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Una forma diferente de ver el

mundo
Hace varios años atrás, un día de febrero; nos encontrábamos en la playa
.
disfrutando de nuestras vacaciones familiares, en esa ocasión nos acompañó
una prima muy querida llamada María del Rosario; a quien de cariño decimos
Charito; ella es una persona alegre, divertida, asertiva, juguetona y sobre todo
muy paciente. Aquel día, ya era de tarde, el sol se estaba escondiendo y como
de costumbre solíamos irnos a la parte trasera de la playa, cerca de los
estacionamientos para poder así disfrutar de la arena tibia de la tarde; mi papá
leía una revista de deportes relajadamente recostado en la arena, mientras
Charito, mi mamá y yo jugábamos animadamente con una pelota de playa;
corríamos y reíamos mucho; ya que nuestros movimientos eran torpes por la
arena, de modo que siempre nos caíamos. Después de tanto jugar, nos
sentimos cansadas y por esa razón nos recostamos en la arena y para no
aburrirnos empezamos a hacer competencias de gateo las tres al mismo
tiempo; le pedimos a mi papá para que fuera el juez y nosotras tres las
competidoras.
A la mitad de la carrera mi mamá se detuvo bruscamente y empezó a mirar a
todos lados como desorientada, preocupada y asustada, mi prima Charito y yo
la observamos un momento algo desconcertadas por su comportamiento; nos
paramos y fuimos a ver que sucedía con ella.
Le preguntamos que le pasaba y ella nos respondió que sentía algo raro en su
ojo derecho y que estaba mirando diferente a lo normal. Nosotras la miramos y
nos dimos cuenta que la luna del ojo derecho de sus lentes de sol se le había
caído y por eso su visión era distinta; las dos nos reímos exageradamente
lanzándonos en la arena y mi mamá preocupada nos preguntó qué pasaba; así
que Charito le explico lo sucedido y las tres nos reímos sin parar.
Por último, cada vez que nos acordamos de este suceso, sentimos como si
hubiese sido ayer y lo disfrutamos mucho.

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