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OBJETIVOS.
ESQUEMA.
CONTENIDOS BÁSICOS.
La gramática tradicional nos ha enseñado a identificar en toda oración conceptos como los de sujeto,
predicado y complementos; conceptos éstos definidos con una cierta mezcolanza de criterios que dan
cuenta tanto de una cierta falta rigor metodológico en algunos casos, como de la complejidad y dificultad
que implica dar explicaciones plenamente coherentes. Así, el sujeto de una oración se ha definido según
tres criterios, unas veces bien diferenciados, y las más de forma confusa y simplemente acumulativa. Del
sujeto se ha dicho que es:
• El agente (persona, animal o casa que realiza la acción significada por el verbo).
• El elemento formalmente marcado como tal (en nuestra lengua, el elemento que concuerda
en número y persona con el verbo)
• Aquello de lo que se habla o dice algo (frente al predicado que es lo que se dice de lo
anterior).
Conviven, como vemos, tres definiciones de sujeto que no han de coincidir necesariamente con
un mismo constituyente oraciones; y para ver esto claro bastan algunos ejemplos muy sencillos; si
observamos, en nuestra propia lengua, una oración activa y su correspondiente pasiva ya nos muestran
aparentes desajustes entre estos tres conceptos de sujeto, de forma que, por ejemplo:
a. El técnico reparó el ordenador
y
b. El ordenador fue reparado por el técnico,
nos hacen ver que el sujeto formal de a. es el agente y el elemento concordante, mientras que el sujeto
gramatical de b. es el objeto de a, y en este caso el sujeto formal no es el agente sino el paciente. Si,
además, nos preguntamos por el tercer concepto de sujeto (aquello de que se habla o dice algo), vemos
que si proyectamos sobre el primer ejemplo la pregunta ¿de quién o de qué se habla?, la respuesta es “del
técnico”; y si proyectamos la misma pregunta sobre la oración pasiva, hemos de concluir que diríamos
que hablamos del ordenador y no del técnico; o, lo que es lo mismo, que decimos algo del ordenador en b,
y decimos algo del técnico en a; hablamos de cosas diferentes. Y, sin embargo, también nos parece que
ambas oraciones son idénticas en cuanto a los contenidos referenciales.
Lo mismo podríamos decir del modo de explicar otras funciones gramaticales básicas como las
que se refieren a los complementos; el complemento directo se define nocionalmente diciendo que es el
complemento obligatorio de los verbos transitivos, que en algunas lenguas tiene una marca formal (el
acusativo en latín), y de él dice la gramática tradicional que cuando no aparezca ha de sobrentenderse
para la perfecta comprensión lógica de la oración; así, una oración como
a. En casa comemos a las tres,
nos ofrece las siguientes particularidades según la gramática tradicional:
- Criterios lógico-semánticos.
- Criterios formales.
- Criterios comunicativos.
• En todas las lenguas del mundo hay dos tipos de unidades fundamentales: nombres y
verbos; o mejor, en todas las lenguas del mundo se pueden identificas dos clases de
constituyentes oracionales básicos: aquellos que identifican entidades del mundo real, y
aquellos otros que identifican los procesos, estados o acciones en los que aparecen
implicados los primeros; en las lenguas, estas dos clases de unidades tienen su
representación categorial básica en la distinción entre nombres y verbos. Los nombres
sustantivos identifican entidades, y los verbos identifican los procesos, estados o acciones;
cada verbo puede ser, pues, considerado el espacio en el que los partícipes de los distintos
procesos aparecen implícitamente; los nombres no son ora cosa que la rotulación o la
identificación puntual e cada uno de sus partícipes. Así, por ejemplo, el verbo entregar,
implica tres partícipes. Podemos decir que entregar es un predicado con tres partícipes, que
en términos de lógica simbólica denominamos argumentos. Con la sencilla fórmula
f (x1... xn)
se explica que cada verbo es una función con un número determinado de argumentos;
entregar es una función o relación establecida entre x1, x2 y x3. Si convenimos en sustituir
los argumentos por nombres concretos, vemos que se trata simplemente de una operación
de identificación en la que x1 puede ser Juan, x2 puede ser un paquete y x3 el conserje; si,
además, rotulamos semánticamente los argumentos, tendremos que el conserje puede ser
agente o destinatario, que Juan puede ser agente o destinatario y que x2 ha de ser el objeto.
• Los niveles funcionales diferentes nunca se conciben como el paso trasformatorio de uno a
otro, sino como espacios funcionales propios y pertinentes en sí mismo; es decir, que el
ejemplo citado En casa comemos a las tres, nunca se puede explicar en términos funcionales
diciendo que es la realización más o menos destartalada de algo así como Nosotros comemos
(¿algo?) a las tres en casa; sino que el hecho de que algún argumento no esté presente en la
secuencia real tiene su propia explicación funcional, y el orden de aparición de los
elementos también es funcionalmente pertinente. La teoría sintáctica debe ser lo
suficientemente completa como para dar cuenta de los valores funcionales de estos
fenómenos, que se conciben jerárquicamente organizados en algunos modelos. Así, según
Hengeveld, se han de tener en cuenta estos tres niveles de organización del enunciado:
Son éstos, planteamientos que en la segunda mitad de siglo tienen su origen, entre otras fuentes,
en la moderna escuela de Praga; así es clásico el trabajo de F. Danes “A three levels approach to Syntax”,
donde propone un modelo de explicación sintáctica que distinga tres niveles funcionales diferentes:
Especial relevancia ha tenido en las últimas décadas las propuestas teóricas de S. C. Dik, quien,
en 1978, en su obra Gramática Funcional, distinguió tres niveles funcionales diferentes, que identificó
como:
Las funciones semánticas especifican los papeles que representan los referentes de los términos
implicados en el estado de cosas designado por la predicación en que aparecen. Las funciones sintácticas
expresan la perspectiva desde la que se presenta ese estado de cosas en la expresión lingüística. Y el nivel
de las funciones pragmáticas especifica el estatus informativo de los constituyentes dentro de la más
amplia localización comunicativa en que parecen.
La construcción de una oración supone, según Dik, una operación fundamental de ordenamiento
lineal de los partícipes realizada según la perspectiva de uno de ellos; de este modo, una estructura
argumental del tipo
Dar v (x1 : Juan (x1)) Ag (x2 : libro (x2)) Met (x3 : María (x3)) Rec.
Puede dar como resultado dos ordenamientos lineales diferentes según el conjunto se represente desde la
perspectiva de uno u otro de los partícipes implicados:
En el propio ámbito de las teorías lingüísticas españolas de las últimas décadas el tema de las
funciones gramaticales en general, y sintácticas en particular, ha sido objeto de importantes y valiosos
tratamientos para la teoría gramatical; y cada día se consolidan más algunas teorías como importantísimas
aportaciones al conjunto de la ciencia del lenguaje. Es lo que sucede especialmente con los sólidos
modelos teóricos formulados por el profesor A. López y su escuela, donde el tema que no ocupa tiene una
especial relevancia. El conjunto de la teoría lingüística del profesor A. López se conoce con distintos
nombres, nosotros hablaremos ahora de lingüística perceptiva, pues una de los principios básicos consiste
en comprobar cómo la percepción de lo lingüístico sigue leyes muy similares a las leyes perceptivas
universales propias del ser humano. En el ámbito de las funciones sintácticas resulta que los diferentes
niveles de análisis, los distintos tipos de funciones, semánticas, sintácticas, pragmático-comunicativas y
otras, se corresponden, como veremos a continuación con otros tantos niveles perceptivos. Tras sucesivas
formulaciones con terminología todavía un tanto vacilante, en el año 1989 A. López llega a proponer el
siguiente modelo plurifuncional que da cuenta de los distintos niveles funcionales implicados en la
construcción de un enunciado:
1. Nivel de la enunciación.
1.1. Subnivel dialógico (Yo vs. función performativa (no-Yo(s)).
1.2. Subnivel situacional: foco vs. presuposición.
4. Nivel de la rección:
4.1. Subnivel predicativo: sujeto ont. vs. predicado ont.
4.2. Subnivel argumental: sujeto vs. función act. (no-suj.(s)).
Efectivamente, no podemos hablar del sujeto sin más, sino que hemos de hablar de diferentes
niveles en los que encontramos en cada uno de ellos un tipo de función diferente. Así, el sujeto puede ser
entendido en el nivel de la rección como agente, o como término opuesto al predicado; en el nivel de la
concordancia ha de entenderse como elemento gramaticalmente marcado por la relación de concordancia.
En el nivel del orden encontraríamos lo que la gramática tradicional llamaba a veces sujeto psicológico:
tópico o tema en la lingüístico contemporánea, aquello de lo que se habla y que no es necesariamente
coincidente con el sujeto gramatical ni con el agente o sujeto lógico. Y en nivel de la enunciación, el
sujeto de la enunciación es el hablante emisor, que actualiza una determinada función performativa, y que
construye sus enunciados sobre la dicotomía foco vs. presuposición.
Estos cuatro niveles funcionales diferentes tienen su correlato psicológico perceptivo. La Psicología
de la forma, ya distinguió desde los años treinta cuatro leyes perceptivas fundamentales. , que vemos
resumidamente:
1. Ley de la buena forma, según la cual los estímulos tienden a asociarse siguiendo pautas
convencionales que establecen “buenas formas” aceptadas por la comunidad: visualmente se puede
representar así:
A C
B D
2. Ley de la proximidad, según la cual los estímulos próximos tienden a asociarse perceptivamente.
Como y no como
3. Ley de la igualdad, según la cual los estímulos iguales o semejantes tienden a asociarse de forma
inmediata.
como
y no como
4. Ley de la clausura, según la cual los elementos percibidos tienden a establecer configuraciones
cerradas.
En el ámbito de los cuatro niveles funcionales encontramos el correlato de cada una de estas
leyes perceptivas. Así, el nivel de la rección se corresponde perceptivamente con la ley de la clausura,
pues los signos que se complementan mutuamente tienden a agruparse: regente-reción-regido. El nivel de
la concordancia se corresponde perceptivamente con la ley de la igualdad, pues no es otra cosa la
concordancia sino la asociación inmediata de dos signos formalmente idénticos. El nivel del orden se
corresponde perceptivamente con la ley perceptiva e la proximidad, de manera que percibimos el
anunciado en bloques perceptivos que nos agrupan el tema y el rema según relaciones de orden lineal. Y
el nivel de la enunciación se corresponde perceptivamente con la ley perceptiva de la buena forma, pues
lo dicho, lo puesto se fundamenta en lo presupuesto que no hace aceptable, posible y “bueno” según el
conjunto de convenciones socioculturales.
Como podemos comprobar, una teoría como ésta permite integrar en un solo modelo explicativo los
siguientes fenómenos sintácticos:
• Las funciones son funciones semánticas puesto que agente, objeto, instrumento,
destinatario, identifican a los partícipes en el acontecimiento que se pretende representar.
• Las relaciones de concordancia y todas las relaciones formalmente marcadas nos identifican
constituyentes gramaticales según las estructuras propias de cada lengua.
• La funciones pragmático-comunicativas del tipo tema/rema o tópico/comentario, constituyen
el nivel del orden de los constituyentes del enunciado, en el que se identifican funciones
comunicativas: aquello de lo que se habla y lo que se dice de ello.
• La adecuación enunciativa establece otro nivel funcional en el que en un enunciado se
considera la relación de interdependencia entre el enunciado y las presuposiciones
subyacentes que lo hacen posible en un determinado contexto comunicativo.
En la obra de V. BAÉZ SAN JOSÉ, Fundamentos de la gramática de dependencias, Síntesis, Madrid, 199*,
encontramos una buena introducción a la sintaxis funcional que en parte ha sido presentada aquí, pero
desde la teoría de L. Tesniére. El libro clásico de la gramática funcional de S. C. DIK es Gramática
funcional, SGEL, Madrid, 1981. La obra de J. GARRIDO MEDINA, Lógica y Lingüística, Síntesis, Madrid,
1988, es muy útil para que los estudiantes de lingüística se doten de los conocimientos necesarios de
lógica para poder entender la lingüística moderna y en particular las teorías que tienen una
fundamentación lógica, como la vista en este tema sobre argumentos y predicados. La concepción
funcionalista de la sintaxis la encontramos claramente explicada en el libro de S. GUTIÉRREZ ORDÓÑEZ,
Principios de sintaxis funcional, Arco/Libros, Madrid, 1997. La bibliografía de A. LÓPEZ GARCÍA sobre
lingüística perceptiva es muy amplia, pero es básica, aunque requieran ciertos conocimientos previos, su
obra Fundamentos de Lingüística Perceptiva, Gredos, Madrid, 1989; sus estudios sobre sintaxis del
español, Gramática del español I. La oración compuesta, Arco Libros, Madrid, 1996, y Gramática del
español II. Los capítulos VII y VIII de la obra e J. CARLOS MORENO, Curso de Universitario de
Lingüística General, Tomo I, Síntesis, Madrid, 1991 contienen una resumida presentación de los modelos
funcionalistas actuales en sintaxis. Un buen manual introductorio a los temas clásicos de sintaxis lo
encontramos en la obra de S. STATI, La sintaxis, Nueva Imagen, México, 1976.
TEXTOS DE APOYO.
Todo contexto tiende a arropar los enunciados que acoge proporcionándoles interpretaciones
adecuadas que siguen, en el nivel de enunciación, la ley de la buena forma: por eso cuando a un cierto
enunciado se le asocia una interpretación que rompe con dicha tendencia natural, se obtienen efectos
cómicos o sarcásticos. Similarmente el nivel del orden no puede establecer sus reglas del juego sino entre
elementos agrupados por la ley de la proximidad, dejándolas en suspenso en caso contrario. El nivel de la
concordancia, que agrupa elementos que comparten algún rasgo formal, se relaciona obviamente con la
ley de la semejanza. El nivel de la rección, en fin, hace depender un elemento de otro y tiende a constituir
así entidades clausas más amplias que obedecen a la ley de la clausura.
Las funciones sintácticas son roles que ordenan la estructura jerárquica de la secuencia. Las
funciones sintácticas formales no dependen del significado de los funtivos. Esto permite que un mismo
sintagma, sin variación de contenido, pueda aparecer en múltiples funciones y que segmentos con
significado distinto estén capacitados para contraer una misma función:
Es necesario diferenciar entre funciones sintácticas abstractas y funciones sintácticas concretas.
Las primeras son como casillas vacías dispuestas a ser ocupadas por sintagmas:
Sujeto Predicado
Las funciones sintácticas abstractas imponen a los segmentos que las ocupen dos tipos de
condicionamientos:
a) Restricciones categorías: sólo los nombres, por ejemplo, pueden ser sujeto.
b) Restricciones formales: el objeto indirecto ha de llevar la preposición /a/.
Sin embargo, nunca imponen restricciones de contenido: en principio, cualquier nombre puede
ocupar esa casilla que denominamos sujeto.
Las funciones sintácticas concretas son el conjunto formado por la función abstracta y por el
sintagma concreto que la ocupa en un decurso determinado:
Sujeto Predicado
Juan trabaja
3. Según la Gramática funcional de Dik, y otras, los conceptos de Agente, Meta y Receptor
a. Pertenecen al nivel de las funciones pragmáticas.
b. Pertenecen al nivel de las funciones sintácticas.
c. Pertenecen al nivel de las funciones semánticas.