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Créditos

Lectora
Kenia20
IzzieNoemi
Flor
Julieta9768
Guga
Kleidy

Eli25

Eli25

CruelSummer
Índice
Sinopsis ........................................................................................................................................ 6
Prólogo ......................................................................................................................................... 7
Capítulo 1 ................................................................................................................................... 10
Capítulo 2 ................................................................................................................................... 14
Capítulo 3 ................................................................................................................................... 19
Capítulo 4 ................................................................................................................................... 25
Capítulo 5 ................................................................................................................................... 29
Capítulo 6 ................................................................................................................................... 33
Capítulo 7 ................................................................................................................................... 39
Capítulo 8................................................................................................................................... 44
Capítulo 9 ................................................................................................................................... 49
Capítulo 10................................................................................................................................. 53
Capítulo 11................................................................................................................................. 62
Capítulo 12................................................................................................................................. 67
Capítulo 13................................................................................................................................. 73
Capítulo 14................................................................................................................................. 86
Capítulo 15................................................................................................................................. 91
Capítulo 16............................................................................................................................... 101
Capítulo 17............................................................................................................................... 109
Capítulo 18............................................................................................................................... 116
Capítulo 19............................................................................................................................... 130
Capítulo 20............................................................................................................................... 134
Capítulo 21............................................................................................................................... 138
Capítulo 22............................................................................................................................... 144
Capítulo 23............................................................................................................................... 155
Capítulo 24............................................................................................................................... 165
Capítulo 25............................................................................................................................... 168
Capítulo 26............................................................................................................................... 174
Capítulo 27............................................................................................................................... 177
Capítulo 28............................................................................................................................... 185
Capítulo 29............................................................................................................................... 192
Capítulo 30............................................................................................................................... 198
Capítulo 31............................................................................................................................... 201
Epílogo ..................................................................................................................................... 209
Próximo libro ........................................................................................................................... 212
Sobre la autora ......................................................................................................................... 213
Sinopsis
El multimillonario Tanner Storm tiene de todo —es apuesto, es rico, y nada
lo mantiene presionado. Entonces, su padre decide jugar con él y sus hermanos,
entregándole un complejo de apartamentos en el centro de Seattle con el que
Tanner no quiere tener nada que ver. Cuando las condiciones de los términos de su
padre aseguran que haga algo con este edificio o perderá su herencia, en un primer
momento piensa, ¿y qué? Pero, entonces se convierte en un desafío que tiene que
aceptar, porque él nunca se ha echado para atrás. Decide derribar el edificio y
empezar de nuevo con algo mucho más atractivo que se sumará a su cartera.

El único problema es que los residentes no quieren irse, y en virtud del


contrato con su padre, no puede obligarlos a salir. Cuando termina ante el juez
Kragle con todas las quejas presentadas en su contra, el juez decide que el mejor
castigo para él será dos semanas viviendo en el complejo de apartamentos y dos
semanas de servicio a la comunidad, haciendo de Santa Claus en el centro
comercial. ¡Perfecto! Esta no es la Navidad de su sueño.

La trama se complica cuando conoce a su vecina, Kyla y cae en la lujuria


instantánea. ¿Resultará ser el ángel secreto de Tanner, o va a olvidar todo sobre
ella en el momento en que se vaya?

Holiday Treasure (The Billionaire Bachelors #10)


Prólogo
Traducido SOS por Lectora
Corregido por Eli25

Tanner Storm se recostó cómodamente en su silla mientras su hermana,


Brielle, ventilaba su ira y frustración.

—¿Cómo estás tan malditamente tranquilo, Tanner? —gritó mientras ella se


paseaba de un lado a otro en la sala de su ático de lujo—. ¡El anciano nos ha
quitado todo! ¡Todo!

—Él no puede tomar sobre lo que no sabe —dijo Tanner, sin inmutarse lo
más mínimo.

—¿De qué hablas? Congeló todos mis bienes, mis tarjetas, todo. Detuvo el
pago de mis facturas. Seré una sin hogar pronto y a él ni siquiera le importa. Si no
juego su estúpido juego, entonces estoy jodida.

Lo que ni su padre ni sus hermanos sabían era que Tanner tenía su propia
riqueza. No había sido cercano a su familia en un tiempo muy largo, y no había
perdido todo su tiempo lejos. Había tomado un camino diferente a cualquiera de
ellos, y se las había arreglado para hacer algunas increíblemente buenas
inversiones. Pero no quería que ninguno de ellos lo supiera. Sí, podía ayudar a su
hermana, pero por alguna extraña razón, no estaba seguro de que quisiera. Claro,
su pequeña lección de papá —enseñarles a ser responsables— era bastante risible,
y Tanner lo sabía, pero a menos de que quisiera que su familia se enterara de todo,
¿qué podía hacer excepto jugar cuando el viejo decidió simular su espectáculo de
títeres?
Cuando había recibido la oferta para la construcción de su padre como una
prueba para ver si era digno de ser reinstalado como heredero del imperio del
viejo, él había pensado que no era nada más que una broma —una muy molesta
broma— pero una broma, no obstante, sin risas a la vista. Pero no, estaba allí
mismo, en blanco y negro con el membrete de su padre.

Una parte de Tanner quería jugar al juego, quería tomar uno de los
proyectos de su padre y tener éxito. Sería demostrar al anciano que Tanner no era
alguien que perdiera tan fácilmente. Otra parte de él quería decirle a su padre que
se lo metiera por donde el sol no brilla1.

Ah, todavía no había tomado una decisión. ¿Cómo iba a seguir los términos
de su padre e ir al estúpido lugar? Pero cuando había verificado la propiedad, no
podía dejar de emocionarse. Incluso ahora, ladrillo y mortero podrían hacer que un
hombre racional viera signos de dólar.

Mirando a su hermana, una mujer de belleza e inteligencia, y alguien que


alguna vez había pensado por el que el sol salía y caía, lo hizo aún más decidido a
demostrar a su padre que se equivocaba. Por algún lado en el camino, su familia
había sido apartada.

¿Era lo que su padre hacia algo bueno? No. Tanner no lo llevaría tan lejos.
Pero aún…

Volvió de nuevo, y el despotrique de su hermana ayudó a Tanner a tomar


su decisión. Aceptaría el proyecto de su padre, maldita sea. Tomaría el complejo de
apartamentos que su padre había comprado y lo tiraría abajo y pondría en su lugar
algo tan hermoso, tan increíble, tan rentable, que su padre tendría que admitir que
se había equivocado sobre su hijo.

De repente, quería empezar. Este proyecto movía su sangre, emocionante.


Sería mucha diversión, y la diversión era algo que no había tenido en mucho
tiempo.

1
Stick it where the sun don't shine: Es una frase que se usaba en los 70' que significa ‘cállate‘ pero de una
manera vulgar.
—Brielle —dijo con determinación repentina—, puedes pasear y llorar todo
lo que quieras, pero la línea de fondo es ya sea aceptar esto o no. No siempre
puede gustar lo que se lanza en nuestro camino, pero nuestro carácter se define por
las decisiones que tomamos. —Se puso de pie y se dirigió hacia la puerta con un
gesto cuyo significado era claro, sígueme y lárgate.

Estaba harto de la rabieta de su hermana, y él realmente no quería tratar con


ella por más tiempo.

—Eres un idiota, Tanner. Siempre lo has sido y siempre lo serás —dijo ella,
agarrando su bolso y siguiéndolo.

—Lo siento, cariño, pero a mi… no me importa.

Su sonrisa, si se podía llamar así, hizo a su hermana mirarlo antes de que


saliera por su puerta.

Mientras él la cerraba, su sonrisa se desvaneció. Sí, era un idiota, alguien


que apartaba a nadie y a todo el mundo. Pero ¿no era así como quería ser? Era
seguro como el infierno que había hecho su vida más cómoda y eficiente. Sí, lo
estaba manejando bastante bien, se dijo mientras se dirigía hacia su estudio.

Él tenía un proyecto en la cabeza, y no iba a perder más tiempo. Una vez


que Tanner Storm ponía su mente en algo, no se detenía hasta que terminaba.
Capítulo 1
Traducido por Kenia20
Corregido por Eli25

—Sr. Storm, usted puede pensar que está por encima de la ley, pero le
garantizo que ¡no lo está! Esta es la cuarta vez que lo he visto en mi tribunal en los
últimos tres meses. Se ha convertido en un mal hábito, uno que no me gusta. No
me importa cuánto le esté pagando a su grupo de abogados. No lo está sacando de
problemas esta vez.

—Su Señoría…

El juez no tomó amablemente la interrupción de Tanner Storm.

—No me haga añadir desacato a los tribunales en su lista de crímenes —dijo


el juez Kragle—. Las condiciones de su edificio son deplorables. Estoy
absolutamente horrorizado que haya dejado a mujeres y niños sin ascensor
funcional, con las tuberías corroídas, y sin calor. He pensado largo y tendido sobre
su castigo…

—Su Señoría —interrumpió el abogado de Tanner—. El Sr. Storm ha estado


intentando conseguir inhabilitar el edificio desde que tomó posesión hace seis
meses. Si los inquilinos tomaran su oferta increíblemente generosa de desalojar,
podrían trasladarse a un entorno mucho más seguro para sus familias, y podrían
derribar el edificio y empezar el proyecto para el que él ha hecho planes.

—Sr. Henry, siéntese —dijo el juez—. He leído a través de los archivos, no


soy ciego. El Sr. Storm ha dejado más que claro que mira debajo de su nariz en este
edificio, el cual pareció recibir como premio de consolación en algún juego familiar
de herencias y fondos fiduciarios. No insulte mi inteligencia al decir que el Sr.
Storm tiene los mejores intereses de estas personas en el corazón. El complejo que
tiene planes de construir no sería aun marginalmente asequible a los actuales
inquilinos, quienes están luchando a fin de mes sin tener la presión añadida de
mudarse. —La voz del juez Kragle era tranquila pero severa, especialmente
cuando ha querido resaltar cualquiera de sus comentarios.

El primer abogado de Tanner obedientemente se sentó, pero otro se levantó


en su lugar.

—A usted quizás no le agrade nuestro cliente, Señoría, pero está en su


derecho legal —dijo ese abogado, un tiburón muy conocido, su comportamiento
seguro, su traje costoso más de lo que la mayoría de las personas pagaban por un
coche.

—No, Sr. Silt, él ciertamente no está obedeciendo la ley. Si lo ha conseguido


olvidar, el jurado ya ha emitido su veredicto, y no en favor de su cliente. Ahora
estamos en la fase de sentencia, ¿recuerda eso?, y he tomado mi decisión. Tanner
Storm, por favor levántese —dijo el juez, con una sonrisa de satisfacción pura en su
cara que puso a Tanner más que un poco nervioso, y los nervios no eran por lo
general parte de su maquillaje psíquico—. Parece que no ha aprendido de sus
experiencias previas de pie delante de mí, así que he decidido probar una pena
diferente. Va a pasar tres días en la cárcel, los cuales comienzan inmediatamente
después de que haya terminado aquí.

Hubo un murmullo en la sala del tribunal, todo el mundo sorprendido de


que el juez Kragle se atreviera a enviar a Tanner Storm, el hijo de un
multimillonario, a la cárcel. Tanner se limitó a sonreír. Estaría fuera en seis horas,
como máximo. No tenía nada de qué preocuparse.

—Después de su sentencia de cárcel, estará bajo arresto domiciliario en el


mismo edificio en el que viven sus inquilinos. Va a vivir allí durante veinticuatro
días, a partir del primer día de diciembre, y hasta el día de Navidad, el veinticinco
de diciembre.

El juez hizo una pausa, y los ojos de Tanner se ampliaron en estado de


shock. Sintió sus primeros movimientos de verdadera inquietud. No había manera
de que pudiera permanecer en ese edificio durante un tiempo tan prolongado. Ni
siquiera tenían acceso a Internet. ¿Cómo se suponía que iba a hacer algo?

—Además, no se le permite hacer ninguna actualización, adiciones,


construcción, reparaciones o alteraciones en su propio apartamento que no provea
para el resto del edificio, en primer lugar —continuó el juez—. Si quiere traer las
comodidades de su casa al complejo, adelante, pero su unidad será la última en
que se trabajará. Las condiciones del edificio son espantosas, y sería algo bueno
que aprendiera un poco de humildad. Su padre es un buen hombre, un hombre
que está obviamente, tratando de enseñarle el muy necesario respeto hacia los que
le rodean. Ha servido muy bien a esta comunidad desde que se mudó aquí, y le ha
dado esta oportunidad con la esperanza de que haga lo correcto.

—Pero… —Tanner estaba desesperado.

—¡No he terminado! También estará obligado a servir ciento veinte horas de


servicio a la comunidad durante su tiempo.

—No puedo servir todas esas horas y todavía hacer mi trabajo —estalló
Tanner, la furia superando su discreción habitual.

—Supongo que tendrá que tomarse un tiempo libre del trabajo, Sr. Storm.
Servirá todas y cada hora o le impondré la pena permitida por la ley, de cinco años
en una prisión estatal.

El juez Kragle se sentó y miró a Tanner a los ojos. Tanner trató de transmitir
confianza, pero los hombros del conjunto increíblemente caros de abogados le dijo
más que cualquier cosa que no iba a salir de esta.

—¿Tengo que fregar algunos muros de grafitis? —Tanner no hizo ningún


intento de ocultar su sarcasmo. Él había donado cantidades astronómicas de dinero
para la caridad en su vida; su tiempo, sin embargo, no tenía precio, y no estaba
contento de tener que compartirlo, desperdiciarlo, probablemente.

—No, señor Storm. Será voluntario como Santa Claus en esta temporada.
Tanner miró con horror mientras el juez golpeaba con su martillo y la sala
estallaba. Los reporteros trataron en vano de obtener una declaración suya cuando,
la indignidad más grosera de todas, lo esposaron y lo llevaron por una puerta
trasera.

¡Felices jodidas Navidades para él!


Capítulo 2
Traducido por IzzieNoemi
Corregido por Eli25

Tanner apretó los dientes mientras empaquetaba una bolsa. No. No


necesitaría sus trajes a medida hechos a mano. No. No necesitaría su Rólex. No. No
necesitaría nada de lo que tenía en su ático en la parte superior del lujoso
rascacielos en el centro de Seattle.

Cualquier cosa que llevara con él a su prisión temporal se quedaría atrás


después cuando volviera. No le gustaría traer de vuelta la suciedad que estaba
seguro iba a filtrarse en sus huesos mientras se quedaba en ese edificio miserable
durante tres largas semanas.

Había luchado las órdenes del juez —pagado un montón de su propio


dinero a sus inútiles abogados para sacarlo de esta sentencia ridícula. Habían
estado sudando cuando les dijeron que no podían anular el dictamen del juez.
Tanner le dio una patada salvaje a su bolsa de lona recién comprada, que tuvo la
desgracia de estar tendida en su camino.

—¿Está casi listo, Sr. Storm?

Tanner casi gruñó a los dos oficiales que esperaban en su puerta. Incluso no
se le había permitido volver a su ático sin escoltas. No. Pensaron que podría ser un
riesgo de fuga. Toda la razón, era un riesgo de fuga.

Ellos habían golpeado algún artilugio ridículo en su tobillo como si fuera un


verdadero criminal, y lo llevarían en el coche policial al edificio de apartamentos
en lo que había sido una de las zonas menos pudientes de la ciudad.
Sin embargo, durante la última década, la ciudad había mejorado
enormemente el área cerca de donde se encontraba el edificio, y el sitio era ideal
para un proyecto rentable. Con el diseño y la construcción de Tanner, el área sería
totalmente nueva y su cuenta bancaria podría crecer aún más gorda.

Pero nada había salido bien desde que había tomado el maldito lugar. Había
estado intentando comprar a los inquilinos, conseguir que abandonaran, y ponerse
en marcha con la demolición, pero solo la mitad de las personas habían tomado su
más que generosa oferta. Los inquilinos restantes se negaron rotundamente a
ceder.

Su equipo legal no había encontrado resquicios todavía, así que había


dejado a su muy eficiente equipo de negocios para ayudar. No sabía que la
calefacción en el edificio se había apagado, y si hubiera estado al tanto de los
planes de sus empleados, habría llamado un alto inmediato. No era un monstruo.
No es que el juez le hubiera permitido llegar tan lejos en sus explicaciones.

—Todavía no —espetó Tanner finalmente a los oficiales. Su paciencia se


estaba convirtiendo casi palpable mientras se tomaba su dulce tiempo.

Tanner estaba empezando a pensar que probar que su padre estaba


equivocado simplemente no valía la pena. Pero ya había iniciado este camino y
ciertamente no sería llamado cobarde. No, tenía que pretender ser una parte del
esquema de su padre para la reunificación familiar —por ahora. Pero solo porque
vio el potencial de agregarlo a su propio portafolio. Tenía que construir un nuevo
complejo en lugar de la monstruosidad que su padre le había dado. Pan comido,
pan comido lucrativo. Solo tenía que conseguir desalojar primero a los estúpidos
inquilinos.

Debido a que su padre había puesto ciertas cláusulas molestas en el


contrato, Tanner no pudo forzar a la gente a salir; todo lo que podía hacer era
ofrecerles un generoso paquete de mudanzas. ¿Por qué todo tenía que ser tan
difícil? Debería decirle a su padre que se despedía y alejarse de todo el proyecto. Y
habría sido tan fácil hacer eso. ¿Por qué el pensamiento volteó su estómago?
Está bien, está bien. Amaba a su familia, incluso si corrieron a una velocidad
menor en los últimos años.

Crew ahora estaba casado y enamorado, más feliz de lo que Tanner le había
visto nunca. Bien, eso era bueno para su hermano, pero nada de eso estaba en las
cartas para él. Solo estaba tratando de hacer un honesto dinero —bueno, un
honesto billón de dólares— y entre su padre y el maldito Juez Kragle, estaba
golpeando las paredes de izquierda y derecha.

Tanner buscaba las zapatillas de correr que su asistente había recogido para
él. Había enviado al hombre a comprar ropa nueva a un centro comercial local.
Cuando Tanner estuviera en esos apartamentos en descomposición, no quería estar
en los tabloides.

Infiernos, no sabía cómo hacer compras, no lo había hecho, bueno, nunca


que pudiera recordar. Sí, había hecho compras con sus amigas a corto plazo en
algunos centros comerciales de alta gama en las orillas del Sena, pero ni una sola
vez entrado a un centro comercial de clase media, o cualquier centro comercial, en
América.

Usar la áspera ropa de prisión durante los últimos tres días había sido
seriamente desagradable, y estaba decidido a prohibir el color naranja de su vista.
¿Pero cuánto mejor eran las cosas ahora? Durante tres semanas y más, veinticuatro
dolorosos días, iba a estar atrapado en mezclilla y algodón, e incluso peor.

Poliéster.

Mañana tenía que ponerse un traje de Santa.

La sola idea hizo que su cabeza picara. ¿Quién sabía cuántos cuerpos
sudorosos habían estado en el mismo traje? Había insistido en que su asistente lo
limpiara profesionalmente. Al menos el senil juez le había permitido eso.

El hombre obviamente necesitaba retirarse. Era muy atrasado y el juez


parecía como el mismo maldito Santa Claus. Tal vez el Juez Kragle debería ser el
que bajara por el centro comercial dejando que un montón de pegajosos mocosos
subieran sobre él.

—Vamos —dijo uno de los oficiales, esta vez no agradablemente.

Tanner había arrastrado sus pies lo suficiente. Si no caminaba con ellos de


buena gana, la poli lanzaría las esposas de nuevo sobre él y le escoltarían a través
de la construcción de una manera mucho menos digna simplemente caminando
detrás suyo.

Este día simplemente seguía mejorando.

Había conseguido al menos decirles a los oficiales que le permitieran salir a


través de la entrada privada de su ático. La última cosa que quería en su exclusivo
rascacielos era que nadie, ricos, pobres, o en el medio, le vieran siendo escoltado
hacia las baratas calles por algunos de los más finos de Seattle.

¿Poco digno? ¡Como podría ser! Caminando desde su apartamento, dio un


largo-sufrido suspiro mientras empujaba el botón del ascensor y se movió dentro.

—¿No tienen cosas más importantes que hacer que escoltar a un ciudadano
respetuoso de la ley? —preguntó Tanner.

Uno de los agentes le lanzó una mirada despectiva.

—¿Está sugiriendo que somos vagos, Señor Tanner?

—Nunca se me ocurriría eso —respondió Tanner—. Solo estaba diciendo


que hay gente por ahí que están cometiendo crímenes actualmente, y sin embargo,
los dos están aquí 'escoltándome' cuando nunca he roto la ley en mi vida.

—Me permito disentir, señor Storm —espetó el otro oficial.

—Mi madre vive en su nuevo complejo de apartamentos. O el antiguo. Creo


que tenerle allí es dulce justicia. Quizás estas Navidades realmente encuentre un
corazón. —El tipo rio disimuladamente a su pesar.
—¿No te dijo tu madre que le ofrecí a cada inquilino una gran suma para
mudarse?

—Odio a los hombres como usted, los hombres que piensan que pueden
resolver todos los problemas del mundo lanzando sus billeteras alrededor. Mi
madre ha estado en ese edificio durante treinta y cinco años. Tiene amigos allí,
historia y no quiere irse. Solo desea que la calefacción y el agua funcionen
correctamente, y que los roedores e insectos no gateen sobre todo lo que ella posee.

—Esa es la razón exacta por la que quiero condenar el edificio y empezar de


nuevo —dijo Tanner. No podía ocultar su frustración.

—El edificio es sólido, y no tomaría mucho arreglarlo —le dijo el oficial


acaloradamente—. Usted solo tiene que conseguir poner sus prioridades en orden.

Tanner no tenía ganas de decir nada más cuando las puertas del ascensor se
abrieron y los tres salieron al garaje.

El coche de policía lo estaba esperando. Cuando se golpeó la cabeza


mientras le ayudaban a entrar en el interior, sus labios se fruncieron.

Tres semanas. Solo tenía que recordar que esto sería solo durante tres
semanas.
Capítulo 3
Traducido por IzzieNoemi
Corregido por Eli25

Mientras Tanner se encontraba viajando por las calles de Seattle en la parte


trasera de un coche de policía maloliente, decidió que había terminado de hablar a
todo el mundo. Cuando llegaron a lo que sería su hogar por más de las próximas
tres miserables semanas, no pudo mantener la mirada de disgusto en su rostro
mientras uno de los agentes abrió la puerta de atrás y sonrió —sí, era aquel cuya
madre vivía en el edificio. Tanner no se sentía demasiado protegido en este
momento, y él realmente quería señalar a los dos oficiales que se trataba de su
trabajo de servir y proteger, ¿no?

Pero este policía estaba disfrutando demasiado de la parte autoridad de su


trabajo para el gusto de Tanner —el chico parecía que estaba deseando utilizar su
porra, o incluso su arma. Él era probablemente otro servidor público mal pagado
que pensaba que los hombres como Tanner tenían que ser derribados por un
gancho o dos. Sin respeto por la gente que seguro tenía un trabajo pagando tantos
impuestos. O parecía como mucho, de todos modos.

—Disfrute de una estancia agradable, Sr. Storm —dijo el oficial antes de


inclinar su sombrero y dejar a Tanner de pie en la acera rota.

Esos policías no estaban preocupados de que fuera a correr ahora. Lo


habrían encontrado al instante, gracias al dispositivo en su maldito tobillo. Gracias
al cielo que la cosa no era demasiado grande y podía ocultarlo con un grueso par
de calcetines. Su humillación sería completa si alguien veía las profundidades a las
que se había caído.
Decidiendo que su fiesta de autocompasión había ido demasiado lejos,
Tanner tiró con fuerza de la pesada puerta delantera del edificio, que necesitaba
desesperadamente un poco de lubricante en las bisagras. Estaba agradecido de no
ver a nadie mientras comenzaba su caminata por el pasillo. No estaba allí para
hacer amigos, y no tenía ganas de hablar con nadie. Las únicas personas que
probablemente iba a encontrar viviendo aquí de buena gana eran el tipo para el
que las llamas en el infierno parecían apropiadas.

Tanner llegó a su apartamento, y estaba casi aterrorizado de abrir la puerta.


Los pasillos no estaban desordenados, pero la pintura se estaba pelando y había un
olor a humedad en el aire como si hubiera fugas que nadie se hubiera molestado en
arreglar. Estaba seguro que el moho se está extendiendo por todo el lugar.

Eso tenía que ser un riesgo para la salud —¿no le permitirían declarar el
edificio en ruinas? Ni siquiera se había molestado en mirar a través de los informes
de la inspección aún —dejaba ese tipo de cosas a sus empleados. Tal vez era hora
que pasara por este, línea por línea. Tenía un montón de tiempo extra en sus
manos la mayor parte del mes siguiente, incluso con todas las horas que tenía que
usar un traje de Santa. Lo único que sabía con certeza era que quería destruir el
anticuado edificio y empezar de nuevo. Serían ciertamente mucho menos
problemas.

Su equipo legal había rápidamente puesto al traste de mierda el valor


histórico que las sociedades locales habían brotado. De todos modos, no podía
importar menos si las molduras de corona habían sido hechas a mano por los
primeros pobladores de la zona.

Quería nuevo. Quería moderno.

Cuadrando sus hombros, Tanner dio un paso dentro de su ‘nuevo’


apartamento y miró a su alrededor. El tamaño del lugar lo sorprendió. Un gran
salón estaba separado por una barra de desayuno de una cocina de tamaño
decente. Los electrodomésticos eran muy anticuados, pero el apartamento no era
tan sucio como él esperaba.
Enormes ventanas daban a la calle del grunge, pero Tanner vio el potencial
para el barrio, sobre todo porque todas las áreas excepto este edificio estaban
limpias. La chusma viviendo en el edificio se aseguró de que este barrio en
particular permaneciera incompleto, pero le habían dicho que los negocios
respetables volverían si este edificio era sustituido. Cerca de allí, un nuevo
complejo estaba en proceso de ser completado el próximo año. Las cosas estaban
mejorando aquí, maldita sea.

Pero tenía que pensar en el aquí y ahora. Y podría ser peor. Bajando por un
corto pasillo, encontró un amplio baño, de nuevo con los accesorios anticuados,
pero aún bastante limpio. Luego había dos dormitorios —con ridículos pequeños
armarios. Bueno, tal vez no eran tan pequeños, pero estaba acostumbrado a que
todo fuera más grande de lo normal. Ese pensamiento trajo su primera sonrisa del
día. Desapareció rápidamente cuando escuchó que alguien llamó.

—¿Hola?

¿Quién demonios iba a venir a su casa sin ser invitado? Nadie aun sabía que
estaba allí, ni siquiera sus hermanos y su hermana. No había querido decírselo a
nadie. Si sus hermanos se enteraban de que estaba siendo obligado a ponerse un
traje de Santa, serían los primero en la fila para apuntar las cámaras directamente a
él.

Su único consuelo era que el juez no había listado donde iba a hacer su
servicio a la comunidad cuando los periodistas pululaban a su alrededor después
de que la audiencia hubiera terminado. No dudaba de que fueran a adivinarlo, sin
embargo. Esto sería demasiado jugoso, una sesión de fotos para cualquier persona
en los medios de comunicación para dejarla pasar. Solo quedaba mantener los
dedos cruzados para que no sucediera.

Caminando de regreso a la sala, se encontró con una pequeña rubia con ojos
azules brillantes mirándolo con una sonrisa de bienvenida en su cara. Antes de que
él fuera capaz de decir nada, ella habló.
—Tu puerta estaba abierta, así que pensé que vería quién estaba aquí. Han
congelado cualquiera de los apartamentos de ser alquilado, así que... —Su
significado era alto y claro. Ella pensó que era un vagabundo que había encontrado
un lugar cálido para dormir.

Cielos. No era la bombilla más brillante en el árbol de Navidad al estar


confrontando a alguien que podría ser un criminal.

Se acercó a ella.

—No voy a estar aquí mucho tiempo —respondió, su forma rígida—. Pero
viviré aquí por ahora. ¿Siempre solo entras en casa de otras personas?

Su tono desagradable la hizo dar un paso atrás, y tuvo que darle algunos
puntos por al menos estar un poco nerviosa.

—Lo siento, pero como he dicho, la puerta estaba abierta y estos


apartamentos no están siendo alquilados —dijo ella dejándolo colgando en el aire.
Cuando él no dijo nada, ella continuó—. ¿Por cuánto tiempo se hospeda?

Ella no lo miró a los ojos esta vez, pero en su lugar miró alrededor de la
habitación vacía. Nada en ella, excepto por una bolsa de lona grande

—Eso es indeterminado en este momento —le dijo. Había aprendido a no


dar nunca demasiada información y no le importaba lo que pensara esta mujer de
él, por lo que la dejó preguntándose cómo se las había arreglado para alquilar un
apartamento no alquilable.

La mujer lo miró con los ojos muy abiertos y una sonrisa vacilante, pero
todavía se quedó allí como si tratara de determinar si podía confiar en él o no. ¿Y si
fuera un asesino en serie? ¿Acaso no tenía instinto de conservación?

—He vivido aquí durante dos años. Es un gran lugar si puede pasar más
allá de los ratones —dijo con una risa—. Por lo menos hay un montón de áreas de
almacenamiento.

—¿Ratones? —Tanner miró a su alrededor con inquietud.


—Sí, pero los he puesto nombre, así no estaré tan asustada de las pequeñas
criaturas nunca más.

—¿Los puso nombre? —Tanner casi pareció divertido ya que él repetía lo


que decía. Casi.

—Sí, ya sabes, como en Cenicienta. O Una pequeña princesa, pero Melquisedec


era una rata, y hay una diferencia, por supuesto. Yo diría que los ratones de Disney
ayudarían a desembalar, pero no tengo ninguno aquí. ¿Estabas seguro que te gustó
el lugar por primera vez?

Tanner se dio cuenta de que él no había ordenado una cama, un sofá, nada.
No tenía ganas de estar aquí, y simplemente no había pensado muy por delante.
Por supuesto que iba a necesitar algo de lo básico, incluso de ahora hasta Navidad.
Su ayudante debería haber estado en la parte superior de esta. Tal vez era hora de
contratar una nueva.

—Todo será entregado en el día de hoy —dijo Tanner mientras se movía


hacia la puerta. ¿Esta mujer tomaría la pista?

—Oh, debe ser agradable no tener que trasladarse por sí mismo. Desprecio
la mudanza. Es tan físico y emocionalmente agotador y entonces siempre se pierde
algo en el proceso, cada vez, no importa lo organizado que seas o lo
cuidadosamente que etiquetes las cajas.

—Sí, la mudanza es desagradable —dijo Tanner secamente—. Bueno, tengo


algunas llamadas telefónicas que hacer... —Abrió la puerta que había pasado al
entrar en su casa de manera ilegal. Realmente había comenzado a preocuparse por
la legalidad.

—Lo siento. Voy a dejarte. Mi nombre es Kyla, por cierto, Kyla Ridgely. —
Ella caminó hacia él y le tendió la mano.

Tanner la miró durante un momento, como si no supiera qué hacer, pero


luego sus modales hicieron presencia y le tendió la mano.

—Tanner —ofreció, y nada más.


—Bueno, es genial conocerte, Tanner —dijo ella, y luego su mano cálida,
delgada de alguna manera la estrechó entre las suyas.

Tanner casi dio un paso atrás cuando sus dedos se tocaron. Se sentía como si
una chispa solo se hubiera encendido entre ambos.

—Um, genial conocerte —jadeó Kyla. Ella apartó la mano de la suya y se


precipitó a través de la puerta.

Cuando se deslizó dentro del apartamento al otro lado de la sala y


rápidamente cerró la puerta detrás de ella, Tanner miró fijamente durante varios
momentos el espacio que ella había estado ocupando.

Tal vez su tiempo de ‘cárcel’ sería mucho más soportable. Con una leve
sonrisa levantando las comisuras de su boca, cogió su teléfono para llamar a su
asistente.

Muebles era su primera prioridad.

Luego, averiguaría un poco más sobre su nueva vecina. A tres semanas de


aventura solo podría hacer que esta situación fuera mucho más fácil de tragar.
Capítulo 4
Traducido por Flor
Corregido por Eli25

Kyla se recostó contra la puerta y tomó una respiración profunda.


Normalmente los hombres no la intimidaban. Había crecido en una gran y
amorosa familia, y había disfrutado del instituto y de los dos primeros años de
Universidad. Había tenido una sana vida de citas.

Entonces… bum.

Su mundo se había caído en un pestañeo. En unas vacaciones familiares,


todos ellos habían estado de vuelta en el coche, montaña abajo, después de un
divertido día de snowboard, cuando su coche había derrapado por el hielo negro
en la carretera.

Ella había sido la única superviviente.

Después de una semana en el hospital, había sido liberada, con ningún sitio
a donde ir en donde sentirse a salvo. Después de dejar la escuela —no podía
enfrentarse a nadie ni a nada ahora—se había encontrado en este apartamento que
era ambas cosas, un lugar de refugio y el punto donde esperaba curarse algún día.

Sabía que no era culpa suya que su familia se hubiese ido. Pero, ¿por qué
tuvo que ser la única en quedó? ¿Por qué no pudo ser su madre, que hacia obras de
caridad, o su padre, que marcaba una diferencia en el mundo con sus enseñanzas?
¿Por qué no pudo su hermano haber sobrevivido? Él se había graduado en el
instituto el junio pasado, y planeaba ir a la universidad y después enrolarse en el
ejército; hubiese sido oficial, y un caballero.
No, ella había sido la única superviviente. La única que aún no sabía lo que
quería hacer con su vida. Así que ahora se encontraba a sí misma tomando trabajos
raros para simplemente salir adelante, en lugar de vivir de verdad.

Le habían dejado la casa de sus padres cuando estos se habían ido, así como
una sustancial herencia, pero no podía encontrar el valor para usar los fondos o
para quedarse en la casa. No había estado allí desde el accidente. Tenía demasiado
miedo de afrontar las habitaciones vacías. Ver a su padre luchar con su hermano
en la sala de estar, oír sus risas y las dulces canciones de su madre festejando desde
la cocina. Ellos eran de alguna manera una familia anticuada —más como una de
las de hace cincuenta años, de alguna manera habían capturado las cosas buenas
de los años 50 sin lo peor que venía con ello.

Su hermano y ella nunca se levantarían de nuevo en la mañana de Navidad


y correrían escaleras abajo para abrir los regalos que sus padres habían
empaquetado con tanto amor. La comprensión de que esos recuerdos estarían para
siempre en su cabeza, de forma continua y vivida, aunque nunca volvería a ver a
su familia de nuevo en la vida real, era lo que hacía tan abrumador tener que
encararlos.

Kyla se sacudió esos pensamientos. Habían pasado meses desde que se


había permitido que esos dolorosos pensamientos se entrometieran, pero con la
Navidad a menos de tres semanas, tenía muy presente a su familia en estos
momento, mucho más que en algún otro momento.

Después de todo, el 23 de diciembre fue el día en que su vida había sido


irrevocablemente cambiada, el día en que perdió a su familia y de repente se
encontró huérfana. No se veía como si fuese a ser capaz otra vez de disfrutar las
vacaciones que una vez acarició.

Kyla estaba intentando volver al mundo de nuevo, intentando conocer a


gente. No estaba interesada en tener citas, pero todo ese extraño hormigueo con su
nuevo vecino le había causado una sacudida. Él no había podido tocar su corazón
—lo tenía encapsulado en hielo. Pero aun así había tenido algún efecto en ella, y
considerando su poco amigable comportamiento, eso no tenía sentido en absoluto.
Tal vez era porque había estado tan frío en su manera de hablar, y luego
muy caliente al tacto. No importaba. Cerró los ojos, respiró, y luego se dijo que no
iba a pensar en su vecino nuevo temporal.

Demonios, el actual propietario de esta estúpida masa de ladrillos y


mortero, quienquiera que hubiese tomado las riendas quería que todos fuesen
lanzados a la calle. No sabía realmente cuanto tiempo iba a conseguir quedarse. El
pensamiento de mudarse, de abandonar el lugar que había elegido como un lugar
para cuidarse, era aterrador. No quería irse todavía. Tan solo no estaba preparada.

Kyla se sentía atraída por su cocina. ¿Qué estaba pasando? Fue allí
lentamente y estuvo sorprendida cuando por primera vez en dos años, se encontró
a sí misma sucumbiendo a la urgencia de hornear. Era algo que ella y su madre
habían hecho siempre juntas, desde antes de que Kyla tuviese algún uso distinto
de lamer los boles. Ellas habían pasado todo el día en la cocina, batiendo dulces
para toda la familia, amigos y vecinos. Había sido una tradición, una que había
muerto en el minuto en que el corazón de su madre había dejado de latir.

Mientras Kyla disponía los artículos necesarios para hacer galletas, se


encontró a sí misma cantando canciones navideñas, sintiendo algo de paz que
había temido que nunca volvería a sentir otra vez.

Tres horas más tarde, sacó la última bandeja de hombres de pan de jengibre
—y mujeres y niños— y miró a sus mostradores cubiertos. Las lágrimas brillaban en
sus ojos mientras pintaba con glaseado de cobertura caras en cada uno de los que
ya se habían enfriado. Cuando levantó uno y le dio un mordisco, una suave sonrisa
se extendió por su cara. Se sentía como si su madre estuviese justo a su lado. Kyla
cerró sus ojos con el deleite del calor del momento.

A regañadientes regresando a la realidad, Kyla susurró—: Feliz Navidad,


mamá —antes de colocar todas las cosas, apagar las luces de la habitación, y
prepararse para ir a la cama. Mañana tenía trabajo que hacer en el centro
comercial.
Por ahora iba a perderse en un buen libro mientras esperaba que el sueño le
trajese el olvido llevándola lejos.
Capítulo 5
Traducido por Flor
Corregido por Eli25

—Entrega especial.

Tanner permaneció en su puerta con su mandíbula cerrada y el fuego


ardiendo en sus ojos. Esto desde luego no le estaba sucediendo.

—¿Qué demonios están haciendo aquí? —les espetó.

—¿Es esa la forma en que tratas a tus parientes?

Su hermano Ashton y su recién encontrado primo, Max Anderson, estaban


de pie en su puerta con grandes sonrisas en sus caras.

—No le he dicho a nadie que iba a estar aquí, así que no sé cómo demonios
se las han arreglado para seguirme el rastro hasta aquí —dijo, abriendo la puerta y
dejándoles entrar, aunque quería cerrarla de un golpe en sus narices en lugar de
eso. No tenía ningún sentido intentar mantenerlos fuera ahora que sabían dónde
estaba varado durante las próximas pocas semanas.

—¡Guau! Este lugar de verdad apesta para ti, gran hombre —dijo Ashton
con una risa.

—¡Demonios! He visto cajas de cartón que tienen más clase —añadió Max.

—Vale, ¿van a estar haciendo chistes toda la visita? —preguntó Tanner—.


¿O van a decirme cómo me han encontrado aquí y qué es lo que quieren? —Él
estaba cruzando la habitación, de veras irritado de que no tuviese ningún lugar
para sentarse ni ninguna bebida alcohólica para beber.
—Hablé con papá y me contó sobre tu actual situación. Ya sabes. Tuve que
comprobarla por mí mismo. Max paró por casualidad mientras me estaba
preparando para salir, y no quiso perderse toda esta diversión tampoco.

—Estoy más que feliz de que te preocupes tanto por mí, hermano pequeño
—gruñó Tanner.

—Diría que tienes una de las propiedades más mierda. No te olvides de que
la elegiste tú.

—La elegí porque estaba planeando echar abajo este miserable lugar y
después construir algo que de hecho añadiese valor a este vecindario ignorante.
Pero con las condiciones de papá, no puedo obligar a los arrendatarios a salir. Subí
los bonos por sus mudanzas al triple, y ellos aún continúan siendo unos tontos
cabezotas. Después algún juez chiflado me hizo quedarme aquí para enseñarme
como son las cosas para la gente que tiene menos que yo. Él es el único que será
enseñado, porque yo no cedo ante la presión.

—No lo sé, Tanner. Pienso que una noche aquí podría ser un infierno, no
hablemos de tres o cuatro semanas. Además, no puedo esperar a verte vestido en
un bonito traje de gordo Santa Klaus. —Ashton ni siquiera estaba intentando
esconder su risa, ¡ el discurso de su hermano era delirante!!

—Voy a matarle. Papá debe estar regodeándose con todo esto. Ya están
cantando, admítanlo, ¿él les contó todo a los dos, no?

—No. Me enteré por la prensa —dijo Max—. Tu expresión horrorizada lo


dijo todo. —Max se movió a una de las ventanas, y miró hacia afuera.

—Genial. La ciudad entera lo sabe.

—No creo que le importe a toda la población —señaló Ashton antes de


partirse de risa otra vez.

—Tan solo a los reporteros y a aquellos que amarían colgarte de tus dedos
de los pies y dejar que las ratas te mordisqueen hasta el pelo.
—Es siempre un placer hablar contigo Ashton. Por qué no te invito más a
menudo, nunca lo sabré.

—No me invitaste esta vez, pero vine de todos modos.

Ashton tenía siempre un gran sentido del humor, pero tendía a ser más
desconsiderado y ensimismado que el resto de sus hermanos. No tenía ningún
problema en obtener su placer del sufrimiento de Tanner, porque nunca había
experimentado algo así por sí mismo.

Hasta ahora. Eso iba a cambiar con el pequeño juego que su padre estaba
jugando.

—¿Y cómo va tu propio proyecto? —le preguntó Tanner mientras iba a la


encimera de la cocina y se levantaba a sí mismo. Necesitaba estar fuera de sus pies.

Ashton perdió la sonrisa de su cara.

—Estoy de demasiado buen humor para siquiera hablar de eso.

—Oh, ya veo. Puedes burlarte de mí todo lo que quieres, pero cuando se


trata de ti la cosa cambia, el asunto está cerrado.

—Debes pensar que no has conseguido un trato muy justo, pero no estoy
muy seguro de eso. No sé lo que papá estaba pensando cuando adquirió todos
estos negocios, pero no veo cómo demonios se supone que puedo hacer algo con el
mío —resopló Ashton.

—Maldita sea, desearía haberos conocido mucho antes, chicos. Ambos


suenan como niñitos en un berrinche ahora mismo.

Tanner se volvió hacia Max. Había estado tan centrado en su hermano que
había olvidado incluso que su primo estaba allí.

—Tú tienes suerte, Max. Tienes un gran padre. El nuestro es un dolor en el


culo.

—Me gusta Richard —dijo Max.


—Eso es porque solo lo conoces desde hace un año.

—Bien, esperaré mucho más —contestó Max—. Como no tienes ni muebles


ni cerveza, creo que ha llegado la hora de largarnos.

—Sí. Es una gran idea —le dijo Tanner, pero estaba sorprendido por la
forma en que su estómago se hundió. Estaba actuando como si no los quisiera allí,
pero una vez que se fueran, sabía que estaría estancado en su cuchitril sin nada que
hacer y nadie con el que hablar.

Pelear con los miembros de su familia parecía mucho más atractivo que
estar completamente solo. Sin embargo, tragaría hojas de afeitar antes que
admitirlo en voz alta.

—Largo de aquí. Tengo obviamente cosas de las que ocuparme.

Su hermano y su primo se marcharon, y Tanner saltó de la encimera. Era


hora de hacer algunas llamadas telefónicas, hora de decidir a quién iba a despedir.
Capítulo 6
Traducido por Julieta9768
Corregido por Eli25

Tanner se estiró antes de subir a la lujosa cama, sorprendentemente


cómoda. Cuando había llamado a su asistente sobre los muebles, furioso de que no
hubiera pensado en ello, Randy le había dicho que ya estaba todo arreglado, y que
todo debería estar allí en una hora. Tanner se sentía más que un poco mal ahora.
¿Por qué le había gritado el pobre hombre? Tal vez era hora de darle un aumento
de sueldo.

Maldita Sea. Esto no era propio de él en absoluto. Había pasado de querer


despedir a un empleado a considerar el aumentarle el sueldo de becario. Ese
cambio fue sorprendente, por decir algo. Pero tenía que culpar de su erupción y su
toma de decisiones al lío ridículo de la situación en que estaba. En resumen, no era
culpa suya.

Después de una ducha rápida, Tanner entró en su sala de estar. Su ayudante


lo había hecho bien allí, también, decorándolo con piezas cómodas que no parecían
demasiado fuera de lugar en este basurero. Sí, el hombre era bueno, tenía que
admitirlo. Y cuando abrió la puerta principal, estuvo feliz de encontrar el periódico
esperándole, otro punto a favor de su asistente. Él lo agarró y se fue a sentar.

Mientras leía el periódico y bebió una taza de café, Tanner se echó hacia
atrás, pensando que esto no iba a ser tan malo. Sí, el apartamento no era el más
deseado, pero podría conseguir pasar a través de su sentencia.

Era menos de un mes, después de todo.


Después de esto, se puso de pie para agarrar su cartera, el abrigo y se
encaminó hacia el centro comercial, un ratón corrió por el suelo, a menos de un pie
de donde estaba parado. Normalmente no era un hombre que se asustara
fácilmente, pero Tanner se encontró saltando hacia atrás y luchando contra el
impulso de gritar. La criatura se apretó detrás de los mostradores de su cocina y
desapareció.

Cogió su teléfono, pulsó los botones y buscó la información de contacto de


su asistente.

—Consigue una maldita empresa de roedores aquí hoy, Randy; demonios,


consigue todas las empresas de control de plagas en la ciudad. Quiero que este
edificio sea purgado de todos los roedores, insectos, y cualquier otra cosa vil, que
infesten lugares como éste. Si veo uno solo cuando llegue a casa esta noche,
encuentra otro trabajo.

Colgó antes de que el hombre pudiera decir algo. A Tanner no le importaba


si traía a cada exterminador en los cuarenta y ocho estados contiguos, no iba a
pasar otra noche compartiendo cuarto, con esas criaturas repugnantes al dormir.

El pensamiento le hizo pensar en su inusual vecina. ¿Cómo demonios podía


posiblemente poner nombre a las malditas cosas? ¿Qué le pasaba?

Después de lanzar una mirada recelosa a sus armarios ahora completamente


equipados, salió del apartamento. Si llegaba tarde a su trabajo de Santa, tenía la
sensación de que los policías estarían esperándolo con sus armas en la mano.

Casi podía olvidarse de la correa en el tobillo. Casi, pero no del todo.

Sin prestar atención a donde estaba caminando, Tanner empujo a través de


la puerta principal del complejo de apartamentos y tropezó. Trató de estabilizarse
antes de golpear el cemento frío y duro, pero ya era demasiado tarde. Con una
furia rabiosa, se encontró tirado en el suelo, su nuevo par de pantalones vaqueros
rasgados en las rodillas.
Después de sacudirse el choque de caer, se levantó y se volvió hacia la
puerta y miró a la entrada. Los escalones de cemento estaban agrietados y
desiguales, un peligro evidente.

Con ira fluyendo a través de él, levantó su teléfono de nuevo y apenas pudo
evitar gritar cuando dijo a su ayudante que trajera un capataz de la construcción a
reunirse con él en el centro comercial durante su hora de almuerzo.

Sí, sería humillante tener que charlar con el contratista en un centro


comercial, pero no tendría a nadie cayendo al entrar o salir del edificio y luego
demandándolo feliz. Si había caído, estaba seguro de que otros lo seguirían. Y
ahora todo estaba sobre su culo. Simplemente genial.

Tardó solo unos pocos minutos en llegar al centro en taxi una vez que se
hizo cargo de los negocios, y luego Tanner se encontró en una zona de cambio, con
el traje feo-como-el pecado de Santa colgando delante de él. Mirándolo como si
fuera una serpiente a punto de golpear —o tal vez una rata rabiosa— finalmente
levantó su valor y pasó los dedos con cautela por la tela roja, luego observó la piel
sintética blanca al instante abultada en la parte de atrás. Lo apretó ahora —¡toma
eso!— Y todavía se recuperó.

Al menos el traje no parecía ser tan áspero como la ropa de la cárcel. Eso era
un poco de consuelo. Claro que lo era. Después de entrar en la maldita cosa,
Tanner se volvió hacia el espejo y se miró con un resoplido de disgusto.

—Tienen que estar bromeando —jadeó con horror. Pero al menos nadie lo
reconocería. La maldita cosa, incluso venía con pegamento para las cejas tupidas.

El relleno añadido alrededor de su cuerpo lo hacía sentirse como un animal


de peluche, y probablemente se parecía a uno, también. Le sorprendió que el
centro comercial no insistiera en que se aplicara rubor para un toque de jovialidad;
desde luego, no tenía ninguna otra cosa. Tenía una razón para estar agradecido;
con el bigote y la barba suave y esponjosa, no tenía que preocuparse por fingir
sonreír a sus jóvenes verdugos.
No tenía nada porque sonreír. Levanto el teléfono a la oreja, y espero con
impaciencia a que su abogado contestara.

—Sigue intentando sacarme de aquí —dijo bruscamente Tanner.

—Estamos trabajando en ello, señor —respondió el hombre.

Tanner colgó y se dirigió de mala gana a la parte principal del centro


comercial justo afuera de la puerta, se encontró frente a los niños que estaban allí
haciendo compras con sus padres.

—¡Santa! —gritó una horda de ellos; que tiraron libre de manos de sus
padres y se lanzaron hacia adelante. Demonios, ni siquiera había llegado a su
‘trono’, sin embargo, y ya estaba sufriendo un ataque de los dedos sucios.

—Ho, ho, ho —gritó un poco amenazante, y siguió avanzando. Este era un


servicio comunitario e iba a hacer su trabajo —pero nada decía que tuviera que
gustarle.

Tanner dobló la esquina y vio su nueva prisión, vestida de gala con muchos
adornos brillantes, sabía que iba a terminar con dolor de cabeza de mirarla, antes
de que terminara el día. Sus elfos comenzaron a organizar en fila a los niños
cuando se sentó y trató de prepararse para las próximas ocho horas. Esto iba a ser
un día terriblemente largo.

—Hola, Santa. ¿Estás listo para tu primera visita?

La cabeza de Tanner dio la vuelta al reconocer esa voz.

Una vez más, se encontró atrapado en la mirada azul audaz de su vecina en


los barrios pobres. ¿Cuál era su nombre? ¡Kyla! Guau, él se sorprendió de que lo
recordara. Ella había estado usando una holgada sudadera la noche anterior; ahora
tenía un pequeño traje de elfo que hacía a su cuerpo mucha más justicia.

Tomando su propio tiempo dulce, él la miró de pies a cabeza, apreciando


todas las curvas agradables que el traje no hacía para nada ocultar, con su falda
corta y la camisa de elfo. Su pecho era un poco más pequeño de lo que
normalmente le gustaba, pero en su marco, esos cachorros funcionaban a la
perfección, y la agradable curva de su delicioso trasero le tenían prácticamente
babeando en la barba de Santa. Su pensamiento ocioso de pasar unas semanas con
su vecina calentando su cama, acababa de convertirse en un plan serio.

—Trae a los niños —dijo, su voz profunda con lujuria al instante. Hizo una
pausa y él sabía que no tenía ni idea de que era el vecino que había conocido la
tarde anterior. ¿Por qué no tener un poco de diversión con ella entonces y aligerar
su día?—. ¿Quieres sentarte en el regazo de Santa Claus? —preguntó, sonriendo
ampliamente, lo suficiente para que ella pudiera ver sus dientes a través de todo el
pelo falso. Esperaba alguna respuesta sarcástica, algo que mostrara que estaba
irritada con el viejo verde golpeando sobre ella. Lo que obtuvo a cambio le cortó la
respiración. Ella se acercó más, por lo que ninguno de los niños podía oír.

—Siempre he tenido una fantasía con Santa —ronroneó ella prácticamente,


haciendo que su ritmo cardíaco se disparara antes de que lo rociara con agua fría—
. Lástima que no llegaras a oír lo que es. —Con eso ella sonrió y se alejó.

Mmm, las cosas que haría con su vecina. Su actitud había mejorado diez
veces. Cuando el primer niño aterrizó un poco demasiado fuerte en su regazo, él ni
siquiera gruño.

—Quiero una muñeca Barbie, y su casa de ensueño, y un iPod, y… —La


chica siguió y siguió hasta que se quedó sin aliento.

Tanner miró hacia la cámara cuando la bombilla brilló y se preguntó si


estaría ciego al final del día. Después de dar a la niña una palmadita en la cabeza,
Tanner le entregó un libro para colorear y luego tomó el siguiente niño, y el
siguiente, y el siguiente.

Durante seis horas, Tanner no se sentía tan feliz como cuando había
descubierto por primera vez su caliente ayudante de Santa. Al terminar, estaba
francamente cabreado. Estas iban a ser unas infernales semanas. A pesar de que
llegó a disfrutar de la vista de la parte trasera de su vecina tentadora, no era
bastante para compensar pruebas como éstas.
Capítulo 7
Traducido por Guga
Corregido por Eli25

Kyla buscó a tientas en su bolso las llaves de su apartamento mientras descendía


por la acera hacia el edificio de departamentos. Antes que pudiera levantar la vista,
sus piernas se enredaron, y se sintió caer hacia delante mientras oía a alguien dejar
escapar un oof.

Para su horror, Kyla se encontró sobre el frío cemento, sobre un pequeño


muchacho. Rodando rápidamente fuera de él, se sentó e inmediatamente estiró el
brazo.

—¿Estás bien? Lo siento tanto — jadeó ella mientras sus manos corrían por los
brazos y piernas del chico.

—Estoy bien —dijo él, aunque su jadeo le decía que le habían quitado el aliento—.
Mi abuela necesita ayuda, sin embargo —dijo él, casi suplicando, sus ojos
desesperados.

—¿Dónde está? ¿Qué ocurre? —Kyla estaba instantáneamente en pánico. No


manejaba las emergencias muy bien.

—Por aquí. —El chico la tomó de la mano y comenzó a tirar de ella acera abajo.
Kyla sostuvo su pequeña mano y tuvo que apurarse para mantener el paso
mientras él se movía. Cuando llegaron a la parada de autobús que estaba a mitad
de cuadra, encontró a una mujer sentada en un banco con un par de bolsas de
plástico a su lado y sus hombros encorvados.

Kyla se inclinó hacia la mujer, preocupada acerca de lo que encontraría.


—¿Señora, está usted bien?

La mujer levantó la vista, su ceja se arrugó, sus ojos grises cansados, y sus manos
mostrando claros signos de artritis reumatoide.

—Oh, cariño, estoy bien. Hice algunas compras y estoy intentando reunir la
energía para llevar las bolsas dentro. Aquí Billy estaba obviamente alarmado, ¡es
tan buen chico! Y partió a encontrar ayuda antes que yo pudiera llamarlo de
regreso. Gracias por traerlo a mí. Me preocupo cuando vagabundea. Solo tiene
cinco años.

—Déjeme ayudarla con las bolsas. Billy me encontró y dijo que necesitaba
asistencia.

—Oh, este no es tu trabajo, muñeca. Yo puedo hacerlo. Solo me tomará un poco


más de tiempo en estos días. —La mujer habló con determinación, sin embargo su
voz sonó tan cansada.

—Me heriría si no me permite ayudarla —le dijo Kyla, y agarró ambas bolsas con
una mano, sin embargo eran definitivamente pesadas. Luego estiró la otra mano
para ayudar a la mujer.

—Eres muy amable. Yo solía desplazarme mucho más fácil, pero la vejez, la
artritis, y los huesos frágiles están haciendo que sea más difícil estos días —dijo
con una pequeña risa—. Cuando dicen que los setenta y cinco son los nuevos
cincuenta y cinco, están mintiendo, al menos cuando nos llega a alguno de
nosotros.

—Tengo días así —contestó Kyla mientras se paró al lado de la mujer y comenzó
una lenta caminata de vuelta al edificio de apartamentos.

—Soy Vivian, por cierto. ¿Cuál es tu nombre?

—Soy Kyla. Encontré a su nieto justo fuera de mi edificio de apartamentos. ¿Usted


y Billy viven en los departamentos sobre esta calle?
—Sí. He estado aquí durante años, pero mi pequeño muchacho justo vino a vivir
conmigo no hace mucho.

Kyla quería preguntar como la mujer había terminado con su nieto, pero había
oído el dolor en la voz de Vivian, y podía decir que la historia no sería de las
agradables. En cualquier caso, no quería ser entrometida.

—Estoy sorprendida de no haber chocado contra usted antes de hoy —dijo Kyla
mientras iban hacia el edificio y ella empujaba para abrir las puertas lentamente
gimiendo.

—No salgo tanto como solía. Tengo a alguien que me hace algunas compras una
vez a la semana, pero Billy necesitaba unas pocas cosas, y el recadero no volverá
hasta dentro de tres días, así que no tuvimos opción más que ir a la tienda.

—¿En qué apartamento viven? ¿Planta baja? —Kyla esperaba que sí, ya que los
ascensores no funcionaban y no podía imaginar que Vivian fuera capaz de subir
las escaleras sin un esfuerzo supremo.

—Sí, por suerte. Estoy en el uno-dieciséis.

—Somos prácticamente vecinas. Estoy en el uno-doce —dijo Kyla.

—Espero que entres por una taza de té así podré darte las gracias apropiadamente
por ayudarme —dijo Vivian mientras sacaba de un tirón una llave y la insertaba en
la cerradura de la puerta.

—Me encantaría —le dijo Kyla.

Entraron, y Kyla estaba impresionada con el pequeño apartamento de la mujer.


Estaba inmaculado, y fotografías llenaban las paredes y las mesitas al lado del sofá.
Teniendo un lugar de privilegio en el centro de la pared del comedor había una
gran fotografía presentando a un sonriente Billy y los que parecían ser sus padres.
Ella nuevamente se preguntó por qué él estaba viviendo con su abuela ahora, pero
no podía evitar preguntar.
—Oh, Billy, recuerda recoger tus juguetes, cariño —dijo Vivian mientras ella casi
tropezó con un pequeño y brillante carro de bomberos.

¿Estaba saltándose la regla del juego en este lugar?

—Lo siento, abuela —dijo Billy, rápidamente agarrando el camión antes de


colocarlo en lo que se veía como la caja de juguetes.

—Está bien. Solo no quiero caerme —le dijo Vivian antes de moverse a la cocina y
llenar su tetera con agua y colocarla en la estufa, luego bajó dos tazas.

Una vez que Kyla dejó las pesadas bolsas sobre la encimera, Billy comenzó a
vaciarlas y sacar todo. Impresionante, pensó, para un chico de esa edad.

—Estoy en el jardín de infancia este año —dijo él tímidamente.

—Eso es genial, Billy. ¿Tienes muchos amigos? —Kyla realmente quería ayudar a
Vivian, pero tenía miedo de ofender a la mujer por ofrecerse.

—Todavía no, pero recién comienzo en mi nueva escuela —dijo Billy y luego un
brillo de lágrimas apareció en sus ojos.

Antes de que Kyla pudiera hacer otra pregunta, la tetera silbó.

—¿Te gustaría crema y azúcar con tu té? —preguntó Vivian.

—Sí a ambos, por favor —respondió Kyla antes de agradecerle a Vivian y reunirse
con ella en la pequeña mesa de la cocina.

—Ah, una mujer igual que yo. A mucha gente no le gusta la crema en su té —dijo
con una sonrisa.

—Pasé un semestre de la universidad de Londres y me acostumbré a hábitos


extranjeros. Ahora, estoy atrapada —dijo Kyla con una afectuosa sonrisa. En aquel
momento de su vida, todo había sido hermoso y el mundo estaba en la punta de
sus dedos. Nunca había sido capaz de romper con la forma europea de beber su té,
y no quería hacerlo.
Al momento de irse, Kyla tenía aún más preguntas acerca de Vivian y Billy, y la
tristeza que parecía residir en los ojos de ambos cuando sonreían. Con suerte ella
sería capaz de saber más acerca de ellos, lo suficiente para preguntar dónde
estaban sus padres. Pero ¿y si eso era algo horrible? No sabía si podía manejar eso.

A veces, las preguntas eran mejor dejarlas sin respuesta. Mientras se movía en su
apartamento y miraba hacia la fotografía de su familia que mantenía en su pared
del comedor, pensó en todas las preguntas no respondidas que tenía acerca de su
propia vida y de aquellos más cercanos y más queridos a ella.

La curiosidad causaba dolor. Tal vez solo no debía preocuparse por Vivian y Billy.
Sin embargo, mientras se movía hacia su habitación, supo que eso no iba a suceder.
Con un suspiro, estuvo lista para ir a la cama. Esta temporada de vacaciones
continuaban colgando pesadas en sus hombros.
Capítulo 8
Traducido por Guga
Corregido por Eli25

Tres días.

Habían sido tres largos días y noches, y Tanner no había podido conseguir dos
segundos a solas con su nueva vecina. Hoy era el día. Había estado evitando
hacerle saber que él era Santa, pero ella era buena evitando cosas, también —o más
bien en evitarlo a él. No la había visto por el edificio de apartamentos desde el día
en que se mudó.

Había marchado por los largos, y congelados pasillos, y ya había llamado para que
reparasen la calefacción. Se estaban tomando un buen tiempo en resolver el
problema, sin embargo. ¿Cómo habían sus inquilinos aguantado esto durante tanto
tiempo? De cualquier manera, aquí paseaba él, esperado que Kyla saliera.

Ella nunca lo hizo.

Así que aquí estaba él en el centro comercial una hora antes, con una taza de café
en su mano. Entablaría una conversación, le pediría salir en una cita, y así irían a
partir de ahí.

Oh, diablos. ¿En qué demonios había estado él pensando? Él no podía pedirle una
cita. No tenía permitido ir a ningún otro lugar que no fuese el estúpido centro
comercial y los aún más estúpidos apartamentos. ¿Cómo se suponía que
conseguirían acostarse cuando no era capaz de usar sus mejores movimientos?

¡Espera!
No necesitaba pagarle una cena cara para tenerla debajo de él. Era bien parecido y
encantador, ¿o no? Y sabía cómo conseguir a una chica. No es que tuviera que
hacer mucha persecución. Las mujeres naturalmente lo perseguían. En realidad, no
podía recordar un momento en que hubiera tenido que ser el perseguidor. Por
supuesto, eso había sido cuando podía mostrar rápidamente su dinero y el nombre
de su familia, y no podía hacer eso ahora. Esto podía demostrar ser un interesante
desafío —cortejar una dama con solo su apariencia y encanto en solitario. Desafío
aceptado.

Esto podía ser divertido.

Entrando a la habitación de descanso, que también resultaba ser el área para


cambiarse, encontró a Kyla sentada en el banco, su traje en la mano mientras se
frotaba sus ojos somnolientos.

—Buenos días —dijo él.

Su cabeza voló hacia arriba mientras ella lo miraba cautelosamente.

—¿Qué estás haciendo aquí? —Ella dio una mirada al suelo como si pensara que él
fuera un acosador listo para abalanzarse y ella estuviera asegurando una estrategia
de salida segura.

Nunca había tenido esa reacción antes. No, no era totalmente el estímulo a su ego
que había estado esperando de ella.

—Solo estoy preparándome para ir al trabajo —dijo él mientras se aproximaba,


lentamente, cuidadosamente, sin intimidar, esperaba él, y tendiéndole un café.

Ella lo miró como si fuera veneno. Mierda. Su primer intento de darle un café a
una mujer fue un fallo épica. Seguro, era un café pequeño, pero aún tenía cafeína
en él, por la santa mierda.

—¿Trabajas aquí?
Ella todavía no agarraba la taza ofrecida, así que Tanner la colocó sobre el banco a
su lado antes de encaminarse a su taquilla asignada sacando su disfraz. Cuando
sacó su traje de Santa, los ojos de ella se agrandaron.

—¿Tú eres Santa? —jadeó ella.

—Sí, he estado trabajando contigo toda la semana —replicó, y él comenzó a


desvestirse quedándose en calzoncillos y camiseta sin mangas antes de colocarse el
relleno.

—Yo… uh… no lo sabía —dijo ella mientras se ponía de pie rígidamente.

Tanner no podía dejar de notarla disparándole lo que ella pensaba era una mirada
encubierta. No parecía estar horrorizada por lo que había visto, pensó él,
sonriendo para sí mismo.

Él sabía que era un poco arrogante acerca de cómo se veía. Sí, las bases debían
haber sido el regalo de los buenos genes, pero el cuerpo era algo por lo que había
trabajado duro. Corría regularmente, como mínimo cinco días a la semana, y
levantaba pesas en el gimnasio tan a menudo como su horario se lo permitía. Bien,
antes que estuviera en las instalaciones sin elección. Tal vez consideraría que el
contratista del edificio le construyera uno improvisado así tendría un lugar para
quemar algo de su tiempo acumulado y su frustración. Ahh, una vez más, era cerca
de un mes —ahora cerca de veinte días— hasta que recuperara su libertad. Su
increíble físico podía manejar eso.

—¿Te gusta lo que ves? —preguntó él con su seductora sonrisa testeada en el


campo.

Ella presionó sus labios juntos como un adusto corte mientras lo asimilaba,
comenzando por la base de sus pies —gruesas medias cubriendo sus ridículos
equipos para los tobillos, él estaba feliz de recordar— y luego moviendo sus ojos
lentamente ascendiendo, pausando puntualmente en el relleno que acababa de
colocar alrededor del medio. Su única respuesta fue una impersonal elevación de
cejas.
—Hey, tú eres la que dice que tiene un fetiche con Santa —le recordó él con un
pestañeo.

—También dije que, lo que sea que fuera eso, no iba a suceder contigo —respondió
ella.

—No exactamente. Tú dijiste que no tendría que escucharlo. Prefiero mucho más
mostrar que decir. —Él podía jugar a este juego con ella todo el día si ella quería.

—Déjame ser un poco más clara, entonces. No sucederá contigo. Nunca. Bajo
ninguna circunstancia.

—Eso es porque no me conoces. Soy un gran tipo —dijo él, tratando de poner una
pose sexy, no siendo muy posible con su patético y gordo traje.

—¿Debería estar sorprendida porque me encontré contigo durante dos minutos el


otro día?

—Bien...sí —dijo él, subiéndose los grandes pantalones de Santa después de darse
por vencido en intentar hacer cualquier otra cosa siquiera remotamente parecido a
sexy.

Ella sonrió. En realidad le sonrió a él. Tanner realmente no sabía cómo manejar esa
reacción.

—Estás bastante seguro de ti mismo, Tanner.

Kyla entró al pequeño baño, él asumió para cambiar su traje. Demasiado malo que
ella quisiera esconderse. A él no le importaría verla sin mucho encima —preferiría
nada de nada, en realidad.

Cuando ella regresó, él le dio una apreciativa mirada, la cual ella ignoró. Ella miró
al café como si realmente lo quisiera pero no deseando tomar el riesgo de que el
contenido pudiera estar envenenado. Entonces él suspiró con exasperación, se
acercó, y levantó la taza. Arrancando la tapa mientras la miraba directamente, él
tomó un trago antes de poner la tapa de nuevo y alcanzándole el café.

—Ves, no está envenenado.


—De acuerdo, entonces —dijo ella. Aceptó la taza y tomó un gran trago,
suspirando—. Mmmm, obviamente prestaste atención.

Sí, Tanner era muy observador. Había escuchado como los elfos hablaban antes de
que fueran corriendo por el café.

Él sabía que a ella le gustaba extra de caramelo en su café.

—Yo siempre presto atención a lo que una mujer quiere —dijo él, usando su mejor
voz seductora. Ella paseó hacia él con deliberadas fosas nasales ensanchadas,
labios abiertos y párpados caídos, y Tanner estuvo a punto de saltar… um… en
sus… pies.

Cuando ella recorrió un dedo por su relleno, Tanner maldijo su revestimiento entre
ellos.

—Bueno. Me gusta un hombre que escucha —ronroneó ella, y se inclinó más cerca.
Él también se inclinó, preparándose para conectar sus labios.

La palma de su mano golpeó contra su pecho.

Él la miró y esperó. ¿Huh? Con eso, ella se giró y se pavoneó fuera de la habitación.
Él estaba seguro de que el adicionado contoneo era solo para él.

En lugar de estar enojado, dejó que una gran sonrisa se esparciera por sus labios.
Ella obviamente estaba jugando a ser dura de conseguir. Pero si quería ser
perseguida, podría ciertamente darle cabida.

Con un silbido saliendo de sus labios, él la siguió fuera de la puerta. A él ni


siquiera le importaba que fuera a ser abordado por un montón de niños apestosos.
Sus ojos estarían pegados en el dulce trasero de ella el resto del día de todos
modos.

Bien, tal vez esa no era la mejor idea mientras estuviera sosteniendo niños en su
regazo. Se reservaría las miradas para sus descansos.
Capítulo 9
Traducido por Guga
Corregido por Eli25

El día de Tanner estaba finalizando cuando un pequeño muchacho trepó sobre él.
Él tenía solo este último chico para apaciguar y luego podía irse a casa. Hagamos
esto, dijo silenciosamente con un poco de sarcasmo que había dejado después de
un día lleno de cada comentario sarcástico que pudo pensar atravesando su
cerebro.

—¿Qué quieres que te traiga Santa para Navidad? —preguntó Tanner con un
intento de pocas luces de la risita entre dientes de Santa.

El muchacho miró hacia arriba con ojos bien abiertos y un labio temblando.

Genial. Solo genial.

—Vamos, chico. ¿Cómo va a saber Santa lo que quieres si no se lo dices?

El muchacho susurró algo sin aliento, pero Tanner no pudo escucharlo, así que se
inclinó hacia abajo.

—¿Cuál es tu nombre?

—Billy —murmuró el muchacho.

—Bueno, Billy, ¿qué juguetes puede traerte Santa este año? Estoy seguro que tienes
una larga lista.

—No quiero más juguetes —dijo él mientras una lágrima se deslizaba por su
mejilla.
El estómago de Tanner se apretó mientras miraba el dolor en el rostro del niño. No
entendía por qué le importaba, pero el dolor era tan obvio. No. Debía ser solo que
el chico estaba teniendo un mal día. ¿Dónde diablos estaban sus padres? Él miró
hacia fuera y no vio a nadie parecido.

—Por supuesto que quieres algunos juguetes. ¿No es que todos los muchachitos
quieren juguetes?

—No he sido un buen chico —susurró él, un sollozo subiendo desde su fuero
interno.

—¿Cuántos años tienes, Billy? —preguntó Tanner.

—Cinco.

—¿Bueno, no quieres un set de Legos o tal vez un Transformer? —Tanner esperaba


acelerar esto.

—No.

—¿Tal vez una pista de careras y algunos coches?

—Yo solo quiero a mi mami y a mi papi de vuelta —se atragantó Billy.

Tanner quedó frío.

—¿Qué?

—Ellos se fueron al cielo, mi abuelita me lo dijo, pero no quiero que estén en el


cielo. Le prometí a mi abuelita que sería un buen chico, que no perseguiría a Mary
por el patio de juegos con mi serpiente falsa de nuevo. Prometí comer vegetales. La
abuelita dijo que no era culpa mía, pero tiene que ser culpa mía. Yo solo los quiero
de regreso en casa. Extraño a mi mami y a mi papi.

Este pequeño muchacho y sus ojos devastados dejaron a Tanner sin palabras.
¿Cómo se suponía que iba a responder a eso? ¿Qué podía posiblemente decir para
hacer más fácil el dolor del muchacho?

Nada.
No había nada que pudiera decir o hacer. Esto no era algo que ni siquiera el dinero
podía arreglar; no era algo tangible en lo que podía poner sus manos y retorcer
hasta que se volviera mejor. Esto era dolor, y solo el tiempo lo curaría. Si lo hacía.

—Billy, no es nada que hiciste. A veces, la gente que amamos más tiene que irse.
No sé por qué, pero y te apuesto a que ellos están cuidando de ti cada día, y están
tan orgullosos de ti. —Tanner solo esperaba que su búsqueda agitada de palabras
no arruinara a este chico por el resto de su vida.

—¿Por qué tuvieron que partir? —preguntó Billy, dando una mirada a Tanner con
ojos tan inocentes.

—No lo sé, Billy. Ni siquiera Santa tiene todas las respuestas. Sí sé que ellos te
aman mucho, sin embargo. Eres un muchachito especial.

Billy le dio una mirada con lágrimas, luego se inclinó contra el pecho de Tanner y
envolvió sus brazos a su alrededor.

—Te amo, Santa —susurró Billy, descansando su pequeña cabeza bajo la mejilla
‘de Santa’, y el corazón de Tanner se sintió como si fuera a derretirse.

¿Qué le estaba haciendo este pequeño chico?

—Yo también te amo, Billy —dijo Tanner, la voz estaba levemente tensa. Esas no
eran palabras que nunca decía, y cuando decía nunca, quería decir nunca. Se aclaró
su garganta mientras sentía un extraño escozor en sus ojos.

Billy se aferró durante varios minutos más antes de bajarse del regazo de Tanner y
descender lentamente los escalones con la ayuda de uno de los elfos. Se volvió y
esbozó una sonrisa.

—Sé que eres mágico, Santa, porque mi mami siempre decía que la Navidad era
mágica y ningún sueño era imposible cuando tú venías. Así que tal vez tú solo
puedes traerlos de regreso —dijo él, sonando por lejos más viejo que un chico de
cinco años.

Tanner se puso de pie y se movió hacia Billy, arrodillándose frente a él.


—Toda la magia del mundo no puede deshacer algunas cosas, Billy. Desearía que
pudiera. Solo no te des por vencido con la Navidad o con las cosas que tu madre te
dijo que la magia puede hacer —dijo con desesperación. Por alguna razón le
importaba a Tanner que este muchacho no perdiera su amor por la Navidad y la
magia de Santa.

Billy no dijo nada más mientras se alejaba. Tanner lo observó, buscando a alguien
que tomara la mano del niño, pero aún estaba solo cuando dobló la esquina.
¿Quién estaba con él en el centro comercial? ¿Debería ir Tanner y seguirlo? Sin
saber qué hacer, solo se arrodillo allí, con el vacío llenándolo. Él nunca había
experimentado un dolor como el que Billy estaba actualmente atravesando. Había
sido demasiado joven para sentir el impacto cuando su madre lo abandonó a él y a
sus hermanos, y su familia estuvo cerrada —o ellos habían estado cerrados hasta
los últimos pocos años.

Pero incluso eso estaba cambiando de nuevo y estaba hablando con sus hermanos
un poco más —realmente hablándoles— y también a su padre. Para coronar eso,
había descubierto que tenía todos esos primos. Nunca había estado solo y temeroso
como el chico quien recién se había visto tan confiado en sus ojos.

Si Tanner estaba solo, era por su elección.

Cuando levantó la vista, los ojos de Tanner se conectaron con los de Kyla y ella ni
siquiera intentó esconder las lágrimas que corrían por su rostro. Ella fue hacia él y
tocó su hombro.

—Hiciste una cosa buena ahí —susurró ella antes de girarse y alejarse.

Tanner estaba atónito. Después de varios largos momentos, se elevó sobre sus pies
y fue a través del centro comercial al área de cambio. Necesitaba estar lo más lejos
posible de ese lugar como pudiera.

Esta Navidad no podía llegar e irse lo suficientemente rápido.


Capítulo 10
Traducido por Kenia20
Corregido por Eli25

Incapaz de sacudirse la imagen del muchacho con tanto dolor grabado en sus
rasgos, Tanner decidió caminar penosamente de vuelta al edificio de apartamentos
en lugar de tomar un taxi. Intentó poner en blanco su mente durante los quince
minutos a pie, pero el rostro del muchacho se negó a salir de su visión. Lo que
necesitaba, obviamente, era una buena noche de sueño. Halloween se había ido, y
se negó a ser perseguido.

Mientras abría la puerta de entrada ridículamente pesada, se encontró mirando el


edificio a través de nuevos ojos. Un par de niños estaban jugando en el pasillo,
riendo mientras perseguían canicas en los suelo desiguales.

Ayer mismo, había gruñido las palabras ruidosa contaminación para sí mismo al
pasar a otros niños en el edificio. Ahora la risa casi lo animaba. Casi, pero no del
todo. Estas personas consideraban a esto su casa, su lugar de seguridad, pero él
había hecho todo lo posible para alejarlos de ello. Nunca miró a las personas, solo a
la totalidad de una situación.

¿Sería rentable? ¿Qué podría hacer por él?

Pero, bueno, era un hombre de negocios, tratando de hacer un montón de dinero


para una gran cantidad de personas. Eso no lo hacía un monstruo. Estaba viviendo
el sueño americano. ¿No era eso lo que todo el mundo quería?

Así que no era el malo aquí. Los negocios no eran obras de caridad, y sería una
locura empezar a pensar de esa manera. Pero este castigo estaba haciendo mella en
él. Tenía que salir de aquí antes de que se ablandara, o se convirtiera en empatía.
No sabía lo que sería peor.

Viniendo alrededor de la esquina, oyó voces elevándose y se puso en alerta


instantánea. ¿Qué demonios estaba pasando ahora? Este lugar era simplemente un
barril de diversión cada vez que entraba en él. En un minuto veía niños jugando, al
siguiente alguien gritaba. ¿Cuál sería el próximo? ¿Monos bailando?

En su lugar, vio a dos hombres rondando a Kyla entre ellos, su rostro en pánico, y
la furia se elevó en su interior.

—¡Alto! —gritó ella justo antes de que uno de los hombres se inclinara y aplastara
sus labios contra los suyos.

El hombre justo en frente de ella se echó hacia atrás ligeramente para comérsela
con los ojos de nuevo.

—Vamos nena. Vi la forma en que me mirabas en el centro comercial.

Mantuvo sus brazos sujetos a la espalda y sus caderas contra ella. Su cómplice se
echó a reír, y sus dos asaltantes tenían sus manos todas sobre ella.

—Por favor, deténgase —exclamó.

—No hasta que hayamos terminado. Toma su llave, Mike.

¿Por qué nadie había salido a ayudar?

Tanner se movió rápidamente hacia adelante, y antes de que el cómplice supiera lo


que estaba pasando, Tanner agarró su hombro, le dio la vuelta y dio un puñetazo
contra su ojo. Uno abajo; al siguiente.

El principal atacante inmediatamente liberó a Kyla, luego metió la mano en el


bolsillo y sacó un cuchillo.

—Ah, crees que vas a ser un héroe hoy, ¿verdad? —se burló el hombre.
Tanner no dijo nada, pero miró sin pestañear al arma que el hombre balanceaba
alrededor. Kyla había retrocedido y también estaba mirando el destello de la
cuchilla.

—No tengo problema en derramar tu sangre —dijo el hombre, y se lanzó hacia


adelante.

Tanner dio un paso a la izquierda, luego pateó las rodillas del hombre, haciéndole
gritar de dolor, cayó al suelo y perdió el control sobre su cuchillo, todo en un
momento. Una patada más rápida a la cabeza del tipo y el idiota estaba gimiendo
en el suelo del pasillo.

Tanner mantuvo los ojos firmemente en ambos hombres.

—Llama a la policía —le dijo a Kyla con brusquedad.

Con dedos temblorosos, sacó su llave y abrió la puerta del apartamento, y luego se
precipitó dentro para agarrar su teléfono. Tanner esperó a que la policía llegara.

Kyla no volvió a aparecer de inmediato, probablemente aterrorizada de que fueran


a intentar atacarla de nuevo. Los oficiales aparecieron pronto y transportaron a los
hombres a su coche de policía, luego volvieron y llamaron a la puerta de Kyla, para
entrevistarla sobre el asalto. Cuando Tanner volvió a verla, se dio cuenta de la
contusión formándose en su mejilla. Por segunda vez en el día, apretó su
estómago.

¿Cómo podía un hombre golpear a una mujer? Él no podría haber tratado todas
sus citas con el máximo respeto, pero ciertamente nunca había abusado de ellas.
Las mujeres con las que salía sabían la puntuación, sabían que él iba a beberlas y
comerlas. No esperaba sexo, pero si así era como terminaba la noche —y siempre
lo hacía— era mutuamente placentero.

Él estaba repelido por el pensamiento de lo que esos hombres le habían hecho y


habían estado tratando de hacer. Jodidos animales. No. No. Esos seres humanos
eran mucho peor que la mayoría de los animales. Lo enfermaba.
—Vamos —le dijo a Kyla cuando se encontraron de pie en el pasillo, los jodidos se
fueron en la parte trasera de un coche de policía.

Ella lo miró con recelo cuando él le tendió su mano. No quería asustarla aún más,
por lo que le dio su sonrisa más confiable y esperó. Finalmente, ella envolvió sus
dedos en los suyos y se dejó llevar a su apartamento. Después de sentarla en su
mesa de comedor, cogió una toalla y puso un poco de hielo en él.

De rodillas frente a ella, se detuvo mientras levantaba su mano y pasó sus dedos
suavemente sobre la hinchazón de su mejilla.

—Siento mucho que esto sucediera, Kyla.

¡Maldita seguridad!

No era algo que hubiera incluso pensado que el edificio necesitaba, lo cual era una
tontería de su parte. Había mujeres solteras y niños aquí en un área menos
respetable de Seattle. Un vestíbulo frontal estaba disponible. No sería tan difícil
tener la seguridad de veinticuatro horas presente y teclados en todas las puertas
exteriores.

—Ellos me siguieron a casa desde el centro comercial. No entiendo a tipos como


esos —dijo ella, obviamente, molesta, pero sosteniéndose a sí misma junta muy
bien dadas las circunstancias.

—No son hombres de verdad —dijo él, levantando el paño y colocándolo


suavemente en su mejilla.

—No, no lo son —estuvo de acuerdo ella, y sus labios se levantaron solo un


poquito.

—Lo siento, no llegué aquí antes. Lo siento porque tuvieron la oportunidad de


golpearte. —Lo siento fui demasiado barato para añadir seguridad al edificio,
añadió en silencio.

—Me alegro de que aparecieras cuando lo hiciste, que no fue peor de lo que era.
Nunca antes he tenido un problema aquí, no hasta ese punto. Lo peor que me ha
pasado en dos años es el ocasional vecino borracho tratando de convencerme para
una cita. Yo solo… —Ella se detuvo cuando las lágrimas llenaron sus ojos y
empezó a atragantarse.

Él se sorprendió de que fuera capaz de sentarse allí con tanta calma.

—¿Cómo llegaste aquí? —Bueno, no tan tranquilamente; ella se estremeció ante esa
pregunta. Pero Tanner continuó—: Por lo que he observado en los últimos días,
pareces inteligente, demasiado inteligente para estar trabajando como un elfo y
vivir en un basurero como este.

—No importa —dijo ella, retorciéndose en la silla frente a él.

—Quiero saber.

—Yo… la vida pasa.

—Sí. A veces las situaciones están fuera de nuestro control, Kyla. Pero tengo la
sensación de que hay mucho más en ti de lo que parece.

—No quiero hablar de eso —dijo ella, y sus ojos se encontraron con un brillo
desafiante.

Respetaba su valentía.

—A veces puede ayudar hablar con un extraño. —No sabía por qué estaba
empujándola, por qué le importaba. Él solo le debía dar la bolsa de hielo,
conducirla de vuelta a su apartamento, y alejarse. Esta mujer era obviamente
demasiado complicada, no su tipo usual en absoluto.

Estaba atrapado en este lugar, sin embargo, atrapado aquí durante otros
veinticinco días. Y se encontró queriendo saber su historia, con ganas de conectar
con ella. Probablemente era solo porque estaba aburrido, se dijo a sí mismo, que
había despertado su curiosidad, pero parecía que había algo más allá, algo que no
podía identificar. Estúpido.

—Puedes hablar conmigo. No voy a repetir lo que me digas. Nunca se sabe…


podría ayudar —dijo, empujando algunos mechones sueltos de su cabello mientras
veía el destello de indecisión en sus ojos. Se sorprendió cuando ella comenzó a
hablar con una voz bastante indecible.

—Hace un par de años, estaba con mi familia de vacaciones y hubo un accidente.


Viví. Ellos no lo hicieron —dijo con un encogimiento de hombros, como si lo
hubiera superado, como si fuera gran cosa. Pero el dolor que irradiaba de todos los
poros de su cuerpo contradecía la forma en que obligó a salir esas palabras con
tanta indiferencia fingida.

—No lo puedo imaginar —dijo Tanner, completamente fuera de su elemento, sin


saber lo que debía decir por segunda vez en el día. Dos veces, alguien le estaba
hablando sobre la pérdida de los padres demasiado pronto. ¿Era el destino por lo
que se habían conocido? ¡No! No creía en el destino o cualquier otra tontería por el
estilo. Era simplemente una coincidencia. Eso era todo.

Pero, tonto como fuera, continuó.

—¿Tenías hermanos? —Sabía que debía haberse callado, dejarlo ir, pero él no era
capaz de controlar su boca. Y había sido el que la empujó para hablar.

Sus ojos brillaron con el dolor aún más crudo que antes.

—Un hermano pequeño —dijo en un susurro.

—Oh, Kyla, tiene que ser muy duro. —Patético, pero eso fue lo único que pudo
decir.

—Esas son las palabras que escucho siempre. Está bien, Tanner. Ocurrió hace casi
dos años. Casi estamos en el día.

—¿Navidad? —preguntó, horrorizado.

—Dos días antes.

Maldita Sea. Él realmente no tenía ni idea de qué decirle, ni idea en absoluto.

Ella bajó la mirada hacia el suelo mientras trataba de recobrar la compostura.


—Tengo que volver a mi casa —dijo ella en voz baja. Se llevó la mano hacia arriba
y apartó sus dedos, que todavía sostenían el hielo en su mejilla.

Tanner los alejó, haciendo una mueca al ver su delicada mejilla; un leve moretón
estropeaba sus rasgos, pero solo eso. Por lo menos la hinchazón ya había bajado. Se
alegró de que hubiera llegado cuando lo hizo —que podría haber sido mucho peor.
Dejó la toalla a un lado y deslizó su pulgar con ternura a través de la marca cruel
antes de descansar su mano contra su cuello.

Su mirada se cruzó con la suya y ella se estremeció. Casi contra su voluntad,


Tanner se encontró inclinándose hacia adelante, acercándose a ella cuando la otra
mano se levantó y sus dedos se envolvieron alrededor de las hebras suaves de su
cabello.

Cuando Kyla no retrocedió, Tanner cerró la brecha entre ellos y la besó, solo una
ligera caricia de sus labios contra los suyos. Cuando su dulce aliento animó a
través de su boca en un grito de asombro sorprendido, él profundizó el beso,
saboreando sus labios con los suyos y apretando con los dedos sobre su cuero
cabelludo.

Los labios de Kyla se movieron contra los suyos y sus manos se acercaron para
agarrar sus hombros. Cuando sus pechos rozaron contra su pecho, la sangre corrió
por su cuerpo y se precipitó al instante a un lugar muy sensible. El simple suspiro
que escapó de su garganta no estaba ayudando; infiernos, era mucho más erótico
que el striptease completo que su última pareja había tratado de hacerle.

Se echó hacia atrás y la miró a sus ojos.

—Kyla —susurró. La quería en su cama, justo ahora.

Ella sonrió, con sus ojos vidriosos, y se pasó la lengua por el labio inferior,
deleitándose en su gusto, haciendo su ingle apretarse aún más dolorosamente.
Luego, mientras se inclinaba hacia adelante, el hechizo de alguna manera se
rompió. Abrió sus ojos y las manos que habían estado apoyadas en sus hombros se
pusieron rígidas; ella lo apartó.
Quería inclinarse otra vez contra ella, tomarla en sus brazos, y mostrarle lo bien
que iba a ser entre los dos. Pero eso no le haría mejor que los monstruos que
acababan de intentar forzarse en ella.

—Me tengo que ir —dijo, un ataque de temblor acumulándose en su cuerpo.

—Te dejaré en casa.

Se puso de pie, y luego, para su sorpresa, ella sonrió.

—Vivo a pocos pasos de tu puerta, Tanner.

—Soy un caballero. Siempre llevo a mis citas a casa y me aseguro de que lleguen
dentro de forma segura.

—¿Esta era una cita? —se burló, claramente tratando de restar importancia al
intenso momento que acababan de compartir.

—Tuve un beso tuyo. Yo diría que fue una muy buena cita.

—Bueno, entonces, fuiste una cita tacaña. Ni siquiera tuve una comida.

Tanner estaba sorprendido por sus palabras. ¿Era capaz de bromear así tan pronto
después de ser atacada por dos acosadores repugnantes? En un momento, parecía
tan vulnerable, y luego al siguiente, confiada y en control.

¿Era todo un acto para protegerse a sí misma? ¿O quizás para volverlo loco?

—Te alimentaré en este momento, cariño. Luego te alimentaré de nuevo… por la


mañana —añadió con una sonrisa maliciosa.

—Voy a pasar. Ya tengo el beso de buenas noches —dijo, y se dirigió hacia la


puerta.

Tanner la siguió hasta la sala y esperó mientras empujaba la puerta abierta con un
golpe rápido de su cadera, y luego se movió dentro.

Se dio la vuelta y lo miró durante un momento, haciendo saltar su corazón. ¿Iba a


invitarlo? Dio un paso hacia adelante.
—Buenas noches, Tanner —dijo ella, cerrando la puerta un poco antes de mirarlo
de nuevo—. Gracias. —El dolor sustituido por la diversión en sus ojos. Ella sacudió
la cabeza como si la aclarara, y luego desapareció en su apartamento.

Tanner se quedó allí durante varios minutos, mirando fijamente su puerta. Debería
llamar simplemente a ésta una pérdida —ella era demasiado complicada para lo
que estaba buscando. Él solo quería una mujer para satisfacer sus necesidades,
primitivas y nada más, mientras estuviera atrapado bajo arresto domiciliario en
este lugar de fatalidad y pesimismo. No había manera de que quisiera una
relación, por el amor de Cristo.

Pero cuando cerró la puerta de su apartamento y se acercó a la silla en que ella


había estado sentada, sabía que no iba a dejar de perseguirla. Ella le intrigaba
demasiado. Además, ahora la miraba como un reto, y nunca había sido capaz de
resistirse a un desafío.

Solo tenía que averiguar cuál iba a ser su siguiente movimiento.

Después de la limpieza, Tanner ordenó comida, luego tomó su portátil, agradecido


por la conexión de Internet móvil que había logrado conseguir. Era lento, pero al
menos era algo. Por alguna razón, sin embargo, no podía obligarse a trabajar.
Había una primera vez para todo, supuso.

Varias horas más tarde, se encontró tumbado en la cama despierto, pensando en


una mujer de ojos azules que lo estaba revolviendo en formas que no quería que
agitase, y estaba incluso contemplando cómo sería la vida en los zapatos de ella.

No importaba lo mucho que intentó convencerse de que se trataba de una


conquista, no podía del todo poner a Kyla en la cajita aseada que había preparado
para ella.

¡Maldita Sea!
Capítulo 11
Traducido por Kleydi
Corregido por Eli25

Kyla seguía caminando una y otra vez, insegura de saber hacia qué dirección
debería ir. Caminó hacia la puerta de Tanner, y luego regresó a la suya, sus manos
extendidas mientras sostenían el caliente plato de galletas.

Era sábado por la mañana. Estaba asumiendo que él estaría en casa ahora, ya que
había trabajado de lunes a viernes en el centro comercial. Ella tenía su otro trabajo
para ir en unas pocas horas, pero por ahora estaba en casa y realmente quería
decirle gracias al hombre que la había ayudado anteanoche. Lo que había hecho
había sido amable —más que eso, por supuesto— y necesitaba hacer algo.
Acercándose a su puerta de nuevo, levantó la mano… y luego cayó, y gimió con
disgusto consigo misma.

—Oh, Dios mío, solo llama a su jodida puerta —murmuró con exasperación
cuando llegó de nuevo. En lugar de llamar, se alejó y luego quiso patearse a sí
misma por ser tan cobarde. Él la había ayudado, la salvó de quien sabe lo que
pasaría, y luego la tranquilizó antes, como un caballero, realmente, de darle un
beso de infarto. Le debía al menos un lote de calientes galletas caseras. Pero no
importaba cuánto se decía a sí misma que debía llamar a su puerta, no podía reunir
el coraje.

—No es como si estuvieras enamorada de él. —Joder. ¿Cómo estaba hablando


consigo misma? ¿Los médicos vendrían y la arrastrarían al manicomio?

—¿La puedo ayudar, señora?


Una profunda voz masculina detuvo a Kyla en seco. Era de día, y nunca había
tenido un problema en este complejo de apartamentos hasta que esos hombres la
atacaron, así que no sabía por qué le recorrió el escalofrío de miedo por su espalda.
Sacudiéndose, Kyla se volvió y vio a un hombre con un uniforme azul con una
insignia plateada en el bolsillo del pecho. Él la miraba fijamente.

—¿Quién eres tú? —Ella sabía que la forma en la que lo dijo era un poco grosera,
pero se sorprendió como el pecado al ver a un hombre que se veía tan oficial ahí de
pie en el edificio.

—Estoy con la nueva empresa de seguridad que el propietario del inmueble ha


contratado. La hemos estado observando por la cámara caminando por el pasillo
durante los últimos quince minutos, así que solo quiero saber si hay algo en lo que
le pueda ayudar.

—¿Hay cámaras de seguridad? —Atónita, ella alzó la vista hacia los techos bajos,
intentando localizarlos.

—Están siendo instalados en todo el edificio, pero este piso se ha completado.


Estamos preparando nuestra estación en el vestíbulo principal. Usted debería
encontrar un aviso en su buzón de correo acerca de la actualización.

Kyla no había sido consciente de que alguna de esta actividad estaba sucediendo.
Por supuesto, no había salido de su apartamento el día anterior —ni siquiera una
vez— pero aun así, debería haber notado algo, o tal vez haberse alertado por el
ruido que debía haber estado sucediendo en su pasillo. No es de extrañar que
hubiera sido víctima la otra noche. Simplemente no estaba muy atenta.

—Yo… uh… no… no necesito ayuda —dijo finalmente, recordando que le había
preguntado.

—¿Está segura, señora? Ha estado caminando durante un buen rato —dijo


mientras miraba a su espalda.

—No —dijo con un suspiro, antes de entregarle el plato de galletas calientes—.


Uno de los inquilinos hizo algo muy amable por mí la otra noche y quería traerle
galletas, pero ahora me doy cuenta de que era una idea realmente estúpida, y por
eso he estado intentando llamar a su puerta, pero solo puedo no puedo hacerlo, así
que tome las jodidas galletas y déselas a los otros guardias. Es mi bienvenida.
Estoy tan contenta de que estén aquí. —¡Vaya montón de ideas sin sentido! Debía
sonar como una completa loca.

Sostuvo las galletas hacia él como si pudiera haber insectos en ellas o algo, y la
miraba con recelo.

—No puedo aceptar regalos —dijo, sin sonrisa ya fuera en su rostro o su tono.

—No es como si fuera un soborno o algo así. Son solo galletas calientes —dijo ella,
al instante irritada con él. Se había pasado toda la mañana horneando. Lo menos
que alguien, cualquiera, podría hacer era tomar las estúpidas cosas y comérselas.
Bien, bien, y decirle que estaban maravillosas-deliciosas, por supuesto.

—Se lo agradezco mucho, señora, pero no puedo aceptar sus galletas —dijo,
tratando de nuevo de devolvérselos.

—Estás siendo grosero —dijo ella, golpeando el suelo con el pie. Pero esto era
ridículo. ¿Por qué demonios estaba peleando por las galletas?

—Señora…

Fue interrumpido.

—Sólo dile gracias, Steve, y toma las galletas. —Otro guardia se había acercado, un
hombre un poco más bajo que el primero, pero con un comportamiento mucho
más amigable.

—Sabes que no podemos aceptar galletas, Wayne —espetó Steve.

—Señora, ¿están sus galletas envenenadas? —preguntó Wayne.

Kyla lo miró durante un momento sin saber qué decir. Había regalado un montón
de galletas en su vida y nunca antes le habían hecho esa pregunta.

—No —murmuró ella finalmente y miró de uno a otro entre los dos hombres.
—Lo suficientemente bueno para mí —dijo Wayne antes de tirar el envoltorio de
plástico del plato que Steve aún sostenía y agarrar una galleta—. Deliciosa.

Kyla sonrió al hombre y se negó a mirar al primer guardia de nuevo. ¿Tan difícil
había sido aceptar un regalo? Por supuesto, las galletas habían sido pensadas para
Tanner, pero estaba contenta de que alguien las hubiera tomado.

—Volveré a la parte delantera —dijo Steve, empujando el plato hacia Wayne antes
de girar sobre sus talones y dirigirse a la dirección opuesta.

—Perdón, por lo de Steve. Él es la clase de persona de ‘con el libro todo el camino2’.


Mi filosofía es simplemente vivir un poco. —Wayne terminó su galleta y cogió
otra.

—Me gusta esa filosofía mucho más. La vida es corta. ¿Por qué no disfrutar de
ella? —Ella sabía que estaba sonriendo tontamente, pero acababa de pasar varios
momentos de tensión y ahora se sentía con ganas de reír. Era una tontería. Tal vez
necesitaba un día de spa, no es que pudiera permitirse eso.

—¿Cuál es su nombre?

—Kyla Ridgley —respondió ella, extendiendo su mano.

—Wayne Stint —respondió el, aceptando su mano y apretándola.

—Fue genial conocerte, Wayne. Voy a regresar a mi cocina —dijo antes de darse
cuenta que él todavía sostenía su mano.

Él llegó a la misma conclusión, al mismo tiempo, y sus mejillas se sonrojaron. Lo


soltó rápidamente y murmuró:

—Lo siento.

—No hay problema. —Se quedó allí torpemente un momento más antes de lo que
decidió, se giró y se alejó.

2
Frase que se refiere a seguir las normas estrictamente todo el tiempo.
Al volver a su apartamento, Kyla se apoyó contra la puerta y suspiró antes de que
se llamara a sí misma todo tipo de nombres. Solo debería haberle dado las galletas
a Tanner. Todavía podía. Tenía muchas más para hacer.

Pero sabía que no lo iba a hacer.


Capítulo 12
Traducido por Julieta9768
Corregido por Eli25

—¡Bueno, mira lo que tenemos aquí! —Tanner se quedó helado. No le hacía falta
darse la vuelta para reconocer esa voz. ¡Maldita sea! ¡Maldita sea! ¡Maldita sea! Su
vida iba realmente al infierno.

—Mmm, que sexy Santa Claus haces. He oído la buena noticia, pero tuve que venir
a verlo por mí mismo. —Bromas y carcajadas a costa de Tanner volaron, gruesas y
rápido. Con una expresión atronadora en su rostro, tristemente oscurecida por la
barba blanca y cejas pobladas, miro a su hermano y a su primo Lucas.

—¿Ustedes tienen una razón para estar aquí? —espetó mientras miraba alrededor
para ver si alguno de sus otros familiares estaba cerca. Había realmente esperado
que la visita a su apartamento hacía un poco más de una semana fuera la única
sorpresa.

—No. Solo teníamos que venir y ver lo encantador que estás en tu traje de Santa —
dijo Crew.

—Que melocotón eres, hermano mayor. —Tanner gruñó y comenzó a alejarse.

—Espera, no tengas tanta prisa. Creíamos que nos acompañarías a tomar una
cerveza. Estoy seguro de que podríamos utilizarlo —dijo Lucas, reteniéndolo
fácilmente.

—Muy divertido, Lucas. Ambos saben que estoy bajo arresto domiciliario. El único
lugar donde puedo ir ahora es a mi maravillosamente pintoresco apartamento, es
decir, si no me asaltan en el camino —dijo al llegar a la sala de descanso y
comenzar a retirarse el traje de Santa.
—Bueno, entonces, supongo que tendremos que tomar un par de cervezas en tu
nueva casa —dijo Crew—. Tengo muchas ganas de comprobar el lugar.

—¿Y si yo prefiero no tener compañía? —Tanner no quería correr el riesgo de


encontrarse con Kyla mientras los chicos estaban alrededor. Si ella subía y le
hablaba, ellos tendrían ideas. No quería que se imaginaran cosas. Tan pronto como
ella dijo aquella frase, estuvo fuera de allí y no miró a atrás. Él no debería
preocuparse por ello, sin embargo, ya que no la había visto desde el jueves pasado,
cuando había sido atacada. Eso fue hacía cuatro días, y él no era feliz.

—Tienes que estar aburrido de pensar —dijo Lucas—. Por supuesto que deseas
compañía.

—No voy a conseguir que ustedes dos se marchen, ¿verdad?

—No es una posibilidad —dijo Crew, sentado y relajado, a pesar de que la banca
era absurdamente incómoda.

—Bien. Denme unos minutos para cambiarme y me podré dar la vuelta. Me


enferma coger taxis malolientes o el autobús. El paseo dura demasiado maldito
tiempo después de estar en este centro comercial todo el día. A Kyla le gusta la
caminata, sin embargo, dice que la relaja. —Tanner quería morderse la lengua tan
pronto como las palabras salieron de su boca. No había esperanza de que ellos dos
no se hubieran dado cuenta de su desliz.

—¿Kyla? —dijeron al unísono, la ceja levantada.

—No lo hagan —respondió Tanner, y agregó una mirada para hacerles saber que
se trataba de un tema cerrado.

—Hmm, ¿has conseguido encontrar el amor en el proyecto? —preguntó Crew.

—Los apartamentos no se encuentran en el proyecto, y no, no lo he hecho. Incluso


si lo hubiera hecho, ciertamente no les diría nada al respecto.

—Creo que estás protestando un poco demasiado, primo —dijo Lucas con una
gran sonrisa.
Tanner había conocido a sus primos Anderson hacía un año o un poco más. Él no
había sabido de su existencia hasta entonces, gracias a que un médico muy
desesperado, había secuestrado a su padre cuando era recién nacido. Pero era
como si hubieran estado juntos toda su vida. Todos ellos se llevaban muy bien, y
ninguno de tenía un problema, arrojando mierda unos a otros.

—¿Cómo pude haber conocido a alguien? Estoy bajo arresto domiciliario —les
recordó Tanner, haciendo todo lo posible para sonar convincente.

—Tienes razón en eso, pero te alojas en un edificio de apartamentos, no en un


centro penitenciario, lleno de hombres —dijo Crew a su hermano—. Creo que
conocer a alguien es una clara posibilidad.

—Bien. Conocí a una mujer, pero no es lo que piensas. Ella es un elfo. —Una vez
más, si pudiera patearse el culo, lo haría.

—¿Un elfo? Oh, esto se pone cada vez mejor y mejor —dijo Lucas con una
carcajada similar a la de Santa.

—Creo que hay una película para adultos o dos con Santa y sus duendes —logró
decir Crew, antes de ahogarse en medio de una explosión de sus propias
carcajadas.

—Ambos son unos idiotas —dijo Tanner mientras se abrochaba la chaqueta y salía
de la habitación. No había manera de que continuara la conversación. Pero sabía
que los dos estaban sobre sus talones, porque su risa lo siguió fuera del centro
comercial.

—¿En dónde aparcaron? —gruñó Tanner prácticamente.

—Por aquí —dijo Lucas, haciendo todo lo posible por reprimir su alegría ahora.
Tanner estaba esperando realmente que estuvieran conduciendo un camión.
Entonces podría sentarse en la cama e ignorarlos. O tal vez solo podría saltar del
vehículo, ya que iban por la carretera y así lo llevarían al hospital durante el resto
de su condena. Cualquiera de esas opciones sonaba bien para él. Cuando llegaron
al coche —no era un camión, maldita sea— Tanner se subió en la parte trasera, y,
milagro de milagros, sus dos verdugos se mantuvieron en silencio durante el corto
viaje de regreso al edificio de apartamentos.

Cuando llegaron al interior sin toparse con Kyla, Tanner dejó escapar un gran
suspiro de alivio. Si veían lo increíblemente hermosa que realmente era su vecina
elfo, estarían de vuelta a acosarlo, y lo harían durante el resto de la noche. En su
lugar, abrieron unas cervezas que habían traído en una hielera, y se sentaron, los
tres bromeando más acerca de los pros y los contras de la remodelación
empezando de nuevo. Al final de la conversación, Tanner se fragmentó. No podía
alterar sus planes. Eso sería una tontería. Sin embargo… Quería algo nuevo, pero
sabía que no podía salirse con la suya —maldito juez! — por lo que era necesario
tener un plan B.

¡No! Él no iba a cambiar de opinión. Si solo los pensamientos acerca de Kyla no


siguieran corriendo a través de su cabeza.

—Algunos de nosotros no estamos encerrados en este edificio de apartamentos, así


que nos iremos de aquí ahora —dijo Lucas con una mirada astuta hacia Tanner.

—Sí. Sí. Disfruten de su diversión, pero uno de estos días encontrarán su culo en
una situación similar.

—No lo creo, primo —dijo Lucas cuando un golpe sonó en la puerta.

—Yo abro. —Lucas abrió la puerta, antes de que Tanner pudiera detenerlo, y él
sintió que sus mejillas se calentaban al instante. Kyla estaba allí de pie en la puerta
con una tímida sonrisa, pero sus mejillas se enrojecieron, también, cuando vio a
Lucas y luego miró más allá de él a donde Tanner estaba de pie torpemente al lado
de su hermano.

—Mira, mira, mira, una chica caliente entregando galletas —dijo Lucas mientras se
volvía a guiñarle el ojo a Tanner—. Tal vez no debería tener tanta prisa por irme.

—Cállate, Lucas. —Tanner finalmente fue capaz de ponerse de pie y se trasladó a


la puerta, empujando a Lucas fuera del camino—. Hola, Kyla. ¿Qué pasa? —El olor
de sus galletas recién horneadas flotaba desde la puerta del apartamento abierta y
la boca de Tanner se humedeció. Por mucho que no quisiera que su hermano o su
primo, conocieran a Kyla, ya estaba hecho, y se encontró con ganas de arrastrarla a
la habitación y devorarla, llevar los tentadoramente pucheros de su boca a la suya
y besarla, besarla, besarla…

—Yo… eh… horneé algunas galletas como agradecimiento —murmuró. Tanner


apenas podía oírla.

—¿Galletas? Me encantan las galletas —dijo Crew mientras caminaba junto a


Tanner. Kyla no podía hacer nada más que mirar al hermano de Tanner con
sorpresa, cuando se acercó y tomó el plato. Y su sorpresa no terminó ahí.

—Gracias, Kyla. Hablaré contigo más tarde. —Tanner hizo lo más grosero que
jamás había hecho en su vida y le cerró la puerta en sus narices. Sí, su hermano y
su primo la habían visto, pero si ella ahora desaparecía, el daño debía ser mínimo.
Absolutamente no quería que su familia lo atormentara con preguntas sobre ella,
aunque sabía que al menos unas pocas vendrían en su dirección. El daño ya estaba
hecho.

—¡Maldición! Es una belleza, y hornea. La mantendría —dijo Crew mientras


mordía una galleta aún caliente.

—Manos fuera —dijo Tanner—. Esas son para mí. —Él cogió el plato y se fue. Si no
respondía a las burlas, tal vez simplemente dejarían de caer.

—Ni lo sueñes. ¿Es para ti? ¿O sus galletas lo son? —Lucas estaba obviamente
divertido por sí mismo y su llamado ingenio.

No era gracioso. Sí. Tanner sabía que no podían posiblemente dejarlo pasar. Él no
lo habría dejado ir si la situación se invirtiera, pero eso no venía al caso. Pero esta
vez estaba en el extremo receptor, y no le gustaba, no le gustaba ni un poquito.

—¿No se iban? —dijo, rezando para que Kyla no estuviera al otro lado de la puerta
mientras la abría de nuevo. Afortunadamente, ella se había ido.

—No quiero irme ahora —dijo Crew—. Las cosas se pusieron interesantes.
—Es difícil. Me voy a la cama —les dijo Tanner.

—¿A las nueve? —preguntó Lucas—. Te estás convirtiendo en un hombre viejo.

—Sí, sí. Bueno, has estado aquí un par de horas y ya has sobrepasado tu
bienvenida. Ahora, sal de aquí antes de que decida decirles a sus esposas lo buenos
chicos que son. —Hubo una breve pausa. Después tiraron unos cuantos chistes
malos más en relación a Tanner, y finalmente salieron de su apartamento. Tanner
cerró la puerta y se apoyó contra ella en señal de frustración. Si solo Kyla hubiera
esperado diez minutos más para aparecer… Esta noche podría haber terminado en
un infierno mucho mejor.
Capítulo 13
Traducido por Kleydi
Corregido por Eli25

Tanner cerró de golpe la puerta de su apartamento. Otro día en el centro comercial


—se sentía como si hubiera estado allí un año— y él estaba pegajoso, irritado, y
con urgente necesidad de un baño caliente.

No había logrado ver a Kyla en los últimos días, ya que ella no había estado en el
centro comercial realizando sus deberes en el Polo Norte. Por supuesto que el
pensamiento llevó a otro, que había otro polo que le encantaría mostrarle, uno que
sin duda estaba apuntando hacia el norte. Sí, era un cerdo. Sacudió la cabeza,
disgustado consigo mismo.

De todos modos, llamar a su puerta no le había hecho ningún bien. Estaba


empezando a pensar que se había posiblemente mudado del edificio. Claro, él le
había cerrado la puerta en su cara, pero eso era una ofensa menor, ¿verdad? De
acuerdo, aún tendría que encontrar a una mujer que fuera indulgente después de
recibir un trato tan frío, pero al menos debería darle una oportunidad de
disculparse.

Pero no la podía culpar si ella se hubiera mudado a mejores pastos. El lugar era un
basurero. Tan pronto como su castigo hubiera terminado, no pondría un pie en
estas puertas de nuevo —no hasta que lograra conseguir un equipo de demolición
y pudiera dirigir personalmente la primera bola de demolición a través de sus
gruesas paredes. Comenzando, por supuesto, con el apartamento en el que fue
encarcelado.
Después de tomar una ducha tan larga como el ridículamente pequeño tanque de
agua caliente permitía, Tanner salió de la bañera y estaba agradecido de que no
hubiera nadie alrededor para ver toda su piel de gallina de la habitación —helada.
Estaba envolviendo una toalla alrededor de su cintura cuando oyó un golpe en la
puerta.

No esperaba a nadie.

Se acercó a la puerta, y luego se dio cuenta de que su monitor de tobillo estaba a


simple vista, por lo que se apresuró a regresar a su habitación y se puso los
calcetines gruesos. Pero no tenía tiempo ni energía para hacer nada con la toalla,
que era la única otra cosa que lo cubría. Si su visitante tenía un problema con eso,
él o ella no deberían llamar a su puerta.

Más allá de irritado y temblando, se apresuró y abrió la puerta, y luego se quedó


allí de pie sin palabras. De pie frente a él había un gran árbol de pino verde, agujas
reales y todo. El olor del árbol recién cortado llenó el aire y trajo recuerdos de su
infancia feliz —los que rápidamente trató de hacer bajar.

—No sabía que los árboles sabían tocar la puerta —dijo, y para su sorpresa, se rio.
¿Era bipolar? No podía descartar eso. Después de todo, estaba dispuesto a gruñir
un minuto, y al siguiente estaba riendo. Por lo menos estaría teniendo un daño
cerebral permanente de quien sabe que se filtraba desde los muros del edificio.

La cabeza de Kyla apareció alrededor del árbol y entonces el ego de Tanner se


hinchó al ver la manera en la que sus ojos se abrieron cuando viajaban sobre su
cuerpo semidesnudo.

Hmm, tal vez conseguiría a su sexy vecina en su cama después de todo.

***

Kyla odiaba admitirlo, pero un vistazo al tipo la había dejado sin aliento en sus
pulmones. Tanner era un hermoso ejemplar cuando tenía la ropa puesta —bueno,
en cualquier cosa menos ese traje de Santa. En una camiseta y bóxer, era
impresionante. Magnífico. Envuelto en nada más que una toalla, con gotas de agua
deslizándose por esos pectorales sólidos, era demasiado bueno para ser verdad.
Hablaba de un torso rasgado.

Cuando se dio cuenta que estaba allí de pie prácticamente babeando, rápidamente
volvió su mirada de nuevo a sus sabios —infiernos, casi regodeándose— ojos y
trató de formar una frase coherente.

—Yo… uh… pensé que te gustaría tener un árbol de Navidad para tu nueva casa
—murmuró.

Su acto impulsivo probablemente había sido bastante tonto, sobre todo desde que
le cerró la puerta en la cara la última vez que lo había visto. No podía explicar por
qué estaba haciendo esto. No era solo que el hombre la había ayudado el otro día,
y que parecía solitario, ¿verdad? Tal vez la había cerrado la puerta porque los
hombres de su apartamento habían sido recolectores-de-recibos o tenía un
problema con el juego y estaban allí para recoger.

Está bien. Bueno. Aunque fuera curiosa, y lo era, no iba a preguntar. Pero si le
cerraba la puerta en la cara otra vez, tomaría la indirecta y se mantendría alejada,
como debería estar haciendo en este momento. Solo estaba tratando de difundir el
espíritu de la Navidad, algo que no había querido hacer en dos años, no desde que
había perdido a su familia. Ya que era la primera vez que incluso había pensado en
tener un árbol después de esas ‘vacaciones’ horribles dos años antes, había
comprado uno —y se lo trajo a él. Era demasiado doloroso todavía tener el árbol en
su propio apartamento.

Ahora estaba arrepintiéndose de su acto impulsivo. Tanner era demasiado


sofisticado y cínico para seguir la tradición de las fiestas.

—Es bueno verte, Kyla. Y me gusta el árbol. Por favor, entra. —¿Acaso sonaba un
poco severo? Probablemente. Tomó el árbol de ella y lo arrastró dentro del
apartamento—. No has estado en el centro comercial. ¿Has renunciado?

Una de las ramas enganchó la parte inferior de su toalla; ella contuvo el aliento y
esperó, con los ojos bien abiertos. Tristemente, la toalla se quedó en su lugar.
Cuando inclinó el árbol contra la pared y se volvió hacia ella, ella apartó la mirada
y se encontró con sus ojos de nuevo, dándose cuenta de que había hecho una
pregunta que nunca había contestado.

—Yo… um… tengo otro trabajo, así que solo trabajo a tiempo parcial en el centro
comercial —dijo ella antes de tomar una respiración larga e intentar sonar un poco
menos boba—. No necesito quedarme. Solo quería dejar esto y… yo… eh… me iré
ahora. —Kyla tropezó mientras retrocedía hacia la puerta.

—No puedes dejar el árbol y correr. Voy a necesitar ayuda para decorarlo —dijo.
Su gran cuerpo llenó la puerta, bloqueando su salida—. Además, tengo que
disculparme por… um… cerrar la puerta en tu cara el otro día. Era solo que los
chicos que estaban aquí eran… —Se calló con torpeza y sus mejillas se sonrojaron.

Ella lo sabía. Esos dos tipos eran unos asesinos. ¡Eso tenía que ser!

—No hay necesidad de explicarlo. No estaba ofendida —mintió ella—. Y puedes


decorar el árbol como más te guste. Fue solo un impulso-del-momento. Tú me
hiciste un gran favor hace unos días, y yo quería encontrar una manera de mostrar
mi reconocimiento más allá de la… um… galletas.

—Aprecio el árbol, Kyla, y las galletas —dijo él, pero su expresión, que era casi una
mueca, causaba un dolor-molestia en su estómago—. Ambas cosas son muy
dulces. Ahora déjame devolverte la bondad. Pedí pizza justo antes de que me
metiera en la ducha, así que acompáñame y pondremos algunas decoraciones.

Ella descubrió que realmente quería ayudarlo. Realmente quería seguir mirando su
cuerpo indecentemente vestido.

—Bueno, supongo que podría ayudar —murmuró mientras sus ojos se dirigieron a
su pecho de nuevo. Debería ser ilegal tener un cuerpo así de cincelado. Si todo
Seattle pudiera verlo, el hombre sería letal para la mitad de las personas allí, tal vez
un poco más de la mitad.

—Gracias —dijo él, y luego se acercó a su nevera y sacó una botella de vino. Ella no
conocía su vino, pero no se veía como una marca de la tienda de comestibles
baratos.
—¿No crees que deberías vestirte primero? —dijo ella con voz ronca mientras se
acercaba al mostrador. Nunca sería capaz de permanecer aquí en su apartamento
con él en ese aspecto. No sin sucumbir a toda tentación conocida por el hombre o
la mujer, de todos modos.

—Acabo de salir de la ducha. Lo siento —dijo alegremente, y tomó un sorbo de


vino. No parecía sentir lo más mínimo de disculpa.

—No debería haber irrumpido. Voy a seguir adelante y esperaré mientras te vistes.
—Por favor, ve a vestirte, pensó.

Con una sorprendente sonrisa de suficiencia, Tanner pasó junto a ella, demasiado
cerca para su comodidad. La fragancia de su gel de baño golpeó a quemarropa,
haciéndole inhalar profundamente. Realmente quería recorrer sus dedos por su
pecho perfecto —solo una vez, pensó. Pero de alguna manera se las arregló para
mantener las manos para sí misma, aunque sus ojos lo devoraban mientras
desaparecía en su dormitorio.

Dejó la puerta abierta, maldita sea, y tomó toda su fuerza de voluntad no estirar el
cuello. El pensamiento de que él estaría de pie allí completamente desnudo
durante unos momentos estaba haciendo que su pantalón… Dejó ese pensamiento
y se alejó de la puerta para hacer frente a las encimeras de la cocina vacías.

—No tengo ningún adorno, entonces ¿qué es lo que vamos a usar?

Kyla saltó cuando Tanner habló directo en su oído desde solo un par de
centímetros de distancia. Habría sido fácilmente la chica feliz si él hubiera decidido
solo deslizar sus manos alrededor de ella y tirar de ella contra su pecho.

Girando, se ladeó alrededor de él, maldiciendo su cuerpo traidor. No, no


permitiría que este extraño la hiciera perder la razón.

Podía ser que fuera demasiado tarde, su cuerpo se burló.

—Haremos cadenas de palomitas de maíz —dijo ella desesperadamente.

Tanner le dio una mirada en blanco.


—¿Palomitas?

—¿Nunca has hecho cadenas de palomitas de maíz? —preguntó, y él negó con la


cabeza—. Dios, Tanner. ¿Ni siquiera en la escuela primaria?

—No —respondió, rellenando la copa de ella.

Kyla se sorprendió. Ella había vaciado de alguna manera la primera copa de vino
en algún momento.

—Bueno, entonces, estás aquí por una experiencia. Vuelvo en un momento. Tengo
algunas cosas que necesitaremos en mi apartamento.

Ella salió corriendo de su casa de regreso a la de ella y recogió todos los


suministros no solo para las cadenas de palomitas de maíz, sino también algunos
otros adornos caseros (hechos-en-casa). Las decoraciones baratas eran simples si
tenías una pizca de conocimiento y deseo de hacer arte y manualidades. Mientras
se tomaba un minuto para controlar su respiración, miró las cosas que había
acumulado con un poco de tristeza.

Hacer cadenas de palomitas de maíz para los árboles de afuera había sido una
tradición en su familia. Su padre amaba alimentar a los pájaros y ardillas, y todos
se habían divertido al enhebrar montañas de palomitas de maíz y bayas. Por
supuesto, su familia había comido tantas golosinas como habían puesto en las
cuerdas, y siempre lo hicieron con los sonidos de Rat Pack cantando canciones de
Navidad.

Kyla no sabía lo que la había poseído para comprar esas cosas esta mañana. En un
momento había estado haciendo un poco de compras de comestibles, y al siguiente
había terminado con palomitas de maíz y arándanos en su carrito. Eso fue antes de
que terminara en el terreno de árboles de Navidad. No había siquiera árboles
afuera del edificio de apartamentos. El acto había sido completamente sin sentido.
Bueno, lo había sido hasta ahora.
Tal vez su madre había estado allí con ella, y puso los artículos en el carro. El
pensamiento hizo que los ojos de Kyla picaran —pero terminó de sentirse triste y
se negó a derramar más lágrimas. Era el momento de aceptar un poco de felicidad.

Cuando regresó al apartamento de Tanner, lo encontró clavando un par de tablas


en la parte inferior del árbol, y vio como los músculos de sus hombros se
flexionaban con el balanceo del martillo antes de que él se pusiera de pie y apoyara
el árbol para arriba en su improvisada plataforma.

—No te tomé por el tipo de hombre que podía manejar un martillo y clavos — dijo
ella. Dejó la base del árbol que había agarrado —¡demasiado tarde!— y luego
colocó sus paquetes en el mostrador de la cocina. Después, encontró una olla, la
puso en el fuego vertió dos cucharadas de aceite a la misma con unas almendras.
Cuando la almendra exploto, agregó media taza de palomitas de maíz y esperó a
que todo sucediera—. Hey, Tanner, ¿puedes tomar un tazón grande?

Él se acercó al armario y cogió el cuenco.

—Prefiero no ser categorizado. Hay un montón de cosas que puedo hacer que te
sorprenderían. —Su guiño estimulaba la agitación de su sangre.

—Solo apostaré a lo que hay —dijo ella. Ciertamente no podía competir con su
nivel de coqueteo, pero no iba a quedarse allí en estado de shock durante toda la
noche, tampoco.

—Estaría encantado de mostrártelo —ofreció el. Y una vez más, de pronto estaba
demasiado cerca.

—¿Por qué no tomo la iniciativa y te muestro cómo hacer cadenas de palomitas de


maíz? —Ella soltó una risa nerviosa y lo empujó hacia atrás, su mano casi
sofocante cuando se puso en contacto con su pecho duro como una piedra.

—Tengo ideas mucho mejores en lo que sería divertido —dijo el, presionándola
contra el mostrador.

Tentándola.
Pero su lado razonable apareció antes de que pudiera hacer algo imprudente, y ella
pasó junto a él. Rasgando la bolsa de arándanos, los puso en un recipiente, luego
agarró el bolso con cadenas y grandes agujas para coser en el interior.

—Haz algo útil y pasa el hilo en un par de agujas —dijo ella, antes de volver al
mostrador y tomar su copa de vino. Realmente estaba bueno, y en ese momento, lo
necesitaba.

El sonido del estallido de maíz sirvió como distracción, y una vez que el recipiente
grande se llenó con los granos inflados, los dos se movieron a su sala de estar y
comenzaron a hacer decoraciones en los lados opuestos de su sofá.

—¿Por qué tu estancia en estos apartamentos es temporal? —preguntó ella


mientras comenzaba a deslizar palomitas en su cadena—. ¿No es eso lo que dijiste?

Él la miró durante un momento y luego empezó a imitarla, alternando entre las


palomitas de maíz y arándanos.

—Es una historia larga y aburrida —respondió finalmente.

—No me importa escuchar. Tengo un par de historias largas y aburridas propias si


quieres escuchar —dijo con una risa frágil. Ella realmente no quería decir eso. No
era como si este hombre quisiera saber nada de ella. En realidad era bastante
aburrida, o eso creía.

—Digamos que fui… retado —le dijo a ella, con una sonrisa forzada.

—¿Fuiste retado a vivir aquí?

—Algo así —dijo el con un suspiro—. Mi familia es… complicada. Tengo tres
hermanos y una hermana, y nosotros como que fuimos… bueno… fuimos por
caminos separados. Así que mi padre intervino y decidió que necesitábamos
proyectos por hacer. —Tanner se detuvo en seco, poco dispuesto a dar detalles.

—Estoy completamente confundida en este momento. ¿Qué tiene que ver que
vivas aquí con que tu padre les diera proyectos?
—Hey. No dejes de trabajar en los árboles de Navidad —le dijo, y empezó a
encadenar sus golosinas de nuevo—. No sé cómo explicarlo, aparte de decir que él
decidió que todos estábamos un poco estropeados y quería vernos hacer algo
diferente con nuestras vidas.

—¿Eres engreído?

Tanner se rio mientras sus ojos se encontraban con los suyos, y Kyla no podía
encontrar la manera de poner la maldita palomita en su cadena. Se sentía como si
la estuviera manteniendo prisionera con su mirada, y la realidad era que no quería
ser liberada.

Su expresión cambió. Dejó su propia longitud de cadena, se acercó más a ella, y,


quitando suavemente la cuerda que estaba trabajando de sus dedos, levantó una
mano y ahuecó su mejilla.

—Me haces sentir, Kyla —susurró él, y luego se inclinó y le acarició los labios con
los suyos. Ella se olvidó de su pregunta, o el hecho de que no le había respondido.

Kyla no podía respirar mientras su mano se movía hacia atrás y dejó sus dedos a la
deriva por su pelo. Sabía que debía parar esto, pero no sabía por qué. Cuando él la
tiró más cerca y la subió a su regazo, ella no dudó en envolver sus brazos
alrededor de su cuello y se inclinó en contra su cuerpo sólido.

—Me haces olvidar —murmuró ella.

Y así lo hizo. Él la hizo olvidar todo.

—Quiero que te olvides de todo lo que no sea yo —dijo él antes de cerrar el


pequeño hueco dejado entre ellos y la besó con tanto calor, que estaba segura de
que vería marcas de quemaduras en su sofá.

Cuando sus manos viajaron bajo el dobladillo de su camisa y la piel desnuda de su


espalda, ella sabía que tenía que decidir lo que iba a hacer a continuación. Era
demasiado pronto para esto, y él era un extraño. No estaba lista para hacer el amor
con él.
Retrocediendo, lo miró a los ojos y casi cambió de idea. Tanto fuego ardía en su
mirada. Ese calor era para ella, y solo para ella, al menos en ese momento.

—Creo que deberíamos terminar la decoración —dijo ella sin convicción. ¿El solo
iba a terminar disgustado con ella y pedirle que se fuera? Eso no la impresionaría.

Su mano seguía en la parte posterior de su camisa y se detuvo en el acto de


acariciar su piel. Sus ojos seguían ardiendo en los de ella.

—¿Estás segura de que es lo que quieres? —preguntó el, inclinándose hacia


adelante y mordiendo su labio inferior, enviando calor directamente a su centro.

—No —admitió ella—. Pero es lo que tengo que hacer.

—Está bien, entonces. —Con eso, se inclinó hacia delante y le dio un pequeño beso
más casto, y luego se deslizó hacia el otro extremo del sofá y cogió su cadena de
nuevo. Cuando ella se sentó allí sin habla y aturdida, levantó su mirada—. Si
continúas mirándome así, voy a escuchar a tus ojos y no a tu boca —le advirtió él.

Sus ojos se abrieron y por solo un breve momento deseó que tomara el control de
la distancia entre ellos. Pero sabía que no podía pensar así. Con las manos
temblorosas cogió el hilo y comenzó a encadenar las palomitas de maíz y
arándanos de nuevo. Era una tarea sin sentido, y lo necesitaba ahora.

Todo se sintió incómodo durante solo unos minutos más y luego Kyla se encontró
riendo mientras Tanner bromeaba con ella, a menudo levantándose y rozándose
contra ella, pero no alcanzando a darle un beso de nuevo.

Una vez que se terminaron las cadenas de palomitas y arándanos, trajo un poco de
papel blanco y le enseñó cómo hacer copos de nieve. La pizza llegó, y su tiempo
juntos no podría haber sido mejor, ya que su estómago se llenó de pizza, adornos
de Navidad, y vino.

Cuando miraron a su proyecto terminado, ella estaba llena de orgullo. Era un árbol
infantil lleno de cadenas de palomitas de maíz, arándanos, y copos de nieve de
papel, pero también era la cosa más maravillosa que había visto en mucho, mucho
tiempo.
—Gracias, Kyla. No he disfrutado de la decoración de un árbol en años —confesó
Tanner en voz baja.

Kyla se volvió hacia él, suponiendo que solo estaba bromeando, pero estaba
mirando el árbol de Navidad con asombro, como si estuviera sorprendido de que
hubiera formado parte en hacer una cosa así. Ella se sentía más bien sorprendida.
Este extraño, este hombre que muy probablemente no estaría en su vida mucho
tiempo en absoluto, la hacía sentir emociones que estaban cambiando su universo.
Estaba haciendo olvidar su tristeza, aunque solo fuera por un momento en el
tiempo.

—Es tan hermoso —dijo ella. Pero apenas era capaz de concentrarse en el árbol en
lugar de en él.

Y Tanner lo hacía imposible. Ahora estaba mirándola directamente, y ella no pudo


evitar devolver el favor cuando sintió las llamas de esos ojos increíbles. Y, de
repente, se encontró al borde de las lágrimas y con urgente necesidad de refugio.

Él se dio cuenta, por supuesto.

—¿Qué te pasa, Kyla?

—Realmente debería ponerme en marcha. Es tarde. —Ella sabía que estaba


corriendo, pero no le importaba.

Tanner estaba inmediatamente delante de su cara.

—¿Por qué tienes siempre con tanta prisa para salir tan pronto como la
temperatura sube unos grados o empezamos a hablar de las emociones? —Él
envolvió sus brazos en su espalda y tiró de ella contra su pecho, el hermoso pecho
que había estado hiperventilando anteriormente.

—Porque sé lo que está pasando, Tanner. —Ella no podía dejar de darle una
respuesta honesta.

—¿Y qué es eso?


—Me quieres en tu cama. —¿Por qué no lo ponía ahí? ¿Por qué no tener el foco—
centro de sus emociones? Eso era más como esto.

—Sí, lo hago. —Era difícilmente una admisión que hacía temblar-la-tierra.

—Bueno, entonces, debes saber que eso no va a pasar —dijo, con la voz un poco sin
aliento.

—Desafío aceptado —dijo con una sonrisa, empujando sus caderas contra las de
ella y dejándola sentir el efecto que tenía sobre él.

Su sangre caliente, su cuerpo suavizado, y sus rodillas débiles. Ella tenía tanta
suerte de estar sentada. La voz de este hombre era seductora y su cuerpo estaba
duro. Podía ver por qué estaba tan seguro de tener éxito con ella. Al menos ella no
se sentía al borde de las lágrimas más.

—Tómalo de la forma que quieras, Tanner, con tal de que sepas que nunca va a
pasar —dijo ella, y se retorció en sus brazos. Si se decidía a jugar con este hombre,
él sería el único ganador.

—Mmm, me encantaría tomarte de todas las maneras que quiera. Tengo un


montón de maneras que he estado planeando para poder tomarte.

Dios, estaba haciendo que ella se derritiera. Ser deseada por un dios-de-hombre era
casi como un estimulador de autoestima.

¿Sería realmente tan malo permitirse un poco de placer, solo en poca medida? No,
no lo haría. La forma en que se sentiría a la mañana siguiente era lo que temía.
Nunca había sido una de esas mujeres que podía dar su cuerpo libremente. Tenía
que haber algo más allá de la simple sensación —tenía que haber emociones
involucradas que no llegaban simplemente con la lujuria.

Recostada en él, ella inició el beso por primera vez, permitiéndose a sí misma
saborearlo durante varios momentos. Podía sentir que estaba sorprendido, pero no
perdió el tiempo al atraerla aún más estrechamente contra él mientras su boca
cautivaba.
Cuando sintió que caía sobre el borde de la cordura, ella empujó contra su pecho.

—Solo quería otro sabor —dijo ella, y luego se soltó de su agarre.

¿Por qué estaba decepcionada cuando la dejó ir sin luchar? Esto era lo que quería,
se recordó.

—Que tengas una buena noche, Tanner —dijo ella de manera constante. Y se fue a
la puerta y la abrió. La siguió fuera y observó mientras abría la puerta y entraba.

Lo último que vio antes de cerrar con firmeza la puerta entre ellos fue sus ojos sin
pestañear. Él estaba enviando un mensaje claro: Esto de ninguna manera ha
terminado.
Capítulo 14
Traducido por Kleydi
Corregido por Eli25

—¿Estás lista para el trabajo?

Kyla se quedó en su puerta, tratando de borrar el sueño de sus ojos.

—¿De qué estás hablando?

—Es hora de ir al trabajo. Vamos al mismo lugar, así que, ¿por qué no vamos
juntos?

Tanner estaba de pie en su puerta y se veía demasiado guapo y demasiado alegre


tan temprano en la mañana. Por supuesto, eran las nueve de la mañana, pero aun
así, ella había estado despierta hasta tarde, por lo que eso equivalía a demasiado
temprano para estar tan feliz mientras estaba de pie en su puerta. Tener dos
trabajos en esta temporada había parecido una buena idea en ese momento, pero
no cuando eso significaba que iba a dejar de dormir, el sueño bendito, por unos
pocos dólares más.

—No estoy lista —le dijo ella.

—Está bien. Esperaré. —Entonces, antes de que ella lo invitara a pasar, él se abrió
paso entre la puerta y se movió en su apartamento.

Kyla se quedó allí por un momento más mientras recorría su espacio andrajoso con
absoluta vergüenza. Claro, había hecho lo mejor que pudo con su presupuesto
ajustado, pero el mobiliario era de segunda mano y no había muchas decoraciones
de las que hablar. Llano y monótono.
Él parecía fuera de lugar en su apartamento, aunque residía en el mismo edificio.
De alguna manera sabía que él no pertenecía allí, sin embargo. No estaba segura de
cómo; su ropa no era tan fuera de lo común. Pero no era claramente el tipo de
hombre que vivía en un complejo de clase baja como éste —no. Él era del tipo que
vivía en un piso alto y podía observar la ciudad. No lo sabía a ciencia cierta, pero
era solo la forma en que se desplazaba. Un aire a su alrededor, tal vez.

—Yo… um… supongo, toma asiento —murmuró ella finalmente mientras tiraba
de su camiseta y arrastraba los pies delante de él en sus pantuflas esponjosas.

Había llegado en el momento perfecto. Llevaba un viejo par de pantalones y una


camiseta vieja de casi diez años, la camiseta, su atuendo de dormir preferido.
Dormir era sobre la comodidad, no la moda. Pero apenas había estado esperando
que su increíblemente caliente vecino apareciera antes de que se hubiera arreglado
para salir de la cama.

Corriendo hacia su dormitorio, recogió la ropa, y luego se coló en el único baño del
apartamento y prendió la ducha tan caliente como la jodida cosa podía. Se sentía
extraño tomar una ducha mientras sabía que Tanner estaba prácticamente al otro
lado de la puerta. Sí, su apartamento era muy minúsculo.

A medida que el agua caía en cascada por su cuerpo, sus pezones se apretaron y
un escalofrío le recorrió el cuerpo. ¿Qué haría si él entraba en su habitación, abría
la cortina de la ducha y sin el menor escrúpulo, luego se metía dentro con ella y la
inmovilizaba contra la pared?

Ella probablemente lo atacaría, eso es lo que haría. ¿Y por qué? No conocía a este
hombre, solo había tenido un par de conversaciones con él. Nunca había tenido
una cita con el tipo. Bueno, la poda de árboles podría contar como una cita si
quería.

Los dos habían compartido comida, vino, y risas. Ah, y unos cuantos besos
calientes —no podía olvidarlos. Pero él no la había invitado a salir ni nada.
Acababa de aparecer con un árbol en un instante y luego terminaron pasando la
noche juntos.
¿Por qué no podía ser una de esas mujeres valientes que iba tras lo que quería?
Una vez que salió de la ducha, limpió el vaho del espejo y analizó su reflejo. No era
la más hermosa de las mujeres, pero tampoco era exactamente fea.

Cuidaba de su cuerpo, y su piel. No pasaba horas delante del espejo, pero de vez
en cuando le gustaba arreglar su cabello muy bien y se rociaba un poco de
perfume. ¿Por qué algunas parejas hacían parecer tan fácil sus relaciones, mientras
que gente como ella parecían tan perdidas en todo este lío?

Tal vez todo se reducía a la confianza. Tal vez solo tenía que olvidarse sobre lo que
el mundo esperaba. Tal vez solo debería ir detrás de lo que quería. El problema con
eso, sin embargo, era que no sabía lo que quería. Al menos no lo había sabido en
los últimos dos años.

Lo único que sabía con certeza era que Tanner era el primer hombre en años que
había prendido una chispa dentro suyo, y quería ver lo que esa chispa podía
provocar. Pero no estaba segura de si alguna vez tendría el coraje de admitirlo
frente a él.

Con un largo suspiro, se apartó del espejo y se vistió. Tendría que enfrentarse a
este hombre en algún momento pronto. No podía esconderse en su cuarto de baño
siempre, aunque la idea no era poco atractiva en estos momentos.

Cuando por fin abrió la puerta, un olor agradable se desvió hacia ella y siguió su
nariz hacia la pequeña cocina. Estaba en estado de shock cuando se dio cuenta de
que Tanner estaba de pie en su cocina con una toalla metida en la parte delantera
de sus pantalones vaqueros y una espátula en la mano.

—Espero que tengas hambre, porque yo seguro que la tengo —dijo mientras
lanzaba un pedazo de tostada francesa en la sartén.

—¿Estás cocinando? —dijo estúpidamente. Obviamente lo estaba haciendo.

—No pensé que te importara. He traído las cosas de mi casa, así que no estás sin
nada de comida.

—¿Has traído comida?


—¿Vas a repetir todo lo que digo? Con solo pequeñas variaciones, por supuesto. —
Él dejó de hacer lo que estaba haciendo y se volvió hacia ella.

—Yo… uh…

—Sí, sí, soy un maestro de cocina y estás impresionada —dijo con una gran
sonrisa.

Ella se detuvo un momento antes de que una sonrisa de respuesta apareciera en su


rostro.

—De hecho, estoy impresionada —dijo ella, antes de sacar dos platos de su
armario y ponerlos en su pequeña mesa.

—Guau. No esperaba que admitieras eso —le dijo con una sonrisa cursi.

—Lo digo como lo veo. —La confusión de Kyla se evaporó, aunque no estaba
segura de por qué. Colocó el jarabe y la mantequilla en la mesa y esperó a que él
trajera la comida.

¿Por qué estaba pasando tanto tiempo analizando esto? ¿Él no le había dicho que
no estaría mucho tiempo en estos apartamentos? ¿Eso significa que realmente no
tenía nada que perder por coquetear con él, solo disfrutar de su compañía?

Incluso si terminaba un poco encariñada con el hombre, él se iría tan rápido como
había aparecido en su vida. Todavía no sabía si estaba dispuesta a acostarse con él,
pero unas pocas bromas inofensivas no hacían daño a nadie, ¿verdad?

Ella tomó su primer bocado y luego tuvo que hablar efusivamente.

—¡Oh Dios mío, esto está delicioso! ¿Cómo se te ocurrió esto?

—Esta tostada francesa es un secreto íntimo. No hay manera de que pueda revelar
la receta.

—Tengo formas de hacerte hablar, Tanner.

—Por todos los medios, hazlo —dijo con un gesto de sus cejas.
—Esta comida es lo suficientemente buena para que pueda intentarlo. —Ella ni
siquiera sabía quién era mientras seguía coqueteando con Tanner tan
descaradamente. Tampoco le importaba. Se sentía bien.

Los dos terminaron su comida, y entonces ella insistió en lavar los pocos platos que
usaron antes de salir de su apartamento.

Cuando entraron en la calle y comenzaron a pasear, Kyla estaba un poco asustada


por la comodidad que ahora sentía con Tanner. Esta era sin duda una rutina a la
que podría acostumbrarse. Cuando su mano se extendió por la de ella y ella aceptó
entrelazar sus dedos, su corazón comenzó a revolotear.

Tal vez ahora era el momento de preocuparse sobre apegarse a él. Ciertamente
podía sentir algo cuando estaba con este hombre, algo mucho más potente de lo
que quería admitir.

Pero por ahora, no tenía tiempo para preocuparse por ello. Tal vez lo haría
mañana. O tal vez pasado mañana.
Capítulo 15
Traducido por Kleydi
Corregido por Eli25

—Sí, tienes ese algo…

¡Eso era! Él debía de estar en un maldito viaje al pasado, décadas de regreso hacia
su periodo más tonto cuando incluso cuatro hombres adultos cantaban canciones
estúpidas acerca de tomarse de las manos.

Todo el asunto era simplemente extraño. Había comenzado a andar con Kyla hacia
el centro comercial durante los últimos días.

¿Y si ella era seguida de nuevo? ¿Esa era una buena excusa, no? Y cada día,
demonios, tomaba sus dedos con los suyos, y su pulgar frotaba su piel satinada, y
sentía como si nunca la quisiera dejar ir. ¿En qué demonios estaba pensando?

Esto era nuevo para él. ¿Quién todavía se agarraba de las manos, excepto quizás
las personas mayores casadas? ¿Cuál era el punto? Bueno, el pulso estaba cerca, así
que tal vez si presionaba hábilmente, eso activaría alguna función automática y
enviaría a la chica que quería a toda marcha. Tendría que revisar eso en la Web.

Pero el sexo no había sido lo que estaba pensando cuando perdió su virginidad de
agarrarse-las-manos como hombre adulto en sus treinta años. Por alguna razón, no
era capaz de apartar la mirada de sus dedos unidos, y no podía ignorar lo bien que
se sentía.

Esta mujer —una mujer, se recordó a sí mismo, a quien había conocido durante un
par de semanas— estaba empezando a dominar sus pensamientos, incluso sus
sueños. Se estaba metiendo rápidamente debajo de su piel, y, por extraño que
pareciera, eso no le aterrorizaba tanto como debería.
Tendría que haber estado huyendo de ella tan rápido como pudiera, pero en su
lugar, se encontraba buscándola, ofreciendo ayuda, y disfrutando de nada más que
de su compañía. Hasta ahora, todo lo que le había permitido hacer era besarla.

Demonios, ni siquiera había conseguido quitarle la camisa de encima todavía, y


aun así, me sentía contento. Nunca antes había trabajado tan duro para cerrar un
trato, y ciertamente nunca disfrutó pasando tanto tiempo en la presencia de una
mujer.

En el pasado el aburrimiento crecía después de salir con una mujer una o dos
veces. Tal vez su fascinación por Kyla derivaba del hecho de que no se había
acostado con ella todavía. Eso tenía que ser. Realmente era hora de que dejara esta
locura juvenil. Tenía trabajo que hacer. Era hora de crecer.

Pero no había visto a Kyla en todo el día, y la echaba de menos, la extrañaba


enormemente, extrañaba su toque, su voz, su ingenio, sus pequeñas bromas. Así
que se encontró caminando desde su apartamento y llegando a la entrada de su
puerta.

Maldita sea. Más de sus galletas y su olor celestial. ¿Fue planeado esto? ¿Sabía el
camino a su… estómago? Levantó su mano, hizo un puño, y llamó a la puerta, casi
contra su voluntad. Debería volver a casa —¿uh, estaba llamando a esto esta casa
ahora?— Pero… demonios. Sabía que era inútil siquiera pensar en ese
pensamiento. Quería verla, quería acercarla y estrecharla para otro beso —incluso
si eso era todo lo que obtendría de ella.

—Te extrañé hoy —espetó cuando la puerta se abrió y apareció, viéndose lo


suficientemente apetitosa como para que él tomara un bocado.

Su cabello estaba recogido hacia atrás, algunos mechones de cabello caían


suavemente sobre su cara, y se había manchado de harina encima de su nariz y
frente. Usaba un delantal que también estaba cubierto de harina y tenía el lema
‘Los cocineros lo hacen más caliente’, se veía mejor que si hubiera estado de pie
delante de él en la más fina lencería.

Si, lo tenía mal.


—¿Me invitas a pasar?

Ella respondió con una elevación de cejas y una ligera sonrisa en sus labios
mientras esperaba que continuara.

—Quiero probar tus… galletas —dijo con una sonrisa lobuna.

Algunas mujeres podrían haberse enojado. Ella no. Kyla se rio y, para su sorpresa,
abrió la puerta un poco más para que pudiera pasar. Esa era otra cosa que le
gustaba de ella, el hecho de que pudiera tomar lo que le daba e incluso responderle
la mayor parte del tiempo.

—Te ves tan patético de pie ahí con baba en la barbilla; ¿cómo podría enviarte lejos
sin siquiera conseguir… un bocado?

Su ritmo cardíaco saltó por lo menos a cincuenta pulsaciones por minuto, Tanner
no podía soportarlo más. La acorraló en la cocina y, sin darle tiempo a resistirse, la
atrajo hacia él mientras bajaba su cabeza. Tenía que probar un bocado antes de
morir de hambre.

Kyla no dudó; ella levantó sus manos cubiertas de harina y juntó su cabeza,
devolviéndole el beso con hambre de su parte. Era casi como si ambos estuvieran
rompiendo un largo y tortuoso rápido.

Volviéndose loco por su deseo de ella, Tanner la levantó y la puso sobre el


mostrador, sus caderas buscando rápidamente alivio entre sus muslos. La atrajo
hacia adelante y acunó su dulce y caliente centro entre sus piernas. Se inclinó,
necesitando que ella supiera lo desesperado que estaba, si aún no lo sabía.

Ella tiró de su cabello y se apretó contra él; ambos gemían mientras sus lenguas
bailaban. Tanner pasó su mano por la espalda de ella, deslizando sus dedos por
debajo del borde de su camisa y la movió hacia arriba.

Seda.

Así era como su piel se sentía —seda pura. Arrastró su mano, acariciando los finos
músculos de su espalda, extendiendo los dedos estirados contra su carne. Mientras
ella gemía en su boca, se inclinó un poco hacia atrás y movió su mano alrededor de
su caja torácica, su pulgar rozando la parte inferior de su pecho con el pulgar.

¡Sí! Sííííííííí…

Sin mayor vacilación, tomó aquel montículo voluptuoso, sintiendo su suave piel a
través del pequeño sujetador de encaje que llevaba.

Perfecto.

Ella era absolutamente perfecta, encajando a la perfección en la palma de su mano.


Él quería que el tejido estuviera fuera de su camino, quería probar los dulces picos
de sus pechos, necesitaba que ella estuviera tumbada debajo de él. Se agachó,
preparándose para tirar de su camisa sobre su cabeza, cuando un fuerte pitido lo
sobresaltó. Kyla se apartó, mirándolo fijamente sin ver.

—Lo siento. Se fue de las manos —susurró ella.

Tanner se encontró apoyado en el mostrador, su cuerpo palpitante mientras


miraba el espacio que ella había estado llenando solo unos momentos antes.
Volviéndose hacia ella, vio como sus manos temblaban mientras sacaba una
bandeja caliente del horno y lo ponía en la estufa.

—¿Por qué no solo apagas el horno para que podamos continuar con lo que
empezamos? —dijo él, yendo detrás de ella y pasando sus manos por sus costados
para al final dejarlos en sus caderas.

Se estremeció en sus brazos, luego se inclinó hacia delante y agarró la parte


delantera de la estufa. Tanner aprovechó la oportunidad para deslizar su boca
seductora por la curva de su cuello.

—No puedo —dijo ella, retorciéndose en su abrazo y dándose la vuelta para


mirarlo.

—No lo entiendo, Kyla. —No iba a dejarla escapar del embrollo sin una
explicación.
—No quiero tener sexo, Tanner. —No podía decirlo más claro que eso—. Si te
quieres ir, lo entiendo.

Al principio, tuvo que lidiar con la más ligera ventaja de irritación. Ella estaba
mintiendo. Era más que obvio que en verdad quería tener sexo. ¿Por qué estaba
luchando contra eso tan duro? No era como si uno de ellos fuera virgen. Cuando
dos personas sentían una atracción mutua, ¿no deberían simplemente hacer lo que
sus cuerpos estaban destinados a hacer? Desnudarse y hacerlo, ¿verdad?

—Sí, lo haces —respondió finalmente cuando el silencio se había extendido por


mucho tiempo.

—No. Sé que probablemente piensas que no soy más que una broma, pero no
quiero tener sexo. Yo solo…

Se interrumpió, como si no supiera lo que quería. Pero él no estaba preocupado. Él


sabía lo que quería. Podía pensar por los dos.

Se apoyó en ella, tomando su barbilla entre sus dedos y levantando su cabeza para
que estuviera obligada a mirarlo.

—Si quieres esperar un poco más, esperaré.

Estaba boquiabierto cuando esas palabras salieron de su boca. Eso no había sido lo
que había pretendido decir. Pero cuando una expresión de sorpresa, pero
agradecida entró en sus ojos, supo que había dicho lo correcto. Se inclinó y la besó
castamente, y luego retrocedió. Absolutamente no podía seguir tocándola en este
momento o tendría rápidamente su espalda contra el mostrador.

—He traído vino —dijo, regresando a la puerta y tomando la botella que había
dejado junto a la puerta, donde apresuradamente había dejado la botella que su
asistente había comprado para él a petición suya.

Kyla se veía un poco insegura, pero después de un par de segundos, fue a su


armario y sacó dos vasos.
—No tengo copas de lujo, pero estoy segura de que tendrá el mismo sabor, sin
importar como lo bebamos —dijo con una risita tímida.

—Por supuesto que sí —dijo, aunque algunos expertos afirmaban que la forma de
la copa podría influir en el sabor del vino y el aroma. No había necesidad de
señalarlo. ¿Podría saborear u oler algo más que ella? No sangrientamente posible.
Así que vertió el vino y le preguntó—: ¿Qué puedo hacer para ayudar? —Él se
apoyó en el mostrador mientras ella comenzaba a tomar las galletas de la bandeja y
las colocaba sobre papel encerado.

—Te puedes quedar fuera del camino para que pueda terminar aquí.

—¿Has olvidado que soy un experto en cocina, Kyla?

—No me he olvidado de eso, pero este es mi tiempo de cocina, y no me gusta que


me distraigan.

Con una sonrisa, Tanner agarró un par de las galletas, tomando un gran bocado de
una y gimiendo su aprobación.

—Oh, esto está bueno —murmuró. Una vez que lo terminó de comer, puso el resto
de las galletas en su boca.

Vio el deleite en sus ojos tras el cumplido, y aunque ella le reprendió, diciéndole
que dejara de comerse todas las galletas, le puso un vaso de leche delante y le dijo
que lo necesitaría para pasarlos.

Las galletas y el vino simplemente no tenían el mismo estilo.

—¿Quién te enseñó a cocinar? —preguntó cuándo su boca estaba finalmente vacía.

—Mi madre —dijo ella en voz baja, y su mirada cayó.

Él no debería, pero en realidad quería saber su historia completa, saber lo que


había pasado hacía un par de años. Sí, podía mirar hacia arriba, averiguar la
información de una segunda persona, pero eso no era lo que quería. Quería que
ella se lo dijera, para compartirlo con él. Le había dado solo un pequeño fragmento
hasta ahora.
—Sabes que puedes hablar conmigo al respecto si lo necesitas.

—¿Por qué quieres escuchar mi drama? —Kyla estaba intentando hacer una broma
de esto, pero estaba cayendo de lleno.

—A veces es más fácil hablar con alguien que no conoces muy bien, alguien que no
estaba allí.

—Puede que con el tiempo acepte esa oferta —dijo antes de una pausa—. Si
todavía estás cerca. —Dijo la última parte con una decepción que se demoró, y
Tanner repentinamente sintió querer estar el tiempo suficiente para que ella
confiara en él.

Pero no lo estaría. Ambos sabían eso. Tanner no era el tipo de hombre que se
quedaba en las trincheras demasiado tiempo. Sí, había tenido sus momentos en su
vida cuando se encontraba entre las masas, pero esos tiempos no duraban. Había
un par de tipos de personas en este mundo, y él estaba sin duda en la parte
superior de la lista.

No sabía dónde Kyla se establecía. Sí, ella estaba abajo y hacia fuera en este
momento, pero tenía la sensación de que no era un lugar donde se quedaría
demasiado tiempo, tampoco. ¿Los dos tenían más en común de lo que había
pensado originalmente? Ella no podía tener el tipo de dinero y la influencia que él,
incluso con todos los multimillonarios ahora en el suelo, pero sin duda podría ser
una fuerza poderosa por su cuenta. ¿Pero para que preocuparse por eso de todos
modos? Las perras ricas que había conocido habían sido solo eso, realmente —
perras. No es que él fuera un premio en lo que se refería así mismo.

Sacudiendo los pensamientos de mata-ánimos, hizo estallar otra galleta en su boca.

—Vamos a ver una película —dijo mientras la miraba sacar su última bandeja de
golosinas.

—¿Una película?

—¿No te lo dije antes? Realmente te gusta repetir lo que digo, Kyla. —Él se rio
entre dientes, luego se levantó y se acercó a su estante de DVDs.
—Tu cambias de tema tan rápidamente y tan a menudo que estoy tratando de
mantener el ritmo —dijo ella.

—Me gusta tenerte desorientada. Es divertido.

—Eso no es muy agradable, Tanner —dijo ella con una mirada burlona.

—Nena, soy todo tipo de diversión —respondió, poniendo su brazo alrededor de


ella y tirando de ella cerca de su caliente cuerpo.

—Tanner —dijo en tono de advertencia, pero su respiración se había acelerado y ni


siquiera la había besado todavía.

—Romperé tus paredes, cariño; puedes confiar en mí en eso. —La boca de Tanner
se movió peligrosamente cerca de la suya. Sintió una inmensa satisfacción cuando
sus ojos se abrieron—. Pero seré bueno por ahora. Está bien, no tan bueno como
podría ser...

Con eso, la soltó y sacó un DVD, sin importarle cuál fuera mientras los dos se
sentaran en el sofá a ver la película.

—Esta es mi favorita —dijo ella cuando Es una vida maravillosa comenzaba.

Él rodó sus ojos.

—Nunca he entendido por qué todo el mundo ama tanto esta película. Su vida está
completamente destruida.

—Ese es el punto, Tanner. Él tiene que ver los efectos toma su propia vida y como
podría afectar a los que ama. Antes de que suceda, no puede apreciar
verdaderamente el bien de lo que es y lo que hace.

A pesar de que no estaba de acuerdo con su interpretación y aún odiaba la


película, Tanner se calló y vio la película con ella. Mientras continuaba avanzando
la película, él se acercó más y más a ella en el sofá, pasó el brazo a su alrededor, y
comenzó a acariciar su cuello. Pero mantuvo sus ojos fijos en el televisor.
Ella estaba un poco tiesa al principio, pero pronto se relajó, levantando la mano
para descansarla en su pecho. Entonces se acercó más y suspiró en partes de la
película que le gustaban especialmente.

Cuando terminó la película, Tanner miró hacia abajo y se dio cuenta de que estaba
tan relajada, de hecho, que se había quedado dormida en sus brazos. Con cuidado
acunándola junto a él, la levantó y la llevó por el corto pasillo a lo que obviamente
era su dormitorio.

Se las arregló para levantar la colcha hecha a mano, mientras la sostenía, y luego la
depositó entre las suaves sábanas. Después de cubrir sus brazos, bajó la mirada
hacia su rostro, tan hermoso y en paz.

Girándose y alejándose —Dios, era difícil— apagó las luces y se aseguró que la
puerta principal estuviera cerrada con llave. Ahora esto era aterrador. En menos de
tres semanas, esta mujer se había convertido en algo más que una conquista para
él.

La pregunta era, ¿qué quería hacer al respecto?

Cuando dio un paso hacia su apartamento, sintiéndose bastante genial, si todavía


confundido, su pie de repente se resbaló de debajo de él y salió volando por los
aires, un rotundo oof procedente de sus pulmones mientras aterrizaba con fuerza
suficiente para dejarle sin aliento. Una vez que recuperó el aliento, se dio cuenta de
que estaba de espaldas y en por lo menos dos pulgadas de agua. Si hubiera estado
prestando atención, se habría dado cuenta de que el agua se filtraba hacia el
pasillo.

Saltando y sintiendo un dolor desagradable correr por su espalda, hizo su camino


a través del agua y llegó hacia su cocina, donde podía oír el sonido característico
del borboteo. Cuando abrió el armario debajo del fregadero, fue inmediatamente
rociado en la cara. Saltó hacia atrás y se encontró mirando una rotura de tubería.

Estaba empapado en el momento en que encontró la válvula de cierre, y el lenguaje


que utilizaba sobre este edificio y todos sus problemas no hubiera ido bien con los
pequeños niños lindos en el centro comercial. Esto era un infierno, la condenación
pura, y de pronto el resto de su condena en este edificio parecía que iba a estirarse
una eternidad.

Cogió el teléfono y despertó a su asistente para exigir que un fontanero fuera


enviado directamente y jodidamente ahora. Esto le iba a costar una fortuna.
Debido a las órdenes del juez, ahora que tenía que reparar las tuberías en su propio
apartamento sin valor, parecía que todo el edificio conseguiría otros nuevos
también.

Cuando llamó a la policía para explicar que necesitaba cambiar de piso, fueron
menos simpáticos, ofreciendo que le traerían un par de botas de agua. Después de
colgar el teléfono dando un golpe, Tanner se arrastró hacia su dormitorio, su buen
humor en el olvido mientras se preparaba para una semana ‘de vacaciones’ sin ni
siquiera una remota posibilidad de comodidad o alegría.
Capítulo 16
Traducido por Kleydi
Corregido por Eli25

—¿Estás jodidamente bromeando conmigo?

Con la luz de su teléfono, Tanner finalmente había encontrado una linterna, y le


dio la vuelta. Luego volvió a maldecir en su móvil. Apenas podía oír la voz del
otro lado, más allá del sonido corriendo en sus oídos, estaba ardiendo en furia.

—¿Qué quieres decir, con que no hay nada que puedas hacer? ¡Si te digo ven aquí,
lo digo en serio!

La persona al otro lado de la línea seguía hablando pero no era de ninguna ayuda
en absoluto. Golpeando el botón Fin del teléfono tan fuerte como pudo, Tanner
dejó caer el aparato en el mostrador y pasó sus manos por su cabello.

—¿Cómo demonios alguien tolera este maldito edificio? —gritó en el aire. Sí, sabía
que sonaba como un loco, pero si no era un problema, entonces se trataba de otro.
Sus tuberías habían reventado, los ratones corrían desenfrenados, y ahora la
maldito electricidad estaba fuera.

El tipo dijo que era más probable un corto circuito, que demasiados circuitos
estaban siendo usados ahora que la calefacción estaba de vuelta. No podían venir
hasta el día siguiente. Por supuesto que no podían. Iba a ser un gasto importante,
otro, actualizar el cableado del edificio y llevar los cuadros eléctricos hasta el
código.

¿Por qué le importaba siquiera? Solo debía dejar que los inquilinos vivieran en la
oscuridad. Entonces tal vez tomarían la indirecta al fin y finalmente lo dejarían
para que pudiera contratar a esa excavadora para entrar. En este punto, se sentaba
en la pelota mientras se estrellaba contra las paredes. Las lesiones en su cuerpo
valdrían la pena —sentiría el maldito edificio desmoronarse bajo sus pies.

—¿Tanner?

Deteniendo su ritmo, iluminó su puerta principal, donde Kyla estaba de pie,


cambiando de pie y mirándolo nerviosa.

—¿Qué? —gruñó, y cuando ella se estremeció, se sintió inmediatamente


avergonzado de sí mismo—. Lo siento, Kyla. Estoy frustrado.

—Está bien —dijo mientras entraba—. Llamé a la puerta, pero no creo que lo hayas
oído, así que probé la perilla y estaba abierto y… —Estaba luchando para controlar
su voz—. Es que la oscuridad como que me asusta.

—¿Qué? Es el mismo lugar, solo un poco… más oscuro. Y de todos modos, tienes
una linterna, también. —Se acercó a ella ahora, hasta que estaban de pie juntos,
uno frente al otro.

—Lógicamente lo sé, Tanner, pero no ayuda mucho. No me gusta no poder ver


quién o qué está alrededor, excepto yo en este estúpido, haz estrecho de luz.

—En este maldito lugar, ¿quién sabe lo que podría ser? —dijo él sin pensar, y sintió
el estremecimiento pasar a través del cuerpo de ella—. Lo siento —dijo de nuevo, y
esta vez estaba murmurando.

—No. Es cierto. Las cosas malas pueden suceder en la oscuridad —dijo ella,
acercándose un par de pulgadas más cerca. Prácticamente estaba presionada
contra él ahora.

Su mal humor rápidamente se desinfló. ¿Cómo podía estar enojado cuando su


cuerpo caliente estaba al lado del suyo?

—Sé que la caja de fusibles está en el sótano, Tanner. Yo… uh… solo que no quiero
ir allí sola. Quiero decir, alguien más podría estar pensando lo mismo, pero de
nuevo, todo el mundo podría estar pensando que los demás van a ir allí. —Ese
torrente de palabras era casi divertido.

—¿Caja de interruptores? ¿Sabes incluso qué hacer con uno?

—No soy una mujer de sonrisa tonta que ni siquiera sabe cómo hacer funcionar un
interruptor de arriba abajo —le espetó.

Tanner no pudo evitar sonreír.

—Bueno, eso era una pregunta estúpida. ¿Por qué no vamos a echar un vistazo y
ver si podemos hacer algo al respecto con la oscuridad? —Extendió su brazo.

Tardó unos momentos —ella estaba, evidentemente, todavía irritada con él. Pero su
miedo a la oscuridad superaba su irritación, y finalmente cedió. Dejaron su
apartamento y se dirigieron hacia la puerta de servicio que conducía al sótano.

—¿Dónde diablos está la seguridad? ¿No deberían ser ellos los que estén haciendo
esto? —preguntó Tanner mientras abría la puerta y se enfrentaban a un conjunto
de escaleras de las que no se fiaba de aguantar su peso.

—No creo que esto esté en su descripción de trabajo. Además, uno de los guardias,
el que trabaja la mayoría de las noches, como que me da escalofríos.

Tanner dejó de moverse y se volvió hacia ella. Sus linternas brillaban bajo, sin
embargo, y él no podía ver su rostro. Hablando de frustración.

Pero intentó sonar tranquilo.

—¿Cómo es eso? —preguntó.

—No lo sé. Solo parece… oh, estoy siendo estúpida. Estoy segura de que no hay
nada malo en él. Acabo de ponerte los pelos de punta sobre él. No hay ninguna
razón —dijo en voz baja, obviamente concentrada en la escalera delante suyo.

—Hazme saber si algo extraño sucede. —¿Estaba todo en su cabeza? Eso no era
poco probable, pero aun así, la gente por lo general tenía una sensación, ya fuera
buena o mala, por una razón.
—Estoy segura de que no es nada. ¿Estamos los dos retrasando el momento para
bajar las escaleras, o es mi imaginación? —preguntó ella con una risa nerviosa.

—Bien. Me atrapaste. Creo que haría cualquier otra cosa en lugar de bajar estas
escaleras. ¿No es así como todas las buenas películas de terror empiezan o
terminan, y no son las personas que ven las películas las que gritan en la televisión,
las que les dice a los personajes que den la vuelta y corran como el infierno? —dijo
él.

El cuerpo de Kyla se sacudió, y estuvo preocupado por un momento antes de que


estallara en una gran carcajada.

—No puedo creer que hayas dicho eso, Tanner. Suenas como una niña asustada
ahora mismo —se las arregló para decir con voz entrecortada entre carcajadas.

—Hey. Soy un maldito superhéroe. Entraré en el sótano, ¿vale? —dijo un poco


indignado.

—Sí, tú eres mi roca, niño grande —le dijo, y luego siguió hacia adelante, sin
dejarle otra opción que acompañarla por las escaleras.

Tanner estaba aterrorizado de que si algo como un insecto se precipitaba hacia él,
iba a terminar gritando como esa niña pequeña que ella había mencionado. Si hacía
eso, nunca sería capaz de hacer frente a esta mujer otra vez. Y maldita sea, quería
sexo y lo quería pronto, así que los insectos harían bien en permanecer lejos de él.

Por supuesto las escaleras crujieron cuando los dos hicieron su camino por ellas, y
oyó arañones desde algún lugar desconocido en el oscuro sótano —por supuesto.
Pero no había forma de que se asustara. Solo estaba preocupado por ella. Después
de todo, estaba presionada a su lado y no podía dejar de sentir los temblores
recorriendo su cuerpo. No creía que el temblor nada ahora tenía que ver con la
alegría. Lo escalofriante del sótano la estaba enloqueciendo.

—Si quieres esperar en la parte superior, puedo lidiar con esto. —Disfrutaba de
tenerla aferrada a su lado, pero tenía que hacer la sugerencia.
—De ninguna manera voy a esperar allí sola. Sé cómo funciona esto. Siempre es la
chica la que es asesinada primero.

Su tono serio rompió lo último de la tensión de Tanner. Cómo podía estar nervioso
cuando ella estaba tan muerta de miedo imaginándose que los dos se encontraban
en una película de terror. Si, había sido el primero en mencionarlo, pero era ella
quien actuaba así ahora. Se echó a reír y luego abiertamente rio, el sonido
haciéndose eco en las paredes del sótano lúgubre.

—Esto no es muy divertido, Tanner, y creo que estás siendo muy grosero en este
momento —dijo ella, aunque ambos sabían que era un poco divertido.

—Sé que no es precisamente divertido, Kyla, pero míranos. Estamos descendiendo


lentamente a un sótano, nada peor, y ambos estamos haciendo el ridículo al
respecto. No hay monstruos que vayan a saltar y perseguirnos.

—Tal vez no todos los monstruos son imaginarios.

—Créeme, Kyla, lo sé —dijo. Todo el humor anterior ahora se había ido.

Vivían en un mundo donde los verdaderos monstruos no eran de color verde o


púrpura, demonios, mutantes, extranjeros, o los muertos o muertos vivientes —
estos monstruos tenían almas oscuras y vivían entre la gente inadvertidas. No se
preocupaban por la humanidad y no se preocupaban por herir a los demás. Eran
los monstruos que realmente todos tenían que temer.

Tiró de Kyla solo un poco más cerca. Cuando llegaron al piso del sótano, Tanner
iluminó con la luz el alrededor hasta que encontró la gran caja de fusibles en un
rincón polvoriento, rodeado de gigantescas cajas de cartón que tenían quien sabía
que había dentro.

Lo mismo que con las telarañas que colgaban de esas cajas y muebles de metal
oxidado, y las sombras de sus linternas, parecían un escenario perfecto para que
algo terrible sucediera. Incluso el crujido de los antiguos suelos de ahí abajo se
sumaban a la atmósfera espeluznante. Tanner estaba decidido a caminar
penosamente por delante, sin embargo. Se abrieron paso hacia los interruptores de
la luz, y les tomó un tiempo abrir la puerta oxidada, pero cuando lo hicieron, lo
que estaba ante ellos no era de gran ayuda en absoluto.

Una gran cantidad de interruptores estaban rotos, y nada estaba etiquetado. Sí,
había un interruptor principal, pero estaba tan oxidado, que Tanner tenía miedo de
que si lo tocaba, la cosa se rompería y los electrocutaría.

Alumbró con su linterna la caja de fusibles durante unos cuantos minutos, y luego
suspiró pesadamente.

—Creo que este fue un viaje perdido. No hay absolutamente nada que podamos
ser capaces de hacer con esto.

—Eso es lo que también estaba pensando —dijo Kyla—, pero no me gusta dejar a
todas estas personas sin electricidad. Hace mucho frío afuera, y ahora la gente ni
siquiera será capaz de ducharse.

—Lo sé. Esto realmente apesta, pero parece que tendremos que esperar hasta que
los chicos de mantenimiento vengan.

—Si alguna vez lo hacen. No sé a quién le pertenece este edificio, pero la empresa
no tiene conciencia en absoluto. Mira cuánto tiempo tardó en poner calefacción de
nuevo, y solo recientemente comenzaron a arreglar las cañerías. Si no es una cosa
aquí, entonces es otra.

Sus quejas lo hicieron sentirse cerca de dos pulgadas más alto.

—Lo siento, Kyla.

—¿Por qué lo sientes? No es culpa tuya, Tanner, y lo sabes. Debes estar tan irritado
como yo, incluso si no te vas alojar aquí mucho tiempo. Tenemos derechos básicos
como seres humanos, ¿sabes? Como un lugar seguro y cálido para dormir, sobre
todo si estamos pagando alquiler.

Tanner quería decirle de nuevo que lo sentía, quería decirle que se aseguraría de
que todo estuviera arreglado, pero no estaba planeando hacer eso. No. Tenía la
intención de ver que ella y el resto de los inquilinos restantes evacuaran este viejo
edificio, y luego derrumbaría el antiguo.

Y no iba a mentirse a sí mismo. Los nuevos apartamentos serían cinco veces la


renta que éstos tenían. Ninguno de los inquilinos aquí sería capaz de permitirse el
lujo de vivir en el nuevo complejo. ¿Sintió una punzada de culpa por primera vez?
Puede ser.

Pero ¿no era el dinero lo que hacía girar al mundo? Lo hacía para él y a un montón
de gente. El dicho sobre el amor era mucha basura. Sí, su conjunto de edificios de
lujo costaría mucho más dinero para sus nuevos residentes, pero ¿por qué habría
que molestarlo? También se impulsaría la economía aquí. Pensó en los trabajos de
construcción, muchos de ellos, y oportunidades de negocio, también —habría un
pequeño centro comercial en el interior del complejo, maldita sea. Eso lo hacía
menos que un monstruo, ¿verdad?

Cuando se giraron para irse, oyeron que un ruido fuerte desde detrás de la
escalera. Tanner automáticamente empujo a Kyla detrás suyo mientras iluminaba
la luz en esa dirección.

—¿Qué fue eso? —preguntó ella, su voz temblorosa—. Suena como algo mucho
más grande que una rata corriendo por el suelo.

Antes de que pudiera decir nada, hubo un sonido de arañones mientras él se


movía hacia el sonido, y Tanner ahora estaba absolutamente seguro de que no
estaban solos. Tal vez su escenario de película de terror acababa de hacerse
realidad.

Tanner se negó a que Kyla fuera a su lado mientras se movía hacia el sonido. Lo
que debía hacer era intentar correr por las escaleras y echar el cerrojo a la puerta.
Pero, demonios, si estuvieran en una película de terror, bien podrían ser los tontos
estúpidos que caminaban directamente hacia su muerte. No solía arruinar una
trama estándar. Además, ¿qué pasaba si alguien más había bajado las escaleras
para intentar solucionar el problema y se había caído y se acaba de despertar?
Mientras él y Kyla llegaban al borde de las escaleras, sus linternas apuntaron hacia
la zona oscura de debajo, un espeluznante grito desgarró el aire.
Capítulo 17
Traducido por Lectora
Corregido por Eli25

Kyla estaba en la espalda de Tanner con las piernas envueltas alrededor suyo antes
de que supiera lo que estaba haciendo. Cuando él dijo algo y su voz salió
indistinta, vagamente se dio cuenta de que sus manos estaban alrededor de su
garganta, probablemente cortándole la vía de aire. El problema era que no podía
desapretar sus músculos. Se dijo a sí misma a hacerlo pero simplemente no
sucedía. Era una masa indefensa de terror.

—No puedo respirar, Kyla —se ahogó Tanner.

—¿Qu… qu… qué fue eso? —Eso fue todo lo que finalmente logró conseguir a
través de sus dientes castañeando.

—Déjame ir y lo averiguaré. No quiero hacerte daño haciendo palanca en tus


manos —jadeó.

De alguna manera se las arregló para aflojar su agarre alrededor de su cuello, pero
nada de lo que intentaba le permitía a sus piernas renunciar a su control sobre su
cintura. No se movería de su espalda.

—Bueno, tienes que bajar, Kyla, así podré resolver esto —dijo, con la voz todavía
un poco ronca, pero mejor que cuando ella casi lo estaba estrangulando.

—No. No dejaré que te vayas —le dijo.

Para su asombro, una pequeña risita escapó de su rasposa garganta.


—Está bien. —Él se adelantó y habló con quién fuera el monstruo que les
amenazaba—. ¿Quién está ahí? No voy a hacerte daño a menos que tenga que
hacerlo —dijo él.

Guau. Tanner realmente sonaba espantoso ahora y Kyla no querría estar del lado
malo de este hombre. Hubo un arrastre de pies detrás de las escaleras, y ella estaba
realmente temblando. Esto era todo. Iban a morir porque eran los estúpidos que
fueron voluntarios —bueno, está bien, no del todo voluntarios— en un sótano
oscuro y lúgubre.

—Escucha —dijo Tanner—. Ven aquí ahora o empiezo a disparar.

Eso detuvo la inquietud de Kyla. Él no tenía un arma de fuego —o por lo menos no


creía que tuviera un arma. Ella no iba a interrogarlo, sin embargo, porque si el
intruso sabía que tenía un arma, entonces tal vez él, ella, o eso no intentaría ir tras
ellos con un hacha sangrienta.

Oyeron aún más arrastre de pies y luego Tanner retrocedió unos pasos y encendió
su luz una vez más en la dirección del sonido. Después de unos segundos más
tensos, ella vio pelo rubio sucio, y luego un pequeño cuerpo. Se levantó lentamente
y se dirigió hacia ellos.

—Por favor, no me haga daño —la voz temblaba.

Tanner se congeló cuando un niño se acercó a ellos.

Kyla apenas reconoció al muchacho, y le tomó unos momentos reconocerlo con


toda la suciedad en su cara.

—¿Billy? —dijo finalmente.

—Sí, señora —respondió. Él se acercó a ellos, temblando.

—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó Tanner. Se arrodilló en el suelo, toda una
hazaña porque Kyla todavía estaba unida a él.

Ese fue el punto de que se dio cuenta de que tenía que dejarlo ir. Ella
cuidadosamente desligó sus extremidades de su cuerpo y cayó sobre su trasero con
un ligero golpe. Se levantó lentamente y se tambaleó lejos de él para que pudiera
encontrar la linterna que había dejado caer. Cualquier movimiento en absoluto
ahora era difícil; sintió un dolor a lo largo de ella, porque había estado alrededor
suyo con mucha fuerza. Se preguntó si él tenía hematomas donde sus piernas
habían apretado de muerte.

—Me estoy escondiendo —dijo Billy.

¿Por qué demonios iba a estar escondido? Había tantas preguntas que Kyla quería
hacerle, pero sabía que primero necesitaban salir de este sótano espeluznante.
Cuando encontró su linterna, se volvió hacia él y Tanner, y luego habló.

—Vamos arriba y podrás hablar con nosotros. —Cuando ella se acercó más, le
rompió el corazón al ver que las mejillas del chico estaban hundidas y que tenía
ojeras prominentes debajo de sus ojos de cinco años.

Billy no discutió cuando ella tomó su mano helada entre las suyas y se volvió a su
alrededor para que pudieran hacer su camino hasta la escalera. Sabía que Tanner la
seguiría. Ella se fue por el pasillo y directamente a su apartamento. Una vez
dentro, encendió las velas que ya había dejado. Echaron un tenue resplandor en el
cuarto, y se tomó un tiempo para conseguir una muy buena mirada del rostro de
Billy.

Estaba cubierto de suciedad y parecía agotado y triste. ¿Qué estaba pasando?

—Billy, ¿por qué estabas en el sótano, y por qué estás tan sucio? —Ella lo sentó en
una silla y luego se acercó a su fregadero de la cocina. No tenía agua caliente, pero
al menos podría borrar algo de la mugre de su rostro.

Después de tratar de calentar la tela en sus manos tanto como fuera posible antes
de tocar su piel, se acercó a él y comenzó a limpiarlo. Él se estremeció ante el
contacto, pero no intentó detenerla.

—Mira, Billy, tienes que decirnos por qué estabas ahí abajo —dijo Kyla cuando
había terminado la limpieza—. Estoy segura de que tu abuela está muy
preocupada por ti.
Sus ojos se llenaron de lágrimas, y cuando se desbordaron, Kyla sintió que sus
propios ojos comenzaban a picar. Tanner tomó ese momento para entrar en su
apartamento, un refresco y unas galletas en sus manos, y se unió a Billy en la mesa,
sacó la tapa del refresco, y la deslizó enfrente del chico. Billy ni siquiera miró.

—He sido malo —dijo en un sollozo que arrancó el corazón de Kyla.

Ella trató de tranquilizarlo.

—Oh, Billy, no podrías haber hecho algo muy malo.

—Lastimé a mi abuela —se ahogó él.

Kyla estaba sorprendida por esas palabras, y no tenía ni la más remota idea de
cómo responder. Ciertamente no era lo que había estado esperando que el niño
dijera.

—¿Cómo lastimaste a tu abuela? —preguntó Tanner mientras empujaba el refresco


un poco más cerca—. ¿Por qué no tomas el refresco primero antes de hablar y
contarnos? No querrás que tu garganta duela si hablas demasiado.

Billy tomó la bebida, obediente y se tragó una pequeña cantidad antes de dejar el
refresco y mirar por encima hacia Tanner. Más lágrimas caían por el rostro recién
limpio del muchacho.

—La abuela siempre me dice que recoja mis juguetes, y, a veces… bueno, la
mayoría de las veces, me olvido, porque solo lo hago. No sé por qué. Dejé mi coche
en el pasillo y la abuela salió de su habitación y cayó sobre él. Se golpeó la cabeza y
entonces no pude despertarla. Llamé al número 911 que ella me dijo, y luego me
escondí. No quiero que me lleven porque lastimé a mi abuela. —Comenzó a
sollozar, y su pequeño cuerpo se estremeció.

—Oh, Billy. No has hecho nada malo —dijo Kyla, sintiendo tanto dolor por ese
pobre niño—. Tu abuela no está enojada contigo. —Ella solo rezaba para que
Vivian estuviera bien. Hizo contacto visual con Tanner, que ya estaba levantando
su teléfono para marcar a seguridad. ¿Cómo no notaron a Billy cuando bajó al
sótano?
—¿Cuánto tiempo estuviste allí, cariño? —preguntó Kyla.

—No lo sé. Me quedé dormido, y cuando me desperté, estaba muy oscuro y me


daba miedo, pero no sabía qué hacer.

Tanner habló rápidamente a Kyla.

—Su abuela fue trasladada anoche al hospital a pocas cuadras de esta calle.
Permíteme hacer una llamada más y luego le llevaremos allí.

Salió de la habitación e hizo las llamadas que necesitaba hacer, y luego regresó.

—Está bien, está todo bien. Podemos llevarle —dijo.

Estaba completamente confundida. Sonaba como si Tanner tuviera que pedir


permiso para ir al hospital, pero eso no tenía sentido. Así que tal vez esa no era la
llamada que había mencionado. Por supuesto que no lo era.

Soplaron las velas, dejaron el apartamento de Kyla, y por algún milagro lograron
llamar a un taxi para llegar al hospital. Tanner había telefoneado para uno, pero no
quería esperar. Cuando llegaron a la habitación del hospital de la abuela de Billy,
Kyla tuvo que luchar para contener las lágrimas de nuevo. La pobre mujer tenía
muchos cables conectados a ella.

La siguiente hora voló rápidamente. No fueron capaces de obtener una gran


cantidad de información, pero lo que supieron fue que estaba en coma desde su
caída al suelo, y que su cadera se había roto. Kyla y Tanner esperaron en una
habitación tranquila cerca, y pronto alguien de los Servicios de Protección del
Menor apareció.

—Billy, vamos a necesitar que vengas con nosotros —dijo la mujer después de que
ella se presentara.

—Porque fui malo —dijo Billy en voz rasposa, con los hombros encorvados
mientras sus pequeños dedos se aferraban a los de Kyla.
—No, Billy, no porque fueras malo, sino porque tu abuela está enferma en este
momento y no puede cuidar de ti —le dijo la mujer—. Vamos a llevarte a una
bonita casa, segura, un lugar para que estés cómodo durante un breve tiempo.

—¿Por qué no puede simplemente quedarse conmigo? —preguntó Kyla incluso


antes de que pensara en detenerse a sí misma.

—No podemos dejar que el niño vaya con cualquiera —dijo la mujer, sus cejas
bajando en desaprobación.

—Yo vivo en el mismo edificio y esta obviamente cómodo conmigo —argumentó


Kyla—. Por favor, déjeme llevarlo; estará más cerca de casa.

—El sistema no funciona así, señora, y agradecería que no disgustara más al niño
de lo que ya está —dijo la mujer, y alcanzó a Billy—. Lo siento. Sé que está
intentando ayudarlo, pero esta no es la manera de hacerlo. Si se pone en contacto
con nuestras oficinas mañana, puede hablar con alguien sobre los procedimientos
apropiados para poder ser padre adoptivo.

Billy se aferró aún más fuertemente a Kyla.

—No, por favor, no dejes que me lleven —suplicó.

La forma en que miró a Kyla la hizo sentir absolutamente terrible.

—Billy, hablaré con quién necesito hablar, ¿de acuerdo? Intentaré conseguirte tan
pronto como pueda, y podrás estar conmigo hasta que tu abuela se ponga mejor.
—Kyla habló cuidadosamente, sin ganas de hacerle saber que su corazón se estaba
rompiendo.

La mujer les dio unos momentos más y luego tuvo que tomar al chico por los
brazos cuando él se negó de nuevo a ir con ella.

—Lo siento —dijo ella de nuevo mientras los dos salían de la habitación. Billy
estaba sollozando incontrolablemente.

—No había nada que pudieras haber hecho, Kyla. La ley es la ley —dijo Tanner
mientras envolvía un brazo alrededor de sus hombros.
—Lo sé, Tanner, pero me siento tan mal por el chico. —Sus propias lágrimas
finalmente empezaron a caer a pesar de todos sus esfuerzos para retenerlas.

—Vamos a casa, Kyla. No podemos hacer nada por nadie aquí. —Él se puso de pie
y la ayudó desde donde ella había estado de rodillas en el suelo delante del
pequeño Billy.

Kyla no tenía la energía para hablar más, así que solo siguió al hombre fuera de la
habitación. Esta noche la había drenado, y lo único que quería hacer era acostarse y
tener un buen llanto. Pero mientras se aferraba a Tanner, se dio cuenta de que no
quería hacer eso sola.
Capítulo 18
Traducido por Julieta9768
Corregido por Eli25

La tristeza pesaba sobre los hombros de Tanner, pero al entrar en el complejo de


apartamentos con Kyla a su lado, trató de quitársela de encima. El muchacho no
tenía nada que ver con él y no debía influir en su estado de ánimo, pero dos veces
había visto el miedo y el dolor en los ojos de Billy y no pensaba que fuera tan fácil
olvidarse de este chico.

—¿Puedo ir a tu apartamento? No quiero estar sola. —Kyla había susurrado esas


palabras desde sus labios hermosos, pero sonaron tan alto y claro, que podía ser
que también las hubiera gritado. Y detuvieron a Tanner en seco. Cuando su mano
se aferró a su brazo, y su cuerpo se inclinó hacia él, ya sabía lo que estaba diciendo,
lo que estaba ofreciendo. También sabía que sería un error que él tomar ventaja de
esa situación. Ella tenía miedo a la oscuridad, por amor de Dios, y lo que era peor,
sus emociones estaban caóticas debido al pobre y pequeño Billy. Él sería la más
baja de las personas si la llevaba a su cama esa noche.

Pero la idea de hacer precisamente eso le hizo olvidarse al instante de sus


preocupaciones por el edificio, por el niño, y sobre todo lo malo en su vida. Dos
frases suaves de Kyla y estaba tomando toda su compostura evitar cogerla en sus
brazos y llevarla directamente a su cama.

—¿Por qué no vamos a tu apartamento, Kyla, y puedo quedarme contigo hasta que
te duermas? —Él realmente quería golpearse a sí mismo en la boca por incluso
ofrecer una cosa así, pero ¿qué otra cosa podía decir si esperaba ser capaz de vivir
consigo mismo después de que dejara este edificio para siempre?
—No quiero estar en mi casa. No quiero que me dejes sola —dijo ella, su cuerpo
temblando contra el suyo. Él envió una oración silenciosa por fuerza.

—No te dejaré, entonces. —Las palabras apenas habían salido más allá de los
dientes y estaba cerca del mismo temblor.

—Solo tengo que tomar unas cuantas cosas, Tanner, y luego podremos ir a tu
apartamento. —Ella no le soltó el brazo.

—Realmente no quieres quedarte en tu apartamento esta noche, ¿verdad? —


¿Cuáles serían sus motivos? Si él estaba allí con ella, no estaría sola—. De todos
modos, no te dejaré.

—Oh, creo que te irás. Pero ese no es el punto ahora.

Bueno, eso era lo suficientemente honesto. Y probablemente tenía razón. Él era un


hombre, y tenía solamente su fuerza de voluntad. Se alegró de que no hubiera
dicho eso en voz alta. Sonaba como un desgraciado, incluso en su propia cabeza.

Pero ¿qué podía hacer? La siguió en silencio a su apartamento. Ella tiró de él a su


habitación y cogió un par de artículos de tocador, y luego se trasladó de nuevo a la
puerta principal.

Tanner estaba tan nervioso ahora que falló con sus llaves, pero se las arregló para
conseguir abrir la puerta del apartamento, y cuando se giró, Kyla seguía apretada
contra su espalda, por lo que tuvieron que ponerse de lado para pasar.

—No voy a dejarte, lo prometo —dijo cuando ella todavía no lo soltaba. Ella soltó
una risita nerviosa, y finalmente aflojó su férreo control sobre él y luego dejó caer
la mano.

—Lo siento, Tanner. Simplemente ha sido una muy mala noche. —Él la agarró por
los hombros y la atrajo a un abrazo.

—No vuelvas a pedir disculpas por necesitar a alguien —dijo mientras la abrazaba
durante varios momentos.
Después de llevarla hasta el sofá, la dejó con una linterna mientras buscaba las
velas, agradecido de que su asistente pensara en todo. Sí, Randy sin duda recibiría
un aumento ahora.

Las velas de emergencia arrojaron una luz bastante fuerte en la habitación, por lo
que Tanner era capaz de apagar su linterna sin poner a Kyla más nerviosa de lo
que ya estaba.

—Puse una vela en el baño y en el dormitorio para que puedas moverte por el
apartamento sin volverte loca —dijo mientras se unía a ella en el sofá.

—Sé que el miedo a la oscuridad, a mi edad es ridículo, pero ese es mi temor —dijo
ella, y se acurrucó contra él.

—Creo que eres encantadora, Kyla. Sabes que nadie es perfecto, ¿no? Nadie.
Prometo no decírselo a nadie, pero hasta yo no soy perfecto —dijo con una sonrisa.

Se relajó a su costado, y Tanner sintió que su cuerpo se endurecía al instante. ¡No!


Trató de controlarse a sí mismo, trató de decirse que solo porque ella lo necesitaba
para consolarla no le daba derecho a tomar una injusta ventaja.

Pero ahí estaba la cosa. Tanner estaba sintiéndose tan en carne viva como Kyla y le
encantaría hundirse en el fondo de su calor, el encantaría perderse en su interior
durante algunas horas dulces. Le encantaría no tener que pensar en nada más allá
que las necesidades de su cuerpo y del de ella, y le encantaría no tener que
recordar lo oscuro que el mundo podría ser en realidad.

¿Cómo era capaz de evitar deslizar sus manos alrededor de ella y ahuecar sus
pechos? Maldito si lo sabía. Simplemente la abrazó y ni siquiera pensó en el tiempo
que estaba perdiendo haciendo absolutamente nada.

—¿Tanner? —Él se tensó ante su voz sin aliento. Todo lo relacionado con esa mujer
gritaba ‘Tómame’. Y él quería tomarla.

—¿Sí?
—Estoy muy cansada. —Su corazón le dio un vuelco en el pecho. Ella no le había
pedido que le hiciera el amor. Simplemente le había dicho que estaba cansada.
También le había dicho que no quería estar sola. El hecho de que no quisiera
dormir sola no garantizaba que fuera a conseguir sexo. Era muy probable que
significara que se iba a dormir y él iba a abrazarla. Y estaría duro todo el tiempo.

—¿Quieres ir a la cama? —Apenas reconoció su propia voz. Ella se quedó en


silencio durante unos momentos de infarto.

—Sí. —Su voz era casi inaudible, pero no para él—. Tengo que usar el baño
primero. Me siento sucia.

—No hay agua caliente —le recordó.

—Lo sé. Pero si tienes una toalla…

—Puedo conseguírtela. —Tanner se desenredó de sus brazos y luego se trasladó al


cuarto de baño, donde depositó una toalla y una toallita y recogió la ropa interior
sucia que había arrojado en la esquina antes en ese día. En su defensa, se dijo, no
había estado esperando un invitado.

—El cuarto de baño está listo —dijo, haciéndola saltar—. Lo siento.

—Lo siento yo, Tanner. Yo solo… —Una vez más se detuvo, y luego sus dulces
labios se movieron una fracción de pulgada y se levantó y caminó hacia él—.
Gracias. De verdad. Eres demasiado bueno conmigo y no sé por qué, pero lo eres.

Lo dejó sin aliento cuando se apoyó en él y rozó sus labios ligeramente contra los
suyos. Antes de que fuera capaz de agarrarla, tirar de ella con fuerza contra él y
perder el control por completo, ella dio un paso atrás y entró en el cuarto de baño.
Casi tuvo un derrame cerebral cuando dejó la puerta del baño abierta unos
centímetros y pudo ver su sombra vacilante en la pared.

Él se movió rápidamente lejos de la tentación, ya que no era un mirón, maldita sea,


se dirigió a su dormitorio y decidió encender otra vela. Entonces se encontró
sentado en el borde de la cama.
¿Debería cambiarla? ¿Revisar debajo de las sábanas? ¿Qué estaba esperando de él?
¿Qué estaba esperando él mismo? Hacía frío en su apartamento, pero al escuchar el
sonido del agua corriendo en su cuarto de baño, sintió un sudor nervioso estallar
en su piel porque no estaba seguro de si iba a ser capaz de ser lo suficientemente
fuerte como para dormir con ella a su lado toda la noche.

Cuando pasó lo que se sentía como una hora, pero era probablemente tan solo
cinco o diez minutos, casi saltó ante el sonido de su propia voz.

—¿Estás bien ahí dentro? —Cuando no hubo una respuesta, se levantó, y se acercó
a la puerta del baño y la golpeó—. Kyla, ¿estás bien?

—Estoy bien. Dame un minuto más. —Fue su respuesta y podía oír sus nervios
altos y claros. Eran sin duda los dos sintiendo la atmósfera que chisporroteaba.

¿Por qué estaba nervioso? ¿Por qué debería cualquiera de ellos estar nervioso?
Eran adultos. No eran vírgenes. El sexo era natural, era necesario, era la única cosa
verdadera que realmente hacia que el mundo girase. Así que si los dos quemaban
las sabanas para ayudar a mantener el calor y hacer que la desesperación de la
noche desapareciera, no había nada de malo en eso.

¿Pero estaban apresurando esto? Diablos, no. Él había estado esperando tenerla en
su cama desde que la conoció hacía casi tres semanas. Eso era mucho tiempo —si
alguien se preocupaba de preguntarle. Entonces ¿por qué en el mundo estaba tan
ansioso? Él nunca estaba nervioso por tener relaciones sexuales. Y si no tenían
sexo, no perecería.

Bueno, tal vez lo haría.

La luz de las velas parpadeó suavemente, echando un resplandor amarillo sobre el


cuarto frío. Era el escenario perfecto para una noche de sexo caliente. ¿Además,
alguien le había dicho alguna vez, que las mujeres preferían la luz de las velas,
porque las hacía parecer mucho más bonitas, y escondían defectos y todo eso? No
es que Kyla tuviera ni un solo defecto en su cuerpo perfecto. Una vez más, tuvo
que recordarse a sí mismo que ella solo le había pedido no estar sola. No le había
pedido que hiciera el amor con ella. Un gemido de frustración apenas escapo de su
garganta.

Cuando el crujido de la puerta del baño alertó a Tanner, de que estaba saliendo,
levantó la mirada y vio acercarse la sombra antes de que ella entrara en el
dormitorio.

—Guau esto es… hermoso —dijo, con voz temblorosa, sus nervios evidentes.

—No hay energía. Necesitábamos más luz de la que teníamos al principio. —Joder.
Hablando de machacar lo obvio… ¿No ganaría un premio por la respuesta mala
del año? Y ¿por qué estaba en ese estado patético?

—Sí, lo sé, pero es todavía hermoso. Estoy disfrutando del hecho de que no haya
energía ahora mismo.

Ella se movió torpemente. Tal vez no todos los hombres la encontraran


increíblemente hermosa en unos pantalones de chándal y sudadera, pero ahora
mismo, no podía imaginar a una mujer más perfecta.

Tal vez si estuvieran de regreso en su suite del ático, ella habría surgido en un
encaje de peluche con aceites perfumados acariciando su piel, pero estaban en este
complejo de apartamentos, y a él simplemente no le importaba. Lo único que le
importaba era que pronto estaría tendida a su lado. O encima de él. Hmm…

—Tal vez estoy siendo demasiado irracional, y tal vez quedarme no fue la idea más
inteligente. Yo… eh… yo… —Su voz se desvaneció y Tanner se encontró sin poder
respirar, y mucho menos hablar—. Quiero decir, soy una niña grande. Si me asusto
de la oscuridad, hay un problema real. —Ella no lo miró a los ojos mientras
caminaba otra vez.

Oh, diablos no. No iba a dejarla ir. Con dos pasos rápidos, estuvo allí delante de
ella; la atrajo hacia él y sintió un escalofrío viajando por su columna vertebral. Lo
último que quería era dejarla ir, incluso si eso significaba una noche de sufrimiento
para él. Tanner se sorprendió de que estuviera dispuesto a no hacer nada más que
abrazarla. Pero eso no significaba, sin embargo, que no fuera a intentar
convencerla de que los dos podrían hacer un infierno de un montón de magia si
sus cuerpos se unían.

Inclinándose por lo que sus palabras fueron un cálido aliento en su cuello,


murmuró:

—Podemos mantenernos calientes.

—Tengo miedo, Tanner.

—No tenemos que hacer nada que no quieras. —Solo que esperaba que ella
quisiera hacerlo todo. Sí, probablemente terminaría con daños permanentes en lo
que tenía debajo de su cinturón, si se hubiera puesto uno, pero valía la pena. Y su
dolor valía la pena el poder abrazarla.

—¿Estás seguro? —De repente, tuvo un pensamiento aterrador.

—Eres… um… no eres virgen, ¿verdad? —Eso hizo que su cabeza se levantara y
que por fin lo mirara a los ojos antes de sonreír con tristeza.

—No. Pero, para ser honestos, no soy muy experimentada… en absoluto.

—Eso está bien —dijo, el alivio llenándolo. Lo más largo que esto podría durar era
una semana más, y no quería ser responsable de tomar su inocencia. Cuando
saliera de este edificio, no se llevaría nada con él, sobre todo, no otra persona.

Así que si hacían el amor esta noche, eso era todo lo que iba a conseguir —su
cuerpo, no su mente, ni su alma, o su amor. Tenía que decirle eso, pero las palabras
quedaron atrapadas en su garganta. Esto era nuevo. Nunca antes había tenido
dificultades para dejar que una mujer supiera que solo podía dar sexo, nada más.
Pero ¿y si la luz natural que brillaba en sus ojos se secaba? ¿Y qué pasaba si tomaba
su cuerpo y luego la dejaba vacía? ¿Podría vivir con eso?

Ella ahuecó su mejilla con una mano suave y se inclinó hacia delante y lo besó
suavemente antes de dar un paso atrás. Estaba encendiendo el fuego. ¿Quién
necesitaba un horno volviéndolo loco? Sin decir una palabra, le tomó la mano y la
llevó a la cama.
—¿Estás intentando seducirme, Tanner? —preguntó con una sonrisa nerviosa.

—Sí. —¿Por qué iba a mentir?

—Puede estar funcionando —dijo ella, y luego le dio una mirada que le dejó sin
aliento, corriendo por la emoción.

—Acuéstate —casi jadeó.

Ella vaciló solo un momento antes de tumbarse en la cama un poco tiesa, su ropa
todavía en su lugar. Tanner recogió el aceite que tenía en la mesita de noche y se
frotó un poco en las manos para que se calentaran, y se reunió con ella en la cama.

Deslizando sus manos bajo el dobladillo de su camiseta, acarició la piel de seda de


su espalda, ¿o era de satén?, y cuando oyó su gemido involuntario de aprobación,
su cuerpo pasó de simplemente listo a la acción a pulso, y tardó solo un instante.

—¿Estas lo suficientemente caliente? —preguntó mientras su mano se movía más


arriba, empujando hacia arriba la sudadera y exponiendo la parte baja de la
espalda. Él quería ver más.

—Sí —suspiró ella.

Tomando en un puño la camisa estúpida, él empezó a tirar hacia arriba en serio,


conteniendo la respiración, esperando que no lo detuviera. Ella levantó su cuerpo,
por lo que fue más fácil para él conseguir retirar el material por encima de su
cabeza. Luego se tumbó de espaldas a él. Desabrochando su sujetador, sacó las
correas por sus brazos, dándose cuenta de que sus dedos temblaban.

Ella no dijo nada mientras retiraba la pieza de encaje y la dejaba a un lado.


Agregando más aceite a sus manos, pasó los dedos por su espalda y los costados,
amasando sus músculos mientras le daba suspiros de placer a cambio.

—Tu piel es perfecta —le dijo.

—Mmm… Y tus manos son como magia —respondió ella, haciéndolo sonreír.
Después de dedicar una buena cantidad de tiempo a su espalda, metió la mano en
la cintura de sus pantalones y comenzó lentamente a ayudarla a salir de ellos. Su
cuerpo se tensó, pero solo durante un momento, y luego volvió a relajarse mientras
sus manos se deslizaban por sus piernas.

Mientras yacía desnuda delante de él, sus dulces nalgas mirándolo, Tanner no
quería nada más que quitarse su propia ropa, girarla sobre su espalda, y luego
sumergirse en lo profundo de su calor. Pero esta noche era de seducción, y se
trataba de darle placer. No había prisa. Se negó a disminuir alguno de ellos.

El resplandor de las velas proyectaba sombras sobre su piel mientras pasaba sus
manos sobre cada centímetro de ella. Escalofríos viajaban por su cuerpo.

—Si tienes demasiado frío, puedo cubrirte —dijo—. A pesar de que sería un
pecado ocultar tu belleza.

—No tengo frío —suspiró—. De hecho, me estoy quemando. —Finalmente,


empujó contra ella para hacerla girarse hacia él. Necesitaba estar cara a cara con
ella, para ver las glorias de su pecho y, sí podía, continuar. No estaba seguro de si
iba a dejar que eso sucediera, pero si lo hacía, ambos sabían lo que vendría
después. Él estaba latiendo tan duramente que no sabía cuánta restricción sería
capaz de mostrarle.

Pero ella estuvo de acuerdo con que lo quería y lo miró a través de los párpados
entrecerrados, y ahora era su turno de gemir de placer. Su cuerpo era perfecto,
impresionante, de hecho, sus pechos eran altos y firmes, su estómago se curvaba
de manera sutil y maravillosamente, y luego más abajo, su condición de mujer
brillaba positivamente, y estaba desesperado por abrir sus muslos y saborearla.

En cambio, pasó sus manos hacia su estómago, el aceite cubrió su piel mientras
empujaba los montículos de los pechos increíbles y los masajeaba con las manos.
Sus pezones sobresalían implorantes, y su respiración se profundizo.

—Te necesito tanto, Kyla. Este masaje puede terminar ahora mismo… o podemos
continuar —dijo, necesitando entender sus opciones.
—También te deseo, Tanner —susurró.

Inclinándose, puso sus manos debajo de las ella y apretó su cuerpo desnudo contra
el suyo vestido, sin embargo, y a pesar de esa ropa molesta, su virilidad
endurecida era más que evidente. Y entonces él la besó, un seguro y beso lento,
que hizo que todo girara.

El corazón de Tanner le dio un vuelco en el pecho. Movió lentamente su boca hasta


la garganta, chupando su piel reluciente mientras se abría camino hacia sus
pechos. El primer sabor de su dulce pezón le robó el aliento, y su gemido le hizo
empujar contra ella en un intento desesperado por aliviar un poco el dolor en su
eje palpitante.

—Tan bueno —murmuró, chupando el pezón en su boca y golpeándolo con la


lengua antes de besar entre sus pechos y luego dar amplia atención a su otro
pezón.

Sentándose, Tanner se quitó la camisa, con ganas de sentir piel contra piel.
Entonces, se quitó los pantalones, quedando los dos desnudos en la cama,
desnudos, a excepción de sus calcetines gruesos. Sus cuerpos estaban entrelazados,
su pesada respiración.

—Protección. Olvidé la protección —dijo, sabiendo que ahora iba a desaparecer en


la nada. Si no se rompía en una gigantesca bola de fuego.

Ella dudó un momento antes de hablar.

—Yo… um… estoy protegida. Estoy en control de la natalidad… um… para


controlar… um… convulsiones —le dijo ella, con las mejillas brillando por la
vergüenza.

—Es lo suficientemente bueno para mí —le dijo. ¿Que qué? Él nunca había dicho
algo así antes. Nunca confió en las mujeres cuando afirmaban que estaban
protegidas. Pero no creía que fuera posible no hacer el amor con ella en este
momento, por lo que desterró la idea de una trampa de su mente.
Él la besó de nuevo, menos suavemente esta vez. Devoró su boca, bebiéndose sus
sonidos de placer una vez más. Y luego se trasladó por su cuerpo, presionando sus
labios en la curva de su estómago antes de llegar a sus muslos abiertos y mirar su
condición de mujer deliciosa.

—Tan hermosa —dijo con reverencia antes de inclinarse hacia adelante y deslizar
la lengua por su calor, su olor embriagador filtrándose en su sistema nervioso
central y enviándolo a toda marcha.

Deslizando sus dedos dentro de ella mientras su lengua exploraba sus resbaladizos
pliegues, gimió contra ella. Estaba más que lista para él y sabía que podía tenerla
en ese momento. Pero no quería. Quería saborearla, sentirla, hacer el amor con ella
toda la noche con solo la boca.

Cuando sintió que su cuerpo se tensaba, chupo más duro en su nudo hinchado de
placer, ¡estaba tan erecta como él!, y ella desató un delicioso grito que casi se hizo
eco a través de la habitación cuando su cuerpo se estremeció en éxtasis. Unas
lamidas más suaves de su lengua la tenían casi sollozando, y luego volvió a subir
por su cuerpo. ¡Ahora se sumergiría en su interior!

Pero Kyla tenía otros planes, sin embargo. Sentándose, lo empujó sobre su espalda
y se sentó a horcajadas, con los ojos en llamas, el calor de su núcleo calentando su
excitación pulsante, como si se necesitara más calor. Inclinándose hacia adelante, lo
besó, y luego bajó la cabeza y dejó un rastro de besos por su pecho y sobre su
estómago.

—Siempre he pensado que este pequeño parche de pelo es tan sexy en un hombre
—dijo Kyla mientras besaba su parte baja del estómago, haciéndolo estremecer con
su tierno y atento toque.

No podía hablar mientras sus labios le daban besos de mariposa en toda su vara
palpitante. Cuando sus maravillosos dedos le agarraron y lo exprimieron, gimió
fuertemente, con la cabeza sacudiéndose mientras agarraba las sábanas para que
no agarrarla y girarla.
Su lengua rodeó la cabeza de su excitación antes de que sus labios lo cubrieran y le
chupara en el hueco caliente de su boca. Se sintió perder el control mientras lo
exploró, lo saboreó, y le complacía más allá de sus sueños más salvajes.

—No más —alcanzó a decir, apenas. Alargó la mano hacia ella y la levantó de su
cuerpo, manteniéndola tumbada encima de él, hasta que estuvieron alineados
perfectamente para poder empujar hacia arriba y unir sus cuerpos.

Envolviendo sus manos en su pelo, él atrajo su cara hacia él y capturó sus labios,
conduciendo su lengua en la boca de la misma manera en que estaba a punto de
conducir su virilidad dentro de su núcleo.

Ella se retorció en su parte superior, su cuerpo temblando por su propia necesidad,


y guio sus muslos más separados con las rodillas. Se agachó a su espalda y la atrajo
hacia sí para que pudiera frotar su erección en el exterior de su calor.

Empujándola hacia arriba de modo que ella estuviera ahora en una posición
sentada, con las piernas a horcajadas sobre su cuerpo, vio en trance como la luz de
una vela parpadeaba sobre su increíble belleza. Después de recorrer sus dedos por
su espalda hasta llegar a las caderas, la levantó para que se moviera sobre su
erección, y luego se detuvo.

—No cierres los ojos ahora —dijo, ya que comenzaba a cerrarlos a la deriva—. No
me dejes fuera de tu deseo. Quiero verte mientras sientes que me deslizo dentro de
ti.

Empujando sus caderas hacia arriba al mismo tiempo que él tiraba de su cuerpo
hacia él, sintió un estruendo de placer saliendo de su pecho y viajando hasta la
garganta cuando sus cuerpos finalmente se conectaron, cuando su calor lo rodeó y
ella latió a su alrededor.

—Ohhhh… —gritó ella, con los ojos en llamas, su cuerpo temblando.

Tanner no podía apartar la mirada mientras empujaba hacia arriba. Kyla aprendió
rápidamente y comenzó a seguir su ejemplo en su ritmo primitivo, pero de
ninguna manera tomó un papel pasivo. Cogieron velocidad, sus hermosos pechos
rebotando, su piel reluciente.

Tratando de no perder el control, porque tenía miedo de que pudiera hacerle daño,
Tanner hizo lo imposible por frenar, pero ella alcanzó sus hombros y gimió su
desaprobación, y luego empujó con fuerza sobre él.

Y lo hizo perder.

Agarrando sus caderas con fuerza, la soltó y empujó con fuerza dentro y fuera de
su hermoso calor. Su respiración era frenética y sus movimientos crecían más y
más rápido, y entonces ella se tensó, y su núcleo se apoderó de él, y se aferró a él
con mucha fuerza. Su grito de alegría y liberación desgarró el aire. El empujó más
profundamente en su cuerpo, y su grito se unió al de ella cuando derramó su
semilla profundamente dentro de ella.

Pasaron varios minutos antes de que su respiración se tranquilizara y ella cayera


contra él, sus pechos suaves y cálidos contra su pecho. Empezó a masajear su
espalda, sus manos ahuecando su trasero y luego volviendo hasta los hombros y
hacia abajo de nuevo. Ella suspiró contra su cuello, su aliento caliente haciendo
que su cuerpo empezara a moverse una vez más mientras aún estaban unidos.

—Podría hacerte el amor toda la noche y el día —dijo. Ella era tan increíble. Esto
fue todo tan increíble.

Ella murmuró algo contra su pecho y dejó de presionar para poder levantar la
cabeza.

—¿Qué has dicho, Kyla?

—Dije: Estoy en el juego si quieres —le dijo ella con una sonrisa tímida.

Eso fue todo lo que necesitó para despertarlo enseguida. Manteniendo sus cuerpos
aún fusionados, Tanner de alguna manera la volvió sobre su espalda sin dejar que
sus cuerpos se desconectaran, y después de besarla correctamente, hizo todo lo
posible para hacerle el amor hasta que llegara la luz de la mañana.
Se quedaron dormidos cuando las velas se quemaron y los dos estaban demasiado
cansados para continuar por un solo minuto más.
Capítulo 19
Traducido por Lectora
Corregido por Eli25

Kyla despertó, sus miembros aún enredados en Tanner y miró el reloj. ¡Mierda!
Llegaba tarde. Era el día libre de Tanner del centro comercial, pero no el de ella.
Bajando despacio de la cama, logró liberarse y levantarse sin despertar al hombre.

Habían hecho el amor dos veces seguidas, y luego se quedaron dormidos solo para
despertar de nuevo y hacer más el amor. Su cuerpo estaba dolorido, pero apenas
podía llamarse disgustada la forma en que se sentía. Cuando sintió una punta de
calor pasando sobre ella, estalló en una amplia sonrisa.

La luz había vuelto. ¡Aleluya!

Agarrando su ropa, se la puso y luego se dirigió al salón de Tanner y a la puerta


delantera. La abrió, rogando que no hubiera nadie allí para verla hacer su caminata
de la vergüenza.

No, no se avergonzaba de que hubieran hecho el amor. Ambos eran adultos que
habían consentido, pero él fue el primer hombre con el que había dormido sin estar
en una relación. Eso la hacía sentir un poco incómoda.

Pero había sido genial, y se negaba a arrepentirse, pero tampoco quería que
pensara que tendría ahora todas esas expectativas de él. ¿Cómo podría? No sabía
ni un diablo sobre el hombre. De hecho, ni siquiera sabía el apellido de Tanner.

A medida que se colaba en su apartamento, ese pensamiento la golpeó con toda su


fuerza. Acababa de pasar la noche en la cama con un hombre cuyo apellido no
sabía. ¿Qué la hacía eso?
No. No iba a hacerse esto. No podía arrepentirse, e incluso si pudiera, no quería.
Habían pasado casi tres años desde que había hecho el amor con un hombre, años
desde que se había permitido a sí misma una noche de placer, pasión sin culpa ni
vergüenza. No iba a quitarse eso.

Después de una ducha rápida, Kyla se vistió y luego salió de su apartamento.


Llegaba para trabajar en el centro comercial, y realmente esperaba no perder su
trabajo. Sí, este era solo un trabajo temporal, pero la agencia para la que trabajaba
tenía muchos trabajos temporales, y quería que este condujera a otro. No podía
explotar sus posibilidades, incluso como un elfo. No tenía muchas horas con su
otra posición a tiempo parcial como camarera.

—Hola, Kyla. ¿Está todo bien?

Kyla se detuvo cuando se encontró con Wayne, el guardia de seguridad que le


daba escalofríos. Odiaba sentirse así por cualquiera, especialmente de alguien que
estaba allí para protegerlos, pero no le gustaba el chico y quería estar lo más lejos
posible de él.

—Todo está bien —dijo con inquietud—. Solo llegó tarde para el trabajo. —Ella
comenzó a moverse delante de nuevo hacia la puerta principal del edificio.

—¿No estabas demasiada asustada anoche, con el corte de luz?

—Sí. Para ser honesta, me asustó, pero la luz volvió de nuevo, así que no hay
problema ya. —Le dio una risa nerviosa.

—Fui a revisar, pero no estabas en tu apartamento la noche anterior.

La forma en que dijo eso envió escalofríos por su espina dorsal. Cuanto antes
pudiera salir de allí, mejor.

—Eso fue muy amable por tu parte, Wayne, pero hay gente aquí que necesitan ser
examinados mucho más que yo.

—Me gusta revisarte. ¿Te vi en el video en el que bajabas al sótano?

Eso la detuvo en seco de nuevo, y un estremecimiento pasó a través de ella.


—Sí. Estaba intentando ver si el interruptor podía ser cambiado, pero estaba en
mal estado. Parece que deben haber arreglado en algún momento entre cuando
estaba allí y cuando volví.

—En realidad, no deberías ir allí, no sin un guardia, por lo menos. Nunca sabes lo
que encontrarás o lo que puede suceder. ¿Estaba alguien contigo? Estaba oscuro, y
era difícil poner un rostro a las personas en esa iluminación.

—No estaba sola, y estoy de acuerdo, que el sótano no es un lugar para ninguna
persona en la mitad de la noche. Llego muy tarde, sin embargo, así que tengo que
salir —dijo, dando otro paso.

—Claro. No quiero hacerte llegar tarde. —Pero la agarró del brazo y la detuvo. No,
no diría que lo hizo de una manera amenazante, pero todavía hizo que un
escalofrío desagradable viajara por su espalda—. Quería preguntarte si te gustaría
salir alguna vez.

Sus palabras la detuvieron en seco. Eso fue lo último que había esperado de él. ¿No
era inapropiado pedir salir a alguien del edificio que estabas custodiando? Ella no
quería molestarlo, pero ciertamente no querría ir a una cita con un compañero.

—Yo… um… en realidad estoy viendo a alguien en este momento —dijo. No lo


estaba, en realidad, sí, ella acababa de dormir con Tanner, pero no estaban juntos, y
no tenía la menor idea de si iban a dormir juntos de nuevo, pero él era una excusa
conveniente para salir de lo que sabía que iba a ser un día difícil—. Realmente me
tengo que ir —le dijo al guardia tan firmemente como pudo, y entonces soltó su
brazo de su agarre, empujado a través de las puertas, y prácticamente corrió desde
el edificio, una historia de terror totalmente en su mente otra vez. Ni siquiera podía
imaginar estar en ese sótano oscuro con Wayne. Solo la idea le envió un nuevo
nivel de terror corriendo a través de su cuerpo.

Ella sabía que el hombre era probablemente inofensivo, pero con los cortes de luz,
su imaginación, y su aversión a ese hombre en particular, su mente estaba
corriendo en un millón de escenarios diferentes por su mente.
Kyla llegó al centro comercial, y por suerte no era demasiado tarde. Nadie la había
echado o amenazado con llamar a su empleador, por lo que pasó el día intentando
hacer felices a los niños. Pero su mente no pudo evitar divagar. ¿En que se había
metido? Parecía que su vida era una gran montaña rusa y que no estaba segura de
cuando iba a ser volteada boca abajo otra vez.

Después de su turno tendría que visitar a la abuela de Billy. Realmente esperaba


que la mujer se despertara pronto. El chico había tratado suficiente con la pérdida
durante toda su vida, y ciertamente no necesitaba perder a su abuela además de
haber perdido a sus padres.

Su papeleo estaba lleno, y estaría allí para el niño si pudiera. Tal vez se necesitaban
el uno al otro.

Su noche de placer estaba ciertamente terminada —esto era lo único que podía
decir. El mundo real se entrometió con una gran bienvenida, y a ella no le gustaba
ni un poquito.
Capítulo 20
Traducido por Kenia20
Corregido por Eli25

—Quiero toda la información que se pueda encontrar sobre Billy Stephens y su


abuela, Vivian Stephens. —Tanner esperó la respuesta de su asistente antes de que
añadiera—: Nadie debe saber acerca de esto.

Sin más que decir, colgó. El por qué aún se preocupaba por ese pequeño patético
estaba más allá de él, pero había estado inquieto todo el día, paseándose en su
apartamento, y necesitaba algo para ocupar su mente. ¿Cómo demonios Kyla había
podido escaparse de su cama sin que lo supiera?

Normalmente no se dormía con una mujer todavía en su cama, pero la única razón
por la que había dejado a Kyla quedarse en la cama con él era para ayudar a
mantener el calor corporal y porque ella le había dicho que tenía miedo a la
oscuridad. Sí, eso era todo. Pero incluso mientras asentía con la cabeza en acuerdo
con lo que estaba diciéndose a sí mismo, por amor de Dios, tenía que admitir que
ella era diferente.

Podía decirse a sí mismo que todo lo que quería era alejarse de ella y nunca mirar
hacia atrás, pero esta pequeña mujer, esta mujer que era totalmente inadecuada
para él, estaba rápidamente metiéndose en su vida.

No le gustaba eso. No le gustaba ni un poco. Y lucharía como el infierno.

Solo tendría que luchar contra eso hasta el día de Navidad, cuando correría como
el infierno de nuevo al alto ático de soltero en el cielo de Seattle. Tomar las cosas
un día a la vez —¿no era eso lo que tenía que hacer? ¿Aceptar las cosas que no
podía cambiar? ¿Qué le daban igual? Pero un poco más de pequeñas correcciones
no harían daño. Una cosa que Tanner sabía con certeza era que la quería de vuelta
en su cama de nuevo esta noche.

La espera de que llegara a casa después del trabajo lo estaba matando. Sí, había
llamado a las autoridades y pidió permiso para caminar por el centro comercial
para acompañarla allí, y ellos se habían negado. Ya le habían dejado ir al hospital,
le habían dejado tener algo de clemencia, se lo habían señalado.

Ese maldito dispositivo en el tobillo lo estaba fastidiando.

—Solo unos días más por venir —se recordó en voz alta.

Era un buen hombre, un hombre que daba a la comunidad, que proporcionaba


puestos de trabajo, que obedecía la ley. Los dos oficiales que lo habían tan
alegremente escoltado a este maldito edificio no parecían sentir lo mismo, sin
embargo. Bueno, al diablo con ellos. Estaba aquí solo por un poco más.

Bueno, tenía que admitir que la idea de irse y no volver a ver de nuevo a Kyla era
mucho menos atractiva. Pero, ¿quién sabía lo que iba a suceder en los próximos
días? Simplemente se aferraría al feliz pensamiento de que estaba temporalmente
loco, muy probablemente del molde que sabía tenía que estar en todas partes en
este antiguo edificio.

Cuando Kyla no llegó de vuelta al complejo poco después de que su turno hubiera
terminado, comenzó a preocuparse. ¿Y si algo le había pasado? Cuando dos horas
pasaron, estaba a punto de romper la ley e ir a buscarla.

Después de unos minutos más, se dirigió resueltamente a las puertas de entrada


del edificio, sin importarle si los malditos oficiales llegaban y lo arrestaban. Ella
podría estar en problemas, y él necesitaba asegurarse de que estaba bien.

Justo cuando empujó las puertas abiertas, ella vino a través de estas. Él no le dio
ningún saludo mientras ella lo miraba, sorprendida, y rápidamente miró hacia
abajo de nuevo. Esto no era bueno. Ella ni siquiera lo miraba a los ojos.

—¿Dónde estabas? —La pregunta no estaba destinada a salir tan brusca, pero
había estado preocupado, maldita sea.
—¿Cuál es tu problema, Tanner? —dijo mientras levantaba la mirada, el fuego
instantáneamente saltando en sus ojos.

—Estaba preocupado. —Una vez más, Tanner se sorprendió cuando esas fueron
las palabras que salieron de su boca. No se preocupaba por la gente, y si lo hacía,
desde luego, no lo admitía.

—Oh. —Su temperamento se desactivó rápidamente—. Fui a visitar a Vivian. Ella


todavía no está despierta, pero se ve mejor. El médico dijo que espera que se
despierte en cualquier momento.

—Eso es maravilloso. —¿Debía admitir que estaba revisando a Billy, que estaba
intentando ver si había algo que podía hacer por el niño? No. No debía, no aún,
por lo menos. Sostendría esa tarjeta en su pecho y la sacaría cuando jugara en su
mejor ventaja. Si ayudaba al chico —un acto de aburrimiento, por supuesto— ¿no
le haría eso más atractivo para Kyla? ¿No eran las chicas amantes de un hombre
viniendo al rescate? Sí, lo eran. Solo estaba ayudando al niño a volver a sus
pantalones. Ese pensamiento le hizo sentir mejor, y se negó a pensar incluso que
estaba mintiendo, incluso en su propia cabeza.

—Traté de obtener información sobre Billy, pero no me dirán nada. ¿Sabías que el
proceso de convertirse en padre adoptivo es largo y prolongado? En el momento
en que pudiera hacer algo, su abuela se recuperará completamente. Aun así he
empezado el papeleo. Odio la idea de él estando solo y asustado.

—Sé que odiabas entregarlo, pero si no hubieras hecho eso, habrías sido
considerada una secuestradora. Hiciste lo correcto, Kyla.

—No importa si hice lo correcto o no. Siento que lo he traicionado, y ya ha pasado


por muchas cosas. Es solo que… no está bien —dijo ella, con los hombros caídos.

—¿Por qué no vienes? Te haré un poco de cena y podemos hablar de ello… —


Bonita oferta, pensó.

—No puedo esta noche, Tanner. Estoy muy cansada. Quiero un baño caliente e
irme a dormir. Es patético, pero es lo que es. Y yo soy lo que soy.
Antes de que él fuera capaz de discutir con ella, o tal vez convencerla, ella se
volvió y caminó lejos de él. Se sorprendió de que hubiera sido rechazado, y por
una mujer que conocía todos sus mejores trucos en el dormitorio —bueno, no
todos ellos— que por el momento en que se dio cuenta de lo que estaba haciendo,
ya estaba en su apartamento y la puerta se estaba cerrando. Tal vez solo lo dejaría
pasar.

—Ouch. Parece que eso dolió.

Tanner se dio la vuelta, la furia rodando a través de él.

—¿Quién diablos eres tú?

—Hey, no descargues tu mal humor en mí. Soy Wayne, uno de los guardias de
aquí.

—Bueno, agradecería si mantiene sus comentarios para sí mismo —le dijo Tanner
mientras se volvía para irse.

—Solo estoy diciendo que ella no es la galleta más cálida en el lote. La dama de
arriba en el tres-doce calienta mucho más rápido —dijo Wayne con una mirada
astuta.

—Vete al infierno —dijo Tanner, y cerró la puerta en la cara del guardia.

Parecía que Wayne no tendría trabajo por la mañana.

Tanner se dejó caer en el sofá e hizo dos llamadas telefónicas más. Esta inquietud
loca realmente le molestaba. No necesitaba a Kyla con él para hacerlo feliz. Tenía
que ser este lugar. Tan pronto como saliera de aquí, volvería a ser él mismo.

Y eso era justo lo que quería.


Capítulo 21
Traducido por Flor
Corregido por Eli25

—… Y un Buzz Lightyear, y Megatron, y…

El chico quería un millón de regalos por Navidad, y Tanner desconectó. No le


preocupaba. Si este trabajo le había enseñado algo era que la mayoría de la gente
eran simples codiciosos.

Ningún niño le había llegado como Billy lo había hecho casi tres semanas antes. Él
había conseguido la información que había pedido, pero casi deseó que pudiese
borrar de su cabeza lo que el informe decía.

El padre de Billy había sido soldado, había sido desplegado durante un año, y casi
había llegado a casa. Su esposa, la madre de Billy, le había recogido en el
aeropuerto y se habían caído por el puente; Billy no había vuelto a ver a su padre
otra vez.

En un minuto él estaba dormido en su cama sin ni siquiera idea de que su padre


había vuelto a casa, y al momento siguiente había sido despertado para ver la cara
triste de su abuela, y oírla decir que iba a vivir con ella ahora.

Ambos tenían mucho que curar, y ahora Billy se culpaba por haber hecho que su
abuela se hiciera daño. Ella estaba despierta, pero hubiera sido casi mejor si no
hubiese salido del coma.

Cuando los doctores consiguieron curarle la cadera, descubrieron que tenía cáncer
de huesos. Era demasiado tarde para que ellos —o cualquiera— hiciese algo. Así
que Billy no solo no obtendría su deseo de Navidad de tener a sus padres a su lado
de nuevo, ahora además iba a perder al único de sus parientes que seguía con vida.
Tanner estaba tratando desesperadamente de no mortificarse por ello, pero
mientras miraba hacia la hilera de niños que aún permanecían en su cola,
tomándose fotos y diciéndole cuantos juguetes querían, todo en lo que podía
pensar era en un pequeño niño. Aunque lo hizo lo mejor que pudo para sacar a
Billy de su cabeza. El niño no era su responsabilidad. Tampoco lo era Kyla. Casi
había terminado con este lugar, y una vez que su período de estancia se acabase,
habría acabado para siempre, ¿así que cómo podrían estas dos personas ocupar
tanto de su tiempo?

Agitando su cabeza, prácticamente empujó al pequeño que tenía en su regazo. Aun


así, no estaba completamente en modo tacaño. Un indicio de sonrisa apareció en
sus labios mientras una pequeña niña rubia con grandes ojos marrones y
sonrosadas mejillas tomaba el lugar del niño en el regazo de Tanner.

—¿Qué puede traerme Santa Claus por Navidades? —preguntó.

Ella le mostró una rápida y preciosa pequeña sonrisa.

—Quiero un pony púrpura —le dijo con una risita nerviosa.

—¿Un pony púrpura? —¿Ellos hacían siquiera cosas como esa?

—Sí, Santa, con destellos brillantes.

—Santa tendrá que hablar con sus elfos y ver si puede conseguirte una de esas
cosas —le dijo. Al menos ella no había leído uno a uno una lista de un pergamino
interminable. Las chispas brillantes en sus ojos eran simplemente adorables.

—Gracias, Santa. Te quiero —dijo la pequeña.

—Santa también te quiere —le dijo, y aceptó un gran abrazo. De acuerdo, esto no
era tan malo. Tan solo se estaba sintiendo cascarrabias respecto a la humanidad
anterior.

Después ella se inclinó hacia atrás y perdió el color de su cara.

—Uh-oh. —Esa fue su única advertencia antes de que su boca se abriese y una
oleada de inmundicia le cayera disparada encima.
Tanner se congeló mientras el olor a vómito invadía sus fosas nasales y un trozo de
comida se quedaba atrapado en su barba falsa. Sus llamados ayudantes dieron
todos unos pasos hacia atrás; lo mejor que pudieron hacer por él, al parecía, era
darle amplias miradas de horror.

—Lo siento, Santa —dijo la pequeña antes de que rápidamente se bajase del regazo
y corriese hacia su madre, las lágrimas derramándose de sus ojos.

—Está bien, dulzura. Tú no querías devolver encima de Santa —le dijo su madre.

—Ahora él no me traerá mi pony —sollozó.

—Por supuesto esa era la razón por la que estaba llorando —murmuró Tanner—.
Codiciosa como cada maldito de ellos. ¡He terminado por hoy! ¡Ahora mismo!

Con esto, se levantó y salió como una tromba de su ridículamente festiva área ‘Polo
Norte’, atravesando el centro comercial con gente patinando a su alrededor, su
hedor siguiéndole a donde quisiera que fuese. Le habían meado encima, le habían
escupido, echado mocos, y ahora vomitado encima. ¿Cómo demonios conseguían
que alguien quisiera hacer ese trabajo en realidad? No había cantidad suficiente de
dinero en el universo que hiciese que ser Santa mereciese la pena.

Todos los niños eran simples máquinas de lanzar gérmenes para destrozar las
vidas de los adultos ignorantes. ¿Quién en su sano juicio querría de hecho tener
alguno de esos repulsivos pequeños mocosos para sí mismo? ¿Y Billy? Él era
probablemente un pequeño intrigante, también, jugando con su dolor con gran
empeño.

Tanner entró en la habitación de descanso, y encontró a Kyla sentada en un banco


y frotándose los pies.

—¿Por qué demonios no estabas ahí afuera?

Su mirada asombrada le hizo darse cuenta de que, en su ira, debía estar


comportándose exageramente. Pero él estaba cubierto de vómito. ¿No le daba eso
un pequeño margen de actuación?
—Estoy en el descanso —le dijo antes de que su nariz se retorciese y después se
retiró—. ¿Qué diablos sucedió?

—¿Qué crees que sucedió? Todas y cada una de las cosas desagradables que puede
hacerme un niño, me lo han hecho. ¡Gracias a Dios solo me queda un día más para
hacer de esta mierda de Santa Claus!

—No es tan malo. Son solo niños, y ellos te adoran —le recordó.

—¿Tan solo niños? ¿Cómo puedes siquiera decir eso? Has visto su
comportamiento. Todos son unos monstruos disfrazados. No dejes que su pequeño
tamaño te engañe —despotricó mientras se desvestía.

Cuando sus ojos conectaron con los de ella de nuevo y vio la mirada de apreciación
que le dirigió a su torso desnudo, su temperamento se enfrió. No, no habían hecho
el amor en dos días, y sí, ella se las había arreglado para evitarle como si fuese una
plaga, pero aún lo quería. Eso era muy obvio.

Solo le quedaban dos noches de sentencia, y planeaba aprovechar al máximo el


tiempo.

—¿Qué te parece si nos escapamos de aquí? Ya no tengo que usar más el traje de
Santa, así que pueden ir a dárselo a otro tipo. Podemos ir a acurrucarnos y ver otra
película de Navidad.

La última cosa que quería hacer era ver una película, pero si eso conseguía que ella
se abrazase a él, entonces vería una docena de esas cosas. Su primera película no
había sido ni la mitad de mala de lo que pensaba —bueno, no lo había sido hasta
que ella cayó dormida. Y tuvo que sentarse a ver a Jimmy Stewart y Donna Reed el
resto del tiempo.

—No puedo dejar simplemente el trabajo, Tanner —dijo con la mirada baja.

—¿Por qué me estás evitando? ¿Te arrepientes de lo que sucedió entre nosotros? —
Ahí estaba. Ella no podía escaparse de responder eso.
—No. Decidí no arrepentirme de eso, pero eso no significa que vaya a suceder de
nuevo —le dijo, mirando hacia atrás con un centelleo de determinación en sus ojos.

—¿Por qué no? Somos buenos juntos. ¿Por qué luchas? —La lógica era siempre la
respuesta, ¿no?

—Solo porque somos obviamente compatibles en la cama, eso no significa que


debamos continuar y saltar a ella.

—En mi libro, eso es exactamente lo que significa. —¡Mujeres! ¿Eran incapaces de


razonar?

—Mira, es obvio que tú no vas a estar por aquí mucho tiempo, Tanner, y yo no
acostumbro a ser la clase de chica de rollo de una noche, así que no vamos a tener
arrepentimientos, pero tampoco vamos a pretender que hay algo entre nosotros.

Él se agarró a la parte de su explicación como pudo.

—No será un rollo de una noche si lo hacemos otra vez.

—¿Lo dices en serio? —preguntó, con un rastro de sonrisa en su cara.

—Oh, cielo, yo soy del todo real —le aseguró mientras daba un paso más cerca.

Su nariz se arrugó por segunda vez, y ella se puso de pie y se retiró.

—¿Por qué no vas y te das una ducha? Tu aspecto puede ser atractivo pero tu olor
está acabando con mi buen humor.

Con ese disparo letal, ella salió de la habitación. Él estuvo a punto de seguirla antes
de darse cuenta de que estaba de pie en calzoncillos y ridículos calcetines rojos.
Con un suspiro, agarró sus ropas y se encaminó a las duchas del centro comercial.

Lo más triste era que la ducha era mejor que la de su apartamento. Pero eso
difícilmente sería un problema nunca más.

Kyla era el problema. Debía pensar que estaba evitándole con éxito, y debía pensar
que era ingeniosa, pero no sabía lo terco que podía ser.
Y lo iba a descubrir muy pronto.
Capítulo 22
Traducido por Flor
Corregido por Eli25

Un solo día para entrar en su casa de tuberías con fugas, congeladora de huevos, y
anteriormente infestada de ratas. Vale, la temperatura aún era horrible por aquí,
todo lo demás era demasiado malo, la temperatura debía también seguir
adaptándose.

Tanner tenía una sonrisa cuando se encontró canturreando villancicos navideños.


Había terminado por el día de hoy —el centro comercial había cerrado pronto la
Noche de Navidad así los empleados podía celebrarlo con sus familias— y se había
vestido el traje de Santa por última vez. Con el regocijo inminente, tiró su estúpido
traje en la devolución de trajes, dándole un pequeño empujón extra para decir ¡qué
alivio!, y se marchó del centro comercial con una sonrisa.

Kyla no había trabajado allí hoy. Chica afortunada. Ella tenía otro trabajo, que
tenía que ser mejor que tratar con pequeños niños mocosos, cualquiera que fuese.
Pero él no era tan afortunado, porque su ausencia había hecho que el tiempo se
arrastrase. La incertidumbre y la anticipación no le ayudaron. Era su última noche
con ella y quería hacer que contase. Ella no había dicho cuáles serían sus planes
para la noche, pero como no le quedaba ninguna familia, él esperaba que pudiesen
pasarla juntos. Había encargado una bonita cena al catering, que llegaría en un par
de horas.

Los dos podrían comer una exquisita comida y después acurrucarse en el sofá. La
noche anterior, ella había rechazado su oferta de ver otra cursi película de
Navidad, pero no podría hacer eso ahora, ¿no? No la Noche de Navidad. Y esta
vez no caería dormida, porque la obsequiaría con todos sus mejores movimientos.
Y ya sabía cuánto le gustaban.

Era el momento de que volvieran a tener contacto. Desde que habían hecho el
amor hacía casi una semana, la tensión sexual había crecido hasta el punto de
ebullición —al menos para él— y estaba más que preparado para reabastecer la
magia que hacían juntos. Era esta noche o nunca, porque una vez que abandonase
este edificio, no regresaría.

Como era normal, ese pensamiento envió un extraño calambre a través de él, pero
eligió ignorarlo. Seguro, había estado sintiéndose un pelín sensiblero en relación a
esta mujer, pero la gente en circunstancias extremas tendía a actuar en contra de su
carácter. Había oído eso en la película Speed.

Esta no era su vida. Estaba feliz con quien era fuera de este lugar, de esta realidad
alternativa, viviendo en su apartamento del ático, trabajando día y noche, y
vistiendo un smoking mientras bebía champán y caviar en lugar de cerveza y alitas
picantes.

Esta existencia estaba por debajo de él. No se consideraba un snob; solo era un
hombre que había trabajado duro y le gustaban las cosas buenas de la vida. No
había nada malo en eso. Muy bien, tenía que concederlo, tenía una familia rica de
veras, y sí parecía tener el toque de Midas.

Cuando alcanzó el edificio de apartamentos, la imaginación de Tanner corría tan


vívidamente que prácticamente podía saborear la piel de Kyla en sus labios. Y
mientras giraba en la esquina del final del vestíbulo, no estaba prestando atención,
y corrió precisamente hacia ella, haciéndola casi caer sobre su trasero.

Ella llevaba muchísima prisa.

—Oh, lo siento —resolló ella antes de levantar la mirada y descubrir quién era—.
Hey, Tanner, lo siento, no tengo tiempo para charlar. Voy súper tarde —dijo ella
mientras intentaba pasar a su lado.

—¿A dónde vas? —le preguntó, resuelto a bloquearle el paso.


—Tengo planes esta noche.

Vago, por decir poco, y no estaba ni cerca de dejar que ella se largase con eso.

—¿Qué planes? —preguntó sospechoso. Se suponía que pasaríamos esta noche


juntos. Ella no podía estar viendo a otro hombre, no había posibilidad de eso. Él lo
sabría. ¿Verdad? Quizá no. Ella había sido capaz de evitarle en su camino con más
frecuencia de lo que le habría gustado.

—Solo tengo planes. —Ella bajó la mirada, rechazando encontrarse con la suya.

Los celos de inmediato le golpearon la tripa. Quizá estaba viendo a otro hombre.

—Pensé que tendríamos una cena juntos esta noche. La encargué.

Sus cejas se alzaron.

—¿Has encargado la cena de Navidad? ¿No se supone que una comida festiva
significa que uno trabaja como un negro junto a un fogón caliente durante todo el
día?

—No cocino comidas muy complicadas, solo desayunos, y preferiblemente


después de trabajar duro para conseguir un buen apetito —dijo mientras trataba de
darle la vuelta.

—Sí, mi padre ‘ayudaba’ a mi madre una o dos veces en la cocina para cenas
complicadas —dijo Kyla—, pero fue un desastre absoluto. Cuando sea que lo
intentaba de nuevo, ella acababa por espantarlo, diciéndole que liaría todo un
montón. —Una sonrisa melancólica apareció en sus labios.

—Además, ¿no es mejor tener una bonita comida sin estar extenuado por cocinar
día y noche en la cocina? —le preguntó, tratando de tentarla para que cambiase de
opinión.

—No, Tanner. Parte del atractivo de una gran cena de Navidad es saber que ha
sido preparada con amor. —Incluso la pequeña sonrisa en su cara no duró mucho
antes de desaparecer cuando dijo aquellas palabras.
Esto no era bueno. Él la quería feliz y libre de preocupaciones esta noche, no
hundiéndose en un pasado feliz que no podría volver a tener de nuevo.

—Tendré que recordar eso —dijo, pero no lo haría, al menos si evitaba la familia en
las grandes vacaciones tan frecuentemente como lo hacía. ¿Lo recordaría ella?
Después de esta noche no se verían más.

—De verdad tengo que irme. Llego muy tarde. —Ella intentó rodearle por segunda
vez.

—En serio, ¿a dónde?

Si no iba a quedarse con él, entonces él tenía la maldita necesidad de querer saber
dónde iba tan apurada.

Ella dudó, después suspiró.

—Voy a servir la cena esta noche en un albergue de gente sin hogar del vecindario.

Guau. No era una cita con nadie más, después de todo. Una cita en la Noche de
Navidad probablemente significaba que la relación tenía que ir a algún lugar —
como la iglesia.

—¿Por qué? —le preguntó antes de que fuese capaz de detenerse.

—Porque no tengo familia para celebrarlo, y me imaginé que podía devolver algo
de lo que tengo. Sé que es lo que mi madre haría si aún estuviese aquí, y estuviese
ella sola.

—Iré contigo. —Oh, no. ¿Qué acababa de decir? La última cosa que Tanner quería
hacer era pasar el rato en una cocina cutre y servir comida a gente que vivía en la
calle. ¿De todos modos, por qué eran personas sin hogar? No tenía sentido el por
qué alguien elegiría esa clase de vida. Eran claramente demasiado vagos para
trabajar.

—Um… no necesitas hacer eso —dijo ella, mirándole fríamente.

¿Era su desdén tan obvio?


—Quiero hacerlo. —Se dijo a sí mismo que era solo porque quería conseguirla a
solas más tarde. Seguramente, si fuera con ella a servir comida a esas personas sin
techo, ella se derretiría lo suficiente para que finalmente consiguiese meterla en el
saco de Santa otra vez.

—No lo sé, Tanner. No pienso que sea la clase de lugares que frecuentas.

Su falta de fe en él era exasperante. Garantizado, estaba pensando lo mismo, pero


tener esas palabras saliendo de su boca no le hacía feliz en absoluto.

—Déjame tan solo ir y hacer una llamada telefónica. Promete no irte sin mí —le
dijo dándole una mirada severa.

—Supongo —replicó ella, y se apoyó contra la pared. No parecía en absoluto


convencida de que regresase de su apartamento.

Tanner se apuró a entrar y sacó la tarjeta del ridículo dispositivo policial de


monitorización. ¡Maldición! Odiaba tener que pedir permiso para ir a cualquier
lado. Un día más, se dijo a sí mismo. Solo tenía que aguantar un día más. De hecho,
¡menos de un día!

Su llamada fue cogida al tercer timbrazo, y aunque el oficial, que era el que el
primer día le lanzó allí, le dio permiso para servir comida en un albergue de
vagabundos, el tipo tuvo la audacia de reírse y decirle a Tanner:

—¡Buena suerte!

Aun así, Tanner seguramente necesitaba toda la buena suerte que pudiese
conseguir.

Su segunda llamada fue a su asistente. Acaloradamente le dijo a Randy que tuviera


la comida preparada y lista para cuando regresasen. Empezarían más tarde de lo
que Tanner hubiese querido, pero aún continuaba con sus planes para conseguir
seducir a su pequeño elfo navideño. Esa única noche no había sido ni de lejos
suficiente. Cuando salió para regresar al vestíbulo, estaba aliviado de ver que ella
aún continuaba allí. Estaba mirando el reloj con el ceño fruncido; pero aun así le
había esperado.
—Todo listo —dijo él, con la mejor sonrisa que sabía cómo engañar. Tomó su brazo
y lo puso entre los suyos—. ¿A cuánto está ese lugar, muy lejos?

—A casi una milla, pero debemos apurarnos porque vamos realmente tarde, así
que mejor agarramos un taxi.

Les tomó solo un par de minutos antes de que un taxi llegase hasta allí, y Tanner lo
paró sin ningún problema. El taxista hablaba sin parar, y Tanner tuvo que luchar
contra su irritación cuando Kyla se inclinó sobre el asiento y empezó a hablar con
ese tipo. Ella incluso sonaba excitada. Por supuesto, Tanner no tenía motivo alguno
para estar celoso, ¿así que por qué no soportaba compartir su atención? Ridículo.

Cuando llegaron al albergue, le costó todo su esfuerzo no arrugar la nariz ante la


muchedumbre que se encontraba delante. Había un grupo de hombres fuera,
algunos andrajosos; ¿estos tipos no se habían bañado en un mes? El olor acre de
orina y el de los cuerpos flotaba en su dirección. ¿Cómo iba a conseguir pasar esta
noche?

—Por aquí —le dijo Kyla y le dirigió a un pequeño pasaje y luego adentro por una
puerta lateral. Le tomó toda su fuerza de voluntad no darse la vuelta y comprobar
que no los seguía alguien para quitarle la cartera o robarles todo lo que tuviesen.

—¡Kyla! Qué feliz estoy de que lo hagas —dijo una mujer con aspecto agobiado—.
Estaba empezando a preocuparme. Los gemelos consiguieron algo de comida en
mal estado y estamos con un par de personas menos. —Le lanzó el mandil a Kyla
antes de darse siquiera cuenta de Tanner. Fue casi cómico ver los ojos de la mujer
ampliarse cuando lo hizo.

—Hola, Maggie —dijo Kyla—. Este es Tanner, mi vecino. Quiere ayudar esta
noche. Puede ser que sea de tamaño suficiente para cubrir el puesto de los dos
gemelos, así no se notará su ausencia. —Con una risa, volvió a hundir sus manos
en la pileta y comenzó a frotar.

—Bien, no voy a quejarme por un par de manos extra. —Maggie fue al mostrador
pequeño, agarró otro delantal y se lo lanzó a Tanner.
Él se quitó su abrigo, se deslizó el delantal, y lavó sus manos en el fregadero que
Kyla acababa de usar.

Maggie entró en modo trabajo, dirigiéndolos a los dos a los lugares en que los
quería, y el siguiente par de horas pasaron en un suspiro mientras Tanner estaba
de pie en una mesa al lado de dos muchachitas que no deberían tener más de
dieciséis años, y preparaban los platos de la cena para lo que parecía una cola de
gente sin fin.

—Que Dios le bendiga.

Tanner se despertó de su aturdimiento para encontrar a una pequeñita mujer de


pelo oscuro con una pequeña criatura colgando de su pierna. ¿Qué demonios hacia
una mujer como ella en la calle, y además con un niño pequeño? Quería preguntar,
pero se mordió la lengua.

—Feliz Navidad —le respondió en su lugar, sorprendido por el número de


personas a las que había servido que no parecían de las que clasificaría como sin
hogar.

—No todo es lo que parece —le dijo la mujer, como si leyese su mente.

—No la estoy juzgando —le dijo rápidamente, sintiéndose como un asno, sabiendo
perfectamente bien que eso era lo que había estado haciendo.

—Sí lo hacía, pero está bien. Acostumbraba a hacer exactamente lo mismo cuando
trabajaba para una prestigiosa firma de abogados. Mi esposo murió y entonces mi
jefe decidió que como estaba soltera sería una viuda alegre y sería un gran juguete.
Cuando no le di lo que quería, me despidió. Intenté que me estimasen una
demanda de acoso sexual, pero ellos no habían llegado a ser los abogados de más
alto nivel de la zona por ser estúpidos. Así que pronto me encontré con que no solo
estaba sin trabajo, sino que no podía conseguir ningún otro, mi jefe anterior había
ensuciado mi nombre. Un gran tipo. De cualquier manera, porque la gente se
encuentre sin ninguna opción, eso no significa que hayan elegido esa vida para sí
mismos.
Extraño. Ella sonaba fuerte pero aun así destruida. Todo al mismo tiempo.

El chico pegado a su lado no podía tener más de tres años o cuatro. Vestía ropas
abrigadas y buenos zapatos. Era obvio que ella se había preocupado por el
jovencito.

—Lo siento — dijo Tanner. Él esperaba no parecer tan idiota como se sentía.

—Ya estoy acostumbrada a eso ahora. Todo empezó hace un año. Recientemente se
nos agotó el dinero y nos quedamos sin la casa. Mi marido era un buen hombre
pero no hizo mucho dinero y nuestros ahorros eran pequeños. Traté de hacerlos
durar, pero no fueron demasiado lejos. No permaneceré hundida mucho tiempo,
sin embargo. Tengo a mi hijo para preocuparme por él.

Antes de que Tanner pudiese decir nada más, ella se movió, y la fila continuó.
Cuando la última de las personas tuvo su plato, Tanner se encontró echando una
mirada a las vacías bandejas y a las caras sonrientes de los patrocinadores.

Aunque algunos estaban obviamente descorazonados de estar en esta situación,


pero aun así estaban agradecidos de tener un techo caliente sobre sus cabezas con
un grupo de personas que, al menos por una noche, eran su familia. A pesar de
que eran unos extraños.

Tanner se sintió humilde.

Kyla iba a través de la gente, dándoles galletas extra y rellenando sus vasos con
agua. Otros trabajadores pasaban dando dulces a los niños y algunas otras
pequeñas cosas como nuevos cepillos y pasta de dientes.

Los ojos de la gente se iluminaban mientras recibían regalos sin coste. ¿Hacia
cuánto que Tanner lo daba todo por sentado? Había crecido rico, nunca había
tenido nada por lo que preocuparse. Sabía que siempre iba a tener la siguiente
comida, que tendría una cálida cama para descansar. Su vida había sido fácil.

Bien, había sido así hasta que había empezado este mes. ¿Y si pasaba a tener una
de estas vidas, una como la que estaba viendo ahora, y a largo plazo, y si la suerte
de repente le abandonaba y el destino se mantenía lanzándole una bola curva tras
otra? Había pasado muchas cosas en la vida, pero nunca hasta el punto de tener
que preocuparse por mantener un techo sobre su cabeza o comida en su estómago.

Deambulando alrededor de las mesas que instalaban a personas que tan solo
estaba empezando a comprender, no tardó mucho en encontrar a la mujer y al
pequeño niño. Ella estaba sonriendo mientras desenvolvía una barra de chocolate
para su hijo y se la alcanzaba. El niño dio un mordisco y sonrió tan dulcemente que
a Tanner le costó un momento aclararse la garganta.

—¿Cuál es su nombre? —le preguntó cuándo finalmente pudo hablar. Después se


sentó a su lado.

—Morgan —le dijo con algo de cuidado.

—¿Qué hacía para la firma de abogados, Morgan?

Ella le miró a los ojos, mientras analizaba sus motivos para la pregunta. Tanner se
preguntó cuanta gente había intentado aprovecharse de ella desde que había
quedado a su suerte. Él probablemente no quería saberlo.

—Soy asistente jurídica, así que un poco de todo. Echo de menos el ajetreo y las
prisas del mundo de los negocios, peor miro el lado positivo. Tengo mucho tiempo
para estar con mi hijo, después de todo, incluso aunque tenga que hacerlo en un
albergue.

Tanner se dio cuenta del brillo en sus ojos, el deseo de estar en la cima del juego.
Sin ni una duda, él metió la mano en el bolsillo, sacó su cartera y tomó una tarjeta
de negocios.

—Mi nombre es Tanner Storm y mi padre tiene una compañía en el centro de


Seattle. Ve y dile que yo te he enviado y que quiero que hagas una entrevista de
trabajo el lunes. No, en el caso de que estés preocupada, no hay ninguna condición
sujeta a esta oferta.

—¿Por qué haría esto? —preguntó Morgan, su expresión cambió al completo shock
y su voz se ahogó. Su mano se agitaba ligeramente mientras ella tomaba la tarjeta
que él acababa de escribir con el número de su padre.
—Porque no me intimido fácilmente y pienso que lo que tu jefe anterior te hizo es
horrible. Si quieres un buen trabajo, te ayudaré a conseguir dar el primer paso para
tenerlo. El resto dependerá de ti. —Él se levantó para dejarla a ella y a su hijo con
su celebración.

Su mano salió disparada y le agarró por el brazo. Ella estuvo en silencio durante
un minuto mientras trataba de recomponerse. Tanner esperó, inconsciente de que
Kyla estaba observando el intercambio desde el otro lado de la habitación, aunque
no podía oír lo que se estaba diciendo.

—Feliz Navidad, Mr. Storm —le dijo Morgan—. Gracias por esto. Nos ha dado a
mí y a mi hijo el mejor regalo que nadie podía darnos. Incluso aunque no fuese
contratada, su amabilidad me ha tocado profundamente. Es un buen hombre —le
dijo mientras se le escapaba una lágrima.

Su última frase seguía sonando en su cabeza. ¿Era un buen hombre?

—Morgan, no puedo ni empezar a decirte lo que me has dado esta noche —le dijo
con las cuerdas vocales estrechándose. Él puso su mano sobre las de ella y asintió
subrayando su sinceridad.

Él se giró y se alejó, con un peso en el pecho. Cuán equivocado había estado con
esta gente. Siempre había asumido que los sin techo lo eran por su propia
voluntad. Él nunca se había tomado el tiempo de pensar que quizá, solo quizá, no
habían elegido sus propias circunstancias.

—¿Qué era todo esto?

Tanner se giró para encontrar a Kyla mirándole sospechosamente.

—Feliz Navidad, Kyla.

Levantando la mirada, él se dio cuenta del muérdago sobre sus cabezas. La


arrastró hacia él sin demora y la besó, un dulce y relativamente corto beso que aun
así le demostró cuanto la necesitaba. Cuando la soltó, los corazones de ambos
latían con fuerza, y alguna gente aplaudió, pero él solo tenía ojos para ella.
—Vámonos a casa —le dijo, y le dio una mirada que no dejaba lugar a duda de lo
que significaban sus palabras.

—Me gustaría eso —murmuró.

Durante un momento pensó que la había entendido mal, pero mientras su mano se
deslizaba en la de él, él supo que ella estaba de acuerdo. Con su corazón golpeando
a toda marcha, la condujo a través del comedor y de la cocina, donde agarró sus
abrigos y después rápidamente la condujo al exterior.

Él necesitaba regresar al apartamento antes de que ella cambiase de opinión.


Parecía que iba a ser la Navidad más feliz que había tenido alguna vez, con tubería
rotas y traje de Santa incluido.
Capítulo 23
Traducido por Lectora
Corregido por Eli25

Kyla apretó con fuerza a la mano de Tanner. Era un manojo de nervios ahora. ¿Este
era un camino sabio para ir? ¿Debía subir de nuevo a esa cama? El reloj estaba
contando sobre su tiempo. No, él no le había dicho que se iba, pero ella lo sabía.
Tanner no era un hombre que vivía en las trincheras.

Se había dicho a sí misma que no se arrepentiría de su noche juntos, y no lo hacía.


Había sido demasiado maravilloso para tener remordimientos. Sin embargo,
también se había dicho a sí misma que no se uniría a él en su cama de nuevo.
Hacer eso, temía, sería encerrarla emocionalmente de una manera que no podía
revertir.

Pero Tanner había sido tan amable con la gente en el refugio y con ella esta tarde;
era como ver a un hombre diferente, y había hecho que su corazón se hinchara,
derribando la última de sus defensas. ¿Era porque era víspera de Navidad y estaba
cansada de quedarse sin nada más que fantasmas y recuerdos? ¿Estaban sus
pensamientos acerca de cuan sola estaba en el mundo incrementado su
vulnerabilidad a su punto más alto? Cualquiera que fuera la razón, no quería
cambiar de opinión.

Mientras ella y Tanner aceleraban por el pasillo de su edificio de apartamentos, sus


nervios se dispararon, sí, pero su corazón tronaba. Ella quería esto, lo quería
desesperadamente. Y no había duda de que Tanner quería aún más. Abrió la
puerta de su apartamento y luego de par en par para que ella pasara. Cuando cerró
de nuevo y puso sus manos sobre sus hombros, ella saltó y luego se echó a reír
mientras se quitaba la chaqueta y la colgaba en el gancho de la puerta. Ni una
palabra se había dicho desde que ella había acordado volver a su apartamento,
acordado hacer el amor con él de nuevo.

—Lo siento. Supongo que estoy un poco tensa. —Levantó la vista y miró a sus ojos
con valentía, aunque todos sus instintos le daban ganas de mirar hacia otro lado y
esconderse de lo que estaba sintiendo.

—No voy a atacarte… aunque quiero —dijo—. Y soy bueno en el manejo de la


tensión.

De alguna manera la necesidad que escuchó en su voz la calmó. Sus músculos se


relajaron e incluso lograron una sonrisa. Ambos eran adultos que consentían, y ya
lo habían hecho una vez, demostrando que eran más que aptos para meterse en la
cama juntos. No tenía absolutamente que estar nerviosa, no había nada que temer
—bueno, a excepción de la soledad absoluta que estaba segura de sentir después
de estar con un hombre como Tanner y luego estar sola de nuevo cuando
desapareciera inevitablemente.

El olor de la comida le llenó la nariz, distrayéndola de sus pensamientos taciturnos


y haciendo que su estómago retumbara. A pesar de que había pasado un par de
horas sirviendo la cena, había estado demasiado ocupada toda la noche para comer
algo más que un solo bocado de pan, y se dio cuenta de que estaba hambrienta. Se
dio la vuelta para ver la mesa de Tanner cubierta con un mantel rojo precioso y
festivo, y expertamente establecida con reluciente porcelana y plata.

—¿Cuándo tuviste tiempo para hacer esto? —preguntó. Yendo más cerca, encontró
una maravillosa cena de Navidad con todos los adornos encima de los
calentadores en el mostrador de la cocina.

—¿Por qué no pensar en esto como una especie de vacaciones mágicas? Tal vez
realmente soy Santa Claus. —Tanner sonrió y le tendió una silla.

Tal vez lo era. No había llorado esta temporada de vacaciones, y había decorado
un árbol, y había hecho galletas de jengibre. ¿Tanner había entrado en su vida para
ayudar a curarla? No sabía las respuestas y no estaba segura de lo que necesitaba
saber.
Una cosa sobre la que ella no tenía ninguna duda era que había mucho más de
Tanner que lo que se veía a primera vista.

—Tú no eres el tipo de persona que viviría normalmente en un lugar como este. —
No era una pregunta, y tenía miedo de lo que iba a decir a continuación, pero ¿por
qué ella? Había sabido casi desde el principio que Tanner no encajaba aquí. Esta no
era una gran revelación.

Hizo una pausa y la miró casi con aire de culpabilidad —pero eso no tenía sentido.
¿De qué podía sentirse culpable? ¿De qué pasaba tiempo en lugares peores a los
que estaba acostumbrado? ¿Que él estaba jugando con la chica con mala suerte?

—Solo quiero un pedazo de misterio entre nosotros —le dijo—. Somos dos
extraños que cayeron en el camino del otro, y toda esta noche tendrá que ver con la
forma en que nos hacemos sentir el uno con el otro, no se trata de lo que somos.
Creo que te diste cuenta de que no tenemos un futuro juntos. No quiero mentirte
sobre eso. Pero somos dos personas que se necesitan el uno al otro ahora, esta
noche. Debemos tomar lo maravilloso donde lo encontramos.

¿Dos almas perdidas en la carretera de la vida? Sabía que debía tratar de aprender
algo real, algo legítimo acerca de este hombre antes de darle su cuerpo por
segunda vez, pero no era capaz de apartar la mirada, parecía no poder romper el
hechizo que había tejido a su alrededor. ¿Debería seguir luchando?

¿Qué le traería más remordimientos de lo que ya tenía —si se alejaba en este


momento, o si se quedaba? ¡Uf! No lo sabía.

Lo que sabía, sin embargo, era que aunque terminara lamentando algo que había
hecho, también tendría los buenos recuerdos para contrarrestar los malos de esa
horrible Navidad dos años antes. Habían hecho el amor una vez, y había sido
magnífica. Sí, su tiempo con Tanner estaba llegando a su fin. Lo sentía en el aire,
sabía que se iría pronto —se lo había dicho muy abiertamente desde el primer
momento en que chispas habían volado entre ellos. Como todo lo bueno mágico, él
estaría fuera en un zas de humo.
El silencio se extendió entre ellos, pero no era incómodo, no era insoportable.
Tanner le sirvió una copa de vino, y miró a sus ojos hipnotizantes antes de permitir
que una risita nerviosa se escapara.

—Guau, si supieras los pensamientos que corren por mi mente, podría intentar
correr tan rápido como sea posible —dijo ella cuando él levantó una ceja ante su
pequeña carcajada. Bebió un sorbo de vino y rezó para que sus nervios se
calmaran.

—No creo que una excavadora estrellándose a través de las paredes de este edificio
pudiera hacerme correr de ti —dijo él, con los ojos clavados en ella.

—Si el dueño de este edificio se sale con la suya, Tanner, una excavadora poniendo
un amortiguador de sonido en el humor podría simplemente pasar.

Él se estremeció y se alejó, pero ella no tomó ninguna ofensa. Se sintió aliviada en


realidad por ser apartada de la intensa mirada de sus ojos.

—A veces las cosas suceden por una razón, Kyla. Tal vez estabas destinada a estar
en estos apartamentos, a dar el siguiente paso en tu vida —dijo, y ella no podía
estar en desacuerdo con eso—. Y tal vez ser obligada a abandonar, eso ayudará a
tomar otro paso en tu vida. —Esa última parte parecía estar hablada en un manera
casi desesperada.

—¿Es eso lo que quieres, Tanner? ¿Deseas a alguien más para obligarte a tomar
una decisión?

Su cuerpo se tensó y sus ojos estaban fijos en su espalda mientras esperaba que él
se diera la vuelta. Hablando de impedimentos. Esta conversación estaba haciendo
un número real en ellos y su estado de ánimo, matando el entusiasmo que había
sentido antes al volver aquí y rasgar la ropa del otro fuera. Pero al mismo tiempo,
estaba haciendo en realidad más fácil para ella volver a caer en su cama. Ella sentía
que estaba consiguiendo conocerlo solo un poquito.

—Yo siempre he tomados mis propias decisiones —dijo antes de dejar escapar un
suspiro y volviéndose hacia ella—. No elegí estar aquí, pero estoy agradecido en
este momento, agradecido de estar de pie en este lugar exacto contigo justo en
frente de mí. A veces estamos empujados a hacer algo que normalmente no
haríamos, y podríamos luchar contra ello, y podríamos mirar hacia atrás y todavía
enojarnos por eso, pero hay una razón para todo, y no tengo ninguna duda de que
yo estaba destinado a estar aquí contigo aquí y ahora mismo. Todo, gira, gira,
gira…

Dio un paso hacia ella y le tomó la mejilla, y Kyla se encontró al borde de las
lágrimas.

—Así que dejamos de luchar contra esto, ¿verdad? —dijo ella, acariciando contra
su mano.

—Dejamos de pelear lo que ha sido inevitable desde el momento en que puse los
ojos en ti, desde el primer momento que nuestros labios se unieron, desde el
instante mágico que nuestros cuerpos se convirtieron en uno. No nos preocupemos
por el mañana; solo apreciemos lo que tenemos en este momento.

—¿Practicas estas líneas, Tanner? —Ella estaba intentando desesperadamente de


romper la intensidad del momento.

—Nunca le he dicho nada parecido a otra mujer. Nunca. No miento, y no voy a


hacer promesas que no puedo o no quiero seguir, pero cuando te miro, no puedo
apartar la mirada. Cuando estoy lejos de ti, quiero correr a tus brazos. Has estado
jugando con mi cabeza desde el primer momento en que entraste a mi
apartamento.

—Bueno, entonces, Tanner, me alegro de ser culpable de mi primera y única


instancia de allanamiento de morada.

—Me alegro, también. —Se inclinó hacia delante y capturó sus labios en un beso
dulce que tenía su cabeza dando vueltas. ¿Quién necesitaba vino?

Pero justo cuando estaba a punto de agarrarse a él, él la dejó ir, besándola
rápidamente una vez más antes de alejarse.
—Tengo que alimentarte —dijo. Ella se echó hacia atrás mientras lo veía llenar su
plato.

El ambiente, la comida, el vino. Y la perfección de todo. Más que cualquier otra


cosa en los pasados dos años, eso la hizo que echara de menos a sus padres. Todos
y cada día de fiesta, su madre estaría a cargo de una hermosa producción, poner la
mesa, con su mejor porcelana, la elaboración de postres para el día y poner juntos
la mejor cena que una persona podía manejar.

No mucho de lo que estaba sirviendo Tanner parecían los platos de su madre —


Kyla no reconoció algunas de las comidas en general— pero el entorno, las
decoraciones navideñas en la mesa, todo ello… hizo que extrañara su ‘hogar’. Tal
vez era hora de volver allí, caminar por los pasillos y ver lo que había se perdido
desde hacía dos años. En lugar de enfrentar este vacío constante, quizás sentiría
como si su familia estuviera con ella.

—Después de ti. —Tanner la sacó de sus pensamientos una vez más cuando puso
su plato y empujo la silla para ella.

—Gracias.

La cena procedió tranquilamente mientras Kyla trataba de empujar los


pensamientos de su familia perdida de su mente. Estaba con un hombre
sorprendente, que había hecho todo lo posible para darle un hermoso día de fiesta.
Estaba decidida a disfrutar de este momento al máximo.

Necesitando que el dolor se fuera, dejó su tenedor, dos copas de vino dándole el
impulso extra del coraje que necesitaba desesperadamente. Levantándose con un
propósito, se movió lentamente alrededor de la mesa a donde Tanner estaba
sentado. Con una sonrisa, empujó hacia atrás su silla y esperó a que ella hiciera el
siguiente movimiento.

Sentándose a horcajadas entre sus piernas, se sentó en su regazo y le echó los


brazos al cuello.

—Hazme el amor —susurró ella, y unió sus bocas.


Tanner ya no vaciló. Devolvió su abrazo, profundizó el beso, y, mientras dejó que
sus manos viajaran debajo de su suéter, quemando su piel con su toque.

—Sí, Tanner —gimió ella cuando él tomaba sus pechos, enviando llamas
directamente a su centro. Esta era la magia que solo él parecía capaz de llevar, y
ella era una tonta por pensar siquiera una vez que en sus brazos había tenido
suficiente. ¿Por qué luchar contra lo inevitable? ¿Por qué luchar contra lo que su
cuerpo necesitaba? No había ninguna razón, y era una tonta, incluso por
considerarlo.

Tanner se separó de ella, haciéndola gemir hasta que se dio cuenta de que estaba
sosteniendo la parte inferior de su suéter. Con un movimiento rápido, lo sacó por
la cabeza y lo arrojó a algún lugar detrás de ellos, a continuación, la atrajo hacia él
y dejó que sus manos recorrieran a través de la piel de su espalda.

Lo sintió desabrochar su sujetador mientras seguía adorando su boca, sacando su


soledad y reemplazándola por la emoción y el placer. Sí, esto era exactamente lo
que necesitaba. Este era el mejor regalo de Navidad que posiblemente podía darle.
Cuando le quitó el sujetador y luego se quitó su camisa, se deleitó al sentir sus
pezones tensos rozando la suave piel de su amplio pecho.

—Por favor, Tanner, quiero más. —Viajó con su boca bajando por su garganta,
lamiendo su piel, calmando un dolor solo para causar otro.

—Te voy a dar todo —prometió, y la movió de su regazo para que ambos pudieran
ponerse de pie.

Levantándola en sus brazos, la llevó a la cocina, para su sorpresa, y la dejó delante


de la encimera. Ella lo miró con una pregunta en sus ojos, pero él se limitó a sonreír
mientras le desabrochaba los vaqueros y los quitaba de sus piernas, sus ojos
iluminándose a la vista de sus bragas.

Un rubor completo inundó sus mejillas al recordar su compra impulsiva. Se


retorció ante él. Obviamente, no había estado esperando hacer el amor en esta
hermosa Nochebuena.
—Me encanta —dijo él, riéndose mientras le comenzaba a quitar las bragas de
Rudolph.

—Ummm, fue un momento de debilidad —dijo, avergonzada hasta que él besó su


estómago justo encima del elástico en la parte superior de dichas bragas. Entonces,
comenzó a abrirse camino con besos húmedos hacia arriba a sus hinchados pechos.

Gritando cuando él agarró un pezón entre los dientes, se olvidó del pobre reno con
nariz roja. Cuando la levantó sobre el mostrador, algunos platos cayeron al suelo,
ella envolvió sus piernas a su alrededor, tirándolo cerca suyo. Una vez más unió
sus labios a los de ella, se quitó rápidamente los pantalones y luego presionó su
cuerpo totalmente. Ella se deleitó con la sensación de su dureza.

—Sí, por favor —le dijo.

Oyó la rasgadura del papel de aluminio y luego se retiró un poco hacia atrás,
haciéndola gritar en protesta hasta que sintió que se acercaba otra vez, y
finalmente él estaba empujando dentro suyo.

—Oh, sí. —Desesperada por él conduciéndose dentro suyo, ella gritó su


aprobación mientras estiraba su abertura, pulgada por gloriosa pulgada.

—Te sientes tan bien —gimió mientras se paraba a mitad de camino en su interior.

—¡No te detengas! —Ella casi se lamentó. Quería movimiento, bendita fricción, y le


instó a continuar girando suavemente sus caderas.

—Espera —gruñó, dándole a su cuerpo tiempo para adaptarse.

Pero ella no quería tiempo; lo quería —¡ahora!

Por un momento, él apretó los dientes mientras la miraba a los ojos; luego se lanzó
hacia delante, enterrándose completamente dentro de su calor, haciendo que su
cabeza cayera hacia atrás mientras gritaba. Si se movía siquiera un poco, sabía que
iba a llegar al clímax. Ella nunca se había corrido tan rápidamente al hacer el amor.
Como si pudiera leer su cuerpo, se retiró y embistió nuevo, enviándola
vertiginosamente sobre el borde, haciéndola apretarse a su alrededor, forzando un
gemido desde su garganta.

Se condujo lentamente dentro y fuera de ella, prolongando su placer hasta que el


último de sus temblores murió. Entonces agarró su cabeza y la besó
profundamente mientras comenzaba a moverse con movimientos largos y
profundos.

El tiempo perdió todo significado cuando sus manos exploraron su cuerpo y su


boca atacaba la suya. El latido de su corazón latía al compás de sus movimientos.
La presión en su interior comenzó a construirse de nuevo mientras continuaba
haciéndole el amor, y de repente sintió su liberación primero ondulando a través
de ella nuevamente, y luego lanzándose de cabeza a través de su cuerpo mientras
su placer se disparaba.

Mientras ella se sacudía en sus brazos, él gimió, hundiéndose profundamente


dentro de ella otra vez, latiendo, derramándose, y luego quedándose quieto. Su
cabeza cayó sobre su hombro mientras un último estremecimiento sacudió
violentamente su cuerpo. Ella saboreó la salinidad de su carne, encantándole el
rubor que había robado sobre su hermosa piel.

Una eternidad debió haber pasado antes de que él se echara hacia atrás y mirara su
cara de pasión gastado.

—Eso fue increíble —dijo mientras acariciaba su mejilla de nuevo—. No creía que
nada pudiera ser mejor que la primera vez que hicimos el amor, pero estaba
equivocado.

—No quiero volver a parar —respondió ella, inclinándose hacia adelante y


pasando sus labios contra los suyos, necesitando a este hombre una y otra vez.

—Una dama tras mi propio corazón. —Él la levantó de la mesa y comenzó a


moverse a través de su apartamento.

—¿A dónde vamos?


—Adivina. Vamos a seguir haciéndolo una y otra y otra vez —dijo con una
malvada sonrisa.

—Oh, debo haber sido una niña muy buena este año. —Ella se rio con deleite
cuando él la dejó en su cama y rápidamente subió tras ella.

—Mmm, sí, lo fuiste. Tú estás, sin duda en lista buena de Santa.

—Eso es muy malo. Me gusta la idea de estar en la lista traviesa —dijo ella, luego
se sonrojó.

—Esto se pone cada vez mejor y mejor, Sra. Ridgley —le dijo después de una
pausa.

—No lo puedo imaginar convirtiéndose en mejor, Sr. Hombre Misterioso, pero


estoy más que dispuesta en darle todo lo que tengo. Al menos podemos tratar de
mantener una buena racha.

Ellos no tuvieron que esforzarse mucho en absoluto.


Capítulo 24
Traducido por Julieta9768
Corregido por Eli25

—Feliz Navidad, Mr. Storm. Es un hombre libre. —Tanner miró su tobillo libre del
monitor y envió al oficial una mirada fulminante. Necesitaba que estos chicos
salieran rápidamente de su apartamento antes de que Kyla despertara y los
encontrara aquí.

Cuando todo esto empezó, había estado planeando sacar a los oficiales del edificio
tan pronto como el ridículo aparato hubiera sido retirado. Ahora, era la mañana de
Navidad y tenía una hermosa mujer dormida en su cama.

Él y Kyla no habían conseguido dormir más de dos o tres horas la noche anterior.
Aun así, se sintió con más energía de lo que nunca podía recordar sentir. No sabía
si era por una noche de buen sexo o porque estaba fuera del arresto domiciliario,
pero el dispositivo en el tobillo era historia, y por fin podía volver a su precioso
ático.

¿Por qué no solo le escribía una nota y le daba las gracias por una gran noche,
diciéndole que podía permanecer cuanto quisiera en su apartamento y que había
sido divertido, pero que se había ido de aquí? Joder, esas eran un montón de
preguntas. Pero había conseguido lo que quería. No había nada más que se dijeran
el uno al otro. Todo había terminado.

Por supuesto, él nunca había hecho eso a una mujer, y no quería ser el tipo de
hombre que lo hiciera. Kyla no era una prostituta barata, y él no era un completo
bastardo. O por lo menos esperaba que no lo fuera.
Incluso solo de pensar en hacerle eso le revolvió el estómago. Cuando los agentes
se marcharon y cerraron la puerta detrás de ellos, se encontró vagando de nuevo a
su habitación, allí de pie en la puerta y vio el ascenso y caída de su pecho
maravillosamente desnudo mientras respiraba de manera uniforme en su sueño.

Ella era impresionante tanto dentro como fuera. Era deprimente pensar que nunca
había en realidad mirado más allá de lo externo a cualquier otra mujer con la que
había estado. Realmente solo le importaba que se vieran bien en su brazo y que
satisficieran sus necesidades en el dormitorio.

Kyla había parecido una completamente nueva mujer anoche, muy diferente de la
mujer tímida con la que había estado una semana antes. Su confianza con él y con
su propio cuerpo la había hecho audaz y atrevida, y había tomado su aliento más
de una vez. Ella había bromeado una vez más por dejarse los calcetines, pero había
encontrado una forma satisfactoria de distraerla cuando le había dicho que iba a
quitárselos. La última cosa que quería era que ella encontrara el monitor. Pero eso
era una pesadilla en su vida que había terminado.

Cuando empezó a moverse, dejó su posición en la puerta y fue a preparar una jarra
de café. Cuando apenas la había preparado, ella entró a la cocina, su pelo caía y su
camisa era lo único que la cubría, ofreciéndole una vista exquisita de sus muslos en
tonos miel.

—Espero que no te importe que me haya puesto tu camisa —dijo ella, moviéndose
nerviosamente en sus pies.

—Te ves mucho mejor en esa camisa que yo —dijo con una sonrisa antes de que se
acercara y se inclinara para unir sus labios por un breve beso—. Tengo que estar de
acuerdo. Aunque te prefiero sin camisa en absoluto. Feliz Navidad, Kyla —
susurró, su garganta incómodamente apretada.

—Feliz Navidad, Tanner. Yo… eh… tengo que pedirte un favor. —Su voz era
temblorosa. Estaba dispuesto a decirle que tenía que irse, pero eso no fue lo que
salió.

—Cualquier cosa.
—Quiero ir a casa, es decir, adonde vivía con mis padres, solo para ver el lugar,
solo durante unos minutos —dijo ella, ahogándose en la última parte de la frase.

—Creo que es una gran idea —le dijo, a pesar de que realmente no entendía por
qué querría hacer algo así.

—Sé que no nos conocemos muy bien, pero no quiero ir sola. —Ah, no era de
extrañar que estuviera teniendo un momento difícil para preguntarle. ¿Realmente
quería seguir con esto? Parecía demasiado íntimo, demasiado personal, incluso
más que hacer el amor. Él se alejaría de esta mujer hoy. Empezó a decirle que no,
pero una vez más, las palabras equivocadas salieron de su boca.

—Por supuesto que iré contigo. —¿Qué era lo que pasaba con su cerebro en estos
días?

Pero su dulce sonrisa hizo que todo valiera la pena.

—Iré a cambiarme; ¿Estaría bien si nos vemos en media hora? —Cuando él asintió,
ella corrió a su habitación, recogió sus ropas, y luego abrió la puerta, mirando
hacia el pasillo antes de cruzar sin quitarse su camisa. No le importaría si eso era
todo lo que llevaba durante todo el día.

Sacudiendo la cabeza, se fue y agarró una muda de ropa, luego saltó a la ducha.
Ella regresaría en pocos minutos y se alegró por ello, porque si tenía demasiado
tiempo para pensar en esto, iba a encontrar una manera de no ir con ella, y aunque
su tiempo juntos había terminado, necesitaba concederle esta petición final.

Tanner no sabía por qué le importaba, pero quería que su último recuerdo trajera
una sonrisa a su cara. Si fuera a odiarlo, no creía que pudiera soportarlo. Iba a
separarse de ella, sin embargo, ¿por qué debían sus sentimientos importarle en
absoluto?

En el momento en que salió de la ducha, todavía no tenía ninguna respuesta.


Capítulo 25
Traducido Por Flor
Corregido por Eli25

Kyla temblaba mientras permanecía de pie delante de la puerta delantera de la


casa familiar, la corona navideña seca y pardusca que colgaba aún del centro de la
puerta, era testigo de que esta casa había sido una tumba durante los pasados dos
años. Tenía tanto miedo de entrar, estaba aterrorizada de lo que pudiese haber al
otro lado de la pesada puerta de madera.

—Tómate todo el tiempo que necesites.

Kyla saltó al oír la tranquila voz de Tanner. No habían hablado mucho desde que
por la mañana ella había regresado al apartamento para encontrárselo listo para
salir. Y ahora había estado tan absorta en sus pensamientos que se había olvidado
de él.

¿Era esto un error, se preguntaba, venir aquí la mañana de Navidad? Si era así,
¿cuándo sería el momento adecuado? Si iba a hacer esto, ahora era tan buen
momento como cualquier otro.

Como sus dedos estaban temblando tanto para insertar la llave en la cerradura,
Tanner gentilmente se la quitó de las manos y colocó la llave en la cerradura,
girándola. El sonido de un clic de apertura del pestillo largo tiempo sin usar
parecía tan alto como el sonido de un rifle para Kyla. Él no tocó el pomo,
esperando a ver cuál sería el siguiente movimiento de ella.

Con una profunda y fortificante respiración, Kyla abrió la puerta. La entrada


estaba polvorienta y decorada con telarañas, las fotografías de las paredes estaban
apenas visibles bajo una capa de mugre, el suelo opaco por el polvo. Nadie había
puesto un pie en la casa desde que pocos días después de las tres muertes trágicas,
el abogado de la familia había hecho los arreglos para que alguien retirase la
comida de la casa.

Él le había dicho que era para mantener alejados los olores y a los roedores. Ella no
se había preocupado de nada en aquel entonces y le dijo que hiciese lo que
quisiese. Pero cuando él le dijo que quitaría las decoraciones de Navidad, ella se
había vuelto loca, y gritándole le dijo que las dejase donde estaban.

Más tarde se disculpó con él, y como era un encanto de hombre nunca intentó
hacerla sentir culpable por su comportamiento. Él le ofreció tener un servicio de
limpieza que se ocupara de la casa, pero ella no quería a nadie dentro, sentía que
sería como una invasión, un insulto a su madre. Así que el abogado lo había
arreglado para que se ocupasen del césped, el exterior de la casa estaba siendo
cuidado, pero nadie entraba dentro.

Los zapatos de Kyla y Tanner dejaban marcas en el polvo que cubría el suelo
mientras entraban, y las motas de polvo danzaban en el grueso y espeso aire. Se
encontró a sí misma dirigiéndose a la sala, la habitación de la familia, donde un
árbol alto y marrón permanecía en pie, con algunas decoraciones aun colgando de
sus ramas para dar brillo, el peso de los adornos había sido demasiado durante
mucho tiempo. Finalmente, se sentó al lado del una vez iluminado árbol, donde
estaban muchos regalos envueltos, todos ellos cubiertos de polvo.

—Lo siento, Kyla —le susurró Tanner mientras permanecía de pie tras ella,
estirando una mano para colocarla sobre su hombro.

—Así es como me siento por dentro, muerta y rota —dijo ella mientras las lágrimas
se desbordaban de sus ojos.

Aquellos regalos habían sido puestos allí con amor, algunos de ellos para Kyla,
otros para su hermano, otros para sus padres.

Con algunos pocos pasos, ella se puso en pie delante del árbol y se hundió en el
sucio suelo, su mano buscando mientras tocaba uno de los brillantes regalos
envueltos. Levantándolo, recorrió la parte superior del envoltorio, limpiando la
suciedad que cubría su belleza.

—Este era para mi hermano. Lo conseguí para él. Es un jersey de fútbol de los
Huskies de Washington. Él lo habría abierto y se reiría, diciéndome que no habría
forma de que se pusiese un jersey de una escuela rival, pero después se lo pondría
cuando sintiese nostalgia de casa. Nosotros éramos muy cercanos, más cercanos
que la mayoría de los hermanos. Sí, teníamos nuestras peleas, pero nos amábamos
uno al otro inmensamente. Podíamos golpearnos el uno al otro en el trasero, pero
si alguien más intentaba meternos en algún lío, saltábamos para defender al otro.
Le echo tanto de menos —dijo ella ahora sin siquiera hacer el más mínimo esfuerzo
por esconder sus lágrimas.

—No sé qué decir Kyla. —Tanner tan solo se sentó a su lado y la envolvió entre sus
brazos.

—No hay nada que decir. Han pasado dos años, y aún siento que fue ayer. ¿Por
qué fui la única que consiguió seguir con vida? No es justo.

Esto era algo que nunca le había dicho a nadie, ni al terapeuta que había estado
viendo durante un año, ni a la policía ni al personal médico —ni a una sola
persona. ¿Por qué se lo estaba diciendo ahora a una persona que era casi un
extraño? Quizá porque era más fácil hablar con él, alguien que sabía que no
volvería a ver cuándo esto entre ellos hubiese terminado.

No era una cuestión de si, sino de cuando terminaría.

—Es Navidad. ¿Por qué no abres este? —le preguntó él agarrando un paquete
pequeño y limpiando el polvo que cubría la etiqueta para mostrar, claramente
escrito con la bella caligrafía de su madre, su nombre.

—No puedo —dijo, aunque tomó el paquete de sus manos.

—Ella querría que lo tuvieses.


—¿Cómo lo sabes? ¿Y si ella quería estar aquí con su familia, si quería estar
celebrando las próximas cincuenta Navidades con su familia, como se supone que
debía ser?

—Sé que eso es lo que ella querría, porque si yo tuviese un hijo y muriese, le vería
desde arriba y sonreiría con sus triunfos y lloraría cuando cayese. Querría que mi
hijo siguiese adelante, no importa lo que pasara. Eso es lo que cualquier padre
decente querría para sus hijos.

—¿Tienes hijos? —preguntó Kyla, girándose para mirar a Tanner, para verle de
verdad.

Él hizo una pausa.

—No, no tengo. —Él decidió no añadir que probablemente nunca querría tenerlos.

Kyla miró hacia abajo, al paquete y de repente se sintió deshaciendo el papel. En el


interior, brillando sobre una cama de terciopelo, le miraba fijamente un medallón
dorado con forma de corazón, que en su parte delantera tenía grabado un pequeño
corazón.

Con sus dedos temblando, abrió el guardapelo y encontró una foto de su familia,
una de las fotos que habían tomado un mes antes del accidente. Por la parte de
atrás había una inscripción grabada: Te amamos ahora y siempre, con amor mamá y
papá.

Kyla sonrió, y sollozó y se rio todo al mismo tiempo mientras agarraba con fuerza
el medallón y lo apretaba entre sus manos para abrirlo. Tanner gentilmente se lo
tomó de entre sus dedos y abriéndolo lo colocó alrededor de su cuello.

—¿Cómo puedo seguir adelante? —preguntó ella, su boca temblando mientras sus
dedos se envolvían con fuerza alrededor del dorado corazón que descansaba cerca
del suyo.

—Tienes que hacerlo por la memoria de tus padres y de tu hermano. Ellos no


querrían que llorases su muerte tan profundamente durante tanto tiempo.
Querrían que llorases, dijeses adiós y después les recordases para siempre.
Querrían que vivieses tu vida lo más plenamente posible para que la preciosa hija
y hermana que amaban pudiera hacer todas las cosas que querían para ella. ¿No
eran felices cuando tenías éxito?

—Sí, mi madre era mi mayor animadora. La llamaba cada vez que podía, cada día
cuando me mudé a la residencia universitaria, después de una cita, después de un
examen duro, después de cada pequeño escollo. También venía a casa cada vez
que podía, y me visitaba a menudo. Era mi madre y mi mejor amiga.

—Entonces, ¿no crees que se moriría de pena de saber a cuanto has renunciado,
cuanto te has rendido?

Kyla pensó en sus palabras. Sí. Su madre se rompería. Entendería que necesitase
llorar la muerte de su familia, pero no entendería que Kyla se hubiese rendido
completamente. Sabía que había estado lamentándose durante demasiado tiempo.

—Gracias Tanner. Muchas gracias. Necesito estar aquí sola. Sé que te pedí que
vinieses pero ahora quiero estar en casa durante un rato, para sentirme más cerca
de mi familia. Puedes volver al apartamento ahora. Aprecio de verdad que hayas
venido, pero necesito hacer esto.

—¿Estás segura, Kyla? No sé si debería dejarte sola así, sintiéndote de esta manera.

—Estoy bien, Tanner. Necesito decir adiós. —Por primera vez en dos años, ella
creía que iba a estar bien.

—Entonces respetaré eso. Pero…

—¿Qué, Tanner?

—Sé que este no es el momento…

Kyla miró hacia él manteniendo la compostura.

—Tan solo dímelo, por favor.

—He pasado un tiempo maravilloso contigo durante las últimas tres semanas, más
de lo que posiblemente puedas imaginar; y eso para mí es decir mucho.
Normalmente no paso demasiado tiempo con una sola persona, una mujer, más
específicamente. Y necesito que sepas que tu recuerdo siempre será especial para
mí. Pero estás en lo cierto cuando dices que no pertenezco al bloque de
apartamentos. Yo no pertenezco a nadie.

—¿Y?

—No creo que nunca lo haga. Si continuo viéndote, tan solo te daré falsas
esperanzas.

—Lo entiendo Tanner. Y no estoy preocupada por eso. Si hoy puedo decir adiós a
mis padres y mi hermano, seguramente también podré decirte adiós a ti al mismo
tiempo.

Tanner se levantó y la ayudó a ponerse en pie mientras la envolvía con sus brazos.

—Adiós Kyla —dijo antes de inclinarse y besarla.

Ella intentó decir algo, pero las palabras se quedaron atascadas en su garganta. No
importaba. Desde la primera vez que sintió la conexión con Tanner, ella supo
también que nunca sería suyo para agarrarlo.

¿Lo volvería a ver alguna vez de nuevo, siquiera una sola vez? Cuando él la dejó ir,
algo en su interior supo que esta era la última vez que le vería, que cuando
regresase al apartamento, él ya se habría ido. Sus ojos parecían arrepentidos pero
también determinados. Podría cambiar de opinión, rogarle que se quedase, pero
había sabido exactamente cómo iba a terminar esta aventura. Había sabido todo el
tiempo que él no era una persona que encajase en su mundo.

Él no dijo nada mientras se giraba y la dejaba sola en la habitación familiar. El


sonido de la puerta delantera abriéndose y cerrándose había sido final suficiente.
Kyla se sentó delante del muerto árbol de Navidad y lloró por última vez, diciendo
su adiós final a su familia y también a un extraño que había entrado en su vida
para ayudarla a sanar y que la había dejado tan tranquilamente y tan rápidamente
como había aparecido. Quizá ni siquiera había sido real del todo.
Capítulo 26
Traducido Por Guga
Corregido por Eli25

Esta es la vida, pensó Tanner mientras se ponía cómodo con un whisky de sesenta
años de antigüedad y observaba la nieve caer fuera del ventanal del salón de su
ático.

Hogar. No había mejor lugar donde estar. Al menos no había roedores


escurriéndose por sus suelos. No había borrachos gritando fuera de su puerta, ni
cañerías rotas o calefactores defectuosos, y no tenía que preocuparse que alguna
escoria estuviera por venir a precipitarse por su puerta y demandara dinero o
drogas.

¿Entonces por qué estaba tenso? ¿Por qué el ridículamente caro licor prácticamente
estaba sofocándolo? ¿Por qué no podía sacarse el rostro de una mujer de su mente?
Porque ese lugar lo había vuelto temporalmente loco.

Tanner se puso de pie. Dejó su vaso vacío sobre la mesa auxiliar y caminó de un
lado a otro en sus prístinos pisos, reproduciendo las últimas pocas semanas una y
otra vez. Había odiado ser Santa Claus, aún no podía borrar la imagen de Billy
pidiendo de regreso a sus padres, diciendo que sería un buen chico.

¿Por qué demonios el Juez Kragle le había dado un castigo tan ridículo? Él habría
preferido pasar esos veinticuatro días en la celda de una pequeña cárcel. Al menos
luego solo estaría furioso, y no tendría esos ridículos ‘que tal si’ pensamientos
corriendo por su mente.

La medianoche golpeó y Tanner miraba fijo a la antigua pieza de relojería.


—La Navidad se terminó —dijo en voz alta, tratando de conseguir que su mente
funcionara correctamente—. Se terminó, así que volvamos a las cosas como eran.

Cuando trepó a la cama esa noche, dio vueltas, durmió poco. Debería haber estado
en éxtasis en su lujosa cama tamaño gigante. Pero no, estaba inquieto e
indispuesto, sintiéndose solo por primera vez.

En el momento en que se levantó por la mañana, Tanner estaba aún más


malhumorado de lo que había estado la noche anterior. No había querido nada
más que volver a este lugar durante casi un mes entero, pero debía irse
inmediatamente. Se estaba sofocando dentro de esas deprimentes paredes
inmaculadas. Después de cerrar la puerta detrás de él mientras el sol se elevaba en
el cielo, condujo al edificio de oficinas de su padre.

En un punto su padre había esperado que sus hijos se hicieran cargo del negocio
familiar, y entonces, cuando ninguno de ellos se hizo cargo del reto, él había
vendido ese negocio y mudado aquí, dándole a cada uno de ellos ese reto de dar
un vuelco a una compañía en quiebra.

Crew había tenido éxito. Él lo estaba haciendo genial.

El resto de ellos estaban todavía luchando, peleando con su padre, sin querer dejar
que el viejo los controlara. Tanner tenía su propio dinero, por supuesto, y ni
siquiera necesitaba completar su reto, pero también sabía que una vez que
comenzaba algo, no podía abandonar a mitad de camino. Debía afrontar esta tarea
aunque tomara todo lo que había en él. Pero no sabía exactamente como lo
manejaría, o como se vería el final de este juego, y quién sería el último ganador.

Tanner estacionó frente al edificio de su padre, luego caminó dentro y asintió al


guardia de turno —la única persona allí— antes de ir al ascensor y subir al piso
superior. Luego entró en la oficina que su padre había instalado temporalmente
para él, y dio vueltas. Su padre les había dado a cada uno de sus hijos una oficina
en el edificio, esperando que vieran la luz. Él quería que sus chicos sintieran
pasión, que superaran el egoísmo que habían adoptado por un tiempo.
Tanner sintió solo falsedad, como si todo lo que tenía dentro fuera un relleno de
paja. Pero lidiaría con eso. Se sentó en su escritorio, obligado y determinado en que
esto sería solo una fase, una fase que pasaría pronto. Y lo haría. Tenía una fuerte
voluntad, y no sería presionado por mucho tiempo.

Progresó en los negocios, progresó en ser temido y respetado por todo lo que había
acumulado. Amaba el glamour y el poder. Esto era todo una parte de lo que era, y
de ninguna manera quería cambiar. Tres o cuatro semanas tomadas de su vida no
lo harían cambiar de ser quien fue siempre. Si se sentía un poquito solo, podía ir y
conseguir un estúpido gato. No eran tan necesitados como los perros o los
humanos.

Pero no era un completo misántropo. Y no estaba sin algún sentido de valores de


familia, diablos. Jugaría los juegos de su padre porque le importaba su familia,
pero ciertamente no estaba jugando los juegos de algún tonto juez. Abriendo su
portátil, se sumergió en el trabajo, ignorando el hecho que el resto del edificio
estaba vacío, los empleados pasando el tiempo con sus familias. Las vacaciones no
eran excusa para holgazanear. ¿No había sido ese siempre su lema?

Él ni siquiera sabía ya lo que sentía o quería. Pero borraría ese pensamiento, y


retornaría a lo normal. Podría tomar unos días más de ajuste, pero eso era todo.
Seguro que estaría bien, empujó todos los pensamientos menos el trabajo de su
mente y pronto incluso se las arregló para convencerse que estaba perfectamente
bien.

Siempre había sido exitoso. Mintiéndose a sí mismo que de la manera que lo había
hecho era prueba de eso.
Capítulo 27
Traducido por Guga
Corregido por Eli25

—¿Qué quieres, papá?

—Ahora, Tanner…

—Estoy ocupado ahora, padre. ¿Por qué llamas?

—Es la semana después de Navidad —le dijo Richard—. Y toda la familia te


extrañó en la cena familiar, tu tío Joseph fue lo suficientemente amable para
incluirnos a todos.

Tanner pensó en la cena de vísperas de Navidad que había disfrutado—


inmensamente— y sus ojos se suavizaron por el más efímero de los momentos
hasta que salió de golpe de eso. Esa época había terminado, tanto como debería
ser.

—Recién he sido liberado de mi sentencia, papá. ¿Realmente crees que estaría de


humor para saltar dentro del espíritu navideño, beber ponche caliente y cantar
villancicos sobre un fuego con el amor familiar en mi tierno corazón? Eso solo
prueba lo poquito que me conoces. De cualquier manera, tuve suficiente del
espíritu navideño para ahogar un caballo durante mi miserablemente largo
período como Santa de grandes almacenes.

—¿No disfrutaste conociendo a esos lindos pequeños?

Tanner resopló, y luego absolutamente gruñó.


—No me hagas empezar… —¡Niños! Si nunca llegaba a volver a ver uno de esos
cabrones de nuevo, no sería malditamente pronto. Vómito. Moco. Gula… dolor…
¡No! Esa última cosa no importaba. El hijo de un extraño no tenía lugar sentado en
su regazo y cargando con demasiada tristeza. Él quería estar enojado con Billy, con
el mundo. El enojo era mejor que la vulnerabilidad.

—¿Una mujer mayor sonaría mejor?

—Oh, no, papá. Seguramente no estás tratando de embaucarme con alguien. La


última vez que me metiste en una cita a ciegas ‘la única vez’ fue la madre de todos
los desastres.

—Soy un poco más realista ahora —le dijo Richard a su hijo—. Volviendo
entonces, pensé que querrías una ‘linda’ chica, que Melba te mostraría el valor
de… sí… la personalidad. No me resoples, y no olvides que aún soy tu padre y
siempre quiero lo mejor para ti. Además, conozco bastante más acerca de lo que los
hombres de tu edad quieren e incluso necesitan.

¿Se había vuelto loco su padre? El tipo no había tenido una cita en años y años
desde que la madre de Tanner había partido de sus vidas más veloz que un
tornado extinguido. ¿Y ahora el viejo estaba realmente intentando conseguir una
cita caliente para su hijo? Interesante. Podría valer la pena tomar parte —al menos
por unos pocos minutos, o hasta que se aburriera.

—¿Cuál es su nombre?

—Merinda Rafael. Es la hija de un gran inversor de bienes raíces en la ciudad, un


amigo mío, y necesita una cita esta noche para despegar su mente de una reciente
desilusión. La has conocido antes, si recuerdo.

Guau. Merinda Rafael. Sí, Tanner la había conocido antes. Fue hace solo un mes
atrás, en una fiesta, y ella había estado dotada en todos los sitios correctos. Era una
verdadera belleza. Lista, también —no solo una muñequita que estaría embobada
con él y lo tendría listo para salir corriendo antes de que las sábanas se enfriasen.
Había estado encima de él, pero él no pudo llegar a nada porque debía levantarse
temprano para su inútil juicio. Uno de sus abogados había estado en una fiesta y
creó interferencia, maldito su culo, diciendo que no se vería bien para el acusado
pararse frente al juez Kragle y verse como si recién hubiese tenido el momento más
libertino de su vida.

¡Pero ahora! Sí, ahora, Tanner estaba yendo a conseguir un regalo de Navidad
atrasado.

—Vale, papá, supongo que puedo echarte una mano. Solo por esta operación de
misericordia, sabes. No lo hago a largo plazo. Pero si quieres que la invite a salir
una o dos veces para alegrarla, estoy seguro que puedo tomar todo en mis manos.

—Genial, hijo. Ella quiere ir a un lugar nuevo. Se llama L´Appétit Avide3.

—Por supuesto que quiere. No esperaría ninguna otra cosa que el más alto pedigrí
en gustos para una mujer como Merinda.

—Pensé que podrías pagarlo, Tanner, pero estaría feliz de facilitarte algo de
efectivo si necesitas una pequeña ayuda.

Mierda. Había completamente olvidado que su padre pensaba que estaba en el


mismo apretado presupuesto que sus hermanos. Mejor sería un poco más
cuidadoso en qué y cómo decía ciertas cosas.

—Vamos, papá. Sabes que no es problema. —Él pronunció esas palabras con la
justa arrogancia que su padre seguramente tenía para preguntarse a sí mismo que
estaba pasando. ¿Estaba preguntándose si su hijo estaba encubriendo su
inseguridad de ser atrapado es este juego con su padre como un titiritero? ¿O el
tipo estaba inseguro acerca de cómo sería capaz de pagar la comida cinco estrellas?

Tanner esperaba pagar el mayor precio por sus citas. Valían bien la pena cuando,
al final de la noche, ellas en cierta manera lo retribuían.

***

Merinda estaba ciertamente respetando el lugar como si hubiera premios que


ganar por encontrar los platos de mejor precio a pesar de la desventaja intrínseca

3
La pequeña ansiosa.
de lugares como estos, los cuales no tenían precios en el menú de mujeres. ¿Qué
debería hacer ella, se preguntó Tanner, si sugería tener sexo de postre? ¿O si la
llevaba a tener una orgía? No…

Pero lo estaba pasando bien, trató de asegurarse a sí mismo. Todos los signos
apuntaban a la cama. La rodilla de ella seguía acariciando la suya, y el resplandor
en sus ojos y el aleteo de sus pestañas le decían mucho, también. Ella podía hablar
con autoridad acerca del caviar y el vino, y cuando el tema se volvió a los negocios
e incluso al mercado de valores, fácilmente mantuvo el ritmo con él ahí también.
Tal vez consideraría incluso una segunda cita, al menos si era tan buena en la cama
como se veía y el calor que provenía de su promesa.

Justo cuando estaba preparándose para sugerir que le prepararan la comida para
llevar, los ojos de ella se encendieron y lo miró directo al rostro. Y la conversación
giró para peor.

—No he podido evitar oír acerca de tu reciente sentencia, Tanner. —Merinda le


arrojó una mirada maquiavélica después de decir lo que debió haber estado
aguantando toda la tarde.

—Oh, eso. —Él frunció sus labios, luego decidió calmarse. Tal vez iba en realidad a
compadecerse de él y decir cosas apropiadamente desagradables del senil juez.
¿Qué era lo peor que podía hacer? Lo estaban pasado genial. Ella no querría
arruinarlo.

—¡Desearía poder haberte visto como Santa! Podría haber hincado esa linda
pequeña inflada barriga, y…

Diablos. Estaba fastidiándolo. Debía haber adivinado que incluso la más cultivada
de las mujeres no estaba por encima de hincar el dedo a un tipo cuando estaba
caído. Pero él no era un cobarde, o una niñita, como alguien había recientemente
sugerido. Podría manejar esto. O pensó que podría hasta que Merinda continuó.

—Pero, en serio, Tanner, ¿cómo te las arreglas para vivir y trabajar entre la ‘gente
común’? ¡Toda esa gente de clase media rozándose contigo en un vulgar centro
comercial de Seattle! ¡Y esos apartamentos viejos! ¿No tiene vergüenza esa gente?
¿Gente común? Él se había frotado contra la verdadera gente común en la víspera
de Navidad. Y al principio estaba horrorizado. Pero había llegado a conocer a
alguno de ellos, y a comprender de donde provenían. Y esa mujer estaba tratando
a la gente incluso con hogar y trabajo despreciablemente.

—… Y esos espantosos niños, por supuesto. ¡Sentados en tu regazo! Probablemente


babeando mientras ruegan al querido viejo Santa por montones y montones de los
más ridículos regalos.

No, no todos los niños eran horribles. Tanner podía pensar en uno en particular al
que no le importaría ver de nuevo. Pero Merinda estaba al menos diciendo algo
sensible. Él sabía dónde estaba yendo esto —ella pronto se lanzaría a una denuncia
de la comercialización de Navidad y la avaricia ahogando nuestra gran nación. Por
supuesto. Él había pensado un poquito acerca de eso durante las últimas pocas
semanas.

—Y esos niños estaban indudablemente decepcionados. Diablos, incluso yo estaba


decepcionada este año. Papá está todavía luchando un poquito con la caída de
bienes raíces de hace unos años. Y estaba ansiosa por un coche decente. Mi
Mercedes es solo tan vergonzoso. Es solo un coche conservador. Es un coche tan
conservador, realmente, incluso en el precio, y la maldita cosa tiene un año ahora.
Mis amigos tienen lástima de mí. Y mi guardarropa. Y…

Tanner tenía mucha experiencia en dejar de prestar atención a esta clase de cosas, y
desentenderse fue lo que hizo. Lo que era sorprendente para él fue el hecho que no
estaba más ansioso por llevarla de regreso a su casa y tenerla en su cama. ¿Qué
demonios estaba mal con él?

¿Qué mierda importaba si ella era superficial? ¿Qué importaba si estaba


empezando a aburrirlo? Su cuerpo era aún erótico fuera de este mundo, y tenía
labios que encajarían justo alrededor de ciertas partes del cuerpo. Extraño. ¿Por
qué ese pensamiento ahora le daba asco en lugar de excitarlo?

La cena terminó un par de largas sufridas horas más tarde, y Tanner decidió que
tan pronto como sacara a la mujer fuera del restaurante, la metería veloz en su
coche, la dejaría en su casa sin más que un beso de buenas noches, y, alegando un
dolor de cabeza, saldría pitando.

—Tanner, ¿no te importaría hacer una rápida parada por mí, no? —preguntó,
deslizando sus uñas arriba y debajo de su antebrazo, sus ojos revoloteando una vez
más. Él había estado interesado hacía unas pocas horas atrás, pero esa mirada
ahora lo estaba enfermando.

—Por supuesto —dijo él automáticamente, aunque antes mordería uñas a pasar


cualquier tiempo extra en su presencia. ¿Cómo había sido ella tan interesante hacía
un mes, e incluso al comienzo de su noche hoy, y luego ponerlo cachondo tan
rápidamente?

Ella nombró una dirección y las cejas de Tanner se dispararon juntas, pero se
incorporó al tráfico y se dirigió a esa dirección. Cuando estacionó frente a una
exclusiva joyería que normalmente estaba cerrada a esa hora de la noche, su pulso
se aceleró.

—Oh, gracias, cariño. Mi papi necesita que le recoja sus gemelos —dijo ella con
una risita. Y no se movió del asiento del acompañante.

En cualquier otra circunstancia, él habría salido del coche e ido a abrir la puerta
para ella. Pero esta vez se sentó ahí, congelado. La última cosa que quería hacer era
ir con ella dentro de esa joyería.

—¿Tanner? —preguntó ella.

¡Diablos! Cediendo, se disculpó por su demora antes de salir de su coche y


moverse para abrir su puerta.

—Está bien. Disfruto estando sentada en tu coche, también. Los asientos son tan
confortables, mucho más cómodos que los que tiene mi anticuado Mercedes.

Si hacía un comentario más acerca de su coche, el cual costaba más de lo que la


mayoría hacía en dos años, podría ‘accidentalmente’ perderla en la curva dentro de
la dirección opuesta del tráfico.
—Bienvenida Srta. Raffael. ¿Está aquí para ver el collar?

Tanner estaba de alguna manera listo para borrar cualquier expresión de su rostro,
pero su cuerpo estaba tenso mientras escoltaba a Merina al mostrador. El vendedor
estaba prácticamente babeando. Por supuesto que lo estaba. Él trabajaba a
comisión.

—No, Clinton, estoy recogiendo los gemelos de mi padre —dijo ella con un
puchero. Pero una brillante sonrisa elevó sus labios—. Pero ya que estoy aquí,
puedo ver mi collar de nuevo.

—Por supuesto. —El hombre fue atrás y volvió con un estuche de terciopelo, el
cual colocó en un prístino mostrador de cristal. Cuando abrió la tapa, Merinda dio
un rápido pequeño jadeo. Luego levantó la vista y encontró los ojos de Tanner con
una mirada calculadora.

Él había tenido suficiente.

Tanner había comprado una cantidad de joyería, y la conocía bien. El collar que
Merinda estaba tan desesperadamente tratando de conseguir que Tanner le
comprara llegaba al menos a mil dólares. Esa era una apuesta baja. Y hacía un mes,
él no habría tenido problemas para comprar algo así si una mujer era lo
suficientemente buena en la cama para valer el alto precio de la etiqueta.

Él había pensado que era hermosa. Uff. Ahora, todo lo que podía ver era fealdad.
¿Cómo podía alguien justificar usar algo tan extravagante para una sola noche
cuando las calles estaban llenas de gente que podrían estar agradecidas por un
simple pedazo de tostada?

—¿Tienes los gemelos? —La fría autoridad en la voz de Tanner automáticamente


detuvo la conversación que Merinda estaba teniendo con el vendedor.

Los labios de ella se curvaron hacia abajo en un puchero mientras Clinton retiraba
el collar. Y luego ella y Tanner no intercambiaron otra palabra mientras él la
escoltaba de regreso a su coche y la llevaba directamente a su casa. Él ni siquiera
necesitaba alegar un dolor de cabeza para evitar la cama, esa triste excusa para una
mujer. La libido de ella se había congelado cuando él no le compró aquel
impecable collar de diamantes.

Al momento que regresó su casa esa noche y se sentó observando la ciudad,


Tanner supo que estaba en problemas. Su mundo estaba cambiando, y no era de la
manera que quería que cambiara. Solo esperaba que esto fuera una cosa temporal.
Capítulo 28
Traducido por Guga
Corregido por Eli25

Tanner no tenía ni idea de por qué estaba parado frente a la casa de un extraño con
un brazo lleno de regalos, pero ahí estaba él. Se paseó nervioso mientras observaba
la puerta del frente y la guirnalda de Bienvenida aún colgaba sobre esta, aunque
las vacaciones estaban ya acabadas. Finalmente, incapaz de tolerar su indecisión, se
acercó y tocó el timbre. Oyó el trajín de pies al otro lado, y esperó a que la puerta se
abriera.

—¿Puedo ayudarlo? —preguntó una mujer, mirando a Tanner con sospecha.

—¿Está Billy en casa?

—¿Quién es usted? —La mujer no abrió más ancha la puerta.

—Lo conozco a él y a su abuela. Viven en mi edificio —contestó Tanner. Entonces


‘viven’ fue el tiempo incorrecto de verbo. Lo suficientemente cerca.

—Billy ha estado teniendo momentos difíciles, su Navidad fue dura. No sé si sería


una idea inteligente para él ver a alguien ahora mismo —le dijo la mujer.

—Puedo entender eso, pero le compré algunos regalos —dijo Tanner—. Ellos
podrían ayudar a mejorar las cosas.

La mujer lo miró escéptica.

—Puedo asegurarme que los reciba —dijo ella fríamente, pero no retrocedió y dejó
entrar a Tanner.
Tanner quería apartarla, quería encontrar a Billy y decirle que todo estaría bien.
¿Pero no estaría mintiendo? No sabía si todo estaría bien o no. No parecía saber
nada ahora mismo más que era un bastardo egoísta quien se había alejado de una
mujer que estaba sufriendo mucho y no había dado una mirada al chico que ambos
habían encontrado en un sótano llorando y con miedo. Tanner no podía siquiera
pensar en ver a Kyla, sin embargo; había quemado esos puentes completamente,
como el completo idiota que era. Y entonces se encontró en su lugar en la entrada
de Billy, porque, bueno, porque… él no sabía el porqué de esto.

Tal vez había conseguido los regalos para Billy para tratar de aliviar su conciencia.
No parecía saber nada más. Una cosa de la que él estaba seguro era que su
temporada de vacaciones estaba ciertamente volviéndose más solitaria que nunca.

Podía haber pasado la Navidad con su familia, o al menos la familia que estaba en
la ciudad, pero estaba tan atrapado en sí mismo, en sus sentimientos de libertad.
Todos a quienes conocía y amaba estaban justo comenzando a recuperarse
realmente por primera vez, y no tuvo la decencia de unírseles, para recordar para
que era la Navidad.

—Gracias —le dijo a la mujer cuando se dio cuenta que había estado parado allí
durante mucho tiempo sin hablar.

Le alcanzó los regalos y se volvió para irse.

—Estoy segura que significará mucho para Billy.

Tanner no se giró y agradeció a la mujer. No estaba siquiera seguro de por qué


había aparecido. Debería solo haber dejado todo como estaba y haberse alejado de
esta vida en la que había sido forzado durante las últimas semanas.

Eso era exactamente lo que haría. El tiempo curaría las heridas, o alguna basura
como esa. Había oído que la gente lo decía miles de veces, ¿entonces no significaba
que debía ser verdad? Solo iba a asumir que lo era. Sintiéndose ya mejor, Tanner
activó el motor de su coche y decidió tomar un largo paseo. No había nada como
andar millas durante horas para mantener la sangre fluyendo.
Sabía que estaba en mayores problemas cuando la usual emoción que sentía
conduciendo demasiado veloz no sucedió. Pero podía hacer esto. Estaba
determinado a borrar el pasado mes de su mente, y se dirigió a casa. ¡Olvidaría a
Kyla y a Billy también!

***

Víspera de Año Nuevo.

Como siempre, el edificio de oficinas había estado muerto, y Tanner se sentía como
los muertos vivos —no, los muertos sentados— mientras miraba fijo fuera de la
ventana y pretendía trabajar. Finalmente dándose por vencido y entrando dentro
de su elegante coche deportivo, arrancó el motor. Pero no se movió, y el coche
tampoco lo hizo. Estaba solamente sentado ahí. No quería ir a casa a su helado
apartamento, no quería estar solo en otras grandes vacaciones.

Cuando finalmente partió dentro del tráfico, se encontró moviéndose en la


dirección contraria. Tanner cruzó el gran puente sobre la isla en la que vivía uno de
sus tíos, y pronto estacionó en la colosal casa de Joseph Anderson.

La Navidad del año pasado, el castillo había sido iluminado con luces de colores y
ostentaba una gran guirnalda sobre la masiva puerta delantera. Y cuando Tanner
había entrado, había seguido el sonido de risas viniendo desde lo que más tarde
había aprendido era la sala de descanso favorita de Joseph. Tanner se había parado
en la entrada y observó la actividad desarrollándose ante él.

Joseph estaba sentado en su gran silla, un par de niños en su regazo a la vez, y


varios más posados a sus pies mientras leía una historia de Navidad. Los primos
de Tanner estaban confraternizando felizmente con sus hermanos, y su padre
podía ser encontrado riendo ante algo que su hermano George decía muy a
menudo. Eso fue el año pasado.

Tanner había extrañado todo eso este año. Las decoraciones que vio afuera de la
mansión ahora no eran sobre la felicidad del mundo. Eran sobre finales y
comienzos. La excitación era de una clase diferente. ¿Quería realmente enfrentar
esto? Pensó seriamente en girarse e irse, pero eso no sucedió. Caminó desde su
coche y subió los escalones de la entrada.

Una vez más siguió el sonido de la risa, y esta vez estaba en el gran salón de baile,
con grandes cantidades de globos suspendidos. Eso globos parecían bastante
opresivos para su humor negro, pero aún más molestos era lo que estaba debajo de
ellos.

Viendo las parejas trabadas cada uno en los brazos del otro era demasiado para
Tanner, quien repentinamente se sintió más solo de lo que recordaba sentirse. Y
eso no tenía sentido. No necesitaba a otra persona en su vida para hacerlo feliz —
no se había sentido de esa manera en años, no desde su niñez— entonces no
entendía este absurdo sentimiento de tristeza que parecía estar atravesándolo.

Había cometido un error al venir a este lugar. Se giró, planeando escabullirse antes
de que nadie lo viera. Pero fue tarde.

—¡Tanner! ¡No puedo creer que en realidad lo hicieras! —Crew estaba


rápidamente aproximándose, su hermosa esposa, Haley, dulcemente pegada a su
lado.

—Estoy tan feliz que lo hicieras —dijo Haley—. Realmente te extrañamos en


Navidad, pero imagino que el seductor estaría demasiado ocupado con sus
amigas. —Ella se despegó de su esposo, arrojó sus brazos alrededor de Tanner, y le
dio un gran abrazo.

—Tanner no va por las damas, exactamente —dio Crew—. A él le gustan sus


mujeres un poco más desinhibidas.

—Cállate, Crew. Es bueno verte de nuevo, Haley. —Se volvió hacia su hermano
cuando ella lo liberó—. No me quedaré mucho. Solo pensé en pasar por aquí,
hermano.

—Oh, tonterías —dijo Crew—. ¿Qué demonios es más importante durante toda la
temporada de Navidad que la familia? Mejor tarde que nunca. De cualquier
manera, estábamos justo por cenar. Y hay unas pocas damas solteras cerca a
quienes no les importaría darte un beso a medianoche cuando suene el Año
Nuevo. —Después de codear a Tanner en la espalda, Crew lo condujo al bar y tuvo
una bebida servida para él.

Por primera vez en lo que se sentía al menos una semana, los labios de Tanner se
crisparon. Sabía sin duda que había una dama soltera quien no le permitiría tener
sus labios en algún lugar cerca de los suyos, no importaba que época del año fuera,
y no importaba cuantas otras parejas estuvieran besándose alrededor de ellos.

Tanner había vuelto a la joyería y había comprado la caja en la que estaba el collar
de Merinda. Y luego le había escrito una nota —una nota inteligente, así se lo dijo a
sí mismo. Podía al menos —casi, pero no bastante— imaginar la furia brotando en
sus ojos cuando la tapa se abriera y leyera sus palabras. Él había simplemente
colocado un collar de plástico idéntico en la caja, uno diseñado por un niño, y le
dio las gracias por recordarle el verdadero significado de la Navidad. Una
donación por la suma de mil cuatrocientos dólares estaba siendo donada a la
Misión Seattle, el costo exacto del collar que ella había más que insinuado que
quería.

Su único pesar era que no estaría ahí para ver su rostro. Su humor
instantáneamente mejoró, sin embargo, solo pensando en eso. Lo suficiente para
aceptar el vaso que su hermano había traído para él y tomárselo, disfrutando en la
lenta quemazón del fino escocés mientras este viajaba por su garganta. Consiguió
otro y bebió a sorbos satisfecho mientras más miembros de la familia lo
encontraban.

—¿Cómo fue tu estadía en aquel viejo edificio de apartamentos? —preguntó su


primo Mark.

—Fue terrible —contestó Tanner—. Nunca he estado tan feliz de dejar un lugar.
Aquel juez estaba seriamente loco.

—No puede haber sido tan terrible, no con semejante vecina caliente —dijo Lucas
con un guiño.
—¿Una vecina caliente? ¿Algo de lo que quieras contarme? —La mujer de Lucas,
Amy, agregó una sonrisa burlona a su pregunta.

—Bueno, por supuesto ni siquiera se acerca a compararse a ti —dijo Lucas antes de


agarrar a Amy y besarla, haciéndola reír.

—Hey, chicos. Guarden eso para la medianoche —refunfuñó Tanner.

—Oh, solo estás celoso —replicó Crew antes de plantar un beso en su media
naranja.

—¡Ja! No quiero la cosa de hijos y mujer. Me gusta demasiado mi forma de libertad


—dijo Tanner. Terminó su segundo vaso de escocés y volvió por uno más.

—Sí, eso es lo que todos decimos —dijo Lucas a su primo—. He ciertamente


cambiado mi pensamiento acerca de eso.

—Parece que todas las mujeres han sido ya arrebatadas, entonces solo tendré que
lidiar con mi triste condición de soltería —dijo Tanner, estallando en una arrogante
sonrisa, y esperando sobrellevarlo bien—. ¿O quise decir rebeldía?

—Cuanto más duro luchan, más duele cuando caen —dijo Joseph en su voz
floreciente mientras se reunía con ellos.

—Feliz Año Nuevo tío Joseph —dijo Tanner. Solo había conocido a este hombre
hacía un año, pero el tipo era genial y Tanner no podía imaginar a nadie en todo el
planeta a quien instantáneamente amara.

—Feliz Año Nuevo a ti, también, Tanner. Me alegra que hayas decidido asomar tu
cara. Estaba un poquito ofendido porque no estuviste aquí la semana pasada —dijo
Joseph en su manera brusca, haciendo sentir a Tanner instantáneamente como un
chico que estaba siendo regañado—. Pero debes alegrarte de ver por última vez ese
apartamento y a esos niños en el centro comercial. Al menos eso es lo que tu padre
dijo que había sucedido.

—No fue todo malo.

—¿No?
—Hubo alguien que conocí que era realmente lindo. Tal vez dos personas. Y me
preocupo por ellos. Pero no hay nada que pueda hacer para ayudarlos a ninguno
de ellos. No ahora.

Tanner ni siquiera se dio cuenta que estaba por decir nada de eso hasta que saltó
de su boca. ¿Quién demonios era él? Cuando terminó de hablar, estaba
sorprendido de ver un brillo en los ojos de su padre. Esas posiblemente podían ser
lágrimas.

—Has crecido mucho este año que pasó, hijo. Estoy orgulloso de ti —dijo Richard.

—Podrías sentir que no hay nada que puedas hacer, Tanner, pero estarías
sorprendido de lo que puede suceder cuando pones tu mente en ello —agregó
Joseph.

Tanner se movió incómodo en sus pies y estuvo aliviado cuando el tema cambió.
Aun así, no podía quitarse a Kyla de su mente, o a Billy, para el caso. Entre todas
las risas, él se sentía aún más solo que incluso antes.

¡Tonterías!

Armándose de valor, se las apañó para aguantar hasta que la cuenta atrás comenzó
por el nuevo año. Pero mientras miraba a sus parientes, todos ellos con alguien,
todos felices y enamorados —o al menos así parecía ser para él— decidió que había
tenido suficiente. No iba a mirar a otros besarse, no cuando había solo una mujer
que quería besar esta Víspera de Año Nuevo. Y eso no iba a suceder.

No importaba, sin embargo, porque estaba feliz con su vida, se dijo a sí mismo,
negándose a ceder a la depresión colgando amenazadora sobre su cabeza.

Kyla era de su pasado y no tenía sentido volver atrás.


Capítulo 29
Traducido por Guga
Corregido por Eli25

Tanner sabía que había perdido la cabeza cuando se encontró estacionando frente
al viejo edificio de apartamentos una semana después del año nuevo. Este era el
lugar donde había estado condenado a vivir durante más de tres semanas mientras
se ponía el traje de Santa y lidiaba con un puñado de niños llorones. ¿Por qué
demonios estaba sometiéndose a regresar aquí?

Porque aquí es donde Kyla vivía, y no podía parar de pensar en ella.

Dos semanas completas habían pasado desde que la había dejado sola en casa de
sus padres, y ella se veía tan perdida y destrozada. ¿Debería haberse quedado? Sí,
se sentía una mala persona por no esperarla en la entrada de la casa. Y como una
puta mala persona por en realidad romper con ella en el acto. Él había estado
tratando de ser amable, pero… Resopló. ¿Amable? Asustado se parecía más.

¿Y si ella lo había necesitado una vez que había salido del mausoleo de un hogar?

Él solo le había tomado la palabra y se fue. Llamó a un taxi y huyó a su antigua


vida. Ni siquiera se había molestado en regresar al edificio de apartamentos. No
había nada allí que hubiese necesitado o querido.

Nada excepto a Kyla.

Estaba justo yendo a comprobarla ahora. Nada más. Había dormido con ella,
después de todo; era lo responsable por hacer para asegurarse que le estaba yendo
bien. Solo porque quería comprobarla no significaba que ella le importara, o que él
quería tener una relación real.
No tenía relaciones. En los últimos años, había encontrado mujeres quienes estaban
interesadas en sexo de mutuo beneficio. Eso era genial —ninguno tenía
sentimientos que salieran heridos cuando se acabara, usualmente después de una
noche de cama, tal vez dos.

Aun así, se encontró dando largas zancadas por el pasillo del edificio. Mientras se
movía hacia la puerta de Kyla, comenzó a ver el lugar de forma diferente. Tal vez
había realmente posibilidades aquí. Tanto como no quería pensar en esto, había
belleza en las molduras y ahora que la calefacción estaba funcionando
apropiadamente y el lugar estaba consiguiendo las reparaciones necesarias, podía
ver algún potencial. Debería encontrarse con su arquitecto.

Tanner se encontró frente a la puerta de Kyla, y su mano estaba en piloto


automático. Demonios, no era la primera vez que había sucedido. Pasos al otro
lado le dijeron que ella estaba en casa.

Con la cadena en su lugar, ella abrió la puerta. Él debería decirle que no era un
método seguro para mantener a la gente fuera. Una vez tenían una abertura, no
importaba cuan pequeña, podían fácilmente forzar su entrada.

—Hola, Kyla. —Diablos. ¿Era un experto en hacerse el estúpido?

Ella debió haber pensado eso, porque dejó la cadena enganchada.

—¿Qué estás haciendo aquí, Tanner?

—Te extrañé. —Tanner no supo cuál de los dos estaba más sorprendido por sus
palabras.

—Desapareciste —dijo ella. Su mirada era clara: no pienses que tienes una
oportunidad de repetir nuestra noche juntos, Tanner. Tuviste tu oportunidad, y la
perdiste.

—Solo estuve viviendo aquí durante tres o cuatro semanas. Pero fue una…
experiencia —dijo él, fijando su más encantadora sonrisa—. ¿Por qué no me invitas
a entrar?
—No lo entiendo. ¿Quién se muda a un lugar durante solo ese pequeño periodo de
tiempo? —La puerta se cerró mientras ella abría la cadena. Abrió la puerta más
ampliamente, pero bloqueó la entrada, dejándole saber que definitivamente no
estaba siendo invitado a entrar.

—Es una larga historia y no quiero entrar en ello —le dijo a ella.

—Todo parece ser una larga historia para ti. Pareces amar mantener tus secretos.
Eso está bien conmigo, Tanner, porque no veo realmente algo de lo que tengamos
que hablar. Te mudaste aquí, tuvimos sexo, te mudaste fuera. Es prácticamente el
final de nuestra historia.

Aunque ella estaba tratando de ser displicente, él podía ver el dolor detrás de sus
ojos y en su voz. Kyla no era la case de mujer con la que un hombre dormía y luego
dejaba con solo unas pocas palabras y sin explicaciones. Él lo había sabido hacía
tiempo, y aun así lo había hecho. Era el tipo de hombre sobre los que las madres
alertaban a sus hijas.

El pensamiento no le sentó bien.

—Me gustaría invitarte a una verdadera cita, Kyla. Si vienes conmigo, te contaré
más de mi historia.

—No lo creo, Tanner. Yo sólo… no creo que tengamos nada en común.

—Seguro que tuvimos mucho en común la víspera de Navidad —dijo él,


inclinándose hacia ella, aspirando su dulce aroma e instantáneamente fluyó el
deseo por ella. Aún sin maquillaje y usando sudaderas, lo encendía mucho más
que su última supermodelo durante su sesión de una noche.

—Eso fue sexo, Tanner. Hay una diferencia entre tener buen sexo y tener una
relación. ¿Es eso una sorpresa para ti? No, no lo creo. Ambos sabíamos cuando
dormimos juntos que esto no iba a conducir a nada más. Así que esperé no dormir
contigo de nuevo. Pero no esperé que completamente desaparecieras.

—Dijiste que querías estar sola —dijo él en un inútil esfuerzo de auto defensa.
—Lo hice. Gracias por respetar eso.

—¿Has tomado alguna decisión?

—No todavía. Hablé con el abogado de mis padres. Creo que voy a vender la casa.
Solo no puedo permanecer allí. Dolería demasiado, y el lugar necesita tener gente
dentro quienes crearán sus propios recuerdos felices. Quiero esperar hasta estar
segura, de cualquier manera; no quiero hacer nada apurado.

—Creo que eso es sabio. Pero es tiempo que comiences a vivir de nuevo.

—Sí, estoy de acuerdo, por lo cual hablé con la oficina de admisión de mi vieja
universidad esta semana. Estoy esperando regresar a la escuela el trimestre de
primavera, aunque estoy al cierre. Veré si funciona esto.

—Eso es maravilloso, Kyla. —Impactantemente, él lo decía en serio.

—Creo que deberías irte ahora, Tanner. Ha sido lindo verte, sin embargo. —Ella
trató de cerrar la puerta, pero él la bloqueó con su mano.

—Por favor. Solo quiero hablar, Kyla. —¿Qué demonios? Él no era la clase de tipo
que rogaba a una mujer por atención.

Antes de que ella pudiera responder, hubo pasos en el pasillo, y cuando Tanner se
giró para ver quien se acercaba, oyó su nombre.

—Sr. Store, que feliz de encontrarlo aquí. El equipo de demolición está regresando
al edificio por un nuevo plan para transformar la ciudad, y necesitan su firma en
algunos papeles.

Tanner se volvió justo a tiempo para ver los ojos de Kyla ensancharse cuando la
realidad golpeó. Él sabía que sus oportunidades de conseguir que ella hablara con
él habían salido volando por la ventana. Su equipo le había dicho que estaban
teniendo nuevas ofertas con costos variados para ver qué hacer con el edificio, pero
no se había dado cuenta que estarían trabajando tan pronto como hoy. Para un
hombre cuya suerte era casi perfecta —¿podía ser eso solo en las finanzas?— hoy
estaba resultando no ser su día.
—¿Eres dueño de este edificio? —jadeó ella.

A menos que estuviera preparado para inventar una historia y mentir


abiertamente, Tanner estaba atrapado.

—Mi padre me lo entregó hace seis meses.

Sus ojos se achicaron peligrosamente.

—Entonces tú eres el inútil bastardo que ha estado intentando desalojarnos desde


que pusiste tus codiciosas manos en el lugar. ¿Qué estás haciendo aquí, Tanner o
debería decir Mr. Storm? ¿Estabas investigando el lugar, esperando encontrar
pruebas de que necesita ser demolido así podrías hacer añicos todo y luego entrar
y construir alguna fantasía de gran altura?

Ante su mirada culpable, sus ojos de achicaron aún más, si eso era posible.

—Eso es lo que pensé. Soy tan tonta. Sabía que no era de tu clase. Prácticamente
podía olerlo en ti, pero no tenía ni idea cuán lejos realmente estabas. ¿Te divertiste
mezclándote con una pobre chica con poca suerte? Realmente debiste haber
querido cerrar el trato, después de todo, te expusiste a ti y a tus manos con
manicura a servir comida en refugios para desamparados.

—No fue así —dijo él, recorriendo sus dedos a través de su cabello con frustración.

—Sé exactamente como fue, Tanner. Estabas atrapado aquí haciendo tu turbia
intromisión, y yo solo resulté estar frente a ti. Con nada mejor en el horizonte,
decidiste conseguir acostarte con alguien fácil. Lamento que haya tomado tanto
tiempo. Diablos, si me hubiese entregado antes y no hubiese tenido aquel ataque
de vergüenza, podrías haber obtenido más que solo un par de noches de sexo
barato. —Las lágrimas llenaban sus ojos, pero se negaba a dejarlas caer.

—¡Estaba forzado a estar aquí por un juez! No estaba espiando —dijo él mientras
caminaba de un lado a otro frente a ella.
Los residentes quienes habían estado aproximándose oyeron el peligro y
sabiamente retrocedieron, aunque no muy lejos como para no poder oír toda esa
jugosa información.

—Oh, ya veo. Eso lo hace mucho mejor. Eres algún tipo rico quien cometió un
crimen y consiguió servicio comunitario en lugar de tiempo en la cárcel. ¿Por eso
eras Santa Claus, no?

Él asintió, aunque antes de que pudiera defenderse de nuevo, ella dijo lo que
claramente era su parte final.

—Necesitas mantenerte lejos de mí. No quiero verte nunca más. —Antes de que él
pudiera detenerla, ella cerró la puerta y él fue dejado de pie allí preguntándose qué
demonios había sucedido recientemente.

Cuando golpear su puerta no obtuvo respuesta, se apartó. Ella no iba a hablar con
él de nuevo. Esto no tenía caso. Mientras pasaba al lado de un grupo de hombres
de pie al final del pasillo, la expresión de su rostro lo retaba a decir alguna palabra.
Afortunadamente para ellos, se mantuvieron en silencio.

Cuando Tanner dejó el edificio, su coche despegó con las llantas chirriando. Estaba
furioso con Kyla, furioso con toda la situación. En el momento que llegó a casa, se
había calmado, pero no podía evitar su increíble frustración mientras caminaba a
través de las habitaciones.

¿Cómo podía mejorar esto? ¿Cómo podía hacer que este dolor se fuera? No había
respuesta ahí. Solo rio amargamente cuando bromeó consigo mismo acerca de
abrir su pequeño libro negro de modelos calientes. Sabía que ellas habían saltado
de la posibilidad de satisfacerlo —como si cualquiera de ellas pudiera acercársele.
Él no tenía el menor deseo de ver a ninguna nunca más, bajo ninguna
circunstancia. Así que en su lugar, se fue a la cama, esperando que en el momento
en que se levantara, tuviera alguna idea acerca de cómo resolver esto.

Él era Tanner Store. Lo resolvería.


Capítulo 30
Traducido por Julieta9768
Corregido por Eli25

Tanner firmó el último de los documentos y se sentó con una sonrisa sincera. Sabía
que estaba haciendo lo correcto, porque se sentía bien consigo mismo. La última
vez que recordaba haberse sentido así fue cuando… demonios, no podía recordar
haber tenido esta sensación antes.

—Señor, es el momento de salir a la conferencia de prensa.

—Iré en un momento —dijo a su secretaria. Le entregó el fajo de papeles y se puso


de pie.

Silbó mientras se abría camino a los ascensores y bajaba. Con suerte, estaría viendo
a Kyla hoy. De ninguna manera esperaba que ella cediera con facilidad, ¿pero no
era eso parte de la diversión en todo esto?

Por primera vez en su vida, estaba disfrutando de la caza, disfrutando que hubiera
una mujer por ahí que no tuviera miedo de decirle lo que realmente pensaba. Y
quería estar con esa mujer, no solo por una noche de pasión, o diez noches de
pasión para el caso, sino por el tipo de tiempo que terminaba después con un para
siempre.

Se metió en el asiento trasero del coche que estaba esperándolo junto a su ayudante
y pensó en una sola cosa cuando el conductor tejió a través del tráfico pesado de
Seattle —volver a verla. Si todo salía bien, pronto la tendría en sus brazos. No
podía esperar que todo fuera demasiado rápido, por supuesto. Desde luego, no iba
a pasar de esta noche. Pero la buscaría a ella todo el tiempo que fuera necesario.
Ella valía la pena.
Una multitud lo esperaba en frente del edificio de apartamentos al salir del coche.
Los reporteros estaban haciendo preguntas; las cámaras brillaban. Él sonrió, saludó
con la mano y siguió adelante, caminando hacia el podio que había sido creado
para este evento. Tanner esperó a que la multitud se tranquilizara, y luego habló.

—Cuando recibí este edificio de mi padre, no lo reparé, realmente no lo miré. Lo


observé en signos de dólar, como un viejo edificio de pie en mi camino. No miré la
arquitectura, ni el valor histórico. Pero una mujer que vive aquí me ayudó a verlo
con otros ojos. Es por eso que he decidido renovar este hermoso pedazo de historia
en una ciudad que he llegado a amar. El proyecto llevará dos años completarse,
pero cuando hayamos terminado, este edificio de apartamentos se conservará
orgulloso, recuperando todo su antiguo esplendor. Y voy a estar orgulloso,
también. Los residentes que viven aquí tendrán un hogar todo el tiempo que
quieran, y vamos a mantener los costos bajos para que regresen en cuando
terminemos la remodelación del lugar. Quiero agradecer a mi padre, un hombre
muy sabio, por enseñarme que la línea de fondo no es lo que cuenta por encima de
todo lo demás, pero que tener orgullo justificado en uno mismo es muy
importante, de hecho, más importante. Él creía que la restauración de este edificio
me recordaría lo que soy. Y tenía razón.

—¡Sr. Storm! ¡Sr. Storm! —Las manos en alto cuando cada uno de los reporteros
trató de llamar su atención.

—¿Sí? —dijo, señalando a un joven reportero pecoso, un joven como Jimmy Olsen,
que parecía muy emocionado de ser el primero escogido.

—¿Quién es la mujer? ¿Podría haber un romance involucrado? —Tanner estuvo en


silencio durante un momento. Él sonrió y miró hacia la multitud y centró los ojos
en Kyla. Oh, sí, había un romance, al menos si tenía algo que decir al respecto.

—Eso espero —dijo, una enorme sonrisa apareció en su cara, y un grito de


asombro se apoderó de la multitud. Los reporteros gritaban más y más preguntas,
pero Tanner había dicho todo y permitió que Randy manejara las cosas. Solo tenía
ojos para una persona en ese momento y le estaba dando una mirada evaluativa.
Podía ver que ella no confiaba en él, estaba recelosa de sus motivos. Pero él había
esperado eso. Estaba allí para demostrarle que sus intenciones eran puras.

Después de que los periodistas tuvieron lo que necesitaban, él bajó y les dio la
mano, buscando cualquier señal de Kyla. Ella se había ido al parecer hacía rato,
pero eso estaba bien con él. Estaría aquí mucho durante los próximos meses.
Tanner había decidido ponerse su sombrero de construcción y trabajar en la
construcción él mismo, junto con la prestigiosa empresa que había contratado para
el proyecto. Si Drew podía hacer este tipo de cosas, sin duda él también podía.
Capítulo 31
Traducido SOS por Lectora
Corregido por Eli25

Dos semanas pasaron, y aunque Tanner vio a Kyla a menudo, ella siempre
caminaba junto a él sin palabras. Algunas veces, había visto la forma en que
algunos de su equipo la miraban; después de su mirada severa, pronto
retrocedieron. No tuvo ningún problema en absoluto haciéndoles saber que estaba
fuera de los límites.

Incluso si ella no lo sabía aún, era suya y no la dejaría escapar.

Eso lo golpeó como una inundación repentina, una tarde cuando estaba subido en
una escalera y ella pasó por debajo de él en el pasillo. Era como una pintura en su
mente —los dos riendo en su cocina, sosteniéndose en el sofá, cayendo dormida en
sus brazos… Había caído de cabeza enamorado de esta mujer, esta hermosa,
trágica, atractiva mujer.

Todo lo que estaba haciendo era porque ella había cambiado para siempre la forma
en que pensaba en su vida. Ella había cambiado su forma de pensar para mejor.
¿Qué…? Una Vida Maravillosa se estaba convirtiendo en su realidad.

Ahora, solo tenía que convencerla de que le diera otra oportunidad, para dejar que
la amara. No, no tenía ni idea de cómo diablos iba a llegar a hacer eso. Pero con
nueva determinación, él bajó la escalera, dejó su martillo, se dirigió a la puerta y
golpeó.

—Abre, Kyla —le gritó a través de su puerta—. Tengo algo que decirte y me niego
a irme hasta que me escuches. —Ni siquiera se dio cuenta de que el ruido en el
pasillo había parado y que a sus trabajadores descaradamente escuchaban como su
jefe se disponía a hacer el tonto enamorado.

—Vete, Tanner. No tenemos nada que decirnos.

—Maldita sea, si no abres esta puerta, entonces ¡voy a gritar todo para que todos
los vecinos lo oigan!

—Hay niños aquí, señor Storm. Cuida tu lenguaje.

Tanner se giró para encontrar una de las puertas abiertas de los vecinos y una
mujer mayor enviándole dagas con la mirada. Pero no le importaba quien
escuchara. No se iría hasta que consiguiera sacar lo que tenía que decir fuera de su
pecho. Infiernos, no se iría sin llevarse a Kyla entre sus brazos.

Teniendo en cuenta que le había mentido y solo había querido utilizarla por su
cuerpo, luego se alejó como si no significara nada, pensó que tenía que realizar
alguna penitencia. Tal vez más que un poco. Pero fuera lo que fuera lo que tomara,
lo haría, incluso si eso significaba servilismo.

—Por supuesto, no te dije quién era. Mentí por omisión, Kyla, y admito que quería
tenerte en mi cama más que otra cosa. Era egoísta, miope, y un completo idiota. Me
tomó pasar tres o cuatro de las semanas más significativas de mi vida contigo
darme cuenta de cuán estúpidamente me estaba comportando. Nunca debí dejarte
en Navidad. Debería haberte esperado en la puerta y luego sostenerte toda la
noche en tu dolor. Te ruego que me des otra oportunidad para hacer precisamente
eso.

—Tanner… tienes que parar esto —dijo ella, sonando con nudo en la garganta,
sonando… ¿esperanzadora?

¿Estaba logrado atravesar sus paredes?

—Por favor, solo quiero demostrarte que soy un hombre nuevo. Sé que algunos
hombres dicen que van a cambiar cuando tienen cero intenciones de hacerlo, pero
he cambiado. Soy un hombre mejor por conocerte, y quiero demostrarte cada día
cuánto me preocupas, lo mucho que te amo. Lo hago, Kyla Ridgley. Te amo tanto,
que mi corazón está estallando.

Los espectadores dieron un silenciado awww.

Pero la puerta de Kyla permaneció cerrada, aunque él seguía mirándola, deseando


que se abriera.

—Por favor, solo tienes que abrir la puerta, Kyla. Mira a mis ojos. ¡Vas a ver que
estoy diciendo la verdad!

—Estás haciendo el ridículo, joven —dijo una mujer al final del pasillo. Pero la
mirada que ahora le dio fue mucho menos severa que la que le había dado antes.
Parecía casi simpatizante con su difícil situación.

Eso dolía, tuvo que admitir. Sabía que las cosas estaban mal cuando recibía
miradas compasivas de ancianas.

Finalmente, justo cuando pensaba que iba a tener que armar una carpa frente a la
puerta de Kyla, la oyó abrir las cerraduras y arrastrar la cadena fuera. Entonces
estuvo de pie frente a él, viéndose aún más hermosa que nunca, con el pelo
recogido en una cola de caballo, y llevaba un suéter rojo apretado y un par de jeans
ajustados que dejaban ver el ensanche perfecto de sus caderas.

Las lágrimas brillaban en sus ojos mientras lo miraba. Podía ver numerosas
emociones cruzar sus facciones, como si esperase que dijera la verdad, pero no
confiaba en sí misma para ser un buen juez de su personaje.

—Soy un tonto, Kyla. Pero soy un hombre que solo cometerá un error una vez
antes de que haya aprendido mi lección. Sé que no hemos tenido mucho tiempo
juntos, y sé que todo parece moverse demasiado rápido, pero desde que estoy lejos
de ti, eres todo en lo que pienso. No me puedo concentrar en el trabajo; casi no
puedo dormir, o comer. Solo estoy sobreviviendo, no viviendo. Te necesito como
una parte de mi vida, una parte permanente de mi vida. No tengo miedo de
pedirte que seas mi esposa… por lo menos no hoy… pero estoy pidiendo una
oportunidad, una verdadera oportunidad para conocernos. Te quiero, Kyla. Nunca
le dije esto a una mujer.

—Oh, Tanner, yo… no lo sé. Mi primer instinto es lanzar mis brazos a tu alrededor
y decir que sí, pero esto es demasiado rápido. No nos conocemos. Pasamos menos
de un mes juntos y… —Ella bajó la voz brevemente a un susurro—… hicimos el
amor solo dos veces. Quiero creer que esto es real, pero este tipo de cosas no le
pasan a alguien como yo. Eres un hombre que tiene el mundo en la palma de su
mano. Yo solo soy una chica perdida, alguien que está muy sola en este mundo, y
no tengo nada que aportar a la relación —dijo ella, abrazándose con fuerza.

—¿Cómo puedes decir eso? Tú lo eres todo, Kyla. Eres fuerte y hermosa, divertida
y cariñosa. Tienes un corazón de oro. Aunque has tratado con algunas tarjetas
difíciles en la vida, eso no define quién eres; solo muestra la cantidad de fuerza que
realmente tienes. Me enamoré de ti por tu fuerza y tu bondad y… todo sobre ti. Por
favor, déjame demostrarte cuánto. —Él extendió la mano y suavemente separó sus
brazos lejos de su cuerpo para que pudiera tomar sus manos entre las suyas.

—Yo… dejé de creer en el amor cuando perdí a mi familia —dijo ella, el dolor tan
claro en sus ojos que él lo sintió en su propia alma.

—Entonces deja que te enseñe cómo amar de nuevo.

Ella le permitió abrazarla en sus brazos, y apoyó la cabeza contra su pecho y


sollozó. La avalancha de emociones que había estado conteniendo durante tanto
tiempo se liberó, y él fue lo suficientemente fuerte como para llevarla a través.

—Por favor, solo déjame amarte, Kyla. Prometo cuidar de ti, prometo ayudarte a
llevar la carga que has estado llevando sola durante mucho tiempo.

—Yo también te amo, Tanner. No sé cuándo ni cómo, pero te he echado de menos,


tu sonrisa y tus bromas, perdí la dirección que sentía cuando estaba contigo. El
dolor se desvaneció, se escondió durante un tiempo cuando estaba contigo. Creo
que me sentí culpable por eso, sentí como si fuera algo malo seguir viviendo mi
vida, ser feliz cuando el resto de mi familia no podía estar aquí para experimentar
esas maravillosas emociones. Ahora sé que eso no es lo que ellos querrían. Sé que
ellos querrían que yo fuese feliz.

—Sí, lo querrían —dijo, y se inclinó y capturó sus labios.

Cuando la besó, y su corazón se inundó de amor, de repente se dio cuenta de los


aplausos. Levantó la cabeza, miró a su alrededor y vio el pasillo lleno de gente que
había sido testigo de su humillación. Pero no le prestó atención. El viejo Tanner lo
hubiese hecho, pero era un hombre nuevo. ¿No le había dicho demasiado al
mundo?

—Felicidades, hijo —dijo el vecino entrometido, y luego volvió a entrar en su


apartamento ahora que el espectáculo había acabado.

Los trabajadores de la construcción no se movieron.

—Volver al trabajo —les dijo Tanner, tratando de parecer severo, pero no fue capaz
de llevarlo a cabo, ya que no consiguió quitarse la sonrisa tonta de la cara.

—Vamos a tener un poco de privacidad —dijo Kyla, alejándose y tendiéndole la


mano para que él la tomase.

Ella no tenía que decírselo dos veces.

Los dos entraron en su apartamento, y no pudo creer lo nervioso que estaba. No


podía estropear esto ahora que finalmente lo había dejado entrar.

—No quiero que pienses que esto es sobre el sexo, pero te quiero tan
desesperadamente… —dijo, incapaz de dejar de mover las manos arriba y abajo
por su espalda.

—Definitivamente es sobre el sexo. Yo también lo quiero, Tanner —admitió, a


continuación, se presionó contra él y lo besó con un hambre que solo podía
igualarle.

Levantándola en sus brazos, la llevó a su habitación y ella se paró frente a su cama,


quitándose lentamente cada pieza de ropa, con sus temblorosos dedos mientras
dejaba al descubierto su cuerpo a unos ojos extasiados. Después de dejarla
suavemente en el edredón, él se quitó su ropa, sin apartar los ojos de ella.

Luego trepó hacia ella, extendiéndose entre el calor de sus perfectos muslos, y la
besó de nuevo, disfrutando lentamente del enredo de sus lenguas,
reencontrándose el uno con él otro.

Movió su cabeza por el cuello del ella, chupando su piel y regocijándose en el


gusto. Después rozó sus labios a través de los tiernos montículos de sus pechos,
bajó a su estómago, disfrutando de la aljaba en su vientre mientras descansaba su
pecho contra su centro.

Ligeramente, besó su vientre mientras le acariciaba el costado y los brazos, su piel


de seda perfecto bajo su manos ásperas. Puso los brazos por debajo de ella, la
levantó y se movió más abajo, acariciando ese momento.

Ella empujó contra él, su cuerpo sabiendo exactamente lo que necesitaba, y


lentamente, pulgada a pulgadas fascinante, él se acercó a su mismo centro, dejando
que su lengua rozase el hueso sexy de la cadera y a continuación, yendo a donde
su calor lo estaba llamando.

Un gemido escapó de su garganta flotando a su alrededor e hizo que su cuerpo


palpitase con mayor necesidad. Apretó los labios hacia abajo, al revolotear suaves
besos en los pliegues de su feminidad.

Levantando una de sus piernas, la puso sobre su hombro, abriéndola totalmente


para él para que pudiera contemplar su perfección antes de inclinarse y degustarla
de nuevo, estaba excitada, la construcción de su placer estaba casi a niveles
insoportables.

Incapaz de tomar las cosas con calma por más tiempo, la besó íntimamente en su
calor, adorando sus hermosos pliegues con su lengua caliente y haciéndola gritar
cuando chupaba la yema hinchada con la boca y pasaba su lengua a través de ella.

—Tanner, por favor tómame —dijo sin aliento, y aunque quería hundirse dentro
de ella, él también quería seguir bebiéndola, sintiéndola, haciéndola arder.
Su excitación palpitó con una increíble necesidad, y se agachó y la agarró, tratando
de aliviar el dolor.

No ayudó. Había pasado demasiado tiempo desde que había estado dentro de ella,
y su cuerpo recordaba demasiado bien lo bien que se sentía.

Pero Tanner siguió provocándole, al principio lentamente, y luego con creciente


velocidad, besando, lamiendo y chupando su tierna carne hasta que sintió que se
tensaba, y sintió como su cuerpo encontró la liberación en la que él había estado
dulcemente tomándose el tiempo para construir.

Cuando deslizó su dedo dentro de ella, las paredes de su condición de mujer


pulsaron a su alrededor, y su húmedo calor le mostró que quería más, necesitaba
tenerlo dentro de ella.

Cuando el último de sus temblores se calmó, dejó que su lengua acariciarse su


núcleo por última vez, disfrutar de ese sabor se había vuelto aún más exquisito que
antes, y empujó sus caderas hacia arriba, buscándole.

—Por favor, Tanner —rogó.

Pensaba que no iba a negárselo por más tiempo. Pero mientras besaba su camino
de regreso por su perfecto cuerpo, tuvo que parar en sus pezones endurecidos y
chupar cada uno con su boca mientras le pellizcaba con los dedos el otro,
provocándole, haciéndola jadear y gemir.

Por último, sus cuerpos estaban alineados, su erección presionada contra ella, y él
la miró a los ojos, con la sensación de que podría perderse para siempre, la
sensación de que estaba finalmente en casa.

—Te amo, Kyla, te amo más de lo que nunca imaginé que alguien pudiera amar. Sé
que dije que no te pediría matrimonio, ya sé que dije que era demasiado pronto,
pero cuando sabes que algo está bien, solo lo sabes. Quiero que seas mi esposa.
Quiero pasar el resto de mi vida contigo, haciendo el amor, riendo, llorando,
aprendiendo y creciendo. No quiero volver a pasar otra noche sin ti. Por favor,
déjame tenerte para siempre.
Los ojos de Kyla se agrandaron.

—Es demasiado pronto —dijo, aunque no había convicción en su voz.

—No te preocupes por lo que piensen los demás. Solo dime lo que quieres —dijo,
empujando hacia adelante solo un poco, sus cuerpos conectaron, pero apenas.

—Te quiero —dijo ella, ladeando su cabeza mientras intentaba empujar hacia
arriba más cerca, tener más de él, todo de él, en su interior.

—Para siempre —exigió, se introdujo otra pulgada, la tortura casi fue su perdición.

—Para siempre —admitió ella.

Con esa palabra, empujó profundamente dentro de ella, y sus gritos se mezclaron
entre sí, ya que se convirtieron en uno. No había nada más que decir. Él se
introdujo más y más en su interior, construyendo su placer y luego derramando su
semilla en su interior.

En el momento que su pasión se acabó y la sostuvo en sus brazos, acariciando su


piel y agradeciendo al cielo que había visto la luz, Tanner apenas podía mantener
los ojos abiertos. Pero tenía una reflexión final.

Si alguna vez volvía a toparse con el juez Kragle de nuevo, tendría probablemente
que decirle que era un muy buen tipo.

El hombre había alterado la vida de Tanner para mejor.

Pensándolo por un momento, ¿por qué se entrometió el viejo tipo viejo? Tanner
decidió que probablemente no sacaría nada.

Acababa de pensarlo cuando finalmente salió a tomar el aire.


Epílogo
Traducido SOS por Lectora
Corregido por Eli25

—No hemos tenido un error, sin embargo, ¿o no, hermano?

Joseph miró a su hermano George con una sonrisa.

—Por supuesto que no. Somos Anderson después de todo —dijo con una risa
bulliciosa.

—Seguro me perdí de crecer con ustedes dos, pero creo que estoy aprendiendo
bastante bien por mi cuenta —dijo Richard mientras se sentaba con una gran
sonrisa—. Oh, sí, hermano. Pudiste ser nombrado como Storm, pero la sangre
Anderson corre por tus venas caliente y rápida —dijo Joseph con orgullo.

—Supe en el momento que conocí a Kyla en ese viejo edificio que ella era perfecta
para uno de mis muchachos —dijo Richard—. Si te digo la verdad, pensé que
estaría bien para Lance, pero ella y Tanner son una perfecta unión.

—Sí, lo son, y ahora que han adoptado a Billy, han comenzado su familia —dijo
George.

—Debería tener algo de crédito aquí —dijo el juez Kragle con una carcajada.

—Sentenciarlo a servicios a la comunidad y permanecer en su edificio fue puro


genio. Tienes el noventa por ciento del crédito —le dijo Richard.

—Y no hay que olvidar lo que mi nieta empujó a Tanner en la dirección correcta —


agregó el juez.
—Las clases de actuación de Merinda realmente valieron la pena. ¿Crees que tu
chico se imaginara alguna vez todo esto?

—Ojalá que no. Si lo hace, creo que todos estamos dentro por ello —dijo George,
pretendiendo limpiar el sudor de su frente.

—No estoy muy preocupado. Además, Merinda dijo que rompió a reír cuando la
caja de la joyería llegó con el collar de plástico y su nota en ella. Dijo que era el
mejor regalo que jamás haya recibido, a sabiendas de que muchas más personas
tendrían platos calientes, debido a sus dotes interpretativas.

—Ah, ¿cómo iba a molestarse, incluso si lo sabía? El amor floreció para ese
muchacho, y es más feliz de lo que ha estado alguna vez —les dijo Richard con
confianza.

—Es verdad. Esos hijos nuestros simplemente no se dan cuenta de cuánto esfuerzo
y energía ponemos en su felicidad —se quejó Joseph—. Nunca recibimos
agradecimientos o gratitud de ningún tipo. Y basta con ver todos los hermosos
hijos que han hecho hasta el momento.

—Ellos solo piensan que somos unos entrometidos ancianos —dijo George—.
Algún día, cuando sus propios hijos estén todos crecidos, nos apreciaran más.

—Yo no iría tan lejos, estos jóvenes pueden ser intratables, pero no necesitan dar
las gracias —respondió Kragle—. Tener todos esos nietos es un gracias lo
suficiente.

—Todavía no me importaría un agradecimiento —gruñó Joseph. Eso había sido lo


que había estado diciendo durante años, pero aunque podía ladrar fuerte, no era
del tipo de morder.

—Entonces, ¿quién es el siguiente? —preguntó Kragle, uniéndose con impaciencia


a los tres hermanos en sus esquemas de casamenteros.

—He estado viendo algunos cambios grandes en Ashton en los últimos tiempos.
Creo que es el momento de centrar nuestra atención en él ahora —dijo Richard,
aceptando otro vaso de whisky.
—Bueno, entonces, Ashton —dijo George, chocando el vaso con su hermano.

—Y quiero incluirme —dijo Kragle con una risita.

—No vamos a rechazar tu solicitud —dijo Joseph.

Los cuatro hombres inclinaron sus cabezas y las intrigas continuaron…

Fin
Próximo libro
Ashton Storm siempre había tenido sentido del
humor, pero tendía a ser más irreflexivo y
ensimismado que sus otros hermanos. Patinó a lo
largo de toda la vida, disfrutando de las cosas
buenas. Eso fue hasta que un día su padre tuvo
suficiente y le dio un ultimátum.

O bien seguía las órdenes de su padre, o de su


paseo fácil en la calle llegaba instantáneamente a su
fin.

Aunque Ashton luchó contra hacer lo que exigía su


padre, finalmente cedió y tomó la compañía de
botes pequeños que su padre le dio y lo hizo una
empresa multimillonaria. Ahora, está de vuelta en
la calle fácil y está solo —pero ¿por cuánto tiempo?

Richard Storm estaba decepcionado cuando sus planes de unión para su hijo
Ashton y la muy sexy, inteligente, algo torpe, Savannah Mills no funcionó. Pero
ninguna otra mujer parecía estar alcanzando los ojos de su hijo.

El destino tiene una manera divertida de hacer solucionar, sin embargo, y tal vez,
solo tal vez, Richard no había estado equivocado sobre Ashton y Savannah siendo
la pareja perfecta. Debido a que están a punto de finalmente conocerse.
Sobre la autora
Melody Anne es la autora de la popular serie
Billionaire Bachelors, y Baby for the Billionaire. Ella
también tiene una serie de Adulto-joven; Midnight
Firey Moon Midnight—Rise of the Dark Angel.

Ha estado escribiendo durante años y publicó en el


2011. Tiene un título de licenciatura en negocios, por
lo que le encanta escribir sobre fuertes y poderosos
empresarios. Cuando Melody no está escribiendo, le
gusta pasar tiempo con su familia, amigos y mascotas. Vive en un pequeño pueblo
que ama, y está involucrada en muchos proyectos comunitarios.

Puedes visitar su sitio web en: www.melodyanne.com. Responde a todas sus fans.
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interés tus opiniones y espera que disfrutes de sus historias.

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