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Monografia - Cesar David Gonzalez
Monografia - Cesar David Gonzalez
INTRODUCCIÓN ................................................................................................................. 1
CONCLUSIONES ............................................................................................................... 18
Conocer los nombres de Dios hace que el creyente lo ame y le tema, y ponga su
confianza en Él, y sus acciones sean más sinceras. Esta es la esencia de la felicidad
humana. No hay camino para conocer a Dios excepto conocer Sus atributos
contenidos en Sus bellos nombres, y comprender apropiadamente sus significados.
Conocer los nombres de Dios, entonces, incrementa nuestra fe, y creer en ellos
incluye tres tipos de fe en la unidad absoluta de Dios: la unidad absoluta de Su
señorío divino, la unidad absoluta de Su divina naturaleza, y la unidad absoluta de
Sus divinos nombres y atributos.
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LOS NOMBRES Y ATRIBUTOS DE DIOS
El primer paso para conocer más íntimamente a Dios es estudiar los nombres
bíblicos de la deidad. Estos arrojan luz sobre su personalidad. El papel de los
nombres divinos, Las Escrituras del Antiguo y Nuevo Testamentos son únicas entre
los documentos religiosos en el sentido de que los nombres de la deidad son
autorrevelados. Filósofos y teólogos no cristianos designan a menudo a Dios según
alguna cualidad central.
Los israelitas antiguos daban mucho más significado que nosotros a los nombres
que ponían a sus hijos. Para ellos, un nombre no era una mera etiqueta, sino a
menudo “una expresión de la personalidad, naturaleza o futuro del individuo o al
menos, una declaración por parte de quien se lo ponía, con respecto a lo que esperaba
del que lo recibía.
Los hebreos consideraron que los nombres divinos eran casi equivalentes a la
expresión de la esencia, carácter y personalidad de Dios, y que le manifestaban tal
como él quería ser conocido por sus criaturas. Así que, “todo lo que se puede conocer
acerca de Dios, por virtud de su autorrevelación, la Escritura lo llama “el nombre de
Dios”
Aunque las Escrituras registran varios nombres divinos, hablan también del
nombre de Dios en el singular. Por ejemplo, se usa en el sentido genérico en las
siguientes declaraciones: “No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano” (Éx.
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20:7), “Cuán glorioso es tu nombre en toda la tierra” (Sal. 8: 1), “En Israel es
grande tu nombre” (Sal. 76: 1), “Torre fuerte es el nombre de Jehová; a él correrá
el justo, y será levantado” (PI. 18:10). En estos ejemplos “el nombre” da a entender
la plena manifestación de Dios en las relaciones con todo su pueblo, o con una sola
persona, de manera que se convierte en sinónimo de Dios.
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En la siguiente oración, Dios se identifica como el Dios de Abraham, Isaac y
Jacob, que deberá ser conocido como YHWH. Esta expresión hebrea con cuatro
consonantes es conocida como el “tetragrámmaton”, y en muchas traducciones
aparece traducida como “el Señor”, aunque en realidad, su señorío no es un aspecto
esencial del término. Es más bien una declaración de que Dios es un ser que existe
por sí mismo (el Yo Soy o Yo Seré), que hace que existan todas las cosas, y ha
decidido estar realmente presente en medio de un pueblo que ha llamado para sí.
En los tiempos del Antiguo Testamento, los israelitas pronunciaban este nombre
con libertad. El tercer mandamiento (Éxodo 20:7): “No tomarás el nombre de Jehová
tu Dios en vano”, esto es, no lo usarás de una forma vacía de sentido, o como una
forma de darte importancia, para adquirir prestigio o influencia, originalmente habría
tenido más que ver con la invocación del nombre divino en la fórmula de un
juramento que con el uso de dicho nombre en una maldición.
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convertido en vocablo aceptado, a pesar de tener, como tiene, las consonantes de un
nombre personal y las vocales de un título.
A estas combinaciones de los tres primitivos nombres de Dios hay que añadir
muchos otros compuestos y que se encuentran en el Antiguo Testamento como
veremos a continuacion.
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Después de ver la mano de Dios proveer un sustituto, el anciano llamó aquel lugar
Yahvéh Jireh, “Jehová proveerá” (Gn. 22:14). El nombre señala la provisión divina
de un sacrificio infinitamente mayor: el de Jesucristo que es el cordero sustituto para
“todo aquel que crea”. A través de los siglos, creyentes en Dios interpretan este título
como una promesa de que él “suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en
gloria en Cristo Jesús” (Fil. 4:19).
Yahvéh tsid'kenu (Jehová, justicia nuestra, Jer. 23:6). Hay dos posibles
explicaciones de este nombre. En este nombre simbólico se resumen todos los bienes
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prometidos para los tiempos mesiánicos. La palabra hebrea traducida por justicia,
incluye las ideas de rectitud y justicia, salvación y liberación. Cf. Is. 9: 7; Miq.5:4.17
Es probable que se refiere a su fidelidad al pacto con su pueblo. La segunda idea tiene
que ver con el actuar de Dios en justicia para colocarnos en una posición correcta con
respecto a sí mismo. Sería profética. “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo
pecado, para que nosotros seamos justicia de Dios en éln (2 Ca. 5:21 l. Es decir, Dios
nos proveyó la justicia suya por la obra de su Hijo en la cruz, “por él estáis vosotros
en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación,
santificación y redención” (1 Ca. 1:30).
Todos los pueblos semíticos del antiguo Oriente lo empleaban para identificar la
deidad, y los musulmanes todavía llaman a Dios “Alah”, una forma del antiguo “El”.
Para los hebreos, sin embargo, solo existía un Dios verdadero El Elohí Yisra'e1
“Dios, el Dios de Israel” (Gn. 33:20). Esto lo separaba de los muchos dioses (elohim).
Se cree que este nombre se deriva de un término cuyo significado es “poder”, o
“preeminencia”. El término Elohim es la forma plural de “El”, sin embargo, cuando
se hace referencia a Dios, se usa siempre un verbo singular, el cual nos indica que
Dios es uno. En el idioma hebreo, la forma plural expresa a veces intensidad o
plenitud.
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pluralidad en la deidad, algo que apoya la doctrina de la Trinidad. Sin embargo, esto
parece ser un visualizar más que de lo que hay en el término. En las Escrituras los
nombres “El” y “Elohim” pertenecen “a un solo ser, que contiene en sí mismo todos
los pensamientos expresados por los nombres y descripciones bíblicas de Dios”.
Los importantes nombres compuestos con “El” son los siguientes: El Shadai
(Dios Todopoderoso u Omnipotente), antiguo título de Dios revelado especialmente a
los patriarcas (Gn. 28:3; 35:11; 48:3; Éx. 6:3) y siempre en relación con la promesa
de una numerosa descendencia. Algunos eruditos creen que el significado primitivo
de este nombre pudo haber sido “Dios de la montaña” en “el sentido simbólico de
inmutabilidad y fortaleza perenne, en contraste con la incapacidad del hombre”.
El Elyón (Dios Altísimo, Gn. 14:22; Nm. 24:16; Dt. 32:8) sugiere su cualidad
como “el exaltado”. Hay una connotación superlativa en el adjetivo “elyón”. En cada
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caso donde ocurre, significa lo más alto de todos o exaltado. Esto es evidente en su
uso en el Salmo 97:9 donde indica la supremacía de Jehová sobre otros dioses. Otros
términos descriptivos que están añadidos al nombre “El” contribuyen a revelar la
naturaleza de Dios. Su atributo de eternidad se destaca en el nombre El Olam, “Dios
eterno” (Gn. 21:33; véase Sal. 90:2); “olam” significa “perpetuo” o “perdurable”. El
papel salvador del Ser supremo se expresa por el nombre Elohim yishenu “Dios
salvación nuestra” (1 Cr. 16:35; Sal. 65:5; 68:19; 79:9).
Este nombre aparece en la Biblia desde los primeros tiempos y de tal forma que
da a entender que los hombres lo conocían y lo invocaban (véase Gn. 4:26¡ 12:8¡
13:4¡ 26:25). Sin embargo, críticos liberales ponen en tela de juicio el uso de Yahvéh
hasta el tiempo de Moisés. Preguntan, ¿cómo pudo Dios decir: “Yo soy Jehová. Yo
me aparecí a Abraham, a Isaac ya Jacob corno Dios Omnipotente, pero con mi
nombre Jehová no me di a conocer a ellos” (Éx. 6:2-3)? ¿Cómo es que Moisés
preguntó a Dios, “cuál es tu nombre,,? (Éx. 3:13).
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siempre presente entre su pueblo. Dios explica a Moisés el significado de su nombre
personal “Yo soy el que soy” (Éx. 3: 14). Se asocia Yahvéh con el verbo hebreo
hayah que quiere decir “ser”, “existir”. Algunos intérpretes consideran que la frase
explicativa refuerza el significado del vocablo Yahvéh y adquiere mayor intensidad,
de manera que yo soy el que soy equivale a Yo soy el que existe realmente y por sí
mismo, no como los falsos dioses que no son ni pueden nada.
En otras palabras, la idea de “presencia activa” nos dice que Dios está con
nosotros, pero no qué clase de Dios es. Al escoger el momento del éxodo para revelar
el significado de su nombre, se identifica como el Dios que salva a su pueblo y
derrota a sus adversarios. Las promesas divinas que siguen la revelación del nombre
de Dios, parecen confirmar la interpretación: “Yo os sacaré de la aflicción de Egipto
a la tierra del cananeo ... yo extenderé mi mano y heriré a Egipto ... Yo haré que este
pueblo halle gracia a los ojos de los egipcios” (Éx. 3:17,20,21).
Entonces la frase significaría: “Yo soy el que estará siempre con ustedes para
salvarlos”. Desde los encuentros con Moisés en adelante, Yahvéh se revela como el
Salvador de su pueblo. Varias versiones modernas traducen el nombre propio divino
como “el Señor”. En cierta ocasión, Dios proclama su personalidad: ¡Jehová!
¡Jehová! Dios fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira y grande en
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misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, pero de
ningún modo tendrá por inocente al malvado; que castiga la maldad de los padres en
los hijos y en los hijos de los hijos hasta la tercera y cuarta generación (Dt. 34:6:-7).
Además de los nombres ya mencionados hay otras designaciones que arrojan luz
sobre la naturaleza y personalidad divinas. El nombre Tsur (roca) ocurre cinco veces
en el cántico de Moisés (Dt. 32:4,15,18,30,31) y también se usa en los Salmos e
Isaías. Es una figura rica que sugiere el papel de Dios como protector de su pueblo,
pues cuando los enemigos atacaban, la gente subía a lugares altos para defenderse. El
nombre Qadhosh (El Santo) aparece en los Salmos y especialmente en Isaías (treinta
y dos veces). Significa tanto la trascendencia del Ser supremo sobre la tierra como su
relación especial con su pueblo. Exalta su majestad, bondad y poder infinitos, que
están por encima de todo lo creado. Por otra parte, realza la condescendencia divina
hacia su pueblo.
El título Anciano de Días (Dn. 7:9), es “un hebraísmo con el que se designa a
una persona de edad y aspecto venerables”. En el contexto de Daniel 7, “se refiere a
Dios, el Juez universal que va a juzgar los reinos de este mundo”.lil El Gibbor
(Dios fuerte o poderoso, Is. 9:6; 32: 18; 42: 13) recalca el poder militar de Dios
(véase Sal. 24:8). El nombre Ebhir (el fuerte o poderoso) se usa en conexión con los
nombres de Israel o de Jacob, corno un título poético (véanse Gn. 49:24; Sal.
132:2,5).
Al huir de la casa de sus amos, la sierva Agar fue hallada por el Ángel de Jehová
y recibió la promesa de un hijo y numerosa descendencia. Fue la ocasión de formular
un nuevo nombre para Dios: El Roi (Dios que me ve, Gn. 16:13). Significa que Dios
ve la aflicción de sus criatu.ras y actúa para ayudarlas. El nombre Qanna (celoso,
Éx. 34: 14) indica que “el intenso amor del Señor hacia su pueblo no tolera una
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lealtad a medias, ni la rivalidad de otros dioses u objetos de culto” (Éx. 20:5).
Debernos amarle y servirle de todo corazón.
Cuando Gedeón fue llamado a ser un libertador en Israel, tuvo temor de morir
porque había visto al ángel de Jehová cara a cara. Pero Dios le aseguró: “La paz sea
contigo”. Entonces Gedeón edificó un altar y lo llamó Yahvéh-Shalom (Jehová es
paz, Jue. 6:24). El término hebreo shalom significa más que paz; incluye también los
aspectos de “seguridad, concordia, prosperidad, bienestar y vida en plenitud”.
El salmista David nos ha dado un nombre divino que habla de confianza y amor
al corazón de todo creyente: Yahvéh roi (Jehová es mi pastor} Sal. 23:1). Todos los
aspectos positivos del pastoreo en el antiguo Oriente Medio se pueden encontrar en el
Señor fiel: guiar, alimentar, defender, cuidar, sanar, adiestrar, corregir y estar
dispuesto a morir en el intento, si es necesario.
El examen de los pasajes bíblicos sugiere que este nombre toma un nuevo
significado: el de reflejar la capacidad de Dios para proteger o destruir, según el
contexto particular, usando términos descriptivos como los que siguen: “El de la
gloria” (Salmo 29:3); “El del conocimiento” (1 Samuel 2:3); “El de la
salvación” (Isaías 12:2); “El de la venganza” (Salmo 94:1); y “El grande y
temible” (Nehemías 1:5; 4:14; 9:32; Daniel 9:4). La forma plural Elohim se
encuentra casi tres mil veces en el Antiguo Testamento, y por lo menos dos mil
trescientas de estas citas se reservan al Dios de Israel (Génesis 1:1; Salmo 68:1).
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plenamente. Corno ya hemos dicho, Dios se revela progresivamente por los títulos en
el Antiguo Testamento, cada uno contribuye con alguna faceta de verdad acerca de su
personalidad y gracia.
El nombre que ocurre con más frecuencia es Theos (Dios, más de mil veces).
Corresponde en general a los nombres El y Elohim y a sus formas compuestas.
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Expresa la deidad esencial, con énfasis sobre su autosuficiencia, autodeterminación y
justicia absoluta. El vocablo griego Kyrios (Señor) es otro nombre que ocurre a
menudo en el Nuevo Testamento. Parece combinar el significado de los dos títulos,
Yahvéh y Adonay, traducidos en la Septuaginta con esta palabra.
Se aplica Kyrios a Jesús cada vez más. Este mismo declara ser “el Alfa y
Omega, principio y fin ... el Todopoderoso” (Ap. 1:8,11). En la fórmula trinitaria,
Cristo está colocado al mismo nivel que el Padre y el Espíritu, de modo que la
designación tripersonal, “Padre, Hijo y Espíritu Santo”, ha llegado a ser, “el nombre
cristiano de Dios”. El más importante desarrollo de los nombres divinos en el Nuevo
Testamento es la introducción por Jesús del concepto de Dios como Padre, padre
suyo en el sentido único como “unigénito Hijo de Dios” (véase Jn. 5:18), y padre de
todos los creyentes por virtud de haber recibido al Espíritu de adopción (Ro. 8: 15;
véanse Mt. 7:7-11; Lc. 11:13).
Por eso podía decir: “Subo a mi Padre ya vuestro Padre” (Jn. 20:17). Como
Creador y Sustentador de la humanidad, Dios es el padre de todos los hombres. Pero
en el sentido espiritual, sus hijos se limitan a los que no nacen por la naturaleza o
deseos humanos sino porque Dios los ha engendrado. Y esto por medio de creer y
recibir al Verbo encarnado (Jn. 1: 12-13). De gran ayuda en oración es el uso por
Jesús del nombre Abba Padre (MI. 14:36; Lc. 11:2).
Una nota en una Biblia de estudio explica el significado. Abba es “una palabra
usada por los hijos al dirigirse a sus padres, y que equivale a “papá”. Según los
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testimonios existentes, ni en el A.T. ni en el judaísmo se usaba este término tan
familiar para invocar a Dios. En boca de Jesús, expresa una intimidad con él. El
apóstol Pablo extiende su uso a los creyentes en general (Ro. 8:15). En el Antiguo
Testamento, se refiere a veces a Dios como Padre, pero generalmente como expresión
de su señorío y no de un padre cariñoso que se deleita en cuidar a sus hijos, y de
ninguna manera como un padre accesible.
Los párrafos que siguen se centrarán en los nombres y títulos que hablan más
directamente sobre el único Dios verdadero. Zeós era también el término genérico
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para hablar de los seres divinos, como cuando los malteses dijeron que Pablo era un
dios después de haber sobrevivido a la mordida de la víbora (Hechos 28:6). El
término se puede traducir como “dios”, “dioses” o “Dios”, según el contexto literario,
de manera muy parecida al término hebreo El (Mateo 1:23; 1 Corintios 8:5; Gálatas
4:8). No obstante, el uso de esta palabra griega no significa concesión alguna a la
posibilidad de que existan otros dioses, puesto que el contexto literario no equivale al
contexto espiritual. Dentro de la realidad espiritual, sólo hay un Ser Divino
verdadero: “Sabemos que un ídolo nada es en el mundo, y que no hay más que un
Dios [Zeós]” (1 Corintios 8:4).
Aunque habló del Dios de Abraham, Isaac y Jacob (Marcos 12:26); del
Señor (Mateo 11:25); del Señor de la mies (Mateo 9:38); del Dios único (Juan
5:44); del Altísimo (Lucas 6:35); del Rey (Mateo 5:35), su título favorito al hablar
de Dios era el de “Padre”, presentado en el Nuevo Testamento griego como patér
(de donde se derivan palabras como “patriarca” y “paternal”).
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(Gálatas 4:6). “Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en
temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos; ¡Abba,
Padre!
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CONCLUSIONES
Cuando se trata del nombre de Dios, los significados de sus nombres tienen una
extraordinaria importancia para nosotros. Dios es tan maravilloso, tan complejo, tan
grande e impresionante, que un solo nombre simplemente no puede describirlo. Es
más, existen cientos de nombres en la Biblia que describen quién es Dios, es por ello
que conocemos los atributos de Dios
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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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