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El vamping electrónico: qué tan peligroso es usar el celular

como almohada
¿Qué es el vamping electrónico?: Es un fenómeno que se
refiere a las personas que utilizan dispositivos electrónicos
hasta muy tarde por la noche. Esta costumbre hace que
disminuyan sus horas de descanso. También aumentan las
posibilidades de padecer insomnio y otros trastornos
relacionados con la falta de sueño.
Más del 50% de los jóvenes consulta sus dispositivos
antes de dormir, según un estudio realizado en Francia.
Especialistas alertaron que el hábito se incrementó con la
pandemia. ¿Puede convertirse en una adicción? El 22% de
los adolescentes dijeron ser “incapaces” de no consultar el móvil antes
de dormir (Getty)
El hábito se hizo costumbre. Y casi que sin esa última pasada por las
redes sociales, Whatsapp, un juego en línea o algún video de un
streamer o influencer favorito se les hace imposible conciliar el sueño.

Así lo demostró un reciente estudio realizado en Francia, según el


que el 52% de los adolescentes consultan sus dispositivos
electrónicos siempre o casi siempre antes de irse a dormir. Y el
porcentaje se eleva hasta el 68% entre los 15 y 17 años.

Según evaluaron los autores del trabajo realizado por PiLeJe, un


laboratorio francés especializado en microbiota, micronutrición y
fitoterapia, el 22% de los adolescentes dijeron ser “incapaces” de
no consultar el móvil antes de dormir. Esa palabra
sugiere dependencia o “estado mental y físico patológico en que
una persona necesita un determinado estímulo para lograr una
sensación de bienestar”, analizó el neurofisiólogo y especialista en
sueño Javier Albares, para quien “no cabe duda de que los
dispositivos cumplen las características que definen una dependencia.
Además, el hecho de no utilizarlos les crea una importante sensación
de malestar”.

En opinión de los especialistas, la consecuencia más evidente de


revisar el móvil antes de dormir es que se acortan las horas de
sueño. Porque, además, y como indica el estudio, el 55% de los
encuestados dicen no controlar el tiempo que pasan con el móvil
y que siempre dedican más tiempo del que desearían. Además, y
como ya se sabe, “estos dispositivos emiten un alto contenido de
luz azul, la más estimulante de todas, que confunde al cerebro
haciéndole pensar que es de día. La falta de oscuridad suprime la
liberación de melatonina, la neurohormona necesaria para tener un
sueño de óptima calidad y cantidad”, explicó Albares.

“Los adolescentes deberían dormir nueve horas; es una etapa de la


vida en la que el sueño es fundamental, porque existe un desarrollo
cerebral muy activo" (Getty)

Otro informe confeccionado por la compañía de investigación de


mercado Taquion al que accedió en exclusiva Infobae, exploró el
bienestar emocional en pandemia de los argentinos y señaló que de
un cuestionario semi estructurado online a 2.363 mayores de 16
años con acceso a Internet y redes sociales, 9 de cada 10 jóvenes
tienen problemas de sueño a partir del escenario introducido por
el COVID-19.

El escenario se torna más preocupante aún, al ver que, principalmente


los jóvenes, son los que mayormente no hacen nada para solucionar
la falta de sueño.

A las evidentes y conocidas consecuencias de la privación de sueño,


los especialistas le sumaron el insomnio y los desajustes circadianos.
“Los adolescentes deberían dormir nueve horas y, por desgracia,
muy pocos llegan -sostuvo Albares-. Es una etapa de la vida en la
que el sueño es fundamental, porque existe un desarrollo cerebral
muy activo y es durante el sueño en el que se producen los
fenómenos de neuroplasticidad, se refuerzan las conexiones
neuronales que más se usan y que más necesarias serán. Sin un
buen sueño, el adolescente perderá una oportunidad óptima para un
buen desarrollo cerebral. A corto plazo, un adolescente mal
dormido es menos creativo, menos empático, tiende a tener más
trastornos del estado de ánimo, mayor consumo de sustancias
excitantes y tóxicos. Tiene mayores dificultades cognitivas y de
aprendizaje, teniendo como resultado peor rendimiento y mayor riesgo
de fracaso escolar”.

El asunto es que no sólo se duerme menos, sino que se duerme


peor. Es decir, disminuye la calidad del sueño, que viene dada por su
profundidad y su continuidad, es decir, si existen o no despertares
nocturnos. “El vamping no sólo reduce la cantidad de sueño, sino que
además hace que sea más superficial y con mayor número de
despertares o micro despertares. El resultado de la ecuación es mayor
cansancio y somnolencia diurna”, apuntó el experto, según publicó el
diario El País.

En opinión de los especialistas, la consecuencia más evidente de


revisar el móvil antes de dormir es que se acortan las horas de sueño
(Getty Images)

Consultada por Infobae, la licenciada Cynthia Zaiatz, jefa del servicio


de Psicología del Sanatorio Modelo de Caseros (MN 60.105),
consideró que “la pandemia cambió mucho el ciclo de sueño de los
adolescentes, ya que si bien antes se acostaban y tenían un ritmo de
descanso normal de 10, 11 de la noche, y por el COVID-19 se atrasó
todo, y se quedaban despiertos hasta tarde, incluso durmiendo hasta
altas horas de la madrugada; fueron cambiando sus horarios, se
encontraban en la virtualidad, en el horario nocturno”.

Pero, ¿cómo lograr que en plena rebeldía adolescente un joven deje a


un lado su celular dos horas antes de dormir?

Para la psicóloga española Saray Coronado Valls, la estrategia es


clara: “Lo primero que hay que hacer es predicar con el ejemplo.
A menudo, los padres mandan mensajes contradictorios
manteniendo el móvil hasta tarde mientras se lo prohíben a los
hijos”.

Otra idea de la especialista es “dotar a los adolescentes de otras


estrategias que reemplacen el mal hábito de usar el móvil antes de
acostarse como, por ejemplo, leer un libro, prepararse la rutina del día
siguiente, etc.”. Y recalcó: “Es necesario establecer normas claras
mediante la regulación de su uso”. Y en lo posible sin recurrir a la
prohibición, “conseguir mediante el diálogo que los adolescentes
entiendan las repercusiones que el vamping puede tener en su salud”.

Finalmente, Albares apuntó dos estrategias más: “Una base de carga


común en la casa para los dispositivos de toda la familia es una
opción. En situaciones de mayor dependencia, puede llegar a ser
necesario dejarlos bajo llave y no poder acceder a ellos hasta la
mañana siguiente”.
“La necesidad que tengamos de agarrar el teléfono al levantarnos
nos puede dar una idea de la dependencia que existe. Es como el
primer cigarrillo del fumador nada más levantarse”, concluyó.

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