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Civilización, cohesión social a pesar de las diferencias globales

Las diferencias culturales, políticas, étnicas y religiosas, y el no respeto por estas, así
como también los nacionalismos, ocasionan conflictos, dividiendo a la humanidad en
campos hostiles que limitan la cooperación global y por consiguiente la cohesión social,
haciendo muy complejo el afrontamiento de los cambios emergentes, máxime el
sistema social es dinámico y cambiante; y dificultando la unión como una única
civilización para lograr la convivencia universal y para observar las problemáticas
globales como un asunto de interés común por resolver.

De esta forma, la política genera una división entre países y continentes y hace que los
individuos no se sientan parte de una misma sociedad y de una misma especie sobre el
planeta, así como también la religión separa a personas de diferentes comunidades
con diferentes creencias, y los nacionalismos ocasionan que las personas se sientan
no sólo diferentes sino también superiores por estar en una nación u en otra, por lo cual
esta cultura global de separación de unidades es lo que no permite que todas los seres
humanos sean una comunidad universal, pese a las diferencias existentes, máxime
según Huntington (1996) citado por Calduch (2003), existe mucha heterogeneidad
cultural, siendo la civilización el grado más alto de identidad cultural en cada nación.

Por lo tanto, es fundamental generar una cultura global en la que el mundo esté
alineado a una misma práctica de respeto por las diferencias y una cultura de paz para
trascender las limitaciones y estar mejores preparados para los futuros cambios,
principalmente en una época como la actual en la cual nos encontramos, donde las
transformaciones cada vez son más aceleradas y se hace necesario en un gran reto
para la humanidad la agrupación de las sociedades por los acuerdos más que por los
conflictos, pues si bien estos impulsan procesos de cambio es menester que exista una
comunidad mundial armoniosa.

Lo anterior, teniendo en cuenta que aunque para Harari (2018) los conflictos posibiliten
unión cada vez más en las personas y el proceso de unificación de la humanidad se
vea claro si se piensa en los vínculos que hay entre los diferentes grupos y las
prácticas comunes entre ellos, y los países acepten una serie de protocolos
diplomáticos, leyes internacionales y participen en un acuerdo global como lo es los
Juegos Olímpicos bajo las mismas reglas, en la vida cotidiana se evidencia un choque
de civilizaciones, donde la globalización, las diferencias culturales, étnicas, políticas y
religiosas, y los nacionalismos separan a los individuos y a las naciones.

Además, si bien Harari (2016) plantea que nuestras diversas opiniones traerán debates
y conflictos que nos hará aún más conectados y más interdependientes, y que existe
una civilización común con múltiples categorizaciones, pero con unas verdades
objetivas compartidas, realmente nos encontramos en un mundo “unido” sólo por las
mismas prácticas en economía, salud, tecnología y ciencia, que se muestra como una
comunidad global, pero donde no existe respeto por las diferencias, hay mucha falta de
ética, de humildad, de solidaridad y de empatía, surgiendo así constantes conflictos en
la cotidianidad y generando una creciente fragmentación social.

Cabe resaltar que, para salvar todo el planeta y generar una comunidad universal
donde exista una preocupación conjunta y no sólo por las personas más cercanas,
Harari (2018) propone la creación de una ética, una religión, una moral y creencias
universales, donde todos estén alineado a un mismo pensamiento; sin embargo, esta
propuesta es utópica, debido a que cada individuo piensa de forma totalmente distinta a
los demás, incluso, desde su régimen de pensamiento se relaciona con el mundo,
siendo inevitable esto, pues cada ser humano desde su individualidad posee unas
particularidades, que independientemente de sus características deben ser respetadas;
pero ello requiere la práctica de la ética y de la empatía.

Lo anterior, teniendo en cuenta que la ausencia de ética en la sociedad nos ha llevado


a la creciente situación de crisis de choque de civilizaciones presentada durante
muchos años, puesto que se han perdido valores como el respeto, la empatía, la
solidaridad, la tolerancia, la cooperación y la humildad para no sentirse superior a los
demás, siendo valores tan básicos para el cumplimiento de los Derechos Humanos y la
construcción de sociedades sólidas, máxime la ética es esencial para convivir
sanamente en sociedad a pesar de las divergencias y las discrepancias dadas,
requiriendo así la creación de un proyecto común global en el que el objetivo sea la
aplicación diaria de los valores mencionados anteriormente en la esfera individual y
social.
En este sentido, frente a una cultura del individualismo egoísta es menester tomar
consciencia de que las problemáticas que hemos enfrentado y que cada vez toman
más fuerza, no sólo le atañen al Estado, sino que cada individuo tiene una gran
responsabilidad frente a ello a través de la práctica de los valores para contribuir a la
cohesión social en el mundo desunido en el que nos encontramos, porque “El futuro de
la humanidad no está solo en manos de los políticos […]. Sí, su responsabilidad es
enorme. Pero el futuro está sobre todo en las manos de las personas que reconocen al
otro como un "tú" y a sí mismos como parte de un "nosotros". Necesitamos los unos a
los otros” (Papa Francisco, 2017).

Lo anterior, considerando que según Harari (2018) las sociedades se agrupan más por
sus conflictos que por sus acuerdos, lo cual se debe en gran parte a la falta de
cohesión social pese a la necesidad de la existencia de una única civilización en el
mundo que incluya a todos, teniendo una base común, debido a que si bien hay
símbolos universales como el dinero, la ciencia, el cual es un paradigma que todos
adaptan independientemente de las diferencias culturales para solventar problemas de
naturaleza práctica, nos encontramos aún lejos de construir una comunidad armoniosa
capaz de regirse por los mismos valores y los mismos criterios como una forma de
unión en la búsqueda del bien común para luchar por un futuro mejor, puesto que así
como lo afirma Giner (2008, p.40), “[…] la sostenibilidad misma de la naciente
civilización mundial […] para perpetuarse y crecer con un mayor bienestar, libertad y
seguridad de los moradores, merece la mayor atención”.

Ahora bien, allí el Trabajo Social tiene un papel fundamental, debido a que es una
profesión que entre sus principios se encuentra la cohesión social, por lo cual tiene un
papel fundamental en la civilización, teniendo en cuenta las múltiples divisiones
existentes y por ende siendo necesario que desde disciplinas de las Ciencias Sociales
como esta se emprendan acciones en pro del fortalecimiento del tejido social y la
cooperación global en un mundo tan fragmentado por los nacionalismos, por la falta de
tolerancia para aceptar las diferencias y por algunas creencias de superioridad de unos
individuos frente a otros que habitan en otras naciones.

Lo anterior, se reafirma en el planteamiento de Giner (2008, p.15):


Gentes enmarcadas en ámbitos civilizacionales diversos entran en colisión
bélica o subordinación clasista, […], entraña también penurias, fricciones y
enfrentamientos cuya raíz debe buscarse también en diferencias entre mundos
humanos representados por modos culturales y órdenes económicos o políticos
no siempre compatibles entre sí.

Por lo tanto, es menester que, desde el Trabajo Social gracias a su misma esencia
educativa, se contribuya a la toma de consciencia en la sociedad de entender las
diferencias humanas como parte de su riqueza y complejidad y no como separaciones
infranqueables que imposibilitan la cooperación a escala global, partiendo de una serie
de reflexiones acerca de cómo ubicar las actitudes y las opiniones en escalas más
humildes y razonables, y sobre cómo evitar que la perplejidad desencadene en el
incremento de las divisiones entre comunidades y naciones; y en la manipulación
política.

De esta manera, es esencial a través de la profesión en cuestión, contribuir desde la


cotidianidad y desde lo micro a una identidad global mediante la cual en cada lugar del
mundo exista un sentido de pertenencia a una única civilización, que ayude a resolver
las problemáticas globales, teniendo en cuenta también que vivimos en una era de
ficciones, donde el ciberespacio cobra mayor importancia que la realidad, ignorando las
dinámicas sociales existentes, y en lo cual influye igualmente la pérdida de valores
mencionada anteriormente; por ende, la cooperación global será fundamental en el
proceso de hacer frente a las posibles consecuencias que ello traerá consigo.

En conclusión, el Trabajo Social tiene un papel clave en la contribución a la cohesión


social y a una cultura de paz, máxime nos esperan grandes desafíos que ocasionarán
grandes conflictos, pues finalmente

[…] la evolución de la sociedad internacional en los dos últimos siglos, ha


terminado implantando una visión del mundo en el que la diversidad cultural y/o
civilizatoria de las colectividades humanas que la constituyen, […] aspira a ser
integrada y transcendida mediante una concepción unitaria de la Humanidad
como referente y substrato último de una sociedad universal. (Braudel, s.f.,
citado por Calduch, 2003, p.6)
Referencias

Calduch, R. (2003). CULTURA Y CIVILIZACIÓN EN LA SOCIEDAD INTERNACIONAL.


Universidad San Pablo-CEU. https://www.ucm.es/data/cont/media/www/pag-
55164/5Cultura.pdf

Giner, S. (2008). Civilización. Revista Española de Sociología (9), 13-44.


https://recyt.fecyt.es/index.php/res/article/view/65063/39439

Harari, Y. (2018). Civilización. En Y, Harari, 21 lecciones para el siglo XXI. (pp. 114-
132).
https://pmadsena.weebly.com/uploads/1/2/7/1/12712314/21_lecciones_para_el_siglo_x
xi_-_yuval_n.pdf

Papa Francisco. (11 de agosto de 2017). Por qué nuestro único futuro debe incluir a
todos. [Archivo de video].
https://www.ted.com/talks/his_holiness_pope_francis_why_the_only_future_worth_build
ing_includes_everyone?language=es

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