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INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS TEOLÓGICOS

SAN ILDEFONSO DE TOLEDO

Agregado a la UNIVERSIDAD ECLESIÁSTICA


SAN DÁMASO DE MADRID

TRABAJO DE PATROLOGÍA II

DE OCTO DULCITII
QUAESTIONIBUS

SANCTVS AVGVSTINVS HIPPONENSIS

AUTOR: D. Manuel Vázquez Álvarez

PROFESOR: Dr. D. José Ramón Díaz Sánchez Cid

TOLETI

ANNO DOMINI MMXIX


ÍNDICE

PROEMIO…………………………………………………………………2

SÍNTESIS…………………………………………………………………..3

VALORACIÓN
PERSONAL………………………………………………......7
PROEMIO
Nos encontramos ante una obra de san Agustín elaborada como repuesta a
ocho preguntas o quaestiones que le propone un amigo laico llamado Dulcicio.
Este era un militar católico, tribuno y notario imperial, que, con la confianza del
emperador Flavio Honorio, tenía encomendada la misión de unificar la
provincia africana, rota por la escisión donatista, mediante la aplicación de
leyes y edictos contra estos. Se mueve en Cartago entre el círculo de católicos
serios que son amigos de san Agustín, teniéndole como maestro espiritual.

Por ello, hacia el 424, Dulcicio envía desde Cartago a Agustín ocho cuestiones
de teología que le preocupan, y recibe la respuesta en el siguiente tratado. Al
contestar, el propio san Agustín admite en las Retractaciones que todas las
cuestiones, excepto la quinta, las contesta con textos originales de otras obras.
Estas preguntas, con sus respuestas, serían:

1. ¿Los bautizados que pecan después del bautismo mereciendo el


infierno, se pueden librar de él? Con los textos de «De fide et operibus», 14,23-
16,30; y en Enchiridion o Manual de fe, esperanza y caridad a Lorenzo, 67-69.

2. ¿Sirven de algo a los difuntos las ofrendas, sufragios, oraciones y las


misas ofrecidas por ellos? Con los textos de De cura pro mortuis gerenda o La
piedad con los difuntos, 1,1-2, y en Enchiridion, 29,109-110.

3. ¿Es de fe el juicio final a la venida del Señor o será aún después de un


tiempo? Con textos de la carta 193, 4, 9-13.

4. Sobre el salmo 111,2-3 a propósito de la bendición profetizada por


David a los hijos de los justos. Con lo que escribió en Enarrationes in Ps. 111,2-
3 o Comentarios al salmo 111.

5. Sobre la cuestión planteada en el libro 3 de los Reyes, 8,16 de ¿cómo


David pudo ser elegido «según el corazón de Dios», cuando cometió tantos
pecados? Con un texto breve, pero del todo original, que coloca al final.

6. Sobre el profeta Samuel, evocado por la pitonisa. Con lo que había


escrito en las Cuestiones a Simpliciano, 2, q.33.

7. Sobre los textos de Gen 20 y 12: ¿Sara evitó realmente el estupro? Con
textos de su obra Contra Faustum manichaeum o Contra Fausto, 22,33.

8. Sobre el texto Gen 1,2: Y el Espíritu de Dios se cernía sobre las aguas. Con el
texto De Genesi ad litteram o El Génesis literal, 1,5,11-1,7,13.
SÍNTESIS
PRÓLOGO
Admite su diligencia de responder en cuanto pudo (dando solución, o al
menos un punto de vista), tras unos asuntos en Cartago, ya recibida su carta, y
de los asuntos retrasados de la diócesis propia. Añade, además, que la quinta
pregunta, por no haberla encontrada respondida, la ha referido al final, pues las
demás serán una mera reproducción de sus otros textos.

1ª PREGUNTA: si los pecadores después del bautismo salen del infierno,


pues algunos creen que el castigo es tan eterno como el premio, otros creen que
sí saldrán, porque “no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último cuarto”, pero
aun así saldrá, como dice san Pablo “Al fin se salvará, pero como por medio del
fuego”.
Responde con De fide et operibus: “la fe sin obras es una fe muerta”, dice, citando
al apóstol Santiago en su carta, citando también que incluso los demonios
tienen fe (aunque evidentemente natural) y no se salvan, pues el mismo Jesús
los reprende. Aquel pasaje del Apóstol Pablo 1 está mal interpretado: los que
construyen sobre oro…, son los que añaden buenas obras a la fe; y los que
construyen sobre heno…, son los que, aun con obras malas, tienen fe. Lo cual es
erróneo, y enumera una serie de consecuencias concretas, para contraponer
finalmente a todo esto otras palabras de san Pablo: Si tuviese toda la fe hasta para
trasladar montañas, pero no tengo caridad, nada soy 2, Santiago: ¿Qué le aprovecha,
hermanos míos, si uno dice que tiene fe, pero no obras? 3, san Pedro: Así que a vosotros
el bautismo os salva de una forma parecida, no la limpieza de las suciedades de la carne,
sino el examen de la buena conciencia4 y Jesús: Si quieres llegar a la vida, guarda los
mandamientos. Incluso Jesús condena a los que no han hecho buenas obras 5.
Además, sin amor, las obras de misericordia no valen nada, como ya decía san
Pablo6, pues quien ama la iniquidad, odia su alma (Sal 10, 6). Y por último afirma la
eternidad del fuego del castigo, citando al Señor7.
A continuación, expone el sentido verdadero: la Sagrada Escritura atestigua
que la fe obra por el amor, pero sin obras no puede salvar, ni sin fuego, ni con fuego .
Por tanto, la fe en Cristo, obra por la caridad, contra los demonios que creen por
temor. Luego, explica el sentido del pasaje de san Pablo mediante el pasaje del
joven rico: se edifica sobre oro, plata…, cuando además de hacer lo mandado
por Dios, se intenta agradarle; en cambio, se edifica sobre heno, paja…, cuando,
cumpliendo con la ley de Dios, se hace con “algún afecto carnal” (carnali quodam
1
1 Cor 3, 11-15
2
1 Cor 13, 2
3
Sant 2, 14
4
1 Pe 3, 21
5
Mt 25, 41
6
1 Cor 13, 3
7
Mt 25, 46
affectu), aun con buena intención, y así, por este afecto, edificaría, como, v.g., el
casado que intenta agradar a su mujer en cosas mundanas. Por esto, al amar
esto con afecto carnal, pero sin quitar el fundamento en la fe que obra por el
amor, se salvarán al final por medio del fuego de las tribulaciones de la vida.
Pero el que las ama por pecados, lo cual sería su fundamento, no se salvará,
pues perdió el verdadero fundamento.
Detalla una vez más esto mediante la imagen de una separación matrimonial
por ser un cónyuge cristiano: este cristiano, abandonará a su mujer con dolor,
por estar apegado todavía a ella y así construye todavía sobre paja con
fundamento en la fe que obra por amor; o conservará a su mujer sin dolor, por
misericordia queriendo que se salve, pues su interés es agradar a Dios y vive
como si no la tuviera, construyendo sobre oro. Y concluye, reafirmando todo
esto. Comenta la fe de la cananea8, fe que empezó ya a obrar por el amor,
corregida por el Señor.
También en el libro De Fide, Spe et Caritate contesta sobre esto: renombra su
tratado que acabamos de ver, diciendo que ya contestó a esto allá,
remontándose a lo de construir sobre el fundamento que es Cristo heno (este
simboliza las cosas temporales que se pierden con dolor del alma por el fuego
de la tribulación) u oro. Añade que el que, en tiempo de tentación, prefiere
quedarse con estas cosas temporales (heno) a perderlas, se condenará. Este
fuego purificador de esta vida probará las dos construcciones: la del hombre
que en las cosas de Dios trata de agradar a Dios (la cual no será consumida) y la
del hombre que en las cosas mundanas trata de agradar a su mujer (la cual será
purificada por las tribulaciones, sin importarle su perdida pues está fundado en
Cristo). Y también podrá suceder esto tras la muerte, aunque solo a los que
están “a la derecha”, a los que amaron cosas perecederas, arrepentidos y con
sus pecados perdonados.
Finaliza, aclarando el pasaje de Mt 1, 25 (No saldrás de allí hasta que pagues el
último cuarto), con otros pasajes de san Pablo9, para no caer en el laxismo moral.
2ª PREGUNTA: si la ofrenda por los difuntos les sirve de algo, pues nosotros
nos aliviamos por nuestras obras y en el infierno no pueden ya alabar al Señor,
solo confesando las culpas, con mayor refrigerio que cualquier ofrenda.
Responde con el libro que escribió a san Paulino de Nola, que le preguntó
sobre si sirve de algo la sepultura de difuntos: para ver si concuerda con el
pasaje del Apóstol10, en el que supone que para provecho del juicio hay que
hacer antes de la muerte. Por ello, en esta vida se hacen méritos para salvarse, y
después se reciben o no las oblaciones de otros fieles en la medida de aquellos
méritos. De este modo a algunos les aprovecha y a otros no; aun así, no es vano
para la Iglesia ofrecer estas oblaciones.

8
Mt 15, 26-28
9
Ef 5, 5-6
10
2 Cor 5, 10
También añade lo que dijo a Lorenzo, hermano de Dulcicio 11, y dice que a los
que no aprovecha la ofrenda, quizá consuele a los que la ofrecen o sirva para
hacer más tolerable la condenación de esos difuntos.
3ª PREGUNTA: si el juicio será inmediato a la venida del Señor o poco
después, tras sufrir la muerte o mutación del cuerpo glorioso.
San Agustín contesta con el Credo: Cristo viene de nuevo para juzgar. Y
añade lo que escribió a Mercator, contra los pelagianos, que no creen en la
muerte como castigo del pecado: los que estén vivos entonces, no morirán, sino
que se transformarán a la inmortalidad12, aunque hay otra opinión según otros
pasajes13 que dice que todos morirán para poder todos resucitar. Pero no está
seguro, y explica el sentido primero, aduciendo una cita 14 y el símbolo de fe: “a
juzgar a vivos y muertos”. Pero manifiesta aun así su ignorancia ante el sentido
de aquellos otros pasajes en contraposición aparente a esto. Concluye haciendo
una exhortación a la humildad intelectual ante Dios, único Maestro.
4ª PREGUNTA: por qué la bendición a los hijos de los justos, pues algunos son
malvados y, en cambio, algunos hijos de injustos son justos.
Responde con una bella exégesis del salmo 111: da el sentido a la
descendencia como si fueran las obras de misericordia del justo (será bendecida la
generación de los justos15) y su rectitud de corazón (su casa se llena de gloria y de
riquezas16).
6ª PREGUNTA: si en 1 Re 28, 7 pudo la pitonisa invocar a Samuel del infierno.
Afirma que Simpliciano, obispo de Milán, le preguntó ya esto: dice que no
tiene nada de especial que un demonio suscitase a este santo profeta, pues, a
través de numerosos ejemplos de esto con otros santos (Job, apóstoles), incluso
se presentó al Señor para tentarle en el desierto (lo cual es mucho más
importante). Aun así, no sabemos cómo lo hizo, pero sí que fue según la
providencia divina y no contra Su voluntad. Además, el alma de Samuel no
perdió dignidad ni santidad. La pregunta es si fue el espíritu del mismo Samuel
o fue un fantasma simulado por el demonio. Y si fuera esto último, su poder de
adivinación se debe a que Dios se lo permitió saber en pro de su plan
providente, aunque los demonios lo usen para engañar.
7ª PREGUNTA: cómo decir que Sara no adulteró si Abimelec fue apartado en
sueños de su unión con ella y el Faraón la conoció.
No se dice que el Faraón se acostara con ella, pues hay una tradición antigua
de preparar a las futuras mujeres del rey, y en ese tiempo sucedió aquello hecho
11
“Ninguno espere merecer delante de Dios, cuando hubiere muerto, lo que durante la vida despreció”, SAN
AGUSTÍN DE HIPONA, Obras completas de san Agustín XL. Escritos varios II, BAC, 1995, 389.
12
Tes 4, 14-16
13
1 Cor 15, 36. 51
14
Cf. 2 Cor 5, 4
15
Sal 111, 2
16
Sal 111, 3
por el Señor que lo apartó de ella, como también ocurrió a Abimelec. Para
verificar esto, añade un hecho reciente que le sucedió a un mauritano que raptó
a una viuda y expone las apologías que hizo contra Fausto maniqueo, el cual
calumniaba a Abraham por vender a su mujer y hermana. Admite finalmente la
pureza y rectitud de intención de Abraham, su confianza en el Señor y su amor
a su mujer.
8ª PREGUNTA: si el Espíritu Santo era el Espíritu de Dios que se cernía sobre las
aguas en Gn 1, 2.
Responde con su comentario al Génesis: sí simboliza al Espíritu Santo, y
simboliza la bondad y el amor de Dios al crear la criatura.
5ª PREGUNTA: cómo David fue elegido según el corazón del Señor si cometió
tales crímenes.
Dios previó que iba a pecar, pero también que iba a arrepentirse con gran
humildad y penitencia. Su pecado, como dice el Salmo 31, 1-2, no le ha sido
imputado. Además, se dijo proféticamente de Cristo, descendiente de David, y
aduce unos pasajes de Ezequiel17 , de Oseas18 y de los Hechos19.

CONCLUSIÓN
Concluye finalmente el tratado pidiendo la colaboración si su amigo
encontrase alguna solución mejor, porque como él dice y no ha dejado de
repetir a lo largo del tratado: “magis amo discere quam docere”.

VALORACIÓN PERSONAL
Considero esta obra —que encontré de casualidad, buscando leer algo de san
Agustín, al que tanto admiro— un auténtico testimonio de la preocupación de

17
Cf. Ez 34, 23-24. 37, 22-24
18
Cf. Os 3, 4-5
19
Cf. Hch 13, 21-23
Agustín por llevar al hombre a la Verdad que es Cristo, y que Él descubrió en
su vida. Ese amor a la verdad le lleva a cuidar esta serie de “laicos
comprometidos” con ansias de empaparse de las enseñanzas del Evangelio y de
toda la Sagrada Escritura, a la que tanto amor tuvo el Hiponense.
Es un magnífico libro en el que, de una forma rápida, por la sencillez y
cortedad de las preguntas, pero de forma técnica y detallada, con abundantes
textos de la Sagrada Escritura y de sus obras, da respuesta a las pocas, pero
importantes y cruciales dudas de este funcionario romano de Cartago. Dulcicio,
imagino, confiaría en que este santo teólogo sabría responder a todas sus
cuestiones y, sin embargo, Agustín tras cada respuesta acaba admitiendo su
pequeñez e ignorancia, a pesar de “dar en el clavo” en cada contestación. Un
ejemplo grande de santidad y humildad intelectual de este gigante Padre de la
Iglesia.
Por todo ello, sumando lo interesante de las cuestiones, preguntas que
cualquiera de nosotros nos haríamos o nos hemos hecho ya, presento este
tratado como una muy buena obra suya y, aunque desapercibida, nos da un
testimonio interesante de la actividad ordinaria del obispo de Hipona.

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