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GÉNERO Y JUSTICIA PENAL

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?rósSSSta necesario expand. e^e^^a^

' ^^•¿s^'^^^^^
.tación en derecho Penal CUBA).
Abogada con onen'

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GENERÓ Y JUSTICIA PENAL MECANISMOS DE SIMPLIFICACIÓN ALTEKNATIVOS AL JUICIO..

sm medir los sesgos o manipulaciones autoritarias a doctrinarios, pero incluso los mejores análisis pierden utilidad
conducir. cuando están completamente desconectados de la dimensión real
atraía más bien derescatar ideas y Pensar herramientas más de los fenómenos sociales de los que se supone están hablando.
^PÍias£ara.^nconStía'Í me]ormanera de construir, entre amb^ Por lo demás, también ha sido recurrentemente señalado: es un
?TP,ec^as_322' una~ínteráccion que rompa el cerco de mnSdS fallo —en lo que respecta ai voto de la mayoría— completamente
qulel-sisAema penal construyó tras sigios de invisibüización^^ olvidable en cuanto a su factura jurídica que, lejos de ofrecer crite-
luestiones degénero! sm caerenla obviedad del pumtivismo^0 nos y orientar, produjo preocupantes consecuencias. Tiene en tér-
magogico u ofrecer otras impuiüdades como moneda de cambio^. minos estructurales un déñcit que se deriva de lo que acertadamente
Apesardel desarrollo especíñcoquehaalcajnzado elaboUcionis- se ha Uamado la "tesis de la contradicción insalvable" que resulta
cuando sfIe suma unaPerspectiva feminista (Pitch, 2004)7va¡e falsa y que supone precisamente eludir la tarea interpretativa más
acarar que el preserlte trabaj° II0 ahondará por esta vía orientada a exquisita que le es exigida a un órgano jurisdiccional, a saber, resolver
impugnar'TOn sobradas ra2ones, Ja utilización de dispositivos puni^ ecuánimemente (Lopardo, Rovatti y otros, 2013:191).
tivos para la solución de cualquier conflicto. Ese camino significaría Entre otras cuestiones se puede señalar: 1) las derivadas de
abandonar la reflexión que acabo de proponer, aunque"s£^udasa haber omitido un análisis serio respecto de qué entendería la CSJN
es^nás cómodo no solo en relación con los casos de género,"sm"o como ltviolencia-de género"; 2) las que afectan al msütuto mismo
respecto del sistema penal en su conjunto. de la suspensión por omitir sus propios pronunciamientos anterio-
res325; 3) la mconsistente asociación entre eficacia en la respuesta
y juicio oral y público a contramano del desarrollo en materia de
cBversifLcación de salidas y de resolución de conflictos, ignorando
2. Un debate encallado: Góngora o el día que la incluso lo que la propia Comisión Interamericana ha planteado so-
Corte aportó conñisión bre los alcances de la expresión tutela efectiva cuando concurren
especiales deberes de garantía (art. 7, de la Convención de Belem
^ ^ El debate al que me reñero más arriba no nació con el fallo do Para); 4) la completa desatención a precisar, sobre todo en un
goj-a334, pero en alguna medida se avivó con aquel caso'pues sistema de control de constitucionalidad difuso, las parücularida-
dicho prommciamiento obturó en gran medida los términos de des de los casos que evitarían un uso distorsionado; y por último,
lafcusiónCLopardo, 20l5:55/80).~No quisiera que se confunda 5) como si no fuera posible resolver de peor modo la tensión entre
esto con restar importancia a la soUdez de los debates procesa¡es"o garantías y género, entre derechos dei imputado y la víctima, la
mayoría de la Corte dejó sm.fundamentos una cuestión central en
estos casos: el rol de la víctima y su consentimiento.
TalábíMad técnica, la improvisación demagógica y la pe.rsis-
"Elpunto excede el objeto de este traba^a Alca^ con señalar que la contem- tencia"en imponer moralidades al punto de negar a la víctima un
PIaalnde.l_aperspecüvade género no es una opción Política' es-ima~obl¿cionl'que roFmás sustancial respecto del conflicto, son solo algunos de los
IÍma_de la vigenaa de la garantía de no díscrimmación y cieídeb-er~S¡adopíar instrumentos desplegados en esta decisión. A través del voto de la
mealaas.que como (3eberes básicos contempla todo el sistema internacional de pro- mayoría, la Corte Suprema de Justicia de la Nación efectuó una in-
tección de derechos humanos. Luego los instrumentos especfflcos, como~cÍDAW
terpretación maiúquea de las normas en juego que conduce al peor
LBelém Dlpará) I'aíifican' refuel-zan y especifican esas obUgaciones"CATduLRo'
Sánchez, 2009.), de los escenarios porque permite hacer de cuenta que los sistemas
procesales penales —muy sofisticados en la cultura del como sí
.Jltrata de Ro caer en 10 que zaffarom ha üaínado el "máximo de burla" del poder
punitivo respecto de los discursos anUdiscrimmación que "se alcanza cuando ¡Ims^
tmmento discrimmante argumenta que su incapacidad antidiscrimmatoria proviene
'" (Zaffaroni, 2009). aas CSJN, "Acosta, Alejandro E. s/iníracdón art. 14, 1° párrafo, ley 23.737", ría.
GSJN, "Góngora Gabriel Arnaldo s/causa n°14902", rta. 23/04/2013. 83/04/2008.

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!??n^Tí_ánd?se de Tío,5 casos con criterio Privilegiado cuando han tenido desarrollo en el ámbito del sistema mteramericano de
en la .práctlca Ios resultados pueden ser exactamente los contra- protección de derechos humanos (CIéricü y Novem'2014'-15/70)-
?°.s'_md}IEdo el/desaliento a invesügaciones eficaces, todo bajo ¡a LQ,pie^tQ,^s^ye Ja demanda de mtervencion eficaz
invocación genérica del precedente "Góngora". eqmvaÍe a condena— no es en sí misma ampliación del aparatopu-
El voto en disidencia del Dr. Zaffaroni resulta mteresante. n£^ó, pues se trata de modalidades deUctivas ya previstas, ante las
Porque sí toma una decisión desde el punto de vista procesal que cuáles el sistema jurídico penal actúa históricamente, mvisibilizan-
plantea menos incompatibilidades con el sistema de garantías.'S¡ dalas impUcancias de género, asegurando así impunidad selectiva.
efecto, ese voto se hace cargo de reconocer a la posición fundada Sé trata de la investigación de delitos que no fueron tipiñcados a
del Ministerio Público un rol clave y también en términos político fuerza de demandas feministas sino que, ya estando contemplados
cmnmales ofrece una Uave más concreta para pensar la relación como conductas penalmente relevantes, han sido desatendidas
entre^respuestas procesales y casos de violencia de género, ya no en forma sistemática, precisamente por la cuestión de género que
solo desde el monocorde tono de la lectura procesal, sino en clave involucran, cooperando desde el sistema de justicia con el carácter
político-crimmal. estmcturaÍ de la violencia de género. En este punto, la demandare
En este punto, solo me interesa volver sobre el fallo para iden- intervención diligente del sistema judicial y cese de•1a impumdad
tificar los déficits de un debate que renuncia a anclarse en una estructural debe ser escuchada.cpmo_.ma.^ distinta de la
perspectiva político-cmninal más amplia cuando se trata de pensar voracidad puiútíva.
la intervención estatal puiütiva frente a la conflictividad social ca~ Por ejemplo, nadie podría sostener que las demandas de pro-
talogada como delictiva. cesamiento adecuado por parte del sistema penal de practicas
como los vejámenes o severidades derivadas de abusos policiales
altamente invisibilizadas debieran evitarse so pretexto de estar
expandiendo el aparato punitivo.
3. ¿Qué tipo de conflictividad está involucrada No veo por qué la demanda de cese de impunidad penal se-
cuando discutimos género, proceso penal y
lectiva para los casos de violencia de género debiera correr una
salidas alternativas? suerte distinta. En ambos casos la desatencion estructural no ha
tenido que ver con un legítimo ajuste político criminal que acota
Más allá del evidente impacto de la condición de género en la la crumn.áizáción impropia para im Estado de derecho, sino que
victimización referida a deütos sexuales y la previsión de una mo- constituyen expresiones de .impunidad garantizadas por el aparato
dalidad delictiva específica a partir de la incorporación de la figura judicial, sustentadas en el patriarcalismo imperante para unos ca-
de femicidio en el Código Penal, la inmensa mayoría de los casos en sos, en el cíasismo o el racismo, en otros.
ios que es posible discutir salidas simpÍificadas distintas al juicio, En este punto, creo que también la noción de impunidad se- í,
se construyen en torno a tipos penales que deben contextualizarse lectiva nos ayudará a revisar, frente a la dinámica concreta de los S
como expresiones de violencia de género conflictos y no en abstracto, aqueUas posiciones que se construyen ;;
Atender el contexto conüeva exigencias específicas para quien asumiendo a los imputados desde su condición de vulnerabmdad, la
debe construir la base fáctica de la acusación y demandar otras ha- cual es típica de la selectividad criminalizante que históricamente
büidades —atenciones, diría— a quienes deciden los conflictos. En no ha ocurrido en estos casos326.
nuestro ámbito resultan insoslayables las definiciones —ambiciosas
por cierto— de la ley 26.485 en lo que respecta a tipos y modaU-
dades de violencias contra las mujeres, junto con las previsiones
del derecho internacional de los derechos humanos, en particular
®e De hecho el análisis que incluye la selectividad victimízante dice explícitamente
las que contiene la Convención de Belém do Para en sus artículos
respecto de la cuestión que aquí nos ocupa "La vulnerabmdad a la ^tíimzacion
1 y 2 así como las mterpretaciones y precisiones conceptuales que no'^"sólo~dasista¡ sino también de género, [A] Las mujeres el reparto de la selec-

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Si defendemos como función lirmtadora legitimante de la h las saUdas alternativas apenas un emergente, no va a encontrar j
vencían judicial penal la racionalización y control de lo que la agencia respuestas a la altura de las complejidades en juego si se mantiene j
policial cüscrecionalmente escoge como sujetos para la persecución"' el universo maniqueo de salidas sí o no; lo mismo ocurriría si el |
asumiendo que es a causa de su vutnerabmdad, es tiempo de ou^ debate fuera con la mira limitada a tal o cual instituto procesal. "••
tomemos nota de los matices que presentan otros casos, entre eUos Ya desde el inicio, y esto cabe para cualquier tipo de conflicti-
los de género, en los que la intervención estatal es más bien reacia^ vidad social relevante en términos penales, la alternativa al juicio
se vincula negativamente y ostenta una dinámica histórica de ctesa^ oral no puede constrmr.se en abstracto como"üna buena o mala de-
tención e impurudad de los intereses de la víctima, aun cuando hay cisión; Es más, debemos sospechar de la exclusión genérica de un
derechos y garantías que también deben ser tutelados frente al abul cierto universo de deütos frente a respuestas alternativas al juicio
so y la violencia327 Se trata de construir en estos casos un ejercicio y la eventual aplicación de pena porque niega categóricamente el
de jurisdicción que se ocupe de las complejidades en juego. principio de ultima ratio y es, por lo tanto, una decisión político
Como síntesis y al mismo tiempo como adelanto de la importan- crimmal impropia en un Estado de derecho. También desde la pers-
cía de la visión polítíco-criminal acuerdo: pectiva del principio de economía de la violencia.
Una discusión informada y con capacidad de generar propuesta
"Siempre que el caso permita economizar, reducir los niveles
debe ser más amplia y atender a distintas cuestiones, lejos de la de-
de violencia, se debe hacerlo (...) el ahorro de violencia nunca
finidón a partir de la lógica del caso, porque en definitiva se trata de
es un mal para la sociedad salvo cuando ese ahorro encubra, en
decisiones políticas que se administran a través de procesos penales.
realidad una forma de abziso de poder (impunidad estructural,
Por lo cual, las primeras preguntas más útües serán las que
privilegio para los poderosos) que en sí mismo configura una
provengan de una visión más amplia, político criminal a partir de
forma áe_ violencia. Pero de este argumento no se debe extraer
¡a cual se debería definir con qué herramientas propias del proceso
la conclusión de que existe una necesidad absoluta de violencia
penal, entre las cuales está la acusación penal enjuicio oral, podría
(...) Un caso puede transmutarse de tal manera que lo que antes
atenderse una cierta forma de conflictividad, por caso, la que nos
fue ultima ratio ahora deje de serlo por la aplicación de otra
ocupa aquí.
forma de interoención en el conflicto" (Binder, 2014:241).
Al respecto ha señalado Alberto Binder:

"Por un déficit de producción teórica Cfalta de análisis polí-


tico criminal) todavía se pretwide hacer política criminal (.. .)
4. Ampliar la discusión: la cuestión en clave desde el derecho penal (. . J Según esta visión nos encontramos
junto a un grupo de casos que merecen una respuesta. Estos
poKtico crinunal
casos están previstos en la legislación penal y le corresponde a
lajtistícia penal reconocer la existencia del caso y aplicación de
Las cuestiones señaladas hasta aquí permiten afirmar que el
la correspondiente también prevista en la ley penal (...) se olvi-
debate entre sistema penal y perspectiva de género, que tiene en
da as-í, todo el proceso que lleva a tomar la decisión de que una
determinada área de conflictos reclame la intervención violenta
(ya sea reactiva o diszuisiva) y restringe el debate a las áreas
ya definidas donde se discutirá el aunwnto o la disminución de
ción criminalizante ¡as beneficia, pero el de la selección victimizante las perjudica"
CZaffarorú,AlagíaySlokar, 3002:17).
la intensidad en la respuesta penal... "(Binder, 2009:38).

337 Aunque no comparto las consideraciones sobre el criterio de Góngora como una Es tiempo de invertir los temimos de la discusión y de las deci-
consecuencia legítima de la ratificación áe la Convención de Belem do Para median- siones. La construcción de acusaciones penales ya no puede seguir
te la ley 24.362, es interesante e¡ análisis sobre el concepto de vulnerabilidad en asentada en el perimido modelo de la gestión caso por caso, donde
relación con imputados y víctimas en el trámite de casos de violencia de género que
no hay continuidades institucionales distintas a las que impone la
efectúa Soledad Deza (2013).
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dmámica^buTOcráticadel conflicto, esto es, el trámite : una marcada sobrerrepresentacion de casos de violencia de ^
expediente. Esto implica que la construcción de los" ¿Ínero328. Ésto sugiere que las dinámicas en la mvestigación TWJ
fáctica, debe responder al caso concreto, no sobregw^ ge modifican y los casos son reconducidos a otro tipo de medidas
gogías ni dogmatismos, pero tampoco desentenderse del r^ZT; distintas al juicio, no tanto como una intervención cualificada quej
mstítucional y social en el que ima cierta forma de immmí gústente una política crimmal con perspectiva degenero, smo|
siendo visibüizada.
como una persistencia de la relación de menosprecio hacia estos¿
Con auxilio de Binder y su desarroUo de la "Teoría de la casos que señalamos al uúcio del trabajo.
sión Penal» podemos comprender mejor esta relación:" En este punto, se ha dicho:
"el concepto de pretensión penal cumple una función, "En razón de los tipos penales eventualmente aplicables,
nolpermite wnectarel caso_ con el plan político crímm^ varias situaciones de violencia de género podrían ser resuel-
S?^ de. las Potestades conferidas por el régimen dev la" a^~ ¡as a través de estos institutos. Sin embargo, su utüisación
cwnc:').le debemos pedir a la teoria de la punítwaque "es- enferma desproporcionada importará la misma vulneración
clarezca.los procesos cte selección, es decir, que nos ~démson¡s ala garantía contra no discriminación denunciada (...) Si
yawmentos I)am sustentar Públicamente las ponderaciones ¿os casos de violencia de género están sobrerrepresentados
^.bwws qw se encwntmn en todo mecaniymo de selección ^ en las estadísticas sobre mecanismos que permitan sortear
c.asos.c") pam acomPañar' racionalisar y volver públicos el cumplimiento efectivo de la, pena privativa de la libertad,
esos procesos de ponderación. En ese sentido, lo primero es éstos desvirtuarán el capital simbólico del derecho penal. En
q^e.x?ta.ca^aciáad,de. clarlftcar los mtereses en 'juego (.. ese sentido, si un determinado colectivo está expuesto a un
SLP^d^in?luso) establecer el. Í)rmciPio de que el "interés "ge- riesgo especial de sufrir violencia, resultaría legítimo^ impedir
neral prevalece sobre el interés particular, pero para'elÍoíse que se apliquen medidos alternativas al encierro de la misma
debe agotar primero la posibilidad de conjugar ambos mtere- manera que también es legítimo pedir ponas diferenciadas'
ses (...) este proceso de selección no se realisa en el 'vacío sino (Di Corleto, SOIS)329.
en un proceso social donde existe un has completo de intereses
en, juego" (Binder, 2014:558/559). La respuesta a este fenómeno de automatización de las saUdas al^
temativascomo expresión de prácticas de discriminación estructural
Todos los avances que se puedan obtener en términos de re- no puede Uegar al extremo de negar su apücación en todos los casos,
conocimiento de derechos y protecciones para los involucrados a
partir de poner en el centro el conflicto y abandonar las nocione¡
puramente inñ-accionales del derecho se ven menguados si las es-
trategias de abordaje no se inscriben en marcos poí/tico-crirmnaTes •^ Esa sobrerrepresentación fue acreditada en el primer estudio sobre la reforma
que las vuelvan más inteligibles. judicial en Chüe (Faith, Simón y Casas, Lidia, 2004). Entre las investigaciones más
actuales y recomendables por su completitud se destaca la realizada por Jiménez
Ese sena un escenario mucho más auspicioso para construir
AUendes y Medina Gonzales, 2011.
Íegitimidad alas saudas dlvellsificadas que, ligadas a objetivos poií-
^ El plemteo es interesante y excede el objeto de este trabajo. Más allá de lapro-
tícos^sustaríciales y tomadas en serio en lo que respecta al control
ñmdidad de debate que exigiría la suposición de las ñinciones simbólicas del dere-
yapücación, podrían dejar de ser vistas solo bajo las nociones
cho-penal. habilita otras preguntas que merecen una discusión más proñmda. Aquí
eficientistas de descongéstionamíento de los tribunales y 'áemái- me Umíto a compartirlas: 1. ¿es compatible esta propuesta de revisión de criterios si
cadores estadísticos, para pasar a ser reconocidas como respuestas la estadística arroja sesgo de género con las conceptualizaciones de las saUdas alter-
de caUdad frente a ciertas formas de conflictividad. nativas co?o derecho del imputado? 3. ¿Cuál sería la forma, no ligada exclusivamen-

Pero esa legitimidad debe ser construida. Los pocos estudios te al control estadístico, de demostrar que esa selectividad es discrimmatona y por

comparados existentes a nivel regional demuestran que en~la lo tanto, reconducir el caso hacía su tramitación procesal ordinaria? 3. ¿La acción
correctiva sería autorizar como criterio político-criminal por ejemplo, instrucciones
aplicación de estos mecanismos simplificados en el proceso penal
generales en el sentido de no impulsar salidas alternativas para estos casos?

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sobre todo si nos enrolamos en concepciones que insisten en devolver Por otro lado, la probation repensada en las condiciones que
centratídad al coriSictohiimamzado de los procesos penales. ' ' venimos planteando aquí, también podría permitir un ampüo reco-
Por otro lado, hay que desconfiar de estas'soluciones porque nocimiento del rol de las víctimas sin que el Estado renuncie a las
im riesgo cierto —los estudios empíricos darán elementos para ñmciones de control que le son exigibles, mientras que en la media-
corroborarlo— es que la promoción de trámites procesales ordina^ ción toda la función de control recae sobre una víctima a la que en
nos apoyados en la mera invocación de la doctrina que prohibe-la alguna medida reconocemos entidad como tal y a sabiendas de la
aplicación de métodos alternativos en casos de violencia de género asimetría específica en que se encuentra, le encomendamos incluso
termine por avalar mvestigaciones débiles que Uegan hasta la etapa vigüar el acuerdo.
de juicio por imperio jurisprudencial pero que no superen el están- Desde el punto de vista del derecho internacional los mecanis-
dar de un juicio oral Más concretamente, entre nosotros pregun- mos de mediación han sido cuestionados en los siguientes términos:
tarnos por la suerte final de cada caso que se envió en automátfco a
"ante el hecho de que una diversidad de órganos judiciales
juicio invocando "Góngora" resulta im ejercicio fundamental, ya sea
promueven principalmente el uso de la conciliación durante el
por cualquiera de los dos efectos repudiables: un envío burocrático
proceso de investigación como método para resolver delitos de
ineñcaz desde el interés de las víctimas a ser reestablecidas en su
Violencia contra las mujeres, sobre todo la intrafamüiar. Es
dignidad330 o la condena sin más sustento que el señalamiento
de reconocimiento mtemacional que la conciliación en casos de
demagógico de los acusados.
violencia intrafamüiar no es recomendable como método para
Lo central entonces no es pensar en forma abstracta sobre sa-
resolver estos delitos. Un gran número de expertas y orgams-
lidas alternativas sí o no, sino asumir la complejidad de conectar:
mos internacionales han identificado los peligros del uso de la
1) la política criminal que identiñca la violencia de género como un
conciliación como método para resolver casos de violencia, so-
problema social relevante y guía mstitucionalmente la mtervención:
bre todo la violencia doméstica. Han manifestado que al hacer
2) las dispositivos procesales y dogmáticos disponibles así como los
este delito concüiable, el delito se vuelve sujeto de negociación
roles de los afectados y el protagonismo que les reconozcamos y 3)
y transacción entre la víctima y el victimario. La conciliación
las posibilidades fácticas y probatorias concretas.
asume que las partes involucradas se encuentran en igualdad
Antes de continuar, es necesario ñjar una última precisión,
de condiciones de negociación, lo cual generalmente no es el
consistente en no emparentar salidas alternativas al proceso que
caso en el ámbito de ta violencia mtrafamiliar. En vanos países
son muy diferentes, como ocurre entre la suspensión del proceso a
ha quedado claro que los acuerdos realzados en el marco de
pmeba y la mediación.
mediación auTnentan el riesgo físico y emocional de las mujeres
Ello porque ^asimetría de poder es im elemento constitutivo
por la desigualdad en las relaciones de poder entre la víctwm
en los casos de violencia de género y cuando propiciamos repensar
y el agresor. Los acuerdos generalmente no son cumplidos por
la problemática desde una perspectiva poUtico criminal integral en
el agresor y éstos no abordan las causas y consecuencias de la
conexión con los casos concretos, laprobation provee herramientas
violencia en sí" (CIDH, 2007: apartado 161).
de control que permiten articular mejor los intereses en juego y no
implica en absoluto presumir una relación de igualdad para la ne- Por ello, acuerdo con que en el debate, la suspensión del pro-
gociación que en casos como los que aquí nos ocupan, de mínima, ceso a pmeba debe prohijarse con el mismo énfasis con que la
está en entredicho. diferenciamos de la mediación porque

"...la suspensión del proceso penal a prueba no implica


impunidad. El sujeto está sometido a condiciones durante un
33(1 Mario Juliano y Fernando Ávila afirman que la víctima o la sociedad no tienen tiempo variable, entre ellas la de no cometer delitos que de
derecho absoluto al castigo, sino "al restablecimiento de su djgniáad y una respuesta no ser respetadas derivan inexorablemente en el juicio oral
estatal que ponga fm a las consecuencias del delito. El derecho debe orientarse a y público. Este instituto no puede asemejarse a otras medidas
hacerlo, causando el menor daño posible al autor" (Juliano y Ávila, 2015:44).
GÉNERO Y JUSTICIA PENAL
MECANISMOS D£ SIMPLIFICACIÓN ALTERNATIVOS AL JUICIO...

aue^atwasá^menos mtensídad Activa (reparación, conci.


En este punto se ha afirmado con claridad que un problema en
l^on}.vaQuela duraci6n detpla^deTusp^i^^ ccoc^Í
el adecuado tratamiento de los casos de violencia de género es "la
cwnelqulse aponen nece^^nte yacriterwdel.iuer^. carencia de protocolos que describan la complejidad probatoria de
c.mltroLestatal del cu™Pl^nto"de "las uc^nWo^vy Í^^-
estos casos así como el detaUe de las pmebas mínimas que. es pre-
mclas,de.su incumPlimi^o~lo~ubica^nuu7pula^o ^¡
ciso recopüar para proporcionar una ñmdamentación probatoria
próximo a la pena que al perdón- (JuHano'yL^Ía, ^:^s
adecuada" (CIDH, 2007).
Hay que poder comprender la ampUtud probatoria como un prm-
cipio que obliga a considerar las particulares circunstancias en que
ciertos hechos ocurren y sus potencialidades en sistemas de libertad
5. Laconflictividad social asociada a la violencia probatoria, pero no se puede reemplazar la exigencia probatoria con
- genero y su configuración como caso penal su sola invocación. Aquí es notable la carencia de desarrollo de es-
tándares e mdicadores que le den a la teoría de la prueba el dinamis-
^ontop^IaperspectivadeSénero Plantea desafíos concretos mo que entre nosotros nunca ha tenido. Al respecto, se ha sostenido
^derecho procesal penal, a la doctrmaperotomb^a s^a^ que "para que um conducta violenta que tenga por sujeto pasivo a
l?practíca'_sobre todo cuando se trata de ^chos que-encu7dran una mujer encuadre en la categoría conceptual (de la defíiúción de
iT^aspemles que no contemPIan especiales el^nentTsTub^-L violencia establecida en el artículo 4 de la ley no 26.485) la ley exige
tlvosLagravantes ° e3Peciaüdad alguna en razón deFgCTeroü (...) que se verifique, en cada caso que el hecho haya estado "basado
, E!toSlÍ.ca<ios cosas-por un lac10'la decisi6" PoÍIfeo^titucio- en una relación desigual de poder" (Lopardo y Rovatti, 2013:76).
^,tmsMzaresa_<ilmensi6n y'por el "to-cons^ar^^c^n Hay ahí un elemento concreto del contexto de violencia que debe
eLlmput_ac?ones que puedan hacerse cargo sin violeróarÍasT^en-1 transitar el camino del reconocimiento normativo y doctrinaño para
lcalld^tT¿mcwolc^_eldeleg^d^ aterrizar bajo la forma de circunstancias fácticas concretas cuando
' Tantía,dedefensa y el debido Proceso~en un sentido másuampho.' se trata de conflictos concretos sometidos al proceso penal.
,Zl seJUIde.consentir que .la deI"W°giaP™tÍTO"basadrm"d Asumir el carácter estructural e histórico de la subordinación
g?JLabmdone,la exigmcla de aJustar-Ias circunst¡nci¡sÍctÍcas en razón de género y la correlativa desatención a las víctimas de
^lamu}lpm!d^onde la precisi6n es ""^antía'e7sÍ'mi'sm°a tales hechos debería ser una premisa para la discusión también en
»CZO<ex?enaldlmandato de certeza yde cuya t"tda depende el plano de las propuestas institucionales, sin insistir en las explica-
ademas. faprotec.c!°nde otras más- c°"&™ántoe^m^roc ciones causales ya conocidas, sino para pensar hacia el ñituro como
neTnéncas °princiPistas Para fiexibüizar el sistema"degarantíalsu- mejorar la intervención.
^Hayquepoder Presentar ^ hechos con^relevancí^e^- En todo caso, no se trata de estimular la tolerancia frente a la
^ cmcret:mentedesde el plmto de vista de género sinc"o^iderar liviandad probatoria o las imprecisiones en las imputaciones pero
q^.ltdebldaatenciona otrashe™entas normatívas con^a tampoco de continuar como si nada con el ejercicio jurisdiccional,
^sl.mTmarenuncia a la legalidad y la »rteza;En~e¡te punto" que insiste en la invocación descontextualizada del sistema de
hnw,ts^olconcretos_enmateriaProbatom garantías, sin considerar las obligaciones que también al interior
ic?mvoc^laja reconocida ampUtud probatoria par¡'perder7oS¡ del sistema penal pesan en razón de la perspectiva de género.
de garantía qué la prueba cumple. Recientemente, un faüo del Juez de Garantías en lo Penal delDe-
.Entodocaso\loque estopone erl evidencia son carencias con- parlamento Judicial de Mar del Plata lo ha establecido con total
Sfte.y POTlo.tmtoun desafio para los Sistema procesales claridad al momento de evaluar un hecho califícado como tentativa
£enalls.que-.yanopueden seguir Cenándose comoproce"dimí¡n° de femicidio, y bien vale la pena reiterar la cita en extenso:
^estan_darizado$'como activos fiJOS inmutables" freunteTumlta
"En todo caso, lo que registra el proceso penal es una foto
; reconocible de conffictos.
estática de un vínculo dinámico sostenido en el tiempo, una
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historia de violencia machista que el sistema penal sólo deli- Cubrirse en la legitimación social de ciertas formas de violencia,
mzta en un tiempo y espacio, a través de una acción concreta omitiendo toda consideración de esa asimetría para insistir aun sm
que enmarca el objeto procesal. Ahora bien, delimitar ese objeto decirlo en la concepción de que ciertos casos carecen de relevancia
procesal a lo ocurrido en la noche del 7 al 8 de enero puede pública, supone retroceder ampliamente en la elimmacion áe\a
implicar que el Estado ignore esa historia de violencia previa frontera entre lo público y lo privado, como legitimante de las prác-
relatada por la víctima, así como sus dificultades para denurir- ticas violentas ocurridas en el marco de relaciones interpersonales
czar aquellos episodios, generándose la obligación para el sis- o íntimas, cualquiera sea el espacio en el que ocurran333.
tema de justicia penal de actuar con la debida diligencia en la En la medida en que la formulación misma de ios casos se ms-
znvestigación de lo denunciado y en la protección de la víctima" cribe con claridad en los objetivos de visMzar los términos del
(Resolución dictada por el Dr. Juan Tapia, en el caso "Pirotti". conflicto en razón del género y se asigna a esa cuestión la debida
Mar del Plata, 17 de febrero de 2015). relevancia, sin falsas neutraUdades pero también sin encasmamien-
tos apresurados y dogmáticos, se estará en mejores condiciones de
Tenemos que smcerar el debate y tomar muy en serio la interpe-
lactón que este fallo plantea. Sigue siendo extremadamente frecuente calibrar qué conflictos necesitan qué respuestas.
Incluso en algunos casos, será este ejercicio el que indique que
entre nosotros el encuadre de los casos de violencia de género, como
la saUda aplicable es la única posible no porque el caso no ameritara
supuestos de insignificancia y ausencia de interés púbüco, aun cuando
otra. sino stencülamente porque en esa coexistencia de intereses
no sea pronunciado con franqueza. Y ausencia de interés e insigrufi-
y derechos por tutelar, las opciones pueden verse reducidas a lo
canaa no pueden ser elevados a categorías dogmáticas que no tienen
referencia potítica sobre el modo en que utiliza el poder punitivo. Mu- posible, no a lo deseable por las personas afectadas.
cho menos se puede pretender neutralidad valorativa al insistír que Así es válido sostener:
son conflictos que se encasillan como menores o de insignificancia sin "si bien es cierto que el cambio en los patrones culturales
que eso tenga correlato en el resto de los ámbitos sociales331. no se Logrará a través del derecho penal, es igual de cierto que
Así ocurre, por ejemplo, cuando se apücan acríticamente crite- las obligaciones del Estado para prevenir, sawzonar y erra-
nos jurisprudenciales construidos al calor de otros conflictos para dicar la violencia contra las mujeres no se terminan en la
casos de amenazas en donde la asimetría de género es precisamen- denegación del beneficio de laprobation y wnszgmente acceso
te lo que obliga a marcar la diferencia, pudiendo ser perfectamente a la etapa oral en un proceso penal. Eso no hace menos válido
úrelevante desde el punto de vista penal ima amenaza así entre el reclamo que exige que la perspectiva de género sea tenida
dos personas con una relación de cierta simetría y en absoluto irre-
levante cuando eso se incluye en contextos de abuso de poder333.

en desconocer que la condición de género también pesa frente a nociones como la


legítima defensa. Esos dos criterios pueden coexistir como expresiones de una ims-
Por ejemplo, ese doble estándar se intenta cuando se afirma "la defensa recibió ma radonaUdad misógina; mvisibüización que asegura impurúdad al agresor cuando
críticas severas en virtud de haber caüñcado como 'bagatela', a lo que se unió la las mujeres Uegan como víctimas, mvisibilizacíón de las consideraciones de género
imputación de una supuesta banalización de la cuestión, ofensiva para ía perspec- que impactan directamente en las posibilidades de defensa cuando la muJer^a
tiva de género (...) calificar un hecho como 'barátela' indica, en el saber penal, la a los estradas como victimaría (sobre esto último puede verse Larrauri, 2002:6/8).
referencia a una escasa afectación del bien jurídico" (Devoto, 2015:29). Esa forma
333 Sin irnos al medioevo, se afirmó: "No creo que se trate de una relación üneal
de argumentar es problemática porque pretende que un cierto sentido dogmático
víctíma-victimario, sino de una relación mucho más compleja. Tampoco tiene sentí-
de las expresiones utilizadas se desvincule del sentido social que ellas pueden tener.
do sacar transitoriamente ai marido del hogar, con lo cual además, se lo estigmaííza.
Ese parece haber sido más bien un camino de desencuentro entre los discursos, las
Estamos trasladando un confflcto personaJ, Ueno de lazos y sentimientos, al marco
prácticas judiciales y sus supuestos destinatarios.
estigmatizante del crimen. Estamos convirtiendo la conducta de alguien que le pego
333 La contracara de este uso descontextualizado de una jurisprudencia sobre ame- a~su"mujer —que es algo feo, agresivo y desagradable— en una conducta criminal"
nozas podría considerarse la falta de revisión de la jurisprudencia cuando persiste CVirgolim, 2005:254).

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en cuenta por los operadores jurídicos (...) Esto no equivale a siempre que hablemos de expresiones que no anulen derechos335. Sin
decir que debe denegarse laprobation en todos 1ós^casos,smo embargo, no se trata de ubicarse en uno u otro extremo ni de proyec-
Que cuando están enjuego^ derechos de las mujeres es exigible tar las particularidades de algunos ciertos casos o actores a toda la
una mayor deliberación práctica, que tenga en cuenta las es- regularidad de los procesos. Hace tiempo Tamar Btch ha advertido:
peczficidades señaladas" (ELA, 2013:14). ~
"autodeterminación y protección son demandas que fre-
P ¿Más deliberación práctica? Esto nos Ueva a la necesidad de cuentemente se promueven juntas: ellas traducen necesz-
¡ repensar el alcance con el que se piensa el rol de las víctimas den- dades reales de los grupos demandantes, pero cuando estas
¡ tro de los procesos penales en que se investigan hechos de estas necesidades son delegadas a una extensión de la protecczón
j características porque, aunque podamos compartir que la interven- penal deviene más difícil transitar de una a la otra. Cuando
( ción de las_víctimas en el proceso penaj está irremediablemente la demanda ha sido traducida en términos penales, el rol ac-
! condicionada Por la expropiación del conflicto como piedra angular two de los actores promotores permanece inscripto sólo en el
j del monopolio punitivo estatal, también podemos recuperarla"^ reconocimiento de sw demandas como dignas de protección
j mensión política del proceso e insistir con la reconfi¿iración de penal. Los actores específicos desaparecen en el interior de la
I las ciisputas y modos de relación que en este momento histórico 'categoría, mucho más amplia, de víctimas. Desde un punto
^determinado el campo judicial ofrece. de vista político, esto deja espacio para la legitimación de áe-
mandas que articulan más la exigencia de protección que la
de autodeterminación" (Püch, 2003:138).

6. Repensar el rol de las víctimas y la diveiaificación Esta conclusión es interesante por dos razones. En primer lugar,
de respuestas en el proceso penal indica que el reconocimiento de las victimas puede ser cosiñcante;
en segundo, marca la necesidad de repensar el modo de relación de
los sistemas judiciales con las víctimas de delitos que van desde la
Cuando "la" víctima es invocada en estos debates, asistimos y
negación a la utilización. Una adecuada incorporación de la pers-
propiciamos con mucha más frecuencia de lo que quisiéramos reía-
pectiva de género permitiría repensar y dinamizar la categoría de
tos monocordes que se mueven entre extremos antagónicos. De un
víctima, estableciendo un modo de mtervención específico cuando
lado, la exaltación del prototipo de la víctima vengativa, en cuyas
se trate de hechos de este tipo.
manos no es posible dejar la suerte del imputado334; del otro, se rei-
El carácter íntimo del vínculo en muchas de las formas de
vmdican ejercicios de autonomía, la "víctima Hércules" que supone
violencia de género constituye un diferencial lo suficientemente
que a pesar de contextos históricos de violencia que han atravesa-
relevante," como para que" el rol de la víctima en estos casos y las
do, de un momento al otro se empoderan, justo en el proceso penal.
propuestas de su intervención sean reconocidas; La "victüna" tal
En este último extremo, además, esa autononuá pierde reco-
como Tíabítualmente es pensada y luego considerada al momento
nocumento cuando se traduce en que la víctima no quiere salidas
de definir esquemas simplificados o alternativos al proceso penal,
alternativas lo que esmerila un poco la honestidad de la posición,
no puede ser regulada en los alcances de su intervención con inde-
porque, para ser del todo coherente, la postura debería propiciar eÍ
pendencia de las dinámicas del conflicto que las mvolucran336.
señorío de la autonomía cualquiera sea el sentido en que se ejerza,

334 Es inevitable señalar esa configuración con la histórica versión misógina de la 335 Esa contradicción argumental, consistente en darle peso a la posición de la vícti-
mujer maja, msidiosa, vengatíva que hace de la mentira su mstrumento~predilec- ma en un sentido pero no en otro, puede verse en Devoto (2015:35/37).
to, desde el maUeus maleficarum en adelante, hasta nuestros días, con matic¡sy 33G En sentido similar, se ha dicho que "así como las regulaciones sobre medidas
elegancia claro, pero que encuentra incluso expresiones dogmáticas cons¡gradas ajtemativas a la prisión habilitan el examen sobre la gravedad del hecho imputado,
normativamente, como ocurre con el consentimiento. pocas son las que otorgan un lugar a la voluntad de la víctima. Sin embargo, la po-
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,unapropuesta míruma erl este Punto, al menos en el • Sondad „ ciento, nu^os parada y PoWcas plicas,
ü^reg?acionesprwe^~es"e""C°S^^^^^
^í^SW:S^^S
Edhasa Editorial. ^ ^_^
c^w^e^s^^"laíusticMpara te mu3eres vfctimas
qulse.esterltramitand0' en términos macropolític?s'y"iuesou
tT^^LT°^tar'es0"^™^ ^ D^echoProcesal Penal. Tomo II, Buenos Aires^Aá-Hoc^
^oolt)auflaTN^e7cZ'tere^l4)UILa vio^a contóte m^re^n
aé^z^^--¡^^
'H^»o"s7Estudios-Consütudonales",^ año 12, ^¿^bu,ca^;

^^^^¿¿?¿^=I^ s^
^ESÍOJUarda_reIación con al^unas cuestiones que solo ^Joude SudTo; Con¡titucionales de Chüe, Umversidad de Talca,

^areSlZ eoI,,C.TJ^T.dll^™toas7^^^^ DevTtol6?onoTa, C2015), "Sobre la suspensión del^cio^a^ueb^^s


rTDae^Z9de,quepte2recesosms^ DeTO^s^^nt^eres'7¡a7obreactuacion del ^smoms?-
a^L2L¿pueáen const™e supuestos Tn^losTuTeT^
.aSslntmumto sea :™¿u]ante7oTro¡ enTsTuue'neo"? sT.^e nle w^^^n^^P^cap^aparaWtosde^ro,
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99
>,Sdíar. - "''

1. Introducción

sano, ni tan crítico y menos aún racional.

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rz^S^--oo,p^^^--

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