerio.
137. Encuentra compañía solo en los muertos le están más cerca que los vivos, alguna vez me
dijo alguien porque los únicos que me podían escuchar eran mis muertos.

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Me quiero casar. Lo que la esposa debe saber

¿Cómo rehusar el cáliz que me envías


ni pedirte que apartes esta hora,
si en ella ha de brillar por fin Tu Día,
y Tú has de esclarecerme en esa aurora
con luz que ya presiento y no vería
si no sufriera lo que sufro ahora?

Esa es la seducción: hablarle al corazón me seduce para ha-


blarme al corazón. Veamos lo que nos dicen las Sagradas Escri-
turas.

Le hablaré al corazón

Es bueno que lo advierta, que me abra a esa buena nueva de


que el Señor me ha instalado en mi soledad que habitualmente
deploro, de la que huyo, para la que no encuentro consuelo ni
consolador, para conquistarme para él, para hablarme al cora-
zón. Detengámonos pues en esa promesa conexa con nuestro in-
deseado desierto vital, de nuestro temido desierto del alma.
La expresión hebrea dibber ‘al lev significa “hablar al cora-
zón, argumentar al corazón, persuadir”. El corazón en hebreo es
lo más profundo no solo del hombre, sino de las cosas. Por
ejemplo, se puede decir que el fondo del mar es el corazón del
mar o que el fuego ardía en el corazón de la zarza. El corazón
es, pues, el centro del Ser, lo más profundo del Ser.
Hablarte al corazón es hablarte a lo más hondo a lo más
profundo de ti misma, allí donde ni tú misma eres capaz de ser
tu propia compañía.
Hablar al corazón quiere decir en otros contextos bíblicos:

1) Requebrar, cortejar a una mujer (Gen 34, 3; Os 2, 16)


como el novio le habla al corazón de la novia.
2) Ganarse el corazón de alguien que teme o desconfía
(Gen 50, 21 y 2 S 19, 8).
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3) Conmover el corazón, llegarle al alma a alguien (Rut 2,


13). Dios te quiere llegar al alma.
4) Consolar a un atribulado (Isa 40, 2).

1) Seducir, requebrar, cortejar, convencer una mujer

Por ejemplo, en Génesis 34, 3 leemos: Dina, la hija que Lía


había dado a Jacob, salió una vez a ver a las mujeres del país.
Siquém, hijo de Jamor el jivita, príncipe de aquella tierra, la
vio, se la llevó, se acostó con ella y la humilló. Su alma se afi-
cionó a Dina, hija de Jacob; se enamoró de la muchacha y le
habló al corazón: trató de convencerla (dibber ‘al lev) de que
se casara con él.
Dios le habla al pueblo de Israel como este hombre le habló
a esta muchacha judía de la que se había enamorado. Y así es
como te habla a ti. Pero tantas veces no lo habrás escuchado.

2) Ganarse el corazón de quien teme o desconfía (Gen 50, 21


y 2 S 19, 8)

“Vieron los hermanos de José que había muerto su padre Ja-


cob y dijeron: ‘A ver si José nos guarda rencor y nos devuelve to-
do el daño que le hicimos’” (Gen 50, 15).
A lo que José les responde, tranquilizándolos: “Aunque vo-
sotros pensasteis hacerme daño, Dios lo pensó para bien”.
Este es el convencer y este es el explicar; es el hablar al co-
razón de sus hermanos para que entendieran que no les guar-
daba rencor, y para que libres de temor, quedaran libres para
el amor fraterno. Aquello fue necesario, fue conveniente —les
explica— para traerme por delante de ustedes a Egipto y para
hacerlos sobrevivir ahora aquí donde se convertirán en un pue-
blo numeroso. No fue un mal para mí y fue un bien para todos
ustedes.
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Me quiero casar. Lo que la esposa debe saber

Este hablar al corazón es un claro ejemplo de una palabra


que permite re-signar la historia perversa y revertirla.
Una palabra que por sí misma sana el recuerdo de los ma-
les sufridos hace bien a la propia alma y al alma de los herma-
nos de José. Es como si les explicara con un argumento que
ahuyenta su temor: Y José “los consoló y les habló al corazón,
tranquilizándolos, mostrándoles afecto” (Gen 50, 21).

Ganarse el corazón del ejército que está desazonado

Otro caso de este hablar lo encontramos en el libro segun-


do de Samuel 19, 8. Allí Joab le aconseja a David que deje de llo-
rar por la muerte de su hijo Absalón y salga a “hablarle al cora-
zón de sus soldados”, porque los soldados estaban perplejos y
avergonzados con el duelo del Rey.
Joab le habla así al corazón del rey para que David, a su vez,
hable al corazón de sus soldados: “Ahora, pues, levántate, sal y
habla al corazón de tus servidores, porque por el Señor te juro
que, si no sales, no quedará contigo esta noche ni un hombre, y
esto sería para ti mayor calamidad que cuantas vinieron sobre ti
desde tu juventud hasta hoy” (2 S 19, 8).
Esto es hablarle al corazón al rey, convencerlo y demostrar-
le que está actuando mal. Aconsejarle también que hable al co-
razón de sus hombres para conquistar la fidelidad de los que
vienen de vencer a su hijo Absalón; asegurarles que no les guar-
da rencor sino que les está agradecido. De nuevo, re-signar lo
aparente demostrando otra verdad bajo las apariencias.
Los hombres ven a David sumergido en duelo y sienten que
no se alegra de la victoria que han ganado jugándose la vida por
su rey. El llanto de David los hace dudar del aprecio del rey y te-
mer su rencor. David tiene que hablarles al corazón, desenga-
ñarlos, sobreponerse a su dolor para hablarles mostrándoles
gratitud y afecto.

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Leemos que, ante el duelo del rey por su hijo, “aquel día ha-
bía ido entrando el ejército a escondidas en la ciudad, como
cuando va a escondidas un ejército que huye avergonzado de la
batalla”. Los victoriosos venían avergonzados.
Joab habla al corazón de David para re-signar el sentido del
acontecimiento que lo entristece: “Estás hoy cubriendo de ver-
güenza el rostro de todos tus servidores que han salvado hoy tu
vida, la vida de tus hijos y tus hijas, la vida de tus mujeres y la
vida de tus concubinas, porque amas a los que te aborrecen y
aborreces a los que te aman; hoy has demostrado que nada te
importan tus jefes ni tus soldados; ahora comprendo que, si Ab-
salón viviera y todos nosotros hubiéramos muerto hoy, te habría
parecido bien. Ahora, pues, levántate, sal y habla al corazón de
tus servidores, porque por el Señor te juro que, si no sales, no
quedará contigo esta noche ni un hombre, y esto sería para ti
mayor calamidad que cuantas vinieron sobre ti desde tu juven-
tud hasta hoy”.
El reproche es también una forma de hablar al corazón, es
decir, de desengañar al otro haciéndole re-signar el sentido que
le está dando a los hechos, y no viendo el sentido profundo y
verdadero, más allá de las apariencias. Como tú no logras ver el
sentido positivo de tu corazón solitarizado como el lugar donde
te ha traído el Señor para encontrarse contigo y convencerte de
que no ha sido un mal, sino un bien para ti.
La seducción tiene pues ese sentido de reproche amoroso.
Como el de Jesús a los discípulos de Emaús. Jesús les reprocha
a esos discípulos su corazón obtuso para no ver, para no enten-
der el sentido de la Pasión. Lo hace iluminando el hecho con la
luz de las Sagradas Escrituras: ¡Esto tenía que suceder! El Me-
sías tenía que sufrir y entrar así a su reino. Jesús les tocó el co-
razón, y ellos sintieron que el fuego de esa evidencia purificaba
sus corazones de toda tristeza.

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3) Conmover el corazón, llegar al alma de alguien (Rut 2, 13)

Otro ejemplo de lo que es hablar al corazón nos lo da el li-


bro de Rut 2, 11-13.
Booz le reconoce a Rut todo lo bueno que ha hecho con la
viuda Noemí, y ella le responde que le ha hablado al corazón,
que sus palabras le han llegado al corazón, que la ha conmovido.
“Booz le respondió: ‘Me han contado al detalle todo lo que
hiciste con tu suegra después de la muerte de tu marido, y cómo
has dejado a tu padre y a tu madre y la tierra en que naciste, y
has venido a un pueblo que hasta entonces no conocías. Que el
Señor te recompense por tu obra y que tengas cumplida recom-
pensa de parte del Señor, Dios de Israel, bajo cuyas alas has ve-
nido a refugiarte’”.
Booz lee con su fe la verdad de una historia tan dolorosa co-
mo la de Elimelek, su familia y la viuda Rut. Esa visión de fe, co-
municada a Rut, le permite a ella re-signar su historia dolorosa
y su presente de miseria y mendicidad. Booz la enaltece ante sí
misma. Donde todos ven miseria y desgracia, Booz es capaz de
ver el amor operante de Rut. Es capaz de decírselo de hablarle
al corazón atribulado de Rut, sanándoselo. “Ella dijo: ‘Halle yo
favor a tus ojos, mi señor, pues me has consolado y has hablado
al corazón de tu sierva, cuando yo no soy ni siquiera una de tus
criadas’”.

4) Consolar a un atribulado

Un último ejemplo de hablar al corazón lo da Isaías:


“Consolad,138 consolad a mi pueblo —dice vuestro Dios—. 2.
Hablad al corazón139 de Jerusalén140 y decidle bien alto que ya

138. Najamú.
139. Daberú 'al lev Yerushaláim.
140. Jerusalén es personificada como mujer. El nombre de todas las ciudades, en el Antiguo

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ha cumplido su milicia, ya ha satisfecho por su culpa, pues ha re-


cibido de mano del Señor castigo doble por todos sus pecados”.141
A la luz de las Sagradas Escrituras, entendemos mejor que el
Señor nos ha traído al desierto en este retiro para hablarnos al co-
razón. Es decir, para que re-signemos muchas cosas que nos pare-
cen negativas pero son positivas, porque nos conducen a un en-
cuentro con Él. Nada hay malo en mi vida si me trajo hasta aquí,
nada incurable puesto que, por serlo, le da materia al Jesucristo
médico para enamorarme, curándome mis heridas con las suyas.
Cada una sabe cuál es su desierto, la soledad de su corazón,
como se lamenta el salmista en el Salmo 28, 22: “Espero en va-
no compasión, consoladores y no encuentro”.
¿Y qué tiene el Señor para darnos? Una declaración de
amor, y un banquete de bodas. La flor del trigo y del vino: su
cuerpo y su sangre: es decir, Él mismo. Pero como Esposo de tu
alma si nuestra alma acepta ser su Esposa. Esa es la palabra que
tiene para decirte o repetirte, si es que ya te la dicho. Si ya no lo
eres y lo adviertes.
Jesús dice de sí mismo algo que me impresiona: “El Hijo del
Hombre no tiene dónde reclinar su cabeza”.142 ¿Podrá reclinarla
en tu corazón?
Y también dice: “Mira que estoy a la puerta y llamo. Si al-
guno oye mi voz y abre la puerta, entraré, y cenaré con él, y él
conmigo”. 143 ¿Le abrirás? ¿O pondrás excusas, o dilatorias
aún razonables, como la mujer amada del Cantar?144 Cuando
llega el esposo a la puerta, ella le objeta que está acostada y

Testamento, es femenino. La mujer es casa, templo y ciudad: es un ser habitable, fuente de


familias, ciudades, naciones. María guardaba estas cosas en su corazón, era el templo donde
estaba guardado todos los misterios de Cristo. Por eso rezamos el rosario contemplándolos
como los contemplaba María en su corazón. Cuando oramos el Rosario, nuestra Madre nos
habla al corazón.
141. Isa 40, 2.
142. Lucas 9, 58.
143. Apocalipsis 3, 20.
144. Cantar de los Cantares 5, 2-6.

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Me quiero casar. Lo que la esposa debe saber

continúa poniendo “peros”; y cuando al fin se levanta y se


asoma a la puerta, comprueba sorprendida y apenada que él
ya se fue.

Para meditar

- Si sufro soledad o desierto interior, si cuando repaso mis


recuerdos encuentro tantos motivos de lamento y tantas pérdi-
das y cosas que me parecen irreparables, ¿puedo considerarlo
como algo que el Señor no solo permitió y permite, sino que po-
sitivamente pudo provocar para encontrarse ahora conmigo co-
mo el Esposo, Maestro, Médico, Pastor y Sacerdote que —con su
sola presencia— re-puebla y colma mi corazón con su amor?
¿Creo que su amor puede obrar eso en mí?
- En vez de volverme sobre mí misma, o continuar replega-
da —porque el sufrimiento muchas veces consigue ese replie-
gue— en mis frustraciones, ¿puedo abrirme al requerimiento
amoroso del Señor que busca habitar en mí y brindarme su in-
timísima compañía? ¿Puedo darle, en fe, mi sí esponsal?
Creo que si esto aún no te ha sucedido y te sucede en este
retiro en lo más profundo de tu alma desierta, este sería el fru-
to más agradable más hermoso, y yo me habré ganado estos
días como Amigo del Esposo.

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9. CINTHIA
El beso del Esposo en el desierto145

El que no sabe de penas


en este triste valle de dolores
no sabe cosas buenas
ni ha gustado de amores
pues penas son el traje de amadores.146

Querido padre Horacio: Le envío el relato de mi expe-


riencia esponsal y estos poemas que reflejan más ciertamen-
te lo que vive mi alma. Usted haga lo que desee con esto que
escribo.
Ahora, con casi cuarenta y nueve años, puedo comprender
con el alma y con la razón esta frase tan repetida: “Dios escribe
derecho sobre renglones torcidos”.Ya entenderá el porqué.
Nací en una familia con madre católica practicante y padre
que lo llamaría un hombre de buena voluntad, pero que tomó la
Primera Comunión el día de su casamiento con mi madre. Re-
cuerdo que la oración perseverante de mi madre llegó al cielo,
porque hoy es un hombre completamente entregado a Dios y a
la Virgen.
Me recuerdo una niña feliz, la mayor de cuatro hermanos.
Alegre, vivaz, llena de sueños e ideales. Inocente. Me encantaba
la música, el teatro, la poesía, el baile; en definitiva, toda expre-
sión artística.

145. “Por eso la voy a seducir, la llevaré al desierto y le hablaré al corazón”, Oseas 2. “Que me
bese con los besos de su boca”, Cantar de los Cantares 1, 2.
146. Estas liras fueron cantadas en el Carmelo de Beas cuando llegó al convento San Juan de la
Cruz, en diciembre de 1578, habiendo huido de la prisión y exhausto por un largo viaje.
Incluimos la copla entera en este libro, en el número 26.4.

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Me quiero casar. Lo que la esposa debe saber

Desde pequeñita sentía un gran amor por todo, pero no po-


día entender ese amor como el mundo lo entendía, algo faltaba.
Todo amor del mundo era incompleto. Y fue el desprendimien-
to de muchas cosas en mi vida lo que llevó a encontrar la res-
puesta a ese vacío de amor.
Primero: mi madre se enfermó de depresión cuando yo te-
nía diecisiete años, lo cual cortó mi adolescencia. Mi hermanita
menor tenía cinco años, y un poco yo sentía que la amaba como
una mamá. Pero ese amor no me llenaba.
Segundo, mi madre muere de cáncer cuando yo tenía vein-
tidos años. Fue un desprendimiento desgarrador. Quedamos
cuatro hermanos sin “mamá”; y no cualquier “mamá”. Una ma-
dre muy sobreprotectora.
Tercer desprendimiento: después de sólo dos años de ma-
trimonio y yo con todas las ilusiones de “para toda la vida”, me
sobrevino la separación y luego el divorcio.
Cuarto desprendimiento: muere mi mejor amiga, confiden-
te, almas gemelas, “mi hermana”, con tan solo treinta y siete
años, y sus dos hijitos pequeños quedaron sin su mamá. Real-
mente devastador.
Mi mundo empezaba a desmoronarse. Simultáneamente,
comenzaba a vislumbrarse el Plan de Dios para mi vida.
Quinto desprendimiento: mi hijo mayor, con tan solo 12
años, decide irse a vivir con su papá. Yo no podía entender na-
da. Lloré, reclamé a Dios —sí, reclamé— porque mi naturaleza
humana estaba gritando de dolor, un dolor tan cierto como el
dicho: me arrancaron el corazón.

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Horacio Bojorge

Entre tanto, yo luchaba contra una depresión endógena;


una depresión mayor diagnosticada a los veintitrés años, por la
consecuente muerte de mi madre.
Sexto desprendimiento (el derrumbe del bienestar físico):
en el 2009 me diagnostican “fibromialgia”. Y allí comenzó el ca-
mino de regreso —sí, de regreso— porque hasta ese momento
vivía en una lucha constante por escribir “YO” los renglones de
mi vida. Desde ahora, ya no podía escribir “nada”.
Los dolores eran terribles, a tal punto que no podía levan-
tarme de la cama. Muchas veces, llegaron a mi mente pensa-
mientos suicidas, y como sabía que eran tentaciones para mi
naturaleza humana pecadora, rezaba prendida al Santo Rosa-
rio, ofreciendo mi dolor.
Como juego de niña, me decía a mí misma. “El demonio de-
be estar furioso porque aunque yo no pueda más de dolor, ja-
más me entrego a él”.
A principios del año 2015, también se va de mi casa mi hi-
jo menor, a vivir con el papá. Quedé completamente sola. Bue-
no, sola es un decir porque, cuando todo lo que yo creía que lle-
naría los vacíos de mi corazón, cuando yo pensaba que el matri-
monio, los hijos, el trabajo, la salud completarían el amor tan
anhelado, descubrí que al quedarme “sin nada” me llegó TODO:
¡ÉL! ¡EL AMOR DE MI VIDA!
Llegó Jesús147 y me anonadó, me dejó herida de amor, lla-
gada, destruida, pero a la vez completa; inmóvil, inútil física-
mente, pero con un deseo de amar tan pleno y un deseo de “de-

147. Es la llegada del esposo en persona, o “el beso del esposo”. Así lo describe Orígenes en su
Comentario al Cantar de los Cantares 1, 2: “'Que me bese con los besos de su boca”. Orígenes
comenta así ese versículo: “… mientras [el alma] fue incapaz de captar la pura y sólida doctrina
del Verbo mismo de Dios, recibió por necesidad besos, esto es, pensamientos, de la boca de los
maestros; pero, cuando por propio impulso haya comenzado ya a distinguir lo obscuro, a
desenredar lo intrincado, a desvelar lo implícito y a explicar con apropiadas fórmulas de inter-
pretación las parábolas, los enigmas y las sentencias, crea que entonces es cuando recibe ya los
besos de su propio esposo, esto es, del Verbo de Dios”. Mientras el alma no comprendió el senti-
do de los despojamientos de las personas queridas, de las ilusiones de amor esfumadas, de los
desprendimientos.

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Me quiero casar. Lo que la esposa debe saber

jarme amar” por ¡EL AMOR! Un deseo de ser su Esposa y Víctima


de su Amor.
Ahora mi vida es una entrega a ser su prisionera de amor,
a ser su florcita más pequeña, a ser una hoja en blanco, donde
por fin escribirá la historia de mi vida sobre renglones dere-
chos, hasta vernos cara a cara en la eternidad.
Mi querido padre: Mi Amado siempre está tan atento a mi
deseo de su Amor. ¡Lo amo tanto! No es fácil la soledad. Se ex-
perimenta el alma como prisionera del cuerpo. El demonio
quiere hacer de las suyas. Pero yo le digo, que nada puede. ¡Más!
El Todopoderoso reina dentro de mí, y contra Él nada podrá ha-
cerme.
Dígame, padre: ¿cómo se puede amar tanto, en medio de
tanto dolor? Yo soy tan defectuosa, tan pequeña en virtudes; pe-
ro ¡siento que así Él me ama más! No entiendo nada. Pero ¿pa-
ra qué entender, no? ¡Dejarse amar es maravilloso! Cuando es-
toy en Adoración, no puedo decirle nada, quedo en silencio, y es
como si mi alma saliera de mi cuerpo, y solo estoy con Él. Que-
rido padre, gracias por su compañía filial.

Te amaré, Señor

Te amaré hasta la nada de este mundo,


te amaré, hasta que en la nada de mi vida, sea toda Tuya.
Te amaré con y sin sentidos, te amaré en lo escondido.
Te amaré cuando me duela al no verte,
ni sentirte y viviré en el AMOR que me diste.
Te amaré aun cuando no pueda más,
y me regocijaré en amarte con mi miseria,
porque seré Yo, y no una imagen
de lo que el mundo espera.

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Horacio Bojorge

Te amaré en la aparente derrota,


cuando veo mi cuerpo apagarse,
como la luz tenue de una vela,
porque es allí donde TRIUNFARÁS,
aunque todo se derrumbe, viene la calma.
Te amaré en silencio, quedándome a contemplarte,
y te amaré cuando me sigues al marcharme.
Te amo y te amaré, en silencio, con palabras,
con canciones, con el alma,
TE AMARÉ AUN CUANDO NO LLEGUE LA CALMA,
porque esperando en TI,
ya no temo sufrir.

Cómo es Jesús: Su caridad

El amor de Jesús es insaciable. El amor de Jesús es inson-


dable. Él ama y quiere ser amado. Él ama, y quiere, ¡oh digna-
ción soberana!, que nosotros nos dejemos amar de Él; porque
hay muchas almas que lo aman, pero pocas que se dejan
amar. Y para ir más allá, Él quiere que le pidamos ser amados
por Él.

Oración: ¡María, acabado modelo de perfecta caridad y Ma-


dre del Amor hermoso!, imprime en nuestros corazones todos
los caracteres del santo amor, y que el divino fuego en que tu
corazón se abrasa se comunique a los nuestros, que anhelamos
arder y consumirnos como incienso para la gloria de Dios. Y con-
suelo de tu Jesús. Haz que comprendamos las divinas dulzuras de
la unión con Dios y formemos contigo un solo corazón y una so-
la alma, para no desear, ni gustar, ni amar cosa fuera de Jesús.
Amén.

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Me quiero casar. Lo que la esposa debe saber

10. ORÍGENES
La Esposa fiel o infiel
Matrimonio místico o adulterio
y fornicación espiritual 148

En esta vigésima homilía de Orígenes sobre el libro de los Nú-


meros, nos enseña que el alma-esposa se encuentra continuamen-
te ante la opción entre los desposorios con Cristo o con el Diablo,
y que esa opción se realiza en su interior en cada instante ante la
solicitación del pensamiento bueno o del pensamiento malo.
El alma vive dando un sí a Jesucristo o un sí al Diablo. En ca-
so de dárselo habitualmente a Cristo, ella vive según su vocación
divina de Esposa. En caso de aceptar consciente y deliberada-
mente un pensamiento malo, ella incurre en adulterio al entregar
su voluntad a ese pensamiento.
En caso de no darse cuenta de que es un pensamiento aje-
no y mal, pero sin rechazarlo, ella es violada por un pensamien-
to intruso.

Cualquier clase de pecado es también una especie


de fornicación en sentido amplio

2.1. Más abominable aun que una fornicación carnal es la


fornicación en sentido amplio, que consiste en cualquier clase
de pecado. En este sentido, hay fornicación cuando un alma que
ha comenzado a tratar con el Verbo de Dios, y que ha estado
unida de alguna manera con Él por un matrimonio, se corrom-
pe y es profanada por otro matrimonio, por un enemigo de
Aquel que la había hecho suya por la fe.149

148. Tomado de la Homilía vigésima sobre el libro de los números, Sources Chrétiennes, París,
Du Cerf, 1951, pp. 395 y ss. La traducción me pertenece.
149. Oseas 2, 22. He aquí la fe en Cristo considerada como una alianza nupcial o esponsal.

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El Verbo de Dios que es el Señor Jesús es el Esposo y el Ma-


rido del alma pura y casta, como lo dice el Apóstol: Estoy celoso
de vosotros con celos de Dios. Quiero presentaros a vosotros co-
mo virgen casta a un solo esposo, Cristo. Pero temo que, al igual
que la serpiente engañó a Eva con su astucia, se perviertan vues-
tras mentes apartándose de la sinceridad.150
Así que, mientras el alma permanece unida a su Esposo, es-
cucha su palabra y permanece adherida a Él, esa alma recibe de
Él la semilla de la Palabra,151 y de la misma manera que el pro-
feta Isaías dice: “Señor, hemos concebido en el vientre, tenemos
dolores como si diéramos a luz, pero no hemos traído a la tierra
espíritu de salvación”; ella dice: “las obras de tu Palabra he con-
cebido en mi seno, he dado a luz” y producido el Espíritu de sal-
vación que traerás a la tierra.152
Entonces, si el alma concibe así las obras de Cristo, ella da
a luz hijos, a causa de los cuales se le dice que “será salvada gra-
cias al nacimiento de sus hijos, si es que ha permanecido en la
fe, la caridad y también en la templanza”,153 aun si, como Eva,
ella anteriormente había sido seducida.
¡Feliz, en verdad, es esta fecundidad del alma que ha com-
partido el lecho del Verbo de Dios y respondido a sus abrazos!
De allí nacerá un linaje noble. De allí nacerán la castidad, la jus-
ticia, la paciencia, la dulzura, la caridad y toda la augusta poste-
ridad de las virtudes.

150. 2 Corintios 11, 2-3.


151. Isaías 26, 18. La semilla se dice en latín semen y en griego, sperma. Así como el semen o
esperma del varón es la semilla que engendra los hijos en el seno de la mujer, así la Palabra de
Dios, recibida en el alma, tiene poder generativo para engendrar en el alma a los hijos de Dios.
Y de manera parecida, las palabras interiores, ya sean las de Dios, ya sean las del tentador,
engendran pensamientos, sentimientos, excitan las glándulas, hacen segregar hormonas y, por
fin, modifican el cuerpo, mueven a hacer actos buenos o malos.
152. Isaías 26,18.
153. 1 Timoteo 2,15.

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Me quiero casar. Lo que la esposa debe saber

El adulterio espiritual:
Hijos del pecado e hijos de la salvación

2.2. Pero el alma desafortunada ha desertado el lecho sagra-


do del Verbo divino y se ha entregado a abrazos adulterinos; vio-
lada por las seducciones del Diablo y de los demás demonios, ella
ciertamente engendrará, pero dará a luz hijos de los que está es-
crito: “Pero los hijos de los adulterios serán prematuros y la raza
salida de un lecho impío será destruida”.154 Por lo tanto, todos los
hijos del pecado son adulterinos y vástagos de la fornicación.
Por ende, nunca sucede que quede sin parir el alma; pues en
todo lo que hacemos, nuestra alma engendra y trae al mundo hi-
jos155, es decir, pensamientos y obras que ella produce. Y si los
produce conforme a la Ley y a la Palabra de Dios,156 el alma da
a luz “el Espíritu saludable”; de manera que ella será “salvada por
el nacimiento de sus hijos”, de los cuales dice el profeta: “Tus hi-
jos son como retoños de olivo alrededor de tu mesa”.157
Pero si sus obras son contrarias a la Ley, si son pecados, no
hay duda de que engendra una progenie maligna de obras del
espíritu enemigo de Dios, porque da a luz hijos del pecado. Pen-
sando en estos partos malditos, algunos santos han llegado a
“maldecir el día de su nacimiento”. 158
2.3. Por lo tanto, no hay momento en el que el alma no es-
té dando a luz. El alma da a luz continuamente, y continuamen-
te trae hijos al mundo. ¡Bendito es el alumbramiento que trae al
mundo obras del Verbo de Dios! Gracias a este tipo de parto “esa
alma se salvará”.159

154. Sabiduría 3, 16.


155. Véanse también la homilía 22.1 y la homilía 10.2 sobre el Génesis.
156. A las enseñanzas del Antiguo y del Nuevo Testamento.
157. Salmo 127,3.
158. Job 3, 1-26; Jeremías 20, 14-18.
159. “La mujer será salvada por medio de la maternidad (teknogonía: generación de hijos)
con tal de que persevere en la fe, en la caridad y en la santidad, unidas con la modestia”, 1
Timoteo 2, 15.

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Pero si el alma, por el contrario, concibe en su interior hijos


del espíritu enemigo de Dios, no cabe duda de que ella da a luz
“hijos de cólera destinados a la muerte”.160 San Pablo alude a es-
tos dos tipos de nacimiento: “…pues cuando todavía no habían
nacido ni hecho cosa buena o mala —a fin de que el designio
de Dios, hecho por libre elección, se mantuviese, no en virtud
de obras, sino por gracia del que llama—, le fue dicho a ella [a
Rebeca] que ‘el mayor servirá al menor’, según está escrito: ‘Amé
a Jacob y odié a Esaú.’”.161
Estas ideas que concibe el alma,162 aun antes de ser paridas
en actos exteriores, antes de haber hecho el más mínimo acto
bueno, son amadas si son frutos del Espíritu Santo. Pero si son
fruto del espíritu maligno, aun antes de realizar el más mínimo
acto malo exterior, por el solo hecho de que el alma ha concebi-
do en sí esa mala voluntad, el fruto execrable de ese querer per-
verso resulta aborrecible.
He ahí por qué sea posible que, en virtud del mismo simbo-
lismo, el niño Canán es maldito desde antes de su nacimiento,
porque su padre Cam había pecado.163 Y Noé, después de haber
predicho a cada uno de sus hijos magníficos bienes, profetizó
en cambio a Cam: “Maldito sea tu hijo Canán”.164 Era Cam el
que había pecado, pero es su hijo Canán el que es declarado
maldito y queda maldecido.
Este es el motivo por el cual debemos luchar animosamen-
te y velar para que nuestra alma no engendre algo que —con-
vertido luego en obra— merezca ser maldecido. El alma, aun
antes de poner en obra su mal pensamiento, tendrá ya en su vo-
luntad y en su intención una descendencia maldita.

160. Véanse Romanos 2, 5-10 y otros textos semejantes.


161. Romanos 9, 11-13.
162. Las meras ideas o pensamientos, aun antes de reflejarse en obras buenas o malas, ya son
progenie, hijos del alma, antes de haberse manifestado. Pueden guerrear dentro del alma como
Jacob y Esaú en el seno de su madre.
163. Génesis 9, 22.
164. Génesis 9, 25.

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Me quiero casar. Lo que la esposa debe saber

Penitencia

2.4. Pero si esto llegase a suceder —ya que, de hecho, ¿se


podrá encontrar alguien que sea guardado indemne de toda
concepción de esta clase, es decir, de toda voluntad de pe-
car?—, si esto hubiese llegado a suceder por accidente —de-
cía—, busquemos en las Sagradas Escrituras qué remedio po-
dríamos aplicar.
Ese remedio lo encontramos en los Salmos: “Capital de Ba-
bilonia, ¡criminal! ¡Bienaventurado el que pudiera tratarte como
tú nos has tratado a nosotros! ¡Feliz el que pudiese agarrar y es-
trellar tus niños contra las peñas!”.165
Aunque este ciudadano babilonio que fue concebido inte-
riormente por nosotros no haya hecho nada malo aún, aprové-
chate de que es todavía niño y degüéllalo sin tardanza ni pie-
dad. Es abominable; hazlo morir, mátalo estrellándolo contra la
Roca.
Ahora bien, “la Roca es Cristo”166. ¿Quién es capaz… —sin
dar lugar primero a que crezca y se haga grande en sí misma
esta generación de Babilonia y, en segundo lugar, sin permitir
que crezcan las obras de confusión,167 desde su mismo co-
mienzo cuando los malos deseos empiezan a nacer bajo la ins-
piración del maligno a tomar fuerza e influir sobre la voluntad,
cuando, si me atrevo a decirlo, comienzan a asomar la cabeza
del útero del alma—, ¿… quién es capaz, insisto, de atraparlos
y estrellarlos contra la Piedra, es decir, de conducirlos a Cristo,
a fin de que, puestos delante de su Juicio temible, perezcan y
mueran?

165. Salmo 136, 9.


166. 1 Corintios 10, 4. Véase “Los que, siguiendo las enseñanzas de Cristo, destruyen los
malos pensamientos del alma son los que estrellan a los hijos de Babilonia contra la Roca”,
comentario al Salmo 136 (137), 9.
167. “La generación de Babilonia, el razonamiento que produce confusión”, comentario a
Jeremías 26. Hay que aplastar sin dilación el primer pensamiento.

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¿El Señor o la prostituta?

2.5. Hasta aquí lo que teníamos para decir sobre la fornica-


ción en sentido amplio, bajo sus numerosas formas. Hay solo
una, entre ellas, que corrientemente es llamada fornicación, a
causa de la impureza del cuerpo.
En cuanto a mí, llegado en la lectura del Apóstol a aquel pasa-
je donde dice: “El que se une al Señor es un solo Espíritu con Él”,
y: “… el que se une a una prostituta es un solo cuerpo con ella”,168
yo me pregunté si acaso hay algún estado intermedio entre la
unión a Cristo y la unión a la Prostituta;169; y estudiando —en
cuanto soy capaz—, pude contemplar una significación profunda
y oculta en estas palabras del Apóstol: según él, toda alma o bien
está unida al Señor o está unida a la prostituta. Entendí que san
Pablo comprende, cuando dice “el Señor”, aquellos atributos que
le son esenciales, es decir, Verbo, Sabiduría, Verdad, Justicia, etc.
En contrario, por “prostituta” san Pablo comprende a todas las
formas del Mal. Entendí que es lo mismo que dice Salomón cuan-
do describe a la prostituta: “Ella anda remirando por las calles, las
plazas y las ventanas, y si ve a un joven de poca cabeza y sin racio-
cinio que pasa por la esquina de su casa, y que habla a la caída del
sol, cuando ya reina el silencio nocturno y la oscuridad de la no-
che, la mujer corre a su encuentro, mostrándole sus encantos de
prostituta que hace soñar el corazón de los jóvenes”.170
Se le llama prostituta al Mal mismo, y aquel que se una a ella
se hace un solo cuerpo con el Mal. Y así como aquel que se une al
Señor se une a la Sabiduría, a la Justicia, a la Piedad, a la Verdad,
y se hace “un solo Espíritu” con todos los atributos del Señor, de la
misma manera, el que se une a la prostituta se une a la impudicia,
a la impiedad, a la injusticia, a la mentira, y simultáneamente a to-
dos los males del Pecado, con los cuales forma un solo cuerpo.
168. 1 Corintios 6, 16-17.
169. Dicho aquí en sentido metafórico para nombrar al Diablo.
170. Orígenes nos remite al pasaje de Proverbios7, 1-27, en el que se describe el proceder
de la prostituta, y lo aplica al Diablo.

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Me quiero casar. Lo que la esposa debe saber

3.1 La refutación por Dios

A pesar de todo, Israel171 llegó y se estableció en Sittín”…172


Sittín significa “refutación”. Israel llegó, pues, al lugar de la re-
futación, de la reprensión. No se trata de un éxito. Mira lo que
le sucede en esta etapa de su marcha por el desierto. Israel [la
esposa] se entregó a la fornicación con las mujeres madianitas
y fue reprendida por Dios. No contenta con entregarse a la for-
nicación, se hizo iniciar en el culto de los ídolos de las naciones
paganas, comió las carnes inmoladas, todas cosas abominables
delante de Dios. “¿Qué puede haber de común entre el templo
de Dios y los ídolos?”.173

Las carnes ofrecidas a los ídolos

A decir verdad siempre me ha asombrado muchísimo lo


que San Pablo les escribe a los corintios: “En efecto, si alguien
te ve a ti, que tienes conocimiento, sentado a la mesa en un tem-
plo de ídolos, ¿no se creerá autorizado por su conciencia, que es
débil, a comer de lo sacrificado a los ídolos?”.174
En efecto, san Pablo parece afirmar que el hecho, en sí mis-
mo, no es tan grave como el daño causado a quien, al verlo, se
siente movido a seguir el ejemplo sin estar iluminado por una
ciencia igual a la del otro. De manera que, según san Pablo, el
poseedor de la ciencia acerca de la vanidad de los ídolos que se
sienta a la mesa de una comida idolátrica no incurre en culpa
consigo mismo ni con el prójimo.

171. Recordemos que Israel, esposa de Dios en el Antiguo Testamento, es figura de la


Iglesia-Esposa, y del Alma-Esposa en el Nuevo.
172. Números 25, 1.
173. 2 Corintios 6, 14-18.
174. 1 Corintios 8, 10 .

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Las “carnes inmoladas” intelectuales

3.2. Pero ¿no es cierto que entre los corintios lo que sucedía
no era solamente que se sentaban a la mesa de los banquetes
idolátricos y comían allí carnes consagradas a los ídolos? Aún
peor era que ellos eran aficionados a la literatura griega y a la
filosofía. Estaban todavía atrapados por la pasión del estudio de
las antiguas disciplinas y —como carnes inmoladas a los dio-
ses— se nutrían de opiniones filosóficas.
Esto no podía perjudicar la fe de los que habían recibido la
plenitud de la ciencia de la Verdad; pero aquellos que estaban
menos avanzados en la ciencia de Cristo, al imitar a los que
leían esos libros y que aún se entregaban al estudio de ellos, po-
dían ser heridos por ellos y dejarse arrastrar a todos los errores
de las diversas sectas.
Así resultaba que el otro sufría los golpes que no podían
lastimar al que poseía en plenitud la ciencia de la Verdad. Pero
la Caridad no busca aquello que es útil solamente para uno mis-
mo, sino que busca lo que es útil a muchos. Por lo tanto, no es
necesario alimentarse con un manjar intelectual que nos pro-
porcione edificación y placer, sino con aquel que no resulte da-
ñino para otros que nos ven.
No son, pues, solamente las carnes inmoladas a los ídolos,
sino también las palabras. Asimismo, yo pienso que toda pala-
bra que enseña la piedad, la justicia y la verdad está consagra-
da e inmolada a Dios. De la misma manera, toda palabra que in-
cline a la impudicia, a la injusticia o a la impiedad es inmolada
a los ídolos; y el que la escucha, de alguna, manera se come car-
nes inmoladas a los ídolos.

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Me quiero casar. Lo que la esposa debe saber

Progresión del mal


3.3. Así que el pueblo, pues, “comió de lo sacrificado a los
ídolos y adoró sus ídolos”.175 No contentos con comer, también
adoraron. Observa la progresión del mal: los servidores de Dios
se dejaron enredar, primero, en la concupiscencia de la comida,
luego en la gula y, por fin, cayeron en la impiedad. La impiedad
es la paga de la prostitución.
Si uno relee los textos concernientes a Salomón, compro-
bará que, a pesar de todo lo sabio que fue, “entregó su corazón
a muchas mujeres”,176 siendo que la Ley de Dios dice: “No ten-
drá [el rey] muchas mujeres, no sea que ellas te induzcan a la
fornicación lejos de tu Dios”.177 Aunque fue muy sabio y tuvo
grandes méritos delante de Dios, fue seducido porque se en-
tregó a un gran número de mujeres. Lo que el gran número de
mujeres signifique, creo yo, es ese gran número de doctrinas
y de diversas filosofías como se enseñan en tantas naciones.
Habiendo querido conocerlas y profundizar en ellas como
sabio y prudente como era, no pudo mantenerse dentro de la re-
gla de la Ley divina. La filosofía de los moabitas lo embaucó y
lo persuadió para que sacrificara a su ídolo,178 de la misma ma-
nera al ídolo de los amonitas y los de todas las naciones de las
cuales había recibido mujeres y honró los ídolos construyéndo-
les templos y sacrificándoles víctimas.
Es verdaderamente algo milagroso, un milagro de Dios, en-
tretenerse con tantas doctrinas, como uno se entretiene con
mujeres, sin desviarse de la regla de la Verdad, y poder decir con
fidelidad: “Tiene sesenta reinas y ochenta concubinas, pero una
sola es mi paloma, mi perfecta; ella es la única de su madre, la
única de aquella que la trajo al mundo”.179
175. Números 25, 2.
176. 1º Reyes 11, 1-8. Es el texto del que Orígenes toma sus citas en este pasaje para
describir la corrupción del corazón del rey más sabio por la lujuria.
177. Deuteronomio 17, 17.
178. 1º Reyes 11, 7, Kemosh.
179. Cantar de los cantares, 6, 8-9.

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Baalfegor: iniciador a la indecencia

3.4. Pero ellos: “Adoraron a los ídolos y se hicieron iniciar en


el culto de Baalfegor”.180 Baalfegor es el nombre de un ídolo que
era venerado por los madianitas; especialmente, por sus muje-
res. Israel se hizo iniciar en sus misterios. Al estudiar atentamen-
te el significado del nombre de este ídolo, encontramos que de-
signa una sola forma de indecencia. El traductor no ha querido
precisar de qué tipo de indecencia ni de quién la cometía, pien-
so que por decencia y por no ofender el oído de sus oyentes.
Sea la que sea, hay muchas formas de indecencia y una de
ellas es llamada Baalfegor. Hay que saber, pues, que todo aquel
que comete un acto vergonzoso, y que incurre en cualquier ac-
to de indecencia, queda iniciado en el culto de Baalfegor, demo-
nio de los madianitas.
Pero además, a cada pecado que cometamos, sobre todo si no
incurrimos en él por inadvertencia sino deliberadamente con ar-
dor y placer, estamos siendo iniciados al culto de aquel demonio,
entre todos, cuyo rol es el de provocar y así iniciar en el pecado
que hemos cometido.181Y puede suceder que seamos iniciados
uno tras otro en el culto de tantos demonios cuantos pecados co-
metemos, y que cada vez que pecamos somos, de alguna manera,
recibidos en los así llamados “misterios”182 de tal o cual ídolo.

3.5. Este es posiblemente el motivo por el cual el Apóstol di-


jo: “… porque ya está actuando el misterio de la iniquidad”.183

180. Números 25,1.


181. En efecto, un pecado es un demonio que actúa mediante el pecador, afirma Orígenes
en su Homilía 15, 2 sobre el libro de Josué. Orígenes enseña esta doctrina del demonio de
cada vicio capital. Ella se encuentra ya en el judaísmo en el escrito Testimonio de Ruben2-3
y en el escrito cristiano Pastor de Hermas II, 3, etc.
182. Efectivamente, en la mayoría de los casos, se comete el primer pecado por curiosidad,
luego sobreviene el gusto en el pecado, el hábito y la adicción, y por fin, el encadenamien-
to de un pecado con otro.
183. 2 Tesalonicenses 2, 7.

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Me quiero casar. Lo que la esposa debe saber

Los espíritus malignos rondan buscando184 cómo abusar


de cada uno; cómo iniciar en los misterios del pecado median-
te sus seducciones. Y sin que uno se dé cuenta, sin que uno en-
tienda cómo ellos inducen, por ejemplo, por el pecado de la for-
nicación, al culto de los madianitas e inician a Baalfegor, inician
en la indecencia. Y lo mismo, mediante los demás pecados, se-
gún dijimos, los hombres son iniciados en otros demonios.
Pero tú, observa cuidadosamente lo que está escrito: “Man-
tente firme en los caminos, pregunta cuál es el buen camino y sí-
guelo”,185 no te arrimes a las puertas de la casa de malicia. Si per-
cibes que un espíritu maligno habla en tu corazón, que quiere
moverte a algún acto pecaminoso, date cuenta de que intenta
iniciarte en el culto de un demonio. Quiere arrastrarte a recep-
cionar los misterios del Diablo, los misterios de iniquidad.186 Es,
creo, lo que escribe el Apóstol: “Cuando erais paganos, deján-
doos arrastrar ciegamente hacia los ídolos mudos, haciéndoos
parecidos a ellos. ¿Por quién erais entonces arrebatados? Erais
arrastrados por los espíritus malignos a las obras del pecado”.

La contraparte: los Ángeles de la Guardia

3.6. Todo oyente atento de lo que llevo dicho, dirá a su vez sin
duda: ¿Qué haremos entonces? Si los espíritus malignos nos cir-
cundan, nos arrastran, nos atraen hacia el pecado, y si no hay na-
die para atraernos hacia la justicia, para invitarnos, para atraer-
nos a la castidad, a la piedad: ¿cómo no va a parecernos que el ca-
mino de la perdición está totalmente despejado y que, para la sal-
vación en cambio, no nos queda ni un sendero estrecho?187
184. 1 Pedro 5, 8.
185. Jeremías 6, 16: Así dice el Señor: “Paraos en los caminos y mirad, y preguntad por los
caminos antiguos, cuál es el camino bueno, y andad por él, y encontraréis sosiego para vues-
tras almas. Pero dijeron: no vamos”.
186. Estos misterios de iniquidad o impiedad (2 Tesalonicenses 2, 7) son opuestos al miste-
rio cristiano que san Pablo llama misterio de la piedad: “Sin duda alguna grande es el mis-
terio de la piedad: Él se ha manifestado en la carne…” (1 Timoteo 3, 16).
187. Mateo 7, 13.

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Pero te invito a estudiar más atentamente, si puedes,


abriendo bien los ojos de tu corazón para contemplar los miste-
rios interiores, y advertirás cómo nuestros esfuerzos secretos
hechos para nuestra salvación vencen a las fuerzas a las que se
les permite intentar seducirnos.
Cada uno de nosotros, también los más pequeños en la Igle-
sia de Dios, tiene un buen Ángel, un Ángel del Señor para diri-
girlo, aconsejarlo, gobernarlo; un Ángel que, para corregir nues-
tra conducta e implorar piedad para nosotros, “contempla todos
los días el rostro del Padre que está en los cielos”,188 como nos
enseña el Señor en los Evangelios.
De acuerdo con lo que san Juan escribe en el Apocalipsis, a ca-
da iglesia se le asigna un Ángel para presidirla, que es felicitado o
reprochado por la buena conducta o por las faltas del pueblo.

3.7. Aquí me sobrecoge el asombro ante este hecho miste-


rioso e inaudito. Dios tiene tanto cuidado de nosotros que has-
ta permite que sus Ángeles sean reprochados y avergonzados a
causa de nosotros. Así sucede cuando un niño es confiado a un
pedagogo;189 si se advierte que el niño ha recibido una ense-
ñanza que su padre desaprueba, la responsabilidad recae inme-
diatamente sobre el pedagogo. No es tanto al niño cuanto al pe-
dagogo a quien se dirigen los reproches del padre; a no ser que
el niño no haya sido dócil, haya desatendido las enseñanzas de
su pedagogo, y que, debido a una marcada inclinación a la dis-
tracción y la desobediencia, haya menospreciado las sanas en-
señanzas y se haya dejado llevar, más bien, por aquellos que le
aconsejaban la lujuria y lo incitaban a la rebeldía.
¿Qué le sucede a esta alma? Presta atención al Profeta que
te lo dice: “La hija de Sión quedará abandonada como tienda en
un viñedo, como un albergue del guardián de un pepinar, como

188. Mateo 18,10.


189. Servidor, esclavo encargado de la educación del niño.

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Me quiero casar. Lo que la esposa debe saber

una ciudad sitiada”.190 En otro lugar dice: “Su cercado será des-
truido, será pisoteada y despojada por todos los que pasan”.191
Y por último: “¿Por qué has derribado su cerca para que la sa-
queen los viandantes, la pisoteen los jabalíes y se la coman las
alimañas?”.192 Esto es lo que le espera si no sigue los consejos
del Ángel responsable de su salvación.
Porque el alma no depende más que de sí misma, y ella tie-
ne la libertad de optar por el lado que quiera, de manera que el
juicio de Dios es justo porque es según su propia elección, que
ella opta por seguir y obedecer los buenos o los malos consejos…

Cómo es Jesús: Su silencio

El silencio es lo más íntimo en Dios. Será silencio de pala-


bras humanas, pero silencio vibrante y elocuente en el que to-
do se dice, en el que todo se enciende, en el que todo es luz, paz,
orden y amor; y en ese silencio divino, comprenden más las al-
mas que en las comunicaciones de orden interior.

Oración: María, tú, la silenciosa Virgen que absorta vivías


contemplando en Jesús los secretos del cielo, alcánzanos esa vi-
da interior de unión con Él, para escuchar las divinas inspira-
ciones del Espíritu Santo. ¡María, dulce Virgen!, ¿cómo pudiste
guardar en tu alma, en tu corazón, el tesoro divino de ese fuego
celestial sin derretirte? Si con él ardía Jesús, ¿cómo no se consu-
mió tu cuerpo virginal, tu alma santísima? Me parece tu vida
como aquel prodigio que contempló Moisés en el desierto sa-
grado. Eras una zarza que ardía con incendio gigantesco sin
consumirse durante largos años, hasta que un día feliz el incen-
dio divino te consumió. Danos una chispita de ese divino fuego
para vivir en el amor, para morir de amor. Amén.

190. Isaías 1, 8.
191. Isaías 5, 7.
192. Salmo 79 (80) 13-14.

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Horacio Bojorge

11. LA SERPIENTE
VIOLADORA DEL ALMA
Especialmente del alma de la mujer

San Ignacio de Loyola enseña: “Presupongo que hay tres


pensamientos en mí, es a saber, uno propio mío, que es el que
sale de mi pura libertad y querer; y otros dos, que se me ocu-
rren sin que yo lo pretenda y que vienen de afuera de mi li-
bertad y querer: uno que viene del buen espíritu, y el otro del
malo”.193
Esta es una enseñanza importantísima. No todo lo que se
me ocurre viene de mí misma. No todo lo que aparece en mi
conciencia es mío. No todo lo que habita mi cabeza soy yo. Mi
espíritu y mi alma están en una atmósfera espiritual que inte-
ractúa con mi espíritu. Tanto Dios y sus Ángeles como Satanás
y sus demonios, que son espíritu, influyen en mí, puesto que
soy también un ser espiritual.
Es de vital importancia para mi vida que yo aprenda a aten-
der y a discernir los espíritus que influyen en el mío. De lo con-
trario estoy perdida. Los seres espirituales —tanto Dios como
los Ángeles, buenos o rebeldes— son inteligencia y voluntad.
Dios y los ángeles santos son inteligencia, pensamiento, logos
veraz y voluntad amorosa. Los ángeles rebeldes son también in-
teligencia, logos, pero un logos mentiroso; y su voluntad recha-
za a Dios y odia a su creatura humana.
Dios y sus Ángeles, y también los Ángeles rebeldes, se co-
munican con mi espíritu de pensamiento a pensamiento. Des-
de el pensamiento, ellos pueden influir en mi cerebro. Ahora
bien, desde mi cerebro se gobierna todo el resto de mi cuerpo
de manera consciente o inconsciente. Mi cerebro regula todas
mis funciones vegetativas. A través de las glándulas y de las
hormonas que ellas segregan, regula los mecanismos bioquími-

193. Ejercicios Espirituales 32

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Me quiero casar. Lo que la esposa debe saber

cos que gobiernan mi cuerpo. Las hormonas, a su vez, influyen


sobre mis estados de ánimo, mis sentimientos, mis emociones.
Y viceversa, esos estados de ánimo pueden alterar mi capacidad
de pensar, de razonar, de elegir y actuar.
Ya que —como dice san Ignacio— hay en mí, además de
mis propios pensamientos, otros pensamiento que vienen uno
del bueno y otro del mal espíritu, he de saber que Dios y sus Án-
geles me inspiran pensamientos respetando mi libertad; mien-
tras que Satanás y sus demonios no respetan mi libertad, sino
que la avasallan con prepotencia, la invaden sin pedir permiso,
la confiscan.
Eso es lo que señalo cuando digo que la Serpiente es viola-
dora del alma. De toda alma, tanto de varón como de mujer; pe-
ro de manera preferencial del alma de la mujer. Eso ya nos lo re-
vela la Sagrada Escritura al decirnos que la Serpiente habló pri-
mero con la mujer, para poder llegar mejor, a través de ella, a
tentar al varón. Y también que, después del pecado, Dios dice a
la Serpiente que pondría enemistad entre ella y la mujer y su
descendencia.
El logos mentiroso ataca sobre todo el alma de la mujer por-
que ella, a menudo, sobre todo cuando es buena, es más inge-
nua y fácil de engañar. Y no te digo nada cuando está en peca-
do y a merced de sus propias pasiones, deseos desordenados y
caprichos, inspirados y atizados por el Malo.
Cuando digo “violador del alma”, quiero decir que, así como
un violador se apodera del cuerpo de la mujer al margen o con-
tra la voluntad de su víctima, el pensamiento del ángel malo en-
tra en el espíritu, en la mente femenina, sin anunciarse ni pedir
permiso y copa sus facultades interiores, comenzando por sus
pensamientos, y manipula desde allí, en cadena, la imagina-
ción, los sentimientos y los estados de ánimo.
Se impone con ideas locas o de apariencia tan obvia y sen-
sata que inhiben cualquier duda o examen crítico. De igual ma-
nera procede con las imágenes, recuerdos, temores de futuro,

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aprehensiones, juicios temerarios. Es capaz de dominar así las


facultades interiores, el alma, gobernándola o posesionándose
mediante la impostura, el engaño, la mentira, mostrándole el
mal como bien o el bien como mal.
De esa forma, aunque no puede influir directamente sobre
la voluntad y la libertad humana, sí puede indirectamente, se-
duciéndola, reducir la libertad y llegar a anularla. Y tras persua-
dirla de que no logrará o perderá los bienes que ama, sobre to-
do el amor, la precipita en el ejercicio ilegal de la divinidad y en
la usurpación de la divina Providencia, que son hijas de la falta
de confianza en el amor que Dios le tiene.
Hemos dicho que el Señor pena a la Serpiente con la enemis-
tad contra la mujer y contra su descendencia; es decir, contra el
género humano.194 Pero hostiga y hostiliza, de manera preferen-
cial a las hijas de Eva. Lo hace principalmente con miedos, triste-
zas, iras. A esas tres pasiones del alma frente al mal, yo las deno-
mino “el tridente de Satanás”. Obviamente, se trata de miedos,
tristezas e iras inmotivadas, suscitados en el alma humana me-
diante pensamientos engañosos. Miedos de futuro, tristezas sin
motivo, iras desproporcionadas, celos sin fundamento real, etc.
El fruto del árbol de la Vida, que era el árbol de la Vida de
Dios, era el Árbol de la sabiduría y del amor divino.195 Por eso es-
taba prohibido tomar por sí mismo el fruto. Porque la creatura de-
bía respetar la libertad del Dios Creador. Nadie puede apoderarse
del Amor si no le es dado. Eso sería violencia, violación de Dios.
Ahora bien, Satanás engañó a la primera mujer diciéndole
la verdad pero sugiriéndole una mentira. Y así manipuló su in-
teligencia y su voluntad.

194. “Pondré enemistad entre ti y la mujer -le dice Dios a la Serpiente-, entre tu linaje y el
suyo”, Génesis 3, 15.
195. Porque Dios es Sabiduría y Amor, Inteligencia y Voluntad. Su Sabiduría es el Hijo, el
Verbo encarnado en Jesucristo. Su Amor, el Amor del Padre y del Hijo es el Espíritu Santo.
El Varón es imagen de la procesión de la Sabiduría, del Verbo. La mujer es imagen y seme-
janza de la procesión del Espíritu Santo que procede del Padre y del Hijo, y es el amor sus-
tancial y personal de ambos.

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Me quiero casar. Lo que la esposa debe saber

¿Cuál es la verdad con que la engañó? Le contó la verdad


cuando le dijo: “Dios sabe muy bien que cuando coman de ese
fruto serán como dioses conocedores del bien y del mal”. Eso es
verdad porque es justamente lo que sucede cuando se nos da en
la Eucaristía. Allí entramos en comunión con la Sabiduría y el
Amor divino. Pero para eso había que esperar a que Dios se nos
diera a sí mismo. “Tomad y comed, este es mi cuerpo, esta es la
copa de la Alianza nueva y eterna”. Este es el fruto del árbol de la
vida: el cuerpo y la sangre de Cristo en el árbol de la Cruz, sabi-
duría de Dios y amor de Dios. Era ese el fruto del que no debían
adelantarse a comer por sí mismos hasta que les fuera dado. De
todos los demás frutos del jardín del Edén, podían servirse por sí
mismos. El fruto del árbol de la vida les debía ser servido.
La mentira con la que la Serpiente engaña a la primera mu-
jer no estuvo pues en la verdad que le dijo, sino en lo que le
ocultó pero le sugirió. El engaño estuvo en que el demonio le
ocultó el propósito divino de darles por Sí mismo el fruto del
Árbol de la Vida; es decir, de la vida divina, Sabiduría y Amor.
Y la indujo a suponer que ese fruto nunca les sería dado y que,
siendo tan bueno a los ojos del amor, nunca lo alcanzaría si no
se apoderara de él por sí misma.
Por eso, las hijas de la mujer intentan apoderarse fácil-
mente del amor por sí mismas. Intentan adueñarse de los que
aman. O intentan comprar el amor “con todas las riquezas de
su casa”.196 Esto puede consistir, a veces, en entregarse a sí
mismas antes o fuera del matrimonio, en la esperanza de con-
seguir ser amadas, con lo que solo consiguen menosprecio y
abandono.
Así que el demonio, que se representa como serpiente astu-
ta, es decir, como razón engañosa, falso Logos, manipula al Amor
sustituyéndose al Logos verdadero. Esto es semejante a una vio-
lación del alma a la cual insemina con su mentira y le hace con-
cebir falsedades; con lo que engaña a la voluntad induciéndola a

196. Cantar de los cantares 8, 7.

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amar el mal como si fuera un bien. En esto consiste la violación


del alma de la mujer que tiene su arquetipo, su modelo primero,
en la violación del alma de la primera mujer por la Serpiente.
Pienso que si el Ángel más astuto se presenta en el relato
en forma de serpiente, como un animal fálico, que sugiere la po-
sibilidad de la violación y penetración física de la mujer, es por-
que esta imagen material expresa una realidad de orden espiri-
tual, expresa la violación del alma de la mujer por la mentira,
por el espíritu de una inteligencia mentirosa.
Satanás no habló con el Varón, habló con la Mujer. Es que
el Varón, antes de pecar, era imagen y semejanza creada del Lo-
gos, del Verbo, de la Verdad; era un espejo de la razón divina, re-
flejo e imagen perfecta del Padre. Y la Mujer, antes de pecar, era
imagen y semejanza del Amor, era espejo del Espíritu Santo
que procede del Padre “a través del Hijo”.
Ahora bien, el amor conoce al bien por la inteligencia a la
que le llamamos también “logos”. Es el logos, la inteligencia, la
que conoce el Bien. Es el logos, el conocimiento, el que le presen-
ta el Bien a la voluntad, la mueve al Amor. El Amor no conoce por
sí mismo. Bien se dice que el amor es ciego. El arquetipo divino
de todo amor creado, el Espíritu Santo, procede del Padre a través
del Hijo; es decir, a través del Logos. El Bien que es el Padre se co-
noce en su Logos, en su Verbo, en el conocimiento que tiene de sí
mismo. Y el Espíritu Santo conoce al Padre en el Hijo.
El primer varón, creado a imagen y semejanza del Logos o
Verbo divino, era el encargado de enseñarle la verdad a la mu-
jer. El Logos divino quería enseñar a la mujer a través del mi-
nisterio del varón.
La serpiente, Ángel de Luz, Logos astuto y engañoso, se sus-
tituye al Logos verdadero y le muestra a la mujer lo bueno co-
mo malo y lo malo como bueno. Y le promete así el Amor, que
él mismo podrá determinar por sí mismo, sin sujeción al logos,
lo que es bueno o malo, “serás conocedora del bien y del mal”.
El amor quedó así a merced de la mentira, sometido a la menti-

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Me quiero casar. Lo que la esposa debe saber

ra, dominado y poseído por la mentira, hecho un solo espíritu


con el espíritu de la mentira, como por una cópula espiritual,
que engendró en el alma pensamientos malos seguidos de ma-
los impulsos, pasiones y obsesiones; es decir, fuerzas demonía-
cas que la privan de la libertad para abrazar el bien.
Enseña Orígenes, con otros santos padres, que “un pecado
es un demonio que actúa”197 “Las formas de torpeza —dice Orí-
genes como se ha visto en el número antecedente— son nume-
rosas; el cometer una entre ellas —la lujuria y la fornicación—
se le atribuye al influjo del demonio Baalfegor. Es necesario sa-
ber que cualquier ser humano que comete un acto vergonzoso,
y cae en una forma cualquiera de torpeza sexual, es iniciado en
el culto del demonio Baalfegor, demonio propio de los Madiani-
tas. Pero hay que saber también que con cada clase de pecado
que cometamos, sobre todo si no pecamos por sorpresa, sino
con ardor y gustosamente, estamos siendo iniciados al culto de
aquel de los demonios cuya tarea consiste en inducir al pecado
que cometimos”.198
Lo que sucedió en el principio sigue sucediendo hoy así: El
falso logos sigue insinuándose y confundiendo al Amor, princi-
palmente a la mujer cuando no la conduce el verdadero Logos.
Por eso es tan importante que la mujer se case con el Verbo he-
cho hombre y sea dirigida interiormente por Jesucristo, sin
guiarse por sí misma como si el amor fuera también conoci-
miento. Y por eso es necesario que el varón, el esposo, esté iden-
tificado espiritualmente con Jesucristo, el Verbo, el Hijo, para
poder ser ministro del Verbo en mostrar el Bien y ser digno de
ser seguido por la mujer. De lo contrario, la mujer queda a mer-
ced de las astucias del falso logos, del espíritu del engaño.
Cuando el Amor no dialoga con el Logos, cuando no sigue
al Logos verdadero, queda a merced del logos falso que con en-
gaños deslumbra al Amor, lo somete, lo viola y engendra del

197. Orígenes, Homilías sobre Josué, Homilía 15, 5.


198. Orígenes, Homilías sobre el libro de los Números, Homilía 20,3.

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Amor los frutos de la mentira, que son precisamente contrarios


al Amor: miedos, tristezas, iras, odios, rencores, envidias, deses-
peración, exasperación, malignidad, celos, venganzas, domina-
ción, engaños, manipulaciones.
El alma que no viva en relación de diálogo con Jesucristo —
el Logos verdadero del Padre, dialogando con Él “como quien
trata de amistad con quien sabe que la ama”—, esa alma, cuan-
do queda solitaria, es atropellada y violada espiritualmente por
el falso logos, encadenada, privada de su libertad y sometida a
esclavitud para poner por obra los fines perversos del enemigo.
Cuando la mujer acepta y alberga en su alma miedos, tris-
tezas e iras, aunque no lo advierta, está aceptando ser violada
por satanás y fornicando con él al entregarle el alma a esas pa-
siones. Está siendo iniciada —al decir de Orígenes— en el cul-
to de esos demonios. Y de esa cópula espiritual solo pueden na-
cer males y más males interiores de su alma. Es necesario ad-
vertírselo a toda alma, especialmente a toda mujer, y enseñarle
a pedir auxilio a su Esposo del alma verdadero: Nuestro Señor
Jesucristo, el Cordero esposo de la Iglesia y de cada bautizada
llamada a ser esposa-iglesia-individual.
Mujer cristiana, bautizada, hija de Dios, no entregues tu al-
ma a miedos, tristezas, iras, celos, desesperanzas, incredulidad,
pesimismos, desánimos, rencores…, fornicarías con Satanás en-
tregándole tu alma, y él engendraría en ti hijos de desgracia.
El grito de auxilio que en esas circunstancias debes proferir
es: Jesús en vos confío, hágase en mí según tu palabra (y no según
estos pensamientos de la mentira), ven en mi auxilio. La mejor
defensa es ser defendida. Que el Señor habite tu alma y la defien-
da. Cultiva las cuatro virtudes esponsales que canta la copla.
Así, rechazando al Tentador, crecerá en ti la conciencia es-
ponsal y la experiencia de que siempre que pidas la ayuda de tu
Esposo, serás escuchada y salvada.
En resumen, el demonio es violador del alma, especialmen-
te de la mujer de la cual es enemigo desde el principio, porque

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Me quiero casar. Lo que la esposa debe saber

ella, antes del pecado, era imagen y semejanza creatural de la


procesión del Espíritu Santo, ella viene a ser el Amor en forma
de creatura y principalmente el Amor a Dios para comunicarlo
a toda su descendencia. Ella vivía en una sana dependencia
amorosa del Verbo, que le mostraba el bien para amarlo.
¿Por qué el demonio es violador del alma, especialmente de
la mujer de la cual es enemigo desde el principio? Porque ella,
antes del pecado, era el Amor en forma de creatura. Y principal-
mente porque era ministro del Amor a Dios para comunicarlo
a toda su descendencia. Porque ella era la dependencia amoro-
sa del Verbo, que le mostraba el bien para amarlo.
Él puede pues violar el alma de la Esposa sin que ella lo ad-
vierta, pero consienta en ello, por no acudir a pedir auxilio a su
Esposo Jesucristo. Y cuando esto sucede habitualmente, las vio-
laciones pueden terminar en adulterio.

Cómo es Jesús: Su Misericordia

¡No necesitamos muchas consideraciones para apreciar lo


que ha sido Jesús para nosotros! Basta que evoquemos los dul-
ces recuerdos de esta vida, y llenos de gratitud y de amor descu-
bramos algo de lo que le debemos.
¡Qué diferente es el amor de la tierra al de Jesús! Tenemos
la seguridad de que nos ama a pesar de que sabe nuestra feal-
dad y nuestras deficiencias; con luz clarísima nos mira como so-
mos y así nos ama, y nos ama porque somos miserables y pe-
queños. ¡Qué felicidad que Él sea así, su amor, que es luz infini-
ta, nos mira y nos ama en la verdad!

Oración: ¡Y tú, María, toda pura y toda dulce, bondadosa e


indulgente, cuyo pecho arde en celestial incendio por las al-
mas!, alcánzanos la gracia de gratitud para con tu Hijo divino,
¡Madre amadísima de misericordia! Amén.

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12. SAN JUAN DE LA CRUZ


La Lujuria Espiritual 199

San Juan de la Cruz nos instruye para que nos guardemos de


las imperfecciones de los principiantes, de los que comienzan el
camino espiritual y que son semejantes —en el plano del espíri-
tu— a lo que son los siete vicios capitales en el plano de la car-
ne aún no sanada: soberbia, avaricia, lujuria, ira, gula espiritual,
envidia y acedia.
El santo comenta los versos iniciales de las Canciones del al-
ma explicando: “el modo que tiene el alma en el camino espiri-
tual para llegar a la perfecta unión de amor con Dios, cual pue-
de ser en esta vida”.
Te ofrezco aquí las enseñanzas acerca de la lujuria espiri-
tual. Son las posibles turbulencias sensibles que pueden acompa-
ñar a las gracias espirituales, con las que algunas almas se asus-
tan y se detienen en el camino esponsal, o por el contrario se afi-
cionan y pueden desviarse de él.
Te recomiendo que leas las obras de este santo porque son una
guía segura para no desviarte en el camino de esposa de Jesucristo.

De otras imperfecciones que suelen tener estos principiantes


acerca del tercer vicio, que es lujuria.

1. Otras muchas imperfecciones más de las que acerca de


cada vicio voy diciendo tienen muchos de estos principiantes,
que por evitar prolijidad dejo, tocando algunas de las más prin-
cipales, que son como origen y causa de las otras.
Y así, acerca de este vicio de lujuria (dejado aparte lo que es
caer en este pecado 200 en los espirituales, pues mi intento es tra-

199. Tomado de San Juan de la Cruz, “Noche oscura del alma (Noche pasiva)”, notas explica-
tivas del P. Horacio Bojorge.
200. El santo no descarta el peligro de caer en pecados de la carne contra el sexto man-

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Me quiero casar. Lo que la esposa debe saber

tar de las imperfecciones que se han de purgar por la noche oscu-


ra) tienen muchas imperfecciones varios, que se podrían llamar
lujuria espiritual, no porque así lo sea, sino porque procede de co-
sas espirituales. Porque muchas veces 201 sucede que en los mismos
ejercicios espirituales,202 sin ser en manos de ellos,203 se levantan
y acaecen en la sensualidad movimientos y actos 204 torpes,205 y a
veces, aun cuando el espíritu está en mucha oración 206 o ejercitan-
do los Sacramentos 207 de la Penitencia o Eucaristía. Los cuales, sin
ser, como digo, en su mano,208 proceden de una de tres causas:

Tres causas de estos movimientos

La primera causa: El gusto de las cosas espirituales 209


2. La primera procede muchas veces del gusto que tiene el
natural en las cosas espirituales; porque, como gusta el espíri-

damiento en cualquier etapa de la vida espiritual. Pero la lujuria espiritual es otra cosa que
la lujuria carnal. El santo no va a tratar aquí de la lujuria carnal, sino del vicio parecido en
el orden espiritual.
201. Las notas al texto son mías para facilitar la comprensión de las almas. San Juan lo con-
sidera, por lo tanto, algo muy frecuente: “muchas veces”.
202. Es decir, en el tiempo en que el alma ora, en la contemplación, en la adoración, en la
comunión eucarística, durante el Santo Rosario, etc.
203. No está en su mano, no es obra suya, no es un acto voluntario sino algo involuntario,
que ocurre sin quererlo, sobreviene sin buscarlo, más aún, contrariando la voluntad del
orante que no tiene forma de reprimirlos y solo puede sufrirlos y padecerlos.
204. Movimientos y actos. Parece distinguir entre movimientos y actos. Movimientos: que
supongo pueda ser lo que san Ignacio llama la moción, interior, en el alma (por ejemplo:
imaginativa o intelectual, o neurovegetativa). Actos: parece referirse a algo igualmente
involuntario, pero corpóreo: una excitación de zonas erógenas, erección, flujo o sensaciones
vaginales, calor en los senos, orgasmo etc.
205. Erótico-sexuales.
206. Pueden irrumpir en la oración fervorosa como concomitantes a los actos de amor a
Dios o de recibir su amor.
207. En la práctica sacramental. Parece ocurrir más frecuentemente en la Eucaristía, pero
san Juan de la Cruz parece conocer casos que ocurren unidos a la conversión y el arrepen-
timiento intensos en la Confesión de los pecados.
208. Insiste en que son involuntarios y además no es posible resistirlos o dominarlos.
209. Los títulos son del anotador.

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tu y sentido, con aquella recreación se mueve cada parte del


hombre a deleitarse según su porción y propiedad; porque en-
tonces el espíritu se mueve a recreación y gusto de Dios, que es
la parte superior; y la sensualidad, que es la porción inferior, se
mueve a gusto y deleite sensual; porque no sabe ella tener y to-
mar otro, y toma entonces el más conjunto así, que es el sen-
sual torpe.
Y así acaece que el alma está en mucha oración con Dios se-
gún el espíritu y, por otra parte, según el sentido siente rebelio-
nes y movimientos y actos sensuales pasivamente, no sin harta
desgana suya; lo cual muchas veces acaece en la Comunión,
que, como en este acto de amor, recibe el alma alegría y regalo,
porque se le hace este Señor, pues para eso se da, la sensualidad
toma también el suyo, como hemos dicho, a su modo.
Que, como en fin, estas dos partes son un supuesto, ordi-
nariamente participan entre ambas de lo que una recibe, cada
una a su modo. Porque, como dice el filósofo,210 cualquier co-
sa que se recibe está en el recipiente al modo del mismo reci-
piente. Y así, en estos principios, y aun cuando ya el alma está
aprovechada, como está la sensualidad imperfecta, recibe el es-
píritu de Dios con la misma imperfección muchas veces. Que,
cuando esta parte sensitiva está reformada por la purgación de
la noche oscura que diremos, ya no tiene ella estas flaquezas;
porque no es ella la que recibe ya, mas antes está recibida ella
en el espíritu; y así lo tiene todo entonces al modo del espíritu.

La segunda causa: El Demonio


3. La segunda causa, de donde a veces proceden estas rebe-
liones, es el demonio, que por desquietar 211 y turbar 212 el alma

210. Aristóteles.
211. Inquietar, quitar la paz, tranquilidad, quietud espirituales, como puede ser el
recogimiento, o la dulzura.
212. Enturbiar. Porque enturbia los actos espirituales de las virtudes teologales con la borra
de mociones y actos de la sensibilidad erótica.

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Me quiero casar. Lo que la esposa debe saber

al tiempo que está en oración o la procura tener,213 procura le-


vantar214 en el natural215 estos movimientos torpes, con que, si
al alma se le da algo de ellos,216 le hace harto daño.217 Porque no
solo por el temor de esto aflojan218 en la oración,219 que es lo que
él pretende,220 por ponerse a luchar con ellos,221 mas algunos de-
jan la oración del todo,222 pareciéndoles que en aquel ejercicio les
acaecen más aquellas cosas que fuera de él, como es la verdad,223
porque se las pone el demonio más en aquella que en otra cosa,
por que dejen el ejercicio espiritual.224 Y no solo eso, sino que lle-
ga a representarles muy al vivo cosas muy feas y torpes,225 y a ve-
ces muy conjuntamente acerca de cualesquier cosas espirituales
y personas que aprovechan sus almas,226 para aterrarlas y aco-
bardarlas,227 de manera que los que de ello hacen caso228 aún no

213. Retener, dominarla, apoderarse de ella.


214. Suscitar, producir…
215. Lo humano natural, herido por el pecado original, lo corpóreo.
216. Si les presta atención, si se distrae con ellos…
217. Porque lo aparta del diálogo con Dios.
218. Se distraen del diálogo con el Señor en que estaban…
219. Temiendo que por ponerse a orar le vuelvan a suceder…
220. Se trata pues de una verdadera vejación espiritual contra el orante. Una forma de lo
que el P. Fortea llama circumdatio, o, en la tradición se conoce como vejación. Es una for-
ma de hostigamiento, de acoso, para molestar, distraer, o como dice san Ignacio “poner im-
pedimentos, para que en el bien obrar no pase adelante” disuadiendo de orar, o de comul-
gar. O dando pie a escrúpulos, induciendo falsa culpa.
221. El alma deja de lado el diálogo y presencia del Señor en que estaba para ponerse a
luchar contra la perturbación del Malo.
222. Dejan la vida de oración por temor a lo que en ella y contra ella sufren.
223. Es cierto que les sucede más cuando se ejercitan en el camino de las virtudes teologales.
224. Para apartarlas del camino a Dios.
225. Imaginaciones visuales o auditivas en relación con objetos y personas sagradas.
226. Blasfemias contra la eucaristía o las divinas Personas o los Santos. Trayendo a su aten-
ción o a su imaginación las partes pudendas de las personas espirituales o ministros de Dios
con quienes trata. Sugerencias como: “El sacerdote está enamorado de ti…, o de otra per-
sona. etc.”.
227. Es un hostigamiento disuasivo del camino espiritual.
228. La sabia norma de San Ignacio reza: “de cosas no queridas no hacer ningún caso”.

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Horacio Bojorge

se atreven229 a mirar nada ni poner la consideración en nada,230


porque luego tropiezan en aquello.
Y esto en los que son tocados de melancolía231 acaece con
tanta eficacia y frecuencia, que es de haberlos lástima grande,
porque padecen vida triste232, porque llega a tanto233 en algu-
nas personas este trabajo cuando tienen este mal humor, que
les parece claro que sienten tener consigo acceso el demo-
nio234, sin ser libres para poderlo evitar235, aunque algunas
personas de éstas puedan evitar el tal acceso con gran fuerza y
trabajo. Cuando estas cosas torpes acaecen a los tales por me-
dio de la melancolía, ordinariamente no se libran de ellas has-
ta que sanan de aquella calidad de humor,236 si no es que en-
trase en la noche oscura el alma, que la priva sucesivamente237
de todo.

229. Por miedo.


230. Se suma al acoso de las excitaciones eróticas el de los escrúpulos, poniendo culpa falsa
en la conciencia.
231. Melanos jolos, bilis negra. Produce Tristeza y Miedo. San Juan se refiere entonces a
personas timoratas, medrosas, con tendencia al miedo, la tristeza y la ira. (Hipócrates for-
muló la doctrina de los humores y de sus consecuencias en el ánimo humano. “Si el temor
y la tristeza perseveran mucho tiempo, esto indica melancolía”. Hipócrates: “Aforismos,”
VI 23).
232. Predominan en estas personas las pasiones y emociones relativas al mal, sobre las
pasiones relativas al bien. O sea, el miedo, la tristeza y la ira, que eclipsan el gozo y la
paz. Se sabe hoy que, en el origen de la bilis negra, están hormonas como la adrenalina
y otras.
233. A tales extremos, a tales sensaciones corpóreas, como demuestran los casos conocidos…
234. Les parece que el demonio tiene acceso (comercio sexual) con ellas. Por ejemplo, sen-
saciones físicas de penetración vaginal, excitación y hasta el orgasmo no provocado.
235. Se trata de una verdadera y propia “violación”, primero de las potencias del alma y,
desde allí, a lo corpóreo.
236. El “humor” sin embargo, es causado desde el cerebro y por lo tanto desde los actos de
inteligencia, memoria y voluntad. San Ignacio dirige su primer modo de orar a examinar el
“desorden de las potencias” [EE 246]. Y el hostigamiento del enemigo mediante imágenes,
pensamientos, recuerdos [la mnemokakía de los padres del desierto, que es la memoria
obsesiva de los males] y el establecimiento de hábitos y conductas es causa de esas dis-
posiciones “melancólicas” por las que se es gobernado por miedos, tristezas e iras.
237. Ulteriormente, en lo sucesivo…

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Me quiero casar. Lo que la esposa debe saber

Tercer origen: El miedo a las vejaciones


4. El tercer origen,238 de donde suelen proceder y hacer gue-
rra estos movimientos torpes, suele ser el temor 239 que ya tienen
cobrado estos tales a estos movimientos y representaciones tor-
pes; porque el temor que les da la súbita memoria en lo que ven,
tratan o piensan, les hace padecer estos actos sin culpa suya.
5. Hay también algunas almas, de naturales tan tiernos y de-
leznables que,240 viniéndoles cualquier gusto de espíritu o de
oración,241 luego es con ellos el espíritu de la lujuria, que de tal
manera les embriaga y regala la sensualidad, que se hallan como
engolfados en aquel jugo y gusto de este vicio;242 y dura lo uno
con lo otro243 pasivamente;244 y algunas veces echan de ver245
haber sucedido algunos torpes246 y rebeldes actos.247
La causa es que, como estos naturales sean, como digo, de-
leznables y tiernos, con cualquier alteración se les remueven los
humores y la sangre, y suceden de aquí estos movimientos; por-

238. Ya no dice causa sino origen.


239. El temor, el miedo, es contrario al amor, a la caridad. Y en el orden espiritual, amor
y miedo son contrarios como el Espíritu Santo (amor, Caridad) y el demonio (miedo).
San Juan Evangelista afirma que “la caridad perfecta exorciza el miedo” (1ª Juan 4, 18),
El término griego usado: exo-ballei, arrojar afuera, expulsar, es término técnico del exor-
cismo.
240. Diccionario de la Real Academia Española: Que se rompe, disgrega o deshace fácil-
mente // 2. Que se desliza o resbala con mucha facilidad // 3 Figurado: poco durable, incon-
sistente, de poca resistencia. San Juan parece usarlo en este sentido figurado.
241. Cualquier consolación espiritual conmueve su sensibilidad.
242. Se entregan a las sensaciones, mociones y actos derivados.
243. El gusto espiritual y la sensualidad derivada de él.
244. Parece querer decir: “sin consentimiento activo”.
245. Lo que parece faltar en éstos es la capacidad de “advertir” lo que les está sucediendo. O
de advertirlo a tiempo. A veces aficionándose a las excitaciones eróticas y queriendo fuesen
lícitas por tener una causa espiritual. Hemos tratado de esto bajo el título “Enamorándose
del violador” cuando el enemigo logra su fin de apartar al alma de Dios y aficionarla a las
sensaciones eróticas concomitantes, http://elblogdelbuenamor.blogspot.com/2013/01/la-
serpiente-y-la-tentacion-la-mujer.html
246. Eróticos.
247. Que no cesan y siguen dando guerra sin tregua.

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que a estos lo mismo les acaece cuando se encienden en ira o


tienen algún alboroto o pena.
6. Algunas veces, también en estos espirituales, así en ha-
blar como en obrar cosas espirituales, se levanta cierto brío y
gallardía con memoria de las personas que tienen delante, y
tratan con alguna manera de vano gusto; lo cual nace tam-
bién de lujuria espiritual, al modo que aquí la entende-
mos;248 lo cual ordinariamente viene con complacencia en la
voluntad.
Cobran algunos de estos aficiones249 con algunas personas
por vía espiritual, que muchas veces nacen de lujuria, y no de
espíritu; lo cual se conoce ser así cuando,250 con la memoria de
aquella afición, no crece más la memoria y amor de Dios, sino
remordimiento en la conciencia. Porque, cuando la afición es
puramente espiritual, creciendo ella, crece la de Dios, y cuanto
más se acuerda de ella, tanto más se acuerda de Dios y le da ga-
na de Dios, y creciendo en lo uno crece en lo otro; porque eso
tiene el espíritu de Dios, que lo bueno aumenta con lo bueno,
por cuanto hay semejanza y conformidad.
Pero cuando el tal amor nace del dicho vicio sensual, tiene
los efectos contrarios; porque cuanto crece lo uno [lo sensual]
tanto más disminuye lo otro [lo espiritual], y la memoria junta-
mente [paralelamente]. Porque si crece aquel amor [sensual],
luego verá que se va enfriando el de Dios y olvidándose de él
con aquella memoria [de lo sensual] y algún remordimiento en
la conciencia. Y por el contrario, si crece el amor de Dios en el
alma se va enfriando el otro [sensual] y olvidándose de él; por-
que como son amores contrarios,251 no solo no ayuda el uno al
otro, mas antes el que predomina apaga y confunde el otro y se
fortalece en sí mismo, como dicen los filósofos.

248. Es decir, como originada y redundante de actos o gracias espirituales buenos.


249. Apegos.
250. Se discierne su desorden afectivo.
251. Gálatas 5, 16-17.

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Me quiero casar. Lo que la esposa debe saber

Por lo cual dijo nuestro Salvador en el Evangelio que lo que


nace de carne, es carne, y lo que nace de espíritu, es espíritu
(Juan. 3, 6); esto es: el amor que nace de sensualidad, para en
sensualidad, y el que de espíritu, para en espíritu de Dios y lo
hace crecer. Y ésta es la diferencia que hay entre los dos amores
para conocerlos.
7. Cuando el alma entrare en la noche oscura, todos estos
amores pone en razón; porque al uno fortalece y purifica, que
es el que es según Dios, y al otro quita y acaba; y al principio en-
trambos los hace perder de vista, como después se dirá.

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13. LA MUJER: MISTERIO VELADO

1. Claudia: Redescubriéndose al cubrirse

Padre: gracias por contar algún día… en su libro,252


Lo importante de este Sacramental del velo,
de la mantilla para la hija del Padre y la esposa del Hijo.
Sin duda es camino a la intimidad con el esposo.

Primer intento de orar con la mantilla


Querido padre: Intentaré relatarle la oración de ayer con la
mantilla. A mi gusto, por ser la primera vez después de treinta
y cinco años, tiene notas más bien graciosas.
Amanecí con el deseo de hacer un rato de adoración usan-
do por primera vez la mantilla. A medida que el día transcurría,
fui pensando a qué hora ir a la capilla y elegí la última por dos
motivos.
Primero, porque es el horario de Nina y ella está al tanto del
tema, ya que lo escuchó a usted contarnos sobre el valor del uso
y la pérdida sin razón aparente de este. Las mujeres dejaron de
usar mantilla y no se sabe por qué.
Segundo, porque es a las 23 horas y en la capilla de adora-
ción perpetua se supone que ya no hay nadie. Esto me tranqui-
lizaba. Yo estaría sola.
En la tarde me avisa Nina que no puede ir y, si es posible,
que la reemplace. Me alegró saber que definitivamente estaría
totalmente sola y podría entonces disponer de todo el tiempo pa-
ra rezar con ella puesta. Partí a la adoración, entusiasmada y al

252. Claudia escribía esto en el año 2001. Proyectábamos entonces escribir un libro para
que la mujer recuperara el velo, reconquistara su derecho a la mantilla. El Señor ha queri-
do algo más y mejor, de lo cual el velo y la mantilla son mínima parte: Ha querido que ellas
se redescubran esposas del Cordero.

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mismo tiempo intrigada. Pensando en qué cambiaría usarla y si


tengo o no vergüenza de que me vean con la mantilla puesta.
Llego. Me encuentro con la capilla a oscuras. El adorador
del turno anterior suele apagar la luz para rezar y deja ilumina-
do el Santísimo con los dos cirios. Había otro hombre adoran-
do también.
No me fijé en el hombre hasta que, al acercarme al altar, me
doy cuenta de que ¡el hombre tiene peluquín! Padre, casi me
muero de risa, diga usted que me sé controlar. No me reía del
hombre, sino de mí misma.
Yo había estado dando tanta vuelta para buscar el mo-
mento oportuno para que no me vieran, y este hombre cubre
su cabeza, con un peluquín que además le queda muy feo. Da
la impresión de que una brisa suave podría llevárselo y dejar
su calva al descubierto. Me repuse rápidamente de la risa in-
terior y de mis pensamientos. Me concentré para el momento
y pude, sí, rezar.
En eso, entra a adorar un chico que suele molestar con tan-
tos movimientos. Esperé que se levantara pronto y se fuera, pe-
ro no lo hizo. Se pone insoportable. Se levanta entre 5 y 7 veces,
abre y cierra la puerta, prende y apaga las luces, abre y cierra la
Biblia y respira como si lo estuvieran matando. ¡Es más, la pró-
xima vez lo echo! No es la primera vez que comparto la adora-
ción con él, pero cuando es mi turno se comporta diferente.
Con este chico a mi lado, le ofrecí a Jesús el rato que me
quedaba, menos de media hora. Para empezar, tomé la Sagrada
Escritura. El chico se retiró por un rato de la capilla y, cuando
me pareció estar más tranquila, ya casi despreocupada de él, de-
jé el libro y, después de abrazar y besar la mantilla, la puse so-
bre mi cabeza. Cerré los ojos y dejé que todo aconteciera. Me ve-
nía a la mente el recuerdo de la bendición que usted me dio y
un deseo de velarme para mi esposo.
Muchas veces esta palabra: velarme. Era como si la repitie-
ra una y mil veces. Hacía eco en mi corazón. No pude entender

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su significado. Solo sonaba en mi corazón y pude acompañar el


deseo con los labios, no en voz alta pero sí lo decía. Velarme pa-
ra vos, Señor.
Estaba tranquila. Ya los movimientos y ruidos de mis com-
pañeros de adoración no me molestaban. Hasta pude cambiar
de lugar para estar más sola, me fui a un rincón. Allí permane-
cí de rodillas por un largo rato y verdaderamente creí que esta-
ba sola. Pero ese chico se encargó de desengañarme: “Ya son las
doce”, avisó en voz alta. No alteró la tranquilidad que Jesús me
regaló. Nos preparamos para partir y, como no estábamos solos,
le pedí a otro hombre, que en algún momento ingresó a la capi-
lla, que se ocupara de hacer la reserva.
Confirmé allí que había quien se ocuparía de todo. Ese chi-
co es insoportable cuando se lo propone. Me dice el muy ato-
rrante: “¿Puedo venir el jueves? Quiero verte de nuevo con esa
cosa”. Él también había escuchado el comentario de usted acer-
ca de la mantilla. He decidido no permitirle ingresar si va a mo-
lestarme. Y como no cumpla, me parece que tomaré una medi-
da más seria.
Conclusión: han sido más preparativos que tiempo de ora-
ción ¡pero me encantó experimentar el deseo de velarme! No
tengo vergüenza. Creo que en otra ocasión más “normal” será di-
ferente. Hoy en misa pensaba en el día que me anime a comul-
gar con ella. Padre: esta fue mi primera experiencia. Claudia

Claudia sigue practicando su oración con la mantilla


Partí para la adoración sin ninguna expectativa. Simple-
mente pensaba que, si había mucha gente o me sucedía lo de
días anteriores, no me forzaría a usarla.
El Señor me regaló una hora de adoración en absoluta sole-
dad. Es más, ni escuché a los hombres que prestan apoyo en la
Institución que funciona en la casa donde se encuentra la capi-
lla. Nadie entró ni salió durante la hora.

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Me quiero casar. Lo que la esposa debe saber

Permanecí toda la hora de rodillas, cosa que no es habitual en


mí. Suelo sentarme para leer la Palabra o estar de pie frente al Se-
ñor. Esta vez me arrodillé, besé la mantilla, se la ofrecí a Jesús y
me la puse. Le pedí a Jesús que me recibiera así y que me hiciera
gustar de velarme para Él. Que toda mi vida se vele para Él.
La hora pasó rapidísimo. Cuando me di cuenta, ya debía re-
gresar a casa. No he podido recordar si entré en diálogo con Je-
sús, si hubo algún tema en particular, no recuerdo ninguna ima-
gen. En un momento, solo me llamó la atención el latido de mi
corazón. Fuerte, tan fuerte que me hizo tomar conciencia de
que simplemente estaba allí. Le di gracias y seguí estando.253
Cuando se hizo la hora, me levanté a mirar el reloj; eran jus-
to las 24. Hice la reserva del Santísimo y regresé a casa. Al dis-
ponerme ya para dormir, me sobrevino un gozo muy grande.
No podía dejar de dar gracias por el día y lo vivido, y experi-
mentaba una fuerte presencia de Dios en toda mi vida; su cer-
canía es muy concreta. Mi Esposo está, y yo en su corazón. Me
sorprendió regalándome lágrimas de consolación. Pude disfru-
tarla mucho…; pasó el rato y me quedé dormida.254 ¡Pido a mi
Esposo que me regale mucha intimidad!

Claudia: los frutos del velo


Me parece que el uso de la mantilla en la oración está dan-
do sus frutos. Estoy más reservada para contar sobre mis senti-
mientos y me cuesta mucho ponerle palabras a los encuentros
de oración que en la intimidad tengo con Jesús. Antes no me
costaba contarle a usted. Ahora “me da pereza” por un lado y
por otro lo guardo ¡tan adentro!, ¡lo disfruto! Y cuando pienso:
“le voy a contar al padre”, allí queda porque me disipo. Es como
si esa intimidad no admitiera ningún testigo, ¡ni a usted!

253. Lo que describe Claudia es, al parecer, un estado al que llaman “recogimiento infuso”
y es un grado de oración infusa, es decir, infundida por Dios. Un primer grado de oración
mística, recibida de Dios y no actuada voluntariamente.
254. Estas consolaciones suele concederlas el Señor como un signo de que aprueba y le es
grata alguna decisión tomada, en este caso, para manifestar que le complace el uso del velo.

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Estoy algo así como cubierta, envuelta, como debajo del


manto de la Virgen. Rezo en casa con la mantilla y la llevo a la
adoración (allí no siempre me la pongo porque hay gente).
Yo creo, Padre, que esta intimidad, este nuevo modo de ora-
ción, es fruto de este sacramental de la mantilla,255 como bien
usted me explicó. Por otro lado en la catedral, en misa me ima-
gino que estoy con ella. Y basta imaginármelo para que produz-
ca los mismos frutos que al tenerla puesta.
El velo, por lo visto, es un sacramental que enseña a crecer y
a estar contenta con vivir la intimidad con Jesús, y me hace libre
de todas las miradas ajenas y del deseo de ser vista. Reconcilia
a la hija de Dios con el secreto de su intimidad religiosa.256
Hace un par de días Nina me pidió verla, y cuando se la
mostré quedó impactada. Me pidió permiso para ponérsela y,
después de un rato de pruebas, dijo: “¡Qué bueno debe ser rezar
con mantilla!”. La invité a hacerlo. Ella debe conseguir una. Po-
siblemente, en su hora de adoración. Aproveché ese momento
para que juntas viéramos cómo me peinaría para que al ponér-
mela quedara bien. Cosas de nosotras, las mujeres.
Padre, la mantilla empieza a ser más que un elemento esen-
cial en la oración. Doy gracias a mi Esposo por concederme tan
rápido la gracia que le pedí al ponerme por primera vez la man-
tilla: ¡Más intimidad con Él! Padre; ¡gracias a usted también que
bien conoce lo que le agrada a su Amigo! Claudia

Claudia se prepara para consagrarse al Señor


Querido padre: Quisiera poder contarle —y que se refle-
je en la escritura— los consuelos y el inmenso gozo, la alegría
y la paz que el Señor, mi Esposo, me está regalando en estos
días.

255. Sacramental es el nombre adecuado. Es un signo de institución eclesiástica que pro-


duce efectos de gracia, como el agua bendita, el aceite bendito, las medallas, etc.
256. Las cursivas no son de Claudia. Se usan para destacar hechos importantes.

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Me quiero casar. Lo que la esposa debe saber

Vivimos juntos, paso a paso, los detalles de la organización


de nuestra boda. Me descubro novia, esposa, muy amada, cui-
dada, atendida. Los detalles que Él tiene para con mi persona
son muchos, y lo grande y hermoso es que se dan en lo cotidia-
no. Hay momentos muy fuertes en que solo deseo estar con Él.
Su presencia es tal que el tiempo se detiene y podemos disfru-
tar. Es como si viviera en la eternidad. Todo me acontece. Mu-
cha emoción, lágrimas de consuelo, certezas, paz, esperanza…
Soy tan feliz.
Desde el martes, empecé a organizar los detalles más feme-
ninos, más típicos de una mujer. Llamé a la modista para con-
cretar la cita que el mismo miércoles tuve. Siempre soñé con un
tipo de ropa, pero desde que el Señor sanó mi corazón y me res-
cató para sí, mis gustos han cambiado. El diseño lo fui viendo,
Él me lo fue mostrando en la oración; también el color y como
él deseaba verme ese día. Ultimé detalles con una amiga que tie-
ne buen gusto y es muy fina para vestir. Detalles como la tela,
el largo, lo que es clásico, etc. Y hoy, con las medidas exactas,
partí de compras. Padre. No puedo redactar lo que me pasó. In-
tentaré contarle.
Es algo así como haber entrado en alguno de los cielos, no
sé por cuál andaría, pero en algo tan simple como comprar una
tela, ¡Jesús se hizo tan presente, tan cercano! Él no podía estar
ajeno a este momento. Su presencia fue en un principio discre-
ta, con detalles, como por ejemplo que —entre cientos de ro-
llos— estaba la tela y el color que tenía en mi mente.
Luego, la empleada me ofreció cubrirme frente a un espejo
para que yo pudiera empezar a entrar en contacto e imaginar-
me. No había duda que la tela era esa. La verdad me veía precio-
sa. Después vino mi pregunta, la que llevaba en el corazón y que
no me animaba a hacer. Le digo: “Mostrame los encajes; algo al
tono, que sea de seda”. La chica fue directamente a uno que sin
duda era el elegido. Mi amiga Soledad (una hermosa mujer y es-
posa) que me acompañó no entendía para qué pedía encaje (no
estaba en el diseño). Con voz bajita, le digo: “Para la mantilla”.

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Padre, ¡fue un segundo! Cuando la chica y Soledad coloca-


ron la pieza de encaje sobre mi cabeza, no le puedo explicar el
inmenso gozo que me sobrevino, a tal punto que ellas quedaron
impresionadas de mi cara. No podía dejar de lagrimear. No po-
día hablar.
La empleada me dijo: “Debe ser un acontecimiento muy im-
portante. Parecería que te casas con un rey” (nunca le dije a la
chica para qué era la tela). Soledad y yo sonreímos. Confirmé
plenamente cuánta gracia mi Esposo está derramando en mí.
No podía hablar.
Estuve así probándome el encaje y jugando con él para apa-
ciguar mi corazón y poder regresar a casa. A la tarde y después
de dormir un rato la siesta y rezar algo, un poquito se calmó, pe-
ro no del todo; el gozo sigue aún y la paz es inmensa.
La mantilla no está armada, solo tengo el encaje, el hilo pa-
ra bordar los bordes y la confirmación de Jesús de que es así co-
mo desea verme.
En la misa de la tarde, pensaba que la experiencia es fuer-
te. Qué será cuando la mantilla esté acabada y bendecida. ¡Mue-
ro de amor!
Padre, cierro los ojos y me veo. Es hermosa. Y creo que es
digna para un momento así. Soledad me preguntó cuán impor-
tante era para mí. Pude contarle haciendo una comparación con
su vida de esposa. Con ella solemos charlar cosas muy profun-
das, de mujer a mujer. Además, quiero mucho a su marido: ellos
dos me eligieron, hace un par de años, para que les armara la ce-
remonia y el guion de la misa de esponsales. ¡Son una bendición!
Realmente estos detalles, tan cotidianos y simples, me con-
firman plenamente en el amor a Jesús. Él está, está conmigo. Pa-
dre; gracias por contar un día, en su libro, lo importante de este
Sacramental del velo, de la mantilla para la hija del Padre y la
esposa del Hijo. Sin duda, es camino a la intimidad con el espo-
so. Anoche, en la adoración, el tiempo también se detuvo. Cu-
brirme con la mantilla es suficiente. El Señor hace el resto.

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Me quiero casar. Lo que la esposa debe saber

Para mí, los detalles del vestido, el color, la mantilla y los


zapatos son importantes; y Jesús sabe que así es. No puede
ser de otro modo, ¿no? También me he ocupado de las invita-
ciones y de la casa. Le cuento en otro mail. Recibo todas sus
bendiciones ahora que está lleno del Espíritu Santo. Su hija.
Claudia

2. Corina: El velo recoge el alma para orar

Querido Padre:
Me impactó mucho lo que decías con respecto a esto de que
las mujeres se cubran la cabeza con un velo a la hora de entrar
en oración con el Señor. Pues así lo hice y no puedo detallarte
bien lo que se siente, pero simplemente decirte que hay una
sensación tan profunda de recogimiento, de intimidad, de en-
cuentro, de desnudez ante la presencia de Dios que lo sentí tan
Padre, y yo tan Hija.
En un momento, entraron mis dos pequeñas hijas a la ha-
bitación y me preguntaron qué estaba haciendo. Les conté que
estaba hablando con Dios, y ellas me pidieron un velo también
para hablar con Dios, y así fue que les busqué una a cada una y
les puse en la cabeza y tengo foto de ello! ¡Fue realmente emo-
cionante! ¡Y deseo que ellas, de a poco, tomen esto como un ma-
ravilloso hábito!
Gracias por darnos tanto entendimiento en algo que yo ni
sabía por qué lo hacían antes y qué representaba. Hoy para mí
es muy sagrado y no dejaré de hacerlo cuando entre en oración.
¡Veo también en EWTN, cuando hacen la “Coronilla cantada”,
que algunas mujeres tienen puesto el velo! ¡Qué hermoso! ¡Gra-
cias, padre!
Quiero sumarte algo a mi anterior testimonio del velo. ¿Sa-
bes?, estos dos días que he andado por la calle en el auto ha-
ciendo cosas, no sé si es mi percepción o la fantasía, pero me

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he sentido muy mirada por diferentes hombres que justo para-


ban en un semáforo junto a mi coche o nuestros coches se cru-
zaban en las esquinas, y sus ojos me miraban de una manera
que tú ya sabes, tratando de provocarme. En muchas ocasio-
nes, me sucedió un sensible pudor mezclado de sensualidad y
gusto por esas miradas (esto era antes de tu aparición en mi vi-
da con tu amorosa guía), dejándome seducir por esas miradas
de los hombres.
Pues ahora, padre, me sucedió que en cada una de esas mi-
radas simplemente reconocí lo que se venía (tentación) y bajé
mis ojos y automáticamente pensé en mi velo, el cual puedo de-
cirte que hasta lo sentía en mi cabeza. Y ese profundo recogi-
miento que me venía automáticamente alejaba todo esto de las
miradas y me venía al entendimiento una profunda y amorosa
protección de Dios.
Padre, jamás en mi vida experimenté algo igual. Me sentí tan
amada, tan protegida, tan cuidada y tan apartada de todo, que
puedo decir que el velo tiene un efecto sagrado permanente.
Con todo mi cariño, Tu hija, Corina.

Días después, Corina agrega esta experiencia en la que el ve-


lo parece haberla dispuesto para recibir una locución interna y,
ulteriormente, un recogimiento infuso:

“Anoche, mientras las niñas estaban entretenidas con unas


acuarelas y yo estaba ordenando ropa, sentí el deseo de aprove-
char ese momento para ir a mi cuarto y orar con mi velo. Cerré
la habitación, quedando a oscuras allí y sintiendo la brisa de ai-
re fresco de la ventana. Alrededor, mucho silencio. Me puse el
velo y fui sintiendo ese profundo recogimiento de entrar ‘en el
espacio y tiempo para Dios’.
Fíjate que siempre me costó poder lograr ese recogimiento
para entrar en oración profunda, pues siempre me distraía al-
go, y ahora ya no. ¡Qué gracia tan maravillosa! Y pensaba en la

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Me quiero casar. Lo que la esposa debe saber

profunda revelación y misterio que tiene el velo. Mientras tan-


to, comencé a sentir como que estando con mis ojos cerrados mi
alma, creo, se sumió en una profundidad nunca antes experi-
mentada. Es como que me fui a una parte muy adentro de mí
jamás antes vivida.257
Y mientras oraba en agradecimiento por dos hermanas y
pidiendo por sus necesidades, pude escuchar claramente una
voz de varón que me habló, mientras yo oraba por ellas: “Tú me
llenas de un gozo profundo, mujer”.
Yo primero pensé que era algo de mi mente, mi imagina-
ción, y trate de seguir concentrada en lo que le estaba pidiendo
al Señor, pero esa frase volvió a resonar por última vez ya un
poco más fuerte y me detuve a escucharla. Después de esto, me
quedé absorta en lo que acababa de oír (no con los oídos sino
con el alma) y fueron unos instantes de profundo silencio que
quedé allí, sin poder decir nada, cuando una de mis hijas final-
mente entró en la habitación notando la ausencia de mamá en
la sala.
Salí de mi habitación en un estado de profunda paz y sere-
nidad absoluta, y me costaba volver a lo que estaba haciendo,
era como que estaba “volviendo” a mis sentidos de a poco para
retornar a la actividad dejada antes. Anoté esto que “escuché”
anoche para hoy compartírtelo.
Padre querido, estoy totalmente feliz por este “santo rega-
lo del velo” que tú has hecho a mi vida en la revelación del
misterio del velo y las gracias que ha traído a mi vida y las de
tantas hermanas que han sentido “la dulce y santa decisión de
utilizar el velo”. ¡De lo que nos estábamos perdiendo! Tu eter-
na hija Corina.

257. Muchas describen esta experiencia. Bajo el velo es como si se encontraran consigo mis-
mas, pero como nunca antes se habían conocido a sí mismas. El velo es como un túnel que
conduce hasta un Yo más profundo que les era desconocido y que, aun dentro de sí mismas,
sigue de alguna manera envuelto en un velo espiritual que oculta su propio misterio,
porque ellas mismas son misterio para sí mismas, o misterio que las habita.

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3. Mónica: ¡Hasta mi perra entiende lo del velo!

Estimado padre: Estuve meditando sobre algunos textos


suyos en la revista Gladius y en el blog Del Buen Amor sobre el
uso del velo. Y le quiero contar mi experiencia.
Durante casi cinco años, mientras era estudiante universi-
taria, quise tratar de usar una pequeña mantilla color negra, pa-
ra poder usarla y no llamar demasiado la atención. Le aseguro
que los primeros que me han hecho sentir incómoda y que me
han instado de muchas maneras a sacarla han sido los sacerdo-
tes, y no solo los diocesanos, pues en ese momento de la dióce-
sis de la ciudad donde estudiaba, se pasaba por muchas crisis de
todo tipo, no solo sacerdotales sino de las congregaciones, que
en el centro de mi ciudad son más de cinco.
A raíz de eso, las molestias que me ocasionaban los otros fie-
les, sintiéndose amparados en las actitudes públicas de rechazo
de parte de los sacerdotes, eran notorias; por eso no la usé más.
En la ciudad donde vivo ahora, no la uso más porque era
más la incomodidad de no poder estar en paz en misa y no po-
der concentrarme a rezar. Desde ya le digo que no estoy en de-
sacuerdo con su propuesta. Sino que, en usarla o dejar de usar-
la, las fieles no somos libres de optar.
Hace una semana, fui testigo de otro hecho que me dejó
meditando. Hay una señora mayor que hace unos veinte años
que la he visto usando la mantilla negra, de modo discreto y con
mucha elegancia. La semana pasada se acercó a comulgar, como
siempre, y un vicario de la parroquia la trató con un gesto de
tanto maltrato al mirarla y en la actitud al darle la comunión,
que ella se fue visiblemente avergonzada.
Yo me pregunto si ese era el modo de tratar a una mujer,
que además es mayor, y que trata de acercarse con respeto al sa-
cerdote y a la comunión, no solo en la mantilla. Es una mujer
muy digna, en la oración, muy fina, elegante en el vestir y, ade-
más, usa la mantilla.

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Me quiero casar. Lo que la esposa debe saber

Este sacerdote hace unos cinco años que está en la parro-


quia. No es la primera vez que la ve. Pero desde hace un tiem-
po nos trata mal a los que queremos comulgar de rodillas o a
quien, como esta mujer, se muestra visiblemente piadosa. Hace
un par de años intentó suprimir el rezo del rosario, etc. Pero na-
die reprime esos avances desacralizadores.
Así que no siempre está en mano de nosotras las mujeres
usar o no el velo. Ante estas situaciones, lo uso en mi casa para
la oración privada. Porque me he convencido de que es un bien.
Pero “de eso no se puede hablar”. Aunque se supone que hay li-
bertad de expresión en la fe. ¿Acedia al por mayor?

Padre querido: El día que estuvo en casa, hace ya años, le co-


menté sobre esto de que antes usaba el velo y después dejé por
tanta contradicción. Y usted me reconfortó y me dijo que lo use
en casa, en privado. Cosa que, con tantas críticas y contradiccio-
nes, no se me había ocurrido.
Así que, gracias a este apostolado suyo, lo he vuelto a usar,
con mucha libertad interior, en mi propia casa. Y así vivo mi ca-
sita como Iglesia doméstica, donde, aunque viva con mi perra,
trato que se respete a Dios… ¡a lo más! Y, también por eso, no le
dejo que me interrumpa cuando estoy rezando. ¿Sabe que se
pone celosa de que no le preste atención y me empieza a pedir
para salir, para comer, para que me mueva de donde estoy y la
siga? Es increíble cómo perciben los animalitos. Así que ahora,
cuando me ve con velo, ¡se echa o se queda en su cucha!
Puede que sea fantasía de mujer, pero también en esto
me protege el velo en la oración. Muchas gracias, saludos.
Mónica.

4. Testimonios breves

1) Victoria: “Todavía no leí las opiniones del velo, pero a


mí, aparte de darme la sensación de intimidad, me da la sensa-

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Horacio Bojorge

ción de consagración, como que tuvieras más noción que en ese


momento es sagrado, uno se distrae menos”.

2) Flavia: “Sentí que era el deseo de Dios que rezara con la


cabeza cubierta. Al empezar a hacerlo sentí un gran recogi-
miento. Una presencia más cercana de Dios; presencia amoro-
sa, intimidad. ‘¡Señor! —le dije—, aquí está tu Flavia, a quien
amas.’ Sentí su ternura, su protección, presencia de la Santísima
Trinidad, común unión. Ofrecí todo mi ser a Él.
Agradecí el haberme conservado virgen. Grandeza de Dios,
Amor de Dios, presencia que sana, purifica, haciéndonos seme-
jantes a Él. Al hacerlo en otras oportunidades, continúo sintien-
do un gran recogimiento, una presencia más cercana de Dios
con su hija. Y al comenzar a rezar, ahora digo: ‘¡Señor, aquí está
tu Flavia, a quien amas!’. Alabado sea Dios. Le doy gracias por
sus Gracias, deseo que sea glorificado su Nombre, me entrego a
Él. Cuando rezo por la calle, en casa o cuando voy a Misa, le pi-
do a María, Madre de Jesús y Madre mía, que ella me ponga el
velo en presencia del Señor. Doy gracias a Dios porque me en-
señaron a poner en práctica el consejo de san Pablo, es verdad
que a mí me acercó más a Dios”.

3) Clara: “En marzo de 2004, durante una reunión de traba-


jo relativa a unos libros que el padre Bojorge estaba escribien-
do, me dijo que, para rezar en casa, cubriera mi cabeza aunque
fuese con un pañuelo o aun con una servilleta, porque de esa
forma estaría “bajo la mirada exclusiva de Dios”.
Pasaron los años, y en marzo de 2012, rezando en mi casa, en
uno de los lugares preparados para ello —no en el medio del bu-
llicio hogareño, quiero aclarar—, recordé ese consejo y fui a bus-
car una de mis mantillas. Me la puse en forma de pañuelo y con-
tinué rezando. Experimenté tal paz y recogimiento que, a decir
verdad, pensé que era mi imaginación. De modo que, acostumbra-
da al método científico de prueba y error por mis estudios univer-
sitarios en ciencias, me quité la mantilla y continué la oración.

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Me quiero casar. Lo que la esposa debe saber

Ya no tenía ese recogimiento en que nada parecía interpo-


nerse entre el Cielo y yo. Y así fui probando durante ese día y
algunos siguientes. Por otra parte, me vinieron a la mente las
imágenes de la Santísima Virgen que conocía y me di cuenta de
que Ella está siempre con Su Cabeza cubierta, salvo en aquellas
que nos muestran el momento de Su Asunción a los Cielos.
Ahora sí, sin temor a equivocarme, puedo decir que, cuan-
do rezo con la cabeza cubierta, es como si estuviera en un en-
cuentro cercanísimo de hija a Padre con el Creador, en que na-
da más se presenta ante mí. ¡Es realmente maravilloso! Gracias,
padre. Clara”.

4) Antonia: “Padre, quiero compartirte que anoche estaba


yo muy perturbada y trataba de entrar en oración con mi velo
y me costaba mucho poder lograr ese recogimiento, hasta que
en un momento se produjo y le pedí al Señor que me diera esa
capacidad de estar disponible para atender a mi esposo cuando
llega a las tres de la mañana. ¡Pues decirte que me quedé dormi-
da con el velo puesto! Y que en un momento me desperté como
si hubiese dormido nueve horas seguidas, pues me sentía súper
descansada.
En ese instante escucho llegar la camioneta de mi marido.
¿Te imaginas? Lo primero que hice fue agradecerle al Señor por
haberme regalado ese detalle y haber luego estado absoluta-
mente bien dispuesta para atender bien a mi marido. Es mara-
villoso cómo voy día a día sorprendiéndome en las gracias ocul-
tas de lo sagrado. Actualmente, cuando me siento perturbada y
con miedos que me invaden o pensamientos que me ‘atacan’, a
veces sin motivo exterior, puedo realmente confesar que la ora-
ción con velo y la alabanza (generalmente tomo mi guitarra y
comienzo a cantarle al Señor, hasta a veces terminar en lágri-
mas de gozo) son dos armas poderosas que me ayudan a resis-
tir al enemigo hasta que se va. Antonia”.

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Horacio Bojorge

5) Perla: “Desde hacía años, sentía que la forma en que


realizaba la oración, en la soledad de mi cuarto, no me termi-
naba de conformar. Agregaba otra advocación, una nueva
oración, un nuevo ritualito inventado por mí; pero nada me
completó tanto como el día en que se me ocurrió taparme la
cabeza con lo primero que tenía a mano; en ese caso fue una
servilleta.
La sensación de ser escuchada y de estar profundamente en
comunicación con el Señor y los ángeles vino con toda claridad
a mí. A partir de ese momento, y ya van unos años, continúo es-
ta práctica con alegría, aunque hoy ya no con la servilleta, sino
con una capucha. Y en cuanto pueda, conseguiré una linda
mantilla. Lamento que ya no se la utilice en las parroquias y que
para mucha gente sea signo de paquetería. Perla”.

6) Graciela: “Querido padre, con relación al uso del velo, ex-


perimento espiritualmente mayor intimidad con el Señor en la
oración. Con el pasar del tiempo, los temores, las vergüenzas y
los respetos humanos por su uso los he superado y poco me im-
portan, porque agradan al Esposo y me permiten una mayor
unión con Él. Incluso me afirman más en mi identidad de vir-
gen consagrada y, como dice usted, mi relación esponsal. La
cruz vivida por el tema del uso del velo cuando me consagré 258
es ahora una bendición que me permitió descubrir el sentido y
valor de su uso, y me afianzó más. Estando entre otras consa-
gradas, poco me importa el qué dirán o lo que puedan opinar
las otras en contra. Es lo propio de la virgen consagrada. Y así
también lo reconoce la Iglesia al entregarlo en el rito de consa-
gración; por lo que, aun sufriendo esas cosas, lo pienso seguir
usando en cuantas consagraciones participe.
Un abrazo filial. Graciela”.

258. Había oposición de algunos sacerdotes del presbiterio local que se desvanecieron con
la intervención del obispo consagrante.

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Me quiero casar. Lo que la esposa debe saber

7) Sonia V.: “‘¿Por qué llevas el velo?’, me preguntaba una


amiga. ¿Qué responderían ustedes si alguien les preguntara,
por ejemplo, por qué amas, por qué sientes, por qué respiras?
Porque es una necesidad vital, ¿verdad?
Seguramente, se habrán fijado alguna vez, en las perfume-
rías, cuántas colonias hay en los expositores. Las mujeres nos
pasamos bastante tiempo buscando esa fragancia exclusiva y
personal que, al cerrar los ojos, nos haga sentir especiales. Cuan-
do encontramos ese perfume, ya no queremos volver a probar
ningún otro. Con el velo sucede algo similar, se siente el buen
olor de Cristo (2 Corintios 2, 15-16).
Una vez que rompes esa primera barrera del miedo al ‘qué
dirán’, se produce una concesión total al Amado de nuestra al-
ma. Ya solo nos importa agradarle a Él. Después de eso, no hay
retroceso. Es una rendición total al Señor, sin reservas, como la
enamorada que se viste de blanco y se entrega con su pureza,
en el día de su boda.
Solo las mujeres podemos entender estas delicadezas tan
propiamente femeninas. No es algo estético, pero sí es cierto
que el Templo se embellece y se llena de majestuosidad al estar
la mujer recogida en oración, ahí debajo de su velo, sin distrac-
ciones, entregada en cuerpo y alma a nuestro Señor. Hermosa
como una novia para nuestro Dios. ‘Bella por dentro y por fue-
ra’, ese debería ser nuestro lema.
El uso del velo implica, sin necesidad de conocer ninguna
norma de protocolo o de vestimenta, que nuestras prendas exte-
riores deben ir en armonía con algo tan puro y virginal… El uso
del velo nos abriría definitivamente los ojos, hoy que los tene-
mos tan cerrados a la pureza y a su oposición, al pecado. Solo al
utilizarlo entendemos qué es lo que debe albergar dentro del al-
ma. ‘Que vuestro adorno no sea el de fuera, peinados, joyas de
oro, vestidos llamativos, sino lo más íntimo vuestro, lo oculto en
el corazón, ataviado con la incorruptibilidad de un alma apaci-
ble y serena. Esto es de inmenso valor a los ojos de Dios’ (1 Pe-
dro 3, 3-4)”.
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5. La mujer, un misterio velado: Gertrudis von Le Fort 259

“María, en su propio dogma de la Inmaculada, no se eleva


por Ella misma sino por el Hijo. Su imagen humana temporal
en sus particularidades psicológicas no es accesible a ningún
método histórico crítico, ni a ningún ensayo, por muy sutil e in-
genioso que sea, ni a ningún amor por profundo que sea.
Se halla velada, por decirlo así, en el misterio de Dios para
mostrarse precisamente por ello, en su significado religioso. El
velo es el símbolo de lo metafísico en el mundo. Pero también
es el símbolo de lo femenino. Todas las formas elevadas de la vi-
da femenina presentan la figura de la mujer velada.
Así se ve claro por qué los grandes misterios del cristianis-
mo se introdujeron, en el mundo creado, no por medio del hom-
bre sino de la mujer. La Anunciación del Mensaje de la Nativi-
dad de María se repite en el mensaje de Pascua a Magdalena; el
misterio de Pentecostés representa al hombre en la posición tan
femenina de recibir. La misma Iglesia expresa esta relación se-
ñalando a la mujer, en los oficios divinos —y también en la ce-
remonia del matrimonio—, el lado del Evangelio”.260
“Allí donde la mujer es ella misma en toda su profundidad,
no es ya ella misma sino un ser que se entrega; pero siempre
que se ha entregado es también novia y madre. La religiosa con-
sagrada a la adoración, a la caridad, a las misiones, lleva el títu-
lo de madre; lo lleva como virgo mater… Partiendo del motivo
del velo, resulta que a la mujer le es propia sobre todo la senci-
llez. Todo lo que pertenece a la jurisdicción de amor, de la bon-
dad, de la compasión, el cuidado y la protección, o sea, lo real-
mente escondido y casi siempre traicionado por el mundo.

259. De la obra de Gertrudis von Le Fort: La mujer eterna. Gertrud von Le Fort (*11 oct.1876;
† 1 de nov 1971) En 1926 se convirtió en Roma al Catolicismo. Fue una de las más desta-
cadas escritoras católicas del siglo XX; estuvo en relación con Paul Claudel, Hermann Hesse,
Reinhold Schneider y Carl Zuckmayer, Peter Wust, entre otros.
260. La mujer eterna, pp. 21-22.

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Me quiero casar. Lo que la esposa debe saber

Por eso, también aquellas épocas que rechazan a la mujer


de la vida pública no son perjudiciales a su significado metafí-
sico; incluso es probable que, como suele ocurrir muchas veces,
sean precisamente estas las que ponen en el platillo de la balan-
za del mundo el inmenso peso de lo femenino”.261
“En todas partes en donde hay entrega, encontramos tam-
bién un rayo del misterio de la Mujer Eterna; pero en donde la
mujer se quiere a sí misma, allí se esfuma el misterio metafísi-
co. Elevando su propia imagen, destruye la imagen eterna.
Partiendo de esto, se comprende la caída de la mujer. Se
comprende a Eva. La caída de la mujer no es en realidad la caí-
da de la creatura a la tierra, sino que es, más bien, la caída de la
tierra misma, por cuanto esta también significa lo femenino, la
disposición humilde [a recibir y a la entrega].
La caída en la escena del paraíso no está motivada por la ten-
tación del dulce fruto, ni tampoco por una curiosidad intelectual,
sino por el ‘seréis iguales a Dios’ en contraposición al fiat mihi [há-
gase en mí] de la Virgen. Por ende, el auténtico pecado cae dentro
de la esfera de lo religioso; por ello, significa hasta lo más profun-
do, la caída de la mujer; y la significa, no porque Eva fuera la pri-
mera en tomar el fruto, sino porque siendo mujer lo tomó.
La creación cayó en su sustancia femenina, pues cayó en lo
religioso; por eso la Biblia reconoce con razón la mayor culpa a
Eva y no a Adán.262

261. O.c., pp. 23-25.


262. La autora no cita los textos bíblicos en que apoya esta afirmación. San Pablo, en
Romanos 5, 12, atribuye la trasmisión del pecado a la descendencia [no la mayor gravedad
de la culpa] al pecado del primer varón y no al pecado de la primera mujer. Por lo que santo
Tomás, basado en este texto de san Pablo, afirma: “El pecado original no se deriva a los hijos
por la madre sino por el padre” (Summa Theologica, 1ª 2ae, Cuestión 81, art. 5º, contra las
objeciones). Y en el cuerpo del mismo artículo afirma: “El pecado original no se contrae de
la madre sino del padre; por lo que si no pecando Adán hubiese pecado Eva, los hijos no
contraerían el pecado original”. Ni san Pablo ni Santo Tomás se pronuncian con ello sobre
la gravedad relativa del pecado de la primera mujer y del primer varón, sino sobre la
gravedad de sus consecuencias. Gertrudis von Le Fort, por su parte, se atribuye mayor
gravedad a la culpa personal de la mujer, sin negar que la trasmisión sea por el pecado del
primer padre.

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Horacio Bojorge

Pero es falso decir que Eva cayó por ser la más débil. La his-
toria de la tentación demuestra claramente que era la más fuer-
te y aventajaba al varón. El hombre considerado en sentido cós-
mico entra en primer término en cuanto a fuerza [vigor físico y
principio activo de la generación263], la mujer reposa en su pro-
fundidad. Siempre que la mujer fue oprimida, no ocurrió por-
que fuera débil, sino porque habiéndola reconocido como fuer-
te se la temió, y con razón, pues en el instante en que el poder
más fuerte no quiere ser la abnegación, sino la soberanía, surge
naturalmente la catástrofe”.264
“En un sentido profundo la mujer es culpable de toda caí-
da, y no porque es la madre en cuyo regazo crecen los que caen,
sino porque toda caída, también la del hombre, tiene lugar den-
tro de la esfera confiada a la mujer en sentido especial”.265
“Si el signo de la mujer es el ‘hágase en mí’, es decir, el que-
rer concebir, o expresado en sentido religioso, el ‘querer ser ben-
decida’, la desgracia siempre se hallará donde la mujer no quie-
ra concebir, no quiera ser bendecida”.
“Los apocalipsis de las diferentes edades y culturas prece-
den al gran apocalipsis final. Esto significa, respecto del tiempo
presente, que la caída religiosa de nuestros días, inaudita en sus
dimensiones, se percibe ya claramente en la aparición empírica
de lo femenino [o sea, en cómo se auto-presenta hoy la mujer].
Como el velo, también la caída del velo es de un profundo sim-
bolismo. Hemos dicho que todas las formas elevadas de la vida
de la mujer la presentan velada: la novia, la viuda, la monja, to-
das llevan el mismo símbolo. El porte exterior nunca es vano;
sino que tal como sobresale del objeto, lo representa. Visto así,
muchas modas se convierten en terribles traiciones, en sentido

263. En el artículo de la Summa Theologica antes citado, santo Tomás afirma: “… es notorio
que el principio activo de la generación pertenece al padre y que la madre suministra la
materia, por lo cual el pecado original no se contrae de la madre, etc.”.
264. O.c., Págs. 25-26.
265. O.c., P.. 27 El primer hombre no hubiese pecado sin la incitación a comer el fruto por
parte de la primera mujer.

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Me quiero casar. Lo que la esposa debe saber

auténtico de la palabra, comprometen a la mujer. El quitar el ve-


lo a la mujer significa el derrumbe de su misterio”.266
“Solo Dios puede levantar el velo bajo el cual Él mismo ocul-
tó a la mujer; pero esta revelación es solo un velamiento aún
más profundo. Si antes se trataba del valor de la persona des-
prendido de cada obra [pero oculto bajo su obra como por un
velo], en la vocación carismática de la mujer se trata de la obra
desprendida de la persona; el mismo carisma se convierte en
velo”.267
“La mujer como madre no fue distinguida con ningún acto
de consagración, ni su apostolado [materno] tampoco. El apos-
tolado de la mujer constituye solo una parte del apostolado lai-
co, cuyo representante es todo cristiano. La madre nunca se
consuma en sí misma, sino en el hijo. También aquí el sacra-
mento grande [el matrimonio] se vierte sobre el hijo, no en la
madre. Pero precisamente por esto, la misión de la mujer en la
Iglesia se relaciona con la esencia de la Iglesia, constituye parte
de su esencia.
La Iglesia misma, considerada como madre, es un principio
cooperante: el que obra en ella es Cristo. Este es el motivo pro-
fundo por el cual la Iglesia no pudo confiar nunca el sacerdocio
a la mujer: es el mismo motivo que determinó a san Pablo a exi-
gir que la mujer se cubriera con el velo en los oficios divinos. La
Iglesia no podía dejar el sacerdocio en manos de la mujer, por-
que con ello hubiera destruido el verdadero significado de la
mujer en la Iglesia; hubiera destruido una parte de su propia
esencia, aquella cuya representación simbólica confió a la mu-
jer. La exigencia de san Pablo no representaba una costumbre
motivada por circunstancias de la época, sino que representa la
exigencia de la Iglesia supra-temporal impuesta a la mujer in-
temporal por su significado religioso.

266. O.c., Págs. 29-30.


267. O.c., Págs. 55-56.

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Horacio Bojorge

Igual que el nacimiento natural, el nacimiento religioso en


el fondo también está velado…; la vida propiamente anímica de
la Iglesia está oculta. De ahí el error indefectible de todos aque-
llos que creen poder apreciar o juzgar la vida religiosa de la Igle-
sia por su exterior.268
Decíamos que, en la misión maternal de su apostolado, la
mujer se relaciona íntimamente con la esencia de la Iglesia; es
decir, se relaciona con su esencia oculta. El apostolado de la mu-
jer en la Iglesia es, en primer lugar, el apostolado del silencio.
En el centro de lo verdaderamente sagrado, necesariamente es
donde más intenso se acentúa el carácter religioso de la mujer.
El apostolado del silencio significa que la mujer está llamada,
sobre todo, a representar la vida oculta de Cristo en la Iglesia;
así pues, como portadora de su misión religiosa en la Iglesia, es
hija de María”.269

R. P. Hatthaway
La mujer: un misterio sagrado y por eso velado

Desde Adán, todo hombre viene de una mujer y ellas de-


ben utilizar velo o mantilla también por esta razón. En cada
concepción, el divino Visitante entra solamente en la mujer pa-
ra crear una nueva persona, sólo en ella desciende y, como otra
encarnación, toca su útero e implanta una nueva alma inmor-
tal. Ahora, este es un gran misterio, ¿y cómo hemos de mostrar
los misterios?, le ponemos velos. Una niebla cubrió a la tierra
durante su creación; el humo veló el monte Sinaí cuando Moi-
sés recibió las tablas; una nube recibió a nuestro Salvador en
Su Ascensión.

268. Nota del editor: Por ejemplo, por las mediciones estadísticas de la sociología religiosa.
269. O.c., pp. 60-62.

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Me quiero casar. Lo que la esposa debe saber

Lo sagrado es velado de tal manera que podamos orientar-


nos hacia una realidad más profunda. Así como es un gran mis-
terio el que Dios se haga presente en nuestros altares, lo cual
“vemos” con la Fe; y así, el que las mujeres se cubran con un ve-
lo hace más evidente que su vida forma parte de un digno y sin-
gular papel…, solo ellas han sido escogidas como recipientes de
nueva vida… Si seguimos esta lógica de utilizar velo o mantilla,
la cual apunta al misterio de la mujer, entonces podemos com-
prender apropiadamente la bendición que se les da después de
que han dado a luz. Este sacramental no solo es un acto de agra-
decimiento, sino una purificación.
Ahora, la purificación no significa limpiar un objeto sucio,
sino limpiar algo que está santificado y volverá a utilizarse. En
la Misa, después de la Comunión, el sacerdote purifica el cáliz.
Él no lo hace porque el cáliz esté sucio, sino porque Dios ha es-
tado ahí. Así la que ha dado a luz es purificada por la bendición,
no porque esté sucia, sino porque Dios ha entrado en ella, ha to-
cado su útero y, a través de ella, ha colocado otra alma inmortal
en el mundo.270

270. R. P. Christopher Hathaway, FSSP, Conveniencia de que las mujeres utilicen velo o man-
tilla, original en inglés, On the Fittingness of the Woman's Veil. De la homilía del domingo
después de la Ascensión, 23-05-2004. Fuente: STAT VERITAS.

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Horacio Bojorge

14. Quien no sabe de penas

Estas coplas de autor anónimo fueron cantadas a san Juan


de la Cruz en el convento de carmelitas descalzas de Beas (An-
dalucía) cuando llegó recién escapado de la Cárcel y recalando
en este convento en su huida. Mandó la priora Ana de Jesús que
se las cantaran las novicias Francisca de la Madre de Dios y Lu-
cía de san José. Son unas coplas en alabanza a los trabajos.
Cuando escuchó la primera estrofa, el santo se quedó extasiado
pero, también aún afectado por su agotamiento, aferrado a la re-
ja durante larguísimo tiempo. Se piensa que esas estrofas las
compusieron las carmelitas de este convento, quizás su priora, la
Madre Ana de Jesús de Lobera y Torres.271
La esposa de Jesucristo no puede sustraerse a compartir
algo de los sufrimientos de su Esposo y de seguirlo por el ca-
mino de la Cruz. Así lo enseña el mismo Señor Jesucristo: “Si
alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su
cruz y sígame. Porque el que quiera salvar su vida la perderá;
pero quien pierda su vida por mí y por el evangelio, la salva-
rá”.272
Y también: “Venid a mí todos los que estáis fatigados y ago-
biados, y yo os aliviaré. Tomad sobre vosotros mi yugo, y apren-
ded de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis des-
canso para vuestras almas. Porque mi yugo es dulce y mi carga,
ligera”.273 El camino esponsal en el seguimiento del Esposo como
esposa dará descanso a las tristes y agobiadas por un sufrimien-
to estéril, pero las hará correr “detrás de los perfumes” del Espo-
so, también por vías dolorosas pero llenas de consolación amoro-
sa y fortaleza infusa para ese camino.

271. Se conocía solamente la primera estrofa. Fue descubierta y publicada íntegramente


por el P. Ángel Custodio Vega en la revista Ciudad de Dios, del Real Monasterio de San
Lorenzo del Escorial, Vol. CLVI 1 (1944), pp. 317-341.
272. Marcos 8, 34-35.
273. Mateo 11, 28-30.

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Me quiero casar. Lo que la esposa debe saber

QUIEN NO SABE DE PENAS


en este triste valle de dolores
no sabe cosas buenas,
ni ha gustado de amores,
pues penas son el traje de amadores.

La Piedra reprobada 274


por los hombres y por Dios elegida
con penas fue labrada
dando su propia vida
con ansias y dolores sin medida.

Y aquella que tú viste,


¡Oh Juan! de claro Phebo 275 revestida
ropas de penas viste,276
con ellas guarnecida
vimos su virginal y limpia vida.

Y aquellos capitanes 277


para doctores nuestros enviados,
con trabajos y afanes
fueron purificados
y en la sublime rueda 278 colocados.

274. Salmos 118, 22. La piedra que desecharon los edificadores ha venido a ser la piedra
angular. Aplicado a Cristo por sí mismo en Mateo 21, 42, y retomado en Hechos 4, 11.
275. Sol.
276. Juan lo contempló resplandeciente como el sol en la transfiguración y de sangre desde
los pies de la Cruz. Se elige a Juan por dos motivos. El primero porque fue el único de los
cuatro que lo vieron transfigurado que fue elegido también para verlo crucificado.
Segundo, porque se aplica esto a san Juan de la Cruz.
277. Los apóstoles.
278. Ronda de los mártires.

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Horacio Bojorge

Y el coro ensangrentado
que la aureola goza por la espada 279
con penas fue labrado,
con muerte trabajada 280
subió a la vida bienaventurada.

Y aquel vergel 281 bendito


de vírgenes sagradas tan florido,
domando el apetito282,
de penas fue vestido,
tentado, fatigado y afligido.

Y los que se apartaron


por las congregaciones283 y desiertos284
vestidos caminaron
de penas y cubiertos,
cansados, agotados, casi muertos.

Esta es la vestidura
de aquellos que son buenos y escogidos.
Esta es la cobertura
de los favorecidos,
amados, regalados y queridos.

279. Los mártires que gozan de la aureola o gloria del martirio por la espada, es decir, por
cualquier muerte violenta.
280. Trabajosa, penosa.
281. Jardín de las vírgenes consagradas.
282. El apetito natural por el amor humano esponsal y materno para consagrarse al solo
Cristo.
283. Los monjes de los monasterios.
284. Los ermitaños.

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Me quiero casar. Lo que la esposa debe saber

Con tan rica librea285


se gozará mi alma rodeada
con tal que ella se vea
como piedra labrada
en el alto edificio colocada.286

Vengan pues los dolores


y labren esta piedra seca y dura,
trabajos, disfavores,
congojas y amargura
duren mientras la triste vida dura.

285. Vestido uniforme de los pajes y miembros de la corte que los sindicaba por
pertenecientes a una casa noble.
286. En el edificio de la Iglesia santa.

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Horacio Bojorge

15. José María Pemán


Tres poemas

Querida lectora:
Llegando ya al fin de estas páginas, me resonaban en el al-
ma los tres poemas de José María Pemán que inserto a conti-
nuación y cuya presencia resultó extraña y algo enigmática pa-
ra algunas hijas que leyeron el manuscrito.
Creo, sin embargo, que aun sin la evidencia racional de la
prosa, en ellas se condensa, con el genio intuitivo de la poesía,
la verdad profunda de tres actitudes del alma femenina, ante la
vocación esponsal.
Al final de tu lectura de estos poemas, encontrarás un co-
mentario que devela sus claves y muestra que no expresa sola-
mente la actitud de almas diversas, sino también tres actitudes
de una misma alma en distintos momentos de su relación con
el Esposo del alma.

No se acercan a ti
porque hueles a flores
del valle; y tus amores,
Señor, son un clarísimo destello.
No se acercan a Ti porque eres bello
y tienen miedo a que los enamores.

No te odian. Tienen miedo a la serena


mirada de tus ojos que no engaña.
No quieren pelear con la azucena.
Y les asusta el silbo de la caña.

Pudieran batallar mano con mano


y no dudarán batallar contigo;
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Me quiero casar. Lo que la esposa debe saber

mas temen que tu hechizo sobrehumano


haga amistades con el enemigo.

Temen subir a lo alto de la roca,


por no perder, arriba, el albedrío.
Les acobarda, Señor mío,
su misma pasión loca.

¡Tan sediento anda el mundo de tu boca


que le da miedo, a tanta sed, el río!

ESPÉRAME, SEÑOR

Cuando el Señor me dijo: “No toques esas flores,


que destilan veneno;
borra de ti esa imagen;
arráncate del alma ese recuerdo”,
yo bajé la cabeza como una flor tronchada,
y respondí: “¡No puedo!”

Y el aire que pasaba me dijo mansamente:


“¿No ves que te lo dice tu Padre dulce y bueno;
el que te da las flores, y el alba, y el rocío,
y el cantar de los pájaros, y el agua del riachuelo?”.

Y yo, que tantas veces he cogido esas flores,


y he gozado del canto de las aves del cielo,
hundí más la cabeza sobre mi pecho duro
y contesté: “¡No puedo!”.

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Y era ya el mediodía, y era un jardín el mundo,


y una canción el viento,
y las flores humildes me daban su perfume,
y, en el bosque, los pájaros me daban sus gorjeos;

y yo solo veía en el aire y el bosque


y en las aguas del río, y en las nubes del cielo
la imagen imborrable de aquellos ojos únicos
que tanto mal me hicieron.

Y seguía bajando la cabeza rendida,


y seguía diciendo:
“No merezco las flores, ni el rocío, ni el alba,
ni el cantar de los pájaros, ni el arrullo del viento”.

Sé que Tú me das todo y una cosa me pides,


y yo, Señor, que veo
que me das tantas cosas y me pides tan poco,
te digo, sin embargo, que no puedo.

Y yo soy la criatura
a quien diste en la tierra la corona y el cetro,
y a quien dirás un día:
“¿Qué hiciste de tu reino?”.
“Mis vasallos, Señor —diré yo entonces—,
contra mí se volvieron.
¡Y yo he sido el vasallo
y los señores ellos!
Ya les vendí mi cetro y mi corona

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Me quiero casar. Lo que la esposa debe saber

por un mezquino precio,


¡por una voz suave!
¡por unos ojos bellos!
Pero ten compasión; aún es temprano…
¡Acaso aún habrá tiempo!”.

Y me dirá el Señor: “Años y años


esperándote llevo;
una vez y otra vez en esta espera
granó la espiga y floreció el almendro.
¡Y una vez y otra vez, por si venías,
me asomé por las tardes al sendero!

Y sin embargo, seguiré esperando…


¡Y todavía, mientras que te espero,
cuidaré que haya estrellas en tus noches
y luz en tus auroras y flores en tu huerto!”.

ORACIÓN POR UNA PECADORA 287

En esta tarde lenta que pusiste


sobre el cielo en rubor tu mejor arte,
Señor, vengo a rezarte
por una mujer triste.

Fue inmensa, irrefrenable, su ternura.


Pero tú sabes (¡oh, Amador tan fino!,

287. Nota del editor: ¿La Samaritana? ¿La Humanidad entera? ¿Tú?

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¡tú que sabes hacerte pan y vino!)


que no hay Amor sin punto de Locura.

Hubo siempre una luz en sus amores.


Y siempre le ha cantado
una lealtad en lo hondo del pecado
como en la oscuridad los ruiseñores.
Nunca fue toda del placer. Había
un extremo en su amor nunca ofrecido.
Siempre fue un poco Tuya: no sabía
la ciencia entera del completo olvido.

Soñaba su ilusión con otro amante


y su arpa un nuevo tono.
Su cuerpo conocía un abandono
con que se distanciaba del instante.

Nunca le vi tranquilas
las honduras del alma. En el contento
vagaban siempre luces de tormento
por la noche sin paz de sus pupilas.

Ni pintaba su pie sobre la tierra


porque un soplo más alto la llevaba.
Extranjera en las rosas, caminaba
por el jardín, mirando la alta sierra.

Gritos de salvación estaban presos


en el fondo sin luz de su delirio.

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Me quiero casar. Lo que la esposa debe saber

Siempre tuvo tronchado, como un lirio,


tu nombre en el sollozo de sus besos.

Como el arado mueve en las laderas


de la roca los últimos terrones,
se trabajaba el alma de pasiones
para el octubre de tus sementeras.
Yo siempre le decía: Se te asoma
la pena por los montes de la risa.
Y amaba con la prisa
con que roza la tierra una paloma.

Y así, Señor, hasta en sus horas malas


ensayaba su paz y su armonía:
y enamoraba el aire con sus alas
para que el aire la tuviera un día.

Yo que la tuve, como la azucena


apenas tiene el soplo de la brisa,
vengo a pedirte tu mejor sonrisa
para la que Tú sabes que era buena.

Tómala para Ti. Yo te la llevo


como una rosa pura.
Mira, Señor, con qué desenvoltura
pone su pie sobre el camino nuevo.

Señor, Señor: me ha dicho la palmera


que oyó en el cielo ese rumor de fuente

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que anuncia tu perdón. Y lo presiente


en su sosiego la campiña entera.

Cítaras ya, de boda, por la altura


se templan en la luz de la mañana.
Todo, por recibir la nueva hermana,
se viste de pureza y de blancura.
Y el nardo que en su toga de inocencia
toda la gracia de la paz resume
prepara ya el amor de su perfume
para salirle al paso a tu sentencia.

No apartes tu mirada
de la última razón de un alma pura.
Fue tan Verdad, Señor, que su ternura
salió de cada beso perdonada.

Y hecha la paz con toda la armonía,


abierta al sol del claro mediodía
como un suelo llovido, dulce y blando,
yo sé, Señor, que hoy te estará adorando
con aquella alma inmensa que tenía.

He aquí lo que le sugirieron estas poesías a Dora cuando las


leyó. Ella sintió y expresó la intuición que me persuadía de in-
sertarlas aquí.

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Me quiero casar. Lo que la esposa debe saber

Querido padre:
Acabo de leer los poemas. Le pido por favor que los man-
tenga. Ellos han removido algo en mi interior. La verdad es que
me cuesta mucho expresarlo en palabras, pero haré el intento.
Me he sentido reflejada en los tres poemas. Es como que los
tres hablan sobre mí. Hablan de lo que, en algún, momento he
pasado o estoy pasando y que seguramente experimentan tam-
bién otras mujeres:
En el primero veo evocado el miedo que he tenido yo mis-
ma a acercarme al Señor, a dejarme amar por El Amor mismo,
debido a las heridas, la culpabilidad, la soberbia, el amor mal
entendido, la falta de belleza, etc. Y ahora, que ya voy dejándo-
me amar un poquito, este poema se me vuelve como una ora-
ción de intercesión por aquellas que, como antes yo, teman aho-
ra acercarse a mi Esposo, la Belleza misma.
En el segundo poema, reconozco la tentación de la tristeza
que sobreviene —cuando una ya va recorriendo este camino de
esponsalidad— al ver mi nada, mi impotencia; pero el Señor,
para no dejarme sumergir en ella, me sigue regalando flores, me
colma de cosas bellas, y me invita a aceptar mi realidad, mi po-
breza, pero una pobreza esperanzada; que ya no se mire más a
sí misma, sino que tenga la mirada fija en Él, en el Dios fiel, en
Él que no se cansa y que me mira con ternura y que me sigue
dando su misericordia y su dulzura.
Y el tercero es como un recorrer de toda mi historia, la his-
toria del alma que anhela la boda. Y en la voz del poeta que ora
por esta mujer, siento la de usted, como mi padre que es, oran-
do con este tercer poema: por mí y por todas las demás esposas
que el Señor le ha encomendado, como entregándonos a nues-
tro Esposo, y rogándole que nos perdone todo lo malo que pue-
da haber en nosotras y tenga en cuenta el impulso profundo de
nuestra alma de mujer.

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Me parece que esos tres poemas de Pemán son como una


invitación a la esperanza cuando el camino se nos hace difícil,
oscuro. Y también invitan a la esperanza, porque una se da
cuenta de que no va sola por este camino: cada una de las espo-
sas intercede por las otras, porque todas son para cada una co-
mo el coro de las amigas de la novia. Y porque, por si fuera po-
co, tenemos al Amigo del Esposo que nos cuida y ora por noso-
tros, conociendo nuestras debilidades y las tentaciones que nos
asaltan.
Espero que mis comentarios le sean de utilidad. Le mando
un abrazo. ¡Dios lo guarde! Su hija Dora.

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Me quiero casar. Lo que la esposa debe saber

15. Conclusión
“La llevan ante el Rey con séquito de doncellas.
La siguen sus compañeras” 288

Querida Hija:
Con el fin de la boda, llega a su fin la misión del Amigo del
Esposo. Aquí, pues, cumplida mi tarea, cesa el discurso de este
Amigo. Para la boda misma, ya solo son adecuados los epitala-
mios cantados por el coro de las amigas que acompañan a la Es-
posa. Coro en cual el Amigo te desea resonasen también voces
de Ángeles.
Ese epitalamio, el Amigo del Esposo ya no es capaz de brin-
dártelo ni le compete. Pero quizás me sea permitido asumir el
rol de padre de la novia, y como tal, bien puedo sugerirte un
poema como letra del canto que entonen tus amigas.
Al entregarte al Novio —como lo hace el padre de la no-
via al llegar al pie del altar—, resuenan en mi corazón senti-
mientos difícilmente atrapables en palabras. Si me atrevo a in-
tentar expresarlos, te diría —o te cantaría si pudiese— lo que
intenta sugerir el poema con que quiero poner fin a estas pá-
ginas.
Es el poema que, como padre tuyo —si es que lo he sido
en Cristo, mi corazón no me engaña al sentir que lo eres—, es
el poema, digo, que te dedico y que desearía poner en labios
de tus amigas para que te lo cantaran voces humanas y angé-
licas:

288. Salmo 44, 15.

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¡Oh qué abismo de amor que a Sí nos llama


y qué llama de amor que nos abisma!
¡Es abismo de un Dios que se ensimisma
en santas nupcias con la creatura,
la suspende
y sumerge en sus honduras!

¡Un suspiro,
un anhelo,
el alma misma,
como un peso del ser que a Dios atrae
y a la vez va hacia Él,
y hacia su Amor se cae!

¡Divino Amor que a todo amor gobierna


y en amores creados nos abreva;
que desde estos amores nos eleva
a su abrazo de Amor en vida eterna!

¡Es Jesucristo, Amor que te seduce


y al abrazo del Padre te conduce
—desde la sed de amor de sus creaturas—
hasta la fuente de sus aguas puras!

¡El Hijo
—Amor eterno y duradero—
te una, Él, a Sí,
en las Bodas del Cordero!

—— AMÉN ——

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Libros del Padre Horacio Bojorge en Lumen:

EN MI SED ME DIERON VINAGRE


La civilización de la acedia

MUJER, ¿POR QUÉ LLORAS?


Gozo y tristezas del creyente en la civilización de la acedia

EL LAZO SE ROMPIÓ Y VOLAMOS


Vicios capitales y virtudes

ANUNCIO DEL SERMÓN DE LA MONTAÑA


Vivir como el Hijo, vivir como Hijos

LAS BIENAVENTURANZAS
Vivir como el Ho, vivir como Hijos

¡UPA PAPÁ! ELEVACIONES AL PADRE NUESTRO


Orar como el Hijo. Orar como Hijos

VIVIR DE CARA AL PADRE


Nacidos de lo Nuevo y de lo Alto

LA CASA SOBRE ROCA


Noviazgo. Amistad matrimonial. Educación de los hijos

¿QUÉ LE PASO A NUESTRO AMOR?


Respuestas divinas a preguntas humanas

JOSÉ Y FELICITA: UNA HISTORIA DE AMOR


Cartas 1926-1932

EL BUEN AMOR EN EL NOVIAZGO


Preguntas y respuestas

EL BUEN AMOR EN EL MATRIMONIO


Preguntas y respuestas

LA VIRGEN MARÍA SEGÚN LOS EVANGELISTAS


51 ed. aumentada con un estudio sobre San Lucas médico griego

SALIÓ EL SEMBRADORA SEMBRAR-SE


La divina regeneración y la vida filial.

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Se terminó de imprimir en el mes de noviembre de 2016


BUENOS AIRES • REPÚBLICA ARGENTINA

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