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La primera máquina térmica de que tenemos evidencia escrita fue descubierta

por Hero de Alejandría (130 a.C.) y llamada la eolipila. Es una turbina de vapor
primitiva que consiste en un globo hueco soportado por un pivote de manera
que pueda girar alrededor de un par de muñones, uno de ellos hueco. Por
dicho muñón se puede inyectar vapor de agua, el cual escapa del globo hacia
el exterior por dos tubos doblados y orientados tangencialmente en
direcciones opuestas y colocados en los extremos del diámetro perpendicular
al eje del globo. Al ser expelido el vapor, el globo reacciona a esta fuerza y
gira alrededor de su eje.

En la misma obra de Hero se describe también el primer prototipo de una


máquina de presión, que después fue motivo de varios estudios por
Matthesuis en Alemania en l57l, de Caus en Francia en 1615 y en Italia por
Ramelli en 1588, Della Porta en 1601 y Branca en 1629. Posteriormente, en
1663, Edward Somerset, el segundo marqués de Worcester, en su obra “Un
siglo de invenciones” describe un método para elevar un volumen de agua
usando vapor. idea de Somerset fue puesta en práctica y utilizada para
satisfacer diversas necesidades. En 1698 Thomas Savery obtuvo una
patente para una máquina utilizada para elevar cantidades
considerables de agua. Su funcionamiento consistía esencialmente en
inyectar vapor a un recipiente lleno de agua hasta vaciar su contenido
por un tubo vertical a través de una válvula de seguridad. Cuando el
recipiente se vacía cesa el suministro de vapor y el vapor contenido se
condensa por medio de un chorro de agua fría que cae sobre las paredes
exteriores de dicho recipiente y que proviene de una cisterna colocada
en su parte superior. Esto produce un vacío y permite que otro tubo,
controlado por otra válvula de seguridad, aspire agua del pozo
distribuidor a cualquiera que sea la fuente. Entre tanto, una operación
paralela se lleva a cabo en otro recipiente semejante al primero. El vapor
se suministra de un horno que consiste en una caldera principal que
tiene una alimentación continua de agua caliente la cual proviene de
otro horno que calienta agua fría por el fuego encendido en su hoguera.
Los niveles de agua en las calderas se controlan por sendas válvulas de
presión.

Esta máquina, que puede considerarse como la primera máquina de vapor,


encontró un uso considerable en la extracción de agua de las minas de carbón
y en la distribución de agua para casas habitación y pequeñas comunidades.

Ya en 1690 Denis Papin había sugerido que la condensación de vapor se


debería usar para producir un vacío debajo de un pistón que
previamente se había elevado por la acción del vapor. Ésta fue la
primera versión de una máquina de vapor usando un cilindro y un pistón.

En 1763 este notable fabricante de instrumentos escocés, al reparar una de


las máquinas de Newcomen se sorprendió de ver el enorme desperdicio de
vapor que ocurría durante el proceso de calentamiento y enfriamiento del
cilindro, dentro del cual operaba el pistón, en 1769 patento una máquina
que superaba a las de su antecesor por su mayor rapidez en la carrera
del pistón y por ser mucho más económica en cuanto al consumo de
combustible, sin embargo estaba reducida al bombeo y adolecía de otras
limitaciones técnicas.

Watt en 1781 ideó la forma de usar la máquina para hacer girar un eje y, por lo
tanto, abrir sus aplicaciones a muchos otros usos además del bombeo. En
manos de inventores notables como Trevitchik y Woolf en Inglaterra, Evans
en los EUA, Cugnot en Francia y otros, esta máquina llegó a un estado de
perfección tal que en 1829 George Stephenson fue el primero en adaptarla a
una locomotora esencialmente en la misma forma usada por las más pesadas
locomotoras actuales.

Con la invención de la turbina de vapor la navegación marina adquirió


su máximo grado de desarrollo, sólo superado posteriormente por el
advenimiento de los combustibles nucleares. En la turbina de vapor,
desarrollada por Parsons en 1884 y perfeccionada por Laval en 1889, la
presión del vapor se utiliza para poner directamente al fluido en
movimiento y no al pistón.
Los termómetros producto de la obra de Gabriel Fahrenheit en 1717,
eran reproducibles con un alto grado de precisión y surgieron de la
necesidad de subsistir con un instrumento más preciso las sensaciones
de frío y caliente que al tacto son difíciles de cuantificar, de ahí la
palabra temperatura que proviene del latín temperare que significa
"mezclar apropiadamente" o templar. Pero para nadie era claro qué
mecanismo estaba implícito en ese mezclado.

En 1620, sir Francis Bacon en su célebre obra Novum Organum propuso


un método para estudiar e interpretar la naturaleza y eligió la
naturaleza del calor para ilustrarlo. El método consiste en tres pasos: el
primero, listar todas las "instancias asociadas a la ‘naturaleza’" que se
desea investigar; el segundo es una revisión crítica de la lista y el
tercero un proceso de inducción para formular la interpretación
fundamental del fenómeno. Aplicada al calor es ilustrativo, pues pone
de relieve las ideas que al respecto prevalecían en ese entonces: la
forma o verdadera definición de calor es como sigue: calor es un
movimiento, expansivo, restringido y actuando en su contienda sobre
las partículas más pequeñas de los cuerpos, un avance en nuestro
conocimiento sobre el calor, que puede lograrse mediante el uso de
termómetros, es la noción mucho más clara que hoy tenemos sobre la
distribución del calor en cuerpos diferentes.

De aquí entonces se le ocurre a Carnot pensar que una máquina térmica


eficiente debe diseñarse de manera que no existan flujos de calor des
aprovechables durante su operación. Para ello se le ocurre idear un proceso
cíclico en el cual sólo aparecen la fuente térmica de la cual la máquina extrae
calor para operar y la fuente fría a la cual se le suministra el calor no
aprovechable.

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