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FRANKLIN
RAWSON
Historia y colección
MUSEO PROVINCIAL
DE BELLAS ARTES
FRANKLIN RAWSON
Historia y Colección
AUTORIDADES GOBIERNO DE SAN JUAN
Gobernador
Vicegobernador
Secretaria de Cultura
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Frente del Museo Provincial de Bellas Artes Franklin Rawson
Patio interior del Museo. Escultura de Bastón Díaz, Serie “De la Ribera” - 2009.
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El Museo
El museo y los desafíos de la historia
Virginia Agote
Directora del Museo Provincial
de Bellas Artes Franklin Rawson
Domingo F. Sarmiento
Pero esa concepción tuvo que ser revisada con el tiempo, incorporando activi-
dades tales como investigación, labores de documentación o administración de
sus archivos, sin perder de vista un permanente compromiso de comunicación
con su entorno y las vinculaciones con otras instituciones.
Orígenes e itinerarios
El círculo cultural constituido alrededor del coronel Luis Fontana tuvo una no-
table influencia entre 1900 y 1920 con relación al coleccionismo, la museo-
grafía y el desarrollo de las artes en un sentido profesional. El Ateneo Popular
Libre era la entidad con más proyección en el ambiente y organizaba, desde
el año 1931, los salones anuales de artes plásticas denominados “Salones
de Primavera”
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Integrantes de la Comisión José M. Pine-
da, Nello Raffo, Domingo Vidal y Eduardo do Garro (presidente), Dalmiro Podestá de Oro (vicepresidente), Fernando
Garro - 1942. Bermúdez (secretario), Alfredo Martín Palma (tesorero), Octavio Gil, Diego de
Huertos, Manuel Marín, Antonio de la Torre, Alfredo Cimorelli, Eduardo Carrizo,
Guillermo Mallea y José M. Pineda (vocales). Con el tiempo, se incorporaría
a la comisión una importante personalidad de la cultura sanjuanina: el artista
Nello Raffo.
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vanguardistas, generando en consecuencia un clima artístico excepcional con
proyección nacional.
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produjo enormes daños en su colección y, por otro, lo privó de aquel espacio
que se suponía definitivo y del que se había colocado la piedra fundamental
sólo un año antes.
El museo, entonces, fue reubicado en una casa alquilada a la señora Tecla Pós-
leman de Pósleman, en Avenida Libertador San Martín entre Salta y Santiago
del Estero. (un detalle curioso: la casa tenía sus muros interiores recubiertos
con tela de arpillera).
Más allá de los avatares propios de esta larga historia de peregrinaje, la institu-
ción incorporó siempre obras y colecciones. Las más recientes son de 1997,
con la donación del Dr. Armando Lagos, y en 1991 la del Dr. Marcos de Estrada.
Cabe recordar las donaciones de particulares: la familia Sormani, la Sra. Cesárea
Garramuño de Godoy, el Dr. Alberto del Carril, la Sra. María Romelia Bravo de
Agresti, el Dr. Washington Varando, la Srta. Margarita Gallastegui, el Sr. Gastón
E. Meyers, la Sra. Olga Tallone de Brizuela, la familia Herrera-Castro Nieva y el
coronel Luis Jorge Fontana.
A lo largo de los años, la sede definitiva no dejó de ser un sueño que pudo
materializarse recién el 13 de octubre del año 2011, con la apertura del
nuevo edificio que cumple con los objetivos y requerimientos que permiten
proyectar nuevos retos y líneas de acción. Fue el resultado de una política
cultural decisiva para el enriquecimiento del imaginario colectivo de los
sanjuaninos. La nueva sede reúne arquitectónicamente el pasado, desde
la puesta a punto y rediseño de las instalaciones en las que funcionara el
Casino Provincial; el presente y el futuro en la nueva construcción, que
si bien respeta formalmente el estilo de la arquitectura original, vertebra
Av. Rawson y General Paz. las actividades a través de su atrio central. Éste, con la forma de un prisma
transparente, integra el entorno, ya que permite la visión en todas las di-
recciones: a su patrimonio, a sus colecciones, a sus muestras temporales,
talleres y actividades de diversa índole.
Una vez relevadas las obras que componían el patrimonio histórico del Mu-
seo, surgió el desafío de diseñar, proyectar y disponer su exhibición, para lo
cual se convocó a especialistas en diversas áreas del campo del arte.
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Sala 1 - Exposición Identidad del Sur - 2011.
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Sala 1 - Exposición de Franklin Rawson
2013. El recorte de obras exhibidas no pretende ser definitivo. Todo lo contrario, ya que
la colección patrimonial está integrada por 1.300 piezas aproximadamente, entre
pinturas, esculturas, grabados, dibujos y obras contemporáneas tales como vi-
deos, fotografías e instalaciones, que se mostrarán en distintas instancias.
Un desafío permanente
Las ideas sobre institucionalidad del arte, industria cultural o circuitos de exhibi-
ción fueron cambiando hasta un punto en el que resulta pertinente interrogarse
sobre objetivos y estrategias para enfrentar desafíos y nuevas posibilidades den-
tro de un campo cultural complejo y apasionante.
Expandir límites
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El término expansión implica un trabajo constante y sostenido que el Museo Vacacionarte, actividades infantiles en el
debe propiciar: el patrimonio tiene que ser difundido día a día, para lo cual se Museo.
conciben programas educativos como “El Museo va a la escuela”, que preten-
de articularse con las actividades didácticas de escuelas y colegios; en base a
obras de la colección, o proyectos interdisciplinarios destinados a niños y ado-
lescentes (como, por ejemplo una serie de talleres de corta duración) durante
el período de vacaciones, de gran éxito, puesto que une dimensiones lúdicas
con las de aprendizaje que giran alrededor de las colecciones exhibidas.
Entre los proyectos que confluyen con estas ideas, están articulados aquellos que
suponen equipamientos de la biblioteca, como modo de generar espacios que
aspiran a constituirse en centros de estudio e investigación.
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Convenios e intercambios con prestigiosas universidades refuerzan el énfasis
en el aspecto educativo y de formación continua, como los que se han llevado
a cabo con la Universidad Nacional de San Juan, Universidad Nacional de San
Martín y la Universidad Nacional de Tres de Febrero, Fondo Nacional de las Ar-
tes y Secretaría de Cultura de la Nación.
Abriendo espacios
Este crecimiento no está en modo alguno libre de riesgos, ya que los pará-
metros que determinan qué es arte y qué no lo es, han sido puestos en crisis
desde hace largo tiempo. De todos modos, son esos mismos riesgos los que
constituyen una de las principales características del arte. Esa zona plena de
riesgos y desafíos, atraviesa la idea de museo, permite imaginar proyectos,
modos de acción, estrategias y modelos dinámicos y plurales, atendiendo a
una escena cultural compleja y en permanente cambio.
Bourdieu Pierre y Darbel Alain, El amor del arte. Los museos europeos y su público, Madrid,
Paidós, 2003.
Castilla, Américo (Comp.) El museo en escena. Política y cultura en América Latina, Buenos
Aires, Fundación TyPA, Teoría y Práctica de las Artes, Paidós, 2010.
BP 15. Primera Bienal de Performance Dickie, George, El círculo del arte. Una teoría del arte, Madrid, Paidós, 2005.
en Argentina, subsede San Juan, 2015.
Escobar, Ticio, Los desafíos del museo, en Aprendiendo de Latinoamérica, el museo como
protagonista, Trea, 2007.
Malosetti Costa, Laura, Arte e Historia, en El museo en escena. Política y cultura en América
Latina, Buenos Aires, Fundación TyPA, Teoría y Práctica de las Artes, Paidós, 2010.
On line: http://www.fundacionkonex.org/n619-
http://sanjuan.gov.ar/Default.aspx?nId=8342&cId=2
http://sanjuan.gov.ar/Default.aspx?nId=8002&cId=2
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Sala 1 - Exposición de León Ferrari - 2012.
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El Museo Rawson: un ejercicio de continuidad,
innovación y síntesis
Prof. Arq. Alberto Petrina
Profesor Titular de Arquitectura Argentina
(FADU - UBA)
Arquitectura y Función
Fue así que el patrimonio de arte argentino del siglo XX perteneciente al Raw-
son encontró una posibilidad de despliegue que le estuvo vedada durante
décadas y que, al visibilizarse, acabó por instalarlo entre las seis colecciones
públicas más completas y representativas en tal materia: detrás de las de los
porteños Museo Nacional de Bellas Artes y Museo Eduardo Sívori, y de la del
Museo Rosa Galisteo de Rodríguez, de Santa Fe; en relativa paridad respecto
de las del Emilio Pettoruti de La Plata y del Juan B. Castagnino de Rosario, y
por delante de las de los museos Emilio Caraffa de Córdoba, Casa de Fader, de
Mendoza y Timoteo Navarro de Tucumán.
Este lenguaje alcanza, sin duda, su punto más alto en el edificio del Correo
sanjuanino, pero su presencia se extenderá a muchos otros, entre los que se
cuenta el antiguo Casino Provincial (1964), obra del arquitecto Carlos Arias
Sanz. Esa imagen será rescatada desde el inicio por los autores del actual mu-
seo, Carlos Gómez Centurión, Gustavo Suárez y Asociados, quienes producen
así, a la par un gesto de homenaje a la estética moderna de mediados del XX,
una respuesta netamente contemporánea para las exigencias del nuevo desti-
no. Y si insistimos en el punto es porque consideramos que esta impronta de
continuidad y creación constituye uno de los aciertos capitales de su propuesta.
Veamos por qué. Una de las características más reveladoras del proyecto es su
carácter eminentemente recorrible, puesto que sólo se lo comprende cabal-
mente a partir de la sucesiva vivencia de espacios abiertos y cerrados que se Izquierda: Frente del museo.
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Hall museo.
suceden en este paseo, una verdadera promenade architecturale de estirpe corbu-
sierana. Es por ello que, a nuestro juicio, la memoria de época se verifica antes en
este acento de revaloración conceptual que en el mero recuerdo material provisto
por la columnata cilíndrica, o por el revestimiento de piedra laja en la base del sector
edilicio existente, aunque la elección de materiales y tonalidades concurre asimismo
a dotar de unidad al conjunto.
Por lo demás, cabe señalar que otro de los aciertos proyectuales es la generación de
diáfanas transparencias que permiten asimilar de un solo golpe de vista la composi-
ción general del conjunto; de este modo, a través del hall se establece una conexión
de apreciable valor urbanístico entre el frente principal del Museo –situado sobre la
Avenida Libertador General San Martín y abierto al Parque de Mayo– y la calle Lapri-
da, a su espalda, que queda así valorizada y visualmente incorporada al paisaje.
Biblioteca.
Párrafo aparte merece el auditorio situado en el subsuelo, al que también se ac-
cede desde el hall. Compuesto por un foyer y una sala con capacidad para 168
personas, permite complementar la función expositiva central del Museo con la
adición de un espacio específico apto para conferencias, seminarios y presenta-
ciones, cuya disponibilidad audiovisual incorpora a la oferta uno de los principales
soportes del arte contemporáneo.
Otro perfil especialmente notable del proyecto es que posee méritos funcionales po-
cas veces resueltos en otras instituciones. Uno de ellos –a nuestro criterio indispen-
sable– es la neta separación de las áreas de exposición permanente y temporaria,
acompañadas de depósitos específicos igualmente aislados entre sí. Esto permite
Restaurant. mantener en exhibición el magnífico patrimonio “estable” del Museo –que los fo-
rasteros anhelan siempre contemplar en una visita ocasional–, a la par que ofrecer el
Sala 2 - Exposición de Ramón Gomez necesario aporte de renovación, formación y divulgación agregado por las muestras
Cornet - 2013. temporales, clave para fidelizar la concurrencia y la participación activa del público local.
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Sala 1 - Exposición de Lino Enea Spilim-
A ello se suman otras razones, además de innovaciones técnicas infrecuentes en el bergo - 2012.
país. La sala y el depósito que contienen las obras de la colección están equipados con
un sistema contra incendio que evita el destructivo empleo de rociadores de agua, ha-
biéndose adoptado una solución a base de gas FM 200, que extingue la combustión
a partir de la supresión completa del oxígeno; a su vez, el depósito correspondiente a
la sala temporaria posee acceso vehicular directo desde el exterior, fundamental para
movilizar obras de gran tamaño, muy frecuentes en las exposiciones de arte contem-
poráneo. En cuanto al sistema de aire acondicionado, se optó por una variante humidi-
ficada, que contempla la incidencia del clima particularmente seco de San Juan sobre
las obras.
Pero sería injusto no señalar que a esto último ha contribuido, sin duda, otro acierto pa-
ralelo a los aspectos meramente edilicios. Y es que aún el mejor contenedor físico no
garantiza el óptimo desarrollo de las funciones que deberá albergar a futuro. Ese mé-
rito adicional debe ser atribuido a Virginia Agote, designada directora del Museo desde
antes de su construcción (2007), quien supo emplear provechosamente ese tiempo
previo para emprender una cuidadosa restauración del acervo patrimonial y definir el
rumbo de una gestión que debe ser evaluada por sus muy positivos resultados, pro-
ducto de un meditado equilibrio entre una oferta de grandes exposiciones de interés Vista aérea del Museo.
internacional, muestras antológicas de artistas de origen local, una sostenida actividad
de extensión e intercambio cultural y una enriquecedora política de colaboración con
otras instituciones y expertos del resto del país(2).
1 La larga amistad que nos une con Carlos está ligada a su San Juan natal y a uno de los
edificios aquí citados, ya que tiene su origen en la etapa proyectual del Centro Cívico provincial, Biblioteca.
a inicios de los años 70, cuando coincidimos en Buenos Aires como miembros de los equipos
asociados de proyecto (él en calidad de documentalista y yo de perspectivista).
2 Entre las exposiciones internacionales se destacaron las de Roberto Matta (2012) y Pablo
Picasso (2013); entre las dedicadas a los artistas argentinos sobresalieron las de Lino Enea
Spilimbergo (2012), Ramón Gómez Cornet y León Ferrari (2013), Carlos Alonso (2014) y
Liliana Porter (2015). Asimismo, y en tanto acción de rescate de pintores sanjuaninos, cabe
consignar la muestra dedicada al patrono del Museo, Franklin Rawson. En fin, la nómina reúne
una serie de nombres dignos de figurar en la programación de un museo metropolitano, y
resulta doblemente meritoria por la idoneidad técnica y logística que supone su concreción
desde una institución provincial.
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Arquitectura y Política
Pero no queremos cerrar este texto sin antes exponer una reflexión sobre la
vinculación entre política y arquitectura. Partimos para ello de una insuperable
definición de Octavio Paz, que no falta nunca en las clases de apertura de nues-
tra cátedra en la Universidad de Buenos Aires: “La arquitectura es un testigo
insobornable de la historia”. Pues a eso mismo es que aludiremos enseguida,
aunque antes de entrar en nuestro propio asunto extenderemos la mirada a un
paradigma cercano en el tiempo y en el espacio del subcontinente.
Sería imposible desconocer a la fecha que el único ensayo en escala 1:1 del
Sala 5 - Colección permanente. urbanismo moderno fue ejecutado como un todo integral en una sola ocasión:
Brasilia. Y Brasilia es la obra cumbre del urbanista Lucio Costa, del arquitecto
Oscar Niemeyer y…del presidente Juscelino Kubitschek (además, agreguemos,
de los cientos de miles de candangos(3) que la elevaron con sus manos y su
corazón). Sin el genio impar de Costa y de Niemeyer no se hubiese alcanzado
el resultado deslumbrante al que se arribó, pero sin la férrea voluntad política
–y financiera– de Kubitschek, ellos no hubiesen podido pasar de los planos
iniciales de 1956 a la asombrosa inauguración oficial de 1960, apenas cuatro
años después. Fue una suerte de alineación político-cultural de planetas: un
estadista brillante que convoca a los mejores artistas de su patria para concretar
un sueño de trascendencia nacional.
A otra escala física y geopolítica, San Juan es una de las regiones de nuestro
territorio en que el adagio de Paz encuentra un muy virtuoso reflejo local. Pero
en este caso surge asimismo un elemento de juicio adicional para abordar
el par dialéctico que estamos analizando, y es el que conecta los dos perío-
dos más trascendentes en materia de emprendimientos urbano-arquitectóni-
cos por parte del Estado: la primera y segunda presidencia del general Perón
(1946-1955) y las presidencias de Néstor y Cristina Kirchner (2003-2007 y
2007-2015), coincidentes con las tres gobernaciones del Ingeniero José Luis
Gioja (2003-2015).
3 Nombre dado a los obreros que construyeron Brasilia y, por extensión, a los migrantes de
todos los rincones de Brasil que se trasladaron allí con tal motivo.
4 Cabe señalar que el proyecto del Centro Cívico, así como el inicio de las obras, fueron
iniciativa de la primera gestión del gobernador Carlos Enrique Gómez Centurión (1971-1973),
pero ni la dictadura cívico-militar impuesta en 1976 ni la sucesión posterior de gobiernos
constitucionales pudieron avanzar más allá de la estructura. La decisión de dar continuidad y
culminación a la obra, así como de proveer su equipamiento integral, corresponde al primer
mandato del gobernador José Luis Gioja (2003-2007).
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Epigrafe epigrafe epigrafe epigrafe epi-
grafe epigrafe epigrafe.
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Sala 5 - Colección permanente.
Auditorio.
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Frente del museo de noche.
En cuanto al área de la cultura, cabe un reconocimiento aparte. Además del
Museo Rawson aquí tratado, la administración Gioja dejó en avanzado estado
de construcción otras dos obras que convertirán a San Juan en una ciudad
servida con una de las redes de infraestructura cultural más completas e inte-
gradas del país: se trata del Teatro del Bicentenario –con una gran sala lírica y
otra destinada al teatro de prosa– y del Museo Paleontológico, que además de
su específica función primaria cumplirá el rol de soporte físico del equipo de
investigación científica de Ischigualasto.
Este excepcional conjunto de obras dota a la ciudad de San Juan con un lote de
realizaciones en las que sobresale tanto la más acabada funcionalidad cuanto la
excelencia constructiva; esto nos habla no sólo de una gestión activa y respon-
sable, sino –lo que suele ser menos común– de un plan orgánico de gobierno
que proyecta su acción más allá de la coyuntura, diseñando una hoja de ruta
que contempla un desarrollo programático aplicable al resto del siglo.
Hemos citado antes a Octavio Paz, y cerramos ahora estas líneas con un prover-
bio de San Mateo muy a propósito para aplicar al asunto aquí abordado, ya que
ilumina el criterio con el que justipreciar el oficio terrestre de los hombres y los
trabajos que de él emanan: “Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen
uvas de los espinos, o higos de los abrojos? Así, todo buen árbol da buenos
frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No puede el buen árbol dar malos
frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. (...) Así que por sus frutos los cono-
ceréis” (Mateo 7:16-20).
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El arte sanjuanino del siglo XX en el MPBA-Franklin Rawson
Eduardo Peñafort
Profesor de Estética y Hermenéutica (UNSJ)
Las obras de artistas sanjuaninos que forman parte de la Colección han sido,
en gran medida, donadas por los autores o propietarios, puesto que sólo de
manera discontinua se organizaron certámenes y recién en los últimos años se
realizaron adquisiciones.
En los inicios del siglo XX se constituyó en San Juan un círculo de artistas plás-
ticos en torno a la figura del Coronel Jorge Fontana. Con excepción de Daría
Echagüe, el resto eran inmigrantes llegados a partir del último cuarto del siglo
XIX. Produjeron obras, impartieron lecciones particulares y varios de ellos se in-
corporaron a instituciones educativas de nivel medio. Arribaron con una forma-
ción técnico-teórica adquirida en sus lugares de origen, razón por la cual no te-
nían relaciones entre sí ni conocimiento de la cultura tradicional de la provincia.
Entre 1915 y 1920, Manuel Marín Ibáñez y Miguel Tornambé iniciaron dos ver-
tientes plásticas (o pictóricas) de acuerdo con sus diferentes conceptualizacio-
nes de la belleza y del arte. El primero defendió el naturalismo de la Real Aca- Diego de Huertos, “La ola de playa Sali-
demia de San Fernando de Madrid —de la que había sido alumno—, mientras nas” - 1941.
que el segundo postulaba un simbolismo de corte espiritualista.
La Colección cuenta con una pintura de Marín Ibáñez denominada “Día gris”,
fechada en 1934 y adquirida por la Comisión Provincial de Bellas Artes. El estilo,
distante del impresionismo, prosigue la línea de la “restauración española” de
fines del siglo XIX en el que predomina la solución romántico-académica del
paisaje, inicio del paisajismo sanjuanino del siglo XX. Sus obras, que comparten Olindo Dávoli, “Rincón de antigüedades”
la tendencia nacional de focalizarse en vistas rurales o agrestes consideradas 1939.
típicas, fueron admitidas en los salones nacionales.
El pintor Miguel Ángel Tornambé, hermano de Julián Tornambé —de quien el Mu- Izquierda: Luis Suárez Jofré, “Los Arnolfini”
seo posee dos obras (“Recién nacidos” y “Mañana en el corral”)—, había recibido 1974.
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formación artística de su padre, Miguel Tornambé. Dentro del naturalismo,
se puede advertir un tipo de empaste abundante, creación espacial de la
atmósfera, composición equilibrada por propósitos estéticos, divisionismo
del color y una solución reflexiva sobre la luz. Influye en su lenguaje el
conocimiento de las corrientes introducidas por los pintores argentinos
de la generación anterior, en particular de Fernando Fader. Se dedicó a
la pintura animalista, que le otorgó un temprano reconocimiento en la
provincia y éxito en exposiciones fuera de ella. Su obra “Recién nacidos”,
fechada en 1933, pintada al óleo y de pequeño formato, tiene como
motivos siete pollitos, mientras que la obra de 1955 incorpora el paisaje.
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Hasta el inicio de los 60, a través del Museo Provincial de Bellas Artes se
conocieron originales de los lenguajes artísticos, se fijaron tanto los parámetros
de la función del arte como los criterios para considerar la contemporaneidad de
las producciones y también se establecieron relaciones con otros centros urba-
nos del país. En conjunto con organismos no gubernamentales, como “Refugio”,
formaron a un importante grupo de aficionados, cuya actuación se prolongó has-
ta muy avanzada la segunda mitad del siglo XX.
Tal el caso del Dr. Víctor Beresi con un paisaje de su autoría, “Chimenea de la
Bodega Ahún” (1970), que forma parte de la Colección. Néstor Torresán, cultivó
el cubismo analítico fundado en un marco teórico de corte lógico matemático,
como lo muestra su obra “Estructura” (1980).
Una obra juvenil de Vicente Genovese, realizada en 1953, se ubica dentro del
paisajismo. Se puede descubrir la afinidad con el singular estilo y las búsquedas
pictóricas de Paredes. El autor fue vocal titular de la cuarta Comisión Provincial
del Museo de Bellas Artes Franklin Rawson (1955-1958). Si bien continuó el
paisaje, luego de 1960 incorporó el tema de los pueblos originarios y el folklore
mexicano, país en el que se radicó. Vicente Genovese, “Los chamulas (moti-
vo mexicano) Detalle - 1991.
Alfonso Terranova formó parte del grupo de paisajistas. De origen italiano, y au-
todidacta, distribuyó su tiempo entre el ejercicio de la carpintería y su afición a
la pintura. Compartió con los dos precedentes el gusto por la pintura al pleno
aire. El óleo “Casilla de emergencia”— un motivo de la reconstrucción—, realizado
en 1963, está resuelto en una perspectiva que amalgama el dibujo y el color
simplificados, en formas geométricas sintéticas, propias del realismo italiano de
la entreguerras.
Hacia 1948 arribó a San Juan el uruguayo Miguel Ángel Sugo. En Buenos Aires
aprendió el modelado en trabajos ligados con la decoración de edificios. Poste-
riormente se trasladó a Mendoza, desempeñándose como ayudante de Lorenzo
Domínguez en la Universidad Nacional de Cuyo. Realizó obras escultóricas en di-
versos materiales y lenguajes. Destacó su pericia especialmente en la fundición.
Federico Blanco es el más joven de los artistas que intervinieron en la escena Alberto Bruzzone, “La pose” - 1956.
artística de esta etapa y una bisagra en la transición entre la etapa justicialista
y los acontecimientos emergentes del desarrollismo sanjuanino. Se lo consi-
dera autodidacta, si bien en sus estudios de ingeniería recibió formación en
dibujo técnico. Antes de 1955 adhirió a posiciones nacionalistas y desarrolló
su actividad artística dentro del grupo tradicional sanjuanino. Obtuvo distin-
ciones (1949) y realizó exposiciones en Buenos Aires (1953) y fue prota-
gonista de la institucionalización de la enseñanza superior. La pintura al óleo
“Figuras en el balcón”, de 1966, da cuenta del diálogo que el autor mantuvo
con las líneas vanguardistas de la figuración que lo configura como un repre-
sentante de los renovadores.
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cuenta con dos obras de distintos períodos que demuestran la permanencia en
el lenguaje figurativo y el dominio del oficio: una talla directa en piedra denomi-
nada “Cabeza” (1947) y un hierro batido datado en 1990 bajo el título “Figura
alada”. En la primera obra se evidencia la proximidad estilística con el maestro
Domínguez, mientras que la segunda muestra la preferencia por el uso de la
chapa batida.
1 Benchimol, Silvia. El sutil universo de las formas. Revista Huellas. N° 4, año 2004. Pag. 70
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Auditorio Juan Victoria - 1970.
El arquitecto Mario Pra Baldi, formado en el mencionado Taller de Plástica, muestra
el desarrollo posterior de esa estética, que se había concretado en obras arquitec-
tónicas de importancia, por ejemplo en la construcción del Auditorio Juan Victoria,
donde fue colaborador. En la acuarela “Naufragio de la luna”, fechada en 1997,
se encuentran elementos figurativos, si bien el esquematismo, la composición y el
color responden a una gramática de abstracción geométrica.
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gráficas de Buenos Aires. En la pintura al óleo “Maternidad”, fechada en 1966,
se puede advertir la función del dibujo en la solidez de la construcción. El autor
reconoce la coincidencia con la perspectiva de Spilimbergo (con quien tomó
cursos en Córdoba), tanto sobre la autonomía del dibujo como en el sentido
exploratorio previo a la expresión en otros lenguajes.
La obra de Adela Cortínez, realizada en el año 2007, con las técnicas de agua-
fuerte, aguatinta y mezzotinta, es representativa tanto del desarrollo del grabado
local como de los procesos creativos de la autora. La imagen de “Disputationum
de Sancto Matrimonii Sacramento” se remite a un antiguo texto, aspecto cons-
tante en su producción, que trata la casuística sobre el vínculo marital. La conjun-
ción del monograma de la Compañía de Jesús con figuras referidas, entre otros
antecedentes, a los grabados eróticos japoneses, crean una atmósfera irónica.
Creó ilustraciones ambiguas puesto que de la composición emana un sentido
diferente aunque relacionado con el texto. Se trata de un paseo inferencial que
le permite develar su temple de ánimo.
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dalidad es no figurativa, la composición admite una lectura simbólica del deseo
de lograr lugares de encuentro más allá de la distancia y la exclusión.
Formó parte del cuerpo docente de la Cátedra Escultura Héctor Johnson, artista
sanjuanino, egresado de la Universidad Nacional de Córdoba. La pintura-objeto
“Ventana abierta al Villicúm”, realizada en 1986, utiliza un lenguaje atípico den-
tro de la producción del autor, mayormente escultórica y no figurativa. Héctor
Johnson fue una presencia frecuente y premiada en los concursos de escultura
del Chaco.
Cecilia Rabbi Baldi comparte la atmósfera estética que expresa el Manifiesto del
Grupo Colapso. La autora obtuvo el premio adquisición en un concurso convo-
cado por el Museo, pero la obra que se expone es “Nave central fin de siglo”,
realizada en 1999 con técnica mixta. Participa de la estética bright de los 90,
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recurriendo a la gestualidad, la diversidad matérica —de escasa tradición plástica
—, el trabajo artesanal sobre los materiales y la composición en exceso. Lo político
aparece en el modo de producción y no en la representación.
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serie de pinturas de montañas y yungas dentro de un proceso de experiencia
directa. Ya en los primeros trabajos el proceso contemplaba el diálogo con un
equipo interdisciplinario que forma parte de la obra como totalidad. Sus tra-
bajos han sido expuestos en Buenos Aires, Mendoza y Córdoba, así también
como en Chile y Ecuador.
Más por la coetaneidad de las perspectivas estéticas que por la difusión inter-
nacional de su obra, el recorrido por la colección culmina con la referencia a
cuatro autores menores de cincuenta años.
Eric Nobre donó una obra realizada en el año 2009 con técnicas mixtas. El mo-
tivo es un fragmento de la “Vanitas”, la vista anamórfica de la calavera incluida
en el célebre cuadro de Holbein. Representa la línea actual del regreso al tra-
bajo artesanal en función de la subjetividad del creador.
“La Susi”, una fotografía realizada por Tamara Wassaf, ingresó al Museo puesto
que obtuvo el Premio Adquisición Concurso de Fotografía Festival de la Luz - San
Juan, 2010. La autora despliega la iconografía de la vida cotidiana para rescatar la
posibilidad de su consideración artística. El “hacer ver” se ubica en la intersección
de la producción fotográfica con intención documental y las fotos de creación.
Ha sido expuesta recientemente en Madrid.
Coda
El panorama planteado no admite conclusiones, sólo indicaciones sobre la Federico Levato, “ OCHO”, de la serie
apertura no clausurada a la obra de artistas sanjuaninos en la Colección del Caprichos terrenales - 2012.
Museo Provincial de Bellas Artes Franklin Rawson. El rescate de la singularidad,
del caso, tiene como finalidad revocar el carácter de las obras como ejemplos
de grandes direcciones estéticas. A través del diferimiento de su determinación
general se supera la consideración de la alteridad como defecto y, desde ella,
es posible interpelar la naturaleza del arte mismo.
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Desarrollo del arte en San Juan desde principios
del siglo XIX hasta 1970 - Promotores y hacedores
Silvina Martínez
Magister en Artes Visuales
Durante el siglo XIX a partir de las décadas de los 30/40, la pintura de caba-
llete tuvo en San Juan un despliegue considerable, mayor tal vez que en otras
provincias argentinas periféricas como ésta; descollando a nivel nacional, con la
figura de Franklin Rawson. Este movimiento pictórico tuvo como principal pro-
motor a Domingo Faustino Sarmiento y se vio enriquecido por las enseñanzas
que algunos jóvenes recibieron de los pintores viajeros europeos, como Ama-
deo Gras y Raymond Quinsac Monvoisin.
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Procesa Sarmiento de Lenoir, “Retrato de
niña” - s/f - Colección Museo Casa Natal
de Sarmiento.
tono particular.
León Anchesteguy, “Aguador del Cairo”
- 1896. El neoclasicismo y el romanticismo, el arte académico y el naturalismo docu-
mental, influyeron en todo el país. La preocupación fotográfica impuesta por
los extranjeros condujo a un realismo algo afectado e impersonal, mezclado en
ocasiones con cierto ingenuismo local y un mayor o menor grado de adiestra-
miento técnico. Si pretendemos comparar con la pintura europea, debemos
ser conscientes de que nuestros pintores no tuvieron un entrenamiento aca-
démico exigente ni una tradición pictórica que les permitiera igualar en calidad
de oficio, el tipo de arte que pretendían de alguna manera imitar. Es difícil por
ello hablar de un arte absolutamente regional o autóctono, en esos tiempos,
al menos en el círculo de artistas que pintaba para las clases altas; quienes
exigían acercarse a concepciones importadas. Debe haber existido también
una pintura “popular”, de la cual no tenemos información y obviamente hubo
otro tipo de manifestaciones estéticas de corte más eventual, ya estudiadas por
Eduardo Peñafort.
Teniendo en cuenta esta realidad es que queremos destacar que San Juan
logró tener en ese siglo representantes muy significativos que reflejaron clara-
mente las exigencias y aspiraciones de la época; y también subrayar, como un
significativo suceso social, el hecho de que la mujer se dedicara a la pintura
y que varias sanjuaninas sobresalieran por entonces, concretando en parte el
ahínco de Sarmiento por lograr la emancipación de la mujer.
44
San Juan en 1920. El conjunto de artistas que nucleó se conoce como Grupo
Fontana, que funcionó como un círculo de voluntades con intereses similares
más que como una asociación con actividades sistematizadas. Allegados al
grupo estuvieron pintores como Jacinto Capuz a quien Fontana invitó a venir
desde la Capital, A. Pacheco, León Anchesteguy y el español Manuel Prieto,
quien instaló escuela en San Juan junto a Luis Brusotti, siendo maestros de Da-
ria Echagüe de Santibáñez, de su esposo, el chileno Guillermo Santibáñez y de
algunas señoritas. Santibáñez también enseñó dibujo y pintura y operó como
animador cultural. El pintor Manuel Marín Ibáñez, ni bien llegado de España,
conoció a Fontana, con quien estrechó una fuerte amistad.
En esta época, varios artistas de procedencia europea llegaron a la provincia, Manuel Prieto, “Paisaje” - Circa 1908.
aportando firmes conocimientos académicos. Entre ellos se cuentan, además
de los mencionados, Agustín Rodrigo tal vez el primero en arribar, Arturo Pe-
chuán, Miguel Tornambé, Nello Raffo y posteriormente, José María Lorda. Se
agregaron luego otros inmigrantes que aprenderían de los primeros, como Án-
gel Rodrigo y Vicenta Sastre y algunos jóvenes sanjuaninos: Santiago Raffo y
José María Pineda nacidos en 1911 y 1919 respectivamente. El italiano Alfonso
Terranova llegó en 1947 y el uruguayo Miguel Ángel Sugo en 1948. Diego De
Huertos lo hizo en 1927 y poniéndose en contacto con los artistas ya estable-
cidos, fundó con algunos el Grupo La Tribu, conformado principalmente por
Eduardo Lenzano y Meirás, Marín Ibáñez, José M. Pineda, Olindo Dávoli, Nello
Raffo, Julián y Miguel Ángel Tornambé.
Una iniciativa auspiciosa por parte del Gobierno provincial fue la creación de
la Primera Comisión Provincial de Bellas Artes, nombrada por Decreto del Po-
der Ejecutivo el 14 de diciembre de1934. Estaba integrada entre otros, por:
José M. Pineda, Eduardo Garro, de Huertos, Manuel Marín Ibáñez y Fernando
Bermúdez Franco. Esta laboriosa Comisión fue la responsable de la creación
del Museo Provincial de Bellas Artes —24 de noviembre de 1936—, concre-
tándose así otro viejo anhelo de Sarmiento.
Unos años antes se había creado ya el Ateneo Popular Libre, entidad que lu-
chaba por difundir las manifestaciones artísticas y que organizó desde 1931
los Salones de Primavera donde se llevaban a cabo conferencias, recitales
poéticos y otros eventos. Con este antecedente, la Comisión Provincial inició
Arturo Pechuán Navarro, “Don Jacinto”
con entusiasmo sus tareas tendientes a generar una mayor movilidad en el
1914.
campo del arte. En 1935, entre otras iniciativas, se organizó un acontecimien-
to de singular importancia, excelente preámbulo a la creación del Museo: la
exposición de obras premiadas en el XXV Salón Nacional de Artes Plásticas,
exhibido en Casa Italia, a cuya inauguración asistieron importantes artistas del
país galardonados en el Salón, como Lino Enea Spilimbergo y Pedro Tenti, y
el público tuvo la ocasión de disfrutar, entre otras relevantes obras, “La venus Grupo Refugio - 1942.
criolla” de Emilio Centurión.
“Refugio”, que fue luego presidido por Marina Moreno de Rodrigo, generó
múltiples acciones: la creación de talleres de arte, libres y gratuitos, en los
que totalmente ad honorem entregaron sus conocimientos Santiago Paredes,
Vicente Genovese, José María Pineda, Federico Blanco, Sugo, Jane Volpiansky,
Myrtha Chena, Ernesto Saunier y otras personas que compartían las inquie-
45
José María Pineda, “Silueta de suburbio” tudes de la institución dándole una personalidad y un estilo a la vida de San
1946. Juan de ese entonces.
Otra entidad que hizo apreciables aportes a la enseñanza de las artes fue la
Sociedad de Socorros Mutuos “Obreros del Porvenir”. Comenzó a gestarse en
1877 hasta que concretó la creación de una institución educativa: la Escuela
de Artes y Oficios, inaugurada en 1915. Fue creciendo lentamente a lo largo
de los años: a principios de los 60 se incorporaron los talleres de Dibujo Arqui-
tectónico y Dibujo Artístico, dictados por Nello y Santiago Raffo. Varios de los
pintores antes mencionados tomaron clases en esos talleres.
En muy apretada síntesis, podríamos decir que en esta primera mitad del siglo,
si bien el arte del retrato siguió practicándose, aparecieron nuevos géneros,
como la naturalezas muertas, las flores, los temas costumbristas y especialmen-
te el paisaje, campestre y suburbano. Además del óleo, la acuarela adquirió un
gran despliegue; la pintura al aire libre, que se inició en los años 30, cautivó a
los artistas y se generó una interesante escuela de grabadores.
46
El ISA logró cristalizar y resolver ideales, necesidades y apetencias largamente
soñadas en el medio cultural. En el área de Artes Plásticas ingresaron como do-
centes varios de los artistas ya nombrados, quienes habiendo bregado durante
años por la creación de una escuela de arte, vieron materializados sus sueños
con la introducción del desarrollismo, impulsado en el país por el presidente
Arturo Frondizi y en San Juan, por el Gobernador Américo García.
La década del 70, implicó un nuevo resurgimiento, con la presencia del Bachi-
llerato en Artes del Colegio Central Universitario y la creación de la Universidad
Nacional de San Juan (1973) y el Centro Polivalente de Artes (1974)
47
Más allá de San Juan - Introducción a la Colección
Roberto Amigo
1 La primera comisión, que funcionó con algunos cambios hasta los años cincuenta, estuvo
integrada por Eduardo Garro (presidente), Dalmiro Podestá de Oro (vicepresidente), Fernando
Bermúdez Franco (secretario), Alfredo Martín Palma (tesorero), Octavio Gil, Diego de Huertos,
Manuel Marín, Antonio de la Torre, José M. Pineda, Alfredo Cimorelli, Eduardo Carrizo y Guillermo
Mallea (vocales). Fuente: Libro de actas, diciembre de 1934, archivo MPBA Franklin Rawson.
2 Atribuido a Gerrit Van Honthorst, “Adoración de los pastores”, siglo XVII. Copias del siglo XIX:
anónimos de “Sagrada familia” de Murillo; “Cristo en la cruz” de Proud’hon, “Magdalena” de
Guido Reni, “La caridad de Andrea” del Sarto; Jules Carré, “La belle jardiniere” de Rafael. Pinturas
europeas del siglo XIX: Vincenzo Caprile, “Baños de mar”; Eliseo Meifren, “Guerra de Cuba”;
Charles Hourdad, “Duna”; Enrico Coleman, “Timor pánico (Arreando caballos)”, Evariste Luminais,
“Cazador del siglo XIV”; Federico Madrazo y Kuntz, “Auxilio a unos apestados”; Francisco Pradilla,
“Un trovador”. Pintura argentina: Martín Boneo, “Cabeza de joven, Cabeza de viejo”; Graciano
Mendilaharzu, “Jarrón de ónix y flores”; Severo Rodríguez Etchart; “El ramo“, 1885, “Estudio de
desnudo“, 1901; “Retrato de una joven“, “En familia“, “Naturaleza muerta“; Cayetano Donnis,
“Naturaleza muerta“, 1913, Alfredo Gramajo Gutiérrez, “La Rioja y Catamarca“, 1924; Antonio
Bermúdez Franco, “La tejedora“, 1925; Abel Laurens, “Baile y empanadas“, c. 1931; Ceferino
Carnacini, “Paisaje“ (marina). Pintura uruguaya: Domingo Bazurro, “Paisaje“, c. 1928. Las obras
provenientes del depósito en el Museo Provincial de Mendoza fueron las de Meifren, Hourdad,
Boneo, Donnis, Gramajo Gutiérrez, Bermúdez Franco, Laurens, Carnacini y Bazurro. Archivo
MNBA. Préstamos a San Juan, 1937-1949.
3 Eduardo Garro a Domingo Viau (director del MNBA). San Juan, 26 de febrero de 1944. Izquierda: Alberto Rossi, “La ciudad que
Archivo MNBA. Préstamos a San Juan, 1937-1949. surge”. Detalle - Circa 1926.
49
yectado por el arquitecto Nello Raffo —secretario de la Comisión Provincia—,
que tuvo que ser totalmente demolido. Recién en 2011, con diseño del estu-
dio de Carlos Gómez Centurión, Gustavo Suárez y Laura Elizondo, se inauguró
la actual sede definitiva. Así, el desafío en la historia del Museo fue no sólo
acrecentar el acervo sino también hallar los espacios adecuados de exhibición
y conservación. Las sedes provisorias en escuelas, a pesar de no ofrecer las
condiciones adecuadas, permitían subrayar el carácter pedagógico de la colec-
ción de arte, entendiendo la cultura desde el espíritu reformista de mejora de
la sociedad.
Jacinto Capuz, “La Laja, Baños” - Circa
1896. Sin presupuesto firme para compras de obras de arte, las primeras adquisi-
ciones no formaron un programa, sino que fueron aleatorias, acordes con el
naturalismo dominante: alguna obra local, otra de algún español del mercado
que exponía en San Juan luego del éxito en Buenos Aires, como es el caso de
Pedro Antonio Martínez en 1936. Por el contrario, las adquisiciones de 1941 y
1942 conforman ya un programa: la colección de arte moderno argentino legi-
timado en el Salón Nacional(4). La exhibición de obras del XXV Salón Nacional
en el Círculo Italiano de San Juan fue estratégica para difundir entre el público
la certeza de que era el salón el ámbito de construcción del arte argentino, al
que había que integrar los artistas locales.
Se conservan varias versiones del retrato del rey Charles I de Inglaterra por
Anthony van Dyck(7). La obra que nos ocupa es el busto, reducción mayor que
en los retratos de tres cuartos del estudio del artista, basados en el original de
1635-1637, destruido en el incendio de Whitehall en 1697. Este episodio hace
4 Véase sobre los salones: Marta Penhos y Diana Wechsler (eds.), Tras los pasos de la norma.
Salones Nacionales de Bellas Artes (1911-1989). Buenos Aires: CAIA-Ediciones del Jilguero,
1999. Diana B. Wechsler, Desde el salón. 100 años. Palais de Glace. Buenos Aires: Secretaría de
Cultura de la Presidencia de la Nación, 2011.
5 Jacinto Capuz, Manuel Marín Ibáñez, José Lorda, Agustín Rodrigo y su hijo Ángel, Miguel Ángel
Tornambé, Guillermo Santibáñez, Ramón Subirats. Sobre la acción y las disputas entre estos,
especialmente entre masones y teósofos (Tornambé) y católicos (Marin Ibánez), véase Patricia
Favre y Marcela Herrara, De autodidactas a académicos: La lucha por la institucionalización.
Mendoza y San Juan (1900-1950). En María Isabel Baldassarre y Silvia Dolinko (eds.). Travesías
de la Imagen. Historia de las artes visuales en la Argentina. Buenos Aires, EDUNTREF, CAIA,
2012 (Archivos del CAIA IV, vol. 2), pp. 463-533.
6 Christie’s, Londres, 7 de julio de 2010, subasta 7863, lote 129. La imagen invertida a la del
grabado y el museo de San Juan. Véase las notas del lote de la subasta.
50
Epigrafe epigrafe epigrafe epigrafe epi-
Peter Paul Rubens y taller, “Crist and infant Baptist” - Circa 1628.
Cornelis Gerritz Decker, “Paisage boisé avec cheval patre et moutons davant une femme” - Circa 1648.
51
Adam Silo (atribuido), “Marina Holandesa” - Mediados Siglo XVIII.
52
Escuela Cuzqueña, “El nacimiento
y los Desposorios” - Circa 1740 -1760.
53
especialmente relevante la pintura conservada en la Gemaldegalerie de Dres-
den –antes, en la colección imperial de Praga–, modelo utilizado para el retrato
de San Juan, de factura aparentemente tardía.
Del mismo modo deben estudiarse con mayor detenimiento el paisaje nórdi-
co de autoría consignada a Cornelis Gerritsz Decker, activo en Haarlem entre
1640 y 1678; y el lienzo anónimo titulado “San Bartolomé,” probablemente
italiano(8). Una marina con un barco holandés en primer plano navegando en
mar bravío constituye probablemente una alegoría del gobierno y la suerte de
los Estados(9). En el manejo de la luz, en la composición del cielo y en la factura
y posición de las naves recuerda las marinas de Adam Silo (Ámsterdam, 1674-
1760), seguidor de Ludolf Backhuyzen (Endem, 1631 - Ámsterdam, 1708).
El óleo sobre madera atribuido a Cornelius van der Veen, pintor alemán del
siglo XVII(10), muestra a dos jóvenes meditabundos, de aire melancólico, con
una calavera, imagen estilísticamente acorde con la influencia italiana en los
artistas nórdicos. Esta vanitas recuerda que el hombre cristiano vive engañado
al olvidar su condición mortal. La iconografía deriva de la del putto con cala-
vera originada en las medallas del veneciano Giovanni Boldú y difundida por
los grabados de Nicolás de Bruyn (1594) y Raphael Sadeler I (1590), a veces
con el agregado iconográfico del soplo de burbujas que afianza el sentido de la
vanidad y lo efímero(11), y en otros casos asociada a la melancolía. Habría que
indagar con más profundidad, además de la autoría, el significado de las tres
plumas, pero tal vez cumplan la misma función discursiva que las burbujas(12).
11 “Los pintores flamencos o alemanes asociaron al putto acompañado de la calavera con
la idea de muerte, melancolía, pereza o con cualquier concepto próximo a éstos”. Luis Vives-
Ferrándiz Sánchez, “Cuerpos de aire: retórica visual de la vanidad”, Goya, (342, 2013): 48. Véase
Horst W. Janson, “The putto with the death’s head”, The Art Bulletin (19/3/1937), pág. 423-449.
Agradezco los comentarios de José Emilio Burucúa.
12 Recuerda la obra de Franz Hals “El joven con calavera” de la National Gallery de Londres,
donde la larga pluma del sombrero cae sobre la calavera. El gesto de señalar el cráneo puede
observarse en distintas representaciones de San Jerónimo en su gabinete, o en los retratos de
Lucas van Leyden y Hieronymus Cock de Hendrick Hondius, Pictorum aliquot celebrium præcipué
Germaniæ Inferioris, effigies, 1610. http://www.courtauld.org.uk/netherlandishcanon/groups/
essay-woodall01.html).
54
liberalismo porteño(13). Su acción permite estudiar los vínculos entre el desa-
rrollo de las escuelas provinciales y la de Buenos Aires –como así también la
chilena– de su tiempo, y explica el papel de los desplazamientos de artistas
extranjeros y nativos en la formación del arte regional.
Rawson obtuvo sus primeros logros con los retratos de damas sanjuaninas. En
la colección se encuentra el retrato de busto de la señora de Durán, en el que
la obligación fisonomista se potencia con recursos simples, como la cabeza re-
cortada contra el cielo en lugar del fondo neutro. Rawson consiguió transmitir
el decoro de una matrona provincial; por ello la paleta contenida es también
solución narrativa, al igual que en la acuarela con el retrato de Juana Zavalla
de Lledós Capdevilla. La severidad de estas piezas se contrapone a la melan-
colía romántica de la camelia contra el pecho en el retrato de la señorita Paz
Sarmiento de Laspiur, sentada con elegancia en la silla americana(14). Trostiné
comenta que el retrato de la niña de la familia Sánchez “según la tradición san-
juanina” fue realizado “de memoria después de fallecida la niña en un trágico
accidente, basándose sólo en sus recuerdos y sin modelo”(15); y realmente
sobresale en la producción del artista, por el paisaje local, con las montañas y
el arroyo corriendo sinuoso hacia el río. La constante demanda de retratos de
niños muertos permite suponer que Rawson había logrado reconocimiento en
ese subgénero.
Antes de partir hacia su segunda estadía en Buenos Aires –la primera tuvo por
objetivo recibir lecciones de García del Molino a fines de los años treinta– reali-
zó el retrato de Cirilo Sarmiento y su familia, de 1855 (el mismo año de su gran
pintura de historia “Salvamento en la Cordillera”)(16). El retrato familiar tiene el
atractivo visual de los niños con sus elementos de aprendizaje, el logrado ritmo
que dan las manos y la particular relación entre las figuras paternas sedentes
y los niños de pie. Su valor se acrecienta si consideramos la escasa represen-
tación de retratos de grupo familiar en el arte argentino de su tiempo. Con la
caída del Antiguo Régimen los encargos de arte religioso quedaron relegados,
pero fueron recuperándose a mediados de siglo. La Inmaculada de Rawson,
una de las pinturas de mayor formato en su tiempo, sigue el tipo establecido
por Murillo y fue realizada “para reemplazar la de Cabrera, muy estropeada”,
como apunta Domingo F. Sarmiento en Recuerdos de Provincia(17).
Rawson tomó sus primeras y breves lecciones del francés Amadeo Gras en
1836, cuando éste hiciera su primera visita a la provincia –a la que retornó en
1845 en su recorrido sudamericano—. La mayoría de los retratos de aquella
primera estadía se encuentran perdidos y escasos son los conocidos de la se-
gunda(18), dentro de la cual debería ubicarse la obra atribuida del museo san-
juanino. Aunque no permite observar con claridad las dotes artísticas de Gras
–en particular las tonalidades del negro y el modelado de las facciones– esta
pieza recuerda al retrato de Catalina Piriz de Aguilar del Museo Histórico Nacio-
nal de Montevideo. Adolfo Ribera afirma que el pintor francés era poco atento
a lo anecdótico para privilegiar la fisonomía(19); sin embargo, este retrato sanjua-
nino parece ser una excepción en este sentido, pues cobra un valor capital para
13 Véanse los ensayos de Roberto Amigo, Alberto Sánchez Maratta y Eduardo Peñafort en
Benjamín Franklin Rawson. Historias, costumbres, retratos (cat. exp.). Museo Provincial de Bellas
Artes Franklin Rawson, San Juan, 2013.
14 Rawson retrató también a Gabriel Laspiur, marido de Paz. Esta obra se encontraba en la
colección de Antonio Santamarina. Rodolfo Trostiné, Franklin Rawson. El pintor. Buenos Aires,
[s.n.], 1951, p. 37.
17 Sarmiento se refiere aquí al pintor Tomás Cabrera. La apariencia de esta virgen colonial
debemos suponerla similar a la obra conocida del mismo autor en Salta.
18 Véase Mario César Gras, El pintor Gras y la iconografía histórica sud americana. Buenos
Aires, El Ateneo, 1946.
19 Adolfo Luis Ribera, El retrato en Buenos Aires 1790-1850, Buenos Aires: Universidad de
Buenos Aires, 1982, p. 167.
55
la interpretación de la pintura el libro abierto donde se observa el contenido
cristiano: las palabras “Francisco”, “Trinidad” y “Dios”, entre otras. El decoro de
la representación es ejemplar: ausencia de aspectos vanidosos como joyería
o engalanado vestido, acorde a las dotes morales manifestadas con el rosario
que pende del cuello.
56
conmemorativa “La Beneficencia”(20), de 1847, puede ofrecer algunas pistas. Si
bien en las colecciones argentinas no se conservan obras que desafíen y permi-
tan calibrar la calidad artística de Torres, se vislumbra su oficio en el retrato colecti-
vo “Composición”, titulado de esta forma tanto por considerarse un boceto como
por carecer de datos sobre la familia retratada. La obra recuerda al gran retrato de
la familia Zañartu de su maestro, realizado en 1844 (desde ya en escala menor
desde el formato a la cantidad de figuras). Dos detalles dan encanto a la tela: el
libro ilustrado del hombre y el ramillete de flores de la niña en traje de verano.
Son escasos los retratos de familia en el arte argentino y éste de Torres forma un
buen par junto con el de la familia de Cirilo Sarmiento de su condiscípulo Raw-
son. En la colección también se conservan retratos individuales de la mano de
Torres: el de Carlos Barboza y los de dos miembros de la familia Bravo.
El retrato de Basilio Nievas por Eugenia Belín Sarmiento, datado en 1929, aun-
que de fecha tan entrada en el siglo veinte pertenece formalmente a la pintura
decimonónica. Conocida Eugenia Belín principalmente por los célebres retratos
de su abuelo, su práctica estuvo regida principalmente por el entorno cultural
de su familia, ya que fue alumna de su tía Procesa, al igual que Magdalena
Bilbao. San Juan fue el territorio argentino con mayor presencia de artistas mu-
jeres en el siglo XIX, gracias a la tarea educativa de Sarmiento promovida desde
el Colegio Santa Rosa. Vale señalar, sin embargo, que aún persistía la conside-
ración de la pintura practicada por mujeres como el nivel superior de las tareas
femeniles, que debían conocerse para el decoro social y el sustento hogareño.
Entre los retratos debe señalarse un conjunto de cinco óleos, probable galería
familiar. Uno de ellos, de dama, de manera aislada ha sido atribuido a Prilidiano
Pueyrredón, sin fundamento y sin ponerlo en relación con los restantes. No
es posible arriesgar una atribución sin mayores estudios técnicos, pero es in-
teresante tener en cuenta, en un estudio más profundo, el retrato de Clorinda
Garmendia de Avellaneda de Francisco Romero, del Museo Sívori de Buenos
Aires. Lamentablemente no hay cuerpo de obras sustantivo de este pintor ita-
liano, dedicado a la enseñanza artística en Buenos Aires, que permita un cotejo Magdalena Bilbao, “Retrato de dama
formal de mayor amplitud. anciana” - 1893.
20 Museo Histórico Nacional, Santiago de Chile. Fue exhibida en la Universidad de San Felipe
en ocasión de un aniversario de la Sociedad de Beneficencia.
57
su obra. En la disposición de los elementos se advierte el ejercicio de taller: la
sandía ubicada centralmente armando la composición, más los distintos tipos
de frutas para trabajar color y texturas diversas.
Otro colmenero fue el español José Bouchet, presente en la colección con una
obrita trabajada en los dos lados de la tela. Aunque se titula “Mesa revuelta” co-
rresponde más bien a una suma de motivos, entre citas y apuntes naturalistas,
que denotan el espíritu despreocupado y festivo de las reuniones en “La cafete-
ra”, el taller de Bouchet donde comenzó La Colmena. Un busto femenino de su
autoría tiene el trazo del modernismo finisecular, al igual que una acuarela de
Severo Rodríguez Etchart, datada en 1896. Este último artista hizo el recorrido
desde las aulas de la Sociedad Estímulo de Bellas Artes, donde estudió con el
mencionado Romero, a la formación parisina. Aunque logró sus mejores obras
en un sensual y tardío orientalismo, también era capaz de captar con sutileza la
psicología del rostro femenino. La pintura de Carlos Verger Fioretti ofrece otro
tópico de la modernidad: la vida urbana del café. En 1904, cuando realizó la
pintura, ingresaba como docente en la Escuela de Artes y Oficios de Madrid.
Martín Boneo, uno de los primeros becados a Italia por el Estado de Buenos
Aires, realizó en los últimos años numerosas naturalezas muertas de irregular
factura, con frutos, flores y animales. Es probable identificar una de ellas en el
acervo. Se trata de una canasta de flores con un gato.
Otra obra de interés es una marina de Edoardo de Martino, quien había reali-
zado con Blanes el “Incendio del vapor América” en 1871. Este italiano alcanzó
alto prestigio en la pintura naval, desde su época en la armada italiana y luego
activo como artista en el Brasil, en el Río de la Plata y finalmente en Londres.
“El acorazado 25 de mayo” procede de la colección Marcos Estrada. Este barco
fue uno de los navíos ingleses encargados por el Gobierno nacional ante el
21 Véase Roberto Amigo, “El arte español en la Argentina entre el mercado y la política”. En:
Patricia Artundo (org.), El arte español en la Argentina 1890-1960, Buenos Aires: Fundación
Espigas, 2006, p. 23.
23 César Eduardo Quiroga Salcedo y Aída Elisa González de Ortiz. El terremoto de San Juan del
27 de octubre de 1894: sus efectos en el contexto cultural de la provincia, San Juan, Universidad
Nacional de San Juan, Facultad de Filosofía, Humanidades y Artes, 1987, p. 136.
58
probable conflicto militar con Chile. Fue botado el 5 de marzo de 1890 y
asignado a la armada argentina el 17 de mayo 1891 (por ello el cambio del
nombre inicial “Necochea a “25 de mayo”). La pintura –que no está data-
da– probablemente se realizó en Londres, donde el artista estaba radicado
entre ambas fechas mencionadas. El crucero armado 25 de Mayo fue pieza
clave en la postura armamentista para lograr la “paz acorazada” con Chile(24).
El pabellón nacional argentino bien visible en la tela refuerza el carácter na-
cionalista de la representación(25).
“Soldado expedicionario al desierto” de Francisco Cafferata y “Tasa (India fue- Antonio Alice, “Paisaje” - Circa 1912.
guina)” de Víctor de Pol, ambas de 1887, forman una interesante unidad narra-
tiva. El veneciano de Pol fue próximo a Sarmiento: realizó su busto del Museo
Sarmiento y el monumento de su tumba en Recoleta. “Tasa” integra una serie
de tipos nativos, como el mármol “Cacique pampa” del mismo año del MNBA,
institución que conserva otro ejemplar de “Tasa”. En San Juan, de Pol realizó
dos obras emblemáticas de la ciudad: el monumento a Antonino Aberastain y
“Alegoría de la Educación” dedicada a Sarmiento.
Por último, el bronce “Vidalita” (1901) del catalán Torcuato Tasso –radicado en
Buenos Aires desde la década de 1880– sirve de ejemplo de la presencia de
los motivos americanos en el tránsito entre los dos siglos, como variante de
una modernidad en clave local. Así, es útil pensar “Vidalita” en una misma línea
que incluye el monumento a Esteban Echeverría y la alegoría de la música en
el relieve del Arco del Triunfo de Barcelona. En el bronce de San Juan el logrado
desnudo apoya sobre una roca, con una estrofa de vidalita y una guitarra, una
síntesis expresiva de la relación entre cultura y tierra americanas.
24 Ricardo Burzaco, Acorazados y cruceros de la Armada Argentina, 1881-1982, Buenos Aires,
Eugenio B. Ediciones, 1997, p. 18 y ss.
25 En la colección puede observarse otra marina de barco militar, acuarela de 1917 del
abogado Alberto López, miembro de la Sociedad de Artistas Aficionados, al igual que Cupertino
del Campo y Carlos de la Torre, presentes ambos en la colección con paisajes rurales (el último
con una obra temprana de 1904).
26 De Antonio Alice, además, se encuentra en la colección un paisaje de costa, resuelto como
“manchas” sobre madera.
59
tín Thibón de Libian, los pescadores marplatenses al final de una jornada de
Cleto Ciocchini.
Del Grupo Nexus, una red de artistas que controló las instituciones en la primera
mitad del siglo veinte, el museo posee obras de Cesáreo Bernaldo de Quirós, Pío
Collivadino, Justo Lynch, Carlos Ripamonte, Alberto M. Rossi y Rogelio Yrurtia. De
Quirós, “pintor nacional”, la Comisión Provincial curiosamente optó, en 1942, por
uno de los paisajes de su viaje de 1932: “Cenit en el Canadá. Apoteosis crepus-
cular”. En su serie canadiense se aproximó a lo sublime de la naturaleza, posición
distante del expresionismo realista de colores saturados que lo identificara desde
la consagratoria exposición de 1928.
El paisaje urbano de Pío Collivadino representa una esquina porteña del sur de
la ciudad. La alta medianera del edificio y los carteles publicitarios contrastan con
las construcciones del pasado. Collivadino fue uno de los primeros artistas en
representar la transformación de la metrópolis, en algunas ocasiones de manera
fantástica (desde su regreso de Italia en 1906). La escena pintada incluye apun-
tes de costumbrismo urbano donde destacan vecinos y peatones sin la presencia
del transporte, tan determinante en la imagen moderna de la ciudad en otras
pinturas(31). Collivadino ejerció la dirección de la Escuela Nacional de Bellas Artes
con mano de hierro desde 1908 hasta 1944. Esta pintura de los años veinte fue
adquirida en 1942, cuando su influencia había declinado y el autor se encontraba
próximo a su retiro.
Alejandro Christophersen, “Una carta” - s/f.
La ciudad moderna, pujante hacia el futuro, está extraordinariamente planteada
en “La ciudad que surge” de Alberto Rossi, variante de “Buenos Aires” –premiada
28 Por ejemplo, en los nocturnos del MNBA, Museo Casa de Yrurtia, Museo Sívori.
29 Un recorrido similar del naturalismo al simbolismo realizó el pintor húngaro Bela Iványi-
Grünwald, presente en la colección con una escena de interior, menos habitual en su obra que la
pintura de género rural.
30 “Gaucho a caballo con guitarra” es la segunda obra de Ripamonte en la colección. La pieza
es perfectamente acorde con su intención canónica de fijar el tipo nacional.
31 Laura Malosetti Costa. Collivadino. Buenos Aires, El Ateneo, 2006. También como curadora:
Collivadino. Buenos Aires en construcción (cat. exp.), Museo Nacional de Bellas Artes, Buenos
Aires, 2013.
60
en el Salón Nacional de 1912– y reiterada en la tela central del tríptico Buenos
Aires, presentado al salón de 1926. Ésta última presenta los mismos edificios en
el fondo que en la pintura de San Juan.
De los argentinos seguidores de Hermen Anglada Camarasa, que formaron Jorge Beristayn “Autoretrato” - 1943.
escuela en Pollensa, se encuentran los luminosos paisajes de renovación
postimpresionista de Tito Cittadini y Gregorio López Naguil. El primero es la
imagen de la iglesia del pueblo catalán de Porqueres; el segundo, un caserío
rural(33). La pintura de plein air con vaporosas damas en jardines del arqui-
tecto noruego Alejandro Christophersen está presente con una acuarela que
presenta el motivo iconográfico de la lectura de una carta; la mujer que se in-
clina sobre su amiga recuerda a la de “La finlandesa” del Museo Nacional de
Bellas Artes. Obras tardías de Luis Aquino e Italo Botti señalan la perduración
de los paisajes regionales, que encontramos también en Atilio Malinverno,
José Antonio Merediz, Jorge Beristayn (la colección conserva un logrado au-
32 Eugenio Daneri 1881-1970. La mirada desde la sombra (cat. exp.). Imago; Fundación
Osde, Buenos Aires, 2008.
33 De López Naguil se conserva además “Paisaje de Ongamira”, de 1940, pintura de mayor
formato realizada en Córdoba cuando el autor era ya un destacado escenógrafo.
61
torretrato suyo de 1943(34)) y Enrique Muiño, este último más conocido como
actor, pero siempre presente en los salones con paisajes bien resueltos. Por
la misma senda transcurren los paisajes de Cupertino del Campo, del italiano
radicado en Córdoba Antonio Pedone y de los mendocinos Arturo Anzalone
y Fidel de Lucía.
Las adquisiciones intentaron, con amplitud de criterio, dar cuenta de las varia-
bles del género paisaje. Así, a las obras mencionadas se suman las serranías
cordobesas de Fray Guillermo Butler, señal de un idealismo religioso donde la
naturaleza es la manifestación de la creación divina. El riojano Estanislao Guz-
mán Loza y Manuel Coutaret –artistas que es necesario revisitar en la historia
del arte argentino– también buscaron en las formas sintéticas y el equilibrio
Enrique Muiño, “Moras en el aguadero”, del color la armonía del hombre con la naturaleza. En la misma línea se ubica
antes (Moras de otoño). - 1942. Guillermo Martínez Solimán, que trató asuntos de obreros y paisajes matéricos:
“Devastación” es un paisaje invernal, testimonio de la lectura humanista del
artista platense, con larga estadía en Europa desde los años veinte hasta 1934
(principalmente en Bélgica). Desde ya, no podían faltar las obras de Stephen
Koek Koek, tan del gusto de la burguesía argentina, con sus paisajes de tradi-
ción europea septentrional. La sensibilidad moderna de flores y árboles de la
libanesa Bibi Zogbé(35) y los jardines de espíritu simbolista de Miguel Burgoa
Videla señalan recorridos distintos para pensar la pintura sanjuanina.
Bibi Zogbé, “Cardos” - 1938. Los artistas mencionados, a pesar de su diversidad estética, se entendían como
representantes de la “tradición” frente al “arte nuevo” asociado primero a Emi-
lio Pettoruti y luego al Grupo de París, integrado por los artistas argentinos
que concurrían a los talleres libres de André Lhote, Othon Friesz y Antoine
Bourdelle bajo la impronta ecléctica de la denominada Escuela de París. En la
colección se exhiben obras de Héctor Basaldúa, Antonio Berni, Horacio Butler,
34 El año de ejecución coincide con la publicación del texto de José León Pagano, editado por
Espasa-Calpe. El año 1943 se destaca por sus sólidos retratos –entre ellos el de Karin Beristayn–
y por los paisajes de Bariloche, cambio en su preferencia habitual por las playas y los puertos.
35 Bibi Zogbé, Pintora de Flores (cat. exp.). Museo Provincial de Bellas Artes Franklin Rawson,
San Juan, 2012.
37 Otra obra de Güiraldes en la Colección es una tinta de escenas de costumbres rurales, de
factura lineal, con los paisanos tomando mate, para la edición de 1929 de Don Segundo Sombra
de Ricardo Güiraldes.
62
Raquel Forner, Víctor Pissarro y Lino Enea Spilimbergo. Desde luego, no es un
grupo homogéneo y, más allá de su común programa modernizador del arte
argentino –que los agrupó en exposiciones colectivas–, las tensiones políticas
activaron rupturas entre ellos, principalmente entre liberales y comunistas, pero
también suscitaron nuevos encuentros en su común oposición al avance cultu-
ral del fascismo. Las suyas fueron obras de fuerte construcción plástica, que sin
retornar al clasicismo postulaban una doble distancia: la primera respecto de la
tradición del “arte nacional”, la segunda respecto de las rupturas vanguardistas
(salvo las fases futurista de Pettoruti y surrealista de Berni). Así, el resultado es
una imagen equilibrada, armónica, que permite ser comprendida como pintura
moderna por el espectador, sin causar el rechazo de la incomprensión. Es habi-
tual mencionar el retorno al orden para la pintura de entreguerras; sin embargo,
localmente nunca existió una ruptura que obligase a proponer un retorno, ni
se había generado un distanciamiento radical con el público de arte, que aún
estaba en formación.
Entre las pinturas más destacadas del acervo se cuentan “La niña” de Antonio
Berni y “Madre” de Raquel Forner, adquiridas en 1941. La primera integra una
serie de retratos femeninos con el aire melancólico de entreguerras, que en el
caso de las niñas concluye en el de su hija Lily, premio del salón de 1943. Berni
realizó “La Niña” en un tiempo clave de su producción: mediados de los años
treinta, cuando realizaba su gran proyecto de pinturas sociales y definía su pro-
grama del nuevo realismo. El rostro de la niña lo reitera luego en “El gato gris”,
del Museo de Tandil; la singularidad de la obra sanjuanina es que el recorte de
la figura se hizo por debajo de las rodillas, y además cuenta con un fondo con
mayores matices. A esto se suma un tratamiento más plástico de los drapeados
del vestido. Desde luego, la guitarra infantil sobre las piernas otorga un detalle
que carga de intimidad a la imagen distante.
63
universal, a la par que echa raíces entre sus pies. Las casas derruidas, las co-
lumnas partidas, las rejas desmontadas y los cuerpos de los caídos son moti-
vos recurrentes. La presencia de Forner en la colección incluye “La génesis del
hombre nuevo” de 1974, cuando su esperanza se había desplazado de la tierra
al cosmos.
El amplio panorama de los años treinta y cuarenta se potencia con artistas ac-
tivos en el salón y la enseñanza artística. Éstos contaban con una gran resolu-
ción plástica asociada a la tradición, aunque su naturalismo había absorbido las
recetas modernas como la volumetría de las figuras, las perspectivas múltiples
y los planos rebatidos. “Eduardo” de Emilio Centurión, es un retrato de adoles-
cente de 1934 adquirido en 1942 y probablemente elegido por la Comisión
Provincial para exhibir como obra contemporánea a la Venus criolla, pero que,
sin duda, posee calidades plásticas propias, como la construcción del espacio y
el alargamiento de los brazos que afirman la composición triangular. La misma
fortaleza compositiva muestra el desnudo masculino, melancólico, presentado
en el Salón Nacional de 1935. Hacemos referencia a la pieza de Adolfo de
Ferrari –artista elogiado entre sus pares, en particular por Antonio Berni, quien
ocupó el mismo sitial en la Academia Nacional de Bellas Artes– en la que el
modelo se encuentra en un espacio conformado por volúmenes abstractos,
clara expresión de una figuración que comprende la clave moderna desde el
equilibrio y la armonía. El mismo hombre aparece en otra pose de estudio en
“Figura”, salón de 1934, reiterado en sucesivos salones. Resolución similar pre-
senta la obra de Francisco Vidal “Figura de muchacho”, enviado al salón en1933
(n. 212), en contrapunto con una figura de niña. Vidal incorporó una naturaleza
Guido Amicarelli, “Elisa” - 1941. muerta al lado del joven: aviso de la perdurabilidad de la enseñanza tradicional
de los géneros frente a la autonomía de los valores plásticos.
Raúl Soldi, en su estadía en Milán entre 1923 y 1932, se relacionó con la re-
novación figurativa del norte italiano (Avanguardia Artistica, Il Milione). La evo-
lución de su pintura es semejante a la de los chiaristi lombardos: sutileza del
color y formas amables. Soldi mantuvo una posición evasiva frente al fascismo,
distante del discurso político. Desarrolló un repertorio de figuras femeninas re-
sueltas desde la relación rítmica de línea y color, aspirando al lirismo y la gracia.
“Maternidad” de 1937, que presenta una mujer embarazada (estado que per-
mite subrayar su predilección por las formas curvas y blandas), se relaciona con
“Bajando la escalera”, donde aparecen madre y niño. Ambas fueron el envío al
Salón Nacional de 1937 –la obra de San Juan con el título Figura (n. 299)—
Este purismo figurativo, que sugiere un diálogo con el primitivismo italiano, tie-
ne otro ejemplo en la colección con la escena de juego de niños ecuestres de
Primaldo Mónaco, premiado en el Salón Provincial de 1956.
39 Guillermo Whitelow, Fermín Févre y Diana B. Wechsler, Spilimbergo, Buenos Aires, Fondo
Nacional de las Artes, 1999.
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“Composición” es, sin duda, una de las mejores pinturas de Enrique Borla, en
constante tensión entre el realismo y la interpretación alegórica(40). Sin embargo
su obra se desarrolló hacia lo anecdótico, como en “El espejo”, tres años poste-
rior. La formación italiana de Borla, a comienzos de los años treinta, se percibe
con claridad en la búsqueda de monumentalidad en el desnudo, que remite
a las sibilas de Miguel Ángel. La idea constante de una tensión entre realidad
cotidiana y extrañamiento se constituye como una marca de su tiempo –que
se encuentra también en “Esquina” de Gastón Jarry y “Rincón íntimo” de Raúl
Mazza, ambas presentadas en el mismo salón de 1940 (ns. 141 y 191)(41). Ana
Weiss de Rossi y Francisco Vecchioli representan los extremos formales aptos
para ingresar al salón: la primera, afirmada en el naturalismo; el segundo, en las
fórmulas controladas del arte nuevo. En este sentido es interesante el transcur-
so de la obra de Salvador Stringa: de la estética del paisaje nacional de los años
veinte hacia los paisajes urbanos estructurados en planos, bajo la impronta de
Spilimbergo. El más interesante de ellos, “La esquina de enfrente”, del Salón
Nacional de 1937 (n. 307), se encuentra en la colección.
Otros artistas utilizaron los recursos plásticos del arte nuevo a la vez que defen-
dían la pintura de asuntos desde otros derroteros de lo moderno, construyen-
do otras genealogías y marcos de referencia. La mujer ensimismada con una
manzana verde de Alfredo Guido presenta una monumentalidad contenida, no
exenta de sensualidad. Guido es una figura central de las artes visuales durante
el peronismo, período en que se desempeñó como director de la Escuela de la
Cárcova. Al igual que ocurrió con Enrique de Larrañaga y Adolfo Montero(42), la
adscripción ideológica llevó su obra al ostracismo luego de 1955. Entre los re-
tratos de Larrañaga –quien optó por la tradición moderna española, en particu-
lar de Gutiérrez Solana– sobresalen los dos dedicados a su mujer Isabel Roca.
Ambos están fechados en 1937, año de su casamiento, uno en San Juan y el
otro en el Museo de Bellas Artes de La Plata (este último obtuvo una medalla
en la Exposición Universal de París de aquel año). Larrañaga retrata a su mujer
como artista: en tonos fríos en un caso, cálidos en el otro. En el retrato de San
Juan la tela está colocada sobre el caballete, e Isabel está pintando la naturale-
za muerta dispuesta en el plano inferior de la pintura, a diferencia del cuadro
platense donde es representada en actitud pensativa. De este modo, ambos
retratos forman un programa sobre el arte de la pintura como pensamiento y
práctica. En las naturalezas muertas de Isabel Roca, alumna de Forner, se per-
cibe la influencia de Larrañaga. Es raro hallar una obra de Roca en colecciones
públicas ya que, lamentablemente, abandonó temprano la pintura profesional.
Un artista próximo a Larrañaga, compañero de proyectos de murales en los
años treinta, es Ernesto Scotti, tan relevante en su tiempo. “La niña Cleo” de
1943, tal vez una artista de circo, es una de sus clásicas figuras sedentes. Los
temas circenses fueron compartidos por Larrañaga y Scotti, y ambos obtuvieron
con ellos premios en el Salón Nacional.
Lorenzo Gigli, en su etapa de mayor producción (fines de los años veinte), recu-
peró su tierra natal de Recanati, de donde había emigrado de adolescente. Este
reencuentro con lo ancestral potenció a su regreso a Buenos Aires, en 1932, la
representación idealizada de su familia, del contenido religioso y místico, de la
vida de los sectores populares. Desde fines de los años treinta, probablemente
por el impacto de la guerra, realizó pinturas de fuerte dramatismo sobre el deve-
nir de la humanidad, como “Inmigrantes”, “Balsa” y un conjunto formal y narrativo
que integran obras como “Esto matará a aquello” y “Pánico”. Esta última, en la
colección del Museo, representa la estampida de campesinos y animales de una
aldea con un incendio al fondo de la tela.
Otros artistas de los años cuarenta han quedado relegados desde los criterios
autónomos del arte moderno, encerrados entre los movimientos de vanguardia,
pero a su modo proponían sutiles renovaciones formales dentro de la “acade-
mia”. Algunos de ellos se vieron insertos en las etapas propias del desarrollo
del arte en las provincias, como el sanjuanino Santiago Paredes y el entrerriano
41 La obra de Mazza participó luego del Primer Salón de Artes Plásticas de Empleados Públicos.
Liga Argentina de Empleados Públicos, 1940, núm. 17.
42 La obra de Montero en la colección es una pintura de tipos chiriguanos, próxima a la estética
de sus ilustraciones y murales, distante de los grabados pioneros en temática social.
65
Arturo Gerardo Guastavino (en la colección, su autorretrato de 1939); otros, ali-
neados en la defensa del “oficio”, como el elegante colorista Guido Amicarelli. La
renovación del naturalismo puede explorarse en las mencionadas obras de Borla,
Mazza y Jarry, entre otros; y en las naturalezas muertas de Roberto Rossi, Manuel
Musto y Alberto Trabucco. Estas piezas logran representar el tiempo detenido,
desplazando tanto el ejercicio académico como la vanitas del género hacia la
evanescencia, la imagen introspectiva. La más notable en este sentido es “Calas”
de Musto: la habitual composición del ramo de flores en un jarrón puede com-
prenderse desde la cercanía del artista a la enfermedad y la muerte(43).
Por el contrario, las naturalezas muertas de Emilio Pettoruti son problemas plásti-
cos organizados en series (“Soles”, “Copas”) resueltas, generalmente, con pocos
elementos: una mesa sobre la que descansan objetos facetados en planos, el
fondo con ventana o muro (en algunos casos con tratamientos de superficie que
simulan empapelados), superficies definidas por un plano amarillo representa-
tivo de la luz del sol. De este modo, una idea escenográfica sostiene la compo-
sición, armónica y estructurada, controlada espacial y tonalmente, y acorde con
los postulados de los cubistas de salón. Pettoruti representa la idea de la luz au-
tónoma sobre objetos sólidos en un espacio claramente determinado. Este pro-
blema es factible rastrearlo, con soluciones diversas, desde el collage “Lacerba”
de 1915, continuando por “Sombra en la ventana” de 1925, con perspectivas y
Arturo Gerardo Guastavino, “Autorretrato” planos innovadores. Luego en los años treinta, con el plano rebatido de la mesa
1939. y la tensión entre la abstracción y lo mimético, hasta llegar a su formulación re-
suelta, reiterada en las obras de la primera mitad de la década del cuarenta. “Sol
sobre la mesa” de 1943, se relaciona específicamente con “Sol temprano” y “Sol
de mañana” del mismo año y “La naranja” de 1944. En todas ellas el autor repre-
senta la guitarra de manera lateral, no tan frontal como en “La guitarra” de 1942
o “Interior” de 1940, o en las naturalezas con guitarras que realizó entre 1947 y
1951, antes de su última fase en la abstracción.
“Composición”, de Juan Melé, es una presencia solitaria entre el dominante arte figu-
rativo de la Colección(45). De su etapa temprana se halla una naturaleza muerta, más
próxima a Henri Matisse que las conocidas de 1942 y 1943 de influencia cubista.
Bajo el impacto de la muestra de arte concreto en la casa de Tomás Maldonado en
1945, Melé se sumó a la defensa de la “presentación” contra la “representación”, de
la “invención” frente a la “ilusión”, postuladas por la Asociación Concreto-Invención.
En “Composición”, de 1947, las formas recortadas se encuentran pintadas sobre la
superficie del plano, generando diagonales y planos color. Por otro lado, en el acervo
se hallan obras de sus posteriores estadías en París, Nueva York y Buenos Aires, reali-
zadas entre 1976 y 2008. Una obra tardía de Carmelo Arden Quin, “Tableau Object”
del año 2000, se incorporó recientemente a la colección, al igual que “2 efigies con
zócalo” de Alfredo Hlito, fechada en 1985, de formato menor pero ejemplar de la
serie de las efigies. De este modo es factible aproximarse, junto a las obras de Melé,
al derrotero de los artistas no figurativos de la vanguardia de los años cuarenta.
43 “Calas” ingresó al Museo por el legado testamentario (24.08.1940) ejecutado por la
Dirección Municipal de Cultura de Rosario en 1941. R-E. Montes Bradley, El camino de Manuel
Musto, La Plata, Hipocampo, 1942, p. 180. Juan Filloy, en el prólogo: “La decisión de Musto de
legar sus cuadros a los museos del país adelanta la certeza de una comunidad estructurada en
criterios más decentes.”, ibídem, p. 22.
44 Gabriel Peluffo Linari,. Historia de la pintura uruguaya, Montevideo, Ed. de la Banda
Oriental, 1995.
45 Véase Gabriela Siracusano, Melé, Buenos Aires, Fundación Mundo Nuevo, 2005.
66
ción, entendidas como un mismo orden pictórico, al igual que en la obra posterior del
platense Domingo Gatto. Mario Giordano la Rosa, luego de pintar suburbios portua-
rios, realizó obra de clima surrealista como “Gran Usina” de 1930. En los años cua-
renta optó por el arte no figurativo, etapa que ejemplifica “Fuerza excéntrica”, una de
las escasas obras abstractas en la colección. Giordano la Rosa, luego, fue integrante
de la Agrupación de Arte No Figurativo que congregaba a geométricos e informalistas.
46 Luis Seoane a Francisco Fernández del Riego, Buenos Aires, 14 de julio de 1955. Consello
da Cultura Galega, Epistolarios. En línea: http://epistolarios.consellodacultura.org/epistola.
php?MM=455.
47 Los vínculos de Rocha con San Juan se establecieron en su monumento mejor logrado,
el dedicado al doctor Guillermo Rawson en Buenos Aires, inaugurado en 1928. Las cabezas
de tipos sociales tuvieron gran aceptación en las primeras décadas del siglo XX, destacándose
Riganelli; pero vale mencionar, en la colección del museo, la de Constante Orlando Paladini.
67
figuras mitológicas –con el modelado de la torsión del cuello y la cabeza– ex-
puestas a su vuelta de Europa, donde se formó bajo la estela de Rodin como
muchos en las primeras décadas del siglo. Lagos realizó los grupos escultóricos
de la entrada del Instituto Félix Bernasconi, en el barrio de Parque Patricios de
Buenos Aires. Junto a ellos se encuentra el monumento a Sarmiento de Pedro
Zonza Briano, inaugurado en 1923. La figura del prócer parece surgir promi-
nente desde el interior de un cráter montañoso. En la colección sanjuanina se
encuentra el modelo en yeso, datado en 1917.
Otra maqueta para monumento es la realizada por José Fioravanti para el Mo-
numento a la Bandera(48). Corresponde a “Los Andes”, representación de una
de las regiones que se encuentran ubicadas a los lados de la “Patria Abandera-
da” de Alfredo Bigatti. “Los Andes” se encuentra simbolizado con el hombre de
la montaña, a pie, que lleva de las riendas al caballo. El conjunto del monumen-
to simboliza la nave de la Patria como mensajera cristiana surcando el mar de
José Fioravanti, “Maqueta para Los An-
la eternidad del pueblo auténticamente americano. La elección de la maqueta
des, Monumento a la Bandera” - Circa
de Los Andes asume su referencia a la geografía sanjuanina. Es certera la frase
1940.
de Leopoldo Marechal en el prólogo a la obra de Fioravanti: “La obra de arte
sería, pues, el fruto de una lucha y de una reconciliación, en el cual el artista
logra su objeto y la materia salva su decoro”(49). La maqueta de la colección
da cuenta de lo adecuado de este juicio literario.
48 El proyecto lo integraron los arquitectos Alejandro Bustillo y Alfredo Guido, más los
escultores Alfredo Bigatti y José Fioravanti. El diseño es de 1939-1940 y la inauguración se
concretó en 1957.
50 V. Trofinov y B. Polevoy, Stephan Erzia, Leningrado, The Mordovian Picture Gallery, Aurora Art
Publishers, 1975. Catalina Fara. “Stephan Erzia en la Colección del Museo de Bellas Artes de La
Boca Benito Quinquela Martín”. En AA.VV. El escultor ruso Erzia y la Argentina. Moscú, Fundación
Internacional Erzia, 2010, pp. 39-44.
68
para sus obras a partir de 1940. Por lo tanto, es probable que la haya reali-
zado directamente para su adquisición desde el vaciado de la obra de 1934
en piedra reconstituida. Esta última fue expuesta en la Rural para la muestra
del IV Centenario de la Fundación de Buenos Aires, y en el salón rosarino de
1935. Ahora se encuentra en la Fundación Antonio Sassone y se considera
una de las obras más logradas del artista. Destaca por la torsión forzada de
la figura de la práctica académica(52) y por la búsqueda de unidad entre la
ejecución formal y el asunto –que luego afianzó en “Armonía” de 1937, pre-
mio composición del Salón Nacional–, aspecto también remarcable en otra
escultura del museo:”Despertar”.
En el Salón Nacional de 1935, Pedro Tenti, otro escultor de origen italiano, en-
vió una de sus obras más ambiciosas realizadas hasta entonces: “En la playa”,
modelada en yeso (n. 290), con la que obtuvo el Primer premio en la sección
escultura. Diez años después “En la playa”, facturada en cemento, fue adqui-
rida por la Comisión Provincial. La composición de la figura femenina sedente
estaba resuelta acorde con el clasicismo escultórico imperante en los años
treinta(53). El interés de que los escultores premiados en los salones figuren en
la colección sanjuanina se afirma con la adquisición de obras de Carlos de la Donato Proietto, “Retrato de Lily Bortini
Cárcova (el relieve religioso “Anno Domini” de 1938) y Donato Proietto (retrato de Hernandez” - 1937.
escultórico de Lily Bortini de Hernández presentado al salón de 1937, n. 254).
52 Obras de composición similar presentaron al salón nacional Ricardo Musso (“Pesadumbre”,
en 1925), Juan Grillo (“Crisálida”, en 1936) y Héctor Rocha (“La Noche”, en 1942); cuestión que
indica la versatilidad de interpretaciones de una similar pose escultórica.
53 Tenti parece emular la similar figura masculina “Remero en descanso”, con la que había
obtenido Aquiles Sacchi el premio en 1931. Sin dudas ese clasicismo se subraya con “Pastor” de
Carlos de la Cárcova, premiado en el siguiente salón, y tiene su conclusión próxima a la estética
nacionalista europea con “La raza” de José de Luca en 1939.
54 Es central en esta estrategia discursiva, Alfredo Guido con “La chola desnuda” de 1924
(Museo Castagnino de Rosario). En esta obra el autor utiliza la iconografía de Venus tendida en
el lecho pero la interpreta en clave americana, fusionando la iconografía europea del desnudo
con la raza americana para sostener un nuevo modelo de belleza, cuyo programa fue expresado
claramente en “La Venus criolla” de Emilio Centurión (MNBA) en el salón nacional de 1935. En
la escultura el paralelo con la pintura de Centurión puede aplicarse a “Eva” (1940) de Ricardo
Musso, aunque logró el Gran Premio Adquisición al año siguiente con la retórica “América”. En el
salón de 1945 fue premiado Hilario Vozzo por una “Venus americana”, señal de la persistencia
de esta iconografía. Esta imagen adquiere una retórica mayor en “Fragmentos” de Troiani en la
colección del Museo, y en “Raz” del mismo artista. La fuerza volumétrica de los tipos nativos
sobresale en la obra de Nicasio Fernández Mar. Francisco Marini con “Fetiche”, salón de 1944, cita
abiertamente a Troiani, con la mujer indígena sosteniendo un ídolo. Las esculturas presentadas
por Lucio Fontana ponían en quiebre esta tradición retórica, más aún al ser premiado en 1944
por “Mujer herida”.
69
innegable oficio pero en una estética residual para su ejecución en 1940 (fun-
ciona como par del autorretrato del artista esculpido en 1927), y muy similar al
busto dedicado a su madre en 1941(55). Ese año, Chiérico había sido premiado
en el Salón Nacional por “Sueño”. El busto “El escritor J. F. Mantecón”(56), que se
guarda en la colección del museo, fue su envío al salón de 1934.
El udinesi Troiano Troiani también arribó al país en los tiempos del Cente-
nario, y fue uno de los escultores más demandados para la elaboración de
programas iconográficos de decoración arquitectónica. La gran figura del
museo recuerda el carácter monumental de estas esculturas y su discurso
alegórico, marcado en este caso por el fragmento de ornamento indoa-
mericano que lleva en su mano. Este atributo destaca el título de la escul-
tura en piedra reconstituida del envío al salón de 1941: “Fragmentos” (n.
88). El objeto portado en la mano era un recurso habitual en Troiani (por
ejemplo en “El karma” de 1926, “Raza” de 1946, las figuras de los vértices
del Ministerio de Desarrollo Social en Buenos Aires). El rostro nativo de
la mujer afirma la interpretación alegórica sobre la civilización americana,
que en el salón se complementaba con la otra escultura presentada en
yeso, “Resurrección de América”, una maqueta de proyecto de monumen-
to. Una figura en yeso titulada “Figura”, realizada 1948 por los mendocinos
José Gerbino, “Madre” - Circa 1940. Lorenzo Domínguez y José Carrieri, docente y alumno en la Universidad
de Cuyo en Mendoza, representa también una alegoría nativista, proba-
blemente una tejedora.
57 Nevot había sido premiado en el salón de 1946 con “Anunciación”, donde la imagen
religiosa se mimetizaba con la nativa; y nuevamente por el Ministerio de Interior, en la
organización de los salones bajo el peronismo, por “Flor de la Puna” en 1947.
70
brazos y piernas íntegros; además el título permite comprender el gesto de la cabeza
de “Torso”: reclinada, con los ojos cerrados y la boca entreabierta.
Luis Perlotti, escultor euríndico según Ricardo Rojas, se formó con Lucio Correa Mora-
les en el interés por los motivos americanos(58). La terracota con la imagen indígena
orante, motivo reiterado por Perlotti, presenta mayor simpleza, un menor detallismo
que las primeras piezas en ese material autóctono. De igual interés son los bajorrelie-
ves con motivos etnográficos de la quebrada de Humahuaca –bailes de campesinos
y tejedoras(59)– que se relacionan con su producción pública de los años cincuen-
ta(60), en la que logró nuevo reconocimiento por el monumento “Retorno a la Patria”
de Mendoza.
En los salones nacionales, la presencia de Juan Grillo ha sido constante, con fuertes
volúmenes plásticos. De contenido erótico y resolución retórica, sus esculturas ofrecen
en el título la clave de su lectura (“Éxtasis“, “Reflexión”, “Arrobamiento”,”Arrepentida”).
La obra del museo se presentó en el salón de 1939 como “Serenidad” (n. 30) y se
encuentra inventariada como “Pudor”, tal vez ante la necesidad de otorgar un carácter
moralizante a un desnudo femenino, o bien por simple confusión. “Pudor” es otra
escultura de Grillo, en la que la figura femenina cubre el rostro con sus manos. Fue
presentada al Salón Nacional de 1942, año de la adquisición de la obra en San Juan.
Colección contemporánea
La colección sanjuanina permite meditar sobre la pervivencia del paisaje como len-
Marino Santamaria, “Recorte natural” - 1985.
guaje pictórico(62), en un abanico tan amplio que incluye desde la impronta regional
58 De joven entró a trabajar con Eduardo Holmberg (h) en dibujos arqueológicos y
etnográficos. Clave para su interés fue el viaje a Bolivia en 1925, cuando expuso sus tipos en la
Exposición del Centenario de la Independencia de Bolivia. En 1928 participó con el arquitecto
Héctor Greslebin en el proyecto para el Monumento de los Héroes de la Independencia en
Humahuaca.
59 Otro vaciado en el Museo Luis Perlotti. Una maqueta de “Cabeza del Indio” en Zonda, se
encuentra en el acervo.
60 Carlos A. Foglia. Luis Perlotti. El escultor de Eurindia, Buenos Aires, 1963.
61 Diana B. Wechsler y María Teresa Constantin, Gorriarena. La pintura, un espacio vital,
Buenos Aires, Fundación Mundo Nuevo, 2004. Gorriarena. Itinerarios (1957-2007) (cat. exp.)
Museo Provincial de Bellas Artes Franklin Rawson, San Juan, 2012.
62 Además, cuenta con la denominada colección Ischigualasto de 2006, que reúne pinturas
de artistas de diversas estéticas enfrentados a un mismo paisaje: Luis Wells, Juan Carlos Lasser,
Luis Felipe Noé, Carlos Gómez Centurión, Natalia Quiroga, Mónica Millán, Silvina Martínez, Cecilia
Rabbi Baldi, Virginia Agote, Diego Perrota y el chileno Patricio de la O.
71
del mendocino Alfredo Ceverino hasta la síntesis poética de Blas Castagna que
desdibuja el límite del género. Carlos Cañas, artista de la generación del Grupo Sur
de los cincuenta, se encuentra representado con uno de sus paisajes de los años
ochenta que, alejados de la mimesis subrayan la marca distintiva de la geografía
–patagónica o pampeana– desde su preocupación por la materia pictórica. De los
integrantes del Grupo Sur, fundado bajo la estela de Adolfo de Ferrari y con el aus-
picio de Rafael Squirru, se encuentra presente el entrerriano Mario Loza, con obra
anterior a la constitución del grupo en 1959, y Leo Vinci, con la escultura “El guar-
davalla”. El grupo, formado en 1959, lo integraban además Renée Morón, Ezequiel
Linares y Aníbal Carreño.
63 Véase Mercedes Casanegra, Josefina Robirosa. Buenos Aires: Gaglianone, 1997.
64 Véase el prólogo del artista Noé-pintura desnuda, 1984, en Mercedes Casanegra. Noé. El
Luis Wells, “S/T” - Colección Ischigualas-
color y las artes plásticas. Buenos Aires: Alba, 1988, p. 114-122.
to - 2006.
65 Abstracción contaminada. Un ensayo grupal. Centro Cultural Recoleta, Buenos Aires, 2010.
En la muestra participó también Liliana Fleurquin.
66 Véase Roberto Amigo, “En un rincón de mí nacerá una planta”. En: Diana Aisenberg, Buenos
Aires, Adriana Hidalgo editora, 2014, pp. 25-46.
72
sobre la tela coloreada para realizar el recorte de la imagen. La aplicación ho- Luis Felipe Noé, “S/T” - Colección Ischi-
mogénea del color específico mediante veladuras (la reflexión sobre el color, gualasto - 2006.
como problema pictórico, comenzó en la serie de las vasijas) logra una pintura
cuya percepción genera una sensación de calma, un refugio ante la invasión
contemporánea de imágenes. Desde la gestualidad de los ochenta, la obra de
Cambre fue transitando hacia una pintura reflexiva, sin gestos, donde predomi-
na la contemplación(67). En la obra de artistas de generaciones recientes, como
Santiago Villanueva, quien concurrió al taller de Aisenberg, puede percibirse la
continuidad de la reflexión sobre el paisaje (en su caso, desde la historiografía
nacional del género, a partir de un ensayo clave como Geografía plástica ar-
gentina de Romualdo Brughetti, contratado con la irrupción del informalismo
desde la coincidencia del año 1958). En la obra de Martín Legón “Pragma-
tismo - 4 (cualquier plástico dura más que un amor eterno)” el sutil collage
sobre una plancha de acero inoxidable mantiene la estructura convencional
Diego Perrota, “El diablo en el Valle de la
de un paisaje reducido al concepto –aunque remita a la mirada poética, a la
Luna” - Colección Ischigualasto - 2006.
empatía desde el propio título. El collage de Ana Tiscornia también puede ser
comprendido en la nueva conceptualización del paisaje urbano que incluye
su disolución mimética.
La obra de Eduardo Costa anula los límites tradicionales de los lenguajes ar-
tísticos con sus pinturas volumétricas logradas por superposición de capas de
materia, iniciadas a mediados de los años noventa. Así, los objetos asumen la
pintura no como lenguaje sino como tautología. Entre las obras de notable cali-
dad plástica, en este período se encuentra “Mastaba” de César Paternostro, de
fuerte estructura visual y sutil cromatismo. En el mismo sentido cabe destacar
la delicadeza de la obra de Liliana Porter: una pequeña narración, simple y a la Mónica Millán, “S/T” - Colección Ischigua-
vez de inquietante extrañeza. lasto” - 2006.
La escultura, menos presente que en el fondo moderno, cuenta con obras muy
distintas en su poética. En medio de esta disparidad estética puede observarse: la
fuerza del volumen abstracto de Alberto Bastón Díaz en una escultura de la serie
“La Ribera” en la que las referencias a los barcos aluden a la inmigración; una ca-
beza del mendocino Fausto Caner que apela a la tradición americanista; las telas Fernando de la O, “Valle de la Luna”
enduidas de Lydia Galego; la imagen del dibujo tridimensional de Pat Andrea, de Colección Ischigualasto - 2006.
su serie “Alicia en el País de la Maravillas”; la instalación en cerámica de María Án-
geles Rodríguez; y, por último, la propia diversidad de la escultura sanjuanina en
la colección del Museo. En el mismo sentido la xilografía iluminada de Eduardo
Iglesias Brickles, de los años noventa, afirma la colección sobre papel desde una
nueva potencia gráfica que entrecruza lo universal con lo popular.
67 Inés Katzenstein y Lucas Fragasso, Cambre, Buenos Aires, Vasari, 2008.
68 La serie se expuso en el Malba. Colección Costantini en el 2010, con presentación de Eva
Gristein. Véase Rafael Cippollini, Prior, Buenos Aires, Vasari, 2007.
73
No se ha desarrollado aún el fondo fotográfico, aunque cuenta con algunas pie-
zas de calidad(69). Además del sanjuanino Oscar Pintor, sobresale la imagen de
Alejandro Kuropatwa con la serie “Flores”. A propósito de ésta observa Duprat:
“el recurso de fundir las formas en el color y en las texturas que el mismo ob-
jeto brinda hace un juego de extremo refinamiento de la imagen que culmina
en una cuestión cercana a la ambición de lo clásico […] Y nuevamente esa
deliberada intención de concentrarse en el ángulo que soslaya el contexto, la
escala y el paisaje, para confrontar en este caso, en toda su diversidad, las
formas que asocian lo femenino y lo masculino”.(70) Las flores, con su belleza
efímera, activan la tradición de la vanitas, la reflexión sobre la proximidad de la
muerte, tan presente en la producción de Kuropatwa(71).
Las incorporaciones más recientes, tan diversas como las obras de Chiachio &
Giannone y Liliana Porter, continúan con la ruptura del modelo de pinacoteca,
69 Cuenta con dos obras de fotógrafos extranjeros: el paisaje de contrastes luminosos del
brasileño José Diniz y la cita a la historia del arte, paródica, de la francesa Catherine Balet, quien
ensaya una reflexión sobre la identidad. Es de interés la relación conceptual entre la fotografía
digital y el objeto en la obra de Mónica Miller. La fotografía ha cobrado impulso gracias al Festival
de la Luz.
70 Andrés Duprat (curador), Kuropatwa en technicolor (cat. exp.), Malba, Colección Costantini,
Buenos Aires, 2005, pp. 17-18.
71 Una fotografía de la serie “Cóctel”, 1996, hace literal esta relación con la pastilla del
tratamiento de sida colocada sobre la rosa.
73 Los museos seleccionados fueron, además del sanjuanino: “Emilio Caraffa” de Córdoba;
“Dr. Juan Ramón Vidal”, de Corrientes; “Emilio Pettoruti”, de La Plata; “Emiliano Guiñazú-
Casa de Fader”, de Mendoza; MNBA de Neuquén, “René Brusau”, de Resistencia; “Juan B.
Castagnino+Macro”, de Rosario; Provincial de Bellas Artes de Salta, y “Timoteo Navarro”, de San
Miguel de Tucumán. El jurado estuvo integrado por Andrés Duprat, Fernando Farina, María Isabel
de Larrañaga, Alberto Petrina y Daniel Santoro.
74
para abrirse a las nuevas búsquedas contemporáneas. Por otro lado, continúa
el fortalecimiento de la colección fotográfica. Estamos ante una política cons-
ciente de que la incorporación del arte de su tiempo –como lo hiciera la gene-
ración fundadora– permitirá al pueblo sanjuanino de las futuras generaciones
disfrutar de un museo que garantice continuidad a la relación de lo local con lo
regional y lo nacional. De este modo, el Museo enfrenta uno de sus principales
desafíos: construir el patrimonio visual del siglo XXI para revitalizar y observar
contemporáneamente sus fondos históricos.
75
Siglo XIX
78
Anónimo
(antes Raymond Quinsac Monvoisin)
“Retrato de María del Rosario Pastoriza de Castro”, (antes: “Retrato de Benita Martínez Pastoriza de Sarmiento”)
Circa 1825
Óleo sobre tela
85,1 cm x 63,2 cm
79
Eugenia Belin Sarmiento
Santiago de Chile, 1860 - San Juan, 1952
80
Magdalena Bilbao
San Juan, 1847 - San Juan, 1902
“Retrato de caballero”
Circa 1878
Óleo sobre tela
74,1 x 66,2 cm
81
Juan Manuel Blanes
Montevideo, 1830 - Pisa, 1901
82
Martín Boneo (atribuido)
Buenos Aires, 1829 - Buenos Aires, 1915
83
Luis Brusotti
Italiano - Activo en San Juan a fines del siglo XIX
“Ruinas”
1894
Óleo sobre madera
25,0 x 30,5 cm
Francisco Cafferata
Buenos Aires, 1861 - Buenos Aires, 1890
“Soldado argentino”
1887
Bronce
56,4 x 30,2 x 25,7 cm
84
Jacinto Capuz
Valencia, 1850 - San Juan, 1896
85
Edoardo de Martino
Meta, Italia, 1838 - Londres, 1912
86
Víctor de Pol
Venecia, 1865 - Buenos Aires, 1925
“Naturaleza muerta”
1886
Óleo sobre tela
51,4 x 74,7 cm
87
Santiago Godoy
San Juan, 1867 - San Juan, 1918
“Retrato de caballero”
1890
Óleo sobre tela
78,2 x 62,3 cm
88
Jean Philippe Goulú
Ginebra, 1795 - Buenos Aires, 1853
89
Amadeo Gras
Amiens, 1805 - Entre Ríos, 1871
“Retrato de dama”
Circa 1845
Óleo sobre tela
73,0 x 59,1 cm
90
Ataliva Lima
San Juan, 1833 - Mendoza, 1882
91
Raymond Quinsac Monvoisin
Burdeos, 1790 - Boulogne, 1870
92
Genaro Pérez
Córdoba, 1839 - Córdoba, 1900
“José Hernández”
1887
Óleo sobre tela
66,4 x 57,4 cm
93
Manuel Prieto
Español - Activo en San Juan a principios del siglo XX
“Retrato”
Circa 1935
Óleo sobre tela
110,8 x 80,9 cm
94
Franklin Rawson
San Juan, 1820 - Buenos Aires, 1871
“La Inmaculada”
1845
Óleo sobre tela
292,5 x 167,4 cm
95
Franklin Rawson
San Juan, 1820 - Buenos Aires, 1871
96
Franklin Rawson
San Juan, 1820 - Buenos Aires, 1871
97
Franklin Rawson
San Juan, 1820 - Buenos Aires, 1871
98
Franklin Rawson
San Juan, 1820 - Buenos Aires, 1871
99
Franklin Rawson
San Juan, 1820 - Buenos Aires, 1871
100
101
Agustín Rodrigo
Logroño, 1867 - Activo en San Juan, 1899
“Mesa revuelta”
1895
Tinta y lápiz sobre papel
44,8 x 60,2 cm
102
Severo Rodríguez Etchart
Buenos Aires, 1865 - Buenos Aires, 1903
“Retrato”
1896
Acuarela sobre papel
16,4 x 12,9 cm
103
Carlos Schutz (atribuido)
Alemán - Activo en Córdoba y Buenos Aires, 1860
“Naturaleza muerta”
Circa 1860
Óleo sobre tela
61,2 x 82,1 cm
104
Enrique Sheridan
Buenos Aires, 1833 - Buenos Aires, 1860
105
Torcuato Tasso
Barcelona, 1855 - Buenos Aires, 1935
“Vidalita”
1901
Bronce
46,6 x 33,5 x 33,2 cm
106
Gregorio Torres
Mendoza, 1819 - Mendoza, 1879
“Retrato de C. Barboza”
Circa 1863/1879
Óleo sobre tela
124,2 x 85,9 cm
107
Carlos Verger Fioretti
París, 1872 - Madrid, 1929
108
Pedro Zonza Briano
Buenos Aires, 1866 - Buenos Aires, 1941
“Sarmiento”
1917
Yeso
167,6 x 145,7 x 91,5 cm
109
Siglo XX
Antonio Alice
Buenos Aires, 1886 - Buenos Aires, 1943
“Luz y sombra”
1906
Óleo sobre tela
180,3 x 91,5 cm
113
Arturo Anzalone
Mendoza, 1900 - Mendoza, 1942
“Paisaje”
Circa 1937
Óleo sobre madera
21,9 x 26,7 cm
114
Luis Aquino
Buenos Aires, 1895 - Buenos Aires, 1968
115
Roberto Azzoni
Génova, 1899 - Mendoza, 1989
116
Héctor Basaldúa
Buenos Aires, 1895 - Buenos Aires, 1976
“Odalisca”
Circa 1937
Óleo sobre tela
100,2 x 69,9 cm
117
Victor Beresi
Rosario, 1907 - San Juan, 1975
118
Antonio Berni
Buenos Aires, 1905 - Rosario, 1981
“La niña”
Circa 1935
Óleo sobre tela
100,3 x 65,4 cm
119
Gaspar Besares Soraire
Santiago del Estero, 1900 - Santiago del Estero, 1984
“Chinita santiagueña”
Circa 1940
Óleo sobre madera
95,6 x 72,6 cm
120
Federico Blanco
Córdoba, 1921 - Córdoba, 1991
“Figuras en el balcón”
Circa 1966
Óleo sobre tela
144,9 x 89,8 cm
121
Enrique Borla
Córdoba, 1900 - Córdoba, 1959
“Composición”
1940
Óleo sobre tela
156,3 x 123,4 cm
122
Ítalo Botti
Buenos Aires, 1889 - Buenos Aires, 1970
“Camino animado”
1945
Óleo sobre cartón entelado
60,6 x 72,3 cm
123
Alberto Bruzzone
San Juan, 1907 - Buenos Aires, 1994
“Día nublado”
1939
Óleo sobre cartón
36,9 x 48,4 cm
124
Miguel Burgoa Videla
San Juan, 1888 - Buenos Aires, 1955
“Jardín botánico”
1934
Pastel sobre papel
60,6 x 45,1 cm
125
Alejandro Bustillo
Buenos Aires, 1889 - Buenos Aires, 1982
“Retrato de hombre”
1931
Bronce
41,2 x 18,1 x 26,5 cm
126
Guillermo Butler
Córdoba, 1880 - Buenos Aires, 1961
“Sierras de Córdoba”
1940
Témpera sobre cartón
34,9 x 50,2 cm
127
Horacio Butler
Buenos Aires, 1897 - Buenos Aires, 1983
“Estudio”
1935
Óleo sobre tela
131,4 x 80,5 cm
128
Emilio Centurión
Buenos Aires, 1894 - Buenos Aires, 1970
“Eduardo”
1934
Óleo sobre tela
114,6 x 82,4 cm
129
Santiago José Chierico
Buenos Aires, 1891 - Buenos Aires, 1974
“Mi compañera”
1940
Yeso
52,7 x 36,4 x 35,2 cm
130
Cleto Ciocchini
Buenos Aires, 1899 - Buenos Aires, 1974
“Pescadores”
Circa 1930
Óleo sobre tela
127,2 x 95,3 cm
131
Pio Collivadino
Buenos Aires, 1869 - Buenos Aires, 1945
132
Lía Correa Morales
Buenos Aires, 1893 - Buenos Aires, 1975
“La bailarina”
1929
Óleo sobre tela
160,5 x 225,4 cm
133
Emilio Coutaret
San Miguel de Tucumán, 1892 - Córdoba, 1971
134
Eugenio Daneri
Buenos Aires, 1881 - Buenos Aires, 1970
“El zanjón”
1943
Óleo sobre tela
67,3 x 76,6 cm
135
Miguel Dávila
La Rioja, 1926 - La Rioja, 2009
“El burro”
1959
Óleo sobre tela
90,2 x 121,2 cm
136
Olindo Dávoli
Reggio Emilia, 1889 - San Juan, 1947
“Palo quemado”
Circa 1935
Óleo sobre tela
59,8 x 74,6 cm
137
Diego de Huertos
Huelva, 1888 - San Juan, 1942
“Paisaje”
Circa 1940
Óleo sobre tela
13,8 x 19,8 cm
Carlos de la Cárcova
Buenos Aires, 1903 - Buenos Aires, 1974
138
Ernesto de la Cárcova
Buenos Aires, 1866 - Buenos Aires, 1927
“Doña Enriqueta”
1914
Óleo sobre tela
85,0 x 66,2 cm
139
Carlos de la Mota
San Juan, 1924 - Buenos Aires, 2011
“Cabeza”
Circa 1947
Piedra
41,7 x 29,5 x 34,3 cm
140
Carlos de la Torre
Buenos Aires, 1856 - Buenos Aires, 1932
“Ranchos”
1904
Óleo sobre cartón
5,4 x 8,8 cm
Cupertino del Campo
Buenos Aires, 1873 - Buenos Aires, 1967
“Verano”
Circa 1920
Óleo sobre tela
50, 1 x 70,4 cm
141
Lorenzo Domínguez José Carrieri
Santiago, 1901 - Mendoza, 1963 Mendoza, 1921 - Mendoza, 2014
“Figura”
1948
Yeso
120,8 x 81,4 x 56,2 cm
Stephan Erzia
Alátyr, 1876 - Moscú, 1959
“Cabeza”
1940
Madera de quebracho
39,7 x 27,9 x 34,3 cm
142
Guillermo Facio Hebequer
Montevideo, 1889 - Buenos Aires, 1935
“En el puerto”
Circa 1925
Guache sobre papel
38,7 x 45,7 cm
143
Ernesto Farina
Córdoba, 1912 - Córdoba, 1988
“Barrio cordobés”
1947
Óleo sobre aglomerado
71,7 x 93,7 cm
144
Adolfo Carlos de Ferrari
Buenos Aires, 1898 - Buenos Aires, 1978
“Figura”
1935
Óleo sobre tela
123,1 x 77,4 cm
145
Raquel Forner
Buenos Aires, 1902 - Buenos Aires, 1988
“La madre”
1938
Óleo sobre tela
190,5 x 90,3 cm
146
Raquel Forner
Buenos Aires, 1902 - Buenos Aires, 1988
147
Víctor Garrone
Buenos Aires, 1896 - Activo en Buenos Aires, 1959
“Paisaje”
Circa 1945
Óleo sobre tela
73,5 x 93,4 cm
148
Domingo Gatto
Buenos Aires, 1935 - Buenos Aires, 2008
149
Vicente Genovese Musumeci
San Juan, 1919
150
José Gerbino
Sicilia, 1886 - Bex, Suiza, 1972
“La Niña”
1931
Cemento
78,9 x 47,6 x 36,4 cm
151
Lorenzo Gigli
Recanati, 1896 - Buenos Aires, 1983
“Pánico”
1941
Óleo sobre tela
131,7 x 178,9 cm
152
Ramón Gómez Cornet
Santiago del Estero, 1898 - Buenos Aires, 1964
“Criollita”
Circa 1930
Óleo sobre tela
47,3 x 35,2 cm
153
Alfredo Gramajo Gutiérrez
Tucumán, 1893 - Buenos Aires, 1961
“El recuerdo”
1943
Óleo sobre madera
39,4 x 49,4 cm
154
Juan Grillo
Buenos Aires, 1895 - Buenos Aires, 1966
155
Alfredo Guido
Santa Fe, 1892 - Santa Fe, 1967
“Figura”
1937
Óleo sobre madera
55,5 x 46,5 cm
156
Alberto Güiraldes
Buenos Aires, 1897 - Buenos Aires, 1961
“Gauchos de Urquiza”
Circa 1940
Óleo sobre aglomerado
49,8 x 70,6 cm
157
Alfredo Guttero
Buenos Aires, 1882 - Buenos Aires, 1932
“En la playa”
1928
Yeso cocido sobre madera
118,5 x 180,5 cm
158
159
Estanislao Guzman Loza
La Rioja, 1895 - La Rioja, 1964
“Crepúsculo serrano”
1955
Óleo sobre cartón entelado
48,8 x 59,5 cm
160
Gastón Jarry
Buenos Aires, 1889 - Buenos Aires, 1974
“La esquina”
1940
Óleo sobre tela
176,2 x 96,2 cm
161
Stephen Koek Koek
Londres, 1887 - Santiago, 1943
“Paisaje”
Circa 1926
Óleo sobre madera
26,9 x 35,2 cm
“Paisaje”
Circa 1926
Óleo sobre madera
23,9 x 33,5 cm
162
Alberto Lagos
Buenos Aires, 1885 - Buenos Aires, 1960
“Cabeza de mujer”
Circa 1920
Yeso y cera
33,9 x 18,7 x 23,4 cm
163
Jorge Larco
Buenos Aires, 1897 - Buenos Aires, 1967
“Marinero”
1939
Acuarela sobre papel
69,6 x 50,3 cm
164
Enrique de Larrañaga
Buenos Aires, 1900 - Buenos Aires, 1956
165
Gonzalo Leguizamón Pondal
Buenos Aires, 1890 - Buenos Aires, 1944
“Siesta”
Circa 1938
Cemento
74,5 x 110,7 x 45,2 cm
166
Eduardo Lenzano y Meirás
Galicia, 1888 - San Juan, 1957
167
Gregorio López Naguil
Buenos Aires, 1894 - Buenos Aires, 1953
“Casita de la huerta”
Circa 1948
Óleo sobre madera
66,5 x 72,2 cm
168
Mario Loza
Entre Ríos, 1922 - Buenos Aires, 1998
“Lirios”
1953
Pastel y grafito sobre cartón
32,5 x 33,4 cm
169
Fidel de Lucía
San Pablo, 1896 - Mendoza, 1956
“Eucaliptus”
1937
Óleo sobre tela
96,2 x 86,4 cm
170
Fidel de Lucía
San Pablo, 1896 - Mendoza, 1956
“En el corral”
1933
Óleo sobre tela
54,1 x 88,8 cm
171
Justo Lynch
Buenos Aires, 1870 - Buenos Aires, 1953
172
Martín Malharro
Buenos Aires, 1865 - Buenos Aires, 1911
“Paisaje”
1909
Óleo sobre tela
38,7 x 54,8 cm
173
Atilio Malinverno
Buenos Aires, 1890 - Buenos Aires, 1936
“Ranchos”
1930
Óleo sobre aglomerado
32,6 x 42,4 cm
174
Manuel Marín Ibáñez
Valencia, 1889 - San Juan, 1982
“Día gris”
1934
Óleo sobre cartón
46,2 x 55,9 cm
175
Pedro Antonio Martínez
Andalucía, 1886 - Río de Janeiro, 1965
“Gitana”
Circa 1931
Óleo sobre tela
60,3 x 50,1 cm
176
Raúl Mazza
Buenos Aires, 1888 - Buenos Aires, 1948
“Rincón íntimo”
1940
Óleo sobre tela
131,2 x 100,3 cm
177
Juan Melé
Buenos Aires, 1923 - Buenos Aires, 2012
“Composición”
1947
Óleo sobre tela
76,9 x 51,5 cm
178
Juan Melé
Buenos Aires, 1923 - Buenos Aires, 2012
“Naturaleza muerta”
Circa 1941
Óleo sobre tela
50,2 x 70,5 cm
179
Florencio Molina Campos
Buenos Aires, 1891 - Buenos Aires, 1959
“Jineteando”
1930
Acuarela sobre papel
31,3 x 47,8 cm
180
Primaldo Mónaco
Campobasso, 1921 - Buenos Aires, 2004
“Chicos y caballos”
1955
Óleo sobre tela
61,4 x 99,7 cm
181
Manuel Musto
Santa Fe, 1893 - Santa Fe, 1940
“Calas”
Circa 1930
Óleo sobre tela
74,3 x 75,3 cm
182
Héctor Nava
Buenos Aires, 1873 - Roma, 1940
“Esperando la tarea”
1904
Óleo sobre cartón entelado
10,5 x 16,3 cm
183
Antonio Miguel Nevot
San Luis, 1912 - Buenos Aires, 1980
“Amancay”
Circa 1955
Bronce
45,6 x 22,3 x 25,6 cm
184
Héctor Nieto
San Juan, 1917 - Buenos Aires, 2002
“Viento Zonda”
1968
Chapa batida y soldada
156,9 x 265,4 x 100,8 cm
185
Onofrio Pacenza
Buenos Aires, 1904 - Buenos Aires, 1971
“Suburbio”
Circa 1936
Óleo sobre cartón prensado
72,9 x 99,9 cm
186
Santiago Paredes
San Juan, 1916 - San Juan, 1992
“Muchachita al sol”
1947
Óleo sobre tela
80,7 x 65,5 cm
187
Antonio Pedone
Trápani, 1899 - Córdoba, 1973
“Imagen india”
1952
Cerámica policromada
35,8 x 24,4 x 26,5 cm
188
Rodolfo Perona
Buenos Aires, 1885 - Buenos Aires, 1957
“Tormenta en el Riachuelo”
1936
Óleo sobre cartón
78,2 x 120,5 cm
189
Emilio Pettoruti
Buenos Aires, 1892 - París, 1971
190
xxNombre xxApellido
xx60 - xx50
“Nombre de la obra”
Año de realización
Técnica
XX cm x XX cm
191
Benito Quinquela Martín
Buenos Aires, 1890 - Buenos Aires, 1977
192
Benito Quinquela Martín
Buenos Aires, 1890 - Buenos Aires, 1977
“Día de fiesta”
1935
Pastel sobre cartón
183,9 x 160,5 cm
193
Cesáreo Bernaldo de Quirós
Entre Ríos, 1879 - Buenos Aires, 1968
194
Agustín Riganelli
Buenos Aires, 1890 - Buenos Aires, 1949
“Cabeza de niño”
Circa 1925
Madera de cedro
51,7 x 17,4 x 20,2 cm
195
Carlos Pablo Ripamonte
Buenos Aires, 1874 - Buenos Aires, 1968
“Labor”
Circa 1942
Óleo sobre tela
96,5 X 118,2 cm
196
Isabel Roca de Larrañaga
Córdoba, 1908 - Buenos Aires, 1993
“Naturaleza muerta”
1941
Óleo sobre tela
71,8 X 58,4 cm
197
Héctor Rocha
Buenos Aires, 1893 - Buenos Aires, 1964
“Polimin el mendigo”
1913
Bronce
43,8 x 57,6 x 25,4 cm
198
Ángel Rodrigo Mateo
La Rioja, España, 1889 - San Juan, 1960
“Pájaro espacial”
1969
Hierro soldado
43,5 x 65,7 x 22,6 cm
199
Alberto Rossi
Bolonia, 1879 - Buenos Aires, 1965
200
Roberto Rossi
Buenos Aires, 1896 - Buenos Aires, 1957
“Naturaleza muerta”
1944
Óleo sobre tela
70,3 x 100,2 cm
201
Antonio Sassone
Amendolara, 1906 - Buenos Aires, 1983
“Reconcentración”
1934 - Edición 1940/1942
Fibrocemento
78,9 x 84,5 x 65,4 cm
“Despertar”
1956
Fibrocemento
37,5 x 84,4 x 54,6 cm
202
Ernesto Scotti
Buenos Aires, 1901 - Buenos Aires, 1957
203
Luis Seoane
Buenos Aires, 1910 - La Coruña, 1979
“El diálogo”
1967
Óleo sobre tela
91,5 x 60,2 cm
“La carta”
1951
Óleo sobre tela
73,4 x 59,9 cm
204
Raúl Soldi
Buenos Aires, 1905 - Buenos Aires, 1994
“Maternidad”
1937
Óleo sobre tela
119,7 x 82,2 cm
205
Jorge Soto Acebal
Buenos Aires, 1891 - Buenos Aires, 1974
“Naturaleza muerta”
Circa 1940
Acuarela sobre tela
74,3 x 97,3 cm
Ernesto Soto Avendaño
Buenos Aires, 1886 - Buenos Aires, 1969
“Torso”
Circa 1935
Yeso
117,9 x 62,2 x 114,7 cm
206
Lino Enea Spilimbergo
Buenos Aires, 1896 - Córdoba, 1964
“Figuras”
1939
Óleo sobre tela
184,4 x 100,9 cm
207
Salvador Stringa
Buenos Aires, 1891 - Buenos Aires, 1977
208
Miguel Ángel Sugo
Santo Domingo de Soriano, 1913 - San Juan, 2003
“Cabeza”
1959
Mármol travertino
36,8 x 26,5 x 33,1 cm
Pedro Tenti
Como, Italia, 1881 - Buenos Aires, 1963
“En la playa”
1934
Cemento
136,2 x 57,1 x 141,5 cm
209
Alfonso Terranova
Agrigento, 1920 - San Juan, 2002
“Casilla de emergencia”
1963
Óleo sobre aglomerado
38,7 x 54,2 cm
210
Luis Tessandori
Buenos Aires, 1897 - Buenos Aires, 1974
“Caballos al sol”
1945
Óleo sobre tela
90,3 x 110,7 cm
211
Valentín Thibón de Libian
Tucumán, 1889 - Buenos Aires, 1931
212
Valentín Thibón de Libian
Tucumán, 1889 - Buenos Aires, 1931
“Los herreros”
1920
Óleo sobre madera entelada
30,9 x 24,3 cm
213
Julián Tornambé
Rosario, 1908 - San Juan, 1992
“Otoñal”
1934
Óleo sobre tela
57,3 x 68,1 cm
214
Miguel Ángel Tornambé
Rosario, 1904 - San Juan, 1967
“Recién nacidos”
Circa 1933
Óleo sobre cartón entelado
22,5 x 28,9 cm
“Mañana en el corral”
1955
Óleo sobre tela
75,4 x 110,3 cm
215
Néstor Torresán
San Juan, 1934 - San Juan, 1999
“Estructuras”
1980
Collage y acrílico sobre tela
100,2 x 110,3 cm
216
Alberto Trabucco
Buenos Aires, 1899 - Buenos Aires , 1990
“Naturaleza muerta”
Circa 1945
Óleo sobre madera
37,7 x 47,9 cm
217
Troiani Troiano
Udine, 1885 - Buenos Aires, 1963
“Fragmentos”
1941
Piedra reconstituida
132,3 x 54,7 x 51,4 cm
218
Francisco Vecchioli
Buenos Aires, 1892 - Buenos Aires, 1945
“Familia”
1942
Óleo sobre tela
101,9 x 80,2 cm
219
Miguel Carlos Victorica
Buenos Aires, 1884 - Buenos Aires, 1955
“Antonio”
1918
Óleo sobre cartón entelado
40,5 x 28,3 cm
“Marcos de Estrada”
1947
Óleo sobre tela
100,2 x 80,3 cm
220
Miguel Carlos Victorica
Buenos Aires, 1884 - Buenos Aires, 1955
221
Francisco Vidal
Córdoba, 1897 - Córdoba, 1980
“Figura de muchacho”
1933
Óleo sobre tela
100,9 x 71,8 cm
222
Petrona Viera
Montevideo, 1895 - Montevideo, 1960
“Jugando al aro”
Circa 1924
Óleo sobre tela
99,6 x 95,2 cm
Ana Weiss de Rossi
Buenos Aires, 1892 - Los Ángeles, 1953
“Figuras”
Circa 1929
Óleo sobre tela
100,3 x 83,1 cm
223
Rogelio Yrurtia
Buenos Aires, 1879 - Buenos Aires, 1950
“Madre de arrabal”
1921
Bronce
45,4 x 17,2 x 23,4 cm
224
Bibi Zogbé
Sahel Alma, El Líbano, 1890 - Buenos Aires, 1975
“Aromos”
Circa 1938
Óleo sobre tela
82,4 x 68,2 cm
“Lago de Nenúfar”
1975
Óleo sobre tela
61,6 x 71,2 cm
225
Contemporáneos
Jorge Abot
Buenos Aires, 1941
“Pared de la Boca”
2005
Óleo y collage sobre tela
160,0 x 194,2 cm
229
Diana Aisemberg
Buenos Aires, 1958
230
Carlos Alonso
Mendoza, 1929
“Foto Ricordo I”
1975
Grafito, pastel y tinta sobre papel
75,1 x 57,6 cm
231
Pat Andrea
La Haya, Holanda, 1942
232
Carmelo Arden Quin
Rivera, 1913 – Savigny-sor-orge, Francia, 2010
“Tableau Object”
2000
Placa acrílica, vinilo y herrajes sobre MDF laminado
60,0 x 85,2 cm
233
Mateo Argüello Pitt
Córdoba, 1971
De la serie “Sueño”
2012
Acrílico y tiza sobre MDF
183,4 x 200,3 cm
234
Juan Alberto Arjona
Catamarca, 1959
235
Juan Astica
Buenos Aires, 1953
“Vertical 159”
2011
Óleo sobre tela
120,4 x 101,2 cm
236
Catherine Balet
Maisons-Laffitte, Francia, 1959
237
Justo Barboza
San Juan, 1938
“Maternidad”
1966
Óleo sobre tela
80,5 x 80,4 cm
238
Juan José Cambre
Buenos Aires, 1948
239
Fausto Caner
Bella Treviso, Italia, 1947
“Presencia americana”
Circa 1980
Mármol travertino
42,4 x 22,8 x 33,5 cm
240
Carlos Cañas
San Salvador, 1928 - San Salvador, 2013
“Paisaje”
1984
Óleo sobre tela
102,5 x 70,2 cm
241
Blas Castagna
Buenos Aires, 1935
“Las nubes, las torres, los pájaros navegan sobre el Río de la Plata”
2005
Madera, cuerda y tinta sobre MDF
107,7 x 88,6 cm
242
Alfredo Ceverino
Mendoza, 1939
243
Catalina Chervin
Corrientes, 1953
“Sobre el apocalipsis”
2001
Grafito sobre papel
150,3 x 100,6 cm
244
Chiachio & Giannone
Leo Chiachio Daniel Giannone
Buenos Aires, 1969 Córdoba, 1964
“Ekekos”
2015
Calco de yeso patinado, gorro de lana y papel
Medidas variables
245
Adela Cortínez
San Juan, 1943
246
Eduardo Costa
Buenos Aires, 1940
“Cuña blanca”
2008
Pintura acrílica sólida
65,9 x 6,3 x 23,4 cm
247
Humberto Costa
San Juan, 1947
“Vicu”
2006
Collage sobre papel
28,1 x 27,5 cm
248
Miguel Dávila
La Rioja, 1926 - La Rioja, 2009
“Muros de la ciudad”
1997
Collage y tinta sobre MDF
30,0 x 30,0 cm cada uno
249
Carlos de la Mota
San Juan, 1924 - Buenos Aires, 2011
“Figura alada”
1990
Chapa batida y soldada
45,0 x 18,2 x 18,7 cm
250
Cristian Delhez
Mendoza, 1946
“Buque fantasma”
1983
Óleo y madera sobre aglomerado
34,1 x 51,5 cm
251
Marina de Caro
Buenos Aires, 1961
252
Bastón Díaz
Buenos Aires, 1946
253
José Diniz
Río de Janeiro, 1954
“Camboinhas”
2011
Fotografía, toma directa con retoque digital
55,4 x 70,5 cm
María Beatriz Dorgan
San Juan, 1959
254
Eduardo Esquivel
San Juan, 1955
“Amor pagano”
1994
Óleo sobre tela
179,8 x 150,2 cm
255
xxNombre xxApellido
xx60 - xx50
“Nombre de la obra”
Año de realización
Técnica
XX cm x XX cm
256
León Ferrari
Buenos Aires, 1920 - Buenos Aires, 2013
“Sin título”
2009
Lápiz, bolígrafo y cola vinílica con brillo sobre tela
141,5 x 180,8 cm
257
Lydia Galego
Buenos Aires, 1939
“El rollo”
2010
Tela enduida sobre poliestireno expandido
180,0 x 60,5 x 60,2 cm
258
Beatriz García de Huertas
San Juan, 1950
“Puente de encuentro”
2009
Acero inoxidable calado y soldado
67,5 x 189,3 x 15,7 cm
259
Carlos Gómez Centurión
San Juan, 1951
260
Carlos Gorriarena
Buenos Aires, 1925 - La Paloma, Uruguay, 2007
“Costa Azul”
1996
Óleo sobre tela
160,4 x 140,5 cm
261
Alfredo Hlito
Buenos Aires, 1923 - Buenos Aires, 1993
262
Eduardo Iglesias Brickles
Corrientes, 1944 - Buenos Aires, 2012
263
Daniel Joglar
Buenos Aires, 1966
“Día y noche”
2010
Aros y varillas de madera y aluminio
Medidas variables
264
Roberto Koch
Buenos Aires, 1963
“Resurgentes”
2012
Acrílico sobre tela
150,6 x 150,4 cm
265
Alejandro Kuropatwa
Buenos Aires, 1956 - Buenos Aires, 2003
266
Martín Legón
Buenos Aires, 1978
267
Federico Levato
Buenos Aires, 1973
268
Luis Lusnich
Gorizia, Italia, 1911 – Tucumán, 1995
“Figuras”
1992
Óleo sobre aglomerado
63,0 x 42, 3 cm
269
Silvina Martínez
Buenos Aires, 1950
270
Héctor Médici
Buenos Aires, 1945
“Las huellas”
1986
Acrílico sobre tela
97,5 x 114,2 cm
271
Juan Melé
Buenos Aires, 1923 - Buenos Aires, 2012
“R953”
2008
MDF, tela, acrílico y cordón de algodón sobre aglomerado
89,9 x 85,2 cm
272
Alberto Méndez
Buenos Aires, 1966
“Sin título”
2010
Tinta sobre papel
130,2 x 115,7 cm
273
Guadalupe Miles
Buenos Aires, 1971
274
Mónica Miller
Buenos Aires, 1949
“Blancas” (díptico)
2008
Fotografía, toma directa
30,5 x 20,4 cm cada una
275
Adriana Miranda
San Juan, 1969
“Castillos en el aire 1”
2014
Fotografía, toma directa
47,2 x 55,5 cm cada una (Políptico)
276
Ho Lee Myoung
Daejeon, Corea del Sur, 1975
“Tree#.3”
2014
Fotografía, toma directa con retoque digital
110,2 x 216, 1 cm
277
Elena Nieves
Buenos Aires, 1967
“Sin título”
2013
Tinta, papel y film poliéster
127,4 x 200,3 cm
278
Eric Nobre
Córdoba, 1973
“Los embajadores”
2009
Óleo y empaste sobre poliestireno expandido
100,6 x 201,3 cm
279
Luis Felipe Noé
Buenos Aires, 1933
“La partida”
1984
Óleo, acrílico y poliestireno expandido sobre tela
130,4 x 197,4 cm
280
281
Candelaria Palacios
Buenos Aires, 1957
“Lechucitas”
2014
Tinta sobre papel
25,2 x 27,8 cm
282
César Paternostro
Buenos Aires, 1931
“Mastaba”
1992
Óleo sobre tela estructurada
167,5 x 154,7 cm
283
Itatí Peinado
San Juan, 1946
“Espacios”
1980
Óleo sobre tela
69,7 x 69,7 cm
284
Malena Peralta
San Juan, 1945
“Forma de dominio”
1984
Lápiz, grafito y pastel sobre papel
85,1 x 63,4 cm
285
Mario Pérez
San Juan, 1960
“Carrera de pollos”
1993
Óleo sobre tela
200,6 x 180,4 cm
286
Oscar Pintor
San Juan, 1941
287
Liliana Porter
Buenos Aires, 1941
“Barrer””
2015
Arena de color y figura sobre tarima
5,2 x 30,3 x 30,2 cm (medidas variables)
288
289
Mario Pra Baldi
San Juan, 1931
“Naufragio de la luna”
1997
Acuarela sobre aglomerado
71,5 x 80,3 cm
290
Alfredo Prior
Buenos Aires, 1952
“Mercurio”
2010
Acrílico y esmalte sobre tela
160,5 x 47,5 cm cada uno
291
Luis Quesada
Mendoza, 1923
“Sin título”
Circa 1963
Óleo sobre cartón prensado
50,8 x 70,2 cm
292
Cecilia Rabbi Baldi
San Juan, 1951
293
Leonor Rigau
San Juan, 1931
“Figura”
1972
Acrílico sobre tela
100,8 x 100,6 cm
294
Josefina Robirosa
Buenos Aires, 1932
“Pintura”
1986
Óleo sobre tela
99,8 x 70,1 cm
295
Frank Rodick
Montreal, 1959
296
Mirta Romero
San Juan, 1943
“Desplazamiento”
1980
Madera mora
87,2 x 43,5 x 30,7 cm
297
Eneida Roso
Mendoza, 1945
“Casi vegetal”
2014
Mármol carrara tallado y pulido
21, 4 x 97,7 x 89,3 cm
298
Jorge Sarsale
Buenos Aires, 1952
“Sin título”
2009
Tiras de periódico encolado y prensado
90,2 x 91,1 cm
299
Mariela Scafati
Buenos Aires, 1973
300
Cristina Schiavi
Buenos Aires, 1954
301
Eduardo Stupía
Buenos Aires, 1951
“Sin título”
2013
Carbonilla y acrílico sobre tela
200,2 x 200,4 cm
302
Luis Suárez Jofré
San Luis, 1929 - San Juan, 2009
“La sorda”
1977
Óleo sobre tela
150,5 x 70,6 cm
“Los colgados”
1997
Grafito sobre papel
93,5 x 63,9 cm
303
Ana Tiscornia
Montevideo, 1951
304
Marcelo Torreta
Córdoba, 1962
“Alter Ego”
2006
Acrílico sobre tela
150,4 x 150,1 cm
305
José Vilanova
San Juan, 1936 - San Juan, 2016
306
Santiago Villanueva
Buenos Aires, 1990
“Sin título”
2013
Collage y acrílico sobre tela
205,3 x 302,2 cm
307
Leo Vinci
Buenos Aires, 1931
“El guardavalla”
1985
Chapa batida y hierro soldado
71,2 x 96,3 x 21,9 cm
308
Verónica Virasoro
Buenos Aires, 1980
“Verdeagua”
2008
Acrílico sobre tela
150,1 x 193,3 cm
309
Mario Vinzio
Mendoza, 1931 - San Juan, 2007
“Homenaje a mi madre”
1978
Cerámica y tela sobre máquina de coser
59,9 x 46,2 x 36,4 cm
310
Tamara Wassaf
San Juan, 1982
“La Susi”
2010
Fotografía, toma directa con retoque digital
65,5 x 102,1 cm
311
Índice
Artistas
Índice general Siglo XIX
94 Prieto, Manuel
95 Rawson, Franklin
313
139 De la Cárcova, Ernesto 167 Lenzano y Meirás, Eduardo
116 Azzoni, Roberto 143 Facio Hebequer, Guillermo 175 Marín Ibáñez, Manuel
117 Basaldúa, Héctor 144 Farina, Ernesto 176 Martínez, Pedro Antonio
118 Beresi, Victor 145 De Ferrari, Adolfo Carlos 177 Mazza, Raúl
120 Besares Soraire, Gaspar 148 Garrone, Víctor 180 Molina Campos, Florencio
124 Bruzzone, Alberto 151 Gerbino, José 184 Nevot, Antonio Miguel
125 Burgoa Videla, Miguel 152 Gigli, Lorenzo 185 Nieto, Héctor
126 Bustillo, Alejandro 153 Gómez Cornert, Ramón 186 Pacenza, Onofrio
127 Butler, Guillermo 154 Gramajo Gutiérrez, Alfredo 187 Paredes, Santiago
130 Chierico, Santiago José 157 Güiraldes, Alberto 189 Perona, Rodolfo
132 Collivadino, Pío 160 Guzman Loza, Estanislao 192 Quinquela Martín, Benito
133 Correa Morales, Lia 161 Jarry, Gastón 194 Quirós, Cesáreo Bernaldo de
134 Coutaret, Manuel Emilio 162 Koek Koek, Stephen 195 Riganelli, Agustín
135 Daneri, Eugenio 163 Lagos, Alberto 196 Ripamonte, Carlos Pablo
136 Dávila, Miguel 164 Larco, Jorge 197 Roca de Larrañaga, Isabel
138 De Huertos, Diego 166 Leguizamón Pondal, 199 Rodrigo Mateo, Ángel
314
200 Rossi, Alberto 254 Dorgan, María Beatriz
204 Seoane, Luis 229 Abot, Jorge 259 García De Huertas, Beatriz
205 Soldi, Raúl 230 Aisemberg, Diana 260 Gómez Centurión, Carlos
206 Soto Acebal, Jorge 231 Alonso, Carlos 261 Gorriarena, Carlos
206 Soto Avendaño, Ernesto 232 Andrea, Pat 262 Hlito, Alfredo
207 Spilimbergo, Lino Enea 233 Arden Quin, Carmelo 263 Iglesias Brickles, Eduardo
208 Stringa, Salvador 234 Argüello Pitt, Mateo 264 Joglar, Daniel
209 Sugo, Miguel Ángel 235 Arjona, Juan Alberto 265 Koch, Roberto
212 Thibón de Libian, Valentín 239 Cambre, Juan José 269 Lusnich, Luis
215 Tornambé, Miguel Ángel 241 Cañas, Carlos 271 Médici, Héctor
219 Vecchioli; Francisco 245 Chiachio & Giannone 275 Miller, Mónica
220 Victorica, Miguel Carlos 246 Cortínez, Adela 276 Miranda, Adriana
223 Weiss de Rossi, Ana 248 Cusnir, Dina 279 Nobre, Eric
224 Yrurtia, Rogelio 249 Dávila, Miguel 280 Noé, Luis Felipe
315
287 Pintor, Oscar
316
Staff Museo Franklin Rawson Créditos Libro
Conservación Fotos
Tienda Imprenta
Biblioteca
Cintia Fernández
Jefe de Mantenimiento
317
Agradecimientos
Alberto Sánchez / Juan José Ciácera / Estela Ciácera / Edgardo Mendoza / Graciela de la Torre / Guillermo
Collado / Juan José Arancibia /Jorge Rodrigo /María Luisa Torresán /Quitita Torres / Adela Cortínez / Cynthia
Consejo Federal de Inversiones / Colegio Santa Rosa de Lima / Casa Natal de Sarmiento / Fundación Exedra/
www.museofranklinrawson.org
318
Tapa: Miguel Burgoa Videla - “Jardín Botánico” (detalle) - 1934