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y Podemos se quisieron erigir en el gran estandarte de la «nueva
política», un concepto que ofrecía una expectativa de cambio respecto a lo que se
había conocido hasta entonces. Ofrecían romper en fondo y forma. Ofrecían, como
ya hemos apuntado, imágenes inéditas en el Congreso de los Diputados, como una
diputada electa con su bebé en el escaño. O besos en la boca de algunos de sus
líderes para celebrar, eufóricos, las respectivas intervenciones. O las rastas que
lucía alguna de sus señorías ante la mirada cuanto menos curiosa de los
compañeros de hemiciclo. Pero aquello no era casual. Las tesis doctorales, los
artículos académicos escritos, lo aprendido en los años vividos en América Latina,
sus trabajos como asesores, todo fue decisivo para que un núcleo dirigente
planteara una forma de ver y de pensar la política tras esforzarse por traducirla en
diferentes categorías al contexto español.
En un escenario de sufrimiento, de dolor en muchas familias y de pérdida de
expectativas para muchos jóvenes —y no tan jóvenes—, la irreverencia, el
desparpajo y la novedad de los impulsores de Podemos supieron generar una
emoción política muy fuerte. ¿Gas? ¿Humo? ¿Bruma? ¿O efervescencia? De
entrada, algo mucho menos espontáneo de lo que algunos quisieron identificar. Un
proyecto mucho más fundamentado en teoría aplicada, en sondeos y encuestas que
identificaban públicos, lenguajes y oportunidades. Un movimiento que supo
conformarse en una plataforma electoral potente, dispuesta a romper con el
monopolio de los partidos más instalados, con una dialéctica que trascendía y
atraía a una transversalidad de edades y de procedencias entre los ciudadanos,
pero con un innegable acento y peso del factor generacional. Porque, ciertamente,
de la indignación a la euforia se supo pasar en gran parte con la movilización de
un voto joven al que se estimuló emocionalmente —junto con las circunstancias
contextuales precisas y bien identificadas— para hacer frente a la política del siglo
XX. El factor generacional, casi adolescente. Con lo bueno y lo malo que conlleva
esa etapa de la vida, que te impulsa a rebelarte, que te hace vivir momentos de
euforia ante lo que está por hacer y por cambiar. Pero que también puede caer en
picado ante las dificultades que la vida real pone a la concreción de todo ello. No
tardaría en llegar esta fase también. En llegar y en dejarse notar.
Pero antes, en origen, la España de 2014, donde la crisis económica deja un
paisaje de recortes sociales, desahucios y desempleo. El debate político ya no está
solo en el Congreso, sino que también está en la calle. La palabra democracia es una
de las más buscadas en Google. El gobierno invita a los que protestan a canalizar
sus demandas por la vía parlamentaria. Así empieza Política. Manual de
instrucciones. «Todo estaba dejando de satisfacer las mínimas promesas del
sistema», dice Juan Carlos Monedero en la primera frase del documental. «La