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María Fernanda Bautista Pulgarín

Universidad Tecnológica de Pereira

Seminario Heidegger

El olvido del ser dado desde la época moderna creando un sinsentido en la


vida del hombre.

Introducción: La época moderna ha sido caracterizada por la época del “progreso”, pero
no un progreso en el hombre mismo, sino tan solo en sus aspectos esenciales de la era que
son, la ciencia, la técnica, la industrialización y todo aquello que cada vez aleja más al
hombre de pensarse a sí mismo y de pensar lo esencial. En esta época el hombre siempre se
haya lleno de diferentes ocupaciones y el tiempo es efímero; el hombre lleva una vida
activa, dejando a un lado o incluso en el olvido lo realmente esencial, debido a que al
pensar siempre en el progreso y en llegar a las teleologías propuestas, el hombre solo
avanza rápidamente con su pensamiento mecanizado sin tener un tiempo contemplativo
para centrarse en lo esencial, para pensar de un modo verdadero y no tan solo racional o
calculador, para meditar, y mucho menos, para cuestionarse por lo digno de ser cuestionado
y llegar así a pensar el ser y no solo el ser de lo ente o lo ente (dado que este es un error en
el que cae la edad moderna, puesto que se centra en pensar tan solo aquello que se presenta,
lo óntico, dejando de esta forma a un lado la parte ontológica), sino de pensar el ser mismo.
Por ende, teniendo en cuenta este olvido del ser desde la edad moderna, se crea un
sinsentido en la vida del hombre.

Así pues, para desarrollar la idea ya planteada, se desarrollarán 3 sub-tesis para


fundamentar el planteamiento principal. El orden metodológico llevado a cabo para el
desarrollo del texto será el siguiente: la primera sub-tesis desarrollará sintéticamente lo
esencial que caracteriza la época moderna; la segunda sub-tesis tratará sobre el hombre de
la época moderna puesto desde un inicio como un sujeto meramente racional, no siendo
dignos por ende, del pensar esencial del cual nos habla Heidegger, en el cual se piensa el
ser; en la tercera sub-tesis, habiendo ya abordado estos dos puntos que son característicos y
esenciales para entender la época moderna, podremos concluir con base a estos puntos
desarrollados deduciendo el olvido del ser que se da en aquella época, dejando un
sinsentido en la vida del hombre, dado que aparte de olvidarse el ser que es lo más esencial
e importante en Heidegger, se olvida también el hombre mismo.

Desarrollo:

1: Explicación de la época moderna: Para comenzar, cabe aclarar que la edad moderna es
una época en la cual lo más importante es el progreso científico y tecnológico. Allí en la
ciencia y la técnica hay una desarticulación hombre-mundo, que consiste precisamente en la
imagen óntica que se tiene del mundo, en la que el hombre se posiciona como un ser aparte
del mundo creando así una imagen de este. Heidegger sostiene que la esencia de la edad
moderna reside en la conquista del mundo como imagen, y a partir de la época de la imagen
del mundo está la idea del sujeto como representador. Como lo dice el mismo Heidegger en
su texto La época de la imagen del mundo, “Que el mundo se convierta en imagen es
exactamente el mismo proceso por el que el hombre se convierte en subjectum dentro de lo
ente”. (1938, Pág. 76). El hombre como subjectum se convierte en centro de referencia de
lo ente como tal, ya que es aquel sujeto que puede representarse el mundo como imagen.

Se ha dicho que el sujeto es representador puesto que en la edad moderna el mundo pasa
a ser una imagen de todo lo representado. Representar quiere decir situar algo ante sí,
referirlo a sí mismo, al que se lo representa y es una objetivación dominadora. A diferencia
de lo ente el ser no se puede representar como un objeto, como lo dice Heidegger en ¿Y
para qué poetas?: “Nunca nos debemos representar esta esfera del ser y su carácter esférico
como un objeto” (1946, Pág.224). Tenemos, pues, que el hombre se convierte en el
representante de lo ente en el sentido de lo objetivo. El mundo es comprendido como
imagen; el mundo se vuelve objeto de representación en la racionalidad del sujeto, pues
éste es quien da razón del ente.

Según Heidegger, la ciencia moderna, la cual es un aspecto fundamental en la


modernidad, se orienta desde el siguiente paradigma: lo que hay que investigar es sólo lo
ente y nada más. A través de lo tecnológico y lo científico, el hombre se ha quedado en la
comprensión del mundo como ente, por esto no se piensa el ser ya que no es algo óntico
sino ontológico y esto en la edad moderna se deja a un lado. La edad moderna abandona el
ser en favor de lo ente. “En donde llega a darse la imagen del mundo, tiene lugar una
decisión esencial sobre lo ente en su totalidad. Se busca y encuentra el ser de lo ente en la
representabilidad de lo ente”. (1938. Pág. 74). Lo que sucede es que en la época moderna
en la cual su esencia reside en que el mundo pueda darse como imagen, significa que el
hombre como sujeto pueda representar el mundo, traer ante sí lo ente, por ende se centra
solo en lo que está presente ante los ojos. Así pues, este es el error que se da al solamente
centrarse en representar y cuestionar tan solo lo ente, dejando a un lado lo fundamental, que
es la pregunta por el propio ser.

Por otra parte, la época moderna está caracterizada por su tiempo efímero. La crisis de la
modernidad puede estar vinculada a la absolutización de la vida activa. Esta conduce a un
imperativo del trabajo, el hombre atrapado en el mundo del “progreso” tan solo tiene
tiempo para la producción, para el trabajo, por ende, la vida cotidiana de la modernidad
arrebata a la vida humana cualquier elemento contemplativo, cualquier capacidad para
demorarse y centrarse en lo verdaderamente esencial. Sucede que la modernidad se rige
siempre por la idea del avance rápido, puesto que la modernidad es una época que se
plantea teleologías, siempre se dirige hacia un objetivo y entre más rápido se llegue a este
es mucho mejor. Por esto el hombre siempre está activo y ocupado en su vida diaria sin
tener tiempo para lo esencial, por esto es que el ser se deja en el olvido, no obstante el ser
no es digno de ser pensado en una época en donde el hombre se olvida incluso de sí mismo.

“Heidegger achaca la prisa generalizada a la incapacidad de percibir el reposo, la


lentitud y la perdurabilidad“(2015. Pág.194). Las personas al encontrarse en una época en
donde siempre hay algo para hacer gracias a que se da primacía a la producción, no son
capaces de tolerar el tiempo contemplativo, siempre quieren permanecer activos, como si
solo se viviera para producir y para trabajar. En efecto, este tiempo de penuria está privado
de la duración, ya que si estas personas se dan un tiempo contemplativo, suelen aburrirse
dado que están acostumbrados a que se deben mantener activos, en un gran desasosiego.
Para Heidegger, el aburrimiento profundo es la característica de la época actual y la
responsable del aburrimiento profundo es una vida que se rige por el solo actuar y producir.
Además, hay muchas cosas esenciales a las que solo se puede acceder a través de una
mirada contemplativa, que, sin embargo, están vedadas a la mirada trabajadora por lo que
estas personas están cegadas, con tan solo una idea: el producir y avanzar. “Heidegger está
en camino hacia otro tiempo que no sea el del trabajo, un tiempo de perdurabilidad y
sosiego, que da lugar al demorarse”. (2015. Pág. 236). Dado que en el tiempo, en la
perdurabilidad, reside lo esencial, como el ser, puesto que el ser es estar presente como el
ser que habita y perdura en el momento.

En una época en donde el tiempo no tiene durabilidad y en donde el hombre permanece


ocupado en lo no esencial, no se piensa el ser ya que el hombre moderno se encuentra en un
mundo completamente absorbido por el trabajo, la eficiencia y la productividad, y el ser en
Heidegger tiene un aspecto temporal: “Demorar, perdurar, perpetuarse es sin embargo el
antiguo sentido de la palabra ser. Solo el ser da lugar al demorarse, porque está y
permanece. La época de las prisas y la aceleración es, por tanto, una época del olvido del
ser”. (2015. Pág. 229). El ser puede percibirse en el tiempo contemplativo, el tiempo que
descansa en sí mismo, que no tiene un objetivo o una teleología por la que apresurarse, sino
que es tiempo de meditación. Debemos aprender a escuchar, a mirar y a hablar de manera
contemplativa, ya que la serenidad nos da la posibilidad de estar en el mundo de un modo
completamente distinto. Sin embargo, esto no se dio en la época moderna, ni mucho menos
se ha dado en la actualidad, puesto que cada vez importa más el progreso, el avance y la
producción. Es por esto mismo que no hay momento para la contemplación en la edad
moderna, por lo que la contemplación al suponer un demorarse, no habría avance ni
progreso de forma rápida y esto es lo que tiene por finalidad la modernidad.

Tenemos pues que el hombre de la edad moderna se encuentra en una época en donde
prima la vida activa y no la vida contemplativa. Por ende, al siempre estar activo y pensar
siempre en el progreso, la producción y el consumo no hay tiempo para contemplar lo
esencial. Así pues, “El hacer humano, al perder su dimensión contemplativa, se degrada a
pura actividad y trabajo” (2015. Pág. 310). Tanto la intensidad del trabajo como la de la
acción remiten a la primacía de la vida activa en la modernidad, en la edad moderna son
tantas las cosas a las que dirigir la atención, que queda poco espacio para mirar al interior.
Algo muy importante para tener en cuenta es que el ser no se abre en la actividad, sino en
los momentos de durabilidad, momentos de contemplación, de meditación. Así pues, se
observa que en la modernidad al alejar de la vida la duración, la perdurabilidad, el sosiego y
la contemplación, se da un olvido del ser, así mismo como un olvido del hombre mismo ya
que es reducido a un sujeto mecanizado que produce para la industria. El hombre es
absorbido por el sistema y trabaja para él, así siempre mantiene ocupado y no se ocupa de
lo esencial.

Para terminar esta parte, abordaremos un elemento esencial en la edad moderna, que es
la técnica. Para Heidegger la técnica es un modo de “des-ocultamiento”. Es un modo del
des-ocultar pero que no se mueve en un producir sino en un “provocar” que fuerza
violentamente a la naturaleza a liberar energías para que puedan ser explotadas y
acumuladas. Este provocar se puede entender como un poner a la naturaleza, es decir, un
exigir en sentido inicial de abrir y exponer. Por ejemplo, el campo, el mar, los bosques, son
des-encubiertos como entidades cuyo rasgo fundamental es la utilización o explotación sin
límites. “El hacer salir lo oculto que prevalece en la técnica moderna es una provocación
que pone ante la naturaleza la exigencia de suministrar energía que como tal pueda ser
extraída y almacenada” (1994. Pág.17). Así pues, la técnica descubre las energías ocultas
de la naturaleza, la naturaleza viene a ser así el principal almacén de existencias de
energías, la técnica des-oculta la verdad (aletheia) de la naturaleza.

El hombre moderno se encuentra atrapado en el mundo de la técnica, esto lo muestra


Heidegger en La pregunta por la técnica cuando dice: “En todas partes estamos
encadenados a la técnica sin que nos podamos librar de ella, tanto si la afirmamos
apasionadamente como si la negamos”. (1994, Pág. 9). Incluso, podríamos decir que el
hombre occidental desde la modernidad habita técnicamente el mundo. El mundo ha dejado
de ser un conjunto de caminos flexibles que dejan espacio para el azar y la libertad y se ha
convertido en un sistema de referencias rígidas, que exige una adaptación rápida del
hombre. El hombre es una pieza requerida para el funcionamiento de la técnica. El ente en
general, incluyendo al hombre, se vuelve un recurso que debe ser administrado
racionalmente. “La técnica y su dominación se hallan cabalmente incorporadas en la
actividad diaria de los individuos y nos hemos convertido, al igual que la naturaleza, en lo
que está allí para ser explotado, conminado a la producción, sea material o intelectual”
(2009. Pág. 121). Con esta cita se puede observar claramente cómo el hombre, queriendo
dominar la naturaleza por medio de la técnica, paradójicamente termina siendo él dominado
por la técnica, siendo un producto más.

La advertencia fundamental de Heidegger es la de mantener atento y a disposición, a la


escucha de la llamada del ser. Sin embargo el ser llama y el hombre parece estar sordo,
absorbido en el mundo de la técnica. Nada modifica la perspectiva de Heidegger, que
responsabiliza a la ciencia y la técnica de alejar al hombre de lo esencial: pensar el ser. Esto
porque la técnica muestra a los entes, pero deja de lado al ser desde donde son entes. El
progreso tecnológico ha olvidado esa tarea, rebajando la naturaleza a pura objetualidad
sometida al ser humano por una relación de dominio. El ser humano ha perdido de vista que
es un existente y se deja administrar por los portadores del saber técnico: su mente, su
cuerpo, sus palabras no hacen sino adherirse a la voluntad dominadora. “La
industrialización y tecnificación no solo supone la maquinización del mundo, sino también
la disciplinación del hombre” (2015. Pág.277). En consecuencia, observamos que la
relación hombre-tecnología se ha dado de manera estrecha. Sin embargo, tal como
Heidegger señala, regularmente se cae en el olvido del ser, así que aunque esta relación
parezca estrecha ónticamente, ontológicamente es muy distante, por tanto, en la concepción
instrumental de lo técnico nunca se develará el ser del hombre.

2: El hombre como sujeto racional. Sabemos que desde el inicio de la modernidad, el


hombre es puesto como un sujeto solamente racional. Esto comienza en filosofía con
Descartes en donde pone el pensamiento racional como lo primordial en su conocido
Cogito ergo sum, (pienso luego existo). Además, teniendo en cuenta la época moderna, esta
supone el surgimiento de una nueva noción de razón ligada a lo que denomina Heidegger la
concepción del mundo como imagen y del hombre como sujeto, una noción de
conocimiento como representación, en donde el rasgo fundamental del pensar ha sido el
representar. Se usa un tipo de razón calculadora que objetiviza lo existente en un
representar que permite al hombre estar seguro de ello para poderlo manipular
técnicamente. “Pero la razón, la ratio, se despliega en el pensar. Como ser viviente el
hombre racional tiene que poder pensar cuando quiera. Pero tal vez él quiere pensar y no
puede. En última instancia, con este querer pensar el hombre quiere demasiado y por ello
puede demasiado poco” (1994. Pág.113). Las personas desde la modernidad usan su
pensamiento tan solo con la finalidad de progreso, por esto es un pensamiento eficaz,
calculador y mecanizado. De esta forma el hombre cree que piensa demasiado, cuando
esencialmente piensa muy poco, este pensar racional se despliega completamente del
pensar meditativo o esencial que es el pensar que Heidegger propone, por esto, nuestro
autor nos dice que el hombre moderno ha actuado demasiado con su idea de progreso, sin
embargo ha pensado demasiado poco.

En el momento en que se está presente con todo su ser se da el pensar, no obstante, el


hombre de la modernidad no lo está, por esto no es digno de percibir el ser, por estar
atrapado en un mundo de progreso sin estar presente con toda su existencia. “Todavía no se
ha convertido en digno de ser pensado por nosotros. Todavía no pensamos de un modo
propio” (1994. Pág.125). El hombre atrapado por la técnica y la producción no es digno de
este pensar, por esto el pensar da la espalda. En la modernidad, incluso puede decirse que la
razón queda siendo una "razón instrumental"; a esta definición ha contribuido la técnica
moderna con su "instrumentalización del hombre", en efecto, la razón del hombre ha sido
tanto industrializada como tecnificada. Heidegger hace esta crítica al hombre moderno
porque se cree que está pensando por el hecho de racionalizar todo, no obstante, el hombre
será digno del verdadero pensar cuando tenga tiempo para el tiempo contemplativo y no se
mantenga en una vida activa en donde no queda tiempo para lo esencial.

El verdadero pensar del cual nos habla Heidegger es en donde se puede cuestionar lo
esencial que es el ser. Él en su texto La época de la imagen del mundo nos habla sobre la
meditación como una forma de cuestionar el ser, en donde nos dice: “El cuestionamiento de
la meditación nunca cae en la ausencia de fundamento y la incuestionabilidad, porque
pregunta previamente por el ser. Para la meditación, el ser es siempre lo más digno de ser
cuestionado”. (1938, Pág.79). Esto nos muestra que el meditar se despliega completamente
del pensar racional de la modernidad, Heidegger hace de la meditación, o el pensar
meditativo, una forma contraria frente al pensar calculador como trabajo, ya que en el
meditar el tiempo reposa en sí mismo, es un tiempo de demora para cuestionar lo esencial,
más no un tiempo que corre sin cesar. Incluso, Byung Chul Han también nos habla sobre el
meditar y nos dice que “la meditación comienza cuando el pensar en el trabajo se detiene”
(2015. Pág. 344). El pensamiento meditativo se distingue del pensamiento racional y
calculador, sin embargo, el pensamiento en la modernidad se asimila cada vez más al
cálculo. Así pues, tenemos que en la modernidad falta tiempo para pensar y tranquilidad en
el pensar. La inquietud generalizada, la producción y el trabajo no permiten que el
pensamiento profundice, que se aleje, que llegue a algo verdaderamente otro. De ahí que
sea efímero, ya no se comunica con lo duradero y como el ser es duradero, no se comunica
con el ser, en efecto pensar propiamente, significa pensar el ser.

.3: El olvido del ser creando un sinsentido en la vida del hombre: Teniendo en cuenta
que la edad moderna solamente gira en torno a lo óntico, que solo se piensa lo presente,
observamos pues, que se piensa solo el ente y se deja a un lado al ser. Así pues, en esta
esfera de lo óntico la pregunta por el ser ha caído en el olvido dando primacía a lo ente. El
olvido del ser comienza entonces con la metafísica occidental en donde su planteamiento
gira en torno a ¿qué es el ente? Esto significa que el desarrollo de la pregunta metafísica
¿qué es el ente? es el desarrollo del olvido del ser. Además, como lo muestra Heidegger en
¿Y para qué poetas?: “Habitualmente nos representamos el ser a partir de lo ente”. (1946,
Pág.231). Con esta cita vemos que incluso se cae en el error de que cuando se pregunta por
el ser, se hace por medio del ente, ¿Qué es el ser del ente? Vemos que se pregunta por el ser
del ente y no tan solo por el ser. Este olvido del ser llega a su máxima expresión en la era
de la técnica, en donde con más fuerza se gira en torno a lo ente, a aquello que el sujeto
puede representar.

Únicamente donde lo ente se ha convertido en objeto del representar se puede decir de


algún modo que lo ente pierde su ser. “La era de la técnica es el momento de máximo
olvido del ser”. (2009. Pág. 31). En consecuencia, la técnica moderna, con su resultado de
los avances del conocimiento científico y del "progreso" del hombre, el ser se ha diluido
hasta llegar a su olvido; el hombre se ha tecnificado, y sin ser consciente de ello, como dice
Heidegger, se ha vuelto funcionario de la técnica. Observamos pues, la responsabilidad del
olvido del ser en la técnica, con el que el hombre se sumerge en un sin-sentido. Además, la
otra cuestión importante es que se da un pensar completamente racional y conceptual y de
esta forma no se piensa el ser, sino en el pensar meditativo y contemplativo. Por ende, la
ausencia de la pregunta por el ser conduce a que el hombre repose en un sinsentido.

Se habla de un sinsentido, porque el hombre no se encuentra en ninguna parte consigo


mismo, es decir, con su esencia. El sentido pertenece a la compresión del hombre y en su
profundidad a la comprensión de su ser. Siendo así, el hombre al estar sometido al tiempo
de las máquinas, no tiene tiempo para él mismo, en efecto, se da un sinsentido en la vida
del hombre ya que, por un lado, no se percibe ni se cuestiona lo más esencial que es el ser,
por lo que se quedan tan solo en lo superficial, entonces, la pérdida de sentido radica en el
olvido del ser. Por otro lado, se olvida el hombre mismo, el hombre no tiene tiempo para
centrarse en él mismo, no hay una comprensión del hombre dado que él mismo se reduce a
ser un trabajador y nada más. Así pues, concluimos con que estos tiempos de penuria,
tiempos del olvido del ser, son los tiempos del sinsentido, en donde el hombre se encuentra
perdido de sí mismo. El sentido es característica propia del Dasein. Sentido tiene el Dasein
por lo que es ser ahí, estar presente con toda su existencia, mientras que el hombre en la
modernidad es tan solo un DasMan, un sé, en donde no está presente él mismo con todo su
ser y su existencia, en donde el hombre no es él mismo. El Dasein se preocupa por ser un
ser auténtico, el DasMan tan solo es apariencia en el mundo, teniendo así un sinsentido en
su propia comprensión. El hombre es el único que puede buscarle un sentido a su vida, el
comprender es, en cierta manera, dar sentido. Pero estando atrapado por la tecnificación y
la industria moderna no lo hace, no se comprende a sí mismo, carece de tiempo para
hacerlo.

BIBLIOGRAFÍA:

- Heidegger, Martin. (1938). La época de la imagen del mundo. Madrid: Alianza


Editorial.
- Heidegger, Martin. (1946) ¿Y para qué poetas? Madrid: Alianza Editorial.

- Heidegger, Martin. (1994) ¿Qué quiere decir pensar? Barcelona: Editorial ODÓS.

- Heidegger, Martin. (1994). La pregunta por la técnica. Barcelona: Editorial ODÓS.

- Chul Han, Byung. (2015). El aroma del tiempo. Editorial Espa Pdf.

- Boburg, Felipe. (2009). Caminos. Heidegger y el problema de la técnica. Mexico:


Editorial UNAM.

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