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Cuando nos comunicamos, no lo hacemos con mensajes o frases sueltas, sino que lo hacemos mediante
mensajes con sentido completo y acabado. A este tipo de mensaje lo llamaremos “texto”.
Un texto es una unidad semántica (de sentido), clausurada y autónoma (o sea, que no requiere de otras
unidades lingüísticas para ser entendido), independientemente de su extensión (puede ser una sola palabra,
“¡Ya!”, una oración, “Se ruega no fumar”, o toda una novela, El Martín Fierro). Es una unidad comunicativa, un
conjunto coherente.
Ejercitación
a) El siguiente mensaje presenta las recomendaciones para utilizar correctamente una multiprocesadora de
alimentos. Un cliente leyó este mensaje y cree que el texto es “pesado” y que está lleno de errores. ¿Por qué?
En la actividad anterior, usted acaba de trabajar sobre la coherencia del texto y, luego, sobre sus aspectos
cohesivos.
La cohesión
Lean los siguientes ejemplos:
Ejemplo A Ejemplo B
El Zorro y el Quirquincho tenían hambre. La El Zorro y el Quirquincho tenían hambre, así
carreta dio un barquinazo. Comieron el queso. El que este último se metió bajo una carreta de
Zorro quiso hacer lo mismo. El lomo del quesos que pasaba por allí. Ésta dio un
Quirquincho es más duro. Quedó aplastado en el barquinazo y perdió uno de aquellos manjares,
camino. que ambos ladrones comieron. Al día siguiente el
Zorro quiso hacer lo mismo, pero olvidó que el
lomo del Quirquincho es más duro que el suyo, y
quedó aplastado en el camino.
En ambos casos hay una serie de oraciones. En el ejemplo A, esas oraciones no tienen relación entre sí, no
constituyen un texto. En cambio, el ejemplo B es un texto porque tiene unidad de sentido; por lo tanto, tiene
cohesión.
La cohesión es un concepto relacional. Existe cohesión cada vez que para comprender un elemento de un
texto necesitamos relacionarlo con otro que apareció antes o que va a aparecer después. Por ejemplo: “Juan
robaba manzanas y corría. Posiblemente los fruteros se maravillaban de verlo volar”. Para comprender este
texto necesitamos relacionar varias cosas de la segunda oración con elementos de la primera, por ejemplo, que
los fruteros venden manzanas (y no chorizos), que “lo” se refiere a “Juan”, etc.
Tipos de cohesión
1. Por repetición: Es la repetición de una palabra, y suele tener un valor expresivo, ya sea dando énfasis (“Estos
contratos suman millones de pesos. Son los millones que acompañaron a Juan en su transformación. Los
millones que hoy lo sacrifican.”), o para evitar ambigüedad (generalmente en los textos científicos y didácticos,
por ejemplo: “Un texto es una construcción teórica. El texto, para ser texto, debe tener coherencia.”).
2. Por sustitución: Consiste en suplir una expresión por otra. La sustitución puede ser de tres tipos:
Por pronombres: Los pronombres son elementos que no pueden ser interpretados por sí mismos, sino que
necesitan otros términos que los aclaren. Por ejemplo, en el diálogo “-Yo me llamo Luis. -Y yo Ricardo.”, el
mismo pronombre (“Yo) se sustituye a elementos diferentes. Es por ello que hay que buscar en el texto la
expresión a la que se refiere el pronombre. Esa expresión puede aparecer en un lugar precedente de texto
(referencia anafórica, por ejemplo: “Juan está triste. Lo llamaré por teléfono.”) o en una posición posterior
(referencia catafórica, por ejemplo: ”Juan dijo así: ‘estoy triste’.”).
Por sinónimos: Es la sustitución por una palabra o por una frase que tiene el mismo significado, por
ejemplo “can” por “perro” y “desconsoladamente” por “con desconsuelo”.
Por elipsis: Consiste en sustituir por cero, es decir, en eliminar del texto un elemento que ya apareció
mencionado. Por ejemplo: “Cinco alumnos aprobaron. Y aún otros cuatro.” (“alumnos aprobaron”); “Jorge
está cansado. Trabaja mucho.” (“Jorge”).
3. Por co-ocurrencia: Se produce no cuando los términos tienen el mismo referente, sino cuando se los asocia
léxicamente. Por ejemplo: “Afuera llovía. Adentro también llovía.” “Afuera” y “adentro” no son sinónimos,
ni tienen el mismo referente, en realidad se excluyen mutuamente. Con todo, su proximidad en el discurso
contribuye a la coherencia. La co-ocurrencia incluye opuestos (blanco/negro), complementarios (niño/niña),
antónimos (seco/húmedo), recíprocos (orden/obediencia), series ordenadas (lunes/martes; dólar/centavo;
norte/sur), elementos de conjuntos no ordenados (piso/techo/pared; rojo/verde). A veces un efecto cohesivo
surge del entorno lexical (vela/llama/titilar/consumirse; cielo/sol/nube/tormenta/paraguas).
4. Por conectivos: Los conectivos son las palabras o construcciones que explicitan (“muestran“) las relaciones
entre las oraciones o las secuencias del texto. Pueden ser:
Conjunciones: y , o, pero, aunque, mas, sino, porque, pues, ni, luego.
Conectores: además (y, también), en cambio (pero, sin embargo), es decir (en otras palabras, esto es, por
ejemplo), más bien (o mejor, precisamente), de todos modos (de todas maneras), en realidad (de hecho,
realmente), en vez de (en lugar de, en cambio), entonces (mientras tanto, después, previamente, cuando),
así (igualmente, del mismo modo, así como), por eso (porque, consiguientemente, a causa de, debido a, en
consecuencia, por tanto), si… entonces… (en tal caso, por tanto, de otro modo, por ende, por consiguiente,
por lo tanto, así, ya que, si), si bien (aunque, con todo, a pesar de, no obstante, pese a), en primer lugar
(primero, para empezar, en principio), no sólo… sino también…
5. Por conjunción: Esta es una relación semántica que se da entre dos oraciones sucesivas. Por ejemplo: “Perdí el
colectivo. Llegué tarde.”. Si dadas dos oraciones sucesivas no se puede cambiar el orden sin cambiar el
significado, entre ellas hay una relación de conjunción (o juntura). Por ejemplo: “Llovía. Cayó un rayo. El
galpón se incendió”, “Vine. Vi. Vencí.”. En estos casos se conectan dos o más oraciones por medio de una
idea: la sucesión en el tiempo, la causalidad, etc.
Ejercitación
a) Analiza en la tabla los principales recursos de cohesión del siguiente texto. Si puedes identificar al menos un
recurso de cada tipo, mucho mejor.
En la época que nos ocupa reinaba en las ciudades un hedor apenas concebible para el
hombre moderno. Las calles apestaban a estiércol, los patios interiores hedían a orina,
los huecos de las escaleras atufaban a madera podrida y excrementos de rata; las
cocinas, a col podrida y grasa de carnero; los aposentos sin ventilación, a polvo
enmohecido; los dormitorios, a sábanas grasientas, a edredones húmedos y al penetrante
olor dulzón de los orinales. [...] Hombres y mujeres apestaban a sudor y a ropa sucia; en
sus bocas apestaban los dientes infectados, los alientos olían a cebolla y los cuerpos,
cuando ya no eran jóvenes, a queso rancio, a leche agria y a tumores malignos.
Apestaban los ríos, apestaban las plazas, apestaban las iglesias y el hedor se respiraba
por igual bajo los puentes y en los palacios.
El perfume, P. Süskind.
2. ¿Te animas a identificar algunos de los elementos cohesivos que tú mismo has utilizado?
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