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TRABAJO DE PATROLOGÍA II
DE OCTO DULCITII
QUAESTIONIBUS
TOLETI
PROEMIO…………………………………………………………………2
SÍNTESIS…………………………………………………………………..3
VALORACIÓN
PERSONAL………………………………………………......7
PROEMIO
Nos encontramos ante una obra de san Agustín elaborada como repuesta a
ocho preguntas o quaestiones que le propone un amigo laico llamado Dulcicio.
Este era un militar católico, tribuno y notario imperial, que, con la confianza del
emperador Flavio Honorio, tenía encomendada la misión de unificar la
provincia africana, rota por la escisión donatista, mediante la aplicación de
leyes y edictos contra estos. Se mueve en Cartago entre el círculo de católicos
serios que son amigos de san Agustín, teniéndole como maestro espiritual.
Por ello, hacia el 424, Dulcicio envía desde Cartago a Agustín ocho cuestiones
de teología que le preocupan, y recibe la respuesta en el siguiente tratado. Al
contestar, el propio san Agustín admite en las Retractaciones que todas las
cuestiones, excepto la quinta, las contesta con textos originales de otras obras.
Estas preguntas, con sus respuestas, serían:
7. Sobre los textos de Gen 20 y 12: ¿Sara evitó realmente el estupro? Con
textos de su obra Contra Faustum manichaeum o Contra Fausto, 22,33.
8. Sobre el texto Gen 1,2: Y el Espíritu de Dios se cernía sobre las aguas. Con el
texto De Genesi ad litteram o El Génesis literal, 1,5,11-1,7,13.
SÍNTESIS
PRÓLOGO
Admite su diligencia de responder en cuanto pudo (dando solución, o al
menos un punto de vista), tras unos asuntos en Cartago, ya recibida su carta, y
de los asuntos retrasados de la diócesis propia. Añade, además, que la quinta
pregunta, por no haberla encontrada respondida, la ha referido al final, pues las
demás serán una mera reproducción de sus otros textos.
8
Mt 15, 26-28
9
Ef 5, 5-6
10
2 Cor 5, 10
También añade lo que dijo a Lorenzo, hermano de Dulcicio 11, y dice que a los
que no aprovecha la ofrenda, quizá consuele a los que la ofrecen o sirva para
hacer más tolerable la condenación de esos difuntos.
3ª PREGUNTA: si el juicio será inmediato a la venida del Señor o poco
después, tras sufrir la muerte o mutación del cuerpo glorioso.
San Agustín contesta con el Credo: Cristo viene de nuevo para juzgar. Y
añade lo que escribió a Mercator, contra los pelagianos, que no creen en la
muerte como castigo del pecado: los que estén vivos entonces, no morirán, sino
que se transformarán a la inmortalidad12, aunque hay otra opinión según otros
pasajes13 que dice que todos morirán para poder todos resucitar. Pero no está
seguro, y explica el sentido primero, aduciendo una cita 14 y el símbolo de fe: “a
juzgar a vivos y muertos”. Pero manifiesta aun así su ignorancia ante el sentido
de aquellos otros pasajes en contraposición aparente a esto. Concluye haciendo
una exhortación a la humildad intelectual ante Dios, único Maestro.
4ª PREGUNTA: por qué la bendición a los hijos de los justos, pues algunos son
malvados y, en cambio, algunos hijos de injustos son justos.
Responde con una bella exégesis del salmo 111: da el sentido a la
descendencia como si fueran las obras de misericordia del justo (será bendecida la
generación de los justos15) y su rectitud de corazón (su casa se llena de gloria y de
riquezas16).
6ª PREGUNTA: si en 1 Re 28, 7 pudo la pitonisa invocar a Samuel del infierno.
Afirma que Simpliciano, obispo de Milán, le preguntó ya esto: dice que no
tiene nada de especial que un demonio suscitase a este santo profeta, pues, a
través de numerosos ejemplos de esto con otros santos (Job, apóstoles), incluso
se presentó al Señor para tentarle en el desierto (lo cual es mucho más
importante). Aun así, no sabemos cómo lo hizo, pero sí que fue según la
providencia divina y no contra Su voluntad. Además, el alma de Samuel no
perdió dignidad ni santidad. La pregunta es si fue el espíritu del mismo Samuel
o fue un fantasma simulado por el demonio. Y si fuera esto último, su poder de
adivinación se debe a que Dios se lo permitió saber en pro de su plan
providente, aunque los demonios lo usen para engañar.
7ª PREGUNTA: cómo decir que Sara no adulteró si Abimelec fue apartado en
sueños de su unión con ella y el Faraón la conoció.
No se dice que el Faraón se acostara con ella, pues hay una tradición antigua
de preparar a las futuras mujeres del rey, y en ese tiempo sucedió aquello hecho
11
“Ninguno espere merecer delante de Dios, cuando hubiere muerto, lo que durante la vida despreció”, SAN
AGUSTÍN DE HIPONA, Obras completas de san Agustín XL. Escritos varios II, BAC, 1995, 389.
12
Tes 4, 14-16
13
1 Cor 15, 36. 51
14
Cf. 2 Cor 5, 4
15
Sal 111, 2
16
Sal 111, 3
por el Señor que lo apartó de ella, como también ocurrió a Abimelec. Para
verificar esto, añade un hecho reciente que le sucedió a un mauritano que raptó
a una viuda y expone las apologías que hizo contra Fausto maniqueo, el cual
calumniaba a Abraham por vender a su mujer y hermana. Admite finalmente la
pureza y rectitud de intención de Abraham, su confianza en el Señor y su amor
a su mujer.
8ª PREGUNTA: si el Espíritu Santo era el Espíritu de Dios que se cernía sobre las
aguas en Gn 1, 2.
Responde con su comentario al Génesis: sí simboliza al Espíritu Santo, y
simboliza la bondad y el amor de Dios al crear la criatura.
5ª PREGUNTA: cómo David fue elegido según el corazón del Señor si cometió
tales crímenes.
Dios previó que iba a pecar, pero también que iba a arrepentirse con gran
humildad y penitencia. Su pecado, como dice el Salmo 31, 1-2, no le ha sido
imputado. Además, se dijo proféticamente de Cristo, descendiente de David, y
aduce unos pasajes de Ezequiel17 , de Oseas18 y de los Hechos19.
CONCLUSIÓN
Concluye finalmente el tratado pidiendo la colaboración si su amigo
encontrase alguna solución mejor, porque como él dice y no ha dejado de
repetir a lo largo del tratado: “magis amo discere quam docere”.
VALORACIÓN PERSONAL
Considero esta obra —que encontré de casualidad, buscando leer algo de san
Agustín, al que tanto admiro— un auténtico testimonio de la preocupación de
17
Cf. Ez 34, 23-24. 37, 22-24
18
Cf. Os 3, 4-5
19
Cf. Hch 13, 21-23
Agustín por llevar al hombre a la Verdad que es Cristo, y que Él descubrió en
su vida. Ese amor a la verdad le lleva a cuidar esta serie de “laicos
comprometidos” con ansias de empaparse de las enseñanzas del Evangelio y de
toda la Sagrada Escritura, a la que tanto amor tuvo el Hiponense.
Es un magnífico libro en el que, de una forma rápida, por la sencillez y
cortedad de las preguntas, pero de forma técnica y detallada, con abundantes
textos de la Sagrada Escritura y de sus obras, da respuesta a las pocas, pero
importantes y cruciales dudas de este funcionario romano de Cartago. Dulcicio,
imagino, confiaría en que este santo teólogo sabría responder a todas sus
cuestiones y, sin embargo, Agustín tras cada respuesta acaba admitiendo su
pequeñez e ignorancia, a pesar de “dar en el clavo” en cada contestación. Un
ejemplo grande de santidad y humildad intelectual de este gigante Padre de la
Iglesia.
Por todo ello, sumando lo interesante de las cuestiones, preguntas que
cualquiera de nosotros nos haríamos o nos hemos hecho ya, presento este
tratado como una muy buena obra suya y, aunque desapercibida, nos da un
testimonio interesante de la actividad ordinaria del obispo de Hipona.