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Unidad V

LOS VEHICULOS DEL TRANSPORTE: AUTOMOTOR, FERROVIARIO, DUCTO

1. Generalidades

Los vehículos de transporte constituyen el elemento esencial, juntamente con el ámbito


espacial, para que se verifique el desplazamiento físico indispensable para su configuración.
A la voz vehículos (del latín, vehiculum) se le asignan las siguientes acepciones: por un
lado, es el “medio de transporte de personas o cosas”; y, por otro, “aquello que sirve para
conducir o transmitir fácilmente algo, como el sonido, la electricidad, las enfermedades
contagiosas, etcétera”.
A su vez la propia Real Academia Española nos aclara que “conducir” es “llevar,
transportar de una parte a otra”. Por lo tanto, concluimos que el automotor, el material rodante
ferroviario, el buque, la aeronave, la nave espacial y el ducto, son verdaderos vehículos de
transporte.
Si complementamos las dos acepciones transcriptas, logramos determinar que un
vehículo de transporte es un artificio creado por el hombre, destinado a trasladar, trasladarse o
conducir (desplazar, en definitiva) personas o cosas en el espacio.
En esta línea de razonamiento, cada vez que debamos dar el concepto de cada vehículo
de transporte en particular (automotor, ferroviario, buque, aeronave, nave espacial o ducto), más
allá del que pueda aportar la legislación positiva, haremos hincapié en estos dos elementos que
conforman el concepto: el objetivo (la construcción, el objeto) y el teleológico (su destino).
En cuanto a esa calidad de “conductores” en el hecho técnico del desplazamiento de
personas o cosas, cabe poner de manifiesto que, a diferencia de otros vehículos de transporte, el
ducto o la tubería constituyen en sí una construcción fija que, sirviendo de vehículo conductor,
permanece estático y no se desplaza juntamente con lo que transporta. Es decir, en el ducto, lo
que se desplaza es la carga que conduce y no el vehículo conductor.
Respecto de los marcos legales de estos vehículos, el automotor, el buque y la aeronave
cuentan con verdaderos estatutos jurídicos de derecho interno. Ellos se encuentran dentro del
Anexo al dec. 1114/97 (texto ordenado del Régimen Jurídico del Automotor), la Ley de la
Navegación y el Código Aeronáutico, respectivamente.
Por su parte, los vehículos espaciales tienen tratamiento en los acuerdos internacionales
en vigencia; y el material rodante ferroviario y los ductos carecen de estatuto orgánico que los
regule.
En este capítulo explicaremos el régimen jurídico del automotor, para luego referirnos
brevemente al material rodante ferroviario y a los ductos.
Tanto al buque como a la aeronave (juntamente con la nave espacial) le dedicaremos
capítulos independientes, en atención a los múltiples aspectos particulares que surgen de sus
regulaciones.

2. Naturaleza jurídica

Según su naturaleza jurídica, los vehículos de transporte serán bienes registrables o no


registrables. Cuando abordemos, a continuación, el estudio particular de éstos, nos
pronunciaremos sobre su naturaleza jurídica – también singular – en cada uno de ellos.

3. Régimen jurídico del Automotor (RJA)

En el dec. 1114/97 (t.o. del de. Ley 6.582/58, ratificado por ley 14.467 y sus
modificatorias 21.053, 21.338, 22.019, 22.130, 22.977, 23.077, 23.261, 24.673 y 24.721) se
plasma el RJA.

3.1. Concepto de automotor

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La cuestión de establecer un concepto jurídico sobre el automotor tiene suma
relevancia, en tanto que sólo el bien que revista tal calidad, será regido por la normativa
aplicable.
La doctrina no ha asumido una postura provocativa ni se advierte debate sobre este
punto, que descansa – únicamente – en las disposiciones legales que han pretendido definir al
automotor sin precisión jurídica (como en la Ley de Tránsito) o enumerar a los bienes que se
consideran automotores a los fines de su registro.
De todas maneras, se ha sostenido que se entiende vulgarmente por automotor a “todo
vehículo autopropulsado destinado a circular y transportar personas o bienes por medios
mecánicos”. Creemos que, contrariamente a lo afirmado, no es éste un concepto vulgar, dado
que encierra elementos constitutivos no manejados por quien es ajeno al derecho. La
importancia que le atribuimos a este concepto, radica en que en él se destaca; por un lado, un
elemento objetivo (la autopropulsión); y por el otro, uno subjetivo (el destino), temas éstos que
han preocupado largamente – y ocupado – a quienes pretendieron aportar un concepto jurídico
de buque y que desarrollaremos más adelante.
No obstante lo expuesto, el concepto transcripto carece de precisión jurídica en razón de
que tanto una aeronave como un buque o una nave espacial, podrían responder a las
características señaladas.
En análoga sintonía, también se ha definido al automotor como el “vehículo destinado a
circular por el suelo, equipado para transporte de cosas o personas y provisto para su propulsión
de una máquina generadora de fuerza que es el motor”.
En esta versión, se circunscribe el elemento subjetivo del destino a la circulación por el
suelo (entendemos por tal a la superficie terrestre no cubierta de agua); y el elemento objetivo se
divide en: a) estar equipado para transportar; y b) estar provisto de un equipo capaz de
autopropulsarlo.
La diferencia fundamental entre los dos conceptos transcriptos está en que el elemento
objetivo determinado en el primero debe ser actual (autopropulsado); en cambio, en el segundo,
basta que sea potencial (capaz de ser propulsado). Ello es importante, toda vez que en el primer
caso, y ante la eventualidad de que el bien se encuentre momentáneamente inutilizado por fallas
o desperfectos en su motor, perderá su condición jurídica de automotor.
La ley 24.449 (Ley de Tránsito) tipifica – en el art. 5º inc. x) – al vehículo automotor
como todo aquél “de más de dos ruedas que tiene motor y tracción propia”.
Surge, entonces, que aquí el criterio adoptado por el legislador para que una cosa sea
jurídicamente vehículo automotor, es netamente objetivo. Se requiere, luego, que se trate de una
construcción o artificio creado por el hombre, con tres o más ruedas, con autopropulsión y
tracción propia.
Consecuentemente, el concepto en análisis es de estricto carácter técnico y restringido,
pues sus elementos constitutivos son totalmente objetivos y desprovistos de cualquier aspecto
referido a la aptitud y al destino del bien; circunstancia ésta que lo separa de los criterios tenidos
en cuenta por el legislador al establecer los conceptos legales de buque (donde a la construcción
se le exige flotabilidad y destino de navegación) y de aeronave (en el que al especial aparato o
mecanismo se le requiere una doble aptitud: la de ser capaz de circular por el espacio aéreo y la
de poder transportar personas o cosas).
Por otra parte, el art. 5° del RJA, al referirse a la obligatoria inscripción registral de los
automotores, establece: “A los efectos del presente Registro serán considerados automotores los
siguientes vehículos: automóviles, camiones, inclusive los llamados tractores para
semirremolque, camionetas, rurales, jeeps, furgones de reparto, ómnibus, microómnibus y
colectivos, sus respectivos remolques y acoplados, todos aquellos aun cuando no estuvieran
carrozados, las maquinarias agrícolas incluidas tractores, cosechadoras, grúas, maquinarias
viales y todas aquellas que se autopropulsen. El poder Ejecutivo podrá disponer, por vía de
reglamentación, la inclusión de otros vehículos automotores en el régimen establecido”.
La norma transcripta le concede la calidad de automotores, aun a aquellos bienes
rodantes que carezcan de autopropulsión, tales como semirremolques, casas rodantes,
acoplados, etcétera.

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Como hemos sostenido al definir al vehículo de transporte, creemos que el concepto
buscado debe contener tanto el aspecto objetivo del bien en cuanto a construcción, como un
destino determinado. Pero sobre todas las cosas, hay que tener presente que no siempre la idea o
definición técnica debe coincidir con el concepto jurídico; pues éste último siempre implica
atribuirle a aquello que se define un marco legal aplicable.
Por lo tanto, e insistiendo en la importancia del concepto jurídico de automotor, por que
es a este bien al que se le aplicará un régimen legal particular, deviene necesario extraer de todo
lo precedentemente expuesto, los elementos constitutivos del concepto jurídico buscado.
En nuestra opinión y con los alcances señalados, consideramos jurídicamente “vehículo
automotor” a toda construcción, destinada a circular por vía pública – aunque sea para cumplir
con otros fines específicos – y registrable.
Cuando decimos “construcción”, le atribuimos al bien la calidad de ser un artificio
creado por el hombre, fruto de su inventiva. Evidentemente, esta obra debe ser “rodante”, pues
el destino asignado no podría ser cumplido sin tener – hasta ahora – ruedas.
Ese aspecto teleológico expuesto en la expresión “destinado a circular por la vía
pública”, es lo que permite que queden comprendidos en el concepto jurídico de automotor, aún
aquellos vehículos que momentáneamente estén imposibilitados de hacerlo por fallas o porque
se encuentran en reparaciones, en tanto no hayan pedido su destino de circulación.
No resulta imprescindible establecer la cantidad de ruedas, porque el RJA, en su art. 5°,
deja abierta la inclusión de otros vehículos que puedan ser considerados automotores en el
régimen de publicidad establecido. Por lo tanto, si bien hoy las motocicletas (vehículo de dos
ruedas) no están mencionadas en la enumeración legal, bien pueden ser agregadas en el futuro.
Con la expresión “aunque sea para cumplir con otros fines específicos”, estamos
incorporando al concepto jurídico, por ejemplo, a las maquinarias agrícolas cuyo destino
principal no es la circulación por la vía pública, pero que para trasladarse de un campo a otro
deben necesariamente hacerlo.
Por último, este vehículo es “registrable”, es decir, incluido – o susceptible de ser
incorporado – en la nómina del art. 5º del RJA, resultando totalmente prescindentes los aspectos
vinculados con la propulsión o la cantidad de ruedas del rodado. De esta manera, los remolques,
casas rodantes o cualquier otro vehículo que no tenga motor o carrocería, en tanto deban ser
registrados, quedan incorporados a la categoría jurídica de automotor y al régimen de publicidad
que se desprende de esta exigencia.
Creemos de esta manera haber compatibilizado el concepto jurídico de vehículo
automotor con lo dispuesto en el art. 5° del RJA sobre lo que se considera “automotor” a los
fines de la registración obligatoria exigida.

3.2. Naturaleza jurídica

Conforme surge del art. 1° del RJA, “la transmisión del dominio de los automotores
deberá formalizarse por instrumento público o privado y sólo producirá efectos entre las partes
y con relación a terceros desde la fecha de su inscripción en el Registro Nacional de la
Propiedad del Automotor”. Según ya he sido explicado, consideramos al vehículo automotor un
bien registrable, categoría que responde a la moderna clasificación de los bienes que emerge del
valor económico y social que éstos tienen y que han impuesto la instauración del especial
régimen de publicidad registral regulado en el RJA.

3.3. Régimen de publicidad registral

El RJA, como hemos señalado, ha impuesto la obligatoriedad de la inscripción del


dominio de todos los automotores comprendidos en el art. 5° ya transcripto y analizado (art. 6°).
Pero más aún, al establecer, por un lado, que “la transmisión del dominio de los automotores
deberá formalizarse por instrumento público o privado y solo producirá efectos entre las partes
y con relación a terceros desde la fecha de su inscripción en el Registro Nacional de la
Propiedad del Automotor” (art. 1°); y, por el otro, que “la registración del automotor de buena
fe en el Registro confiere al titular de la misma la propiedad del vehículo y el poder de repeler

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cualquier acción de reivindicación, si el automotor no hubiese sido hurtado o robado”, se ha
declarado categóricamente – criterio éste compartido por la doctrina – que esta exigencia tiene
carácter constitutivo del derecho real de dominio sobre un automotor.

3.4. El Título del Automotor

A los automotores se les asigna – al inscribirse en el Registro por primera vez – un


documento individualizante que es expedido por el Registro respectivo y que se denomina
Título del Automotor. Dicho documento tiene carácter de instrumento público respecto de la
individualización del automotor y de la existencia en el Registro de las inscripciones que en él
se consignan.
El Título del Automotor a que se refiere el art. 6° debe contener los datos siguientes:
1. lugar y fecha de su expedición;
2. número asignado en su primera inscripción;
3. elementos de individualización del vehículo determinados por la reglamentación,
incluidos: marca de fábrica, modelo, número de chasis y/o motor, tipo de combustible
empleado, número de ejes, distancia entre los mismos, número de ruedas en cada eje,
potencia en caballos de fuerza, tipo de tracción, peso del vehículo vacío, tipo de
carrocería y capacidad de portante;
4. indicación de si se destinará a uso público o privado, y
5. nombre y apellido, nacionalidad, estado civil, domicilio, documento de identidad y
clave o código de identificación otorgado por la Administración Federal de Ingresos
Públicos o por la Administración Nacional de Seguridad Social del propietario; así
como también razón social, inscripción, domicilio y clave o código de identificación, en
el caso de las personas jurídicas (art. 20).
La normativa en estudio instituye como autoridad de aplicación sobre el régimen registral
descripto, a la Dirección Nacional De los Registros Nacionales de la Propiedad del Automotor y
de Créditos Prendarios y tendrá a su cargo el Registro Nacional de la Propiedad del Automotor
(art. 7°).
El automotor tendrá como lugar de radicación, para todos sus efectos, el del domicilio
del titular del dominio o el de su guarda habitual.

3.5. Identificación

Cada automotor, durante su existencia como tal, se identifica en todo el país por una
codificación de dominio formada por letras y números (sistema alfanumérico), la que figura en
el título y demás documentación. Dicha codificación es reproducida en placas (llamadas
“patentes”) de identificación visibles exteriormente, que deben lucir en las partes delantera y
trasera del automotor (art. 24).

3.6. Exigencias técnicas

La Ley de Tránsito dispone las exigencias mínimas técnicas (sistema de frenado,


dirección, suspensión, rodamiento permanente, relación potencia-peso) que deben cumplir los
vehículos que circulen por la vía pública (art. 29).
A los vehículos destinados al transporte de carga y de pasajeros se les exige poseer los
dispositivos especiales que la reglamentación exige de acuerdo con los fines de la normativa en
análisis.
Los vehículos que se destinen al servicio de transporte de pasajeros deberán estar
diseñados específicamente para esa función con las mejores condiciones de seguridad de
manejo y comodidad del usuario, debiendo contar con salidas de emergencia en relación con la
cantidad de plazas. En los del servicio urbano, el motor deberá estar dispuesto en la parte trasera
del vehículo y el sistema de suspensión requerido es el neumático. Se les obliga poseer
dirección asistida; caja automática para cambios de marcha; aislación termoacústica ignífuga o

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que retarde la propagación de llama; y tener el puesto de conductor diseñado ergonómicamente
y con asiento de amortiguación propia.
En los vehículos de transporte destinados a cargas peligrosas, emergencias o seguridad,
sus acoplados deben tener un sistema de acople para idéntico itinerario y otro de emergencia
con dispositivo que lo detenga si se separa. La ley 26.363 incorporó como último párrafo al art.
29 que estamos analizando, que la Agencia Nacional de Seguridad Vial dispondrá la instalación
de doble bolsa de aire para amortiguación de impactos, sistema antibloqueo de frenos y otros
dispositivos tendientes a la prevención de accidentes y daños a las personas.
El cuidado del medio ambiente ha sido también contemplado por el legislador, y así se
exige que los automotores deben ajustarse a los límites sobre emisión de contaminantes, ruidos
y radiaciones parásitas. Tales límites y el procedimiento para detectar las emisiones serán los
que disponga la reglamentación.

3.7. El vehículo de carga

Por dec. 105/98 se aprobó la reglamentación de la ley 24.653 (Transporte Automotor de


Cargas) el cual instituyó el Registro Único del Transporte Automotor (RUTA) que funciona en
el ámbito de la Secretaría de Transporte y que cuenta con dos secciones, una de transporte de
cargas y otra de transporte de pasajeros.
En el RUTA se deben inscribir la totalidad de los vehículos afectados a esas actividades
(inscripción vehicular). Esta inscripción debe ser formalizada a través de los talleres que lleven
a cabo la Revisión Técnica Obligatoria (RTO) y en los instrumentos creados a tal fin. Los
vehículos deben renovar sus inscripciones con cada una de esas revisiones técnicas.
Una vez realizada la inscripción de cada vehículo se le otorga un certificado en el que se
harán constar los siguientes datos: a) el año y modelo de su fabricación; b) su clasificación en
cuanto a las características técnicas (vehículo tractor o unidades remolcadas) y su categoría,
conforme el art. 28 del dec. 779 del 20 de noviembre de 1995; c) su clasificación en cuanto a las
características del vehículo (furgón, plataforma, caja abierta, portacontenedores, cisterna, jaula,
caja cerrada, góndola de temperatura controlada, portavehículos, silo blindado y otros); d) la
categoría para la que fue inscripto, y e) cualquier otro dato que disponga la Comisión Nacional
de Regulación del Transporte (CNRT).
En el art. 16 del de. 105/98 se establece que únicamente se le debe exigir para circular a
los vehículos afectados al transporte interjurisdiccional de cargas, la siguiente documentación:
a) constancia de inscripción en el RUTA para el tipo de transporte para el que se encuentra
habilitado; b) constancia de realización de la revisión técnica, la que se acredita mediante la
oblea que debe ser adherida en los parabrisas (en el caso de unidades motoras) y de diferente
color, según el tipo de tráfico al que esté afectado el vehículo; c) licencia de conductor y
licencia nacional habilitante (LNH) en los supuestos que corresponda; d) carta de porte, remito
o documento equivalente, de conformidad con la normativa vigente; e) cédula verde del
vehículo; f) constancia de la contratación de los seguros obligatorios; g) en los caos de
vehículos afectados al transporte de cargas peligrosas la documentación específica exigida por
la normativa vigente en la materia, y h) en los supuestos en que el tránsito requiera de un
permiso especial de circulación, el instrumento que acredite la concesión del mismo. El texto de
este art. 16 debe estar transcripto en el reverso de la constancia que otorgue el RUTA para cada
vehículo habilitado.

4. El vehículo ferroviario

4.1. Concepto y naturaleza jurídica

Definimos al vehículo ferroviario como toda aquella construcción destinada a circular


sobre el tendido ferroviario. El conjunto de estos vehículos recibe el nombre de material rodante
ferroviario. Además, cuando este material rodante se encuentra unido conformando un convoy
destinado al transporte ferroviario, estamos en presencia de un tren.

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Valen, en cuanto a los elementos objetivos y subjetivos incorporados al concepto dado,
lo vertido en oportunidad de explicar los términos conceptuales que hemos aportado respecto
del vehículo automotor y que damos por aquí reproducidos brevitatis causae.
No obstante ello destacamos que al no existir – como en otros países – un registro
oficial de material rodante ferroviario, su naturaleza jurídica es la de un bien no registrable. Sin
perjuicio de lo expuesto, se individualizan a estos rodados con los números de serie que le
otorgan sus fabricantes y sus explotadores. Por lo tanto, no existen formas rígidas para la
disposición de tales bienes.

4.2. Clasificación del material rodante

El material rodante puede ser clasificado, de acuerdo con la capacidad tractora, en:
motor; autopropulsado; remolcado, y de servicio. El material rodante de servicio no se
encuentra afectado al transporte comercial, pero siempre desplazará personas (trabajadores o
técnicos) o cosas (herramientas u otros elementos como, p. ej., repuestos).

4.2.1. Material motor

Lo conforman aquellos vehículos con capacidad de tracción que, aunque no puedan


llevar carga comercial, resultan indispensables para el desplazamiento de ella. Reciben el
nombre genérico de locomotoras y de acuerdo con la fuente de energía que genere la tracción,
serán de vapor, diésel o eléctricas.

4.2.2. Material autopropulsado

Este vehículo se caracteriza por tener capacidad de tracción y, además, ser apto para el
transporte de carga o de pasajeros.

4.2.3. Material remolcado

A diferencia de los otros dos, este vehículo carece totalmente de capacidad tractora,
pero puede – y es su destino – transportar tanto personas como cosas. Según su afectación se lo
clasifica en coches, furgones y vagones.
Los coches están destinados al transporte de pasajeros (de primera clase, comedor, cine,
camarote, etc.); los furgones forman parte de los trenes de pasajeros, pero su acceso les está
vedado, pueden llevar carga (p. ej., furgón de vehículos); y los vagones son aquellos vehículos
remolcados que están destinados a llevar carga. Existen muchas variedades de estos vagones, de
acuerdo con el elemento transportado (cementeros, playos, para containers, cisternas, etc.).

4.2.4 Material de servicio

Constituyen material rodante para el uso interno de la empresa que presta el servicio
ferroviario, a los fines de realizar actividades de mantenimiento de infraestructura, tales como
reparación o renovación de vías, auxilio a material rodante con desperfectos, etcétera.

4.3. Derecho de dominio del material rodante ferroviario

La doctrina ha entendido que por su afectación a la prestación de un servicio público, se


los debe reconocer como bienes del dominio público del Estado.
Marienhoff desarrolla el concepto de “universalidad pública” considerando como tal al
conjunto de bienes públicos que forman un todo destinado a un fin único. En esta idea incluye a
los conjuntos de bienes del Estado afectados a la prestación de servicios públicos como las
explotaciones de teléfonos, ferrocarriles, líneas aéreas, etc. Su reconocimiento de bien del
dominio público resulta de su carácter de “obra destinada a la utilidad o comodidad común”.

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Canosa destaca que en los contratos de concesión de servicios ferroviarios, el principio
general aplicable es aquel por el cual los bienes de que dispone el concesionario para el
cumplimiento del contrato pertenecen al dominio público ostentando sólo su tenencia con
relación a ellos.

5. Los ductos

Al comienzo de este capítulo, hemos definido al vehículo de transporte como todo aquel
artificio creado por el hombre, destinado a trasladar, trasladarse o conducir (desplazar, en
definitiva) personas o cosas en el espacio.
En nuestra opinión, el ducto o tubería es un verdadero vehículo de transporte. Sin
embargo, siendo su particular característica la de conducir el elemento transportado sin
trasladarse juntamente con lo que desplaza en su interior, tal circunstancia obliga a señalar los
aspectos que consideramos necesarios sobre este elemento que conforma, junto a otros, el
sistema de transporte por tuberías.
La carga que desplazan estas construcciones se destaca por constituir un conjunto de
bienes necesarios para la vida y el funcionamiento de una comunidad (combustible derivado del
petróleo, agua, electricidad) los cuales resultan, a la vez generalmente escasos.
Los Estados que tienen reserva de estos bienes han transformado al ducto en un factor
de poder que ejercen a través de la sola potestad de decidir sobre la apertura y cierre de sus
válvulas.

5.1. Concepto

Desde una óptica estrictamente objetiva el ducto es una construcción compuesta por
tubos unidos que conforman un todo estanco, con una entrada y una salida operable desde el
exterior, destinada generalmente al desplazamiento de un determinado fluido (p. ej.,
hidrocarburos, agua, gas, electricidad).
Este conducto admite ser instalado tanto tierra adentro como tierra afuera. Por
consiguiente, existirán ductos bajo y sobre la superficie terrestre y acuática.
El sistema de transporte por tuberías requiere de una infraestructura determinada,
esencialmente compuesta por estaciones de bombeo, por plantas de almacenamiento y por
centros de distribución.
En suma, en nuestra opinión, el ducto es una construcción fija de tuberías o conductos,
destinados al desplazamiento de fluidos materiales o inmateriales.

5.2. Clasificación

Se clasifica a los ductos según el fluido que transporta. Así, existen oleoductos,
poliductos, gasoductos, electroductos, acueductos.
1. El oleoducto: es un conducto de grandes dimensiones, provisto de estaciones de
bombas situadas de trecho en trecho, que sirve para transportar el petróleo bruto desde los
campos petrolíferos hasta las refinerías o puertos, o desde una u otros, hasta los centros de
consumo de distribución.
2. El poliducto, por su parte, sirve para transportar refinados de petróleo desde las
refinerías hasta los puertos o hasta los centros de consumo y distribución.
3. El gasoducto se utiliza para transportar el gas natural y a veces el gas de hulla, desde
el sitio donde se extrae o produce hasta los centros de distribución, de utilización o de
transformación.
4. El electroducto sirve al transporte de energía eléctrica. (Es el marco normativo
referencial)
5. El acueducto se utiliza para conducir agua.
Todo el sistema de tuberías de un Estado constituye su “red de ductos” que cuando
corresponde al transporte de hidrocarburos, crudos o refinados del petróleo, gas natural u otros

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destinados al mercado interno se denomina Red Interna de Ductos, y cuando su finalidad es
abastecer el mercado exterior, recibe el nombre de Red Externa de Ductos.

5.3. Sujetos

ARTICULO 5º.- Se considera generador a quien, siendo titular de una central eléctrica
adquirida o instalada en los términos de esta ley, o concesionarios de servicios de explotación
de acuerdo al artículo 14 de la ley 15.336, coloque su producción en forma total o parcial en el
sistema de transporte y/o distribución sujeto a jurisdicción nacional.

ARTICULO 6º.- Los generadores podrán celebrar contratos de suministro directamente con
distribuidores y grandes usuarios. Dichos contratos serán libremente negociados entre las partes.

ARTICULO 7º.- Se considera transportista a quien, siendo titular de una concesión de


transporte de energía eléctrica otorgada bajo el régimen de la presente ley, es responsable de la
transmisión y transformación a ésta vinculada, desde el punto de entrega de dicha energía por el
generador, hasta el punto de recepción por el distribuidor o gran usuario, según sea el caso.

ARTICULO 8º.- Se considera comercializador al que compre o venda para terceros energía
eléctrica en el MERCADO ELECTRICO MAYORISTA, realizando operaciones comerciales
en las condiciones que fije la reglamentación del MINISTERIO DE INFRAESTRUCTURA Y
VIVIENDA. También se considerará como tales a quienes reciban energía en bloque por pago
de regalías o servicios que la comercialicen de igual manera que los generadores.

ARTICULO 9º.- Se considera distribuidor a quien, dentro de su zona de concesión, sea


responsable de abastecer toda demanda a usuarios finales que no tengan la facultad de contratar
su suministro en forma independiente y realicen dentro de su zona de concesión, la actividad de
transmitir toda la energía eléctrica demandada en la misma, a través de instalaciones conectadas
a la red de transporte y/o generación hasta las instalaciones del usuario.

5.4. El ducto y las obligaciones del transportista

La ubicación geográfica de estas tuberías obliga a considerar, con carácter previo,


aspectos no sólo técnicos, sino también políticos, económicos, socioeconómicos, biofísicos y
medioambientales. Estos condicionantes aluden principalmente a garantizar la seguridad y el
impacto ambiental necesarios, frente a eventuales derrames o fugas de los fluidos transportados,
accidentes éstos que, generalmente, ostentan la categoría de catástrofes tanto para la salud de las
personas como para el medio ambiente.
Para la instalación de estos ductos se requiere de una gran inversión, que resulta,
además necesario establecer limitaciones al dominio privado a través del particular instituto de
la servidumbre administrativa.
En nuestro país, la ley 24.065 declaró servicio público el transporte y la distribución de
energía eléctrica. A su vez, dicha ley modificó algunos de los preceptos contenidos en la ley
19.552 del 4 de abril de 1972 sobre el “Régimen de servidumbre administrativa de
electroducto”. El art. 7° de la ley 24.065 considera transportista “a quien, siendo titular de una
concesión de transporte de energía eléctrica otorgada bajo el régimen de la presente ley, es
responsable de la transmisión y transformación a ésta vinculada, desde el punto de entrega de
dicha energía por el generador, hasta el punto de recepción por el distribuidor o gran usuario,
según sea el caso”
Por ello, se reguló en esa norma todo lo atinente a la construcción de infraestructura
destinada a ese fin incluidos los ductos. De esta manera, ningún transportista o distribuidor
puede comenzar la construcción y/u operación de instalaciones de la magnitud que precise la
calificación del Ente Nacional Regulador de Electricidad (ENRE), ni la extensión o ampliación
de las existentes, sin obtener de aquél un certificado que acredite la conveniencia y necesidad
pública de dicha construcción, extensión o ampliación. El Ente dispondrá la publicidad de este

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tipo de solicitudes y la realización de una audiencia pública antes de resolver sobre el
otorgamiento del respectivo certificado (art. 11).
El carácter de servicio público dado a la actividad obliga a que ningún transportista ni
distribuidor pueda abandonar – total o parcialmente – las instalaciones destinadas al transporte y
distribución de electricidad, ni dejar de prestar los servicios a su cargo, sin contar con la
aprobación de la autoridad de aplicación, quien sólo la otorgará después de comprobar que las
instalaciones o servicios a ser abandonados no resultan necesarios para el servicio público en el
presente ni en un futuro previsible (art. 14).
Se exige, además, que los generadores, transportistas, distribuidores y usuarios de
electricidad operen y mantengan sus instalaciones y equipos en forma tal que no constituyan
peligro alguno para la seguridad pública, que cumplan con los reglamentos y resoluciones que el
Ente Regulador emita a tal efecto. Dichas instalaciones y equipos se encuentran sujetos a
inspección, revisión y pruebas periódicas (art. 16).
En cuanto a la infraestructura física, las instalaciones y la operación de los equipos
asociados con la generación, transporte y distribución de energía eléctrica, se obliga sean
adecuadas a las medidas destinadas a la protección de las cuencas hídricas y de los ecosistemas
involucrados. Asimismo deberán responder a los estándares de emisión de contaminantes
vigentes y los que se establezcan en el futuro, en el orden nacional por la Secretaría de Energía
(art. 17).
Por último, en el art. 18 se establece que los transportistas y los distribuidores gozarán
de los derechos de servidumbre previstos en la ley 19.552.

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