Está en la página 1de 7

TRABAJO SEGURO CON ELEVADORES DE VEHÍCULOS

   
En una gran mayoría de los talleres de reparación, los puentes elevadores han
sustituido a los fosos para gran número de trabajos.

Las medidas de seguridad aplicables a estos elementos son las siguientes:

1. Las maniobras y el control debe realizarlo únicamente


personal formado y designado para esa tarea por el
responsable.

2. La zona del suelo afectada por el movimiento del


elevador debe estar perfectamente delimitada y se
mantendrá siempre despejada.

3. El puente dispondrá de los adecuados dispositivos que


impidan todo descenso no deseado.

4. Cuidado con las poibles sobrecargas.


   
5. Como cualquier otro dispositivo mecánico debe
revisarse periódicamente. En especial deben controlarse
los órganos de suspensión y los niveles de líquido de los
cilindros.

6. El puente dispondrá de un dispositivo eficaz para fijar


el vehículo tanto en el ascenso como en la bajada.

7. Es conveniente utilizar casco de seguridad para


trabajar debajo de los elevadores, en previsión de
posibles golpes en la cabeza.
   
Caso especial para puentes elevadores con dos columnas:

Deben estar provistos de un dispositivo de enclavamiento de los brazos móviles que


impida la modificación del ángulo que forman por la acción de cualquier esfuerzo
lateral, una vez que se han fijado los puntos de amarre del chasis. Este
enclavamiento debe ser automático y la liberación puede ser manual. Los operarios
deben ser avisados sobre el riesgo de caída del vehículo, sobre todo cuando se
extrae un elemento importante y pesado como es el motor.

Hay que parar inmediatamente cualquier puente elevador que presente una anomalía
de funcionamiento y sobre todo:

Si sube a tirones. Si sube o baja más lentamente de lo habitual. Si se ha producido


una fuga de aceite.
Aseo y mantenimiento de los elementos de protección
personal
Para que los elementos de protección personal cumplan con la función de
protegerlo de posibles lesiones, tenga en cuenta las siguientes
recomendaciones:

Revise continuamente sus elementos de protección para que sepa reconocer cuál es
el momento de solicitar nueva dotación.

Acostúmbrese a limpiarlos y a desinfectarlos continuamente. Los tapones auditivos,


sirven para proteger sus oídos de ruidos dañinos, pero si no se mantienen
higiénicamente aseados, pueden causarle una infección.

Almacene su equipo adecuadamente. Las gafas de seguridad se quiebran fácilmente


si se dejan en lugares que puedan aprisionarlas.

¿Qué cuidados hay que tener con cada uno de los elementos?

Tapones auditivos
Lávelos con agua tibia y jabón suave antes de colocárselos. Las manos deben estar
muy limpias al momento de insertárselos. Cuando no los vaya a utilizar, guárdelos
secos en un estuche. Deben reemplazarse si se quiebran, rajan o se deforman
parcialmente.

Gafas de seguridad
Deben ser limpiadas con un paño húmedo antes de comenzar la jornada. Si están
sucias o rayadas limitan su visión y pueden ocasionarle un accidente.

Casco
Revise periódicamente la suspensión de su casco. Examínelo para verificar si tiene
cintas desgastadas, remaches sueltos, costuras deshechas u otros defectos.
Reemplace su casco después de un impacto severo.

Orejeras
Limpie la parte acolchada con agua tibia y jabón suave. No utilice alcohol o
solventes. Cuando las orejeras presenten rajaduras o no tengan todos los
empaques, solicite cambio ya que en este estado no le dan la protección necesaria.

Botas de seguridad
Si trabaja con químicos y sus botas están agujereadas o rotas, no las repare;
solicite unas nuevas. En estos casos ninguna reparación que usted pueda realizar le
dará una protección adecuada

Respirador con filtros para solventes orgánicos


Cuando no utilice su respirador, guárdelo en una bolsa plástica bien cerrada de lo
contrario se saturarán los filtros con los vapores de los solventes dispersos en el
ambiente.
Gestión de la Salud Ocupacional
Estrategias para incrementar la cultura de
prevención

“La cultura de la prevención sólo puede darse como el resultado de un proceso de


aprendizaje que debe dar comienzo en el hogar y luego en la enseñanza primaria. En
este nivel formativo el aprendizaje debe integrarse en la formación en valores,
concretamente dentro del valor “salud”. Como en toda enseñanza de valores, la
metodología ha de ser de carácter transversal y debe presentar los riesgos de la
propia escuela y de la casa como un primer ejemplo de riesgos laborales.

Este proceso formativo ha de continuarse en la formación profesional, mediante la


integración de las actividades preventivas en el propio proceso formativo curricular, y
especialmente en sus aspectos prácticos. El concepto sería: un trabajo está bien
hecho si se hace de manera segura.

Este mismo concepto debería centrar la formación preventiva en los niveles


superiores del sistema educativo, si bien en este caso la atención debería dirigirse no
tanto al alumnado, como posible receptor del daño, sino más bien hacia las personas
que puedan encontrarse bajo su mando.

Las funciones desempeñadas por estos futuros profesionales será clave en este
sentido.

El desarrollo de la cultura de la prevención exige un refuerzo de la colaboración entre


las autoridades laborales y las educativas que debe incluir, como un primer eslabón, la
formación del profesorado”.

En relación con los nuevos riesgos y mercado de trabajo, debemos concienciarnos de


que, la integración de la perspectiva de género en el conjunto de las actividades y
políticas preventivas es fundamental y prioritaria, consideran do las particularidades
sociales, culturales y psicofísicas de las mujeres.

Asimismo, debemos estudiar las “costumbres” (comportamientos colectivos) dado que


son la base fundamental para investigar por qué algunas sociedades se resisten y
mantienen conductas de riesgo poco saludables e insanas. Los programas de
seguridad, centrados en intervenciones sobre las conductas como antecedentes de
los accidentes (tipo behaviourbased safety) y basados en el refuerzo de las conductas
seguras y en la retroalimentación, no son una "receta mágica" ni una solución
universal.

La prevención de los riesgos emergentes como el estrés, la ansiedad, la de presión y


el acoso, así como las dependencias de alcohol y drogas, requiere acciones
coordinadas con las políticas de salud pública. Es necesario estudiar estos riesgos de
manera interdisciplinaria, desde sus diversas perspectivas: social, psicológica y
ergonómica.

La integración de los objetivos de salud y seguridad en el conjunto de las políticas


comunitarias, en particular las de industria, empleo, salud pública y educación, deben
reforzarse a fin de mejorar las sinergias en objetivos comunes.

Centrándonos en la cultura de la prevención en el ámbito de la educación, ésta se


debe implantar con el aporte de todas y cada una de las personas que integran la
comunidad educativa, con el compromiso visible, con la integración y participación de
todos hacia esa nueva cultura: la del compromiso por la seguridad y la promoción
de la salud.

Es evidente que la denominada cultura preventiva se debe iniciar en el hogar y en


los centros docentes, en el entramado escolar, y debe hacer se visible en todos los
niveles y etapas educativas. No podemos hablar de una formación integral en la
sociedad si la escuela no interviene decididamente en la formación en valores. Los
valores se fundamentan en creencias y actitudes que se aprenden en las etapas
primeras de la vida (infantil y juvenil) donde la capacidad de aprendizaje es mayor, por
ello es necesario que los valores relacionados con la salud y la seguridad se trabajen
en el aula y en el Centro, se visualicen y analicen desde diferentes patrones de
comportamiento y se aprendan desde la realización de buenas prácticas, para
proporcionar al alumnado las “formas” de vida más saludable y segura posibles.

La motivación y la participación son de vital importancia. El profesorado ha de dar


primero este paso para después facilitar y dinamizar el proceso de aprendizaje del
alumna do, en comportamientos sanos y seguros que eviten o minimicen los riesgos
que les rodean.
 
TRABAJO SEGURO CON ELEVADORES DE VEHICULOS

En una gran mayoría de los talleres de reparación, los puentes elevadores han
sustituido a los fosos para gran número de trabajos.

Las medidas de seguridad aplicables a estos elementos son las siguientes:

1. Las maniobras y el control debe realizarlo únicamente personal formado y


designado para esa tarea.

2. La zona del suelo afectada por el movimiento del elevador debe estar
perfectamente delimitada y se mantendrá siempre despejada.

3. El puente dispondrá de los adecuados dispositivos que impidan todo


descenso no deseado.

4. Cuidado con las posibles sobrecargas.

5. Como cualquier otro dispositivo mecánico debe revisarse periódicamente. En


especial deben controlarse los órganos de suspensión y los niveles de líquido de
los cilindros.

6. El puente dispondrá de un dispositivo eficaz para fijar el vehículo tanto en el


ascenso como en la bajada.

7. Es conveniente utilizar casco de seguridad para trabajar debajo de los


elevadores, en previsión de posibles golpes en la cabeza.

Caso especial para puentes elevadores con dos columnas:

Deben estar provistos de un dispositivo de enclavamiento de los brazos móviles


que impida la modificación del ángulo que forman por la acción de cualquier
esfuerzo lateral, una vez que se han fijado los puntos de amarre del chasis. Este
enclavamiento debe ser automático y la liberación puede ser manual. Los
operarios deben ser avisados sobre el riesgo de caída del vehículo, sobre todo
cuando se extrae un elemento importante y pesado como es el motor.

Hay que parar inmediatamente cualquier puente elevador que presente una
anomalía de funcionamiento y sobre todo:
Si sube a tirones. Si sube o baja más lentamente de lo habitual. Si se ha
producido una fuga de aceite.

Estrategias para incrementar la cultura de prevención

“La cultura de la prevención sólo puede darse como el resultado de un proceso


de aprendizaje que debe dar comienzo en el hogar y luego en la enseñanza
primaria. En este nivel formativo el aprendizaje debe integrarse en la formación
en valores, concretamente dentro del valor “salud”. Como en toda enseñanza
de valores, la metodología ha de ser de carácter transversal y debe presentar los
riesgos de la propia escuela y de la casa como un primer ejemplo de riesgos
laborales.

Este proceso formativo ha de continuarse en la formación profesional, mediante


la integración de las actividades preventivas en el propio proceso formativo
curricular, y especialmente en sus aspectos prácticos. El concepto sería: un
trabajo está bien hecho si se hace de manera segura.

Este mismo concepto debería centrar la formación preventiva en los niveles


superiores del sistema educativo, si bien en este caso la atención debería
dirigirse no tanto al alumnado, como posible receptor del daño, sino más bien
hacia las personas que puedan encontrarse bajo su mando.

Las funciones desempeñadas por estos futuros profesionales será clave en este
sentido.

El desarrollo de la cultura de la prevención exige un refuerzo de la colaboración


entre las autoridades laborales y las educativas que debe incluir, como un
primer eslabón, la formación del profesorado”.

En relación con los nuevos riesgos y mercado de trabajo, debemos


concienciarnos de que, la integración de la perspectiva de género en el conjunto
de las actividades y políticas preventivas es fundamental y prioritaria,
considerando las particularidades sociales, culturales y psicofísicas de las
mujeres.

Asimismo, debemos estudiar las “costumbres” (comportamientos colectivos)


dado que son la base fundamental para investigar por qué algunas sociedades
se resisten y mantienen conductas de riesgo poco saludables e insanas. Los
programas de seguridad, centrados en intervenciones sobre las conductas como
antecedentes de los accidentes (tipo behaviourbased safety) y basados en el
refuerzo de las conductas seguras y en la retroalimentación, no son una "receta
mágica" ni una solución universal.

La prevención de los riesgos emergentes como el estrés, la ansiedad, la de


presión y el acoso, así como las dependencias de alcohol y drogas, requiere
acciones coordinadas con las políticas de salud pública. Es necesario estudiar
estos riesgos de manera interdisciplinaria, desde sus diversas perspectivas:
social, psicológica y ergonómica.

La integración de los objetivos de salud y seguridad en el conjunto de las


políticas comunitarias, en particular las de industria, empleo, salud pública y
educación, deben reforzarse a fin de mejorar las sinergias en objetivos comunes.

Centrándonos en la cultura de la prevención en el ámbito de la educación, ésta


se debe implantar con el aporte de todas y cada una de las personas que
integran la comunidad educativa, con el compromiso visible, con la integración
y participación de todos hacia esa nueva cultura: la del compromiso por la
seguridad y la promoción de la salud.

Es evidente que la denominada cultura preventiva se debe iniciar en el hogar


y en los centros docentes, en el entramado escolar, y debe hacer se visible en
todos los niveles y etapas educativas. No podemos hablar de una formación
integral en la sociedad si la escuela no interviene decididamente en la
formación en valores. Los valores se fundamentan en creencias y actitudes que
se aprenden en las etapas primeras de la vida (infantil y juvenil) donde la
capacidad de aprendizaje es mayor, por ello es necesario que los valores
relacionados con la salud y la seguridad se trabajen en el aula y en el Centro, se
visualicen y analicen desde diferentes patrones de comportamiento y se
aprendan desde la realización de buenas prácticas, para proporcionar al
alumnado las “formas” de vida más saludable y segura posibles.

La motivación y la participación son de vital importancia. El profesorado ha de


dar primero este paso para después facilitar y dinamizar el proceso de
aprendizaje del alumna do, en comportamientos sanos y seguros que eviten o
minimicen los riesgos que les rodean.

También podría gustarte