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Final Heidegger
Final Heidegger
Seminario Heidegger
Introducción: La época moderna ha sido caracterizada por la época del “progreso”, pero
no un progreso en el hombre mismo, sino tan solo en sus aspectos esenciales de la era que
son, la ciencia, la técnica, la industrialización y todo aquello que cada vez aleja más al
hombre de pensarse a sí mismo y de pensar lo esencial. En esta época el hombre siempre se
haya lleno de diferentes ocupaciones y el tiempo es efímero; el hombre lleva una vida
activa, dejando a un lado o incluso en el olvido lo realmente esencial, debido a que al
pensar siempre en el progreso y en llegar a las teleologías propuestas, el hombre solo
avanza rápidamente con su pensamiento mecanizado sin tener un tiempo contemplativo
para centrarse en lo esencial, para pensar de un modo verdadero y no tan solo racional o
calculador, para meditar, y mucho menos, para cuestionarse por lo digno de ser cuestionado
y llegar así a pensar el ser y no solo el ser de lo ente o lo ente (dado que este es un error en
el que cae la edad moderna, puesto que se centra en pensar tan solo aquello que se presenta,
lo óntico, dejando de esta forma a un lado la parte ontológica), sino de pensar el ser mismo.
Por ende, teniendo en cuenta este olvido del ser desde la edad moderna, se crea un
sinsentido en la vida del hombre.
Desarrollo:
1: Explicación de la época moderna: Para comenzar, cabe aclarar que la edad moderna es
una época en la cual lo más importante es el progreso científico y tecnológico. Allí en la
ciencia y la técnica hay una desarticulación hombre-mundo, que consiste precisamente en la
imagen óntica que se tiene del mundo, en la que el hombre se posiciona como un ser aparte
del mundo creando así una imagen de este. Heidegger sostiene que la esencia de la edad
moderna reside en la conquista del mundo como imagen, y a partir de la época de la imagen
del mundo está la idea del sujeto como representador. Como lo dice el mismo Heidegger en
su texto La época de la imagen del mundo, “Que el mundo se convierta en imagen es
exactamente el mismo proceso por el que el hombre se convierte en subjectum dentro de lo
ente”. (1938, Pág. 76). El hombre como subjectum se convierte en centro de referencia de
lo ente como tal, ya que es aquel sujeto que puede representarse el mundo como imagen.
Se ha dicho que el sujeto es representador puesto que en la edad moderna el mundo pasa
a ser una imagen de todo lo representado. Representar quiere decir situar algo ante sí,
referirlo a sí mismo, al que se lo representa y es una objetivación dominadora. A diferencia
de lo ente el ser no se puede representar como un objeto, como lo dice Heidegger en ¿Y
para qué poetas?: “Nunca nos debemos representar esta esfera del ser y su carácter esférico
como un objeto” (1946, Pág.224). Tenemos, pues, que el hombre se convierte en el
representante de lo ente en el sentido de lo objetivo. El mundo es comprendido como
imagen; el mundo se vuelve objeto de representación en la racionalidad del sujeto, pues
éste es quien da razón del ente.
Por otra parte, la época moderna está caracterizada por su tiempo efímero. La crisis de la
modernidad puede estar vinculada a la absolutización de la vida activa. Esta conduce a un
imperativo del trabajo, el hombre atrapado en el mundo del “progreso” tan solo tiene
tiempo para la producción, para el trabajo, por ende, la vida cotidiana de la modernidad
arrebata a la vida humana cualquier elemento contemplativo, cualquier capacidad para
demorarse y centrarse en lo verdaderamente esencial. Sucede que la modernidad se rige
siempre por la idea del avance rápido, puesto que la modernidad es una época que se
plantea teleologías, siempre se dirige hacia un objetivo y entre más rápido se llegue a este
es mucho mejor. Por esto el hombre siempre está activo y ocupado en su vida diaria sin
tener tiempo para lo esencial, por esto es que el ser se deja en el olvido, no obstante el ser
no es digno de ser pensado en una época en donde el hombre se olvida incluso de sí mismo.
Tenemos pues que el hombre de la edad moderna se encuentra en una época en donde
prima la vida activa y no la vida contemplativa. Por ende, al siempre estar activo y pensar
siempre en el progreso, la producción y el consumo no hay tiempo para contemplar lo
esencial. Así pues, “El hacer humano, al perder su dimensión contemplativa, se degrada a
pura actividad y trabajo” (2015. Pág. 310). Tanto la intensidad del trabajo como la de la
acción remiten a la primacía de la vida activa en la modernidad, en la edad moderna son
tantas las cosas a las que dirigir la atención, que queda poco espacio para mirar al interior.
Algo muy importante para tener en cuenta es que el ser no se abre en la actividad, sino en
los momentos de durabilidad, momentos de contemplación, de meditación. Así pues, se
observa que en la modernidad al alejar de la vida la duración, la perdurabilidad, el sosiego y
la contemplación, se da un olvido del ser, así mismo como un olvido del hombre mismo ya
que es reducido a un sujeto mecanizado que produce para la industria. El hombre es
absorbido por el sistema y trabaja para él, así siempre mantiene ocupado y no se ocupa de
lo esencial.
Para terminar esta parte, abordaremos un elemento esencial en la edad moderna, que es
la técnica. Para Heidegger la técnica es un modo de “des-ocultamiento”. Es un modo del
des-ocultar pero que no se mueve en un producir sino en un “provocar” que fuerza
violentamente a la naturaleza a liberar energías para que puedan ser explotadas y
acumuladas. Este provocar se puede entender como un poner a la naturaleza, es decir, un
exigir en sentido inicial de abrir y exponer. Por ejemplo, el campo, el mar, los bosques, son
des-encubiertos como entidades cuyo rasgo fundamental es la utilización o explotación sin
límites. “El hacer salir lo oculto que prevalece en la técnica moderna es una provocación
que pone ante la naturaleza la exigencia de suministrar energía que como tal pueda ser
extraída y almacenada” (1994. Pág.17). Así pues, la técnica descubre las energías ocultas
de la naturaleza, la naturaleza viene a ser así el principal almacén de existencias de
energías, la técnica des-oculta la verdad (aletheia) de la naturaleza.
El verdadero pensar del cual nos habla Heidegger es en donde se puede cuestionar lo
esencial que es el ser. Él en su texto La época de la imagen del mundo nos habla sobre la
meditación como una forma de cuestionar el ser, en donde nos dice: “El cuestionamiento de
la meditación nunca cae en la ausencia de fundamento y la incuestionabilidad, porque
pregunta previamente por el ser. Para la meditación, el ser es siempre lo más digno de ser
cuestionado”. (1938, Pág.79). Esto nos muestra que el meditar se despliega completamente
del pensar racional de la modernidad, Heidegger hace de la meditación, o el pensar
meditativo, una forma contraria frente al pensar calculador como trabajo, ya que en el
meditar el tiempo reposa en sí mismo, es un tiempo de demora para cuestionar lo esencial,
más no un tiempo que corre sin cesar. Incluso, Byung Chul Han también nos habla sobre el
meditar y nos dice que “la meditación comienza cuando el pensar en el trabajo se detiene”
(2015. Pág. 344). El pensamiento meditativo se distingue del pensamiento racional y
calculador, sin embargo, el pensamiento en la modernidad se asimila cada vez más al
cálculo. Así pues, tenemos que en la modernidad falta tiempo para pensar y tranquilidad en
el pensar. La inquietud generalizada, la producción y el trabajo no permiten que el
pensamiento profundice, que se aleje, que llegue a algo verdaderamente otro. De ahí que
sea efímero, ya no se comunica con lo duradero y como el ser es duradero, no se comunica
con el ser, en efecto pensar propiamente, significa pensar el ser.
.3: El olvido del ser creando un sinsentido en la vida del hombre: Teniendo en cuenta
que la edad moderna solamente gira en torno a lo óntico, que solo se piensa lo presente,
observamos pues, que se piensa solo el ente y se deja a un lado al ser. Así pues, en esta
esfera de lo óntico la pregunta por el ser ha caído en el olvido dando primacía a lo ente. El
olvido del ser comienza entonces con la metafísica occidental en donde su planteamiento
gira en torno a ¿qué es el ente? Esto significa que el desarrollo de la pregunta metafísica
¿qué es el ente? es el desarrollo del olvido del ser. Además, como lo muestra Heidegger en
¿Y para qué poetas?: “Habitualmente nos representamos el ser a partir de lo ente”. (1946,
Pág.231). Con esta cita vemos que incluso se cae en el error de que cuando se pregunta por
el ser, se hace por medio del ente, ¿Qué es el ser del ente? Vemos que se pregunta por el ser
del ente y no tan solo por el ser. Este olvido del ser llega a su máxima expresión en la era
de la técnica, en donde con más fuerza se gira en torno a lo ente, a aquello que el sujeto
puede representar.
BIBLIOGRAFÍA:
- Heidegger, Martin. (1994) ¿Qué quiere decir pensar? Barcelona: Editorial ODÓS.
- Chul Han, Byung. (2015). El aroma del tiempo. Editorial Espa Pdf.