Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Delitos Sexuales - Luis Rodriguez Collao
Delitos Sexuales - Luis Rodriguez Collao
-Miembro de la Asociación
Internacional de Derecho Penal y de
la sección Chilena de la misma
Asociación.
DELITOS SEXUALES
DE CONFORMIDAD CON LAS MODIFICACIONES
INTRODUCIDAS POR L4 LEY N"9.617 DE 1999
EDITORIALJURIDICA DE CHILE
A Tmesa y Antonio
PROLOGO
que luego examina, y que, por ende, les dota de unidad y per-
mite su estudio conjunto, reconduciéndolos al concepto de in-
demnidad sexual, que define con gran precisión y claridad y
cuyas relaciones con otros y ventajas sobre ellos explica muy
bien. En este punto, es verdaderamente admirable el esfuerzo
del autor, aunque puede resultar difícil de compartir su crite-
rio, por amparar bajo el mencionado concepto los delitos de
sodomía, facilitamiento de la prostitución y difusión de porno-
grafía, el primero de los cuales sólo conservan en América
Ecuador y Chile. En cambio, critica sin ambages y declara in-
constitucional el incesto.
Sobre esta sólida y bien razonada base se engolfa a conti-
nuación en la reconstrucción científica de las sucesivas espe-
cies y figuras delictuosas que integran el grupo; tarea llevada a
cabo despaciosa y minuciosamente, mediante el constante em-
pleo del método dogmático, pulquérrima. Con lo cual apenas
se deberá agregar que contiene muy atinadas y oportunas ob-
servaciones críticas; y concluye con sendos capítulos concer-
nientes a las relaciones concursales, las circunstancias que
modifican la responsabilidad criminal, primero las específicas
de estos delitos y luego las comunes, y una serie heterogénea
de cuestiones que engloba con acierto bajo el título de &ter-
minación de la responsabilidad penal.
Indudablemente, la amplia reforma sufrida en esta materia
por el Código chileno en 1999 responde a la moda introducida
al respecto en otras latitudes años atrás, no muy afortunada y
resultó en general, como era de esperar, deplorable. Por no abu-
sar de la ocasión, sólo señalaré un par de absurdos garrafales.
En primer lugar, que, pudiendo el varón apto para ello tener
legítimamente acceso con mujer desde cualquier edad y casar-
se desde los catorce años, se le vede el yacimiento con persona
de su mismo sexo y se limite así el ejercicio de sus opciones o
preferencias sexuales hasta cumplidos los dieciocho (artícu-
lo 365), denota a las claras una inaceptable imposición de exi-
gencias moralistas sobre la consideración y el respeto de
cualquier bien jurídico. Y, en fin, que el acceso por vía anal con
ocasión del cual se cometiere, además, homicidio en la persona
de la víctima se pueda punir si ésta es %er, a lo sumo con presi-
dio perpetuo y, si es varón, hasta con la muerte (artículo 372 bis),
origina una discriminación y un trato desigual de los seres hu-
manos por la mera razón de su distinto sexo inadmisibles en sí
y por sí e inconcebibles en una época y en una sociedad que se
caracteriza por una manifiesta y resuelta equiparación entre los
sexos; esto, sin contar para colmo con que mediante tal diferen-
cia un mismo bien jurídico se protege menos referido a la mu-
jer que referido al hombre, ni con la brutalidad que se hace
patente en el mantenimiento de la pena capital.
La envergadura y el contenido de la reforma del Código por
la ley N9 19.617, del 12 de julio de 1999, hacían inexcusable para
la doctrina penal del país la preparación y publicación de un
estudio monográfico que la abarcase en toda su extensión y la
enfocara con profundidad y rigor, demanda a la que ha acudi-
do y que ha satisfecho cumplidamente el profesor Luis Ramón
Rodríguez Collao. A la verdad, pocos estaban tan capacitados
como él para acometer la empresa. En una ya no breve carrera
docente, a lo largo de la cual ha ido ascendiendo en las sucesi-
vas jerarquías de la enseñanza superior, llegó oportunamente a
la cumbre y es titular de la cátedra de Derecho penal en la Uni-
versidad Católica de Valparaíso, mas, como es natural en un au-
téntico universitario, esta trayectoria ha sido a la vez, desde el
principio hasta hoy, de investigación, publicaciones y otras acti-
vidades científicas.
Figura estudiosa, sabia y laboriosa, ha producido así un li-
bro magnífico: muy completo, documentadísimo, de pensamien-
to y crítica penetrantes, de un orden admirable, sumamente
serio, de una sencillez que resulta brillante, de una exposición
llana y clara y al mismo tiempo elegantísima, o sea, envidiable.
Culmina con una bibliograña vastísima, de títulos en diversos
idiomas y de numerosos países.
Evidentemente, un autor como el profesor Rodríguez Collao
y una obra de los méritos de la que acaba de escribir se bastan
por sí solos y no necesitan presentación ni encomio. Tengo para
mí, que, cuando el que se dispone a dar a las prensas una obra
nueva pide un prefacio para ella a otra persona, es, una de dos,
porque se trata de un autor novel o poco conocido, que precisa
quien le apadrine, o de una producción de dudosa calidad, que
ha de cobijarse bajo la protección de un nombre consagrado.
Pero ni lo uno ni lo otro ocurre en este caso. Rodríguez Collao
posee autoridad y prestigio en la disciplina de los delitos y las
penas, y su libro interesará de inmediato por el tema y será aplau-
dido sin demora por cuantos lo lean. Sólo, pues, la desbordan-
te generosidad de aquél puede confiar la misión de trazar las
páginas prologales de éste a un sencillo estudioso de extraordi-
naria modestia, que ante tal rasgo, y abrumado por tamaño ho-
nor, se siente íntima y efusivamente conmovido y agradecido.
M.DE FUVACOBA
Viña del Maí; 22 de abril de 2000
INTRODUCCION
EVOLJUCIONDEL SISTEMA
DE LOS DELITOS SEXUALES
,I
la estructuración d los tipos. Porque, la verdad es que, el texto
definitivo no res nde a una línea ideológica uniforme, ni al-
berga un conju to organizado de dispo~iciones.~ Todo lo con-
trario, aquél es el fruto de un numero importante de mociones
presentadas por los miembros de ambas Cámaras; de ideas sur-
gidas durante la discusión, tanto en comisiones como en sala;
de sugerencias formuladas por algunos especialistas e, incluso,
de proposiciones efectuadas por el Poder Ejecutivo; todas ellas
con un alcance rigurosamente parcial.
Tras un dilatado período de discusión en la Cámara de Dipu-
tados y en el Senado, el proyecto definitivo fue debatido y apro-
bado al interior de una Cmnkih Mixta de diputados y senadores,
cuya propuesta de texto definitivo fue votada favorablemente por
las dos ramas del Congreso hacia fines de 1998. Dicha Comisión
emitió, además, un informefinal, el cual está llamado a constihiir-
se en un valioso elemento para la interpretación de las nuevas dis-
posiciones. Una vez recibido el proyecto para su promulgación
-y debido fundamentalmente a presiorie's de sectores a juicio de
los cuales aquél establecía penas poco Fveras en materia de vio-
lación de menores-, el Presidente de la República envió al Parla-
mento un veto aditir~o,en virtud del cual se excluyó de una serie
"
'
Según la opinión de la profesora María Inés Howitz, "...se trata de una re-
forma parcial que no transforma radicalmente los conceptos y criterios de tipifi-
- cación hoy vigentes, sino que los hace más presenttubks, y se inserta dentro de un
cuerpo legal anacrónico, disparejo, que pone en evidencia los graves problemas
sistemáticos que lo aquejann(HORVITZ LENNON:Delitos sexuab.. ., p. 13). En
un sentido análogo, BASCUNAN RODRIGUEZ: Problemus básicos.. ., p. 73.
EVOLUCION DEL SISTEMA DE LOS DELITOS SEXUAI-JlS 23
2.
captadas por otro delitos, como sucede, en general, con el
rapto) y en una r adecuación de la mayor parte de tipos que
integran ei siste
A) EL DELITO DE RAPTO
B) EL DELITO DE VIOLACIÓN
f. C) EL DELITO DE ESTUPRO
I
este títu10.'~Mu importantes son también las transformacio-
nes que experi enta esta figura en orden a la especificación
de la conduc sancionada (que es idéntica a la del delito de
violación); en cuanto a la actualización, no sólo del lenguaje,
.sino también de los criterios valorativos que antes albergaba
el tipo (por ejemplo, no se exige ahora que la víctima sea don-
cella ni se contempla la figura de la seducción); y, por último,
en orden a un efectivo perfeccionamiento de las diversas mo-
dalidades de ejecución, las que siguen un esquema muy simi-
lar al del delito de violación, pero sobre la base de hipótesis
de menor entidad valorativa. Tales son: el abuso de alguna ano-
malía o perturbación mental, aun transitoria, de la víctima, que
por su menor entidad no sea constitutiva de enajenación o tras-
torno; el abuso de una relación de dependencia de la víctima;
e1 abuso del grave desamparo en que ésta se encuentra y el he-
cho de engañarla, abusando de su inexperiencia o ignorancia
sexual.
'O
/
Cfr. LABATLJT. (1992). 11, p. 141.
26 D E m O S SEXUALES
E) FAVORECIMIENTO
DE LA PROSTITUCI~N,
SODOM~
Y CORRUPCIÓNDE MENORES
sti
El articulo 367 del texto original del Código Penal chileno con-
templaba una figura que sancionaba el hecho de facilitar o pro-
9
tífica y jurispru encial denominaban sodomía simple, la cual
captaba -se@ la interpretación que de ella se hacía, porque
la norma en realidad no lo señalaba- el acceso carnal mutua-
mente consentido entre varones adultos.13 El segundo párrafo
del mismo articulo daba cabida a lo que los autores denomi-
naban sodomía calzjkada, que consistía en el acceso carnal ho-
mosexual ejecutado con alguna de las modalidades propias del
delito de violación.
Como consecuencia de haberse reconocido al varón la ca-
lidad de sujeto pasivo del delito de violación, la reforma dis-
puso la derogación del antiguo tipo de sodomía calzficada; y
,aunque hubiera sido de esperar que hiciera lo propio con el
@po de sodomzá simple, el legislador de 1999 optó por seguir
castigando algunas formas de relacionamiento homosexual
emasculino, mutuamente consentido. No obstante, lo hizo en
términos más restringidos que los que contemplaba aquella
arcaica figura y bajo la forma de un tipo de corrupción de me-
- nores, tal vez para compensar la supresión de este último com-
aportamiento del ya referido artículo 367 del Código Penal. El
texto vigente del artículo 365, en efecto, sanciona a quien "ac-
cediere carnalmente a un menor de dieciocho años de su mis-
mo sexo, sin que medien las circunstancias de los delitos de
violación o estupro ( ...) ".
1
l2 Sobre la versión anterior de la figura, GONZALEZ JARA (1986), pp. 103
138.
l3 Cfr. ETCHEBERRY (1998), IV, pp. 7477, y LABATUT (1992), 11, p. 142.
28 DEUTOS SEXUALES
Tras la reforma del año 1999, los artículos 373 y 374 del Código
Penal siguen sancionando, en los mismos términos en que tra-
dicionalmente lo han hecho, algunos comportamientos que el
propio texto legal denomina ultrajes públicos a las buenas costum-
bres. La primera de esas disposiciones castiga a quienes "de cual-
quier modo ofendieren el pudor o las buenas costumbres con
hechos de grave escándalo o trascendencia, no comprendidos
expresamente en otros artículos de este Código". El artículo si-
guiente, por su parte, tipifica el hecho de vender, distribuir o
'kxhibir "canciones, folletos u otros escritos, impresos o no, fi-
guras o estampas contrarios a las buenas costumbresn;y, en el
párrafo segundo, agrega que en los mismos términos será san-
cionado "el autor del manuscrito, de la figura o de la estampa o
el que los hubiere reproducido por un procedimiento cualquiera
que no sea la imprenta".14
También como atentado contra las buenas costumbres cabría
calificar (por lo menos según la visión del legislador, que por
cierto aquí no se comparte) la figura de incesto que actualmen-
te contempla el artículo 375 del Código Penal. En un sentido
contrario a lo que sostiene prácticamente la unanimidad de la
doctrina, los autores de la reforma optaron por mantener la in-
críminación de este comportamiento. Al igual que ayer, y pese
a que la ley tampoco lo sefiala de modo expreso, cabe entender
que la intención Iegislativa es sancionar el acceso camal hetero-
sexual mutuamente consentido entre parientes adultos. Porque
las hipótesis en que la penetración incestuosa es obtenida sin la
voluntad de una persona, o siendo ésta menor de doce años,
necesariamente quedan captadas por los tipos de violación o es-
tupro, según corresponda.
MODELOS DE SISTEMATIZACION
DE LOS DELITOS SEXUALES
i
d
Los delitos sex ales han experimentado una interesante evolu-
ción, en la que tienen cabida las más variadas opciones sistemáti-
cas e ideológicas. Sin embargo, en los países que integran nuestra
área de cultura sólo es posible hablar de un auténtico sistema de
los delitos sexuales -y, además, con influencia que se proyecta has-
ta hoy- a partir del afianzamiento de los principios de la teologia
Con base en este planteamiento, cabe distinguir
m a l escolást~ca.~
tres modelos de sistematización perfectamente diferenciables:
uno, que tuvo gran difusión durante el período anterior al Ilumi-
nismo y que corresponde, precisamente, a la propuesta del pen-
samiento escolástic~otro, inspirado por los criterios ideológicos y
político-criminales que orientaron el proceso de la Codzjkacwn; y,
por Úitirno, un tercero que recoge y aglutina los principios que
durante las últimas décadas del siglo XX han impulsado un ver-
dadero movimiento de reforma del derecho penal.2
' El derecho romano, por cierto, conoció una regulación de esta clase d r in-
fracciones; sin embargo, pese a la importancia que las fuentes romanas poseen
en otros ámbitos del ordenamiento punitivo, por la forma en que éstas abordan
la represión de los delitos sexuales -y, básicamente, en razón de la heterogenei-
dad de su contenido y de los fundamentos de la punición- no cabe hablar allí de
un auténtico sistema de la minalidad sexual; ni es tampoco gravitante la influen-
9
cia que las decisiones legisl tivas romanas -y las de otras culturas de la Antigííe-
dad- llegaron a tener en e desarrollo posterior de este sector del derecho penal.
Para una visión general acerca de la forma en que el derecho romano enfrentó
la represión de los delitos sexuales, cfr. MOMMSEN: Dmcho penal romano, 11,
PP. 127-138, y SFALCTCW: Derechopenal mmano, pp. 139-142.
Cfr. BMCUNAN RODRIGUEZ: A - o b k básicas.. ., pp. 75-82.
30 DELITOS SEXUALES
- -- -.
B A S C VALDES:
~ El delito de abusos deshonestos, p. 1 1 .
Cfr. BASCUNAN RODRIGUEZ: Pmblemas básicos.. ., pp. 75-76.
Cfr. PADOVANI: Cornmentario, pp. 5-6.
MODELOS DE SISTEMATIZACION DE LOS DELITOSSEXUALES 31
\
cula con la in acción de un mden natural, este modelo efec-
túa una clara d' tinción entre la actividad sexual que de alguna
manera se ajusba a dicho orden -esto es, aquella que tiende a
la reproducción de la especie- y los actos que lo infringen,'
como las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo,
el bestialismo y la necrofilia, todos los cuales solían ser englo-
bados bajo el concepto genérico de sodorn~a,~ la cual represen-
taba la forma más grave de ejercicio ilegítimo de la actividad
se~ual.~
El ámbito de lo prohibido en las legislaciones que adopta-
ron este modelo es francamente desmesurado. Así, por ejemplo,
en el antiguo h e c h o español, que siempre denotó el vigor de la
influencia moralizadora de la Iglesia, fue común que la auton-
dad legislativa de la época, junto con mantener la propensión
al endurecimiento de las sanciones, situara al matrimonio como
única instancia legitimante del ejercicio de la actividad sexual.
El Fuero Juzgo, el Fuero Real, las Partidas y la Novísima Recopi-
lación mantienen, con muy ligeras diferencias, un esquema de
estructuración de los delitos sexuales que comprende: el con-
cubinato, el amancebamiento, la prostitución, la alcahuetería,
1
en el plano se ual,14 lo cual confiere un sello distintivo no sólo
a cada una de as conductas sancionadas, sino a la totalidad de
la preceptiva q regula esta materia.
Ahora, desde el punto de vista de la técnica legislativa uti-
lizada, la estructuración del sistema no solía hacerse sobre la
base de reunir la totalidad de la infracciones con contenido
sexual en un mismo apartado y bajo un epígrafe común que
dejara traslucir los fundamentos que se tomaban en cuenta
para discernir sobre el castigo de cada conducta. Salvo la de-
nominación explícita o implícita de "delitosde lujum'a" que pue-
de encontrarse en algunos textos normativos, lo normal era
que las diversas infracciones aparecieran consignadas en ca-
pítulos sucesivos, cada cual circunscrito a uno o más delitos
específicos, identificándose aquéhos por el nombre que a es-
tos últimos asignaban las leyes.
Es cierto, como ya se señaló, que la mayor parte de las
figuras que actualmente integran los catálogos de delitos
sexuales quedó delineada, en sus trazos más generales, en
el período que ahora comentamos. Pese a ello, no existe en
verdad certeza sobre los actos concretos que los legislado-
res quisieron incluir en cada uno de los delitos que ellos
mismos crearon. No debemos olvidar que en esa época no
se conocía una técnica de tipificación abstracta como la que
se impuso a partir del siglo XIX, lo cual determinó que la
1
l 4 Así lo deja claramente establecido, por ejemplo, el Título XXI de la Parti-
da Séptima, al denominar "yerros de luxuria",a todos los actos tipificados en él y
en los títulos que lo preceden;vale decir: adulterio, incesto, estupro (que incluye
una forma violenta y otra fraudulenta), rapto y sodomía.
S4 DELiTOS SEXUALES
la sociedad nada tiene que ver con las prácticas sexuales ejer-
,idas voluntariamente entre personas capaces, debiendo el de-
recho penal limitarse a posibilitar la coexistencia de las dife-
rentes concepciones acerca de la sexualidad y de las diversas
formas de manifestación que cada una de esas concepciones
implica.37
~ mientras
~ í , en el sistema de raigambre escolástica la legiti-
mación de la intervención penal tenía un fundamento exclu-
sivamente ético, y en el sistema de la Codificación coexistían cri-
terios de justificación morales y jurídicos, en el ideal reformista,
en cambio, la legitimidad de la pena se encuentra supeditada
a la afectación de los derechos de una persona en concreto.
La gran aspiración del reformismo es que el derecho penal se
centre e m i n c i p i o personalístico del hombre como valor
ético en sí mismo (hombre-valor, hombre-persona, hombre-
fin), con impedimento de cualquier instrumentalización del ser
humano en función de algún interés extrapersonal, como suele
suceder en el campo sexual, en que tradicionalmente han
abundado los delitos sin victima, es decir, infracciones de pura
creación política y con un sentido exclusivamente ideológico.38
Esto se postula no sólo en relación con los delitos que siern-
pre se han orientado a la protección de intereses individuales
-como la violación y el estupro-, sino también respecto de
aquellas figuras que durante todo el siglo XIX y la primera mi-
tad del siglo XX ofrecían un sesgo marcadamente impersonal,
como los de escándalo públiro, favorecimiento de la prostitu-
ción o difusión de materiqf pornográfico. Estos últimos tam-
bién pasan a tenerjustificqción en cuanto lesionen los intere-
ses de un individuo, ya porque lo involucren involuntariamente
en un contexto sexual, ya porque lo afecten en su bienestar
físico, psíquico o e m o c i ~ n a l . ~ ~
El campo que queda reservado a la intervención penal en
un sistema como el descrito, obviamente, es mucho más re-
--
40 JESCHECK: Rasgos fundamentaies del movimiento i n t a a c i o n a l de ~eforma,
PP. 238240.
penal sexual.. ., pp. 14-15.
respecto u la estructura del delito.. ., p. 276.
44 DELITOS SEXUALES
E) LA OPCIÓNREFORMISTA SINCRÉTICA
Cfr.la crítica que, acerca del empleo de esta expresión, formula BOIX REIG:
Consiakraciorrespolític~m'minaks..., pp. 7677.
* Cfr. CARMONA SALGADO (1981), pp. 22-26, y RODKIGUEZ DEVESA
(1991), pp. 170-171.
Así, entre nosotros, LABATüT (1992), 11, p. 143. En relación con la doctn-
na española, cfr. DIEZ RIPOLLES: Exhibicionismo, pmnografía..., p. 17, y P O W -
NO NAVARRETE: Introducción..., p. 133.
FUNDAMENTOS DEL SISTEMADE LOS DELITOS SEXUALES 55
-- -
B
Este último es el al ance que le ambuía el antiguo artículo 366 del Código
Penal chileno, que al ref rirse a abusos deshonestos, indudablemente, aludía a abu-
sos sexuab, o mejor dicho a acciones que tuvieran este carácter.
En este sentido, en Argentina, CREUS (1990).p. 179.
Asi lo ha seiialado RODRIGUEZ DEVESA (1991), p. 170.
' GARRIDO MONTT (1998),pp. 268269.
M DELITOS SEXUALES
l4 Básicamente las que contemplan los articuios 373 y 374 del C. Penal chileno.
7
l5 ETCHEBERRY (199 , IV,p. 86.
l6 Cfr. DELEBECQUE HOFFMAN: Le C o k Pénal belge, p. 80.
" Ya el Código Toscano de 1853 incluía las infracciones sexuales bajo la de-
nominación de "Delttti contro ilpudore e contro l'ordine de& famigiit?, y lo mismo hizo,
entre otros, el Código sardo de 1859. Sobre el particular, PADOVANI: C o m m t a -
no, pp. 34, y PICOTTI: Il delito se-ssuak.., p. 420.
58 DEJJTOS SEXUALES
,'
20 En un sentido crítico respecto del uso de este concepto en sede legislati-
va, HASSEMER: Fundamentos.. ., pp. 240-243, y PICOTTI: 11 delito sessuab.. .,
PP. 422 y 423.
21 Paradojalmente, hay autores que definen el concepto de buenas costum-
bres a partir de la noción de dignidad humana, proponiendo como contrario al
primer concepto todo lo que atenta en contra del segundo. Cfr. DOUCET: La
mtection pénak &a !. pmsonne humaine, pp. 82-83.
22 El hecho de invocarse un puesto principio de normalidad en este ámbi-
to, no deja duda alguna de q u e ~ s t aforma de concebir el bien jurídico abriga
pautas sobre el comportamiento sexual privado de las personas.
23 Así, por ejemplo, entre nosotros, ETCHEBERRY (1998), N, p. 45. Este es,
además, el criterio que tradicionalmente primó en la dogmática italiana. Cfr.
ANTOLISEI: Manuak di Diritto P a a k , 11, pp. 468469.
60 DELiTOS SEXUALES
Li
A) SENTIDO
Y ALCANCE
B) C ~ E R I OCORRECTIVOS
S O COMPLEMENTARIOS
.!
CfT. OCTAVIO DE TOLEDO (1997), p. 1144.
4' Cfr. BBASCUNANRODRIGUEZ: Problemas básicos.. ., pp. 82-85.
42 OCTAVIO DE TOLEDO (1997),pp. 11441145.
FUNDAMENTOS DEL SISTEMADE LOS DELITOS SEXUALES 67
/
f
privad de sentido. Porque en la base de toda libertad se encuen-
tra posibilidad real de ejercer los actos a que da derecho la ga-
ran 'a de que se trate. Y como entre los menores de doce años
hay un importante segmento que, en razón de un insuficiente de-
sarrollo físico y psíquico, no está en condiciones de ejercer nin-
gún tipo de actividad sexual, mal podría sostenerse que les asiste
un derecho a ejecutar libremente un acto que la propia natura-
leza les impide realizar. Pues, aunque tales personas pueden ser
objeto de comportamientos ilícitos por parte de terceros, al situar-
se en esa posición simplemente no realizan una conducta (en tér-
minos jurídicos), ni ejercen una actividad de índole sexual. Lo
mismo cabe decir, si bien en un sentido diverso, respecto de las
personas mayores que son objeto de un atentado sexual mientras
se hallan totalmente privadas de sentido; porque a pesar que sí
poseen la aptitud para ejecutar comportamientos sexuales, care-
cen, en cambio, de la capacidad de discernimiento, sin la cual sim-
plemente no cabe hablar de libertad.
En relación con lo anterior, tampoco parece convincente afir-
mar que respecto de los menores lo protegido sería la libertad
Y
sexualfutura o potacial, como pr ponen algunos porque
en estricta lógica el ataque en contra de un interés real (por ejem-
43 Ello sin contar con que dicho planteamiento, en caso que fuera correc-
to, sólo permitiría explicar la situación de la víctima impúber, no así, por ejem-
plo, la de los mayores de edad que sufren un ataque sexual en estado de
Privación de sentido.
68 DELITOS SEXUALES
-
& .
Cfr. ILÓNIG:Delitos contra la honestidad.. , p. 368.
45 C£r. STURUP: El tratamiento de la criminalidad sexual.. ., p. 255. También a
los medios de comunicación cabe responsabilizar por la difusión que ha concita-
do, a nivel social, la creencia errónea de que todo lo que no está penalmente san-
cionado es lícito y, en consecuencia, permitido. Eri tal sentido la opinión de
HENNAU / VERHAEGEN: Droit Pénal &&al, 1991, pp. 121-1 22.
HIRSCH (1999), p. 230. En un sentido análogo, HASSEMER: Lineamien-
tos, p. 277. En general, sobre el peso de la opinión pública, en la doctrina espa-
nola, FERNANDEZ ALBOR: Delincuencia sexual..., pp. 60-61; y en la dogmática
alemana, SCHOLLGEN: La sexualidad y el delito...,pp. 112-113.
FUNDAMENTOS DEL SlSTEMA DE LOS DELITOS SEXUALES 69
"
QUINTERO OLIVARES (1998), pp. 3536.
Cfr. BÜRGER-PRINZ/ GIESE: Psiquiatlid y derecho penal sexual, p. 277, y
~CHOLLGEN:La sexualidad y el &Zito.. ., pp. 97-98.
49 Así creemos haberlo demostrado supra Cap. I I , 2 y 3.
50 Cfr. FONTAN BALESTRA (1996), p. 58.
5' Esta es, sin lugar a dudas, la causa que motivó la reforma del Código Penal
español, mediante L. O. N" 1, de 30 de abril de 1999, de cuya Exposición de Moti-
p @ a sociedad las que determinaron
y de corrupción de menores, ambas
denominaciones suprimidas por eltódigo Penal de 1995, en una decisión que re-
2
sultaba plenamente con ecuente con la idea de protección de la libertad sexual.
Porque, como acertada ente explica OCTAWO DE TOLEDO (1997, p. 1147), la
identificación del bien jurídico con la libertad sexual se opone a la inclusión entre
ellos de la llamada "corrupciónde menores". Cfr. BEGUE LEZAUN: Delitos contra
la libmad e indemnidad sexualer, pp. 1416, y CUERDA ARNAU: Delitos contra la lzber-
tfld sexual.. .., pp. 69-70.
70 DELITOS SEXUALES
4i
inc paces, en circunstancias que ellos aluden a intereses comunes a
to ser humano.55De manera que no se alcanza a comprender cuál
po a ser la razón para castigar más severamente el ataque sexual
que tiene como víctima a un menor de doce años (caso en el cual
se vulneraría únicamente su indemnidad sexual), que el atenta-
do violento que tiene como sujeto pasivo a una persona mayor
de doce años, caso en el cual estaría presente tanto el desvalor
del ataque a la indemnidad sexual, como el desvalor de la lesión
de la libertad sexual.
55
56
ORTS BERENGUER (1995), p. 36 i
Así lo han manifestado, aunqde con variados matices, entre otros,
~ O N E L MATEU: L Los a Ira prostitwih..., p. 96; DE VEGA RUIZ:
~loa'z~os
La violanón..., p. 21; (1997). p. 178, y SUAREZ RODRIGUEZ:
pp. 30-31. También aluden al valor de la dignidad
El delito de apsiones sexuah...,
humana, como fundamento de la incriminación, los documentos relativos a la historia
del establecimiento en España de la Ley Orgánica 11, de 30.04.99. En relación con
esto último, BEGUE LEZAUN: Delitos conha la libertad e indemnidad sexuales, pp. 1316.
72 DELITOS SEXUALES
A) SENTIDO
Y ALCANCE
1
En este sentido, por ejemplo, HELLER: Teoria del Estado, p. 273.
Cfr. FERNANDEZ SEGADO: Dignidad dp la pemnu, o& valorafivo...,p. 25.
6' Cfr. RUIZ MIGUEL: El sign+cado jrc?ulico ..., pp. 101-103, y SOTO KLOSS:
La dignidad de la persona humana.. ., p. 12.
74 DELI?'OS SEXUALES
d
situa o a su misma altura, ni mucho menos alguno que pueda
ser onsiderado por encima de ella. De ahí, por ejemplo, que
ni el stado, ni los intereses de éste, puedan en ningún caso
ser considerados en un nivel de superioridad respecto de la
persona o de los intereses que le son propios ("El Estado está
al servicio de la persona humana", proclama el artículo 1Yn-
ciso cuarto de la Constitución Política de Chile). Como este
rango de superioridad, por otra parte, es atributo de cada ser
humano en particular, no tiene cabida en el campo del dere-
cho ninguna actitud que, directa o indirectamente, implique
conferir mayor valor a un individuo o grupo determinado, res-
pecto de otros.
M
//
Cfr. sentencia Ng 53, de)ll de abril de 1985, en GARCiA VALDES /
~%NTARERO/ PUYOL: Derecho Penal Constitucional,1, pp. 813870.
'' En general, sobre las distintas comentes, SAGUES: Dignidad de la persona e
&ología constitucional, pp. 60 y ss.
76 DELITOS SEXUALES
i'
rars como argumento suficiente para sostener la consagración,
<conese mismo nivel jerárquico, de cualquier garantía que apun-
,te ekla dirección de dicho valor y que pueda haber resultado
.omitida por la letra de la Constitución.
1'
-__
'' Por ejemplo, la opini - de WVOA ( Cuesttones del d n c h o penal..., p. I Z O ) ,
quien sostiene que la ConrtiTión chilena ofrece puntos de apoyo para elaborar
un reconocimiento del valor y dignldad de la persona humana como bienes jurí-
dicos protegidos.
72 MANTOVANI: fondunentali.. ., p. 18.
que hace suya el Código Penal francés, al tipificar bajo el epí-
grafe de Atentados contra la dignidad de la persona, entre otras
conductas, el ejercicio de actos discriminatorios, el proxene-
tismo, la imposición de condiciones laborales o de hospedaje
degradantes y la falta del respeto debido a la memoria de los
muertos.
Un camino distinto es el que adopta la legislación española,
desde que el Código Penal de 1995 identifica el valor de la dig-
nidad humana con el concepto de honor.73Esta decisión legis-
lativa tiene, en verdad, abundantes precedentes doctrinales en
ese país, si bien no todos los autores concuerdan en una total
asimilación de ambos conceptos. Así, por ejemplo, un sector de
la dogmática española siempre planteó la total independencia
ontológica entre ambas nociones, básicamente porque mientras
la dignidad humana sería un concepto absoluto (en el sentido
de que no depende de un juicio de valor), el honor tendría un
carácter esencialmente val~rativo.~~
Otro sector de la doctrina, afirmando siempre la indepen-
dencia conceptual entre ambos intereses, admitía que el honor
deriva de la dignidad humana y que aquél encuentra en ésta no
sólo su fundamento, sino también su contenido, como ocurre,
en general, con todos los derechos que la Constitución españo-
la denomina fundamenta le^.^^
Una tercera corriente de opinión -y hasta donde llega nues-
tro conocimiento, la más difundida- sostiene que el honor ema-
na de la dignidad humana y aunque no se identifica totalmente
con ella, sí se correspondería con un aspecto de la misma. En
palabras de la profesora Alonso Alamo: "Los ataques al honor
no son directamente ataques a la dignidad de la persona.. ., sino
a su valor ético y social de actuación del cual surge una preten-
sión de respeto".76Los partidarios de esta posición, en general,
distinguen dos aspectos dentro de la idea de dignidad de la per-
Recordemos que el artículo 208 del Código Penal español, ubicado entre
los Delitos contra el honor, define la injuria como aquella "acción o expresión
que lesiona la dignidad de otra persona, menoscabando su fama o atentando con-
tra su propia estimaciónn.
74 En este sentido, QUERALT (1992),p. 207.
75 Tal es la opinión de RODRIGUEZ DEVESA (1 9911, p. 230.
ALONSO ALAMO: La Wtección penal &l honw, p. 140.
FUNDAMENTOS DEL SISTEMA DE LOS DELITOSSEXUALES 79
c
sentido,es la opinión del Tribunal Supremo de España, cuando
precisa ue "el delito de injurias tipificado en el artículo 457 del
Códig Penal (se refiere al texto vigente con anterioridad al año
1995),c la extraordinaria amplitud imprimida a su redacción,
comprensiva tanto del ataque a la honra como al crédito y la
estimación de las personas, ofrece como objeto o bien jurídico.. .
el honor en sentido lato, como equivalente a dignidad de la Per-
sona humana. ..
Pero si los conceptos de honor y dignidad humana tienen,
tanto en el léxico castellano como en la tradición jurídica espa-
ñola e iberoamericana, unas connotaciones y un significado muy
distintos, las razones que han llevado a un sector importante de
la doctrina a vincular -y hasta equiparar- ambos valores, no pue-
den ser sino de índole estrictamente circunstancial o instrumen-
tal. Así lo pone de manifiesto González Pérez, quien, tras
reconocer que, a nivel substantivo, dignidad humana y honor
se diferencian por ser un concepto absoluto y despersonaliza-
do, el primero, y un concepto relativo y subjetivizado, el segun-
do, agrega que a fin de que n o queden sin la garantía
jurisdiccional del recurso de ampam los atentados a la dignidad
-
77 BERDUCO GOMEZ DE LA TORRE: Revisión del confenido del bia jurúlico
honm, pp. 258261.
78 Sentencia del Tribunal de 3 de junio de 1985, reseñada por VIVES
ANTON (1996),p. 676. La asimilación entre dignidad y honor personales también
es posible encontrarla en un sector de la doctrina colombiana. Cfr. al respecto
PEREz: La dignidad como bien protegido penalmente, p. 181.
80 DELITOS SEXUALES
L
Pe o, al margen de estos argumentos de índole formal, es
claro ue la dignidad de la persona, desde un punto de vista con-
ceptua , o puede ser reducida a la idea de hecho. Los dere-
chos, en efecto, son realidades que sólo tienen sentido en un
plano deontológico, es decir, en cuanto importan la posibilidad
d e traducirse en normas concretas y suponen una base fáctica a
la cual reconducir las obligaciones específicas que de ellos deri-
van. La dignidad personal, en cambio, en la medida en que tra-
duce una condícion inherente al ser humano, carece de aquel
componente fáctico que es propio de los derechos. En tal vir-
tud, mientras cualquier derecho es susceptible de ser lesionado
hasta el punto de su total supresión (por ejemplo: privación de
la vida o de la libertad), no existe, en realidad, procedimiento
alguno que pueda privar a una persona de su dignidad.
Si bien hay opiniones que disienten de este planteamiento,
en verdad ninguna de ellas desconoce que el valor de la digni-
dad humana está en la base de los derechos fundamentales, y
que el respeto de todos y cada uno de ellos es condición insos-
layable para asegurar al individuo un trato conforme a su cali-
dad de ser humano. Porque la vigencia de los principios de
subjetividad, autonomía y superioridad del individuo -las prin-
cipales manifestacionesjurídicas del valor de la dignidad huma-
i
Cfr. Sentencia NQ120, de 27 de junio de 1990, reseñada por FERNANDEZ
SEGADO: Dignidad & la posuna, mden ~ a h a t i v o.,
. . p. 35.
82 DELITOS SEXUALES
i
Rodríg ez, quien, si bien admite que la noción de intimidad
sexual , desde un punto de vista operativo, idónea para expli-
car el co 'unto del sistema, advierte, en cambio, sobre "su ini-
doneidad como concepción justificatoria de la punibilidad de
las conductas que atentan en su contra".85En la dogmática es-
pañola, Orts Berenguer ha planteado la intimidad sexual como
objeto de tutela, aunque a modo de complemento de la idea de
libertad sexual y restringida a las agresiones sexuales que tienen
como víctima a menores y a personas privadas de sentido.86En
el derecho francés, por último, también es frecuente que se alu-
da a aquel valor, especialmente en el ámbito de las decisiones
jurisdic~ionales.~~
A) DERECHO
A LA INTIMIDAD Y DERECHO A LA PRNACIDAD
-)
85 BASCUNAN R O D R I G ~ ~~roblmurr
Z: baricm.. ., 91-93.
86 ORTS BERENGUER (1995),pp. 3844.
Cfr. VERON: h i t Pénal Spécial(1999),p. 49.
84 DELITOS SEXUALES
''Cfr, NOVOA: Cuestiones aél h c h o penal ..., pp. 122-123. En general, sobre
el reconocimiento internacional de este derecho, vid. la misma obra citada,
pp. 116117.
GOMEZ PAVON: La intimidad como objeto de pmteccwn penal, p. 8.
Cfr.JESCHECK: La potection pénak des dmits de la personnalité.. ., p. 545.
91 BAJO FERNANDEZ: Pro&cciún del honor y áe la intimidad, pp. 101-103.
FUNDAMENTOS DEL SLSIITMA DE LOS DELITOS SEXUALES 85
l&
notacio es estrictamente espirituales: alude a la facultad que tie-
ne tod individuo de mantener una zona reservada para sí,
protegi de cualquier interferencia o intromisión, en la que
sólo podrán inmiscuirse quienes fueren expresamente autoriza-
dos por su titular. Referida al ámbito de lo sexual, la noción de
intimidad alude, específicamente, al espacio vital que cada cual
deja para sí, en todo lo que respecta a las manifestaciones del
instinto carnal;94de manera que se afecta la intimidad sexual
de un individuo cada vez que alguien cruza el umbral de aque-
lla zona de reserva, con el propósito de involucrar10 en un con-
texto lúbrico, ya e n calidad d e actor, ya e n la de simple
espectador.
Dentro del concepto de intimidad pueden distinguirse dos pla-
nos: uno externo, que estaría constituido por un conjunto de he-
chos, situaciones, objetos y actividades que cada cual procura
mantener excluido de intromisiones ajenas; y otro plano interno,
comúnmente denominado vida i n e , que estaría conformado por
una serie de manifestaciones psíquicas y sensoriales (como los pen-
PP. 293350.
"
7'
intimidad, vid. BACIGAL O (1999), pp. 208210, y MORALES PRATS (1996),
Cfr. en este sentido, redncia del Tribunal Constitucionai de España N' 89,
de 3 de junio de 1987, en GARCIA VALDES / CANTARERO / PUYOL: Dmcho Pe
nal Con-stitucional,11, pp. 1677-1690.
86 DELITOS SEXUALES
t C) JUICIO c m c o
",
timas s funda en la lesión de un bien que trasciende el mero
atentad n contra de la esfera de intimidad del individuo.
-\
99 No logra explicar, p$r ejemplo, por qué el acceso camal de una persona
que se encuentra totalmente privada de sentido es castigado más severamente que
la introducción, en el cuerpo de esa misma persona y en idénticas circunstancias,
de cualquier otro objeto que no sea el órgano sexual masculino.
88 DELITOS SEXUALES
A) INTEGRIDAD
FÍSICA E I N T E O A D MORAL DEL INDMDUO
'O0 Porque, en estricto rigor, existen dos posiciones que cabe calificar de mo-
nktas. la que subsume todo el contenido del bien jurídico bajo la idea de salud y
la que efectúa idéntica asimilación, pero bajo la idea de integ7idad o incolumidud
personal. Este es el planteamiento, entre otros autores, de CREUS (1990), p. 79.
Con todo, la opción por la salud, en tanto que objeto de tutela es ampliamente
mayoritaria en Chile y en España; no así en la dogmática argentina. Sobre el par-
ticular, cfr. DONNA (1999), pp. 131-132.
'O Cfr., por todos, BUSTOS / GRISOLIA/ POLITOFF (1993), pp. 179-180.
'O2 TAMANT SUMALLA: De las b i m s , pp. 82-83. En un sentido análogo,
CARBONELL MATEU / GONZALEZ CUSSAC: Lesiones,pp. 116-117.
FUNDAMENTOS DEI. SISTEMA DE LOS DELITOS SEXUALES 89
cluiría -se L
distan m cho de ser coincidentes. Algunos, en efecto, entienden
el califica 'vo de moral como opuesto a lo j i w o y en tal sentido in-
la opinión de Rodriguez Mourullo- las nociones de
salud mental, bienestar psíquico y el denominado derecho a la pro
pia apariencia personal.lo5Otros, en cambio, sostienen que al tu-
telar la integridad moral, el derecho no sólo protege a la persona
contra ataques dirigidos a lesionar su cuerpo o espíritu, sino de toda
clase de intervención en esos bienes que carezca del consentimiento
de su titular, "por lo que la integridad moral puede ser identiñca-
da con la inviolabilidad de la libertad". Por ello se entiende que
"su lesión se produce cuando la persona ve negada su plena capa-
cidad de decidir, cuando la pérdida de la dignidad hace que pier-
da sus condiciones de ser libre, de forma que no quepa atribuir (a
la víctima) su conducta como propia".lo6Otros autores, partiendo
también de la oposición entre lo físico y lo espiritual, la conside-
kan como un aspecto de la noción más genérica de incolumidad per-
sonal (que incluiría tanto la integridad como el bienestar de la
'O7 TAMAñiT SUMALLA: De lar torturas y otros delitos contra la integridad moral,
PP. 215-216.
'O8 PEREZ: La dignidad como bien pmtegido penalmente, p. 179.
'O9 Desde el momento en que el Código Penal restringe su ámbito de protec-
ción sólo a las conductas vejatorias o degradantes; y, sobre todo, considerando
que otras formas de actuación que, como aquéllas, guardan una relación más
próxima con el valor de la dignidad humana, aparecen desperdigadas a lo largo
de todo ese texto, y con las más variadas denominaciones. Por ejemplo: enue los
atentados contra la integridad y la intangibilidad de la herencia gené9ca (cfr.
GONZALEL CUSSAC: Manipulación genética., pp. 137-142, y VALLE MUNIZ: Deli-
tos wlatzvos a la manipulación gmética., pp. 1 17-128)y entre los atentados contra el
honor, cuyo tipo de injurias, paradojalmente, consiste en "lesionar la dignidad de
otra persona" (cfr. QUINTERO OLNARES / MORALES PRATS: Delitos contra el
honor, pp. 368-374, y VIVES ANTON: Delitos contra el honor, pp. 275-286).
FUNDAMENTOS DEL SISTEMA DE LOS DELROS SEXUALES 91
/
L
un campo en e cual el derecho invade profundamente la inti-
midad del indi 'duo y que, por esto mismo, presupone una só-
lida fundamen ción del ejercicio de la potestad penal' y un
conjunto de gara tías que aseguren convenientemente los de-
rechos de ia persona. Por este motivo, antes de entrar de lleno
en el tema de la objetividad junilira de esta clase de infracciones,
conviene examinar en forma previa los factores que condicio-
nan y limitan la labor de selección y determinación del objeto
de tutela.
1. PERSPECTIVA POLITICA
-
clusión de criterios ideológicos; el principio de lesividad y, por ú1-
' En este sentido, KLUG: Pr&knu~ &filosofía akl dmcho. .., p. 29.
En general sobre el sentido de cada uno los limites materiales y formales,
cfr. BUSTOS (1994),pp. 93-140.
96 DELíTOS SEXUALES
Cfr. el interesante análisis que en relación con este tema efectúa, GARRI-
D O GUZMAN: La prostztución..., pp. 1520.
Vid. supra, Cap. 11, 1.
La tendencia reseñada en el texto puede tenerse romo un hecho unifor-
me, a lo menos entre los países que integran nuestra área de cultura. Por lo que
.
respecta al derecho alemán, cfr. ROXIN: Problemas básicos... p. 48; en relación con
el derecho franco-belga, cfr. DOUCET: La Ftectiolz pénale de la personne humazne,
p. 69, y LEVASSEUR: Coun & dmit @al spéciak p. 391; acerca del derecho portu-
gués, MAIA GONWVES (1996), p. 622, y por lo que concierne al derecho ita-
liano, FIANDACA: hspettive di nyoma.. ., pp. 405-406.
BIENJURIDICO PROTEGIDO 97
<
comportamientos, por su naturaleza, llevan en sí la tendencia
a propagarse a terceros.'Aun en nuestros días hay autores que
expresamente ju gan como un hecho positivo que el derecho
penal emprenda tutela de valores estrictamente morales, por
lo menos en el cam o de los delitos sexuale~.~
Pero el tema de la depuración del derecho penal de crite-
rios morales no sólo es un problema político o ideológico, sino
también un asunto que atañe al campo mucho más concreto de
la política n'minal Ya el IV Congreso Internacional de Crimino-
logía celebrado en La Haya en 1960 reconoció que existen com-
portamientos que han de confiarse a la moral personal, aun
cuando desde el punto de vista de una determinada ética social
o de una concepción teológico-moral sean rechazables? En efec-
to, "si se pretendiera mediante la pena promover las virtudes in-
dividuales, se estaría exigiendo al Derecho algo que excede por
entero de sus posibilidades (puesto que) las penas estatales son
L
intereses sociales." Sin entrar a discutir este planteamiento, que
en sus líneas generales S básicamente correcto, cabe señalar que
entre los diversos aspe S concernidos en aquella noción de
Estado, el que más directamente se vincula con la necesidad de
garantizar la autonomía ética del individuo es la consagración a
nivel constitucional del valor que encierra la dignidad & la peno-
na.18Porque si se acepta -como ya hemos tenido ocasión de ex-
plicarlo-l9 que dicho valor lleva implícito el principio de
subjetivización del individuo, habrá que convenir en que no pue-
de el Estado restringir los derechos de una persona a través de
la imposición de una pena, con el propósito de obtener una
meta con un sentido exclusivamente ideológico (en este caso,
la moralización de las costumbres). Tal cosa implicaría ni más
ni menos que instrumentalizar al ser humano para la obtención
de un beneficio social. Tampoco podría el Estado (o, mejor di-
cho, el grupo de poder dominante) influir en las convicciones
de los ciudadanos, tratando de imponer su propio esquema de
B) EL PRINCIPIO DE LESMDAD
L
bre el imperativo de prop nder a una concepción antmpocéntri-
ca -o tal vez sea mejor de ir, pmsonalizadco del objeto de tutela
penal, lo cual se traduce e que sólo pueden ser elevados a la
condición de bien jurídico protegido aquellos intereses que sean
inherentes a la persona o que fueren necesarios para su cabal
desarrollo espiritual o material. En otras palabras, se acepta que
este proceso de pzvatización del derecho penal debe regirse por
el principio de individualización de la ofensa, debiendo selec-
cionarse como bienes jurídicos penales sólo aquellos valores cuya
vulneración representa la infracción de un interés reconducible
directa o indirectamente al individuo.28
En tercer lugar, si bien se acepta que la condición de bien
jurídico penal puede ser asumida tanto por intereses individua-
les como por ciertos valores colectivos, en uno y otro caso la le-
gitimidad de la intervención penal se encuentra supeditada a
que el bien de que se trate efectivamente sea instrumental al in-
dividuo, desde el punto de vista de sus posibilidades de realiza-
k
tación consubstancial al alor de la dignidad humana, según lo
hemos ex~licado-9~ con11 va la necesidad de reconocer a la per-
sona una capacidad de real2 ción material y espiritual. Así lo decla-
ra expresamente el artículo lode la Constitución chilena, el cual,
tras reconocer en el inciso primero el valor de la dignidad hu-
mana, dispone en el inciso cuarto que "el Estado está al servicio
de la persona" y que es deber de los órganos estatales "crear las
condiciones sociales que permitan a todos y a cada uno de los
integrantes de la comunidad nacional su mayor realización es-
piritual y material posible". De modo que la tarea de selección
de los bienes jun'dicos necesitados de protección penal -y bási-
camente porque la propia pena importa restricción de derechos
fundamentales- sólo puede considerarse legítima a condición
de que se trate de intereses cuya conservación efectivamente se
oriente a posibilitar o favorecer la realización espiritual y mate-
rial del individuo; O, lo que es lo mismo, que apunte de modo
efectivo a salvaguardar la dignidad del ser humano.
Pero, como es sabido, la exigencia de lesividad en modo al-
guno significa que la afectación del bien jurídico sea el único
C) EL PRINCIPIO DE IGUALDAD
-
" Cfr.GOMEZ BERNAIES: Constitución, dmchos y libertad sexual,p. 9.
42 Cfr. MAIA G O N W V E S (1996),p. 622.
106 DELITOS SEXUALES
2. PERSPECTIVA AXIOLOGICA
B) P~o~ósrros
LEGISLATIVOS EN EL PLANO AXIOLÓGICO
''
Esta es, precisamente, la forma en que la Comisión Mixta entendió el cas-
tigo de la figura del artículo 365, pues al señalar en el informe final que el pro-
yecto "se hace cargo del hecho de que el lesbianismo históricamente no ha estado
sancionado",no sólo acepta la discriminación subyacente en el precepto, sino que
expresamente reconoce que lo sancionado es simplemente la homosexualtdad mas-
culina ( I n f o m Comisión Mixta, p. 2 1 ) .
BIEN JURIDICO PROTEGIDO 117
2
gido por el incesto y la con ucta homosexual tipificada en el
articulo 365) y el pincip. epnvacidad (que sería lo tutelado en
los tipos de ultrajes públicos a las buenas costumbres).
Pese a ello, frente al ordenamiento jundico chileno, estos cri-
terios no son en absoluto vinculantes, ni para la doctrina cientifi-
ca, ni para el órgano jurisdiccional. En primer término, una
lectura atenta de los artículos 19 a 24 del Código Civil de Chile,
deja muy en claro que, entre nosotros, la labor interpretativa tie-
ne por objeto determinar el querer actual de la norma y no la in-
tención de sus redactores. Ello obedece a que los artículos citados
establecen un verdadero orden de prelación entre los distintos
criterios de hermenéutica legal, dentro de los cuales el tenor de
las disposiciones y la voluntad que fluye de sus términos tienen
absoluta prioridad por sobre otras consideraciones, como los an-
tecedentes históricos relativos al establecimiento de la norma.77
2
ran siempre dotados de i
tado contra la libertad en ge eral, pues sólo así se justificaría la
existencia de un gmpo e conductas caracterizado por la es-
pecialidad del ataque a la facultad de autodeterminación del
individuo. En el ordenamiento jurídico chileno, los ataques
sexuales, que se supone llevarían implícito el atentado a la li-
bertad en general, no siempre tienen igual o mayor pena que
los delitos específicamente orientados a la protección de este
último valor. Así resulta de comparar, por ejemplo, la pena asig-
nada al abuso sexual obtenido mediante amenaza (reclusión
menor en cualquiera de sus grados), con la pena contempla-
da para el tipo genérico de amenazas (presidio menor en su gra-
do medio a máximo) .84
Pero tal vez el mayor escollo para la consideración de la li-
bertad sexual como objeto de tutela en este grupo de infrac-
ciones, deriva, por una parte, de los distintos rangos de
A) EXPLICACIÓN
GENERAL
Una reforma del derecho penal sexual -ha escrito Klug- no en-
tra en tierras vírgenes, sino que ha de enlazar con las tradicio-
nes que han logrado afincarse en el ordenamientojurídico y con
%.a
95 Vid. supra Cap. I11,4. a), b).
" Vid. supra Cap. 111, 3. b).
la forma en que la conciencia social percibe los criterios que in-
veteradamente han regido este sector del ordenamiento ~ e n d ? '
Desde este punto de vista, el parámetro de la indemnidad sexual
sin duda ofrece una solución mucho más acorde con nuestras
propias tradiciones jurídicas, entre las cuales se cuenta la opción
legislativa de castigar en forma diferenciada los actos ilícitos de
significación sexual, en atención a la lesividad intrínseca de cada
comportamiento, y no en aterición a si es más o menos intenso
el ataque a la capacidad de autodeterminación de la víctimang8
Porque si bien la historia legislativa de los países de nuestra área
de cultura en ciertos períodos ha llegado a una total equipara-
ción de los actos s a n ~ i o n a d o sno
, ~ ~es éste el criterio predorni-
nante en España desde la entrada en vigencia del Código Penal
de 1848; ni en Chile, desde que la autoridad nacional adoptó
como modelo para nuestro Código, precisamente, aquel refe-
rente español.
Si bien es cierto que nadie podría poner en duda que la no-
ción de bien jurídico es esencialmente variable y, en este campo
sobre todo, muy permeable a los cambios que experimentan las
valoraciones sociales,100la noción de indemnidad sexual, en una
medida mucho más intensa que cualquier otro de los valores que
alternativamente se proponen como objeto de tutela, permite dar
una respuesta coherente a semejante mutación de las actitudes
sociales, precisamente porque actúa sobre la base de parámetros
perfectamente graduables. Más destacable aún es que permite
ponderar los distintos comportamientos sin tener que acudir a
parámetros morales o culturales, sino sobre la base de criterios
empíricos conforme al aporte de las ciencias humanas. Porque,
por ejemplo, sólo el valor de la indemnidad sexual permite ex-
plicar el delito de sodomía que contempla el artículo 365 del Cór
digo Penal chileno como una forma de reprimir la potencialidad
de una acción corruptiva y no corno el simple castigo de la con-
EL DELITO DE VIOLACION
1. EXPLICACION GENERAL
' Incluso el Código Penal español de 1995, que refunde, en el artículo 1'78,
'bajo el rótulo de agresiones sermaks, todos los ataques violentos en contra de la li-
bertad sexual, contempla en el artículo siguiente una forma agravada del mismo
delito para el caso que la agresión consista en un acceso carnal. Y lo propio ocurre
con la figura de abusos sexuales, en los artículos 181 y 182. Todo ello antes de que
la reforma del año 1999 repusiera la figura de violación.
Aunque la doctnna contemporánea tiende a afirmar que una equiparación de
todos los actos sexuales de que puede ser objeto una persona conlleva una mayor
protección para la víctima. En este sentido, por ejemplo, W O P P I : C o m w , p. 34.
136 DELITOS SEXUALES
2. CONDUCTA TIPICA
zan la fórmula violacih mis para aludir a aquella que se concreta en una pene-
tración vaginal, y la de violación imfvvpza para referirse a la que se materializa en
un acceso camal contra natura; así, por ejemplo, en Argentina, TIEGHI: Delitos
sexuaks, pp. 179-180.
A) SENTIDO Y ALCANCE
l2 cfr. DIAZ MAROTO (1998), pp. 107-108. Por cierto, como dice ORTS
BERENGUER (1996, pp. 912-913), razones de seguridad jurídica recomiendan
contar con una única noción de acceso carnal y no con una acomodaticia que
permita considerar como tal a acciones distintas, en atención al desarrollo
anatómico del sujeto pasivo. Como advierte el criterio que aquí se critica, supone
interpretar un concepto natural -como el de cópula-, utilizando parámetros étice
sociales. En este último senudo, MAIA GONQU.VES (1996). p. 628.
l 3 En este sentido, MUNOZ CONDE (1996), pp. 187-188.
EL DELITO DE MOUCION 141
-
l6En tal sentido, en la doctrina española, CARMONA SALGADO (1993),
PP. 247-248,y ORTS (1990), pp. 618-622; en Iberoamérica, MARTINEZ ZUNIGA:
Derecho penal sexual, pp. 139-140, y VALENCIA: Estudios de derecho penal especial
p. 303. Excepcionalmente, la jurisprudencia argentina registra casos en los cua-
les se ha tenido por consumada la violación con el llamado coito vestibular (cfr.
'
TIEGHI: Delitos sexuaies, pp. 373374) y otro tanto ha sucedido, también de modo
exce cional, en lajurisprudencia italiana (cfr. CADOPPI: Commentano, p. 33).
Así, ORTS BERENGUER (1996), p. 914. Del mismo autor: Aburos y a@c+
nes sexuales..., pp. 2829.
te por un menor, por un enajenado o por alguien que actCia bajo
amenaza, aparece captada por el tipo de ~iolación.'~ Pero fren-
te a un texto, indudablemente restrictivo, como el del artícu-
lo 361, inciso segundo, del C. Penal chileno, n o cabe duda
alguna en cuanto a la exclusión de la mujer como sujeto activo
del delito de vi~lación.'~
En lo que respecta al acceso carnal entre varones, la actual
figura de violación resulta ser más restrictiva que el tipo de sodo-
mía calificada que anteriormente captaba este mismo compor-
tamiento. Antes de la reforma introducida por la Ley N"9.617,
en efecto, el artículo 365 inciso primero sancionaba, según opi-
nión unánime de la doctrina y de la jurisprudencia, la penetra-
ción anal entre varones mutuamente consentida; y en los dos
incisos siguientes se establecía una pena, por cierto más severa,
para la realización de esa misma conducta cuando alguno de los
intervinientes usaba fuerza o intimidación o cuando alguno de
ellos se encontraba privado de razón o sentido o era menor de
catorce años. Pero como el inciso segundo se refería en gene-
ral al delito contemplado en el inciso anterior, y este último lo
cometía tanto quien llevaba a cabo el acceso carnal como la per-
sona que era objeto del mismo, resultaba que cualquiera de los
dos podía transformarse también en sujeto activo de la figura
de sodomía calificada. De modo que si, por ejemplo, un indivi-
duo se hacia acceder carnalmente por un enajenado o por al-
guien que no cumplía el límite mínimo de edad que establecía
la figura, aquél se transformaba en autor del delito de sodomía
calificada.
Es común que los autores planteen que el sujeto activo de
violación ha de ser una persona genitalmente madura para la
A) EMPLEODE FUERZA
" Recordemos que hasta hace muy poco, en España la violación de una mu-
jer era castigada con igual pena que el homicidio. Sobre las opiniones doctrina-
les que más influencia tuvieron en la sobrevaloración del requisito de la resistencia,
MENDOZ.4 DURAN: El &lato & violaczón, pp. 5969.
Cfr. SU.4Y HERNANDEZ: Ausencza & consentimiento.. .,pp. 1067-1068.
29 Cfr., por todos, BARRERA DOMINGUEZ: Delitos sexuales, pp. 82-83, y
SPROVIERO: Delito a2 vzokzctón, pp. 252-258.
Para una completa visión de las condiciones que la doctrina suele plan-
tear en tomo al requisito de la resistencia de la víctima, CARMONA SALGADO
(1993), pp. 249-251; RUIZ VADILLO: Algunas conszderaczones sobre el de2zto de vzola-
c h . . ., pp. 434435, y VALENCIA: Estudws & a¿wcho penal espenal, pp. 305-306.
31 En tal sentido, entre otros, BUSTOS (1986), p. 136. En contra, LANDECHO
V E M C O / MOLINA BLAZQUEZ (1996),p. 118.
En relación con esta última, ch: BERTOLINO: Violenul s e s ~ d epp.
, 392-393;
~ D A C A Aospettzve
: dz nfonna. ..,p. 409, y PADOVANI: Commentano, p. 9.
33 CfT. DE VEGA RUIZ: La violanón..., p. 83.
EL DELITO DE VIOLACION 149
*
Cfr. BOIX REIG: De la jnutección & la moral..., pp. 14-15, y RUIZ VADILLO:
Algunas consi&aciones sobre el delito de violación..., pp. 434-436.
EL DELITO DE VIOLACION 153
6. ANTIJUFUDICIDAD
apetito sexual por parte del hechor.@Si bien este punto no ofre-
ce mayores dificultades ni genera, actualmente, controversia a
nivel doctrinal o j~ris~rudencial, se discute, en cambio, si caben
respecto de este delito las etapas anteriores a la consumación y
cuáles serían los actos que quedarían comprendidos en ellas.69
En pro de una respuesta coherente, es preciso tener en
cuenta que la violación es un delito de mera actividad, porque,
aparte de la conducta, el tipo no exige ningún otro suceso; y
menos aun, un suceso encuadrable bajo la idea de resultado; es
decir, una alteración en el mundo externo, que pueda ser te-
nida como consecuencia de la realización de la conducta. La
pertenencia de la violación a la categoría de los delitos de mera
actividad es un hecho que nadie discute en la dogmática con-
temporánea.70
Por ser un delito de mera actividad, la violación es incompati-
ble con la figura del ddito~trado.Como es sabido, de confonni-
dad con lo que prescribe el inciso segundo del art. 7" dicha figura
supone que el agente haya realizado la totalidad de los actos que
el tipo exige de su parte, de manera que para la consumación del
delito sólo reste la producción del resultado. En los delitos de mera
actividad, que por propia definición no demandan un resultado,
la ejecución de todos los actos que la ley pone de cargo del sujeto
activo implica ya consumación,lo cual obsta a la posibilidad de apli-
car respecto de ellos la figura del delito fnistrado.
En relación con la tentativa, en cambio, la conducta exigida
por el tipo de violación es perfectamente fraccionable," de ma-
nera que nada obsta a que un individuo ejecute sólo una parte
de los actos concretos que el tipo demanda, caso en el cual se
darían cabalmente las condiciones que el inciso tercero del
art. 7Qxige para la existencia de tentati~a.~' La inviabilidad del
delito frustrado de violación y la aceptación del castigo de este
comportamiento a título de tentativa son planteamientos que ac-
tualmente concitan la adhesión de la unanimidad de las opinio-
nes doctrinales.
No ocurre lo mismo a nivel de criteriosjurisprudenciales. En
España, por ejemplo, si bien la doctrina de los tribunales en la
actualidad suele acoger estos planteamientos, registra, sin em-
bargo, decisiones aisladas en las que se ha declarado que la vio-
lación es un delito de resultado material (aunque nunca se ha
precisado cuál sería ese resultado) y registra, también, numero-
sas condenas a titulo de delito fnistrado, en situaciones que eran
claros ejemplos de tentativa, y por lo general frente a supuestos
de imposibilidad física para la realización de la cópula, como la
desproporción de los órganos genitales, fdta de erección sobre-
viniente, fimosis y eyaculación precoz.73
Tanto a nivel de la doctrina científica como de la jurispru-
dencial, existe consenso en que la realización de los actos enca-
minados a doblegar la voluntad de la víctima (empleo de fuerza,
ejercicio de actos intimidatorios o acciones tendentes a privar
de conciencia a la víctima), sin que llegue a perfeccionarse el
acceso carnal, dan lugar a una tentativa de violación. Esta afir-
mación es válida cualquiera sea la causa que determine la au-
sencia de penetración: resistencia de la víctima, intervención de
terceros, falta de erección, etc., y cualquiera sea, también, el gra-
do de proximidad o de distancia que exista respecto de la con-
sumación del acceso carnal, estimándose que es tentativa incluso
8. AUTORIA Y PARTICIPACION
--
-
EL DELITO DE ESTUPRO
1. EXPLICACION GENERAL
2. CONDUCTA TIPICA
' Piénsese, por ejemplo, en la estrecha relación que existe entre el supuesto
de enajenación o trastorno mental que demanda el tipo de violación, y el supues-
to de anomalía o perturbación mental exigido en el delito de estupro.
Así lo había resuelto el Tribunal Supremo espanol en sentencias de 05.03.85
y 28.05.86,sobre la base de una redacción, actualmente sustituida, análoga a la del
Código chileno. Cfr. la reseña efectuada por OKTS BERENGUER (1990),p. 249.
174 DELITOS SEXUALES
B) RELACIÓNDE DEPENDENCIA
i
d. 1. SOBRE EL CONCEPTO DE ABUSO SEXUAL
" Vid. supra Cap. 11, 2. Cfr. GARRAUD: Trazté.,., V, pp. 41-43.
l2 Pese a ello, aun en el contexto de quienes adhieren a una fundamenta-
ción basada en la idea capacidad d e autodeterminación en el plano sexual, hay
autores que sostienen que el acceso camal es más grave, por ser la conducta
que más intensamente lesiona la libertad y la autenticidad de la expresión de la
vida sexual de las personas. En este sentido, por ejemplo, MAIA G O N W V E S
(1996), p. 627.
190 DELITOS SEXUALES
so carnal; o, para ser más exactos, distintos del acceso carnal cons-
titutivo de los delitos de violación y estupro. Así lo ponen de ma-
nifiesto los epígrafes de los capítulos 5 9 G6" del Título VII, que
expresan: "De la violación" y "Del estupro y otros delitos sexua-
les", respectivamente; y también lo deja en claro el articulo 366,
en cuanto alude a "una acción sexual distinta del acceso carnal".
En suma, a pesar que en un sentido etimológico la expre-
sión abuso sexual alude al hecho de involucrar a una persona
en un contexto lúbrico cualquiera, y que tanto en el derecho
histórico como en el comparado aquella locución posee también
otras acepciones, en el ordenamiento jurídico chileno se refie-
re al hecho que una persona sea compelida a tomar parte en
una actividad sexual que no sea constitutiva de los delitos de vio-
lación o estupro.
E) CLASES
DE ABUSO SEXUAL
A) CONNOTACI~N
SEXUAL DEL ACTO
24 Porque la libertad sexual "no puede atacarse con una acción socialmente
neutra",de modo que "unapráctica muy voluptuosa para un individuo concreto,
pero inane para la generalidad de sus congéneres, no da lugar a la apreciación
del delito", ha escrito ORTS BERENGUER (1996), pp. 908-911.
25 Cfr. DIAZ MAROTO (1998), pp. 102-103.
26 MAlA GON-S (1996), p. 624.
27 DOS REIS ALVES: C r i . m sexuak, pp. 8-9.
200 DELITOS SEXUAIXS
'*
NO es correcto entonces &mar, como en una oportunidad lo hizo el Tn-
bunal Supremo español, que un acto merece el calificativo.de sexual por el solo
hecho de estar "encaminado a despertar el instinto sexual ajeno o a avivar el pro-
pio" (cfr. sentencia de 05.04.94, en RODRIGUEZ RAMOS, 1996, p. 160).
29 Cfr. DOS REIS ALVES: Crimes sexuazs, p. 11.
EL DELITO DE ABUSO SEXUAL PROPIO O DIRECTO 201
O' En este sentido, DIEZ RIPOLLES (19851,p. 128; MUÑOZ CONDE (1991),
p. 401, y ORTS BERENGUER (1990),pp. 636-637.
31 Así opina, por ejemplo, DOS REIS ALVES: Crémes sexuais, p. 11.
202 DELiTOS SEXUALES
-
C) APROXXMACION
CORPORAL CON LA VÍCTIMA
mente que al de ser accedido por otro, como claramente lo pone de manifiesto,
por ejemplo, el articulo 365 del C. Penal.
42Alhablar de intmducción & +etos, la doctrina hace extensiva esta última ex-
presión tanto a las partes del cuerpo que no sean el pene (por ejemplo, los dedos),
como a las cosas del mundo circundante. Sin embargo, con el propósito de no am-
pliar en forma desmesurada el ámbito de aplicación de la figura, especialmente en
lo que respecta a la introducción de objetos por vía bucal, suele proponerse como
límite el que aquéllos efectivamente operen como sustituto fetichista del miembro
viril. En este sentido, SUAREZ RODRIGUEZ: El delito de a g r p s k sexuales.. ., p. 102.
LOSredactores de la norma se refirieron expresamente al forzamiento a
, tener relaciones con animales como un acto que integra la tipicidad del delito de
abuso sexual (Infonne de la Comisión Mixta, p. 12). Cfr. ORTS BERENGUER: Abu-
sos y a g m i w sexuales, p. 39.
EL DELITO DE ABUSO SEXUAL PROPIO O DIRECTO 207
9. AUTORPA Y PARTICIPACION
i?
1. EXPLICACION GENERAL
2. CONDUCTAS T I P I W
'
CARMONA SALGADO (1981), pp. 79-80. En un sentido análogo, DIAZ
MAROTO (1998), p. 104, y RODRiGUEZ RAMOS (1994), pp. 223-224.
También a diferencia de lo que sucede en aquellos delitos, no es la modali-
dad ejecutiva lo que determina la existencia de varias figuras, sino la propia natu-
raleza de la conducta.
En el mismo sentido, aunque en alusión a una realidad legislativa diversa,
TAMARIT SUMALLA (1999), p. 6.
En la primera figura se sanciona al que "sin realizar una acción
sexual en los términos anteriores.. . realizare acciones de signi-
ficación sexual ante una persona menor de doce años.. .". Pese
a la ambigüedad de los términos que utiliza la noma, es claro
que, en su primera parte, ella contiene una referencia implícita
a la conducta de acceso carnal y a los actos constitutivos de abu-
so sexual propio, y que lo que ella demanda es que el sujeto ac-
tivo no haya realizado ninguno de esos comportamientos con
participación de un menor de doce años. En cambio, respecto de la
conducta básica de la figura, expresada bajo la fórmula realizare
acciones de signzficación sexual, no existe, en verdad, ninguna li-
mitación. Puede tratarse, en consecuencia, de cualquier clase de
actos: individuales (en el sentido de realizado por el sujeto acti-
vo sin la intervención de otra persona) o colectivos; intrínseca-
mente lícitos o ilícitos (aunque la presencia del menor los
transforme aquí en ilícitos). La única limitación es que e1 com-
portamiento tenga una connotación sexual, en el sentido que a
esta última expresión dimos al tratar el delito de abuso sexual
p r ~ p i oEn
. ~ consecuencia, no basta con hacer que el menor con-
temple, por ejemplo, el cuerpo desnudo del sujeto activo o de
otras personas, si ello no va acompañado de un comportamien-
to que merezca el calificativo de acto en el sentido que ksta y otras
disposiciones del mismo título le asignan5.
Obviamente, el menor ha de quedar relegado al papel de
simple observador, porque si tomara parte en la ejecución de
los actos, el título de castigo no sería ya el de abuso sexual im-
propio, sino directamente violación o abuso sexual propio, se-
gún corresponda. Por su parte, no hay limitación en cuanto al
Aunque podría parecer injusto incluir aquí la realización de actos tan disí-
miles y de tan distinta gravedad, no debe perderse de vista que el fundamento
del castigo no radica en la realización misma de estas acciones por parte del suje-
to activo, sino en el hecho de ejecutarlas en presencia de un menor; y, desde este
punto de vista, lo que realmente interesa es el poder corniptor que tiene para un
niiio la contemplación de un acto sexual, sin que, para td efecto, importe la gra-
vedad del comportamiento.
5Vid.supra Capítulo VII, 3. c) .
220 DELITOS SEXUALES
B) DETERMTNACION
A PRESENCIAR MATERIAL PORNOGRÁFICO
" Cfr. CARRONELL MATEU: Los delitos rektivos a la @stitución.. ., pp. 92-
93.
CAPITULO ZX
EL DELITO DE FAVORECIMIENTO
DE LA PROSTITUCION
1. EXPLICACION GENERAL
' Todo ello sin contar con que "parece discutible la punición del rufianismo,
dado que no se trata de un comportamiento antisocial claramente delimitable,
sino de una forma de vida parasitarka, asocial, más bien". En este sentido, JAGER:
Política juridicopenal y ciencia, p. 292.
* Es, en verdad, el más grave de los delitos sexuales que contempla nuestro Có-
digo. Porque mientras la violación de una persona menor de doce años tiene asig-
nada la pena de presidio mayor en cualquiera de sus grados, el favorecimiento
de la prostitución aparece castigado con esa misma pena, más una sanción pecu-
niaria.
EL DELITO DE FAVORECIMIENTO DE LA PROSTITUCION 227
2. CONDUCTAS TIPICAS
En general sobre el sentido de las expresiones que la ley utiliza para aludir
a la conducta de este delito, cfr. con referencia al derecho argentino, DONNA
(1999), pp. 454459, y FONTAN BALESTRA (1996), pp. 111-1 12; y, con relación
al derecho español, CARBONELL MATEU: Los delitos relativos a la prostitución.. .,
pp. 8!3-91, y RODRIGUEZ RAMOS (1994), pp. 234235.
Distinta es la situación en el derecho español, cuyo Código Penal se refiere
de modo expreso, en el artículo 189.4, al que con conocimiento del estado de
prostitución de la víctima "no haga lo posible para impedir su continuación en
tal estado, o no acuda a la autoridad competente para el mismo fin..." Cfr.
MARTINEZ RUIZ: Algunas consideraciones..., pp. 484-495.
Tal es la apreciación de MUNOZ CONDE (1996),p. 206.
za indiscriminadamente, esto es, sin consideración a la persona
que los solicita.'
La verdad, sin embargo, es que ninguno de la factores re-
cién apuntados permite establecer por sí mismo que una perso-
na ha ejercido la prostitución; de modo que la determinación
de este aspecto será el resultado de un juicio de valor basado,
precisamente, en una consideración conjunta de todos elloy.
Pese a que el tipo parece conformarse con que el sujeto ac-
tivo promueva o facilite la prostitución, la figura ha de ser con-
cebida como un auténtico delito de resultado, que exige la efec-'
tiva materialización del comercio sexual. En otras palabras, es
necesario que la víctima efectivamente se prostituya como con-
secuencia de los actos de promoción o favorecimiento que hu-
biere realizado el hechor. Esta exigencia no sólo deriva del
empleo del vocablo prostitución, sino también de la necesidad
de evitar que la persona que sólo pone en peligro la indemni-
dad sexual de un menor sea castigada con una pena más alta
que la que corresponde aplicar a quien efectivamente lesiona
dicho interés.
El resultado exigido por el tipo consiste en que el menor -a
instancias del sujeto activo- debe ejercer la prostitución duran-
te un cierto lapso; lo cual, como es obvio, supone que aquel efec-
tivamente desarrolle una actividad sexual. Si bien, en principio,
no interesa la naturaleza de los actos ejecutados (siempre que
revistan una connotación lúbrica),1° para que estemos en pre-
sencia del resultado que la figura demanda, dichas conductas de-
ben ser constitutivas de delito (a saber: violación, estupro o abuso
sexual), pues de otro modo carecería de justificación el elevadí-
" En este sentido, entre varios otros, DONNA (1999), p. 452; FONTAN
BALESTRA (1996), p. 113; GARRIDO GUZMAN: La prostitución.. ., pp. 172-174, y
MERGEN: La prostitución, p. 169.
''Vid. infra Cap. XIII, 2. b).
En su segunda modalidad, el tipo exige que el sujeto activo
ejecute habitualmente, es decir, en forma reiterada, la conducta
de promover o facilitar la prostitución de menores, lo que trans-
forma a esta figura en un delito habitual. Si bien es cierto que la
ley no señala d e modo expreso cuál es el número de actos que
se requiere para configurar la habitualidad, pensamos que sí lo
hace de modo indirecto, pues habitual es sinónim de reiterado
y, según el sentido etimológico de esta última el$resión, una 7
<
conducta alcanza esa condición cuando es ejecutada al menos
en tres oportunidades distintas.
Suele discutirse si lo que da lugar a la ha itualidad es la
pluralidad de relacionamientos, la pluralidad e menores afec-
tados por la conducta del hechor o la plurali ad de personas
que se benefician de la conducta ilícita del suje o activo.13Sin
embargo, una interpretación que respete la coherencia inter-
na del precepto lleva a concluir que la habitualidad\stá refe-
rida al número d e personas que han de resultar afectadas con
el comportamiento ilícito del hechor. De partida, si el vocablo
prostitución, como ya lo hemos explicado, lleva implícita la idea
de una pluralidad de relacionamientos por parte de la perso-
na que ejerce el comercio sexual, sería ilógico -y, por cierto,
contrario al principio non bis i n idewe suponer que al hablar
de habitualidad la ley se está refiriendo a la misma multiplici-
dad de actos que son necesarios para estimar que la víctima
efectivamente ejerció aquella forma de tráfico. Este plantea-
miento guarda perfecta armonía con la propia redacción del
precepto, el cual utiliza el adverbio habitualmente en clara refe-
rencia a las formas verbales promover y facilitar; y si promover
la prostitución significa -como lo entiende la generalidad de
la doctrina- inducir o determinar a una persona a ejercer el
comercio sexual, no puede haber habitualidad -al menos en
relación con esta hipótesis conductual- si la persona inducida
o determinada ha sido una sola.
l 3 Una completa exposición sobre este punto, con base en el derecho chile-
no, en GONZALEZ JARA: El delito de pfomoción ofaciíitación..., pp. 120-123.
232 DELITOS SEXUALES
5. FAZ SUBJETIVA
6 . ITER CRTMINIS
'' En este mismo sentido, entre nosornos, GARRIDO MONTTT (1998, p. 320).
En España, admiten la posibilidad de que el delito se cometa con dolo eventual,
LANDECHO VELASCO / MOLINA BLAZQUEZ (19961, p. 129.
Asilo sostienen, en Chile, GARRIDO M O m (1998), p. 321, y GONZALEZ
JARA: El delito de promoción ofacilitación..., p p 128-129.
"Vid. supra Cap. IX, 2.
mover la prostitución, pero insuficientes para obtener la produc-
ción del resultado; y respecto del favorecimiento habitual, tam-
bién cuando aquél los ejecute de un modo cuantitativamente
insuficiente para lograr que se configure la habit~alidad.~~
7. AUTORIA Y PARTICIPACION
En su modalidad de fa recimiento habitual, e1 delito es de sujeto
c
que aquélla se encuentra; y f) cuando exista habitualidad en la
cond cta del agente.
n su forma simple, la figura en estudio es prácticamente
in licable, porque atendido el amplio espectro de hipótesis que
aparecen cubiertas por la forma agravada, los únicos casos que
podriab quedar comprendidos en la primera son aquellos en
que la persona consiente en cruzar las fronteras con el propósi-
to de ejercer la prostitución. Y como la indemnidad sexual es
un bien jurídico disponible, habremos de convenir en que la
voluntad del sujeto excluye la ilicitud del hecho incriminado.
CAPITULO X
1. EXPLICACION GENERAL
Los artículos 373 y 374 del Código Penal contemplan dos figu-
ras delictivas que la doctrina chilena suele englobar bajo el con-
* cepto genérico d e ultrajes públicos a las buenas costumbres,
' siguiendo la terminología que utiliza el epígrafe del párrafo 8"
del Título VII. Tienen en común estas figuras la exigencia de
que un hecho con contenido sexual se realice en presencia de
otras personas que no hayan tomado parte en su ejecución.
La amplitud de los términos que utiliza la ley, particularmen-
te en el artículo 373, torna muy difícil la tarea de fijar el funda-
mento que ha tenido en vista el legislador al tipificar estas
infracciones. Sin embargo, la opinión mayoritaria entre los au-
tores chilenos considera que lo protegido es aquí el pudorpúbli-
co, entendiendo por tal los sentimientos predominantes en la
colectividad en cuanto al ejercicio de la actividad sexual, por-
que "la exhibición pública de tal actividad es considerada ofen-
siva por la generalidad de los ciudadanos, y este sentimiento es
el tutelado por la leyn.l
Este planteamiento no sólo merece reparos en orden a sus
fundamentos, sino que, además, trae consigo varias consecuen-
1111
namie o que privilegie a la persona por sobre cualquier consi-
derac'ón de índole social. De acuerdo con aquel planteamiento,
e efecto, lo lesionado no sería el pudor individual, esto es, el
sentimiento de una persona en concreto, sino las expectativas
sociales acerca de la forma en que cada cual ha de comportar-
se en su vida sexual. Y de acuerdo con esta interpretación, el
artículo 373 no exigiría que el "hecho de grave escándalo o tras-
cendencia" haya ofendido a persona alguna: sólo se requeriría
que sea atentatorio en contra de las buenas costumbres y que
haya trascendido o escandalizado a un grupo (que puede ser uno
muy distinto de aquel que a lo mejor presenció el hecho). Asi-
mismo, en el caso del artículo 374, la venta, distribución o exhi-
bición de material pornográfico será merecedora de sanción
aunque haya sido efectuada ante la total complacencia de quie-
nes lo adquirieron o tuvieron a la vista, porque 10 que le confie-
re carácter delictivo -según esta misma opinión- es el hecho que
aquel material, de acuerdo con una valoración estrictamente so-
cial, sea contrario a las buenas costumbres.
Una interpretación de esta índole no puede ser admitida en
el contexto de un ordenamiento jurídico respetuoso de la dig-
nidad de la persona, en el cual el Estado, por imperativo consti-
tucional, sólo puede ejercer la potestad penal a condición que
exista un interés individual comprometido o un interés colecti-
vo que resulte necesario para la realización espiritual o mate-
rial del ser humano.* Es por ello que si queremos darle algún
grado de aplicación a estos preceptos, resulta indispensable con-
cebirlos como atentados en contra de la indemnidad sexual do la
persona y ajustar a este parámetro la interpretacibn que hagamos
de cada uno de ellos: de ahí, pues, la formula con que denomi-
namos el presente capítulo. Porque de concebirse estas figuras
como atentados en contra de las buenas costumbres o en con-
tra de un supuesto pudor colectivo, no quedaría otro camino que
plantear derechamente su inconstitucionalidad.
'
Cfr. LATORRE / RAMON GOMIS: Delitos de exhibiciaismo.. ., pp. 5657, y
MAJA G O N W V E S (19961, p. 641.
DELITO DE ATENTADO PUBLICO CONTRA LA INDEMNIDAD SEXUAL 241
El artículo 373 del Código Penal sanciona a los que "de cualquier
modo ofendieren el pudor o las buenas costumbres con hechos
de grave escándalo o trascendencia, no comprendidos expresa-
mente en otros artículos de este Código".
Pese a lo ambiguo de la fórmula que el tipo utiliza para descri-
n
F
:
bir la conducta, pensamos que él no ofrece dificultades en cuanto
inación del hecho incriminado y que, por esto mismo,
era la exigencia constitucional de taxatividad (articulo 19
N" inciso final de la Constitución Política de la República). Lo
que a uí se sanciona, en efecto, es la realización de cualquier com-
portantiento de índole sexual en público, es decir, en presencia de
otras personas. La exigencia de que el acto revista una connotación
sexual emana del empleo por parte del tipo de las locuciones pl-
dmy buenas costu*, y en cuanto al alcance de aquella exigencia,
sin duda habrá que conferirle el mismo significado que el C6digo
le atribuye en relación con el delito de abuso sexual. Por su parte,
el requerimiento de que el acto sea ejecutado en público, si bien
no aparece mencionado en el tipo, sí, en cambio, emana del epí-
grafe del párrafo 85 el cual expresamente designa aquellos actos
como "ultrajes p_iblios a las buenas costumbres". Por ultimo, el acto
sexual ejecutado en público deberá revestir una cierta gravedad in-
trínseca, 10 cual es una consecuencia de que el tipo exija que los
hechos sean de una cierta "trascendencia" o envergadura.
El requerimiento de que el hecho sea realizado en público no
implica necesariamente que éste deba afectar a un grupo de per-
sonas. Una interpretación teleológica de la norma, que conside-
re lo que ella efectivamente pretende tutelar -esto es, la
indemnidad sexual del individuo-, Lleva necesariamente a concluir
que basta con que una sola persona presencie su ejecuci~n.~ Por
esta misma razón, un hecho no adquiere ese carácter por la sola
circunstancia de realizarse en un lugar público, si los propios he-
chores tomaron los resguardos para procurar la privacidad del
entorno o si, por cualquier motivo, no estaban dadas las condi-
S Desde luego, el vocablo "púb1ico"no tiene aquí el alcance masivo que sue-
le atribuirsele en otros ámbitos de las relaciones sociales, como las manifestacio-
nes artísticas o deportivas.
242 DELITOSSEXUALES
i/
comportamiento exigido en la primera no precisa tener la gra-
vedad requerida en la & - u n d a y,; por otra parte, en que la falta
aludida no exige un efectivo detrimento de la indemnidad sexual
de una persona, lo cual la transforma en un verdadero delito
de peligro en contra de este mismo bien jurídico.
"DIAZ MAROTO (1998, p. 128) resume las exigencias que tanto la doctri-
na como la jurisprudencia suelen efectuar en tomo a este concepto, afirmando
que ha de tratarse de una representación orientada a excitar sexualmente, con
ausencia de valores literarios, artísticos, informativos o científicos, y con poten-
cialidad ofensiva para un circulo de personas. Cfr. CREUS (1990), PE, pp. 240-
241. En detalle sobre la evolución que este concepto ha experimentado en la
jurisprudencia, especialmente en la de los tribunales estadounidenses, CUERDA
ARNAU: Delitos cmtra la libertad sexual.. ., pp. 102-111.
DELITO DE ATENTADO PUBLICO CONTRA LA iNDEMNIDAD SEXUAL 245
L/
tible de ser calificado como obsceno (recordemos que proh13e
y sanciona, indiscrimhadamente, la importación, la venta, la
oferta, la distribución, la difusión y la exhibición de tales obje-
tos). Ejemplo de la segunda actitud, en cambio, es la regulación
que contempla el articulo 186 del Código Penal español, que
sólo castiga la venta, la difusión y la exhibición de material por-
nográfico "entre menores de edad o incapaces".'*
Teniendo presente estas consideraciones, veamos cuál es la
rad.lr
realid 1ordenamientojurídico chileno en orden a la repre-
si6 de las conductas que implican producción y exhibición de
ma erial pornográfico.
Como ya se adelantó, los comportamientos más graves apa-
recen captados por la figura de abuso sexual impropio o indirecto
contemplada erir el articulo 366 quáter, que sanciona a quien hi-
ciere ver o escuchar material pornográfico y a quien empleare
en la producción de este mismo material a un menor de doce
años (incisos primero y segundo) y castiga, también, a quien eje-
cutare esas mismas conductas respecto de una persona mayor
de doce, pero menor de dieciocho años, si concurren algunas
de las modalidades del estupro o la violación. En todos estos ca-
sos, es claro que la norma tiende a la protección de la indemni-
dad sexual del menor, de modo que la tipifscación de aquellas
conductas no merece reparos.
Sin embargo, varias de las conductas que tipifica el artícu-
lo 20 de la Ley sobre Abusos de Publicidad aparecen también
referidas a menores de edad. En efecto, tras reseñar las dis-
tintas hipótesis conductuales (básicamente, importación, dis-
tribución, venta, difusión, oferta y exhibición) y establecer
que tales comportamientos serán castigados cuando se hicie-
ren públicamente, la disposición agrega que la venta, la dis-
tribución o la exhibición a menores de edad será punible,
e-
actual regulaci n, es la impunidad de esas mismas conductas
en el resto de los caso&13
De no aceptarse este planteamiento, significaría, por una
parte, que la exhibición de material pornografico efectuada con
la anuencia del espectador (como ocurre siempre en el caso de
la venta) o por simple sorpresa, quedaría sancionada can ma-
yor pena que el hecho de obligar a un individuo a tener acceso
a dicho material, caso en el cual sólo cabría imponer la sanción
previs a la falta contempIada en el articulo 494 N"6 del
7
Có -go Penal.
Por último, respecto de las conductas de importar y distri-
buir material pornográfico, también sancionadas en el artícu-
lo 20 c)e la Ley sobre Abusos de Publicidad, de no aceptarse que
la norma que las contempla se encuentra tácitamente deroga-
da, su castigo no tendría otro fundamento que el propósito de
tutelar la moralidad pllxblica, lo cual equivale a decir que aqué-
lla es inconstitucional, tanto porque priva o restringe los dere-
chos de una persona bajo el pretexto de obtener una finalidad
estrictamente social, cuanto porque importa una intolerable res-
tricción de la libertad de comercio.
L' \ /
1. EXPLICACION GENERAL
Tras la reforma introducida por la Ley N"9.617, el articulo 365
del Código Penal sanciona a quien accediere carnalmente a un
menor de dieciocho años de su mismo sexo, sin que medien las
circunstancias de los delitos de violación o estupro. Esta figura tie-
ne como antecedente el delito de sodomzá simple,' que antes con-
templaba el inciso primero de este mismo articulo y que consistía
-según elaboración doctrinal y jurisprudencid, puesto que el tipo
no describía la conducta- en un acceso carnal mutuamente con-
sentido entre varones.*
La supresión de la figura de sodomía simple obviamente se
debe a los reparos que ella merecía por vulnerar el principio
de taxatividad (pues no mencionaba con exactitud el hecho in-
criminado) y el principio de lesividad, porque en una relación
sexual libremente consentida entre personas adultas no existe
un bien jurídico necesitado de pr~tección;~ de manera que la
Lo anterior sin contar con que la figura importaba, además, un claro aten-
tado en contra del principio de igualdad, puesto que la ley no castigaba las relacio-
nes homosexuaIes femeninas mutuamente consentidas. ...
.
Paradójicamente, la crítica más acerba en contra de la subsistencia de una
figura como !a del artículo 365 del C. Penal chileno proviene de autores extran-
jeros. B.,por ejemplo, BARBERO SANTOS: L a j ü n ~ m t a c i ó ndocen'nal..., pp. 40-
41; RIVACOBA: Evolución histórica.. ., p. 71, y ZAFFARONI: Los bienes jundicos
protegidos ..., pp. 211-212.
De hecho, implicaría instnimentaiizar una persona aplicándole una pena
para el logro de un objetivo social (y un objetivo, por lo demás inalcanzable), en
abierta contradicción con las normas constitucionales que proclaman el valor de
la dignidad humana. Cfr. BAUER El derecho penal sexuul.. ., pp. 23-26.
EL DELITO DE C;ORRUPCIONDE MENORES 251
-
~4-
si se lo entien e en la Forma que aquí se propone, el delito opera
como un auténtico atentado en contra de la indemnidad sexual
del individuo y corresponde a una genuina hipótesis de con-up
ción ak menores.
2. CONDUCTA TIPICA
P
L on ucta aparece descrita como acceder carnalmente, locución
la que cabe atribuir el mismo significado que tiene respecto
de los delitos de violación y estupro.7 Sin embargo, puesto que
el tip exige que el hechor y la víctima sean personas del mis-
9
mo se o, y no siendo posible (por la naturaleza de las cosas) que
aquella conducta sea ejecutada por una mujer, es suficientemen-
te claro que lo que aquí se sanciona es el acceso carnal de un
varón a otro varón.s Desde otro punto de vista, como el tipo de-
manda que sea el sujeto activo quien acometa el acceso camal
respecto de la víctima, el delito no se configura (tal como suce-
de con la violación y el estupro) si es el menor quien accede
carnalmente a un adulto.
Pero a diferencia de lo que ocurre con los delitos recién men-
cionados, el tipo de c m p c i ó n de m o r e s no indica la vía a través
de la cual ha de realizarse el acceso carnal; sin embargo, una
interpretación acuciosa del precepto lleva a concluir que el ac-
ceso carnal a que alude el articulo 365 es únicamente aquel que
se realiza por vía anal. Para comenzar, como la violación y el es-
tupro especifican las cavidades a través de las cuales ha de reali-
zarse el acceso, el solo hecho que el tipo de corrupción de
menores no haga lo propio, es demostrativo de una voluntad más
restrictiva para el caso de este último. Pero lo más importante
/
Una inter&etacióp sistemática del precepto, en cambio, ha
de considerar que varios artículos del mismo título se refieren
al menor aludido en el artículo 365 como ofendido o como vic-
tima de la actuación del sujeto activo (es lo que sucede, por
ejemplo, en los artículos 368, 369, 370 bis y 372 ter, todos ellos
del Código Penal). En estas circunstancias, es preciso concluir
que la exigencia de que el menor asuma el papel de víctima
del delito es un elemento objetivo del tipo de corrupción de
r
m -ores, sin cuya concurrencia aquél no puede tenerse por
onfigurado. Y, de acuerdo con el sentido que corresponde atri-
buir al propósito de tutela que subyace en esta figura, un me-
nor a umirá dicho papel cuando en razón de su edad y de su
i
estad o experiencia personal, este en situación de poder ser
afectado psíquica o emocionalmente en un sentido que pue-
da alterar el normal desarrollo de su sexualidad. Tratándose
de impúberes, es decir, de menores que no han cumplido los
catorce años, puede razonablemente considerarse que tales in-
dividuos se encuentran, por regla general, en la situación des-
crita. Respecto de los varones mayores de catorce, pero meno-
res de dieciocho años, el criterio ha de ser el opuesto. Sin
embargo, éste es un punto sobre el cual no cabe establecer pa-
rámetros definitivos, porque bajo la influencia de circunstan-
cias extraordinarias, es posible que el impúber no se encuen-
tre en situación de ser corrompido y, por el contrario, que sí
se halle en tal situación quien ya ha traspasado el límite etario
de la pubertad.g
5. JUICIO CRITICO
EL DELITO DE INCESTO
r
1. EXPLICACION GENERAL
r
baciones científicas más recientes ponen en evidencia que las
relaciones sexuales entr parientes consanguíneos no llevan im-
plícito el riesgo de u daño específico para la prole, factor este
último que siempre S consideró como decisivo para la tipifica-
ción del i n c e ~ t ode
; ~ manera que su pervivencia dentro del CÓ-
digo Penal sólo podría justificarse en el interés del Estado por
imponer sus propios cánones morales, aun pasando por sobre
las decisiones voluntarias del individuo, en relación con la for-
ma en que cada cual asume el ejercicio de la actividad sexual.
Desde esta perspectiva, el único caso en que podna resultarjus-
tificado el castigo del incesto es aquel en que un individuo fuerza
a una persona que es pariente suyo a mantener relaciones sexua-
les, o bien aprovecha la situación de desvalimiento en que se
encuentra la segunda; sin embargo, en tales hipótesis parece su-
ficiente el castigo que la ley reserva a título de violación o estu-
pro, más aún si se considera que en la mayor parte de esos casos
operará, también, la circunstancia agravante de parente~co.~
Cff. BL4UER:El derecho penal sexual..., pp. 20-21, JAGER: Política jumílicojz
nal y ciencia, p. 289, y LAMBERTI: Refixiones.. ., pp. 214218.
Porque "tales daños dependen -como en todos los casos de un matrimo-
nio o de un acto sexual- de las características genéticas -buenas o malas- de hom-
bre y. mujer,
- características que son individuales en cada caso" (BAUER: El derecho
penal sexual.. ., p. 20). En el mismo sentido, entre las razones que tuvieron en cuen-
ta los profesores alemanes de derecho penal para plantear, en la década de los
años sesenta, la desincriminación del incesto en el Pmyecto Altmatiuo de Código Pe-
nal, estuvo "que en forma científicamente valedera puede afirmarse hoy que el
incesto, como tal, no representa ningún peligro especial para la herencia biológi-
ca". Cfr., al respecto, BUIX REXG: Consideracaonespolítico-m'minales ..., pp. 1f3-1'7, y
LAMBERTI: Refixione.~ ..., p. 222.
Salvo en el Código de 1928, la legislación española nunca ha tipificado el
incesto de manera autónoma. Antes de la entrada en vigencia del Código de 1995,
que tampoco lo contempla, fue tradicional en ese país su configuracióñ como una
modalidad del estupro de prevalimiento. Cfr. RODRIGUEZ DEVESA (1991),
p. 191. Sobre las diversas soluciones legislativas frente a l castigo de las relaciones
incestuosas, con acopio de antecedentes históricos, cfr. TIEGHI: Delitos sexuales,
pp. 383-399,y LAZ'MBERTI: Reflexiones..., pp. 190-192.
EL DELITO DE INCESTO 259
2. LA CONDUCTA TIPICA
3. EL VINCULO DE PARENTESCO
Y==
tren u 'dos por un vínculo de parentesco, el cual puede asu-
mir la forma de ascendiente a descendiente o de hermanos
entre sí; en ambos casos el parentesco debe ser por consangui-
nidad. Respecto de los hermanos, la prohibición de relacionar-
se carnalmente pesa tanto sobre aquellos que lo fueren de
padre y madre, como sobre aquellos que lo fueren sólo de pa-
dre o de madre: en una y otra situación los hermanos son con-
sanguineos, cumpliéndose la exigencia que el tipo formula. Y
como el precepto no contiene ningún otro requerimiento, las
dos formas de parentesco allí mencionadas podrán tener ori-
gen, indistintamente, en una relación matrimonial o extrama-
trimonial.
No configuran el delito de incesto las relaciones sexuales que
mantengan dos personas unidas por un vínculo de adopción,
aunque se trate de la llamada adopción pkna, porque faltaría en
este caso un elemento del tipo, cual es el carácter sanguineo de
los lazos que han de unir a los hechores. Por esta misma razón,
sí constituyen incesto las relaciones sexuales que mantenga el
adoptado con alguno de sus parientes de sangre.
e
ponsabilidadfPenal ( or ejemplo, la acción ya estaba prescrita a
su respecto, ak mom nto de iniciarse el procedimiento).
Puesto que la calidad de pariente es determinante de la ili-
citud del hecho incriminado, la figura de incesto corresponde
a un delito especial propio, lo cual resulta determinante para esta-
blecer si procede o no el castigo de las personas que hubieren
intervenido como partícipes en el hecho delictivo?
'--
5. FAZ SUBJETIVA DEI, TIPO
6. JUICIO CRITICO
RELACIONES CONCURSALES
c
1. EXPLICACION GENERAL
Dentro del Código Penal, son numerosos los tipos que están es-
tructurado~sobre la base de una pluralidad de conductas alter-
nativas, como ocurre, por ejemplo, con el delito de lesiones, cuyas
conductas básicas son herir, golpear y maltratar de obra a otra
persona (art. 397 C . Penal). La doctrina siempre ha considera-
do que en estos casos la ejecución de más de una de esas con-
ductas no afecta a la configuración del delito, ni agrega un mayor
desvalor al hecho ejecutada2Pero, en verdad, no existe ningún
antecedente que obligue a limitar la aplicación del criterio de
Porque, como sefiala CURY (1992,II, p. 267), una de las características del
delito continuado "es que las distintas acciones que lo integran han de haberse
ejecutado en tiempos diversos". En el mismo sentido, MUNOZ CONDE / GARCIA
ARAN (1993), p. 412.
De modo que si, por ejemplo, el hechor hiere, golpea y maltrata de obra a
la víctima, en un mismo contexto espacio-temporal, se entiende que se ha consu-
mado un solo delito de lesiones. Y el mismo criterio se utiliza para ponderar la
ejecución de una misma conducta en más de una oportunidad, como en el caso
del hechor que golpea varias veces a la víctima, también en un mismo contexto
situacional.
RELACIONES CONCURSALES 265
c
la unidad de co texto situaeional, únicamente a las figuras con plu-
ralidad de hip'tesis dternativas; porque la razón que subyace
en ese criterio es la inexistencia de un mayor desvalor de acción
o de resultado, y este fundamento concurre, por igual, tanto en
los tipos que contemplan una sola conducta, como en aquellos
que se estructuran sobre la base de dos o más comportamien-
tos. En la medida en que la multiplicidad de acciones ejecuta-
das respondan a una misma resolución delictiva, que se adopta
para .yrealizada en un mismo contexto situacional, no hay nin-
guna diferencia, a nivel de voluntad final, entre los varios com-
portamientos ejecutados, sin que pueda decirse, por tanto, que
haya en este caso un incremento del desvalor de acción. Del mis-
mo modo, la lesión del bien jurídico no se ve alterada, en or-
den a su intensidad, cuando el ataque se verifica en un mismo
contexto situacional que ha de ser ponderado con una visión
de conjunto; de manera que tampoco existe razón para soste-
ner que haya habido en este caso un incremento del desvalor
de resultado.
Dentro del campo de los delitos sexuales, son varios los ti-
pos que pueden dar lugar a un caso de pluralidad de conductas
en u n mismo contexto situacional. En la imposibilidad de referir-
nos a todos ellos, hemos escogido tres, que, a nuestrojuicio, cla-
rifican convenientemente la forma en que dicho criterio puede
operar en este sector del ordenamiento penal: la violación, el
estupro y el delito de abuso sexual.
En los delitos de violación y estupro, nos encontraremos fren-
te a un caso de pluralidad de conductas en u n mismo contexto situa-
cional, cada vez que el hechor accede carnalmente a la víctima,
en forma reiterada, por una o más vías de acceso, en una cade-
na ininterrumpida de acciones, vale decir, sin mediar un lapso
entre una y otra conducta, que individualice cada ataque. Es lo
que sucedería, por ejemplo, si un hombre accede carnalmente
al sujeto pasivo por vía bucal y luego lo hace por vía anal.
En el caso anterior, el dolo del agente está representado por
la voluntad de abusar de la sexualidad de la víctima, durante el
tiempo que tiene dicha sexualidad a su disposición, y es esto,
precisamente, lo que permite unificar los comportamientos, por-
que, como señala Cury, para que haya unidad natural de acción
el autor ha de obrar "con la finalidad de realizar sólo una vez el
266 DELITOS SEXUALES
B) PLURALIDAD
DE CONDUCTAS EN DISTINTOS CONTEXTOS
UTUACIONALES: LA FIGURA DEL DELITO CONTINUADO
Q r
aquella con q e se co mina la tentativa de violación; en estos
casos, como es obvio, no existe inconveniente para estimar que
el desvalor que la ley asigna a esas formas de comportamiento
sexual abusivo es inferior al que confiere a un intento de Mola-
ción, y el título de castigo será, precisamente, este último.
La relación entre los delitos de estupro y abuso sexual pre-
senta las mismas particularidades que la relación, ya examina-
da, entre este último delito y el de violación. En efecto, entre
estupsoy abusó sexual existe un concurso aparente de leyes pe-
nales que se encuentra también solucionado según el criterio
de la subsidiariedad expresa, en virtud de la cláusula "una ac-
ción distinta del acceso carnal" que utiliza el artículo 366 del
Código Penal. Sin embargo, a diferencia de lo que ocurre con
el delito de violación, la tentativa de estupro resulta siempre ab-
sorbida por la figura de abuso sexual, tanto en su modalidad po
pia, contemplada en el artículo 366 como en su modalidad
i m w i a , tipifrcada en el inciso tercero del artículo 366 quáter.
I6 En este sentido, LABATUT (1992), 11, p. 141, y NOVOA (1985), U, pp. 277-
278 y 301. De la misma opinión, en la dogmática alemana, JESCHECK (1981)
p. 1011; STRATENWERTH (19821, pp. 357-358, y WELZEL (1993), p. 273.
l 7 Cfr. NOVOA (1985) 11, pp. 277-278.
474 DELITOS SEXUALES
/-
Todo lo dicho a pppósito de la relación entre la violación y
el incesto es aplicable también -por idénticas razones- a la re-
lación que se da entre esta ultima figura y el delito de estupro.
\- A) LA MUERTE DE LA VÍCTIMA
20 Sobre las soluciones que en relación con este punto ofrece el derecho ar-
gentino, cfr. SSPROVIERO: Delito de violación, pp. 170-174.
274 DELJTOS SEXUALES
" Esta conclusión fluye claramente del hecho de haberse utilizado el verbo
cometer en conjunto con el vocablo además, lo cual implica que homicidio y viola-
ción deben estar sujetos a los mismos requisitos. No cabe, pues, aplicar la figura
si hay acceso camal, pero la víctima n o muere; y tampoco cuando ocurre la muerte
sin que haya penetración.
22 El cambio d e la expresión "causar" por "cometer" en verdad no altera Ir.
esencia de la figura. Porque, si bien el texto anterior, en apariencias, consagraba
un del~tocalificado por el multado, por mandato constitucional procedía exigir en
este caso -como actualmente lo exige el propio texto de la ley- la concurrencia
de dolo. Cfr. RODRIGUEZ COLLA0 / DE LA FUENTE: El pznczpio de culpabili-
dad.. ., pp. 150-152. En un sentido favorable a la exigencia de dolo, conforme al
texto derogado, ETCHEBERFW (1998),pp. 59-60. En contra, GARRIDO MONTT
(1998),PP. 329-330.
RELACIONES CONCURSALES 275
-
,--
Por la razón a n t e p h a , puede afirmarse que el tipo de vio-
lación contemplado en los artículos 361 y 362 absorbe a las le-
siones simplemente graves, menos graves y leves que sufriere la
víctima (arts. 39'7 N T 2 " ,399 y 494 N q 5 " ) ,porque todas ellas tie-
nen asignado un margen de penalidad que, incluso en su tra-
mo superior, es más bajo que el mínimo de la pena aplicable a
la violación. Los delitos de estupro y abuso sexual, en cambio,
atendida su menor penalidad, sólo consiguen absorber las lesio-
nes menos graves y leves que experimentare el sujeto pasivo.28
La lesiones susceptibles de quedar absorbidas por los com-
portamientos de índole sexual no son únicamente aquellas que
resulten del empleo de violencia: también la propia ejecución
de la conducta (por ejemplo, el acceso carnal, en el caso de la
violación, o la introducción de un objeto, en la figura de abuso
sexual), aunque no se realice por medios violentos, puede per-
fectamente causar alguna lesión en el cuerpo del afectado; y lo
propio cabe decir de las otras modalidades ejecutivas distintas
de la violencia (por ejemplo, el detrimento de la salud provoca-
do por el medio que el delincuente hubiere escogido para pri-
var de sentido a la víctima). Esta es, además, la razón por la cual
puede afirmarse que el estupro -un acto que en sí no es vioien-
to- también puede absorber algunas formas de lesiones.
Las lesiones que resultan absorbidas por los tipos de viola-
ción, estupro y abuso sexual son aquellas que tienen algún gra-
do de vinculación con el hecho constitutivo de tales delitos, en
el sentido de que sean inherentes a la actuación que la ley espe-
ra del sujeto activo. Las lesiones que no fueren, de ese modo,
necesarias para la perpetración del hecho delictivo y, en gene-
ral, aquellas que se causan con posterioridad al momento en que
el delito sexual hubiere alcanzado la consumación, no configu-
ran un concurso aparente de normas que deba resolverse con-
forme al principio de absorción, sino un concurso material de
delitos. Por su parte, las lesiones que en razón de su gravedad
no quedaren absorbidas por el tipo de índole sexual correspon-
diente, configurarán con este, en la mayor parte de los casos,
%
tro, el título e castigp será, precisamente, este último delito (o,
en su caso, la gura de sustracción de menores del inciso segun-
do del articulo 142).
Y si el resultado obtenido con motivo u ocasión de un secuestro
fuere un acto constitutivo de abuso sexual, ni el tipo del artícu-
lo 141 ni el del artículo 142 contemplan de modo expreso esta
situación como factor determinante de un trato penal agravado
para el correspondiente delito de secuestro o de sustracción de
meelnores. Sin embargo, no hay duda de que ese resultado delic-
tivo cabe dentro de la cláusula "resultare un grave daño en la
persona o los intereses del afectado" que contemplan el inciso
cuarto del artículo 141 y el N9 1 del artículo 142, de modo que,
en tales casos, habrá de imponerse las penas que esos mismos
preceptos indican. No obstante, pese al empleo de la fórmula
verbal "resultare", que parece conformarse con la mera exigen-
cia de una relación de causalidad entre la actuación del sujeto y
el abuso que experimente la víctima, no cabe duda que por apli-
cación de la preceptiva constitucional que consagra el principio
de imputación subjetiva (o de culpabilidad), será necesario que
el delincuente actúe dolosamente respecto de tal abuso sexual,
aun cuando éste fuere ejecutado por un tercero, como sucede
en el caso del abuso sexual impropio o indirecto.30
El solo hecho de privar de libertad a una persona con el pro-
pósito de ejecutar, respecto de ella, algún acto de significación
sexual, carece actualmente de regulación normativa expresa,31
de modo que solo cabe encuadrarlo dentro de las formas me-
nos graves de secuestro o de sustracción de menores, que son
las que contemplan los artículos 141 inciso primero y 142 N".
CIRCUNSTANCIAS MODIFICATORIAS
i
D E RESPONSABILIDAD
T
l Con más detalle, aunque razonando sobre la circunstancia análoga que con-
templa el derecho argentino, SPROViERO: Delito de violación, pp. 185-188. Cfr.,
también, VALENCIA. Estudios de derecho penal especial, p. 323.
De modo que no basta, por ejemplo, con que el autor sea ministro de al-
gún culto religioso, sino que, además, la víctima tendrá que contane entre las per-
sonas respecto de quienes aquél ejerce su ministerio.
282 DELITOS SEXUALES
Sobre la disposición análoga que antes contemplaba el artículo 445 del CÓ-
digo Penal español, y en un sentido crítico, SUAREZ RODRIGUEZ: El delito de
agresiones sexuales..., PP. 429430. Acerca del precepto similar que contempla el
derecho argentino, DONNA (1999), pp. 520-521.
284 DELITOS SEXUALES
-
En la reforma del Código Penal español de 5 de junio de 1983, se suprimió
la agravante de desprecio del sexo, por estimarse que dicha cláusula agravatoria era
incoherente con el principio de igualdad consagrado en el art. 14 de la Constitu-
ción española; y, en especial, conforme al sentido que a esta garantía correspon-
de atribuir en un sistema político fundado en la noción de Estado social y
democrático de derecho. Cfr. CEREZO MIR (1990), pp. 150-151.
CIRCUNSTANCIAS MODIFICATORLASDE RESPONSABILIDAD 287
"á-
del ofendido, revocación o amenaza proporcionada al delito",
si bien es inim g-inablé un delito sexual motivado por una ame-
naza previa, no cabe decir lo mismo de la provocación, que sí
puede transformarse en el factor desencadenante de un ataque
de esta índole. Y aunque el ordenamiento jurídico chileno no
contempla una cláusula eximitoria de responsabilidad que per-
mita albergar una situación de inexigibilidad como la descrita,
sí, al menos, le concede efecto aminorante, a condición de que
la actitud provocativa de la víctima haya sido proporcionada al de-
lito, es decir, de una intensidad tal que lograra excitar la libido
del hechor hasta el punto de que éste reaccionara en la forma
en que lo hizo.g
Si bien, a primera vista, resulta dificil compatibilizar el resto
de las atenuantes emocionales con esta clase de delitos -porque,
en verdad, no es fácil concebir un comportamiento de esta índo-
le, motivado por un estado de arrebato u obcecación o realizado
en vindicación de una ofensa-, no creemos que corresponda de-
sechar de plano la posibilidad de que tales motivaciones efectiva-
mente concurran en un caso concreto. Al respecto es preciso
considerar que todas ellas se fundan en una situación de menor
exigibilidad de un comportamiento diverso; y si la situación emo-
cional del hechor -o, mejor aún, el elemento fáctico que la de-
sencadena- tiene la aptitud suficiente para disminuir su capacidad
de autodeterminación, nada obsta a aplicar las circunstancias con-
templadas en los números 4 y 5 del artículo 11 del Código Penal.
Porque en determinados ambientes culturales, por ejemplo, es
perfectamente posible sostener que es menor la exigibilidad de
una conducta diversa en el caso del varón que incurre en una agre-
sión sexual motivado por una imputación previa relativa a su fal-
ta de virilidad.
l7 Cfr. CEREZO MIR (1990), TI, p. 146; MIR PUIG (1986), p. 586; QUINTA-
NO RIPOLLES, Compendio..., p. 363; RODKIGUEZ DEVESA (1991), p. 767.
la Cfr. BUSTOS (1994), p. 546, y NOVOA (1985), 11, p. 113.
l9 CURY (1992), 11, p. 179.
ANTON ONECA (1986),p. 433.
"
WACOBA, Circvnstancias modificativas.. ., p. 492.
"
Cfr. ALONSO ALAMO: El sistema de circunrtaneias..., pp. 741-749, y BAJO
EERNANDEZ, Elparentesco.. ., pp. 38-44.
( CIRCUNSTANCIAS MODIFICATOR~ASDE RESPONSABiLIDAü 291
- -
DETERMINACION DE LA RESPONSABILIDAD
c PENAL
1. CONDICIONES DE PERSEGUIBILIDAD
Porque el inciso tercero del artículo 369 se remite en general al articulo 366
N", el cual, a su vez, hace referencia a todas las hipótesis de violación del arúcu-
lo 361, incluido el empleo de violencia o intimidación.
296 DELi1 OS SEXUALES
C) EL PERDÓNDEL OFENDIDO
a
para produc efecto, debe materializarse en una solicitud formu-
lada ante el t 'bunal que estuviere substanciando el procedimien-
to, de modo que no cabe deducirlo a partir de otros hechos,
como, por ejemplo, la circunstancia de que los cónyuges o convi-
vientes reinicien la vida en común. Tal como sucede con la excu-
sa legal absolutoria explicada en el acápite anterior, esta forma
específica de perdón procede cualquiera sea el sexo del autor y
de la víctima; y, en el caso de la relación de convivencia, ésta pue-
de ser heterosexual u homosexual. Con todo, el ámbito de apli-
cación del perdón es más amplio que el de la excusa legal
absolutoria, porque, respecto de la violación, la norma señala
"cualquiera sea la causa bajo la cual se perpetre el delito", con lo
cual -aunque utilizando una terminología inapropiada- alude a
todas las modalidades de ejecución del articulo 361, incluso el
empleo de fuerza o intimidación.
2. REGIMEN DE SANCIONES
A) SANCIONES PENALES
cio de ello, &rtículo 370 dispone que "el condenado por los
delitos previaos en los artículos 361 a 366 bis será obligado a
dar alimentos cuando proceda de acuerdo a las normas del
Código Civil". Este precepto es en verdad inoficioso, porque
aunque no existiera, de todos modos pesaría sobre el autor
del delito la obligación de dar alimentos al hijo que hubiere
engendrado con ocasión del comportamiento delictivo. Como
aquel precepto hace referencia a las normas del Código Ci-
vil, sólo podrá invocar alimentos el hijo concebido en tales
circunstancias (art. 321 de dicho Código, en relación con el
art. 4 V e la Ley N"4.908). Ese derecho nunca corresponderá
a la víctima del delito, porque ésta n o se cuenta entre los su-
jetos que pueden invocarlo, según las normas civiles a las cua-
les e1 artículo 370 del Código Penal expresamente se refiere.
Aunque, inexplicablemente, el ámbito de aplicación de este
precepto incluye los artículos 361 a 366 bis, e n verdad sólo
resulta aplicable a los delitos de violación y estupro. La inapli-
cabilidad respecto de las figuras de abuso sexual y corrupción
de menores -pese a que la referencia legal las incluye- cree-
mos que se explica por sí sola.
Por su parte, el artículo 370 bis del Código Penal dispone
que el que fuere condenado por los delitos de violación, estu-
pro, abuso sexual, corrupción de menores y favorecimiento de
la prostitución, cometido en contra de una menor que fuere pa-
riente suya, "quedará privado de la patria potestad si la tuviere
o inhabilitado para obtenerla si no la tuviere y, además, de to-
dos los derechos que por el ministerio de la ley se le confieren
respecto de la persona y bienes del ofendido, de sus ascendien-
tes y descendientes. El juez así lo declarará en la sentencia, de-
cretará la emancipación del menor si correspondiere, y ordenará
dejar constancia de ello mediante subinscripción practicada al
margen de la inscripción de nacimiento del menor". El inciso
segundo del mismo artículo, previene que "el pariente conde-
nado conservará, en cambio, todas las obligaciones legales cuyo
cumplimiento vaya en beneficio de la víctima o de sus descen-
dientes".
300 DELITOS SEXUALES
-
la exclusión de
existe una ví tima -10 cual sería motivo suficiente para plantear
la figura-, el propio texto de la ley dispone que
la medida regirá respecto de este delito "en lo que fuere aplica-
ble". Y la única forma de hacer aplicable el precepto en este caso
es entendiendo que lo que ha de permanecer en reserva es la
identidad de las dos personas que hubieren tomado parte en la
relación incestuosa.
Por Último, el inciso final del artículo 351 del Código de P r u
cedimiento Penal dispone: "Tampoco procederá el careo entre
inculpados o procesados y la víctima en los delitos contemplados
en los artículos 361 a 367 bis del Código Penal y en el articulo 375
del mismo cuerpo legal. Si el juez lo estima indispensable para la
comprobación del hecho o la identificación del delincuente, de-
berá emplear el procedimiento indicado en el inciso primero del
articulo 355, reputándose a la víctima como testigo ausente, a
menos que ella consienta expresamente en el careo".
ACHAVAL, Aifredo: Delito de Violación, 3"d. act., Buenos Aires, Abeledo Pe-
rrot, 1998.
ACKERMANN, Heinrich: "Sobre la cuestión de la punibilidad del comporta-
miento homosexual masculino", en Sexualidad y Crimen,trad. Gimbernat,
Madrid, Reus, 1969.
ALEXY, Robert: Temá de los Derechos Fundamentales, trad. Ernesto Garzón Val-
dés, Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1993.
ALONSO ALAMO, Mercedes: El sistema de las Circunstancias del Delito. Estudio
General, Valladolid, 1981.
--: "Protección penal del honor", en Anuario de Derecho Penal y Ciencias Pe-
nales, Madrid, 1983.
ALONSO DE ESCAMILLA, Avelina: "El delito de violación, la conducta típi-
ca", en Anuario de Derecho Penal y Ciencias Penales (España), 1989.
--: "Reflexiones sobre los nuevos delitos de exhibicionismo y provocación
sexual", en Reuista Jurídica Castilla-LaMancha, agosto 1989.
ALONSO RIMO, Alberto: "Implicaciones de la perseguibilidad privada y del
perdón en la esfera de los delitos contra la libertad sexual", en Latorre,
Virgilio (Coord.): Mujer y Derecho Penal, Valencia, Tirant Lo Blanch, 1995.
AMUCHATEGUI REQUENA, Irma: Derecho Penal (Cursos primero y segun-
do), México, Edit. Harla, 1993.
ANTOLISEI, Fraiicesco: Manual de Derecho Penal. Parte General, 8-d. corre-
gida y acti~alizadaal cuidado de Luigi Conti, trad. Jorge Guerrero y Ma-
rino Ayerra, Bogotá, Temis, 1988.
--: Manuale Hz Dirilto Penale. Parte Speciale, 11" ed., vol. 1, Milano, 1994.
ANTON ONECA, José: Derecho Penal, 2Qd. anotada y puesta al día porJosé
Julián Hernández Guijarro y Luis Beneytez Merino, Madrid, Akal, 1986.
ARROYO DE LAS HERAS, Alfonso: Manual de Derecho Penal. El Delzto, tomo
11, Pamplona, Aranzadi, 1985.
A V I U MARTEL, Aiarniro de: Esquema del Derecho Penal Indiano, Santiago, Pu-
blicaciones de la U. de Chile, 1941.
BACIGALUPO, Enrique: Derecho Penal. Parte General, Buenos Aires, Edit. Ha-
mmurabi, 1987.
-: Principios deDerecho Penal, 2%d., Madrid, Edit. Akal, 1990.
-: Principios Constitucionales de Derecho Penal, Buenos Aires, Edit. Hammu-
rabi, 1999.
BAJO FERNANDEZ, Miguel: El Parentesco en Derecho Penal, Barcelona, Edit.
Bosch, 1973.
-: "Protección del honor y de la intimidad", en Comentarios a la Legislación
Penal, tomo 1 (Derecho Penal y Constitución), Madrid, Edersa, 1982.
-: Manual de Derecho Penal. Parte Especial, Madrid, C. E. Ramón Areces, 1989.
BARBERO SANTOS, Marino: "La fundamentación doctrinal y Ia orientación
político-criminal del Código Penal chileno", en Actas de lasJornadas Inter-
nacionales de Derecho Penal (en celebración del centenario del Código Pe-
nal chileno), Valparaíso, Edit. Edeval, 1975.
-: "La reforma penal española en la transición a la democracia", en RPO~IP
Internationah de Droit Pénal, 1978, vol. 1.
--: "Pena capital y Estado democrático", en El Poder Penal del Estado, libro
de homenaje a Hilde Kaufmann, Buenos Aires, Depalma, 1985.
---: "El sistema sancionador y la dignidad humana. La pena de muerte", en
Rez~istaDerecho Penal y Criminologia (U. Externado de Colombia), vol. 18,
No"?-58, septiembre 1995-abril 1996.
BARRERA DOMINGUEZ, Humberto: Delitos Sexuales (conforme al Título 11
del Código de 1980), 2" ed., Bogotá, Ediciones Librería del Profesional,
1987.
BASCUNAN RODRIGUEZ, Antonio: "Problemas básicos de los delitos sexua-
les", en Revista de Derecho U. Austral de Chile (número especial), Valdivia,
agosto 1997.
BASCUNAN VALDES, Antonio: El Delito de Abusos Deshonestos, Santiago, Edi-
torial Jurídica de Chile, 1961.
BAUER, Fritz: "El derecho penal sexual en la actualidad", en Sexualidad y Cri-
men, 3%d., trad. Gimbemat, Madrid, Reus, 1969.
BEGUE LEZAUN,J. J.: Delitos contra la libertad e indemnidad sexuales, Barcelo-
na, Edit. Bosch, 1999.
BERDUGO GOMEZ DE LA TORRE, Ignacio: "Revisión del contenido del bien
jurídico honor", en El Poder Penal del Estado. Libro de homenaje a Hilde
Kaufmann (Bergalli-Bustos,Dir.), Buenos Aires, Depalma, 1985.
BERGALLI, Roberto: "Consideraciones críticas a las reformas penales tradi-
cionales", e n Mir Puig (Coord. y trad.): Política Criminal y Refuma del De-
recho Penal, Bogotá, Temis, 1982.
BERNAUS, ~ o s e l i x Delitos
: contra la propiedad, contra la honestidad y ok ksiw
nes, Buenoshres, Abeledo Perrot, 1988.
BERTOLINO, Marta: "La violenza sessuali tra presente e futuro", en Alberto
Cadoppi (Coord.): Norme contro la uiolenza sessuak (legge 15 febbraio
1996), Padova, Edit. Dedam, 1996.
: Liberta Sessuak e Tutela Penale, Milano, Giuffré, 1993.
BOIX REIG, Javier: "Consideraciones político-criminales en torno a los deli-
tos de estupro", en Cuadenzos de Política Criminal, 1, 1977.
--: E1.Delito de Estupo Fraudulento, Madrid, Publicaciones del Instituto de
Criminología de la Universidad Complutense, 1979.
-: "De la protección de la moral a la tutela penal de la libertad sexual", en
Latorre, Virgilio (Coord.): Mujer y Derecho Penal, Valencia, Tirant Lo
Blanch, 1995.
BURGER-PRINZ / GIESE: "Psiquiatría y derecho penal sexual", en Sexuali-
dad y Crimen, 3%d., trad. Gimbernat, Madrid, Reus, 1969.
BUSTOS RAMIREZ,Juan: "Consideraciones respecto a la estructura del deli-
to en la reforma penal latinoamericana", en Mir Puig (Coord.): Política
Criminal y &forma del Derecho Penal, Bogotá, Temis, 1982.
-: "Los bienes jundicos colectivos", en Control Social y Sistema Penal, Barce-
lona, PPU, 1987.
-: "El delito de práctica ilegal de la detención por parte del funcionario
público", en Control Social y Sistema Penal, Barcelona, PPU, 198'7.
--: Manual de Derecho Penal. Parte Especial, Barcelona, Ariel 1986(lQd.), 1991
(2"d.).
-: Manual de Derecho Penal. Parte General, 4Qdición puesta al día por Her-
nán Hormazábal Malarée, Barcelona, PPU, 1994.
-: Lecciones & Dmcho Penal (en colaboración con H. Hormazábal Maiarée),
volumen 1, Madrid, Edit. Trotta, 1997.
BUSTOS / GRISOLIA / POLITOFF: Derecho Penal Chileno. Parte Especial, 2"
ed., Santiago, Editorial Jurídica de Chile, 1993.
CADOPPI, Alberto: "Commentario", en Alberto Cadoppi (Coord.): i Y m con-
tro la uiolenza sessuak (legge 15 febbraio 1996), Padova, Edit. Dedam, 1996.
CANCINO MORENO, Antonio: Delitos contra el pudor sexual, Bogotá, Temis, 1983.
CARBONELL MATEU, Juan Carlos: "Delitos relativos a la prostitución en el
Proyecto de Código Penal de 1994", en Latorre, Virgilio (Coord.): Mujer
y Derecho Penal, Valencia, Tirant Lo Blanch, 1995.
CARBONELL MATEU / GONZALEZ CUSSAC: "Torturas y otros delitos con-
tra la integridad moral", en Vives Antón (Dir.): Derecho Penal. Parte Espe-
cial, 2%d., Valencia, Tirant Lo Blanch, 1996.
--: "Lesiones", en Vives Antón (Dir.): Derecho Penal. Parte Especial, 2" ed., Va-
lencia, Tirant Lo Blanch, 1996.
CANTARERO BANDRES, Rocío: Problemas Penales y Procesales del Delito Conti-
nuado, Barcelona, PPU, 1990.
CARCAMO OLMOS,Juan Carlos: "Modificaciones legales a los delitos de con-
ducta sexual", en Reriista de Derecho, U . Católica de la Santísima Concep-
ción (Chile), vol. VI, N" 6, 1998.
CARMONA SALGADO, Concepción: Los Delitos de Abusos Deshonestos, Barce-
lona, Bosch, 1981.
-: "Delitos contra la Libertad Sexual. Violación y Agresiones Sexuales. Es-
tupro y Agresiones Sexuales", en Cobo del Rosal, Manuel (Dir.): Manual
de Derecho Penal, Parte Especial, Madrid, Editorial de Derecho Reunidas,
1993.
: "Delitos contra la libertad sexual", en Cobo del Rosal, Manuel (Dir.):
Curso de Derecho Penal Español. Parte Especial, Madrid, Marcial Pons, 1996.
CEREZO MI% José: Curso de Derecho Penal Español. Parte General, 3"d., I-II,
Madrid, Edit. Tecnos, 1985-1990.
: Probhas Fundamentab del Derecho Penal, Madrid, Edit. Tecnos, 1982.
CHALniE,4U / HELIE: Théorie du Code Pénal, 5" ed., tomo N, París, Librairie
de Jurisprudence, 1872.
COBO DEL ROSAL, Manuel: El delito de rapto, en Comentarios a la Legislación
Pena&11, Madrid, Edersa, 1983.
COBO DEL ROSAL / ViVES ANTON: Derecho penal. Parte General, tomo 1, Va-
lencia, Edit. Guada, 1984.
CONTIERI, Enrico: La Congiunzione Carnab Violenta,4%d., Milano, 1980.
CORDOBA RODA / RODRIGUEZ MOURULLO: Comentarios al CódigoFenal,
torno 11, Barcelona, fiel, 1972.
COUSINO, Luis: Derecho Penal chileno, Santiago, Editorial Jurídica de Chile,
tomo 1 (1975), tomo 11 (1979), tomo 111 (1992).
CRESPI / STELLA / ZUCALA: Commentan'o Brevi al Codice Peaale, 3+d., Mi-
lano, Edit. Cedam, 1994.
CREUS, Carlos: Ideas Penales Contemporáneas,Buenos Aires, Astrea, 1985.
-: Derecho Penal. Parte Especial, 3"d., Buenos Aires, Astrea, 1990.
CUELLO CALON, Eilgenio: Derecho Penal. Parte Especial, 13-d. revisada y pues-
ta al día por C. Camargo Hernández, Barcelona, Edit. Bosch, 1972.
CUERDA ARNAU, María Luisa: "Delitos contra la libertad sexual. Los delitos
de exhibicionismo, provocación sexual y prostitución de menores", en
Gimeno Sendra / Queralt / Martín Pallín / Marchena Gómez (Dir.): Es-
tudio y Aplicación Práctica del Código Penal de 1995, Madrid, Edit. Co-
lex, 1997.
CURY, Enrique: Derecho Penal. Parte General, 2" ed., tomos I-II, Santiago, Edi-
torial Jurídica de Chile, 1992.
f-
DE LA FUENTE elipe: "Relaciones entre desvalor de acción y desvalor de
resultado en a fundarnentación de la responsabilidad penal", en Rmista
&Derecho, U. Católica de Valparaíso (Chile), N"5, 1995.
DELEBECQUE / HOFFMAN: Code Pénal belge, en "Les codes en vigueur en
Belgique. Edition Annotée" (texto del Código Penal belga de 1867),
Bruxelles, Librairie Polytechnique de Decq, 1873.
DE VEGA RUIZ, José Augusto: La Violación en la Doctrina y en la ]urU.pncden-
cia, Madrid, Colex, 1994.
DIAZ-MAROTO Y VILLAREJO, Julio: "Delitos contra la libertad sexualn, en
Bajo Fernández (Dir.): Compendio de Derecho Penal. Parte Es$ecial, t. 11, Ma-
drid, Centro de Estudios Ramón Areces, 1998,
DIAZ REMENTERIA, Carlos: "Derecho penal y derecho procesaln, en Sán-
chez Bella / De la Hera / Díaz Rementena: Histmia del Derecho Indiano,
Madrid, Edit. Mapfre, 1992.
DIEZ RIPOLLES,José Luis: El Derecho Penal ante el Sexo, Barcelona, Bosch, 1981.
-: Exhibicionismo, Pmografza y Otras Conductas Sexuales Provocadoras, Barce-
lona, Bosch. 1982.
-: La Protección de la Libertad Sexual, Barcelona, Bosch, 1985.
--: "Las úItimas reformas del derecho penal sexual", en Estudios Penales y
CriminolágiFos, Santiago de Compostela, 15, 1991.
DIEZ SANCHEZ, Juan José: "Los delitos de exhibicionismo y provocación
sexual", en Cuadernos de Politica Criminal, 1989.
DONNA, Edgardo Alberto: Em.a del Delito y de la Pena, tomo 11, Buenos Ai-
res, Astrea, 1995.
--: Derecho Penal. Pa~teEspecial,tomo 1, Buenos Aires, Rubinzal-Culzoni, 1999.
DOS REIS ALVES, Senio Manuel: Crims Sexuais (notas e comentários aos ar-
tigos 163 a 179 do Código Penal), Coimbra, Edit. Almedina, 1995.
DOUCET, Jean-Paul: La Protection Pénale de la Persmne Humaine, Liege, Edit.
de la U. de Liege, 1979.
ELBERT, Carlos Alberto: "La cuestión de los delitos sexuales en el Código Pe-
nal argentino", en Doctrina Penal, año 11,4144, 1988.
ETCHEBERRY, Alfredo: Derecho Penal. Parte General y Parte Especial, 3" ed., to-
mos 1-11-111-N,Santiago, Editorial Jurídica de Chile, 1998.
--: El Derecho penal en la jurisprudencia, tomos 1, 11, 111, N, Editorial Jurídica
de Chile, Santiago, 1987.
FARINELLI, Rita: "Aspetti forensi", en Alberto Cadoppi (Coord.): Norme con-
tro la v i o h r a sessuak (legge 15 febbraio 1996), Padova, Edit. Dedam,
1996.
FERNANDEZ ALBOR, Agustín: "Delincuencia sexual, reforma penal y des-
~enalización:una retractatio", en Estudios Penales y Cn'minológicos, U. de
Santiago de Compostela, VI, 1983.
FETZNANDEZ SEGADO, Francisco: "Dignidad de la persona, orden valorati-
vo y derechos fundamentales en la Constitución española de 1978", en
La Dignidad de la Persona, Actas de las XXV Jornadas Chilenas de Dere-
cho Público, Edit. Edeval, Valparaíso, 1995.
FERRAJOLI, Luigi: Derecho y Razón. Teoría del Gnrantismo Penal, 2* ed,, trad.
Ibáñez, Bayón, Cantarero, Ruiz Miguel y Terradillos, Madrid, Trotta, 1997.
FIANDACA, Giovanni: "Prospettive di rifoma dei reati sessuali: considerazioni
problematiche", en Alberto Cadoppi (Coord.): , Y m contro la violenza ses-
suale (legge 15 febbraio 1996), Padova, Edit. Dedam, 1996.
FONTAN BALESTRA, Carlos: Tratado de Derecho Penal, tomos 1-11-111-IV-V, s3"
ed. actualizada por Guillermo A. C. Ledesma, Buenos Aires, Abeledo Pe-
rrot, 1996.
GARCiA-PABLOS DE MOLINA, Antonio: Dmcho Penal. Introducción, Madrid,
Ediciones de la U. Complutense, 1995.
-: "La aportación de la victimología: víctima, criminología, política crimi-
nal y política social en el Estado de derecho", en Presupwstos para la Re-
forma Penal, estudio colectivo patrocinado por el Centro de Estudios
Cnminológicos de la U. de la Laguna, Santa Cruz de Tenerse, 1992.
GARCIA WAS,Nicolás: El Poder Punitivo en el Estado Dmcrático, Cuenca, 1996.
GARCIA VALDES / CANTARERO / PUYOL: Derecho Penal Constitucional,Bar-
celona, PPU, 1994.
GARCON, Emile: Code Pénal Annoté, tomo 11, edición puesta al día por M.
Housselet, M. Patin y M. Ancel, París, Sirey, 1956.
GARRAUD, René: Traité Théoriqw et Pratiqw du h i t PénalFrancais, ZQd., tomo
V, Imp. Contant Leguerre, 1924.
GARRIDO FALLA, Fernando: "Las fuentes del derecho en la Constitución es-
pañola", en La Constitución Española y las Fuates del Derecho, volumen 1,
Madrid, Instituto de Estudios Fiscales, 1979.
: Comentarios a la Constitución, Madrid, Civitas, 1980.
GARRIDO GUZMAN, Luis: La Prostitución: EstudioJuridico y CriminoEógico, Ma-
drid, Edit. Edersa, 1992.
GARRIDO MONTT, Mano: Nociones Fundamentales de la T e h a del Delito, San-
tiago, Editorial Jurídica de Chile, 1992.
-: Derecho Penal. Parte General, tomo 1, Santiago, Editorial Jurídica de Chi-
le, 1997.
---: Derecho Penal. Parte E.ipec!al tomo 111, Santiago, EditorialJurídica de Chile,
1998.
GATTEGNO, Patrice: Droit P h a l Spécial, Pans, Edit. Dalloz, 1995.
GILBERT, P.: Les Codes Annotés de Sir9 (texto del Código Penal de 1810, de
acuerdo con las modificaciones introducidas en 1832), Pans, Cosse, Mar-
chal et Cie., Imprimeurs-éditeurs. 1867.
f7
GIMBEPLNAT, E 'que: "Sobre algunos aspectos del delito de violación en el
Código Pena español, con especial referencia a la violación intimidat.0-
ria", en Estudios dedeerecho Penal, Madnd, Tecnos, 1990.
GOMEZ BERNALES, Gastón: "Constitución, derechos y libertad sexualn,en
Apuntes de Derecho, U . Diego Portales (Chile), 3, 1998.
GOMEZ PAVON, Pilar: La Intimidad como Objeto de Protección Penal, Madrid,
Edit. Akal, 1989.
GONZALEZ BLANCO, Alberto: Delitos Sexuaks en la Doctrina y en el D m h o Pe
sitivo Mexicano, 2Qd. México, Edit. Aloma, 1969.
GONZALEZ CUSSAC,José Luis: "Manipulación genética", en Vives Antón
(Dir.): Derecho Penal. Parte Especial, 2%d., Valencia, Tirant Lo Blanch,
1996.
GONZALEZJARA, Manuel Angel: "Delitos sexuales: bien jurídico y tenden-
cias políticocriminales", en Reuista de Dmcho y Jzlrispruhcia (Chile), 92,
N" 3, sept.-dic., 1995.
--: El Delito de Promoción o Facilitación de la Prostitución, Santiago, Editorial
Jurídica de Chile, 1986.
GONZALEZ PEREZ,Jesiis: La Dignidad de la Persona, Madnd, Civitas, 1986.
GONZALEZ RUS: La Violación en el Código Penal Español, Granada, Ediciones
U. de Granada, 1982.
GUZMAN DALBORA, José Luis: "Relaciones del derecho penal con el dere-
cho constitucional y su concreción en la Constitución Política chilena",
en Anuario de Filosofa Jurídica y Social (Chile), 1994.
--: "Noción, punibilidad y crítica del denominado acoso sexual", en Anua-
rio de la Facultad de CienciasJudicas, U. de Antofagasta (Chile), 1998.
HASSEMER, Winfried: Fundamtar &ZDmcho Peno4 trad. Muñoz Conde-Arre
yo Zapatero, Barcelona, Edit. Bosch, 1984.
-: "Lineamientos de una teoría personal del bien jurídico", en Doctn'na Pe-
nal (Buenos Aires), año 12, N0"W7, abril-septiembre 1989.
HELLER, Hermann: Temía del Estado, México, Edit. Fondo de Cultura Eco-
nómica, 1987.
HENNAU / VERHAEGER:Droit Pénal W a l , Bruselas, Edit. Bruylant, 1991.
HLRSCH, Hans Joachim: "El derecho penal y el ámbito libre de regulación
jurídica", en Doctrina Penal (Buenos Aires), año 10, N" 39,julio septiem-
bre 1987.
-: "Acerca de los límites de la autoría mediata", trad. E. Sola Reche y M.
Kiein, en Presupuestos para la R e f m a Penal, estudio colectivo patrocinado
por el Centro de Estudios Criminológicos de la U. de la Laguna, Santa
Cruz de Tenerife, 1992.
: Derecho Penal. Obras Completas, tomo 1, Buenos Aires, Edit. Rubinzal-
Culzoni, 1999.
HORMAZABAL MALAREE, Hernán: "Política Penal en el Estado Democráti-
co", en El Poder Penal del Estado (Libro de homenaje a Hilde Kaufinann),
Buenos Aires, Depalma, 1985.
--: Bien Jundico y Estado Social y Democrático de Derecho, Barcelona, Edit. PPU,
1991.
HORVITZ LENNON, María Inés: "Delitos sexuaies, libertad personal y pro-
tección de la moral colectiva", en Apuntes de Derecho, U. Diego Portales
(Chile), 3,1998.
HUERTA FAUNDES, Eugenio: Derecho Penal Indiano y su Jurispruhcia Chile-
na: Delitos Sexuales, Santiago, Edit. Universitaria, 1962.
JAGER, Herbert: "Política jurídicepenal y ciencia", en Sexualidad y Crimen, 3"
ed., trad. Gimbemat, Madrid, Reus, 1969.
JAKOBS, Günther: Derecho Penal. Parte General, trad. J. Cuello Contreras y J.
L. Serrano González de Murillo, Madrid, Edit. Marcial Pons, 1995.
JESCHECK, Hans-Heinrich: "La protection pénale des droits de la personna-
lité en Allemagne", en Revue de Scimce Criminelle et de h i t Pénal Comparée
(París), 1966, N".
---: Tratado de Derecho Penal, trad. Mir Puig / Muñoz Conde, Barcelona,
Bosch, 1981.
-: "Rasgos fundamentales del movimiento internacional de reforma del
derecho penal", en Mir Puig (Coord. y trad.): Polz'tica Criminal y R e f m a
&l Derecho Penal, Bogotá, Temis, 1982.
JIMENEZ DE ASUA, Luis: Tratado de Derecho Penal, 2" ed. corregida y aumen-
tada, tomo 1, Buenos Aires, Edit. Losada, 1956.
KANT, Immanuel: Principios Metaflsicos de la Doctrina del Derecho, México, Edit.
de la Universidad Autónoma, 1978.
KLUG, Ulrich: "Problemas de filosofía del derecho y de política jurídica en
el derecho penal sexual", en Sexualidad y Crimen, trad. Gimbemat, Ma-
drid, Edit. Reus, 1969.
KONIG, René: "Delitos contra la honestidad y problemas de la conformación
de la vida sexual en la sociedad del presente", en Sexualidad y Cnmen, 3"
ed., trad. Gimbernat, Madrid, Reus, 1969.
KUNSEMULLER, Carlos: "Breve análisis de algunas cuestiones problemáticas
que plantea el tipo de violación en el Código Penal chileno", en Gaceta
Juridica (Chile), 152, febrero 1993.
LABATUT, Gustavo: Derecho Penal, tomos 1-11, 7%d., actualizada por Julio Zen-
teno Vargas, Santiago, Editorial Jurídica de Chile, 1992.
LAMBERTI, Silvio: "Reflexiones sobre la necesidad de incriminación autóno-
ma del incesto", en Giberti (Dir.): Incesto Paterno-filial,Buenos Aires, Edit.
Universidad, 1998.
LANDECHO VELASCO / MOLINA BLAZQUEZ: Derecho Penal Español. Parte
Especzai, '
2 ed., Madrid, Tecnos, 1996.
/ BIBLIOGRAFIA 315
Prólogo ................................................ 9
Introdwción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15
CAPITULO 1
EVOLUCION DEL SISTEMA
DE LOS DELITOS SEXUALES
1. Orígenes del sistema . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17
2. Modificaciones al sistema original . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 18
3. La reforma global del sistema . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19
4. Proyecciones sistemáticas de la reforma . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 22
5. Las diferencias entre el esquema anterior y el actual . . . . . . . . . 23
A) El delito de rapto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23
B) El delito de violación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 24
C) El delito de estupro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25
D) El delito de abuso sexual . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25
E) Favorecimiento de la prostitución. sodomía y corrupción de
menores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 26
F) Delitos contra las buenas costumbres . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 28
CAPITULO 11
MODELOS DE SISTEMATIZACION
DE LOS DELITOS SEXUALES
1. El modelo sistemático de la teología moral escolástica . . . . . . . . 30
2. El modelo sistemático de la codificación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 34
3. El modelo sistemático del reformismo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 39
A) Los planteamientos reformistas en el campo sexual . . . . . . . 40
B) Las concreciones del reformismo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 43
326 INDICE
CAPITULO 111
FUNDAVENTOS DEL SISTEMA DE LOS DELITOS
SEXUALES
1. Los criterios morales de fundarnentación del sistema .........
2 . El valor de la libertad sexual . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
A) Sentidoyalcance . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
B) Criterios correctivos o complementarios . . . . . . . . . . . . . . . .
C)Juiciocrítico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
3. El valor de la dignidad humana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
A) Sentidoyalcance . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
B) Proyecciones sistemáticas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
C) Dignidad humana y derechos fundamentales . . . . . . . . . . . .
D) La tutela penal de la dignidad humana . . . . . . . . . . . . . . . . .
E) Juiciocrítico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
4. El valor de la intimidad sexual . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
A) Derecho a la intimidad y derecho a la privacidad . . . . . . . . .
B) El derecho a la intimidad referido al plano sexual . . . . . . . .
C)Juiciocrítico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
5. El valor de la integridad personal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
A) Integridad física e integridad moral del individuo . . . . . . . .
B) La idea de integridad personal referida al ámbito sexual . . .
C)Juiciocrítico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
CAPITULO IV
BIEN JURIDICO PROTEGIDO
1. Perspectiva política . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
A) El principio de exclusión de valores ideológicos . . . . . . . . . .
B) El principio de lesividad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
C) El principio de igualdad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
D) El carácter vinculante de los límites del sistema . . . . . . . . . .
2 . Perspectiva axiológica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
A) Unidad o pluralidad del objeto de tutela . . . . . . . . . . . . . . . .
B) Propósitos legislativos en el plano axiológico . . . . . . . . . . . .
C) Sobre la capacidad de autodeterminación del individuo ...
3. Sobre el concepto de indemnidad sexual . . . . . . . . . . . . . . . . . .
A) Explicación general . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
B) Sentidoyalcance . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
C) Fundamentos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
INDICE 327
( . ..
CAPITULO V
EL DELITO DE VIOLACION
1. Explicación general .................................... 135
2 . Conducta típica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 137
A) .Sentido y alcance . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 138
B) Momento consurnativo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 139
3 . Los sujetos del delito . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 142
4. Ausencia de voluntad de la víctima . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 145
A) Empleo de fuerza . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 147
B) Intimidación de la víctima . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 150
C) Privación de sentido de la víctima . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 152
D) Abuso del desvalimiento de La víctima . . . . . . . . . . . . . . . . . . 154
E) Abuso de la enajenación o del trastorno mental . . . . . . . . . . 155
F) Minoría de doce años . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 157
5. Faz subjetiva del tipo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 158
6. Antijuridicidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 160
7. Itercn'mink . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 162
8. Autoría y participación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 166
EL DELITO DE ESTUPRO
1. Explicación general . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 169
2. Conducta típica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 171
3. Los sujetos del delito . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 171
4. El abuso de una situación de superioridad . . . . . . . . . . . . . . . . . 173
5. La situación de desvalimiento de la víctima . . . . . . . . . . . . . . . . . 174
A) Anomalía o perturbación mental . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 175
B) Relación de dependencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 176
C) Situación de grave desamparo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 177
D) Inexperiencia o ignorancia sexual . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 178
6. Faz subjetiva del tipo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 181
7. Antijuridicidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 183
8. Itercn'mini, . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 184
CAPITULO VI1
EL DELITO DE ABUSO SEXUAL PROPIO O DIRECTO
1. Sobre el concepto de abuso sexual ........................ 185
328 INDICE
CAPITULO VIII
EL DELITO DE ABUSO SEXUAL IMPROPIO
O INDIRECTO
1. Explicación general . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2. Conductas típicas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
A) Realización de acciones de significación sexual . . . . . . . . . .
B) Determinación a presenciar material poniográfico . . . . . . .
C) Determinación a la realización de actividad sexual . . . . . . . .
D) Determinación a intervenir en la producción de material
pornográfico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
3. Los sujetos del delito . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
4. Sobre la voluntad de la víctima . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
5. Faz subjetiva del tipo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
CAPITULO IX
EL DELITO DE FAVORECIMIENTO
DE LA PROSTITUCION
1. Explicación general ....................................
2 . Conductas típicas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
3. Las modalidades de ejecución de la conducta . . . . . . . . . . . . . . .
330 INDICE
CAPITULO XIV
CIRCUNSTANCIAS MODIFICATORIAS
DE RESPONSABILIDAD
CAPITULO XV
DETERMINACION DE LA RESPONSABILIDAD PENAL