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Título: Injurias vertidas en juicio: procedencia de la reparación por agravio moral


Autor: Altieri, Domingo L.
Publicado en: Sup. Act 11/12/1997, 01/01/1997, 1
I. Bien jurídico tutelado y de las injurias vertidas en juicio
Previo a adentrarnos al estudio de la cuestión que nos ocupará, debemos recordar que el Código Penal
Argentino en el Libro Segundo "de los Delitos", Título II, arts. 109 y sigts. trata de aquellos delitos que ofenden
el honor de las personas.
Cabe señalar, someramente, que el bien jurídico tutelado a nombre de honor es la honra o estimación propia,
esto es, las cualidades que cada persona se puede atribuir a sí mismo (honor subjetivo) y el crédito estimación
ajena, fama o reputación, es decir, aquellas cualidades que nos pueden atribuir los terceros (honor objetivo),
considerados ambos de un modo abstracto, sin condicionamientos a las particularidades de cada individuo.
Ello se deriva de la circunstancia de que el honor es un derecho personalísimo y, por ende, cualquier persona
puede ser sujeto pasivo de esos delitos, no debiendo perderse de vista que por tratarse de delitos considerados
"de peligro" el tipo penal se configura aunque la honra, fama o reputación no se haya real y efectivamente
disminuido (1).
Avanzando en el análisis, diremos que la ley penal distingue la calumnia (o falsa imputación de un delito que
dé lugar a la acción pública) de la injuria (el descrédito o deshonra de otro), y es respecto de esta última que en
su artículo 115 establece que "... las injurias proferidas por los litigantes, apoderados o defensores, en los
escritos, discursos o informes producidos ante los Tribunales y no dados a publicidad, quedarán sujetas
únicamente a las correcciones disciplinarias correspondientes...".
Así, excluida la calumnia (2) que en caso de ocurrir tendría que ser perseguida de manera independiente de
lo que hubiere acontecido en el juicio, la conducta resulta punible si las injurias vertidas en juicio han sido dadas
a publicidad.
Por "dar a publicidad" debe entenderse aquella que es ajena a la naturaleza del propio acto, escrito o discurso
judicial, que el autor no podrá repetir a terceros sin cometer delito. Por ello la publicidad procesal que es propia
del escrito, discurso o informe (v.g. actos del debate contemplados a partir del Libro III, Título I, Cap. II, arts.
363 y cctes. del Código de Procedimientos Penal) "no la da a publicidad" en los términos del art. 115 del C.
Penal (3).
Consecuentemente, si las injurias vertidas en juicio no han sido dadas a publicidad, por medio de una
excusa, "inmunidad judicial" o excepción, la ley penal ha establecido que el hecho típico y antijurídico de la
injuria no merezca pena, quedando su autor únicamente sujeto a las correcciones disciplinarias a que hubiere
lugar.
En principio ha de señalarse que la excepción o excusa de marras ha sido establecida por el legislador a fin
de resguardar o garantizar adecuadamente el ejercicio constitucional de la defensa ante toda autoridad investida
de capacidad para conocer y resolver sobre juicios contenciosos de cualquier índole (4).
Su fundamento podemos encontrarlo en la teoría del "ánimus defendendi", desarrollada por CARRARA (5),
en el sentido que no resulta factible aceptar restricciones a la propia defensa, ya que el propósito de defender los
derechos propios tiene fuerza desincriminante en la injuria, tanto si se obró para tutelar derechos patrimoniales
como para tutelar el honor.
Ello no quiere decir que nos encontremos frente a la anulación del delito por falta de dolo, excluido por el
ánimo de defensa ni tampoco en su justificación, ya que la injuria proferida en juicio es injuria antijurídica y
culpablemente cometida, sino solamente en la presunción de un exceso en la actuación de los litigantes,
apoderados o defensores (6).
Cuantas veces, por ejemplo, el Abogado durante el desarrollo del juicio debe efectuar imputaciones de
gravedad, como la de tachar un testimonio por falsedad o señalar la inhabilidad de un perito, y en el calor del
 

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debate los califica de "mentirosos"; parecerían ser estos algunos de los casos alcanzados por la norma porque es
necesario que el debate judicial sea libre y ajeno a las preocupaciones que puedan disminuir su eficacia.
Más dicha circunstancia no significa otorgar un "bill de impunidad", ya que no debe perderse de vista que en
el hipotético caso en que las manifestaciones de los litigantes, apoderados o defensores no constituyan un mero
desborde en el ejercicio del derecho de la defensa (tal como en los ejemplos de anterior mención), sino que han
perseguido el deliberado propósito de ofender el honor o el decoro de otras partes, terceros y aún de los
Funcionarios y Magistrados intervinientes (ya sea porque las injurias no se produzcan por cuestiones atinentes al
pleito o concernientes a la controversia) será misión de los jueces decidir los límites entre el legítimo ejercicio
de la crítica y la existencia de un puro espíritu de agravio.
Es indudable que el propósito de defender o defenderse no puede ampliar el derecho al de injuriar a
cualquiera, en tanto que la necesidad de resguardar el derecho de defensa exige que exista entre la injuria vertida
y el proceso una relación directa con la materia que se debate.
Puesto que, como bien sostiene Fontán Balestra (7) "... admitir que por el hecho de que las injurias hayan
sido producidas por esas personas y en esas circunstancias, pueden ser dirigidas a cualquiera impunemente, es
poner el honor de todos y de cualquiera a disposición de quién pleitea...", por lo que no podrá consentirse que
está amparada por la excusa cualquier injuria innecesaria para el ejercicio del derecho de defensa por el sólo
hecho de haber sido vertida en juicio.
II. Procedencia de la reparación
Debemos iniciar el análisis recordando que enseñaba LLAMBIAS (8) que "...cuando un hecho no sólo
configura un delito criminal sino también un ilícito civil su autor está incurso en una y otra responsabilidad.
Como autor del daño estará obligado a repararlo en el ámbito de la responsabilidad civil (art. 1077 del C. Civil),
en tanto que como autor de un hecho incriminado por el Código Penal está sujeto a la penalidad
correspondiente...".
Mas advertida la existencia de la excusa absolutoria del art. 115 del C. Penal, corresponde desentrañar si
aquella norma se limita a constituir una mera causa de inculpabilidad penal, o bien se extiende incluso al ámbito
del derecho privado de modo de tornar imposible cualquier reclamo que por reparación del daño se efectuara.
Recurriendo a las fuentes debemos recordar que la excusa de marras fue introducida en nuestra legislación
por el art. 143 del proyecto de Código Penal del año 1891, hallándose dicha norma en concordancia, entre otros,
con el art. 398 del Código Penal Italiano de 1889 y el art. 377 del Francés de 1810, y si bien ninguno de ellos es
idéntico al actual artículo 115 del C. Penal, a los fines de nuestro estudio resulta conducente señalar que de ellos
se desprende que no obstante que el Juez se hallaba impedido de proceder penalmente contra el autor de la
injuria, podía ordenar la supresión, en todo o en parte, de las escrituras ofensivas y, a instancias del ofendido,
fijarle una reparación pecuniaria (9).
Dicho criterio fue seguido por la doctrina nacional y extranjera en general. Así, por ejemplo, en una vieja
traducción referida a la protección civil del honor (10), elaborada por el catedrático Artur HEISE de la
Universidad de GÖTTIGEN /ALEMANIA, se señala que aunque el sujeto se vea eximido de sanción penal por
haber injuriado a otro al defender sus intereses legítimos, no existen motivos suficientes para eximir a su autor
de responsabilidad civil.
En la misma línea, se ha sostenido que el propósito de ofender el honor o el decoro de una de las partes en el
litigio puede ser manifiesto, sin que por ello deje de jugar la eximente. En tal caso la excusa sólo funciona en el
campo penal, toda vez que subsiste en los planos disciplinarios y civiles (11).
Tras equiparar la excepción que nos ocupa con la excusa absolutoria contemplada en el art. 185 del C. Penal,
Ricardo NUÑEZ, explica que si bien el autor del agravio queda absuelto de responsabilidad penal por la excusa
de que la injuria ha sido proferida en juicio, ello no afecta la pertinente responsabilidad civil (12).
Similar criterio había sido expuesto por MANZINI (13), quien sin embargo sostuvo que la llamada
 

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"inmunidad judicial" tiene carácter prevalentemente relativo, porque excluye solamente la ilegitimidad penal,
mientras que subsiste la ilegitimidad del hecho para los efectos disciplinarios y civiles.
Permítasenos discrepar aquí con el maestro italiano, ya que a nuestro juicio no es correcto señalar que la
excusa excluya la "ilegitimidad penal"; la injuria vertida en juicio y no dada a publicidad es una injuria
antijurídica y culpablemente cometida por su autor, y por ende se mantiene tanto la ilegitimidad penal como la
civil.
No debemos confundir la ilicitud del acto con la punibilidad del mismo, ya que la pena de que se exime al
autor o la obligación que aquél tendrá de resarcir no son elementos de la ilicitud o antijuricidad sino sólo dos de
las eventuales consecuencias que puede acarrear el acto ilícito.
Como bien enseñaba ORGAZ (14) no puede existir una ilicitud que sea exclusivamente penal o
exclusivamente civil ya que el carácter de ilícito de un acto se extiende a todas las ramas del Derecho; distinto
es determinar si esa ilicitud deba ser punible o no, cuestión que queda reservada al Legislador quién resolverá no
sólo teniendo en cuenta el carácter del acto sino también los intereses más directamente ligados a una
determinada represión.
La solución propuesta parece ser la más lógica por cuanto, como se ha señalado, los presupuestos de
responsabilidad civil —antijuricidad y culpabilidad— permanecen intactos, en tanto que el ordenamiento
jurídico civil carece de normas que dispongan que en este caso el hecho antijurídico, culpable y dañoso no deba
acarrear responsabilidad (15).
Dicha aseveración no pretende desconocer en modo alguno la unidad sustancial del ordenamiento jurídico, y
la necesidad de integrar el derecho penal y civil a través de los muchos conceptos comunes, sino que se
circunscribe a señalar el diferente carácter de la responsabilidad que en cada caso se consagra como
consecuencia de la infracción al ordenamiento jurídico: la aplicación de una pena o sanción represiva, aflictiva
en la que está interesado el interés público, y la indemnización de un daño privado o sanción resarcitoria,
reparadora; sanciones que no son excluyentes sino acumulativas conforme lo señala el art. 1090 "in fine" del
Código Civil (16).
En tal caso, la obligación de reparar el daño moral se origina ya sea que exista la voluntad y conciencia de
desacreditar o deshonrar al otro, es decir, que el sujeto activo haya actuado con dolo, o porque no se hubiera
obrado con malicia sino en forma culposa. Para el primero de tales supuestos legisla específicamente el art. 1089
del C. Civil, y para el segundo lo hace el art. 1109 del mismo cuerpo legal. En ambos casos es factible el
resarcimiento del agravio moral, admitido sin cuestionamiento desde la reforma al art. 1078 por la ley 17.711
(17), ya que por su naturaleza el mero acaecimiento de la injuria, más allá de dónde tuvo esta lugar, es la que
importa el desmedro de las afecciones legítimas y de la integridad moral de la víctima (18).
Así lo ha entendido la jurisprudencia al señalar que "... en el orden civil, el animus injuriandi carece de
implicancias, pues aún la conducta ofensiva culpable engendra la obligación de resarcir el daño causado. La
protección civil al honor es más amplia que la penal, campo en el que tiene relevancia la discusión sobre la
necesidad de la intención maligna del agente, consistente en el propósito de ofender. Si se han atacado los
sentimientos legítimos... existe agravio moral que no necesita ser probado en virtud de que su existencia se tiene
por acreditada por el sólo hecho de la acción antijurídica y la titularidad de la accionante es una prueba que
surge de los hechos mismos" (19).
Es decir, no será necesario que la víctima pruebe la culpa o el dolo del que con la injuria causó el agravio, ya
que la cuestión hoy se centra en la potencialidad del daño y en aquél que lo sufre. Bastará probar la existencia
del infundio, el ataque directo a la respetabilidad para que aparezca el daño y la responsabilidad del agente.
De todo lo expuesto puede colegirse que si ha habido lesión al honor desde el punto de vista civil ella debe
ser resarcida como se prevé para cualquier daño moral causado por un acto ilícito —art. 1078 del C. Civil—.
Dado que la injuria excusada resulta ser siempre antijurídica y culpable, la exención de pena prevista en la
ley penal, no impide el reclamo de la obligación de indemnizar el daño moral que se haya causado (20).
 

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III. Innecesariedad de promover el juicio penal


Ahora bien, por lo general, la víctima de un delito contra el honor para obtener la reparación del daño
sufrido concurre a la Justicia Penal (en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires lo hará ante la Justicia Nacional en
lo Criminal Correccional) en donde ejercita la acción civil reparatoria como accesoria a la querella por injurias
(arts. 29 del C. Penal, y 87 a 96, 415 y cctes. del Código de Procedimientos Penal, ley 23.984).
Mas en el caso en estudio, al encontrarse exento de pena el autor de las injurias vertidas en juicio, la
promoción de una querella criminal al sólo efecto de ejercer allí la acción de resarcimiento parecería no ser
razonable. En tal caso, nada impide al ofendido por la injuria el ejercicio de la acción de reparación del perjuicio
ante la propia Justicia Civil, pues conforme lo ha sostenido la jurisprudencia "... si de los antecedentes reunidos
permitieran considerar el hecho como un delito de derecho criminal no sería óbice la ausencia de un
pronunciamiento en ese sentido en el fuero penal, pues no existiendo allí cosa juzgada nada se opone a que la
Justicia Civil ejercite su potestad de decidir, al sólo efecto de fijar el alcance de la reparación, si el hecho reviste
aquél carácter..." (21).
Consecuentemente, en el estado actual de la legislación, doctrina y jurisprudencia pacífica, nada impide a
quién ha sido objeto de un delito contra el honor en general, y por ende de una injuria en juicio en particular, a
no promover una querella por delito de acción privada en sede penal para ejercer allí la acción reparatoria,
optando en su lugar por la vía civil. Existen para ello, entre otros, dos motivos: 1°) toda lesión debe ser reparada
si no se desea ocasionar una injusticia, y 2°) el Código Civil no establece la menor prejudicialidad en la materia.
En efecto, la ley civil sustantiva lejos de exigir como principio general que el hecho delictuoso reciba
previamente su calificación ante la jurisdicción llamada a juzgarlo, como requisito esencial para que en la
Justicia Civil pueda conocerse y resolver sobre sus consecuencias bajo el punto de vista que le compete hacerlo,
precisamente sanciona lo contrario, como resulta con claridad del texto del art. 1101 del C. Civil.
Dicha norma estatuye que no habrá condenación en juicio civil antes de la condenación del acusado en el
juicio criminal "si la acción criminal hubiera precedido a la acción civil o fuera intentada pendiente ésta", salvo
en los casos en que hubiera fallecido el acusado antes de ser juzgado en la acción criminal, en cuyo caso la
acción civil puede ser intentada o continuada contra los herederos; y en el de la ausencia del acusado, en que la
acción criminal no puede ser intentada o continuada.
De lo expuesto se desprende, sin lugar a dudas, que la acción civil por reparación de daño motivada por un
delito, salvo las excepciones que consagra aquella norma, puede ser intentada sin la existencia previa del juicio
penal.
Así la Justicia Civil podrá examinar la posibilidad de si la conducta reprochada configuró un delito criminal
al sólo efecto de resarcir el daño moral, ya que en forma paralela a los delitos de injurias y calumnias, como
modo penal de defender el honor de las personas, en el ámbito civil este derecho personalísimo tiene tutela
propia "mas amplia y sutil" (22).
IV. Epílogo
A modo de conclusión cabe recordar que la Corte Suprema de Justicia de la Nación ha sostenido que "...es
contradictorio considerar como propio de la naturaleza o esencia del derecho de defensa ejercido en Justicia la
posibilidad de cometer una injusticia impunemente; contradicción que sólo podría superarse sosteniendo, contra
la realidad de las cosas, que el agravio hecho al honor de una persona deja de serlo cuando lo constituyen
expresiones de una defensa judicial" (23).
Y si bien frente a una injuria vertida en juicio, y no dada a publicidad, funcionará la referida excusa
impidiendo que su autor sea penado, toda vez que la injuria resulta ser siempre un hecho antijurídico y culpable,
la exención de pena prevista en la ley penal no impide el reclamo de la obligación de resarcir el daño moral que
se haya causado.
En tal caso la indemnización del daño inferido no tendrá un carácter eminentemente resarcitorio, sino
 

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punitorio (24) ya que constituirá una verdadera pena para el ofensor, criterio que se traduce en un resultado de
estricta justicia.

Especial para La Ley. Derechos reservados (ley 11.723)


 (1) CREUS, Carlos "Derecho Penal - Parte Especial T° 1, p. 138 y sigtes., Astrea 1992; SOLER, Sebastián,
"Tratado de Derecho Penal Argentino", t. III, p. 189 y sigtes., Ed. TEA, 1983.
 (2) La ley 23.077, art. lo vuelve al texto originario al derogar las modificaciones introducidas por la ley
21.338 que hablaba en gral. de "ofensas", con lo que estas quedaban incluidas.
 (3) FONTAN BALESTRA, Carlos "Tratado de Derecho Penal", t. IV, Parte Especial, p. 477, Ed. Abeledo-
Perrot; Silvina CATUCCI, "Calumnias e Injurias" p. 170 y sigtes., Ed. Ediar, 1982.
 (4) SOLER, obra cit.; FONTAN BALESTRA, obra cit. p. 471; RIZZI, Luis María "Ofensas en Juicio"
public. en "Lecciones y Ensayos", 2da. Epoca n° 1, dic, 1981, p. 130-141, Bs. As., Facultad de Dcho. y Cs.
Sociales.
 (5) CARRARA, Francesco, "Programa de Curso de Derecho Criminal", Vol. II., parágr. 834 y sigtes., 976 y
sigts., Vol. III parágr. 1761, Bs. As., Ed. Temis-Depalma, reimpr. 1974.
 (6) MADARIAGA, Miguel Angel, "La defensa en juicio y el delito de injurias", L.L. 1989-E, 361/365.
 (7) FONTAN BALESTRA, ob. cit., p. 475.
 (8) LLAMBIAS, Jorge Joaquín, "Código Civil - comentado", t. II-B- arts. 896 a 1136, Ed. Abeledo-Perrot,
1979.
 (9) Art. 398 del C. Penal Italiano de 1889: "No se procede por las ofensas contenidas en los escritos
presentados o en los discursos pronunciados por las partes o por sus patrocinadores en causa, ante la Autoridad
judiciaria, concernientes a la controversia; pero además de las medidas disciplinarias establecidas por la ley, el
juez resolviendo en la causa, puede ordenar la supresión, en todo o en parte, de las escrituras ofensivas, y, a
instancia del ofendido, fijarle una reparación pecuniaria". Art. 377 del C. Penal Francés de 1810: "Respecto de
las imputaciones y de las injurias que contengan los escritos relativos a la defensa de las partes o alegatos, los
jueces conocientes del litigio podrán, juzgando la causa, resolver la supresión de las injurias o de los escritos
injuriosos o amonestar a los autores del delito o suspenderlos en sus funciones y disponer sobre los daños e
intereses".
 (10) "La Protección del Honor en el Derecho Civil" por Artur HEISE, trad. por Carlos ROTH en Boletín del
Instituto de Derecho Civil de la Universidad Nacional de Córdoba, año 1940/2 N° 2, p. 518 y sigts.
 (11) FONTAN BALESTRA, ob. cit., p. 472.
 (12) NUÑEZ, Ricardo, "Derecho Penal Argentino" - Parte Especial, t. IV, ps. 171 y sigtes., Ed. Omeba.
 (13) MANZINI, Vicenzo, "Trattato de Diritto Penale", Torino 1947, Vol VIII, ps. 458/466.
 (14) ORGAZ, Alfredo "El acto ilícito", L.L. t. 140, oct.-dic. 1970, ps. 1099/1010.
 (15) KEMELMAJER de CARLUCCI, Aída en "Código Civil - Comentado", —Dir. BELLUSCIO, Augusto
— t. V, p.. 249 y sigtes, Ed. Astrea, 1984.
 (16) LLAMBIAS, obra citada; ZAVALA de GONZALEZ, Matilde M. "Responsabilidad Civil y Penal en
los delitos contra el honor", JA., 1980 t. 1, ps. 755.
 (17) ALTERINI, Atilio Aníbal "Responsabilidad Civil —Límites— ps. 199 y sigts., Ed. Abeledo-Perrot.
 (18) CNCiv, sala A. María LUACES - sent. def. N° 039297 "Marín Figueroa, Marcos E. c/ Aschieri de
Oller, Elisa s/ daños y perjuicios", rta. 9/3/20.
 (19) CNCiv., Sala M —Ray— Sent. Def. C 094670, "Guy Williams c/ Editorial Abril S.A. s/ daños y
perjuicios", rta. 22/11/91.
 

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 (20) El estudio que hemos realizado se limita a establecer la procedencia de la reparación del agravio moral
en el caso de injurias excusadas por haber sido vertidas en juicio. Damos por sobreentendido, para no
excedernos en la tarea propuesta, que si a consecuencia de dicha conducta se ocasionara a la víctima un
menoscabo en el patrimonio, afectando su actual composición o sus posibilidades futuras, circunstancia que
deberá ser fehacientemente probada, ese daño patrimonial deberá ser también resarcido.
 (21) Conf. CNCiv., sala E., julio 31-974 - "Sánchez, Ricardo c/ Iglesias, Saturnino, ED., t. 57, p. 361. En
igual sentido, CNCiv., la. Cap. 2/12/31, JA., 37-163; CApel. M. del Plata, 2/4/63, JA., 1963-III-199; CNCiv.,
sala G, 9/3/81, ED., 92-455; Id., sala F, 2/ 9/69, L.L., 137-598; íd., sala E, 16/3/64, ED., 14-81, fallo 7180,
etcétera.
 (22) Conf. CNCiv., sala C, diciembre 19-1980, "Koseltein, Adolfo R. c/ Ramos, Blanca y otros, E.D. 92-
455; En igual sentido: CNCiv., Sala E, mayo 17-1966, EH., 16-164; CNCiv., sala B, agosto 5-1974, ED., 57-
359.
 (23) C.S.J.N. t. 311, p. 1438, s. 401 XXI, c. Schoklender, Sergio N° 19.889 rta. 11/08/89.
 (24) CNCiv., Sala A, abril 22-1980 "Koseltein, Adolfo R. c/Simone de Cevallos, Emilia" en el Derecho de
Disco Láser © Albremática, 1995 - récord lógico 332559.

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JURIDICO PROTEGIDO ~ DELITOS CONTRA EL HONOR ~ DELITO DE INJURIA ~ INDEMNIZACION

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