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de socialización política crucial. Las televisiones públicas, controladas
por el gobierno, me tenían absolutamente vetado, pero las televisiones privadas se
daban cuenta de que aumentaban sus audiencias y por tanto aumentaba su
recaudación, e insistieron en llevarme. Y claro, debieron pensar que yo no tenía
más aspiraciones ni más ambiciones que convertirme en un tertuliano de
televisión, y no era así», advertía en conferencia Pablo Iglesias el 26 de septiembre
de 2014, invitado junto al entonces vicepresidente boliviano Álvaro García Linera.
Podemos había identificado la importancia de lo audiovisual y de los registros que
en las televisiones triunfan, para llegar a grandes audiencias cansadas del formato
tradicional de interacción de los políticos con ellas. Iglesias y Podemos, dicho en
lenguaje popular, sabían «dar juego».
PLATÓS MÁS IMPORTANTES QUE PARLAMENTOS
Los dirigentes de Podemos vieron claro que los platós de televisión son
espectáculo, que se diseñan en términos que no siempre sirven para hacer debates
o planteamientos de fondo, pero que son cruciales para determinar los estados de
opinión de la sociedad. En consecuencia, entendieron desde la gestación e impulso
de su proyecto político que es muy importante diseñar bien aquello que se dice.
Iglesias vio claro, en este sentido, que los medios de comunicación no solo son
máquinas de ejercer el poder, sino que son fundamentalmente máquinas de
generar relatos. Vieron claro que los medios son creadores de «realidad» y que, en
última instancia, marcan fondo y forma de la representación política ante la
ciudadanía. Y actuaron en consecuencia. Iglesias llegó a decir que «hacer política
de verdad es hacer política en los platós de televisión y en los periódicos. Son
mucho más importantes que los parlamentos y cualquier proyecto de
transformación tiene que apostar por intervenir ahí». Más claro, agua.
Apuntar aquí una anécdota significativa. En septiembre de 2019, el
presidente de El Salvador, Nayib Bukele, protagonizó el que fue descrito como «el
primer discurso millennial en la historia de la Asamblea de las Naciones Unidas».
Había salido al atril de la sede de la ONU y justo después de los saludos iniciales
de rigor, pidió permiso, sacó su móvil y se hizo una foto selfie. Al momento, aclaró:
«Estar aquí ante ustedes, en esta Asamblea General número 74, es un privilegio y
un honor que quise compartir con el mundo, ya que el mundo, el nuevo mundo, ya
no está en esta Asamblea General, sino en el lugar a donde irá esta foto. A la red
más grande del mundo, donde miles de millones de personas están conectadas
prácticamente todo el tiempo y casi en todas las facetas de la vida. Créanme,
muchas más personas verán este selfie que las que escucharán este discurso. Y es
que, aunque no lo queramos aceptar, la red se vuelve cada día más el mundo real y