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Apuntes Responsabilidad Civil
Apuntes Responsabilidad Civil
a. El daño resarcible
“Presupuestos” o "elementos constitutivos de la responsabilidad civil" pueden ser identificados como aquellas
condiciones de existencia necesarias y suficientes para configurar el nacimiento de la obligación de reparar.
TAMBIEN SE HA DICHO
Los presupuestos de la responsabilidad por daños son “los elementos que integran el supuesto fáctico
condicionante de consecuencias jurídicas con motivo de la producción de perjuicios"
Para que se configure la responsabilidad civil, existen ciertos presupuestos que deben estar presentes. Ellos son: el
daño, la relación de causalidad, el factor de atribución (objetivo o subjetivo) y la antijuridicidad.
El daño
Definición. La definición del Código Civil y Comercial en el actual contexto del derecho de daños.-
Art 1737 "Hay daño cuando se lesiona un derecho o un interés no reprobado por el ordenamiento
jurídico, que tenga por objeto la persona, el patrimonio, o un derecho de incidencia
colectiva".-
CALVO COSTA: “La claridad del concepto hace que el mismo se transforme en un norte a seguir o piedra angular del
sistema, en el eje en derredor del cual gira todo el sistema resarcitorio”
La responsabilidad civil busca repartir justa y equitativamente los daños mediante el reconocimiento del alterum
non laedere como norma primaria y cláusula general del sistema con jerarquía constitucional.
Este es el camino que fue emprendido por la Corte, plasmado en el nuevo Código Civil y Comercial y que se puede
advertir en la consagración de un concepto material y objetivo de la antijuridicidad.-
Art 1717 ANTIJURICIDAD: "Cualquier acción u omisión que causa un daño a otro es antijurídica si no
está justificada”.
El daño objeto de resarcimiento- como aquel que consiste en la lesión a un derecho o a un interés merecedor de
protección conforme al ordenamiento jurídico, si no está justificado.-
Es de destacar que, en la definición de daño resarcible, el derecho o el interés lesionados deben tener por objeto a la
persona, el patrimonio, o un derecho de incidencia colectiva.
MODIFICACION
De conformidad con la definición de daño que nos brinda el CCC, se contemplan en el nuevo
ordenamiento jurídico los daños individuales tradicionales (patrimonial o moral –ahora
denominado "daño que provoca consecuencias no patrimoniales”-), se incorporan los daños
colectivos cuando se lesionan derechos de incidencia colectiva (pese a la supresión
mencionada precedentemente) y se elimina la distinción entre daños de origen contractual o
extracontractual, aunque subsisten algunas diferencias entre ambas órbitas de responsabilidad.
Es de hacer notar que, en sus requisitos de reparabilidad del daño, el CCC refiere que "para la procedencia de la
indemnización debe existir un perjuicio directo o indirecto, actual o futuro, cierto y subsistente", aunque omite
hacer referencia al recaudo de la personalidad.
La omisión no se justifica, dado que, para que exista legitimación, es necesario que se haya lesionado un interés
propio del reclamante, y dicha exigencia no sólo se encuentra presente en los casos de daño directo (concepto
receptado también por la norma), esto es, cuando el titular del interés lesionado es la víctima del acto ilícito, sino
también cuando se trata de un daño indirecto (mismo art. 1739), o sea, cuando el interés lesionado se aposenta en
bienes jurídicos ajenos (v. g., supuesto de homicidio). Lo mismo cuando se reclama indemnización por afectación de
bienes de goce colectivo, pues ello supone necesariamente la lesión a un interés personal.
En síntesis, aun cuando la norma omite señalar el requisito personal, el mismo se advierte menester, a partir de una
interpretación razonablemente derivada del sistema vigente.
El daño experimentado por una persona puede ser de naturaleza patrimonial o extrapatrimonial, también llamado
moral. El daño resarcible, como estudiamos antes, no es la lesión a un derecho de naturaleza patrimonial o
extrapatrimonial, ni a un interés de esa índole, sino el detrimento de valores económicos o patrimoniales (daño
patrimonial) o una minoración en la subjetividad de la persona de existencia visible (daño extrapatrimonial o moral).
La indemnización comprende la pérdida o disminución del patrimonio de la víctima, el lucro cesante en el beneficio
económico esperado de acuerdo a la probabilidad objetiva de su obtención y la pérdida de chances. Incluye
especialmente las consecuencias de la violación de los derechos personalísimos de la víctima, de su integridad
personal, su salud psicofísica, sus afecciones espirituales legítimas y las que resultan de la interferencia en su
proyecto de vida.
Art 1741 A la indemnización de las consecuencias no patrimoniales: Está legitimado para reclamar la
indemnización de las consecuencias no patrimoniales el damnificado directo. Si del
hecho resulta su muerte o sufre gran discapacidad también tienen legitimación a título
personal, según las circunstancias, los ascendientes, los descendientes, el cónyuge y quienes convivían con aquél
recibiendo trato familiar ostensible. La acción sólo se transmite a los sucesores universales del legitimado si es
interpuesta por éste. El monto de la indemnización debe fijarse ponderando las satisfacciones sustitutivas y
compensatorias que pueden procurar las sumas reconocidas.
Analicemos el primer artículo. Cuando el art. 1738, en su primera parte, se refiere a la indemnización del daño
patrimonial, ya que está referido a la pérdida o disminución del patrimonio de la víctima, al lucro cesante y a la
pérdida de chances. Debemos aclarar que la introducción legislativa de la indemnización por la frustración de
chances (perdida de chance) reviste el carácter de novedad en el ordenamiento jurídico, ya que, si bien era admitida
por la doctrina y la
jurisprudencia, no había sido objeto de ninguna norma en el Código Civil de Vélez.
En cambio, cuando la norma citada se refiere a los daños que tengan por objeto a la persona, es decir, a las
consecuencias de la violación de los derechos personalísimos de la víctima, de su integridad personal, su salud
psicofísica, sus afecciones espirituales legítimas y las que resultan de la interferencia en su proyecto de vida,
estimamos que puede derivarse de la lesión a ellas, tanto daño el patrimonial como el extrapatrimonial (Calvo Costa,
2015). No podemos olvidar que la integridad psicofísica, la salud, el proyecto de vida, etc., son simplemente bienes
jurídicos. Nuestro derecho ya no acepta un concepto de daño que consista en la lesión a bienes jurídicos, puesto que
–como vimos- dicha acepción ha sido ampliamente superada. Y la salud, al igual que la estética, el proyecto de vida,
la
vida de relación, etc., representan bienes de carácter personalísimo que resultan ser asientos de derechos
subjetivos, pero que no pueden ni deben ser resarcidos autónomamente y per se. Un daño será tal en sentido
jurídico, en la medida que, sin estar justificado, afecte algún interés y, además, provoque consecuencias; caso
contrario, nos encontraremos ante menoscabos, pero no frente a un verdadero daño en sentido jurídico (Calvo
Costa, 2015). En tal sentido, un daño será patrimonial o no patrimonial (moral), según sea la índole del interés
lesionado. Por
ello, cuando nos referimos al daño a la salud, debemos determinar si el mismo sólo afecta un interés
extrapatrimonial de quien lo padece o si, por el contrario, también afecta un interés de carácter patrimonial de éste
(v. g., gastos de
medicamentos, atención médica, tratamientos de rehabilitación, lucro cesante).
Tal catalogación del daño a la salud no implica, en absoluto, dejar fuera de la órbita de reparación a los perjuicios
que se ocasionen contra ella, y mucho menos a todas aquellas nuevas manifestaciones del daño a la persona, como
ser el daño sexual, el daño al proyecto de vida, el daño a la intimidad, el daño a la vida de relación, el daño estético,
etc.
Finalmente, estimamos que, cuando el CCC se refiere al daño con consecuencias no patrimoniales, se hace
referencia al daño que provoca la lesión a intereses espirituales de un sujeto, que produce en la persona
consecuencias espirituales dañosas que se traducen en un modo de estar diferente al que se encontraba con
anterioridad al hecho lesivo, afectándola en sus capacidades de entender, de querer y de sentir. En CCC también se
ha ampliado la legitimación para reclamar el daño extrapatrimonial (así lo dispone el art. 1741).
Daño moral
El daño moral es la minoración en la subjetividad de la persona, que la afecta dañosamente en el espíritu, en su
desarrollo y en su capacidad de entender, querer o sentir, con motivo de una lesión a un interés no patrimonial. En
consecuencia, podemos decir que la persona padece un modo de estar diferente y “anímicamente perjudicial”
La antijuridicidad.-
Una acción antijurídica es aquella que resulta contraria al ordenamiento jurídico integralmente considerado.
La acción a la cual nos referimos es una conducta, ya sea comisiva u omisiva, que provoca un resultado. Para ello no
se requiere la voluntariedad de la persona.
Dentro de este concepto quedan incluidos los actos habituales e instintivos, y excluidos los actos reflejos o que
provengan de estados de inconsciencia o fuerza irresistible.
La antijuridicidad se analiza de modo unitario; es un concepto objetivo que surge en cuanto opuesto al
ordenamiento jurídico, integral y objetivamente considerado. No depende de la voluntariedad del agente ni de su
culpabilidad. En
consecuencia, tanto el actuar del menor de diez años como el del demente pueden ser catalogados de antijurídicos,
sin perjuicio de las consecuencias involuntarias del daño.
El concepto de antijuridicidad se relaciona con el de ilicitud. Puede abarcar tanto la violación directa de la ley como
la infracción del deber impuesto por la voluntad de las partes en el contrato.
Factor de atribución
El factor de atribución constituye el elemento valorativo (axiológico) en virtud del cual el ordenamiento
jurídico dispone la imputación de las consecuencias dañosas del incumplimiento obligacional o de un hecho
ilícito stricto sensu a una determinada persona (Pizarro & Vallespinos, 2014)
En el CCC, los factores de atribución son dos: subjetivos y objetivos (art. 1721), tal como establecía la norma
derogada.
En relación a los subjetivos, los enumera diciendo que son la culpa y el dolo (art. 1724), y luego explica:
El artículo alude a la “diligencia” debida o exigible, en singular, siguiendo la observación critica que efectuaba
la doctrina a la fórmula de Vélez Sarsfield en el art. 512 y, especialmente, en su nota, pues allí se aludía a
“diligencias”.
También incluye las conductas que pueden considerarse culposas: la imprudencia, la negligencia y la impericia
en el arte o profesión .
Según la nueva norma, el dolo comprende "la producción de un daño de manera intencional" (dolo
obligacional) o "con manifiesta indiferencia por los intereses ajenos"
En relación al factor objetivo, se lo define en el art. 1722, estableciendo el supuesto de aplicación de
factores objetivos para la responsabilidad contractual para el caso que el deudor haya comprometido un
resultado (art. 1723).
“Factor objetivo. El factor de atribución es objetivo cuando la culpa del agente es irrelevante a los efectos
de atribuir responsabilidad. En tales casos, el responsable se libera demostrando la causa ajena, excepto
disposición legal en contrario”
La culpa
La culpa era considerada el factor de atribución subjetivo más importante, conforme el Código Civil
derogado. Allí se la definía, en el art. 512, como “la omisión de aquellas diligencias que exigiere la naturaleza de
la obligación, y que correspondiesen a las circunstancias de las personas, del tiempo y del lugar”.
Por su parte, el Código Civil y Comercial dispone:
Factores subjetivos. Son factores subjetivos de atribución la culpa y el dolo. La culpa consiste en la
omisión de la diligencia debida según la naturaleza de la obligación y las circunstancias
de las personas, el tiempo y el lugar. Comprende la imprudencia,la negligencia y la impericia en el arte o
profesión.
Se advierte que la definición de culpa es casi reproducida por la nueva norma, pero agrega las
conductas que la configuran, pues dice “Comprende la imprudencia, la negligencia y la
Requisitos de la culpa
La omisión de realizar la conducta que exige la La ausencia de propósito deliberado de incumplir o de
naturaleza de la obligación causar daño
La culpa se puede manifestar como: La ausencia de propósito deliberado de incumplir o
a) Negligencia (art. 1724 CCC), la cual consiste en de causar un daño. La buena fe implica la buena fe del
no prever lo que es previsible, o en caso de hacerlo, deudor. Ésa es la principal diferencia que la misma
no adoptar la diligencia necesaria para la evitación tiene respecto del dolo. Esto implica, a su vez,
del daño. Es una conducta omisiva de cierta actividad, que tenga un trato más favorable que los
que en caso de realizarla hubiera sido apta para supuestos de dolo. Tal como advierte Bueres “el
evitar el daño. dolo es la voluntad dirigida a la infracción de la
b) Imprudencia: implica una conducta positiva, obligación como vínculo objetivo” por lo que “no
precipitada o irreflexiva que es llevada sin prever sus necesita otro requisito para su eficacia jurídica” (s.d).
consecuencias.
c) Impericia: consiste en la incapacidad técnica para
la ejecución de una determinada función, profesión o
arte.
Todas ellas pueden estar presentes, en tanto pueden
combinarse entre sí.
El dolo
El dolo es uno de los factores de atribución subjetiva (art. 1724 del CCC). En el Código derogado se reflejan las tres
acepciones dadas al dolo: a) como vicio de la voluntad, que afecta la intención, elemento interno del acto voluntario,
arts. 931 a 936 del CC; b) el incumplimiento obligacional, art. 521 del CC y c) el dolo delictual, aquél ejecutado a
sabiendas y con intención de dañar, art. 1072 del CC.
Se exponía que –conforme el Código de Vélez- las aserciones del dolo eran:
¡ Según la nueva norma, el dolo se configura por la producción de un daño de manera intencional o con
manifiesta indiferencia por los intereses ajenos.
La doctrina (Puig 2015) señala algunas modificaciones que debemos considerar en la nueva norma:
A. La influencia derivada del art. 9º respecto del principio de buena fe, que es elevado a principio general
del derecho. El citado principio se introduce metodológicamente en la parte introductoria del Código,
dentro del ejercicio de los derechos, con lo cual cobra relevancia, dado que constituye una cláusula
general aplicable al ejercicio de cualquier derecho o situación jurídica. La norma expresa que "Los
derechos deben ser ejercidos de buena fe"; cuando ello se conculca o ignora, el ejercicio es de mala
fe. El dolo es contrario a la buena fe. Reiterando, ello alcanza a todo derecho o situación jurídica, a los
deberes jurídicos que impongan una actuación determinada u omisión. Acorde a ello es la norma del art. 729
del CCC (Puig, 2015).
B. Se innova en la conceptualización del dolo contenida en la parte final del art. 1724, y la diferenciación, en
cuanto a consecuencias, cuando deriva de fuente contractual, art. 1728.
C. Apartándose del Código de Vélez, se elimina el capítulo "De los delitos".
D. Acerca de las consecuencias dañosas, salvo disposición legal en contrario, se responde por las
consecuencias inmediatas y las mediatas previsibles, art. 1726, prescindiéndose de la causales.
E. No se hace referencia a la inejecución maliciosa de la obligación, como lo hacía el art. 521, última parte, del
Código de Vélez, con el agregado introducido por la ley 24432, referente a la limitación del pago de costas
preceptuado por el art. 730, última parte.
F. La acción preventiva del daño puede aplicarse al dolo, arts. 1710 y 1711.
G. Se clarifica la actuación de los auxiliares en la ejecución de la obligación, art. 732.
H. Se agrega la fórmula “manifiesta indiferencia”, la cual puede relacionarse con la función sancionatoria
del derecho de daños. En este sentido. esa manifiesta indiferencia será la pauta para la sanción civil.
Conforme la actual redacción normativa podemos entender que al equipararse el dolo contractual
con el extracontractual se pone el acento en “la situación del acreedor insatisfecho (Picasso 2015,
pág.411). El dolo se configura cuando el daño es producido en forma intencional y cuando se actúa
con manifiesta indiferencia por los intereses ajenos. Aquí existe una diferencia con el régimen
anterior que requería actuar “a sabiendas” es decir según el código derogado hace falta un resultado
para configurar el dolo. Con la actual redacción basta con actuar de manera intencional es decir “el
¡
agente se representa el resulta e igual actúa” (Picasso 2014, pág. 412). Es decir que el resultado dañoso se
haya previsto y buscado aun cuando no se haya logrado.
El dolo y el principio de buena fe en los arts. 9 y 729 del Código Civil y Comercial
"Los derechos deben ser ejercidos de buena fe"; cuando ello se conculca o ignora, el ejercicio es de mala fe.
El dolo es contrario a la buena fe. Reiterando, ello alcanza a todo derecho o situación jurídica, a los deberes
Reza el artículo 9°: “Principio de buena fe. Los derechos deben ser ejercidos de buena fe”. Y el artículo 729: “Buena
fe. Deudor y acreedor deben obrar con cuidado, previsión y según las exigencias de la buena fe”. Con lo cual ambas
normas vienen a completar la idea de “buena fe” e implican una pauta integradora para la interpretación del
dolo en la responsabilidad civil.
La parte final del art. 1724 dice: "El dolo se configura por la producción de un daño de manera intencional o con
manifiesta indiferencia por los intereses ajenos"
La unificación de los ámbitos de responsabilidad lleva a que en un mismo párrafo se reúnan los conceptos
antes diferenciados:
a) la intencionalidad del daño y
b) la indiferencia por los intereses ajenos. El dolo aparece en un doble aspecto, por una parte como "intención de
dañar", y por otra como "la actuación (u omisión) con indiferencia del daño que se cauce a los intereses
ajenos".
La unificación de la responsabilidad civil reunió en un mismo artículo, 1724, las dos comentadas acepciones.
Para indemnizar el daño, se deberá demostrar que se conculque, por medio del dolo, el derecho, acto o situación
jurídica, por acción u omisión, y acreditar el resultado dañoso.
Clásicamente, el llamado "dolo obligacional" se consideraba aquel en que el sujeto no quería directamente el
perjuicio, pero era consciente del incumplir.
Con la nueva norma, el actuar con “indiferencia” significa aquel comportamiento que "no importa que se
haga de una u otra forma".
Aparentemente –dice Compagnucci de Caso- y según el sentido semántico, el concepto no se iguala al dolo
obligacional anterior, sino más bien al "dolo eventual" del derecho penal.-
La fórmula actual es más certera, al aludir a la “producción de un daño de manera intencional”, y también
más severa, porque incluye dentro del dolo a “la manifiesta indiferencia por los intereses ajenos”.-
Como explica Mazzinghi: “Es que, cuando una persona exhibe un descuido gravísimo y evidente, que revela
un desinterés absoluto por la situación del otro, es razonable que se califique su conducta como dolosa”.-
El dolo es definido como “la intención de causar el daño” con “manifiesta indiferencia por los intereses
ajenos”. De allí que sostenga Vázquez Ferreyra , (2015), que en el Código de Vélez, el dolo eventual era
asimilable a la culpa, mientras que en el nuevo ordenamiento, el dolo eventual es equiparable lisa y llanamente al
dolo.
¡
Introduce el nuevo Código otra novedad en materia de consecuencias derivadas de los contratos, al establecer
la previsibilidad, donde, de acuerdo al art. 1728, se responde por las consecuencias que las partes previeron
o pudieron haber previsto al momento de su celebración. Aquí, la relevancia está en la previsibilidad de las partes
al momento de la celebración del acto contractual o la posibilidad de haberlas previsto .
Pero, si existe dolo del deudor, la responsabilidad se fija tomando en cuenta estas consecuencias al
momento del incumplimiento. Es decir, además de las consecuencias previstas al momento de la celebración,
se le agregan las consecuencias dañosas al producirse el incumplimiento, lo que cobra
importancia en los contratos de duración. Cuando se cualifica a la conducta del deudor como "culposa", éste debe
las consecuencias previsibles al tiempo de celebración o nacimiento del contrato; en tanto, cuando existe dolo del
deudor, se extiende la reparación hasta las consecuencias previsibles al tiempo del incumplimiento.
Dolo concurrente
En cuanto concurren, en el evento dañoso, ambas conductas, por parte de víctima y victimario, deben ser
analizadas ambas conductas en el caso concreto a los fines de la eximente de responsabilidad civil. En caso de
concurrencia de culpa, la víctima con el dolo del demandado, éste último absorbe el hecho
culpable o no de la víctima. De ese modo se considera que el sindicado como responsable ha sido el único causante
del daño. En la concurrencia del dolo de la víctima y del demandado, procede la reparación del daño causado
teniendo en cuenta la incidencia de cada conducta dolosa en la producción del resultado.
Clasificación
Podemos efectuar la siguiente distinción de supuestos:
el riesgo y el vicio (designaciones, éstas, que son las más difundidas en la doctrina y jurisprudencia) de las
cosas y de las actividades riesgosas o peligrosas por su naturaleza, por los medios empleados o por
las circunstancias de su realización (arts. 1757, 1758, 1733 inc. “e”);
La indemnización de equidad (art. 1742) y los daños causados por los actos involuntarios (arts. 1750);
La garantía (aludiendo al fundamento de las responsabilidades indirectas) (art. 1753), en la responsabilidad
contractual objetiva (art. 1723) y en la responsabilidad profesional por resultado (art. 1768);
La responsabilidad del grupo en caso de actividad peligrosa y la responsabilidad del grupo en caso
de autoría anónima (arts. 1762 y 1761);
La del dueño y ocupante de un edificio por las cosas arrojadas o caídas (art. 1760);
El daño causado por animales (art. 1759);
El daño derivado de los accidentes de tránsito (art. 1769);
La responsabilidad de los padres y de los tutores, curadores y otras personas encargadas de los
menores e incapaces (arts. 1754, 1755, 1756);
La de los titulares de los establecimientos educativos (art. 1767);
La responsabilidad del principal por el hecho del dependiente (art. 1753);
La responsabilidad por los hechos de quién se sirve para el cumplimiento de sus obligaciones (art. 1753).
Pero a lo largo del Código se observa también la aplicación de factores de responsabilidad objetiva, en
enumeración no exhaustiva la doctrina
en la responsabilidad del tomador en el contrato de leasing (art. 1243);
en el transporte de personas por los daños causados a las personas (art. 1286);
La teoría del riesgo. Distintas vertientes. Aplicaciones. Artículos 1757 y 1758 del Código Civil y Comercial.-
Esta doctrina intenta proveer una explicación a la responsabilidad civil basada en el riesgo; sin embargo, se advierten
diferentes líneas de pensamiento:
A. La teoría del riesgo creado. Según esta teoría, quien es dueño o se sirve de cosas o realiza actividades que,
por su naturaleza o modo de empleo, producen riesgos potenciales a terceros, debe responder por los
daños que ellas ocasionen. En consecuencia, el factor de atribución que rige es objetivo y es una
contrapartida del riesgo creado. Éste es el criterio que sostienen Pizarro y Vallespinos , consagrado en los
arts. 1757 y 1758 del CCC. En efecto, la persona que introduce en la sociedad un factor de riesgo
responde objetivamente por el daño causado, se beneficie o no con el mismo.
B. La doctrina del riesgo-beneficio. Según esta doctrina, se debería responder objetivamente por cualquier
riesgo creado, siempre que permita alcanzar un beneficio. En consecuencia, si dicho beneficio
no está presente, no se debería responder objetivamente. El alcance y sentido de la noción “provecho o
beneficio” fue perdiendo gradualmente su contenido económico hasta comprender cualquier
tipo de utilidad o ventaja. Ateniéndonos a esa última interpretación, la teoría del riesgo-beneficio se acerca
notablemente a la teoría del riesgo creado.
C. La doctrina del acto anormal. De acuerdo a esta línea de pensamiento, quien incorpora a la sociedad
un riesgo no debe responder objetivamente por todas las consecuencias perjudiciales
que deriven de él, sino por aquellas que excedan la “normalidad”. Se discute si dicho concepto incluye
la negligencia del agente o no. De algún modo, existiría una aproximación a la idea de culpa, oculta
bajo otra denominación. No parece lógico esto, ya que, de aceptarse esta doctrina, quedarían fuera
del campo del riesgo creado daños como los causados por automóviles, aeronaves en
vuelo, etc., que, aun respondiendo a la actividad normal, son idóneos para causar graves daños.
La relación de causalidad es la necesaria conexión fáctica que debe existir entre la acción humana y el resultado
dañoso producido.
La relación de causalidad es el nexo que vincula materialmente y de manera directa al incumplimiento
obligacional o al acto ilícito con el daño, y en forma sucedánea e indirecta, a éste con el factor de atribución.-
La relación de causalidad nos permite determinar si un resultado dañoso puede ser atribuido
materialmente a una persona. De igual modo, respecto de la función preventiva del daño, nos permite
establecer un vínculo razonable y necesario entre una amenaza de daño y el hecho generador.
El juicio que supone la relación de causalidad es neutro, ya que no valora la usticia o injusticia de la acción,
sino que se refiere a una cuestión meramente fáctica y objetiva: si existe un enlace entre un hecho antecedente
(causa) y el resultado (efecto).
No deben ser confundidas la causa, la condición y la ocasión. La condición es un mero antecedente del
resultado que se produce. El derecho no le atribuye la autoría del daño a un sujeto por el sólo hecho
haber aportado una condición, aun en el caso de que ésta haya contribuido. Sólo en el caso de que dicha
condición asuma especial entidad, por ser adecuada para producir ese resultado, se la eleva a categoría de
causa jurídica generadora del daño. De ese modo, podemos decir que una causa es una condición, pero
calificada como idónea para generar el detrimento.
Otro tipo de condición es la ocasión, que torna viable o favorece la producción del resultado dañoso. En
nuestro ordenamiento jurídico, por regla, no se responde por el mero hecho de aportar la ocasión del evento
dañoso. Sin perjuicio de ello, puede haber casos en los cuales la ocasión deviene jurídicamente relevante para
que el ordenamiento jurídico la coloque en
posición de causa. Para ampliar estos conceptos, se recomienda el estudio de la bibliografía obligatoria.
La doble función de la relación causal en la responsabilidad por daños: autoría del daño y extensión
del resarcimiento.-
Las eximentes son circunstancias que operan enervando la antijuridicidad, la relación de causalidad o los
factores de atribución. Las mismas poseen gran importancia, ya que pueden aminorar o eximir la responsabilidad
por daño al sindicado como responsable.
Clasificación
Según el efecto que producen, encontramos eximentes vinculadas con la antijuridicidad, con el factor de
atribución y con la relación de causalidad. Pasemos a analizar quién carga con la prueba de cada categoría y
sus particularidades.-
El Código Civil y Comercial regula la carga de la prueba del factor de atribución y la eximente en el art. 1734 del CCC,
estableciendo que, excepto disposición legal, la carga de la prueba de los factores de atribución y de las
circunstancias eximentes corresponde a quien la alega.
Luego, el art.1736 establece que la carga de la prueba de la relación de causalidad corresponde a quien la alega,
excepto que la ley la impute o la presuma. La carga de la prueba de la causa ajena o de la imposibilidad de
cumplimiento recae sobre quien la invoca.
Si bien la norma refiere al factor de atribución relación de causalidad, la misma es aplicable para el resto de los
presupuestos y eximentes. Quien invoque un eximente que obstaculice la configuración de la antijuridicidad
tendrá a su cargo la prueba de tal afirmación.
Así como existe una regla, debemos decir que el legislador estableció las facultades judiciales como excepción.
En efecto, establece el art. 1735 del CCC que, no obstante la regla expuesta, el juez puede distribuir la carga
de la prueba de la culpa o de haber actuado con la diligencia debida, ponderando cuál de las partes se
halla en mejor situación para aportarla. Si el juez lo considera pertinente, durante el proceso debe
comunicar a las partes que aplicará este criterio, de modo de permitir a los litigantes ofrecer y producir los
elementos de convicción que hagan a su defensa.
Esta regla puede resultar rígida en algunos casos en los que existen dificultades para el acceso a los medios de
prueba o para la presentación de la misma, y es por eso que se habilita una corrección para mitigar estos efectos.
En particular, con relación a la prueba de la culpa o de haber actuado con la diligencia debida,
el juez puede ponderar cuál de las partes se halla en mejor situación para aportarla. Existe entonces una
regla general legal que adjudica la carga probatoria a quien invoca el factor de atribución o la eximente.
Las causas de justificación enervan la antijuridicidad de la conducta y, bajo ciertas circunstancias, pueden
actuar como eximentes de la
responsabilidad (v. g., legítima defensa) o justificar una reparación de equidad no plena o integral (v. g.,
estado de necesidad). Entre ellas encontramos el ejercicio regular de un derecho, el cumplimiento de una
obligación legal, el estado de necesidad, la legítima defensa y el consentimiento del damnificado.
Las causas de justificación difieren de las causas de inimputabilidad. En tanto las primeras obstan a la
antijuridicidad de la conducta, estas últimas, sin provocar tal efecto, excluyen la culpabilidad del agente, porque
el agente obra sin discernimiento (arts. 260 y 261 del CCC).
El nuevo Código enumera y desarrolla los elementos negativos de la antijuridicidad conocidos como causales
de justificación. Las causales de justificación son una serie de motivos que excluyen la antijuridicidad; se trata
de supuestos excepcionales que, en principio, justifican la violación del principio general de no dañar a otro.
Se trata de un tema que siempre ha merecido mayor atención –y regulación- por parte del derecho penal. En el
art. 34 del Código Penal se encuentra una enumeración de estas causales.
Si bien toda acción generadora de un daño permite presumir la existencia de antijuridicidad, dicha
presunción desaparece ante la presencia de una causal de justificación.
La presencia de una causal de justificación borra la antijuridici dad, lo que por su parte obsta al nacimiento de la
¡ obligación de indemnizar el daño ocasionado. Un acto que en principio aparece como antijurídico, resulta
ajustado a derecho si está justificado.
El nuevo Código menciona como causales de justificación o elementos negativos de la antijuridicidad, en los
arts. 1718, 1719 y 1720:
Legítima defensa, estado de necesidad y ejercicio regular de un derecho. Está justificado el hecho que causa un
daño:
a) en ejercicio regular de un derecho;
b) en legítima defensa propia o de terceros, por un medio racionalmente proporcionado, frente a una
agresión actual o inminente, ilícita y no provocada; el tercero que no fue agresor ilegítimo y sufre daños como
consecuencia de un hecho realizado en legítima defensa tiene derecho a obtener una reparación plena;
c) para evitar un mal, actual o inminente, de otro modo inevitable, que amenaza al agente o a un tercero, si el
peligro no se origina en un hecho suyo; el hecho se halla justificado únicamente si el mal que se evita es mayor
que el que se causa. En este caso, el damnificado tiene derecho a ser indemnizado en la medida en que el juez lo
considere equitativo.
Asunción de riesgos. La exposición voluntaria por parte de la víctima a una situación de peligro no justifica el
hecho dañoso ni exime de responsabilidad a menos que, por las circunstancias del caso, ella pueda calificarse como
un hecho del damnificado que interrumpe total o parcialmente el nexo causal.
Consentimiento del damnificado. Sin perjuicio de disposiciones especiales, el consentimiento libre e informado
del damnificado, en la medida en que no constituya una cláusula abusiva, libera de la responsabilidad por los
daños derivados de la lesión de bienes disponibles.
Clasificación
Ejercicio regular de un derecho:
artículo 10 del CCC establece que “El ejercicio regular de un derecho propio o el cumplimiento de una
obligación legal no puede constituir como ilícito ningún acto”
El concepto de ejercicio regular de un derecho tiene relación directa con la esencia de la relatividad de los
derechos que está reconocida en la Constitución Nacional (arts. 14, 28 y concs.), dando base a la teoría del abuso
del derecho. El abuso de derecho, por el contrario, constituye un acto ilícito,
idóneo para producir responsabilidad civil en caso de causación de un daño a un tercero.
Estado de necesidad
En el inc. “c” del art. 1718 se hace referencia al estado de necesidad que se configura cuando se causa un
mal menor para evitar un mal mayor, según la clásica definición. El inciso contempla la posibilidad de que el juez
conceda una indemnización de equidad.
La nueva norma dice expresamente: “si el peligro no se origina en un hecho suyo; el hecho se halla justificado
únicamente si el mal que se evita es mayor que el que se causa. En este caso, el damnificado tiene derecho a
ser indemnizado en la medida en que el juez lo considere equitativo”. Esta inclusión normativa deja
claramente sentado que el damnificado tiene derecho a indemnización.
Legítima defensa
El Código Civil de Vélez tampoco regula de manera orgánica la legítima defensa; ésta sólo aparecía insinuada por el
art. 2470, en materia de la defensa privada de la posesión, y la doctrina civilista la fue elaborando con ayuda de la
norma contenida en el Código Penal (citado art. 34).
Como ya dijimos, la actual norma del CCC la regula expresamente como causa de justificación y exime de
responsabilidad a quien causa un daño:
…en legítima defensa propia o de terceros, por un medio racionalmente proporcionado, frente a una
agresión actual o inminente, ilícita y no provocada; el tercero que no fue agresor ilegítimo y sufre daños
como consecuencia de un hecho realizado en legítima defensa tiene derecho a obtener una
reparación plena.
El consentimiento del damnificado excluye la antijuridicidad del comportamiento de autor del daño, salvo cuando
éste sea contrario a la ley, a la moral o a las buenas costumbres y al orden público. Para que esta causa de
justificación opere, es indispensable que el consentimiento del titular del derecho sea inequívoco, expreso o
tácito. No puede ser deducido de la simple tolerancia de la víctima ante situaciones anteriores. El
consentimiento es revocable.
Asunción de riesgo
En relación a la asunción de riesgos, debemos decir que, en realidad, lo que dice el Código es que ésta no
tiene entidad como causal de justificación. Si bien la incluimos en este punto, referido a las causales de justificación
que obstan la antijuridicidad, la asunción de riesgos no es causal de justificación, y
el legislador se encargó de dejarlo claro.
Asunción de riesgos. La exposición voluntaria por parte de la víctima a una situación de peligro no
justifica el hecho dañoso ni exime de responsabilidad a menos que, por las circunstancias del caso, ella
pueda calificarse como un hecho del damnificado que interrumpe total o parcialmente el nexo causal.
La conducta de la víctima puede afectar la responsabilidad del sindicado como responsable excluyéndola o
aminorándola. Esto es así ya que no es razonable que responda este último cuando el damnificado es autor
material del daño o de parte del mismo.
Los requisitos para que opere esta eximente son los siguientes: a) incidencia causal; b) el hecho y no la culpa
de la victima; c) hecho no imputable al agente.
a) Incidencia causal. El hecho de la víctima debe tener incidencia causal adecuada en la
producción del resultado, ya sea como causa exclusiva o como concausa del daño en concurrencia
con otros hechos relevantes.
b) El hecho o culpa de la víctima. Con la vigencia del Código de Vélez, se discutía si debe existir culpa en
la conducta del damnificado para que opere esta eximente o si alcanza con el mero hecho. Una
primera doctrina considera que es necesario que medie la culpa de la víctima.
Otra doctrina, en posición que compartimos, sostiene que el simple hecho de la víctima es suficiente
para provocar la ruptura del nexo causal. Esto puede ser fundamentado por diversas razones, tal
como Pizarro y Vallespinos explican en detalles.
c) Hecho no imputable al agente. Además, es necesario que el hecho de la víctima no sea imputable objetiva o
subjetivamente al agente. En otras palabras, si él lo provoca, siendo la acción de la víctima una mera
Quedan al margen del concepto de tercero extraño por quien no se debe responder:
a) Los daños causados por el dependiente en ejercicio o en ocasión de sus funciones, respecto del principal.
b) Los daños producidor por ciertas personas que, sin llegar a ser dependientes, tienen contacto con la cosa
por voluntad expresa o presunta del dueño o guardián.
c) El fabricante de un producto elaborado no es tercero por quien el dueño o guardián no deban responder cuando
el daño se produce por un vicio de fabricación (art. 40 de la ley 24240).
d) El guardián de la cosa no es un tercero por quien no deba responder el dueño.
e) Aquellas personas por las que legalmente se debe responder (v. g., los menores de edad respecto de los padres).
f) Los auxiliares introducidos por el deudor para ejecutar la obligación.
g) En los sistemas de ahorro para determinados fines, la sociedad administradora no es un tercero por
quien no deba responder el fabricante.
En relaciona a la carga de la prueba, esta eximente no se presume; en consecuencia, deberá ser probada por
quien la invoca (art. 1736).
Para que opere esta eximente es necesaria la constatación de las siguientes circunstancias:
a) Que el hecho del tercero tenga incidencia causal (exclusiva o concurrente).
b) Respecto del debate sobre el hecho o la culpa del tercero, la doctrina mayoritaria considera que es
necesaria la culpa del tercero. La posición que compartimos es que alcanza el mero hecho del tercero. Esta última
posición fue la recogida por el Código Civil y Comercial.
c) El hecho del tercero no debe ser imputable al demandado.Diversos supuestos pueden presentarse:
a) Hecho exclusivo del tercero. Provoca la eximición total del demandado.
b) Concurrencia del hecho del tercero con la culpa probada o presumida del demandado. En caso de que
concurra la culpa del demandado con la culpa del tercero, responderán solidariamente ante la víctima y luego
podrán ejercitar entre ellos las acciones de regreso. Ahora bien, si la culpa del demandado incurriera con el
hecho inculpable de un tercero, se deberá reducir el monto indemnizatorio a cargo del demandado. Con
respecto al tercero podrá aplicarse la indemnización de equidad (actuales arts. 1750 y 1742 del CCC).
c) Hecho del tercero concurrente con el riesgo creado por el demandado.
Esta cuestión fue bastante debatida durante la vigencia del código derogado y está solucionada por el actual
Código.
Otra doctrina considera que la respuesta normativa surge del art. 1113 del CC, que es clara en cuanto admite la
plena relevancia del hecho de un tercero extraño respecto a la víctima.
ARTICULO 1718:
ARTÍCULO 1718.- Legítima defensa, estado de necesidad y ejercicio regular de un derecho. Está justificado el hecho
que causa un daño:
a. en ejercicio regular de un derecho;
b. en legítima defensa propia o de terceros, por un medio racionalmente proporcionado, frente a una agresión
actual o inminente, ilícita y no provocada; el tercero que no fue agresor ilegítimo y sufre daños como consecuencia
de un hecho realizado en legítima defensa tiene derecho a obtener una reparación plena;
c. para evitar un mal, actual o inminente, de otro modo inevitable, que amenaza al agente o a un tercero, si el
peligro no se origina en un hecho suyo; el hecho se halla justificado únicamente si el mal que se evita es mayor que
el que se causa. En este caso, el damnificado tiene derecho a ser indemnizado en la medida en que
el juez lo considere equitativo
Quienes elaboraron el Anteproyecto señalaban que la función resarcitoria es relevante en el sistema, pero que la
preventiva es propia de esta materia y que la función punitiva –representada por los daños
¡ punitivos- se encuentra ya incorporada en el derecho argentino y resulta aplicable a una gran cantidad de
supuestos de responsabilidad por daños en el ámbito de las relaciones de consumo (art. 52 de la ley 24240
actualizado por ley 26361). Por lo tanto, el Anteproyecto incluía una norma que establecía
expresamente las tres funciones, una resarcitoria, una preventiva y otra punitiva. Esta última estaba titulada
en el proyecto como “sanción pecuniaria disuasiva”. Pero una vez presentado el proyecto ante el Senado de la
Nación, la comisión encargada de analizar la reforma propuesta efectuó una modificación, limitando las funciones
del derecho de d años a dos: preventiva y resarcitoria, descartando la “sanción pecuniaria disuasiva”.
En tal sentido, el dictamen de la Comisión Bicameral del Congreso de la Nación dice que: "Se elimina el instituto de la
sanción pecuniaria disuasiva del Proyecto, con el fin de que la autoridad de aplicación mantenga sus potestades,
inhibiendo a la autoridad jurisdiccional de resolver estas cuestiones".-
Dice Jorge Galdós, al comentar las funciones del derecho de daños a la luz del nuevo Código:
Por lo tanto en adelante conviven tres sistemas: prevención y resarcimiento del derecho privado, con apoyo en
las normas del Código Civil y Comercial 2014; prevención, resarcimiento y punición en el derecho del consumo
(con los daños punitivos previstos en el art. 52 bis LDC) y en el derecho ambiental rige la secuencia: prevenir,
precaver e indemnización sustitutiva solo en caso de resultar imposible la recomposición o reestablecimiento de la
situación al estado anterior.-al daño. (2014, p. 137).
En este sentido, la reparación constituye, en una perspectiva netamente jurídica, el restablecimiento del equilibrio
preexistente que fuera alterado por el evento dañoso y el cumplimiento de la justicia y la equidad. Por medio de la
misma se intenta colocar al damnificado en la misma situación en la que se encontraba antes del hecho
dañoso, en cuanto esto sea posible, desmantelando los efectos del ilícito, sea por el pago en dinero o en especie.
En cuanto a los daños indemnizables, el primer párrafo del art. 1738 del CCC refiere a los daños patrimoniales
que comprenden el daño emergente, el lucro cesante y la pérdida de chance.
El segundo párrafo refiere a los daños a la persona. El daño a la persona
configura, en el CCC, un ámbito lesivo de honda trascendencia que puede generar perjuicios patrimoniales y
no patrimoniales.
Por su parte, el art. 1741 se refiere a la indemnización de las consecuencias no patrimoniales, expresando que:
Indemnización de las consecuencias no patrimoniales. Está legitimado para reclamar la indemnización de las
consecuencias no patrimoniales el damnificado directo. Si del hecho resulta su muerte o sufre gran discapacidad
también tienen legitimación a título personal, según las circunstancias, los ascendientes, los
1710.-Deber de prevención del daño. Toda persona tiene el deber, en cuanto de ella dependa, de:
a) evitar causar un daño no justificado;
b) adoptar, de buena fe y conforme a las circunstancias, las medidas razonables para evitar que se produzca
un daño, o disminuir su magnitud; si tales medidas evitan o disminuyen la magnitud de un daño del cual un
tercero sería responsable, tiene derecho a que éste le reembolse el valor de los gastos en que incurrió,
conforme a las reglas del enriquecimiento sin causa;
c) no agravar
1711 .-Acciónelpreventiva.
daño, si yaLaseacción
produjo.
preventiva procede cuando una acción u omisión antijurídica hace
previsible la producción de un daño, su continuación o agravamiento. No es exigible la concurrencia de ningún
factor de atribución.
c) no agravar el daño, si ya se produjo.
1712.-Legitimación. Están legitimados para reclamar quienes acreditan un interés razonable en la prevención
del daño.
1713.-Sentencia. La sentencia que admite la acción preventiva debe disponer, a pedido de parte o de oficio,
en forma definitiva o provisoria, obligaciones de dar, hacer o no hacer, según corresponda; debe ponderar los
criterios de menor restricción posible y de medio más idóneo para asegurar la eficacia en la obtención de la
finalidad.
REPARACIÓN DEL DAÑO. Consiste en el cumplimiento de una obligación a cargo del responsable y a favor del
daminificado, que tiene por objeto resarcir el daño injustamente causado al acreedor (Pizarro).
Constituye el reestablecimiento del equilibrio preexistente que fuera alterado por el evento dañoso, y el
cumplimiento de la justicia y la equidad. Por medio de la misma se intenta colocar al damnificado en la misma
situación en la que se encontraba antes del hecho dañoso, en cuanto esto sea posible, desmantelando los efectos
del ilícito, sea por el pago en dinero o en especie.
La finalidad de la reparación es netamente resarcitoria. En tal sentido, intenta resarcir el daño compensando el
menoscabo. En efecto, como regla, el daño material o moral sufrido constituye el límite que no se puede superar,
sin que genere un lucro para la víctima. El fundamento del resarcimiento está dado por el principio de justicia que
impone dar a cada uno lo suyo, debiendo restablecer el equilibrio alterado por el perjuicio causado.
- Adquiere diversas formas según se trate de un perjuicio patrimonial derivado de un acto ilicito (restablecer al
estado anterior), o de incumplimiento contractual (daños compensatorios y moratorios) o de un perjuicio
extrapatrimonial o moral (satisfacción x el menoscabo).
- La reparación del perjuicio tiene carácter patrimonial, sea que se efectivice pecuniariamente o en especie, el
objetivo es el resarcimiento a la víctima y no la sanción al autor.
El principio de reparación plena e integral es uno de los grandes pilares sobre los que se asienta el derecho moderno
de daños, en la búsqueda de una justa y plena reparación del daño causado. En esta tarea, se intenta que la víctima
sea resarcida en forma plena o integral y, a la vez, asegurar al responsable que no asumirá una obligación mayor al
daño que ha causado.
Cuatro son las reglas que se deben respetar:
a) El daño debe ser fijado al momento de la decisión.
b) La indemnización no debe ser inferior al perjuicio.
c) La apreciación debe ser formulada en concreto.
d) La reparación no debe ser superior al daño sufrido.
La reparación específica en especie o in natura consiste en la ejecución de una obligación (generalmente de hacer)
que tiene por finalidad la de volver las cosas al estado en que se hallaban antes de producirse el evento dañoso.
Para que ello pueda producirse, deberán existir las posibilidades materiales y jurídicas que lo permitan.
La reparación por equivalente se traduce en la entrega de un equivalente a la víctima (normalmente pecuniario) con
entidad suficiente para la restauración del valor perjudicado. Esta última forma de reparación es más dúctil y es la
que se ha impuesto en la práctica judicial. En materia de daño moral, el resarcimiento tenderá netamente a
la satisfacción de la víctima, es decir, a la
compensación, ya que no puede borrar los perjuicios ocasionados. Es el ejemplo típico de reparación por
equivalente.
Reparación plena. La reparación del daño debe ser plena. Consiste en la restitución de la situación
del damnificado al estado anterior al hecho dañoso, sea por el pago en dinero o en especie. La víctima
puede optar por el reintegro específico, excepto que sea parcial o totalmente imposible, excesivamente
oneroso o abusivo, en cuyo caso se debe fijar en dinero. En el caso de daños derivados de la lesión del
honor, la intimidad o la identidad personal, el juez puede, a pedido de parte, ordenar la publicación de la
sentencia, o de sus partes pertinentes, a costa del responsable.
c) Que no importe un ejercicio abusivo del derecho (arts. 1740 y 10 del CCC): la doctrina ya venía
sosteniendo esta limitación para la reparación en especie. Actualmente, conforme el art. 1740 del CCC, no
opera cuando la misma importe un ejercicio abusivo del derecho (art. 10 delCCC). En tal caso, el deudor podrá
solicitar el pago de una indemnización
pecuniaria. Corresponde al deudor alegar y probar dicha onerosidad excesiva.
d) Que no sea de aplicación la facultad de atenuar la indemnización por razones de equidad (art. 1742 del
CCC): en caso de serlo, el derecho del demandado no puede ser limitado en razón de haberse articulado la
retención de reparación en especie, con lo cual deberá proceder la reparación pecuniaria.
En nuestro país tenemos una sola experiencia respecto de los daños punitivos y está contemplada en el art. 52 bis
de ley 24240 (ley 26361 B.O. 07.04.2008),que reza:
Daño punitivo. Al proveedor que no cumpla sus obligaciones legales o contractuales con el consumidor, a
instancia del damnificado, el juez podrá aplicar una multa civil a favor del consumidor, la que se graduará en
función de la gravedad del hecho y demás circunstancias del caso, independientemente de otras
indemnizaciones que correspondan. Cuando más de un proveedor sea responsable del incumplimiento
responderán todos solidariamente ante el consumidor, sin perjuicio de las acciones de regreso que les
correspondan. La multa civil que se imponga no podrá superar el máximo de la sanción de multa prevista en el
art. 47, inc. b de esta ley.
Tal como veremos seguidamente y dada la deficiente redacción de la norma, esta incorporación de la figura, lejos
de dar un cierre al tema, lo ha intensificado. Es a tal punto inapropiada la redacción, que, ateniéndonos al
Pluralidad de responsables y solución del Código Civil y Comercial. Artículo 1751 del Código.
Pluralidad de responsables. Si varias personas participan en la producción del daño que tiene una causa
única, se aplican las reglas de las obligaciones solidarias. Si la pluralidad deriva de
causas distintas, se aplican las reglas de las obligaciones concurrentes.
La víctima podrá accionar contra el responsable directo (por ejemplo, el "dependiente"), conforme al art.
1749 del CCC, y contra su responsable “garante” o “reflejo”, según sea la doctrina que sigamos. Así por
ejemplo el "comitente" de ese "subordinado", conforme al art. 1753 del nuevo Código.
En este sentido, el art. 1773 del CCC prevé, como el derogado art. 1122 del CC, que el legitimado tiene derecho a
interponer su acción, conjunta o separadamente, contra el responsable directo y el indirecto; en fin, el actor
podrá optar por demandar a uno o a otro o a ambos, aunque deberá probar la responsabilidad del agente dañoso
responsable directo para que se desprenda la responsabilidad del indirecto.
En los daños extracontractuales causados por varios sujetos, el Código derogado disponía que se aplicaban las
reglas de la solidaridad, ya se tratara de un delito (art. 1081), como de un cuasidelito (art. 1109, 2° párr., agregado
por la ley 17711). Por otro lado, en el 1081, se equiparaba en cuanto a la obligación
de indemnizar a los "autores, consejeros o cómplices". En cuanto a los daños
contractuales, la regla era la mancomunidad, a menos que la obligación
incumplida fuera solidaria.
En el actual Código, si el daño fue causado por varios sujetos, se aplicarán las normas de las obligaciones solidarias
(arts. 827 a 843 del CCC) o concurrentes (arts. 850 a 852 del CCC –se les asigna subsidiariamente la aplicación a
éstas de las normas de las obligaciones solidarias por reenvío del art. 852 citado -), según sea el caso.
Las acciones de repetición o recurso están previstas en los arts. 840 y 851, inc. “h”. Es de suma importancia la
incorporación de la clasificación de obligaciones concurrentes en las obligaciones de sujeto plural, siendo
"obligaciones concurrentes" aquellas en las que "varios deudores deben el mismo objeto en razón de causas
diferentes", constituyendo "obligaciones solidarias"las que están fundadas en una causa única.
Debemos aclarar aquí que la intervención plural de sujetos en la producción de un daño no necesariamente dará
lugar a una responsabilidad colectiva prevista en los arts. 1760 y 1761 del CCC.
Ello es así porque, aunque intervengan varios sujetos en forma conjunta, la responsabilidad puede ser
individual por estar perfectamente identificados los sujetos causantes del hecho ilícito. La distinción entre la
responsabilidad individual y la colectiva resulta de la circunstancia de que el daño como
elemento indispensable para la existencia de responsabilidad civil puede resultar de la actuación individual del
agente (responsabilidad individual) o de la concurrencia de la actividad de varios sujetos relacionados entre sí de
modos diversos para producirlo.
Cuando varias personas deciden ocasionar un daño de manera concertada, no hay responsabilidad colectiva sino
individual. Es lo que se ha dado en llamar la intervención conjunta. En esta hipótesis, se sabe quiénes fueron los
autores y todos produjeron el daño (SAGARNA)
Responsabilidad del principal o comitente por el hecho del dependiente: causación por el dependiente de
un daño resarcible. Relación entre la función y el daño. Daños causados en ejercicio y en ocasión de la función;
d) inexcusabilidad; e) legitimación pasiva (concurrencia)
Responsabilidad del principal por el hecho del dependiente. El principal responde objetivamente por los
daños que causen los que están bajo su dependencia, o las personas de las cuales se
sirve para el cumplimiento de sus obligaciones, cuando el hecho dañoso acaece en ejercicio o con ocasión
de las funciones encomendadas.
El art. 1753 del CCC es claro al determinar que el principal responde objetivamente por los daños causados
por su subordinado. Es decir que no se tiene en cuenta la conducta del principal en el hecho, ya que ella es
ajena al factor de atribución objetivo (conf. art. 1722 del CCC).
Ahora bien, la cuestión radica en discernir cuál es el factor objetivo de atribución de la responsabilidad civil
del principal por el hecho del subordinado.
El factor de atribución objetivo en la responsabilidad del principal por el hecho del dependiente lo constituye la
garantía, esto es, que el comitente garantiza que, si el dependiente causa un daño en ejercicio o con
ocasión de las funciones encomendadas, él responderá ante el damnificado, sin perjuicio de la responsabilidad civil
directa del propio agente dañoso, según el art. 1749 del CCC.
Responsabilidad de los padres por los daños causados por sus hijos sometidos a la patria potestad
que habiten con ellos.-
Conforme la norma, los padres son solidariamente responsables por los daños causados por los hijos que se
encuentran bajo su responsabilidad parental y que habitan con ellos, sin perjuicio de la responsabilidad personal y
concurrente que pueda caber a los hijos.
Cesación de la responsabilidad paterna. La responsabilidad de los padres es objetiva, y cesa si el hijo menor de
edad es puesto bajo la vigilancia de otra persona, transitoria o permanentemente. No cesa en el supuesto
previsto en el artículo 643.
ARTICULO 643.-Delegación del ejercicio. En el interés del hijo y por razones suficientemente justificadas, los
progenitores pueden convenir que el ejercicio de la responsabilidad parental sea otorgado a un pariente, sin
perjuicio de lo establecido en el artículo 674. El acuerdo con la persona que acepta la delegación debe ser
homologado judicialmente, debiendo oírse necesariamente al hijo. Tiene un plazo máximo de un año, pudiendo
renovarse judicialmente por razones debidamente fundadas, por un período más con participación de las partes
involucradas. Los progenitores conservan la titularidad de la responsabilidad parental, y mantienen el derecho a
supervisar la crianza y educación del hijo en función de sus posibilidades.
Igual régimen es aplicable al hijo que sólo tiene un vínculo filial establecido.
Introducción. Denominación
La lectura de las normas permite colegir que el art. 1754 alude al “hecho de los hijos”; en el art. 1755 se la
denomina “responsabilidad paterna”. La denominación es importante, pues no debe confundirse la expresión
"responsabilidad parental" (que hasta el propio art. 1754 menciona en su texto y que abarca al conjunto de
deberes y derechos de los progenitores hacia sus hijos y es regulada especialmente en los arts. 638 y siguientes del
Título VII, del Libro Segundo "Relaciones de familia") con la "responsabilidad paterna" por el hecho de sus
hijos, es decir, por los hechos dañosos que estos causen en sus actividades.
ARTICULO 1754.-Hecho de los hijos. Los padres son solidariamente responsables por los daños causados por los
hijos que se encuentran bajo su responsabilidad parental y que habitan con ellos, sin perjuicio de la
responsabilidad personal y concurrente que pueda caber a los hijos.Igual régimen es aplicable al hijo que sólo
tiene un vínculo filial establecido.
La responsabilidad de los progenitores es objetiva, tal como lo enfatiza el propio art. 1755 ("La responsabilidad
de los padres es objetiva...").
El fundamento de esta responsabilidad objetiva (en la que, como en la responsabilidad civil del principal por el
hecho del dependiente, no interesa la conducta del legitimado pasivo) es la garantía. Los padres garantizan
que, al ocasionarse un daño por sus hijos, ellos responderán civilmente por el hecho
ajeno. No se comprende en la norma el supuesto de daños sufridos por los hijos, salvo que el causante del
daño sea un hermano, en donde esta norma resulta aplicable en las relaciones de familia.
Si se traslada el ejercicio de la responsabilidad parental a terceros –el CCC habla de "delegados" en dicho ejercicio,
conf. art. 1756-, estos delegados responderán por el hecho de esos terceros –los hijos de los padres que
delegaron la responsabilidad parental-, pero, en este supuesto, la responsabilidad sí sería mixta, objetiva y
subjetiva a la vez, pues el "delegado" en la responsabilidad parental se podrá liberar demostrando cualquiera de las
eximentes de la responsabilidad objetiva –causas ajenas al evento- y también con la acreditación de que le ha sido
imposible evitar el daño, imposibilidad que no resultará de la mera circunstancia de haber sucedido el hecho fuera
de su presencia (conf. art. 1756, 2º párr., CC). Debe señalarse que el art. 643 del CCC prevé el supuesto de
delegación del ejercicio de la responsabilidad parental en
el interés del hijo y por razones suficientemente justificadas (Sagarna, 2014).
Debemos recordar que existe una nueva figura normativa titulada "progenitor afín" (art. 672), quien responde
como "delegado en el ejercicio de la responsabilidad parental" y para ello deberán darse las condiciones
Acción de la victima
El damnificado podrá accionar tanto contra el progenitor como contra el hijo menor, mayor de 10 años, por
el daño causado por éste, por lo que resulta innecesario demandar a este último para tener por responsable
al primero (conf. art. 1773 del CCC); aunque, si se pretende ejercer la acción contra el hijo,
tendrá que demandárselo para garantizar su ejercicio del derecho de defensa en juicio (Sagarna, 2014).
La primera norma establece dos supuestos de responsabilidad objetiva por la intervención de cosas: las
derivadas de su riesgo (la eventualidad de que llegue a causar daño) y el vicio (defecto originario o derivado de la
cosa).
Parte de la doctrina entiende que se suprimen la categoría de daños causados con las cosas y la presunción de
culpa establecida en el art. 1113 del Código Civil derogado. En efecto, el título de la Sección 7º, siguiendo
el Proyecto de 1998, se denomina "Responsabilidad derivada de la intervención de cosas y de
ciertas actividades", lo que podría dar a entender que existe una categoría de cosas que no son riesgosas. Sin
embargo, los dos textos (arts. 1757 y 1758) –dice la doctrina- no dejan margen de dudas respecto de que se
suprimió la responsabilidad del daño con las cosas o el supuesto equivalente de las "cosas sin riesgo propio" que
contemplaba una presunción de culpa (Galdos 2015). En
materia de daños derivados de la intervención de cosas, la responsabilidad será subjetiva (arts. 1721, 1724, 1725
del CCC) u objetiva (arts. 1722, 1732, 1757, 1758 del CCC) según el caso.
En cuanto a los sujetos responsables, se admite que el dueño y el guardián son responsables indistintamente del
daño causado por las cosas. Se considera guardián a quien ejerce, por sí o por terceros, el uso, la dirección y el
control de la cosa, o a quien obtiene un provecho de ella.
El dueño no responde si prueba que la cosa fue usada en contra de su voluntad expresa o presunta. En caso de
actividad riesgosa o peligrosa, responde quien la realiza, se sirve u obtiene provecho de ella, por sí o por
terceros, excepto lo dispuesto por la legislación especial.
La responsabilidad por el hecho de las cosas en el régimen vigente en el Código Civil y Comercial
Para aprender el régimen vigente, es bueno saber cuál era la legislación derogada (art. 1113 conforme texto
de la ley 17711).
La responsabilidad por la intervención de cosas estaba regulada en el anterior régimen en el art. 1113 del CC, que
expresa:
En los supuestos de daños causados con las cosas, el dueño o guardián, para eximirse de responsabilidad,
deberá demostrar que de su parte no hubo culpa; pero si el daño hubiere sido
causado por el riesgo o vicio de la cosa, sólo se eximirá total o parcialmente de responsabilidad acreditando la
culpa de la víctima o de un tercero por quien no debe responder. Si la cosa hubiese sido usada en contra de la
voluntad expresa o presunta del dueño o guardián, no será responsable.
Supuestos de responsabilidad objetiva por la intervención de cosas: las derivadas de su riesgo (la
eventualidad de que llegue a causar daño) y el vicio (defecto originario o derivado de la cosa). Artículos 1757
y 1758 del Código Civil y Comercial
En efecto, el texto del art. 1757 del CCC reemplaza la segunda y tercera parte del art. 1113 del Código de Vélez.
Establece el riesgo creado y el vicio de las cosas y actividades riesgosas o peligrosas que constituyen un factor
objetivo de atribución.
Se distingue entre riesgo y vicio. Pero se suprime –según enseña Galdós (2015)-la responsabilidad por los daños
causados con las cosas, fundada en la presunción de culpa. Examinemos la cuestión.
El riesgo supone la eventualidad –posibilidad- de que una cosa llegue a causar un daño. El vicio constituye un
defecto de fabricación o funcionamiento que la hace impropia para su destino normal.
La norma que regula el riesgo creado (por riesgo o vicio de la cosa) ratifica la idea de prescindencia de culpa, pues
el factor de atribución es objetivo.
Según enseña Galdós (2015) se suprime en el artículo la categoría de daños con las cosas, que regulaba el art.
1113. La mayoría de la doctrina asimilaba este supuesto al riego de la cosa. Al eliminarse el daño con las
cosas, el factor de atribución será objetivo o subjetivo según se trate de un daño causado por el
hombre o por el hombre valiéndose de una cosa que es instrumento de su acción (que es subjetiva), y por
otro lado los daños causados por cosas riesgosas o con vicios (que es objetiva). En el mismo sentido
Compagnucci de Caso entiende que quedó eliminada la categoría de los daños “con las cosas”
(2014) quedando regulada la hipótesis del daño causado por el riesgo o vicio de las cosas y la actividad riesgosa.-
Las actividades riesgosas o peligrosas son aquellas que pueden ocasionar un daño. Se incorpora, de este
modo, la idea del “riesgo de empresa”, pues la actividad es vista como algo complejo, un proceso de actividades
conjuntas que conjuga elementos humanos, es decir, la intervención del hombre, como también elementos
mecánicos (maquinarias) y materiales (como pueden ser sustancias).
Daños causados por productos y servicios defectuosos en el ámbito delas relaciones de consumo
Defectos de fabricación
Aparecen de modo aislado en una o varias unidades de una serie, son regulares y pueden producirse por falla de
alguna máquina o por error humano durante la producción. Normalmente, el producto se desvía del diseño
previsto en virtud de estas deficiencias que no son detectadas y que lo tornan inapto para
su destino. Estas fallas son habitualmente previsibles estadísticamente dentro de los índices de falibilidad de un
proceso de producción. En tal sentido, también son difícilmente evitables, en tanto están incluidas en el
porcentual de riesgo no susceptible de ser eliminado en términos de eficiencia económica.
Ejemplos de estos tipos de daños son los que se producen durante las etapas de fabricación, montaje, manipulación
o acondicionamiento de productos.
Defectos de diseño
Los mismos no afectan a una unidad individual, sino a toda la serie, obedeciendo a deficiencias en el proceso de
diseño y proyecto del producto.
Normalmente involucran fallas de decisión empresarial previa a la fabricación del producto, ensamblado y control de
calidad. Dado que los proveedores de bienes y servicios son profesionales, se espera de parte de ellos la conducta de
expertos. Este tipo de defectos es evitable, pero difícilmente previsible estadísticamente.
Régimen legal
Previo ingreso al régimen establecido por la ley 24240 y sus modificatorias, debemos decir que la
complementación del derecho del consumidor dentro del Código Civil y Comercial implica una profunda
armonización y sistematización entre los distintos componentes del sistema de protección jurídica del
consumidor: la Constitución Nacional (arts. 42 y 43), la ley especial 24240 y el Código Civil y Comercial
De conformidad con esta perspectiva se produce una integración del sistema legal en una escala de graduación
compuesta por:
a) los derechos fundamentales reconocidos en la Constitución Nacional;
b) los principios y reglas generales de protección mínima y el lenguaje común del Código;
c) la reglamentación detallada existente en la legislación especial.
Considerando lo expuesto, pasaremos a analizar la ley 24240.
La ley utiliza el vocablo “cosa”, pero la noción de producto es más amplia, ya que implica que la cosa es además
“producida”, es decir, que es el resultado de un proceso de fabricación.
Como se puede observar, la ley no sólo legitima al consumidor y usuario a reclamar los daños causados por el
riesgo o vicio de la cosa o servicio, sino también a todo aquél que adquiere o utiliza los bienes o servicios
onerosa o gratuitamente, como destinatario final, para sí o su grupo familiar.
…a los fines de la tutela normativa por daños causados por riesgo o vicio del producto, deben ser
tratados como consumidores pues están dentro de la esfera de protección legal y,
consecuentemente legitimados activamente para accionar en los términos del art. 40 de la ley 24240.
La legitimación pasiva suele conformarse por todos aquellos sujetos que intervienen en la cadena de
producción, comercialización, e inclusive transporte del producto defectuoso. Todo ello, a fin de prote ger a la
víctima del daño y fundado en el factor de atribución objetivo del riesgo creado o de empresa. En nuestro régimen
legal debemos tener en cuenta el art. 2 de la ley 24240, que establece que el proveedor:
Asimismo, la ley excluye del concepto de proveedor a los profesionales liberales que requieran para su
ejercicio el título universitario y la matrícula.
La norma es bastante clara, a lo que debemos agregar que el art. 40 detalla el abanico de posibles sindicados como
responsables, los cuales responderán solidariamente ante la víctima sin perjuicio de las acciones de regreso
que luego pudieran ejercer entre ellos:
a) El productor. Esta locución amplia incluye el fabricante de la cosa o servicio, el cual es luego es mencionado
nuevamente en este cuerpo normativo.
b) El fabricante. El concepto de fabricante abarcaría no sólo al fabricante real o material del producto final,
sino también al fabricante parcial de cualquier elemento que sea integrado en un producto total o materia
prima a ser utilizada para un producto determinado.
c) El importador. El importador es quien, en ejercicio de sus actividades comerciales o profesionales, introduce el
producto en el país para luego comercializarlo, ya sea por medio de un contrato de compraventa,
contrato de arrendamiento, leasing o cualquier otra forma de distribución del mismo.
d) El distribuidor, el proveedor y el vendedor. La ley argentina emplaza al vendedor y al distribuidor en la misma
condición que el fabricante y el productor. La responsabilidad de ellos no es subsidiaria, sino solidaria.
e) El proveedor aparente. El proveedor aparente es aquella persona física o jurídica que, sin alcanzar la calidad
de productor de un bien, se presente externamente al público como fabricante o productor colocando su
nombre o razón social, marca o cualquier otro signo distintivo en el producto, envase o envoltorio, etc. El
proveedor aparente de bienes y servicios genera una apariencia de autenticidad
Tal como mencionamos anteriormente, la responsabilidad de todos ellos es solidaria, sin perjuicio de las
acciones de regreso que pudieran corresponder.
Prueba
Respecto de la prueba, como regla, quien tiene una pretensión debe demostrar la existencia del daño,
el defecto del producto y la relación de causalidad entre el daño y la conducta del sindicado como responsable.
Ya que se trata de supuestos de responsabilidad objetiva, no corresponde probar la culpa de los legitimados.-
pasivos.
En el marco del art. 40 de la Ley 24240, la constatación de la relación causal se proyecta sobre todos los
legitimados pasivos hasta tanto acrediten la ruptura del nexo causal, cuya prueba y alegación les corresponderá a
los mismos.
DAÑO DIRECTO
Dentro del marco legislativo vigente, las pautas que aporta el nueco CCC, en materia de daños derivados de las
cosas, se integran al sistema de protección juridica de los consumidores, junto a la Constitución Nacional (arts 42 y
43) y a la ley especial 24240 y sus normas modificatorias. En relación a ésta ultima, el supuesto de responsabilidad
objetiva lo encontramos en sus arts 40 y 40bis.
Artículo 40. — Responsabilidad solidaria. Si el daño al consumidor resulta del vicio o riesgo de la cosa o de la
prestación del servicio, responderán el productor, el fabricante, el importador, el distribuidor, el proveedor, el
vendedor y quien haya puesto su marca en la cosa o servicio. El transportista responderá por los daños ocasionados
a la cosa con motivo o en ocasión del servicio. La responsabilidad es solidaria, sin perjuicio de las acciones de
repetición que correspondan. Sólo se liberará total o parcialmente quien demuestre que la causa del daño le ha sido
ajena.
Artículo 40 bis. — Daño directo. El daño directo es todo perjuicio o menoscabo al derecho del usuario o consumidor,
susceptible de apreciación pecuniaria, ocasionado de manera inmediata sobre sus bienes o sobre su persona, como
consecuencia de la acción u omisión del proveedor de bienes o del prestador de servicios. Los organismos de
aplicación, mediante actos administrativos, fijarán las indemnizaciones para reparar los daños materiales sufridos
por el consumidor en los bienes objeto de la relación de consumo. Esta facultad sólo puede ser ejercida por
organismos de la administración que reúnan los siguientes requisitos: a) La norma de creación les haya concedido
facultades para resolver conflictos entre particulares y la razonabilidad del objetivo económico tenido en cuenta
para otorgarles esa facultad es manifiesta; b) Estén dotados de especialización técnica, independencia e
imparcialidad indubitadas; c) Sus decisiones estén sujetas a control judicial amplio y suficiente. Este artículo no se
aplica a las consecuencias de la violación de los derechos personalísimos del consumidor, su integridad personal, su
salud psicofísica, sus afecciones espirituales legítimas, las que resultan de la interferencia en su proyecto de vida ni,
en general, a las consecuencias no patrimoniales.
FACTOR DE ATRIBUCIÓN OBJETIVO / EXIMENTES. El fundamento de la obligación de resarcir que pesa sobre los
legitimados pasivos es de carácter objetivo, basado en la idea de riesgo de empresa. En consecuencia, la liberación
de los sindicados como responsables se producirá solamente en caso de que logren acreditar la existencia de una
causa ajena que interrumpa el nexo causal (caso fortuito, hecho del tercero extraño, y hecho de la víctima), por lo
general, el hecho de ciertos terceros por quienes no debe responder o el uso abusivo o irrazonable del producto por
la víctima.
El concepto de actividad riesgosa está íntimamente relacionado con la actividad industrial, cuyas
circunstancias ordinarias de desenvolvimiento generan un peligro potencial para terceros. No importa para su
configuración si en la actividad riesgosa intervenía o no una cosa, o si lo hacía activa o pasivamente. De
hecho, el vocablo “actividad” indica la existencia de uno o varios hechos humanos
aisladamente, o con la combinación de elementos externos, materiales o inmateriales.
Explican Pizarro y Vallespinos, (2014) que el carácter riesgoso de la actividad se origina en circunstancias
extrínsecas, de persona, tiempo y lugar, que la convierten en peligrosa para terceros. La ponderación de tales
circunstancias, al igual que la incidencia riesgosa de la misma, debe ser analizada en abstracto,
prescindiendo de la conducta del sindicado como responsable, que podría ser asimismo reprochable.
Fundamento
El fundamento de la responsabilidad por daños causados por actividades riesgosas radica en el riesgo creado o
de empresa.
Se afirma que "actividad riesgosa" es una expresión que tiende a superar el rígido marco de la exigencia de
una "cosa" como presupuesto necesario para la configuración de la responsabilidad objetiva. El carácter riesgoso de
la actividad –sostiene Pizarro (2006)- deviene de su peligrosidad intrínseca o de circunstancias extrínsecas,
instrumentales, de persona, tiempo y lugar que la
tornan peligrosa para terceros. Puede vincularse con su propia naturaleza, con los medios o elementos utilizados
y con las metodologías empleadas para desplegar ciertas actividades, las cuales deben ser gobernadas por su
titular.
Legitimación pasiva
La responsabilidad recae sobre quien genera, fiscaliza, supervisa, controla o potencia en forma autónoma la
actividad riesgosa. Si bien esta figura da pie al riesgo de empresa, ello es sólo una posibilidad, siendo la
actividad empresarial o de un simple sujeto de derecho que organice esta actividad con o sin fines de lucro.
Según la norma, la legitimación pasiva por actividad riesgosa recae sobre “quien la realiza, se sirve u obtiene
provecho de ella, por sí o por terceros, excepto lo dispuesto por la legislación especial”. Esa actividad
lucrativa asociada con el riesgo o peligro conduce a imputar objetivamente el deber
resarcitorio. En la actividad riesgosa, la legitimación pasiva es más amplia que en el riesgo creado porque no sólo
involucra al dueño o guardián, sino –a tenor del art. 1758- "a quién la realiza, se sirve u obtiene provecho de ella,
por si o por terceros, excepto lo dispuesto en la legislación especial".
El carácter riesgoso de la actividad –sostiene Pizarro (2006)- deviene de su peligrosidad intrínseca o de
circunstancias extrínsecas, instrumentales, de persona, tiempo y lugar que la tornan peligrosa para terceros. Puede
vincularse con su propia naturaleza, con los medios o elementos utilizados y con las metodologías empleadas
para desplegar ciertas actividades, las cuales deben ser gobernadas por su titular.
Para las actividades riesgosas o peligrosas rigen todos los requisitos de la responsabilidad objetiva aplicables al
riesgo o vicio de las cosas (las eximentes, la carga de la prueba, etc.), salvo lo atinente a la legitimación pasiva,
que es más amplia en la actividad que en el riesgo o vicio, como hemos podido observar.
La actividad riesgosa se puede proyectar espacial y temporalmente de modo tal que sean varios los obligados a
resarcir concurrentemente. En caso que la legitimación pasiva sea plural (de modo simultáneo, compartido o
sucesivo) todos responden concurrentemente frente al damnificado (art. 1758 del CCC),salvo que la solidaridad
esté establecida por ley (art. 40, ley 24240).
Eximentes
Las eximentes que rigen esta responsabilidad son las del sistema de responsabilidad objetiva;
a) El uso de la cosa en contra de la voluntad (expresa o presunta) del dueño o guardián sólo configura una
eximente aplicable en materia de responsabilidad por actividades riesgosas cuando ese riesgo derive
Supuestos contemplados en los artículos 1757 y 1758 del Código Civil y Comercial de la Nación.
ARTICULO 1757.-Hecho de las cosas y actividades riesgosas. Toda persona responde por el daño causado por el
riesgo o vicio de las cosas, o de las actividades que sean riesgosas o peligrosas por su naturaleza, por los medios
empleados o por las circunstancias de su realización.
La responsabilidad es objetiva. No son eximentes la autorización administrativa para el uso de la cosa o la
realización de la actividad, ni el cumplimiento de las técnicas de prevención.
ARTICULO 1758.-Sujetos responsables. El dueño y el guardián son responsables concurrentes del daño causado
por las cosas. Se considera guardián a quien ejerce, por sí o por terceros, el uso, la dirección y el control de la
cosa, o a quien obtiene un provecho de ella. El dueño y el guardián no responden si prueban que la cosa fue
usada en contra de su voluntad expresa o presunta.
En caso de actividad riesgosa o peligrosa responde quien la realiza, se sirve u obtiene provecho de ella, por sí o
por terceros, excepto lo dispuesto por la legislación especial.
• La primera norma establece dos supuestos de responsabilidad objetiva por la intervención de cosas: las
derivadas de su riesgo y el vicio. El riesgo supone la eventualidad –posibilidad- de que una cosa llegue a causar un
daño. El vicio constituye un defecto de fabricación o funcionamiento que la hace impropia para su destino normal .
• A su vez, resulta relevante y novedosa la incorporación en la norma de la actividad riesgosa y peligrosa. Son
aquellas que pueden ocasionar un daño. De este modo, se incorpora la idea del “riesgo de empresa”, pues la
actividad es vista como algo complejo, un proceso de actividades conjuntas que conjuga elementos humanos, es
decir, la intervención del hombre, como también elementos mecánicos (maquinarias) y materiales (como pueden ser
sustancias)
• En cuanto a los sujetos responsables, se admite que el dueño y el guardián son responsables indistintamente
del daño causado por las cosas. Se considera guardián a quien ejerce, por sí o por terceros, el uso, la dirección y el
control de la cosa, o a quien obtiene un provecho de ella. El dueño no responde si prueba que la cosa fue usada en
contra de su voluntad expresa o presunta. En caso de actividad riesgosa o peligrosa, responde quien la realiza, se
sirve u obtiene provecho de ella, por sí o por terceros, excepto lo dispuesto por la legislación especial. Se trata de
criterios sostenidos por la doctrina jurídica argentina durante muchos años.
*Art. 1764 - Inaplicabilidad de normas. Las disposiciones del Capítulo 1 de este Título no son aplicables a la
responsabilidad del Estado de manera directa ni subsidiaria.
*Art 1765 - Responsabilidad del Estado. La responsabilidad del Estado se rige por las normas y principios del
derecho administrativo nacional o local según corresponda.
El Código Civil y Comercial de la Nación, al tratar la responsabilidad patrimonial del estado, opta por la aplicación de
las normas del derecho administrativo nacional o local a la responsabilidad estatal, apartándose de la
responsabilidad civil general. Pero circunscribe la inaplicabilidad a las normas de responsabilidad civil solamente
contenidas en el Capítulo 1 del Título V y no a otras normas que contiene ese cuerpo normativo sobre
responsabilidad civil en otros libros o títulos o capítulo. Esto en la practica signiifica que muchas de las demandas
presentadas contra el estado tengan como régimen jurídico el Código Civil y Comercial.
Como complemento de los artículos del Código Civil que remiten a las normas de derecho administrativo, se dictó
una ley marco que rige la responsabilidad estatal: Ley 26994.
ARTICULO 1° — Esta ley rige la responsabilidad del Estado por los daños que su actividad o inactividad les produzca a
los bienes o derechos de las personas.
-La responsabilidad del Estado es objetiva y directa.
-Las disposiciones del Código Civil no son aplicables a la responsabilidad del Estado de manera directa ni subsidiaria.
-La sanción pecuniaria disuasiva es improcedente contra el Estado, sus agentes y funcionarios.
ARTICULO 3° — Son requisitos de la responsabilidad del Estado por actividad e inactividad ilegítima:
- Daño cierto debidamente acreditado por quien lo invoca y mensurable en dinero;
- Imputabilidad material de la actividad o inactividad a un órgano estatal;
- Relación de causalidad adecuada entre la actividad o inactividad del órgano y el daño cuya reparación se persigue;
- Falta de servicio consistente en una actuación u omisión irregular de parte del Estado; la omisión sólo genera
responsabilidad cuando se verifica la inobservancia de un deber normativo de actuación expreso y determinado.
ARTICULO 5° — La responsabilidad del Estado por actividad legítima es de carácter excepcional. En ningún caso
procede la reparación del lucro cesante.
-La indemnización de la responsabilidad del Estado por actividad legítima comprende el valor objetivo del bien y los
daños que sean consecuencia directa e inmediata de la actividad desplegada por la autoridad pública, sin que se
tomen en cuenta circunstancias de carácter personal, valores afectivos ni ganancias hipotéticas.
-Los daños causados por la actividad judicial legítima del Estado no generan derecho a indemnización.
ARTICULO 7° — El plazo para demandar al Estado en los supuestos de responsabilidad extracontractual es de tres (3)
años computados a partir de la verificación del daño o desde que la acción de daños esté expedita.
ARTICULO 8° — El interesado puede deducir la acción indemnizatoria juntamente con la de nulidad de actos
administrativos de alcance individual o general o la de inconstitucionalidad, o después de finalizado el proceso de
anulación o de inconstitucionalidad que le sirve de fundamento.
ARTICULO 9° — La actividad o inactividad de los funcionarios y agentes públicos en el ejercicio de sus funciones por
no cumplir sino de una manera irregular, incurriendo en culpa o dolo, las obligaciones legales que les están
impuestas, los hace responsables de los daños que causen.
-La pretensión resarcitoria contra funcionarios y agentes públicos prescribe a los tres (3) años.
-La acción de repetición del Estado contra los funcionarios o agentes causantes del daño prescribe a los tres (3) años
de la sentencia firme que estableció la indemnización.
ARTICULO 10. — La responsabilidad contractual del Estado se rige por lo dispuesto en las normas específicas. En caso
de ausencia de regulación, se aplica esta ley en forma supletoria.
-Las disposiciones de la presente ley no serán aplicadas al Estado en su carácter de empleador.
Cuando nos referimos a la responsabilidad derivada del ejercicio de profesiones liberales estamos hablando de
aquellas ocupaciones que requieren título habilitante otorgado por una universidad, sometimiento al régimen
disciplinario o ético y con colegiación obligatoria. En consecuencia, la actuación profesional presume un
conocimiento a nivel de experticia por parte del profesional y, a la vez, la ostentación de la matrícula profesional
otorgada por el colegio profesional correspondiente.
Una de sus aristas mas relevantes, se dá en relación a la fuente o hecho generador de dicha responsabilidad, que en
concordancia a la unidad código, ésta puede ser el incumplimiento de una obligación de origen legal o contractual
por parte del profesional o la simple violación de un deber genérico de no dañar a otro. Pero en este tipo de
responsabilidades, generalmente, el antecedente que da pie al daño es un contrato. Y es justamente en el ámbito
contractual donde asume relevancia la clasificación de las obligaciones de medios y de resultado, pues determinará
la aplicación de un factor subjetivo u objetivo de atribución, conforme al art.17232 y ss. del CCC.
-Conforme a la norma (Art 1768), que asimila la actividad de los profesionales liberales a las “obligaciones de hacer”
(Consiste en la prestación de un servicio o en la relación de un hecho, en tiempo, forma y modo acordado por las
partes. Art 744) , la responsabilidad, por regla es subjetiva, excepto que se haya comprometido un resultado
concreto.
El profesional promete un hacer que consiste en una diligencia conforme a las reglas de la profesión, sin que pueda
asegurar un resultado; de allí que la imputación sea subjetiva y pueda liberarse probando su falta de culpa. En
cambio, si promete un resultado, la imputación es objetiva.
-Entonces, en la obligación de medios, opera el factor subjetivo, y se rige por los principios generales de la culpa. No
obstante ello, los profesionales, en razón de su conocimiento, tienen un deber mayor de previsión y prudencia, tal
como regula el art. 1725. De ahí que podemos generalizar algunos deberes profesionales que constituyen
estándares y pautas de conducta que deben valorarse conforme el caso concreto:
a) Deber de actuación profesional diligente. Tiene que ver con la forma en que el profesional presta el servicio.
b) Deber de informar. Se relaciona con el deber de comunicar determinada información al cliente (asesorando,
aconsejando o advirtiendo).
c) Deber de confidencialidad. Implica no revelar a tercero nada relacionado al cumplimento de la obligación
asumida.
d) Obligación de seguridad. Arbitrar los medios para evitar daños al cliente, en el cumplimiento de la obligación.
NOCIONES.
- El automotor es una cosa mueble registrable, no se considera propietario al poseedor de la cosa, sino al titular
registral. Conforme a ello, en caso de daños provocado por automotores uno de los responsables (sujeto pasivo) es
el titular registral, aun cuando no haya participado personalmente (como conductor) en el accidente automovilístico.
- Cuando los sujetos propietarios y titulares registrales del bien, transfieren la posesión del rodado por un precio en
dinero (compraventa) y omiten inscribir dicha tradición, no se produce la transferencia del bien, sino una promesa
de transferencia. Por lo cual, el titular sigue siendo responsable civilmente ante los terceros. Esto conforme a lo
dispuesto por el art. 1757 del CCC, que responsabiliza concurrentemente al dueño y al guardián del automotor por
los daños causados y sin perjuicio de las acciones de regreso correspondientes.
-Ahora bien, la normativa especial en la materia, concluye en forma identica, en que hasta tanto se inscriba la
transferencia el transmitente será civilmente responsable por los daños y perjuicios que se produzcan con el
automotor, pero AGREGA una causal de liberación, que es discutible y criticada por la desprotección que implica
para la víctima. Se trata de la comunicación de venta, comunmente llamada “denuncia de venta”, que cuando es
previa al hecho dañoso, equipara la situación al supuesto de eximente por tercero por quien no debe responder, y se
reputará que el automotor fue usado en contra de su voluntad.
*El Art 1769 establece que a los daños causados por la circulación de vehiculos deberán aplicarse las disposiciones
referidas a la responsabilidad derivada de la intervención de cosas. Como resultado de ésta remisión:
RESPONSABILIDAD COLECTIVA
Supuestos contemplados en los arts 1760, 1761 y 1762 del CCC
El Código Civil y Comercial de la Nación incorpora la responsabilidad colectiva, anónima y la derivada de la actividad
peligrosa de un grupo, y la regula en los arts. 1760 a 1762. Ésta diferenciación en las situaciones tiene su razón de ser
en las causas de liberación. Es necesario indagar acerca de la situación factica para su configuración, el factor de
atribución, y los eximentes.
*EN FORMA RESUMIDA SE PUEDE VER ESTE TEMA EN EL EJE 2, TITULO NEXO DE CAUSALIDAD*
*ART 1760. Cosa suspendida o arrojada - Si de una parte de un edificio cae una cosa, o si ésta es arrojada, los dueños
de dicha parte responden solidariamente por el daño que cause. Sólo se libera quien demuestre que no participó en
su producción.
-La norma comprende dos supuestos en los que la relación causal es alternativa, ya que, si la cosa ha caído o ha sido
arrojada desde uno de los departamentos, los demás dueños y ocupantes no han participado en la producción del
daño.
-Abarca tanto la caida como que sea arrojada, respondiendo a la tendencia de que los daños sean tratados de una
manera uniforme, cualquiera fuere la fuente de donde provengan, hecho de la cosa o hecho del hombre.
-El nuevo Código no incluye recaudos vinculados al lugar donde caiga la cosa, por lo que resulta aplicable a quienes
transiten o se encuentren en un terreno no sujeto a servidumbre de tránsito, siempre que el tránsito o estancia sean
legítimos.
-Se alude a dos responsables: el dueño, por su vinculación dominial con el lugar del que ha partido la fuerza
dañadora, y el ocupante, en cuanto es la persona que ostenta el control del lugar.
-Eximentes: se libera quien demuestre que no participó en la producción del daño. Ello significa el establecimiento
de una presunción en favor de la víctima que ha sufrido el daño por la caída de una cosa desde un edificio, de que los
autores son los ocupantes y de que los dueños deben responder de manera solidaria con aquéllos. Esa presunción se
extingue si el determinado autor prueba que no participó en la producción del daño.
De lo dicho surge claramente que este tipo de responsabilidad es objetiva y que el eximente se encuentra en la
causalidad y no en la falta de culpa. Se exime el sindicado como responsable acreditando que su inmueble no se
encuentra en la parte de la cual provino la cosa que ocasionó el daño.
-La identificación del sujeto causante del daño determina que deje de ser un supuesto de responsabilidad colectiva.
*ART 1761. Autor anónimo - Si el daño proviene de un miembro no identificado de un grupo determinado
responden solidariamente todos sus integrantes, excepto aquel que demuestre que no ha contribuido a su
producción".
-La causalidad es alternativa; el daño deriva de una o más conductas individuales cuya identificación no es posible,
pero cuyos autor o autores están dentro de un grupo determinado de personas. Es decir que ello se aplicará a los
supuestos en los que se haya producido un daño que sólo pudo tener por autor a uno o más miembros de un grupo
determinado que no desarrollara una actividad peligrosa para terceros.
-Todos los integrantes del grupo responderán solidariamente, a excepción de aquellos que demostraran que no han
contribuido a la producción del daño
*ART 1762 Actividad peligrosa de un grupo - Si un grupo realiza una actividad peligrosa para terceros, todos sus
integrantes responden solidariamente por el daño causado por uno o más de sus miembros. Sólo se libera quien
demuestre que no integraba el grupo.
En un sentido jurídico, el grupo deber ser, además de una realidad numérica, una realidad cualitativa; no consiste en
la mera yuxtaposición de personas, pues media "pertenencia" de cada una al conjunto a través de un lazo de
cohesión, más o menos definido. Es decir, además de pluralidad se requiere cierto nivel de interacción o
comunicación (voluntaria o subconsciente) que posibilita, así sea de manera virtual, una suerte de influencia, control
o contagio recíproco. Surge entonces una "unificación" o "legitimación" o "ligamen" entre los integrantes, que
autoriza a imputar a todos el factor de riesgo que el grupo genera. Puesto que, a través de la participación en el
grupo, el individuo participa en el riesgo descripto a la actividad colectiva.
-El presupuesto fáctico de la norma es la realización de una actividad riesgosa por parte de un grupo de personas. La
causalidad que presupone la norma es la actuación conjunta o en común del grupo. Es decir, el daño debe derivar de
una actividad peligrosa desarrollada en conjunto.
-La responsabilidad de todos los miembros del grupo es solidaria y sólo se eximirá quien demuestre que no integraba
el grupo. Esto es asi, porque no es posible acreditar la relación de causalidad en forma directa hacia uno de los
integrantes, sino que se le atribuye la responsabilidad a la actuación grupal por ser creadora de riesgo para terceros.
Se trata de un factor objetivo de atribución.
-Por lo antes dicho, es ineficaz e indiferente la identificación de la autoria material del hecho, porque la
responsabilidad deriva de la pertenencia al grupo por sí misma. Son legitimados pasivos todos los integrantes del
grupo, quienes responden solidariamente ante la víctima.