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IV.

FUNDAMENTO TEÓRICO

4.1 Diversidad y cultura

México es uno de los principales países megadiversos del mundo. El número

total de especies conocidas en México es de 64 878, es el hogar del 10 al 12%

de la biodiversidad mundial. En México alrededor de 4 000 especies de plantas

con flores (aproximadamente 15% de la flora total) tienen atributos medicinales,

es decir que más o menos una de cada siete especies posee alguna propiedad

curativa (Ocegueda et al., 2005).

Además de su gran diversidad biológica es uno de los países con una gran

riqueza cultural debido a los 66 grupos étnicos que conforman el país (CDI,

2010), todos estos grupos étnicos de México son herederos de la cultura

mesoamericana y hasta la fecha guardan en su acervo cultural conocimientos

que revelan una estrecha relación con su medio, dichos conocimientos son

transmitidos de manera oral y práctica de una generación a otra (Fresquet,

2001).
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El estado de Oaxaca es considerado uno de los tres estados más diversos del

país por su diversidad biológica y cultural, ya que en él se encuentran 16 grupos

étnicos los que representan el mayor número de grupos étnicos del país, la

presencia de los grupos étnicos, le permite al estado contar con una riqueza

cultural, costumbres y tradiciones vastas, conservadas hasta la fecha (CDI,

2010).

4.2 Plantas medicinales

Son plantas medicinales, todas aquellas que contienen en alguno de sus

órganos, principios activos los cuales, administrados en dosis suficientes,

producen efectos curativos en las enfermedades de los humanos y de los

animales en general, los principios activos, son sustancias que ejercen una

acción farmacológica, beneficiosa o perjudicial, sobre el organismo vivo. Se

calcula que de las 260 000 especies de plantas que se conocen en la actualidad

el 10% se pueden considerar medicinales (Cosme, 2008).

4.2.1 Antecedentes de las plantas medicinales

El uso medicinal de las plantas tiene su origen desde el inicio de la historia del

ser humano sobre la tierra que en intimo contacto con la naturaleza, se fue

desarrollando con la imitación de las costumbres de otros animales y con la

experiencia acumulada tras la ingestión accidental o voluntaria de algunas

especies vegetales (Fresquet, 2001).


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Desde los tiempos prehistóricos hasta comienzos del siglo XIX, por ensayo y

error, el humano ha utilizado los elementos que la naturaleza le brindaba para

curar sus enfermedades y las de sus animales, y así mismo para mejorar su

estado de ánimo. Esta práctica médica pasaba y se perfeccionaba de

generación en generación por lo cual se denominó medicina tradicional (Cosme,

2008).

El registro histórico más remoto le pertenece a los egipcios, es ahí donde

comienza la historia cuando llega a este mundo Imhotep, un sabio de la

medicina y dios de la misma después de muerto. Este médico uso la herbolaria

de manera sistemática y es considerado como el primero porque existe

documentación de ello en papiros que describen la curación de cuarenta y ocho

casos clínicos con plantas medicinales (Lozoya, 1997).

Rey (2008), menciona que uno de los primeros escritos sobre el tema es el

llamado papiro de Ebers, con más de 3500 años de antigüedad. Denominado

así por su traductor, el egiptólogo George Moritz Ebers, fue hallado en la

localidad de Luxor. Se trata del más importante escrito sobre medicina egipcia,

en el que se han podido identificar unas 150 plantas de utilidad terapéutica.

Sin embargo los primeros estudios dedicados en exclusiva al mundo vegetal se

deben a Teofrasto (372-288 a. C.), discípulo de Aristóteles y autor de dos

grandes obras. La primera, titulada De historia plantarum, referente a

morfología, descripción, clasificación, geobotánica y farmacognosia de las


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plantas conocidas por los antiguos griegos, y la segunda De causis plantarum

(Rey, 2008).

Hoogesteger (1994) menciona que otra obra importante es la del enciclopedista

romano Plinio (23-79 d. C.), único autor del imperio romano que destaco por su

importancia botánica, escribió una enciclopedia titulada Naturalis historia, en el

cual recopiló todo el saber de su tiempo, en total cerca de dos mil escritos de

autores griegos y romanos. Contemporáneo a él fue el medico griego Pedacio

Dioscorides Anazarbeno (40-90 d. C.), cirujano de los ejércitos de Nerón, que

recorrió buena parte de la cuenca mediterránea anotando y recogiendo

información sobre plantas medicinales. En el año 78 d. C. publico un libro, que

se convertiría en la biblia de las plantas medicinales para todos los médicos,

boticarios y aficionados a la naturaleza de los siguientes 1500 años.

Con el descubrimiento de América se inició la difusión y la explotación de la

herbolaria medicinal de los pueblos indígenas por parte de la cultura europea.

Quienes descubrieron el nuevo continente buscaban primordialmente productos

naturales. La medicina europea utilizaba igualmente numerosos vegetales y

productos naturales que las culturas grecolatinas y árabe habían introducido

durante la larga época medieval (Lozoya, 1997). En la América Precolombina

existía ya una historia herbolaria de por lo menos 3,500 años y que podría tener

entre 4,000 y 5,000 años de antigüedad, sin embargo es muy probable que los

primeros humanos de América seguramente vinieran de Asia y traían consigo

una cultura herbolaria.


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Más adelante con la caída de La Gran Tenochtitlan alrededor de 1600 se realizó

un importante censo de las plantas y sus propiedades curativas, situación que

se documenta en el "Códice Badiano" escrito y traducido al latín por un médico

indígena, sin embargo esa es sólo una muestra del conocimiento terapéutico de

las plantas que tenían nuestros antepasados, ya que Mayas, Nahuas, Mixtecos

y Zapotecos, por mencionar a los principales grupos de aquella época, tenían

amplios conocimientos en estos tópicos (Hernández y Gally, 1981).

Durante los siglos XIX y XX las ciencias de la naturaleza y de la vida iniciaron

un cambio importante que les llevo alcanzar la suficiente madurez como para

convertirse en solidos apoyos para la nueva ciencia médica. Por una parte el

estudio químico de la composición de los productos naturales así como sus

sustancias activas y por el otro el análisis fisiológico de los mecanismos de

acción, gracias a la fructífera relación entre la química y la medicina y

finalmente la aparición de los antibióticos, la síntesis química de medicamentos

y el surgimiento de las grandes industrias farmacéuticas; remplazarían a la

medicina tradicional sin embargo mientras la investigación científica se

consolidaba dejo de atender el uso médico tradicional (Jiménez, 2007).

El pensamiento neopositivista daba por hecho que los problemas de salud de

la población tendrían su solución en los medicamentos químicos farmacéuticos.

Sin embargo, al paso del tiempo se fue descubriendo que esta premisa no era

correcta, los medicamentos no fueron los suficientes para atender los

problemas prioritarios de salud, sus costos cada día eran más altos e
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inalcanzables por amplios sectores de la población, eran muy pocos los

medicamentos nuevos que se descubrían y un alto porcentaje de estos seguían

dependiendo de las plantas medicinales para su producción (Osuna et al.,

2005).

Osuna et al. (2005) señalan que en México las plantas medicinales constituyen

uno de los principales recursos terapéuticos tanto en el medio rural como

suburbano, donde los servicios de atención medica son escasos, siendo los

grupos étnicos y poblaciones alejadas de las cabeceras municipales y de los

centros urbanos los que utilizan las plantas medicinales como medicina

alternativa o tradicional.

La medicina tradicional es reconocida hoy como un recurso fundamental para la

salud de millones de seres humanos, un componente esencial del patrimonio

tangible e intangible de las culturas del mundo, un acervo de información,

recursos y prácticas para el desarrollo y el bienestar, y un factor de identidad de

numerosos pueblos del país. El estudio de la flora con fines de salud no era un

tema relevante hasta hace unos siglos cuando se dieron cuenta que las plantas

medicinales son fundamentales en el desarrollo de la medicina moderna

(Muñoz, 1987).

Debido a lo anterior se destaca la importancia de los estudios, tanto biológicos

como de los usos tradicionales de las plantas, ya que estos son la base para

detectar nuevas fuentes de medicamentos y otros productos, que pueden


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beneficiar a la sociedad, así también rescatar los conocimientos que los grupos

étnicos tienen acerca del uso y manejo de las plantas medicinales.

4.2.2 Preparación de plantas medicinales

Hoogesteger (1994), señala que existen diversas formas de preparar las plantas

medicinales con vistas a su utilización. Con todas ellas se pretende facilitar y

hacer más accesible la administración de la planta. Aumentar la concentración

de alguno de los principios activos de la planta, que por sus propiedades

fisicoquímicas particulares, resultan más fácilmente disueltos al emplear un

determinado método de preparación.

Fonnegra y Jiménez (2007) mencionan las siguientes formas de preparación

más comunes de las plantas medicinales:

 Cataplasma. Las plantas medicinales frescas se trituran y se mezclan

con un poco de agua caliente, así preparada, se pone entre dos piezas

de tela fina o de gasa y se aplica sobre la zona afectada del cuerpo. Es

necesario cambiar la cataplasma una vez seca, y no se debe reutilizar.

La cataplasma, al aplicarse, debe tener una temperatura máxima de 40

°C, de lo contrario pierde sus propiedades.

 Decocción o cocimiento. Se utiliza principalmente para preparar

medicamentos a partir de partes duras de la planta tales como rizomas,


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raíces, tallos gruesos, cortezas, frutos duros, semillas o la planta entera.

Generalmente se prepara en proporción de una parte de la planta por 20

partes de agua, y se coloca a fuego lento y se deja hervir de 1 a 15 min,

por el tiempo recomendado o, preferiblemente, hasta reducir el volumen

a una cuarta parte del inicial.

 Compresa. Una tela fina o gasa se empapa en una decocción, infusión o

maceración en agua caliente, y se aplica sobre el área afectada. Se

sujeta ligeramente con lana, paño o tela gruesa para evitar que se enfrié

muy rápido.

 Infusión o té. Es el procedimiento más clásico de utilización de plantas

medicinales, generalmente se prepara con partes tiernas de las plantas,

tales como hojas y flores. En un recipiente se pone la cantidad necesaria

de la planta medicinal, generalmente en proporciones de 37 g de planta

por 250 ml de agua, se agrega agua hirviendo, en la proporción indicada;

se tapa bien el recipiente y se deja en reposo durante un periodo de 15 a

30 min; luego se cierne a través de un colador, paño o lienzo, se exprime

y se guarda el líquido obtenido o se consume caliente según la

prescripción médica.

 Tintura. La planta es triturada, desmenuzada en un envase de vidrio en

la cantidad indicada. Se le añade alcohol etílico en la proporción


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indicada. Se tapa bien y se deja por un periodo de 10 a 15 días durante

el cual se agita diariamente. Se filtra a través de papel filtro y se guarda

herméticamente tapada en lugares frescos. A causa del alcohol la tintura

sólo se debe usar en gotas, diluida en agua.

 Emplasto. Consiste en aplicar la planta fresca, triturada o machacada,

directamente sobre la piel. También se puede aplicar en decocción.

Debe evitarse su uso sobre escoriaciones, heridas u otras afecciones

abiertas, siempre se aplica caliente.

 Ungüento o pomada. Es una preparación para uso externo, actúa como

emoliente y protector. La planta medicinal se corta en fragmentos

pequeños, se colocan en una vasija y se le añade una sustancia grasa

fundida hasta cubrirlos, se pone al fuego lento durante 1 h se retiran los

fragmentos de planta, se envasa en frascos y se deja solidificar para su

uso.

Pamplona (2006) plantea que para cada planta medicinal existen unas formas

óptimas de preparación y de empleo, por tal motivo es conveniente conocerlas,

y saber aplicarlas adecuadamente, con el fin de aprovechar mejor las

propiedades de cada planta o de sus partes. A la hora de emplear una planta o

alguno de los preparados elaborados con ellas, se distinguen dos tipos de uso:
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 Interno. Cuando se ingiere por la boca, pasando al estómago y al resto

del aparato digestivo. Desde allí ejercen su acción, bien sea

absorbiéndose y pasando a la sangre, o actuando directamente sobre el

interior del conducto digestivo. Internamente se emplean las tisanas

(infusión, decocción o maceración), y también los aceites, jarabes, jugos,

polvos, tinturas, y otros preparados.

 Externo. Cuando la planta o sus preparados se aplican sobre la piel o las

cavidades del organismo (boca, oído, vagina, etc.) sin pasar al conducto

digestivo. Para uso externo se emplean las mismas tisanas, jugos,

aceites y otras preparaciones que para uso interno aunque conviene que

estén más concentradas.

4.3 Etnobiología

La etnobiología es una ciencia que tiene por objeto la investigación de la cultura

basada en el conocimiento biológico y el medio ambiente, la cognición y la

percepción cultural del mundo natural, las conductas y prácticas. Esta ciencia

se alimenta de otras disciplinas como son la Botánica, Zoología, Etnología,

Ecología, Edafología, etc. La recopilación del conocimiento y práctica en uso, el

lenguaje asociado a dicha práctica, así como la interpretación simbólica y

empírica de los recursos biológicos son la esencia de la Etnobiología (Verde et

al., 2009).
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La Etnobiología tiene algunas ramas que se describen a continuación:

 Etnobotánica. Es el campo científico que estudia los conocimientos de

poblaciones locales y su relación con las plantas (Wong et al., 2001).

 Etnozoología. Es el campo científico que estudia el conocimiento

zoológico tradicional de aquellos grupos humanos indígenas,

campesinos, pescadores, artesanos entre otros, comúnmente llamados

tradicionales (Costa et al., 2009).

 Etnotaxonomía. Es la ciencia que estudia e interpreta los sistemas

tradicionales de clasificación de las plantas generados por distintos grupo

culturales (García y López, 2014).

 Etnoecología. Se define como un enfoque o abordaje interdisciplinario

que explora cómo la naturaleza es visualizada por los diferentes grupos

humanos (culturas), a través de un conjunto de creencias y

conocimientos, y cómo en términos de esas imágenes, tales grupos la

utilizan y/o manejan (Alarcón-Cháires, 2011).

4.3.1 Etnobotánica

La etnobotánica es la rama del conocimiento humano que se encarga de

estudiar las relaciones entre los grupos humanos y las plantas (Gallardo-Pérez,
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2006). Esto quiere decir que estudia las relaciones que existen entre el humano

y la vegetación, considerando el aprovechamiento de los recursos naturales por

parte de las poblaciones locales, tanto nativas como aquellas que fueron

residentes en una determinada región por largo tiempo.

Hernández (2001) menciona que los elementos de las interrelaciones humano-

planta, motivo de estudio de la Etnobotánica, están determinados por dos

factores:

a) El medio (condiciones ecológicas).

b) La cultura.

Al estudiar dichos factores a través de la dimensión tiempo, se puede apreciar,

que estos cambian cuanti y cualitativamente: el medio por modificaciones en los

componentes de dicho ambiente y por la acción del humano, la cultura, en

ocasiones por la pérdida del conocimiento humano (Hernández, 2001).

En México los grupos étnicos, son los que muestran una mayor riqueza de

conocimientos sobre su entorno, ellos han conservado parte importante de su

acervo cultural tradicional, por lo que en la etnobotánica se debe tomar en

cuenta la cultura como un fenómeno colectivo, por lo tanto, no es posible tomar

una muestra representativa, una información o un sólo informante de la

comunidad de estudio (Barrera, 1979).


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4.4 Método etnográfico

La etnografía consiste en la descripción y comprensión del modo o estilo de

vida de las personas a quienes se estudia, representando de manera

responsable cada uno de los aspectos que caracterizan y definen al humano y

su cultura, interesándose especialmente por lo que la gente hace, cómo se

comporta, cómo interactúa, cómo construye su vida y cómo la destruye también

(Sánchez et al., 2015).

La etnografía surgió como un concepto clave para la antropología para el mejor

entendimiento en la organización y construcción de significados de distintos

grupos y sociedades; ya sean distantes o extraños para el propio observador o

próximos y conocidos. Más tarde fue reconocida como un método de

recopilación descriptivo de datos (Hamme y Atkinson, 1994).

La etnografía es utilizada en muchas ocasiones como sinónimo de investigación

cualitativa. Una de las características más importantes de las técnicas

cualitativas es que procuran captar el sentido que las personas dan a sus actos,

a sus ideas, y al mundo que les rodea (Cerda, 1991).

Algunas de las herramientas, de las que se vale el método etnográfico son:

 Observación. Registró de lo que ve tal como se ve, pero sin que el

investigador se involucre (Cerda, 1991).


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 Observación participante. Consiste en dos actividades principales:

observar sistemática y controladamente todo lo que acontece en

torno del investigador, y participar en una o varias actividades de la

población. Participar" en el sentido de "desempeñarse como lo

hacen los nativos"; de aprender a realizar ciertas actividades y a

comportarse como uno más. La "participación" pone el énfasis en la

experiencia vivida por el investigador apuntando su objetivo a "estar

adentro" de la sociedad estudiada (Hamme y Atkinson, 1994).

 Entrevistas. es un proceso de comunicación que se realiza

normalmente entre dos personas; en este proceso el entrevistado

obtiene información del entrevistado de forma directa. Si se

generalizara una entrevista sería una conversación entre dos

personas por el mero hecho de comunicarse, en cuya acción la una

obtendría información de la otra y viceversa (Hamme y Atkinson,

1994).

 Talleres participativos. Está concebido como un equipo de trabajo,

formado generalmente por un facilitador o coordinador y un grupo

de personas en el cual cada uno de los integrantes hace su aporte

específico (Cerda, 1991).

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