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EL NUEVO

INSTITUCIONALISMO
James G. March
Johan P. Olsen
Gabriel A. Almond
Scott C. Flanagan
Robert J Mundt
Margaret Weir
Theda Skocpol
Roger füedland
RObert R Alford

1
. 9 7784'02 102691
72 ZONA ABIERTA 63/64 (1993) Las estructuras
~uerzo por regresar a un enfoque sintético_ se centre en la
experiencia de las transiciones a la democracia en una amplia
gama de casos históricos y contemporáneos.
del Estado:
La aplicación de este enfoque a la democratización debería
no sólo hacer progresar nuestra comprensión de ese proceso,
una respuesta
sino también aguzar y refinar nuestro marco de análisis, permi-
tiéndonos una mejor especificación de nuestra definición de un
episodio de desarrollo. Los elementos definidores serán ahora
<<keynesiana>> a la
.las rupturas democráticas, el punto de decisión que define el
caso y se convierte en foco del análisis: por qué sucedieron y si
t_uvieron o no éxito. En nuestro estudio original el centro de
Gran Depresión
ªtendón se sitl!aba fundamentalmente en la explicación y la ~om­
p<;lración entre los casos, Sin embargo, dado el diseño de nues-
Margaret Weir
tro marco analítico, el _momento decisivo del proyecto debería y Theda Skocpol
haber sido el de las comparaciones cruzadas entre ellos. No
fuimos tan lejos como era de esperar en esa tarea debido a que
nuestros casos eran excesivamente disimilares (casos extrema-
damente diversos con naciones en diferentes niveles de desarro-
llo y con distintos tipos de problemas). Si en esta ocasión co-
menzamos por el marco de análisis y por una serie de estudios Cuando la Gran Depresión de los años treinta se extendió por
de casos que se centran todos ellos en un único fenómeno que las democracias industriales occidentales, socavó las teorías or-
ocurre típicamente en países con niveles de desarrollo especifi- toaoxas liberales clásicas de las finanzas públicas. La crisis eco-
cados, la ganancia derivada de la comparación entre los casos nómica puso en cuestión la convicción predominante de que el
deberá ser mucho mayor. El rendimiento teórico no tiene por gobierno debía equilibrar su presupuesto, mantener el patrón
qué ceñirse a un capítulo de conclusiones extraídas de las com-
paraciones. Más bien, el autor de cada estudio concreto com- «State Structures and the Possibilities for "Keynesian" Responses to the Great
parte el mismo enfoque teórico, y tratará de explicar aquellas Depression in Sweden, Britain and the United States», en P. Evans, D. Rues-
condiciones que facilitan o impiden la transición a la democra- chemeyer y Th. Skocpol~s.), Bringing the State Rack l!J, Cambridge: Cam-
cia. Identificando con precisión las condiciones clave y los tipos bridge University Press,~p. 107-163. Traducción de Fernando Aguiar.
Este capítulo surgió de un artículo previo sobre Suecia y los EE UU, publi-
de acontecimientos y decisiones operativas en un caso dado, cado en la /nternational Journal of Comparative Sociology, 24 (1-2), 1983, pp.
cada investigador puede contribuir al desarrollo de la teoría ge- 4-29. Nos hemos beneficiado de las reacciones hacia aquel artículo y hacia el
neral. borrador de este ensayo, presentado en la sesión titulada «Comparative Social
and Economic Policy», que tuvo lugar en el encuentro anual de la American
Political Science Association, Chicago, 2 de septiembre de 1983. Los comenta-
rios y las críticas procedieron de Douglas Ashford, Barry Eichengreen, Peter
Gourevitch, Barbara Haskel, Hugh Heclo, Albert Hirschman, Peter Lange, Axe!
Leijhonufvud, Stephen Krasner, Charles Sabe!, Philippe Schmitter, Bill Skocpol
y Davis Starck. También nos beneficiamos de estimulantes discusiones cuando
se presentaron estas ideas en el Centro de la Universidad de Chicago para el
Estudio de las Sociedades Industriales, y en el Seminario Luncheon de Ciencias
Sociales en el Instituto de Estudios Avanzados de Princeton, y en una confe-
rencia en la Universidad de Duke.
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oro y dejar que las empresas se reequilibraran por sí solas du- rl""~~i:anto en Suecia como en los EE UU se desarrolla-
rante la recesión económica. Por parte de los trabajadores in- ron ar mento económicos coherentes para justificar el asto
dustriales, de los agricultores y de otros grupos desafortunados p 'blico no sólo n los malos tiem os como res ues~a huma?i-
se oyeron voces que exigían acciones extraordinarias del gobier- taria de emergencia, sino también como una estrategia apropia-
no .. Las coaliciones políticas establecidas se deshicieron y se da de administración macroeconómica nacional en el capitalis-
ª?nero? nuevas oportunidades para políticos y partidos que pu- mo avanzado. Al pnncipio estos argumentos no fueron completa
dieran idear respuestas atractivas a las exigencias de la década. o explícitamente «keynesianos», pero se centraron en las formas
Uno de los mayores dilemas fue cómo hacer frente a un volu- en que la financiación con déficit del gobierno podría estimular
men sin precedentes de desempleo en unas economías que se la demanda del consumidor, las inversiones privadas y el em-
habían contraído repentina y gravemente. pleo 3 . Estos argumentos económicos se adopt~ron ~~cho ~ás
De los traumas de los años treinta surgieron nuevas formas rápida y globalmente en Suecia como estrategia pohtica nacio-
de entender, política y teóricamente, el papel mucho más activo nal para hacer frente a la depresión. Sólo a finales de los años
que el Estado podría desempeñar, en lo sucesivo, para mante- treinta se ideó en los EE UU una estrategia deliberada de re-
?er el ~recimiento y el empleo en las democracias capitalistas cuperación mediante financiación con déficit, y no se puso en
mdustnales avanzadas. Así nació ~r~ kej'nesiana», como se marcha completamente durante el New Deal 4 •
la denominó retrospectivamente en 1loñ0ralañiptura que en-
carnó, en la teoría económica, el libro de 1936 de John Maynard
Key~es, The General Theory of Employment, Interest and Money. especialmente Arndt, Economic Lesson, op. cit., caps. 2 y 8; Bertil Ohlin
~mbargo, las reacciones nacionales a la crisis de la De- (comp.), «Social Problems and Politics in Sweden», una colección de artículos
12.resión vanaron ampliamente 1 . En muchos casos prevaleéló el en Annals of the American Political and Social Sciences, 197, mayo de 1938;
Harrison Clark, Swedish Unemployment Policy: 1914 to 1940, Washington DC:
e~tado de cosas conservadOr o se dio un giro hacia el autorita- American Council on Public Affairs, 1941, caps. 5-12; Herbert Stein, The Fiscal
nsmo. Entre los países que evitaron la quiebra de las institucio- Revolution in America, Chicago: University of Chicago Press, 1969, caps. 3-7,
nes demo,cráticas, S~ y lo~ EE UU fueron los lugares en los y Albert U. Romasco, The Politics of Recovery: Roosevelt's New Deal, Nueva
que los lideres poht1cos refo~ dieron las respuestas más York: Oxford University Press, 1983.
3
Hay importantes y continuas controversias sobre lo que se debería consi-
a~daces. Apoyado electoralmente por los trabajadores indus-
derar como un auténtico argumento «keynesiano», tanto en términos teóricos
tnales Y por los agricultores, el New Deal americano y el «new como orientados hacia la políf . qm no · inamos a aceptar el argumento
deal» sueco (como lo denominó Bjarne Braatoy en 1939) se de Don Patinkin de que el «m ' · o centr » de la economía keynesiana
e!!!._barcaron en .programas de financiación con déficit del gobie;-" no aparece hasta el libro de Keynes e La teoría general del interés, el
ill? p~ra proporcionar ayuda de emergencia, crear puestos de empleo y el dinero. Véase de Don Patinkin «Multiple Discoveries and the Cen- AJ S
tral Messa e» · Journal o Sociology, 89 (2), 1983, pp. 306-323; Y
t.mba¡o en proyectos públicos y poner en marcha una seguridad también su Anticipations of the General Theory?, hicago: Umversity of Chica-
social popular 2 . -
go Press, 1982. Sin embargo, mucho antes de 19~6, Keyn~s. mismo en Gran
Aflre\ Bretaña, y diversos economista allí y en otras naciones, ant1~1par?n ~artes del
1 ~ mensaje teórico keynesiano y, especialmente, muchas de sus 1mphcac1ones con
Para un repaso de las variaciones nacionales véase H. W. Arndt, The Eco- "relevancia política. Más tarde disc~tirem?s eje~plos. destacados. Por ahora ap~n­
nomic Lesson of the 1930s, Londres: Oxford University Press, 1944; W. Arthur taremos que, a falta de una termmolog¡a meior, emplearemos ~¡¡~ia­
Lewis, Economic Survey, Londres: Allen and Unwin, 1960, y Bradford Lee, _!!!smo» para referirnos a esas anticipacion~s an~eriores a 193?· Desp~~s e 1936
«Budget Balancing in an Historical Perspective: National Priorities in Britain
France and the United States» (artículo presentado en el Centro Woodrow Wil~
¡._ ueS el término «keynesianismo» resultó apropiado mcluso para ideas teonca~ y po-
¡¡e$~ líticas que se pudieran haber desarrollado de forma paralela. a los escntos de
son, Washington DC, junio de 1981).
2 Keynes o separada de ellos, precisamente porque su «mensaie central» r~pre-
La etiqueta de «new deah> para las reformas suecas de los años treinta sentó y simbolizó rápidamente una revolución transnacional en el pensamiento
procede de Bjarne Braatoy, The New Sweden, Londres: Nelson, 1939, cap. l. económico.
Para un repaso de las políticas sueca y de los EE UU en los años treinta véase ' 4 Véase Stein, Fiscal Revolution, op. cit., caps. 5-7, y Dean L. May, From
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De hecho, el tipo de ruptura económica keynesiana que a la ni el bienestar social ni las intervenciones industriales del go-
larga Se'.AfiSitucionalizó en estas dos naciones fue muy distinto. bierno federal se coordinaron efectivamente con la administra~.
Desde 1936 n ~d~lante,~ se propuso convertirse -lógrán- ción macroeconómica 8 • ~
dolo c ran ex1to- en una economía de pleno empleo con A pesar de los resultados diferentes a la larga, tanto Sueci ,f'
altos niveles de distribución del ingreso público para el bieneswr como EE UU experimentaron respuestas reformistas a la Gran 14
social. Asimismo, Suecia sintetizó la macroeconomía keynesiana Depresión notablemente similares. Sorprendentemente, los
y el gasto en bienestar con intervenciones en el mercado de acontecimientos se sucedieron de manera muy diferente en Gran 6' · B
trabajo para facilitar la movilidad laboral 5 . Mientras tanto, de Bretaña. Ésta habría podido muy bien ser la primera nación qu;
1938 a 1946, los EE UU pusieron en práctica no el «keynesia- ~a en marcha con mayor éxito un «new deal», empleando
nismo social» al estiro sueco sino lo que se ha denominado acer- estrategias económicas keynesianas para consolidar un Estado
tadamente «keynesianismo comercial» 6 . Esto significa que el de bienestar con pleno empleo. Después de todo, Gran Bretaña
gobierno federal empleo'recortes de impuestos y ajuste «auto- fue la pionera, entre los países capitalistas liberales, en estable-
mático» (más que discrecional) del gasto público para manejar cer protección social global para su clase obrera. Antes de la
la economía, poniendo mayor énfasis en controlar la inflación primera guerra mundial los líderes británicos instituyeron com-
q~e en eliminar el desempleo 7 • Ciertamente~dclgo­ pensaciones laborales, pensiones de vejez. seguros sanitarios y,
b1erno de los EE UU en la economía y la sociedad se hizo lo mas extraordinario de todo, el primer programa del mundo
mayor de lo que lo había sido antes de los años treinta, pero el de seguro obligatorio de desempleo, que se extendió práctica-
gasto público de los EE UU se mantuvo a niveles modestos, y mente a toda la clase obrera industrial al final de la guerra 9 •
El desempleo persistente y a gran escala fue un problema
New Deal to New Economics: The American Liberal Response to the Recession públicamente reconocido en Gran Bretaña a lo largo de los años
of 1937, Nueva York: Garland, 1981, caps. 6 y 7.
5
veinte y los artidos Laborista, Conservador y Liberal contesta-
Sobre.las políticas suecas de los años treinta véase Gosta Esping-Andersen ron del mismo modo a las elecc10nes e , es o es, o · ndo
Y !loger F~1~dland, «Class Coalitions in the Making of West European Econo- plataformas con las que prometían hacer frente al desempreo 10 •
m1es», Polltzcal Power and Social Theory, 3, 1982, pp. 17-25; Assar Llndbeck,
Swedish Economic Policy, Berkeley: University of California Press 1974· An-
drew Martín, «The Dynamics of Change in a Keynesian System>;, en Colín
Crou~~ (comp.), The State, Capital and Liberal Democracy, Nueva York: St. 8
Sobre las dificultades para coordinar las intervenciones económicas keyne-
Martm s Press, 1979, pp. 88-121, y William Snavely, «Macroeconomic Institu- sianas con un seguro de desempleo en los EE UU véase Edward J. Harpham,
tional Innovation: sorne Observations from the Swedish Experience» Journal «Federalism, Keynesianism and the Transformation of Unemployment Insuran-
of Economic lssues, 6, 1972, pp. 27-60. ' ce in the United States», en Douglas E. Ashford y E. W. Kelly (comps.),
6
«Keynesianismo social» es un término nuestro. «Keynesianismo comercial» Nationalizing Social Security, Greenwich: JAI Press~óxima aparición.
procede de Robert Leckachman, The Ages of Keynes, Nueva york: McGraw- 9
Sobre las políticas sociales británicas previas ~éanse especialmente
Hill, 1966, p. 287. Bentley V. Gilbert, The Evolution of National Insurance in Great Britain: the
Sob~e las, políticas macroeconómicas de los EE UU desde la segunda gue-
7
Origins of the Welfare States, Londres: Michael Joseph, 1966; Bentley V. Gil-
rra 1?1undial vease Lekachman, Age of Keynes, op. cit., caps. 8-11; Robert M. bert, British Social Policy (1914-1939), Londres: Batsford, 1970, caps. 1-3; Peter
Co~lms,. The Bussines Response to Keynes (1929-1964), Nueva York: Columbia Flora y Jens Alber, «Modernization, Democratization and the Development of
Umvers1ty Pres~, 1981, caps. 6 y 7, y Stein, Fiscal Revolution, op. cit., caps. Welfare States in Western Europe», en Peter Flora y Arnold J. Heidenheimer
9-17. En el penodo de posguerra, los EE UU y Suecia gravitaron hacia polos (comps.), The Development of Welfare States in Europe and America, New Bruns-
opuestos tanto en términos de los niveles de gasto público como en términos wick: Transactions Books, 1981, especialmente la figura 2.4, p. 55, que resume
del equilibrio entre desempleo e inflación. Véase Andrew Martín The Politics ' la cobertura programática y de la fuerza de trabajo de las políticas sociales
of Economic Policy in the United States: a Tentative View from a' Comparative comparadas con las de otras naciones europeas.
P_~rspective: Beverly Hills, Calif.: Sage, 1973, pp. 5-20, y Douglas Hibbs, «Po- 10
El siguiente resumen se apoya especialmente en Robert Skidelsky, Poli-
ht1cal Part1es and Macroeconomic Policy», American Political Sci!!nce Review, ticians and the Slump: the Labour Government of 1929-1931, Londres: Macmi-
71, 1977: 1472. llan, 1967.
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L_a plataforma liberal, apoyada de forma elocuente por el pro-

JT1
~10 K~ynes, exi?ía un p~o?rama a gran escala de obras públicas EXPLICACIÓN DE LA VARIEDAD DE RESPUESTAS NACIONALES
fmanciado mediante cred1tos. «Podemos conquistar el desem- A LA DEPRESIÓN
pleo>:, declaraban los liberales. Tras la victoria laborista en las
elecciones de 1929 y la formación de un gobierno en minoría ¿Por qué idearon Suecia y los EE UU respuestas políticas enor-
a an o comienzo la Gran epres1on, los memente similares a la crisis económica de la Gran Depresión?
eynes rec1eron a artt o e a clase o rera ¿Por qué a pesar de las similitudes en sus respuestas reformis- ílio_f),.._1...
_ us n . arlamentario e intelectual para llevar a cabo tas, desembocó Suecia en un keynesianismo social, mientras que ;óT-i
_ese program~. Esa fue precisamente la clase de respuesta ·al los EE UU institucionalizaron un keynesianismo comercial? ¿Y ~
ae~empleo y a la depresión económica nacional que, unos años por qué dejó Gran Bretaña de hacer frente a la Depresión de
mas tarde, entre 1932 y 1934, pondría en marcha Suecia para una manera innovadora comparable a la de los «new deals»
logra~ un Esta~o del bienestar con pleno empleo, lo que le pro- sueco y estadounidense?
curana a la socialde?1ocracia sueca una larga hegemonía política. En este ensayo se plantean estas preguntas históricas. Sin
{¿J.pp, . ~ En Gran Bretana no aconteció nada tan renovador. El go- embargo, nuestra argumentación tiene también un propósito cla-
~..J! b1erno lab?~1sta de 1929 vaciló durante dos añ~s atroces, hasta ramente teórico. Su objetivo es demostrar la fertilidad de una
rr_ erw,r)- que se retiro _en agosto de 1931, tras intentar imponer recortes clase (característica) de aproximación explicativa, subrayando ·
""'tfA.. . ?el gasto social_ sobre s_u propia base política y fracasar en el lüs rasgos estructurales de los estados@las herencias preceden- 8.i~
m_t~nto. ~ partir de ah1 el Partido Laborista se dividió y peri- tes en las políticas públicas. En concreto, analizaremos la forma~0
/ clito pre~1p~ta~~men~e, y los liberales se contrajeron de nuevo en que distintas estructuras de Estado y distintas herencias po-
J hast~ la ms1gmf1cancia. Un «gobierno nacional» multipartidista, líticas en Suecia, Gran Bretaña y EE UU .ftfn influyeron en las
dommado, de hecho poi:_ los conservadores, llegó al poder en orientaciones políticas y en la capacidad de.)<(s grupos y partidos
1931. Saco a Gran Bretana oel patrón oro, impuso algunos aran- activos en las luchas políticas sobre la forma en que los gobier-
celes: Y se ~poltronó complacido en la política nacional durante nos debían hacer frente a las circunstancias de la Depresión, y
los anos tremta, a medida que Gran Bretaña conseguía gradual- @fectaron al proceso de innovación intelectual y al acceso de
mente una fuerte recuperación económica agregada si bien el expertos a los centros de gestión política, a través de los cuales
desemp~eo seguía siendo elevado 11 • Gran Bretaña n~ adoptaría las ideas económicas entraban (o no) en la formulación de estra-
estrate ta económicas ke nesia~en­ tegias gubernamentales para hacer frente a la crisis económica.
to de la ~e.gunda guerra mundial, y no reformaría ni exten ería Sin embargo, antes de empezar permítasenos introducir dis-
los bene~c1os sociales ublicos en un «Estado del bienestar» com~ tintas perspectivas analíticas que se han empleado para explicar
prehens1vo hasta después del final de aquella horrible guerra los modelos sueco, británico y estadounidense 13 • Tras explicar

11
Sobre la recuperación británica de los años treinta véase Arndt Economi·c The Case far the Welfare State, Bloomington: Indiana University Press, 1979,
Lessons' .op • c1·1., cap. 4 , que pr~senta un cuadro bastante optimista.'
12 pp. 104-109.
Existe d~sa~uerdo sob~e s1 Gran Bretaña puso en marcha siquiera políti- 13
Sólo nos ocupamos de argumentos explícitamente comparativos que com-
c~~~acroeconom1cas ~lenamente k~~esianas, aunque parte del problema de- piten directamente con los nuestros. Sin embargo, en la literatura histórica sobre
p de lo que se entienda por pohtlcas «keynesianas». Véase Jim Tomlinson cada uno de los países se acentúan a menudo las personalidades y las actitudes
~::? Was Th:re Nevera "Keynesian Revolution" in Economic Policy?», Eco~
Ke :e a_nd Society, _10 (1)~ 1_981, pp. 72-87, y Kerry Schott, «The Rise and of
Y s1an Econom1cs: Bntam, 1940-1964», Economy and Society, 11 (3) 1982
de los líderes nacionales clave. Los analistas comparativos pueden recurrir a
explicaciones ad hoc en esa línea cuando fallan los argumentos económicos
deterministas o los de la «elección racional». Véase, por ejemplo, el tratamiento
PP· 29~-316. Sobre las reformas «Beveridge» en el Estado de bienestar brltánic~ de Peter Gourevitch al caso británico en «Breaking with Ortodoxy: The Politics
despues de la segunda guerra mundial véase Norman Furniss y Timothy Tilton, of Economic Policy Responses to the Depression of the 1930s», International
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por qué consideramos inadecuadas estas perspectivas, delinea- FIGURA l. PRODUCCIÓN NACIONAL EN SUECIA, GRAN BRETAÑA
Y ESTADOS UNIDOS
remos el marco teórico de referencia para nuestro posterior aná-
lisis histórico comparativo.

~ Condiciones económicas y respuestas nacionales


"'~ 2.0
Para empezar podemos dejar a un lado una clase de argumento
«economicodete'fiñiiiiSfu» que podría parecer, a pnmera vista, "'~"'
::
que proporciona una explicación de sentido común de los acon- ~
§
tecimientos políticos de los años treinta. llna Qerspectiva e:ira- ,,"
~
mente funcionalista y materialista podría intentar derivar el al- g
cance ae las políticas reformistas de estos anos de la Severidad "'-
,0 con ue la Oe resión ol eó a los países, sugmendo que se
>;
:S I.0
\ : esarrollaron respuestas más innova . oras para acer rente a t
se
; r.O~'tl\\JP"ios problemas más graves. Sin embargo, como revela. n las figu- o..
7!~t4 ras 1 y 2, de entre nuesffos tres casos los EE UU fueron los más
! duramente golpeados por la Depresión, mientras que tanto Sue-
/ cía como Gran Bretaña, a pesar de sus respuestas políticas opues-
tas, experimentaron recuperaciones anteriores y más estables
que los EE UU. La recuperación sueca se prolongó hasta fina-
les de los años treinta con más suavidad que la recuperación 1920 1930 1940
británica y, en especial, que la americana. Nota. o-o-o, Suecia: rm; •-•-•,Gran Bretaña: PIB; - - , EE UU: PIB
Fuentes: Departamento de Comercio de los EE UU, Historical Statistics of the Umted Sta-
tes: Colonial Times to 1970, part I, Washington oc, 1975, p. 224; B. R. Mitchell, Euro-
Organization, 38 (1), 1984, pp. 121-122, y Dennis Kavanagh, «Crisis Manage- pean Historical Statistics (1750-1970), Nueva York, Columbia University Press, 1976,
ment and Incremental Adaptation in British Politics: the 1932 Crisis of the pp .. 789-790.
British Party System», en Gabriel A. Almond, Scott C. Flanagan y Robert J.
Mundt (comps.), Crisis, Choice, and Change: Historical Studies of Política[ De-
velopment, Boston: Little Brown, 1973, pp. 194-195. Es difícil atribuirles a estos tres países fases de recuperación
Irónicamente, se ha apelado a personalidades y actitl!des similares de lide- económica o de contratiempos relacionadas directamente con
razgo para explicar diferentes resultados en los tres casos que estudiamos ..En los efectos de las acciones (o ausencia de acciones) gubernamen-
concreto, los líderes del Partido Laborista británico de 1929-1931 han sido cri-
ticados por su excesiva voluntad de transigencia en nombre de la unidad nacio-
tales. No diremos nada sobre la eficacia real de las políticas de
nal y por combinar el idealismo con el pragmatismo, mientras que los líderes financiación con déficit comparadas con otras políticas o circuns-
socialdemócratas suecos y los partidarios del New Deal en América han sido tancias económicas 14 • Los historiadores económicos no se po-
alabados por cualidades similares, ¡que supuestamente explican sus iniciativas
reformistas! En nuestra opinión, los objetivos reales, las actitudes y los ideales
14 Por ejemplo, es dificil valorar los efectos concretos en la~ políticas nac~o­
normativos de los líderes y grupos se tienen que considerar seriamente, pero de
una manera históricamente fundada. No se deberían tratar como esencias fijas nales y en las circunstancias económicas internas de las fluctuaciones mone~anas
constrnidas sobre las personalidades o las ideologías de partido, sino que se y comerciales, que ejercían poderosas infl\1encias. en el curso de las_reces1~nes
deberían analizar más bien en estrecha relación con el contexto institucional económicas nacionales y de las recuperaciones en la. Gran Depresión. Vease
global, el marco de la cultura política y las coyunturas de conflicto político e11 Arndt, Economic Lessons, op. cit., y los argumentos sobre Suecia citados en la
las que operan los líderes y los grupos a lo largo del tiempo. nota 86.
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FmuRA2. TASA DE DESEMPLEO EN SUECIA, GRAN BRETAÑA Y ESTADOS
UNIDOS (1920-1950)
zlLa aproximación a los estados del bienestar en términos
1de «la fuerza de la clase obrera»
30
Quizá los argumentos más influyentes hoy en día sobre las va-
riaciones políticas de las democracias capitalistas industriales
avanzadas se centren en la fuerza de las organizaciones obreras
.§ 20
~
en la lucha política de cla~e. Las variaciones en el aumento de
~ las intervenciones socioeconómicas públicas durante todo el si-
~ glo XX se explican en términos de la capacidad de la clase obre-
¡¡
¡:; JO ra industrial para luchar por sus intereses frente a los intereses
de las clases capitalistas 15 • En una audaz versión de este argu-
mento, propuesta por John Stephens, los sujetos agentes del
origen y continuo desarroll6 del Estado del Bienestar (en última
1930 1940 1950
1920 instancia el Estado del bienestar keynesiano con pleno empleo)
Now o-o-o, Suecia: acogidos a los fondos smd1cales para el desempleo; •-•-•, Gran se supone que son los sindicatos industriales coordinados de
Bretaña: desempleo en los smd1catos entre 1920 y 1923, medias mensuales de parados manera centralizada que trabajan con un partido político de
registrados con seguro entre 1924 y 1950; - - , EE UU: tasa de desempleo de la 16
fuerza laboral civil de 14 años o más, medias anuales.
base obrera • El partido llega al poder mediante políticas elec-
Fuentes: Departamento de Comercio de los EE UU, Histoncal Statistics of the Umted torales y emplea entonces la autoridad gubernamental para po-
States: p. 224; B. R. Mitchell, European Historical Statistics (1750-1970), op. cll, ner en marcha políticas orientadas hacia el bienestar. Se podría
pp 789'790.
«atraer» los intereses empresariales para que apoyen esas polí-
ticas, pero fundamentalmente -<:ontinúa la argumentación- las
políticas son el producto de una clase obrera que es más fuerte
nen de acuerdo sobre estos asuntos para nuestros casos nacio-
que la clase capitalista, en especial porque los obreros están
nales u otros en los años treinta. Además, gran parte de la
mejor organizados y se movilizan mejor para aprovecharse com-
evidencia contemporánea e histórica hace pensar que las 12olítj- pletamente de la democracia electoral.
cas gubernamentales no tienen or qué ser económicamente efi-
En apariencia, este modelo da buena cuenta de la ruptura
caces para tener éxito polít~o. Durante _los años tr~i~ta los_ . de la socialdemocracia sueca de los años treinta, que condujo
biernos y las políticas en el poder obtuvieron benef1c10 pohtico
al empleo de niveles elevados de gasto público para promover
cuando cada nación comenzó, por las razones que fueran, a
recuperarse de las profundidades del descenso econó~ico, en
especial si esos gobiernos y sus políticas parecían haber mtenta- 15
Entre los que proponen distintos tipos de argumentos basados en la fuerza
do resolver activamente las dificultades económicas. Pero esto de la clase obrera se incluyen Francis G. Castles (comp.), The Impact of Parties,
sólo nos estimula para comprender por qué el gobierno laborista Beverly"Hills: Sage, 1982; Esping-Andersen y Friedland, «Class Coalition», art.
cit.; Walter Korpi, The Democratic Class Struggle, Londres: Routledge and Ke-
británico vaciló hasta que llegó al callejón sin salida que le obli- gan Paul, 1978; Martín, Politics of Economic Policy, op. cit., y John Stepheps,
gó a resignarse prematuramente, antes de que la recuperación The Transition from Capitalism to Socialism, Londres: Macmillan, 1979. Una
británica comenzara en 1932. revisión excelente de este enfoque del desarrollo del Estado del bienestar occi-
dental se puede encontrar en Michael Shalev, «The Social Democratic Model
and Beyond: Two Generations of Comparative Research of Welfare State»,
Comparative Social Research, 6, 1983, pp. 87-148.
16
Stephens, Transitions to Socialism, op. cit.
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el bienestar social y el pleno empleo 17 . Aparentemente, tam- norteamericana a medida que el reformismo del New Deal lle-
bién puede dar cuenta del fracaso del New Deal americano a gaba a su fin. Tampoco se puede atribuir directamente a la
la hora de dar como resultado una completa ruptura social key- : preeminencia política de los capitalistas americanos el fracaso
nesiana, apuntando a las debilidades a largo plazo de los sindica- definitivo de las tendencias keynesianas sociales y democráticas
tos industriales norteamericanos, en contraste con los sindicatos que surgieron del New Deal. Desde mediados hasta finales de
suecos, y a la adaptativa y duradera fuerza política empresarial los años treinta, la influencia política de los grupos empresaria-
americana 18 • Sin embargo, en nuestra opinión los contrastes les americanos se hallaban en su punto más bajo 20 • Así, la
entre Suecia y los EE UU sólo se pueden atribuir a la fuerza recuperación de la influencia empresarial sobre la elaboración
del trabajo frente a la empresarial si se está en disposición de la política pública, incluyendo aplicaciones de ideas keyne-
de aceptar una visión excesivamente de «suma cero» y enorme- sianas, se ha de atribuir tanto a las vacilantes fuerzas políticas
mente teleológica de los fluidos sucesos de los años treinta. alternativas como a la fuerza e iniciativa de los actores empre-
Y cuando se in@duce el desarrollo británico de los años treinta sariales mismos.
en el cuadro comparativo, el argumento se derrumba por com- En cualquier caso, r~sultaría completamente erróneo suponer
peto. que los ru os em resariales bien or anizados olíticamente
-Pues considerados los EE UU en comparación con Suecia, in u entes se o onen de raíz a programas ke nesianos ue in-
una aproximación en términos de la fuerza de la clase obrera corporen niveles elevados e gasto público para el bienestar
lee los resultados históricos finales como causas originales. Aun- social. Toda estrategia keynesrnna se onenta hacia la economía
que los trabajadores industriales suecos estaban mucho más or- nac10nal como un todo. y trata de evitar conflictos entre grupos
ganizados -en sindicatos industriales y en un partido político-- y clases, expandiendo la economía en beneficio de todos 21 . De
que los trabajadores americanos a comienzos de los años trein- hecho, los capitalistas suecos llevan mucho tiempo organizados
ta, los trabajadores estadounidenses obtuvieron beneficios orga- sobre una base nacional centralizada y, aunque no crearon el
nizativos muy importantes durante los años treinta y cuarenta. Estado de bienestar sueco con pleno empleo, fueron parte del
Surgieron como hongos sindicatos industriales, y la influencia proceso de negociación política que lo institucionalizó de mane-
del trabajo organizado cobró importancia en el Partido Demó- ra firme desde finales de los años treinta en adelante 22 •
crata 19 . Tal ímpetu se estancó posteriormente en ambos ámbi- Las políticas públicas en la era de la depresión incrementa-
tos de la fuerza de trabajo; sin embargo, esto fue, seguramente, ron enormemente el poder organizativo y la solidaridad del tra-
resultado y causa del giro conservador de la política pública bajo, aumentando así la fuerza de los sindicatos y del Partido
Socialdemócrata 23 ; mas de nuevo es importante no entender
17
Cada uno de Jos trabajos citados en la nota 15 se centra en el caso sueco,
especialmente desde Jos años treinta. De hecho, el modelo de Ja fuerza de Ja 2
° Collins, Bussines Response to Keynes,op. cit., cap. 2.
clase obrera es un intento de derivar una teoría relevante para distintas naciones 21 Este argumento ha sido especialmente destacado por Adam Przeworski.
de cierta comprensión del ascenso de Ja socialdemocracia sueca. Véase su «Social Democracy as a Historical Phenomenon», New Left Review,
18
Martín, Economic Policy in the United States, op. cit., y Stephens, Tran- 122, 1980, pp. 27-58.
sitions to Socialism, op. cit., pp. 149-156, discute el desarrollo de Jos EE UU 22 Stephens, Transitions to Socialism, op. cit., pp. 130-131; Korpi, Working

en estos términos. Class in Welfare Capitalism, op. cit., p. 86, y Sven Anders Soderpalm, «The
19
David Brody, «The Emergence of Mass Production Unionism», en J. Brae- Crisis Agreement and the Social Democratic Road to Power», en Steven Ko-
man, R. Bremner y E. Walters (comps.), Change and Continuity in Twentieth blick (comp.), Sweden's Development from Poverty to Affiuence, 1750-1970,
Century America, Colurnbus: Ohio State University Press, 1964, pp. 221-262; Minéapolis: University of Minnesota Press, 1975, p. 277.
Milton Derber y E. Young, «Growth and Expansions», en M. Derber y E. 23 Véase especialmente Korpi, Working Class in Welfare Capitalism. Tam-

Young (comps.), Labor and the New Deal, Nueva York: DaCapo Press, 1972, bién Ja discusión de John Stephens de Jos «efectos de retroalimentación (feed-
pp. 1-44, y J. Davis Greenstone, Labor in American Politics, Nueva York: back effects)» que tuvo Ja implicación de la socialdemocracia en la fuerza sin-
Knopf, 1969, cap. 2. dical sueca en «Class Formation and Class Conciousness: a Theoretical and
86 ZONA ABIERTA 63/64 (1993) ZONA ABIERTA 63/64 (1993) 87

estos resultados como causas. Al comienzo de los años treinta, claramente después de 1930, durante los años veinte los dos
no era cierto en absoluto que el Partido Socialdemócrata sueco partidos experimentaron situaciones paralelas en aspectos clave
lo hiciera tan bien. Si otros partidos hubieran tomado la inicia- y, allí donde sus circunstancias fueron diferentes, obtuvieron
tiva o se hubiera producido un punto de equilibrio en torno a balances de ventajas y desventajas que se contrarrestan 26 . Tan-
políticas más conservadoras, como en Gran Bretaña, la fuerza to el Partido Laborista británico como el Partido Socialdemó-
organizativa de los trabajadores industriales suecos y la fuerza crata sueco se hallaban enraizados en movimientos sindicales
electoral del Partido Socialdemócrata hubiera sido socavada, casi relativamente fuertes, y gozaron de un apoyo electoral compa-
con toda certeza, más que reforzada por la crisis de la Depre- rable (principalmente de la clase obrera) 27 . El Partido Social-
sión y sus secuelas políticas. demócrata fue, efectivamente, el primer partido parlamentario
Hubo algo muy especial en la habilidad y voluntad de los que surgió en Suecia y el más fuerte de los cuatro partidos
líderes socialdemócratas suecos para formular una estrategia ré- suecos durante los años veinte, mientras que el Partido Labo-
formista de gasto público a comienzos de los años treinta 24 • rista británico, el último que entró en la política parlamentaria,
. Que ese algo especial no fue resultado solamente de la base no lo hizo hasta 1929, tras los conservadores 28 . Sin embargo,
c;lasista del partido resulta notablemente manifiesto por la con- ningún partido socialdemócrata pudo formar gobiernos mayori-
flucta opuesta clel Partido Laborista británico.25 • Una compara: tarios, y ambos tuvieron que hacer frente a una resuelta oposi-
c!ón de estos dos partidos en torno a 1930 resulta ciertamente ción por parte de fuerzas políticas más conservadoras a lo largo
!lpropiada. Aunque sus destinos estaban condenados a separarse de los años veinte y a comienzos de los treinta.
Además, en términos parlamentarios, el Partido Laborista
británico gozó de mayor espacio de maniobra para emprender
Empírica! •Analysis with Reference to Britain and Sweden», British Journal of
Sociology, 30 (4), 1979, pp. 389-414, especialmente pp. 406-407.
24 26
Hablando estrictamente, tres partidos socialdemócratas escandinavos per- Según nuestra interpretación, Stephens, en Transuwns to Socialism, op.
siguieron estrategias reformistas de gasto público en los años treinta: el danés cit., p. 145, está de acuerdo con este argumento, pero no parece darse cuenta
(desde 1929), el noruego (desde 1935) y el sueco (desde 1932). Los socialde- de que la comparación entre la fuerza de la clase obrera británica y sueca en
mócratas y los expertos económicos suecos desempeñaron un papel dirigente a Jos años veinte, plantea cuestiones básicas sobre el uso de esa fuerza para ex-
la hora de forjar una estrategia de recuperación económicamente racionalizada, plicar el agudo contraste de las respuestas a la crisis producida por la Depresión
pero el Partido Socialdemócrata danés fue el primero en llegar al poder y poner de los laboristas frente a la de los socialdemócratas. Estas divergencias eran a
en marcha esa estrategia. Durante los años veinte, los socialdemócratas daneses su vez, como sostiene Stephens, la causa príncipal de los distintos destinos de
formaron una alianza con el Partido Radical que representaba a los pequeños los dos movimientos obreros socialdemócratas después de que comenzara la
agricultores en un sector agrario que estaba más diferenciado socioeconómica- década de los treinta.
27
mente que en Suecia y Noruega. Véase Francis G. Castles, The Social Demo- En Transition to Socialism, op. cit., pp. 115-116, Stephens proporciona
cratic Image of Society, Londres: Routledge and Kegan Paul, 1978, pp. 22-23 unos interesantes cuadros de la sindicalización sueca y británica; la militancia
y 113. Además, el Estado danés, como el británico, fue pionero entre los países después de la primera guerra mundial fue mucho mayor, en su momento más
liberales en poner en marcha programas de beneficios sociales. Sin embargo, el álgido, en Gran Bretaña que en Suecia; a partir de entonces la tendencia favo-
seguro danés de desempleo adquirió la forma de subsidios públicos para planes reció a Suecia, aunque las divergencias más agudas sólo se dieron a principios
voluntarios desarrollados sindicalmente, no de beneficios obligatorios (con fon- de los años treinta. En 1930, el 23 % de la fuerza laboral británica estaba
dos procedentes de las contribuciones y públicos) para prácticamente toda la sindicada; en Suecia el 20 %. En 1930-1931, si se toma como base a los jorna-
clase obrera industrial, como en Gran Bretaña. leros no agrícolas y a los trabajadores asalariados, Suecia contaba con un 35 %
25
Como el Partido Laborista británico, el Partido Socialdemócrata alemán de sindicados frente al 31 % de Gran Bretaña. Según Castles, Social Democratic
tampoco consiguió poner en marcha políticas innovadoras contra el desempleo, Jmage, op. cit., tabla 1.1, p. 6, el Partido Laborista británico obtuvo una media
a pesar del apoyo de los líderes sindicales clave a las ideas del estímulo de la de un 33 % de los votos durante los años veinte, mientras que el Partido So-
demanda. Véase la discusión en el artículo de Gourevitch, «Breaking without cialdemócrata sueco obtuvo una media del 36 % . Obviamente, todos estos por-
Ortodoxy», art. cit., p. 108; Martín, Economic Policy in the United States, op. centajes están muy cercanos entre sí.
cit., pp. 45-46, y Vladimir Woytinski, Stormy Passage, Nueva York: Vanguard, 28 Hugh Hedo, Modern Social Politics in Britain and Sweden, New Haven:

1961, pp. 458-472. Yale University Press, 1974, pp. 38-41.

·------~-~---------_.11-----------------------------------------------------
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una estrategia de recuperación económica de financiación con
déficit nada más llegar al poder en 1929. Por supuesto, los lí- ~ Coaliciones sectoriales y relaciones con la economía
deres sindicales y la clase obrera, que habían apoyado electo- '/ internacional
ralmente a ambos partidos, les instaban a tomar medidas auda-
ces contra el paro. Pero tras formar en 1932 un gobierno mino- La insatisfa ·, con las amplias categorías de los modelos ba-
ritario, el Partido Socialdemócrata sueco tuvo que negociar un sados en la clase ha conducido, recientemente, hacia esfuerzos
delicado (y, desde su punto de vista, imperfecto) compromiso más efina os · más determinados! ara unir- resultados
con el Partido Agrario -que representaba a los agricultores- políticos con los intereses socioeconómicos de los actores. Los
antes de que pudieran seguir adelante con sus iniciativas de analistas que se dedican · os como la apro-
trabajo público dirigidas contra el desempleo 29 • Por el contra- ximación en términos alición económica» buscan alianzas
rio, el Partido Laborista británico pudo haber gozado en 1929 de intereses diri idas se es··empfesa- es, unidos quizá
(y posteriormente) de apoyo completo por parte de los liberales a sectores agrícolas, <lis uestos ·arse mza con os tra a-
para atacar el desempleo mediante obras públicas financiadas ja ores mdustriales organizados . Los intereses se sitúan iden-
con préstamos 30 . El Partido Laborista no tuvo que hacer con- tificando las posiciones de las industrias y las empresas en rela-
cesiones a los intereses agrarios, porque los agricultores conta- ción con los costes laborales y la tecnología y, lo que es más
ban con una débil presencia social y política en la muy indus- importante, en relación con los mercados nacionales e interna~
trializada y urbanizada Gran Bretaña 31 . De hecho, dado el enor- cionales. Se afirma que las alianzas sectoriales favorecen y apo-
me e inusual peso de la clase obrera en la estructura social yan las políticas económicas del gobierno alternativas, de acuer-
britámca, as1 como el desarrollo prev10 de los beneflc1os sociales do con la orientación de las industrias y las empresas hacia el
más extendidos del mundo antes de 1930, se podría haber pre- comercio internacional abierto, y también de acuerdo con la
dicho, de las premisas de los modelos de la fuerza de !a clase tolerancia que las diferentes facciones empresariales otorguen a
obrera, que Gran Bretaña, y no Suecia, debena de haber sido la concesión de beneficios salariales y públicos para el trabajo.
el lugar en el que se diera la respuesta keynesiana social más Peter Gou Thomas Ferguson han aplicado el enfo-
temprana y com e a a a ran De resión. El primer stado que de coaliciones a s ava ares e os a os rem a. ergu-
el p1enestar con pleno empleo tendría que haber surgidoen son, un i nfundib critor perteneciente a la pecu mr tradi-
Gran Bretaña, si estos modelos explicaran adecuadamente el ción americana «beardasiana» que atribuye los sucesos políticos
desa~ollo de la política páaliea.- . . , - a la influencia empresarial entre bastidores, acentúa mucho la
explicación del «segundo» New Deal norteamericano basada en
la influencia de líderes procedentes de sectores empresariales

32
Aparte de los que citemos y discutamos más tarde, los trabajos más im-
portantes de entre los que emplean el enfoque de la «coalición económica»
29
incluyen a Alexander Gerschenkron, Bread and Democracy in Germany, Nueva
Soderpalm, «Crisis Agreement», art. cit. York: Howard Fertig, E)66 [!943]; James Kurth, «The Political Consequences
30
Skidelsky, Politicians {lnd the Slump, op. cit. of the Productivity Cycle: Industrial History and Political Outcomes», Interna-
31
Hedo, Modern Social Politics, op. cit., figura 3, p. 23, muestra el dife- tional Organization, 33, 1979, pp. 1-34, y Peter Gourevitch, «International Tra-
rente equilibrio entre manufactura y agricultura en la economía británica frente de, Domestic Coalitions and Liberty: Comparattve Résponses to the Crisis of
a la sueca. En 1930 el 36 % de la fuerza de trabajo sueca estaba empleada en 1873-1895», Journal of Interdisciplinary History, 8, 1977, pp. 281-313. En The
la agricultura (incluyendo silvicultura y pesquería), frente a tan sólo el 6 % de Collapse of the Weimar Republic (Princeton University Press, 1981), David Abra-
la fuerza laboral británica. La información procede de B. R. Mitchell, European ham emplea este enfoque para ilustrar un cambio de régimen así como una
Historical Statistics, op. cit., pp. 162-163. transformación de los diseños políticos.
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internacionalistas y favorables a los bajos costes laborales 33 . bienestar antes de la primera guerra mundial, habiendo sido
Gou itch am lía mucho más el cam o, y atribuye menos po- capaces, sin embargo, de cortar el gasto social y de bloquear
deres má icos a los líderes em resariales. n en a hallar coali- las obras públicas financiadas con déficit en 1929-1930? La res-
ci~nes similares de empresarios, granjeros y tra ªJª ore en dis- puesta no puede residir ú11ida't:Í1ente en la orientación interna-
tii!tas naciou,es (Suecia, EE UU y Alemania)' 34 . A pesar de los cionalista de la economía británica, que era igualmente podero-
diferentes contextos existentes en la débil democracia de Wei- sa en ambos períodos. Nosotras sostendremos que la fuerza
mar y del triunfo del autoritarismo nazi en Alemania frente a variable de los controles del Tesoro sobre las políticas sociales
la conti?uidad de la democracia liberal en Suecia y los EE UU, británicas procedía de cambios en la~nis­
<?01;1revitch parece sostener que en las tres naciones surgieron tra,eión-bti~!l!<::iU!!isma, no de las cambiantes circunstancias eco-
similares coaliciones socioeconómicas que apoyaron políticas de nómicas exteriores al Estado.
financiación con déficit. Para el caso de Gran Bretaña, que con- Los analistas de las coaliciones pueden desestimar, asimis-
trasta con los otros, señala que muchos sectores económicos mo, el carácter mudable de los intereses y de las alianzas de los
tenían interés en mantener el patrón oro y una economía inter- grupos. Las alianzas alternativas son casi siempre posibles para ~

nacional abierta. Sobre todo, sostiene que los financieros de grup~s dados, y sus <~i~tereses» mismos. se pueden redefinir de- ~Ó
Londres eran hegemónicos en la política británica. pendiendo de las pohticas que se desphe an en cada situación. ~
AOY~,.· El enfo ue de las coaliciones
.. ejora los modelos de lucha Los diseños existentes de intervención estatal y las imciativas e
~- - ck._ ~~as~ d~stacan o e caracter de suma posit~as los líderes políticos activan a menudo los intereses y las coali-
. pohticas sociales modernas. Y lo que es más, permitiendo que ci~nes concretos en un ámbito de alternativas posibles. Y las
~·· se realicen distincio?:s más refinadas de los grupos sociales, el estructuras institucionales de los estados desempeñan un papel
enfoque de las coaliciones puede foncretar las influencias eco- crítico en la determinación del acceso y del peso de los distintos
nómicas en la política pública, que quizá se le escapen a los intereses y coahc10nes. Demostraremos estos puntos en nudtra
teóricos que acentúan tanto la fuerza organizativa de los traba- discusión de las distintas influencias que los intereses agrícolas
j~dor~s industriales. Sin embargo, el enfoque de las coaliciones llegaron a tener en los «new deals» sueco y norteamericano.
tiene importantes lagunas. Por un lado, no puede dar cuenta
con facilidad de l'lfs"Vañaciones, a lo largo del tiempo, de la
e~icacia política de intereses sectoriales dados: ¿por qué, por ~) El papel e la teoría ge eral de Keynes
e1emplo, los intereses financieros de la «City» no fueron capaces
de prevenir en Gran Bretaña las innovaciones del Estado del Una última línea de argumentación sobre las políticas de recu- ~ ~
peración nacional de los años treinta nos conduce en direq~ión Cb
opuesta a lo.§. anjli~ g_upos...spciales que acabamos de dis-
33
Thomas Ferguson, «From Normalcy to New Deal: Industrial Structure ~ Una perspectiva intelectual determinista sostiene que los ~&~s ...
Party Competition and American Public Policy in the Great Depression» Jn~ gobiernos sólo podían idear estrategias de financiación con dé-
ternational Org~nization, 38 (1), 1984, pp. 41-93. A pesar del título, Ferg~son ficit después de que John Maynard Keynes publicara la apro-
realmente no dice mucho sobre qué políticas se adoptaron y cómo exactamente piada teoría económica nueva en su libro de'l936, The General
en especi~J, tras el «pri~er» New Deal de 1932-1934. Aparentemente, confund~
la regulac1on del trabajo y las reformas sobre Jos seguros sociales de 1935-1936 Theory of Employment, Interest and Money. Esta clase de ar-
con el keynesiani~~º· Asimismo, parece adoptar supuestos muy estrictos, no gumentos se ha invocado a veces para explicar por qué los eje-
demostrados empmcamente en este artículo, sobre el papel del Partido Demó- cutores federales de la política de los EE UU planearon delibe-
crata como tal en la configuración de las selecciones de políticas. radamente déficit como estrategia de recuperación a finales de
4
~ Peter Gourevitch, «Breaking with Ortodoxy: The Politics of Economic
Pohcy Responses to the Depression of the 1930s», Jnternational Organization,
los años treinta y no durante el «primer» New Deal de 1933-1935.
38 (1), 1984, pp. 95-129. El prefacio y las páginas finales de La teoría general de Keynes
92
ZONA ABIERTA 63/64 (1993) ZONA ABIERTA 63/64 (1993) 93 ~hl"\
pr?po:cio~an el mo?elo del proceso por el cual los teóricos po- cia intelectual indirecta podría llevar veinticinco o treinta años,
t:.:t\I''
dnan mflmr en las mnovaciones políticas. «El poder de los in-
pero en medio_ de una crisis podría funcionar con mayor ra-
tereses creados», escribió Keynes «es enormemente exagerado 37
en comparación con el gradual \~J~~ de las ideas [ ... J, las ideas pidez . . .
Como ha escrito Kerry Shott: «En escenanos de este tlpo la
de los economistas y de los filósofos políticos, tanto cuando
política económica práctica sigue sencillamente ~os desarrollos
están en lo cierto como cuando están equivocados, son más
teóricos con cierto tiempo de retraso. La premisa subyacente
poderosas de lo que por lo común se cree. De hecho el mundo
está gobernando por poco más» 35 . [... ] es la [... ] noc~ó~ de que el E_stado es algo más_ que ~i1
simple receptor activo de los conse1os de sus econoi;i1stas» , .
Ke_ynes tenía razón verdaderamente sobre la exagerada in-
Otra premisa igualmente importante es que las teona~ e~ono­
fluencia que se le atribuye, demasiado a menudo, a «los intere-
micas se desarrollan por sí mismas en los círculos econom1cos y
ses creados»; afirmar, sin embargo, que las ideas son poderosas
entonces ejercen influencia en la elaboración política. Sin embar-
n? su one re~elar _cómo surgen las ideas políticas relevaAfes y go, por seductor que pueda parecer este modelo, especialmente
col!!_~ pueden mflmr e maneras iversas. En la experiencia del
a los académicos universitarios, no puede dar cuenta de los pa-
propio Keynes, los trabajos que tuvieron influencia intelectual .
trones británicos, suecos y amencanos en 1os anos
- t rema
. t 39
sobre política pública sólo se entendieron de manera indirecta
Eg Gran Bretaña los gobiernos británicos no pudieron Pº?~r
una vez lograda la credibilidad académica. Antes de escribir L~
en marcha ninguna respuesta keynesiana a la_ Gran Dep!:fs1on
:e~ría general, Keynes pasó muchos años intentando, con poco ni antes ni después de La teoría general. N1 la presencia de
ex1to, presentar nuevos programas prácticos a los políticos bñ-
36 Keynes como hombre público y consejero político, ni los logros
truucos . El libro mismo representó un nuevo rumbo para Key-
de Keynes como gran teórico académico bastaron para persu~-

~
nes como hombre público: pximero, una teoría nueya enorme-
dir a su patria del empleo de sus ideas para id_ear un~ estr~tegrn
~ v m~nte abstracta tendría ue persuadir a los economistas ~é-
de recuperación. En los EE UU, la influencia de cierta mter-
' micos, superando sus «profundas ivergencias de opinión [... J
~J>.~ e\ que po: el moi;ie?to casi ha? des:ruido la influencia práctica de pretación académica de los pnnc1p1os de La teoría general se
filtro en la elaoorac1on de la polmca nacional desde finales de
l • .ft-1~ la teona econom1ca, y contmuara destruyéndola, hasta que se
los años treinta en adelante, conducida especialmente ~r eco-
v. \jt resuelva». Después... «tras cierto intervalo», la nueva teoría aca-
nomistas de Harvard reclutados para la Adi,uii:1.istración Q...Como
d~micamen~e ac~ptada influiría poderosamente en los políticos, asesores úblicos. Sin emb go, como veremos, las primeras ra-
~n 2_os func1onanos «e incluso en los agitadores». Keynes con- zones fundamentales e as políticas de recuperación de fman-
sideraba que en bempos normales seme1ante proceso de influen- ciac1on con déficit no vinieron ni de Ke n · círculos
~
35 aca em1cos. Y, consiguientemente, las prescripciones políticas
John Maynard Keynes, The General Theory of Employment, Interest and
Money, Nueva York: Harcourt Brace Jovanovitch, 1964 (1936], p. 383. [Teoría
de la versión del keynesianismo que inicialmente obtuvieron
general
36
del empleo, el interés y el dinero, México: FCE.] prestigio y apoyo académico en los EE_ UU no, f~eron las que
Algu~as refle:~ones útiles sobre los pocos éxitos de Keynes a corto plazo tuvieron mayor éxito político. En Suecia, por ultimo, los e~o- ~
<:?illO conse1uo pohtico en los años de entreguerra aparecen en la discusión del nomistas y sus ideas fueron cruciales para las reformas social-
profesor Donald Muggeridge del artículo de lo « an Eco-
demócratas cle los aiios ti:einta, pero La teoría general de Key-
nomic Advisor», en A. P. Thirwall (comp. Ke ne ' afie Advisor Lon-
dres: Macmillan, 1982, pp. 28-33. Otras visiones de la característica mezcla de nes no fue, ciertamente, la fuente de inspiración de la pol!!ica
Keynes de intereses científicos y políticos aparece en Elisabeth S. Johnson, The
Shadow ?f Keynes, Chicago: Chicago University Press, 1978., caps. 2 y 6, y en
John V~1zy, «Keynes y Cambridge», en Robert Skidelsky (comp.), The End of
37
Keynes, General Theory, op. cit., pp. vi y 383-384.
38
Keynesian Era, Londres: Macmillan, 1977, pp. 20-24. [El fin de la era keynesia- Schott, «Rise of Keynesian Economics», p. 292. ,
na, Barcelona, Laia, 1982.J ~ 3
9
Las afirmaciones del párrafo siguiente se elaboran y docum_entan mas

; r p ; n e1 momentoz:rz¡n;/e;u;:s:z¡;:~~ ¿ ~
~{&,,~)~el fiA c~j(eyn~ e..~
~f~Jt~ . (Á~~,,J;,,~ _pq~~~
94 ZONA ABIERTA 63/64 (1993) ZONA ABIERTA 63/64 (1993) 95
sueca en 1932-1934. El o so de influencia intelectual que Desarrollos - - - ,.. Ideas que los expertos - - - - ,.. Políticas
apuntaló estas refo as fue comple y no se e ndió simple- intelectuales proporcionan a los gubernamenta-
mente desde los « tros académico ~ hacia los líderes guber- de peso ~ funcionarios les
namentales de los p · .
El a~nto planteado por_el breve excursus de Keynes en La Estado de la opinión pública
teoría general, sobre la sociología del conocimiento políticamen-
te influyente, es e ec o importante, ero a e ser acompa- A pesar de sus considerables diferencias, ambas perspectivas
ñaoo por un anahsis ue reste' mayor atención (que la que le no consiguen darle a los estados peso significativo alguno como
han prestado Keynes y otros mue os es e e]J1:onces a as es- lugares de acción potencialmente autónoma de los fuiicion~rio~,
t[!lcturas dentro OeI Estado y en torno al Estado que diseña las o como un complejo de políticas preexistentes y acuerdos mstI-
interacciones mutuamente influyentes de expertos y políticoS: tucionales. La política se considera bien como un campo de
Pres ~remos mucha atención a tales estructuras, a ie que batalla socioeconómico, bien como una conversación intelectual
exammaremos los desarrollos intelectuales y políticos de Suecia, entre gente ue mtenta comprender la snuacion y decidir qüé
Gran Bretaña y los EE UU. se podría (o debería) hacer. ada una e estas ormas de con-
Slderar la política es muy recomendabJe. Sin embargo, am.,bas
U!Wi:ae~en¡ug~~~ann~~~nte tomándose en serio a los
o/ Las estructuras del Estado y los desarrollos de políticas es structur s.
, os estados a tan a los posibles resultados políticos de dos
De entre las perspectivas sobre las políticas de los años treinta maneras principal~ En primer lugar, lo~ est~dos pueden .ser r:!J
q~e acabamos de revisar, dos de ellas -l~tér­ los lugares de accion autónoma de los funcionanos, no reducible
m os de la fu a de la clase obrera y la aproximación en térmi- a ningún grupo de presión social o de preferencias. Esto. ~s
nos de coaliciones- consideran la polític~eso cierto porgue tanto los funcionarios nombrados como los el~gi­
m~os resultados políticos· están determinadüs por dos tienen intereses organizativos y de carrera propios, y ellos
idean y trabajan en favor de aquellas políticas que promuevan
e res10nes relativamente mmediatas de demandas socialmente
arraigadas: esos intereses o que al menos no los dañen'. Naturalmente, los
~
funcionarios ~legidos o nombrados serán sensibles de distintas
maneras a las preferencias sociales y al contexto económico en
Demandas Grupos o partidos Políticas que haya de operar el Estado. Sin embargo, políticos y funcio-
. d --.... ----..
arraiga as que las proponen gubernamentales narios también se ven envueltos en luchas entre ellos. Y deben"
socialmente
proceder de acuerdo con esas luchas, junto ,con cualquier i?~­
ciativa que tornen en relación con la economia o con la movI11-7"'\
Desde esta perspectiva la política se convierte en un campo zación de apoyo social, empleando o teniendo en cuenta las \V
de batalla entre clases o grupos de interés, y el gobierno es el ca acidade coactivas · ·urídicas, fiscales y administrativas de la
sujeto agente del consenso, compromiso o equilibrio de poder est ctura de stado entro e la cua se hallan situados. Si
que surge de esa lucha política socialmente enraizada. Las des- una estr ura estatal dada no proporciona los «instrumentos
viaciones políticas nuevas, especialmente en un período de crisis jurídicos» existentes o los prevé prontamente, para poner en
económica o de transformaciones estructurales, han de enten- marcha una línea de acción dada, no es probable que los fun-
derse, pues, como el resultado del equilibrio cambiante del po- cionarios del gobierno los busquen, y los políticos que aspiran
der de clase o de las cambiantes coaliciones de intereses socio- a un cargo no es probable que los propongan. Al contrari~, es
económicos.
bastante probable que los funcionarios del gobierno (y los po-
96 ZONA ABIERTA 63/64 (1993) 97
ZONA ABIERTA 63/64 (1993)

líticos aspirantes) adopten iniciativas nuevas, posiblemente a la Innovaciones


cabeza de las demandas sociales, si se pueden adaptar fácilmen- intelectuales
te las. capacidades del Estado para hacer cosas que les aportan / políticamente relevantes
ventajas en sus luchas con fuerza"'s políticas competidoras. Las Estructuras
estructur or anizativas de los estados, de igual importáñcia de Estado - -......,~Actividades de políticos _ _ _..,,~Políticas
para_ lo~ problemas históricos abor ados en este ensayo,~ y herencia y funcionarios de gobierno
~n mduectamente en las políticas Eªra todos los grupos de la política
~c1edad .• ~st? ocurre de distintas maneras; los científicos polí- "--- Demandas de grupos
ticos saBen bien que las organizaciones y las tácticas mediante ---..... sociales expresadas
las que los grupos sociales situados socialmente de manera di- políticamente
vers~ pueden (o no pueden) influir en los procesos políticos, se
configuran parcialmente mediante las estructuras de gobierno Inevitablemente, los diagramas como éste tienen un carácter
en las que operan los grupos. Aún más, los acuerdos adminis- estático y ahistórico. Subrayemos, por ello, que tomamos de
trativos, fiscales, coactivos, jurídicos de los estados dados, así ~¡gh Hsglo la concepción básica de que la. elaboración polític
como las políticas que los Estados persiguen de hecho influyen es un proceso inherentemente histórico --esto es, a lo largo de
en las concepciones ue los grupos, o sus representan~, desa- tiempo- en el que todos los actores construyen conscientemen
rrol an so re o que es dese . 1 e enera en 1 ám- te so5re los esfuerzos gubernamentales previos o reaccionan con-
bitode la acción gubernamental. As1 las estructuras del Estado tra ellos por el hecho de tratar con los mismos (o parecid9s)
sirven de inspiración a las demanda~ misma~ que s~· p~rsiguen problemas 40 • Esto significa que los objetivos de los grupos ac-
a través de la política. hvos políticamente, los intelectuales políticos y los políticos nun-
Para los intelectuales confundidos sobre los fenómenos po- ca se pueden «leer fuera» de sus posiciones estructurales (sin
líticos potencialmente relevantes, las estructuras de los Estados que importe cómo se definen las «estructuras»). En lugar de
son sencillamente tan importantes como para las clases y los ello, los investigadores tienen que tener en cuenta las reacciones
\~rupos ~e i~terés. 1:.?s estados modernos y las ciencias soci~s significativas a las políticas previas. Tales reacciones ilumfoan
l1 han crecido 1untQ_s_, no sólo porque los estados mismos controlan los intereses e ideales mismos que los· actores implicados políti-
las realidades sociaies e idean teorías sobre ellas, sino también camente definen para ellos en cualquier momento dado.
p~rque_el _crecimiento de las intervenciones del Estado para cum- En lo que resta de este ensayo, nos centraremos en los su-
phr objetivos económicos y de bienestar social ha estimulado cesos de la depresión y en los que la rodearon en la década de
irecta e indirectamente la investigación y la teorización en cien- los años treinta, empleando comparaciones entre Suecia, Gran
c~as. sociales. Dadas estas realidades, podemos suponer que las Bretaña y los EE UU para desarrollar una explicación de la
d~tmtas estructuras específicas de los estados marcan la forma • variación de las respuestas políticas ideadas por los gobiernos
en que los expertos sus ideas entran en la elaboración de la nacionales para hacer frente a las crisis económicas. Nuestra
P? i 1ca pu 1ca en momentos dad?s. A su vez, el acceso e que explicación se centra en la forma en que las estructuras estatales
d1s~ri:tan los expert~s a los centros de elaboración y ejecución suecas, británicas y estadounidenses, y su herencia políticlil, afec-
pohtica, o la ausencia de tal acceso, influye por derecho propio taron a las posibilidades de formular y aplicar nuevas ideas eco-
en el desarrollo de teorías e investigaciones sociales. nómicas para innovar las políticas gubernamentales(e)influir en
Las complej~s relaciones esbozadas en los párrafos previos las orientaciones y capacidades políticas de los parti'cfus en con-
se pue?~~ resumir en un modelo de interrelaciones causales que, ~ flictol!Jde las coaliciones de grupos sociales. Damos, para ello,
en ª?ahs1s. gl~bal, tendrían que ser exp ora os ¡u~<? con las /
relac10nes md1cadas en los diagramas ofrecidos antenormente:
98 ZONA ABIERTA 63/64 (1993) ZONA ABIERTA 63/64 (1993) 99
los dos siguientes pasos. Primero, analizamos las distintas res- que su país ya había abandonado el patrón oro y se había apar-
puestas iniciales de Suecia y Gran Bretaña a la crisis de la De- tado poco a poco y temporalmente del comercio internacional
presión. Introduciremos entonces en el cuadro a los EE UU difícilmente explica cómo y por qué tomaron iniciativas macro~
examinando las características relevantes del New Deal y su~ económicas nuevas.
consecuencias, poniendo especial énfasis en las comparaciones No tiene sentido reducir las elecciones políticas a los dicta-
con los desarrollos suecos. dos de las circunstancias económicas, pues las circunstancias eco-
nómicas no se imponen de manera no ambigua, ni si uiera en
momen os e cns1s extraordinaria. Nuestra aproximación para
SUECIA Y GRAN BRETAÑA EN LOS PRIMEROS AÑOS DE LA DEPRESIÓN: explicar las distintas elecciones del gobierno laborista británico
LOS GOBIERNOS LABORISTAS AFRONTAN LOS DILEMAS DEL DESEMPLEO
MASIVO y de su equivalente socialdemócrata sueco se centra e~s­
gos de sus respectivos Estados:@i sus enfo ues olí· -
¿Por qué los socialdemócratas suecos, tras acceder al poder en !SieCíclos para dirigirse a los problemas del desempleo li los
1932, estaban preparados para hacer frente a obras púbÍicas fi- mecanismos institucionales que les proporcionan para permitir
nanciadas con déficit como estrategia explícita tanto para la re- a los expertos económicos participar en la elaboración de la
cuperación de la economía como para remediar el desempleo, política pública. Como estamos a punto de ver, en ambas di-
mientras que el Partido Laborista británico rehusó tomar esta mensiones aparecen claros contrastes entre Gran Bretaña y Sue-
vía durante su breve período en el poder entre 1929 y 1931? cia, y considerando estos contrastes juntos podemos entender
De los enfoques existentes que resumimos anteriormente, por . ' · s conducidos · ue se basaban
sólo el enfoque de las coaliciones, con su énfasis en los lazos pro r de l clase obrer dieron asos
económicos internacionales, apuntaba a un factor causal que tan diferentes frente a la cada vez más
podía ser suficiente para responder a esta sencilla pregunta. En mica a comienzos de la Depresión.
el momento en que los socialdemócratas suecos llegaron al po-
der en 1932, su país, enormemente implicado por lo común en
el comercio internacional,· había abandonado el patrón oro, Herencias en política social y orientaciones de los partidos
abriendo así el camino para una activa estrategia nacional ma-
croeconómica. En cambio, Gran Bretaña no se separó del oro Incluso cuando una desorganización tan grande como la produ-
hasta finales de 1931, y el gobierno laborista de 1929-1931 no cida por la Gran Depresión crea demandas políticas y abre nue-
pudo disfrutar del espacio de maniobra del que disponían los vas posibilidades para las innovaciones políticas, Jas respuestas
socialdemócratas suecos (a menos que los laboristas mismos hu- políticas siguen estando poderosamente influidas por modelos
bieran estado preparados para sacar a Gran Bretaña del patrqn previos de actividad gubernamental. Las políticas existentes in-
oro). El caso es que podían haberlo hecho. Ciertas voces de fluyen en las demandas de los ru os artidos contrincantes
qu e men sus opc10nes en res uesta a las ' '
todo el espectro político abogaron por dar este paso en 1930 y
en 1931, como preludio bien del proteccionismo bien del acti- Las intervenciones previas configuran tambié s nociones os-
vismo fiscal, y los liberales estaban dispuestos a apoyar al go- tenidas por los administradores y políticos so re o que es po-
bierno laborista en cualquier medida necesaria para instituir sible, pues la capacidad admmistranva que se configura en un
obras públicas financiadas con préstamos 41 . Además, afirmar area no se ' · r un conjunto
· que los socialdemócratas suecos se beneficiaron del hecho de nuevo de políticas. tiempo re ueridos para~ ~
crear capac1 a es n . n . cam po 1 icos radi- Q. ~ &q
cales, en especia, posiblemente, en tiempos de c;ns1s económi- ¡ ~
41
Skidelsky, Politicians and the Slump, passim. . lt d --. , .d
Ca, cuan do se pnman los resu a os rap1 os.
E.n esta sección
. \'IJ\CVe'mfi\ -
l')IY\.f) •••
100 ZONA ABIERTA 63/64 (1993) ZONA ABIERTA 63/64 (1993) 101

veremos que los políticos laboristas británicos enzarzados du- minoritario se concentró en liberalizar los subsidios de desem-
rante largo tiempo en luchas sobre los subsidios de desempleo, pleo y propuso sólo realizar un esfuerzo menor en obras públi-
continuaron centrando su atención en esta forma de actividad cas (aunque también introdujo un programa de subsidios de
gubernamental, mientras que los socialdemócratas suecos for- viviendas con implicaciones tanto para el bienestar como para
mularon sus respuestas a la Depresión en el contexto de las el empleo) 45 • Este gobierno cayó sólo nueve meses después de
luchas continuas en torno a las obras públicas supervisadas na- su formación, y a partir de entonces el Partido Laborista abogó
cionalmente por una Comisión de Desempleo conservadora . por liberalizaciones en los términos y en la cantidad del subsidio

'
.•
1
~oducción del ~ro... de desei;:r~eo en Gran Bretaña
en ~e debió sobre todo a los es erzos de los políticos
reformistas liberales y a los funcionarios del Ministerio de Co-
mercio; y las extensiones inmediatas de posguerra del programa
de desempleo. La advertencia de William Beveridge de que el
seguro de desempleo podría «desmoralizar al gobierno de turno
y moverlo a renunciar a la búsqueda de remedios» fue muy
acertada en relación con el Partido Laborista, incluso cuando se
para cubrir a la mayoría de la clase industrial procedían de las encontró fuera del poder 46 .
iniciativas del nuevo Ministerio de Trabajo 42 . En 1911 se animó Después de que el segundo gobierno laborista hubo llegado
a los sindicatos para que apoyaran el seguro de desempleo, y al poder en 1929, de nuevo centró sus energías reformistas en
los principales esfuerzos de éstos desde entonces se siguieron los subsidios de desempleo más que en las obras públicas 47 • El
dirigiendo (sin éxito) hacia la abolición de la contribución exi- problema del paro dominó las elecciones de mayo de 1929, y
gida a los trabajadores con empleo. Sin embargo, el Partido pronto se convirtió tras la crisis de la Depresión en lo que Bent-
Laborista británico creció rápidamente con la democratización ley Gilbert ha denominado apropiadamente «la explosión del
del sufragio tras la primera guerra mundial, y pronto se consi- desempleo» 48 • Enfrentado fina de los años treinta con una
deraron como cuestión central los subsidios de desempleo que tasa de paro que ascendía ct::~~"f.'-..w;'-1!.l.W!lL~~~~~~:
la clase obrera organizada había saludado originalmente con un guradas 49 , el nuevo gobierno orista encontró la extensión de
apoyo muy cauteloso 43 . Durante los años veinte, los laboristas íos beneficios para el desempleo como una vía más obvia para
se convirtieron tanto en los principales promotores de la exten- amortiguar el golpe a los obreros que descubrir nuevas direc-
sión y liberalización de los subsidios de desempleo, como en los ciones para las que no tendría apoyo en el seno de la burocracia

( más importantes baluartes parlamentarios contra los esfuerzos


conservadores para limitar la elegibilidad y recortar las pagas a
los parados.
Todos los partidos británicos, incluyendo el Partido Laboris-
ta, estaban preocupados por el elevado desempleo británico a
gubernamental. En ausencia de una amplia experiencia con gas-
tos en obras públicas a gran escala o gestionadas centralmente,
las dificultades administrativas para poner en marcha cualquier
tentativa nueva semejante parecían formidables. Los líderes del
gobierno laborista discutían con los portavoces liberales sobre
lo largo de los años veinte 44 • Durante la campaña electoral de la posibilidad de sobrellevar nuevas obras públicas lo suficien-
1'9"24, los líderes del:O que se convertiría en el primer gobierno temente rápido como para que tuvieran algún efecto sobre el
laborista prometieron un programa radical de obras públicas para
aliviar el paro. Mas, una vez en el poder, el gobierno laborista 45
Sobre las promesas electorales de los laboristas véase Hedo, Modern So-
cial Politics, op. cit., p. 114. Sobre sus logros véase C. L. Mowat, Britain Bet-
ween the Wars, 1918-1940, Chicago: Chicago University Press, 1955, pp. 174-178.
42 46
Hedo, Modern Social Politics, op. cit., pp. 78-90 y 105-110; véase también Citado por Hedo, Modern Social Politics, op. cit., p. 115.
José Harris, Unemployment and Crisis: a Study of in English Social Policy 47
Este párrafo se apoya ampliamente en Skidelsky, Politicians and the
(1886-1914), Oxford: Oxford University Press, 1972. Slump, op. cit., caps. 3-7.
43 48
Kavanagh, «Crisis Management and Incremental Adaptation», art. cit., Bentley V. Gilbert, British Social Policy (1914-1939), Londres: Bratsford,
pp. 175 y 181-183, y Skidelsky, Politicians and the Slump, op. cit., cap. 2. 1970, p. 162.
44 49
Véase figura 2 para las tasas británicas de desempleo de los años veinte. lbidem.
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desempleo, y repetidamente rechazaron las propuestas liberales ricos de la economía tan innovadores como Keynes. De hecho,
de cooperación en torno a un programa global que incluyera la característica más distintiva del gobierno nacional fue la de
esta aproximación para combatir el desempleo y la caída econó- evitar, después de 1931, cualquier nueva inicitiva política arries-
mica. gada durante los nueve años que (en palabras de C. W. Mowat)
Al no haberse elegido la vía de las obras públicas, los b~e­ «Se arrastró por un camino poco imaginativo hasta su caída en
ficios procedentes del seguro de empleo y el «subsidio» ~uple­ 1940» si.
mentario proporcionaban a los trabajadores británicos el ú~ico Si se contempla de nuevo toda la experiencia británica con
baluarte contra los estragos de la Depresión. Desconectados, sin el nacimiento y crecimiento temprano de un Estado del bienes-
embargo, de cualquier programa factTule de recuperación eco- tar moderno, pqdemos ver que los primeros pasos de Gran Bre-
nómica, estos beneficios proporcionaban una frágil defensa (si taña hicieron más difícil el progreso posterior hacia una combi-
no para aquellos trabajadores que resultaban elegidos para ob- nacion de intervenciones «sociales» y «económicas» en forma de
tener la mayor ayuda, sí ciertamente para el Partido Laborista obras públicas financiadas con déficit. Antes de la Gran Depre-
mismo, pues el gobierno laborista se vio cogido en las contra- sión, la adopción pionera por parte de Gran Bretaña del seguro
dicciones inherentes a un modelo de seguro de desempleo me- de desempleo y la expansión de su programa en un sistema de
diante «autofinanciación» en tiempos de Depresión) 50 • Por un ayuda masiva para la mayoría de la clase trabajadora pusieron
lado, los diputados del partido y el Congreso de Sindicatos pre- al país en la vanguardia mundial en lo referente a la aportación
sionaban al gobierno para extender y liberalizar la cobertura de estatal de ayuda para los parados. Sin embargo, este primer
desempleo, de forma que se cubrieran las necesidades humanas logro también canalizó los esfuerzos del partido laborista lejos
en tiempos de crisis. Por otro lado, los funcionarios del Tesoro de esfuerzos alternativos para proporcionar empleo como tal,
realizaron advertencias ttcmendas sobre las cunseettcscias de~ un dilema del que se hizo eco jocosamente una viñeta política
sastrosas, para la mestal5le hbra, del prestamo desenfrenado del de 1929 (fig. 3).
gobierno para reestablecer el agotado fondo del «seguro». Rea- Aparentemente, los desarrollos hacia Estados del bienestar
cio a cortar estos beneficios, el primer ministro Ramsey McDo- con pleno empleo no evolucionan tan suavemente como supo-
nald sintió, sin embargo, que no tenía justificación económica nen muchas teorías sociales. Las naciones que parten primero
para repetir los préstamos del gobierno. o más rápidamente puede que no sean las que llegan más pron-
La decisión del primer ministro en agosto de 1931 de recor- to. Esta conclusión se refuerza al volver ahora a la historia de
tar los beneficios para el desempleo atendiendo a las treme~as los esfuerzos suecos para hacer frente al desempleo desde la
advertencias sobre los déficit del presupuesto del Infor~e de la primera guerra mundial hasta el · nzo de los an einta.
Comisión de Mayo desgarraron al Partido Laborista y precipi- Durante los años veinte, s socialdemócratas suecos n se
taron la dimis10n de su gobierno. Esto pavimentó el camino vieron envueltos en luchas so esempleo.
haCfa el gobierno «nacional», dominado por los conservadores, Antes de que cayeran del poder en 1914, los liberales suecos se
que permaneció en el poder hasta el final de los años treinta, habían acercado a Gran Bretaña, pero no consiguieron igualar
y que se benefició de la recuperación económica que comenzó los logros de sus colegas británicos poniendo en marcha un se-
después de que Gran Bretaña se separara del patrón oro. Por guro de desempleo 52 . Así, cuando el final de la guerra produjo
supuesto, al devaluar la libra y establecer aranceles el gobierno
nacional se apartó de la ortodoxia del laissez faire en sus estra-
51
tegias de recuperación, pero sus políticas no fueron las de teó- Mowat, Britain between the Wars, op. cit., p. 413.
52
Este párrafo se apoya en Hedo, Modern Social Politics, op. cit., pp. 74-78
y 92-97. Véase también Douglas Verney, «The Foundations of Mo.dern Sweden:
50
!bid., pp. 162-175, y Skidelsky, Politicians and the Slump, op. cit., caps. the Swift Rise and Fall of Swedish Liberalism», Political Studies, 22 (1), 1972,
11-13. pp. 42-59.
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FIGURA 3. «EL CARRO DELANTE DEL CABALLO». TOMADA DE THE desempleo concentrado, la com1s1on misma ponía en marcha
LONDON EXPRESS programas especiales de desempleo. Los programas de trabajo
de la Comisión de Desempleo, al pagar muy por debajo de la
tasa de mercado, proporcionaron el marco p¡ua hacer frente al
desempleo crónico de Suecia durante los años veinte. Paso a
paso, la comisión fue extendiendo sus actividades, estrechando
su control sobre los proyectos locales, y, como muchos cuerpos
administrativos suecos, estableciendo políticas día a día de ma-
nera bastante independiente de los gobiernos que vinieron y se
fueron durante los políticamente inestables años veinte.
Comprensiblemente, los socialdemócratas suecos formularon
muchas de sus propias demandas e ideas sobre cómo hacer fren-
te al paro reaccionando contra las actividades de la Comisión
de Desempleo. Al igual que el Partido Laborista británico, los
socialdemócratas tuvieron graves contiendas políticas nacionales
en favor de la instauración del sufragio universal durante la
primera guerra mundial. También estaban preocupados, como
sus colegas británicos, por el paro, y encontraron más práctico
intentar modificar los programas estatales existentes que iniciar
Fuente: Robert Sk1delsky, Politicians and the Slump. The Labour Government of 1929 to a¡Jrox1maciones alternativas. De esta forma, aunque los social-
1931. Londres, Macmillan, 1967. demócratas suecos presionaron sin éxito para conseguir fondos
de desempleo administrados por los sindicatos, cuando ellos mis-
el aumento vertiginoso del paro, como ocurrió en Gran Bretaña, mos se encontraron en la administración, emplearon muchas de
Suecia no había establecido un programa de seguro de desem- sus energías respondiendo a las quejas de los sindicatos sobre
pleo que pudiera extender. Como en Gran Bretaña, la aproxi- la Comisión de Desempleo. Sin embargo, al principio no fueron
mación del Estado sueco al paro de posguerra siguió los canales capaces de modificar las prácticas de la Comisión. En 1923 y de
administrativos y políticos existentes, pero en el caso sueco esto nuevo en 1926, los gobiernos minoritarios socialdemócratas se
significó trabajos de ayuda administrados por una Comisión Na- vieron envueltos en disputas con la Comisión 54 •
cional de Desempleo 53 • Con un desempleo pertinaz como preocupación continua de
Establecida por primera vez en 1914 como un consejo de los trabajadores y los sindicatos suecos a lo largo de los años
investigación y de asesoría, la Comisión de Desempleo pronto veinte, los socialdemócratas tuvieron que hacer frente al reto de
se vio implicada en garantizar ayuda a las víctimas de los de- cómo relacionarse con un Estado nacional activo ya en lo refe-
sastres económicos de la guerra. Puesto que tal ayuda no estaba rente a este problema, mas de una manera que el partido y sus
ligada a ningún principio de subsidio, se fortalecían las locali- seguidores consideraban inadecuada. Tras la derrota en 1928 de
dades para pedir trabajo a cambio de ayuda, y, en las zonas de unulataforma adherida a un impuesto radical sobre el patri-
monio, los socialdemócratas comenzaron a esbozar un programa
53
Sobre la Comisión de Desempleo véase Harrison Clark, Swedish Unem-
54
ployment Policy, Washington, DC: American Council of Public Affairs, 1941, Clark, Swedish Unemployment Policy, op. cit., pp. 49-50, y Herbert Tings-
caps. 2 y 3, y Gustav Moller, «The Unemployment Policy», Annals, 197, 1938, ten, The Swedish Social Democrats, Totowa: Bedminster Press, 1973 [1941],
pp. 47-48. pp. 261 y 430.
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político nuevo destinado a estimular su atractivo electoral y a en otros muchos países, era más fácil, e igualmente importante,
liberarlos de la impotencia que atormentó a los primeros go- para la gente políticamente activa llegar a darse razones para
biernos socialdemócratas 55 . Durante este proceso, un líder cla- financiar obras públicas «útiles» mediante déficit público duran-
ve del partido, Ernst Wigfu~, abogó con éxito en favor de te la crisis económica nacional. Así, tuvo mucha importancia
planes de obras públicas en las que se pagasen salarios corrien- que los socialdemócratas suecos, obrando en el terreno de una
tes. Estos planes respondían directamente a la preocupación de política sin seguros de desempleo, estuvieran mucho más abier-
los sindicatos sobre las tasas de salarios inferiores a las del mer- tos a las obras públicas, como vía para tratar con el desempleo,
cado en los proyectos de ayuda existentes. Las frustraciones a de lo que lo estaban sus colegas británicos.
las que los socialdemócratas se habían enfrentado durante sus
breves períodos de gobierno, se canalizarían hacia el reemplazo
de la Comisión de Desempleo por una agencia nueva y perma- Estructuras del Estado, expertos económicos e innovaciones
nente para planificar las obras públicas locaies-y nacionales. · de las políticas
De esta forma, las propuestas que llegarían a ser centrales,
a su debido momento, para la estrategia socialdemócrata frente Si bien los socialdemócratas suecos estaban preparados para re-
a la Depresión sur ieron antes de la crisis principal misma, me- formar las obras públicas cuando llegaron al poder, aún queda
diante un diálogo crítico con os me 10s rea e ado sueco por ver, sin embargo,. por qué pudieron incorporarlas reforma-
para atender las necesidades de los parados. Las similitudes y das en una estrategia combinada defecuperación económica na-
diferencias con el caso británico son chocantes. En el caso bri- cional y ayuda al desempleo. Después de todo, los déficit del
tánico, el Partido Laborista se centró, en los años veinte, en las gobierno para financiar la expansión de obras públicas eran un
luchas sobre los subsidios para los parados, mientras que, en el anatema tanto para los líderes de opinión conservadores en Sue-
caso sueco, los frustrados socialdemócratas se centraron en un cia como en Gran Bretaña a comienzos de la Depresión, por lo
cuerpo nacional que administraba las obras públicas para los que debemos, además, investigar con mayor profundidad que
parados. AJ!lbos partidos simplemente reaccionaron contra los hasta ahora por qué los socialdemócratas eligieron ese camino.
medios existentes que sus estados poseían para hacer frenteal Ciertos rinci íos liberales sobre el papel a ro iado del o-
desempleo y sus efectgs. - bierno en el capitalismo seguían sien o políticamente influyentes
Sm embargo, las luchas del Partido Laborista sobre las obras en Occidente en los años veinte. La concepción predominante
públicas ofrecían un puente mejor para poner en práctica estra- era que los gobiernos debían hacer muy poco para modificar los
tegias macroeconómicas protokeynesianas que las luchas previas trabajos «autoequilibrantes» del mercado nacional, y que de-
sobre los términos en los que los individuos debían recibir los bían brirse al comercio internacional apoyándose en una mo-
subsidios de desempleo. Esto no era así sólo por el hecho de ne a «e table» basada en el patrón oro. Sin embargo, a pesar
que resultaba más fácil justificar y conceptualizar las obras pú- e xias olíticas, germinaron nuevas e im o~s
blicas en términos colectivos nacionales. También en Suecia, y ideas pol ticas d e los años veinte en los círculos intelectua-
es de e onomistas 56 . Los estudiosos de los ciclos de negocios
55
Castles, Social Democratic Image, op. cit., pp. 24-25; Donald Winch, «The
Keynesian Revolution in Sweden», Journal of Política! Economy, 74 (2), 1966, 56 Entre los tratamientos más importantes de las tendencias en el pensa-

pp. 170-171; Timothy Tilton, «A Swedish Road to Socialism: Ernst Wigforss miento económico políticamente relevante en los años veinte y comienzos de
and the ldeological Foundations of Swedish Social Democracy», American Po- los treinta se incluyen Stein, Fiscal Revolution, op. cit., pp. 131-162; J. Ronnie
lítica! Science Review, 73, 1979, p. 508, y C. G. Uhr, «Economist and Policy- Davis, The New Economics and the Old Economists, Ames: Iowa State Univer-
making, 1930-1936: Sweden's Experience», History of Política! Economy, 9 (1), sity Press, 1971; Keith Hancock, «Unemployment ani'.1 the Economists in the
1977, p. 91, nota 4. 1920s», Economica, nueva época, 27, 1960, pp. 305-321; Brinley Thomas, «Swe-
108 ZONA ABIERTA 63/64 (1993) ZONA ABIERTA 63/64 (1993) 109

s?~tenían que el gasto público podía desempeñar un papel po- Keynes ocuparon el centro de los debates políticos con la pu-
sitivo a la hora de suavizar las fluctuaciones económicas o in- blicación del «Yellow Book» de los liberales, titulado Britain's
cluso acelerar las recuperaciones de los descensos económicos. Industrial Future. Las ideas poco ortodoxas de Keynes, adopta-
Y s~irgieron concepciones nuevas sobre el activo papel de los das por Lloyd George en el programa de su campaña de 1929,
gobiernos a la hora de manejar las monedas y las tasas de in- fueron presentadas de nuevo en el panfleto liberal We can Con-
t~rés. A finales de l?s años veinte, las sugerencias protokeyne-
quer Unemployment, que provocó bastante revuelo público 58 .
sianas sobre las func10nes económicas de los gobiernos naciona- Los argumentos en favor de emplear el gasto público para com-
les -ideas no sistematizadas todavía en una teoría coherente- batir el desempleo no sólo gozaron del partidario más elocuente
comenzaron a ser desarrolladas por algunos economistas occi- y del temprano apoyo de un partido político en Gran Bretaña,
dentales bastante respetables, incluyendo, por supuesto, al pro- sino que a la larga atrajeron el apoyo de algunos políticos la-
pio John Maynard Keynes. boristas. El más destacado de ellos fue Oswald Mosley, que,
IJ!!a valorar por qué y cómo las nuevas ideas económicas como miembro del Comité de Desempleo del gobierno laborista
protokeynesíanas llegaron a ser creíbles o no para los dirigentes· de 1929-1930, redactó una memoria para el primer ministro Mac-
gubernamentales y políticos cuya posición les permitía actuar Donald dando su aprobación a un programa de gasto para com-
sobre ellas, no hemos de preguntarnos sobre la presencia de batir el desempleo, junto con un programa a largo plazo de
pers~nas .concretas o de ideas en abstracto, sino gor el hecho
racionalización industrial 59 .
de si entidades estatales clave estaban abiertas o cerradas al A pesar de ello, el peso y la unanimidad de Ja oposicifm
desarrollo o empleo de perspectivas innovadoras. En efecfo, te- burocrática a las ideas económicas innovadoras fue el primer
nemos que investigar cómo sirvieron los mecanismos normales factor, 1unto con la fijación del Partido Laborista en los subsi-
dios del paro, que desalentó al gobierno laborista a la hora de
~mpleado.s p~r .los g~biernos. para incorporar expertos que faci-
litaran o impidieran mnovaciones en la política económica. adoptar iniciativas arriesgadas para hacer frente a la Depresión.
. Si las idea~ económicas nuevas y políticamente visibles pu- La clave de la inercia burocrática en los años veinte y treinta
se puede hall ne · io organizativo e intelectual ue un
~ieran haber sido decisivas por sí mismas, Gra:n Bretaña habria
sido, entonces, la primera nación en adoptar nuevas estrategias Ministerio, e Tesoro, bía obtenido sobre todos los demás
macroeconómicas para hacer frente al paro. En fecha tan tem- departamento o no en la administración británica.
prana como 1924, Keynes comenzó a ela1ro"rar argumentos sobre Antes de la primera guerra mundial el Departamento de
el desempleo que apuntaban muy lejos de los remedios tradi- Trabajo del Ministerio de Comercio funcionaba como un centro
cionales, los cuales implicabán bajada de salarios y economizar de innovación política en cuestiones relacionadas con el trabajo,
60
por parte del gobierno 57 . Cuatro años más tarde, las ideas de incluyendo regulaciones salariales y seguro social . Especial-

apareció en The Nation, el 24 de mayo d Q A éste le siguieron regular-


mente nuevos artículos y conferencias púb~
dish Monetary Policy since Wicksell», Monetary Policy and Crisis: a Study of
Swe~ish Exper~enc~, Londres: Routledge, 1936, cap. 3, y Everett J. Burtt, Jr.,
58 Skidelsky, Politicians and the Slump, op. cit., pp. 51-57.
Social Perspect1ves zn the History of Economic Theory, Nueva York: St. Martin's
59 !bid., cap. 8.
Press, 1972, pp. 233-237 (sobre la propia evolución de Keynes desde 1924 a
60 Este párrafo se apoya en Roger Davidson, «Llewellen Smith and the
~933). Todos estos trabajos acentúan la forma en que las modificaciones de las
Labour Department», en Gilian Sutherland (comp.), Studies in Growth of Ni-
ideas económicas neoclásicas condujeron hacia modelos y prescripciones políti-
cas plenamente «keynesianos». neteenth Century Government, Londres: Routledge and Kegan Paul, 1972,
pp. 227-262; Roger Davidson, «Board of Trade and Industrial Relations», His-
Roy Harrod, The ~ife of John Maynard Keynes, Nueva York: Norton,
57
torical Journal, 21 (3), 1978, pp. 571-591; J. A. M. Cadwell, «The Genesis of
1951, pp. 3~5-38~. [La vida de John Maynard Keynes, México, FCE, l.' ed.,
the Ministry of Labour», Public Administration, 37 (4), 1959, pp. 367-391, y
1~58.] El pnmer mforme importante de Keynes sobre las obras públicas finan-
especialmente, R. Davidson y R. Lowe, «Burocratic and Innovation in British
ciadas con déficit fue «Does Unemployment Need a Drastic Remedy?», que
110 ZONA ABIERTA 63/64 (1993) ZONA ABIERTA 63/64 (1993) 111

mente entre 1906 y 1911, los funcionarios del Departamento de rreras de los funcionarios antiguos en todos los departamentos
Trabajo consiguieron que el gabinete liberal les atendiera, con- del Gobierno. Las regulaciones especiales que permitían el re-
trarrestando las perpetuas exigencias del Tesoro para restringir clutamiento indirecto de funcionarios de alto rango también se
las nuevas medidas que requerían gastos del gobierno o expan- eliminaron en 1919, asegurándose así que la plantilla de funcio-
siones de la Administración. Entre los recursos de este notable narios cambiara mucho más lentamente. El control del Tesoro
departamento para sentar muchas de las bases del Estado del sobre los gastos de la Administración y de personal en todos los
bienestar británico, figuraban una capacidad estadística bien d~ demás departamentos se estrechó más, y después de 1924 cual-
¿_arrollada y unas organizaciones de inspectores de trabajo re- quier propuesta política de los departamentos que exigiera un
cién extendidas a todos los campos. Y lo que quizá sea mclüSO aumento de los gastos del gobierno tenía que ser escudriñada
más importante, el Departamento de Trabajo se aprovechó re- por el Tesoro antes de que pudiera ir al gabinete del día. Con
petidamente de una brecha especial en las regulaciones de la estos cambios organizativos en marcha, las propuestas oficiales
Administración británica para reclutar indirectamente expertos tentativas en favor de un nuevo uso de los poderes, o los gastos
con , · Otras ersonas con experiencia ~n administrativos del gobierno para aplicarse a los problemas so-
~s. Las nuevas perspectivas so re os proble- ciales y económicos, eran obstaculizados en los primeros pasos
mas sociales que estos reclutamientos de alto nivel llevaron con- de su formulación y no solía ser propuesta más por los funcio-
sigo a los servicios del gobierno, proporcionó al Departamento narios que sabían que las perspectivas de sus carreras <lepen-
'
de Trabajo un dinamismo sobre los asuntos de política social dían de contar con el favor del Tesoro 62 . Un profundo sesgo
que contrastaba agudamente con el pesado conservadurismo de contra las innovaciones políticas que contravenían la ortodoxia
los departamentos más viejos, tales como el Consejo del Go- económica se extendió a lo largo de todo el aparato de Estado
bierno Local, que confiaba en reclutar funcionarios directamen- británico.
te de Cambridge y Oxford, y promoverlos por antigüedad a lo Por ello, cuando el gobierno laborista llegó al poder en 1919,
largo de los años. su primer ministro y los ministros del Gabinete, todos relativa-
L'! autonomía y el estatus del Departamento de Trabajo in- mente nuevos en el gobierno, no escuchaban sino avisos buro-
crementó aparentemente cuando se· estableció en diciembre de cáticos unánimes contra un presupuesto no equilibrado, contra
1916 un Ministerio de Trabajo. Pero, de hecho, la organización nuevos gastos sociales y contra esquemas innovadores para la
administrativa de posguerra, que afectó a la Administración pú- recuperación económica nacional. Durante el breve período del
blica como un todo, minó fundamentalmente las primitivas con- gobierno laborista en la Administración, la única vía posible
diciones que favorecían las innovaciones políticas y así anuló para la inyección de ideas políticas alternativas en el pensamien-
cualquier venta· el ministerio hubiera podido obtener so- to estratégico de los líderes la:boristas era a través del Consejo
bre su pr· 1tivo depart m to 61 . En 1919 el secretario perma- Asesor Económico que estableció el primer ministro MacDo-
nente de soro onvirtió en la cabeza visible de toda la nald en enero de 1930. Por supuesto este cuerpo fue creado
Administrac1on, colocándose así en posición de controlar las ca- exclusivamente ad hoc, y comenzó a deliberar muy tarde sobre
el asunto para lo que necesitaba el preocupado gobierno labo-
Welfare Policy: 1870-1945», en W. J. Mommsen (comp.), The Emergence of the rista. Además, el Consejo era muy difícil de manejar. Siguiendo
Welfare State in Britain and Germany, Londres: Croom Helm, 19.Sl, pp. 264-277
(sobre el período anterior a 1916).
61 62 Davidson y Lowe, «Burocracy and Innovation», art. cit., pp. 283-284, y
Véase Davidson y Lowe, «Burocracy and Innovation», art. cit., especial-
mente pp. 227-291; Rodney Lowe, «The Ministry of Labour, 1916-1924: a Gra- Lowe, «Erosion of State Intervention», art. cit., pp. 279-282, discuten ejemplos
veyard of Reform?>>, Public Administration, 52, 1974, pp. 415-438, y Rodney eficaces de funcionarios individuales en el seno del Ministerio de Trabajo que
Lowe, «The Eros1on of State Intervention in Britain: 1917-1924» Economic ascendieron con las ideas o propuestas protokeynesianas, con el fin de tenerlos
History Review, segunda época, 31 (2), 1978, pp. 270-286. ' apartados de forma rastreable por los controles organizativos del Tesoro.
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los modelos del siglo XX de las Comisiones Públicas británicas, de entrada en el gobierno británico 66 • Irónicamente, parece que
incluía ministerios junto con una serie de figuras extraguberna- tras esta experiencia frustrante Keynes consideró que se nece-
mentales: industriales, sindicalistas y economistas profesionales. sitaría una nueva gran smtesis teonca para superar la perma-
Los funcionarios, sin embargo, no estaban incluidos 63 • nerrrta de la «ortodoxia económica». j Sin la impermeafühdatl de , \
No era probable que de tal mezcla de puntos de vista con- la política británica para especificar nuevas recomendaciones de \ •
trarios surgieran consejos coherentes, lo que promovió el pos- política económica, La teoría general quizá no se habría escri-
terior encuentro (impulsado por Keynes) de un pequeño comité to! 67.
de economistas. Kej'.!les y A. C. Pigou eran l~ líderes. Durante En suma, aho adas desde dentro del Estado or el control
los años treinta los miembros del grupo avanzarían gradualmen- del esoro y rechazadas por el ensimismado funcionamiento nor-
te en la modificación de las opiniones del Tesoro sobre las po- mal del obierno británico, las nuevas ideas económicas sobre
líticas económicas posibles para Gran Bretaña 64 ; pero en las políticas públicas, en especia aquellas que exigian obras pú-
1930-1931 incluso este conjunto más asequible de expertos eco- blicas y déficit presupuestario, no odían encontrar a o o en
nómicos poco podía hacer para superar con rapidez la impoten- los programas patrocma os o icialmente. Sólo un Partido Labo-
cia práctica de las comisiones ad hoc en el sistema de elabora- ñsta resuelto y perspicaz sobre su pr0pia necesidad política de
ción de políticas británico. Ni podía establecer de inmediato la iniciativas arriesgadas patrocinadas por el Estado contra el de-
idea de que los funcionarios y políticos deberían tomarse en sempleo y la decadencia económica podía haber sorteado al apa-
serio a los expertos económicos «exteriores». El Consejo Asesor rato de Estado británico y a las cacofónicas opiniones debatidas
Económico y su comité de economistas siguió aislado de la ma- públicamente para poner en marcha las nuevas ideas keynesia-
quinaria de gobierno responsable de tratar con el desempleo, y nas. Pero ya hemos visto por qué la orientación del Partido
era considerado por el canciller del Tesoro, Philip Snowden, Laborista hacia los problemas del desempleo lo situaron en un
como una amenaza potencial a su control sobre la política fi- marco político de referencia distinto. En conjunto, la herencia
nanciera 65 . Así, las recomendaciones cautelosas en favor de un en política social que el Estado británico llevó consigo a la De-
programa modesto que incluyera inversiones públicas naciona- p.r.esión, y la impermeabilidad del aparato de Estado para las
les, reforma del seguro de desempleo y una tarifa general no ideas innovadoras a finales de los años veinte y a comienzos de
hallaban entidad favorable alguna que les sirviera como punto l~ tremta, parece una explicación suficiente de por qué el
desafortl:Hl1Ído gobierno laborista de 1929-1931 perdió su principal
63
oportunidad de combinar el proceso social y una estrategia para
Skidelsky, Politicians and the Slump, op. cit., pp. 134-136 y 142-145. Con- la recuperación de la economía nacional en la época de la De-
súltense los útiles comentarios de Hedo sobre las comisiones británicas, espe-
cialmente en comparación con las suecas, en Modern Social Politics, op. cit., _presión británica.
pp. 44-46. Al volver de nue o
64
Skidelsky, Politicians and the Slump, op. cit., pp. 202-215. El impacto a der algunos aspectos i-;::m;;::;;:;:;:;~~es~del Estado sueco y su relación
más largo plazo de este cuerpo (que en 1932 se convirtió en el Comité de con los expertos económicos a través de la visión de Brinley
Información Económica) es rastreado en Susan Howson y Donald Winch, The
( Economic Advisory Council (1930-1939): a Study in Economic Advice during
Thomas, profesor adjunto en el departamento de comercio de
Depression and Recovery, Cambridge: Cambridge University Press, 1977. En la London School of Economics, que visitó Suecia entre
«Keynes and the Treasury View: the Case for and Against Unemployment Po- 1933-1935 y conversó extensamente con economistas, funciona-
licy», en W. J. Mommsen (comp.), The Emergence of the Modern Welfare State
in Britain and Germany, Londres: Croom Helm, 1982, pp. 184-187; Skidelsky
66
introduce unos toques de precaución sobre algunas de las conclusiones de How- /bid., p. 125.
67
son y Winch relativas a la influencia de Keynes en el pensamiento del Tesoro La «ortodoxia» que Keynes atribuye (bastante injustamente) a su compa-
a mediados de los años treinta. ñero A. C. Pigou se entiende mejor como ..!'.la opinión del Tesoro», a la que
65
Skidelsky, Politicans and the Slump, op. cit., pp. 145 y 204. Keynes estuvo enfrentado políticamente mucho tiempo. -
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rios y líderes políticos. En 1936, Thomas publicó Monetary Po- les, acusadas de realizar una vigilancia gubernamental mediante
licy and Crises: A Study of :Swedish Experience. Hoy por hoy funcionarios regionales nombrados por el poder real, fueron es-
los análisis económicos de Thomas han sido superados, pero tablecidas en el siglo XVIII por el rey Gustavo Adolfo II y su
algunas de sus observaciones más sociológicas siguen siendo agu- canciller Axel Oxenstierna. Por ello, l~ elaboración de políticas
das. Thomas acentuó el hecho de que el Estado sueco tenía 1m_a estaba enormemente influida por el dominio de las Juntas Ad-
capacidad espe_cial para conseguir políticas monetarias y presu- ministrativas centrales 72 • Estas Juntas fueron separadas de los
puestarias coordinadas, porque el «Banco de Suecia es de pro- departamentos implicados en la ejecución de políticas y así pu-
piedad pública y es el responsable del Comité Bancario Cfel Riks- dieron desempeñar un importante papel en la planificación a
dag» 68 . Estaba especialmente impresionado de que largo plazo. Además, las comisiones investigadoras reales pen-
saban con frecuencia en nuevas políticas nacionales, incluyendo
en Suecia se respeta mucho al economista profesional. Éste goza de un a funcionarios de Estado, así como a los representantes de los
lugar de honor en el esquema de cosas, en marcado contraste con el principales grupos sociales. Los Comités parlamentarios perma-
escepticismo o la indiferencia educada con la que se le trata en este nentes --<:on representantes de todos los estados, o de ambas
país [es decir, Gran Bretaña] o en los Estados Unidos [... ]. El hecho cámaras del Riksdag después de que un sistema de representa-
curioso es que aunque [los economistas suecos ... ] a menudo toman
ción bicameral reemplazara a los cuatro estados en 1866-- tam-
parte en la alborotada vida política, la autoridad que va ligada a sus
opiniones no se debilita por ello 69 .

En su prefacio al libro de Thomas, el profesor Hugh Dalton,


de la London School of Economics, señalaba una explicación
bién cooperaron regularmente con los funcionarios del rey para
elaborar compromisos y aceptar las medidas propuestas.
Suecia pasó de ser, con gran rapidez (entre 1880 y 1920),
una burocracia monárquica agraria a una democracia parlamen-
taria industrial capitalista 73 . En los años previos a la primera
1
para esto: «Los economistas en este país [Suecia] tienen, y lo
,han tenido durante mucho tiem o, un contacto más róxini'o guerra mundial, una serie de luchas políticas agudas pero no
c n os asuntos prac icos que os economistas de otros aíses, revolucionarias, centradas en una alianza del trabajo entre los
lo que es a ene icia o an o a e los como a la política públi- socialdemócratas y los liberales, condujeron paso a paso hacia
ca» 70 • De hecho buena parte de las respuestas de por qué los el sufragio universal y hacia un gobierno parlamentario comple-
socialdemócratas suecos pusieron en marcha en 1932-1934 una tamente responsable. A pesar de estos cambios fundamentales,
estrategia de recuperación financiada con déficit reside en la las iniciativas en el ámbito de la elaboración de políticas públi-
historia del Estado sueco desde la época preindustrial, y en sus
mecanismos establecidos desde hace mucho tiempo para unir a niente feudal, véase Perry Anderson, Lineages of the Absolutist State, Londres:
ex ertos burócratas y representantes políticos en apoyo de los New Left Books, 1974, cap. 7 [El Estado absolutista, Madrid: Siglo XXI, 1979];
plánes de políticas pu ic . Hans Brems, «Sweden; from Great Power to Welfare State», Journal of Eco-
Aparte de breves intervalos en que los parlamentos contro- nomic Issues, 4 (2-3), 1970, pp. 1-17; Eli F. Heckscher, An Economic History
of Sweden, Cambridge: Harvard University Press, 1954, pp. 117-128; Nils Her-
laban el poder real, S.!!,ecia fue un régimen monárquico buro- litz, Sweden: a Modern Democracy on Ancient Foundations, Minéapolis: Uni-
cráticamente centralizado 71 • Las Juntas Administrativas centra- versity of Minnesota Press, 1939, pp. 3-21, y Stephen Kelman, Regulating Ame-
rica, Regulating Sweden, Cambridge: MIT Press, 1981, pp. 119-120.
72
Heclo, Modern Social Politics, op. cit., pp. 41-43, y Hans Meijer, «Bu-
68 rocracy and Policy Formulation in Sweden», Scandinavian Political Studies, 4,
Brinley Thomas, Monetary Policy and Crises: a Study of Swedish Expe-
rience, Londres: Routledge, 1936, p. xviii. 1969, pp. 103-116.
69 73
/bid., pp. xix-xx. Timothy Tilton, «The Social Origins of Liberal Democracy: the Swedish
70 Case», American Political Science Review, 68 (2), 1974, pp. 651-571, y Dankwart
/bid., p. ix.
71 Rustow, The Politics of Compromise: a Study of Parties and Cabinet Govern-
Para una revisión histórica que revela cómo se reforzó la monarquía sue-
ca, junto con campesinos independientes, a expensas de la aristocracia terrate- ment in Sweden, Princeton: Princeton University Press, 1955, cap. 2.
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cas no se correspondieron con las negociaciones parlamentarias. mistas , Jóvenes asociados con e serían conocidos más tar-
Antes bien, los líderes del Partido Socialdemócrata y del Parti- de com la «escuela de Estocolmo» 77 •
do Liberal, especialmente aquellos elegidos para el Riksdag, Los orígenes e as níp uras con la economía neoclásica or-
fueron absorbidos, junto con los líderes de los grupos económi- todoxa en Suecia han sido objeto de enérgicos debates entre
cos de interés, por una versión modernizada del sistema sueco, historiadores del pensamiento económico 78 • Una de las posi-
profundamene enraizado, de elaboración política deliberada, ciones sostiene que los economistas suecos adquirieron una nue-
consultiva y centrada en el Estado 74 • Las com~~e inves- va comprensión analítica sobre las posibilidades de tomar me-
tigación y los mités arla ntario ermátleiíi:es dÍrigictOspor didas financieras activas, y de usar los déficit del gobierno como
funci rios de a Administración continuaron en el nuevo go- herramienta de recuperación, apoyándose sobre la propia tradi-
bierno democrático. Estos cuerpos incorporaron cada vez más ción teórica sueca establecida por Knut Wicksell. Esta argumen-
1
a los expertos en ciencias sociales, mediante la participación tación sugiere que los jóvenes economistas mñuyeron en el pen-
directa de profesores, estudiantes graduados y otros investiga- samiento de Ernst Wigforss. Una interpretación alternativa es
dores en sus trabajos sobre políticas. que Wigforss se inspiró principalmente en los liberales ingleses
En contraste con estas bases, podemos entender cómo un y en Keynes, y que él a su vez influyó en las teorías de los
político socialdemócrata clave, Ernst Wigforss, llevó a cabo, jun- nuevos economistas de la escuela de Estocolmo. Sin embargo,
to con jóvenes economistas suecos, reflexiones políticas relevan- sean cuales fueren las líneas precisas de influencia es obvio que,
tes sobre problemas de desempleo a finales de los años veinte. bajo la tutela de las investig · s y las discusiones dirigidas
Durante uno de sus breves intervalos en el poder, en 1926, los por el Comité establecido e 1926, desarrollaron importantes
socialdemócratas nombraron un Co · é de Investigación sobre ideas económicas de relevanc· olítica. Es bastante probable
el Desempleo para investigar las causas de esem leo y buscar
soluciones para el mismo 75 • Ernst Wigforss trabajó para esa
comisión investigadora, junto con el destacado economista con- 77
Según Donald Winch, «The Keynesian Revolution in Swedem>, Journal
servador Gosta Bagge. Durante los años en los que la comisión of Po/mea/ Economy, 74 (2), 1966, p. 169, el apelativo de «e~cuela de Estocol-
operó de m~usada, Wigforss formuló las nuevas propues- mo» no se acuñó hasta 1937, cuando Bertl Ohlin «Íntentó explicar las caracte-
rísticas diferenciadoras del análisis macroeconómico sueco y del keynesianismo».
tas socialdemócratas en favor de obras públicas que se remune-
De Ohlin consúltese «Sorne Notes on the Stockholm Theory of Savings and
rarán con los salarios usuales. Mientras tanto, la comisión «tomó Investment», Economíc Journal, 47, marzo/junio de 1937, pp. 53-69 y 221-250.
a su servicio las energías investigadoras de prácticamente todos En «Economists and Policymaking», art. cit., p. 89, nota 1, Uhr aporta una
los jóvenes economistas suecos», incluyendo a D_Bg Hammarsk- definición generacional de la «escuela de Estocolmo» en su creación a finales
jold, AlfjQhansson, Gunnar Myrdal y Bertil Ohlin 76 • Bajo los de los años veinte y principios de los treinta.
78
Este debate -que trata fundamentalmente sobre problemas de prioridad
auspicios de las investi~oficiales se completaron una se- teórica más que de asuntos de mayor amplitud sobre las innovaciones intelec-
rie de importantes monografías de investigación, y los econo- tuales políticamente influyentes que más nos interesan aquí- está resumido
hábilmente en Bo Gustafsson, «Review Article -A Perennial of Doctrinal His-
tory: Keynes and the "Stokholm School"», Economy and History, 16, 1973, pp.
114-128. La contribución más importante es la de Karl-Gustav Landgren en
74
Den'nya economien'i Sveriege: J. M. Keynes, E. Wigforss, B. Ohlin och utveck-
Meijer, «Bureaucracy and Policy Formulatiom>, y Thomas J. Anton, «Po- lingér (1927-1939), Estocolmo: Almqvist and Wiksell, 1960. Más recientemente,
licy-Making and Political Cultures in Sweden», Scandinavian Political Studies, se han extraído conclusiones diferentes del trabajo de Landgren en Otto Steiger,
4, 1969, pp. 88-102. Studien zur Entstehung der Neuen Wirtschaftlehre in Sweden. Eine Anti-Kritik,
75
C. G. Uhr, «Economist and Policymaking, 1930-1936: Sweden's Expe- Berlín: Duncker and Humblot, 1971. El argumento de Steiger es discutido em-
rience», History of Political Economy, 9 (1), 1977, p. 92; Thomas, Monetary páticamente por C. G. Uhr en «The Emergence of the "New Economics" in
Policy and Crises, op. cit., pp. xv-xvi. Sweden: a Review of a Study by Otto Steiger», History of Political Economy,
76
Uhr, «Economists and Policymaking», art. cit., p. 92. 6, 1973, pp. 243-260. Véase también la mención a Don Patinkin en la nota 3.
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que tanto Wigforss como los jóvenes economistas se vieran in- llones de dólares en préstamos agrícolas junto con el apoyo a los
fluidos por la participación en los esfuerzos públicos de investi- precios de la agricultura 82 . Para solucionar el desempleo indus-
gación. trial, se aprobaron grandes ayudas para obras públicas 83 . Por
La Depresión mundial envolvió a Suecia en 1931, y la vic- el momento, se permitió que la antigua Comisión de Desempleo
toria electoral de la socialdemocracia al año siguiente propor- siguiera operando, pero los salarios que establecían sus proyec-
cionó el contexto ideal para la continuación y la continuidad tos fueron elevados a la tasa de mercado usual para los traba-
práctica de la cooperación continua entre los líderes de los par- jadores no cualificados 84 . Los nuevos proyectos públicos admi-
tidos y los economistas suecos innovadores. El colapso financie- nistrados separadamente fueron para pagar las tasas sindicales.
ro internacional abrió el camino hacia nuevas políticas del banco Irónicamente, una prolongada huelga de los trabajadores de la
Central para amortiguar la deflación nacional 79 • Con casi una construcción entre 1933-1934 retrasó la puesta en marcha com-
cuarta parte de la fuerza laboral sindicada en paro 80 , el desem- pleta de la propuesta de obras públicas, pero después de 1934
pleo fue un problema más apremiante que nunca para los so- se puso un gran énfasis en las nuevas obras públicas, que se
cialdemócratas; por ello, el Riksdag nombró una nueva Comi- financiaron con más ge11erosidad que las actividades de la Co-
sión de Desempleo, con los líderes de la pujante escuela de misión de Desempleo 85 .
Estocolmo -Myrdal, Ohlin y Hammarskjold- como directo- Hoy en día, la mayoría de los analistas están de acuerdo en
res. Inspirándose en los estudios e ideas acumulados, este equi- que la temprana resurrección de las ex ortaciones suecas en los
po de economistas cooperó estrechamente con Wigforss, ahora años treinta fue la causa rimera de la relativamente rápi a
ministro de finanzas, para formular la estrategia socialdemócra- recuP.eración del país de la Depresión, más que e programa
ta de recuperación económica 81 . En el seno de la estrategia socialdemócrata de financiación con déficit 86 . Sin embargo, se
socialdemócrata había propuestas, racionalizadas simultánea- puede argüir que el programa socialdemóérata aseguró las con-
mente en términos económicos humanitarios y de estímulo de diciones nacionales necesarias para sostener una recuperación
la demanda, que exigían obras públicas, financiadas con crédi- guiada por las exportaciones 87 • La producción nacional sueca
tos, que emplearían a trabajadores a tasa's de salarios sindicales. alcanzó los niveles previos a la Depresión en 1935-1936, y el
La preocupación a largo plazo del partido por reformar los pro- crecimiento siguió siendo rápido después (aunque persistiera en
yectos de obras públicas en interés de los trabajadores en paro Suecia, como en otros sitios, un desempleo residual) 88 . En cual-
se unió con las ideas de los economistas sobre las medidas fis- quier caso, el significado principal de la estrategia de recupera-
cales posibles para estimular la recuperación que permitiera sa- ción socialdemócrata a comienzos de los años treinta, no reside
lir de la Depresión. en sus dificultades para concretar resultados económicos, sino
Después de seis meses de negociaciones en el Riksdag, se en la estable base que proporcionó para que los socialdemócra-
aceptó una versión del programa propuesto por los socialdemó- tas siguieran gobernando. Además, la alianza socialdemócrata
cratas. En última instancia, el compromiso alcanzado fue cono- con los expertos, que se siguió apoyando en comisiones nom-
cido como el «cow deal» entre los socialdemócratas y el Partido
Agrario (más tarde discutiremos cómo facilitó la estructura del 82
Estado sueco éste y otros compromisos de los trabajadores agra- Sonderpalrn, «Crisis Agreernent», art. cit., p. 270.
83
Moller, «Unernployrnent Policy», art. cit., p. 51.
rios). Para ayudar a los agricultores, el «cow <leal» pidió 10 mi- 84
Clark, Swedish Unemployment Policy, op. cit., cap. 6.
85
!bid., pp. 95 y 154.
86
79 Assar Lindbeck, Swedish Economic Policy, Berkeley: University of Cali-
Thomas, Monetary Policy and Crises, op. cit., pp. 178-205. fornia Press, 1974, p. 23.; Gustaffson, «Perennial of Doctrinal History», art.
80
El dato sobre el paro procede de la Cámara de Comercio Sueca, Swedish cit., p. 128; Uhr, «Econornist and Policyrnaking», art. cit., pp. 116-119.
Econom1c Review, l, 1936, p. 14. 87
Moller, «Unernployrnent Policy», art. cit., pp. 57-62.
81
Uhr, «Ernergence of the "New Econornics"», art. cit., pp. 249-250. 88
Uhr, «Econornic Policyrnaking», art. cit., pp. 110-115.
120 ZONA ABIERTA 63/64 (1993) ZONA ABIERTA 63/64 (1993) 121

bradas por el gobierno, expandiría a partir de entonces regular- pales, que analizaremos en las subsecciones que siguen 90 • El
mente las funciones económicas y de bienestar del Estado primer New Deal ersi uió una política de facto de déficit~
sueco 89 • nera corriente para financiar obras púb teas y ayu a e emer-
En suma, las políticas y las estructuras del Estado sueco en gencia, pero no puso en marcha un programa explícito de recu-
los años veinte proporcionaron la clave de la notable estrategia peración económica nacional en esa línea. Sólo a finales de los
\ socialdemócrata de recuperación protokeynesiana de 1933. años treinta, en 1938-1939. aceptó por fin Roosevelt un razona-
\ Reac~ionando con los medios establecidos por el Estado para miento económico de corte keynesiano ara ·ustificar astospú-
! mane1ar los problemas del paro, el Partido Socialdemócrata bus- blicos para mes socia es. En ese momento, el New Deal liberal
\có continuamente vías para reformar la puesta en marcha de fue reconceptualizado en términos de un ke ne · ismo social
\obras públicas. Y el único mecanismo institucional de la comi- que seme1a a a los objetivos de la socialdemocracia sueca. Sin
\sión investigadora apoyada por el Estado permitió a los exper- embargo, a pesar de las muchas condiciones gue favorecían esa
fºs económicos, a los políticos socialdemócr.atas y a los funcio- culminación de las reformas del New Deal, los EE UU fueron
~arios reflexionar juntos -muchos años antes de la Depresión- a parar más bien a un keynesianismo comercia}.
obre cómo podría ser posible política y administrativamente, e En la medida en que analizamos estas fases sucesivas del
i telectualmente justificable, idear políticas para combatir el New Deal norteamericano, hemos de tener presente que la épo-
p ro masivo. Por supuesto, en las respuestas que se idearon se ca de la Depresión en los EE UU no sólo generó una serie de
v eron implicados elementos irreductibles de creatividad indivi- debates sobre cómo emplear las capacidades existentes del go-
d al, pero es difícil imaginarse una matriz estructural mejor para bierno para tratar con los problemas sociales y económicos, sino
1 cristalización de estrategias económicas «keynesianas» bastan- que también desencadenó una serie de luchas sobre iniciativas
te años antes de la aparición de La teoría general. sin precedentes por parte del gobierno federal y del ejecutivo.
Una estructura de gobierno bastante descentralizada previamen-
te, con la elaboración de la política nacional más coordinada a
LA ESTRUCTURA DEL ESTADO DE LOS EE UU Y LOS LÍMITES través de los congresistas que de iniciativas presidenciales, su-
DEL NEW DEAL AMERICANO frió cambios básicos durante el New Deal. Sean cuales fueren
los papeles (considerables) que quedaran para la administración
Si los socialdemócratas suecos se beneficiaron electoralmente de local en Gran Bretaña y Suecia, se habían establecido ya bas-
la embestida de la Gran Depresión, también se benefició el
Partido Demócrata en los EE UU y su ala del «New Deal»,
tante antes de los años treinta, en ambos países, auténticos es- -4:
tados y políticas «nacionales». Pero ~l New Deal americano re-
dirigida por Franklin Delano Roosevelt, de Nueva York. Cuan- presentó un período de construcción del Estado central y de
do Roosevelt y los demócratas llegaron al poder en 1932-1933~-­
una crisis económica especialmente devastadora, segtin criterios
internacionales, les empujó a realizar arriesgadas acciones de 90 Por lo común, la literatura histórica ha solido dividir el New Deal, en

Estado -incluyendo un gasto público a una escala sin prece- torno a 1935, en una «primera» y una «segunda» etapa. Aquí nos nos apoya-
remos excesivamente en esta división, porque los intentos de conseguir un pre-
dentes- para ayudar a los agricultores, socorrer a los parados supuesto federal equilibrado (incluso tras el giro de 1935 en favor de regulacio-
y promover la recuperación nacional. nes laborales y seguro social) sigue siendo característico del pensamiento de la
En respuesta a la severa y prolongada crisis económica y a administración Roosevelt sobre el papel del gobierno en la recuperación eco-
las apremiantes demandas políticas que generaba continuamen- nómica nacional hasta la «recesión Roosevelt» de 1936, y sus consecuencias
te, el New Deal se movió a través de una serie de fases princi- crearon posibilidades aparentes de virar hacia un keynesianismo combinado con
un creciente gasto social. Las periodizaciones del New Deal no deberíah ser
petrificadas, sino que se deberían para objetivos analíticos útiles de distintas
89
/bid., p. 119; véase también la nota 138. maneras según los estudios.
122 ZONA ABIERTA 63/64 (1993) ZONA ABIERTA 63/64 (1993) 123

nacionalización de la política (y en una época de conflictos so- creciente en obras públicas como método
bre hasta dónde podrían llegar esos violentos procesos) 91 . y contrarrestar la caída de los negocios. (
zadores, William Trufant Foster y Wadde gs, publica-
ron un libro muy leído, The Road to Plenty, en el que sostenían
La estrategia de la doble vía y el primer New Deal que el gasto del Gobierno en obras públicas era necesario para
regular el equilibrio entre ahorro e inversión 93 • Foster mismo
El primer New Deal en los EE UU llevó al poder a un activo testificó ante el Senado en 1932, recomendando que el gasto
presidente y a un Partido Demócrata ansioso de expandir las fuera fomentado para toda clase de obras públicas y que se
iniciativas federales para hacer frente a una Depresión de ám- incrementara la deuda interna «tanto como fuera necesario para
bito, profundidad y duración sin precedentes entre 1932-1933. restaurar el empleo y la producción» 94 • Los economistas aca-
La situación que encaraban los partidarios norteamericanos del démicos no recomendaron unánimemente, como a menudo se
New Deal tiene un parecido más próximo a las circunstancias supone, la vía «ortodoxa» de recortar los salarios y equilibrar
suecas que a las británicas. Como en Suecia, la agricultura se- el presupuesto del gobierno. Como han demostrado suficiente-
guía siendo importante económicamente, y los agricultores y mente las investigaciones de J. Ronnie Davies, hubo docenas
trabajadores apoyaron en 1932 a las fuerzas de la reforma po- de economistas académicos respetables, especialmente en Chi-
92
lítica • También como en Suecia, los EE UU carecían de be- cago, Columbia y muchas universidades estatales, que recomen-
neficios públicos para amortiguar el paro o como para que fue- dar.on en el Congreso, al presidente Hoover y al presidente Roo-
ran motivo de preocupación del Partido Demócrata, por lo que sevelt, que se realizaran obras públicas financiadas con déficit 95 •
las obras públicas fueron el medio reconocido para hacer frente Esto no es sorprendente, porque las investigaciones sobre los
al creciente desempleo. ciclos de negocios habían convertido en una posibilidad bien
De hecho desde }gs años vejote, tanto los vnlgarizadores.Jie conocida, en los años veinte, la noción de gastos de distribución
la economía como un gran conjunto de economistas académi- de obras públicas con objetivos contracíclicos o preventivos, y
cos, recomenda6arr-qae el gobierno federal empleara un gasto en el alejamiento de los supuestos neoclásicos del equilibrio fue
promovido desde distintos frentes empíricos y teóricos 96 •
Ciertamente, las obras públicas en los EE UU antes de los
91
Sobre el significado nacionalizador del New Deal véase Samuel H Beer
«Liberalism and the National Idea», en Robert A. Goldwin (comp.), Lef;, Righ;
93
and Center: Essays on Liberalism and Conservatism in the United States Chica- William T. Foster y Waddwill Catchings, The Road to Plenty, Cambridge,
go: Rand McNally, 1965, pp. 142-169. ' Mass.: Riverside Press, 1928.
92 94
El 21,8 % de la fuerza de trabajo de los EE UU en 1930 seguía traba- Citado por Arthur M. Schlesinger, Jr., The Crisis of the Old Order,
jando en la agricultura (incluyendo la pesca, pero no la silvii:ultura. Departa- 1919-1933, Boston: Houghton Mifflín, 1957, p. 187.
95
mento de Comercio de los EE UU, Historical Statistic of the United States: Davis, The New Economics.
Colonial Times to 1970, Washington DC: Government Printing Office, 1975, 96
lbid., caps. 3 y 4, y Dean L. May, From New Deal to New Economics:
p. 139, parte 1). El dato se puede contraponer a los que se ofrecieron en la The American Liberal Response to the Recession of 1937, Nueva York: Garland,
nota 31. En 1932, Roosevelt lanzó su campaña reformista apelando más a los 1981, pp. 67-76. Muchas innovaciones importantes técnicas y teóricamente se
agricultores que a los trabajadores urbanos. El apoyo del sur y del oeste era apoyaron, y reaccionaron críticamente, en los pioneros trabajos macroeconómi-
decisivo para su denominación como candidato demócrata, y en las elecciones cos sobre los ciclos de negocios de Wesley Clair Mitchell y la Oficina Nacional
generales recibió un gran apoyo de las zonas agrícolas, especialmente del sur y de Investigación Económica. Véase John Maurice Clark, «Contribution to the
d: otras. zonas con agricultores y arrendatarios más pobres. A medida que los Theory of Business Cycles» y otros ensayos en Wesley Clair Mitchell: the Eco-
anos tremta fueron avanzando, Roosevelt y los demócratas obtuvieron el apoyo nomic Scientist, Nueva York: National Bureau of Economic Research, 1952. La
de los trabajadores urbanos e industriales y perdieron respaldo entre los agri- discusión de Davis (pp. 47-60) del importante libro de 1935 del economista de
cultores acomodados. Véase John M. Allswang, The New Deal and American Chicago Pa~. Douglas,Controllmg Depressions, acentúa su diálogo crítico con
Politics, Nueva York: Wiley, 1978, cap. 2. - la obra de 1tchell Business Cycles, de 1913.
63/64 (1993) 63/64 (1993) 125
124 ZONA ABIERTA ZONA ABIERTA

años treinta fueron ante todo responsabilidad local y estatal, procesos agrícolas 100 . Y el Acta de la Seguridad Social se for-
igual que la beneficencia para los empobrecidos y la ayuda para muló y aprobó estrictamente entre 1934 y 1935 sobre lo que
los parados 97 • Roosevelt denominó una base fiscal «firme», asignando la re-
Sin embargo, en 1932 los gobiernos locales y estatales co- caudación de impuestos de los trabajadores, mucho antes de su
menzaron a pedirle al gobierno federal que se ocupara de la elegibilidad, para beneficio de parados y para seguros de tercera
carga que suponía tratar con los problemas de sus electores más edad 101 .
desamparados. Los políticos demócratas tenían la misma dispo- Mientras tanto, el déficit federal fue creciendo rápidamente,
sición. Con las finanzas locales como punto de ruptura y con el desde el comienzo del N ew Deal, para pagar obras públicas y
102
partido en el poder por primera vez después de doce años, el esfuerzos de ayuda en una escala sin precedentes . Mas estos
dinero y la protección federales tenían un gran atractivo 98 • La gastos se destinaban estrictamente a fines humanitarios, y e.ran
docilidad inusual del poder político de base local, que prevalecía cuidadosamente separados en un «presupuesto de emergencia»,
en los EE UU en 1932-1934, ofrecía así al gobierno nacional la al tiempo que Roosevelt y sus consejeros fmam~ieros se esfor- -::f=
posibilidad de forjar un nuevo papel para sí mismo mucho más zaban por mantener equilibrado el presupuesto «regular». Ade-
amplio. más, el objetivo de un «presupuesto equilibrado» se m~ntuvo
Sin embargo, Roosevelt no se decidió a poner en marcha como medida para el éxito del New Deal. Roosevelt babia pro-
~ una e~t~a~e i~ ~e recuperaeiórr nac~onal basada en fin~n~iación metido que tan pronto como lo permitieran las exigencias de la
hl -\'u~ con defic1t pubhco uran e este «pnmer» New Deal (m siquiera economía, todos los gastos federales se equilibrarían frente a los
. 10....otdurante el «segundo» 'Ncw Deai de 19JS-1936). Antes bien, du- .
mgresos fisca
ºl1 es0 3 .
t,~ '1 1 rante muchos años el New Deal siguió dos vías no coordinadas Para explicar por qué el New Deal evitó tan tenazmen~e una
\)oot\ . explícitamente entre sí. En una de las vías, la más visible ofi- estrategia de recuperación de financiación con déficit, hemos de
cialmente, los esfuerzos regulativos y las intervenciones de auto- examinar la formación histórica de la estructura estatal norte-
financiación se ofrecían en la primera estrategia de recuperación americana. En el siglo XIX, los EE UU contaban con un «Es~a­
nacional del New Deal, y también en el primer paso que se daba do de cortes y partidos». Esta forma de organización pol~t1ca
para crear un Estado del bienestar permanente en los EE UU. floreció en ausencia de una burocracia política y de partidos
La Administración para la Recuperación Nacional [National Re- políticos programáticos; esta herencia limitó las capacidades del
covery Administration] (NRA) de 1933-1935 acentuó la regula- - trem
gobierno federal en 1os anos •tl04
a .
ción empresarial 99 • La primera Administración de Ajuste Agrí-
cola [Agricultural Adjustment Administration] (AAA) de 100 Chandler, America's Greatest Depression, op. cit., pp. 136-138 y 189-207.
1933-1935 se «autofinanciaba» mediante un impuesto sobre los 101 Theda Skocpol y John Ikenberry, «The Political Formation of ~he Am_e-
rican Welfare State in Historical Comparative Perspective», Comparatzve Soeza[
Research, 6, 1983, pp. 124-135, y Mark H. Leff, «Taxing the "Forgotten M~n":
the Politics of Social Security Finance in the New Deal», Journal of American
97 History, 70 (2), 1983, pp. 359-381.
Véase Stein, Fiscal Revolution, op. cit., pp. 12-14; Leah Hannah Feder,
Unemployment Relief in Periods of Depression: a Study of Measures Adopted in 102 Chandler, America's Greatest Depression, op. cit., pp. 136-138 Y 189-207.

Certain American Cities, 1857 through 1922, Nueva York: Russell Sage Founda- 103 Stein, Fiscal Revolution, op. cit., pp. 49-73. . .
tion, 1936, y Lester V. Chandler, America's Greatest Depression, 1929-1941, 104 La etiqueta de «cortes y partidos» es de Stephen S_k~wro~ek, Buzl~zng

Nueva York: Harper and Row, 1970, pp. 31-33. a New American State: the Expansion of National Admznzstrallve ~
98
Chandler, America's Greatest Depression, op. cit., pp. 48-51, y James T. (1877-1920), Cambridge: Cambridge University Press, 1982, c~p. 2:-'Véa~
Patterson, Congressional Conservatism and the New Deal, Lexington: University bién Morton Keller, Affairs of State: Public Lífe in Late Nzneteenth Centu?
of Kentucky Press, 1967, pp. 10-lL America, Cambridge: Cambridge University Press, 1977, caps. 7, 8 y 14, Y Ri-
99
Ellis W. Hawley, The New Deal and the Problem of Monopoly, Princeton: chard. L. McCormick, «The Party Period and Public Policy: an Exploratory
Princeton University Press, 1966, parte l. Hypotesys», Journal of American History, 66, 1979, pp. 279-298.
126 63/64 (1993)
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A ~iferencia de Gran Bretaña y Suecia, y de la mayoría de orientados hacia el patronazgo en lo referente a la elabora<d_ón
las nac1~n~s europeas, los EE UU experimentaron el temprano política y abrir paso a las agencias administrativas dominadas
establec1m1ento del sufragio masculino (hombres blancos), antes 'por expertos en los gobiernos mumc1pales, estatales y feCie'Ta-
de que formara Estado burocrático nacional alguno 105 • A pesar les 106 . Sin embargo, los reformistas progresistas no intentaroñ;"
de, que ~os trabajadores americanos votaron pronto y de manera pc;;lo común, crear burocracias nacionales cuya autoridad pe-
mas umversal que los trabajadores europeos --de hecho, en netrara en las localidades, y se oponían completamente a una
buena parte porque lo hicieron éstos- sus intereses colectivos gran expansión del poder de gasto del gobierno. Una parte esen-
como clase no llegaron a ser representados directamente en la cial de su lucha se dirigió contra la <~rrupcióF> derrochadora
política nacional. Puesto que no había Estado burocrático cuan- que creían que caracterizaba a los partidos políticos orientados
do se logró la democracia popular para blancos de 1820 a 1840 hacia el patronazgo, cuya preeminencia en la elaboración de la
lo~ partidos ??líticos ?rien~ados hacia el patronazgo [patronage~ política pública intentaban quebrar 107 • Además, los éxitos de
onented politlcal partlesj (Junto con las cortes) dominaron bue- · los reformadores progresistas de la Administración eran difusos
na parte de la política desde el inicio de la industrialización. Los e incompletos, y su éxito parcial se combinó con la debilitación
partidos rivales competían por los votos de los trabajadores en de la competencia entre partidos en los EE UU de principios
el seno de comunidades locales, basándose en las confusas iden- del siglo xx, lo que acentuó las tendencias hacia la dispersión
tid~des etnorreligiosas que dividían a los trabajadores entre sí, de la autoridad política en la estructura de Estado americana
umend?, con todo, a algún subconjunto de ellos con conjuntos como un todo. Aumentaron los conflictos entre coaliciones de
de agricultores y hombres de negocios. Ciertamente existían presidentes y congresistas, y los distintos niveles de gobierno en
~m.ch~s _beneficios para los trabajadores, especialmedte en las el sistema federal se volvieron más desacoplados entre sí 108 .
Jurisd1cc10n~s, locales en las que formaban una sólida mayoría; Conflictos de soberanía, reformas administrativas fragmen-
~as no su~g1? en los EE UU ningún gran partido político labo- tarias y descentralización federal afectaron, a la vez, a las rela-
rista o soc1~hsta que se dedicara a los intereses prosindicales o ciones de los nuevos profesionales de las ciencias sociales con
de, l?s traba~adores específicamente mediante exigencias progra- la política pública de los EE UU. Ciertamente, el acceso de
mat1cas nac10nales. «expertos» a la elaboración de la golítica pública fue logrado en
La estruc ra d d EE UU en el siglo XIX cam- primer lugar por los reformistas de la Era Progresista, muchos
bió de manera importante antes de la le a a e New Deal. de los cuales eran científicos sociales, y aumentaron desde en-
Los reformistas ro resistas buscaron a comienzos tonces por la movilización en tiemgos de guerra de expextos
la form ecortar la preem1 e os partI académicos para el servicio _!_ederal 109 . También Herbert Hoo-
ver tuvo predilecc10n, durante los años veint s conferen- .
105
, Para los model?s británico y sueco en el contexto global europeo con- cias y comisiones asesoras dominadas p expertos 11 Sin em-
sultes.e l~ obra de Remhard Bendix, Nation-Building and Citizenship, Nueva ~
York. W1ley, 1964, cap. 3; Ira Katznelson, Bringing the State Back /n, op. cit.,
cap. 8, Y Donald ~· Blake, «Swedish Trade Unions and the Social Democratic
Party: the Formatlon Years», Scandinavian Economic History Review 8 (1) 106
Skowronek, BIJi]ding a New American State, op. cit., y Martin J. Schiesl,
1960, pp. 19-44. La discusión del caso de los EE UU en Jo que resta de 'párraf~ The Politics of Efficiency: Municipal Administration and Reform in America
se apoya en Ira ~atznelson, City Trenches: Urban Politics and the Patterning of (1880-1920), Berkeley: University of California Press, 1977.
Class. m the Umted States, _Nueva York: Pantheon Press, 1981, caps. 1-4, y 107
Skocpol e Ikenberry, «Political Formation of the Welfare State», art.
M.artm S~ef~er, «Trade ~mons and Political Machines: the Organization and cit., pp. 98-119.
D1sorgamzat1on of Amencan Working Class in the Late Nineteenth Century» 108
Skowronek, Building a New American State, op. cit., parte 2.
en Ira Katznelson y Aristide Zolberg (comps.), Working Class Formation: Ni'. 109
Caro! S. Gruber, Mars and Minerva: World War I and the Uses of Higher
ne~eenth Cent~ry f!atterns in Western Europe and the United States, Princeton: Learning in America, Baton Rouge: Louisiana State University Press, 1975.
Prmceton Umvers1ty Press (en prensa). °
11
Carolin Grin, «The Unemployment Conference of 1921: an Experiment
128 ZONA ABIERTA 63/64 (1993) ZONA ABIERTA 63/64 (1993) 129

bargo, los elaborados informes y las recomendaciones políticas economistas del USDA darían forma al apoyo a los precios agrí-
de esas conferencias y comisiones eran ignorados con frecuen- colas del New Deal y a los consiguientes esfuerzos de planifica-
. , agnco
c10n , 1a 114 . M as no h u b o un grupo simi
. ·1 ar en posición de
c~a, es~eci_alment~ cuando exigían gasto federal 111 . Los congre-
sistas sigmeron siendo preeminentes en los años veinte, y Her- configurar estrategias de recuperación económica como tales.
bert Hoover no recomendó intervenciones directas del gobierno a histórica e a estructura
federal 112 • d Estad -del característico com le· o americano de una Ad-
En ausencia de un acceso a los centros nacionales de elabo- mimstración nac10na e i , de una autoridad pública dividida. y
ra~ión y ejecución políticas, como el que disfrutaban los econo- fragmentada y de unos partidos políticos no ro ramáticos- es
mistas suecos a través de su participación en comisiones investi- fáci comprender por gué e pnmer New Deal de 1932-19M
gadoras ancladas en la Administración del país, los economistas pr0Clu10 unas iniciativas federales confusas en respuesta a los
de los EE 1:fU difícil_mente podían establecer la base estratégi- problemas de la Depresión, poniendo a la NRA y la AAA en ei
ca de unas mtervenciones macroeconómicas coherentes en res- centro'de sus esfuerzos en lugar de elaborar una estrategia co-
puesta a la Depresión. Y tampoco podían reunir a una escue- herente de financiación con déficit público. A diferencia de la
la de pensamiento que desafiara los supuestos ortodoxos con situación sueca, no pudo darse una síntesis entre iniciativas de
ideas alternativas bien razonadas y que se reforzaran mutuamen- un EstadQ..admmistrativo centralizado y de un partido parlamen-
te, como hicieron los jóvenes economistas suecos, pu~s a me- tario nacional dedicado a la consecución de los intereses colec-
nu~o se. encontraban aislados de la elaboración política práctica tivos de la clase obrera en el pleno empleo. Ni el Estado admi-
y d1semmados a lo largo del enorme y competitivo sistema de nistrativo ni el partido programático existían. En lugar de ello,
universidades del país. Sólo dos grupos de economistas de los el pnmer New Deal cons1gmó un amplio apoyo popular -que
EE UU parecían haber tratado de unir durante los años veinte logró canalizando un gasto «temporal» para ayudas y obras
'Consideraciones prácticas politicoadministrativas con innovacio- públicas a través de congresistas con raíces locales y políticos
n~s teóricas al estilo de la pajaute escuela de Estocolmo. Estos demócratas- con un coste muy bajo y una extensión de la nor-
grupos fueron la «escuela de Commons» Cle'-economistas de las mativa federal de estilo progresista en interés nacional. Sin te-
in~tituciones, de Wisconsin, y una red de economistas agrarios ner que elaborar ningún programa político que reconociera ex-
onentados hacia las actividades del Departamento Americano plícitamente los intereses de clase, los partidarios del New Deal
de Agricultura [United States Department of Agriculture] pudieron ofrecer algo a los individuos y grupos de todas las
(USDA) y su Servicio de Extensión. A mediados de los años clases. Le dieron al gobierno federal el papel de árbitro activo
treinta, cada uno de estos grupos realizaría un programa que que asegurara los esfuerzos comunes para la recuperación na-
tendr~a éxit? en el_ seno del New Deal como un todo. El grupo cional, mediante la regulación contra los elementos no «coope-
de Wisconsm configuraría el Acta de Seguridad Social 113 y los rativos» de los grupos.
Además, todo ello se pudo hacer sin planificar explícitamen-

in National Cooperative Planning and Social Science Research: Mr. Hoover's


Ex~~~ts»: Perspecti~es in American History, 3, 1969, pp. 347-409.
Vease, por e1emplo, Grin, «Unemployment Conference», y Williarn Che- Paire, Corvallis: Oregon: Oregon State University Press, 1962; Daniel Nelson,
ney11;<Un~mployment ad Washington», Survey, 37, 1921, p. 21. Unemployment Insurance: The American Experience (1915-135), Madison: Wis-
. . Elhs W · Hawley, «Herbert Hoover: the Commerce Secretariat and the consin University Press, 1969, caps. 6 y 9; Theron F. Schlabach, Edwin E. Witte:
V1s10n of an "Associativ~ State"», Journal of American History, 61, l974, pp. Cautios Reformer, Madison: State Historical Society of Wisconsin, 1969.
114
1~6-140, Y Joan Hoff Wilson, Herbert Hoover: Forgotten Progressive, Boston: Theda Skocpol y Kenneth Finegold, «State Capacity and Economic In-
L1ttle Brown, 1975. tervention in the Early New Deal», Political Science Quarterly, 97, 1982, pp.
~ S?bre la «escuela de Cornmons» en relación con el Acta de Seguridad
13 268-278, y Richard S. Kirkendall, Social Scientist and Farm Politics in the Age
Social vease Layfayette G. Harter, John R. Commons: His Assualt on Laissez- of Roosevelt, Columbia.: Missouri University Press, 1966.
130 ZONA ABIERTA 63/64 (1993) ZONA ABIERTA 63/64 (1993) 131
1
te una expansión permanente del gasto federal, no tocando el rrollos de 1934 a 1936, volvemos al último New Deal, cuando
déficit presupuestario. Para Roosevelt y los demás políticos re- se produjeron una serie de cambios a un tiempo, de forma tal
formistas que pusieron en marcha el New Deal, no sólo parecía que pudieron haber facilitado la apertura de los EE UU hacia
económicamente prudente, sino también moralmente importan- un keynesianismo social.
te, evitar las expansiones fiscales permanentes. Para entender De hecho, la última parte del New Deal proporciona una
por qué, tenemos que recordar que Roosevelt mismo, junto con comparación más destacable con la socialdemocracia sueca que
la mayoría de los funcionarios clave que se llevó consigo a Was- el primer New Deal. Entre 1936 y 1939 se dio en todo _mo~ento
hington (especialmente de los estados de Nueva York y Wis- en los EE UU una política de clase. El poder orgamzatlvo de
consin), se había «hecho mayor» políticamente durante la época los trabajadores industriales se amplió hasta un grado sin pre-
progresista. Para estos veteranos de las luchas contra «la corrup- cedentes, y cobraron forma las alianzas programáticas de sindi-
ción política», «un presu uesto del gobierno equilibrado» sim- ,
catos y d emocratas 1 era1es 116 .
lºb
bolizaba en sí mismo un gobierno honesto s1, a 1storia En este contexto general, una serie de elementos apuntan
temprana de los esfuerzos para superar la democracia de patro- muy específicamente hacia la adopción de un programa keyne-
nazgo [patronage democracy] y crear en América cierta clase de siano social para la recuperación económica nacional, que ha-
Estado regulativo -pero no manirroto-- hizo muy improbable bría de ser seguido por un matrimonio a largo plazo de gasto
que los políticos reformistas maduros que llegaron a Washing- público social y administración macroeconómica. .
ton para hacer frente a la Depresión encontraran nociones atrac- En 1937 existían, por un lado, diversos programas y agencias
tivas de financiación con déficit deliberada. federales a través de los cuales se podían efectuar fácilmente
aumentos del gasto 117 . Además, la Administración para el Pro-
greso de las Obras [Works Progress Administration] (WPA) en
Posibilidades de un keynesianismo social en el último concreto había establecido un programa opcional de obras públi-
New Deal cas que podía servir como base para posteriores intervenciones
federales. Aunque los proyectos de la WPA se iniciaran local-
En contraste con el Partido Laborista británico, los demócratas mente, Washington aprobaba todas las propuestas. La administra-
americanos del New Deal siguieron en el poder y gozaron de ción central establecía cuotas de empleo y programas de presu-
espacio para maniobrar a lo largo de los años treinta. Las re- puesto mensuales para cada Estado. Los funcionarios re~ionales
formas humanitarias activistas del primer New Deal permitieron informaban al administrador jefe, controlaban y aconsejaban a
que aumentara la mayoría demócrata en 1934 y en 1936. A las administraciones del Estado y del distrito para asegurarse de
diferencia de la estrategia socialdemócrata en Suecia, el progra- , las lmeas
que se segman , maestras y 1as mtenc1ones
. . f e d era1es 118 .
ma inicial del New Deal para la recuperación económica nacio- El movimiento hacia un mayor control centra1 aumentó cada
nal no se vio confirmado, sin embargo, por una recuperación año de existencia del programa, desde 1935 en adelante.
rápida de la producción económica o del empleo a los niveles Aunque la WPA proporcionaba un marco a través del cual se
previos a la Depresión. La estrategia de recuperación centrada podían poner en marcha políticas flexibles de gast~ cent~a!, ni
en la NRA se colapsó incluso antes de que fuera declarada in- éste ni otro programa federal de gasto fue concebido ongmal-
constitucional en 1935. Sin pararnos a discutir todos los <lesa-
116
115
Véase nota 19.
May, From New Deal to New Economics, cap. 2, es especialmente pe- 117 Stein, Fiscal Revolution, op. cit., p. 106.
netrante en lo referente a la base politicomoral de las opiniones sobre el equi- 118 Arthur M. MacMahon, John D. Millet y Gladis Ogden, The Adminis-

librio presupuestario del secretario de Roosevelt y del Tesoro Henry Morgen- tration of Federal Work Relief, Chicago: Public Administration Service, 1941,
thau, Jr. pp. 200-220.
132 ZONA ABIERTA 63/64 (1993) ZONA ABIERTA 63/64 (1993) 133

mente como parte de una estrategia explícitamente anticíclica. trabajando desde dentro del poder ejecutivo del New Deal, Ec-
Con todo, en el seno del ejecutivo federal había aumentado cles y C raron gradualmente para los EE UU algo simi-
durante algunos años el apoyo a una estrategia exactamente lar a l ec ómico con políticas
como ésta. Es interesante el hecho de que el arquitecto clave concre ' factibles ue las de las Comisiones Investigadoras
de la política protokeynesiana original, aquel que la introdujo logra as en Suecia a finales de los años veinte y principios de
en el Estado de los EE UU, no fuera un economista preparado los treinta.
en la Universidad. Se trataba de Marriner Eccles, un banquero Junto con estos desarrollos administrativos e intelectuales, la
y hombre de negocios de Utha cuya educación sólo era de nivel configuración de poder en el Congreso sugería que aquellos que
medio 119 . trabajaban en favor de los intereses de los agricultores y de los
A comienzos de los años treinta, Eccles estaba convencido trabajadores industriales podrían cooperar en torno a un gasto
de que la financiación con déficit por parte del gobierno podía público sostenido. Antes de que fuera declarada inconstit~c~o­
producir la recuperación de la Depresión, e introdujo sus opi- nal la primera AAA en 1936, se habían pagado los subs1d1os
niones idiosincrásicas en el Consejo de la Reserva Federal cuan- agrícolas mediante un impuesto sobre el proceso. Una vez que
do llegó a ser su presidente en 1934. Eccles reclutó como ayu- el impuesto fue ilegal, los agricultores dependieron de los equi-
dante suyo a un antiguo instructor de Harvard, Lauchlin Currie, librios en el Congreso para asegurarse las apropiaciones anuales
cuyas habilidades diplomáticas suavizaron las relaciones de Ec- de los pagos paritarios a los que ahora estaban acostumbrados.
cles con otros funcionarios, y cuyas habilidades técnicas condu- Que ningún liberal se ocupe de más asuntos, recomendaba el
jeron en 1935 al desarrollo de nuevas técnicas cruciales para líder de la Oficina Agrícola Americana, Edward O'Neal, a los
calcular, sobre una base mensual, los «gastos netos producidos trabajadores y agricultores para que abofetearan juntos a «los
por los ingresos del gobierno federal» 120 . Eccles y Currie cons- chicos de la economía», que amenazaban los programas desea-
truyeron juntos, paso a paso, una red de aliados afines prepa- dos por cada grupo 122 .
rados para presionar al presidente, sobre bases económicas y Por último, en una coyuntura crítica, un Franklin Roosevelt
humanitarias, con el fin de que aumentara el gasto social 121 . preocupado por el presupuesto se convirtió a la financiación con
La red incluía a algunos funcionarios del gabinete, especialmen- déficit como solución a la continua depresión de la economía
te Harry Hopkins de la WPA y Henry Wallace de agricultura, americana. Cuando la aguda caída económica de 1937. recortó
junto con varios economistas jóvenes preparados académicamen- un tercio la producción industrial, el New Deal se hundió en
te que ocupaban puestos en el ámbito ejecutivo. En resumen, una severa crisis política e intelectual 123 . Los defensores de los
remedios de financiación con déficit, pertenecientes al ejecuti-
119
May, From New Deal to New Economics, op. cit., pp. 40-52, esboza la
vo, recomendaron al presidente desatender los consejos del se-
biografía de Eccles. Véase también Sidney Hyman, Marriner S. Eccles: Prívate cretario del Tesoro, Henry Morgenthau, preocupado por el pre-
Enterpreneur and Public Servant, Stanford: Graduate School of Bussines, Stan- supuesto. La viñeta del Washington Star de la figura 4 muestra
ford University, 1976. quién ganó este argumento crucial. Tras una prolongada inde-
120
Sobre Currie véase Stein, Fiscal Revolution, op. cit., pp. 165-167; Alan cisión, Roosevelt hizo caso al consejo de los que estaban a favor
Sweezy, «The Keynesian and Government Policy: 1933-1939», American Eco-
nomic Review, 62, 1972, pp. 117-118, y John Kenneth Galbraith, «How Keynes del gasto. y en abril de 1938 anunció un programa para liberar
Carne to America», en Andrea D. Williams (comp.), Economics, Peace and
Laugther, Boston: Houghton Mifflin, 1971, pp. 47-48.
121 122 Christina McFadyen Campbell, The Farm Bureau and the New Deal:
Las ideas económicas de Eccles y los contactos que construyó antes de
1937 se describen en May, From New Deal to New Economics, pp. 53-66. Tanto a Study of the Making of National Farm Policy, 1933-1940, Urbana: University
May como Stein, Fiscal Revolution, cap. 7, acentúan el hecho de que Keynes of Illinois Press, 1962, pp. 190-191.
123 Chandler, America's Greatest Depression, op. cit., p. 130, Y May, From
(ya en persona, ya mediante sus escritos) tuvo poca influencia directa en el
presidente o en los funcionarios de la Administración antes de 1937. New Deal to New Economics, op. cit., cap. l.
134 ZONA ABIERTA 63/64 (1993) ZONA ABIERTA 63/64 (1993) 135
FIGURA4. «LA NOTA AGRIA». VIÑETA DE C. K. BERRYMAN EN EL y los partidarios liberales del New Deal siguieron creyendo en
WASHINGTON STAR. 4 DICIEMBRE DE 1938
el gasto del gobierno como medio de combinar políticas econó-
micas y sociales, de fusionar, en resumen, lo que habían sido
las dos vías separadas del primer New Deal 125 . El presupuesto
de Roosevelt de 1939, y los mensajes anuales, atribuyeron la
recuperación de 1938 a los incrementos planificados del gasto
federal, y abogaron por seguir empleando los estímulos fiscales
para aumentar los ingresos. Entonces, la administración Roose-
velt propuso un gran Proyecto de Ley para la Financiación de
Obras, justificado como estímulo necesario para la economía,
que se había nivelado tras recuperarse de la recesión de 1937.
Ese «proyecto de ley de gasto» exigía que se estableciera un
fondo móvil de 306.000 millones de dólares para liquidar pro-
yectos públicos 126 .
Esos desarrollos en la orientación oficial del New Deal tu-
vieron lugar, además, justo cuando la nueva teoría económica
de Keynes encontró su ambiente natural, en una prestigiosa Uni-
versidad, entre economistas académicos americanos. Es intere-
sante señalar el hecho de que, en su interpretación americana,
la economía keynesiana adoptó inicialmente un aspecto más so-
cialdemócrata que los propios escritos de Keynes. Y lo que es
más, los keynesianos americanos a finales de los años treinta
Fuente: Dean L. May, From New Dea/ to New /:.conomzcs. The Amerzcan Liberal Response eran a menudo abiertamente críticos con las prerrogativas de
to the Recesswn of 1937, Nueva York: Garland Publishmg, 1981.
los negocios privados, e irónicamente, esto ocurría al mismo
tiempo que los socialdemócratas suecos, bien establecidos polí-
6.?00 millones de dólares en fondos federales, algo más de 2.000 ticamente, se acercaban a los capitalistas 127 .
mtllones en medidas monetarias, 1.500 millones en préstamos Tal y como lo ha planteado correctamente John Kenneth
para la Re~onstrucción de la Corporación de Finanzas, y cerca Galbraith, «la trompeta [... ] que sonaba en Cambridge, Ingla-
de 3.000 millones para lo que aprobara el Congreso, la mayoría terra, se oyó más claramente en am · ssachusetts. Har-
para la WPA y para la Administración de Obras Públicas. Aun- vard fue la avenida principal por la ea
que hubo algunos int~nt~s por parte del Congreso de restringir entraron en 'Tos Estados Unidos» 12 Alvin Hans
esos fondos, tales objeciones fueron superadas en vista de la a Harvard en 1938 desde la Universi __ ._...,~==.....---
c~ída económ~ca. De hecho, con las elecciones al Congreso a
siete meses vista, el proyecto final realmente distribuyó más
125
fondos de los que Roosevelt había requerido, gracias a los re- May, From New Deal to New Economics, op. cit., pp. 152-156. En el
cambio hacia opiniones keynesianas posterior a la recesión de 1937, May pone
presentantes rurales que se aferraron a un pago paritario 124.
más de parte de Roosevelt que Stein.
A resultas de esta línea divisoria política en 1938, Roosevelt 126
Robert Collins, The Business Response to Keynes (1929-1964), Nueva
York: Columbia University Press, 1981, p. 46.
127
124 Véase nota 22.
Patterson, Congressional Conservatism, pp. 234-241. 128
Galbraith, «How Keynes Carne to America», art. cit., p . .48.
136 ZONA ABIERTA 63/64 (1993) ZONA ABIERTA 63/64 (1993) 137
,
1

justo cuando había dejado de ser intelectualmente un escéptico sociation 132 . Sin embargo, su compromiso teórico y humanita-
para convertirse en un discípulo de la teoría de Keynes 129 • Una rio con el aumento del gasto social público fue más claro y se
vez en Harvard, Hansen galvanizó a un grupo preexistente de acentuó más cuando aumentaron sus lazos y los de sus estudian-
133
estudiantes graduados y jóvenes académicos, que se convertiría tes con los liberales de la administración Roosevelt , pues el

en la «escuela del estancamiento» [stagnationist school] del pen- keynesianismo del estancamiento en los EE UU no fue un sim-
samiento de Keynes. Esta orientación sostenía que la inversión ple fenómeno de «torre de marfil». Hansen enseñó en la nueva
privada en los EE UU probablemente no habría alcanzado ni Littauer School of Public Administration de Harvard, así como
mantenido una economía en crecimiento con pleno empleo sin en el Departamento de Economía, y de 1939 en adelante sus
inyecciones permanentes de gasto público 130 • En el panfleto de estudiantes y seguidores ocuparon un considerable número de
134
1938 An Economic Program for American Democracy, un grupo puestos importantes en el ejecutivo . Hansen mismo, ~freció
de jóvenes economistas de Harvard y de Tufts desarrollaron una un célebre testimonio ante el Congreso en 1939 y ocupo impor-
versión popularizada de esas ideas ara lebrar el New Deal tantes puestos de consejero.
liberal y su respuesta a la recesión e 1937 1 1 . Un irreprochable Por ello, en 1949 dos corrientes de «la nueva economía»
tono antiempresarial teñía este tratado, que exigía el aumento llegaúill juntas a los EE O U: los partidarios ~e la financiac~ón
del gasto público en combinación con reformas estructurales de con déficit de Eccles-Currie, que habían trabajado muchos anos
la economía de los EE UU y redistribuciones en la estructura en el e1ecutivo federal, se envalentonaron gracias al nuevo fey-
de ingresos. nesiamsmo del estancamiento de los académicos de Cambndge
Hansen fue más prudente, como lo demuestra su discurso y st:. inspiraron en ellos 135 . Por su parte, los académicos ~abí.'.:n
presidencial de diciembre de 1938 a la American Economic As- descubierto en el transcurso del New Deal -desde comienzos
de los años treinta hasta la respuesta a la recesión de 1937 me-
diante el gasto- una justificación real para sn particular lect11-ra
129
Nuestra información sobre Avin Hansen y su influencia procede de Gal-
braith, «How Keynes Carne to America», art. cit.; de Stein, Fiscal Revolution,
op. cit., pp. 163-168, y especialmente de Ja colección de artículos sobre Hansen
132 Alvin H. Hansen, «Economic Progress and Declining Population
que se encuentran en Quarterly Journal of Economics, 90, 1976, pp. 1-37. Al
principio, Hansen se mostró muy escéptico sobre la Teoría general de Keynes. Growth» American Economic Review, 29, 1939, pp. 1-15.
133 E~ 1941 se Je pidió a Hansen «una "política expansionista realmente
En «Alvin Hansen as a Creative Economic Theorist», Quarterly Journal of Eco-
nomics, 90, 1976, p. 29, Paul Samuelson, irónicamente, ha «aventurado que positiva" que reemplazara el tibio "piograma de salva~ión" del ~ew Deal».
Hansen fue llamado a Harvard por error. No sabían lo que estaban haciendo. Aquí, Business Responses to Keynes, .op. cit., p. 11, la cita de Collms procede
Ni él tampoco». La última observación se refiere al hecho de que Hansen era del libro de Hansen, Fiscal Policy and Business Cycles, Nueva York: Norton,
profesor creativo e implicado, que fue influido por Jos jóvenes keynesianos ya 1941, p. 84. Véase también de Hansen, «Social Planning for Tomorrow», en
en Cambridge, al igual que él posteriormente les influiría y Jos apadrinaría. Alvin H. Hansen, F. F. Hill, Louis Hollander, Walter D. Fuller, Herbert W.
130
Una buena discusión de Jos apuntos de vista del «estancamiento» aparece Briggs y George O. Stodard (comps.), The United States after the War, Ithaca:
en Collins, Business Response to Keynes, op. cit., pp. 10-121 y 151. «Desde el Comell University Press, 1945, pp. 15-34, y After the War -Full Employi:ze.nt,
principio», escribe Collins, «el análisis del estancamiento se compuso de una National Resources Planning Board, Washington DC: Govemment Prmtmg
compleja mezcla de ideas económicas y preferencias políticas. Explicaba Ja na- Office, 1942.
134 Stein, Fiscal Revolution, op. cit., p. 168; James Tobin, «Hansen and
turaleza del moderno capitalismo americano y proporcionaba, simultáneamente,
un conjunto de programas para transformar el sistema. Pero también, e igual- Public Policy», Quarterly Journal of Economics, 90, 1976, pp. 32-37; Walter S.
mente importante, se convirtió en una toma de postura, en un conjunto de Salant, «Alvin Hansen and the Fiscal Policy Seminar», Quarterly Jour~al ?f
actitudes, en una visión del futuro que asumía que el progreso económico y Jos Economics, 90, 1976, pp. 21-22, y Byrd L. Jones, «The Role of Ke~esia~ m
cambios sociales radicales no eran antitéticos», p. 11. Wartime Policy and Postwar Planning: 1940-1946», American Econom1c Review,
131 62, 1972, pp. 125-133. .
Richard V. Gilbert, George H. Hildebrandt, Jr., Arthur W. Stuart, Ma-
135 May, From New Deal to New Economics, op. cit., pp. 146-150, Y Stem,
xine Yaple Sweezy, Paul M. Sweezy, Lorie Tarshis y John D. Wilson, An Eco-
nomic Program for A~ocracy, Nueva York: Vanguard Press, 1938. Fiscal Revolution, op. cit., pp. 165-168.
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de !'-eynes y de las conclusiones políticas que querían extraer el Riksdag fue armonizado para trabajar cooperativamente con
de el 136 . los líderes del gobierno y los administradores, resultó relativa-
mente fácil reorganizar los planes presupuestarios suecos en
1936-1938. Y los socialdemócratas pudieron usar una y otra vez
Los obstáculos al keynesianismo social en los EE UU el mecanismo de la comisión pública, deteriorado por el tiempo,
para planificar nuevas formas de gasto social, de intervenciones
Si~ embargo, por muy propicia que pareciera la situación pos- en el mercado laboral y para p l amºfº1car l a macroeconomia
, 138 .
terior a 1938, acarrearía algo más que votaciones concretas del- La rápida adaptabilidad de los acuerdos administrativos y de
C:~ngreso y la conversión de los funcionarios de la administra- partido suecos para poner en marcha obras públicas, y la rela-
c10n Roosevelt -algo más que una lectura socialdemócrata de tiva facilidad con la que se podían hacer compatibles nuevas
Keynes por parte de prestigiosos economistas de los EE UU- modificaciones de las operaciones del gobierno con la amplia-
con el ~in de institucionalizar la administración macroeconómica ción de los esfuerzos del Estado del bienestar, contrasta clara-
keynesrnna, combinándola con un elevado nivel de gasto social mente con los cambios principales, y políticamente controverti-
~~ los EE UU. <;iei:tos contrastes con la forma en que las po- dos, en la administración federal y en el papel del ejecutivo que
hticas del keynesiamsmo social se institucionalizaron en Suecia se necesitaban en los EE UU para que objetivos políticos com-
dura?te los años treinta nos pueden ayudar a comprender los parables se pudieran perseguir consistentemente. Debido a que
obstaculos de un logro comparable en los EE UU. el rápido crecimiento del gobierno federal durante el New Deal
En Suecia, la larga tradición de gobierno administrativo cen- había tenido lugar de una manera dispar y descontrolada, una
tral_ Y la discipli~~ programática de los partidos parlamentarios gran cantidad de agencias continuaron de una manera más o
nac10n~les perm1t10 .a los socialdemócratas poner en marcha y menos independiente entre sí. Antes de que ninguna estrategia
constrmr su estrategia de gasto social con poca controversia una macroeconómica coherente basada en el gasto público pudiera
v~z ?ue se adopt? el cow <leal de 1933. Los programas de obras ponerse en marcha, eran necesarios un control y una coordina-
pu~hcas en Suecia se podían planificar centralmente, aunque se ción mejores. Los que proponían un programa radical de reor-
pusieran en marcha localmente, porque los gobiernos locales ganización ejecutiva, que Roosevelt intentó obtener a través del
e~~aban ~costumbrados a trabajar con consejos de administra- Congreso en 1937-1938 comprendían esto. Su objetivo era crear
c1on nac10nales. Con notable facilidad, el Estado sueco fue ca- una poderosa presidencia «equipada con el personal, los planes
paz de centralizar las antiguas funciones locales en el transcurso y el control fiscal necesarios para poner en marcha [su]... pro-
de los años treinta. Por ejemplo, las reformas socialdemócratas grama social» 139 .
de_ 1934 se comprometieron a reorientar el intercambio de tra- A la luz de Ja wsistente rivalidad en el siglo XX entre los
ba10 local con el mercado laboral nacional incrementando el presidentes y el Congreso para controlar.. los ámbitos del gasto
control central, estimulando los subsidios estatales y ampliando de la administración federal, no resulta nada sorprendente que
el campo de operaciones 137. Además, en un contexto en el que

136 138 En «Bureaucracy and Policy Formation in Sweden», Scandinavian Poli-


Lfud .,
a . n amenta~1on de los argumentos teóricos del estancamiento que se tical Studies, 4, 1969, p. 109, Hans Meijer presenta estadísticas que muestran
apoyan en mterpretac~ones de la historia concreta del New Deal resulta clara que cerca de 750 comisiones por década trabajan durante l~s tres prime~as
tanto en la obra ~e Gilbert et al., An Economic Program f or American Demo- décadas de poder socialdemócrata, a partir de las 450 para arnba que trabajan
cracy, Y en la pnmera exposición completamente keynesiana de Hansen Ful! a comienzos de siglo.
Recovery or Stagnation?, Nueva York: Norton 1938 ' 139 Richard Polenberg, Reorganizing Roosevelt's Government: the Contro-
131 H . , ·
ª1:1son Cla~k, Swedish Unemployment Policy, Washington ne Ameri- versy over Executive Reorganization, Cambridge: Harvard University Press, 1966,
can Council on Pubhc Affairs, 1941, p. 118. '
p. 26.
141
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140 ZONA ABIERTA 63/64 (1993)
te fueron los cambios sociales previos en la base del Partido
s~ int~rpre~aran las propuestas de Roosevelt para reorganizar el Agrario los que lo hicieron posible,. tan~o, como la -~e_r~esión
e1~cuttvo, mcluso por muchos de sus seguidores liberales más misma si bien la alianza también cnstahzo y se sohdif1co me-
asiduos, como una apropiación de poder que podía despojar al diante' el trabajo sobre la estructura de Estado y el sistema de
Congreso de. su autoridad e interrumpir las relaciones, cuidado-
sa~ente, cultivadas, entre los comités del Congreso, los grupos
partidos sueco. . . ,
Desde su formación en 1917, el Partido Agrano se babia
de mteres y las agencias administrativas federales 14º. Así, las alineado con partidos de la derecha, debido a su oposición ~ la
propuestas de reorganización fueron destripadas por el Congre- postura del Partido Socialdemócrata en favor del mer~ado hbre
s~. L~ derrota de los rasgos más audaces de la reorganización de los consumidores, y debido a su temor de que pudieran ele-
ejecutiva eran una mala señal, desde finales de los años treinta var los salarios en el campo 141 . Los obstáculos a una nueva
hast~ _los -~ñas c~~renta, par~ el. e~fuerzo de llevar a cabo una alianza se pusieron de relieve a finales de los años veint~, de-
planificacion pohtica o un e1ercic10 de coordinación fiscal de bido a la influencia de una serie de líderes orientados hacia los
f?rma q~e. facilitaran la administración macroeconómica ke~ne­ intereses de un creciente número de pequeños agricultores del
sian~ e _hicieran más creíbles los programas permanentes de gas- Partido Agrario y a través de grandes agricultores en el Partido
to p_ub~1co para el pleno empleo y el bienestar social. El fracaso Conservador 142 • Cuando el colapso de los mercados británicos
de10 bten claro que, a pesar de que todas las fuerzas empujaban y alemán anunció el desastre para los pequeños _productores
ap~r~ntemente a los EE UU hacia un keynesianismo social en
suecos éstos se volvieron hacia el gobierno para pedIT un progra·
el ultimo New Deal, los canales institucionales establecidos para ma ac;ivo de apoyo a los precios (sin controles de producci~n)
la elaboración política, que se centraban en el Congreso mos- que los partidos burgueses no estaban dispuestos a proporcio-
t~aron ser ?bstáculos inamovibles para las reformas admi~istra­ nar 143 . En este momento los agrarios aún estaban preocupados
tivas esenciales. por los salarios reales, y los socialdemócratas, por su part~, eran
Los contrastes en las capacidades del Estado para introducir reacios a apoyar políticas que aumentaran el coste, d~ vida de
Y controlar los programas de gasto público no fueron los únicos los trabajadores 144 . Así pues, no hubo nada eco,n?m1camen1:_e
fat~res que empuj~ron a los New Deals de Suecia y los EE UU inevitable en el Cow Deal. Sin embargo, fue pohtica Y econo~
hacia resultados diferentes. Existieron también contrastes im- micamente posible. Los socialdemócratas no po?ían ~~nseguir
portantes en los intereses y en las capacidades políticas de los que pasara su programa sin apoyo parlamentano adic10nal, Y
sectores de la_ agricu~tura que entraron en coaliciones políticas
dura~te los, a~os tremta en las dos naciones. Estos contrastes
estuvieron mttmamente ligados con la forma en que las estruc-
141 Sven Ander Sonderpalm, «The Crisis Agréement and the Social Demo-
turas d~~ Es!a~o y las políticas de comienzos de la época de la cratic Road to Power», en Steven Koblik (comp.), Sweden's De~elopmentfrom
Depresion hm1taban las posibles alianzas políticas alternativas Poverty to Affluence (1750-1970), Minéapolis: University of Mmnesota Press,
que afectaban a los agricultores en Suecia y los EE UU. 1975, p. 262. . .
En_ Suecia, la alianza entre los socialdemócratas y el Partido 142 Svenska Handelsbanken, «Government Measures for the Rehef of Agn-

A~rano, en~~r~a~~ por el cow deal de 1933, fue esencial para culture in Sweden since 1930», supl. a Jndex 14 de Svenka Handelsbanken,
marzo de 1939, p. 5, y Kurt Samuelsson, Sweden: from Great Power to Welfare
la mtroduccion m1cial de la estrategia de financiación con déficit
State, Londres: Allen and Unwin, 1968, pp. 140-141. .
par~ hacer frente a la depresión. Esta alianza fue un punto de 143 Jean Jusissant La structure économique de la Swede et de la Belgzque,
partida bastante nuevo en la historia política de Suecia. En par- Bruselas: Colletion d~ l'École des Sciences Politiques et Sociales de l'Université
de Louvain, 1938, y Svenska Handelsbanken, «Government Measures», PP·
140
!bid.; Patterson, Congressional Conservatism, op. cit., pp. 214-220 y 24-25.
144 Ernst Wigforss, «The Financia! Policy during the Depression and Boom»,
J?seph Huthmacher, Senator Robert E. Wagner and the Rise of Urban Lib;ra-
Annals, 197, 1938, p. 31.
llsm, Nueva York: Atheneum, 1968, pp. 243-245.

~~~~~~~ ----~__j--....._~~~~------------------------------..........
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los sitiados agricultores suecos encontraron atractiva una expan-
sión del consumo y de los subsidios del gobierno. bajadores industriales y los intereses agrícolas demo_stró se~ mu-
La estructura centralizada de la negociación política sueca cho menos duradera en el Partido Demócrata. amen~ano, mclu-
-que implicaba a representantes de grupos sociales y a exper- so a pesar de que, al igual que el Partido Socialdemocrat~, am-
tos económicos, los cuales elaboraban argumentos desde lo que plió su base electoral en 1936. El Q!Oblema reside en las ahanz~s
se podría llamar el punto de vista del Estado- ayudó a su vez de grupo que el New Deal acentuó a la la~a. En luga~ de umr
a la potencial alianza de los agricultores con el trabajo en un de forma duradera a los trabajadores con aquellos ag~icultores
acuerdo real y duradero. Los argumentos de los economistas qtte se beneficiaran más de un aumento del consumo mterno
o~ici~Iment~. influyentes sobre los efectos beneficiosos del gasto de as mtervenc10nes el Estado en la agricultura, el New Deal
pubhco fac1htaron el acuerdo inicial de 1933 subrayando los in- terminó uniendo a grandes productores de algodón del Sur, co-
tereses comunes, y de suma distinta de cero, que los trabajado- mercialmente bien establecidos y orientados hacia las exe?rt~­
res y los agricultores podían tener en una economía estimulada ciones con los me1ores agncultores de maíz y triga del. Mecho
por, ~I gobierno .. Y puesto que los partidos parlamentarios y la Oeste,' orientados hacia los mercados internos e internac1ona~es.
pohtica en Suecia estaban organizados nacionalmente, el único Esta ahanza mterreg1onal, que cobró forma a partlr de los anos
canal si~nificativo abierto a los agricultores que buscaban ayuda treinta fue encarnada por la American Farm Bureau Federa-
tion (¡FBF), una organización que se hizo m~y i~fluyente e~ ~l
para sahr de la Depresión consistía en pelear una negociación
~olítica pro?r~mática en el campo del gobierno central. Así pues, Congreso debido a su presencia en muchos distntos locale~ . 4
esta fue la umca manera para el Partido Agrario de extender su La AFBF se opuso crecientemente a las reformas del go?ierno
influencia. federal que pudieran comprometer en for.ma alguna los mter~­
Esto siguió siendo cierto después de 1933, especialmente en ses de los productores agrícolas establecidos,. y s_e concentro,
~a _medida en q~~ la alianza cobró ímpetu político gracias al más bien, en asegurar subvenciones a los precio~ ligadas a ~on­
ex1to de sus pohticas. Aunque el gobierno socialdemócrata ca- troles de producción favorables a los grand~s agncultores. miem-
yera,. momentáneamente, en 1936 debido a una disputa con los bros, dejando a un lado su orientaci~n hac~a el mercado mterno
agranos sobre la defensa y las pensiones, el Partido Socialde- 0 al internacional. A finales de los anos tremta y en los cua~enta
mócrata obtuvo una victoria sustantiva en las elecciones de ese la AFBF cooperó frecuentemente en el Congre~o con la alianza
año, reformándose la coalición con los agrarios (y durando mu- conservadora de demócratas del Sur y republ~canos para opo-
chas décadas a partir de entonces a través de distintos cam- nerse a muchas iniciativas de los demócratas liberales ~rbanos.
b .os) 145 L · Id ' · · En las primeras etapas del New Deal. no estaba n~ mucho
1 . os socia emocratas s1gmeron apoyando a los agri-
cultores segú_n. ~as líneas del acuerdo de 1933; y entre 1937 y menos prefijado que esta coalición co~creta e~tre agncultores
193_9, la_ coahc1on «elaboró un amplio programa de legislación serla dominante. Una coalición alternativa podna haber aunado
~oc~a~», mcluyendo mejoras en las prestaciones para ancianos e a los trabajadores ya los consumidores con p_roductores de le-
m~ahdos.' le_Yes ~~borales más fuertes, cuidados maternales gra- che, pequeños productores de grano del Medi~ Oeste Y arr~n­
tmtos, d1stnbuc1on de rentas para grandes familias e higiene dátarios deTSür. El Smdicato Nacional de Agncultores [~atio­
dental subvencionada para todos los suecos 146. nal Farmers' Union] encarnó, de hecho, una en~eble version de
La cooperación entre los representantes políticos de los tra- esta alianza, y sus políticas demostraron consistentemente su

145
146 Sonderpalm, «Crisis Agreement», art. cit., pp. 275-277. 141 Véase Richard s. Kinkerdall, «The New Deal and A~riculture», en John
Dankwart Rustow, The Politics of Compromise: a Study of Parties and Bremmer y David Brody (comps.), The New Deal: The Natwnal Leve[, ~ol~~~
bus: Ohio State University Press, 1975, pp. 83-109; Grant McConne ~
7 16
Cabinet Government in Sweden, Princeton: Princeton University Press, 1955,
p. 109.
Decline of Agrarian Democracy, Nueva York: A~heneum, 1969, caps. , Y
Campbell, Farm Bureau and the New Deal, op. ctt., caps. 8 Y 9.

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simpatía por las continuas reformas federales y una estrategia en el celosamente guardado territorio local. Muchos represen-
de gasto interno 148 . Sin embargo, irónicamente, el programa tantes del Sur en el Congreso tenían estrechos lazos con los
agrícola del New Deal inicial -en concreto los controles de terratenientes que hacía medio siglo que dominaban la vida
producción puestos en marcha a través de la primera AAA y del política y económica de la región. Est~ gente se resistía inc?n-
servicio de Extensión Federal- tuvo el imprevisto e indeseado dicionalmente a las propuestas de amphar el alcance del gobier-
efecto de refQrzar organizativamente los lazos de la AFñF con no federal o de transferir . func10nes
. 1oca1es a was h'mgt on 150 ·
los grandes agricultores del Sur y del Medio Oeste. La conse- En especial, cuando se extendió la sacudida en las relaciones
cuencia más significativa de las r~laciones entre el AFBF y el industriales las elites del Sur buscaron la forma de protegerse
Servicio de Extensión fue la expansión de la AFBF en el Sur, por sí mism'as de la admini~tr~ción Roosevelt, ~ l~ que consid.e-
que tradicionalmente era su área de operaciones más débil 149 . raban responsable del crec1m1ento del poder smdical. Del mis-
Alentando a los miembros del AFBF en el Sur para facilitar la mo modo, las pequeñas aperturas hacia los n~gros por i:iarte ?e
administración de los controles federales de la producción, la la administración Roosevelt amenazaban con mterrumpir el sis-
AAA cimentó los lazos entre grandes agricultores comerciales en tema de castas de las relaciones entre razas, tan fundamental
los EE UU mediante una organización de presión que trabaja- para el control del trabajo y para la política electoral antidemo-
ría, después de 1935, para obstaculizar muchos de los programas crática del Sur.
de planificación agrícola iniciados por la AAA, así como los es- Incluso aunque los representantes de los distritos agrícolas
fuerzos del New Deal liberal para ayudar a los agricultores más no fueran mayoría en el Congreso, el proceso de legisla~ión y
pobres y a los arrendatarios. el control que el sistema de antigüedad le otorgaba al presidente
Aunque la alianza del algodón y el grano encarnada en la del comité rural y del Sur, proporcionó a los intereses agrícolas
AFBF era menos favorable al aumento del gasto social en los mejor organizados fuerza suficient~ para resistir ~ualquier ~om­
EE UU de lo que lo hubiera sido una alianza alternativa de promiso permanente con el ala hbe~al de! Part~~o Democra-
agricultores, su oposición a las iniciativas liberales del New Deal ta 151 . Los agricultores suecos no teman mas opcion que entr~r
después de mediados los años treinta (para entonces los agri- directamente a comienzos de los años treinta, en un compromi-
cultores ya se habían recuperado de la crisis) no procedía de so negociado centralmente con los trabajadores industriales y
desgana alguna para tomar los subsidios federales como tales. con los socialdemócratas, o bien ser excluidos completamente
Antes bien, fueron los controles gubernamentales que podían del poder. Sin embargo, en los EE UU los agricultores, espe-
acompañar a los gastos federales lo que provocó la intensa opo- cialmente los más ricos que consolidaron su alianza con el AFBF,
sición agrícola, especialmente por parte de los terratenientes se beneficiaron económicamente de los programas agrícolas es-
del Sur. Muchos de los programas del New Deal introduci- peciales del primer New Deal y por ello no tenían incentivo
dos después de 1935, especialmente el WPA y la Farm Secu- alguno para lograr en el Congreso un acuerdo dura~ero con los
rity Administration, suponían la intrusión del gobierno federal trabajadores y con los liberales urbanos. Esto fue cierto a pesar

148
Sobre el Sindicato Agrícola y sus políticas véase McConnell, Decline of 150 McConnell Decline of Agrarian Democracy, op. cit. caps. 8-10; Sidney

Agrarian Democracy, op. cit., pp. 37-39, 68-69, 108, 137 y 146, y Campbell, Baldwin, Poverty ~nd Politics: the Rise and Decline of the Farm Security Admi-
Farm Bureau and the New Deal, op. cit., pp. 169-171. Sobre organizaciones nistration, Chapel Hill: University of North Carolina Press, 1968, y Pau~ E.
reformistas radicales relacionadas con ésta, véase también John L. Shover, Corn- Mertz, New Deal Policy and Southern Rural Poverty, Batan Rouge: Lousrnna
belt Rebellion: the Farmers' Holiday Association, Urbana: University of Illinois State University Press, 1978. .
Press, 1965, y Donald H. Grubbs, Cry from the Cotton: the Southern Tenants 151 Murray Edelman, «New Deal Sensitivity to Labor Interest», en Milton

Farmers' Union and the New Deal, Chapel Hill: North Carolina University Press Derber y Edwin Young (comps.), Labor and the New Deal, Nueva Y~rk: Da-
1971. , Capo Press, 1972, pp. 185-186, y Patterson, Congressional Conservat1sm, op.
149
Campbell, Farm Bureau and the New Deal, op. cit., cap. 6. cit., pp. 334-335 SS.
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del hecho de que la invalidación por parte de la Corte Suprema rabies al gasto público para planificar y realizar compromisos,
en 1936 del impuesto sobre el proceso, que había financiado la los keynesianos americanos de finales de los años treinta no
primera AAA, hizo a los agricultores dependientes de los votos pudieron igualar los logros en política pública de los economis-
del Congreso para obtener subsidios constantes para la cosecha. tas suecos, aunque las esperanzas programáticas de muchos de
Ni siquiera con este elevado potencial de intercambio urbano- ellos fueran bastante similares.
rural en el Congreso, se consiguió una alianza programática du- La movilización para la segunda guerra mundial puso fin a
radera. Los representantes preocupados por los inter,eses agrí- las batallas políticas que parahzaron al último New Deal, aun-
colas podían establecer tratos ad hoc con los liberales sobre que los confhctos solo se pospusieran temporalmente. Se siguió
paquetes particulares de legislación, y oponerse a ellos, sin em- apoyando en el Congreso el gasto interno social y las reformas
bargo, en otros, mientras se seguían buscando las bases para la patrocinadas federalmente, mas ello fue así con una creciente
cooperación con otros intereses. oposición conservadora a expansión alguna más del gobierno.
Los conservadores del Congreso no se opusieron al principio Durante la guerra, el Comité Nacional para la Planificación de
a los acuerdos de gasto como tales, sino que, más bien, traba- los Recursos [National Resources Planning Board] (NRPB), es-
~aban par_a res~rvar fondos y fijar otras restricciones que redu- tablecido bajo los auspicios de la subrepticia versión del Acta
jeran la d1screc1ón federal. Sin embargo, después de que hubiera de Reorganización aprobada en 1939, se convirtió en un imán
disminuido el apoyo a Roosevelt en el Congreso tras las elec- para planificadores y keynesianos sociales 153 . El informe prin-
ciones de 1938, fue derrotado su proyecto de ley de «gasto y cipal del NRPB, Security, Work and Relief Policies, publicado en
152
préstamo» . Esta derrota marcó la primera ocasión en que el 1942, presentaba una muestra omnicomprensiva de todas las po-
Congreso rechazaba un importante paquete de gasto del New líticas de ayuda, y reflexionaba acerca de la necesidad de una
Deal apoyado fervorosamente por el presidente. Los keynesia- mayor coordinación, así como de una planificación previa del
nos consideraron esta medida poco adecuada, y sus esperanzas gasto social federal. El trato que el Congreso dio al Comité
de continuar con la perspectiva de gasto para la recuperación dejaba ver la lucha en torno al pleno empleo que se desenca-
económica se comenzó a frustrar debido a este revés. denaría tres años más tarde. En cada uno de los años de exis-
En suma, la fuerza de las b.ases locales de poder y la deter- tencia del NRPB, el Congreso atacó crecientemente las estipula-
IIli.nación del Congreso de bloquear la institucionalización de ciones restrictivas sobre sus operaciones y, por último, después
co.ntroles ejecutiyos federales más fuertes, foemn las ba~ras de que su principal informe fuera editado, el Congreso cortó las
esenciales para la construcción de un sistema permanente de asignaciones para el NRBP, asegurando la defunción de la agen-
ga~to público, coordmado en un ámbito nacional, a finales de cia 154.
los anos tremta. El resultado fue que las contribuciones poten- A pesar de la falta de apoyo para los planificadores sociales
é~es debidas al creciente número de expertos keynesianc";°s keynesianos en el Congreso, la discusión de medidas para ase-
fueron desacreditadas. Aunque los defensores de Keynes se ex- gurar oportunidades de empleo adecuadas después de la guerra
tendieron por todo el ejecutivo federal después de 1938 su efec- absorbía a los economistas profesionales y al público en general,
tividad dependía de que consiguieran el apoyo de Roo~evelt en reflejando el extendido temor a una mayor recesión de posgue-

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competencia con otros funcionarios del poder ejecutivo, y con- rra. A principios de 1945 se introdujo en el Congreso el pro-
t~ban con poca fuerza en los muchos centros de poder legisla- yecto de ley de Pleno Empleo 155 . Basándose en la teoría key-
tivo del Congreso. Sin partidos poJUicos programáticos y sin un
Estado administrativo fuerte cápaz de aunar a coaliciones favo- 153
Collins, Busines Response to Keynes, op. cit., pp. 13-14.
154
152
Marion Clawson, New Deal Planning: the National Resources Planning
Patterson, Congressional Conservatism, op. cit., pp. 318-322, y Collins, Board, Baltimore: Johns Hopkins University Press, 1981, pp. 225-232.
Business Response to Keynes, op. cit., pp. 46-47. 155
Stephen Kemp Bailey, Congress Makes a Law: the Story Behind the

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nesiana del estancamiento y en las expectativas existentes, el estructura del Estado americano.les impidió producir una sínte-
proyecto proponía que el gasto del gobierno cubriera cualquier siscomparable de gasto social y administración macroeconómi-
déficit entre la inversión privada y el pleno empleo. Otorgaba ca. A su vez, los diferentes destinos de los New Deals en Suecia
un papel sustancial y permanente para el gobierno federal en la y América tuvieron consecuencias mayores y duraderas para la
economía, y recibió un gran apoyo de los representantes libe- forma en que las empresas se reintegraron en la elaboración de
rales del Congreso y del movimiento obrero y sus aliados. Su políticas públicas una vez superada la Depresión.
destino fue presagiar la forma de la implicación federal en la En Suecia, el dominio de los socialdemócratas, reconfirmado
economía para buena parte del período de posguerra. por la victoria electoral de 1936, movió a las empresas a negociar
Como en el último New Deal y en la lucha en torno al NRPB, con los sindicatos suecos y con el naciente Estado de bienestar.
los conservadores del Sur y rurales tenían el equilibrio del poder La Confederación Sueca de Organizaciones de Empresarios,
en el Congreso. La oposición al proyecto de ley por parte de la conciliada con la continuación de los socialdemócratas en el go-
AFBF y de la Cámara de Comercio y otras organizaciones em- bierno, cerró un pacto con los sindicatos destinado a asegurar
presariales acentuaron los intereses compartidos por agriculto- una creciente estabilidad en las relaciones industriales y a pro-
res y empresarios en frenar el crecimiento del gobierno federal. teger las negociaciones salariales de la regulación directa del
Conservadores estratégicamente situados en la Cámara, especial- Estado 158 • Aunque este sistema corporatista «privado» de ne-
mente el representante de Misisipí William Whittington -que gociaciones salariales centralizadas, sancionado en el Acuerdo
trabajaba estrechamente con economistas de la Cámara de Co- de Saltsjobaden de 1938, limitaba el alcance directo del Estado
mercio--- eran empleados instrumentalmente para sustituir y sueco, fue establecido en el contexto de un elevado gasto pú-
aprobar una versión aguada del proyecto de ley de desem- blico, lo que facilitó la futura elaboración de políticas públicas
156
pleo • La nueva Acta de Desempleo de 1946 no comprometía \ para una economía internacionalmente eficiente y para un bien-
al gobierno federal a gastar para asegurar el pleno empleo. Sen- estar social generoso, estableciendo procedimientos uniformes y
cillamente autorizaba al presidente a controlar la economía y a regulares para negociar aumentos de salarios igualados nacio-
remitir al Congreso los proyectos eonómicos. El nuevo meca- nalmente. En resumen, las empresas suecas hicieron las paces
nismo que establecía era el Consejo de Asesores Económicos, con el keynesianismo social, del cual, de hecho, se beneficiarían
cuya autoridad consistía simplemente en aconsejar al presiden- considerablemente las empresas más grandes y eficientes en el
te, no en preparar nada tan omnicomprensivo como el Presu- período de posguerra 159 . Por contra, en los EE UU, después
puesto Anual de Producción Nacional y Empleo propuesto por de que fueran bloqueados los que apoyaban el proyecto de ley
el proyecto de ley original de Pleno Empleo 157 • de Pleno Empleo de 1945 por una alianza congresista de agri-
La batalla durante 1945-1946 en torno al proyecto de ley de cultores del AFBF y de empresarios de la Cámara de Comercio,
Pleno Empleo en los EE: UU marcó el desenlace del drama que pudieron recoger sus piezas los defensores de un keynesianismo
había comenzado cuando Roosevelt asumió la presidencia en comercial en el Comité para el Desarrollo Económico (CDE)
1932. Una serie de tendencias similares a las que había produ- formado por grandes empresas 160 . La CDE cooperó con econo-
cido la respuesta keynesiana social sueca a la Depresión reunie- mistas moderados en el nuevo Consejo de Asesores Económi-

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ron fuerzas durante los años treinta en los EE UU, pero la cos. Su pensamiento económico se apoyaba en el trabajo que
venían realizando desde hace tiempo economistas de Chicago
Employment Act of 1946, Nueva York: Columbia University Press, 1950,
caps. 1-3. 158
Véase nota 22.
156 159
/bid., pp. 150-178 y 202-205, y Collins, Business Responses to Keynes, Esping-Andersen and Friedland, «Class Coalitions», art. cit., p .. 20.
op. cit., pp. 102~109.
157
°
16 Collins, Business Response to Keynes, op. cit., caps. 5 y 6; Stein, Fiscal

Bailey, Congress Makes a Law, op. cit., pp. 220-234 y 243-248. Revolution, op. cit., caps. 8 y 9.
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que habían anticipado algunas de las prescripciones políticas de En el ámbito nacional, la administración macroeconómica se-
Keynes antes de que apareciera la Teoría general, y que nunca guía estando divorciada de los esfuerzos en favor del bienestar
se habían convertido a la interpretación del estancamiento, di- público, y la-entusiasta búsqueda del pleno empleo -definida
rigida desde Harvan;l, de la economía de los EE UU, ni al papel como puestos de trabajo para todos los que quisieran trabajar-
que en ella desempeñaba el gasto público 161 • La CDE y sus seguía estando más allá del alcance de la política pública de los
economistas aliados moderados fueron capaces, al aceptar las EEUU.
características menos objetables del keynesianismo (presupues-
tos equilibrados a lo largo de varios años en vez de anualmen-
te), de institucionalizar políticas anticíclicas que se apoyaban CONCLUSIÓN
en estabilizadores automáticos, no en el aumento del gasto del
gobierno, ni en el poder discrecional y el fuerte Estado del La Gran Depresión socavó los dogmas previos sobre las finan-
bienestar que le acompañaría. zas públicas y abrió nuevas posibilidades para que el Estado se
El poder de compra de los consumidores en los EE UU de convirtiera, en las democracias liberales capitalistas, en un agen-
posguerra se sostuvo parcialmente mediante esos estabilizadores te activo del bienestar social mediante una síntesis de gasto so-
federales automáticos, pero dependiendo también enormemente cial y administración macroeconómica. La realización de esas
de lo que conseguían regularmente los sindicatos en las nego- posibilidades dependía del surgimiento de nuevas ideas sobre la
ciaciones salariales privadas 162 . Estos logros se obtuvieron me- administración de las economías nacionales, de cambios en el
diante un conflicto industrial mucho mayor que el que tuvo lu- poder político que hacían al trabajo organizado cada vez más
gar en Suecia 163 . Los desembolsos militares para la guerra de fuerte, y de co"'aliciones socialmen~nraizadas políticamente dis-
Corea y sus consecuencias se convirtieron en otro importante puestas a apoyar políticas de fmanciación con déficit y capaces
apoyo para la economía, que también se benefició del liderazgo de hacerlo. Sin embargo, como hemos sostenido, esos factores
económico internacional de América, mientras que Europa y no eran suficientes para dar cuenta de las distintas elecciones
Japón se recuperaban de los desastres de la guerra. Mientras de política nacional. Antes bien, hemos analizado la herencia
tanto, la autoridad sobre programas distintos y descoordinados en Eolítica sociaJ@las estructuras de los estados para dar cuenta
de gasto federal interno en los EE UU seguía centrada en el déÍas estrategias de recuperación seguidas por Suecia, Gran
Congreso, pudiendo gozar los muchos grupos locales y de inte- Bretaña y los EE UU en respuesta a la crisis de la Depresión.
rés que lo constituían de recursos públicos sin control federal. No hemos puesto el acento principalmente en los estados
como lugares de acción oficial directa. Hemos explorado, antes
161
Sobre los economistas de Chicago en relación con el Consejo de Desa- bien, relaciones más sutiles a menudo olvidadas entre los esta-
rrollo Económico y el impulso de las ideas del keynesianismo comercial véase dos y las sociedades; relaciones que afectaron profundamente a
Collins, Business Response to Keynes, op. cit., pp. 71-72 y 83-84, y Davis, New las capacidades de los estados y los líderes políticos en Suecia,
Economics and Old Economists, op. cit., cap. 3 sobre la escuela de Chicago. Gran Bretaña y América para concebir y poner en marcha es-
Está claro que el hecho de que el sistema universitario de los EE UU sea muy
grande y no esté centralizado posibilitó, mejor que el sistema académico cen- trategias públicas. Hemos descubierto que los partidos políticos,
tralizado europeo, el surgimiento de corrientes de pensamiento macroeconómi- incluso aquellos históricamente formados como sujetos agentes
cas distintas que se desarrollaron a la vez que la escuela keynesiana del estan- programáticos de los intereses de la clase obrera, definían sus
camiento, centrada en Harvard. objetivos en los años treinta en estrecha relación con las políti-
162
Véase la útil discusión de «la estabilización macroeconómica» en los
EE UU de posguerra en Michael J. Piore y Charles Sable, The Industrial Divi-
cas existentes y las capacidades de los estados con los que tra-
de, Nueva York: Basic Books, 1984, cap. 4. taban. Hemos hallado, además, que las coaliciones políticas de
163
Walter Korpi y Michael Shalev, «Strides, Power and Conflict in the Wes- grupos sociales dispuestos a apoyar programas de financiación
tern Nations: 1900-1976», Política[ Power y Social Theory, 1, 1980, pp. 309-316. con déficit sólo obtuvieron fuerza mediante las estructuras del
153
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en la teoría y la investigación económicas, y en los debates po~
Estado, y se unieron --0 separaron- parcialmente en respuesta líticos y sobre políticas públicas en el período de posg~erra, s1
a la sucesión y efectos de las políticas mismas del Estado. Tam- no se hubieran creado estos paradigmas y escuela~? Y s1. el k~_t
bién hemos examinado la forma en que las estructuras del Es- nesianismo no se hubiera forjado como un l:nguaJe d: d1scus1on
tado suecas, británicas y de los EE UU diseñaban la formula- transnacional sobr~ economía pública, ¿~orno habna~os con-
ción y aplicación con éxito de ideas económicas nuevas y polí- ceptualizado nosotras y los sociólogos políttcos comparativos c?n
ticamente relevantes, y aquí podemos apuntar, para no reafir- los que debatimos, nuestras preguntas ~ectoras sobre Suecia,
mar tanto las conclusiones, cuántas observaciones comparativas Gran Bretaña, los EE UU y otras naciones avanzadas desde
merece la pena cuestionarse en una exploración nueva. 1930 hasta hoy? ¡Quizá, de hecho, todos nosotros le de?a~os
Los <<nuevos» economistas suecos lograron el éxito político más de lo que imaginamos siquiera a la estructura orgamzattva
«keynesiano» más temprano y completo y, consiguientemente, del Estado británico de los años veinte!
obtuvieron fructíferas recompensas en sus carreras académicas
y en su reputación intelectual internacional. Sin embargo, los
economistas suecos lograron su impacto político sin forjar pri-
mero una nueva teoría sorprendente, como hizo Keynes en Gran
Bretaña, y sin revestir sus prescripciones económicas en forma
de prescripciones políticamente partidistas y conflictivas, como
hizo la escuela del estancamiento en los EE UU. Nuestro aná-
lisis ha sugerido que el acceso rápido y continuo a centros ad-
ministrativamente estratégicos de la política pública, permitió a
los economistas suecos elaborar justificaciones intelectuales efec-
tivas, en favor de reformas patrocinadas por el Estado, de esta
manera relativamente ateórica y no conflictiva. ¿Se daban regu-
larmente condiciones análogas en las contribuciones cientifico-
sociales a las reformas públicas (y otros tipos de políticas) en
las democracias capitalistas? ¿Bajo qué condiciones alternativas
demostraban ser más efectivas, directa o indirectamente, las
principales teorías académicas o las presentaciones conflictivas
de teorías, en el complejo proceso que conduce a las transfor-
maciones en políticas públicas?
Y lo que es aún más intrigante, ¿qué efecto sobre los pro-
cesos de innovación intelectual, y sobre la reflexión intelectual
misma, ejercen los éxitos y los contratiempos políticos de los
expertos? ¿Se habría molestado John Maynard en forjar la gran
teoría que da nombre a una época -y que inspiró a tal cantidad
de seguidores y políticas a lo largo del panorama político e in-
telectual- si hubiera gozado de acceso inmediato a los centros
de elaboración de política pública en la Gran Bretaña de entre-
guerras? Si el keynesianismo, a su vez, no hubiera nacido, ¿se
habrían molestado acaso los economistas suecos en declararse
miembros de la escuela de Estocolmo? ¿Qué habría cambiado

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