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Corazón Oscuro ® (18+)

by corazondhielo31

(Trilogía Corazón) (Libro #2)

-No oses compararte a quién jamás, podrás superar - solté con desdén, lo miré con superioridad.

-Ya lo superé - se mofó -, mis demonios están logrando quemarte Bella - dijo acercándose a mí -
solo es cuestión de que tú, lo aceptes.

-Te equivocas Sombra - le aclaré -, porque cuando el diablo te ha llevado a su infierno, ya no


cualquier demonio común y aburrido, logra quemarte - aseguré, vi la molestia en sus ojos al
escucharme pero no me importó. La hora de irme se había llegado, me di la vuelta y comencé a
caminar, dejándolo ahí.

Obra registrada por Safe Creative bajo el número: 16102495434**


Portada hecha por: @caroliaann

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Sinopsis

Sacando fuerzas sin saber de dónde, Isabella White, continúa su vida después de
fuertes golpes recibidos y pérdidas insuperables, renaciendo de entre las cenizas como el ave
fénix, renaciendo con un alma oscura; dejando los miedos de lado y aprendiendo a balancear el
bien y el mal que habita dentro de ella pero dejando, en muchas ocasiones, que el mal gane. La
pérdida de su gran amor, Elijah Pride, la convierte en una mujer fría y calculadora; la nueva orden
a la que se ha unido, la vuelve una mujer letal y ahora sin miedo a matar.
La Liga del Silencio o la Orden del Silencio, como se hacen llamar, la adentra en un
mundo desconocido para ella pero de herencia familiar, que le enseña a operar de manera
sigilosa y certera, dándole la oportunidad de combatir el mal que tanto odia y proporcionándole la
paciencia necesaria para llegar a su tan añorada venganza en contra de los Vigilantes.
Una cuestión de vida, la mantiene fuera de su país, pero una cuestión de honor la
hace regresar y enfrentarse a su mayor temor: la ausencia de su demonio. Todo marcha según lo
planeado hasta que los Vigilantes reaparecen para joder su existencia de nuevo y aunque logra
lidiar con ellos, hay algo con lo que no contaba y le complica todo; Sombra.
Él reaparece en su vida, esta vez siendo un hombre más frío con todos pero
vulnerable ante ella; intentando protegerla a pesar de que sus órdenes son lastimarla, intentando
alejarla de él para mantenerla con vida pero sin embargo no pudiendo estar lejos de ella, y de un
momento a otro, queriendo ganar su corazón y poseer su cuerpo, mostrándole y ofreciéndole un
amor clandestino, rodeado de oscuridad al no poder mostrarle su identidad.
Pero nada será fácil para ellos, sobre todo cuando él se esconde detrás de una
máscara para protegerla y ella esconde secretos que la podrían volver vulnerable ante sus
enemigos, nada será fácil cuando el fantasma de un gran amor los persigue, asociaciones
enemigas los distancian y un corazón obscuro se niega a amar de nuevo.
Antes ella se hizo una pregunta y tiempo después encontró la respuesta, al derretir
el corazón de hielo que poseía el hombre al cual amó y ama; hoy de nuevo se enfrenta a otra
pregunta, teniendo en el fondo de su corazón la respuesta.
¿Podrá un corazón oscuro, ver la luz de nuevo?

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Capítulo 1 (1/2)

Éste es un capítulo sorpresa. No estaba en mis planes publicar el primer capítulo tan pronto pero
lo hago como un regalo. Tuve la suerte de nacer el 31 de Octubre. Osea que cumplí años ayer,
recibí muchos regalos y felicitaciones y por eso quiero regalarles algo yo. Y que mejor que el
primer capítulo de esta historia. De aquí en adelante si tardaré un poco en actualizar éste es solo
un regalo ¿ok? Espero que lo disfruten.
________****________

~Capítulo 1~
[Parte 1]
Iba rumbo a mi nueva casa después de un duro entrenamiento con el maestro Baek
Cho. Mientras el chófer se encargaba de conducir la Hummer negra, yo me perdía en mis
pensamientos, en mis añoranzas, en lo que deseaba con todo mi corazón y sin embargo sabía
que no podía tener más.
Viendo las nubes correr y el cielo azul, suspiré presionando entre mi mano aquel
raro y único relicario que me acompañaba siempre alrededor de mi cuello, jamás me lo quitaba
desde aquel día que llegó a mis manos y aquella rosa negra junto a la nota escrita con el puño de
mi amado demonio, la guardaba siempre en un lugar especial y único.
Habían pasado dos años de su muerte y cada día lo extrañaba más, jamás me
acostumbré a su partida, jamás superé el hecho de que ya no estaba más conmigo y jamás lo
superaría. Me aferraba con fuerzas a lo único que me quedó de él y eso se había convertido en
mi vida, era lo único que me daba las fuerzas para seguir adelante.
Un regalo único de él.
Una parte de él.
— Ningún mar en calma hizo experto a un marinero, Isabella — dijo una vez el
maestro Cho, citó esas palabras en uno de esos momentos de depresión que me daban al verme
sin el hombre que tanto amaba.
Mi Elijah, jamás lo olvidaría y mi amor por él jamás moriría, su recuerdo hacía mis
días más pasajeros y con mucha paciencia vivía esperando el momento en el que cobraría
venganza por su muerte. Derek fue por mucho tiempo el primero en mi lista, pero definitivamente
el Fantasma lo había desbancado, no solo al arrebatarme a mi padre sino también a mi demonio.
Diversos países y distintos continentes habían sido mi hogar, nunca me quedaba
mucho tiempo en un solo lugar, lo hacía por seguridad y hasta el momento me estaba
funcionando. No regresé a Richmond, Virginia, desde hace dos años que salí de ahí junto al
maestro, hablaba con Myles y Eleanor de vez en cuando, pero incluso ni ellos sabían mi
paradero.
Siempre era mejor así.
Actualmente me encontraba en Tokio de nuevo, la orden a la que pertenezco había
solicitado mi presencia debido a ciertos problemas y estaba aquí para solucionarlos. La oscuridad
que una vez se instaló en mi corazón, estaba logrando llegar a mi alma, pero eso era algo que no
me importaba — de cierta manera me sentía feliz así — aunque eso significara perder a mis
amigos, prefería no tenerlos, ni tener sentimientos que me volvieran vulnerable.
La Orden del Silencio era mi nueva familia y una herencia de Leah White — mi
madre — que me tomó por sorpresa. Cuando el maestro Cho me informó de todo, fue impactante
y sumirme en lo que se hacía en la orden fue como una salida de mi patético mundo. Mamá creó
la orden luego de que papá le ayudase a salir de las garras del infeliz de Lucius Black y poco a
poco fueron creciendo hasta formarse en una organización casi igual a Grigori, con la diferencia
que aquí se mataba de manera silenciosa y se hacía solo con candidatos que se lo ganaban a
pulso; al igual que en Grigori, aquí la traición se pagaba con muerte.

Mi lugar en Grigori y en las empresas de papá, ahora estaba en manos de Elliot y Dylan que a
pesar de haber perdido la comunicación, confiaba únicamente en ellos para tomar mi lugar y por
lo que sabía, lo estaban desempeñando muy bien aunque los Vigilantes se cruzaran en su
camino de vez en cuando. De Tess, Jane y los chicos, no sabía nada pero por lo que una vez
supe, las primeras dos me odiaban por haberme desaparecido de sus vidas y Dylan se encargaba
de calmarlas.
Mi hermano y única familia, casi no tuve tiempo para acercarme a él y aunque al
principio, nada fue bueno entre nosotros, con el tiempo logramos llevarnos de manera civilizada y
sé que si nada hubiese sido como fue, tal vez ahora seríamos los mejores hermanos.
Pero el hubiese no existe.
Así es, y la vida fue una mierda conmigo, por eso tomé decisiones que me alejaron
de todos.
Salí del auto y entré a casa, lo primero que hice fue llamar a Italia y comunicarme
con Maokko — una chica de la orden — la única a la cual le confiaba mi vida y luego de
asegurarme que todo estaba bien, fui a tomar una ducha para luego intentar dormir, el día
siguiente sería pesado y muy largo.
— Buenas noches, mi amor — susurré a la imagen de Elijah colocada en la mesita
de noche, a un lado de mi cama. No obtendría nunca una respuesta, sin embargo en mi mente,
su voz me susurraba una que siempre añoraba: buenas noches, White.
(****)
Como lo predije antes, había tenido un día muy pesado, sensei Yusei, nos había
informado de ciertos percances en la ciudad, una nueva organización estaba ocasionando
demasiados problemas y atemorizando a la ciudad. Eso era algo que no lo podíamos permitir y
por lo tanto íbamos a encargarnos de ellos.
Todo el plan estaba trazado y listo, algunos de nuestra gente nos habían informado
que ciertos integrantes de la nueva organización estaban reunidos en un club nocturno y sería ahí
a donde nos dirigíamos para arreglar esto de una vez por todas, me urgía hacerlo para así poder
marcharme de nuevo a Italia.
— Chica americana — me llamó el maestro Cho antes de salir — ten cuidado con lo
que te enfrentes y no olvides ocultar tu identidad — asentí en respuesta y antes de salir del viejo
almacén que usábamos para reunirnos, coloqué bien la capucha en mi cabeza y cubrí mi rostro,
dejando libre solo los ojos. Nuestros uniformes eran rojos y parecíamos unos verdaderos ninjas.
Salí de ahí junto a Caleb, un chico inglés que desde hace mucho era mi compañero
de batalla y tiempo después llegamos al lugar indicado junto a los demás integrantes de la orden.
Los infiltrados en el club ya habían hecho su trabajo y para cuando llegamos, casi
quince tipos vestidos totalmente negro, habían sido acorralados en un callejón de atrás del club.
Me tensé de inmediato cuando alcancé a ver la "V" en color rojo a un lado de la vestimenta de los
tipos, viejos recuerdos llegaron a mi mente, recuerdos muy malos que durante mucho tiempo traté
de obviar.
— ¿Qué sucede Isabella? — preguntó Caleb a mi lado, sacándome de mis
pensamientos, se lo agradecí en silencio.
— Necesito que te encargues tú de esta situación — pedí y asintió.
Nos acercamos juntos hasta esos imbéciles y con cada paso que daba mi corazón
se aceleraba, sabía que algún día este momento llegaría, quería estar preparada pero estando
aquí, comprobé que no lo estaba. Dejándome llevar por la del momento, saqué mi katana y las
ganas de matar a esos idiotas, cada vez era más fuerte.

— Nos han informado que han llegado aquí para atemorizar a la ciudad — habló Caleb con su
voz dura y fría — y eso es algo que no podemos permitir.
— Nuestras órdenes han sido han sido ganar ésta ciudad — habló el más valiente
del grupo.
— ¡Lo único que ganarás será la sangre de tus compañeros! — la advertencia de mi
compañero era dura y muy verdadera, si no se iban, correría sangre y yo iba a derramar mucha
de ella.
El momento al fin ha llegado Isa.
Si, creo que es hora de cobrar un poco de todo lo que me deben.
— ¿Qué te hace pensar que será fácil derramar nuestra sangre? — empuñé con
más fuerzas la katana, mi corazón comenzó a latir de manera desbocada al escuchar de nuevo
esa voz robotizada, de entre las sombras y abriéndose camino entre los demás tipos, salió. Esta
vez lucía un traje igual al nuestro pero en color negro y como siempre, una máscara cubría su
rostro y dejaba ver únicamente sus ojos, sus músculos estaban más marcados y por eso su
cuerpo se veía más fornido, ahora le veía más imponente y su mirada era más fría. En otros
tiempos me hubiese dado terror verlo, de verdad lucía muy malo, un tipo verdaderamente duro...
Sombra había cambiado, demasiado y sé que yo también había cambiado mucho, pero él...
¿Él qué?
Él seguía pareciéndose mucho a Elijah y mi corazón dolió al comprobarlo. Sombra
era mi enemigo a muerte y odiaba que me recordara tanto al hombre que amé, que aun amo y la
organización a la que él pertenece mató.
— ¿Lo comprobamos? — retó Caleb sin inmutarse y esa era una señal para
nosotros — Váyanse de aquí por las buenas o mueran.
— Veamos quién muere entonces — por su puesto ese idiota tampoco se inmutaría.
Me obligué a salir de mi idiotez cuando la pelea comenzó y sin esperar más me fui
por varios de los imbéciles presentes, tal vez esta no era una venganza pero por lo menos
comenzaría a disfrutar de matar a varios de ellos. Nosotros éramos menos que ellos y por lo tanto
nos tocaba luchar contra varios al mismo tiempo pero ese no era ningún problema, estábamos
entrenados para matar y preparados para batallas como esas. Clavé mi katana en el pecho de
uno de esos estúpidos y su sangre salpicó mi ropa, cayó inerte al suelo y sin esperar más me fui
por otro, Caleb luchaba con dos más y varios de mis compañeros también lo hacían. No pude
evitar ver que uno de los tipos se acercaba a mí y traté de alejarme, no por miedo, sólo no quería
estar cerca de él. Mi huida fue truncada por su sable, se colocó a un lado de mi y detuvo mi paso
cuando sentí el filo del arma en mi cuello.
— ¿Por qué huyes? — preguntó muy cerca de mí y mi cuerpo fue recorrido por un
escalofrío.
No quise responderle, en cambio, me alejé de él en un rápido movimiento y tomé
posición de ataque. No le veía pero podía asegurar que estaba sonriendo. No esperé más y lo
ataqué sin remordimiento alguno; en dos ocasiones evité que lo mataran pero ahora estaba
dispuesta a hacerlo yo misma.
Él te protegió, recuérdalo.
Si maldita consciencia, lo hizo.
Y por eso yo no había permitido que lo mataran antes pero... No me protegió de lo
peor, no estuvo ahí para mí aquella noche y él era parte de esa puta organización, tenía que
morir. Lo ataqué con más fuerzas y logré derribarlo, estaba dispuesta a hundir mi katana en su
pecho y él se percató de eso, con agilidad bloqueó mi ataque y me hizo dar contra la pared de
uno de los edificios, puso su antebrazo en mi cuello y me dejó inmóvil. Nuestras respiraciones
eran agitadas, ambos jadeábamos por el cansancio y su cercanía no ayudaba en nada, su
parecido con Elijah me aturdía demasiado pero me obligué a verlo diferente, él no era Elijah.

— Sabes pelear muy bien — alagó y deseé escuchar su propia voz y no hacerlo a través de ese
aparato en su cuello — no comprendo porque querías huir — intenté zafarme de nuevo pero me
era imposible, nada estaba saliendo bien y tenía que salir de aquí — ¿Eres muda? porque sé que
eres chica, aun con ese traje, puedo ver tus curvas — me removí incomoda y como pude, puse mi
katana en su cuello— muda, excelente luchadora, con buenas curvas y lista — dijo con diversión
— quiero comprobar si también eres hermosa — concluyó y en un rápido movimiento arrancó mi
máscara dejándome al descubierto, vi la sorpresa en sus ojos, la incredulidad y hasta alivio, algo
que me desconcertó mucho, me alejé de él de inmediato y me lo permitió — Isabella — susurró y
escuchar mi nombre con su voz de robot me paralizó por unos segundos.
— Diría que la misma pero entonces estaría mintiendo — formulé queriendo
escucharme fuerte, dejándome sorprender de nuevo por él, me tomó de la cintura y me arrastró a
la oscuridad de los edificios — ¡Suéltame imbécil! — mascullé pero no le importó, cuando
llegamos a un lugar apartado de todos me soltó la cintura pero sus manos enguantadas se
apoderaron de mi rostro
— ¡Demonios! te he buscado por mucho tiempo — esa declaración me dejó sin
palabras, sus manos continuaron su recorrido por mi rostro y lo dejé, hasta que descubrió mi
cabeza — cortaste tu cabello — susurró con lastima y odié eso, mi cabello aun se mantenía corto,
aunque ahora llegaba un poco mas abajo de mis hombros, quité sus manos de mi y me alejé de
él.
— No sé para que demonios me buscabas pero te recomiendo que te vayas de aquí
y alejes a tu puta organización de mi vista — mascullé.
— Estas muy diferente— señaló ignorando mi advertencia — tu cuerpo ha
cambiado, te ves más mujer... más hermosa — intentó acercarse a mi y lo detuve con una señal
de mano— tu mirada es más fría y vi como disfrutaste de matar a mis hombres.
— Y como me sigas provocando, también disfrutaré de matarte a ti — señalé
segura — vete Sombra, desaparece de mi vida porque te juro que te mataré.
— No, no la harás — aseguró — y si me alejaré de ti, por tu bien y el mío — lo miré
deseando que él fuera mi demonio pero estando consciente que no lo era y jamás lo sería.
— Saca tu basura de aquí lo más pronto posible y ahórrame el trabajo de
eliminarlos — sentencié — y olvida que me has visto.
— No Isabella, jamás podré olvidarlo y aunque ahora seas diferente al ángel que
conocí, agradezco el encontrarte con bien — sus palabras removieron algo en mi pero lo ignoré,
me di la vuelta para marcharme y en segundos sentí su pecho pegado a mi espalda — sé que la
chica que conocí sigue estando ahí. Solo que ahora eres un ángel de día y un demonio de
noche — susurró en mi oído, estremeciéndome en el acto y dejando que su olor penetrara mi
mente a través de mi nariz — me alegro que todo haya valido la pena Bella — su mano viajó a mi
cintura y se quedó encima de mi vientre, sobre aquella cicatriz que ahora era parte de mi — y
aunque ahora no lo entiendas, quiero que recuerdes que todo fue por ti — sus palabras hicieron
mella en mi y me di la vuelta para enfrentarlo y pedirle una explicación pero él ya había
desaparecido.
Maldije a la nada con frustración al ver que desapareció tan rápido como el viento,
corrí con la esperanza de verlo en el callejón pero ahí ya no había ni un Vigilante y los que si
estaban, estaban sobre el suelo, ya inertes. Caleb me vio y se asustó, no comprendí por qué
hasta que señaló mi máscara, la coloqué de inmediato y me acerqué a ellos.
— ¿Estás bien, linda? — llegó a mi con su voz preocupada y acaricio mi rostro por
encima de la máscara. Sí, Caleb sentía algo por mi y a pesar de que yo le había dejado las cosas
muy claras, él no se rendía; el chico era rubio, de ojos azules, alto y musculoso, muy guapo y
cualquiera babearía por él, todas lo harían menos yo.
— Lo estoy — respondí alejando su mano sutilmente. Mentí, no estaba para nada
bien pero no se lo diría.
— Espero que esos idiotas ya no se vuelvan a cruzar en nuestro camino —
masculló.
— Yo también lo espero — la seguridad en mi voz fue sorprendente y de verdad lo
esperaba.
(****)
— ¡Usted lo sabía! — mascullé hacia el maestro Cho al llegar al apartamento donde
él me esperaba — ¡Por eso su advertencia! ¿Tan difícil era decirme a lo que me iba a
enfrentar?— pregunté con reproche, él solo me observaba, sentado en el sofá de la sala con sus
manos sobre sus rodillas, yo caminaba de un lado a otro.
— Si te lo decía ibas a huir — aseguró con su acento japones bien marcado— y ya
era hora de que te enfrentaras a tus demonios. Si huyes, nunca podrás seguir adelante con tu
vida. Te has estancado y eso no te deja luchar y seguir adelante con las personas que amas.
— ¡Estoy con las únicas personas que amo, con las únicas que me importan! —
grité y sabía que estaba siendo una perra con él pero me sentía muy enfadada.
— ¿Qué sentiste cuando estuviste frente a esos Vigilantes? — detuve mi paso ante
su pregunta y lo miré seria.
— Odio, ganas de matar de la manera más cruel, necesidad de venganza, de sentir
la sangre de ellos en mis manos, ganas de...
— ¿Que te detuvo a hacerlo? — me interrumpió con su pregunta — desapareciste
por un buen rato y solo mataste a dos de ellos, si dices que sentiste todo eso ¿Por qué no lo
hiciste?
Le di la espalda sin saber que responderle, o mas bien, si sabía por qué me detuve
pero no estaba segura de decírselo a él. Sombra, él fue quién me detuvo y aun me sentía muy
frustrada por no entender el por qué de sus palabras. Encima de todo lo que sentía en esos
momentos, tenía que agregarle la preocupación de que ahora él sabía mi paradero y eso era algo
que tenía que solucionar de inmediato.
— Tengo que regresar a Italia — anuncié— no importa porqué me detuve maestro,
solo importa que tengo que salir de Tokio lo más pronto posible — cansada y siendo descortés e
irrespetuosa con el hombre que me había ayudado tanto, caminé hacia la salida de mi
apartamento y abrí la puerta invitándolo a que se marchara, estaba muy agotada y no necesitaba
seguir recordando lo sucedido.
— No dejes que los fantasmas del pasado se apoderen de tu presente — formuló
llegando a mi lado — porque te robarán la paz del futuro y no te dejarán ser feliz. Por favor hija
mía, no te dejes consumir por la oscuridad — finalizó saliendo de mi apartamento.
Cerré viendo su espalda al caminar, lo miré de manera fría, él no tenía por qué
preocuparse por eso. Hace mucho tiempo la oscuridad me había consumido y solo habían dos
personas capaz de sacar un poco de luz de mi oscuro corazón.

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Capítulo 1 (2/2)

Regalo de Navidad
Cada vez que entro a mi cuenta, en las notificaciones aparece que alguien votó en
mi historia, que alguien agregó mi historia a ciertas listas de lecturas etc. Eso me llena de felicidad
y de verdad se los agradezco, digo ¡wow! Cuando algún chico agrega mi historia o le gusta, eso
en verdad me admira ya que ahora, son pocos los chicos que leen y creanme, eso les da muchos
puntos porque de las historias se aprenden muchas cosas que pueden aplicar en la vida real.
Otra cosa: Perversa Seducción la tengo en pausa, los motivos: porque la historia
lleva mucho spoiler de Corazón de Hielo y llevará de Corazón Oscuro, así que, quiero darle
chance a algunos lectores para que lean con tranquilidad.
Importante: Leo todos sus comentarios y perdón si no respondo algunos pero a
veces las notificaciones no me caen en el momento, pero bien... Hay muchas supocisiones
acerca de la muerte de Elijah o lo que pasará con Sombra, pues bien, hay una lectora que ha sido
la única en acertar a la perfección y creanme que me quedé con la boca abierta al leerlo, porque
ni siquiera la conozco y es como que sacó mis pensamientos, se fijó en un detalle que nadie más
lo hizo y tiene todo que ver, cuando llegue el momento de decirlo, le dedicaré ese capítulo a esa
lectora, solo para que sepa, cuanto acertó.

Fijense en los detalles, en ellos les digo mucho sin escribirlo.


Feliz navidad a todos, que Dios los bendiga y les cumpla todos sus deseos. Los
quiero mucho y gracias por apoyarme, a los lectores fantasmas, por favor, regalenme sus votos,
son muy importantes para mi.
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~Capítulo 1~
[Parte 2]
Estuve en Italia por tres meses antes de salir a una nueva misión y las palabras de
Sombra me acompañaron desde el momento en que las dijo. No lo volví a ver y apesar de la
curiosidad que sus palabras causaron, no iba a buscarlo nunca, su cercanía me hacía daño, me
daba falsas esperanzas y eso solo me volvería loca.
Terminé de ducharme y luego de secarme con la toalla y envolverme con ella, salí
hacia la recámara, frente al espejo de cuerpo completo, comencé a secarme el cabello con una
toalla más pequeña y dejé caer la de mi cuerpo; por un momento me quedé observando la cicatriz
que ahora era parte de mi y me recordaba el mayor dolor de mi vida, y no el dolor que sentí al ser
marcada, sino el dolor de haber perdido a quien más amaba. Acaricié la marca en mi abdomen
con dos de mis dedos y la sensación que ese acto me provocó, me hizo recordar lo que menos
imaginé.
Sombra colocó su mano de manera delicada sobre ella, a pesar de los guantes que
él usaba y la ropa que yo tenía, su tacto me quemó de una manera deliciosa y recordaba a la
perfección el cosquilleo que había quedado en esa zona cuando dejó de tocarme.
Estas mal Isa, en serio necesitas un hombre con urgencia.
Estúpidamente me avergoncé ante las palabras de mi conciencia, no era correcto
que me sintiera así, no con Sombra ni con ningún otro hombre, eso era traicionar la memoria de
mi tinieblo y me negaba a eso.
Como mujer y después de haber tenido relaciones sexuales, sentía la necesidad de
estar con alguien pero siempre me negué a ello, prefería tocarme yo misma antes de permitir que
alguien más lo hiciera y así seguiría siendo.
Unos suaves toques en la puerta de mi habitación me interrumpieron, recogí la
toalla que había dejado caer al suelo y la coloqué alrededor de mi cuerpo, fui hasta la puerta y me
encontré con Caleb; compartíamos apartamento desde que inició nuestra misión. Su mirada
recorrió mi cuerpo cuando me vio y sentí como me quemaba la piel, sus ojos azules se
oscurecieron de inmediato y me sentí expuesta ante él y su manera de mirarme.

Caleb sería una buena opción para que desahogues todos tus deseos.
Eso ni pensarlo.
¿Prefieres a Sombra?
— ¿Necesitas algo?— pregunté, ignorando la estupida pregunta que se hacía en mi
cabeza.
— A ti — respondió en un susurro y lo miré mal — digo... ¿Quieres cenar conmigo?
Tenemos trabajo que hacer — una sonrisa juguetona apareció en su rostro — o sería un gusto
para mi, que me dejases comerte a ti, serías como un manjar de dioses... ¡Auch! — se quejó
cuando le di un puñetazo.
— Basta Caleb, no sigas intentándolo — advertí, me di la vuelta y fui directo hacia la
maleta que contenía mi ropa.
— ¡Oh vamos, linda! te aseguro que no te arrepentirías — respondió entrando a mi
habitación y tumbándose en mi cama, boca arriba y con sus manos por debajo de su cabeza. Su
cabello rubio y un poco largo se acomodó a los lados de él y en su frente, sus bíceps se
contrayeron con el movimiento de sus brazos, su camisa se subió un poco, dejando al
descubierto parte de su abdomen, revelando su piel dorada y dejándome admirar su paquete de
seis. Jamás negaría la belleza de la que éste idiota era dueño, pero así como era bello también
era un completo puto rompecorazones.
— Ya hemos tenido esta conversación un millón de veces — bufé mientras pasaba
una braga por mis piernas, a pesar de todo, nos teníamos una confianza inmensa — y el
resultado siempre es el mismo, no me acostaré contigo — pasé una camiseta por mis brazos y
luego de colocarla, saqué la toalla que me había protegido de la mirada acosadora de Caleb.
— Solo quiero ayudarte ¿Sabes? — puse mis ojos en blanco — vives amargada
todo el tiempo, solo quiero hacerte liberar un poco de... ¿estrés? — contra todo lo que podía
hacerle en esos momentos, simplemente pude reír sin poder evitarlo y él rió al ver mi reacción.
— Eres imposible — tiré la toalla sobre su rostro y el muy cabrón la olió como un
maniático sexoso.
— Solo soy irresistible — susurró — y así tenga que recibir una bala por ti, con tal
de que te acuestes conmigo, sé que caerás pequeña sigilosa — utilizó el sobre nombre que él
mismo me había puesto y decidí que era el momento de ignorarlo.
Definitivamente nada sucedería entre nosotros.

(****)

Entramos al club al que Caleb me había indicado que iríamos — después que sus locas
hormonas se calmaron — la música sonaba por todo lo alto, hip hop y rap de hace unos años
atrás, sonaba haciendo que mi cabeza se moviera. Está no solo era una salida de amigos,
nuestra misión estaba cerca y se trataba de un político corrupto que estaba usando sus
influencias para abastecer de armas a un grupo ligado con el narcotráfico y prostitución de
mujeres — y él era uno de los que se aprovechaba de esas mujeres — la orden por su puesto
que estaba en contra de eso, aún cuando habían algunas chicas que lo hacían por su propio
gusto.
— ¿Bailamos? — preguntó Caleb cerca de mi oído para que pudiese escucharlo.
— Sabes que eso no pasará — dije apartándolo. Hizo un puchero propio de un niño
de cinco años y rodé mis ojos ante su actitud.

— Tenía la esperanza de que aceptaras y así rozabas tu hermoso culo en mi po...


— ¡Basta!— dije y alzó sus manos en señal de rendición a la vez que no podía
ocultar su sonrisa juguetona.
— Okey linda, solo decía — puso cara de niño bueno y mordí mi labio para no reír
ante las estupideces que se le ocurrían — ¿Vamos por un trago?— asentí a eso y comenzamos a
caminar hacia la barra.
Nuestros ojos estaban en todas partes, esperando encontrar algo que nos hiciera
llegar al tipo que buscábamos, el maldito sabía como cubrir sus porquerías ya que no habíamos
logrado descubrir nada en el tiempo que llevábamos acá. A lo lejos, cerca de un privado, vi como
dos tipos se decían cosas al oído y uno de ellos me señaló, esa era una señal de que habíamos
llegado al lugar indicado y sonreí para mi misma. Al llegar a la barra le comuniqué a Caleb lo que
sucedía y se puso alerta ante todo lo que pasaba.
Diez minutos después y con nuestro trago servido, decidimos quedarnos en la
barra, ya que sentados ahí, teníamos una buena vista de todo el club, pero de nuevo, nada
pasaba y esperar no era una de mis virtudes.
— Hola bonita — me tensé al escuchar la manera en la que me habían llamado,
recuerdos de Elijah llamándome así llegaron de inmediato y definitivamente este no era el
momento para flaquear con mis recuerdos. Me di la vuelta y vi al chico que me llamó de esa
manera. Parecía un universitario hippie con sus pantalones cortos y playera con estampado de
flores, era delgado, su cabello un poco largo, necesitaba con urgencia un corte.
— Hola — dije y sentí a Caleb girarse a verlo de manera disimulada, el chico tenía
dos copas en sus manos, llenas de lo que me pareció ser vino.
—¿Puedo invitarte a una copa? — preguntó y mi respuesta podría haber sido no,
sin embargo asentí y tomé la copa que me tendió, algo en él fue extraño y lo noté en su manera
de verme. Caleb se tensó cuando me vio tomar la copa pero confiando en mis acciones, se quedó
callado y se dio la vuelta de nuevo, haciendo como que ignoraba lo que estaba sucediendo —
Podríamos pasar un buen rato juntos — sugirió y eso fue muy estúpido de su parte, sonreí y
acerqué la copa a mis labios, no sin antes olerla sin que él lo notara y confirmé mis sospechas, él
no estaba aquí para pasar un buen rato conmigo.
La copa contenía vino tinto pero también cianuro, me obligué a mantener la sonrisa
para que el chico no se diera cuenta que lo había descubierto. Casi un año bebiendo veneno con
el maestro Cho me enseñó a conocer los tipos de químicos que podrían ser letales y las bebidas
con las que podrían camuflarse. No fue una enseñanza para nada grata pero ahora veía sus
frutos; el maestro me envenenaba a propósito — en cantidades mínimas — para que siempre
estuviera al pendiente de lo que recibía de otras personas, llegó un momento en que ya no le
aceptaba ni el agua, por el miedo a esos horribles calambres en mi estomago pero pronto aprendí
que debía enfrentarlo y reconocer que iba a beber o comer. Como ahora, el cianuro podía
camuflarse con el vino y si no tuviese esa enseñanza, pronto sería un cadáver y ya no estaba
dispuesta a morir y menos de esta manera.
— Vamos a los baños — dije con voz... sensual, vi una sonrisa triunfante en su
bonito rostro, Caleb entendió mi mensaje y sabía que me seguiría pronto.
— Vamos, pero... no olvides tu copa — recalcó y con eso sólo firmó su sentencia.
Sonreí de lado, queriendo parecer emocionada por lo que según él, estaba a punto de pasar entre
ambos.
— Jamás lo haría.
Caminé detrás del chico y cuando llegamos al sucio y apestoso baño, curiosamente
todos los que lo usaban, salieron de inmediato. Puse mi copa cerca de los lavabos y vi como él,
cerraba con llave.

— ¿Cómo te llamas? — pregunté.


— Para lo que haremos, no necesitarás saber mi nombre — se acercó a mi,
queriendo parecer sensual pero solo me parecía un chiste, intentó besarme pero giré mi rostro de
inmediato.
— Para lo que haremos, no necesitarás besarme — dije y sin esperárselo golpeé su
ingle. El maldito se retorció de dolor y cuando se dobló para llevar sus manos a sus bolas, golpeé
su mandíbula y lo hice caer al suelo, él tipo intentó levantarse pero fui mas lista y saqué mi arma
con silenciador incluido, dispuesta a matarlo pero antes a interrogarlo — ¿Quién te envió? — lo vi
escupir sangre y luego reírse con sus dientes manchados de la misma.
— ¡Mi encargo era matar a la puta reina Grigori! — espetó y quité el seguro de mi
arma cuando escuché la forma de llamarme. Derek, así me había llamado antes y no era bueno
que lo recordara — tenía que ser de manera silenciosa, sin dejar rastro.
— Creeme que yo disfrutaré mucho, matarte de otra manera — bufé con una
sonrisa — esta puta reina Grigori, sabe muchos trucos y si no comienzas a hablar, te mostraré
algunos.
— No te tengo miedo reina, y ten por seguro que si no lo logro yo, muchos vendrán
tras de ti y te haremos caer a como de lugar.
Diversos sonidos se escucharon fuera del baño, sabía que Caleb había llegado y se
estaba enfrentando a una pelea, escuché como luchaban para abrir la puerta y cuando ésta
estaba apunto de abrirse, el tipo que había intentado envenenarme, sacó un arma y me apuntó
dispuesto a lograr su misión.
Pero como dije antes, no sería fácil matarme, así que me adelanté y le disparé una
sola vez, directo en medio de sus ojos, ojos que segundos después, me veían sin verme en
realidad. Sonreí ante lo que había hecho, no porque me agradaba, sino porque recordé la primera
vez que asesiné a alguien de la misma manera y lo traumada que había quedado. Subí mi mirada
a la persona que había presenciado todo, porque justo en el momento que la puerta se abrió, yo
halé el gatillo.
— Se lo dije a este maldito y te lo digo a ti — hablé con la voz ronca, apunté mi
arma hacia él pero no se inmutó — no será fácil matarme, antes de que lo logren, arrastraré a
muchos conmigo.
— Bien sabes que yo no quiero matarte — dijo con su voz robotizada — vine acá
porque me avisaron que te vieron entrar con este hijo de puta — señaló con su cabeza al cadáver
del tipo que quiso matarme.
— ¿Querías comprobar con tus propios ojos si había logrado su misión? —
pregunté de manera sarcástica sin bajar el arma. Siendo valiente, cerró la puerta tras de él y
caminó más cerca de mí.
— Quería deshacerme de él con mis propias manos, pero te adelantaste — sus ojos
negros me escrutaban detenidamente y esos ojos eran los únicos que me hacían tener los pies
sobre la tierra, confirmándome que él, no era mi demonio — sé porqué estás aquí y quiero
ayudarte — eso me sorprendió mucho y bajé el arma pero aún manteniéndome alerta — tengo la
información suficiente para que lleves a ese mal nacido tras las rejas — me tendió un pequeño
USB y lo tomé, sus dedos cubiertos por esos guantes negros rozaron los míos y un cosquilleo me
recorrió después de su contacto — vete de aquí Bella y llévate a tu novio — sabía que con lo de
novio se refería a Caleb, en esos momentos me pregunté ¿Donde estaba ese idiota y por qué
nunca llegó? — mi amigo lo está reteniendo afuera — creo que leyó mi mente o simplemente mi
expresión me delató.

— Algún día me tomarás de malas y terminaré dándote un tiro en la cabeza — dije — insistes en
cruzarte mucho en mi camino y eso no es bueno.
— No, no es bueno, creeme que alejarme de ti es lo que más deseo — su voz, a
pesar de ser camuflada por ese aparato, se escuchó fría y me molestó lo que había dicho — pero,
lastimosamente, tu camino siempre se cruza con el mío y eso es peligroso.
— Peligroso para ti — me mofé.
— No, para ti — dio un paso rápido y de inmediato estuvo cerca de mi — tu
presencia reta mi autocontrol y un día dejaré que eso se vaya a la mierda — como que si un
cuerpo inerte no estuviese a mis pies, Sombra me tomó de la cintura con agilidad y me presionó
contra una mugrienta puerta de uno de los cubículos en el baño.
Su cercanía me volvía estúpida y odiaba eso; queriendo reaccionar, llevé mi arma a
su cuello pero logró deshacerse de ella en un segundo, con agilidad saqué mi daga y la presioné
contra su paquete justo cuando él, sacó la suya y la presionó en mi garganta. Mi corazón se
aceleró cuando acercó su cuerpo al mío, haciéndome sentir su aroma, su calidez.
— Mientras más luchas, más te deseo — susurró, soltó mi cintura y llevó esa mano
a la mía, la que tenía la daga amenazando su polla. La hizo a un lado y casi chillo cuando su
erección se presionó contra mi pelvis, claramente lo hizo a propósito, para que yo comprobara lo
que decía — es difícil controlarme en eso cada vez que te veo — llevé mi mano libre a su pecho
para poner espacio entre nosotros pero no me lo permitió. Con ningún hombre que no fuera
Elijah, había llegado a sentir, lo que estaba sintiendo en esos momentos. Sombra lograba ese
mismo efecto en mí y no era correcto, no lo podía permitir, no podía traicionar la memoria de mi
demonio.
— Tendrás que hacerlo — musité tratando de escucharme segura — de nada sirve
que me desees, nunca me podrás tener — sus ojos se clavaron en los míos y sostuve su mirada,
intentando ser fría — jamás volveré a estar con ningún hombre y menos con uno que se enconde
tras un disfraz — el maldito se rió de mis palabras, me esforcé de nuevo para salir de su agarre y
él me lo permitió.
— Mi disfraz es para tu seguridad — dijo.
— Eso ya lo dijiste antes — le recordé — la noche en la que te aprovechaste de tu
parecido con... — me callé, no podía continuar, dolía recordar esa noche.
— LuzBel — terminó por mí, lo miré gélida, odiando que de su boca saliese aquel
nombre con el que era conocido mi demonio.
Quise decirle muchas cosas en ese momento pero el sonido de mi móvil me
interrumpió, lo saqué aun con mi vista en él, luego vi el móvil y fruncí el ceño cuando reconocí el
número.
— ¿Eleanor? — pregunté, era extraño que ella me llamara, siempre era yo la que
me comunicaba con ellos.
— ¡Isa! — dijo y noté en su voz que estaba llorando.
— ¿Sucede algo? Es extraño que me llames — Sombra se quedó de pie frente a mí
y no me importó que oyera.
— Es Myles, Isa — sollozos le impedían hablar bien, me preocupó escucharla así y
sabía que no me diría nada bueno.
— Me estas asustando — confesé y noté como Sombra estaba atento.
— Los Vigilantes lo han atacado — mi corazón casi se detuvo al oír eso y miré al
chico frente a mí, esta vez lo hice con odio — tienes que volver, por favor hija.
— ¡Malditos hijos de puta! — espeté — dime que está vivo — pedí.
— Lo han llevado a cuidados intensivos, su estado es grave... ¡Tengo miedo
Isabella, ya perdí a mi hijo, no quiero perderlo a él! — una lágrima corrió por mi mejilla al
escucharla, sin pensarlo llegué a donde había caído mi arma y la tomé de inmediato — regresa
Isabella, te necesito aquí, la organización lo hace, Myles te necesita — ira recorrió mis venas
como un torrente de fuego líquido, estaba harta de que esos malditos siempre jodieran mi vida.
— Volveré — prometí y corté la llamada.
— ¿Puedo ayudarte en algo? — esa pregunta solo hizo que la ira aumentara.
— Desaparece de mi vida, tú y tu maldita organización, Sombra — increpé con odio
— no creí que lo que te dije antes, llegara tan pronto — dije y sin pensarlo, disparé en su brazo
izquierdo, dolor atravesó sus ojos, ya que no podía ver su rostro, maldijo cuando sintió el impacto
pero no hizo mas que presionar la herida — la próxima vez irá directo a tu corazón — advertí y
solo me observó con asombro. La puerta del baño se abrió y un tipo enorme, de piel morena
apareció tras ella, cuando vio a Sombra herido, quiso atacarme y me preparé para ello pero se
detuvo.
— Déjala ir Marcus — le ordenó Sombra, reticente le obedeció y dejó espacio para
que yo saliera — nos volveremos a ver Bella y pagarás por esto — no me inmuté al escucharlo, al
contrario, lo enfrenté.
— ¿Lo juras? — pregunté con una sonrisa burlona.
— No, Bella... Te lo prometo — respondió haciendo que mi sonrisa se borrara, un
escalofrío me recorriera y viejos recuerdos volvieran.
Esto era muy extraño.

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Capítulo 2 (1/2)

pauliobiebs Lo prometido es deuda y aquí está. ¡¡Feliz Cumpleaños!! Dios te bendiga y te regale
muchísimos años más de vida.
Gracias por tu apoyo y por la paciencia que has tenido para comenzar con esta
historia. De nuevo, felicidades bonita.
Gracias a todos y todas por el apoyo que me dan y por esperar hasta este día para
leer un capítulo más de esta historia que ha cambiado mi vida. Esperen un nuevo capítulo la otra
semana. Posiblemente el martes ya que aun no tengo un día específico, pero, sí, hoy entro de
lleno con ella.
¡Disfrutenlo!
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~Capítulo 2~
[Parte 1]
Dos gruesas pulseras de plata estaban puestas en cada de una de mis muñecas,
una de ellas hacía juego con aquella que Jane me regaló para mi cumpleaños junto al dije de
Tess y el maestro Cho; las nuevas pulseras no estaban en mis muñecas por pura vanidad de
chica ¡Nah! más bien, estaban ahí para ocultar las cicatrices de mi pasado, de aquel momento en
el que toqué fondo y no quería vivir más — no si él no estaba a mi lado — y sin quererlo, no solo
me hubiese convertido en una suicida sino también en una asesina. Las marcas blanquecinas
adornaban la piel del dorso de mis muñecas, el corte había sido profundo y casi logrando mi
objetivo si Elliot no hubiese aparecido en ese momento; En Tokio, Italia o cualquier otro país en el
que estuve, no había necesidad ocultarlas, casi siempre usé camisas de mangas largas — sin
parecer una rara ya que el clima lo permitía — que me ayudaron con ello, pero regresar a
Virginia, me obligaba a usar algo para ocultarlas, las mangas largas no me servirían allí,
sobretodo porque llegaría en verano y el calor podía ser insoportable.
Cuando salí de aquel club, junto a Caleb, luego de pedirle algunas explicaciones y
de que yo le diera otras, le pedí que me acompañase a aquel lugar al que juré no volver nunca;
me era difícil — por no decir horrible — regresar al país y a la ciudad donde sabía que ya no lo
vería más, su ausencia me golpearía de lleno y por eso necesitaba la compañía de mi idiota
amigo, él no sabía todo acerca de mi pasado, pero si, lo necesario para comprender el por qué lo
necesitaba tanto. Y en esos momentos más que nunca, necesitaría a Maokko para que se
quedase en mi lugar, protegiendo lo que yo no podría mientras me ausentaba; mis intenciones
eran volver pronto a Italia y rogaba al cielo porque Myles saliera de su estado de gravedad.

Me era difícil pensar en volver a ver a aquellos, que un día abandoné sin ninguna explicación,
saber que de nuevo los vería y quién sabe como reaccionarían ante mi llegada. Caleb se encargó
de los preparativos para el viaje, de la seguridad y de como manejaríamos las cosas estando en
nuestro destino; era un maldito para eso y tenía el mejor olfato para descubrir traidores, esa era la
razón para confiar en él y dejar todo en sus manos.
Mi corazón latía desbocado cuando el avión aterrizó en el aeropuerto de Norkfolk, el
viaje fue muy largo y cansado pero al llegar a tierra, todo eso desapareció y los nervios
suplantaron todo lo demás. Pronto fuimos recibidos por algunos hombres que se encargaron de la
seguridad de mi padre cuando él estaba vivo, nos saludaron y mostraron su respeto; Caleb se
adelantó a hablar con uno de ellos y luego las maletas fueron puestas en la parte trasera de una
de las Hummer negras.
— Señorita White, es bueno tenerla de nuevo con nosotros — el hombre fortachón
que reconocí como Dom, me dio la bienvenida.
— Gracias — susurré sintiéndome insegura.
Otro de ellos abrió la puerta de la camioneta y subí en ella, Caleb lo hizo a mi lado y
me regaló una sonrisa, indicando que todo estaba saliendo como lo planeó. Dos Hummers negras
más, encendieron sus motores y comenzaron su marcha, la nuestra se colocó en medio de las
otras para así ser escoltados.
— Creo que esto es demasiado — murmuré al ver tanta seguridad. El chófer y su
copiloto estaban armados hasta los dientes.
— Me tomo muy enserio tu seguridad linda — alegó el rubio a mi lado — aquí no es
igual que en los países que hemos estado, aquí estás en el nido de tus enemigos y presiento que
lo de Myles, no ha sido al azar, tienen un claro propósito — lo miré arqueando una ceja, era la
primera vez que mencionaba eso.
— ¿Crees que ha sido para hacerme volver? — pregunté.
— No lo descarto — dijo y dio un apretón en mi mano tratando de tranquilizar los
nervios que comenzaban a atacarme — no tienes nada que temer Isa, te lo dije antes en un
momento de intentar ligar contigo, pero te lo repito ahora. Yo sería capaz de recibir una bala por
ti, eres como mi hermana y te cuidaré siempre — aseguró y sonreí.
— Eres un enfermo al querer llevar a tu hermana a la cama — bromeé.
— No me importa cometer incesto contigo — dijo alzando su ceja de manera
coqueta.
— Idiota — respondí y rió más.
— Ya, hablando en serio — continuó — No tienes nada de qué preocuparte, yo si te
mantendré a salvo y me dedicaré a resolver una duda que me ha carcomido desde que te conocí
— lo miré, preguntando con mi mirada a qué se refería — eres la hija de uno de los jefes de la
organización y ahora la jefa sucesora — inquirió — pero aun así, los Vigilantes llegaron a ti, de
manera fácil y planeada, eso me huele a traición — aseguró y me tensé, nunca pensé en eso
antes, me era difícil hacerlo. Todos éramos muy unidos y nos cuidábamos la espalda.
Pero aun así casi te matan.
Buen punto.
Y como ibas a pensar en eso o siquiera darte cuenta si algo pasaba en la
organización, si sólo pensabas en follar con nuestro tinieblo.
Bueno, ya basta.
Aunque bueno, no tengo nada que decir acerca de eso, yo también lo disfrutaba.
Ja ja
Volviendo al punto, Caleb había sembrado una espinita en mí con esa declaración,
pensando mejor las cosas, coincidí en que tenía toda la razón, todo era muy raro y para los
Vigilantes, llegar a nosotros había sido muy fácil. Pero ¿Quién nos traicionó? Esa era una buena
pregunta, Cameron era parte de los Vigilantes, pero se unió a ellos por Elijah.
¿Elliot?
Definitivamente no, ni pensarlo, me niego rotundamente.
Él tenía razones.
¡Basta! Él no pudo hacer algo como eso.
Como sea Isa, yo solo decía.
Como un mal hábito obtenido, comencé a morder la uña de mi pulgar derecho, y los
pensamientos se arremolinaban en mi mente como un maldito tornado, el camino fue largo y
silencioso, mis nervios se habían calmado pero entrando a Richmond, la nostalgia comenzó a
golpearme. Mi vista se quedó fija en una pareja que se conducía en una motocicleta, —
posiblemente acababan de salir de alguna fiesta — la chica se aferraba al chico con sus brazos
rodeándolo de la cintura, ambos vestían de negro y sus cascos protegían sus cabezas; suspiré
profundo y con dolor al recordarme de esa manera, aquella primera vez que subí a la ducati de
Elijah, sonreí con nostalgia al pensar en la manera en que me negué a rodear su cintura y como
él logró que lo hiciera.
O en la manera que jugó con tu mente y te hizo desear sus besos.
Todo eso comenzó a reproducirse en mi mente cuando reconocí la cafetería en la
que habiamos estado; estaba cerrada ya que casi era de madrugada pero, jamás podría olvidarla,
cuando pasamos frente a ella, como si fuese un espejismo, me vi sobre el regazo de Elijah, los
dos frente a frente, montados sobre la motocicleta; él intentando arrastrar sus manos sobre mis
caderas y yo impidiéndoselo, él llevando su mano a mi espalda y uniendo nuestros dorsos, yo
cerrando mis ojos, esperando un beso que nunca llegó y luego él, riéndose al ver mi reacción, lo
odié en esos instantes — y en muchos otros — pero me odié más a mí, por desearlo tanto
cuando intentaba odiarlo de verdad.
— Nunca creí que fuese tan difícil para ti, volver a este lugar — la voz de Caleb me
sacó de mis pensamientos y luego su mano recorrió mi mejilla, limpiando las lágrimas que había
derramado pero que no había sentido.
No hablé, si lo hacía entonces los sollozos saldrían y no quería eso, no podía
permitírmelo. Caleb comprendió mi silencio y me arrastró hasta él, me dejé hacer y me acomodé
en su costado, su brazo rodeó mi cintura y me quedé ahí, sumida en mis penas, llorando
interiormente.
Nuestro tinieblo, en verdad nos marcó.
Sí, lo hizo hasta el alma.

(****)
Caleb nos había registrado en un hotel, no quise contradecir porque había confiado
mi seguridad en sus manos y me había demostrado lo bueno que era en eso, dormí alrededor de
unas tres horas y luego de ducharme y vestirme, salimos hacia el hospital, en el camino hacia allí,
pasamos por un Mcdonald's y comimos mientras los hombres encargados de nosotros conducían.
Nadie sabía de mi regreso a excepción de los hombres de mi padre, eran los únicos en los que
Caleb confiaba y por eso se comunicó con ellos; el hospital estaba discretamente vigilado y
sabíamos que para el momento en que llegáramos, solo Eleanor estaría con Myles.

Mi corazón estaba acelerado mientras subíamos por el ascensor, Caleb iba a mi lado, uno de los
hombres había subido antes y anunció a Dom que todo estaba libre, luego de subir nosotros, lo
haría Dom y así mantendríamos la discreción y la seguridad.
— Eres un maldito — halagué y me guiñó un ojo — me siento como si fuese la
presidenta del país.
— No linda, ni el presidente tiene la seguridad que tu tienes — se mofó y me reí.
Salimos del ascensor y caminamos hacia el área de cuidados intensivos, las
enfermeras estaban al tanto de nuestra presencia y nos permitieron el paso hasta cerca donde se
encontraba Myles; solo me permitieron a mí, llegar hasta él pero antes, me dieron algunas
indicaciones y me colocaron un traje verde especial y una mascarilla. Los sonidos de los aparatos
colocados alrededor de él, me estremecieron, sus ojos estaban cerrados, su piel pálida y sus
labios resecos y gretados; una lágrima se escapó de mis ojos al verlo en ese estado y maldije al
culpable de eso.
Llegué a su lado y tomé su mano, se sentía fría y si no fuese por el sonido de su
corazón a través de los aparatos, hubiese creido que estaba muerto.
— ¿Por qué tienen que sucedernos estas cosas, Myles? — susurré limpiando mis
lágrimas con la mano que tenía libre — te juro por Dios que daría todo de mi, por no verte así —
acaricié su rostro — ustedes son la única familia que me queda y si los pierdo, ahora si me
volvería loca en serio.
— ¿Isabella? ¡Viniste! — la voz de Eleanor me interrumpió, la vi parada bajo el
marco de la puerta pero pronto corrió hacia mi, solté la mano de Myles justo en el momento que
ella envolvió sus brazos en mi cuerpo —. Creí que no vendrías — susurró — ¿Por qué no
avisaste?
— Lo siento — dije mientras nos separábamos — tengo a alguien encargado de mi
seguridad y creyó conveniente que nadie supiese de mi regreso — me sonrió como lo haría una
madre a su hija, comprendiendo todo lo que decía, ese gesto suyo me hizo sentir en casa pero
también mucha nostalgia. Fueron pocas veces las que vi sonreír a Elijah y su sonrisa, era una
copia de la de su madre.
— El chico rubio allá afuera ¿Es él? — preguntó y asentí — que bueno que te
proteja tanto, lo necesitas, sino, mira a mi Myles — lamentó señalándolo con su barbilla — aun
con toda la seguridad que usa, fue atacado y ahora esta postrado a esta cama — se alejó de mi y
llegó a su esposo, acarició su mejilla con amor y también con mucho dolor.
— Sé que pronto saldrá de aquí y lo hará con bien — dije con convicción —. No me
iré de aquí hasta que él este a salvo y seguro.
— Gracias por volver hija, sé que dejaste tu vida atrás para venir aquí, pero
recuerda que también es nuestra vida, son nuestra vida — dijo viéndome a los ojos y me
estremecí.
— ¿Nadie lo sabe? — quise asegurar pero sonó a pregunta.
— Todo ha sido y será como tú mandes — asentí agradecida — ¿Se quedarán en
la mansión?
— Aun no me siento capaz de volver ahí Eleanor — confesé y de nuevo tomé la
mano de Myles — sin embargo, prometo quedarme cerca y llegar al fondo de esto. Tu seguridad
y la de Myles será reforzada, Caleb, el chico de afuera, ya se está encargando de todo —
anuncié.
— Gracias otra vez Isa — en su voz se notaba el más puro agradecimiento.
— No se merecen — susurré — es mi deber cuidar de mi familia y de Grigori —
aseguré.
Hablamos un rato más y la puse al día sobre algunos asuntos de mi vida, ella me
puso al día a mi con algunas cosas de aquí y por nuestra salud mental, acordamos no hablar
sobre Elijah, para ambas eso era muy doloroso y con la situación que se vivía, no necesitábamos
agregarle más tristeza.

Salí del hospital, junto a Caleb y nuestra seguridad, rumbo al cuartel; ya nos habían informado
que allí, sólo se encontraban los chicos — a excepción de Jacob — y Caleb consideró que era el
momento de volver. Por supuesto que mis nervios se aceleraron al saber que era el momento de
reencontrarme con ellos y tuve miedo de ver su reacción; ellos no sabían mis motivos para
marcharme, ni lo sabrían aún y eso volvía todo, más complicado, pero tenía que enfrentarlo, me
quedaría un buen rato y necesitaba trabajar con ellos, necesitaba solucionar mis problemas con
ellos y así poder seguir adelante.
Roman corrió hasta el portón de seguridad para recibirnos, todo se hallaba igual en
el cuartel a excepción de que había más seguridad, reconocí a algunos compañeros de la Orden
del Silencio, estaban estratégicamente colocados, nadie se daría cuenta de ellos a menos que
fuese otro silencioso — que era como nos llamábamos — y supe que habían venido aquí por
petición de Caleb y órdenes del maestro Cho. Estando dentro del cuartel, en el área de parqueo
— territorio seguro — bajé del hummer y varios de los guardias se acercaron, saludaron a los
chicos que se encontraban conmigo pero ninguno se dirigió a mí.
— ¿Señorita White? — la voz de Roman era ronca y profunda. Mis ojos estaban
cubiertos por gafas de aviador y mi corto cabello estaba oculto en una gorra — ¿Es usted? —
preguntó con dudas y asombro.
— Soy yo, Roman, la misma — dije con una media sonrisa.
— Definitivamente no es la misma, pero... ¡Por Dios! ¡Está viva y bien! — exclamó
con alegría.
— Gracias — musité sintiéndome tímida ante él — es bueno volver a verte Roman
— dije sincera.
— Gracias, aquí estoy a sus órdenes, dispuesto a protegerla ante lo que sea — un
nudo se formó en mi garganta al escuchar aquello.
— Por el momento, nadie a excepción de ustedes, debe saber que ella esta aquí —
dijo Caleb llegando a mi lado — Soy Caleb, por cierto — se presentó ante él — mi objetivo es
traer a Isabella sana y salva y llevármela de la misma manera, y como ya viste, pienso cumplirlo
al pie de la letra.
— Cuente conmigo para lo que sea señor, puede confiar en mí — habló seguro el
hombre moreno, Roman, quién ya había cuidado mi espalda antes.
— Llámame Caleb, nada de señor — dijo amable —. Al entrar, puedes quitarte las
gafas, pero no la gorra — se dirigió a mi y asentí.
Puse mi mano sobre el lector de huellas, éste me las negaba al principio pero, todo
era porque mis manos sudaban, mi nerviosismo era notorio, luego de limpiarlas sobre mi
pantalón, al fin el lector se dignó de mi y abrió la puerta sin problema. El aire acondicionado
golpeó mi cuerpo y sentí frío en esos momentos, por inercia, tomé la mano de Caleb y él me
recibió sin problema, regalándome un pequeño apretón en señal de apoyo; Dom estaba a mi lado
izquierdo y el otro chico — de quien tenía que averiguar el nombre — estaba al lado derecho de
Caleb, escoltandonos aún dentro del cuartel, eso solo me confirmó que Caleb, sentía una
profunda desconfianza por todos.
Las oficinas estaban solas, el motivo era obvio, yo las evité, fueron los chicos
quienes se acercaron a revisar y fue como lo supe, el pequeño comedor estaba igual y los gritos
desde el fondo nos avisaron que los chicos se encontraban en el salón de entrenamientos. Mis
intestinos se revolvieron al acercarnos ahí.
¿Como ganas de ir al baño?
Eso es asqueroso, pero sí, se sentía de la misma manera.
Poco a poco se escuchaban más claro los gritos de una chica, no era Tess pero si
me parecían familiares, el sonar de las armas de madera me recordaba a mis entrenamientos en
ese mismo salón, mi respiración se había acelerado demasiado y por primera vez me sentí
incapaz de hacer algo y me detuve.
Cobarde.
No era fácil.
— ¿Qué pasa linda? — preguntó Caleb a centímetros de mí.
— No puedo hacerlo — susurré con la voz entrecortada. Me miró con asombro.
— No digas estupideces Isabella — me reprendió — tú, la que siempre nos alienta
en la orden, la líder de dos clanes poderosos, la que siempre va un paso adelante, la que no se
detiene ante nada ni nadie... ¡No puede hacer algo tan simple como esto! — me avergoncé con
sus palabras pero él no entendía mis motivos. Aquí, yo era débil, los fantasmas de mi pasado me
asustaban hasta la mierda y tenía miedo de enfrentarme a lo que sabía que me volvería a destruir
—. Tú, pequeña idiota, vas ir ahí y te enfrentarás a ellos, porque si no puedes con esto, no podrás
con el Fantasma, no podrás con el hijo de puta de Lucius y mucho menos con Derek — lo miré
con odio al decir aquello, pero el idiota tenía razón, sino podía con quienes fueron mis amigos, no
podría con mis enemigos y no me lo podía permitir.
Caminé segura sin decirle nada y abrí la puerta doble del salón de manera brusca.
Jane se encontraba luchando contra Tess y eso me descolocó mucho, mi tímida amiga ya no
lucía más tímida, su cabello cobrizo estaba en una coleta al igual que el cabello color fuego de
Tess, ambas vestían ropa de entrenamiento color negro y Jane sabía como golpear y defenderse.
Connor, Evan y Dylan estaban a las orillas de las colchonetas que recubrían el suelo, observando
como las chicas peleaban; el sonido que los chicos detrás de mi hicieron los hizo poner atención
en nosotros, sus ojos se clavaron en mí y me sentí pequeña, muy pequeña.
— ¿Bella? — dijo Evan y me estremecí, desde la punta de mis dedos de los pies
hasta la punta de mi cabello. No me habían reconocido, la gorra en mi cabeza y la poca luz en el
salón se los dificultaba.
— Evan, chicos — musité.
Y fue lo más estúpido que pudiste decir.
¡Arhg! Lo sé.
Jane caminó a paso seguro y rápido hacia a mí, se veía linda vestida de esa
manera, su rostro era un poema y no podía descifrarlo, pero me alegraba que se acercara.
— Isabella — dijo, su voz ya no era tímida.
— Ja... — no terminé de decir su nombre, ella no lo permitió, lo impidió cuando
conectó su puño a mi mandíbula, haciendo que mi gorra cayera de mi cabeza, mis gafas volaron
de mi camisa y yo caí sobre mi costado.
Vaya perra.

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Capítulo 2 (2/2)

~Capítulo 2~
[Parte 2]

¡Oh, mira, la chica tímida sabe como ponerte en tu culo!


Maldita y perra consciencia.
Escupí sangre y maldije entre dientes cuando pude reaccionar a lo que había
sucedido. Bien, tal vez no me merecía una bienvenida, pero ¿Un golpe? ¿Y de Jane? Eso de
verdad me descolocó por completo y me había agarrado con la guardia baja.
Muy baja diría yo.
Cállate.
— ¡Mierda Chica! ¿Quieres morir? — espetó Caleb y me asusté cuando dirigí mi
mirada hacia ellos, Dom y el otro chico habían desenfundado sus armas y apuntaban a la chica
frente a mí, de soslayo vi como los chicos se sorprendían y estaban decididos a sumergirse en
una pelea.
— ¡Basta! ¡Bajen sus armas! — ordené y luego me puse de pie, con el costado de
mi mano, limpié la sangre que corría de la comisura de mis labios — Veo que has aprendido
algunos trucos — inquirí irónica.
— Puedo mostrártelos — se mofó ella, sonriendo de lado.
— Agradece que eres tú — dije seria.
— Y si no ¿Qué? — me retó y en ese momento deseé que fuera otra persona.
— Basta nena — dijo Connor llegando a su lado.
— Salió mejor, de como lo habíamos planeado, compañera — alabó Tess y creo
que ya no me sorprendía.
— Vaya, veo que habían practicado — reí.
— Claro que lo hicimos, teníamos qué — habló Jane de nuevo — fuiste una maldita
desconsiderada, te fuiste sin decir nada, sabiendo lo mucho que te queríamos y lo preocupados
que estábamos — reclamó.
— Bien, sé que no me merecía una bienvenida, pero si no conoces mis motivos,
entonces no me jusguez Jane — pedí — ni ustedes — me dirigí a los demás —. Tuve una razón
de peso para irme.
— Elijah era mi hermano, me dolió y aún me duele su muerte, pero no huí —
reclamó Tess y sus palabras me calaron en lo mas profundo.
— ¡Tú no te imaginas lo horrible que fue para mí! — grité — ¡Todos me juzgan por
haberme ido, sin saber mi dolor, nadie lo vio morir a excepción de Elliot y yo! ¡Lo vi hacerse
pedazos frente a mí, Tess! ¡Aún sueño con eso, cada-maldita-noche-de-mi-vida! — solté y vi sus
ojos hacerse más grandes — ¿Crees que era fácil para mí, seguir aquí, en un lugar dónde él no
está más? — todos se quedaron en silencio al escucharme. Miré a Caleb, vi lástima y
comprensión en su mirada, no me gustó la lástima y era la primera vez que él escuchaba esa
parte de mi vida. Los chicos también me veían de esa manera y lo odié — Ven porque no hablé
más desde aquel día. Y no me miren con lástima — exigí.
— Cambiaste a mi primo — susurró Tess, agradecí cuando todos salieron del salón,
sólo Jane, Tess y yo, nos quedamos ahí — destruiste a Elliot — la miré sin saber de qué hablaba
— él se convirtió en un hijo de puta después de que te fuiste, no te diste cuenta que él también
sufría, no solo por la muerte de Elijah, por haber presenciado todo, sino también, por ver
destruida a la mujer que amaba. Maldita sea Isa ¡Elliot te amaba! ¡Y nunca pensaste en él! —
lágrimas salieron de mis ojos al escuchar aquello, jamás pensé en eso — Todo se derrumbó
cuando te fuiste, los malditos vigilantes comenzaron a ganar terreno con la ayuda de ese Sombra
— escuchar eso no me agradó —, Elliot tomó tu lugar pero nunca le puso empeño, tu partida lo
afectó y ya nada le importa, Grigori se está yendo a la mierda poco a poco y ahora mi padre esta
al borde de la muerte. Mamá se está volviendo loca y sé que si pierde a mi padre, morirá; casi la
perdimos con la muerte de mi hermano y ahora esto — Tess lloraba como una niña al decir cada
cosa y sentía que todo era mi culpa.

De hecho, creo que lo era.


¡Oh vamos! Puedes dejarme en paz.
— Ustedes no saben lo que yo he tenido que dejar para volver acá — dije con la
voz ronca — me fui por una razón de vida y he vuelto por una razón de honor. Se lo debo a tu
padre, estoy acá para intentar rescatar lo poco que queda — continué — pero cuando todo
mejore, me iré, no puedo quedarme aquí — anuncié.
— ¿Por qué Isa? — preguntó Jane.
— Porque mi vida ahora está allá, ya no puedo volver aquí — respondí sin permirtile
escudriñar más a fondo —. Necesito su ayuda chicas, y la de todos en Grigori, tal vez nuestra
amistad ya no sea la de antes, pero, deduzco que podemos trabajar juntas para sacar adelante a
la organización.
— Estoy dispuesta a hacerlo, por la organización, ya que, creo que tienes razón,
nuestra amistad si es que aun la hay, ya no es la misma — Jane miró a Tess, cuando ésta última
dijo aquello, me dolió pero lo comprendía.
— ¿Jane? — logré preguntar, sin que el nudo en mi garganta me traicionara.
— Trabajaré contigo, y... Isa — la miré esperando más ofensas — me alegro que
estés bien — pronunció, ahí estaba la chica noble que conocí, no había dicho nada sobre nuestra
amistad, pero supuse que eso, era un avance.
— Gracias, no estoy bien, pero si, completa y viva, que es obvio — sonrió, fue solo
un amago de sonrisa que murió pronto, pero logre verlo.
Los chicos pasaron luego de que las chicas y yo habíamos terminado de hablar. Me
disculpé con ellos y agradecí que fuesen mas compresivos que Jane y Tess; les presenté a Caleb
y les di información que necesitaban. Caleb por otro lado, les dijo como serían las cosas de aquí
en adelante, les pidió que no le comentaran a nadie que yo estaba de regreso y asintieron.
— No se lo digan ni a Elliot, ni a Jacob — pidió y lo miré estupefacta.
— ¿Perdón? — dije y todos estuvieron conmigo — Ellos son parte de Grigori, confío
en ellos.
— Y ese, ha sido tu error — señaló.
— ¡Vamos, Caleb! Estas exagerando — bufé.
— Tal vez si, pero no importa, has confiado en mi y sabré agradecer eso. Ellos no
tienen que saberlo, hasta que te vean, es simple.
No estuve de acuerdo, creo que nadie lo estuvo pero lo dejamos ahí, habían cosas
más importantes que discutir. El baile que organizaba el gobierno, estando a cargo del señor
Gibson, se aproximaba y necesitábamos ultimar detalles; la relación con él ya no era la misma y
no nos convenía perder su apoyo. Casi cinco horas después, terminamos la reunión improvisada,
Tess se iría hacia el hospital y Jane se iría con Connor. Me alegraba mucho que la relación de
ellos se mantenía y era una relación fuerte.
Evan habló conmigo, ya no era como antes, ya no tonteaba conmigo y bueno... eso
me alegraba, era incómodo lidiar con aquello, simplemente, dijo lo alegre que estaba de verme,
quiso ver mi cabello pero no se lo permití, le dije que era un cambio de imagen que no quería
mostrar y asintió, luego se disculpó.
— ¿Puedo hablar contigo? — pidió Dylan y asentí. Nos habíamos quedado solo él y
yo en el salón.
— Gracias por no querer matarme o azotarme — bromeé y sonrió. Mi hermano, a
pesar de su look rockero, era muy guapo.

— Nadie, a excepción de Jane, Tess, Elliot o yo, saben acerca de lo que hiciste — dijo mirando
mis muñecas y me imcomodé — bueno también lo sabe Eleanor y Myles, pero nadie más.
— Gracias — dije y lo hacía de verdad, era bueno que no supiesen ese lado de mi
vida, uno que me avergonzaba — Siento mucho haberme ido, pero tenía que hacerlo.
— Isabella, aunque nuestra relación no fue la mejor, no te juzgué por lo que hiciste.
Yo también la cagué y mucho en el pasado, el punto es, que quiero acercarme a ti — dijo, yo
también lo deseaba — quiero enmendar mis errores contigo. Perdimos a nuestros padres y solo
quedamos tú y yo, eres mi hermana, una que tal vez nunca quise — dijo burlándose y reí — pero
que acepto y quiero. Permiteme acercarme a ti.
— Yo también necesito a mi hermano — musité — es horrible ver como poco a
poco te quedas solo. Tuve una muy buena razón para irme y es la misma que me hará volver...
espero algún día poder mostrártela — confesé. Me quedé petrificada cuando sus brazos me
rodearon, Dylan era el chico más duro de la organización y me estaba abrazando, después de
tanto que pasamos, estaba ahí, dándome un poco de amor. Era raro pero, devolví el abrazo y me
sentí un poco más liviana.
No todo fue malo al volver ¿cierto?
Al fin nos ponemos de acuerdo en algo.

(****)

Regresé al hospital deseando recibir noticias alentadoras, pero, eran las mismas, Myles seguía
en la UCI y solo quedaba esperar. Dylan me acompañó y al estar ahí noté que la relación entre él
y Tess ya no era la misma, me entristecía por mi hermano pero esperaba que solo fuese un
bache por el que estaban pasando. Tiempo después me animé a preguntarle algo a Tess que
antes no había tenido el valor para hacerlo, sin embargo era necesario.
— ¿Sabes dónde puedo encontrar a Elliot? — dije con vergüenza, no respondió en
el momento, sólo rió de manera sarcástica y me dolió mucho, definitivamente ella no me pondría
las cosas fáciles.
— Debe de estar de camino hacia Grig, es como su santuario y le encanta estar
rodeado de... ¿chicas? — eso me sorprendió, ella dijo que él había cambiado pero no me
espereaba eso — Cuando no está en California, cuidando de tus empresas, está aquí, en el día
en el cuartel y por la noche en el club. Aunque creo que hoy, se le hizo tarde con una de sus
putas y por eso no se apareció por ahí — bien, ya no tenía que saber más, así qué, asentí en
respuesta y luego me fui a despedir de Eleanor.
Saliendo del hospital le informé a Caleb sobre mis planes, le pedí espacio y mucha
discreción, no quería que los guardaespaldas anduviesen detrás de mi todo el tiempo e hicieran
todo más obvio. Afortunadamente me dio la razón y al llegar al club, giró sus órdenes y las mías
fueron cumplidas. Mi corazón martillaba mi pecho de una manera muy fuerte cuando entré a
aquel club, todo estaba igual, el segundo piso estaba inusualmente solo, las pista de baile, era
todo lo contrario, estaba atestada de parejas bailando y disfrutando del momento, me distraje un
poco viendo a todos lados y justo cuando subí mi mirada de nuevo al segundo piso, vi reflejado a
Elijah, con sus manos hechas puños, mientras se agarraba contra el barandal, mirándome
fijamente y no tan feliz de verme riendo de las locuras que Evan me susurraba. Sacudí mi cabeza,
sacando de mi mente aquellos recuerdos del pasado, sobre todo porque ahí, conoció a aquella
española que se llevó a la cama inmediatamente después, de retregarnosla en la cara.

Esos no eran buenos recuerdos.


Así es, por eso trataba de evitarlos.
En uno de los privados, logré visualizar a algunas chicas, unas reían y disfrutaban
de lo que su anfitrión les decía y vaya que casi me voy de culo al reconocerlo; Elliot lucía muy
diferente, su cabello estaba más corto, lucia desordenado de una manera que en él, lucía muy
bien, su cuerpo estaba mas definido y musculoso, realmente más guapo a la última vez que lo
había visto pero, su actitud era distinta, a leguas se notaba que ya no era aquel chico bueno del
que me enamoré alguna vez. Tess lo había descrito muy bien y al ver como se comportaba con
las chicas a su alrededor, solo comprobaba que se había vuelto un hijo de puta, uno que al
parecer, le iba muy bien, ligando y follando con quien quería.
Comencé a subir escalón por escalón, Caleb se había quedado cerca pero no se
daba a notar, visualizé a los otros chicos que nos acompañaban, ellos también estaban haciendo
bien su trabajo y me daban mi espacio pero, mientras más cerca llegaba del privado, ese espacio
me estaba resultando demasiado; acomodé la capucha de mi chaqueta, en mi cabeza y me cubrí
un poco más. Las risas de las chicas eran más claras, los chicos que acompañaban a Elliot,
disfrutaban del momento al igual que lo hacía él; nerviosa, llegué frente al cubículo pero nadie me
prestó atención, tuve la intención de darme la vuelta y dejar esto para después pero, en esos
momentos, la chica que estaba sobre las piernas de Elliot, se hizo aun lado y entonces él me
miró.
Si se sorprendió al verme, lo disimuló muy bien, cuando me reconoció, sonrió de
lado, no de manera amable, lo hizo de manera irónica y burlesca; su forma de mirarme era fría y
por un momento me recordó a su primo, pero en Elliot, dolía que me viese de aquella forma y ya
no con amor, como antes.
Tampoco es como que te lo merecieras.
No, no lo merecía, pero no estaba acostumbrada a esa manera de mirarme.
¡Tenía barba! ¡Elliot con barba! ¡Wow!
Sí, una barba un poco más oscura que su cabello rubio pero que lo hacía ver
realmente hermoso.
Yo que tú, hoy si me lo follaría.
¡Puf!
Giré mi vista hacia donde estaba Caleb y él asintió con la cabeza, animándome a
hacer, lo que tenía que hacer, pero la mirada del chico frente a mí, me congelaba hasta la sangre.
— ¡Elliot! — titubeé y odié mi voz.
— ¡Isabella! Al fin vuelves — dio un trago a su copa, luego de decir aquello. La
emoción en su voz era carente, inexistente.
— ¿Podemos hablar, en un lugar más privado? — pedí, se puso de pie y luego con
su mano me invitó a caminar.

Me dirigió sobre un pasillo y luego llegó a una puerta, estábamos alejados del bullicio y sin
embargo, no habíamos hablado nada, era extraño estar así con él. Abrió la puerta y luego me
hizo pasar a una especie de oficina, más bien parecía un mini apartamento, había hasta una
pequeña cama y eso no me gustó.
— Antes era la oficina de LuzBel — dijo y escalofríos recorrieron mi cuerpo.
Vaya las cosas que hubo echo nuestro tinieblo aquí.
No es bueno pensar en eso.
— ¿No creí que volverías? — dijo y de nuevo quedamos frente a frente.
— No creí que lo hiciera, pero ya sabes, Myles me necesita — musité.
— Bien, ya que estás aquí, podemos viajar a California, vas a tus empresas, las
chequeas y tomas tu lugar tanto en ellas como en Grigori — dijo con simpleza, caminó hacia un
pequeño bar y sirvió dos vasos, me ofreció uno y lo tomé.
— Podemos hacerlo — acepté y luego bebí de un sorbo lo que me había dado. La
bebida quemó de inmediato mi garganta y calentó mi estómago, lo necesitaba y mucho — pero
no estoy aquí solo por eso.
— Debes estar aquí solo por eso — dijo serio — es lo único que te tuvo que traer a
este club, hablar conmigo acerca de los negocios — exigió.
— No, Elliot, te busqué porque necesito pedirte dis...
— ¡Ni siquiera termines esa puta frase! — espetó y su cambio de humor me asustó
— Si viniste, que sea únicamente por tus negocios — una punzada de ira me atacó al ver su
reacción.
— No vine por eso, regresé por lo que le sucedió a Myles y si te busqué es porque
lo necesito Elliot — aclaré — Fui una cobarde al irme sin decir nada, sobre todo a ti, pero, era
necesario y si me lo permites, puedo explicártelo.
— No, Isabella, no me expliques nada, te fuiste y ya, no importa — dijo displicente.
— Todos me han pedido una explicación del por qué me fui de esa manera — dije
quitando la capucha de mi cabeza. Vi como observó mi cabello que ya había crecido pero no dijo
nada —, pero a nadie le he dicho la verdadera razón — confesé y me miró serio —. A ti en
cambio, quiero decírtela, quiero que sepas por qué me fui sin decir nada.
— Pero yo no quiero saberla, no me importa porque te fuiste y tampoco me importa
por qué volviste y me buscaste.
— ¡Maldición Elliot! No tienes por qué ser tan imbécil conmigo — reclamé. En
cuestión de segundos estaba frente a mí. Mi espalda golpeó la puerta y sus brazos me
acorralaron en ella, sus ojos azules buscaron los míos y me dolió verlos oscuros por el odio que
sentía hacia mi.
— Motivos para ser un imbécil contigo, me sobran Isabella White — susurró, su
aliento mentolado y con olor a alcohol me golpeó, su fragancia me embargó, él olía delicioso y su
cercanía me provocó escalofríos — y créeme que me estoy conteniendo. No es buen momento
para que hablemos de tus motivos para irte, o por qué regresaste.
Bien, él tenía razón, tenía motivos para ser un imbécil y era lo suficientemente
madura para aceptarlo, no era momento para hablar y al ver su estado lo comprobé, si bien no
estaba borracho, tampoco estaba en sus cinco y lo necesitaba lúcido. Dejé de hablar por unos
minutos y solo lo miré, lo había extrañado mucho y me seguía doliendo que todo se fuera a la
mierda entre él y yo, y no hablaba de la relación amorosa, sino de la amistad que habíamos
logrado tener, a pesar de que yo estaba con Elijah.
Recordé lo que Caleb había dicho, la desconfianza que sentía y eso me picó, muy
en el fondo, también pensé en Elliot traicionándome, pero deseché esos pensamientos, no me lo
podía permitir, no con Elliot y lo iba a demostrar.
— Bien — susurré, puse mis manos en su pecho para apartarlo y me estremecí al
sentirlo, los músculos de sus pechos eran duros y sentí como se tensó con mi contacto. Quitó una
de sus manos de la puerta y tomó mi mano, fue un agarre fuerte, creí que me iba a apartar de un
manotazo pero de inmediato, suavizó su agarre e hizo que mi mano diese vuelta, dejando a la
vista el interior de mi muñeca, el brazalete cubría la fea cicatriz y sabía que era lo que él buscaba
— No lo hagas — supliqué cuando con sus dedos, comenzó a correr el aro de metal que me
protegía. Me miró, entre la oscuridad de sus ojos, vislumbré un poco de comprensión y se detuvo.
— El día que hiciste eso, sentí que mi mundo se fue a la mierda — susurró y mis
ojos se llenaron de lágrimas — pero el día en que te fuiste, realmente conocí el infierno — no
soporté más y las lágrimas salieron de mis ojos al escucharlo. Entre sollozos, llevé mi mano hacia
el relicario que siempre me acompañaba y lo abrí, lo dejé abierto para que él lo viese, la
incomprensión surcó su rostro y luego sus ojos se abrieron más cuando se dio cuenta de todo.
— Eres el primero a quien le permito ver esto — confesé y lo tomó entre sus manos,
me miró sin poder creer lo que le estaba mostrando — éste relicario fue un regalo de Elijah,
Laurel me lo llevó aquel día al hospital. Salí de ahí después de recibirlo. No huí Elliot, no porque
quería hacerlo — expliqué.
— Dices que nadie más lo sabe — murmuró con dificultad y asentí — ¿Por qué me
lo dices a mí? — preguntó.
— Porque confío en ti — dije y no mentía.
Espero que no te hayas equivocado Isabella.

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Capítulo 3 (1/2)

Ya es Martes de:
¡Que disfruten el cap. Nos leemos el otro martes 😉!
Arriba dejo a mi amor, aunque algunas lo odien 😁😁
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~Capítulo 3~
[Parte 1]
Silencio reinó en la pequeña oficina por un buen rato, Elliot seguía sin poder creer
todo lo que le decía, pero, afortunadamente, me escuchó. Cada palabra que salía de mi boca era
sincera y no me arrepentía de haberle dicho todo, él era el único en quién confiaba, él único que a
pesar de mis mierdas, estuvo siempre para mí y no me importaba lo que Caleb pensase, yo
confiaba ciegamente en Elliot.
Si, ajá, y recuerda que ese ha sido tu mayor error.
Me importa una mierda lo que tú digas.
La mitad de la botella de ron, fue bebida por nosotros dos mientras charlábamos, su
humor había mejorado y aunque no me dejó pedir disculpas, de igual manera lo hice. No me
disculpó, pero por lo menos, ya no me trataba con la punta del zapato como al principio.
Acordamos que viajaríamos a California en cuanto Myles mejorara, y también viajaría conmigo a
Italia cuando todo estuviese arreglado.
- ¿Por qué no avisaste de tu regreso? - se limitaba solo a preguntar y escuchar mis
respuestas. Seguía siendo frío y sabía que me costaría mucho, lograr que él volviese a ser el
mismo, igual que con las chicas.
- Caleb lo quiso así, sospecha de un traidor - confesé.
- ¿Y tú confías en él?
- Igual que como confío en ti - dije segura -. Dijo que descubrirá a quien me traicionó
y lo hará pagar.
- ¿Sospecha de alguien en especial?
- De todos.
- ¿Y tú? - me miró esperando una respuesta sincera.
- Desde que él lo mencionó, lo he analizado, pero me es difícil creer que alguien de
Grigori nos haya traicionado.
- Tu error siempre ha sido confiar demasiado en las personas que te rodean, Isa -
se puso de pie y rodeó el escritorio en el que estaba sentado, llegó cerca de donde yo estaba
sentada -. El mundo en que nos movemos, está rodeado de personas que traicionan fácilmente,
muy pocos conocen el honor. Algunos traicionan por venganza, otros por necesidad.
- Tú traicionaste a Elijah - le recordé y se tensó - ¿Por qué fue?
- No quiero hablar de eso - espetó, me puse de pie y lo encaré. Él podría ser un
imbécil y yo fácilmente me podía poner a su nivel.
- ¡Vamos Elliot! Casi sé todo, te acostaste con Amelia, siendo la novia...mujer de
Elijah, estabas conmigo entonces y no, no te estoy reclamando - aclaré cuando me miró
indignado - simplemente quiero entender por qué lo hiciste. Tú y él no tenían una mala relación y
aun así, te metiste con su mujer.
- Sí y luego él encontró la oportunidad perfecta para meterse con mi chica - rio sin
gracia - y lo peor de todo, es que mi chica, terminó estúpidamente enamorada de él, aun
sabiendo que sólo la utilizó para vengarse de mí - eso había calado y sentí que me sonrojé por la
vergüenza que sus palabras provocaron.

- Él te traicionó por venganza, estoy segura de eso - dije ignorando su reclamo -. Ahora exijo
saber por qué lo hiciste tú, ya que, no sólo lo traicionaste a él, me traicionaste a mí - se giró y
llevó sus manos a la cabeza, estaba frustrado y yo estaba bebida y más envalentonada de lo
normal -. Si tuviste las bolas para hacer aquello, tenlas también para hablarme con la verdad, en
aquel momento no te lo exigí Elliot, pero si ahora.
- ¿Como de un tema, nos pasamos a otro? - Crucé mis brazos a la altura de mi
pecho y lo miré seria e ignoré esa pregunta - ¡Mierda Isa! ¡Lo hice por necesidad, bien!
- ¿Necesidad?
- Isabella, no sé si tu desconfías de mí en estos momentos, pero jamás te he
traicionado solo por dañarte - llegó hasta mí y acunó mi rostro entre sus manos, de nuevo los
escalofríos recorrieron mi cuerpo - en aquel momento, me acosté con Amelia, porque debía
hacerlo, lo hablé con LuzBel, al final, él conoció mis motivos y luego de conocerte...creo que lo
comprendió - esa confesión me tomó por sorpresa, Elijah no era tan comunicativo conmigo y sé
que se llevó muchos secretos con él, esa charla con Elliot, fue uno de ellos -. Ambos hicimos una
promesa a tu padre - recordó, llevé mis manos a sus muñecas y las presioné, cerré mis ojos con
impotencia, no estaba preparada para hablar de aquello - si hubiese llegado más tarde al
apartamento aquel día, no hubiese podido cumplir la mía. Cuando te fuiste, entonces me quedé
con menos posibilidades de cumplirla, pero Isa - susurró y acarició mis mejillas con sus pulgares -
mírame - pidió y lo hice - aunque yo sea el mayor de los hijos de puta, mientras viva, cumpliré mi
promesa y te protegeré siempre. LuzBel muri...
- No lo digas - supliqué, él comprendió y no me miró con lástima.
- Él cumplió su promesa, para que yo pudiese cumplir la mía - dijo y una lágrima
salió de mis ojos - mi traición fue perdonada por él, luego de que comprendió, de que por ti, uno
es capaz de hacer muchas locuras - acercó su rostro al mío y su cálido aliento azotó mi rostro,
tuve una idea de lo que iba a hacer y no me aparté, no quería hacerlo -. Tenerte así, solo me
confirma que sigues siendo mi debilidad, nena - mi corazón se aceleró al escuchar aquello. Nena,
él siempre me llamó de esa manera - pero también mi fuerza - besó la comisura de mis labios y
entonces derramé más lágrimas. Yo era una maldita perra, deseaba lo que Elliot hacía, solo
porque me imaginaba a Elijah haciéndolo, y no era justo, no para él chico frente a mí. Pero no lo
detuve y sentí como acercó su boca a la mía y entonces...
- ¿Elliot? - la voz de una chica nos interrumpió, Elliot se alejó de mí, no asustado,
sino más bien frustrado.
- Alice - bufó, limpié mis lágrimas y me giré hacia la puerta. Una chica muy bonita
nos observaba, era rubia, delgada y un poco más baja que yo; se veía pálida y enojada, no
entendía el por qué - Creí que no vendrías hoy.
- Ya lo veo - se quejó ella.
- ¿Perdón? - espetó él.
- Olvídalo, no me hagas caso - respondió Alice, queriendo disimular su enfado. Al
final, le agradecía que hubiese interrumpido algo que nunca debió suceder - Necesitaba hablar
contigo, pero, creo que estás ocupado - me miró con displicencia y no sé por qué eso me causó
gracia y no pude disimular mi sonrisa, pero eso a la chica no le agradó.
- Hola Alice, soy Isabella - la saludé con un gesto de mano, la chica palideció de
nuevo, ya no me miraba igual - al juzgar por tu reacción, creo que has escuchado de mí.
- Más de lo que quisiera - pronunció y su desagrado, se hizo notorio en su voz.
- Alice trabaja en el club - habló Elliot y creo que hasta él se extrañó por la reacción
de la chica - Y su novio, también - recalcó - es el dj, aunque solo viene una noche a la semana,
ella en cambio, trabaja aquí casi todas las noches, a excepción de los jueves - comprendí porque
Elliot se sorprendió al verla, era su noche de descanso y ella estaba en el club.

- Bien, entonces chicos, los dejo para que hablen - dije a ambos.
- Dame un segundo, así te llevo al hotel - pidió Elliot y negué.
- No te preocupes, Caleb espera abajo por mí, mañana te lo presento - me acerqué
un poco a él para despedirme - Gracias por escucharme y no olvides todo lo que dije - lo abracé y
luego susurré - he confiado en ti, sé que no me fallarás y también sé que no me equivoco al
hacerlo - besé su mejilla - aunque ahora seas un imbécil - agregué y sonrió, no fue una gran
sonrisa pero fue sincera.
- Alice, fue un gusto conocerte - dije al pasar cerca de ella, aun no le agradaba y no
podía disimularlo - aunque no puedas decir lo mismo de mí - sonreí y vi como ella mordió su labio
para no hacerlo, se veía que era difícil, pero, aunque yo no le agradara, ella me agradaba a mí.
Vaya que eres loca y muy perra.
Lo sé.
(****)
Los días habían pasado y con ellos, mi estrés aumentaba; cada día se hacía más
difícil que el otro, ir al cuartel lo era más. Las chicas estaban siendo muy duras conmigo y aunque
trataba de ignorarlo, siempre me afectaba; me había vuelto fría después de lo de Elijah, pero
estar en el lugar donde todo había sucedido, me volvía vulnerable.
Con Caleb, nos estábamos volviendo clientes frecuentes del Grig y Alice, ya me
toleraba un poco más, hasta creía que nos estábamos haciendo amigas. Ella me agradaba
mucho y sospechaba que estaba secretamente enamorada de Elliot pero se notaba que amaba a
su novio y eso, impedía cualquier relación entre ellos. Con él, no hablamos sobre lo que casi
sucedía en aquella oficina y no se volvió a repetir, pero, seguía habiendo tensión entre nosotros,
demasiada para mi gusto y debía admitir que a pesar que entre nosotros ya no existía nada - ni
siquiera amistad - me molestaba ver cuanto había cambiado.
Tess tenía mucha razón, Elliot se había convertido en una persona diferente, en un
casanova empedernido y con mucha suerte para las mujeres; cada vez que estábamos en el
Grig, se le veía con una chica diferente, la oficina de aquel club, era su lugar favorito y cuando las
chicas salían de ahí, lo hacían con una enorme sonrisa en el rostro que me provocaban ganas de
borrárselas de un fuerte puñetazo.
¿Celosa?
No, no eran celos. Solo... no soportaba ver en lo que se había convertido.
¡Si, ajá! No te engañes Isabella, a él le encantaba ser quien es. A ti en cambio, no.
Claro que no me gustaba, porque él jamás fue así. Elliot siempre fue el chico más
dulce que conocí en mi vida, caballeroso y respetuoso, pero ahora... era un idiota que le
encantaba follar cada noche de su vida, se dedicaba solo a eso y estaba descuidando lo
importante, eso me molestaba y mucho, no tenía nada que ver con los celos, ya que ni él, ni
ningún hombre, me interesaban en el ámbito amoroso.
- Podrías dejar por esta noche a alguna de tus zorras e ir a hablar conmigo - pedí
después de plantarme frente a él, la chica en su regazo, me miró con odio, yo la observé de la
misma manera.
- ¿Es en serio Isa? - Preguntó irónico - Tú no me darás lo que esta hermosura si - la
señaló y luego acarició sus piernas -, ir solo a hablar es aburrido - mi buen humor se fue a la
mierda luego de escucharlo.
- Te doy cinco minutos Elliot, despacha a tu... amiga y ve a la oficina - pedí de
manera seria - un segundo más y vengo a traerte de las pelotas y créeme, no sentirás placer en
ello - advertí y me di la vuelta sin esperar respuesta.
Podía parecer una novia celosa, no me importaba si era el caso, él y yo teníamos
que hablar de cosas importantes, el baile era una de esas cosas; faltaban dos días para que se
realizara y no estábamos completamente listos, no quería ir pero ahora más que nunca debía
hacerlo.

Pasé cerca de la barra y antes de irme a la oficina, le pedí a Alice un vaso de whisky, no era
fanática de la bebida pero la situación actual de mi vida, me estaba haciendo que le agarra el
gusto y pronto, necesitaría algo más fuerte.
- Luces muy mal chica - señaló Alice luego de beber la bebida casi de un sorbo.
- No conoces nada de mi vida - me observó en desacuerdo - no lo haces Alice, si
acaso conoces un poco - aclaré - pero créeme, no la estoy llevando fácil. Volví solo porque mi
familia me necesitaba, me necesita pero te juro que me arrepiento - me quejé por primera vez.
- Tú necesitas un poco de Harry Potter - dijo y casi reí - y no hablo del libro, sino de
algo que te ayudaría a relajarte un poco - la miré interesada - es difícil conseguirla, pero si
deseas, lo puedo intentar - estuve a punto de responderle pero Elliot nos interrumpió.
- ¿Qué puedes intentar? - le preguntó.
- Nada que te importe - bufé antes que ella respondiera - y ya que tus bolas están a
salvo, por ahora, vamos a la oficina - el rostro de Alice era un poema al escucharme y ver la cara
de Elliot, casi me reí de ello. Elliot comenzó a ir hacia la oficina - hablamos luego de tu libro - dije
a Alice para que él no preguntara más y caminé detrás del hermoso pero muy idiota chico de ojos
azules.
Al llegar a la oficina, decidí omitir todo acerca de cómo estaba llevando su vida, no
quería tocar ese punto aún, las cosas estaban muy mal y debía tener más tacto con él.
Comenzamos a hablar acerca del baile, esta vez, él y Caleb me acompañarían, aunque claro,
tendríamos infiltrados, debido a la situación, no podíamos bajar la guardia, nuestras espaldas
tenían que estar muy bien cuidadas y a los Vigilantes, ya no se les haría tan fácil llegar a
nosotros.
Habíamos acordado una reunión con el senador Daniel Gibson, se llevaría a cabo
durante la recepción, las reglas eran las mismas y nuestros trajes estaban siendo preparados. No
pude evitar pensar en aquella noche, hace más de tres años, junto a Elijah, bailando una canción
que jamás olvidaría, instintivamente llevé mi mano al relicario, ahí guardaba la prueba de cuán
importante fue ese momento, la foto que nos enfocaba a ambos me recordó que en ese instante,
solo éramos los dos; eso no lo sentí solo yo, no, al mirar esa foto me daba una esperanza que él,
también lo sintió, aunque sea solo un poco.
También fue Sombra, recuerda el tremendo beso que ese enmascarado te dio y
como le respondiste.
Esa noche solo fuimos Elijah y yo, punto final.
- Quisieras que fuese él ¿Cierto? - dijo Elliot al ver mi mano, sosteniendo el relicario.
Lo miré fría, había preguntas que no me agradaba que hicieran.
- ¿Te respondo sincera o evito que... discutas conmigo? - solté el relicario. El estrés
estaba sacando lo peor de mí.
- Cuanto has cambiado Isabella - señaló observándome de la misma manera que yo
lo hacía - recuerdo cuando terminamos nuestra relación, mentiste diciendo que me amabas, solo
por el simple hecho de no hacerme sentir mal - escuchar eso me molestó en sobremanera, yo no
había mentido.
- No mentí, Elliot - me acerqué un poco a él - yo te amaba, estaba confundida con
respecto a Elijah. Si. Pero te amaba - rio sin gracia y se alejó de mí -. Y no te mentiré hoy.
Quisiera que fuese él quien estuviese a mi lado, así como aquella noche, pero mira como es la
vida, no estará.
- ¡Exacto! Y no lo hará nunca más - espetó, mis ojos se abrieron demás al
escucharlo - Sé que me críticas y me juzgas de hijo de puta y está bien, lo soy Isabella, pero
¿Sabes qué? Tú también lo eres - mi boca se abrió y cerró al escucharlo -, te volviste fría,
controladora, egoísta...
- Sabes mis razones - lo interrumpí.
- Esa razones no eran para que te convirtieras en lo que eres - increpó -
¿Recuerdas que antes a pesar de todo, no asesinabas? Y ahora, lo haces sin ningún problema,
cuando antes nos juzgaste por ello - suspiré al escucharlo -. Fuiste una hipócrita, te importó una
mierda mi dolor. Ambos fuimos testigos de lo que sucedió, LuzBel fue... ¡Mierda! No sé ni lo que
fue para ti, o lo que fueron, pero también era mi primo Isabella, mi sangre y no pude hacer nada
para salvarlo. Me dolió y más me dolió y me duele que te convirtieras en lo que eres a causa de
eso.
- ¿En lo que soy? ¿Qué soy, según tú?
- Una mujer frívola, con un corazón oscuro - reí al escucharlo -. Y soy tan idiota,
porque a pesar de todo eso, sigo teniendo fe.
- ¿De qué?
- De que dejes salir al ángel que llevas dentro, el que siempre fuiste.
- No la tengas Elliot - aconsejé - porque ese ángel murió, el día que hice mi
juramento con Grigori y lo sepulté cuando sucedió lo de Elijah.
- ¡No seas tonta Isabella! Sigue adelante - pidió lleno de frustración - el hecho de
que perdieras a LuzBel, no significa que también pierdas tu vida ¡Entiéndelo!
- ¡Ya para! - Exigí - Y entiende tú, que yo no perdí a Elijah, no te equivoques en eso
Elliot - me miró sin entender -. Me lo arrebataron, no lo perdí - aclaré.
De pronto vi cómo se giró y tomó uno de los vasos que estaban en la mesa donde
se encontraba el licor, lo tiró contra la pared, haciéndolo pedazos. Su acto no me asustó, al
contrario, estuve tentada a tomar el otro vaso y hacer lo mismo que él; al igual que él, yo también
me sentía frustrada y cansada de todo. La actitud que tenían conmigo me estaba orillando a ser
alguien que luché por no ser y rogaba interiormente por perdón ante todo lo que cruzaba por mi
mente, me arrepentía de haber vuelto a un lugar que solo me llenaba de tristeza y encima de
todo, me juzgaban sin saber por todo lo que había pasado.
- Desearía haber sido yo, el que se hizo pedazos aquel día - confesó, mirándome
con sus ojos oscurecidos, llenos de frustración e impotencia.
- El resultado habría sido el mismo - murmuré cansada, llegando a mi límite.
- Claro que no, lo tendrías a él, a tu amor y yo, me habría evitado vivir en un infierno
- sus palabras provocaron muchas cosas en mí. Él estaba muy equivocado al pensar de esa
manera, a pesar de mi dolor por lo de Elijah, por ningún motivo hubiese deseado que fuera él en
su lugar.
- Aparte de imbécil, eres un idiota - bufé -. Por muy grande que sea mi amor hacia
Elijah, jamás te habría preferido en su lugar ¡Entiéndelo! Yo te amé Elliot, aún lo hago - confesé
algo que guardé desde hace mucho, me miró sin creer lo que le decía, lo comprendía.
- ¡Mentirosa! - Exclamó con dolor, se acercó a mí y me tomó con fuerza del brazo -
Fría, oscura, hipócrita y mentirosa. No me amas, ya no me engañas - susurró con ira, lo enfrenté
segura de lo que decía.
- No miento, aun lo hago, jamás dejé de amarte, siempre lo hice a mi manera Elliot y
grábatelo muy bien en esa tonta cabeza que tienes porque será la última vez que me escucharás
decirlo - advertí -. Sólo comprende que hay muchos tipos de amor - tomé la mano con la que
presionaba mi brazo - y el amor que siento por LuzBel, jamás será igualado - mencioné su
sobrenombre, porque fue del demonio que me enamoré -. Así él no sintiera lo mismo por mí, a mí
me alcanzó para sentir por los dos - su respiración se aceleró al escucharme - a ti te amo y lo
haré siempre, pero no será suficiente para calmar mi dolor. Es por eso que soy quién soy; dices
que tengo un corazón oscuro y no te equivocas, mi luz se fue con él y siento mucho si te lastimo
con esto, pero es la verdad. - Me soltó al escucharme, lo hizo como si sintiese asco de mí en esos
momentos - Antes de LuzBel, fuiste tú, después de él. Ni tú, ni ninguno - vi como mis palabras lo
rompieron, en mi interior, algo se rompió también pero las cosas eran así y no cambiarían nunca.
Felicidades Isabella White, te has graduado con honores como la mejor de las hijas
de puta.
_____________________________________________________
Algunas comprenderán esto, otras no pero...
¡¡¡¡Estoy emocionada!!!! La cuenta regresiva comenzó y a partir de hoy, faltan 14
días para que use algo más oscuro.
😏😏😏💏🎭🎭
¡¡¡Wow!!!

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Capítulo 3 (2/2)

¡¡Adelanto!!
Gracias a los que respondieron a mi petición. Los votos aumentaron, no como lo
esperaba pero lo hicieron y sé agradecer.
Bueno, por otra parte, avisé en mi tablero y en instagram que voy a ausentarme por
un tiempo. Como sabrán, tengo una vida y cosas que atender. No me agrada dejar wattpad
mucho tiempo pero no puedo evitarlo. Así qué, espero que comprendan y espero que mi ausencia
no sea por mucho tiempo.
Gracias por sus comentarios y gracias por sus mensajes en instagram. Los y las
quiero mucho.
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~Capítulo 3~
[Parte 2]

— Necesito saber de tu libro — exigí a Alice antes de irme del club, ella miró a todos lados, con
miedo de que la escucharan.
— Es un alucinógeno, se está poniendo muy de moda por estos rumbos. Dicen que
es lo mejor que hay y te transporta a mundos inimaginables. Pero es más adictivo que otras
drogas y eso lo hace más peligroso — jamás había consumido ningún tipo de droga pero, estaba
en un punto difícil de mi vida y obviamente ya no intentaría cortarme las venas como antes. Miré
mis muñecas al recordar aquello.
No vayas allí Isa, te lo suplico.
— ¿Lo has consumido? ¿Qué tan peligroso es? — pregunté.
— Mira, sé que fui yo, la que mencioné eso pero, no quisiera que lo probaras, me
da miedo — las palabras de Alice sonaron con súplica, vi en sus ojos el arrepentimiento por lo
que hacía, era como si hubiese sido obligada a ofrecerme aquello, pero no tenía que
preocuparse. Yo solo quería algo para relajarme un poco.
¡Entonces ve y folla con Elliot o Caleb, incluso con Sombra! ¡O con quién mierda
quieras, Isabella! Pero no te metas nada de eso. El sexo también te relajará, es adictivo pero no
te dañará.
Ignoré esa vocecita chillante en mi cabeza, le había dado por ser cuerda en esos
momentos y no lo necesitaba.
— Nunca lo he probado, pero alguien me dijo que en alucinógenos y drogas, es lo
mejor.
— Quiero que me consigas un poco de eso — pedí.
— ¡Mierda chica! No lo hagas.
— Me lo ofreces y ya luego te echas atrás — reclamé —, no te preocupes por nada
Alice, solo quiero una vez, solo intento soportar mi tiempo aquí, tú no tienes idea por lo que estoy
pasando — terminé suplicando, ella me miró como tanto odiaba pero no dije nada.

— Veré que puedo hacer, dame tu número y yo te aviso cuando la obtenga y dónde te la daré —
sonreí triunfante y le pasé mi número.
Necesitaba algo más fuerte y pronto lo obtendría.
No solo te graduaste como hija de puta, sino también, como la más idiota.
Di lo que quieras y observa como disfruto.
(****)
El lugar donde nos encontrábamos era lúgubre, tétrico, aterrador; era como si
hubiésemos estado en una película de terror. Tess estaba amordazada y sus manos sujetas con
unas esposas, alrededor de los barrotes de la celda; Elsa estaba cerca de mi y solo una de sus
manos era aprisionada con las esposas y barrotes. Yo en cambio, colgaba de mis manos, mi
boca estaba amordazada y todo mi cuerpo dolía. El suelo del lugar estaba mojado y el hedor era
intenso ahí; las tres fuimos atrapadas y noqueadas, los chicos no pudieron defendernos al ser
atacados por todos aquellos hombres. Recordaba a Dylan y me asustaba que su herida fuera
grave.
Mi sorpresa fue enorme cuando Derek dijo que Dylan era mi hermano y entonces
comprendí el cambio tan repentino que éste último había tenido conmigo. Él lo supo antes que yo.
Charlotte era otro tema, uno muy triste; mi nana, la mujer que ocupó el lugar de mi
madre desde que ésta murió, me había entregado a mis peores enemigos y todo por venganza.
Me dolió pensar que ella también entregó a mi mamá y gracias a eso, mi heroína tuvo un
aterrador final. Pensar en eso me hizo tomar fuerzas, debía salir de ese horrible lugar junto a las
chicas, tenía cuentas que cobrar y seres amados que honrar.

— Vaya suerte la mía — se quejó Elsa y me sacó de mis pensamientos —, voy a


salvar tu culo y terminamos aquí — no sé por qué eso me causó gracia, quise reír pero el intento
dolió como el infierno — ¿Estás bien? — Preguntó a Tess, ella asintió y me sentí un poco aliviada
— ¿Y tú? — se dirigió a mí. No lo estaba, mis brazos dolían por estar en la misma posición y más
al soportar todo mi peso. Alguien me había golpeado pero no me quejaría frente a ella, así qué,
asentí también.
— Las zorras han despertado — dijo una voz grave que no reconocí, las tres nos
tensamos — llama a los otros, la diversión va a acomenzar — ordenó. Sentí como mi sangre
comenzaba a congelarse al escuchar aquello.
Tres enormes hombres entraron a la celda, sus miradas me provocaron miedo y
asco a la vez, ellos llevaban muy malas intenciones con nosotras, sus sonrisas lo confirmaron.
Miré a Tess, la chica arrogante y valiente había desaparecido, en su lugar, una pelirroja de ojos
llorosos me miraba, quise tranquilizarla con mi mirada, pero, era algo que no lograría porque yo,
estaba igual que ella. Elsa sorprendentemente, estaba mas tranquila, asustada era seguro, pero
era más fuerte que nosotras; miró a los hombres con burla y sonrió cínica. No era lo mas
inteligente que podía hacer, pero admiraba que no estuviese cagándose del miedo al igual que
Tess y yo.
— A ver zorritas ¿Con quién comenzáremos? — ironizó el tipo que parecía ser el jefe de grupo.
Mis ojos se desorbitaron cuando vi como uno de los tipos que lo acompañaban, se acercó a Tess
y acarició su mejilla, ella se removió y gimió, sabía que sino hubiese tenido la mordaza, habría
soltado muchas maldiciones. Intentó alejarse del tipo pero al estar esclavizada, con sus manos
hacia atrás, le era imposible hacerlo. Mi corazón se aceleró más en esos momentos, quise gritarle
al malnacido que la soltase, pero no pude.
— Voy a disfrutar mucho cuando LuzBel te atrape — soltó Elsa con veneno —,
ruega que te maten antes que eso suceda — aconsejó, el otro tipo se acercó a ella y le hizo girar
el rostro de una bofetada, cayó al suelo y maldijo por el dolor, me removí con impotencia y quise
gritarles muchas cosas a esos imbéciles.
— ¡Déjenla! — Ordenó Derek, apareciendo como un maldito espectro — Necesito
que ambas estén conscientes para disfrutar del espectáculo — las tres lo miramos con odio. Mi
miedo se convirtió en asco al tenerlo frente a mí. El imbécil era muy guapo, pero su actitud
provocaba nauseas, era un hombre vil y despiadado; llegó a mi muy rápido y rio con suficiencia al
verme —. Voy a disfrutar de ti princesita de papi — susurró y todo mi cuerpo reaccionó a esas
palabras, el terror comenzó a recorrerme —, así el gran Enoc, se arrepentirá por haberse metido
con Lucius y tomar algo que no le pertenecía — una de sus manos comenzó a recorrer mi
abdomen, gruñí al sentirlo, aun así lo hiciera por encima de mi sucia camisa.
— ¡Suéltala hijo de puta! — Espetó Elsa, era la única que podía hablar — eres tan
marica que te vales de que ella no puede defenderse, para poner tus asquerosas manos en su
cuerpo — Derek rio con burla al escucharla, su mano siguió descendiendo, me removí como una
serpiente para que no me tocara, pero era inútil. Temía lo peor.
— Es irónico que vayas a tener el mismo final de Leah — dijo ignorando a Elsa, a
pesar de la situación, vi la sorpresa en ambas cuando Derek mencionó a mi madre y su final —. Y
no te preocupes preciosa Elsa, tú también obtendrás lo tuyo, serás mi regalo para LuzBel — Elsa
palideció al escucharlo.
De nuevo Derek centró toda su atención en mí, sus manos llegaron a mi
entrepierna, hice todo para que no me tocase de aquella manera, pero fue inútil, estaba amarrada
de mis pies, gemí con horror y escuché como Tess hacia lo mismo, Elsa gritaba para que no me
tocara, pero era ignorada. Mi terror aumentó cuando vi a los otros tipos acercarse a ellas, esto no
podía estar pasando.
— He oído que siempre, el mejor sexo, te lo da la mujer de tu peor enemigo —
susurró en mi oído. Lágrimas salieron de mis ojos al sentir sus manos tocándome de aquella
manera —. Tú me darás el más grandioso sexo que pueda existir — alejé como pude mi rostro
cuando sentí como besó mi mejilla, con su mano, tomó mi barbilla con fuerza y me hizo verlo a los
ojos —, porque eres la hija y mujer de dos, de nuestros peores enemigos.
Lo peor estaba por venir...
Abrí mis ojos y me senté en un nanosegundo sobre la cama, estaba sudando, mi
corazón acelerado al igual que mi respiración y las lágrimas que salían de mis ojos, se mezclaban
con mi transpiración. Una vez más, las pesadillas de mis recuerdos pasados, no me dejaban
dormir; los peores días de mi vida se reproducían, impidiendo que por las noches tuviese paz y
durmiera como se debía. El maldito estrés, estaba haciendo estragos en mí.
Salí de la cama y me fui al baño, al verme en el espejo de éste, mi rostro me asustó;
no porque estaba adormilada, sino más bien, por la palidez que tenía y las sombras que se
estaban formando bajo mis ojos. Me metí a la ducha y tomé un baño, creía que eso me ayudaría,
pero no fue así; me vestí con ropa negra, cepillé mis dientes y mi cabello lo recogí en un moño
desordenado. Me cercioré que Caleb estuviese dormido y luego salí de manera sigilosa, me
escabullí de los hombres que se encargaban de la guardia y salí al exterior del hotel.

Pronto buscaría un lugar en donde vivir el tiempo que estuviese aquí.


A penas eran las tres de la mañana.
La hora del diablo, mí querida idiota.
Reí ante eso, solo eran tontas suposiciones. Respiré profundo y coloqué en mi
cabeza la capucha de mi chaqueta; comencé a caminar sin rumbo, estaba harta de permanecer
rodeada de gente, necesitaba espacio, necesitaba ordenar mis pensamientos y olvidar algunas
cosas de mi pasado. En el camino, aproveché para llamar a Maokko, en Italia era de día, así que
no me preocupaba por despertarla; hablamos durante un rato y me informó todo acerca de su
misión, esta iba marchando bien y los clones se encontraban muy bien. Terminé mi llamada un
rato después y seguí mi camino sin rumbo.
Pasé por un pequeño parque y me alerté cuando vi ciertas sombras moverse
rápido, decidí tomar otro camino pero el mal presentimiento se había hecho presente. Después de
todo, no había sido buena idea el salir.
¡Ah! No me digas.
Ignoré eso y busqué la navaja que se hallaba en el bolsillo interior de mi chaqueta,
apresuré mi paso y me metí entre unos pequeños edificios, decidí correr cuando entré al callejón
y justo cuando iba a doblar en una esquina, algo duro me impactó y caí al suelo.
— ¡Mierda! — me quejé, me puse de pie de inmediato, la navaja ya estaba en mi
mano.
— ¡Isabella! — la voz robotizada de Sombra me hizo retroceder, estaba todo
oscuro, a lo lejos habían unas farolas que se encargaban de dar luz a las calles, hasta donde nos
encontrábamos, solo el reflejo llegaba — ¿Qué haces aquí? — preguntó sorprendido.
— ¿Me estabas siguiendo? — mi voz salió un poco nerviosa, dio un paso más.
— No, no lo hacía — respondió seguro, no le creí —, pero sabes Bella — dijo y noté
algo que había pasado por alto. Sombra usaba una chaqueta con capucha, la poca luz no me
dejaba ver si usaba máscara y eso llamó mi atención —, deberíamos dejar de encontrarnos de
esta manera — sugirió y bufé —. He llegado a pensar que tú y yo, somos como una catástrofe a
punto de suceder — me reí de ello.
— Tú y yo no somos nada, mejor dime algo, si no me seguías entonces ¿Qué
haces aquí? — el sonido de personas corriendo cerca se escuchó, de nuevo mis alertas se
activaron, sabía que había alguien siguiéndome.
— Bien preciosa, es hora de irnos — dijo y tomó mi mano, comenzó a correr y me
llevó con él. No supe por qué lo seguí, pero, si había alguien detrás de mí. No me quedaría a
esperarlos. Corrimos un largo tiempo hasta que mis pulmones me suplicaron por aire, me solté de
su agarre y detuve mis pasos — ¡Vamos nena! No me digas que ya no puedes más — lo miré y
casi lo asesino con mi vista, había más luz y noté que si llevaba su máscara.
— No me llames nena — jadeé —. Y si puedo pero oye, necesito aire — bufé.
— Prometo que luego te doy boca a boca — dijo juguetón, no me reí —, además,
esos idiotas pronto nos alcanzaran, sé de un lugar donde podemos escondernos.
— ¿Por qué me ayudas?
— Porque puedo y quiero hacerlo, anda mueve tu hermoso culo — me tensé al
escucharlo, lo vi correr y lo seguí. Lo hice como si fuese una polilla siguiendo la luz, aun sabiendo
que ese sería su final.
Al menos logra que te dé un buen final.
Vaya que eres perra.
Soy tu conciencia, no lo olvides.

Corrimos a través de unos edificios y subimos muchas, muchas escaleras, definitivamente odié
eso; estaba en forma, los entrenamientos me mantenían así, pero eso no quitaba mi odio a correr
y subir escaleras por un largo tiempo. Subimos hasta el techo de un oscuro edificio —
irónicamente era negro — Sombra al fin se detuvo y nunca estuve tan agradecida con alguien
como en esos momentos.
— Estaremos bien aquí por un rato, mientras esos imbéciles se cansan — informó y
asentí — ¿Quieres agua?
— ¿Tienes aquí? — pregunté extrañada.
— Digamos que este es mi escondite secreto — respondió y lo vi irse cerca de un
contenedor, ahí había un bolso, sacó dos botellas de agua, llegó a mí, me tendió una y la tomé.
La abrí de inmediato y la acerqué a mi boca, la olí sin que él lo notara y luego di un pequeño
sorbo; era solo agua, al comprobarlo, casi la bebí completa, atragantándome por momentos.
— ¿Cómo supieron dónde encontrarme? — interrogué.
— No lo sabían — lo miré sin comprender —. No te seguían a ti, Bella.
— ¿No? — dije sorprendida.
— Me seguían a mí — confesó —. Y para tu mala o buena suerte, te cruzaste en mi
camino.
— No comprendo, son Vigilantes, por qué te seguirían — iba a responder pero, su
celular sonó, bufó cuando lo tomó y vio de quien se trataba, se alejó un poco y tomó la llamada.
No pude evitar verlo, a pesar de la poca luz, su silueta se marcaba muy bien; la chaqueta negra y
su pantalón de mezclilla del mismo color, me permitían evaluarlo. Era muy bien proporcionado y
tenía el cuerpo casi perfecto; su espalda y hombros eran anchos, de su cintura para abajo era
delgado pero se notaba que en todo su cuerpo habían músculos muy bien trabajados, me
preguntaba cuántas horas pasaba en el gimnasio o entrenando, debían ser unas dos o cuatro.
Otra pregunta llegó a mi cabeza ¿Tendría tatuajes? Negué rápidamente a eso, sabía hacia donde
estaban yendo mis pensamientos y no era bueno en esos momentos.
— ¡Ya basta Lía! No volveré, entiéndelo — espetó, se escuchaba muy enfadado y
era una chica con la que hablaba — Oye, prometo estar ahí muy temprano pero, déjame en paz
ahora ¿sí? — su tono de voz cambió un poco, se escuchaba un tanto dulce. Rodé mis ojos a eso,
el maldito aparato que le cambiaba la voz, irónicamente dejaba escuchar también los cambios de
humor. Eso era patético.
Cortó la llamada y se giró, de nuevo llegó hacia a mí.
— Entonces, tienes una novia loca que te manda a seguir — me burlé y reí de él —.
Por eso huías.
— Ella no es mi novia — se defendió — y me seguían porque...— se detuvo y me
miró, su forma de mirarme me estremecía. Sus ojos tan negros como la noche, lograban hacerme
sentir muchas cosas, cosas que no me gustaban.
— ¿Por qué?
— No importa por qué, hoy agradezco haber decidido venir acá — dijo acercándose
a mí.
— Detente Sombra, no tengo un arma pero si una navaja — advertí y se la mostré,
el maldito solo rio y se acercó más a mí.
— Tienes una cuenta pendiente conmigo Bella, aun no olvido lo que me hiciste y
mucho menos la promesa que te hice — coloqué la navaja en su garganta, un suéter con cuello
alto le cubría pero, sabía que mi navaja lo atravesaría sin problema, él no se inmutó en ningún
momento, en cambio yo, sentí que temblé con su cercanía, él emanaba una calidez que yo
añoraba pero no le dejaría saber. Olía delicioso, su aroma me embriagaba, una corriente eléctrica
atravesó mi cuerpo entero y dudé en hacer lo que tenía pensado; estar cerca de él era muy
peligroso para mí, di un paso atrás y quise alejarme. No me lo permitió. Tomó la muñeca de la
mano en la que sostenía la navaja y me pegó a su pecho —. Yo cumplo mis promesas — susurró,
a pesar de que su mano estaba enguantada, su contacto me quemaba.
— Entonces me trajiste hasta aquí para hacerme pagar — dije en voz baja —,
piensas matarme.
— Si, deseo matarte — odiaba escuchar la manera en la que me hablaba, no me
hizo sentir miedo y eso no estaba bien. Bajó su mano junto con la mía, no me soltó —, pero te
aseguro que la manera en la que deseo hacerlo, te gustará y desearás que te reviva y vuelva a
matarte una y otra, y otra vez — cada maldito vello de mi cuerpo se erizó al escuchar aquello —
mis demonios desean que los calmes — agregó y cerré fuerte mis ojos. Necesitaba controlarme,
la bruma estaba llegando a mi cabeza y si lo lograba, iba a cometer una locura.
— Soy demasiado para tus demonios tan comunes y aburridos — dije recuperando
un poco de compostura.
— No has probado mis demonios, te aseguro que no son ni comunes, ni aburridos.
Al contrario, descubrirás como con ellos, te haré conocer el cielo y el infierno, pero, después de
eso, te aseguro que preferirás mi infierno — se mofó, escucharlo me asustó. Él decía muchas
cosas que ya había oído antes.
— Te pareces mucho a Elijah, incluso hablas como él — solté y entonces se alejó
de mí, me miró asustado pero pronto su mirada se volvió indignada.
— Siempre estuve por encima de ese imbécil — alardeó y entonces mi cordura se
convirtió en ira.
— No oses compararte a quién jamás, podrás superar — solté con desdén, lo miré
con superioridad.
— Ya lo superé — se mofó —, mis demonios están logrando quemarte Bella — dijo
acercándose a mí — solo es cuestión de que tú, lo aceptes.
— Te equivocas Sombra — le aclaré —, porque cuando el diablo te ha llevado a su
infierno, ya no cualquier demonio común y aburrido, logra quemarte — aseguré, vi la molestia en
sus ojos al escucharme pero no me importó. La hora de irme se había llegado, me di la vuelta y
comencé a caminar, dejándolo ahí.
Comencé a bajar las gradas y justo cuando llegué al oscuro descanso de ellas,
sentí como él llegó a mí y me hizo girar en mi propio eje. Jadeé cuando mi espalda chocó contra
la pared, mi boca se abrió en busca del aire que mis pulmones habían perdido por el impacto,
pero no lo logré. La boca de Sombra había encontrado la mía.
¡Oh, santos piercings!

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Capítulo 4 (1/2)

¡¡¡Feliz Cumpleaños!!!
dangelica120
Dios te bendiga y te regale muchos años más, deseo de corazón que todos tus
sueños se cumplan y agradezco el apoyo que me das bebé. Felicidades (adelantadas)
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~Capítulo 4~
[Parte 1]

Su boca me devorada como un sediento bebiendo agua, tras muchos días en el desierto; su
aliento mentolado y con un leve sabor a vainilla, me consumía, su manera de besarme, me
estaba quemando todas las partes indicadas de mi cuerpo — sus demonios me estaban
quemando en esos momentos —, no de la manera en la que él pretendía quemarme, pero
definitivamente, estaba reaccionando a su beso.
Caí.
Me dejé llevar por la bruma que amenazaba por consumirme, me dejé hacer y
entonces correspondí a su beso, lo hice con ímpetu y verdadera necesidad; sus manos se asieron
a mi cintura y las mías a las de él, encontré donde comenzaban sus guantes y entonces los
saqué de sus manos, cuando hube echo eso, sin dejar de besarnos, entonces él encontró el
bordillo de mi camisa y coló sus manos por debajo de ella.
Gemí.
Y él se tragó mi gemido, no solo su manera de besarme me estaba volviendo loca,
su tacto me llevaba a un frenesí que hace mucho no sentía, que desde hace mucho necesitaba.
Sus dientes atraparon mi labio y mordió duro, me dolió, pero eso, solo aumentó todo lo que sentía
en esos momentos; su lengua entró en mi boca y sentí como me follaba ahí con ella, era
simplemente adictiva.
Y no olvides su piercing.
¿Cómo hacerlo? Cuando éste chocaba contra mis dientes y hacía estragos
deliciosos en mi lengua, era imposible. Sombra me estaba besando de una manera bestial y yo lo
estaba disfrutando, sus manos comenzaron a subir un poco más arriba pero se detuvo, justo
debajo de mis pechos, luego volvió a llevarlas a mi cintura, me atreví a meter las mías bajo su
camisa y...
¡Oh mi Dios! Ahí no había un paquete de seis, seguro que había más.
La dureza de sus músculos era increíble, sabía que si daba un puñetazo en ese
abdomen, me dolería solo a mí. Sus manos comenzaron a bajar hacia mis caderas y luego
subieron a la cinturilla de mi pantalón, tuve una idea de lo que buscaba, pero en esos momentos,
al sentir su abdomen con mis manos y su boca con la mía; imágenes de un hermoso tatuado
comenzaron a pasearse en mi cabeza. Durante todo el tiempo que nos habíamos besado, no
pensé en él. Pero al sentir como Sombra, buscaba más, el recuerdo de mi tinieblo surgió y toda la
bruma desapareció.
— ¡Para! — supliqué, no lo hizo, siguió buscando mis labios, incitándome a no
parar, mi labio fue succionado por su boca y casi volví a caer de nuevo, puse mis manos en su
pecho y lo alejé de mí. Hasta entonces se detuvo, mi respiración era entrecortada, la falta de aire
nos había afectado a los dos. Tomé sus manos y detuve el camino que recorría con ellas —. No
puedo hacer esto Sombra — susurré con mi voz llena de culpa, él lo notó.
— Cálmate, Bella — pidió tomándome de la barbilla, maldije que estuviese tan
oscuro y no poder verlo, apenas lograba ver su silueta, pero podía sentir como le había afectado,
lo que acababa de suceder.
— No debiste hacer eso, no debí responderte de esa manera — me quejé, la culpa
se estaba adueñando de todo mí ser. Por primera vez, había faltado al recuerdo de mi hermoso
demonio.

— Bien, sé que aún, no estás preparada para seguir adelante — comprendió y llevó sus manos a
mis mejillas, acunó mi rostro en ellas y acercó su boca a mi frente, besó ahí y me estremecí —.
Pero créeme cuando te digo que está, no será la última vez que sucede esto — aseguró —,
recuerda lo que te dije antes; tú y yo, somos una catástrofe a punto de suceder y como tal, aún no
hemos iniciado a hacer estragos.
— No estés tan seguro que esto volverá a suceder — murmuré, odiando que sus
palabras me calaran —, nada pasará entre tú y yo y no me volverás a besar — aseguré.
— Claro que lo haré — dijo con suficiencia —. Y la próxima vez que suceda... te
besaré en los labios y subiré lentamente hasta tu boca.
¡Dios! Ojalá que esa, también sea una promesa.
Ignoré a la perra de mi conciencia y me quedé sin palabras al escuchar aquello.
Sombra me había dejado sin saber que decir.
(****)
Los recuerdos de todo lo que había pasado en la madrugada con Sombra, estaban
haciendo que mi cabeza casi explotara del dolor, aunque el dolor en mi corazón, era más fuerte
que todo. Al llegar al hotel, nadie se había percatado de mi salida, así que me fui directo a mi
habitación y me encerré en ella.
Tenía la costumbre de abrir mi relicario y contemplar la foto de Elijah y mía, antes
de dormirme, pero al llegar a mi cama y tumbarme en ella, no pude hacerlo, no tenía el valor de
hacer tal cosa, cuando minutos antes, había correspondido al beso, de uno de los enemigos de
mi tinieblo y también mío, tampoco pude dormir, cuando aquel momento se reproducía como si
acabase de vivirlo.
Perdóname mi amor.
Susurré a la nada, dejando salir mis lágrimas; la culpa podía ser más perra que mi
conciencia y me estaba haciendo pasarla muy mal.
Cuando el sol salió y Caleb llegó a mi habitación, mis ojos estaban hinchados y mi
nariz roja, enjugué mis ojos y limpié mi nariz, cuando mi compañero y amigo entró, intenté
sonreírle pero fue solo un amago. Él ya iba duchado y listo para ir a desayunar.
— Vaya que luces mal, linda — señaló.
— Buenos días, Caleb — dije irónica.
— No tan buenos para ti ¿Cierto? — inquirió por mi estado.
— Solo es una gripa — mentí.
— Claro, esas gripas que te dan casi cien veces, por mes — por supuesto que no
me creyó —. Me preocupas Isabella, desde que llegamos aquí, no te he visto más que decaer y
volverte más fría que antes — dijo, él tenía mucha razón en eso — estás más ogra y no te
concentras en lo importante. No te dejes llevar por el pasado — pidió llegando a mi cama,
sentándose en ella y luego tomando mi mano —, recuerda que en el presente, en el hoy, hay
personas que te necesitan fuerte.
— Lo sé pero, no puedo evitar sentirme como la mierda — me senté y presioné más
su mano —. Cometí un error al volver aquí, Caleb y no me refiero al volver a Richmond, sino a las
acciones que he hecho — dije recordando la madrugada —, temo que ese error me hunda —
confesé.
— No digas eso, no sé a qué te refieras pero, te aseguro que no dejaré que te
hundas — me vio a los ojos y vi su sinceridad — seré tu salvavidas mi pequeña sigilosa, te
aseguró que no te dejaré hundir — me tiré sobre él y lo abracé fuerte. Caleb me devolvió el
abrazo y logró reconfortarme un poco. Di gracias al cielo por tenerlo para mí, aun por encima de
todo lo malo que me rodeaba.
Dudo que logre mantenerte a flote en eso.
La noche apenas comenzaba en el Grig; el día había pasado muy lento y luego de
desayunar con Caleb, pasé toda la mañana en el hospital, junto a Myles y Eleanor. Vi a Tess pero
casi no hablamos, desde que vine aquí, no lo hacíamos, pero esta vez, ya no me importó como
antes. Fui con Dylan por un café y aprovechamos para charlar un momento; me comentó su
desagrado hacia Caleb y no por su trabajo, más bien porque el idiota de mi amigo, se estaba
acercando demasiado a Tess. Eso me traería más problemas. Eleanor se veía muy mal, se
notaba que lo que sucedía, la estaba matando poco a poco; el doctor no había dado buenas
noticias, pero tampoco malas y eso, daba esperanzas.
Alice me llamó para comunicarme que había conseguido mi encargo, me lo entregaría en el club y
fue de ahí que surgió mi desesperación por ir allí esa noche. Elliot había estado un rato en
nuestro privado, no por mí. Habló un rato con Caleb acerca del baile, a mí me ignoró por
completo, no lo culpaba y era lo mejor que podía hacer.
— ¡Alice! ¿Qué haces aquí? — dijo el ojo-azul al ver llegar a mi nueva amiga. Era
su día de descanso.
— Yo la invité, queremos una noche de chicas — respondí por ella, él me ignoró y
siguió observándola para que respondiera. ¡Auch!
— ¡Noche de chicas! — Dijo alegre y lo miró con cara inocente, debía pedirle que
me enseñara a hacer eso ya que le funcionaba muy bien — ¿Bailamos? — me invitó y asentí.
— Ten cuidado con lo que haces, Alice — le advirtió Elliot y ella le guiñó un ojo,
pasé a su lado y antes de retirarme más, tomó mi brazo y detuvo mis pasos, lo miré; estaba muy
serio y frio, pero había algo más en sus ojos —. Tú también Isa, ten cuidado con lo que haces —
no fue una advertencia, lo dijo con preocupación y aunque no tenía por qué preocuparse, asentí
para que se quedara tranquilo; después de lo que le había dicho, era la primera vez que me
dirigía la palabra. Soltó mi brazo y me dejó ir.
Nos fuimos hacia la pista con Alice y comenzamos a bailar, me sentía ansiosa por lo
que tenía para mí y esperaba que pronto me lo diera. Por un momento me dejé llevar por la
música y el baile, Alice por momentos se acercaba mucho a mí y me sentía extraña, no estaba
acostumbrada a ese tipo de cercanía y ella lo notó y rio por mi reacción.
— No te preocupes por mi cercanía, chica — dijo un poco fuerte en mi oído, la
música sonaba fuerte y necesitaba hablar de esa manera para que pudiese escucharla —.
Necesito distraer a Elliot, no despega sus ojos de nosotras y temo que sospecha algo —
Disimuladamente, vi cómo nos observaba y había despertado la curiosidad en Caleb, eso no era
bueno.
— ¿Tienes lo que te pedí?
— ¿Estás segura de esto? Aun puedes arrepentirte — dijo y negué, vi su rostro de
preocupación, ella se iba a arrepentir y yo deseaba escarparme un rato de la realidad.
— Prometo que solo será esta vez, tengo a personas importantes a las que no
puedo ni quiero fallarles — dije sincera —. Solo será esta vez, Alice. Solo esta noche.
— Está bien — cedió y lo agradecí —, pero la manera en la que te la daré, será un
poco... drástica — informó —. No voy a arriesgarme a que Elliot se entere de lo que haré, Isabella
— dijo y asentí — ¿Preparada?
Di que no, Isabella, aun estas a tiempo.
— Si — dije ignorando a mi conciencia, Alice se giró en un sensual movimiento y
luego de medio restregar su trasero en mi vientre, volvió a girarse y quedar frente a mí. Sonrió
con picardía y vi una pequeña píldora entre sus dientes.
¡Demonios! Va a be...
Las palabras de mi loca conciencia fueran silenciadas, cuando la boca de Alice,
estaba sobre la mía, su acto me tomó por sorpresa, me congelé al sentirla; no estaba preparada
para esto, pero, no me negué cuando sentí como introdujo la píldora en mi boca y antes de
separarse de mí. Mordió mi labio inferior y lo haló un poco.
— Trágala y has como si te ha gustado mi beso, los chicos nos están viendo — hice
lo que me pidió y luego reanudé mi baile comencé a girarme para ver a los chicos. Los dos
estaban sin poder creer lo que había sucedido, tuve que fingir ya que ni yo lograba procesar lo
que había pasado.
Cinco minutos después, estábamos en la barra con ella, los efectos del famoso
Harry Potter, estaban haciendo efecto en mí. Mi cuerpo se sentía más liviano, mi mente al fin se
había quedado en blanco; los colores eran más vivos, las personas parecían más felices y yo
amaba a todo el mundo, me reía de cada cosa que la rubia a mi lado decía. Su vestido rojo, se
veía increíble en ella y su cabello suelto, jugaba de manera perfecta, cada cosa que veía en ella,
era perfecto.

— Elliot de seguro se dará un pajazo esta noche, pensando en ti — dije y rio con ganas.
— O en ti, luces hermosa en ese vestido negro. Te ves seductora, peligrosa y con
un aura oscura que promete mucho placer — reí más.
— Que piense en ambas, entonces y que haga lo que desee con nosotras en sus
pensamientos — dije y terminé mi vaso de whisky con cola —. Esto es perfecto, hace mucho que
no me sentía de esta manera — confesé, me sentía feliz, aunque con mucho, mucho calor.
— ¿Desde hace cuánto?
— Desde hace más de tres años, cuando estuve por última vez con él — recordé
esa última vez y cada cosa que me hizo, el calor aumentó —. Hace mucho calor aquí — dije y rio.
— Es porque te hace falta más diversión — señaló — puedo dártela pero
busquemos un lugar más privado — pidió y asentí.
— Vamos a la oficina — dije y me puse de pie, me reí al irme de lado, pensé en
quitarme los tacos pero lo dejé pasar, algunos mechones de mi torpe moño caían sobre mi rostro
y los brazaletes que protegían mis muñecas, me acariciaban de una forma peligrosa y me
gustaba mucho.
Imaginé como sería besar a Alice, cuando me sentía de esa manera, con ese
alucinógeno metido en mi sistema; antes me había sorprendido su acción, pero en esos
momentos.
En esos momentos te estabas volviendo bien loca.
Pero era una loca feliz.
Una risa escandalosa salió de mí ante esos pensamientos, las personas a mí
alrededor me observaron con curiosidad al verme de esa manera, les sonreí aún más y me
correspondieron, ellos también compartían mi felicidad y quise gritar de la emoción. Alice me miró
y se rio de mi actitud, negó con la cabeza pero no, porque le afectaba, sino más bien porque
quizás le alegraba verme así y no con la cara de culo que había llevado desde que la conocí.
Llegamos a la oficina y abrió la puerta por mí, el sonido de la música había cesado y lo extrañaba.
Entré de inmediato y me fui directo hacia el reproductor de música que estaba sobre un mueble
de madera, al lado del escritorio; torpemente lo encendí y reproduje una selección que tenía por
nombre la letra L, sabía el género de esa selección y me deleité al escucharla.
— Veo que te gusta — dijo Alice y comencé a bailar, sonreí en repuesta y le
demostré cuanto me gustaba.
— Quiero más de tu libro mágico — dije — y no me importaría si me lo das de la
misma manera que allá en la pista — sus ojos se abrieron un poco más al escucharme, pero
luego sonrió picara.
— Esa que te di, aún no termina de hacer su efecto Isabella, si te doy otra, entonces
comenzarás a alucinar — explicó e hice un mohín que de seguro me salió de lo más estúpido.
— Una más — supliqué, vi como miró a mis espaldas y luego directo a mí, había
cambiado de opinión y di saltitos de felicidad. La vi sacar algo de entre sus tetas, era una
pequeña bolsa plástica, ahí había una sola píldora — ¿Me la darás de la misma manera? — se
acercó a mí, era más baja que yo.
— No — susurró, la vi sacar la pequeña porción de magia y luego la acercó a mi
boca, saqué mi lengua y la colocó ahí — Necesito beber algo, iré a la barra y traeré una botella de
ron — avisó —, quédate aquí, no salgas por ningún motivo, porque entonces me meterás en un
lio — asentí a eso —. Ya vuelvo.
Dijo y la miré marcharse, escuché el clic de la puerta al cerrarse y entonces me giré.
Comencé a bailar al compás de la música y mientras lo hacía, también recorría toda la oficina; la
pequeña estancia, tenía poca luz, era tenue pero perfecta para una noche de pasión. Pensé en
todas las chicas que habían pasado por allí, sus rostros de felicidad al salir de ella y entonces
pensé en quién, provocaba esas sonrisas.
Elliot seguro hace un buen trabajo.
Si lo que hacía con su boca, también lo hacía con su pene, seguro que su trabajo
era magnifico.
Nunca tuve la oportunidad de comprobarlo hasta ese punto, sabía a la perfección lo
que hacía con su boca, lengua y dedos, más no comprobé lo otro y en esos momentos, la
curiosidad se instaló en mí. Regresé cerca del escritorio y negué con la cabeza, de nuevo reí,
creo que era el efecto de mi adorado Harry Potter. Porcelain, comenzó a sonar, era una de mis
canciones preferidas, mis caderas lo sabían y comenzaron a moverse al ritmo de la melodía, me
giré en uno de esos movimientos y quedé frente a la puerta que llevaba hacia la pequeña
habitación.
Mi corazón se detuvo.
¡Oh, divinos tatuajes!
Mi respirar se dificultó.
En el umbral de la puerta, se hallaba una silueta, demasiado conocida para mí; así
como mi corazón se detuvo, volvió a latir desenfrenado, la poca luz que había, no me dejaba verlo
a la perfección, di un paso más cerca y él dio otro a mi encuentro, la luz llegó más su cuerpo y
sentí que estaba a punto de desmayarme.
— ¿Elijah? — susurré con la voz entrecortada.
¿Nuestro tinieblo?
Me mareé luego de pronunciar aquellas palabras, aquel nombre que me negaba a
olvidar; los escalofríos me atacaban y ya no sabía si era por el alucinógeno o por la persona que
veía frente a mí. Alice dijo que lo que iba a darme era lo mejor y muy fuerte, pero ¿Tanto como
para ver al hombre que amaba frente a mí? No lo creía, tristemente reí y negué con la cabeza,
eso no podía ser, estaba drogada, pero no loca.
— No estoy loca — dije en voz alta, cerré los ojos tres veces seguidas pero él
seguía ahí — ¿Por qué no desapareces?
— ¿Quieres que lo haga, White? — no sabía cómo describir lo que mi cuerpo sentía
luego de escuchar su voz, era muy clara, ronca, profunda, varonil, sexy. Tal cual la recordaba, y
su manera de llamarme, era única. Solo él me llamaba por mi apellido, por bonita o castaña y
estaba segura, que jamás escucharía que me llamase de aquella manera.
Esto no podía ser una broma.

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Capítulo 4 (2/2)

LeandroHernandez980 Es mejor tarde que nunca. Feliz Cumpleaños... Dios te bendiga y te


regale muchísimos años más de vida.
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~Capítulo 4~
[Parte 2]
- Si éste es un tipo de chiste o broma, créeme, es muy cruel - armándome de valor
di un paso más cerca de él, no se movió - estás jugando a ser alguien muy importante para mí,
alguien que ni con todo el alucinógeno del mundo, volveré a tener - cada vez que pronuncié
palabra, di un paso más cerca, hasta que estuve frente a frente. Su altura era la misma, su cuerpo
un poco diferente, habían más músculos, lo noté a pesar de toda la ropa. Mi corazón comenzó a
bombear demasiado rápido cuando la poca luz que había, reflejaba las líneas de su rostro, la
capucha que estaba en su cabeza no me dejaba verlo a la perfección, pero... lo poco que veía,
alocaba mi alma, mi ser; su olor, su fragancia me golpeó, respiré profundo y la reconocí, era la
misma de siempre, la misma que me volvía loca, la misma que no quería dejar de oler nunca.
Hasta ese momento no me había dado cuenta que mis ojos se desbordaban en lágrimas, subí mi
mano temblorosa poco a poco, mis uñas negras brillaron con la luz y me detuve cuando estuve
cerca de su rostro.
¡Tócalo, maldición! ¡Solo hazlo!
No es él, es una alucinación.
- Hazlo, bonita - cerré mis ojos cuando pidió aquello y un sollozo escapó de mi
boca, esto era demasiado cruel, intenté alejar mi mano pero la suya me lo impidió. Abrí mis ojos y
su mano tatuada sostenía la mía, impidiendo así que me fuera; la acerqué de nuevo y me ayudé
con la otra, tomé el bordillo de la capucha con cada una de mis manos y la bajé.
Jadeé.
Cuando lo descubrí por completo, y a pesar de mis ojos llenos de lágrimas, vi como
unos hermosos ojos grises me observaban, esa plata líquida que había añorado noche tras
noche, me miraban, lo hacían de verdad, yo me reflejaba en ellos. Con mis manos temblorosas,
acaricié su rostro, tracé con mis dedos cada detalle, su cabello estaba solo un poco más largo,
peinado de la manera en que siempre me encantó, la mirada de hielo que lo caracterizó siempre,
estaba ahí, pero ahora siendo hambrienta.
- E...eres...eres tú - sollocé - mi demonio, mi tinieblo, mi... Mi Elijah - sonrió,
realmente lo hizo y yo olvidé como respirar - ¿Cómo es esto posible?
- Sí, soy yo y es posible, en el infierno quisieron deshacerse de mí por un rato -
bromeó - soy yo - repitió al ver mi incredulidad, sus manos acunaron mi rostro y con sus pulgares
limpió mis mejillas - tu demonio - susurró y besó mi frente - tu tinieblo - río y besó mi nariz - tu
Elijah - dijo cerca de mis labios - y sé que tienes muchas preguntas, pero antes, déjame sentirte
Isabella - besó la comisura de mis labios y yo sentí que volaba - ya luego habrá tiempo para
hablar - acepté eso interiormente por miedo a que si no lo hacía, él desaparecería y antes de que
yo dijese algo más, unió su boca a la mía.
Sentí que al fin, volví a la vida.
Tan pronto como lo hizo, mordió mi labio inferior, fue como si inyectaran fuego en
mí, la sensación que me provocó, quemó cada terminación nerviosa en mi cuerpo; lo hizo de una
manera deliciosa. Mis ojos estaban abiertos, me negué a cerrarlos y los de él también lo estaban
y me miraba de manera intensa, haló mi labio con sus dientes y luego lamió con su lengua, mis
manos se aferraron a sus antebrazos, necesitaba un apoyo para todo lo que estaba sintiendo, lo
necesité más, cuando su lamida se convirtió en algo que tanto había deseado, sus labios se
cerraron en los míos y al fin me besó, solo en esos momentos me permití cerrar los ojos. Su
aliento mentolado, sus cálidos labios y su feroz lengua, comenzaron a devorarme en un beso que
no pude seguir, más si disfrutar; su piercing sonaba contra mis dientes, su lengua follaba mi boca.
De nuevo Elijah estaba reclamando mi alma y yo gustosa se la estaba entregando, no me hacía
falta ni el aire en esos momentos, solo lo necesitaba a él; una de sus manos se colocó en mi nuca
y la otra comenzó a descender más abajo, mientras me besaba, también acariciaba mi cuerpo, su
mano llegó a uno de mis pechos y lo apretujo de la manera más deliciosa que había, siguió
descendiendo a mi cintura, a mi cadera y luego a mi pierna, hasta llegar al bordillo de mi vestido,
la metió entre mis muslos y luego comenzó a ascender y se detuvo cerca de mi entrepierna.
Jadeé cuando dejó mi boca, mi pecho subía y bajaba en un ritmo acelerado.

Ves que si necesitabas el aire.


- Si no recuerdo mal - dijo y su mano inició de nuevo el camino - No usas bragas -
aseguró y me sonrojé.
- ¡Oh mi Dios! - respondí cuando uno de sus dedos encontró el lugar donde tanto
necesitaba ser tocada. Gimió en mi oído cuando sintió mi humedad y yo me deshice ante ese
sonido y la manera en la que me estaba torturando.
- Sé que esto es estúpido White, pero dime algo - su respiración y aliento golpeaban
mi oído cuando hablaba, sus dedos no dejaban de moverse - ¿Alguien más ha hecho esto
contigo? - por Dios, no me esperaba esa pregunta pero era Elijah, mi loco posesivo y era de
esperarlo. Negué con la cabeza en respuesta y mordí mi labio para evitar gritar cuando uno de
sus dedos me embistió - me alegra que tu respuesta sea negativa - dijo satisfecho - eres mía
bonita - volvió a besarme e introdujo otro dedo - solo mía - repitió y sentí como mis jugos mojaban
su mano, la palma de ella, acariciaba mi clítoris y todo se me estaba juntando, no tardaría mucho
en gritar su nombre - Quiero tomarte.
- Te estas tardando - dije y comencé a quitar su chaqueta.
En un santiamén, llegamos al gran escritorio de la oficina y con su mano barrió todo
lo que ahí había, me deshice de su camisa y me deleité viendo su torso desnudo y cada tatuaje
que lo adornaba. No me había equivocado antes; Elijah tenía sus músculos más grandes,
divinamente hermosos. Bajó la cremallera de mi vestido y como por arte de magia, se deshizo de
él y luego de mi sostén, se alejó un poco de mí para observarme, estaba completamente desnuda
ante él, solo mis tacos, los brazaletes en mis manos y el relicario me acompañaban, se acercó
nuevamente y sacó la coleta de mi cabello y deshizo mi moño, éste cayó sobre mis hombros.
- ¿Por qué está corto? - preguntó, mientras acariciaba un mechón.
- No soporté verlo largo y que no estuvieras para admirarlo - confesé, la
comprensión surcó su rostro. Bajó su mano de manera delicada y con su dedo índice acarició el
relicario, el clic que hizo al abrirse provocó que mis ojos se desorbitaran - ¿Cómo hiciste eso? -
pregunté, tomé el relicario entre mis manos y lo cerré.
- Sólo tú y yo podemos abrirlo - explicó - el padre de Laurel hizo un excelente
trabajo, solo tu huella y la mía están grabadas en él - asentí ante su explicación. Creía que solo
mi huella haría eso, era tonto creerlo, había sido su regalo, era lógico que él también pudiese
abrirlo. Su dedo continuó bajando hasta llegar a mi cicatriz, puse mi mano a cada lado de mis
piernas y las presioné contra el borde del escritorio, vi como sus ojos cambiaron al verla, su toqué
ahí, me quemaba aún más - Perdóname - dijo viéndome con dolor, no quería eso.
- No pidas perdón, no quiero eso, quiero tu amor - tomé su mano y la quité de ahí -
te quiero a ti, dentro de mí - me regaló esa sonrisa de depredador que tenía y sólo con eso, mis
pezones se endurecieron.
Me tomó de las caderas e hizo que me sentara en el escritorio, abrió mis piernas
dejándome expuesta a él para luego arrodillarse frente a mí, levantó su rostro para verme, sus
ojos estaban cargados de lujuria.
- Sólo tú logras tenerme así - confesó, desde donde yo estaba, la vista era perfecta
- y te confieso que me encanta arrodillarme entre tus piernas - dijo y luego con sus pulgares abrió
mis labios vaginales y dejó salir la punta de su lengua, jamás me había encantado tanto ver su
piercing, a como me encantó verlo en esos momentos. Gemí cuando su lengua jugó con mi botón
- Estás más hermosa y malditamente deliciosa - dijo y continuó con su tortura. Me estaba
volviendo loca con sus caricias, enredé mis dedos es su cabello, él lamía, chupaba y mordía ese
lugar que tan necesitado de atención estaba y cada vez, el ardor y dolor por sentirlo dentro de mí
aumentaba, sus dedos se unieron a la tortura y entonces grité su nombre. El orgasmo fue intenso
y liberador; cuando me hube calmado, se puso de pie, desabrochó su pantalón y lo bajó hasta las
rodillas, no usaba bóxer, por lo tanto, su gran erección quedó frente a mí.

¡Oh santas perlas! Siguen ahí... ¡Maldita sea que siguen ahí!
Y las veía a la perfección, dos perlas seguían adornando su polla y eso provocó
estragos en mí. Mi vista fue interrumpida por sus labios, me besó haciéndome sentir mi sabor y el
de sus besos, esa combinación siempre me volvió loca, y lo estaba haciendo de nuevo. Con una
de sus manos, me tomó de la cadera y me hizo llegar hasta el borde del escritorio, con sus
piernas, abrió más las mías y lo sentí colocarse en mi entrada; con la punta acarició mi vagina y
los jadeos no tardaron en salir ante la sensación que me provocaba. Dejó de besarme pero su
frente quedó presionada a la mía, me miraba y luego miraba hacia abajo; pensé que me tomaría
de una sola estocada, pero no, comenzó a hundirse en mí, poco a poco.
Sentía un poco de molestia por el tiempo que tenía sin sexo y él consideró eso.
Cuando estuvo totalmente dentro de mí, se detuvo unos segundos y entonces comenzó a mover
sus caderas.
- ¡Oh Elijah! - gemí cuando mi humedad recubrió su falo y el deslizamiento se hizo
más fácil. Felicidad me embargaba totalmente, ya me había besado, había hecho que me corriera
con su boca pero, solo al sentirlo totalmente dentro de mí, me permití convencerme que él era
real.
Dos años y medio habían pasado, creyéndolo muerto y negándome a ello, dos años
y medio desde la última vez que había estado con él, todo ese tiempo llorándolo y extrañándolo y
al fin estaba de nuevo entre sus brazos.
Él entre tus piernas.
Y tú disfrutándolo al igual que yo.
Esa era la mejor parte.
La felicidad la podía describir en esos momentos, su cuerpo junto al mío, la calidez
que emanaba de él me calentaba hasta el alma, sus embestidas cada vez me acercaban más al
cielo, nadie me haría sentir nunca, como me hacía sentir ese hombre. Él era el amor de mi vida,
mi centro de la tierra, mi demonio, mi chico frío, mi ángel caído, mi todo.
- Te he extrañado - susurré entre gimoteos.
- Yo a ti más - dijo. Las embestidas se hicieron más rápidas, clavé mis uñas en su
espalda y sentí el fuego delicioso arremolinarse en mi vientre, su agarre en mis caderas se hizo
más fuerte, sentí un leve pinchazo en mi cuello y como algo caliente recorría mis venas, eso solo
intensificó lo que sentía y más cuando Elijah me besó, esta vez, sentí amor, desesperación,
necesidad y pasión, mucha pasión. Tres embestidas después, grité su nombre y él gritó el mío,
ambos explotamos en un orgasmo único, cósmico y placentero; mi cuerpo se sentía pesado,
demasiado a decir verdad y mis párpados luchaban para no cerrarse, no quería hacerlo,
necesitaba hablar con él.
- No te irás ¿Cierto? - dije con dificultad.
- No bonita, no hay otro lugar en el quiera estar, solo aquí, contigo.
- No me...no...me vuelvas a...dejar - pedí, mis ojos se estaban cerrando pero sentí
cuando salió de mí y apartó el cabello que estaba pegado en mi cara por el sudor.
- Jamás lo he hecho, siempre he estado a tu lado, aquí - dijo poniendo su mano en
mi corazón, éste aun latía acelerado.
- Te amo Elijah Pride - susurré y logré besar torpemente sus labios, lo sentí sonreír
y correspondió a mi beso.
- Whit... - por más que quise seguir luchando para escuchar, no pude, mis ojos se
cerraron y me dejé ir en la oscuridad que me estaba reclamando.
(****)
Suaves murmullos hicieron que mis ojos se abrieran, la cabeza me dolía como si
me la hubiesen aplastado con piedras antes, la luz del sol que se filtraba por las ventanas del
dormitorio me cegaba pero poco a poco, lo fui reconociendo. Estaba en el hotel y vestía la misma
ropa de anoche; mi corazón se aceleró al recordarme con Elijah en la oficina y una gran sonrisa
se formó en mi rostro, el dolor de cabeza desapareció inmediatamente al recordarlo. Él estaba
vivo ¡Vivo! Y me había hecho el amor.

Y luego de correrte te dormiste en sus brazos.


Bueno, eso fue vergonzoso, pero él estuvo ahí y nada más importaba.
Salí de la cama de inmediato y sentí una leve molestia en mi entrepierna, los
murmullos en la pequeña sala del cuarto de hotel, deberían de haber sido de él y Caleb. Tal vez
debí ir a cepillarme los dientes antes pero, la emoción por ver a mi demonio otra vez, eran más
fuertes que el aliento mañanero; mi corazón se aceleraba con cada paso que daba, mi felicidad
iluminaba más que el sol, no había nada que me amargara la vida en esos momentos y solo
deseaba estar entre sus brazos otra vez.
Caleb, Elliot y Alice se encontraban en la sala, Elliot no se veía feliz y Alice estaba
afligida. Caleb por su parte, se veía como si quisiese asesinar a alguien; todos se giraron a verme
cuando se percataron de mi presencia.
- Buenos días chicos - saludé con una sonrisa.
- ¿En serio te sientes bien? - preguntó Caleb y no entendí su pregunta.
- ¡Estoy bien y muy feliz! - dije, los tres se vieron entre si - ¿Dónde está Elijah? - les
pregunté y sus ojos se desorbitaron.
- ¡Demonios! ¿¡Qué mierda le diste!? - gritó Elliot a Alice mientras la tomó del cuello,
me asustó su reacción y corrí hacia ellos, la pobre chica comenzaba a ponerse roja.
- ¡Maldición Elliot! ¡Suéltala! - exigí, Caleb me ayudó y ambos logramos que la
liberara, ella tosía e intentaba respirar - ¿Estás bien? - Cuestioné y asintió - No sé qué mierda te
sucede Elliot pero no vuelvas a ponerle una mano encima - advertí.
- La estúpida te drogó Isabella - dijo Caleb y lo miré mal.
- Ella no me drogó, lo hice sola - aclaré y se sorprendió.
- ¿Y lo acabas de volver a hacer? - preguntó y negué desorientada - Entonces ¿Por
qué vienes preguntándonos por un tipo que ya está muerto? - mis ojos casi se salen cuando dijo
aquello pero entonces luego de eso reí, lo hice por lo que acababa de decir.
- Él no está muerto - dije viendo a Elliot - yo estuve anoche con él, creí que estaría
aquí con ustedes.
- ¡Isa por Dios! - Se quejó él - Anoche te drogaste como una maldita adicta -
reprochó y eso me molestó mucho.
- No me drogué como una adicta y estuve con Elijah en la oficina de Grig - aclaré.
- ¡Oh sí! Estuviste en esa oficina e hiciste tu propia fiesta, linda - dijo Caleb
ganándose mi atención - Alice te dio lo mejor de lo mejor ¿no? - dijo y ella me miró avergonzada -
estuviste con ella en esa oficina, Dom las encontró y se quedó con otros tipos cuidándolas, luego
nos avisó que se estaban descontrolando - no entendía nada de lo que estaba diciendo - cuando
llegamos ahí, estabas dormida, desmayada prácticamente por la droga que consumiste, sobre el
escritorio y tu amiga - señaló a la chica - estaba borracha hasta la coronilla e intentaba ligar con
Dom.
- Tú te fuiste luego de darme la píldora - le dije a ella - luego llegó Elijah y ya no te vi
más - negó con su cabeza.
- Me fui por una botella de ron, cuando regresé, tus guaruras estaban cuidando la
puerta de la oficina, sabían que estábamos divirtiéndonos así que me dejaron pasar, pusimos
nuestra propia música, bailamos y bebimos. Tú mencionabas a ese chico de vez en cuando, pero
nada más, luego te dormiste sobre el escritorio, Dom entró y yo solo me divertía un poco - explicó
avergonzada pero no le creí.
- ¡Mientes! - Le grité - ¡Jamás volviste! ¡Yo estuve con Elijah! - grité más fuerte para
que me creyeran, todos mentían.
- Nena, él jamás estuvo ahí. Sabes que no podría - odié a Elliot en esos momentos,
odié a todo el mundo a mi alrededor, esto no me podía estar pasando - Alice te dio un
alucinógeno - dijo como si eso resolviera todo. Lágrimas comenzaron a salir de mis ojos.
- Él prometió que hablaríamos - susurré, me estaba comportando como una loca y
los estaba asustando a todos. Elliot me miró triste, comprendiendo lo que yo no quería - ¿Es
verdad todo lo que me has dicho? - pregunté a Alice, ella asintió mientras me miraba con lástima
y una lágrima rodaba por su mejilla. Le creí y con eso me destrocé a mí misma.
¿Todo fue una alucinación?
Lo había sido.
Mi mundo se vino abajo en cuestión de segundos; comprendí aquello que después
del gustaso, llegaba el trancazo. Y ese trancazo pegó justo en mi corazón; las ganas de llorar
llegaron como un tornado a mí, todo comenzó a darme vueltas y mi estómago se revolvió peor
que aquel día en el que me arrebataron a mi demonio. Era irónico que esto me sucediera dos
veces, era cruel que de nuevo volviese a perderlo, pero ahora, también era mi culpa.
Los estragos de la droga se hicieron sentir de pronto, había una confusión terrible
en mi cabeza, todo lo vivido se sintió muy real y a pesar de todo, me negaba a creer que había
sido una alucinación.
- ¿Pasó algo más entre nosostras? - pregunté con la voz ronca a Alice.
- Sí - respondió avergonzada al ver el rostro de los chicos.
No fue él quién te dejó adolorida, fue ella.

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¡Aviso!

Avisé en mi tablero, pero sé que no todos lo leyeron, así que dejo este aviso aquí.

Por motivos de seguridad para mis historias, todas, pasarán a ser privadas a partir
del capítulo 5 en adelante, como repito, lo hago por seguridad, así evito un poco el plagio.
Para que puedan leer sin inconvenientes, dejaré aquí los pasos que deben hacer
para acceder a ella.
1- Deben seguirme, esto funciona como una red social, ves las publicaciones de
alguien solo si la sigues, así que eso debes hacer aquí, simplemente seguirme.
2- Si ya me sigues y tienes la historia en tu biblioteca, pero aun así no te deja leer
los capítulos privados, entonces tienes que eliminar la historia de tu biblioteca y luego volverla a
agregar para que se te actualicen.
3- Si ya hiciste los dos pasos anteriores y aun así no te salen, entonces cierra tu
sesión y vuelve a abrirla.
Otro punto que debo tocar es que algunas personas, han sido pocas la verdad, se
han quejado de que los párrafos de algunos capítulos se repiten o las frases se cortan, ese no es
problema de edición mío, es problema de sus aplicaciones que muchas veces no se actualiza,
para evitar eso, pueden hacer el paso número 2 y 3 que dejé arriba, así se les corregirá dicho
problema.
Muchas veces esta aplicación necesita ser actualizada para que funcione bien.
Ademas, aclaro que esta historia es un borrador, ahora mismo estoy ocupada
editando Corazón de Hielo y escribiendo Perversa Seducción, pero estoy consciente que esta
historia también tiene muchos errores, cronológicos sobre todo, así que en cuanto esté un poco
desocupada, también la editaré.
Por otra parte, la única historia que estará completamente pública, será Corazón de
Hielo, la razón: pues ya casi todas y todos saben que al fin mi bebé creció y será publicada en
físico, la dejaré por el momento como regalo ya que pronto tendré que bajarla. Ademas, la historia
original llevará capítulos nuevos, una nueva edición y detalles que cuando la escribí le hicieron
falta, la trama no cambiará en nada, simplemente llevará mas información que en un futuro
servirá para las nuevas historias que vienen en camino.
Espero de corazón su comprensión, esto lo hago simplemente para proteger una
idea y un largo trabajo que en su momento me costó lágrimas y dolor.
No olviden los pasos a seguir para poder acceder a los siguientes capítulos.
Que disfruten mis corazones bellos.

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Capítulo 5 (1/2)

Tengo muchos mensajes y comentarios a los que no he respondido. Hasta hoy pude meterme a
mi cuenta y decidí preocuparme más en actualizar. Prometo responder pronto y aprovecho a
disculparme por ello y por mi ausencia. De ahora en adelante, espero no tardar más. Si puedo,
actualizo esta semana, si no, nos leemos el martes (tengo otras historias que intentaré actualizar)
Gracias por la espera. Los y las quiero mucho.
~Capítulo 5~
[Parte 1]

Hay cambios en la vida, para los que nunca estarás preparada, cambios a los que temes
enfrentarte, situaciones que te niegas a aceptar, aun cuando es lo correcto, cuando es necesario.
Yo estaba pasando por un momento de negación, llevaba más de tres años en ese momento y
creo que al fin había llegado mi baldada de agua fría, la que me tenía que hacer despertar, si o si.
Tenía que enfrentarme a la realidad por mucho que eso me doliera, tenía, debía hacerlo.

Suspiré fuerte, intentando tragar el nudo en mi garganta, llevé mis manos hacia mi cabeza y la
tomé fuerte. Estaba frustrada, indignada, incrédula, confundida hasta la mierda y terriblemente
dolida; me senté sobre el sofá y mordí la uña de mi pulgar derecho, los codos de mis brazos
estaban sobre mis rodillas y una terrible ira comenzaba a invadir mi cuerpo.
¡Me había acostado con una chica!
Sí, la misma que te besó en la pista para poder drogarte.
Recordaba eso a la perfección, pero luego de eso, había una laguna en mi cabeza y
me saltaba hasta el momento que creí estar con Elijah. Me abracé a mi misma, al recordar su
manera de tocarme, de besarme y el solo recuerdo, calentó mi cuerpo; subí mi vista hasta Alice
¿Era posible que ella me hiciera sentir todo eso? Me seguía negando, algo dentro de mí, me
gritaba que todos mentían ¿Pero con qué fin?
Mi estado de negación, era fuerte y no quería desaparecer.
— Necesito estar sola — pedí, no los vi convencidos.
— Isa, creo que eso no es bueno — habló Caleb.
— Vayánse por favor — dije tranquila.
— No, nena. No te dejaremos sola — alegó Elliot. Toda mi tranquilidad se esfumó.
— ¡Quiero que se vayan, ya! — grité — ¡Necesito estar sola! ¡Quiero estar sola! —
todos dieron un respingo al escucharme. Comenzaron a salir, a excepción de Elliot — ¿Qué
esperas? — espeté.
— Yo no me iré — aseguró, gruñí y entonces me dejé ir sobre él. Los chicos ya
habían salido, Elliot cometió un error al quedarse.
Justo cuando estuve a punto de golpearlo, logró evadir mi golpe, pero no me quedé
ahí. Seguí atacándolo y él evitándome. Quizo quedarse y lo haría arrepentirse de eso. Me cegué
por la ira y la frustración, por el dolor que me carcomía, comencé a ver todo rojo, el sabor en mi
lengua era metálico, mi cuerpo temblaba y sabía lo que necesitaba. Quería matar y mi chico de
ojos azules, era la víctima.
Elliot sabía como defenderse, lograba evitar algunos de mis golpes, pero otros le
eran imposibles. Él se limitaba solo a defenderse, en ningún momento levantó su mano para
golpearme y ese sería su fin. Aun con mis pies descalzos, logré golpear sus tobillos y lo hice caer
al suelo, sonrió burlón cuando estaba sobre su culo y vi que disfrutaba la vista, dirigí la mía en
dirección donde el veía.

El maldito vestido se había subido.


Y qué esperabas estúpida. Usas vestidos sin bragas y encima te pones a pelear.
Esa distracción me costo caro; Elliot aprovechó eso y entonces golpeó mis tobillos,
por inercia cubrí mi cabeza al percatarme que estaba cayendo, mi espalda recibió el golpe
completo y gemí cuando el aire salió de mis pulmones. Elliot fue listo y se acomodó sobre mí,
atrapando mis manos con las suyas y mis piernas con las de él.
— ¿Estás bien? — preguntó jadeante, sangre salía de la comisura de su boca.
— Esa es una pregunta estúpida — bufé.
— Vamos, Isa. Sé que esto es difícil para ti, pero no puedo dejarte sola —
comprendí por qué no podía hacerlo cuando acarició con sus dedos, las cicatrices en mis
muñecas, pero esta vez, no pretendía cortarme las venas. Colocó mis manos, por encima de mi
cabeza y me retuvo ahí con fuerzas.
— Tú no entiendes — dije a la vez que jadeaba, la pelea me había agotado, todo
me había agotado —. Me siento estúpida, dolida, frustrada, decepcionada — no me di cuenta
cuando comencé a llorar, hasta que sentí que me atragantaba con los sollozos —, me siento rota
Elliot — soltó su agarre en mis manos y acunó mis mejillas, me veía con dolor —. Es muy cruel
que esto me suceda dos veces. Con una fue suficiente para querer morirme y ahora vuelve a
pasar — tomé sus manos y las presioné con fuerza sin quitarlas de mi rostro —. Todo fue muy
real... Lo sentí como te estoy sintiendo a ti, nos besamos, nos abrazamos... — me callé y un
sonoro sollozo salió de nuevo. Elliot se quitó de encima de mi y me ayudó a sentarme — estaba
drogada, pero eso no quita que haya sido tan real... Juráme que no me mientes, que no me
ocultas nada — supliqué llorando, el me miró a los ojos y vi mi dolor reflejado en los de él.
— Te lo juro nena — susurró y mi llanto aumentó —, te lo juro por lo más importante
que tengo en la vida; me conoces y sabes que no juro en vano — lo sabía y por eso sus palabras
me dolían más.
— Él prometió que hablaríamos, dijo que no se iría y que jamás se había ido —
susurré.
— Y jamás lo ha hecho, jamás se irá — vi el dolor que le causaron esas palabras
—. Él vivirá siempre en tu corazón; ese cabrón te marcó tanto como tú, lo marcaste a él. Aunque
me duela decir esto, sé que nunca me perteneciste, como le perteneciste a él.
— Elliot... — Aullé como loba herida.
— Es por eso que esto me sobrepasa, Isabella — dijo ignorándome —. Me duele
saber que la mujer que amé y amo, sufre por alguien más. Alguien a quién jamás podrá tener de
nuevo — cerré mis ojos y gruesas lágrimas salieron —. La droga se llama Harry Potter, por una
sola razón — dijo de pronto y lo miré —. En el primer libro, se hablá de un espejo, en el que
refleja lo que tu corazón desea con más fuerzas — no había leído el libro, pero si recordaba esa
escena y comprendí todo — el alucinógeno con el que está hecha, hace que veas cosas que no
son posibles, aunque tu corazón y tu alma lo desee — dijo con pena. Tapé mi rostro con mis
manos y entonces me dejé ir y lloré. Lo hice como solo lo había hecho una vez en aquel hospital
psiquiátrico, después de la visita de Laurel. Grité, sollocé e hipé con dolor, el mas profundo dolor
de mi alma. Sentí los brazos de Elliot rodearme y me aferré a él, enterré mi rostro en el hueco de
su cuello y me dejé hacer. Su mano recorría mi espalda en un vano intento por calmarme.
Era inútil.
Las lágrimas salían de mí, junto a los restos de mi alma, de mi corazón; el dolor me
estaba sobrepasando, me estaba rompiendo más y más y sabía que después de esto, no volvería
a llorar.
Era la última vez que la vida jugaba de esta manera conmigo.
Desde ese momento, demostraría lo que muchos decían; la oscuridad me tentaba,
pero nunca cedí. Esa vez sería diferente y me dejaría arrastrar con ella.
— Quiero pedirte algo — dije a Elliot saliendo de la protección de sus brazos.
Limpié mis ojos y nariz y lo vi asentir —. Desde ahora, trata de alejarte de mí — pedí y no lo
comprendió —, no quiero dañarte Elliot y tampoco quiero arrastrarse conmigo a la oscuridad. No
quiero ser débil nunca más y tampoco quiero tener eslabones que me debiliten.
— Nena... — suplicó pero no lo dejé hablar.
— Yo tengo cuentas que cobrar y antes, el buscar venganza me costó caro — le
recordé —. No la voy a buscar ahora pero si haré que ella me encuentre — dije segura tratando
de poner en práctica un plan que hace mucho tuve y nunca llevé acabo —. Tengo gente a la que
debo honrar y no quiero que salgas herido.
— Puedo ayudarte.
— Lo harás solo en lo necesario — aseguré —. Y por ahora, solo necesito que me
tengas listo el ID-DNA — vi como sus ojos se desorbitaron.
— Él es peligroso — espetó y vi miedo en sus ojos —. No quiero que te enfrentes a
él.
— En estos momentos, yo lo soy más — aseguré —, escúchame bien Elliot — exigí
— Así tenga que ir al infierno o acostarme con el mismo diablo. Haré caer a cada uno de los que
me las debe — me observó como si no me conociese y en efecto, ni él ni nadie conocía este lado
de mí, a excepción de Maokko —. No los buscaré, ellos lo harán y les daré donde más les duele
— sonreí cínica —. Les demostraré en que demonio me convirtieron y lo mucho que se
equivocaron al tentarme.
— Ahora mismo, me das miedo — confesó.
— Es bueno que lo tengas y que no intentes detenerme — aconsejé observándolo
de manera fría — porque no quiero verte como a un enemigo — advertí y noté la decepción en
sus ojos.
Me importó una mierda.
Así que, cediste a la oscuridad.
Ya era hora de hacerlo.
(****)
— ¡Isabella! — la voz sorprendida de Jacob, me sacó de mis pensamientos.
— Hola, Jacob — dije un poco distante, era una perra con él, pero mis ánimos
estaban por los suelos.
— He llegado hoy y me entero que estás aquí. ¿Por qué nadie me lo dijo?
— Es una larga historia, pero, que bueno es verte — dije tratando de ser amable.
— También es bueno verte, Isabella. Viva e ilesa — dijo viéndome a los ojos. Jacob
había cambiado mucho, estaba más guapo pero ya no era el chico extrovertido que conocí antes
—. Si quieres, podríamos ir luego a tomar algo — invitó.

— Tal vez luego, ahora tengo que ponerme al día con todo y prepararme para el baile en el
inferno — expliqué y asintió.
— Nos vemos luego — se dio la vuelta para marcharse pero, se detuvo en la puerta
y se giró hacia mi —. Sé que hay cosas que nos marcaron y cambiaron pero, me alegro que
hayas salido con bien aquel día, a pesar de todo.
— Salí con bien — dije y sonreí sin gracia — pero pagué caro — sonrió él,
comprendiendo lo que dije. Asintió y luego se marchó. Jacob sabía por lo que estaba pasando, él
lo vivía en carne propia.
Elsa fue su amor.
Lo fue.
Salí cansada del cuartel junto a Caleb y Elliot, la hora de ir al inferno se estaba
llegando; me sentía como un zombi, muerta en vida, pero tenía que continuar y de una vez por
todas, lograr lo que deseaba y era posible. Llegamos al hotel y me fui directo a mi habitación; casi
no había hablado con los chicos y a Alice, no la vi más, desde que los saqué de mi habitación.
La ropa que usaría estaba sobre la cama, no me emocionaba para nada, al
contrario, ahora dolía más el pensar en asistir a ese lugar, sin la persona que que quería, pero, ya
no me torturaría más con aquello. Deseaba poder seguir adelante, pero para eso, necesitaba
cortar de raíz, los lazos que me ataban a mi pasado y no me dejaban vivir.
Me metí a la ducha y deseé que el agua caliente, se llevara todo mi dolor, mis
decepciones e impotencia.
No fue posible.
Así que, cansada de luchar con aquello, salí de la ducha y luego de secarme,
comencé a arreglarme. Mi cabello, lo arreglé en un moño alto y maquillé mis ojos de colores
oscuros, muy oscuros; mis labios, estaban de color rojo profundo — casi negros — y mi vestido,
compaginaba con dichos colores, esta vez era negro satinado, sin mangas y escotes, pero si, una
abertura que comenzaba desde mis tobillos — que era el largo del vestido — y moría justo arriba
de la mitad de mi muslo derecho, el lugar perfecto donde se encontraba mi liguero y junto a el, un
hermoso puñal. Cuando coloqué mis tacos y estuve lista, me acerqué a la pequeña cómoda que
estaba cerca de la cama; de ahí, tome los brazaletes y relicario e los puse, para después tomar y
abrir una caja plateada; envuelta en papel maché, se encontraba la máscara que guardaría mi
identidad, era blanca y con una sonrisa femenina grabada en ella; la tomé y luego me fui al
encuentro de mis acompañantes.
— ¡Wow! Luces hermosa cuando te bañas y peinas — miré con cara de pocos
amigos a Caleb, él se encogió de hombros ante eso.
Elliot estaba ahí, pero no dijo nada, simplemente me observó detenidamente y
omitió cualquier opinión que se formara en su cabeza. Ambos chicos lucían divinamente
hermosos en sus trajes negros, Elliot sobresalía de una manera extraordinaria, sus ojos brillaban
y el azul en ellos, era increíble.
Yo también omití mi opinión.
Era de esperarlo.
Los tres fuimos hacia el auto y al subir en el, el móvil de Caleb comenzó a sonar
como loco. Elliot era el encargado de conducir, Caleb iba a su lado y yo en el asiento trasero.
— ¡No me jodas! — espetó el rubio hacia la persona que le había llamado —
Manténme informado de todo y envíame la dirección — ordenó y luego finalizó la llamada.
— Déjame adivinar... ¿Cambios de última hora? — dijo Elliot hacia él y mi detector
de mierda, se fue hasta arriba.
— Ya no vamos al Inferno, la fiesta será en el Nauticus — informó Caleb.

— ¿Estas bromeando? — hablé al fin.


— ¿Crees que lo hago? — respondió con otra pregunta mientras se giró para verme
— Algo me dice que esto no está bien linda y necesito que estés muy alerta — pidió —. Dom
acaba de enviarme la dirección e imágenes de ese lugar y estar rodeados de agua, no es muy
bueno, además, sé que este cambio no es de última hora y que esperaran hasta el último
momento para notificarnos, no me gusta para nada — asentí a eso,yo también estaba de acuerdo
con él y no me agradaba.
— A tu lado dejé algo — dijo Elliot, viéndome por el retrovisor, en una pequeña caja
se encontraba un hermoso reloj de oro blanco, lo tomé y admiré — si presionas el pequeño botón
al lado derecho... — lo hice antes que terminara de hablar y vi como del objeto en mi mano, salía
una pequeña aguja — Lo modifiqué para que se acoplara a tu vestimenta y así nadie lo note. Ten
mucho cuidado nena y por favor, no te pinches tu misma porque lo echarás a perder — avisó.
— ¿Que mierda es eso, a aparte de reloj? — preguntó Caleb.
— Un ID-DNA — dije mientras colocaba el aparato en mi mano izquierda.
— ¿Para que necesitas un detector de ADN?
— Necesito encontrar a alguien — respondí fría.
Caleb me miró pero no dijo nada más, sabía que por su cabeza pasaban muchas
cosas, pero omitió decirlas.
Media hora después, llegamos al museo Nauticus, era mucho mas grande que el Inferno, la
noche era fresca y estar cerca del mar, me hizo arrepentirme por no llevar un abrigo.
Colocamos nuestras máscaras y no pude evitar el quedarme embobada al ver a
Elliot con ella; su máscara no tenía grabada ninguna emoción y era negra al igual que su
vestimenta, sus ojos resaltaban en sobremanera y me hizo recordar a alguien.
Pero ese alguien, tenía ojos grices.
Negué ante el recordatorio de mi conciencia, no debía caer en aquellos recuerdos,
sobretodo cuando iba a poner en marcha mi plan, si se me presentaba la oportunidad.
Tomé el brazo de Elliot y con Caleb a nuestro lado, comenzamos a caminar hacia el
interior del lugar. Dos enormes tipos cuidaban la entrada y había mucha seguridad alrededor,
nuestros hombres también estaban ahí, cuidando nuestras espaldas. Pudimos entrar sin ningún
problema y luego, nuestras manos fueron selladas con una tinta especial, tinta que a la vista era
invisible.
Las reglas eran las mismas, solo Gibson sabría nuestra identidad y estando en el
gran salón, un mar de máscaras y vestimentas oscuras, nos recibió. Como un dejavu, una fría
corriente recorrió mi espalda, me giré para ver hacia atrás, pero como era de esperarlo, no lo
noté.
— ¿Todo bien? — dijo Elliot en mi oído para que pudiese escucharle por encima de
la música. Su cercanía logró erizar mi piel.
— Todo perfecto — respondí, él colocó su mano enguantada en mi espalda baja y
me hizo seguir caminando.
— Los hombres de Gibson vendrán a buscarte cuando se llegue el momento de
hablar con él — avisó Caleb llegando a nuestro lado y asentí.
La fiesta se estaba tornando aburrida cuando de pronto observé a un tipo que se
me hacía familiar. Era casi de mi complexión y estatura, vestía un esmoquin negro y mi corazón
había comenzado a acelerarse, tenía que ser el estúpido fantasma y debía averiguarlo. Comencé
a caminar hacia él y activé la pequeña aguja de mi reloj, sin que él se lo esperara, pinché su
mano, que para mi suerte, no tenía guante; el tipo se quejó y antes que se diera cuenta que había
sido yo, un enorme cuerpo me cubrió.
— Gibson la espera — avisó el tipo y asentí, miré mi reloj pero la respuesta ahí era
negativa.
Desperdiciaste una oportunidad.
Si, pero por lo menos, no me quedaría con la duda.
Le avisé a Caleb y Elliot por el intercomunicador que me dirigía hacia donde se
encontraba el señor Gibson y seguí al tipo que me había cubierto antes. Lo odié cuando me hizo
subir muchísimos escalones y mis tacos me estaban matando, cuando al fin llegamos al piso
indicado, me hizo pasar a una oficina.
Gibson estaba sentado en su silla y me observaba de manera extraña, quité mi
máscara y me giré hacia la puerta cuando la escuché cerrarse de golpe. Marcus — el moreno que
estaba con Sombra el día que le disparé — la había cerrado y puesto el seguro, comprendí la
manera de verme de Gibson en ese momento.
— Así qué... ¿No fue usted, quién mandó por mí? — hablé sin miedo.
— Lo siento señorita White, yo... — se quedó en silencio cuando Marcus carraspeó
detrás de mí.
— Vamos — le ordenó y fue increíble ver como el tipo que se encargaba de nuestra
seguridad y apoyo ante el gobierno, era intimidado por nuestros enemigos. Negué con burla a eso
y lo vi ponerse de pie y marcharse junto a Marcus.
Un leve sonido me hizo girarme hacia uno de los ventanales, de entre las sombras
vi salir a Sombra.
¡Puf! Que irónico.
Bufé a eso.
Había muy poca luz en la oficina y entendí por qué en esos momentos. No me
intimidé, pero si me puse un poco nerviosa. Como siempre, Sombra lucía como Elijah, a pesar de
que estaba a contra luz, sabía que usaba máscara. Sin decir nada, caminé hacia él.
— Esta vez, no tardaste mucho en buscarme — dije recordando aquella vez y lo
escuché reír.
— Veo que te morías de ganas por verme — se mofó y sin esperar más, me tomó
de la cintura y me hizo pegarme a él.
Mi corazón se aceleró.
Y no te apartaste de él.
Ni lo haría, mi plan estaba punto de ponerse en marcha.

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Capítulo 5 (2/2)

No sabía como disculparmes con todos/as ustedes así qué, decidí hacerlo de esta manera.
Espero me disculpen por la tardanza que tuve. Nos leemos el martes.
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~Capítulo 5~
[Parte 2]
Ósea qué ¿Aparte de dejarte arrastrar por la oscuridad, te convertirías en una
perra?
Tal vez si.
¡Umm! Creo que eso me gusta.
Sonreí por inercia ante mis pensamientos.
— ¿Qué es tan gracioso? — susurró sombra en mi oído, su respiración chocó
contra mi cuello y eso se sintió muy bien.
— Tú — dije sin más.
— Bueno, creo que hoy estás de buen humor — concluyó pero se equivocaba, mi
humor era de perros después de lo vivido, pero él, no tenía por qué saberlo.
— Un poco, creo que me está gustando verte — esta vez fui yo quien susurró en su
oído y sonreí de lado al ver que causaba el mismo efecto en él, que él en mi.
Se separó un poco de mi sin soltarme, la poca luz que había, daba en su espalda,
su rostro quedaba en la oscuridad. El maldito sabía como ocultarse, aun así, me atreví a subir mi
mano e intentar llegar a su rostro, fue listo y me detuvo a centímetros de ella.
— ¿Qué pretendes? — preguntó un poco alterado.
— Sabes que no puedo ver más de lo que quieras mostrarme — dije y su agarre se
suavizó — pero deseo tocarte, sentirte e imaginarte.
No mentía en eso, a pesar de que mis intenciones eran usarlo, sentía mucha
curiosidad por imaginarlo si quiera; sorprendentemente, soltó mi mano y me dejó llegar a su
rostro.
Los nervios se hicieron presentes en mí.
Con un poco de temblor en mi mano, llegué a su rostro, contuve un jadeo cuando
descubrí que no estaba usando máscara y sabía que mi mano se había vuelto muy fría, pero no
me importó que se percatara de eso. Me estaba dando una oportunidad y no la iba a desperdiciar.
Cuando mi mano tocó su mandíbula, las imágenes que llegaron a mi mente, fueron
las de mi demonio, se sentían iguales, a diferencia que en la de Sombra, había una pequeña
barba. No podía verlo, pero aun así, cerré mis ojos y junto a mi otra mi mano, comencé a sentirlo.
Había un piercing en su nariz, más no, una argolla en ella, su nariz era casi igual, en sus orejas
habían piercings también y todo lo que sentía en él, era como sentir a Elijah.
Era imposible que fuesen tan parecidos.
Si, a no ser que fueran la misma persona.
Mi corazón quiso volar ante esa idea ¿Era posible que Elijah se estuviese haciendo
pasar por Sombra? Yo los había visto a los dos, los había tenido frente a mi, a punto de matarse.
Por lo tanto, estaba segura que Sombra existía, pero la idea que él fuese Elijah, me estaba
matando.
— ¿Tienes tatuajes? — pregunté con nerviosismo. Lo sentí tensarse y tomó mis
manos con las de él, pero no me apartó.

— Si, Bella, tengo muchos — suspiré profundo con su respuesta — ¿Me estás imaginando?
— Si — respondí, pero lo imaginaba como a mi tinieblo — ¿Hay más perforaciones
en tu cuerpo?
— No, solo las que sientes en mi rostro — no me gustó esa respuesta, deseaba que
hubiesen más —. No me imagines como él — pidió y me tensé, noté como cambió el tono de su
robotizada voz.
— No puedo evitarlo, cada vez que te tengo cerca, lo imagino a él — confesé —, y
creo... creo que eres él — con sus manos, apartó las mías de manera brusca y chillé cuando me
hizo retroceder hacia la oscuridad, dejando así, mi espalda pegada a una pared.
— No te imaginas todo lo que deseo hacerte en estos momentos — espetó —.
Estrangular tu delicado y hermoso cuello es una de esas cosas que deseo hacer ahora mismo —
me asusté un poco al escucharlo, su cambio de humor había sido increíble —, imaginame como
quieras Isabella, menos como ese imbécil — exigió.
Ese no era nuestro tinieblo.
No.
— No puedo evitarlo — murmuré y sentí su mano en mi cuello, lo apretó con fuerza.
— Aquella noche, dejé pasar lo que dijiste de él y yo. Pero no dejaré pasar que me
creas él. Es una vil ofensa para mí y por mucho que te desee, por mucho que me gustes, no lo
permitiré — bien, las cosas no estaban saliendo como quería y había planeado y no podía perder
esa oportunidad, así qué, cedí un poco.
— Esta bien, lo siento — pedí con dificultad y puse mis manos en su brazo para que
dejara de presionarme.
— Quisiera follarte en estos momentos para que te dieras cuenta que no hay nada
en mí, parecido a ese hijo de puta — no me gustó para nada eso pero...
¡Eso es Isa! Deja que te folle.
¿¡Qué demonios!?
Él se mofa de que te follará mejor que nuestro tinieblo, bien... Comprueba si tiene
perlas en su pene, si es así, entonces Sombra es nuestro adorado tormento.
Mi conciencia tenía un enorme punto, podía salir de mis dudas y no sólo lograr lo
que deseaba del chico misterioso que deseaba estrangularme.
— Me tienes aquí, contra esta pared, estamos solos ¿Por qué no lo haces
entonces? — pregunté mientras bajaba mis manos por su brazo y llegaba a su hombro,
intentando ser sensual en mi toque. No respondió y soltó su agarre en mi cuello —. Folláme ahora
mismo — le incité.
— No me creas estúpido — espetó —, has cambiado mucho desde la última que
nos vimos, ya no eres la chica puritana que se guardaba al recuerdo de su amado — su voz salió
con ira y no comprendía por qué le molestaba tanto mi cambio — ¿Qué quieres Isabella? ¿Qué
quieres lograr usándome? — en serio no era estúpido y maldije interiormente por eso.
— No era una puritana — increpé — solo he cambiado de parecer — lo tomé del
brazo, estaba muy tenso —. Soy una mujer, tengo mis necesidades y tu misterio me atrae mucho.
Tú me deseas y yo he comenzado a desearte ¿Por qué no, aprovechar eso? — lo sentí temblar y
eso sólo eran indicios de qué, o estaba asustado o muy molesto y no me convenía lo último.

— ¡Vete de aquí! — pidió de pronto, se zafó de mi agarre y comenzó a caminar hacia la poca luz,
fruncí mi entrecejo por su actitud. Logré ver como colocaba su máscara y cubría su identidad; su
cabello estaba peinado como un samurái. Solté miles de maldiciones y lo seguí.
— ¿Qué demonios te pasa? — cuestioné tomándolo del brazo nuevamente y
haciendo que se girara hacia mi. Sus ojos negros centelleaban mucha furia — Me buscas, me
insinuas cosas, te metiste en mi vida desde que estaba con Elijah, me besas y luego de que te
permito que llegues a más... te molestas y me corres — reclamé indignada — hablas demasiado
y prometes muchas cosas pero, cuando te doy la oportunidad de cumplirlas, huyes.
— ¡No huyo! — se defendió — simplemente no soy estúpido. Tú estas cediendo por
algo y odio que te quieras vender a mi como una vil pe... — no terminó de hablar porque no lo
dejé. Mi puño chocó contra su máscara e hice girar su rostro.
No lo dejé reaccionar y antes de que hiciese algo, saqué el puñal de mi liguero y lo
coloqué en su cuello. El maldito se había pasado de la raya y yo me había equivocado como una
imbécil con él.
— Me ofendes otra vez de esa manera y juro que desgarro tu maldito cuello, hijo de
puta — espeté con ira —. Me equivoqué contigo, en verdad creí que eras un hombre — sus ojos
se clavaron en los míos, aun había ira en ellos, en los míos había mucho más —, no sé cómo se
me ocurrió ceder a tus insinuaciones, no sé ni por qué llegué a desearte — mentí, no lo había
deseado, sólo quería comprobar mis dudas.
— Es muy extraño para mi que cambies de opinión tan pronto ¿Ya olvidaste a
LuzBel?
— Jamás lo haré — aseguré — solo creí que podía darme una oportunidad para
probar lo que me ofrecías — tomó la mano en la que sostenía mi puñal y quiso apartarla de su
cuello, no se lo permití.
— No debí hablarte así pero, entiende que no soy idiota — su tono de voz era más
calmado — antes te negabas a sentirme, a ceder a mis besos, mis caricias — dijo colocando su
otra mano en mi cintura, coloqué la mía sobre ella, sin bajar la otra de su cuello —, porque
siempre pensabas en él y ahora, eres tú la que me pide más.
— Ya te dije por qué lo hice, no me estoy vendiendo — increpé — pero fue un err...
— ¡Shhss! — me calló poniendo su dedo índice en mis labios. Ya usaba guantes —
Fue mi error llamarte así, Bella, lo siento — en sus ojos se notaba el arrepentimiento, mi
oportunidad había regresado y tenía que aprovecharla así que me trague por un momento el dolor
de mi dignidad. Bajé el puñal de su cuello y su agarre en mi cintura se hizo más fuerte —. Deseo
hacerte mía — susurró mientras acariciaba mi rostro y me hacía caminar de nuevo a la oscuridad.
— Jamás seré tuya — aclaré — podrás tener mis besos, mis caricias, incluso mi
cuerpo pero, no mi corazón, Sombra. Ese ya lo entregué y solo le pertenecerá a él.
— Me conformaré con eso por el momento — respondió seguro, sentí como quitó
su máscara y sabía que iba a besarme justo cuando...
— Sombra, el senador ha llamado refuerzos. Los señoritos que acompañan a la
chica vienen en camino — nos interrumpido Marcus.
Se burló de mis amigos y encima me arruinó una oportunidad; maldije al mismo
tiempo que lo hizo Sombra y nos separamos. Noté como Marcus disimuló una estúpida sonrisa y
enserio quise clavar mi puñal en su bonito rostro.

— ¿Te irás? — pregunté a Sombra cuando ya había colocado otra vez su máscara y llegamos
hasta el escritorio que había en la oficina.
— No — respondió seguro —, me quedaría a esperar a esos idiotas pero, no deseo
problemas en estos momentos. Estaré por ahí, admirando el panorama de la fiesta, desde las
sombras — había diversión en sus ojos. El tipo era bipolar, sus cambios de humor lo confirmaban
—. De nuevo te pido disculpas, Bella — se acercó a mi y con el dorso de su mano, acarició la
mía, eso si había sido sensual y mi cuerpo reaccionó —, prometo recompensar muy bien mi
ofensa, la próxima vez que estemos solos.
— Ya están cerca — avisó Marcus.
— Espero que cumplas tus promesas — provoqué y mis palabras calaron como
deseaba — mientras tanto, me iré abajo con Elliot — me alejé de él y di media vuelta para salir de
la oficina, no logré dar ni un paso cuando ya Sombra me había detenido.
— Cuida bien lo que haces con ese idiota, tal vez no serás mía, pero no dejaré que
alguien que no sea yo, te toque — Sonreí sin girarme para verlo, aun no comprobaba que él y
Elijah eran la misma persona, pero su actitud me hacía creer que si lo eran y tenía que seguir
indagando en ello.
— Suerte que no estás conmigo siempre — continué, su agarre se hizo mas fuerte
pero me zafé de el y seguí mi camino.

Ya tenía que tener suficiente con los eventos recientes, pero mi negación continuaba.
Y había esperanza.
(****)
Tuve una estúpida y larga discusión con los chicos; ambos sabían — gracias al
senador — que Sombra había sido el causante de llevarme a aquella oficina y me reclamaron el
no avisarles de inmediato para llegar a mi rescate. Odié eso y les dejé claro que yo no era una
débil damisela que necesitaba que otros la defendieran. Elliot no creyó para nada mis argumentos
y sabía el por qué, por supuesto que lo ignoré y luego de calmarnos, nos fuimos a la verdadera
reunión con el senador Gibson. Los dos estaban pegados a mi como garrapatas y sabía que ya
no me dejarían sola ni para ir al baño.
La reunión con el senador fue muy intensa y preocupante, la organización estaba a
punto de perder el apoyo del gobierno si no les presentábamos buenos resultados; todo se había
ido abajo desde que Elijah y yo habíamos desparecido, desde que mi padre murió y Myles aun
seguía en estado crítico en el hospital.
— Ese chico, Sombra, está volviendo todo más difícil — señaló Gibson — desde
que él está a cargo de una parte de los Vigilantes, han logrado desbaratar todo lo bueno que
Grigori había hecho — Elliot me miró como culpándome, todo lo hacía por mi cercanía a Sombra
— y Derek está llevando a niveles muy altos, la prostitución y tráfico de drogas — me tensé al
escuchar el nombre de ese maldito, por inercia llevé mi mano hacia mi estómago, dónde
permanecía aquella cicatriz —. Me están exigiendo resultados chicos, solo me han dado tres
meses para ello y si no lo logramos... Grigori estará acabada.
— No lo permitiremos — dije poniéndome de pie y caminando de un lado a otro por
la oficina —. La organización no acabará y te daremos resultados pronto — agregué segura,
Caleb me miró sin poder creer lo que salía de mi boca.
— ¿Tienes algún plan? — preguntó y asentí.
— Ya comencé a ejecutarlo — informé.
— Espero que no sea lo que estoy pensando — advirtió Elliot.
— No sé lo que piensas pero te aseguro que mi plan dará resultado.
No dijo nada pero, segura estaba que al salir de aquella oficina y tener la
oportunidad, me diría lo que pensaba y eso, sería una discusión entre nosotros.

Al terminar de hablar, nos fuimos de nuevo hacia el salón de baile, tomé una copa de champagne
y observé a todas las parejas que bailaban. Era curioso escuchar música tranquila y moderna en
un baile donde la mayoría de asistentes, eran personas mayores, pero me gustaba mucho eso y
lo agradecía. Un fuerte dolor se instaló en mi pecho cuando apologize comenzó a sonar, respiré
profundo cuando las lágrimas amenazaron con salir de mis ojos.
— ¿Bailamos? — pidió Elliot, quise negarme a ello pero terminé aceptando.
Estar en la pista de baile, con una canción de fondo que hace mucho había bailado
con el hombre que amaba y que ese hombre no era el que me tomaba de la cintura en esos
momentos, no era nada fácil de soportar. Cerré fuerte mis ojos y coloqué mis brazos en los
hombros de Elliot y me dejé llevar por sus movimientos, por unos segundos me transporté a aquel
día, aquel momento que fue tan especial para mí y muy en el fondo, confiaba que también había
sido así, para mi hermoso demonio.
— Es tiempo de seguir — dijo Elliot en mi oído, abrí mis ojos entonces y vi esos ojos
azules que una vez amé. Sentí de nuevo aquella corriente fría en mi columna y supe que estaba
siendo observada. Desde las sombras.
— No es fácil — le dije.
— No es sano que sigas aferrada a alguien que no volverá — señaló — cuando
tienes a alguien que está dispuesto a todo por ti.
— ¿Tú?
— Yo — respondió seguro y me estremecí.
— No puedo amarte y no jugaré contigo de esa manera.
— Juguemos de una manera que sé que nos gustará a ambos entonces — propuso
y a pesar de la máscara, sabía que estaba sonriendo, hice lo mismo —. Aun recuerdo nuestros
juegos perversos — su brazo envolvió más mi cintura y me pegó a su pelvis. Recordé entonces
aquellos juegos, mis manos bajaron a sus antebrazos y las presioné ahí. Iba a responder cuando
uno de los hombres de nuestra organización nos interrumpió.
Vi como dijo algo en su oído y Elliot maldijo; algo pasaba y él tenía que ir a ver de
qué se trataba, me pidió que me quedara en el salón mientras él y Caleb se aseguraban que todo
estuviese bien, no quería quedarme pero decidí obedecer y no provocar una discusión. Cuando
los vi salir de ahí, tomé otra copa que uno de los camareros ofrecía y justo cuando iba a dar un
trago, la luz se fue y viejos recuerdos llegaron, pero volvió en cuestión de segundos aunque las
farolas que encendieron eran más tenues; de nuevo un escalofrío me atacó y escuché un poco
más fuerte la canción que se reproducía en esos momentos, location.
— Creo que pasas por alto mi advertencia — Sonreí al escucharlo, estaba justo
detrás mi, su aroma era delicioso; sin preguntar nada, tomó mi cintura y me hizo caminar hacia la
pista. En el camino, tomó mi copa y se la entregó a un camarero.
— Tus advertencias no son nada para mi — respondí, me hizo quedar frente a él y
envolvió mi cintura con uno de sus brazos, me pegó a él de manera brusca y un jadeo escapó de
mi boca por su intromisión.
— No juegues con fuego, Bella — lo miré un tanto sorprendida por sus palabras —
no tientes tu suerte, ni juegues con la vida de ese imbécil — amenazó.
— No lo amenaces — advertí.
— Enfoquémonos en nosotros — pidió entonces, ignorando mis palabras. Comenzó
a moverse al compás de la música y lo seguí, puse mis manos al rededor de su cuello y sentí
como suspiró y la tensión salió de su cuerpo, eso me sorprendió mucho pero no dije nada al
respecto — Quiero que te escapes el viernes — Pidió y ya que era viernes, sabía que se refería
a dentro de una semana —, después de aquella noche, creo que no te será difícil hacerlo —
señaló.
— No me matarás ¿cierto? — bromeé.
— Tal vez lo haga, pero como te dije aquella vez, será de una manera deliciosa —
mi piel se erizó por la manera en la que me hablaba —. Deshazte de los localizadores y
asegurate de que nadie te siga ese día. Te estaré esperando en el parque que está cerca de tu
hotel.
— ¿Adonde me llevarás? — pregunté.
— A ver las estrellas — respondió y entonces mis ojos se abrieron un poco más. La
canción que sonaba era muy sensual, envíame tu localización, se repetía muchas veces, eso
hacía el momento mas tenso, pero no de una mala manera.
Tendrás tu oportunidad.
Susurró mi conciencia.
— Ya las he visto — contraataqué.
— Yo te haré verlas desde el universo y si quieres te hago subir al cielo, pero... —
una de sus manos llegó a mi cintura y luego bajó a mi cadera — te aseguro que si prefieres el
infierno, gozarás más y te haré disfrutar de cosas que ni imaginas — besó mi cuello y sentí que
había subido su máscara para poder hacerlo, toda mi sangre se calentó entonces.
Sombra sería fácil de usar.
Y nosotras seríamos unas perras con él.
— ¿Te escaparás para probar lo que te ofrezco? — preguntó.
— Lo haré.

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Capítulo 6 (1/2)

geneparra14. Feliz cumpleaños bonita. Dios te bendiga y te regale muchísimos años más de vida
y me los regale a mí, para seguir escribiendo y que tú me sigas leyendo 😉
Ojalá te guste mi regalo, disfrutálo.

~Capítulo 6~
[Parte 1]
El clima en la ciudad, era el más loco que existía, ya estábamos en verano pero esa
mañana, había un frío terrible y la temperatura estaba casi a veinte grados. No quería salir de la
cama pero debía ir al hospital y ver a Myles; Eleanor me había llamado en la madrugada para
avisarme que su esposo, al fin había reaccionado. Agradecí que por fin hubo una buena noticia
en mi vida.
Esa vez, solo Dom me acompañaba, Caleb y Elliot se reunirían en el cuartel con los
demás chicos para notificarles de los nuevos cambios que habrían en la organización. En el
camino hacia el hospital, mi móvil sonó con la notificación de un nuevo mensaje y mis ojos se
desorbitaron al leerlo.
Desconocido: Luces hermosa vestida de negro.
—: ¿Quién eres?
Tecleé rápido y lo envié, odiaba estar siendo vigilada y tenía una idea de quién se
trataba. Cuando pensé en ello, una loca idea cruzó por mi cabeza e iba a ejecutarla.
—: Elliot, sabes que la ropa que uso, casi me la pusiste tú, esta mañana y repetiste
eso de que, me ves hermosa, muchas veces en mi oído. Así qué, por favor espera a que estemos
en el hotel y si quieres, me la puedes quitar... otra vez.
Envié el largo mensaje y me reí de ello, miré por la ventana del auto y puse el móvil
sobre mis labios, era como una manía en mí, lo hacía cuando estaba nerviosa o cuando me
estaba comportando como una niña traviesa, esta vez, era por lo último.
Espero que Elliot no sufra las consecuencias de tus travesuras.
Claro que no, no lo permitiría.
Pasó mucho tiempo y no recibí una respuesta; no le di importancia y esperé
pacientemente hasta llegar al hospital. Dom no me dejó salir del auto hasta que recibió
información de que todo estaba bien; me acompañó hasta la puerta del ascensor y ahí dejó que
subiera sola — habían mas hombres en la planta en donde se encontraba Myles, así qué, la
seguridad no era un problema —. Tess estaba en el recibidor con Dylan y al fin la veía mas
descansada.
— Hola chicos — saludé. Dylan me sonrió con cariño, aun me estaba
acostumbrando a eso.
— Que bueno que estés aquí — la simpatía en la voz de Tess me sorprendió
mucho —. Papá está muy delicado pero al fin reaccionó al tratamiento, si sigue así, pronto saldrá
de UCI — suspiré cuando escuché aquello, era un enorme alivio.
— Es increíble escuchar eso — expresé feliz — ¿Puedo pasar a verlo?
— Me temo que no, los doctores están siendo muy estrictos en eso — anunció
Dylan —, solo permiten a Eleanor verlo y a un nuevo enfermero que se encarga de cuidarlo
cuando ella va a casa.
— Pero antes, me lo permitieron — alegué.
— Fue una excepción, Isa, ahora están cuidando más de su salud. Trajeron a los
mejores doctores del país y el extranjero y es por eso que están logrando buenos resultados —
asentí resignada.
— Mamá ya sabe que estás aquí, no tarda en venir — avisó la pelirroja y asentí
mientras buscaba donde sentarme.
Mi móvil vibró, minutos después de hacerlo. Era otro número desconocido.

Desconocido: Sigue así y la próxima vez que estés en ese hospital, será visitando a ese imbécil,
si corre con suerte de quedar con vida.
Confirmado, era quién creía. Lejos de asustarme, su advertencia me hizo reír sin
poder evitarlo, mordí mi labio inferior para disimular.
—: ¿Y el otro número? Tardaste mucho en responder.
Desconocido: He destrozado el móvil después de recibir tu mensaje y juro que si no
tuviese cosas más importantes que hacer, ahora mismo estarías recibiendo allí, en la UCI a ese
hijo de puta.
Negué con la cabeza al leer aquello.
Por si no lo has notado, él sabe dónde estás.
Lo noté, me estaba vigilando pero no me asustaba.
Sombra era posesivo y se estaba equivocando conmigo. Quise preguntarle como
había conseguido mi número, pero era innecesario, si yo hubiese querido el de él, también me
habría sido fácil conseguirlo.
—: ¿Aún no me tienes y ya eres posesivo? Que mal comenzamos, no hagas que
me arrepienta. Te recuerdo que no soy, ni seré tuya.
No obtuve respuesta de inmediato, mientras tanto, observé a Dylan y a Tess, lucían
mejor a la última vez que los vi juntos y deduje que las cosas, habían mejorado entre ellos. Mi
móvil me interrumpió de nuevo, se trataba de una llamada.
— ¿Qué quieres? — fue mi sutil respuesta.
— Que muevas tu bonito culo hasta el cuarto de medicamentos, estoy aquí
esperándote — mi corazón se aceleró al escuchar aquello. Él estaba allí. Miré hacia donde estaba
el cuarto de medicamentos, luego miré a los chicos —. O vienes tú o voy yo ahí dónde estás.
— Idiota — mascullé y corté la llamada.
Me percaté de que nadie me viese y luego me dirigí hacia donde Sombra me
esperaba, era una suerte que los baños estuvieran en el mismo camino, así no tendría ninguna
pregunta luego. Antes de entrar al cuarto donde se leía un cartel de solo personal autorizado, me
giré para percatarme que nadie me estuviese observando y entré. Había poca luz ahí y estaba
frío, lo sentí a pesar de la chamarra que me protegía. Cerré la puerta con llave y antes de poder
girarme, mi rostro estaba presionado contra la puerta y un duro pecho se asía a mi espalda.
— Te encanta provocarme ¿cierto? — susurró.
— Solo soy sincera — alegué.
— Me pides a gritos que mate a ese idiota, Bella, no estoy jugando — uno de sus
brazos, envolvió mi cintura.
— No le tocarás ni un solo cabello, Sombra, tampoco estoy bromeando — advertí
— ¿Cómo has hecho para entrar? El lugar está vigilado.
— Tengo mis métodos y no te importa saberlos — vaya, el chico estaba molesto.
Como pude logré girarme y quedar frente a él, su brazo jamás dejó mi cintura y su enorme
cuerpo, opacaba la poca luz que había. Su respiración era acelerada, emanaba peligro por cada
poro a parte de su rico aroma. Mi cuerpo comenzó a reaccionar a su cercanía —. Dime que sólo
escribiste aquello para provocarme — pidió, su mano libre quedó a la altura de mi cabeza,
presionando la puerta.
— ¿Y lo logré? — lo escuché bufar por mi pregunta.
— Casi haces que mate a Marcus, luego de estrellar el móvil contra la pared —
puse una de mis manos en su duro y tonificado dorso, se tensó.
— No me gusta tu actitud conmigo, Sombra, entiende que yo no soy tuya y si pasó
o no, algo con Elliot, no es de tu incumbencia — la mano que estaba en la puerta, llegó hasta mi
nuca, a pesar de los guantes que usaba, su tacto logró quemarme. Había comenzado a desear
mucho a ese hombre.

— Yo no bromeaba cuando dije que mía o no, no permitiría que otro hombre te toque y te juro por
el infierno que si Elliot lo ha hecho, lo voy a matar así me enfrente a tu ira luego — nada en sus
palabras sonaba a mentira —, puedo pasar por alto el compartirte con un muerto, pero no con un
vivo — quise alejarlo de mi cuando dijo aquello, su fuerza sobrepasaba la mía y no pude hacerlo.
— ¡Cuida bien la mierda que sale de tu boca! — espeté en susurros, odiaba no
poder gritarle — no te refieras a Elijah como un muerto.
— ¡Lo está! — me removí intentando safarme de él de nuevo. Fue inútil.
— ¡Cállate! — exigí. Mi respiración ahora era igual a la de él.
— Prometo no hablar mal de LuzBel, solo si tú, me dices la verdad y dejas de
provocarme — no respondí, estaba muy enojada así que mordí mi lengua — ¿Estuviste con Elliot,
anoche?
— Si — no mentía en eso.
— ¿Puso tu ropa, hoy? — esa pregunta salió con dificultad, no respondí y sentí su
desesperación — ¿Repito la pregunta, Bella? — inquirió irónico y se presionó más a mi, si es que
eso era posible.
— ¡Maldición! No, Sombra, no lo hizo, me la puse sola.
— ¿Entonces te la quitó anoche? — me sentía muy enojada pero casi río por su
pregunta, estaba muy celoso y esto que aun no me había acostado con él.
— No — murmuré y entonces presionó su frente en la mía, no estaba usando la
máscara en esos momentos.
— ¿Por qué lo haces? ¿Por qué me retas de esa manera? — preguntó, su mano
apretó mi cintura, la otra mi nuca y su boca llegó a mi cuello.
— Porque puedo y quiero, porque tienes que entender que si algo pasará entre tu y
yo, eso no nos unirá, no nos atará. No seré tuya y tú no serás mío; serás libre para que te
acuestes con quien quieras, con Lía incluso — agregué y se alejó de mí.
— ¿Por qué hablas de Lía? Antes te dije que ella no es mi novia — se defendió.
— Y lo recuerdo, eso no es impedimento para que te eches un polvo de vez en
cuando con ella. No soy estúpida, Sombra y si ella te llamó y por la forma en la que tú le hablaste,
es obvio que hay algo entre ustedes.
— ¡Ah! Te fijaste en mi forma de hablarle — dijo burlón — eso significa que te
pusiste celosa — me reí y en el proceso, presioné mi frente en su pecho.
— Eres idiota, no me puse celosa, simplemente soy chica y conozco ese tono —
aclaré — y en serio, no me importa si quieres seguirte acostando con ella, es más...
Mis palabras murieron cuando su boca, se adueñó de la mía.
Ese hombre sabía como besar, sabía como callarme y sabía como hacer que
olvidara todo, en el momento que sus labios, tocaban los míos.
Su boca era cálida, su aliento fresco y su saliva, sabía dulce; sus labios eran suaves y su lengua
provocaba morderla. Me quise negar a seguir ese beso pero me vi respondiendo casi de
inmediato, era imposible no hacerlo; mi corazón se aceleraba y se detenía un nanosegundo a
cada momento, no me acordaba ni como se respiraba y luego de estar contra aquella puerta, era
yo, la que tenía a Sombra en esa posición.

Mientras ambos devorábamos nuestras bocas, coloqué mis brazos alrededor de su cuello y entre
jadeos, le pedí que quitara sus guantes, lo hizo y luego sus manos se colaron por debajo de mi
camisa y acarició mi cintura y dorso como él quiso. No sé como lo logré, pero de pronto, él estaba
sentado en el frío suelo y yo a horcajadas en su regazo; sentí su duro bulto bajo los pantalones
de mezclilla y cuando sus manos encontraron mis pechos y los acarició por encima del sostén,
comencé a restregarme en su bulto como una perra en celo.
Oficialmente me había vuelto loca y perra, estaba dispuesta a follar con el enemigo
en un cuarto de medicamentos, en el hospital donde se encontraba mi casi suegro.
Pero no me importaba en esos momentos.
Ni a mi, tenías que seguir adelante con el chico oscuro.
— Bella, detente — pidió entre jadeos, el chico oscuro.
— Te necesito — dije y no me detuve, seguí besándolo y él respondiéndome.
En cuestión de segundos estaba sobre el suelo y él bajando mis pantalones junto a
mis bragas, no los quitó del todo, los dejó un poco más abajo de mis rodillas y luego se puso
sobre mí.
— Veo que mi gatita está muy caliente — susurró dando un casto beso en mis
labios — tengo muchas maneras de hacerte mía y comenzaré a hacerlo desde hoy — dijo
besando mi barbilla y bajando poco a poco, hasta llegar a mi abdomen y subir mi camisa, besó mi
ombligo y luego con su lengua, lo lamió y gemí.
Eso se sintió delicioso.
Anticipé lo que estaba a punto de pasar cuando su respiración chocó contra mi
depilado vientre, llevé mis manos a su cabeza y sentí su cabello agarrado en una coleta, no lo
veía y tampoco lo imaginaba de la manera en la que lo había imaginado antes. Jadeé cuando
besó justo arriba de donde comenzaban mis labios vaginales, un frío recorrió todo mi cuerpo y
mis pezones se endurecieron. Yo era todo humedad ahí abajo y él estaba a punto de descubrirlo.
— Pon esto en tu boca — dijo poniendo en mis manos una tela acolchonada, era su
gorro y supe para qué era — no quiero que nos interrumpan cuando comiences a gemir — era un
completo egocéntrico pero tenía razón, aunque no se lo diría.
No alcancé a poner el gorro en mi boca, cuando un gemido salió de mi garganta; la
lengua, su lengua se había abierto camino ella sola en mis labios vaginales y acarició mi clítoris
de la manera que tando deseaba.
¡Wow! Que manera de utilizar ese piercing.
Metí de inmediato el gorro en mi boca y lo mordí con fuerza, el piercing que había
en su lengua acariciaba a la perfección mi manojo de nervios, la ropa que estaba en mis rodillas,
no permitía que mis piernas se abrieran más, pero la posición semicerrada que tenía, solo
intensificaba más la sensación. La manera en la que Sombra estaba devorándome esa parte era
única y estaba logrando que me volviera loca, me estaba haciendo necesitar más, estaba
necesitando tenerlo a él, clavado en lo más profundo de mí. Una de sus manos se abrió camino a
mis pechos y los masajeó con impetú, mis caderas comenzaron a moverse solas, encontrando los
movimientos de su boca, necesitaba gemir, jadear, gritar y tenía que conformarme con morder
fuerte, la tela entre mis dientes.
— ¡Mierda! Eres mi sabor favorito — murmuró y por su manera de saborearme, me
demostraba que no fingía — me fascina sentir lo húmeda que estas, lo preparada que estás para
recibirme — continuó diciendo. Su pulgar ocupaba el lugar de su lengua y no sentía la diferencia.

Con ambas partes me estaba volviendo loca, mis manos llegaron a mis pechos y comencé a
acariciarlos. De nuevo Sombra comenzó a lamerme completita, por momentos chupaba fuerte mi
botón y luego, su lengua lamía toda mi raja y me envestía; pronto uno de sus dedos de adentró
en mi interior y otro llegó hasta mi ano.
El chico oscuro si que va por todas.
Mis ojos se abrieron más cuando sentí esa intromisión, no lo introdujo todo, era más
como una caricia. Una caricia que comenzó a volverme loca en cuestión de segundos; su lengua
estaba en mi clítoris, uno de sus dedos se introducía en mi vagina y otro acariciaba esa parte que
si antes me hubiese pedido permiso para tocarla, no se lo habría dado. Pero todo me encantaba,
me fascinaba y aun así con esas palabras, no podía describir del todo, lo que estaba sintiendo.
Aquella necesidad estaba aumentando, el fuego había comenzado a recorrer mi
torrente sanguíneo, mi mandíbula dolía por la fuerza empleada en morder el gorro; había
oscuridad pero aún así, mi vista se oscureció más, mi mente se nubló y entonces en mi vientre se
formó la bola de placer que era más como un globo. Un globo que Sombra estaba a punto de
explotar con las embestidas de ambos dedos, en ambos orificios y los movimientos de su lengua.
Y de pronto no pude más.
Me aferré con mis manos a sus hombros y clavé mis uñas ahí por encima de la
ropa, los dedos de mis pies se curvaron dentro de los zapatos y piernas se tensaron, aguanté la
respiración y casi corto la tela con mis dientes cuando el orgasmo me arrasó completa, me
devastó y mi cuerpo flotó a la superficie.
Casi llegando al cielo.
Detuve los movimientos de Sombra cuando la sensación del orgasmo iba bajando,
abrí mis ojos y lo único que veía eran lucitas de colores destellando por todos lados ¿Estaba
viendo las estrellas? Mi respiración era acelerada y mi boca estaba casi seca.
Ese orgasmo me había devastado por completo.
Sentí como el chico oscuro sacó sus dedos y luego dio un casto beso en mis labios,
subió a mi vientre y luego a mi abdomen, besando cada parte hasta llegar a mi barbilla y por fin a
mi boca. Me besó suave, haciendo que sintiera mi sabor y el sabor de sus besos, lo besé
siguiendo su ritmo y sentí como restregó su bulto en mi coño, gemí y si seguía haciendo eso, los
estragos de mi orgasmo pasarían en cuestión de segundos y estaría preparada de nuevo para él.
— Ves como si cumplo mis promesas — murmuró sobre mis labios.
— ¿A cual te refieres? — pregunté y mordí su labio inferior.
— ¿Recuerdas lo que te prometí aquella noche, después de besarte y que tú
dijieses que no volvería a suceder? — sonreí, él no podía verme pero sé que sintió que lo hice. Lo
recordaba a la perfección — Dilo — pidió y después del orgasmo que acababa de provocarme,
decidí ser buena con él.
— La próxima vez, besaré tus labios y subiré lentamente a tu boca — cité sus
palabras. Besó suavemente mi mejilla hasta llegar a mi cuello — Sabias que te necesitaba en mi
interior ¿Por qué no me tomaste? — pregunté cuando estaba teniendo la amabilidad de subir mis
bragas y mi pantalón.
Te desvistió y luego te te estaba vistiendo.
Sonreí a la observación de mi conciencia, el chico oscuro quería que rescordara
que él si, me desvestía y vestía.
Mi pequeña broma lo había marcado.
— Te dije que tengo muchas formas de hacerte mía, ahora será así. El viernes si
que aprovecharé — advirtió y un cosquilleo me atacó — ese día no seré suave Bella, hoy debía
contenerme.
— No quiero que seas suave — le alenté. Llegó de nuevo a mí, cuando hubo
abrochado el botón de mi pantalón y subido la cremallera. Tomó mis manos y me ayudó a
ponerme en pie; ambos de pie, me tomó de la cintura y me pegó a él.
— Es bueno saber eso — susurró, su bulto aun estaba muy duro.
Su móvil comenzó a vibrar y cuando lo sacó de su bolsillo, tuve la esperanza de ver
su rostro con el reflejo de la luz del aparato.
No sucedió.
Inmediatamente me dio la espalda y respondió la llamada, era de una chica, por el
silencio del lugar, la voz de ella se escuchaba sin necesidad del altavoz.
— ¿Recuerdas que me llevarías a comer? — le reclamaba.
— Lo hago, pero tuve algo importante que atender — respondió él fastidiado.
— ¿Más importante que yo? — preguntó indignada.
— Sabes bien la respuesta a eso Lía.
Era la chica del otro día.
¿A qué se refería con esa respuesta?
No lo sabía ni me importaba.
Comencé a ir hacia a la puerta para salir de allí y dejarlo hablar a gusto pero,
cuando pasé a su lado me detuvo.
— Dame un momento — me pidió y negué. Me acerqué a él y besé sus labios, justo
cerca del auricular de su móvil.
— No te preocupes cariño, nos vemos luego — dije solo un pocooo más fuerte de lo
normal, su agarre en mi brazo se tensó — gracias por ese beso, en mis labios — agregué y salí
del cuarto.
Con una enorme sonrisa de perra.
Exacto, no me importaba si Lía era su novia o no, solo quería que Sombra tuviese
claro que él y yo, no éramos nada, pero tampoco me escondería como una amante.
Tú estabas siendo más perra que yo, Isa.
Había superado a mi maestra.

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Capítulo 6 (2/2)

~Capítulo 6~
[Parte 2]
Desconocido: Aunque creas que me provocaste un problema, me quedó la
satisfacción de ver tu incomodidad por lo húmeda que te dejó mi boca.
Ese fue el último mensaje que recibí de Sombra y el maldito estaba muy
equivocado, no me había dejado húmeda, me dejó empapada y deseando más, muchísimo más.
Cuando salí del cuarto de medicamentos, Tess y Dylan me hicieron muchas preguntas acerca de
dónde me había metido, tuve que inventarles lo más vergonzoso que había, para tranquilizarlos.
Si, decir que tenías diarrea, fue vergonzoso.
Pero Tess me cargaba entre ojo y ojo y su mirada me hizo saber que no me creía
por completo, a diferencia de mi hermano, él se ofreció a conseguirme alguna medicina y sí, tuve
que beberla para no levantar sospechas.
Eleanor llegó tiempo después y cada vez que me veía, me recordaba a mi madre,
ella me trataba como lo hacía mi madre. Hablamos mucho y me dijo todo acerca del tratamiento
de Myles: cuando le pregunté por qué se habían tardado tanto en hacerlo, su respuesta fue un
tanto confusa hasta para ella. Los médicos del hospital en el que estaba, eran los mejores y
habían hecho de todo con él, pero un día, sin saberlo y siendo una sorpresa hasta para el
personal del hospital, una comitiva de médicos extranjeros y nativos del país entero, llegaron al
hospital para apoyar a los médicos residentes. Llevaron a su propio personal y luego de lograr
que el tratamiento aplicado a Myles diera resultado, dejaron a tres enfermeros al cuidado de él,
dos eran del hospital y uno pertenecía a la comitiva que ellos trajeron y hasta no lograr que Myles
saliese de la UCI, solo Eleanor tenía permitido entrar a verlo; hasta ese momento estuve de
acuerdo con eso y agradecía de todo corazón, que esos médicos llegaran para salvar la vida del
hombre que se había convertido en mi segundo padre.
- Isa, no me agrada que sigas en ese hotel, cariño - ese era otro punto. Eleanor
insistía en que me fuera a su casa.
- No quiero ser mal agradecida, Eleanor... pero, estoy bien en el hotel.
- Si no quieres volver a casa, puedes irte al apartamento que compartis...
- ¡Por Dios! Eleanor, sabes a la perfección por qué no vuelvo a la mansión Pride -
expresé tratando de controlarme - ¿Crees en verdad que podría volver a aquel apartamento? Ese
donde hay tantos recuerdos, tanto buenos como malos, incluso el peor de todos - ella me miró
con comprensión, mas no con aceptación.
Y la discusión comenzó, ella tratando de hacerme cambiar de opinión y yo alegando
a cada cosa que decía, parecíamos mamá e hija y yo estaba siendo una hija muy caprichosa.
Rato después me despedí de ella y Tess, Dylan se marchó conmigo al aceptar una
propuesta que le había hecho. Cuando ambos estábamos en el auto, le pedí a Dom que se
quedara mientras yo me iba con mi hermano, rumbo al cementerio; en el camino nos detuvimos a
comprar una rosas y seguimos nuestro viaje. Todo el trayecto fue invertido para hablar con Dylan,
conocí mucho acerca de su vida y él conoció mucho de la mía; eso era algo que necesitábamos
mucho y como él lo expresó con sus palabras, la vida nos había impuesto como hermanos e
íbamos a aprovecharnos de ello.
- ¿Cómo llegaste a Grigori? - pregunté, por el rabillo del ojo lo vi suspirar.
- Mi madre no fue la mejor conmigo, pero igual, le agradezco que no decidió
abortarme cuando supo que estaba embarazada - sentí una punzada de dolor al escuchar
aquello, tomé su mano como gesto de apoyo, el apretón que me dio me hizo saber que lo
aceptaba -, pero mi vida fue una mierda y tomé decisiones muy malas, me volví un drogadicto y
esa fue la peor decisión de todas, Isabella - lo último lo escuché como una advertencia y juré
asesinar a Elliot o Caleb por haber abierto la boca con Dylan -. Toqué fondo, estuve a punto de
morir cuando iba a inyectarme una droga que estaba en mal estado, ya sabes, había sido mal
fabricada.

- ¿Cómo supiste que estaba mal fabricada?


- No lo supe yo - lo miré rápido para que viera que no entendía nada y luego
regresé mi vista a la carretera -. El almacén donde estaba yo y otros amigos, fue visitado por las
personas que se encargaban de recoger esa droga, comenzaron a hacerlo cuando se les notificó
de muchas muertes a causa de ello. Ya había introducido la aguja en mi piel, cuando sentí como
alguien me la arrebató - se quedó en silencio unos momentos y noté como ese recuerdo era
demasiado triste para él.
- No sigas, si no quieres - susurré intentando ser fuerte por él.
- Quiero - aseguró -, me molesté, casi me volví loco de la ira cuando esa jeringa me
fue arrebatada, me fui sobre el tipo que me la había quitado y este me puso quieto en cuestión de
segundos. Mira lo que hace tu maldita adicción, fueron sus palabras y me hizo girar para ver
como uno de mis amigos se retorcía, temblaba, sudaba y sacaba espuma blanca por la boca; sus
ojos se volvieron blancos y cuestión de segundos había muerto - me estremecí al escuchar
aquello -, era mi mejor amigo, o por lo menos eso creía en ese momento - rió sin gracia, aquel
chico pudo haber sido Dylan, si esa persona no hubiese arrebatado la droga -. Lloré como un niño
al ver a mi amigo morir y entonces caí en la cuenta que el tipo que me había quitado mi droga, me
había salvado la vida. Entre el dolor por la muerte de mi amigo y el llanto, agradecí a ese tipo por
salvarme, sonará cursi esto pero, en esos momentos vi a ese tipo como un ángel - rió de nuevo al
recordar aquello y esa vez, lo hizo de verdad -. Él me dio una segunda oportunidad, me sacó de
ahí y me llevó a una clínica de rehabilitación, todo lo pagó él - añadió.
- ¿Seguiste en contacto con él? - pregunté y asintió.
- Cuando salí de la clínica me ofreció trabajo y acepté. Siempre fui un hijo de puta
loco Isa, creo que esa actitud nunca fue por la droga - reí por eso y él me acompañó - y el trabajo
que me ofreció, era perfecto para mí - de pronto una punzada de dolor me atravesó el corazón al
comenzar a comprender su historia, me quedé en silencio y luego pregunté lo que necesitaba
saber.
- Quiero agradecerle a ese tipo por salvar a mi hermano - dije con dificultad - ¿Aun
tienes contacto con él? - su silencio y el dolor en sus ojos me dio la respuesta. Abrí un poco mi
boca, puse la punta de mi lengua debajo de mis muelas superiores y volví a ver hacia la carretera,
suspiré profundo y me tragué aquel enorme nudo en mi garganta, fue el turno de Dylan para
apretar mi mano y darme su apoyo.
Negué con la cabeza y contuve las lágrimas.
Él no fue solo tu ángel.
- Un ángel caído - susurré con dificultad y Dylan asintió.
- Grigori me devolvió todo, hermana - habló - pero LuzBel me devolvió la vida - no
pude más y dos gruesas lágrimas cayeron por mis mejillas. Intenté reír cuando él, sutilmente
limpió esas lágrimas sin obstruir mi visión -. Por eso, mi lealtad siempre fue más para él, que para
la organización y solo por respeto a él, no te estrangulé aquella vez en la cafetería - reí un poco
acojonada al recordarlo con todo el jugo esparcido por su cabeza y ropa.
- Te lo merecías - alegué.
- Lo hacía - afirmó - ¿Isabella? - me llamó.
- Dime.
- Es tiempo que sigas, que vivas a plenitud y disfrutes de lo que te dejó - sus
palabras me calaron hasta el fondo pero no dije nada -. Es tiempo de que lo dejes ir, que lo dejes
descansar y vivas la vida que él te dio - silencio reinó luego de aquellas palabras.

No era fácil.
(****)
- Como se nota que tú no estarás con nosotros por honor y eres igual que él.
- Te equivocas, si estaré por honor pero no del tipo de honor de ustedes y LuzBel es
un idiota, yo no.
Mientras caminábamos hacia la tumba de mis padres, recordaba aquella charla con
Connor, hasta ese momento comprendía sus palabras y Dylan me había ayudado en eso. Era
honor ligado a una buena razón lo que los hacía obedecer a cada orden que Elijah daba, por muy
estúpida que aquella fuese. Mi tinieblo era lo que yo siempre creí, un demonio con alma de ángel
y sus acciones lo comprobaban; los chicos no eran sus súbditos como él los llamaba, eran sus
amigos y aunque su actitud era fría, ellos sabían que en él, podían encontrar al mejor aliado, al
mejor amigo de todos.
Nuestro tinieblo tenía una reputación que mantener.
Así era, por eso muchas veces era un idiota.
El idiota que tanto amamos.
Y amaríamos para toda la vida.
Junto a Dylan, colocamos las rosas en la tumba donde yacían los restos de nuestro
padre y mi madre; dolía estar ahí, pero lo aceptaba más que antes. Me quedé un rato sola
mientras Dylan iba a la tumba de su madre; aproveché ese momento para hablar con mis padres,
para contarles todo lo que me estaba pasando y expresarles lo mucho que los extrañaba, lo sola
que a veces me sentía y todo lo que quería haber podido compartir con ellos. Deseaba con todo
mi corazón que ellos estuviesen orgullosos de mi, pero segura estaba, que habían muchas cosas
por las que de seguro, me habrían jalado las orejas para hacerme entender lo mal que estaban;
pero se habían ido muy pronto y me tocaría darme en la cara a mi sola y así entender.
Me despedí de ellos y luego tomé el ramo de rosas rojas que había comprado
especialmente para la persona que una vez creí odiar, caminé en silencio hacia su tumba y
admiré las muchas flores que la adornaban, coloqué las mías entre ellas y no pude evitar leer la
nota que estaba colocada de manera perfecta sobre una sola rosa roja, aún te amo.
Leer aquello fue un golpe duro para mí, iba a tomar la nota cuando escuché como
las hojas secas tras de mi, eran pisadas y me giré a ver de qué o quién se trataba.
- Coloco una cada día, con la misma nota, a veces la cambio por, te extraño cada
día más. Todo depende de como me sienta.
- ¿Esta es de hoy? - pregunté señalando la rosa y la nota, asintió.
- Nos dedicamos a negar lo que sentíamos cuando estaba viva y cuando al fin
decidimos aceptarlo. Me la arrebataron - la tristeza en los ojos de Jacob, era notoria.
- Yo... no sé que decir - balbuceé, él sonrió y no supe como interpretar esa sonrisa.
- No es necesario que digas algo; verte a ti, es como verme a mí. Al final, vivimos la
misma situación - señaló -. Ahora si comprendes mi dolor Isa, tal cual yo comprendo el tuyo -
asentí a eso y vi como se acercaba a mí. Jacob se veía muy guapo, vestido de negro junto a una
gabardina beige que lo protegía del frío. Colocó sus manos en mis hombros y me hizo verlo a los
ojos. Determinación vislumbraba en los de él - Sé como murió Elsa, pero nunca lo he escuchado
de ti, ni de Tess - flashes de aquellos horribles momentos llegaron a mi cabeza al escuchar sus
palabras. Las pesadillas de los recuerdos vividos me atacaban casi cada noche y por unos
segundos me transporté de nuevo a aquel día.
- ¡Dios no! ¡Para por favor! ¡Detente! - suplicaba pero mis gritos eran en vano y solo eran
respondidos por carcajadas burlonas.
- ¡Apresurate! - le animaban.
Cerré mis ojos para no ver más, para no sentir más y esperar hasta que decidieran
cuándo parar.
- Juráme que jamás hablarás de esto con nadie ¡Jurénmelo las dos!
- Lo juro.
- Yo también lo juro.
- ¡Isabella! - sentí como Jacob me sacudía y volví al momento - ¡Hey! ¿Qué paso? -
no sabía a que se refería cuando me habló de aquella manera, intentando calmarme. Hasta que
limpió mis lágrimas, esas que no sentí caer.
- Yo lo siento mucho Jacob - dije y salí de su agarre, me giré y caí de rodillas frente
a la tumba de Elsa - ¡Por Dios! ¡Elsa! ¡Perdóname! - supliqué, ella sabía a qué me refería y
rogaba porque me perdonara, yo no había querido decidir de aquella manera, todo fue una
trampa de ese malnacido.
- ¡Shss! Cálmate - sentí a Jacob rodearme con sus brazos, de rodillas junto a mí -
Ella sabe que lo sientes, sabe lo que sufres - repetía.
Pero ella no sabía mi infierno.
(****)
Jacob no insistió más para que le hablara de la muerte de Elsa, había comprendido
que era algo muy duro para mi y aun no era capaz de hacerlo y creo que jamás sería capaz de
eso. Habían situaciones en la vida que era mejor mantenerlas en secreto y esa era una de ellas.
Pasamos los tres por un café y aproveché para notificarles los cambios que habría
en la organización; los dos tenían un lugar muy importante en ella y armamos una estrategia para
mejorar la situación que estábamos pasando.
- Ese imbécil rubio no me traga - espetó Jacob cuando hablamos sobre Caleb.
- Y yo no lo trago a él - alegó Dylan, comprendía lo de mi hermano pero no, lo de
Jacob.
Sabía que Caleb podía ser muy idiota cuando se lo proponía, pero no era un mal
tipo; él era como un lobo, siempre listo y atento, esperando a defenderse del cazador, y que no se
llevara bien con Dylan y Jacob, no era conveniente para la organización, ni para mí.
Rato después, cuando nos sirvieron una segunda taza de café y Jacob había
comido todos los postres que habían en el pequeño restaurante, Elliot me llamó para invitarme a
cenar e inmediatamente acepté, quedando así que me iría a recoger al hotel a las ocho de la
noche.
¿Dejarás que él termine lo que Sombra inició?
Era absurdo, si bien tenía mis necesidades, tampoco me acostaría con todos los
chicos que eran parte de mi vida.
Ni dejarías que otro se comiera lo que el chico oscuro calentó.
A veces no soportaba esa vocesita en mi cabeza.
Llegué al hotel justo con el tiempo necesario para tomar una ducha y luego
vestirme; Elliot era muy puntual y llegó justo a la hora, pero, como era costumbre en mí, lo hice
esperar los cinco minutos mas largos de su vida.
Cuando al fin estuve lista, nos fuimos hacia su auto y me llevó hasta uno de mis restaurantes
favoritos, Olive Garden.
- Tú si que sabes - dije cuando había estacionado el auto, rió en respuesta y
entonces abrí la puerta al ver las intenciones de él, de hacerlo por mi.
- ¡Oh vamos! Siempre quitas mis intenciones de ser un caballero - se quejó y lo
ignoré. Llegó a mí y puso su brazo sobre mis hombros, no se lo impedí - ¿Entonces pediremos
nuestra especialidad?
- ¡Claro que si! No podemos venir aquí y no comer pasta con camarones en su
salsa Alfredo - me regaló una de aquellas sonrisas que tanto había extrañado de él y no pude
evitar corresponderla.
Las recepcionistas nos recibieron muy amables y nos llevaron hasta nuestra mesa,
ordenamos y comimos dentro de una conversación muy amena y disfruté de ella en cada
momento.
Siempre era así con Elliot.
- Amo verte así, serena y disfrutando del momento - señaló mientras yo daba un
sorbo a mi copa de vino.
- Me siento así ahora mismo - confesé -. Esta tarde fui al cementerio con Dylan - se
sorprendió al escucharme decir aquello -, visité la tumba de mis padres y la de Elsa.
- Si me lo hubieses pedido, con gusto habría ido contigo - dijo y negué al ver que se
sentía culpable por no haber estado ahí.
- Lo sé y no te preocupes, estuve bien con Dylan a mi lado - aseguré -,me encontré
con Jacob y los tres fuimos por un café - se acercó a mi de pronto y luego limpió algo en mi boca.
Sentí un escalofrío recorrerme y no estaba segura si era por su acción o algo más.
- La salsa Alfredo no quiere dejarte - explicó.
Seguimos conversando un rato más y luego la hora de irse había llegado, el viaje
fue en silencio hasta que vi que las calles, no eran las que nos llevaban al hotel.
- ¿A dónde vamos? - pregunté.
- A mí apartamento, quiero que veamos una película y si te invitaba al cine, sabía
que dirías que no - lo miré seria.
- No me llevas a ver una película pornográfica ¿cierto? - bromeé, sus preciosos ojos
azules se abrieron más y luego abrió y cerró su boca sin saber que decir.
- Pero... Isa, es de Mía Khalifa - dijo y fruncí mi entrecejo y entonces recordé a
Caleb, mencionando antes a esa chica.
- ¿Qué demo...? ¡Elliot! - chillé y estalló en carcajadas, me estaba tomando el pelo
después de ser yo la que jugaba con él - Entonces... si ves a Mía - aseguré y sus mejillas se
sonrojaron.
- La vi algunas veces, tampoco es un vicio y lo he hecho a los años - se defendió -
¿Y tú cómo sabes de ella? - inquirió burlón.
- ¡Para ahí, pervertido! No sé quién es, solo sé que Caleb la ha mencionado antes y
conociendo a ese rubio, no ha sido en películas de romance que la ha visto ¿cierto? - asintió a lo
que decía.
- Entonces, vamos a casa a ver una película, que no es pornográfica - aclaró y reí -
y luego puedes quedarte a dormir ahí - lo miré mal -. Tengo una habitación de invitados, nena,
puedes quedarte ahí y juro que no intentaré ir a tu cama y jugar contigo - añadió con una sonrisa
pícara.
- No vayas por ahí Elliot, no te conviene, no será justo - aclaré de nuevo.
- No te estoy pidiendo amor, solo quiero que te quedes en casa, que veamos una
película mientras comemos palomitas de maíz. No más Isabella - se defendió -, que dices
¿Aceptas?
Me callé sin saber que responder.

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Capítulo 7 (Completo)

Me tardé un día en subir cap, pero esta vez lo subo completo, espero les guste y lo disfruten. Nos
leemos la otra semana.
Pd: No puedo hacer una maratón pero hoy subí dos capítulos en uno.

~Capítulo 7~
— Me prestas una de tus playeras — pedí a Elliot cuando llegamos a su
apartamento.
El condominio donde vivía era muy bonito, los apartamentos eran amplios y muy
hermosos, el de él estaba en la planta baja y sí, había aceptado su invitación. Mi móvil comenzó a
sonar en cuanto entré al apartamento, pero no respondí ni lo haría, lo puse en silencio y lo dejé
sobre una mesita de café frente a los sofás; el número era desconocido así que sabía de quién se
trataba. Quité mis zapatos y tomé la playera que Elliot me daba, pregunté donde estaba la
habitación de invitados y me llevó hasta ella, amaba que él fuese muy ordenado y la habitación
estuviese preparada y limpia para mí.
La playera me quedaba súper grande así qué, no me importó quitarme la ropa y
quedarme solo con ella, me fui a la cocina donde él ya preparaba las palomitas de maíz y gracias
a su invitación, rebusqué en la alacena por unas deliciosas papas y saqué las bebidas del
refrigerador; platicábamos y reíamos por las cosas que hablábamos y realmente estaba
disfrutando de quedarme con él esa noche.
Después de mucho tiempo, volvía a sentirme yo.
Mi móvil seguía activo por las llamadas entrantes pero solo sonreí al verlo y seguí
en lo mío. Justo cuando ya estábamos listos para reproducir la película, el timbre sonó, Elliot se
fue extrañado para la puerta y vio a través de la mirilla, me observó confuso y como reflejo, tomé
el arma que él había dejado bajo el sofá y me puse de pie, me fui hasta la puerta y cubrí su
espalda.
— Su pizza, señor — dijo alguien del otro lado, cuando vio a Elliot.
— Lo siento, no he pedido nada — respondió.
— Es extraño, me ordenaron traerla a esta dirección — la voz ronca de ese
repartidor, me era familiar. Bajé el arma y decidí dejarme ver.
— ¿Quién la ordenó? — pregunté. Me tragué una sonrisa burlona cuando vi al
enorme mastodonte frente a mí, vestido con un uniforme negro, la camisa tenía grabado en color
rojo, el logo de la pizzería y usaba un sombrero de lo más ridículo. Marcus estaba ahí y debía
respetar tanto a su jefe, como para aceptar disfrazarse de esa manera. De pronto recordé el
momento en el restaurante, cuando aquel escalofrío me recorrió; él estaba ahí y me observaba.
— La orden está a nombre de Isabella — casi me asesinó con la mirada cuando se
percató que intentaba no burlarme de él.
— No te preocupes — dije a Elliot y sonreí hacia él — aun tenía hambre, esperáme
adentro — pedí y a su paso le entregué el arma. Marcus no dejaba de ver la manera en la que
vestía y sabía que informaría cada detalle —. Imagino que sabes lo ridículo que te ves — susurré
y me miró a los ojos.
— Son las tonterías que debo hacer cuando mi jefe está al borde de la locura — se
defendió y lo sentí como un reclamo.
— No es mi culpa que tu jefe sea un maniático — me defendí tomando la caja de
pizza de sus manos.
— ¡Nena! ¿Todo bien? — preguntó Elliot desde la sala y grité un si. El pobre
Marcus no sabía cómo interpretar la manera de llamarme de Elliot y sabía que él aguantaría las
consecuencias de informar aquello.

— Sé que él está cerca, esperándote — susurré de nuevo — dile que no pierda su tiempo, no me
iré de aquí hasta mañana y que le agardezco el detalle de traerme la comida — le guiñé un ojo y
sonreí.
— Te juro que si no tuviese que ser yo, el que tenga que soportarlo, hasta te haría
un altar por la manera en que lo pones en su lugar — sonrió y vaya que se veía lindo al hacerlo,
perdía toda la maldad que lo caracterizaba —. Ni Lía que es casi como un demonio, logra
enfucerlo y ponerlo en su lugar al mismo tiempo — noté que ese había sido un pensamiento dicho
en voz alta cuando me miró apenado. Mi sonrisa se había borrado y le dio paso a la curiosidad.
— Creo que algún día, conoceré a Lía y le daré algunos consejos — murmuré y no
pude interpretar la manera en la que ese hombre me miró —. Gracias por la pizza, Marcus y
buena suerte.
— Sal de aquí, ese era mi mensaje, Sombra quiere que te vayas de aquí —
murmuró cuando casi cerraba la puerta en su cara.
— Dile a Sombra que soy libre y hago lo que quiero; esta noche, quiero quedarme
aquí — anuncié y lo escuché maldecir tras cerrar la puerta.
El chico oscuro nos siguió, Isa y estaba muy enfadado.
Peor para él. Él tenía a su novia, así qué, que le controle la vida a ella, no a mí.
Bien dicho.
Deseché la pizza en el momento que abrí la caja y el olor a especies y somníferos
golpeó mi nariz, por supuesto Elliot no sabía el por qué lo hacía, para él, la pizza estaba bien y
casi se come una porción de ella. Era increíble hasta donde llegaba Sombra con tal de
asegurarse que ningún hombre me tocara, era estúpido que pensara en dormirnos y no contaba
con que yo, sabría lo que había puesto en el alimento. Seguimos con nuestro plan inicial y
disfrutamos una maratón de películas de acción — gracias al cielo ninguna era porno — y no
paramos hasta que el reloj marcó las dos de la mañana.
Y mientras tu veías películas, el chico oscuro te imaginaba en todas la posiciones
sexuales existentes.
Era gracioso pensar en eso, mas cuando mi única posición fue estar sentada frente
al televisor y algunas veces, recostada en las piernas de Elliot, aunque sabía que él buscaba
más, cuando sus caricias en mi cabello, bajaban hasta mi cintura e intentaba llegar a mi cadera,
pero no se lo permitía. Ambos moríamos de sueño así que, se puso de pie y caminó en dirección
de la cocina; recordó algo que debía decirme y detuvo sus pasos a mitad del camino. Había
quitado su camisa, por lo que su trabajado pecho quedaba a la vista.
Y vaya vista.
Sí y no pude evitar admirarla.
Estaba de pie justo frente a la puerta de vidrio de doble hoja que daba paso al
pequeño patio del apartamento y ambos reíamos por lo que había dicho, pero, mi sonrisa se borró
de golpe cuando observé un punto rojo instalarse en su pecho. Sabía de quién se trataba y no lo
pensé tanto; sorprendí a Elliot cuando me fui sobre él, puse mi mano justo donde estaba el punto
y lo empujé — sin ser brusca para que no sospechara — hacia atrás pero, el maldito punto aun lo
alcanzaba y por ningún motivo dejaría que algo le pasara, así que, me coloqué frente a él,
intentando cubrirlo.
— ¿Qué sucede? — me preguntó con una sonrisa al no entender mi
comportamiento.
— Sólo necesito comprobar algo — susurré observando su rostro.
— Necesitas comprobar si aún te pongo nerviosa — habló juguetón y su mano llegó
a mi espalda baja. Sin pretenderlo, él estaba tentando más a su suerte —. Porque si es así,
creéme que si me lo propongo, puedo ponerte nerviosa — siguió, acariciando con su otra mano
mi rostro — caliente y con ganas de mí — la mano en mi espalda bajó más y llegó a mi trasero.
Me puso nerviosa — solo de mí — sentenció y antes que pudiese decir algo, sus labios
encontraron los míos.

¡Santa lengua!
No era lo que quería lograr con mi acción, solo deseaba evitar que lo mataran pero
terminé respondiendo a su beso y como pude, lo hice caminar hacia los sillones, en la protección
de las paredes. Elliot me besaba de una forma única, con hambre, con sed, con deseo, con ganas
de devorarme completa; su lengua acariciaba la mía y todo era casi perfecto con aquel beso,
hasta que sentí como sus manos buscaban el dobladillo de la camisa que cubría mi cuerpo, sabía
que si esa camisa salía de mi cuerpo, no habría vuelta atrás y yo no quería utilizar al hombre que
una vez amé.
— ¡Para! — pedí dejando de besarlo — No quiero usarte Elliot.
— Yo quiero que me uses, nena — intentó besarme de nuevo, solo dio un casto
beso en mis labios — no busco que me ames, ya te lo dije antes, no te pido amor. Sólo quiero
tenerte y que me tengas, que lleguemos mas allá de aquellos juegos que antes teníamos.
— Solo quieres terminar lo que antes no pudiste — dije y pareció un reclamo. Uno
que no quería hacer.
— No, Isa — respondió asustado y se separó más de mí —, no quise que sonara de
esa manera; solo estoy consciente que no quieres amarme, que eres tú la que se niega al amor...
¡Mierda! — exclamó frustrado, creyendo que me había ofendido.
— Comprendo tu punto — lo tranquilicé — es solo que no puedo acostarme contigo
de esa manera, aun tengo cosas que superar — dije y no mentía.
Pero no tienes ningún problema en utilizar al chico oscuro.
Exacto, porque a él no me dolía utilizarlo, ese era mi plan.
Con Elliot en cambio, era distinto y había un enorme problema; él ya me había
conquistado antes y estaba segura que podía volver a hacerlo. A él lo quería y quizás mas que
eso y no era conveniente acostarme con una persona por la cual tenía sentimientos, porque al
final, esos sentimientos interferirían con mis planes y esta vez, estaba dispuesta a llegar hasta el
final y lograr mis objetivos.
Nos fuimos a la cama después de una larga plática, luego que me aseguré que
Elliot entendía mi punto y que nada iba a cambiar después de negarme a estar con él.
Afortunadamente lo logré y pude dormir tranquila, un rato, hasta que las pesadillas llegaron y los
malos recuerdos me provocaron una migraña.
(****)
Mi teléfono estaba inundado de llamadas y mensajes, todos de la misma persona y
a pesar de mi mal humor y el dolor de cabeza que aun persistía en mí, me reí por un buen rato al
leer cada amenaza escrita en ellos, por lo menos no era la única con una mala noche y un humor
de perros. Mientras manejaba hacia el cuartel y aprovechando que iba sola — por primera vez —
decidí marcarle al dueño de aquellas amenazas y asegurarme que no cometiera ninguna
estupidez, estaba a punto de terminar de llamar cuando al fin se dignó a responderme.
— ¿Quieres restregarme todo lo que ese hijo de puta te hizo? — reí y él bufó, a
pesar del aparato, su voz se escuchaba más ronca de lo normal.
— Y luego tu me dirás todo lo que le hiciste a Lía — inquirí irónica, bufó mas fuerte
al escucharme decir aquello —. Sólo quería asegurarme y advertirte que no vuelvas a hacer una
estupidez como la de ayer. No soy tuya Sombra, no somos nada más que enemigos, así que no
te comportes como mi dueño.
— Ahora me amenazas — se burló.
— Solo te advierto — aseguré.

— ¡Odio que alguien más se coma lo que yo caliento! — separé el móvil de mi oído cuando dijo
aquello y casi revienta mis tímpanos.
— ¡Imbécil! Nadie se ha comido nada, tampoco soy una puta.
— ¡Los vi besándose y usabas su camisa! ¡Solo su puta camisa!
— ¡Maldición! Solo viste eso, idiota — grité — ¿A caso me crees una puta? ¿Crees
que me acuesto con el primero que se cruce en mi camino? — el dolor de cabeza había
aumentado por su culpa y ni yo entendía por qué, le estaba dando explicaciones — ¿Sabes qué?
No respondas, no tengo porque darte explicaciones, ni tiene que importarme que me creas una
puta — lo escuché suspirar y estuve a punto de cortar la llamada cuando al fin habló.
— No somos enemigos, Bella — aseguró más tranquilo —, tampoco te creo una
puta, es solo que... No quiero que ese idiota se vuelva a cruzar en mi camino — no pude entender
lo que sentí al escuchar aquello.
— ¿Se vuelva a cruzar en tu camino?
— Si, eh... Cuando te conocí, estabas con LuzBel, pero Elliot seguía ahí, esperando
una oportunidad. Ahora que regresaste, está cruzándose en mi camino de nuevo y no lo voy a
tolerar por mucho — explicó pero su respuesta no me convenció.
— Estuvimos juntos ayer, pero no pasó nada mas allá del beso que viste, puedes o
no creerme, Sombra, y la verdad no me importa. Está bien si no somos enemigos, pero tampoco
somos pareja, no te debo ninguna explicación, como tampoco tu me las debes a mí — expliqué
—. Y sólo te aseguro que no pasó nada con Elliot, porque no soy una puta, solo he estado con un
hombre y tú ya sabes quién es, ha sido el único y después de él, solo te he permitido a ti, llegar
mas allá de los besos.
— Y llegaré mas lejos que en el cuarto de medicamentos — aseguró, por inercia
mordí mi labio inferior.
— Ya veremos — dije y lo escuché reír con burla —. Tengo que irme y por tu bien,
espero que a Elliot no le pase nada.
— Ya veremos — fue su maldita respuesta, devolviéndomela bien fácil, evité
responder, solo corté la llamada y negué con la cabeza.
Si seguía así me volvería loca.
Rato después llegué al cuartel, todos estaban ahí reunidos, discutiendo y formando
estrategias, aunque discutían más. Saludé a todos y escuché atenta lo que decían, a cada
momento salía una indirecta o palabra sarcástica que molestaba a mas de uno. Tess y Jane no
desaprovecharon su oportunidad para echarme en cara el haberme ido, eso me fastidiaba pero
trataba de controlarme, no era conveniente pelear entre nosotros, cuando la situación en la
organización era tan crítica.
— Señorita White, ha llegado esto para usted — avisó Roman, llegando al salón de
entrenamiento, con una pequeña caja en mano —, ya lo hemos monitoreado para descartar
cualquier explosivo. No trae remitente — Caleb fue el primero en llegar a Roman y tomó la caja
en sus manos, luego llegué yo; los demás se quedaron observando, pendientes a lo que sucedía.
— Damela — pedí a Caleb, lo hizo de inmediato. La caja no pesaba y sin saber por
qué, mi corazón se aceleró al tenerla en mis manos.
Con prisa, quité el papel blanco con el que había sido envuelta y abrí la caja, dentro
había una nota, formada con letras recortadas del periódico. Mis manos comenzaron a temblar
cuando leí lo que ahí decía.
*Muchas veces los fantasmas vuelven para hacer pagar a todos aquellos que una vez les
arrebataron todo en vida. Tu padre me arrebató todo y tú le ayudaste... Bienvenida de nuevo a tu
infierno Isabella White y no olvides mi promesa.
Pd: Sé que no te dejé nada para llorarle, ojalá esto te sirva, tómalo como
un regalo de bienvenida*
Sabía a lo que ese maldito se refería y entonces mi respiración se cortó y mi
garganta se cerró al comprobar lo demás que había en la caja, mis ojos se llenaron de lágrimas y
escuché como Caleb me llamaba, pero no podía responderle. Elliot llegó a mi de inmediato y
dirigió su vista hacia el interior de la caja.
— ¡Mierda! — masculló al comprender todo, tomó la nota de mi temblorosa mano y
luego yo tomé en mis manos la cadena de plata que había dentro, era muy parecida a mi relicario,
la placa estaba dañada.
Imágenes de aquel horrendo día llegaron a mi mente, todo comenzó a reproducirse
como si pasara en el momento y entonces lo vi de nuevo, cerrando y asegurando el ascensor, las
puertas de vidrio me dejaban ver todo, Elijah llevaba esa cadena en su cuello, la placa llegaba un
poco mas abajo de su pecho.
— No por mí Elijah, no por mí — susurré una vez más mientras llevaba la cadena a
mi pecho y me aferraba a ella.
Si por ti, bonita. No vales la pena, lo vales todo>
— Era de mi hermano — aseguró Tess, no sabía a quién.
Ni me importaba, lo único que importaba es que de nuevo, ese mal nacido había
llegado a mí, había logrado darme donde mas me dolía, de nuevo lograba hundirme.
— Déjame verla — pidió Caleb y me negué, las lágrimas estaban a punto de salir de
mis ojos. Tomó mi mano y con su mirada me suplicó dejarlo, no cedí, sin embargo logró ver lo
que colgaba de ella —, está dañada — aseguró lo que yo ya sabía — está quema...
— ¡Cállate! — le ordené y le arrebaté de las manos la pequeña placa.
Sabía que estaba dañada, sabía que estaba quemada y sabía el por qué de estar
así, fui testigo del motivo, mi infierno.
— ¡Salgan de aquí! — ordené a todos, menos a Dylan, Elliot, Caleb y Tess.
— No nos excluyas, queremos ayudarte — pidió Jacob.
Jane llegó a mí y me abrazó, lo hizo sin preguntarme nada, sin importarle si yo se lo
permitiría o no, lo hizo siendo aquella amiga que antes fue, la incondicional, la comprensiva.
— Salgan por favor — pidió Caleb, no obedecieron de inmediato pero luego Tess se
encargó de que todos lo hicieran.
— Yo estoy para ti Isa, para lo que quieras y siento mucho haber sido tan perra
contigo, siento mucho haberte golpeado aquella vez — habló Jane sin dejar de abrazarme, yo no
podía responder a ese abrazo, no porque no lo deseaba, sino por todo lo que me embargaba en
esos momentos —. Solo te pido que cuentes conmigo y Cameron para lo que desees, él aun está
con los Vigilantes y quería que supieras eso; está dispuesto a ayudarte — me separé de ella al
escuchar aquello.
— Quiero a mas infiltrados en esa maldita organización — dije viendo a Tess,
Caleb, Dylan, Jane y Elliot.
— Todos los Vigilantes nos conocen, es imposible infiltrarnos, Cameron está ahí
porque Elijah se encargó que todos creyeran que era un traidor y porque no saben que es
hermano de Jane — dijo Tess.

— Ese maldito Fantasma sigue llegando a nosotros, a mí sobretodo — dije alterada — ¿Cómo es
posible que ellos puedan y no, nosotros?
— Porque él si tiene infiltrado a alguien aquí — anunció Caleb y todos lo miraron —,
te lo dije antes a ti y lo repito hoy, hay un infiltrado en esta organización. He hecho todo con sumo
cuidado Isabella, ya tienes mucho de haber regresado y hasta ahora, él supo que has vuelto —
por primera vez estaba de acuerdo con Caleb acerca de eso.
— ¿Por qué Cameron sigue con los Vigilantes? — pregunté a Jane, era malo
pensar en él como traidor pero debía descartar mis dudas.
— Porque el señor Pride se lo pidió, ha trabajado para él desde que... Tú ya sabes
desde cuando — dijo queriendo omitir lo que sabía que me dañaba.
— Y que hay de ese Sombra — dijo Elliot, sabía porque lo hacia y me extrañaba
mucho que Caleb no lo mencionara.
— ¿Qué tiene que ver ese hijo de Puta? — la repulsión con la que Tess se refirió a
él, no pasó desapercibida.
— Cameron está descartado, lo he investigado y no tiene porque traicionarte a ti o a
la organización. Elijah no era ningún estúpido y supo por qué podía confiar en él — explicó Caleb
—. Y Sombra ha sabido de la ubicación de Isabella desde hace mucho — anunció y todos lo
vieron con duda —, ha tenido la oportunidad de asesinarla y curiosamente no lo ha hecho
—presioné con fuerza la cadena que yacía en mi mano izquierda.
— Como aquella vez en el cementerio — recordó Tess y me miró.
— Y en el baile del Nauticus — agregó Elliot con amargura.
Ni en el del Inferno, o en aquel edificio, tampoco en Tokio. ¡Ah! Ni en el cuarto de
medicamentos. A no ser que querer matarte a orgasmos cuente.
¡Mierda!
— Yo no me fío de ese maldito, desde que se ha encargado de joder a nuestra
organización, lo traigo entre ceja y ceja — espetó Tess —, y si lo llego a tener frente a mí, no
dudaré en matarlo.
— ¡Ya basta! — me metí — No sé como haremos, en estos momentos no me
importa quién es el traidor. Solo quiero a gente infiltrada en la organización de mierda esa y si es
necesario, yo misma me infiltraré.
— ¡Estas loca! — espetó Elliot.
— Definitivamente no harás eso — le apoyó Dylan.
— Traeré a Maokko — dije y los ojos de Caleb se abrieron demás.
— Ella está en una misión más importante, no puedes traerla — alegó.
— Hablaré con el maestro Baek, él se encargará de la misión de Maokko.
— ¿Quién es ella? — preguntó Jane.
— Es la cosita mas chiquita y dulce que puedas conocer, pero no te fíes de su
apariencia, en ella está encerrada una maldita loca despiadada — explicó Caleb y si hubiese
estado en otra situación, me hubiese reído de su explicación y mas al recordar como llegó a esa
conclusión.
Me alejé de ellos y la discusión que tenían, necesitaba estar sola y si se los pedía,
no iban a concedérmelo; afortunadamente, nadie estaba fuera del salón y pude irme sin ninguna
dificultad. Estando en el auto, aproveché para llamarle a Maokko y pedirle que viajara a la ciudad,
su misión era importante y eso no lo negaba, pero la necesitaba por lo menos unos días, hasta
que lograra infiltrarse con los vigilantes y sacar provecho de ello.

No estaba segura hacia donde me dirigía, simplemente quería mi espacio y pronto me vi


conduciendo hacia donde menos imaginé, donde menos pensé. Me estacioné en el lugar que
correspondía, en el único que permanecía solo, me quedé ahí, dentro del auto un rato y me
permití ver con detalle aquella cadena en mi mano.
Como Caleb lo había dicho antes, estaba dañada, quemada; las letras que un día
estuvieron grabadas en la parte trasera de la placa, ya no podían leerse, el fuego las había
borrado, mi corazón dolía al pensar en el motivo, en en por qué se encontraba de aquella manera;
era duro pensar en lo que había sucedido, no era justo que él se haya ido de aquella manera. Sin
estar totalmente segura, salí del auto y caminé hasta la puerta de aquel apartamento, del lugar
que una vez compartí con mi hermoso demonio.
Mi cuerpo temblaba y se sentía frío al estar a unos pasos del que fue mi mundo; fui
hacia donde estaba escondida la llave, la cogí y luego con mi mano temblorosa abrí la puerta,
suspiré antes de entrar, lo hacía en un impulso por coger el valor necesario para dar esos pasos
al interior y cuando lo hube hecho, su aroma me golpeó fuerte.
Como si él siguiese ahí.
Cerré la puerta a mis espaldas y caminé deteniéndome en la sala, todo seguía
igual, cada cosa en el mismo lugar, lo recordaba a la perfección. Las llaves de la Ducati estaban
sobre la mesita de café y recordé a Elijah colocándolas ahí luego de llegar de la universidad.
Suspiré de nuevo. Acaricié el sofá dónde muchas veces nos sentamos juntos, con la intención de
ver una película pero al final, la película terminaba y nosotros no habíamos visto ni siquiera el
principio, la razón: mi tinieblo siempre tenía cosas perversamente deliciosas en su cabeza y
terminaba desnudándome y desnudándose, él encima de mi y otras veces yo encima de él. Miré
la cocina y también ahí los recuerdos me golpearon.
Sabía que volver ahí no iba a ser fácil, yo no había superado nada aun y
consideraba que jamás lo haría. Llegué hasta la habitación y mi corazón casi se sale por mi boca
al ver la cama y aun lado de ella, sobre una mesita de noche, estaba mi cámara. Me fui hasta ahí
y me senté en la cama, tomé la cámara en mis manos y la acaricié; era como un tesoro para mí,
en ella habían muchos momentos capturados, momentos que guardaba en mi mente y corazón.
La activé y entonces la primera imagen apareció, era yo, estaba a horcajadas sobre
el cuerpo desnudo de Elijah, mi cabello estaba largo y cubría mis pechos desnudos, la sábana de
satén azúl, cubría la desnudes de mi sexo; yo reía de algo que él me había dicho en ese
momento y aprovechó para fotografiarme.
— Te ves como una diosa o una sirena.
— Las sirenas no existen, tampoco las diosas.
— Estás equivocada, bonita y soy un hijo de puta tan cabrón, que me follo a una.
Reí al recordar aquello, fue en ese momento también que reí en aquel entonces y él
capturó el momento; solo su torso cubierto de tatuajes era visible en la imagen a parte de yo. Mi
alma dolía, deseaba volver a sentirlo y no en una alucinación, quería estar lúcida y confirmar que
era él, que era real. Me recosté en la cama, en la almohada en la que él lo hacía y sabía que era
solo mi imaginación pero, sentí el olor de su cabello y respiré profundo, embrigandome de él e
imaginando que hace muy poco había estado ahí, recostado a mi lado.
Seguí viendo cada foto, viviendo a través de ellas, torturándome a mi misma y
llorando con dolor, añorando aquellos momentos y maldiciéndome por no haberme permitido
desde antes, el regresar al apartamento, dónde lo sentía tan cerca.

Recordar es volver a vivir.


Absolutamente.
Yo estaba viviendo de nuevo cada momento y por primera después de mucho
tiempo, me quedé dormida, sin pesadillas ni malos recuerdos. Solo soñando lo que tanto
deseaba, un mundo donde mi demonio existía, su oscuridad me atraía y su frialdad me quemaba
de pies a cabeza.
Sí, muchas veces el frío quemaba más que él fuego.
Y lo habías aprendido de la mejor manera.
(****)
Desperté con un escalofrío recorriéndome desde el lado derecho de mi cuello, hasta
mi mano, sintiéndolo como una suave caricia, me había quedado de lado y la cámara se había
apagado sola, el olor que una vez perteneció a Elijah, estaba sobre mi cuerpo e imaginé que
Eleanor se encargaba de esparcir su fragancia para así sentirlo cerca. No la culpaba ni tachaba
de nada, era su manera de consolarse y después de haber podido dormir tan bien, justificaba que
ella hiciese eso.
Desde que entré al apartamento, olvidé lo que me agobiaba, vivir a través de unas
imágenes me había dado fuerzas, lejos de dañarme más, me había reconfortado en sobremanera
y después de tantas discusiones con Eleanor, estaba reconsiderando el vivir ahí. Lo único que
tenía que superar, era el hecho de que en la misma tina donde momentos después me estaba
duchando, también había intentando suicidarme.
Mi ropa también seguía en su lugar, al igual que la de Elijah, pero, penosamente me
di cuenta que ya no toda me quedaba; había aumentado unas libras y tuve que escoger ropa de
deporte para vestirme. Las bragas me quedaban ajustadas al igual que el sostén pero,
afortunadamente aun entraban en mi cuerpo, me gustaba lo que veía en el espejo pero decidí no
verme tanto ya que mi piel se erizó al sentirme observada.
Esa era una sensación que muchas veces sentía, no solo en el apartamento sino
también cuando... cuando Sombra estaba cerca. Me alarmé al pensar en eso y si ese maldito me
había seguido hasta acá o se había metido al apartamento entonces si lo iba a matar; me
apresuré a vestirme y luego me fui hacia la sala, donde había dejado mi bolso y saqué el móvil.
Casi me voy de culo cuando vi la hora, eran las ocho de la mañana, me había
quedado toda la noche en el apartamento cuando creí haber dormido solo unas horas. Mi teléfono
estaba atestado de llamadas y mensajes de los chicos, quienes seguramente se preocuparon al
no encontrarme; llamé a Caleb y luego a Elliot para que no se preocuparan y no quise decirles
dónde me encontraba, no quería que la paz que resguardaba el apartamento, fuera contaminado
con guaruras intentando cuidarme todo el tiempo. Luego de eso, marqué el número de la persona
a quién iba a asesinar, si se había atrevido a seguirme hasta ahí.
— ¿Dónde estás? — dije cuando hubo descolgado el móvil.
— Tan ansiosa estás por verme, Bella — respondió, estaba de buen humor al
parecer.
— Ni te emociones, solo necesito saber si estás lo suficientemente lejos de mi —
respondí con un poco de fastidio.
— ¡Vaya! Juro que estoy muy lejos de ti porque si estuviese cerca, ya estaría
quitándote ese mal humor que te traes — dijo burlón y aunque él no me viese, puse mis ojos en
blanco.
— Pues tu decisión fue vernos hasta el viernes, así que tocará esperar.
— Hoy es viernes — recordó y mi corazón se detuvo un nanosegundo.

Había perdido la noción del tiempo.


Y me había quedado sin palabras, quería hacer eso, verme con él pero, había
llegado el momento de sacarle provecho a mi cercanía con uno de los hombres que tanto estaba
afectando a mi organización, había llegado el momento de comenzar a usarlo y no solo disfrutar
de lo que él me hacía.
— Yo... yo no podré verme contigo — fingí un poco de decepción.
— ¿Qué? ¿Por qué? — preguntó con frustración.
— Escucha, no voy a mentirte Sombra pero tengo cosas más importantes que hacer
— ¡Auch! Vaya que eras muy perra —, estoy pasando por un mal momento y tu eres responsable
de eso.
— A ver, no entiendo por qué lo soy.
— Porque estas metiéndote mucho en mi camino y yo necesito concentrarme en lo
importante y sé que a lo mejor tu ya sabes esto pero, ayer recibí un mensaje de tu jefe, me
recordó una promesa que me hizo y yo tengo que recordarle también la que yo le hice a él.
— ¿De qué estás hablando, Isabella? — su tono ya no era juguetón ni tranquilo,
estaba molesto.
— Del mal nacido que se hace llamar Fantasma — repliqué.
— ¡Mierda! — espetó — Hoy más que nunca tenemos que vernos y por favor no te
niegues, debemos hablar de cosas importantes.
— Es que no entiendes, ese maldito vuelve a estar tras de mi y hoy no se la pondré
fácil, no puedo distraerme contigo.
— Bella, he cuidado cada detalle desde que te encontré, borré cada indicio de tu
regreso ¡Demonios! Tuve que asesinar a algunos vigilantes que te vieron para que no abrieran su
boca — mi boca se abrió al escuchar aquello —, ese hijo de puta no puede saber de ti — no
sabía que decir ante lo que escuchaba —. Te aseguro que él no sabe que has vuelto.
— El mensaje que recibí dice lo contrario.
— ¿Donde estás? Necesito verte ahora mismo — pidió.
— A donde estoy, no puedes venir, no tú — alegué reticente — Te esperaré en el
edificio donde estuvimos aquella noche, salgo para ahí en estos momentos.
— Esta bien y por favor, cuídate y asegúrate que nadie te siga.
Las palabras de Sombra me habían dejado con una enorme duda y a la vez me
sorprendió mucho el saber que él, había ocultado mi regreso, que ocultó mi ubicación desde que
me encontró en Tokio. Ya antes me había asegurado que no pretendía lastimarme, lo hizo desde
que lo vi por primera vez en el cementerio y en algo tenía mucha razón, nadie sabía de mi
regreso, no tuve ningún inconveniente desde que llegué hasta esa correspondencia. Caleb tenía
razón en descartar a Cameron y Sombra y me sentía aliviada de saber aquello.
Estacioné el auto frente a una plaza de tiendas y de ahí me fui caminando hasta
llegar al edificio donde quedé de verme con Sombra, me salió más largo el camino e incluso entré
a varias tiendas, solo para asegurarme que nadie me seguía. Mis manos estaban heladas y
curiosamente me sentía nerviosa y eso era algo estúpido; mientras caminaba, decidí colocarme la
cadena de Elijah en mi cuello y no llevarla mas en mi muñeca; la cadena hacía juego con mi
relicario y los escondí bajo mi ropa.

Subir las malditas gradas era un castigo para mi, pero nada podía hacer, era la única manera de
llegar hasta la azotea del edificio y cuando al fin hube llegado, respiré profundo para coger un
poco del aire que había perdido.
— Necesitas mas cardio — chillé cuando su voz me sorprendió y llevé las manos a
mi pecho para intentar calmar a mi corazón acelerado por el susto.
— ¡Dios! Deja de hacer eso — espeté y vi como sus ojos se hicieron un poco más
pequeños, el idiota se estaba riendo.
Caminé un poco más cerca de él y decidí detenerme cuando las ganas de tocarlo y
poder arrancarle esa maldita máscara me atacaron.
— ¿Nadie te siguió? — negué en respuesta — Bien.
— ¿Tus órdenes han sido de informar mi paradero? — pregunté sorprendiéndolo,
necesitaba saber aquello.
— Mis órdenes han sido alejarme de ti, Bella — lo miré anonadada — al principio
fueron encontrarte y llevarte hasta ellos, pero eso fue hace años ¿lo recuerdas? — asentí,
recordaba que una vez dijo eso.
— Pero nunca cumpliste esa orden — afirmé.
— Por eso me alejaron de esa misión, Lucius y el Fantasma estaban conscientes
que yo jamás cumpliría esa orden y entonces me prohibieron. estar cerca de ti.
— Y por lo que veo, tu no cumples órdenes — dije sarcástica.
— Me gusta mas darlas — río al decir aquello —. El punto es, que ningún vigilante
sabía de tu regreso, lo comprobé hoy.
— Ayer recibí un paquete, sin remitente. Era una nota y todo lo que decía era algo
que sólo ese imbécil y yo sabíamos — Sombra se acercó un poco más a mí y cuando sentí su
fragancia, me detuve a analizarla, pero esta vez era diferente, era un aroma familiar mezclado
con uno extraño, olía delicioso pero extraño.
— ¿Haz pensado en que alguien te está traicionando? — me miró a los ojos al
preguntar aquello y no pude sostener su mirada.
— Lo he hecho y estoy comenzando a averiguarlo — mi cuerpo se erizó completo
cuando la mano enguantada de él, llegó a mi barbilla y me hizo sostenerle la mirada.
— ¿Solo fue la nota? — negué — ¿Qué más? — dudé por un momento pero luego
saqué el relicario junto a la cadena de Elijah, Sombra la miró y juro que vi sorpresa en sus ojos.
— La llevaba Elijah, el día de la explosión — dije con dificultad, sutilmente quité la
mano de Sombra de mi barbilla — fue un regalo de bienvenida de tu jefe.
— El Fantasma no tenía esa cadena — aseguró.
— ¿Cómo lo sabes? — mi pregunta lo sorprendió y dudó en responderme.
— Estoy cerca de ellos, Bella, veo y oigo cosas y luego de aquella explosión, nadie
habló acerca de ese relicario.
— ¿Relicario? — pregunté y tragué con dificultad, el maldijo silenciosamente al
escucharme. Miré la placa y pude ver la ranura en medio de ella, comprobé que era un relicario
igual al mío pero, Sombra no tenía que saberlo — ¿Cómo lo supiste, Sombra? — exigí saber,
intentó alejarse de mi pero esa vez, yo lo detuve cuando lo tomé fuerte de su mano.
— Es porque yo tengo uno igual — respondió y vi cuando lo sacó, mis ojos se
abrieron demás.
— ¡Ábrelo! — exigí.
— Estas loca, es algo privado — se quejó — si quieres que yo lo abra entonces tu
abrirás el tuyo — lo solté de inmediato, eso era algo que no pasaría, miré los dos relicarios
colgados de mi cuello y entonces se me ocurrió algo.
— Ábrelo tú — dije poniendo mí relicario sobre la palma de mí mano.
— Sabes que no puedo hacerlo — susurró, pero no iba a darme por vencida, tenía
que comprobar mis sospechas y que mi alucinación fue real.
— Por favor — supliqué.
— Isa, no puedo — respondió frustrado — se abre con tu huella, no con la mía,
además, el punto aquí es, que ese relicario no estaba en poder de ningún Vigilante y si lo
observas detenidamente, la cadena no es la de la placa — hice lo que había dicho y tenía razón,
la cadena era casi nueva solo el relicario se veía dañado —. Después de esa explosión, es un
milagro que la placa haya sido salvada — añadió y sentí como si derramaran agua fría sobre mi.
Sin decir nada más, quise irme de ahí, pensar en lo que había dicho Sombra, era
horrible y no soportaría nada más, mentalmente me sentía agotada y pensar que el traidor era
parte de Grigori, era una completa mierda. Pasé por su lado, con la intención de irme pero me
tomó sutilmente del brazo, estábamos casi frente a frente.
— No te vayas — susurró cerca de mi oído pero no respondí —. Prometo ayudarte
en todo lo que me pidas, Bella, pero quédate conmigo.
— Quiero al Fantasma — susurré y su agarre en mi brazo se hizo mas fuerte —.
Entrégamelo, Sombra y te juro que solo así yo me quedaré contigo, para siempre si así lo quieres.
— No puedo entregártelo solo así, él no está aquí — alegó.
— ¿Y Derek? — lo miré a los ojos y vi frustración en ellos.
— Tengo prohibido acercarme a ese mal nacido — respondió con asco —, lo
enviaron a otra ciudad y yo no puedo llegar ahí.
— Bien, debo irme — dije con determinación y me zafé de su agarre.
— ¡Demonios! Isabella no me hagas esto — se quejó pero inicié mi camino hacia mi
castigo. Las gradas —. No puedo acercarme a esa ciudad, no puedo estar cerca de ese hijo de
puta pero si te quedas conmigo, puedo decirte dónde está y quién puede ayudarte a llegar a él —
detuve mis pasos y sonreí ya que él no podía verme.
— Prometo quedarme pero antes tú me dirás todo acerca de ese hijo de puta.
— Lo prometo, Isabella White — respondió seguro — también prometo que no te
arrepentirás de quedarte aquí, conmigo. No te arrepentirás de que te haga mía — un cosquilleo
recorrió mi cuerpo al escuchar aquello — ¿Ya conoces el cielo? — preguntó llegando a mí en un
santiamén. Los vellitos de mi nuca se erizaron con su respiración.
— Sí, un demonio me llevó a el — susurré.
— A mi me llevó un ángel — aseguró, acariciando sutilmente desde la curva de mi
cuello hasta llegar a mi mano.
Sus palabras hicieron estragos en mí.

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Capítulo 8 (1/2)

Fatima69crazy
Gracias por leerme, gracias por tu apoyo y comentarios. No te conozco así como no
conozco a muchas de mis lectoras y lectores pero en verdad ustedes son mi mayor apoyo.
Este día tan especial quiero agradecerte de esta manera y también desearte un
muy feliz cumpleaños. Dios te bendiga y cumpla todos tus sueños.
¡FELICIDADES!
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~Capítulo 8~
[Parte 1]

Mi cabeza golpeó la pared con fuerza, y gemí pero no de dolor, mis pulmones estaban casi sin
aire y por mis venas ya no corría sangre.
Corría lava.
Al fondo podía escuchar la música que sonaba en esos momentos, send me your
location, se reproducía nuevamente y todo el ambiente era acorde a lo que estaba sucediendo.
Estúpidamente creí que vería todo, pero no ¡Maldita sea que no! Estábamos en una casa tipo
rural — muy bonita, aunque no pude ver todo con detalle —, en medio del bosque y todo adentro
era oscuro, podía ver, mas no podía distinguir lo que estaba frente a mis ojos.
¡Ah! Pero podías sentir, eso era lo importante.
Sentía, y lo que sentía era casi del otro mundo.
Sombra estaba devorando mis labios, con impetú, con alevosía, con propiedad, con
pasión, hambre, lujuria ¡Mierda! No sabía como describir aquel beso, simplemente porque aun no
habían inventado las palabras exactas para explicar ese momento. Podía sentir su rostro, sus
manos, su cabello; moría de ganas por ver como lucía con ese look de samurái, añoraba ver
como se veía esa saliente barba que sentía con mis manos — con mis labios —, mientras me
contraminaba a la pared y hacía suya mi boca, solo suya.
Sus manos estaban por todas partes de mi cuerpo y las mías... las mías copiaban a
las de él. Sus manos eran grandes y sí, imaginaba el tamaño de otra parte de su cuerpo, solo con
sentir sus manos; amaba cuando mordía mi barbilla, mi labio inferior, el lóbulo de mi oreja, mi
cuello. Mi piel se erizaba cada vez que hacía eso, su aliento mentolado refrescaba cada parte de
mí que era golpeada por el y pronto mi camisa había desaparecido.
Me hizo dar la vuelta y mi rostro quedó pegado a la fría pared y ni eso lograba
enfriarme; Sombra no estaba siendo suave, sin embargo, eso me volvía loca, sabía que tenía
práctica quitando el sostén pero, mandó a la mierda la práctica y terminó rompiéndolo, mis
pechos quedaron libres de la tela pero sus manos se encargaron de arroparlos.
Chillé.
Cuando pellizcó uno y aprovechó eso para adueñarse de mi boca — otra vez —, su
erección se rozaba en mi culo y no pude evitar llevar mi mano hacia atrás y acariciarlo. Me volví
loca de deseo cuando gimió en mi oído a causa de lo que le había provocado mi intromisión; se
separó unos segundos de mí para quitar su camisa y...
¡Dios!
Era increíble lo que me hacía sentir su pecho desnudo, su piel ardía al igual que la
mía. Sentí como llegó al bordillo de mi lycra y la bajó dejándome solo en braga, noté por puro
instinto cuando se puso en cuclillas y dio un lengüetazo en mi nalga derecha, a eso le siguió un
mordisco que me hizo gemir de dolor y placer, no tardó en deshacerse de mi braga junto a mis
zapatos y pronto estaba completamente desnuda para él.

Me hizo girar en mi eje y sin darme tiempo a estabilizarme, su rostro estaba enterrado en mis
piernas. El legüetazo que dio en mi sexo, no fue nada comparado al que había dado en mi nalga.
No gemí ni jadeé, grité cuando su legua comenzó a moverse en mi clítoris como si se tratase de
un vibrador.
Y el piercing.
¡Puf! Nunca me cansaría de ese objeto acariciando mi parte tan necesitada, me
aferré a su cabello cuando con agilidad, me hizo subir una pierna a su hombro, permitiéndole
llegar a lugares inimaginables. Mi corazón al igual que mi respiración, se habían vuelto locos, me
abandonaban por momentos y cuando regresaban, lo hacían como si corría una maratón en ese
momento. Uno de los dedos de Sombra encontró lugar en mi entrada y poco a poco comenzó a
moverlo, de adentro hacia afuera.
Apoyé mi cabeza en la pared mientras mis manos seguían en su cabeza, llevé una
a mi pecho izquierdo y lo acaricié, mis caderas comenzaron a moverse, buscando más fricción,
pidiéndole más en silencio, pero él entendió de inmediato y sin saber que estábamos cerca de
una cama, sentí como me giró, separándose solo unos instantes de mí y luego me hizo caer
sobre una enorme y suave cama. Caí boca abajo pero no hubo necesidad de girarme. No.
Sombra esta vez se adueño de mi trasero y me lamió ahí, me besó ahí al momento
que sus dedos, buscaron de nuevo mi entrada, extendí mis brazos a cada lado de mi cuerpo y me
aferré a la sábana que se sentía de satén, mis rodillas se apoyaron a la cama y puse en pompa
mi trasero dándole más facilidad para que llegase a donde deseaba. Estaba húmeda hasta la
coronilla y esa deliciosa sensación en mi vientre estaba creciendo al punto que iba a explotar y él
lo supo en el momento que mis movimientos le indicaban que buscaba más, mucho más.
— Aun no, Bella — dijo separándose de mí — lo harás conmigo adentro — dijo y
escuché cuando bajó su cremallera, mordí la sábana, lo hice de ansiedad y nerviosismo, de
deseo y la más brutal necesidad. Escuché cuando rasgó el paquete del preservativo y segundos
después lo sentí subirse a la cama, entre mis piernas.
No iba a darte la vuelta.
No lo haría.
Lo confirmé cuando se colocó detrás de mi y abrió mis nalgas, me apoyé un poco
más en la cama y levanté mis pompas, su pene rozó mi trasero y sentí que iba a morir justo
cuando llegó a mi entrada.
— ¿Lista para mi? — preguntó y asentí, no me veía o por lo menos esos creía.
Respiré profundo cuando lo sentí introducirse y no fue poco a poco, lo hizo de una
estocada que me dolió e hizo que toda mi piel picara.
¡Oh santas per...! ¡Oh mierda!
Si, oh mierda.
No habían perlas, pero si un pene duro y grande que me llenaba por completo,
incluso era como si mi vagina, hubiese sido hecha para él, únicamente para él.
Sus movimientos hicieron que en cuestión de segundos, olvidara que no habían
perlas en su pene y que me había equivocado; mis jugos resbalaran por todo su falo, sentirlo era
único, era sorprendente y delirante, sus grandes manos se asían a mi cintura y hacía de las
penetraciones mas profundas, luego su pecho se pegó a mi espalda y mi boca buscó la suya.
— Te sientes deliciosa — susurró en mi oído, su mano buscó mi clítoris y mientras
me follaba y masturbaba, lograba llevarme a su cielo —. Amo sentir tu cuerpo, sentir como
reaccionas a mí — sus palabras lograban completar el efecto de sus embestidas y su mano —.
Me encanta que tu cuerpo me diga lo que tu bonita boca no se atreve a decir — gemí fuerte, yo
ya estaba al borde de la locura — ¡Oh preciosa! Ya quieres correrte — supuso lo que era obvio,
cerré fuerte mis ojos mientras que mi boca no se callaba. Ambos sudábamos y eso lograba que
su cuerpo se deslizara con más facilidad en el mío, me aferré a su brazo, el mismo con el que se
apoyaba para no dejar caer todo su peso sobre mí.

— ¡Oh Dios! — gemí, no iba a soportar más.


— Pídeme que te haga llegar al cielo — dijo, él no sabía que ya me estaba llevando
allí y no diría nada. Pero sus embestidas disminuyeron y yo no quería eso. Se puso de rodillas sin
salir de mí, me estaba frustrando y...
— ¡Ah! — grité cuando azotó fuerte mi trasero y luego su mano se agarró de mi casi
desecha coleta, no me dañaba, solo me volvía loca de deseo.
— ¿A dónde quieres que te lleve, preciosa? — exigió, mi cuero cabelludo ardió
cuando jaló mas mi cabello y dio una deliciosa estocada, solo necesitaba unas pocas más y
llegaría a donde deseaba, pero el maldito tenía orgullo y sabía que quería hacerlo crecer con mi
palabras.
— Hazme gritar tu nombre — pedí e hice un movimiento de caderas para buscar
fricción de su parte, él gimió y con su otra mano tomó mi cadera para detenerme, apretó fuerte y
sabía que su marca quedaría.
— ¿Cómo Isabella? — dijo bajando su torso, sentí cuando su relicario, acarició mi
espalda, los míos, estaban en mi bolso. Él no se iba a dar por vencido y yo, necesitaba mi maldito
orgasmo.
— Llevándome al cielo — dije y eso bastó para que soltara mi cabello.
Puso esa mano en el respaldar de la cama para tener un apoyo y entonces
comenzó a bombear fuerte, tan fuerte que la cama completa se movía y la madera crujía. Su
pelvis golpeaba mis nalgas y eso provocaba que estas, se moviesen como si fuesen gelatina,
tanto trabajo en el gimnasio para hacer que se endurecieran como acero, no bastaba para ese
momento, el hombre detrás de mi hacía lo que quería con mi cuerpo y yo, mas encantada no
podía estar.
Aun con todo lo que él me hacía, mis caderas encontraron la manera de moverse al
encuentro de sus embestidas y en segundos, ambos jadeabamos y gemíamos al compás, yo por
momentos gritaba y de un momento a otro, como pude, llevé mi mano hacia atrás y encontré su
trasero, me aferré a una de sus nalgas, me aferré enterrando mis uñas en ella, controlando así
sus movimientos y luego... grité su nombre, lo hice cuando el orgasmo me atravesó de pies a
cabeza, mi piel se erizó y mi mente flotó junto con mi cuerpo. Lo mejor de todo, es que él se
estaba corriendo junto a mí, él también gritó mi nombre y sabía que así como yo estaba llegando
al cielo en esos momentos, él también lo hacía junto a mí.
En esos momentos éramos dos seres oscuros, encontrando la luz.
En la bestialidad de un orgasmo cósmico.
Nos quedamos casi congelados por unos buenos minutos, mi cuerpo entero
temblaba a causa de su manera de follarme, me sentía agotada, mi respiración agitada lo
comprobaba, sentí cuando salió de mi interior se fue por unos instantes, yo no tenía ánimos para
mover un solo dedo, simplemente me quedé sobre la cama, boca abajo, intentando recuperarme.
La cama se hundió a mi lado cuando Sombra llegó de nuevo, ninguno de los dos habló nada, no
había nada que decir, solo aire que recuperar, eso creí hasta que minutos después, él se giró y
comenzó a acariciar mi espalda, lo hacía de una manera sutil, casi como si su mano fuera la
pluma mas suave que existiera. Comenzaba desde mi nuca y llegaba hasta mis nalgas, toda mi
piel se ponía chinita ante su tacto y poco a poco me fui recuperando; gemí suave cuando Sombra
comenzó a besar toda mi espina dorsal y se detuvo justo en mi coxis, luego me tomó de las
caderas y me hizo girar; suspiré cuando estuve tumbada de espaldas y él se metió entre mis
piernas, estaba muy duro.
— Ya te llevé al cielo — dijo para luego lamer uno de mis pechos. Jadeé —. Ahora
quiero bajarte a mi infierno — sentenció, puse mis manos en sus fuertes hombros y me preparé.

— Estoy lista para ir ahí — dije y entonces, volvió a hundirse en mí.


Ya tenía la protección puesta.
Y ya estabas muy preparada para recibirlo.
(****)
Entre el cielo y el infierno, no sabía cuál elegir.
No podía quejarme, no podía arrepentirme de nada por mas que buscara una pizca
de eso en mi interior, y lo había hecho, había rebuscado en lo más profundo pero no encontré
nada, estaba donde quería estar y eso era lo único que importaba.
Y como arrepentirse, cuando estabas enrollada como una boa al cuerpo del chico
oscuro.
Lo estaba.
Mi cabeza estaba recostada en su brazo, mi pierna derecha abrazaba su cintura y él
acariciaba mi espalda, la sábana de satén intentaba aferrarse a nuestros cuerpos pero, estaba
perdiendo la batalla. Después del formidable sexo que habíamos tenido, al fin ese hombre se
había calmado y no era porque se había saciado, no, fue porque mi cuerpo ya no soportaba un
orgasmo más, estaba fuera de línea con respecto a eso y reí cuando Sombra dijo que se
encargaría de encarrilarme de nuevo. Había una ventana en la recámara que nos encontrábamos
y por ahí entraba una tenue luz que solo servía para ver las sombras de los objetos que ahí
habían y para ver la sombra de su cuerpo. Cuando mis ojos se adaptaron a esa oscuridad, puede
ver las suaves marcas de los tatuajes que habían en su cuerpo, no obstante, no lograba
distinguirlos y vaya que luché para descifrar aunque sea uno de ellos.
— ¿Qué color es la sábana? — pregunté tranquila.
— Azul, un azul muy oscuro — respondió de la misma manera, acaricié su pecho y
pasé mi mano por sus tetillas, no habían piercings y después de lo que había comprobado horas
antes, era estúpido seguir buscando coincidencias, sin embargo, descubrí que el aparato que
cambiaba su voz, no estaba en su cuello, pero seguía escuchándolo robotizado.
— ¿Por qué tu voz sigue sonando igual, si no tienes ese estúpido collar? — rió al
escucharme.
— ¿Te han dicho antes que eres muy curiosa?
— Si y no me respondas con otra pregunta — exigí.
— Está aquí — dijo y pegó un lametón en mis labios, haciéndome sentir su piercing,
él no lo notó pero mis ojos se abrieron por la sorpresa.
— En tu piercing — dije con dificultad y al estar pegado a mí, sentí cuando asintió
con su cabeza — Vaya tecnología la que tienen.
— Es igual a la que tienen en Grigori — me hizo saber —. Recuerdo que el día de la
fiesta usabas un reloj muy peculiar — por supuesto que él había notado qué era, en verdad ese
reloj y más cuando Marcus me protegió del chico al que había pinchado con él — ¿Estás segura
de lo que quieres hacer? — preguntó segundos después, refiriéndose a mi petición de
entregarme a Derek.
— Tan segura como jamás había estado — dije mientras intentaba zafarme de él,
no me lo permitió por supuesto —. Desde hace mucho he pospuesto esto, Sombra, sobretodo
porque no pensaba volver pero luego de lo que le hicieron a Myles, ya no puedo seguir dejándolo
para luego.
— ¿Cómo está él? — preguntó y se removió un poco. No sentí que hiciese esa
pregunta por pura hipocresía.
— Mejor y ojalá que pronto esté totalmente bien — suspiró — ¿Tú sabías acerca de
su ataque? — se tensó al oírme.
— Por supuesto que no — dijo con odio y me desconcertó que respondiera de
aquella manera —. Yo no estaba aquí cuando eso sucedió ¿Lo recuerdas? — sabía que quería
hacerme recordar que lo había herido.

— El que no estuvieses aquí, no sigfica que no sabías lo que tu organización planeaba — en ese
momento sí me separé de él, me estaba alterando un poco al pensar en que él estuvo
involucrado. Me buscó de nuevo y se colocó sobre mí.
— No sabía nada de esa estúpida orden, después que me disparaste al recibir
aquella llamada, supe que algo habían hecho y entonces me comuniqué con Lía — mi corazón se
aceleró al tenerlo en esa posición.
¡Nah! Se te aceleró cuando él mencionó a la chica.
Estúpida conciencia.
— Ella no me quiso decir nada y entonces llamé a otro miembro de la organización
y él me dijo lo que pasaba, comprendí tu reacción entonces y me vine de inmediato, sabía que tu
volverías y tenía que evitar que los Vigilantes se enterarán.
— ¿Por qué, Sombra? — cuestioné.
— ¿Por qué, qué? — dijo al no entender.
— ¿Por qué me proteges? Digo, no es solo porque querías follarme, eso lo haces
con... — decidí callar lo que iba a decir — Aún no logro comprender por qué siempre me cuidas
— presionó su frente a la mía y dio un casto beso en mis labios.
— Es solo porque quería follarte — respondió y lejos de molestarme esa respuesta,
solo provocó más dudas en mí. No lo sentía sincero. Salió de encima de mí y se sentó sobre el
borde de la cama, dándome la espalda.
— Ahora que lo lograste, dejarás de protegerme — dije irónica —. Cumplirás las
órdenes que te fueron dadas y me llevarás ante tus jefes. ¡Es más, creo que ésta ha sido una
emboscada y no tardarán en entrar por esa puerta, los tipos a los cuáles me entregarás! ¡Ah! —
grité cuando lo tuve encima de mí otra vez, esta vez su mano estaba en mi cuello y lo apretaba
fuerte.
— ¿Con quién me estás comparando? ¿Quién mierda crees que soy? — espetó
cerca de mi rostro, estaba muy molesto y su cambio de humor en verdad me asustaba.
— ¡Suéltame! — pedí con dificultad, puse mis manos en su muñeca pero su agarre
no aflojaba. No era una situación difícil para mí, había lidiado con peores así que empleé una de
las llaves que tanto practicaba junto a Caleb y con un poco más de dificultad que con el rubio,
estuve sobre Sombra, a horcajadas. Uno de los brazaletes que usaba, en realidad era una
pequeña cuchilla, así que no dudé en sacarla y jadeante por la falta de aire que había provocado
su arrebato, coloqué la cuchilla en su cuello — ¡Solo estaba jugando contigo idiota! — mascullé
con dificultad — Y si no quieres que descubra tu identidad de una vez por todas y luego te mate,
no vuelvas a ponerme una mano encima — amenacé, nuestra respiración había vuelto a
acelerarse, la diferencia era, que en esos momentos, había un distinto motivo —. Solo te permito
que me maltrates cuando azotas mi culo mientras me follas, solo así Sombra — aclaré.
— ¡Demonios! Lo siento — dijo, puso su gruesa mano alrededor de mi muñeca y lo
sentí mas tranquilo, sin embargo, no quité la cuchilla — Bella, lo siento, sé que no tenía que
reaccionar así, es solo que tu manera de jugar conmigo, se sintió como si hablases en serio —
aun con la cuchilla en su cuello, se sentó y pegó su pecho al mío —, aun no entiendes lo que has
hecho ahora ¿cierto? — susurró y de verdad no entendía de qué hablaba.
— No sé de qué mierda hablas — espeté. Puso su mano en mi nuca y luego la
enredó en mi cabello, me acercó bruscamente a él y plantó sus labios en mi boca, adueñándose
de ella en un beso que me fue imposible no responder.
— Lo quieras o no, desde ahora eres mía — dijo separándose unos instantes para
luego continuar besándome, me acomodé sobre él cuando sentí su erección crecer —. Haz de
cuenta que hoy hiciste un pacto con el diablo y desde el momento que sucedió, tu cuerpo me
pertenece — con su otra mano tomó mi cadera y me restregó en él, mi estúpido cuerpo había
reaccionado a eso — Y creéme esto, Bella — mordió mi labio —. Te prometo que obtendré mas
que tu cuerpo — bajé la cuchilla y esta cayó al suelo cuando con agilidad, con sus dos manos,
tomó mi trasero y me levantó, dejándome justo en la punta de su pene. Estaba de rodillas, su
pene justo en mi entrada, a punto de montarlo —. Quiero también tu alma — sentenció.
— ¡Ah!
Fue lo único que salió de mi boca cuando me hundió en él.
Y luego tus caderas se movieron con vida propia.
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¡Uff! Capítulo lleno de mucha acción 😈
Espero lo hayan disfrutado y aprovecho para decirles que leo todos sus
comentarios, quisiera responder a todos pero muchas veces no puedo. Por cierto, quisiera que
wattpad tuviese la opción de darles me encantan, porque en serio, me hacen el día con sus
comentarios.
Los quiero mucho.
Pd: Me he dado cuenta que hay un grupo por ahí y siento mucho si no me puedo
unir pero, si alguien quiere hacerme alguna pregunta, puede hacerlo aquí por imbox o en ask les
dejo el link abajo. También pueden buscarme en instagram como wattpad_jm
https://ask.fm/corazondhielo

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Capítulo 8 (2/2)

¡Elevemos una oración!


No soy de pedir nada pero esta vez, hay una excepción.
Por favor, oremos por la paz en el mundo, en Siria sobretodo, es triste ver a niños
muriendo — personas muriendo — y quedarnos con los brazos cruzados. Tal vez creeremos que
no podemos hacer nada, pero no es así, podemos orar y pedir a Dios que cese la violencia y que
no permita que mas seres inocentes paguen por los pecadores. Vi un vídeo que me ha hecho
llorar — tengo hijos — y me llegó al alma ver como un niño lucha por respirar, por sobrevivir y
solo pude pensar en: si fuera uno de mis hijos, me moriría solo de verlo así. Pongamonos una
mano en el corazón y pidamos para que no sigan masacres como esas.

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~Capítulo 8~
[Parte 2]
Vértigo.
Ese era el nombre del Club al cual tenía que ir, ahí me encontraría con Darius, el
tipo que me ayudaría a llegar a Derek. Fue muy difícil para Sombra darme toda esa información,
lo hizo porque era una promesa de su parte, aunque quiso persuadirme e intentó hacerme
desistir, pero estaba muy equivocado al creer que lo lograría.
— Tu tienes una promesa con el Fantasma ¿cierto? — dije, recordando la primera
vez que lo vi y lo que me había confesado en ese momento. Asintió en respuesta.
— Por favor Bella, ten cuidado con Darius y no dejes que se te acerque mucho —
no había sido una petición, al contrario, él hablaba con autoridad.
— ¿Por qué no querías darme esa información? — pregunté, lo imaginaba pero
quería escucharlo de él.
— Ya tengo mucho con que lidiar — bufó — no quiero agregar a alguien mas a mi
lista.
— ¿Lista negra o blanca? — continué ya en tono burlón.
— Me alegra que te diviertas con mi humor — se quejó.
Mi carcajada fue fuerte al escucharlo, estaba pasando un buen rato con él y de
pronto recordé algo; en mi niñez odiaba la oscuridad, le tenía pavor, no podía estar en un lugar
donde había poca luz y si por algún motivo llegaba a estarlo, lloraba, gritaba fuerte y mamá
siempre llegaba a mi rescate.
— Tengo la corazanada que cuando seas grande, amarás la oscuridad, mi pequeña
miedosa — repetía en mi oído mientras reía por mi reacción.
Mamá nunca imaginó que la oscuridad me embargaría por golpes crueles del
destino, y no la amaba, sin embargo, con Sombra a mi lado, la estaba disfrutando. Él estaba
dándole otro sentido a la oscuridad y me traería muchos beneficios al estar en ella. Suspiré fuerte
al recordar tales cosas y me removí al lado del chico oscuro.
— ¿En que piensas? — preguntó al percatarse de mi silencio repentino y luego el
suspiro.
— En lo bonita que fue mi niñez — dije, añorando regresar a esos tiempos.
Algo que era imposible.
Pero aun podías disfrutar de la niñez.
— ¿Fuiste feliz?
— Enormemente ¿Y tu?
Nuestra plática inició de nuevo, estábamos tranquilos, relajados y hablando algunos
detalles de nuestra vida pero el molesto sonido de mi móvil se llegaba hasta la recámara y
después de dejarlo sonar miles de veces, decidí ir hasta la sala y ver de qué se trataba, solo puse
mi braga y camisa después de haber follado como animales con Sombra así que me puse de pie
y me fui.
Como lo había imaginado, las llamadas eran de Caleb y Elliot, también tenía
algunas de Dylan y Jane, no habían sabido de mi en todo el día y la noche había entrado. Decidí
dejar de ser una ingrata y me comuniqué con Elliot, él era el que mas había llamado.
— Hola — saludé cuando descolgó, lo escuché suspirar aliviado.
— ¿¡Dónde mierdas estás, Isabella White!? — alejé el móvil de mi oído ante su
grito, el chico estaba muy enfadado y raras veces lo había visto o escuchado de esa manera.
— Estoy bien, Elliot — dije, vi a Sombra llegar ya con su disfraz.
— ¡Demonios! No eres para nada considerada con las personas que te amamos,
que nos preocupamos por ti — supe que mi móvil tenía demasiado volumen, cuando Sombra se
tensó al escuchar aquello.
— Estoy bien — dije y bufó.
— Caleb quiere que sepas que esa chica... Maokko llegará mañana — avisó, su
tono de voz había cambiado a uno mas duro y frío, él estaba muy molesto y odié eso.
— No estés molesto Elliot — pedí y no respondió — gracias por el aviso y por
favor...
— Mi tío ha despertado — soltó y me quedé sin palabras, esa noticia era la que
tanto esperaba y al fin había llegado, mis ojos se cristalizaron.
— No estas jugando ¿cierto? — dije con dificultad.
— Jamás con algo así, despertó esta mañana y tratamos de localizarte pero no lo
logramos — me sentí muy culpable al escuchar aquello.
— Voy para allá ahora mismo — dije yendo hacia la recámara para buscar mi ropa.
Me quedé mirando como idiota el móvil cuando la llamada se cortó, Elliot me había
cortado sin siquiera despedirse.
Elliot estaba volviendo a ser el hijo de puta y era tu culpa.
Y lo aceptaba, pero yo tenía mis motivos y algún día él comprendería.
Terminé de colocar toda mi ropa y estaba dispuesta a ir al hospital, mi corazón
bombeaba rápido al saber a Myles bien, por fin había una buena noticia.
— ¿Te irás ya? — cuestionó Sombra al verme, habíamos quedado que pasaría toda
la noche con él, lo había prometido y odié faltar a mi promesa cuando él la había cumplido.
Odiaba faltar a mi palabra.
— Sé que te prometí algo, pero surgió algo importante.
— ¡Con Elliot! — espetó — Vas a faltar a tu promesa por irte con ese imbécil.
— ¡No! Sombra, él me acaba de avisar que Myles ha despertado después de días
en coma — sus ojos se crisparon al escucharme —. No quiero faltar a mi palabra pero entiende,
Myles es como mi padre y al fin a despertado — cerró sus ojos y cuando volvió a abrirlos, la ira
que había en ellos antes, había desaparecido.

— Te llevaré — dijo y por su tono, supe que no lo estaba pidiendo.


No quise decir nada, necesitaba llegar al hospital pronto.

(****)
Estuve a punto de que Tess me viese llegar con Sombra, por suerte, un enfermero
llegó donde ella estaba, intuí que era el enfermero encargado de cuidar a Myles aunque solo
pude ver su espalda. Ambos se enfrascaron en una plática y yo pude despedirme de Sombra, él
dijo que me llamaría luego y solo asentí, podía hacerlo o no, no me importaba. A pesar de lo que
había sucedido entre ambos, a pesar de que él me creyese suya, para mí, él solo seguía siendo
un medio para un fin.
Necesitábamos obtener buenos resultados para el gobierno, y los Vigilantes se
habían vuelto mas fuertes gracias a él, entonces, que mejor que comenzar con Sombra,
debilitándolos a través de su eslabón mas fuerte. Alguien una vez me enseñó que para penetrar
de la mejor manera a alguien, tenía que penetrar primero su mente y aunque él, lo utilizó para una
ocasión diferente, yo utilizaría esa metáfora para quitarme del camino a todos aquellos que me
estorbaban, que hacían de mi vida mas difícil y dañaban a las personas que me importaban.
Lo dañarías a él en cambio.
Él se lo había buscado por fijarse en mí, por creer que podía ocupar un lugar que no
le correspondía.
Saludé a Tess, ya estaba sola y juntas nos fuimos hacia la habitación donde se
encontraba Myles. Me sentía emocionada y feliz al saberlo bien, al saber que al fin me vería y yo
vería sus hermosos ojos. Tess abrió la puerta y me invitó a pasar, Eleanor estaba dándole un
beso en la boca a su marido y fue la imagen mas bella que pude grabar en mi mente.
— ¡Eew! — se quejó Tess, al parecer esa imagen era bella solo para mí. Eleanor se
separó de su esposo y sus mejillas estaban sonrojadas.
— No le haces así cuando besas a mi hermano — inquirí, ella quería hacerse la
molesta conmigo pero, la sonrisa que dibujaron sus labios la delató.
— ¡Al fin! — dijo Eleanor a mi, sabía a lo que se refería y asentí.
— ¿Cómo te sientes? — pregunté al hombre que me veía con cariño.
— Como si me hubiesen herido — bromeó con la voz queda — pero feliz de
despertar, volver a verlas — dijo hacia su hija y mujer — volver a verte hija — añadió viéndome a
mí, estiró su brazo y me tendió su mano, la tomé sin dudarlo.
— Estoy feliz de verte, vivo y bien — dije con un nudo en la garganta, intentando no
llorar.
— No me gustó saber que habías vuelto — confesó —. Sabes que esto me lo
hicieron para hacerte regresar y no me perdonaría que algo te pase — negué al escuchar aquello
—. Tienes que irte Isabella, tu lugar está allá, no aquí.
— No Myles — aseguré —. Tuve que haber vuelto desde hace mucho, he
pospuesto esto por cobarde.
— ¡No te fuiste por cobarde! — dijo alzando su voz, las tres nos tensamos.
— Papi, cálmate — pidió Tess, él negó.
— Salgan un momento de aquí, déjenme a solas con Isabella — pidió, las tres nos
miramos. A Tess no le gustó lo que su padre pedía, Eleanor entendió y se la llevó.
— Sé lo que dirás y lo tengo claro, Myles, pero entiende por favor — pedí —
necesito estar aquí, cerrar ciertos ciclos de mi vida para poder seguir adelante. Si no me enfrento
de una buena vez a esto, jamás podremos regresar — le aclaré —. Tu estás mal, eres un talón de
Aquiles para mi.

— ¿Qué me quieres decir? — exigió saber. Hablar no sería fácil pero tenía que hacerlo.
— Quiero que tú y Eleanor se vayan de aquí he intenten llevarse a Tess — solté y el
rió al escucharme —. Myles por favor, no me perdonaría que algo les pasara. Por lo menos, vete
de aquí mientras te mejoras — negó, el hombre era terco, me recordaba a alguien. Mi corazón
dolió.
— No podrás sacarme de aquí — aseguró.
— Maokko llega mañana — anuncié y entonces casi me asesina con la mirada, en
serio a pesar de estar débil, ese hombre daba miedo cuando se ponía así —. Myles, toma su
lugar en Italia — supliqué —, no me sirves postrado en una cama, pueden herirte de nuevo,
Maokko en cambio me ayudará mas aquí y ustedes allá — me miró indignado por mis palabras,
pero debía hablarle de aquella manera, él era un hombre inteligente y lo comprendería.
— ¿Quién se quedará en el lugar de Maokko?
— El maestro Baek Cho, mientras ustedes llegan — dije con esperanza.
— Eres una manipuladora ¿lo sabías? — mi sonrisa fue grande al escucharlo. Lo
había logrado.
Estabas afinando tus dotes.
Tenía la intuición que Myles no se negaría a mi propuesta y no me había
equivocado.
Platicamos un rato más y él pudo contarme acerca de lo sucedido, habían muchas
cosas raras en su ataque y si no hubiese sido por Jacob, quizás él no habría salido vivo de el,
afortunadamente, la suerte estaba de nuestro lado y con él recuperándose, tenía la esperanza de
que todo marcharía bien y Grigori volvería a ser el de antes o incluso mejor.
Ya casi era la media noche cuando me fui del hospital, Elliot se ofreció a llevarme al
hotel y como mi carro había quedado en aquella plaza, decidí aceptar su oferta. Cuando salimos
del hospital, él me prestó su chaqueta para protegerme del frío, no habíamos hablado mucho y
sentía que él estaba molesto; me recosté en el asiento del copiloto y no pude evitar el aspirar
profundo, la chaqueta tenía su olor y era delicioso.
— Estuve en el apartamento de Elijah — susurré sin verlo, miraba hacia la
oscuridad de la noche. Volví a verlo y noté que se había quedado sin saber que decir — me
quedé allí toda la noche, no era lo que pretendía pero... me quedé dormida y cuando desperté, ya
era de mañana.
— Yo... vale, no sé que decirte — eso ya lo sabía — ¿Has estado allí, todo el día?
— en esos momentos era yo, la que no sabía que decir, tampoco quería mentir.
— Me negaba a volver — dije, ignorando su pregunta — pero, el estar allí no fue
malo, fue lo mejor que pude haber hecho y creo que me mudaré para allí — confesé mi decisión.
— ¿Caleb lo sabe? — negué.
— Eres el primero a quién se lo digo.
— ¿Y él se irá a vivir contigo?
— No, quiero estar allí sola, tampoco quiero guardaespaldas, ese será mi lugar y no
quiero contaminarlo con nada, ni nadie.
— ¡Basta! Isabella, no te pongas en ese plan — se quejó — ¡Déjalo ir!
— ¡No Elliot! ¡Basta tú! — alzé la voz — ¡Lo estoy dejando ir, estoy aceptando que
él no volverá pero no me pueden quitar el derecho de vivir sola, en un lugar que compartí con él...
Solo con él! — ambos nos miramos por unos segundos, luego de gritarle aquello. Yo no podía
creer lo que acababa de decir, no me lo esperaba.
Nos quedamos en silencio luego de la pequeña discusión, yo estaba asustada y me
sentía muy culpable por haber dicho aquellas palabras, no las sentía correctas. Había follado con
otro y no me había sentido tan mal, como decir en voz alta que estaba dejando ir a alguien que
fue y era muy importante para mí. Intuí que había sido el calor del momento.

Eso intuías.
Llegamos al apartamento y sabiamente Elliot no dijo nada y se marchó de
inmediato, llegué a tomar una larga ducha y luego rebusqué en la ropa de Elijah, me vestí sólo
con la ropa interior y una playera negra de él, aun me sentía rara por lo que había dicho, pero
también un poco liberada. Decidí llamar al maestro Cho y amablemente me informó con detalles
todo lo que pasaba, Maokko ya había tomado su vuelo y él estaba en su lugar, Myles ya se había
comunicado con él y estaban preparando todo para su llegada; como siempre, Caleb se estaba
encargando de eso y todo sería con la mayor discreción, para así evitar futuros ataques
sorpresas.
Al terminar la llamada, mi móvil comenzó a vibrar, cuando vi la pantalla, noté que se
trataba de un número desconocido, me sorprendía que ese hombre me llamara en la madrugada
y me molestó el imaginar por qué, él sabía que aun estaba despierta.
— ¡Odio que me sigas! — espeté.
— No te he seguido, simplemente tengo gente vigilando a mi alrededor y me
informaron de tu regreso — explicó tranquilo, al fondo se escuchaba música fuerte e imaginé que
él no estaba su casa —, aunque no regresaste al hotel, si no al...
— Bien, ya lo comprobaste así que déjame dormir — pedí con desdén y corté sus
palabras.
— Bella ¿Crees en el karma? — preguntó y fruncí mi entrecejo por el cambio de
tema.
— No sé.
— Yo antes no creía en él ¿sabes? — rió sin gracia, él estaba muy raro — pero
ahora que te he vuelto a ver, creo que el karma te acompañaba y me ha encontrado — confesó.
— No entiendo por qué me dices tales estupideces, Sombra — respondí.
— No es necesario, yo me entiendo y Bella... — se quedó en silencio unos
momentos —. Tengo ganas de ti — dijo y mi cuerpo reaccionó a sus palabras.
— Adiós, Sombra — respondí y no esperé respuesta, corté la llamada y miré el
móvil como una estúpida.
Tengo ganas de ti.
Reí cuando mi conciencia repitió aquellas palabras y negué con la cabeza, ese
hombre estaba loco.
Tú también tenías ganas de él.
Las tenía pero jamás se lo diría, así me muriera de ganas por estar con él de nuevo,
no sería yo la que lo buscaría o le pediría tal cosa, sería él y solo él, el que me buscaría a mi.
La madrugada pasó rápido y ya que no tenía mucho que hacer, decidí dormir más
horas y desperté justo a tiempo para acompañar a Caleb e ir por Maokko al aeropuerto, me
emocionaba verla de nuevo y al fin llevar a cabo mis planes. Esta vez iríamos hasta el aeropuerto
de Dulles y conociendo a Caleb, deduje porque haríamos un viaje tan largo y como cuando
nosotros llegamos al país, varias camionetas todo terreno nos acompañaban y se mezclaban con
simples trausentes para no llamar la atención.
— Te extrañé mucho en el hotel — dijo de pronto.
— Ya Maokko ocupará mi lugar — respondí con una sonrisa burlona.
— Espero que no llores tanto cuando esa loca me mate — se quejó.
Reí a carcajadas.
Ellos tenían una loca historia que según había acabado, pero yo estaba segura que
no era así. Ambos se atraían mucho y a pesar de las diferencias, lograban formar una hermosa
pareja. Maokko era una mujer fuerte, autosuficiente y no necesitaba de ningún hombre para
defenderse, Caleb era el típico chico que necesitaba defender de su damisela y en parte, eso los
llevó a terminar. Él por supuesto, en su papel de don Juan, se dedicó a estar con cuanta chica se
le cruzaba por el camino después de eso pero, Maokko al darse cuenta, decidió asustar a todas
esas chicas y pronto Caleb se quedó solo y ahí comenzó a coquetear conmigo.
¡Puf! Quería que fueses su desahogo.
Con la excusa de que Maokko, no me haría daño a mí.
Pero era un tonto, porque hasta yo le temía a ella cuando se volvía loca de celos,
aunque entre nosotras dos nunca hubo un mal entedido y desde que nos conocimos, fuimos
amigas y nos llegamos a convertir en hermanas, la confiza que nos teníamos era inmensa, hasta
el punto de llegar a confiarle mi vida en sus manos y ella de protegerla como si fuese propia.
Mi corazón se puso muy feliz cuando la pequeña y tatuada chica, asomó su cabeza
por el pasillo del aeropuerto. Su cabello largo estaba trenzado y de la punta de el, se sostenía un
peculiar broche que siempre la acompañaba. Sus ojos chinos estaban maquillados de negro —
con el delineado muy pronunciado —, sus labios de rojo; vestía un pantalón de mezclilla ajustado
y una camisa que dejaba al descubierto el piercing en su ombligo. Sonreí cuando logré escuchar
un suspiro por parte de Caleb.
— Y ahí viene mi tormento — susurró.
— Ambos sabemos que ella, aun te vuelve loco — dije y reí al ver su cara. Minutos
después, ella había llegado.
— ¡Wow! Mas vale que este viaje valga la pena porque ha sido muy largo y cansado
— se quejó con su peculiar acento asiático, al llegar frente a nosotros. Sonreí en respuesta y me
tiré sobre ella, la abracé fuerte y pronto correspondió a mi abrazo.
— Me siento feliz de tenerte aquí — susurré en su oído.
— Nuca creí que me hicieses venir, chica americana, pero también intuí que es muy
importante la razón, si no, no me hubieses apartado de mi misión — asentí en respuesta
separándome un poco de ella.
— ¿Cómo están los chicos? — pregunté y ella sonrió con felicidad.
— De maravilla y tan guapos — suspiró — en serio, esos chicos parecen ser
ángeles y no humanos — reí al escuchar aquello —. Aiden y Daemon te envían besos y abrazos
y me pidieron que te dijera que te extrañan mucho — mi corazón revoloteó al escucharla — y
esperan volver a verte pronto.
— Y yo a ellos — dije con la garganta casi cerrada —. Gracias por venir Maokko, en
verdad necesito de tu ayuda — dije más tranquila de tenerla al fin a mi lado y comenzar a poner
en práctica mis planes.
— No agradezcas, chica americana — pidió, llamándome de nuevo, con aquel
sobrenombre con el que me había bautizado el maestro Baek Cho — Estoy aquí, como siempre,
para darte y ayudarte en lo que necesitas.
Musitó, recordando el juramento que me hizo, el día que la salvé de un violador.
Mi juego al fin había comenzado y aunque respetaba a todos los miembros de
Grigori, sabía que solo con Caleb y Maokko, lograría los resultados que tanto esperaba y
acabaría de una vez por todas con algunas piedras de mi pasado.
¿Sombra incluso?
Era inevitable, no hacerlo.

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Capítulo 9 (Completo)

~Capítulo 9~
— ¿Qué lees? — pregunté a Maokko, estaba casi con la cara enterrada entre las
paginas de un libro.
— Un libro — dijo sin más y puse en blanco mis ojos, ella se rió de mi reacción. Ya
estaba instalada en el hotel. Después de platicar por un buen rato, sacó un libro para leerlo
mientras yo me iba por dos cafés —. Es de romance, de los que tu odias pero este me ha
atrapado. Cuenta la historia de una chica que fue violada y hulle de su pasado, a donde va,
encuentra a un chico que la vuelve loca.
— Él típico romántico — me burlé.
— Para nada, es sobre el típico playboy que se enamora al fin, pero escucha esto,
me encantó esta frase — dijo emocionada y me sentí mal porque interiormente, odiaba esos
libros, pero decidí ser buena y escucharla atentamente, casi me leyó un capítulo completo hasta
que llegó a una frase que resonó en mi cabeza —. Tú y yo, somos como una catástrofe a punto
de suceder.
— ¿Puedes repetir eso? — pedí de inmediato.
— Tú y yo, somos una catástrofe a punto de suceder — hizo lo que le pedí y en
verdad me sorprendí — Verdad que te gusta el libro — chilló. No, no me gustaba, no era de
lecturas románticas, simplemente estaba sorprendida de escuchar aquello.
Eran las mismas palabras del chico oscuro ¡Mierda Isa! Él chico oscuro leía libros
de romance.
¡Já! Eso también me sorprendió a mí y me reí al pensar en ello e imaginarlo leyendo
un libro de romance.
— Puedes comprarme un libro de esos y me marcas esa frase — pedí a Maokko,
ella me miró como quien mira a una loca y no la culpaba, pero quería obsequiar ese libro y jugarle
una broma a alguien que se creía rudo.
— ¡Oh Vamos! Isabella, vine aquí para ver acción real, no para comprar libros — se
quejó y esa vez fui yo la que reí.
Me fui hacia el hospital luego de esa petición que hice a Maokko, por mucho que se
quejara, sabía que iba a cumplir lo que le que pedí y reí al pensar en mis motivos. Gracias a Dios,
Myles estaba teniendo una recuperación asombrosa y pronto se marcharían a Italia — él y
Eleanor —, dijo que había intentado convencer a Tess pero ella se negó rotundamente a
marcharse. Me la encontré fuera de la habitación de su padre y por su rostro, noté que no estaba
muy contenta.
— No sé que mierda le metiste a papá en la cabeza Isa, pero yo no me iré a esa
puta ciudad — se quejó al verme e intuí que había discutido con su padre.
— Solo le dije lo que creí conveniente, Tess, estamos a punto de desatar una
guerra y prefiero que estés lejos — alegué y la vi intentar contenerse.
— ¡Me importa una mierda lo que tu creas! — espetó — Entiende de una puta vez
que yo no voy a huir — recalcó, miré a todos lados; la gente que pasaba a nuestro alrededor nos
veía atentos —. Te guste o no, me quedaré aquí y me enfrentaré a lo que venga.
— ¡Ok! — dije alto y levanté mis manos en señal de rendición para que se calmara.
— No me iré a un país dónde no tengo nada; mi vida está aquí, mi familia está aquí
y no les daré la espalda — siguió e intenté calmarme —. Si mis padres quieren irse para que
papá se recupere, está bien, pero no intentes sacarme del camino — cada vez que decía algo, su
ira crecía. Sin pensarlo tanto, comencé a caminar hacia fuera del hospital — ¡No huyas maldita
cobarde! — gritó.

La chica se había vuelto loca.


Y no entendía por qué.
Estaba como drogada, desquiciada. Me subí al auto y le pedí a Dom que me llevase
al cuartel, intentaba calmarme y me estaba costando un mundo hacerlo. Tess quería provocarme,
cambió conmigo por unos días pero había vuelto a ser la misma y no lograba entender sus
razones. Los chicos estaban en la cafetería, pasé sin saludarlos y me fui directo al salón de
entrenamientos; Caleb, Elliot y Maokko me siguieron, notaron que algo pasaba pero no
preguntaron nada.
Comprendieron todo cuando Tess llegó minutos después como maniática, gritando
mierda y media, haciéndole saber a todo el mundo lo mal que estábamos llevándonos. Jane y
Connor se unieron al pequeño grupo minutos después y rogaba para que a Jane no se le antojara
ponerse a reclamarme junto a Tess.
— ¡Basta! — le grité a Tess, estaba harta de sus niñerías.
— ¡No! ¡Basta tú! — gritó — No eres nada mío Isabella White, no quieras controlar
mi vida, no olvides que tú podrás ser la líder de Grigori, pero yo soy la hija del otro líder y ya que
mi hermano murió, seré yo la que ocupe su lugar — cerré fuerte mis ojos, odiando que repitiera
aquellas palabras —. Y aquí se hará lo que tú digas, pero también lo que yo diga y espero que
eso lo tengan claro todos — dijo dirigiéndose a los chicos que observaban expectantes lo que
sucedía.
— Nosotros somos parte de la orden del silencio y por lo tanto, solo tenemos una
líder — dijo Caleb en un tono neutro.
— Y esa líder, es la chica a la que le estas gritando como loca, basta una orden de
ella y te juro que cerraré tu puta boca — amenazó Maokko, esto se estaba saliendo de control.
Y no era bueno que Tess se metiera en una pelea con Maokko; antes yo estaba
entrenada para defenderme, para respetar a mi oponente pero luego de eso, fui entrenada de
manera diferente, respetando a mi oponente pero dispuesta a matarlo si era necesario — y
siempre era necesario —, Maokko estaba entrenada al igual que yo y sabía que si Tess la tocaba
de alguna manera, la pequeña asiática no esperaría mi orden y la atacaría sin piedad. Y como
Tess lo había dicho, ella era la hija del otro líder, la heredera única por cuestiones del destino y no
podía ser asesinada, no por una persona de la orden o de Grigori; no podía ser asesinada porque
a pesar de su locura e ira del momento, también fue mi amiga, mi hermana y la hermana del
hombre que amaba. Por eso no pensé dos veces cuando la vi irse contra Maokko, detuve su puño
antes que impactara en el rostro de la chica que lo estaba esperando gustosa, para así tener la
excusa perfecta.
— ¡No lo hagas Tess! — exigí y entonces se giró hacia mi. Supe sus intenciones
pero al ver las de Maokko mientras soltaba su trenza del moño que siempre usaba, me preocupé
más por detenerla a ella y entonces el puño de Tess, dio de lleno en mi rostro — ¡No se metan! —
grité a todos mientras intentaba ponerme de pie.
Por supuesto Tess no estaba dispuesta a permitírmelo, se tiró sobre mí e intentó
golpearme de nuevo. Ambas necesitábamos eso, sacar la frustración e ira que nos mantenía
estresadas y había llegado el momento de descargar todo; incitada por mi propia frustración,
ataqué a Tess sin descontrolarme por completo. Nuestro entrenamiento era casi igual pero ella
tendía a molestarse mucho más rápido que yo y no, ella no se estaba conteniendo conmigo, me
atacaba con ganas, con deseos de matarme; ella ya no era mi amiga, mi hermana había
desaparecido y después de tres puñetazos, lo comprendí por completo.
— ¡Chicas, por favor! ¡Basta! — logré escuchar los gritos angustiados de Jane, pero
estábamos muy lejos de acabar con la pelea.

Logré ponerme de pie y me defendí de las patadas y puñetazos con las que Tess me atacaba,
cuando la escuché cansada, entonces fue mi turno de atacar. Con mi rodilla golpeé fuerte su
estómago, gimió cuando el aire la abandonó y antes que se doblara para protegerse, con la
misma rodilla de antes, impacté su barbilla. Se enderezó y entonces en un vano intento por lo
descolocada que estaba, quiso defenderse golpeando mi estómago con la planta del pie — o su
bota — y aproveché para tomarla de la pantorrilla, golpeé su nariz con mi frente y antes que
cayera al suelo, la tomé del cuello y la contraminé a la pared. Las dos jadeabamos, de su nariz
corría sangre y mi visión se vio opacada con la mía; había logrado abrir mi ceja.
— ¿Es suficiente? — pregunté con dificultad — ¿Hmm? — dije y apreté mas su
cuello, detuve su mano cuando quiso golpearme y logró zafarse de mí.
— ¡No! — tosió luego de decir aquello — Ahora mismo quiero ayudarte a que te
vayas al infierno. Elliot te detuvo antes, yo te mandaré directo ahí — sus palabras fueron como
cuchilladas para mí — ¡Cobarde, hija de puta! — vi como sacó un puñal y me volvió a atacar.
Me tiré al suelo y con mi pie golpeé su tobillo, cuando cayó, golpeé su mano y el
puñal voló lejos de nosotras. Me puse a horcajadas sobre ella y le di un fuerte puñetazo para
luego terminar sacando el arma que me acompañaba y lo apunté directo entre sus ojos.
— ¡Nena, no cometas una locura! — pidió Elliot. Lo ignoré.
— Déjala, tal vez así esa loca, cierra la boca para siempre.
— ¡Maokko! ¡Cállate! — reprendió Caleb cuando la chica dijo aquello.
— ¿Por qué, Tess? — pregunté con la respiración acelerada — No es porque me
fui sin decir nada, no es porque me creas cobarde.
— ¡No! Idiota, ahora me importa una mierda que te hayas ido, es más, esperaba
que no volvieras jamás — respondió. Me puse de pie y me alejé de ella sin dejar de apuntarle,
ella se sentó y con el dorso de su mano, limpió la sangre que corría de su nariz —. Fue tu culpa
— musitó y sus ojos se volvieron cristalinos.
— ¡Tess no! — pidió Jane con dolor, bajé el arma al escuchar aquello.
— ¡Fue su culpa! ¡Su puta culpa! — gritó ya con lágrimas saliendo de sus ojos — El
secuestro que sufrimos y llevó a la muerte de Elsa — negué ante lo que estaba escuchando — y
luego... Elijah murió en tu lugar, eras tú Isabella, tú la que tenías que morir.
— ¡No sabes lo que estas diciendo! — le reprendió Elliot, yo no podía dejar de
mirarla.
— Claro que lo sé, tu la defiendes porque la amas y porque eres un traidor.
Recuerda lo que le hiciste a mi hermano — yo no podía hablar después de escuchar aquello —.
Deseabas que él muriera para poder cogerte con libertad a Isabella.
— Yo lo amaba Tess — dije y su atención volvió a mí — yo no quería que él
ocupara mi lugar.
— Tú lo amabas, él a ti no. Elijah siempre amó a Amelia, recuerda que si te folló,
fue solo por vengarce de Elliot. Si acaso, sintió atracción por ti.
— Murió por ella — le dijo Jane y Tess solo rió con burla. Odiaba cada vez que
alguien decía aquello pero comprendí el punto de Jane al recalcarlo. Vi cuando se puso de pie y
cerró los ojos un momento, luego siguió esparciendo su veneno.

— Sí, porque prefirió morir, antes de sentir algo más por ella; antes de traicionar la memoria de la
mujer a la que sí, amaba ¡Ah! — gritó.
Todos nos asustamos cuando cayó al suelo, mientras se retorcía y quejaba, unos
cables pendían de su estómago y al otro lado de ellos, Maokko sostenía una pistola eléctrica, dejó
de presionarla y luego Tess quedó desmayada en el suelo. Maokko solo encogió sus hombros
cuando la miramos con asombro y desaprobación.
— Estaba harta de sus estupideces — explicó fresca, como si no había hecho nada
malo —. Era callarla de esta manera o con una bala entre sus cejas; agradezcan que no encontré
una de balas — señaló viendo la pistola eléctrica.
¡já! Hubiese querido ser la conciencia de esa chica, en serio, era mi ídola.
Mi conciencia era tan loca y descarada como Maokko, estaba comprobado.
Connor y Jane corrieron hacia Tess para ver cómo se encontraba, Maokko me tomó
del brazo y le pidió algo a Caleb que no escuché, mi mente daba vueltas luego de haber
escuchado a Tess y sus razones para llegar a odiarme; al salir del salón, encontramos a Jacob,
no sabía si había escuchado lo que acababa de suceder o simplemente acababa de llegar pero
me miró sorprendido, aunque con mi rostro lleno de sangre, cualquiera se sorprendería de verme.
No me dolían los golpes, me dolía el alma; cuando quise matarme, me sentía culpable de la
muerte de Elijah, quería morir, irme con él porque no soportaba la idea de seguir sin su presencia.
Al salir del hospital psiquiátrico, ese pensamiento cambió un poco pero, luego de las palabras de
Tess, la agonía había regresado a mí.
Entramos a una pequeña oficina en la que se había instalado Caleb; como si fuese
un robot, Maokko me hizo sentarme en una silla, Caleb y Elliot llegaron luego, ambos con cosas
en las manos, hablaban pero yo no les ponía atención; el olor a alcohol inundó mis fosas nasales,
sentí el escozor cuando Maokko puso un poco de algodón empapado del líquido en mi ceja.
— Por lo menos está consciente — la escuché decir, cuando mi rostro se frunció
por el ardor, miré a Elliot, él me observaba con lástima y odiaba que lo hiciera de esa manera.
— No me mires así y no se te ocurra decirme nada acerca de lo que ha pasado —
mascullé hacia él.
— Pero... — la mano de Caleb en el hombro de él, cortó lo que iba a decir. Me miró
una vez más pero yo quité mi vista de él, segundos después, Caleb se salió de la oficina junto a
él.
Maokko siguió limpiando mis heridas sin decir una sola palabra, ella, Caleb y yo,
nos conocíamos muy bien, los tres teníamos un pasado que nos atormentaba y por lo tanto,
comprendíamos a la perfección cuando caíamos en momentos como en el que yo estaba.
Momentos en los que ponías en entredicho, el destino de tu vida.
— Esta noche, iremos a un club — dije rato después a la chica que estaba a punto
de terminar de desinfectar mis heridas —. Ahí me reuniré con alguien que me ayudará a llegar a
mis enemigos. Caleb está al tanto de todo, él nos cubrirá; habla con él para que te de todos los
detalles.
— ¿Qué harás tu, mientras llega la hora?
— Iré al apartamento, necesito estar sola.
— No es conveniente que estés sola.
— Lo es para mí y con eso es suficiente — dije poniéndome de pie.

Ella asintió sin decir más y entonces salí de la oficina, decidida a marcharme. No estaba
emocionalmente bien para seguir en el mismo lugar donde se encontraba Tess, después de
escucharle decir todo lo que dijo, después de saber que me creía culpable, quizás nunca
podríamos estar en el mismo lugar. Me sentía mal por ella, mal por Eleanor y Myles, la duda de
que ellos también me creían culpable creció. Me subí al auto y mientras manejaba hacia el
apartamento, pensé en Elijah, en si él también me creyó culpable de lo que le sucedió a Elsa, del
secuestro de su hermana, era demasiado. Mi móvil comenzó a sonar, era un número
desconocido, imaginé que se trataba de Sombra y decidí ignorarlo, pero su insistencia me hizo
coger el aparato.
— ¿Qué quieres? — respondí de forma brusca.
— Agregar algo que la estúpida de Tess, no dijo — me tensé al escuchar su voz
robotizada. No era Sombra — aunque bueno, creo que es porque no lo sabe. Pero Elliot si,
LuzBel lo supo antes de morir — rió con burla y mi ira comenzó a cegarme.
— ¿Cómo sabes lo que acaba de suceder?
— Eso no importa, lo que importa es que también eres culpable de la muerte de tu
padre o ya se te olvidó como se puso frente a ti como un escudo — mis ojos se llenaron de
lágrimas al escucharlo — incluso eres la culpable de la muerte de tu madre y también eres
culpable de la muerte de Amelia.
— Ni siquiera la conocí, imbécil — espeté con odio.
— No, pero Elliot la entregó para salvarte a ti — soltó y como pude, me hice a la
orilla de la carretera y me detuve.
— ¿De qué hablas? — exigí saber y su risa burlona repiqueteó en mis oídos.
— O te mataban a ti o mataban a Amelia, por supuesto que él decidió por ti y
entonces sedujo a la novia de su primo, para luego entregarla a los Vigilantes. Mataron a Amelia
frente a LuzBel y tiempo después él supo las razones, supo que fue por ti, que mataron a la mujer
que amó — mis ojos casi salían de sus órbitas al escuchar aquello. Eso no podía ser verdad, yo
no podía ser la causa de la muerte de una chica a la que no conocí siquiera.
— ¡Mientes! — espeté.
— Puedes comprobarlo.
— ¿¡Por qué me sigues jodiendo la vida!?
— Porque te prometí algo y yo cumplo mis promesas. Tu no viviste solo porque
LuzBel tomó tu lugar, lo hiciste porque así lo quise, porque no había terminado contigo.
— Entonces no te escondas maldito hijo de puta, sabes dónde estoy, dónde
encontrarme. Ven y da la cara — exigí.
— Me verás hasta que me supliques que quieres morirte, entonces me apareceré
frente a ti, como un ángel de la muerte — dijo y luego el sonido de que la llamada había sido
cortada, sonó incesantemente.
Grité como loca ahí en plena carretera, miré a mi alrededor y reconocí el camino,
estaba cerca de la casa del acantilado, me subí al auto y llegué allí en cuestión de minutos. La
casa estaba cerrada pero había un camino a un lado de ella que me llevaba directo a dónde
quería estar, justo a donde hace más de tres años estuve de pie, admirando el abismo. La brisa
golpeó de lleno mi rostro cuando estuve de pie, a un paso del acantilado, sostenida del barandal.

Cerré los ojos y me dejé llevar.


— Infierno llamando al cielo.
— ¿Por qué no, tierra llamando a marte?
— ¿En que pensabas?
— En la muerte.
— Últimamente estás mas loca que de costumbre y muchas veces piensas
idioteces.
— La muerte no es una idiotez Elijah y cuando yo muera, quiero que sea por amor.
— Quieres la estupida historia de amor entre Romeo y Julieta y terminar
suicidándote.
— Romeo y Julieta murieron por una confusión y no por amor. Si lees el libro te
darás cuenta de eso. Julieta fingió su muerte para escapar con Romeo pero él no lo supo a
tiempo y se mató, al final ella terminó haciendo lo mismo.
— No hables de la muerte y menos cuando estas al borde de este acantilado
— Si te dieran a escoger como morir ¿Como quisieras hacerlo?
— ¿Que mierda tienes con la muerte White?
— Respóndeme.
— No quiero morir Isabella ¿Contenta? y si lo hago por lo menos espero que el
motivo valga la pena y ya basta de estúpidas preguntas.
— ¿Y si nos tiramos de este acantilado?
— ¿Y si mejor ocupo tu boca con una parte de mi cuerpo y así dejas de hablar tanta
tontería? — abrí y cerré mi boca sin saber que responder a eso — si White ábrela así— se rió de
mi reacción.
— ¡Eres un grosero!
— Y tu una tonta. No hables de la muerte, tú jamás morirás, no mientras yo viva y
esté ahí para protegerte. Siempre cuidando tu espalda ¿Recuerdas?>>
>
>
— ¡Bella! — giré bruscamente mi cabeza al escuchar que me llamaban —
¡Demonios! ¿¡Qué haces!?
— Todo ha sido mi culpa ¡Mi maldita culpa! — le grité, vi sorpresa y miedo en sus
ojos.
— No cometas una locura — pidió y entonces miré hacia dónde él lo hacía. Estaba
sentada sobre el barandal, con los pies hacia el acantilado, como si mi intención era tirarme de
ahí. Me mareé al ver la altura ¿Cómo había llegado a esa posición?
Sin esperarlo, él había llegado pronto a mí y tomó mi mano izquierda, me tomó de la
muñeca y tarde me di cuenta que los brazaletes no estaban. Sombra sintió mi piel levantada y
con cuidado la giró para ver de qué se trataba. Sus ojos casi se salen de sus orbitas al ver las
pronunciadas cicatrices.
— ¡Dios! — susurró asustado, yo me avergoncé como nunca antes lo había hecho
— Dime que no es lo que pienso — susurró casi aterrorizado — Isabella... ¿Qué hisciste?

— Quería... — suspiré con fuerza y muy profundo —... mi propia versión de Romeo y Julieta —
susurré, el miedo que vi en sus ojos fue enorme — pero resulta que mi Romeo, murió para no
traicionar a su verdadera Julieta.
— ¡No! Preciosa, no digas eso — la reacción de Sombra me estaba descolocando
un poco. Acarició mi rostro con su mano y la protección del guante, me miró con sus penetrantes
ojos negros —. Solo... estabas con el Romeo equivocado — aseguró — ¿Cúando hiciste esto?
— Hace mas de tres años.
— Luego de que LuzBel... — se quedó en silencio, sin saber si lo podía decir.
— Muriera — terminé por él.
— No lo intentarás de nuevo — sentenció y sin esperarlo, me tomó de la cintura y
me bajó del barandal.
Comenzó a caminar hacia el auto y me llevaba de la mano, sin decir nada; lo sentía
tenso, nervioso y lo veía muy pensativo, se aferraba a mi mano como si no quisiera soltarme
jamás, como si de alguna manera, eso le daba la tranquilidad y seguridad de que yo no correría
de nuevo hacia el borde del acantilado y terminaría lo que según él, intentaba hacer de nuevo, no
me llenadaba de orgullo que él creyera que cometería tal estupidez otra vez pero no podía
quejarme después de mis tontos antecedentes. Una imponente Hayabusa se hallaba estacionada
tras mi auto e imaginé que ahí se había conducido él. Me sentó sobre el capó del auto y acunó mi
rostro entre sus manos mientras me observaba detenidamente.
¡Puf! El chico oscuro era muy paranoico.
— Te han hecho mierda el rostro — señaló al ver mi ceja cortada y mi cara con
moretones, puse mis ojos en blanco al escuchar aquello.
— Vaya, gracias — dije sarcástica.
— ¿Quién fue? — exigió saber, entre cerré mis ojos al percatarme de su actitud y
me arrepentí de hacerlo cuando mi ceja lastimada protestó por el brusco movimiento.
— Tess — dije sin más — peleamos y al fin entendí por qué me odia tanto.
— Al menos espero que ella haya quedado peor — quise reír al escuchar aquello —
¿Por qué lo hizo?
— Porque soy la culpable de que nos hayan secuestrado, de que hayan matado a
Elsa, a mis padres y a Elijah y sabes qué, también soy culpable de que mataran a Amelia y lo
peor de todo es que creo que LuzBel, también me creyó culpable.
— No fue tu culpa.
— ¿¡No!? — dije zafándome de su agarre. Me puse de pie y me alejé de él —
Sombra, hirieron a Myles sólo para hacerme volver. Todos a mi alrededor mueren, las personas
que me importan sufren y es mi culpa.
— Y por eso pretendías suicidarte, de nuevo — espetó con ira y me dolió que
recalcara aquello.
— No quería hacerlo ahora, no sé ni cómo llegué a esa posición. Simplemente
estaba recordando, analizando todo lo que me pasa y... — lo miré pensando en algo — ¿Cómo
supiste que estaba aquí?
— Escuché cuando Cameron hablaba con su hermana — me asusté al saber que él
sabía de Cameron y Jane —. Isabella, sé de ellos desde que LuzBel logró infiltrar a Cameron y
no, no lo delataré — añadió cuando quise hablar, escucharlo me tranquilizó y eso no era bueno.
No podía confiar en él de esa manera —, ella le dijo que habías desaparecido, entonces decidí
salir a buscarte, me crucé contigo mientras hacías alto en un semáforo y de ahí te seguí — volvió
a llegar a mí y me tomó de las manos, las giró para ver de nuevo mis muñecas y entonces señaló
el pequeño tatuaje que tenía en la muñeca izquierda —. Lo vi antes y no lo comprendí — era un
punto y coma, en medio de ellos pasaba una de las cicatrices que dejó el corte que hice —, lo
investigué y me negué a creerlo, decidí pensar que no era porque habías intentando quitarte la
vida sino mas bien por lo que te tocó vivir — cerró sus ojos un momento, odié no poder ver su
rostro y así por lo menos tener una idea de lo que estaba pensando o sintiendo —.Lo único que
pasé por alto son las iniciales que hay en cada signo — añadió viéndome intensamente, me tensé
y solté de su agarre.

— La vida sigue, Sombra — musité — pero es difícil vivirla con los demonios que te atormentan,
es difícil alejarte de las personas que amas y enfrentarte a los fantasmas del pasado.
— Por eso tienes que buscar a alguien que te ayude con eso, que calme tus
demonios — aconsejó y negué —. Bella... Tu calmas mis demonios — susurró y acarició mi
rostro. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo al escuchar aquello, eso no era bueno. Sin
importarme lo que dijera, tomé su mano y viéndolo a los ojos, comencé a quitar su guante, me
permití por unos intantes dejarme llevar por lo que necesitaba en esos momentos.
Y eso era, el poder sentir su caricia sin la intromisión de un pedazo de tela.
Cuando lo hube quitado, bajé mi vista y admiré su mano, era grande, sus uñas de
una bonita U bien formada, no eran suaves, pero tampoco carrasposas, su piel blanca y limpia.
¿Limpia?
Si, limpia de cualquier rastro de tinta.
— La próxima vez, cuida mejor tus palabras — dije y suspiré — si dices algo
equivocado, me alejaré de ti — entrelazó sus dedos con los míos.
— ¿Por qué? — preguntó y no me dejó responder — No tiene nada de malo que te
confiese cuánto calmas mis demonios, cuán adictiva eres — se acercó mas a mi rostro, su aroma
me penetró y embriagó a la vez —. Cuántas ganas tengo de ti — llevó su mano a mi nuca, la
presionó ahí y su contacto casi me quemó —, de sentir tu piel caliente contra la mía, de sentir tus
besos — se acercó más y por último susurró — de escuchar muy cerca de mi oído, cuando gimes
y jadeas mientras disfrutas de como te penetro — su otra mano llegó a mi cintura y me acercó a
él. Se sentía tan bien.
— No confíes en mi — aconsejé en susurro. Si le encantaba escuchar mis gemidos
entonces también debía escuchar aquello. Me recompuse de la bruma que me habían causado
sus palabras y seguí advirtiéndole algunas cosas —. No sientas nada mas que deseo por mi y por
favor, no te enamores de mí. Yo no busco amor, ni busco jugar con fuego; aprendí mi lección y
por experiencia sé que el fuego quema.
— Ya estoy grande Bella, sé lo que hago y cómo lo hago; que no te importe si
siento más o menos por ti — pidió en un tono tajante y me miró a los ojos — No estoy enamorado
de ti — aclaró y me sentí aliviada —, pero si así fuese, te aseguro que me alcanzaría para sentir
por los dos, no me importaría que tú no sintieras lo mismo — casi me quedo sin respirar al
escuchar aquello. Ver a Sombra de aquella manera, era como verme a mi, tiempo atrás con Elijah
y entonces comprendí todo; comprendí lo que él sintió por mí.
Lástima.
— ¡No Sombra! No cometas jamás ese error — espeté — no me provoques lástima,
no te imaginas lo horrible que es darte cuenta que la persona que amaste, solo sintió lástima por
ti — dije y reí sin gracia — Elijah me creyó culpable de la muerte de la mujer que amó, yo me
enamoré perdidamente de él y sabes qué, hubiese preferido que él me odiara como lo hizo al
principio y no que sintiera lástima por mí.
— No sabes lo que dices Bella — se quejó. Me tomó de la nuca de nuevo y
presionó su frente a la mía.
— Si lo sé — aseguré — pero tengo que vivir con eso. Mi vida sigue y tengo
cuentas pendientes que cobrar.
— No te alejes de mí — pidió —, sigamos adelante con esto y déjame seguir
disfrutando de ti — llevó su otra mano a mi cuello y ambos nos vimos a los ojos —. Creéme, sé lo
que hago y con quién lo hago; tú no buscas amor y yo estoy harto de ese sentimiento enfermizo
— fruncí mi entrecejo, hacerlo dolía pero no pude evitarlo después de escuchar eso — solo quiero
desahogarme y tú buscas lo mismo.

¡Puf! Y aparte buscabas usarlo.


— Solo te pido que no te alejes, no todavía — concluyó, quise preguntarle a que se
refería con lo de ese sentimiento enfermizo pero no era lo importante en esos momentos.
— Eso dependerá de ti, no te equivoques en lo que sientes — me separé de él sin
soltar sus manos y luego caminé hacia atrás, en dirección del auto — y no confíes en mí —
recalqué y entonces me solté de él.
El que avisa no es traidor ¿eh?
No estaba segura de eso pero me hacía sentir mejor.
(****)
Al entrar la noche y antes de marcharme con Maokko hacia el club, hablé con Caleb
y Elliot y les comenté lo que me había pasado — la llamada del Fantasma — y entonces Caleb
tomó cartas sobre el asunto. Era triste pensar en que Tess era la posible traidora pero todo
apuntaba a ella, aunque habían dos puntos a su favor y eso se estaba convirtiendo en un
completo dolor de cabeza para Caleb y para mi. La organización ya no era segura, ya no había
confianza y tristemente descubrimos que los Vigilantes, estaban haciendo muy bien su trabajo;
nos estaban destruyendo desde adentro y contra eso, era muy difícil luchar.
Juntos tomamos la decisión de cambiar el destino de Myles y Eleanor y sin que
ellos lo supiesen, su vuelo sería a otro país. El maestro Baek Cho estaba al tanto de todo y él se
encargaría de explicarle a Myles lo que estaba sucediendo. Decidí llamarle a Eleanor y la cité en
el apartamento de su hijo, allí, le pedí perdón por todo lo que estaba pasando; ella me aseguró
que no me creía culpable de nada y le sorprendió mucho que Tess lo creyera así.
— Las cosas pasan por una razón, querida. Y tengo la certeza que aunque tú, no
hubieses llegado nunca a esta ciudad, yo estaría pasando por lo mismo — dijo y luego me abrazó
con fuerzas — Te quiero Isabella — susurró.
Mi corazón se hinchó al escuchar aquello, me reconfortó de alguna manera y tuve la
fuerzas para salir de ahí y buscar las respuestas que necesitaba. Sombra me llamó en muchas
ocasiones, había registrado su número con un nombre falso para así no volver a confundirme y
cómo lo había hecho antes, ignoré sus llamadas.
Pero no pudiste ignorar sus mensajes.
Y tuve muchos de ellos.
Cuídate
Fue el último que leí.
Decidí reunirme con Elliot en su apartamento, él sabía para qué y por qué. No quise
decirle nada frente a los chicos pero él estaba consciente que le pediría una explicación. Llegué
con el tiempo suficiente para hablar y luego irme para así prepararme para lo que se venía.
Cuando estuve con él, sabiamente me ofreció un trago antes de decir cualquier cosa, lo bebí de
un sorbo y luego lo miré a los ojos. Yo estaba sentada en un sofá individual y él frente a mí en la
mesita de centro.
— Tu padre te envió fuera del país, después de la muerte de tu madre, para así
protegerte — inició, me quedé en silencio, solo escuchando —. Aun así, los Vigilantes te
encontraron y comenzaron a amenazarnos, incluso casi te matan pero el maestro Cho logró
protegerte — recordé la vez que unos tipos me seguían en una de las calles de Tokio, me asusté
mucho pero de un momento a otro no los vi más, en cambio, me encontré con el maestro Cho y
dijo que andaba de compras, no llevaba bolsas, pero sí, una pequeña mancha roja en su camisa
—, eso lo sabíamos solo en California. Lucius supo que yo era primo de LuzBel, hasta ese
momento, yo supe que Amelia era su hija y había desertado de la organización para escaparse
con LuzBel y entonces me propuso entregarla a ella y solo así te dejarían en paz — negué
repetidamente al escuchar aquello y comprendí porque él me habló de los tipos de traición cada
vez que lo acusaba —. Nos acorralaron nena, cada vez que tu padre te movía de país, ellos te
encontraban y me aterrorizaba la idea de que algo te pasara — me tomó de las manos y me miró
a los ojos —. Tomé la decisión de aceptar su propuesta y entonces llegué aquí; fue fácil
acercarme a Amelia y... seducirla cuando LuzBel le daba más atención a los negocios y a Grigori,
aunque muchas veces dudaba de lo que iba a hacer. Cuando la llevé a aquel hotel mi intención
no era acostarme con ella pero Derek y los demás hombres se retrasaron y entonces dijeron que
la entretuviera — me zafé de su agarre y me puse de pie, caminé dándole la espalda y llevé una
de mis manos hacia mi frente —. Amelia no era estúpida cuando estaba en sus cincos, ella era
una guerrera de tácticas y muy inteligente; habíamos ido al motel por una sola razón según ella y
si eso no pasaba, entonces comprendería todo, se marcharía y a ti te matarían — dijo llegando
detrás de mí — Me acosté con ella y luego LuzBel nos encontró en la cama, me golpeó y yo me
dejé, creí merecemerlo y casi me mata en ese momento — rió sin gracia — eso no estaba en los
planes; yo solo tenía que entregarla a su padre. Cuando Derek y sus hombres llegaron, me
hicieron salir de ahí, no iba a hacerlo pero si me negaba, me mataban ellos o me mataba Luzbel y
antes que eso pasara, tenía que asegurarme que el trato había sido cumplido y tú estabas bien —
me estremecí al imaginarme todo, podía ver la ira de Elijah, su indignación —. Era Amelia o tú y
mi decisión era clara, para mi eras tú, solo tú. Mi amor fue egoísta pero no me importó ni me
importa, lo volvería a hacer Isabella, aunque mi conciencia me mate, lo volvería a hacer — puso
una de sus manos en mi cintura, limpié una lágrima solitaria que rodaba por mi mejilla —. Pero
fue mi decisión, mi responsabilidad, mi culpa, solo mía — aseguró.

— ¿Él lo supo? ¿Supo tus razones? — pregunté con dificultad.


— Lo supo el día de tu secuestro, le confesé todo, le dije cada una de mis razones.
El trato había sido entregarla, no le harían daño pero mintieron, la... asesinaron frente a LuzBel —
dijo con dificultad — y casi lo matan a él — mi corazón se aceleró cuando dijo eso. Habían tantas
cosas que yo desconocía —. Lo último que él me dijo antes de que yo saliera de aquella
habitación, era que pagaría caro lo que había hecho, me juró que me arrepentiría y cumplió algo
— me abrazó fuerte e hizo que pegara mi espalda a su pecho —. Me quitó tu amor — susurró y
dio un leve beso en mi cuello — pero estás viva y por eso no me arrepiento de nada — escuchar
aquellas palabras hizo que mi corazón se oprimiera.
— Él me creía culpable — susurré y rió.
— LuzBel comprendió todo después de conocerte. Era un hijo de puta porque lo
abrumaste nena; nunca te creyó culpable, él solo no sabía como lidiar con lo que tu le provocabas
— cerré fuerte los ojos al escuchar aquello.
— ¿Por qué nunca me lo dijiste? ¿Tus razones para traicionar a tu familia?
— ¿Que habrías hecho si yo te decía todo, aquella vez en el búnker? Cuando
supiste lo que yo había hecho — preguntó y no hubo necesidad de pensarlo tanto.
— Me habría ido de ahí contigo.
— Aunque lo amaras a él — aseguró y aunque quise negarlo no pude. Elliot me
conocía muy bien. Sonrió al ver mi reacción —. No quería tu gratitud Isabella, tu amor sí y si no lo
tenía, entonces no te ataría a mi por agradecimiento.
El saber aquello no me hacía sentir menos culpable pero por lo menos me sentía
mas tranquila, Elliot era único, a pesar de sus errores y decisiones, era el hombre mas bueno en
mi vida y por eso no me permitía darle falsas esperanzas y si algún día algo sucedía de nuevo
entre nosotros, no quería que pasara en un momento tan turbio como el que atravesaba. No
podía usarlo y estaba segura de algo.
¿Qué Elliot era un hombre del cuál podías volver a enamorarte?
Exacto y yo no quería volver a enamorarme.
Me giré y lo abracé fuerte, él me correspondió y lo agradecí interiormente,
necesitaba eso de alguien que me quisiera de verdad y sabía que solo en él, podía encontrar tal
sentimiento.
(****)
Elliot no sabía nada de lo que haríamos Caleb, Maokko y yo, era mejor así, mientras
menos sabían, mejor salían las cosas y hacia dónde íbamos, habían pocas probabilidades de ser
atacados por Vigilantes. Según las investigaciones de Caleb, la ciudad era una zona neutral y ahí
estaban prohibidos los ataques entre bandas u organizaciones enemigas. Con Maokko nos
dirigimos hacia Vértigo en un coche y Caleb se condujo en otro; yo vestía un vestido rojo, sin
mangas ni tirantes, mis hombros estaban desnudos al igual que mis piernas — el vestido cubría la
mitad de ellas —, mi cabello recogido en un desordenado moño y mi maquillaje era muy
pronunciado, ocultaba todos los morados que tenía aunque no pude hacer mucho con el corte en
la ceja; usaba una liga en mi pierna derecha y ahí escondía un pequeño puñal, mi cabello estaba
sostenido por un broche que también servía como puñal — había sido obsequio de Maokko —. La
chica a mi lado vestía con un corto y sexy vestido azul, su cabello trenzado y en moño como casi
siempre lo usaba y en el, también había un peculiar broche. Nuestros tacos eran muy altos pero
aún así, yo era mucho mas alta que ella.

Estacionamos el auto en uno de los lugares disponibles frente al club; las paredes de éste,
estaban pintadas de un beige sucio y sin gracia, las letras con el nombre eran de color blanco y
pequeñas bombillas azules abajo de el, le daban un aspecto fluorescente. Había una larga cola
en la entrada y deseando que la suerte nos acompañara, decidí irme directo hacia uno de los
guardaespaldas que hacían su guardia en la puerta.
— ¿Se les ofrece algo, preciosas? — preguntó con voz seductora.
— Sí, que dejes de hablar como idiota — le di un codazo a Maokko para que se
callara y sonreí a manera de disculpa.
— Perdona a mi amiga, viene un poco bebida y se las da de lesbiana cuando está
en ese estado — dije y sentí la mirada asesina por parte de ella —. Ya sabes, intenta cuidar su
territorio en estos momentos — agregué y el tipo rió con gracia — Tengo una cita con Darius —
mentí y su sonrisa se borró.
— No conocemos a ningún Darius — respondió el tipo de inmediato pero sabíamos
que mentía y lo hacía muy mal.
— Pregunta a ver si alguien adentro lo conoce y dile que lo busca Isabella White —
fui directa y vi la sorpresa en los ojos del tipo.
Como lo supuse, al saber que era yo, quién lo buscaba, no me lo negarían más; nos
hicieron pasar de inmediato y fuimos recibidas por la música a todo volumen, el olor a alcohol y
tabaco y personas disfrutando de su noche. El lugar no era demasiado grande y estaba repleto de
gente, el tipo que nos dirigía subió unas gradas de metal y nos condujo hacia un privado en la
segunda planta; otros tipos estaban ahí haciendo guardia, tres más disfrutaban de la botella de
whiskey en su mesa y las mujeres en sus piernas y uno más estaba dándonos la espalda, frente a
una barra disponible solo para ellos. Mi corazón comenzó a bombear en un frenesí total cuando lo
miré detenidamente; espalda ancha y caderas delgadas, torneado de cada músculo que era
posible sacar con tres horas diarias en el gimnasio, sus brazos y parte de lo que podía ver de su
cuello, estaban llenos de tatuajes. Vestía un jeans gris desgastado y una camisa negra, su
cabello estaba un poco largo de arriba, corto de los lados, en un look desordenado, bebió el
liquido completo del vaso que el bartender le había dado.
— Si no te lo follas tú, lo haré yo — susurró Maokko de manera disimulada.
¡Já! ¡Mi ídola!
Tuve la sospecha que Maokko y mi conciencia, eran la misma persona.
— Darius, estás son las chicas que preguntan por ti — anunció nuestro guía. El
chico de la barra era Darius y se giró para vernos.
Contuve la respiración cuando lo vi a la cara, él se parecía mucho a Elijah pero
aunque podía ver que estaba repleto de tatuajes, todos eran diferentes a los de mi tinieblo. Me
sonrió de lado, su sonrisa era sensual y malévola.
Combinación perfecta.
Yo diría peligrosa.
Sus orejas tenían piercings, su ceja izquierda también tenía uno, en su nariz había
otro ¡Wow! Caminó mas cerca y llegó frente a nosotras, sus ojos eran del color de la noche, muy
penetrantes y olía delicioso, era un olor conocido para mí, aunque no pude saber bien de dónde
lo había percibido.
— Isabella — dijo casi en un susurro y tomó mi mano con las suyas, también
estaban tatuadas. Llevó mi mano directo a sus labios y besó el dorso de ellas. Me estremecí.
Tenía un piercing en su lengua.
Y la voz de un ángel aunque creía que solo era un demonio disfrazado de ángel.
— Te han dicho que haces alarde de tu nombre — Dijo despegándose de mi mano
y viéndome a los ojos — Bella — saboreó aquella manera de llamarme, tragué fuerte.
— Me lo dijo alguien que se esconde tras una máscara... después de besarme —
dije tentando mi suerte, el rió, no era la reacción que yo esperaba. Esperaba ver nerviosismo,
como muchas veces lo veía en Sombra pero, Darius lucía tranquilo, demasiado y hasta un poco
altanero.
— Y es sorprendente que después de probar tus labios, haya tenido el valor de
enviarte a mí y arriesgarse a no volver a probarlos — carraspeé nerviosa. Él me estaba poniendo
muy nerviosa.
Y comprendí porqué Sombra se negaba a que yo fuera allí.
Habías llegado directo a la boca del lobo.

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Capítulo 10 (1/2)

¡¡¡Sorpresa!!!
Decidí adelantarles este capítulo en agradecimiento por el apoyo que me siguen
dando y sus bellos comentarios. He leído algunos dónde dicen que se han confundido y otros
dónde ya quieren que se revelen muchas cosas, pero... aquí viene el famoso pero 😅 les
recuerdo que la novela apenas va empezando, si sienten tanto tiempo es porque no subo los
capítulos completos a excepción del 7 y 9, aun falta llegar a las revelaciones, aunque ahora les
adelantaré algo. Otra cosa es: cuando Elijah narraba en Corazón de Hielo, él descubrió algunos
secretos de Isabella incluso Elliot los descubrió, pero por seguridad de ella en ese momento, se lo
ocultaron, aunque el momento de saber todo está llegando poco a poco junto con su venganza.
Por favor no se impacienten tanto y les daré un consejo; no se pongan a ver cada detalle que les
de esperanza de que Elijah está vivo. Hay detalles sobre los secretos que envuelven la vida de
Isabella que muchas han ignorado. Bueno espero les agrade este capítulo y lo disfruten mucho,
cualquier duda no duden en hacérmela saber, ya sea en comentarios, imbox o en instagram.
Los quiero mucho 😚😚😚

~Capítulo 10~
[Parte 1]
Había llegado hasta Vértigo por una sola razón y la olvidaba por momentos al
sentirme tan abrumada, el hombre frente a mí me abrumaba en sobremanera y sabía que él, al
percatarse de eso, lo disfrutaba mucho. Maokko era una mujer fuerte, inteligente y siempre atenta
a su alrededor pero por primera vez, estaba como idiota viendo a Darius y disfrutando de cada
palabra que salía de la boca de éste.
Gloriosa boca diría yo.
Tú tan perra como ella.
¡Nah! No perras, sí, mujeres que sabíamos disfrutar de lo que la vida nos ponía
enfrente.
Era lo mismo para mí.
¡Já! Tu eras la aburrida.
Dejé mis tontos pensamientos de lado e intenté sonreír sobre algo que Maokko dijo.
Nos habíamos sentado en uno de los sillones de cuero que adornaba el privado y bebí de un
sorbo la bebida de mi vaso, Darius me miró atento y sonrió de lado, hice un patético intento de
sonrisa como respuesta pero no me salió del todo de bien.
— Vamos a mi oficina, ahí podremos hablar tranquilos, de lo que desees — invitó y
asentí.
Se puso de pie y lo imité, sin preguntarlo o preveerlo, tomó mi mano y me guió
hacia su oficina. No me solté de su agarre y decidí seguirlo sin decir nada pero cuando abrió la
puerta del lugar y me invitó a pasar, me zafé de su mano de manera natural. El lugar era de
colores oscuros y rojos y olía muy bien, aunque al imaginar para qué podía ocuparlo a parte de
negocios, el olor ya no me fue agradable.
— Toma asiento — pidió señalando uno de los sofás individuales que ahí había. Lo
hice e intenté cerrar bien mis piernas.
Sí, solo tú usabas vestidos sin bragas.
Ja ja ja
— ¿Quieres algo de beber? — ofreció y negué.
— Ya bebí mucho por hoy, Darius — nos miramos a los ojos y lo vi sentarse frente a
mí —. Vine aquí por una sola razón.

— Lo sé y ahora agradezco que necesites de mí y me honres con tu hermosa presencia — sonreí


sin poder evitarlo — ¿Te parece gracioso lo que digo?
— Mucho — dije sincera —, no me lo tomes a mal pero, odio que me traten como
una damisela, no me van los hombres cursis — esa vez fue él, el que rió.
— No, Bella. No es que no te gusten, simplemente no estás acostumbrada — nos
miramos por unos largos segundos. Fui la primera en romper el contacto.
— Como sea, no vine aquí para hablar de lo que me gusta o no, de lo que estoy
acostumbrada o no — aclaré un poco mas alterada de lo que esperaba.
— ¿Y qué necesitas de mí?
— A Derek — solté sin más. Por primera vez reaccionó como lo esperaba antes y
eso no me gustó en esos momentos.
Darius se puso de pie y me dio la espalda; no me gustó que lo hiciera porque así
me recordaba más a Elijah y a... Sombra ¡Mierda! Si no fuese porque había logrado ver las
manos de Sombra, en esos momentos mi duda porque él y Darius eran la misma persona, habría
crecido más.
— No es fácil lo que me pides — su respuesta activó en mi la ira que reprimía.
— ¡Estoy harta de esa maldita respuesta! El hijo de puta no es un maldito dios
¿Cómo es posible que sea tan inalcanzable para mí? — espeté y me puse de pie, él se giró para
verme — ¿Sabes Darius? Desde hace muchos años, vengo enfrentándome a situaciones en mi
vida que no tienen explicación. Mataron a mi madre por deudas pendientes con mi padre, sus
enemigos me persiguen aún cuando él ya está muerto, me quitaron todo y me siguen jodiendo y
no logro entender por qué — terminé con la respiración agitada, él se acercó a mí. intentó
acariciar mi rostro pero se lo impedí.
— Tu padre tuvo que dejarte las respuestas a todas tus preguntas — susurró
empuñando la mano que había quedado cerca de mi rostro, solté el agarre que había hecho en
su muñeca —. Sólo no has buscado bien.
— ¿A qué te refieres?
— Antes de morir... ¿Él no te dijo algo? Algo que pueda ser la clave de lo que
buscas — dijo e hice memoria.
Me alejé de él.
La muerte de mi padre, era una de las tantas muertes que marcaron mi vida y no
me gustaba recordar. Cada momento de mi pasado dolía recordarlo — a excepción de algunos —
y por eso lo evitaba a toda costa.
— Dame un trago — pedí y se fue hasta la mesita donde descansaba una botella de
líquido café.
Lo necesitaba, si iba a recordar entonces necesitaba algo que me hiciera soportar el
dolor de los momentos vividos. Me entregó un vaso hasta la mitad de bourbon y un poco de hielo,
di un pequeño sorbo y me volví a sentar, él me imitó y se sentó frente a mí. No sabía la razón
pero algo me hacía confiar en Darius y tenía la seguridad que Sombra también confiaba en él a
pesar de saber que intentaría ligar conmigo, porque era obvio que lo sabía.
— Sé que no será fácil, pero, intenta recordar cada evento vivido con tu padre.
Cada cosa que te haya marcado, por muy dolorosa que sea — pidió y vi la intención de ayudarme
en sus ojos —. No puedo prometerte nada, Bella, pero por el momento, es de la única manera en
la que puedo ayudarte — asentí aunque no era lo que esperaba.

Di un sorbo más a mi vaso y suspiré profundo; no sería nada fácil, estaba segura de eso. Decidí
recordar el secuestro que viví junto a Elsa y Tess, aunque obvié algunas cosas que sabía que no
iban a dejarme continuar. Me vi frente a Lucius, el Fantasma y... Sombra — el primero que conocí
y el cual fue asesinado por Elijah — por primera vez pude comparar a ese Sombra y el que
conocí en el cementerio. El primero siempre me miró con odio, con ganas de hacerme pedazos y
aunque lograba notar algunos músculos en su cuerpo. él era mas delgado y alto. Recordé
también el odio de Lucius al verme, la repulsión que le causaba mi presencia.
— Tu madre fue una puta y tu padre un mal nacido hijo de puta. Fue por eso que
murió tu madre y lo hizo como lo que era... ¡Una maldita ramera! — gritó y odié que se refiriera a
mis padres de aquella manera.
— No me importa lo que usted diga — le dije y noté como el Fantasma empuñaba
sus manos, con ganas de callarme.
— ¡Dile John! Dile a tu hija quién fue su madre — le exigía a papá, yo lo miré pero
él no me miró a mí.
— Ambos sabemos a la perfección que fue la mujer más fuerte y valiente que
conocimos — fue la respuesta de mi padre. Lo dijo con una seguridad increíble y eso me bastó
como la única y mas importante respuesta.
— Fue una maldita perra — masculló el Fantasma con su voz robotizada, a pesar
de eso, noté el odio que destilaban sus palabras.
— La peor de todas — coincidió Lucius. Odiaba que hablaran así de mi madre,
sobretodo cuando ella ya no podía defenderse.
— Mejor cierren la boca malditos cobardes y no hablen de alguien que no puede
defenderse — mascullé con ira.
— ¡Hijo de puta! Déjala — gritó papá cuando Lucius me dio una cachetada que me
hizo girar el rostro, mis ojos ardieron al igual que mi rostro — Enfréntate a mí y no a una niña que
ni siquiera puede defenderse — era irónico que papá dijese aquello cuando ambos estábamos
amarrados. Lucius se carcajeó al disfrutar lo que estaba haciendo, volvió a afobetearme, en la
otra mejilla y deseaba con todo mi corazón poder soltarme.
Papá como pudo y con un movimiento que jamás creí ver en él, golpeó a Lucius en
las bolas, éste se dobló de dolor frente a mí y al hacerlo, le di un fuerte cabezazo que lo hizo
enderezarce de nuevo. Maldijo y sacó un arma, le quitó el seguro y la colocó en mi frente. No era
el momento para reír pero una leve sonrisa se formó en mis labios al ver la sangre que salía de
una de sus cejas.
El tipo estaba dispuesto a matarme, eso era seguro y al entenderlo, un escalofrío
me atravesó. Yo no quería morir, no sin antes estar con papá de nuevo, no sin ver a Elijah una
vez más y decirle cuanto lo amaba, a pesar de que él, había roto mi corazón y me había
demostrado lo poco que le importaba; no cuando el mismo chico que rompió mi corazón, llegó a
mi rescate antes y me hizo sentir un poco de cariño por su parte.
— No dañes a mi hija — suplicó papá al ver como el tipo me apuntaba —. Aquí
estoy yo Lucius, fui yo quién te dañó a ti, no ella... Por favor, no la lastimes — eso no era
aceptable para mí, papá no tenía que rogarle a nadie y me dolió que por mi causa, se humillara
ante su enemigo.
— ¡Maldito hijo de puta, si me vas a matar hazlo! — exigí dolida al ver a mi padre en
esa situación. La mirada de él me demostró que no agradecía lo que hacía, pero no podía evitarlo
— pero no mancharás la memoria de mi madre y no harás que vea de manera distinta a mi padre
— aclaré con convicción.

— No cabe duda que eres igual a Leah — dijo él y no supe interpretar la emoción en sus palabras
— lástima que lleves la sangre de este hijo de puta.
— Permíteme matarla a mi Lucius — pidió el maldito Fantasma — Sombra y yo
podríamos divertirnos con esta zorra — pidió con furia, lo miré desafiante.
— Sé que quieres hacerlo pero no — dijo Lucius y el chico bufó — esta venganza
es mía y la voy a disfrutar — aseguró — tráiganme la daga, esa misma que probó la piel de Leah
y ahora la de su hija.
— ¡Bella! Tranquila — la voz de Darius me regresó al presente, estaba sudando y
temblando — ¿Puedes seguir? — preguntó y asentí; tomó mis manos y entonces en vez de
apartarme de él, las tomé más fuerte, me regaló una sonrisa cálida en respuesta.
Vi como mi daga salió del costado del Fantasma, a lo lejos noté como Elijah cayó al
suelo al ser golpeado por un tipo y quedó inconsciente, me asusté al creerlo muerto y esa
distracción me costó caro. Como si fuese cámara lenta, vi a mi padre ponerse frente a mí y luego
como una katana atravesó su pecho, me quedé petrificada y cuando el cuerpo de mi padre
comenzó a desvanecerse, miré al Fantasma y en sus ojos, noté la satisfacción de lo que había
hecho y casi pude imaginar su sonrisa de suficiencia. Me tiré sobre el cuerpo de papá sin poder
creer lo que había sucedido.
— Papá, no — susurré, o eso creí. Mi voz se oyó demasiado fuerte para ser un
susurro — ¡Papá! — volví a gritar y escuché la risa estridente del maltido frente a mí.
— Recuérdame como el fantasma que te hará conocer el infierno sin necesidad de
morir y esto te lo juro Isabella White — pronunció cada palabra con odio. Me observó con mas
odio.
— Y yo te juro que te arrastraré conmigo a ese infierno — grité con ira, con dolor. Lo
vi correr, huir como un maldito cobarde. Giré mi vista de nuevo a mi padre, tosió y sangre salió de
su boca —. Papá — supliqué — no me abandones.
— Mi niña — dijo con dificultad, intentó acariciar mi rostro y lo logró con dificultad
—, jamás olvides nuestras vacaciones en Hawai — pidió — y por favor prométeme que no te
alejarás de LuzBel, él... y Elliot te ayudarán a comprender muchas cosas.
— No hables papi por favor — dije con miedo de que eso lo dañara más.
— No nena necesito que me escuches — suplicó y asentí — LuzBel y Elliot hicieron
una promesa, uno la hizo de sangre y otro de vida, tú sabes la diferencia e importancia de ambas,
quiero que te quedes al lado de ellos y tomes mi lugar — negué con lágrimas en los ojos, lloré al
ver cuan difícil le era hablar —, el lugar para el que siempre te preparé — confesó —, llegó la
hora de que mi ángel caiga y se convierta en una verdadera líder. Eres mi sucesora Isabella no
me defraudes y recuerda siempre que te amo y para mí y tu madre, tú siempre fuiste lo más
importante de nuestras vidas y estaremos contigo aun desde la muerte — susurró y vi como sus
ojos se cerraban.
— Papá, no — susurré de nuevo, cayendo en la realidad. Abriendo mis ojos y
sintiendo como una tela suave era pasada en mis mejillas.
Darius estaba ahí, limpiando mis lágrimas y observándome con comprensión.
— Sé que es difícil pero... ¿Lograste recordar algún detalle? — preguntó minutos
después, cuando había logrado calmarme un poco.

— Solo uno de los motivos por los cuales deseo encontrar a los tres hijos de puta que mas daño
me han hecho — inquirí con dolor y mucho odio.
— Vamos preciosa, debe haber algo más — dijo y lo miré.
— Han habido dos Sombras — solté y asintió, lo miré suplicando que hablara.
— El primero fue un malnacido, un lameculos dispuesto a cumplir los caprichos de
su amo — comprendí porque aquel tipo me miraba con tanto odio —. El segundo solo llegó para
cubrir una vacante, luego de que LuzBel asesinara al primero. Ese Sombra se vio obligado a estar
ahí, ocupando ese lugar, por una promesa, una promesa hecha a alguien en su lecho de muerte
— me tensé al escuchar aquello —. Todo en nuestras vidas está basado en promesas hechas de
sangre o hasta de la propia vida y tú sabes eso — asentí, estaba consciente de eso —. Al
segundo Sombra se le ordenó encontrarte y entregarte pero él, se regía por sus propias reglas; su
promesa fue proteger al Fantasma de cualquiera que le quisiera hacer daño injustamente, por eso
tu no estabas en sus planes — sonrió y me miró a los ojos — y cuando te conoció, quedó
embobado de tu belleza, aun si hubieses sido tú, la culpable de todo, creo que él no te habría
entregado y habría roto por primera vez una promesa de sangre.
— Hablas como si conocieses a la perfección los sentimientos de Sombra — inquirí
—, como si hubieses sido tú — suspiró y luego rió por lo que había dicho.
— Conozco a Sombra — confesó y me vi tentada a preguntarle como era.
Me puse de pie y le di la espalda, no había llegado ahí para hablar de chicos,
aunque deseaba con todas mis fuerzas, saber la identidad del chico que iba a ayudarme.
Mentiras, no querías saber su identidad, para así no sentirte tan culpable.
Tú podías pensar lo que quisieras.
Di un respingo cuando sentí a Darius llegar detrás de mi, con su mano rodeó mi
cintura y respiró en mi cuello. Me tensé. Podía acostarme con Sombra sin setirlo mal pero estar
así, con Darius, no lo sentía correcto, bien si y mucho, pero para nada correcto.
— Las nuevas órdenes de Sombra, han sido mantenerse alejado de ti — susurró en
mi oído, la palma de su mano llegó justo a donde estaba mi cicatriz y su contacto me quemó —
pero, por lo que veo... no ha podido cumplirlas.
— ¿Por qué? — dije recomponiéndome un poco y saliendo de su agarre, me giré y
lo miré a la cara.
— Es obvio ¿no? — dijo y lo miré sin entender — Lo traes loco Bella, y no lo culpo
pero, para el Fantasma y Lucius eso no es bueno. Si alguien se entera que ha estado cerca de ti
y te ha ayudado, entonces es como si hubiese roto su promesa.
— Y lo matarían — susurré sorprendida, Darius asintió —. Esto es una mierda —
me quejé.
— ¿Qué mas recordaste? — dijo sacándome del tema.
— Lucius llamó a mi madre ramera y a papá como un hijo de puta mal nacido.
Entiendo que entre ellos pasó algo y ese odio trascendió a mi — lo miré y él me veía atento —
¿Qué pasó? Papá antes de morir me pidió que no olvidara algo y...
— ¡Ahí está! — me cortó y lo miré — Enoc te pidió que no olvidaras algo, eso
significa que ese algo te llevará a lo que necesitas para entender muchas cosas — entendí a lo
que se refería, papá quería que recordara la fecha de aquel viaje a Hawai, eran los números de
algo y entonces comprendí que tenía que viajar a California lo mas pronto posible.
— Tendré que salir de viaje — le dije y me miró sorprendido —. Darius ayúdame a
llegar a mis enemigos antes — pedí, supliqué.
— No puedo dejar que llegues a ellos y los dañes en territorio de Vigilantes — dijo y
maldije frustrada — Isabella, no puedo dejar que ellos te dañen.
— ¡Basta! — pedí cegada de ira.
— Bella, yo soy uno de esos que ha hecho promesas que no puede cumplir una vez
que te conocen — soltó y lo miré —, sé por qué Sombra te envió conmigo.
— Habla — exigí.
— Puedo hacer que llegues a ellos pero no podrás matarlos ahí mismo. Tendrás
que planear bien lo que harás, estudiar tus pro y contras y demostrarles que al igual que ellos, tú
también estas cerca y puedes joderlos cuando quieras — mi corazón se aceleró de alegría al
escuchar aquello —. Aunque creo que Sombra no consideró cómo lo voy a hacer y si supiese,
vendría aquí y nos mataríamos a golpes — sonrió con burla.
— Él no es mi dueño Darius, no tiene por qué saber todo lo que hago o digo — dije
con seguridad y asintió.
— La manera en la que puedo hacerte llegar a ellos no sé si te gustará. Hay un club
exclusivo para los Vigilantes, cada semana se reúnen allí para ver a las chicas bailar —
comprendí su punto — y cada semana son chicas diferentes y con disfraces — me observó
expectante —. Puedo hacerte llegar como una de esas chicas — cerré mis ojos al escuchar
aquello.
— ¿Tú vas a ese club? — susurré.
— Yo soy parte de los Vigilantes, aunque no lo haya deseado — respondió —
Sombra también lo es — soltó y me incomodé, sabía a qué se refería con esa respuesta —
¿Aceptas, Bella?
Vamos Isa, seguro que Maokko estaría encantada de acompañarte a esa misión.
Tendrías a Darius y al chico oscuro juntos y además a nuestros enemigos.
— Llévame allí — respondí segura — a mí y a Maokko — asintió y sonrió.
— Siempre supe lo decidida que eras con solo verte — halagó — y no te
preocupes, yo te cuidaré, las cuidaré — aseguró — Lo prometo Bella — se acercó a mí, muy
cerca de mí. Me miró casi acariciándome con la mirada — así como prometo que volveré a probar
tus labios — un escalofrío me atravesó el cuerpo entero al escuchar aquello, Darius me
intimidaba y...
— ¿Volverás? — pregunté, entonces vi en sus ojos lo que antes había esperado
ver.

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Capítulo 10 (2/2)

Juntos somos más y tu petición me llegó mucho, tanto así que vi algunos vídeos acerca de la
situación en Venezuela y creéme, quedé sin palabras. ¿¡Cómo es posible que una madre de
gracias a Dios cuando su hijo muere!? ¿Saben cuando lo es? Cuando no tiene cómo darle de
comer, cuando su hijo muere poco a poco de hambre y Dios al fin quita ese sufrimiento, es ahí
cuando esa madre da gracias a Dios, porque sabe que es mejor la muerte a que su hijo viva la
agonía de un día a día de miseria. No soy venezolana y mi país igual sufre una situación terrible,
pero no está en las condiciones tan deprimentes de Venezuela. Escribo porque amo hacerlo,
porque mi mente suplica que saque mis locas ideas de la cabeza y las plasme para que otros
disfruten de mis locuras, leo porque es una de mis mayores pasiones y si Dios me ha permitido
llegar tan lejos con este libro, llegar a tantas personas de buen corazón, entonces aprovecho este
medio para pedir una oración por Venezuela, por la situación que viven en ese país, también por
mi país El Salvador y el país que ahora me acoge Estados Unidos, por Siria y todos aquellos
países que amenazan la paz del mundo y no solo por esos países, si no por las personas que los
habitan y nos roban el sueño con la amenaza de una vida condenada al sufrimiento. Únamonos y
pidamos a nuestro creador que nos ayude a recobrar la paz y nuestra calidad de vida. Juntos
somos más — lo repito —, probemos eso. Girl_Salvatore dedico este capítulo y estas palabras a
ti y tu país, esperando llegar a los corazones de quienes me leen.
MirSolCi
potylinda
También dedico este capítulo a ustedes dos, esperando que sea lo que esperaban y
lo disfruten al igual que yo cuando lo escribí. Gracias por su apoyo y comentarios y también
gracias de nuevo, a todos ustedes, lectores y lectoras que me apoyan siempre, gracias por sus
comentarios y por formar parte de una gran familia a la cual no conozco pero igual aprecio.
¡Disfruten del capítulo!
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~Capítulo 10~
[Parte 2]
— ¿Y qué te respondió? — preguntó Maokko, íbamos en el auto y le comentaba
acerca de lo que había sucedido con Darius y sus promesas.
— Ese maldito supo evadirme en un nivel de Dios — me quejé y de soslayo la vi
sonreír — Aunque sea lo que sea que quiso decir, creéme que lo voy a averiguar — aseguré —
¿Qué te causa gracia?
— ¿Gracia? Nada — dijo —. Emoción sería. Sabes lo increíble que será estar en
ese club, bailarle a nuestros enemigos y luego darles a probar un poco de nuestra exquisita
agrimiel.
Dijo en un tono familiar y altanero para mí; siempre empleaba ese tono cuando algo
muy macabro pasaba por su mente y esa no era la excepción. Caleb ya había sido informado de
nuestro regreso y nos esperaba en el punto que habíamos acordado. Mi encuentro con Darius
había dado buenos frutos al final de todo, aunque también avivó muchas dudas que tendría que
descubrir por mi cuenta.
En adelante, tendríamos que ser cuidadosos para que nuestros planes se
cumpliesen a la perfección y preparar todo para entrar al dichoso club como bailarinas e intentar
dar un golpe a los malditos que tanto me jodían la vida. Por otro lado, el viaje que había
pospuesto a California pronto tendría fecha; hablar con Elliot estaba al principio de mi lista de
cosas importantes que hacer, él se había encargado de todo en California durante mi ausencia y
era el único que me podía ayudar a descubrir, en qué momento exactamente, tenía que recordar
el viaje a Hawai.
— ¿Se puede saber dónde diablos estas? — miré a Maokko quién sostenía mi móvil en manos y
leía un mensaje que acababa de llegar — ¡Vaya! Tienes a alguien que te controle la vida — se
burló — y el remitente está registrado como O.
— Creo que eso no es de tu incumbencia, maldita entrometida — dije y rió —. Y
nadie me controla la vida.
— El mensaje dice lo contrario.
Nos adentramos en una discusión debido a sus acostumbradas indiscreciones e
intentó saber más acerca del remitente de dicho mensaje. No dije nada, ya que dicho remitente
no podía ser sacado a la luz y mucho menos tenía que enviar un mensaje con tal contenido;
habían muchos mensajes de él sin leer y tuve que arrancar mi móvil de las manos de Maokko,
antes que los leyera todos.
— ¡Ya sé! Es alguien que te folla muy duro y tremendamente delicioso y no me lo
dices por miedo a que yo también quiera probar — aclamó con emoción y pegué una carcajada
ante tal estupidez.
— No es nadie para mí — dije y entonces ella rió de mi respuesta lo cual no me
agradó.
Unos kilómetros más recorridos y tuve que frenar de golpe cuando en medio de la
carretera, estaban cinco motocicletas estacionadas a manera de impedir el paso.
— ¡Maldición! — me quejé cuando tuve que parar, vi la astucia de Maokko al sacar
las armas y prepararse para un ataque. De nuevo mi cuerpo reaccionó a la mirada penetrante de
alguien, lo busqué y encontré en medio de los demás, en la misma Hayabusa que lo había visto
antes.
— ¡No puede ser que nos hayan tendido una emboscada! — farfulló histérica la
chica a mi lado.
— Cálmate Maokko, no es una emboscada como la que piensas — le aclaré y en su
rostro solo había confusión.
Sin esperar más, Sombra bajó de su motocicleta y pude ver como un enorme
mastodonte lo acompañaba cuidando su espalda — reconocí a ese mastodonte como Marcus —
y caminaron directo hasta el auto. Maokko quitó el seguro de las armas, preparada para atacar y
negué a lo que hacía, a la vez que le dediqué una mirada penetrante de deja eso y cálmate.
— No vamos a dejar que nos maten — aseguró, ella no entendía que el chico por el
que tanto preguntó antes, casi estaba en sus narices.
Sombra llegó hasta mi lado y tocó el vidrio para que abriera, suspiré y luego lo bajé;
a pesar de la oscuridad que nos regalaba la noche, pude notar algo diferente en su manera de
mirarame. Era como la mirada que imaginaba en un lobo, antes de comerse a su presa.
Pero era un lobo excitante y ojalá te comiera de nuevo, con todo eso grande que
tenía.
Tan perra como siempre.
— Baja del auto — exigió y odié la forma en que lo hizo.
— Ella no bajará de nada — respondió Maokko y apuntó su arma directo al rostro
de él. Puse mi mano de inmediato en el arma de ella, se sorprendió demasiado cuando hice eso y
no la culpaba, pero conociéndola, sabía que iba a disparar y no podía permitirlo.
— Querías saber quién era el remitente de mis mensajes, pues aquí lo tienes — dije
lo último de manera sarcástica. Su rostro fue cómico, ella no podía creer lo que salía de mi boca.
— ¡Es el chico O! — maldije interiormente cuando repitió aquello — Y es un
Vigilante — agregó con asombro como si antes no hubiese estado embobada con uno.
— Bella, baja del puto auto — nos interrumpió el desesperado a mi lado, lo miré de
un forma fría, él sabía que el tono que usaba no me era agradable.

Pero me ignoró.
Le pedí a Maokko que se quedara dentro del auto y abrí la puerta, empujándola
fuerte con toda la intención de golpear a Sombra, pero sus reflejos eran buenos y la detuvo antes
de lograr mi objetivo. Casi agarro del pelo a Maokko cuando abrió la puerta de su lado e hizo todo
lo contrario de lo que le ordené. Llegó a mi lado de inmediato, como si los tacos no le fueran
impedimento para caminar rápido y no pasé desapercibida, la mirada que le dedicó a Marcus y la
que él le devolvió.
— Dile a los demás que vigilen el área y que avisen y cubran si ven algo extraño —
dijo Sombra a Marcus, el último obedeció de inmediato.
— Avisa a Caleb que nos retrasaremos e inventale algo para que se vaya — pedí a
Maokko y la vi teclear en su móvil —. Y no te preocupes, no me pasará nada.
— Ven — dijo Sombra, tomando mi cintura de manera posesiva.
— ¡Alto! — dijo Maokko — No creerás que te la llevarás tan fácil y me quedaré de
brazos cruzados. Bien puedes matarla.
— A ella le encanta mi manera de matarla — se mofó él. Me quedé pasmada ante
eso y Maokko abrió más sus ojos al escucharlo y luego sonrió con picardía —. No te preocupes,
ella sabe que no le haría daño, solo quiero hablar — aclaró y la idiota asintió embobada. Era
oficial, Maokko era igual de perra que mi conciencia —. Marcus, encárgate de ella y no dejes que
se aburra. Tu y yo — me miró a mí — hablaremos un buen rato — dijo y me hizo caminar junto a
él.
— ¿Y tienes todo igual de grande? — sentí pena ajena al escuchar la pregunta que
Maokko le hacía a Marcus a nuestras espaldas.
No escuché mas debido a que nos alejamos de ellos, negué interiormente por la
manera de ser de mi amiga y colega, ella jamás se iba por las ramas y por ese motivo, yo me
avergonzaba, no de ella, sino de las situaciones que me hacía vivir.
Sombra me hizo caminar hasta su motocicleta, en el corto camino, quité los tacos
de mis pies y me maravillé con la sensación deliciosa del tibio asfalto y el descanso, que mis pies
agradecían después de tantas horas de martirio. Amaba los zapatos de taco alto, pero mil veces
prefería mis botas militares o los zapatos de piso.
— Daremos un paseo — anunció mi inesperado acompañante.
— ¿A dónde?
— Cerca, necesito hablar contigo en una zona más privada.
— Podemos hablar aquí — alegué, no quería estar a solas con él y menos con la
actitud que se cargaba.
— Siempre llevándome la contraria ¿Cierto? — me miró de una manera intensa y
no sabía explicar sí deseaba arrancarme la cabeza o la ropa — Súbete a la puta moto Isabella,
hablaremos dónde yo quiera.
Bufé y como pude, me subí a la motocicleta e intenté que mi vestido no dejase nada
al descubierto, él se subió cuando estuvo seguro que yo ya estaba lista. Me tendió su casco y
cuando me lo puse, todo su olor me invadió más, que cuando lo tuve cerca y recuerdos de
nuestro día juntos me atacaron; él se quedó sin casco, solo con la tela que siempre cubría su
rostro y cabeza, lo tomé de la cintura y puso la máquina en marcha.
No me negué a tomarlo de la cintura como una vez lo hice con Elijah, al final,
importaba mas mi seguridad que el orgullo y solo tomada de su cintura, me sentía segura. El viaje
— como lo había prometido — no fue largo, nos adentramos a una especie de bosque y se
estacionó entre la oscuridad de los árboles. Bajó sin decir nada, yo en cambio, me quedé sentada
en la motocicleta, no me apetecía volver a ponerme los zapatos y tampoco quería estar descalza
en un lugar donde no sabía lo que iba a pisar.

— ¿Sirvió tu visita a Darius? — cuestionó en un tono lleno de ira y sarcasmo.


— No sé para que preguntas si es algo que ya sabes — respondí sin interés, vi la
tensión en su cuerpo y sabía que mi respuesta, no le satisfacía.
— No, no sé nada, porque al igual que tú, él también decidió ignorar mis llamadas
— reclamó —. Dime que no hicieron nada más que hablar Isabella, dímelo y no me mientas —
pidió llegando a mi, se volvió a subir a la motocicleta pero lo hizo quedando frente a mí, odié la
oscuridad que nos rodeaba y no poder verlo a la perfección, y me dolió estar de nuevo en aquella
posición, con una persona diferente. Dolió pero no como antes —, o te juro por el maldito infierno
que ese hijo de puta me las pagará, si se atrevió a tocarte — sus palabras iban cargadas de una
promesa firme. Sombra estaba cegado por la ira; recordé en esos momentos a Darius detrás de
mí, su mano en mi cintura, las intenciones que vi en sus ojos y supe que si Sombra lo sabía,
bastaría para ponerlos en contra y no me convenía, ambos seguían siendo de utilidad para mí y
no me podía permitir que se enemistaran.
— No lo hizo — dije segura —. Darius solo me ayudó a encontrar algunas
respuestas que había dejado en el aire junto a malos recuerdos — me tensé cuando sus manos
llegaron a mis piernas desnudas, no usaba guantes y podía sentir el calor de su piel.
— Pero lo intentó — susurró, había mucha inseguridad en su voz, miedo y deseos
de matar a alguien.
— No — titubeé y lo escuché reír.
— Mientes tan mal — dijo en mi oído, sus manos subieron a mis caderas. Mi cuerpo
estaba reaccionando a él, a su cercanía y mis deseos aumentaron —, pero la forma en que tu
cuerpo reacciona a mí, me hace olvidar esa terrible mentira. Darius es un imbécil que no
desaprovecharía la oportunidad al tenerte cerca — subió su máscara y sentí sus labios en mi
cuello — pero confío en que antes hice un buen trabajo y ahora tú — con agilidad me subió en su
regazo. La motocicleta se tambaleó con el peso y el movimiento pero él, con sus pies, la volvió a
estabilizar — solo me deseas a mí.
— Eres demasiado pretencioso — dije a la vez que con mis manos, me sostenía de
sus anchos hombros.
— ¿Y me equivoco? — alardeó. Jadeé sin quererlo cuando sus manos se
adentraron en mi vestido y casi llegaba a mi desnudez. La ira se había convertido en deseo total y
eso era mejor — Eres mía, Bella, tanto, que aunque tu te niegues a aceptarlo, tu cuerpo no.
Reaccionas solo a mí, a mis caricias, solo a las mías y a las de nadie más — estaba
comprobando en esos momentos que no estaba tan equivocado, pero eso, jamás saldría de mi
boca.
— ¿Y tú? — pregunté, adentrándome en su juego — ¿Eres solo mío? — llevé mis
manos por todo su pecho y lo acaricié, su tensión estaba aumentando y sabía que ya no era de
ira — ¿Reaccionas así solo a mí? — llegué a su duro abdomen y metí mis manos debajo de su
camisa — ¿O también a alguien más? — susurré en su oído y lamí el lóbulo de oreja.
— Esto es mutuo — aseguró — sin contratos, ni etiquetas pero sí, con exclusividad
— cerré fuerte mis ojos y me tragué un gemido cuando una de sus manos, llegó a mi sexo. Su
dedo pulgar se abrió camino en mis labios vaginales y llegó a mi botón. No dijo nada ni se
sorprendió de no encontrar una braga que me cubriera —. Reacciono solo a ti, esto lo hago solo
contigo — mordí mi labio inferior cuando sus movimientos se aceleraron, mi humedad
aumentaba, igual que mi placer y deseaba mas de él —. Te deseo solo a ti, tengo ganas sólo de
ti.
— ¡Ah! — gemí cuando su dedo se adentró en mí. Sombra aprovechó eso y se
adueñó de mi boca, besándome con propiedad, de una manera un tanto brusca, como intentando
borrar de mis labios, huellas que no existían. Él quería marcar un territorio que solo él había
explorado después de tanto tiempo, después que le perteneció solo a una persona. Pero me
encantaba como me estaba besando, como su lengua se adueñaba de mi boca, igual que como
sus dedos se adueñaban de mi sexo, disfrutaba ese momento y se había convertido en lo mejor
de la noche. Olvidé a Darius y lo que me había ayudado a descubrir, olvidé a Tess y sus palabras,
olvidé al maldito Fantasma y sus amenazas; en esos momentos yo solo disfrutaba y me
concentraba en lo que estaba sucediendo, allí, en la oscuridad de la noche, en medio del bosque.

— Soy solo tuyo — aseguró Sombra separándose de mis labios.


— Entonces demuéstramelo — pedí y llevé mis manos hasta la cinturilla de su
pantalón, lo desabotoné, bajé la cremallera y saqué su dura erección. Agradecí que la motocicleta
fuese grande y nos permitiera hacer todo aquello.
Mi conciencia estaba feliz y expectante de que por fin, cometiera una locura como
esas que a ella le encantaban; Sombra sacó un preservativo de su bolsillo y lo colocó en su pene.
Como siempre, él se las ingeniaba para estar frente a mi, sin máscara y sin temor a que viese su
rostro, la oscuridad le favorecía pero ya no me importaba; ambos sentimos cuando las gotas de
lluvia comenzaron a caer, era una fuerte lluvia pero ninguno de los dos teníamos la intención de
marcharnos.
— ¿Lista para follar bajo la lluvia? — dijo y sonreí aunque no pudiese notarlo.
— Lista e impaciente — dije y me tomó de las caderas.
Me subió de nuevo a su regazo y me colocó sobre su duro pene, poco a poco me fui
penetrando yo misma y cuando lo tuve todo adentro, esperé unos segundos.
—Eres peligroso — dije tomándolo de su rostro, sentí como su piel se estiró en una
sonrisa.
— Ahora mismo estoy controlado, así que no te preocupes — aseguró.
— Suerte que yo, no — dije y en ese momento, fui yo la que se adueñó de su boca.
Lo besé como desde hace mucho no había besado a nadie, mis caderas imitaban
los movimientos de mi boca, el agua lluvia mojaba nuestros cuerpos, nuestras ropas ya estaban
mojándose por completo, igual que nuestros sexos, aunque por razones distintas. La manos de
Sombra se encargaron de subir mas mi vestido, apretó mis pompas y las abrió más, él intentaba
controlar mis movimientos pero no podía; una de sus manos se quedó en una de mis pompas y la
otra llegó a uno de mis pechos y lo acarició con ferocidad.
Sus gruñidos me excitaban, él intentaba controlarse pero no lo lograba, mis
movimientos lo estaban matando y yo, mas regocijada no podía estar. No solo disfrutaba del
momento, sino también me sentía poderosa, llevando el control, haciéndolo mío y demostrándole
que yo también lo podía hacer adicto a mí, solo a mí.
— ¡Mierda! — jadeó, mis movimientos eran de adelante hacia atrás, otras de arriba
hacia abajo. Sus manos estaban por todo mi cuerpo y mis labios iban de su boca a su barbilla, a
sus mejillas, a sus orejas y cuello. Me encantaba sentir cuando sus manos se asían en mi trasero
y me ayudaba a levantarme un poco más; en un momento, llevé mis manos hacia atrás y las
apoyé en el asiento de la motocicleta, mi espalda se arqueó y mis pechos se levantaron, eso me
ayudó a moverme con más facilidad, mis caderas se movían sobre su falo, con vida propia, como
si fuesen expertas en la materia. Era un movimiento sincronizado que nos estaba volviendo locos
a ambos; mi vestido había llegado hasta mi cintura y Sombra aprovechó la posición para acariciar
mi sexo con una mano y mis pechos con la otra, mientras yo me penetraba, sabía lo que buscaba
y esa vez no sería como él quería, así qué, volví a posición inicial antes de correrme, el volvió a
coger mis nalgas y yo su boca, era delicioso sentir sus manos allí y luego subir a mi cintura, así
como era delicioso, meter mis manos bajo su camisa y sentir su cuerpo, duro y masculino.
Mi conciencia había tomado poder total de mi cuerpo, era ella quién se deleitaba y
por fin actuaba como tanto había deseado. Yo estaba en un frenesí total, mi cabello escurría el
agua de la lluvia, las gotas eran frescas, pero ni eso servía para enfriar mi cuerpo, estaba
disfrutando al máximo de lo que hacía, mi placer se estaba concentrando en un solo punto y
sabía que pronto explotaría. Los jadeos y gruñidos de Sombra me indicaban que él también
llegaría pronto a su liberación y entonces decidí moverme un poco más rápido y soportar más.
— ¡Oh Demonios! ¡Isabella! — dijo cuando intentó detener un poco mis
movimientos, pero era tarde.
Sonreí cuando gruñó mientras su liberación llegaba, sonreí y grité su nombre
cuando la mía comenzaba a llegar, cuando mi frenesí comenzaba a liberarse y amenazaba con
volverme loca. El orgasmo era arrebatador y liberador, un orgasmo explosivo y también agotador,
me había corrido segundos después de él y sonreí triunfante cuando segundos después de la
calma, sentí un leve temblor en las piernas de Sombra. Me recargué en sus hombros y con su
ayuda, lo saqué de mi interior y me senté dónde correspondía, no decíamos nada y es que las
palabras sobraban en esos momentos.
— Recordaré siempre lo peligrosa que eres — dijo acomodando su ropa, encendió
la luz delantera de la motocicleta, mucho se iluminó, a excepción de su rostro, pues estaba de
frente a mí y los reflejos de la luz, daban en su espalada.
— Y que también puedo hacer que tus piernas tiemblen — me mofé y lo escuché
reír.
— Me encanta que no uses bragas — dijo y me besó. Lo había notado — y que
estés preparada siempre para mí.
— Bueno, veo que el mal humor a pasado — señalé y acaricié su rostro, queriendo
saber como era exactamente.
— Contigo si — aseguró y con eso supe que iba a enfrentar a Darius.
Bajé mi vestido y lo vi acomodar su máscara mojada, toda mi ropa estaba mojada y
entonces a mi cuerpo se le antojó dejar el calor, la lluvia había cesado pero el daño estaba hecho
y el frío amenazaba con llegar a mis huesos. Sombra quitó su chaqueta de cuero y la puso en mis
hombros, feliz descubrí que el interior de esta estaba seca, recogió los zapatos que había tirado
al suelo y me los dio, puso el casco en mi cabeza y nos marchamos sin decir más. Cuando
llegamos al lugar dónde habíamos dejado a Maokko y Marcus, nos dimos cuenta que ambos
estaban dentro del auto para cubrirse de la lluvia, Marcus salió en cuanto nos vio llegar.
Sombra me ayudó a bajar de la Hayabusa y le entregué su chaqueta, no la quería
aceptar pero le expliqué que en el auto tenía ropa seca y se quedó mas tranquilo, me encaminó
hasta la puerta del coche y antes de subirme, llegó muy cerca de mí y susurró.
— Tengo la suerte de haber follado con una diosa esta noche y bajo la lluvia — me
miró luego a los ojos y noté que estaba sonriendo. Yo en cambio no sabía como reaccionar a sus
palabras.
— Y eso nadie podrá superarlo — agregué recomponiéndome y entonces también
sonreí.
— Nadie — aseguró y vi un brillo en sus ojos, acarició mi mejilla y luego se dio la
vuelta para mancharse.
Y odié que lo hiciera.

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Capítulo 11 (1/2)

¡¡¡Sorpresa!!!

Y me dije a mi misma ¿Por qué no darles un regalo a todas esas lectoras y lectores
hermosos que están ahí para mí, siempre? Y aquí estoy, adelantándome un día jajajaja ya que
estaba listo el capítulo pues para qué retrasarlo ¿no? Espero les guste. Los amo
😚😚😚

skarleth1308
Por aquí está tu capítulo, espero te guste y gracias por tu apoyo, me encantan tus
teorías (por cierto) aunque no puedo decirte que sean certeras. Gracias por tu apoyo linda.
caaromaldonado23 ¡Feliz Cumpleaños! Dios te bendiga y cumpla todos tus deseos,
gracias por tu apoyo y mensajes. De mi parte, deseo lo mejor para ti y pido bendiciones para tu
persona y familia, ojalá la hayas pasado bien y espero que esta pequeña parte de mi te guste.
Este capítulo también es para ti, no te conozco y no te tengo cerca pero igual eres parte de mi
gran familia y te aprecio mucho. Te doy esto con mucho cariño, de mí para ti ¡ Felicidades!
Aun debo a alguien un capítulo de cumpleaños atrasados (creo que sabrás que
hablo de ti), no creas que me lo he olvidado, pero aun no ha llegado ese momento que tanto
esperas por eso lo tengo reservado, y será solo para ti 😉.
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~Capítulo 11~
[Parte 1]
— Para no ser nadie importante para ti, creo que te deja muy idiota su presencia —
inquirió irónica Maokko, cuando me subí al auto y retomamos el camino a casa.
No respondí nada y me di cuenta de algo muy extraño, desde que Maokko estaba a
mi lado, mi conciencia callaba como una niña buena y no es que esperaba que ella también
saliese a relucir con comentarios estúpidos, no, era sólo mera curiosidad del caso. Suficiente
tenía con la loca asiática, si se sumaba mi loca conciencia, creo que la clínica St. James volvería
a ser mi hogar.
Bien, ese no fue un buen pensamiento.
Y un escalofrío me recorrió al recordar aquellos días; ya no era bueno recordar el
pasado, no aquellos malos días en los que estuve sumida en el mas profundo abismo.
Dos días pasaron desde mi encuentro con Darius y luego con Sombra, dos días en
los que intenté averiguar por mi misma, las dudas que me carcomían, pero estaba muy lejos del
lugar en el que podía obtener respuestas y la persona que podía ayudarme, misteriosamente
había desaparecido de mi vista. Me había cruzado con Tess en algunas ocasiones y sus miradas
hostiles seguían pero ya no me causaban nada, Tess había dejado de ser para mí, la hermana
que una vez creí y la distancia entre ambas, era lo mejor.
Eleanor y Myles habían partido hacia su destino, tristemente nos enteramos que en
Italia, había un grupo de Vigilantes esperando a su arribo para así acabar con ellos. Me volví loca
cuando Caleb me informó aquello y estuve a punto de ir hacia a Tess, esa vez sin temor a
matarla, porque era lo que más deseaba; matarla con mis propias manos por traicionera, por
atentar con sus propios padres pero cuando la tuve en mis manos, Caleb me detuvo y confesó
que ella, sabía el verdadero destino de sus padres, lo supo por él, después de aquella pelea que
tuvimos y lo hizo arriesgándose a que los atacaran en su verdadero destino, pero, él había
previsto todo y una vez, cambió el destino. Hacia dónde supuestamente irían después de Italia,
no hubo ningún percanse, lo hubo solo en Italia y entonces otra búsqueda comenzaba y
descartada Tess, las dudas habían sido puestas en Dylan, porque el sabía del viaje original, más
no de los cambios.

Saber que mi hermano había sido puesto en el ojo de la duda, fue una noticia amarga para mí
pero necesaria. Maokko había estado muy cercana a Jacob y a pesar de los problemas que
atravesábamos, me gustaba verla tan entusiasmada y a él, al fin se le veía una sonrisa de alegría
ante las locuras de mi amiga. Jacob merecía ser feliz, volver a enamorarse como una vez lo
estuvo de Elsa, él tenía derecho a seguir, Jacob estaba vivo y merecía volver a amar. Tal vez yo
me encontraba en una encrucijada pero sabía que la vida seguía y mi loco amigo, me hacía verlo.

Caleb ya no era tan idiota con Jacob, incluso los veía mas unidos y eso era bueno
en medio de tanta mierda. Evan se le notaba un poco distraído y cuando me acerqué a él para
hablar un rato y saber lo que pasaba, descubrí que estaba perdidamente enamorado de una chica
que era su vecina, me burlé de él cuando se sonrojó hablándome de ella, pero fue una burla
inocente de la que ambos nos reímos.
— Es increíble verte sonreír de nuevo, Bella — dijo tomándome de la mano y me
estremecí por la manera de llamarme. Él fue el primero en llamarme de aquella manera, pero era
muy diferente a los hombres que me habían llamado así después.
Me había reunido a escondidas con Cameron, ayudada por Connor y Jane y me fue
de mucha ayuda la información que me dio para estar un poco más cerca de mi objetivo o de mis
objetivos. Le pedí que guardara el secreto de nuestro encuentro, así como también le pedí que se
cuidara de Sombra y no porque lo creía malo, no. Lo hice solo para evitar que los ojos de la duda,
guiada por la traición, se posaran en él.
— Te cuidaré siempre Isa — dijo antes de despedirnos — así como tu cuidaste y
cuidas de mi hermana, así como inconscientemente me protegiste a mi de una muerte segura por
parte de LuzBel y así como sé, que ese idiota hubiera querido que te protegiese — tragué fuerte
al escuchar aquello y solo asentí en respuesta. Interiormente reconocí que si no hubiese sido por
Cameron y su estupidez, yo nunca habría estado cerca de mi tinieblo.
— Gracias a ti, Cameron — dije, él no entendió el por qué de mi agradecimiento,
pero yo si lo sabía.
(****)
La noche había caído y me dirigía con Maokko y Caleb hacia el club Grig, ahí se
encontraba mi desaparecido y ya me urgía hablar con él. Cuando llegamos, nos encontramos con
Jacob, Jane y Connor, a lo lejos, vi a Tess y Dylan, junto a Evan y éste tenía en sus piernas a una
hermosa chica — la vecina — formulé en silencio hacia él y asintió disimuladamente con una
sonrisa. Me quedé en una mesa con los otros chicos, todos estábamos ahí en parejas y aunque
Caleb bromeaba para que yo le diese un beso y así formalizar nuestra relación, solo obtuvo un
buen puñetazo de mi parte y durante un rato, fue el chiste de todos. Aunque bueno, claro estaba
que Caleb no necesitaba de mí, para pasar el rato y pronto fui reemplazada por una chica que
había llegado al club con otras amigas a divertirse; era extraño ver a Maokko y Caleb llevándose
bien y sobretodo cuando los dos estaban con personas diferentes, ella con Jacob y Caleb con la
chica de vestido rojo — así la llamaba al no saber su nombre —. El tiempo pasaba y el oji-azul
que tanto deseaba ver, no hacía su aparición, cuando Connor se percató de mi búsqueda, me
informó que Elliot estaba en la oficina, dudé en ir a buscarlo pero era necesario.
Caminé cerca de la barra y rogué para no encontrarme con Alice, aun no estaba
preparada para hablar con ella, a pesar de que tenía muchas dudas acerca de aquella noche.
Afortunadamente no me la encontré pero el nerviosismo seguía y sobretodo al caer en la cuenta
que una vez más, estaría en aquel lugar en el que creí estar con mi tinieblo. Imágenes de esa
supuesta noche con él, comenzaron a formarse en mi cabeza y mi respiración comenzó a
acelerarse, se aceleró más cuando los recuerdos de aquella noche, comenzaron a cruzarse con
los recuerdos de mis encuentros con...

¡Mierda Isa! ¿Con el chico oscuro?


¡Demonios! Eso no me podía estar pasando.
Esos recuerdos no tenían porque mezclarse, era algo inaceptable para mí y quise
golpear mi cabeza contra la pared para así pararlos. El amor y el interés, no podían mezclarse y
eso era para mí, muy sencillo; Elijah Pride, era el amor de mi vida, mi demonio, mi ángel. Sombra,
el tipo que necesitaba hacer caer a mis pies y con él, un pilar fuerte de los Vigilantes.
Dejé esos pensamientos de lado y me concentré en lo que era importante en esos
momentos; llegué a la oficina y toqué pero nadie me abrió, estuve esperando un rato y al no ser
atendida de inmediato, abrí la puerta y entré, había poca luz como siempre y música baja que era
tragada por el sonido de la música de afuera, mi cuerpo se heló cuando escuché unos gemidos e
imaginé lo que sucedía. No era buen momento para hablar con Elliot y quise darme la vuelta e
irme pero mis piernas no entendieron la orden y en lugar de caminar hacia la puerta, caminaron
sigilosamente hasta el pequeño cuarto que le seguía a la oficina.
¿Tus piernas? Si ajá.
Ignoré a mi conciencia como siempre lo hacía y me cubrí un poco con la pared. Mi
respiración se cortó cuando vi a Elliot, completamente desnudo sobre una chica.
¡Mierda, mierda, mierda! El maldito sabía moverse.
Lo hacía.
Me cubrí completamente en la pared y me puse de espaldas a ella, llevé una mano
a mi boca cuando mi respiración volvió a acelerarse y la otra a mi pecho para intentar calmar a mi
corazón desbocado.
— ¡Oh Elliot! — gimió la chica, el golpe de las caderas de Elliot en contra de las de
la chica era fuerte, y su voz... ¡Oh Dios! Yo conocía esa voz.
Saqué mi cabeza para asegurarme de lo que creía y sí, era lo que creía. En un ágil
giro, Alice quedó sobre Elliot y comenzó a moverse de manera sincronizada sobre él. Una serie
de sentimientos comenzaron a arremolinarse en mi interior, una cosa era imaginar a Elliot con
otra chica, pero presenciarlo, era enfermo para mí. Me quedé unos segundos más intentando
normalizar mi respiración y salir de ahí pero sus gemidos no me permitían tal cosa, miré una vez
más y otra vez, Alice estaba en cuatro, Elliot tras de ella, penetrándola con fuerza y yo odiando
ver tal cosa, caminé decidida a salir de la oficina, pero justo cuando di el paso, mi móvil sonó.
¡Já! Vaya móvil mas inoportuno.
— ¡Qué demonios! — espetó Elliot, intenté callar el maldito aparato pero éste, se
me cayó de las manos justo cuando el susodicho llegó a mí
— ¡Dios! Chicos lo siento — chillé y creo que jamás en mi vida había estado tan
avergonzada, deseaba que la tierra se abriera y me tragara, deseaba no haber ido a buscar al
chico desnudo frente a mí en esos momentos.
— ¿¡Isa!? — dijo con asombro, recogí el móvil con manos temblorosas y no lo vi a
la cara. Yo no podía verlo al rostro, su polla acaparaba mi atención.
Y decías que la pervertida era yo... ¡Oh! ¡Wow! Espera... ¡Qué!
— Tú... — señalé su polla y mi conciencia dejó de burlarse — tie... tienes perlas —
terminé en titubeos. Mis ojos casi se salían de sus órbitas, después de decir aquello mi boca
quedó abierta, el asombro era demasiado en esos momentos. Elliot se avergonzó, tomó una
toalla y se cubrió, Alice se cubrió con la sábana blanca de la pequeña cama, su rubio cabello
estaba húmedo y desordenado, bajó la mirada avergonzada y en esos momentos no sabía cómo
actuar ante ellos.
Recuerdos de mi ilusión de la noche con Elijah llegaron, empuñé fuerte el móvil
entre mis manos, cerré los ojos y respiré profundo para calmarme, esto no podía estar pasando.
Mi estómago se revolvió con la idea de una traición por parte del hombre que una vez amé con
todas mis fuerzas.

— ¿Desde cuando las tienes? — pregunté entre dientes.


— ¿En serio? — dijo incrédulo. No esperaba esa pregunta, sobretodo después de lo
que había visto. Lo miré seria, exigiéndole una respuesta con mi mirada — Esto es incómodo Isa
— murmuró, sus mejillas estaban sonrojadas, rascó la parte de atrás de su cabeza en señal de
nerviosismo.
— ¡Responde! — exigí.
— Desde hace un año y no sé por qué lo preguntas pero en serio nena, esto es
incómodo — o Elliot sabía fingir muy bien o en realidad me creía una idiota pero ambas cosas me
ponían muy mal.
Alice salió de la cama y comenzó a vestirse apresurada, me sentía como una novia
celosa, en el momento cuando descubre a su novio con otra en la cama, pero yo no estaba
celosa. No. Yo estaba furiosa, con Elliot y más con la chica que intentaba salir de mi vista; medio
vestida, Alice pasó a mi lado, aun con la camisa en sus manos e intentó irse, pero estaba
estúpidamente loca, si creía que se iría así de fácil.
— Tú y yo, tenemos muchas cosas que hablar — espeté tomándola del brazo.
Chilló por lo fuerte que la tomé y pasé al lado de Elliot, éste nos miraba estupefacto ante lo que
sucedía. Tumbé de manera brusca a Alice en la cama y en esos momentos solo deseaba matarla
— ¡Repíteme lo que sucedió entre nosotras, aquella noche, cuando tomé tu puta droga! — exigí.
No sé que cara tenía yo en esos momentos, pero vi terror en sus ojos y eso, que
aun no había visto lo peor de mí, tenía la suerte de que aun trataba de controlarme, pero dónde
no hablara pronto, ese control se iría a la mierda.
— Isa, no sé que te sucede, pero no tienes por qué tratarla así — pidió Elliot.
— ¡Tú cállate! Maldito cobarde — espeté.
— Aceptaste la droga, nos venimos hacia acá e hicimos nuestra propia fiesta —
habló Alice, cogiendo valor —. Me fui por una botella y al volver, estabas ardiendo de deseo. Nos
besamos y terminamos desnudas sobre el escritorio, creo que no es necesario decir lo que siguió
a continuación — señaló y odié no tener un arma en esos momentos —. Llamabas a ese chico
entre gemidos y cuando estuviste satisfecha, caíste desmayada.
— ¡Maldita mentirosa! — grité y me fui sobre ella, no hubo necesidad de golpearla,
ella no podía defenderse de mí. La tomé del cuello y comencé a estrangularla, ella intentaba
detenerme pero no podía, sus fuerzas eran nada para mí. Elliot maldijo y se fue sobre mí,
intentando zafarla de mi agarre pero ni él lograba contener la ira que me había embargado.
Alice se estaba poniendo roja, mi agarre era muy fuerte y pronto vi cuando en sus
ojos, comenzaron a formarse pequeñas manchas de sangre. ¡Mierda! Escuché decir a Elliot y
entonces puso más fuerza sobre mí, tanto que sentí el escozor en mis brazos por causa de su
agarre, antes que la maldita rubia se desmayara, él logró apartarme y caímos sobre el suelo, él
sobre mí y yo sin aire debido al golpe que recibí en mi espalda.
— ¡Vete! — le grito y entre su incesante tos y la necesidad de recuperar todo el aire
que yo le había quitado, salió arrastrándose de la oficina.
Quise golpear sus bolas pero me estaba logrando contener con sus piernas, sus
manos se asieron a mis brazos y los colocó sobre mi cabeza. Yo me movía como una maldita
víbora, intentando zafarme de él pero no lograba mi cometido.
— ¿¡Qué te pasa!? — exigió saber.
— Eres un hijo de puta Elliot — dije con el más puro odio que podía sentir en esos
momentos — ¿¡Cómo fuiste capaz de hacerme algo así!?
— ¿¡Qué hice!? — gritó.
— ¡No te hagas el idiota! El día que creí estar con Elijah, fuiste tú. Tú te
aprovechaste de mi estado para meterte entre mis piernas — solté y entonces el me miró sin
saber de lo que yo hablaba. En esos momentos me soltó y se quitó de mí.

— ¿Tan cobarde me crees? — dijo mirándome indignado. Sin que se lo esperara, me fui sobre él,
lo tumbé en el suelo y me puse a horcajadas sobre él; comencé a golpearlo y aunque él se
protegía, no metía sus manos para dañarme.
— Ese día yo creí verlo — decía sin dejar de golpearlo — creí besarlo y creí que
había hecho de nuevo el amor con él. ¿Y sabes por qué lo creí así? — dije y en esos momentos,
él logró tomar mis manos y detuvo mis golpes. Mi respiración se había vuelto loca junto con mi
corazón — ¡Porque sentí sus perlas! — grité y un sollozo escapó de mi boca. Había logrado
golpear su boca y sangre salía de la comisura de ésta; Elliot se sorprendió al escucharme decir
aquello.
— Isabella, yo jamás supe que LuzBel tenía perlas en su polla — dijo y bajé de él.
Me senté cerca de la cama y apoyé mi espalda en ella. Rápido llegó hasta a mí y acomodó la
toalla en su cintura antes que se cayera de ella, se puso sobre sus rodillas, quedando frente a
frente y me tomó del rostro — Mírame a los ojos — pidió e intenté zafarme pero no lo permitió —.
Yo no lo sabía — repitió, lo miré a los ojos para enfrentarlo pero ahí no veía una mentira —, él y
yo jamás fuimos unidos y mucho menos nos contábamos de qué manera teníamos el pene, estoy
seguro que eso jamás se lo dijo a nadie y solo lo supieron las chicas que se acostaron con él —
señaló seguro y eso me dolió —. Y me duele como no tienes idea, que creas que yo me
aprovecharía de algo como eso, para llevarte a la cama — en esos momentos quitó sus manos
de mi rostro. Tardé reaccioné que me había tocado después de estar con Alice y entonces
comencé a limpiar mis mejillas de manera frenética.
Él se sentó a mi lado y nos quedamos en silencio por un largo rato, analizaba lo que
me había dicho y era difícil para mí, pensar con claridad. Ver su pene con esas perlas, me
descolocó en sobremanera y en lo único que pude pensar, fue en la noche que Alice aseguraba
que estuve con ella y no con mi demonio, como tanto lo había creído y sentido.
Pero Elliot tenía razón. El que ahora él tuviese perlas, no significaba que lo había
hecho para confundirte.
Y lo aceptaba, más al comprender que esas cosas, no siempre se contaban y él no
tenía porqué saber que Elijah las tenía.
— Esa noche fue demasiado real para mí, me es difícil aceptar que solo haya sido
una ilusión — susurré y llevé mis manos al rostro.
— Yo estuve con los chicos en todo momento, Caleb puede confirmártelo — agregó
y luego sonrió con ironía. Sí, él tenía cómo comprobar que yo me estaba equivocando al acusarlo
como lo hice — Ambos te encontramos desmayada sobre el escritorio, Alice te había vestido.
Sabes como reaccioné con ella cuando supe que te había dado esa maldita droga, incluso dejé
de hablarle hasta hace una semana y es un insulto que después de todo lo que yo he hecho por
ti, me creas capaz de valerme de tu estado, para follarte.
— Compréndeme — pedí.
— ¡No! Comprende tú — exigió alzando la voz —. Antes eras todo para mí Isabella,
mi mundo giraba a tu alrededor — dijo alterado y sus palabras me picaron — pero ese tiempo
pasó y no necesito de hacerme pasar por otra persona para llevarme a la cama a una chica. Aun
eres importante para mí, siempre lo serás pero has dejado claro tus intenciones y las respeto, las
acepto y ya no me duele como antes y si algún día, tu y yo follamos — dijo mirándome fijamente
— será estando lúcidos los dos, me verás a la cara y follarás conmigo porque lo deseas, no
porque una puta droga te haga hacerlo — froté los dedos de mi mano contra mi frente y cerré mis
ojos. Casi había matado a Alice y la había cagado bien con Elliot y en esos momentos me sentí
muy culpable.
— Lo siento mucho, de verdad — dije y él solo rió, estaba verdaderamente ofendido
—, me dejé llevar por mis emociones y confusiones, me dejé llevar por la tonta ilusión de creer
que él volverá a mí y no logro aceptar que sólo es eso, una tonta ilusión — acepté con dolor.
Elliot no decía nada así que me puse de pie dispuesta a salir de allí, mi plática
acerca del viaje que quería hacer, quedaría para después.
— ¡Isabella! — me llamó antes de marcharme, me giré y lo vi ponerse de pie —
Puedo ponerme en tus zapatos y comprender tu reacción — dijo y sentí que me quitó un enorme
peso de encima.
— Y tu tienes razón — dije y me miró sin comprender.
— ¿Sobre qué?
— Sobre que si algún día tu y yo follamos, será porque así lo queremos — dije y
sonrió. Rascó de nuevo su cabeza y lamió sus labios —. Perdón por arruinarte el polvo — dije sin
sentirlo en realidad.
— Algo me dice que ese día será pronto — inquirió — y me pagarás ese polvo.
Le sonreí de lado y negué con la cabeza, esa respuesta había sido muy lista de su
parte. Me di la vuelta y me marché de esa oficina.
Yo si quisiera saber cómo se sienten esas perlas.
__________________////__________________
Por ahí me enteré de dos grupos de whatsapp llamado Corazón Oscuro
vivianavillarreal25 creo que es la administradora Y Corazón Oscuro administrado por Zaelys y
José (Los diferencio por los corazones). Gracias por eso chicas y chico, es un gran apoyo para
mí, les envié un regalo (por cierto)
Si hay algún otro grupo, hagánmelo saber y de ante mano se los agradezco.
Nos leemos el martes próximo.

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Capítulo 11 (2/2)

Chicas, no podía subir mañana pero si hoy 😉😉😉 que lo


disfruten.
El maratón si se los debo. Nos leemos el martes.
Zaelys este capítulo es para ti, gracias por tu apoyo.

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~Capítulo 11~
[Parte 2]
— ¿Hola? — respondí cuando mi móvil comenzó a sonar de manera insistente.
— Hola, Bella — era la voz de un hombre y lo reconocí de inmediato.
— ¿Quién eres? — dije aún sabiendo.
— ¡Auch! Nunca pensé que fuese tan fácil de olvidar — se quejó con dolor fingido y
no pude evitar sonreír.
— ¡Ah! Hola Darius — dije casual — ¿Qué se te ofrece?
— Se te da muy mal la ironía — dijo y esa vez, reí fuerte —. Se ha presentado algo
y necesito verte.
Vaya que el chico sabía cómo cagar un buen momento, pero ni modo. Las cosas
importantes tenían que decirse pronto y él lo sabía. Estaba pasando por un buen día — a
excepción de cómo había terminado la noche anterior — y su llamada definitivamente lo cambió
todo; esperaba que todo saliese bien, él lo prometió a pesar de qué, las noticias que iba a darme,
no eran las que yo esperaba.
Aun tenía que hablar con Elliot para planear lo de nuestro viaje a California pero,
después de lo que había sucedido, decidí darle un poco más de tiempo. Cuando salí de la oficina
— luego de arruinarle su polvo — me encontré con Dylan y Maokko, ellos auxiliaban a Alice y la
vieja Isabella se hizo presente al sentir remordimiento por lo que había hecho. Me acerqué a ellos
y la pobre chica intentó huir de mí, a pesar de que mis intenciones de matarla habían pasado;
Dylan — como todo hermano mayor — comenzó a sermonearme y dijo que necesitaba ayuda
para controlar mis ataques de ira y en esos momentos, casi lo estrangulo a él por sugerir tal cosa,
Maokko me enfrentó, aunque por razones distintas y agradecí que lo haya hecho sin que Dylan y
Alice pudiesen escucharnos.
— ¡Mierda! Así que la leyenda era cierta — la miré sin saber a que se refería —. De
que tus demonios interiores, pueden llegar a controlarte, cuando te pones celosa.
— Ja ja ja — dije irónica y casi quise borrarle la estúpida sonrisa que se le formó en
el rostro — No fue por celos.
— Bien, ojalá algún día lo logres creer también.
Inquirió y decidí dejarla hablando sola; me fui detrás de Dylan cuando vi que se
llevó a Alice y la sacó por la puerta trasera del club. Ella aun temblaba, las marcas de mis manos
estaban grabadas en su cuello como un tatuaje y sus ojos aun estaban rojos, le pedí a Dylan que
me dejase con ella, él se negó al principio pero, cuando se aseguró que no le haría nada de
nuevo, nos dio nuestro espacio. Me acerqué a ella y se abrazó a si misma cuando estuve a su
lado, me miró con miedo y esperó en silencio hasta que yo decidí hablar.
— No te pediré una disculpa, pues no sé si en verdad la mereces — dije y solo
asintió, odiaba que actuara tan débil —. Pensé que tenías novio — inquirí y en el momento que
esas palabras salieron de mi boca, me arrepentí, yo no estaba ahí para hablar de su vida
amorosa.

— Si... — carraspeó y sentí que hasta a mí, me dolió la garganta. Su voz estaba ronca y por su
cara de dolor, deduje que le dolía mucho hablar — tengo, pero ya sabes, a veces la debilidad es
más fuerte — reí por su respuesta pero no dije nada.
— Alice, sé que reaccioné al revés, primero tenía que hablar contigo pero, hubieron
ciertas cosas que me hicieron atacarte antes de saber lo que en realidad pasó — recordé como
las perlas de Elliot me pusieron como loca — y no estoy orgullosa de ello pero... la noche de la
droga, aun no es muy clara para mí y a pesar de lo que tu aseguras, para mí fue muy real estar
con...
— Elijah — terminó por mi — lo repetiste muchas veces, cuando yo...
— No quiero saber lo que pasó entre nosotras y discúlpame pero eso, no es algo
que me agrade, yo nunca había hecho algo así — la interrumpí.
— Pensé que habías querido matarme porque estabas celosa de mí, por acostarme
Elliot — me tensé cuando dijo aquello, ella también creía que estaba celosa.
¡Puf! Era increíble.
Tal vez si lo estabas.
A mi perra conciencia siempre se le ocurría hablar solo para cagarme el momento.
— Elliot es libre de acostarse con quién quiera — aseguré — sólo ten cuidado con
lo que haces, no quiero que él salga afectado si tu novio se entera — dije dando por terminada
nuestra plática, me giré para regresar con los chicos pero ella habló.
— Te aseguro que mi novio no le hará daño — reí con un poco de burla al escuchar
aquello.
— Sé que no le hará daño, temo por la vida de tu novio, no por la de Elliot —
aseguré.
Sabía que Alice sentía algo por Elliot y odié que él se acostara con ella, aún
sabiendo que la chica tenía novio. No lo quería juzgar mal pero me era inetivable cuando sus
acciones eran tan contradictorias. Y yo no estaba celosa, entre Elliot y yo había una historia pero
eso había pasado hace años, lo nuestro había acabado y aunque todos creyesen lo contrario, yo
no estaba celosa, mis razones para actuar como una loca, fueron muy diferentes.
(****)
La mañana del día siguiente, había aceptado una invitación de Jacob para ir a
desayunar; Ihop fue nuestro destino y me la había pasado genial en compañía del loco chico de
lunares, era increíble que él tuviese tan buen cuerpo con todo lo que comía y aunque nuestra
cuenta fue muy alta, él se sentía orgulloso de haber comido casi la mitad de todo lo que había en
el menú.
— Es irónico que vengas aquí, cuando odias los hot cake — señaló.
— Tú me invistaste aquí — recordé — y por eso, no estoy comiendo hot cake.
— Y eso es lo más tonto, no tienes idea de lo que te pierdes, nena — inquirió
volviendo a ser el Jacob que conocí hace cuatro años y eso era fantástico.
Pasamos un buen rato juntos hasta que volví al apartamento y recibí la llamada de
Darius, me había dado opciones para vernos, podía ir sola o acompañada, él iría solo así qué,
decidí darle un voto de confianza y me fui sola hasta el lugar que habíamos acordado.
Me sorprendí cuando escogió un parque para vernos, aunque era muy inteligente ya
qué, el parque tenía dos montañas, áreas de juego para los niños, otras para ejercitarse, rampas
para los chicos amantes de las patinetas y algunas zonas boscosas. Nadie sospecharía que iría
allí para reunirme con enemigos y para no levantar mayor sospecha, decidí irme con ropa de
deporte y llegar trotando hasta el lugar dónde Darius me esperaba.

Entre la pequeña montaña y las rampas.


Respiré profundo para coger aire y miré a todas partes, a lo lejos y bajo una de las
rampas, lo vi sentado en el suelo, una pierna estaba doblada y ahí recargaba su brazo, a un lado,
estaba una patineta. Sonreí al imaginar que se hacía pasar cómo un simple chico con gusto por
los deportes extremos, pero Darius estaba muy lejos de ser un chico o simple, mas bien parecía
como un hombre malo, intentando ser común.
O mas bien como un modelo extremadamente guapo y muy follable.
Como ambos.
Sus tatuajes resaltaban a lo lejos y me odié por concentrarme más en como lucía
Darius y no, en la razón por la que había llegado hasta ese parque. Caminé hasta él y cuando se
percató de mi presencia, me sonrió de lado y me comió con la mirada.
Tal vez tuve que haber usado ropa, que cubriese mas mi cuerpo.
— Viniste sola — dijo un poco sorprendido.
— Digamos que puedo defenderme si intentas asesinarme — me burlé un poco,
volvió a sonreír pero con ironía.
— Y vaya que pienso en muchas maneras de cómo quisiera asesinarte — lo miré
alzándole una ceja y puse mis brazos en forma de jarra —. Toma asiento junto a mi — pidió
dando golpecitos a un lado de él. Lo hice para que así, comenzará a hablar de inmediato.
— Estoy un poco ansiosa así que por favor, habla rápido — pedí, tratando de no
sonar tan perra.
Trata más querida, trata más.
— Por alguna razón que aun no entiendo, me quitaron el cargo para llevar a las
bailarinas está semana al Karma — soltó y cerré fuerte mis ojos con frustración cuando dijo
aquello. El Karma, el maldito club era mi oportunidad para llegar a mis enemigos — ¿Tú le dijiste
algo a Sombra?
— ¡No! — chillé de inmediato con ira, no era posible que ese idiota dijese algo, no
habíamos hablado nada de lo que hablé con Darius y después de nuestro encuentro, Sombra
solo me había llamado para darme las gracias por el libro.
Lo hizo de manera irónica — claro — y se excusó diciendo que él no había leído el
libro, que sus palabras habían salido porque sí. Las escuchó hace años de alguien más — quién
sí, leía mucho — y simplemente le parecieron adecuadas en el momento que lo dijo. Me burlé de
Sombra, lo hice mucho pero, volviendo al punto, yo no había hablado con él de nada más, incluso
me negué a verme con él para así evitar que algo estúpido saliese de mi boca al estar juntos y se
arrepentiría mucho si él, era el culpable de sacar a Darius del juego.
Sombra no arruinaría mis planes.
— Es imposible, nadie sabe de nuestro plan a excepción de Maokko y Caleb y
créeme que confío en ellos y sé que jamás me traicionarían — alegué y asintió —. No me falles
en esto, por favor Darius — pedí y tomó mi mano, quise zafarme pero, no pude hacerlo.
— No te zafes — pidió — es solo para despistar a las personas y que así crean que
simplemente somos una pareja. Podría besarte para hacerlo más creíble — dijo en tono seductor
y burlesco a la vez, lo miré con ganas de asesinarlo.
— Este no es un buen momento para jugar así — espeté.
— No estoy jugando y Bella, tampoco mentí cuando te dije que todo saldría como tú
querías e incluso será mejor conmigo fuera — fruncí mi ceño al escuchar aquello.
— Explícate mejor — pedí.
— En mi lugar, dejarán encargado a un chico que hace mucho ascendió en la
organización, debido a su excelente desempeño — escupió esas palabras con asco, se notaba
que lo odiaba —. Es la primera vez que él, hará tal cosa por lo cuál, su experiencia es poca y de
manera casual dejé dos fotos entre los documentos de las chicas y se los entregué. Esas chicas
no existen en su lugar, él las llamará a ti y... ¿Cómo se llama tu loca amiga? — preguntó y quise
sonreír.

— Maokko.
— Bien, a ti y a ella — lo vi sacar algo de una mochila que noté hasta ese momento
y me tendió dos móviles desechables — el número de ambas ya está agendado, luego de qué las
llamen y hagan su trabajo, deshaste de ellos — asentí recibiéndolos con gusto —. Haz lo que
desees ese día, pero hazlo bien — nos miramos detenidamente —, las chicas ya no serán mi
responsabilidad pero tú y Maroko sí.
— Maokko — corregí.
— Ella — dijo y en ese momento sonreí —, tengo que sacarlas de allí vivas y sanas
pero ya no estará en mis manos que los que estén en el club, queden igual — sonrió de manera
malvada y eso me gustó mucho. Lo vi sacar algo más de la mochila y me entregó una fotografía
—. Él es el encargado de llevar a las bailarinas el viernes — dijo mirándome expectante, tomé la
fotografía en mis manos y los recuerdos de mi tortura llegaron como flashes.
Le juré jamás olvidar su rostro y lo había cumplido, le juré vengarme por lo que
había hecho y también se lo iba a cumplir.
El chico que llevó el regulador de voltaje.
El mismo.
— Él se irá conmigo — susurré empuñando la fotografía. Un escalofrío me atravesó
en ese momento y no, no era porque Sombra estaba cerca, no era ese tipo de escalofrío, si no
mas bien, era el tipo de escalofrío que me atravesó el cuerpo, antes de ser torturada con las
descargas eléctricas, hace tres años.
— Y yo te ayudaré a lograrlo — prometió Darius, viéndome a los ojos mientras
tomaba mi barbilla con una de sus manos.
(****)
— No pude conseguir el vuelo para la madrugada del sábado, pero si para el
domingo — anunció Elliot y asentí.
Al fin había hablado con él y nuestro viaje ya era oficial, nuestros planes ya estaban
hechos y Caleb había conseguido el veneno que usaríamos Maokko y yo la noche del viernes. El
hijo de puta encargado de llevarnos al Karma ya nos había llamado y todo estaba listo, así como
la bodega dónde llevaríamos al tipo y también el regulador de voltaje.
Mis ansias crecían cada vez que pensaba en que pronto, empezaría a cobrar lo que
tanto me debían, lo que deseaba.
No olvides los consejos del maestro.
No, como tampoco olvidaba que mi conciencia era una perra pero también una
cobarde.
— ¿Estás segura de esto? — preguntó Caleb.
— Claro que lo está y no la desanimes, no dejé todo en Italia para nada. Déjanos
tener acción — respondió Maokko por mi.
Nuestros disfraces estaban listos y teníamos que reunirnos con las otras chicas en
una estación de gas. Darius se había comunicado conmigo antes, Sombra también pero decidí no
responderle, desde que me acosté con él quería saber más de mi vida, me creía suya y aunque
me gustaba la idea de que él fuese solo mío, tenía que desechar eso y concentrarme en lo
importante.
Caleb estacionó el auto en que nos conducíamos y sacamos nuestra ropa — o
disfraces — aunque ya llevábamos uno puesto para no ser reconocidas — o que no me
reconocieran a mí —. Teníamos que ser cuidadosas para no envenenarnos a nosotras mismas, el
plan estaba puesto en marcha y ya no había vuelta atrás.
— Linda, ten cuidado — dijo Caleb cuando estábamos por irnos con las otras chicas
— y recuerda siempre lo que dice el maestro Cho, busca justicia — sonreí de lado y acomodé mi
peluca junto con la gorra.
— No, Caleb. No quiero justicia, quiero venganza. Venganza por todo lo que esos
cabrones me arrebataron — cada palabra la dije con seguridad y con una meta plasmada, él la
sabía y me ayudaría.
Caminé sin decir más y de soslayo vi que le decía algo a Maokko y esta asentía. Yo estaba
vestida con unas mallas negras y encima llevaba una pequeña falda de cuadros rojos, mis
zapatos eran de plataforma, mi camisa negra de manga larga y usaba guantes que dejaban al
descubierto mis dedos. Mi peluca era negra azabache y corta, usaba lentes hipster y mis labios
maquillados de negro, un falso piercing decoraba mi nariz y un falso tatuaje adornaba mi cuello,
mi aspecto era el de una chica friky y Maokko lucía igual, la única diferencia eran nuestras
pelucas, la de ella era de cabello abundante, largo y rizado.
Un tipo de piel trigueña y cabello platinado, fue el encargado de recogernos en una
van, todas nos subimos en él y se dieron algunas indicaciones. No hablarles a los jefes, no
acercarse a ellos a menos que ellos lo hicieran y hacer todo lo que ellos quisiesen; dentro del club
íbamos a ser unas sumisas y por primera vez, tendría que saber actuar.
Revisaron nuestros maletines y al no encontrar nada más que ropa y maquillajes,
nos dieron pase libre y prometieron un pago jugoso para esa noche especial.
Yo les daría un excelente pago.
Era irónico ver el club, estaba pintado de negro y Karma se leía en letras rojas, el
lugar gritaba Vigilantes por todos lados, se veía exclusivo pero eso era lo de menos. Nos
registraron con nuestros nombres falsos y pasamos cerca de las tarimas donde bailaríamos;
sonreí con ironía cuando al fondo se escuchaba location, sonando en los altoparlantes, había
muchas personas bebiendo, disfrutando, algunos privados cerca y otros en la segunda planta del
lugar, protegidos por vidrios que con seguridad, eran antibalas, pero... Ahí no necesitaríamos de
balas, ahí solo necesitábamos ser unas perras y lograr que los hombres que deseábamos, se
acercaran a nosotras.
Fuimos dirigidas a una especie de camerino y ahí nos esperaba el tipo encargado
de nosotras. Tuve que hacer uso de mi autocontrol para no hacer una tontería cuando lo vi; ya no
era más el chico miedoso que recordaba, se le veía con mas seguridad y poder, era una lástima
que todo eso, acabaría pronto.
— Bueno preciosas, mi nombre es Samuel y de verdad espero no haberme
equivocado con traerlas aquí esta noche.
— Pobre idiota — susurró Maokko y sonreí luego de escucharla y escuchar a
Samuel.
Siguió hablando y dando más indicaciones y se acercó a cada chica para evaluarla,
llegó a Maokko y ella le sonrió con picardía, con sensualidad y él, devolvió esa sonrisa. Llegó a mí
y me observo de pies a cabeza, yo no pude sonreirle de ninguna manera, simplemente lo miré a
los ojos, esperando que él viese en los míos, una promesa de venganza que llegaría pronto.
— Cuando te prepares para salir a bailar, déjate las mallas y cambia ese labial, por
uno color rojo — susurró muy cerca de mí — y así, serás la mejor puta de esta noche — empuñé
mis manos al escuchar aquello y sonreí de manera fría.
Sí, sería la mejor puta y lo sería con él y sus jefes.
Otro chico llegó luego de que Samuel se había ido, para pedirnos el nombre de la
canción que bailaríamos, Try me, fue mi elección. Comencé a vestirme y haciendo caso al último
deseo de Samuel, me dejé las mallas y sobre ellas, me coloqué una braga muy pequeña de
encaje, un corsé negro y un sostén a juego. Maokko se vistió de blanco y sabiendo que luego nos
tocaría huir de allí, optamos por usar botas de piso — de combate — y así tener un aire malo que
llamara la atención de nuestros espectadores, colocamos nuestras máscaras y dejamos de último
los guantes, estaban envenenados y los usaríamos ya para salir al escenario.
— Las ángeles del dolor y la muerte, están listas — dijo Maokko acercándose a mí y
viéndonos a través del espejo.
Sonreímos sabiendo lo que haríamos muy pronto, el chico que antes nos había
pedido la música nos miró y sonrió intentando parecer interesante.
No lo logró.
Para nada.
— ¿Todas están listas? — escuchamos una voz femenina a nuestras espaldas. Por
el espejo vi a una chica, un poco mas baja que yo, era delgada y su cabello cobrizo estaba suelto
y en ondas, era muy bonita y demasiado delicada para estar en ese lugar.
— Ya casi lo están todas — le respondió el chico y ella asintió. Nos miró a todas y
su mirada se detuvo en la mía — Lía, Sombra estaba buscándote — me tensé cuando el tipo dijo
aquello.
¡Wow! La socia.
¿Socia? Y una mierda.
Ella regresó su mirada al chico y asintió con una sonrisa.
— Ahora mismo, voy con él — se giró y se marchó de mi vista.
Mis piernas comenzaron a moverse de nuevo y en esos momentos, si las dirigía mi
cerebro.

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Capítulo 12 (1/2)

AlbinaFernandez gracias por tu apoyo linda. Este capítulo es para ti, ojalá te guste y quedes con
mas ganas del próximo 😉 nos leemos pronto.
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~Capítulo 12~
[Parte 1]
Salí del camerino con la excusa de ir al baño, a lo lejos, aun lograba ver la silueta
de Lía y entonces la seguí. Un tipo se cruzó en mi camino y me detuvo, aun así, logré ver que
subía unos escalones y cuando mi camino estuvo libre, seguí mi recorrido.
¿Qué me había hecho seguirla? Era simple, Lía era cercana a Sombra y por lo
tanto, ella tenía que saber su identidad.
Imagíname riendo a carcajadas de ti, porque es lo que hago. La seguías porque ella
tenía algo con Sombra o lo suponías.
Mi conciencia podía decir lo que quisiese, yo sabía mis razones y también tenía mis
sospechas. Darius y Sombra eran una de mis sospechas y lo iba a comprobar solo cuando
supiese que ambos eran muy distintos. Cuando subí los escalones, descubrí que era una zona de
privados, en ellos la vista era perfecta hacia el escenario, pero estaban solos; mi corazón se
aceleró cuando pensé en lo que estaba a punto de hacer, lo hizo cuando una chica salió a bailar y
todos ahí comenzaban a concentrase en ella. Seguí mi camino y llegué a una oficina, la puerta
estaba abierta y con cuidado me acerqué.
— ¡No! Estoy harta de tu manera de ser, me dices una cosa pero actúas diferente
— era la voz de Lía, estaba viviendo una situación casi igual que con Elliot, pero en ese momento
me quedé porque quería.
— Tú eres la que mejor sabe por qué soy, como soy — dijo él, era su voz
robotizada.
— Bien, hagamos algo — dijo Lía mas calmada — dame lo que quiero y yo trataré
de ayudarte.
— ¿Lo prometes? — preguntó él.
No pude evitar acercarme más cuando no escuché respuesta, logré ver cuando ella
asintió con una sonrisa de lado y mordía su labio inferior para provocarlo. Sombra estaba de
espaldas, usando su ropa negra, el cuello alto de la camisa cubría su cuello y un gorro cubría su
cabeza, pero no usaba máscara.
Aun así, no podía verle el rostro y odié eso, odié cuando la tomó de la cintura y la
sentó sobre un escritorio y luego comenzó a besarla, lo hacía con deseo o por lo menos ella si lo
besaba de esa manera. Tapé mi boca para no hacer ningún sonido, en mi cuerpo corría agua
nieve en lugar de sangre, me sentía fría, mi cabeza bombeaba fuerte al igual que mi corazón y se
acompasaba con mi respiración. Noté cuando ella desabrochaba el cinturón y pantalón de
Sombra y él, subía el vestido de ella y bajaba sus bragas, todo estaba sucediendo muy rápido,
ambos se veían necesitados el uno del otro.
Mordí mi mano para evitar jadear y no de deseo por lo que veía, sino de rabia; vi
cuando el empaque de un preservativo cayó al suelo y pronto un fuerte jadeo salió de la boca de
ella.
— Soy solo tuyo — recordé y odié hacerlo.
Cerré fuerte mis ojos y respiré profundo para tratar de controlarme y olvidar todas
las palabras que ese mentiroso había susurrado en mi oído. Irme y dejarlos en su mundo era lo
correcto, mi razón sabía eso pero mi orgullo gritaba algo diferente.
— ¡Oh, si! — gimió Lía y sus manos se asieron al trasero de Sombra.
No estaban totalmente desnudos, ella solo tenía desnudas sus piernas y sexo y él,
solo su sexo, pero era claro lo que hacían y me odié porque en el fondo creí las mentiras de ese
hijo de puta. Me odié por ser tan patética y creer que él podía ser fácil de dominar, me odié
porque a pesar de que yo estaba segura que no era suya, tampoco pensaba acostarme con nadie
mientras lo hiciera con él.

Pero respiré profundo y sonreí al verlos, lo hice porque en esos momentos conocí bien a mi
enemigo, porque comprendí que no podía confiar en él como lo estaba haciendo y porque en
esos momentos, todos los remordimientos que sentí por estarlo usando, desaparecieron de
inmediato y sonreí más porque ese polvo, no lo iban a tener, no en esos momentos.
— ¡Oh, Dios! ¡Perdón! — chillé con culpa fingida.
— ¡Pero que demonios! ¿¡Qué te pasa, estúpida!? — gritó ella, Sombra salió de ella
y cubrió su rostro con agilidad, luego cubrió a su amigo y supe que le costó hacerlo cuando su
dura erección no entraba en su pantalón.
Amé ver la reacción en sus ojos cuando me reconoció y me sentí triunfante en esos
momentos. Se fijó en mi ropa — en la poca ropa que usaba — y tensó su mandíbula al
comprender por qué estaba en ese lugar, pero no me importaba lo que él pensara de eso.
— Lo siento, estaba buscando al chico de la música, lo vi venir hacia acá, pero no
supe dónde estaba, la puerta estaba abierta, entré sin pensar y...los vi — balbuceé intentando no
reír y parecer muy arrepentida.
— ¡Mierda! Vete a buscarlo a otro lado maldita idiota — gritó frustrada y asentí.
Te estaba ofendiendo.
Y yo estaba disfrutando la razón del porqué lo hacía.
Miré a Sombra, lo hice transmitiéndole mi frialdad y salí de ahí de inmediato, él se
había quedado pasmado y sin decir nada. Sí, él no solo había descubierto que logré infiltrarme,
sino también que había visto todo. Bajé corriendo los escalones, la frialdad de mi cuerpo había
pasado y ahora mi sangre era caliente como la lava, pensaba en todo lo que haría desde ese
momento en adelante y justo cuando iba a llegar al camerino, sentí un fuerte jalón en mi brazo y
como me metieron con agilidad en un pequeño cuarto.
— ¿¡Qué demonios haces vestida de esta manera!? — reclamó con autoridad sobre
mí y en esos momentos, casi me vuelvo loca de ira.
— ¿Qué te pasa, idiota? — me quejé y entonces lo vi.
— Dime que no es lo que estoy pensando Isabella, dime que no estas tan loca
como para pretender que te subirás a ese puto escenario, a bailarle a esos hijos de puta, mientras
yo me quedo de brazos cruzados — decía con celos, con rabia, con desesperación y eso solo
sirvió para que yo me pusiera peor.
— ¿Te lo digo fingiendo que siento mucho esto o con sarcasmo? — respondí y su
manera de verme me hizo saber que estaba a punto de volverse loco.
Él estaba desesperado, enojado, celoso y miles de cosas más, pero en otro
momento, tal vez, solo tal vez me hubiese importado, pero no después de lo que había visto.
Sombra había perdido mucho y yo, quizás había ganado.
— ¡Bella! Lo de allá arriba, no era lo que piensas — dijo de inmediato, al percatarse
que él estaba reclamando después de lo que yo había visto. Me reí, lo hice para intentar
calmarme y no reaccionar como loca.
— ¿En serio? ¿Eres de esos, Sombra? — pregunté irónica — Porque yo vi muy
claro lo que pasaba y es increíble que seas tan cobarde cómo para venir a decir que no es lo que
pienso.
— ¡Mierda! — se quejó — Bella, yo... — se quedó en silencio y me miró, él no sabía
que decir y se notaba asustado. Había cambiado de manera radical, después de reclamar y
sentirse con derecho a hacerlo, estaba avergonzado y quizás hasta nervioso — Lo siento — dijo y
no me lo esperaba. Lo escuché arrepentido pero ya no me engañaba más, Sombra me había
demostrado que sabía fingir muy bien; cerré mis ojos y los abrí de nuevo, lo miré y sonreí con
ironía.

— No lo sientas, ve con tu novia y disfruta de la noche — recomendé —. Verte follándola ha


servido para confirmar lo que ha pasado entre tú y yo, y me parece excelente que estés
consciente que puedes seguir con tu vida y follarte a la quieras.
— ¿Isabella? — dijo y alcé una mano para que callara.
— Sólo no me vengas con mentiras de mierda — seguí —, a mí habláme claro y
con la verdad. Nada cambiará entre ambos — dije y me miró con sorpresa y decepción. No
entendí por qué lo último —, no me digas lo que no sientes solo para que yo siga follando contigo
y lo que hacías allá arriba, no es nada que me importe — solté, intentando parecer segura —. A
pesar de tus estúpidas mentiras, yo tengo claro que no eres mío y no quiero que lo seas; así
como yo tampoco soy tuya y jamás lo seré... ¡Ah! — chillé cuando me tomó de la cintura y me
hizo quedar contra la puerta.
— No digas idioteces ¡Tú eres mía, solo mía! — espetó con posesividad, tomó una
de mis piernas y la subió a la altura de su cadera, su pelvis quedó en mi entrepierna y jamás me
había sentido tan indignada como en esos momentos. Ya no sabía si esa dureza era por mí o por
ella y eso, casi me vuelve loca. Con su mano libre me tomó de la barbilla y me hizo verlo a los
ojos.
— ¡Suéltame, imbécil de mierda! — grité — No me importa lo que mierdas hagas,
pero no me toques después de estar con ella ¡Me das asco! — dije y se alejó de mí, dolido y
asustado al ver mi reacción. Me limpié el rostro frente a él y lo miré así como me sentía.
Con asco.
— Sé que la acabo de cagar contigo, pero no digas que no eres mía. Lo eres, así
como yo soy...
Sus palabras quedaron en el aire cuando mi puño dio en su cubierto rostro, era
bueno que no haya decidido darle una bofetada porque con el rostro cubierto, no le hubiese
dolido, pero mi puño, eso si le dolió. Cerró sus ojos con fuerza y cogió su barbilla.
— ¡Maldición! — se quejó.
— No intentes siquiera decir tal estupidez de nuevo — advertí.
— ¿Qué pasará ahora? — dijo rendido. Lo miré seria y luego negué con ironía, abrí
la puerta y salí del pequeño cuarto — Bella, responde — pidió.
— Pasará lo que tenga que pasar — dije y él siguió tras de mí.
— Mira sé que estas molesta y lo comprendo, pero yo también estoy molesto de
verte aquí — dijo y reí con burla, me giré para verlo de nuevo —, vestida de esa manera — me
señaló — provocando a todos lo que te miran, ahora comprendo lo que pasó con Darius, ese
imbécil te ayudó y eso lo arreglaré mas tarde con él, pero a ti, te quiero fuera de aquí, Bella; estás
en un lugar muy peligroso y por ningún motivo dejaré que te lastimen.
— No te preocupes, sé cuidarme sola y sí, Darius me ayudó, a diferencia de ti, él no
le teme a sus superiores, él no sigue reglas.
— Cállate — pidió dolido.
— Él no me dice mierdas solo para ganarse un acoston conmigo — seguí y vi la ira
en sus ojos —. Seguiré aquí hasta terminar mi misión, te guste o no y cuando salga de aquí, lo
haré con él y tu callarás — advertí y mi manera de hablarle había sido muy dura.
Todo había cambiado entre ambos y él era el culpable y lo sabía, lo noté en sus
ojos, en la frustración que había en ellos, en la ira que los oscurecía más, pero no me importaba,
yo tenía una meta que iba a cumplir y verlo follando con otra, no me haría desviarme de mis
planes.
— Cuida bien lo que haces, Isabella y no se te ocurra permitir que ese hijo de puta
te toque — escupió con celos, tras de él, vi a Lía llegando hasta nosotros y no se le veía feliz.

— Tal vez si y mas si me susurra al oído que será solo mío... ¡Ah! Y tú te quedarás de brazos
cruzados cuando salga al escenario y no joderás mis planes — advertí sultilmente con una
sonrisa ladina y malvada, empuñó sus manos al escucharme. Lía estaba mas cerca —. No sé
preocupe señor, bailaré para todos y cumpliré todo lo que deseen — dije comportándome como
una sumisa, él me miró con sorpresa y cuando comprendió mis palabras, entonces los celos se
convirtieron en ira por mi provocación.
— No sé te ocurra hacer eso — advirtió y hablé antes que me comprometiera.
— Perdón por arruinar el momento con su novia, no fue mi intención.
— ¡Mierda! Ella no es mi novia y no arruinaste nada — espetó.
— ¿Por qué le explicas a ella, lo que soy o no soy? ¿Y de verdad no arruinó nada?
— la voz de la chica era fuerte y se notaba que tenía carácter. Sombra comprendió en ese
momento mi actitud y me miró incrédulo.
— ¡Ups! — formulé solo para que él me viese, le guiñé un ojo y entonces me giré
para regresar al camerino.
Lo dejé allí, con la chica, mientras yo me preparaba mentalmente para lo que iba a
suceder. Ver a Sombra con otra me había inspirado, me había dado el valor para salir al
escenario, con doble objetivo en mente. Dar un golpe a mis enemigos y dejarle claro a él, que yo,
hacía lo que quería, que lograba lo que deseaba y sobretodo, que yo, no era suya.
Y que te morías de celos.
No lo hacía, pero me sentía molesta, por ser tan estúpida y haber estado a punto de
caer en sus juegos.
Cuando llegué al camerino, Maokko estaba sobre las piernas del chico de la música
y cuando me vio, con su mirada prometió que iba a pagarle lo que ella estaba haciendo para que
no dijesen nada por mi ausencia, llegué a ellos y le pedí que cambiase mi canción, You don't own
me, era mi elección, el chico asintió diciendo que era una buena canción para bailar y en mi
mente también le agregué que era un excelente mensaje. Pocas chicas estaban esperando su
momento, nosotras incluidas, para mi suerte y el bien de nuestro planes, Maokko saldría junto a
mi y bailaríamos juntas; Darius había logrado lo que se propuso, estaba cumpliendo su promesa.
— Chicas, en cinco minutos salen ustedes — informó el chico — estén listas y
lúzcanse, los jefes han llegado y están ansiosos por ver un buen espectáculo.
— Y lo tendrán, guapo — respondió Maokko con picardía.
De una bolsa, ella sacó un par de guantes blancos y a mi me entregó una pequeña
caja de terciopelo negro, cuando la abrí, encontré dos anillos de plata, puse uno en cada mano —
en el dedo corazón — y los observé, ambos tenían una pequeña y fina aguja, bastaba un pinchón
para que el veneno recorriera el cuerpo elegido.
— Usa las agujas para arriba, mientras no estés cerca de tu objetivo — pidió la
asiática — colócalas hacia abajo cuando lo tengas cerca y de manera sutil, presiona una parte de
su cuerpo. Bastará eso para que el afortunado, sienta su cuerpo quemarse desde adentro, un
pinchón para que sufra, dos para que desee la muerte, tres para que muera — explicó y asentí —
mis guantes solo contienen la droga para volverlos dóciles, tus manos provocarán dolor y muerte,
lo que tu desees. Si no logras dar los tres pinchones, entonces recuerda que el efecto del veneno
dura tres días, a menos que obtengan la cura — dijo viéndome a los ojos, le sonreí en respuesta.
— ¡Chicas, es hora! — avisó el chico.
— Estamos listas — respondí y comencé a caminar.
La hora había llegado.
Y ya comenzaba a disfrutarla.
(****)
Estábamos tras la cortina negra que nos separaba del público, desde ahí podíamos
ver el único privado en la planta alta con tenues luces encendidas, habían muchos tipos allí pero
pronto, comenzaron a irse de uno en uno. Un privado de sillones en cuero negro, frente al
escenario, estaba siendo ocupado por los mismos tipos de antes; sonreí triunfante cuando
reconocí a Samuel, indicándole a Lucius y Derek donde podían sentarse, tras de ellos llegaron
Darius, Lía y Sombra y por el último el Fantasma.
Quise salir en esos momentos y abalanzarme sobre él pero me contuve, estaba
vestido de la misma manera que vestía Sombra pero había un mundo de diferencia entre ellos.
Fantasma usaba el cambiador de voz en el cuello, como un perro y mas que un hombre, parecía
una mujer, era increíble que en ese cuerpo tan pequeño, hubiese tanta fuerza y maldad. Lía se
alejó del privado y se sentó una mesa mas alejada, la vi sacar una portátil y concentrarse en ella,
Down se escuchaba en esos momentos y cuando al fin todos estuvieron ubicados de manera
estratégica, me di cuenta de algo. Sombra estaba muy alejado de Derek y cuando este último se
giró para decirle algo como en burla y Sombra quiso abalanzarse sobre él, Samuel sacó un arma
y la apuntó a la cabeza de Sombra, me tensé, me llené de ira y quise salir pero Maokko me
detuvo. Darius y Lía llegaron de inmediato, ella discutió algo con Derek y entonces él subió sus
manos en señal de rendición pero la ironía no lo abandonaba; Darius le quitó el arma a Samuel y
le advirtió algo, yo en mi mente, le estaba jurando muchas cosas.
You don't own me...
You don't own me...
Se escuchó al fondo, era nuestra señal.
Maokko salió por delante de mí, yo coloqué mi mano en su pequeño hombro y la
seguí, ambas caminando de manera sensual. Los ojos fueron puestos en nosotras dos, la
melodía marcaba el ritmo de nuestras caderas; las dos habíamos jugado ese papel en otras
ocasiones, en otras misiones y el resultado siempre era el esperado. A un lado del escenario,
estaban dos tubos, cada una tomamos uno y comenzamos a bailar ahí, comenzamos a provocar
y a ganarnos halagos sucios y promesas de una noche desenfrenada; a pesar de la luz que nos
cegaba un poco, noté cuando Sombra y Darius se miraron de manera intensa, el primero le
prometía una venganza al segundo, el segundo le prometía no dejarse fácilmente al primero. Los
dos estaban tensos y molestos y cuando los ojos de ambos se posaron en mí y les sonreí con
cinismo, vi el arrepentimiento de Darius por haberme llevado ahí y los celos de Sombra por tener
que quedarse con los brazos cruzados y verme bailar para otros y sobre todo, escuchar el claro
mensaje de la canción.
Lía llegó a Sombra en esos momentos, se colocó en medio de ambos y entrelazó su
brazo al de Sombra, caí al suelo en esos momentos, mis rodillas y codos me dieron la perfecta
posición del famoso cuatro, levanté mi trasero, curvé mi espalda y miré hacia Lucius, el hijo de
puta nos miraba con deseo, al igual que Derek y eso me provocó mucho asco. Derek había
cambiado mucho en esos años, estaba más fornido, su cabello mas corto y su barba cobriza
perfectamente arreglada; Lucius en cambio, lucía mas decrépito, mas viejo y provocaba más
asco.
Maokko llegó a mí y comenzó a similar una escena lésbica conmigo, sus manos se
mantenían alejadas de mi en todo momento y justo cuando yo me tumbé en el frío suelo sobre mi
espalda y ella estuvo a punto de besarme en la boca, sonrió y asintió.
— Hemos logrado dar el primero paso — susurró.
Miré a nuestro público y vi como Samuel nos hacía una señal para acercarnos.
Comenzamos a bajar y acercarnos a ellos con una sonrisa sensual, nuestros rostros estaban
protegidos por los antifaces, junté mis manos y giré los anillos.
— La de negro es mía — dijo Derek, lo miré y sonreí más.
Claro que era suya.
Pero entonces tuve miedo de que mis planes se jodieran, cuando detrás de Derek,
vi a Sombra negando con la cabeza, intentando que yo desistiera, pero al ver mi decisión,
empuñó sus manos y caminó hacia nosotros.
¡Mierda!

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Capítulo 12 (2/2)

souro7 ojalá y te guste este capítulo, es solo para ti. Gracias por tu apoyo y comentarios, créeme
que son los que me inspiran. Y va por ti yasminotamimi y por otras chicas españolas, sé que ahí
ya es noche y no es justo. Y por todas las que comentaron.
Chicas gracias a todas por sus palabras y creánme que si pedí lo que pedí, es
porque en verdad me importa lo que ustedes piensan, es lo que me inspira y me ayuda a seguir
con esta pasión. Sé que muchas se vuelven locas intentando descifrar la trama de la historia y
dejénme decirles, que yo también me vuelvo loca con las ideas en mi cabeza. Gracias a todas y
ojalá este capítulo les guste, el final está un poco raro y evito escribir cosas porque sé que hay
niñas leyendo pero, les advierto que cuando lleguen los capítulos de Derek, no creo quee guarde
todo lo que quiero escribir.
Las quiero chicas y chicos, nos leemos el martes y kiiryy ya casi llega tu capítulo.
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~Capítulo 12~
[Parte 2]
¡Bendito Darius!
Pensé lo mismo cuando lo vi interceptar a Sombra y aunque él se soltó de
inmediato de su agarre, Darius le dijo algo que lo hizo quedarse en su lugar y solo observar lo que
iba a suceder. Mi objetivo era llegar al Fantasma, pero el maldito estaba lejos de mí y custodiado
por Samuel y otros tipos que llegaron luego; Maokko fue cogida por Lucius y vi de soslayo cuando
ella, acarició el viejo rostro de él.
La cosa iniciaba bien, y las carcajadas de Lucius me hicieron saber que la droga,
estaba haciendo efecto; llegué frente a Derek y aunque me provocó arcadas su manera de
mirarme, me hice la fuerte y comencé a moverme, sus ojos claros estaban haciendo que malos
recuerdos llegaran a mi mente, miré a Sombra y Darius que permanecían alejados y ambos se
tensaron cuando las manos de Derek comenzaron a acariciar mis piernas, Lía había llegado a
Sombra y le susurraba cosas al oído, pero él no le prestaba atención. Darius comenzó a negar
cuando las manos de Derek comenzaron a subir, yo me tensé; lo imaginaba en aquel sucio
almacén, tocándome mientras yo me negaba, me hizo dar la vuelta para quedar con mi trasero
frente a su cara, Maokko me miró y supo la agonía que atravesaba en ese momento, llegó a mí
de inmediato y quiso apartarme pero Derek se negó.
— No, linda. Ella es para mí — dijo e hizo mas fuerte su agarre.
— Solo quería disfrutar junto a ella — habló Maokko, acariciando sutilmente su
mano.
Asintió hacia mi y se alejó; suspiré fuerte intentando alejar las horribles imágenes de
mi cabeza y me volví a colocar frente a él, sonreí forzadamente y entonces me coloqué a
horcajadas sobre él. Mi cintura comenzó a moverse, a restregarse en su pelvis al compás de la
música que seguía repitiéndose, Sombra no fue capaz de mirar aquello y se giró dándome la
espalda, Darius estaba a punto de actuar al igual que Sombra y llegar hacia nosotros pero se
contuvo y negó con la cabeza.
— No sé por qué, me recuerdas a alguien que atormenta mi sueño cada noche —
dijo cerca de mi rostro. Odié cuando su polla comenzó a endurecerse, cuando llevó sus manos a
mi trasero y lo apretujó, odié mas recordar sus manos en mi cuerpo, irrumpiendo sin permiso
alguno —. Aunque bueno, a ella jamás la tuve como te tengo a ti — señaló y luego lamió mi cuello
de la misma manera que lo hizo aquella vez.

Mi corazón se aceleró cuando la ira me embargó.


— Se negó a sus encantos — dije, fingiendo ser respetuosa pero a la vez con burla
y sonrió con cinismo.
— Lo que sucede es que ella es mi enemiga a muerte — aclaró, claro que lo era y
lo sería siempre. Vi como cerró y abrió sus ojos, la droga lo estaba afectando, a pesar de eso, él
hablaba claramente del pasado y yo sabía ese pasado, lo sabía a la perfección, me atormentaba
cada noche y añoraba el momento de vengarme por eso — pero aun así, pude disfrutarla, a la
fuerza... claro — me elevé un poco y luego me dejé caer con toda la intención de lastimarlo. Sus
palabras habían salido con orgullo y me provocó mas asco — ¡Uhg! — se quejó, Derek había
hablado demás y mi control se había ido a la mierda.
— Disfruta esto, hijo de puta — formulé entre dientes y con mucho odio, lo tomé del
cuello. Sus ojos se cerraron cuando mis manos se presionaron y las dos agujas se clavaron en él.
— ¡Mierda! — se quejó, me miró y le sonreí, lo hice con maldad, con frialdad y con
una segura promesa, en esos momentos, Derek me reconoció — Tú... — dijo pero el veneno
había hecho efecto.
Me sacó de encima de él y justo cuando iba a volver a tocarlo, Samuel llegó y me
detuvo, sin darse cuenta que yo era la culpable del sufrimiento de su jefe.
— ¿Derek, que sucede? — le preguntó afligido.
Maldije interiormente cuando veía que mi oportunidad se escapaba, quise
acercarme de nuevo pero todos se concentraron en él, al verlo cuando comenzó a retorcerse,
Lucius estaba mas estúpido que de costumbre y no se daba cuenta de nada. Vi cuando el
Fantasma se iba pero no era inteligente seguirlo, así que me acerqué a Lucius y Maokko se fue
hacia Samuel.
— ¡Ah! — se quejó cuando mi mano derecha llegó a su cuello y la izquierda a uno
de sus brazos. Tenía que aprovechar el momento de distracción que Derek estaba creando.
Lucius no podía defenderse, la droga lo tenía indefenso; el alboroto por saber lo que
sucedía había comenzado, hasta el momento nadie sospechaba de nosotras y Maokko fue
inteligente al acercarse a Samuel y drogarlo, con la mentira de ayudar, tocó más a Derek y lo
hacía actuar como ella quería. Lucius comenzó a sufrir los efectos del veneno y yo... estaba feliz
de que al fin, mi momento estaba llegando.
— Uno por mi madre — le dije y sus ojos se clavaron en mi, él se retorcía del dolor
y luchaba por reconocerme — uno por mi padre — añadí y entonces quiso hablar, pero no podía,
él estaba sufriendo un infierno y yo lo estaba disfrutando — y este es por mi — negó con la
cabeza al saber de lo que se trataba todo — tu mayor pesadilla — terminé y justo iba a presionar
mi mano una tercera vez, cuando alguien me detuvo — ¿¡Qué haces!? — espeté hacia Sombra,
sus ojos se abrieron demás cuando estuve a punto de tomarlo con mi mano libre y clavar la aguja
en él, pero a pesar de mi ira y frustración por lo que él, había hecho, me detuve a unos
centímetros.
— Evitando que cometas una locura — lo miré incrédula, recuperó su confianza
cuando notó que no quise tocarlo. Si él estaba con los Vigilantes por una promesa y no, porque
quería, pues lo ponía en duda al impedirme matar al líder de ellos —. No me mires así — pidió y
me alejó de la vista de todos —, si lo matas, entonces le darás todo el poder al Fantasma y sé
que no quieres eso, él si. Tienes que ser inteligente Isabella, te ayudaré, estoy contigo, confía en
mi — decía apresurado, cuidando que no nos vieran.

¡Puf! Quería que confiaras en él.


Estaba idiota si creía que volvería a cometer ese error.
Me tomó del brazo y comenzó a hacerme caminar, me quise regresar y por lo
menos tocar una vez más a Derek, entonces vi a Darius y Maokko, ella llevaba a Samuel del
brazo, este iba caminando con toda su voluntad.
— No voy a irme sin siquiera matar a ese hijo de puta — les dije con seguridad y
determinación.
— Él se merece mucho más que morir envenenado, Bella — señaló Darius —
déjalo sufrir con el veneno, él te reconoció y tu mensaje será dado. Pronto llegará su hora, ahora,
vamos a ocuparnos de este imbécil — dijo señalando a Samuel quien reía al oírnos hablar de él,
como si fuese lo mas gracioso que había escuchado en toda su vida.
Darius tenía razón, Derek merecía más sufrimiento y sería paciente, Sombra
también la tenía después de decirme aquello, yo no le daría al Fantasma, el gusto de quitarle a un
estorbo de su camino y pronto sabría mas de mi.
— Suéltame — le dije a Sombra y no esperé a que lo hiciera, me zafé de él y seguí
el camino que Darius nos indicaba.
Muchos Vigilantes comenzaban a acercarse a Derek y Lucius, aun no sospechaban
de nosotras y eso era bueno. Sombra seguía tras de mí, él quería ayudarme pero yo, ya no podía
confiar en él. Saqué el móvil que me había escondido y le llamé a Caleb para que estuviese
pendiente de nosostras, Darius no podía irse del club, sospecharían de él si desaparecía.
— ¡Mierda! — se quejó Sombras tras de mí — Tenemos que escondernos — dijo al
ver a Lía.
— Hazlo tú y Darius, nosotras no nos esconderemos más — espeté al verla.
— ¡Vamos! Bella, no sigas en ese plan — se quejó y lo ignoré, estaba harta —. Si
Lía nos ve estaremos jodidos.
— Tiene razón, Bella — se le unió Darius — si ella nos ve, se irá todo a la mierda —
negué frustrada al escucharlos.
— Ya no me esconderé más, ustedes si — dije reticente, ambos iban a protestar
pero sabían que yo no desistiría — ¿Ella sabe de mí? — cuestioné, ambos se vieron entre si,
como si fuesen dos niños pequeños a punto de confesar una travesura y si Sombra no hubiese
tenido su disfraz, habría jurado que eran gemelos.
— Si — respondió Sombra.
— Y te odia — añadió Darius, lo miré extrañada, no entendía el por qué, pero no
estaba para seguir averiguando.
La tipa estaba muy cerca y a punto de vernos, ellos fueron listos y se escondieron
en un cuarto aledaño a donde estábamos, Maokko le dio indicaciones a Samuel de cómo actuar
y este asintió, ya no había rastro de que Darius y Sombra habían estado con nosotros así que,
dispuesta a actuar una vez más, entrelacé mi brazo al de Samuel y Maokko lo hizo al otro brazo
de él; seguiríamos y confiaríamos en un alocado plan salido del momento.
— ¿A dónde van? — espetó Lía al vernos, se notaba desesperada, asustada y muy
molesta.
— ¡Lía! Llevo a las chicas al camerino — respondió Samuel, quién en vez de
parecer preocupado como Maokko le había dicho, parecía feliz.
Vaya imbécil.
— No las dejes salir, por ningún motivo — ordenó ella y creo que la preocupación
por lo que sucedía, la hizo no darse cuenta de la extraña actitud del tipo. Pasamos a su lado y
antes de continuar, ella me tomó del brazo con fuerza y con toda la intención de lastimarme —. La
próxima vez que te cruces en mi camino, no seré tan amable — farfulló mirándome a los ojos.
Hice crujir mi cuello, no quería perder el control pero mi frustración aun hacía estragos en mí, la
idiota estaba preocupada y todo, pero aun así tenía tiempo para demostrarme su molestia por mi
intencionada interrupción — aquí solo eres una puta que se gana la vida follando con el que mejor
le pague, tu lugar es en el escenario o en la habitación de algún cliente, no husmeando donde no
te importa — espetó, bien, ella estaba más que molesta por su polvo frustrado, yo en cambio,
estaba frustrada por aguantarme las ganas de matar a Derek o Lucius.

— ¡Quítame las manos de encima! — ordené. Estaba asqueada, yo no era inferior a ella y no
estaba dispuesta a seguir órdenes. Vi cuando Sombra salió del pequeño cuarto, Lía no podía
verlo porque estaba a espaldas de él, pero yo si lo vi y él negaba con su cabeza, pidiendo que no
hiciese una locura.
— Aprende tu lugar, maldita zorra — escupió con odio. Noté cuando su cuerpo tomó
posición de combate, deduje que ella sabía defenderse y aun así, estaba dispuesta a lastimarme
aun creyendo que yo no sabía protegerme.
— Sí, sé mi lugar — hablé displicente.
— Cuida lo que haces — pidió Maokko pero no me importó. Arranqué mi antifaz y
quedé expuesta ante Lía.
— ¡Isabella White! — exclamó ella con asombro y odio a la vez, le sonreí con
cinismo y vi la ira que la embargó.
— Tu también sabes mi lugar — me burlé con arrogancia.
— ¿Comó lograste entrar aquí? — exigió saber.
— Así como esta maldita organización logró colarse en la mía ¿Cierto Samuel? —
dije y agradecí cuando el idiota asintió con una enorme sonrisa, me encongí de hombros y la miré
con displicencia — Dile a tus malditos jefes, que a la próxima, los haré sufrir más y sobretodo,
hazle saber al cobarde de Fantasma, que estoy cerca de él, vigilando sus movimientos y
esperando el momento adecuado para dar mi estocada final — ella se volvió loca y llegó hasta mi
con la intención de golpearme. Como lo predije, ella sabía pelear, pero yo no tenía tiempo así
qué, esquivé su golpe y la tomé de la muñeca de su mano izquierda.
— ¡Ah! — se quejó, quiso zafarse pero no se lo permití.
— ¡Isa! — dijo Maokko pero la ignoré. El veneno haría mayor efecto en su muñeca
izquierda.
— Esto solo ha sido un juego de niñas aburridas — susurré en su rostro y tuve la
amabilidad de cogerla cuando casi cae al suelo, retorciéndose del dolor—. La próxima vez que te
cruces tú, en mí camino, no correrás con tanta suerte — advertí —, esto no es nada en
comparación a lo que tengo preparado para los tipos a los cuales les lames las bolas — escupí,
pero ya no la veía a ella.
Veías al chico oscuro que te observaba sorprendido.
Exacto.
— Maldita ¡Ah! — gritó — Grigori de mierda — escupió con dificultad y mucho odio.
Darius estaba tras de Sombra, ambos acercándose con cuidado de que la chica no
los viese, vi miedo en los ojos de Sombra al imaginar que seguiría inyectando el veneno en su
novia y estuve tentada a hacerlo, pero ella no se lo merecía, solo era una simple seguidora de los
Vigilantes.
Maokko llegó a mí y puso su mano sobre la boca y nariz de ella, Lía se retorcía del
dolor, pero pronto quedó desmayada al aspirar la droga del guante, la solté y miré a Sombra,
ambos nos miramos y no supe descifrar lo que vi en su mirada. Maokko había actuado antes que
Lía los viese a ellos, inconsciente, no sufriría tanto y tampoco sospecharía que Darius y su novio,
nos habían ayudado.
— Eres una maldita loca — dijo Darius con una sonrisa, él no me estaba
ofendiendo, me estaba halagando — Salgan rápido de aquí y por favor, dale un buen merecido —
dijo señalando a Samuel, puso unas llaves sobre mi mano y me indicó hacia donde tenía que ir
—. Te veré pronto — prometió y asentí.
Seguimos nuestro camino y antes de llegar a la puerta de salida, la voz de Sombra
me detuvo.
— ¿Por qué? — lo miré sin saber que decir, Darius llevaba a Lía en sus brazos —
Hicieron falta dos ¿Por qué no los diste?

— Para que no lloraras su muerte — respondí luego de comprender su pregunta —. Para que
tengas con quién desahogarte — añadí y le sonreí de manera fría.
— ¡Chicas, corran! — gritó Darius — Han descubierto lo que ha pasado.
— Agradece que no te toqué a ti — dije hacia Sombra, luego de escuchar a Darius,
vi el dolor y la decepción en sus ojos.
Y eso me gustó mucho.
¿Lo hubieras tocado?
Estuve tentada a hacerlo.
(****)
— Cuando te pones así, das miedo.
Fueron las palabras de Caleb, cuando estábamos en el viejo almacén y le exigí a
Maokko que le inyectara algo a Samuel para que estuviese lúcido, no me serviría de nada si el
imbécil seguía en su mundo de fantasía. Caleb lo había colocado en una silla, su posición era
distinta a la que yo estuve en aquel entonces y la razón, era sencilla.
Esa posición estaba reservada para Derek.
Caleb había alertado a los demás chicos que estuviesen alerta ante cualquier
ataque de los Vigilantes, era poco probable ya que sus miembros mas activos habían quedado
fuera de combate por unos días, pero eso no quitaba que debían tener precaución. Por supuesto
que Tess exigió mas información y dado que mi humor era de perros, no soporté que exigiese
nada.
— ¡Solo mantente atenta y no hagas mas putas preguntas! — intervine en la
llamada cuando Caleb no supo que decirle.
— ¿¡Qué mierda hiciste, Isabella!? — respondió de la misma manera que yo le
hablé.
— Demostrarle a esos hijos de puta, que yo también puedo tocarles las bolas y
hacer que les duela — dije asqueada de sus exigencias.
— ¿Les hiciste saber que eras tú? — cuestionó y asentí.
Ella no podía verte, idiota.
Cierto.
— Lo hice — dije y la escuché suspirar.
— Tengan cuidado — pidió y cortó la llamada.
Caleb sonrió cuando miré el móvil, indignada porque me había cortado y luego de
eso me llevó de nuevo hasta donde tenía a Samuel, había llegado la hora, de poner en marcha
nuestro plan. El tipo estaba con una bolsa de tela en su cabeza, sin camisa, descalzo y sentado
sobre una silla de hierro, el suelo estaba mojado y el regulador de voltaje, estaba muy cerca de él.
Sonreí cuando lo vi en aquel estado, yo, ya me había cambiado de ropa; había optado por un
pantalón de mezclilla negro, una camisa del mismo color, era manga larga pero dejaba al
descubierto mi abdomen, en especial el área donde estaba mi cicatriz — la fea marca que me
recordaba todo lo que me debían —. Mi cabello estaba en mi ya acostumbrado moño y había
quitado todo el exceso de maquillaje en mi rostro, asentí hacia Caleb y con eso le ordené que
quitara la bolsa de la cabeza del chico, él jadeó por la forma brusca en la que Caleb actuó.
El tipo aun estaba idiota pero mas lúcido que antes, abrió sus ojos y fijó su vista en
mis piernas, fue subiendo poco a poco y noté cuando sus pupilas se dilataron y su mirada se
detuvo en mi vientre — específicamente en mi cicatriz — él empezaba a reconocerme y eso era
muy bueno.
— Atrévete a verme a la cara — dije y noté el leve temblor en su cuerpo. Le sonreí
cuando hizo lo que le pedí y entonces me reconoció por completo —. Te acuerdas de mí ¿Cierto?
— él asintió un poco frenético — ¿Y de mi promesa? — se quedó en silencio y tragó fuerte.
Cerró fuerte sus ojos e intentó moverse, pero era inútil, estaba amarrado de pies y
manos, entonces comenzó a negar y yo a sonreír; tomé un vaso con agua que estaba sobre la
mesa del regulador de voltage y lo derramé sobre su cara.
— ¡No! ¡Por favor! ¡No me hagas daño! — pidió y tanto Caleb como yo, no pudimos
evitar reírnos al ver su reacción por un simple poco de agua.
— ¿Recuerdas mi promesa? — volví a preguntar y asintió — Repítela — exigí y
mientras lo hacía, Caleb comenzó a conectar las pinzas en puntos específicos de la silla y cuando
lo hubo hecho, giré la perilla del regulador y descargué un poco de energía.
— ¡Ahhhh! — gritó con fuerza al sentir la primera descarga.
No estaba orgullosa de lo que estaba haciendo, pero comenzaba a sentirme
satisfecha, muy satisfecha.
— Pedis...pediste que rogara para que...murieras — comenzó a balbucear cuando
dejé de electrocutarlo — por...porque si no lo hacías, no olvidarías mi rostro y me harías pagar
por lo que hice.
— Y por lo visto, no rogaste mucho — otro grito salió de su boca cuando volví a
encender el regulador. Samuel comenzó a orinarse en sus pantalones y eso me molestó mucho,
aun era muy pronto — ¡Maldito Cobarde! Recuerdo que yo duré más tiempo antes de hacer eso
— me burlé y entonces comenzó a llorar.
— La cámara está lista — anunció Maokko llegando con su móvil —. Saluda a todos
los Vigilantes, estamos en vivo y en directo — dijo con voz juguetona.
Me giré hacia la cámara y sonreí de la manera mas psicópata que podía, de la
manera mas siniestra, de la forma más fría y giré una vez más la perilla, Samuel gritó al punto de
desgarrar su garganta y cuando se hubo desmallado, apagué el regulador y hablé.
— Alguien una vez me dijo que me había convertido en un demonio, ese alguien es
parte de ustedes y no estaba equivocado — comencé recordando las palabras de Sombra, la
primera vez que nos vimos en Tokio, acaricié mi cicatriz tratando de ser disimulada pero enviando
un claro mensaje —. Hubo un tiempo en el que fui una persona diferente, pero ustedes me
convirtieron en lo que soy ahora; esto apenas es un juego — dije señalando a Samuel — lo que
pasó en el club, solo fue una advertencia. Voy tras de ti, Derek — señalé a la cámara —, te haré
pagar a ti, Lucius — hablé con convicción y me fui acercando a la cámara poco a poco —. Pero
sobretodo, ansío tenerte a ti en mis manos, Fantasma y cumplirte mi promesa, te explotaré poco
a poco, te volveré loco y desearás morirte pero... ¿Sabes qué? — dije con un toque inocente —
La muerte huirá de ti y quedarás indefenso para mí, a mi merced y sirviendo solo, como el perro
que eres — tomé la copa que Maokko me tendió y luego saqué mi daga y corté la palma de mi
mano, la empuñé y dejé caer la sangre sobre la copa — Está es una promesa de sangre, hecha
solo para ti, para los que te siguen y para los que te apoyan — finalicé.
Las promesas de sangre, se pagan con sangre.
Y así lo haría.

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Capítulo 13 (Completo)

kiiryy Al fin tengo tu capítulo y ojalá te guste, tuve que reescribirlo ya que Wattpad tuvo la gracia
de borrármelo, ojalá haya quedado de tu gusto y que la espera valga la pena.
Disfruten todos y gracias por comprender.
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~Capítulo 13~
Cada vez que hacía algo como lo que le había hecho a Samuel, sentía que un poco
de mi alma desaparecía, quedaba exhausta mentalmente y me preguntaba si al final, todo valdría
la pena. Mi vida era incierta y cada día se presentaba una nueva agonía; mantenía alejados casi
a todos de mi, para no embarrarlos con la mierda que subía poco a poco a mi alrededor, pero era
difícil cuando las personas que no querías lastimar, se empeñaban en estar a tu lado.
Íbamos rumbo a California con Elliot, Caleb y Maokko volvieron a la ciudad y
esperarían allí hasta mi regreso. Sombra me llamó muchas veces pero no le quise responder, a
Darius en cambio, le respondí justo antes de subirme al avión.
— Pensé que correría la misma suerte que Sombra — dijo cuando cogí su llamada.
— Considérate afortunado — respondí con ironía y lo escuché reír.
— Lograste tu objetivo, Bella — soltó y sabía de lo que hablaba —, estuvimos
presentes durante el mensaje que enviaste. Lucius y Derek se retorcieron mas del dolor y
Fantasma está como loco, tienes que tener mucho cuidado porque le presionaste mucho las
bolas y está dolido.
— Es lo que pretendía y no te preocupes, estaré fuera de la ciudad por unos días —
anuncié y suspiró — Gracias por ayudarme, Darius.
— ¿Estás bien? — cuestionó y no respondí — Fue duro lo que le hiciste a Samuel
pero el hijo de puta se lo merecía — suspiré —. Te escucho agotada y eso me preocupa.
— Ya se me pasará — aseguré —, pasan muchas cosas en mi vida. Tengo muchos
secretos que descubrir y aun muchas deudas que cobrar.
— ¿Puedo ayudarte?
— Ya lo haces — dije sincera y hubo silencio por unos segundos.
— No soy tu puta celestina — fruncí mi entrecejo cuando escuché aquello, él no
hablaba conmigo — ¿Bella, donde estás? — Sombra había cogido el móvil y se escuchaba a
Darius maldecir y discutir con él.
— Lejos de ti — respondí con voz rasposa — ¿Tu novia ya está bien? — pregunté y
bufó.
— Nena, es hora de irnos — avisó Elliot con los boletos en mano y asentí.
— ¡Oh no! Dime que esto es una maldita broma, Isabella — pidió Sombra, él había
escuchado a Elliot.
— Es una broma — dije sarcástica y comenzó a maldecir.
— Todo tiene una explicación, Bella — dijo con preocupación pero no me importó —
y en su momento te la daré pero no cometas una estupidez o te juro que lo que tú le hiciste a
Samuel, no se compara a la suerte que correrá ese hijo de puta si llega a tocarte — amenazó con
tono frío y calculador, reí con burla al escucharlo.

— Veo que no te quedó claro mi mensaje — intuí —. Sombra, entre mis piernas se mete quién yo
quiera, no quién tú decidas — espeté.
— No bonita, entre tus piernas me meto solo yo, porque eres mía — dijo tajante,
mis ojos se abrieron demás al escuchar su manera de llamarme y el tono utilizado. No era justo
que Sombra me llamara de aquella manera y lograra que mi corazón se acelerara con falsas
esperanzas cuando todo estaba muy claro — Y mas te vale que te quede claro o te juro por el
mismo infierno que no me quedaré de brazos cruzados — él estaba descontrolado y lleno de ira,
yo en cambio me imaginaba a alguien más y mi corazón estaba acelerado.
— Me llamaste bonita — formulé estupefacta, su respuesta fue rápida y segura.
— ¡No! Y pon atención a lo que te digo, te llamé Bella, no bonita — dijo alterado,
con celos y rabia. Cerré fuerte mis ojos y presioné mi cabeza con mi mano libre, necesitaba
descanso con urgencia.
Lo que había sucedido en el club, lo que pasó con Samuel y los reclamos estúpidos
de Sombra, me estaban volviendo loca.
— Deja que él te toque y llora después su muerte — siguió diciendo,
amenazándome como si tuviese derecho, él estaba muy equivocado conmigo.
— Vete a la mierda — dije con ira y corté la llamada.
Él no era quien yo pensaba y sabía lo que me estaba sucediendo, siempre me
pasaba lo mismo cuando el estrés lograba controlar mi vida; la última vez, había terminado
acostándome con una chica, creyendo que era él y no me podía permitir otra locura. Suficiente la
había cagado como para seguir haciéndolo; luego de la revisión y tomar nuestros lugares, me
dormí durante casi la mitad del viaje y desperté justo cuando mis malos recuerdos en forma de
pesadilla, llegaron. Elliot estuvo allí para mí y tomó mi mano vendada para tranquilizarme; ya
habíamos hablado de lo sucedido y como siempre, me regañó por no contar con él, por hacer
cosas peligrosas y arriesgar mi vida, cuando tengo tanto que perder. Pero por primera vez, no le
seguí la discusión, simplemente callé y traté de tranquilizarme.
— ¿Duele? — preguntó viendo mi mano y negué.
— No es nada en comparación a otros dolores que me ha tocado sufrir — dije y me
miró con dolor, negué de inmediato al ver eso. El corte en mi mano había sido un poco profundo y
tardaría unos días en sanar, la venda que usaba, protegía la gasa que envolvía el corte y el
medicamento que había aplicado Maokko.
— Nena, me preocupas — soltó de pronto, me miró con mucha intensidad y sus
ojos azules, se habían oscurecido un poco —. Te ves cansada, tensa, demasiado estresada;
necesitas descanso con urgencia, antes que cometas una locura — añadió y sabía a lo que se
refería —. Quiero proponerte algo — dijo y lo miré entrecerrando los ojos, el sonrió al ver mi
reacción —, no, no es sexo — aclaró y entonces sonreí yo —. Dejemos la búsqueda de las
respuestas para los últimos días en Cali, quiero que descanses, que te relajes y pasemos estos
días como los solíamos vivir antes ¿recuerdas? — suspiré y asentí, claro que lo recordaba.
Habían sido los mejores días de mi vida, mis padres vivían, mi vida era normal, amaba a Elliot y
mi mundo giraba a su alrededor y el de algunas amigas, creía todo perfecto en mi vida, hasta que
asesinaron a mi madre — La casa de tus padres está lista para tu llegada, la piscina tiene agua
fresca, las playas de California añoran tu presencia — siguió y reí — y yo, añoro colarme por tu
ventana e intentar colarme en otros lugares — mi carcajada fue fuerte cuando escuché aquello y
por unos segundos, me transporté a aquellos días —. Vivamos estos pocos días como si nada
hubiese cambiado — pidió y entrelazó nuestras manos, se acercó a mi y besó mi frente —. Te
propondré algo más y no quiero que respondas ya, solo piénsalo.

— Elliot — dije intuyendo lo que diría pero puso su dedo índice en mis labios y me calló.
— Escucha y piénsalo — pidió de nuevo, suspiré fuerte y con un gesto lo animé a
seguir —. Vivamos estos días como si nada hubiese pasado entre nosotros, como si nada
hubiese cambiado — respiré fuerte y saqué el aire por mi boca al escucharlo —, finjamos Isa, solo
eso. Quiero que seas mía, sólo mía durante estemos en California y no, no te estoy pidiendo
amor, ni yo te daré el mío; he aprendido la lección y ya no me equivocaré contigo — aclaró y sus
palabras me picaron un poco pero tenía mucha razón.
— Dijiste que no propondrías sexo — le recordé.
— Cambié de opinión — respondió tranquilo y rodé mis ojos ante eso —.
Olvidémonos de la organización, de todo lo que nos duele, que nos atormenta y vivamos estos
días como si nada hubiese cambiado, como si jamás te hubieses ido del país hace mas de cuatro
años. Solo creemos nuestra propia burbuja y que se exploté después pero antes, disfrutemosla al
máximo y al regresar a Virginia, todo volverá a ser como tu quieras, te lo prometo — cada palabra
dicha por esa boca de labios rosados, fue escuchada detenidamente y analizada, sus hermosos
ojos me hipnotizaban mas no me controlaban y él lo sabía.
— Propones algo muy peligroso — le aseguré.
— El peligro es algo bueno, está en nuestra sangre desde que nacimos — aseguró
—. Solo piénsalo y responde luego — repitió y asentí.
Elliot propone algo bueno.
Mi perra conciencia salía al ataque.
Y tiene perlas.
Susurró y la imaginaba con una sonrisa de zorra, mordiéndose el labio inferior y no
pude evitar sonreír ante eso.
— ¿Sigues con Alice? — pregunté de pronto y se sorprendió.
— No tenemos nada serio, ella tiene una relación y yo solo disfruto de ella cuando
me busca — dijo sincero y negué con ironía.
Todos los hombres eran iguales cuando una chica se les ofrecía.
Jamás perdían oportunidad. Tu tampoco deberías perderla.
Decidí ignorar esa vocesita en mi interior y me dediqué a observar por la ventanilla,
el paisaje era precioso; odiaba los viajes en avión pero valían la pena cuando me daba cuenta
que solo así, podía estar tan cerca de las nubes, algo que añoraba tanto después de mi pérdida.
Los rayos del sol habían comenzado a filtrarse a través de las nubes, mi niña interior, se
emocionaba creyendo que las nubes eran de algodón y que podían sostenerte si caías en ellas.
Tu niña interior aun seguía siendo idiota.
Tal vez, pero era feliz.
No pude evitar pensar que yo, me había convertido en una nube, desde la tierra, las
veías hermosas, únicas, fuertes, sólidas y grandes, pero de cerca te dabas cuenta que solo era
un simple espejismo, al verlas desde el avión, sólo era simple neblina, humo que se evaporaba,
del que podías deshacerte fácilmente. Las nubes blancas representaban para mi, lo que una vez
fui, las oscuras lo que era.
Y se oscurecían mas al recordar la muerte y violación.
Y amenazaban con dejar caer una tormenta sobre los culpables

(****)
California nos recibió con su clima cálido y delicioso, el sol era mas brillante y las
personas lucían con bronceados envidiables y ropa de verano. Nostalgia me golpeó cuando caí
en la cuenta que hace mas de seis años me había ido de allí, de una vida perfecta, de una vida
hecha; Elliot tomó mi mano y me llevó hasta el auto que esperaba por nosotros, el LAX era
enorme y estaba muy bien custodiado por el gobierno del país. El chófer era un hombre de
confianza, trabajó para mi padre durante años y continuó con Elliot cuando este último se hizo
cargo de todo lo que papá dejó para mí.
La mansión estaba exactamente como la recordaba, decorada como a mi madre le
gustaba, colores claros, cuadros que te transportaban a otros tiempos y plantas que ella amaba.
Los sofás inmensos de piel en color beige seguían intactos, sonreí cuando recordé que esos
sofás servían de camas para mis padres y para mi, en nuestras noches de películas; todo ahí
estaba cuidado como si sus dueños viviesen aún ahí y todo era gracias a Elliot. La fotografía que
estaba arriba de la chimenea, me hizo vivir viejos momentos; en ella, mamá acariciaba el rostros
de papá y él, la veía con ojos llenos de amor, yo estaba sentada en medio de ellos y fingía asco
ante tal escena, sonreí de nuevo añorando aquellos momentos.
— Esa noche, era la cena de navidad — interrumpió Elliot mis pensamientos — la
pasé muy bien con tus padres y contigo. Tomé muchas fotografías y de entre todas, tu madre
escogió esa, para adornar este espacio — señaló y asentí recordando esa noche —. Recuerdo
también que te enfadaste mucho conmigo por habérsela mostrado — reí, había sido un berrinche
épico — y tuve la excusa perfecta para colarme esa noche en tu habitación y quitarte el enfado —
me miró con intensidad. Estaba recordando a la perfección todo eso — se te pasó muy rápido
¿recuerdas? — odiaba cuando él lograba ponerme nerviosa, sentí que mis mejillas se calentaron
y enrojecieron. Él sonrió con picardía, sabía que me había hecho recordar todo de aquella noche,
acarició mis mejillas con su dedo índice y se detuvo antes de llegar a mis labios — siempre me
encantó que tu pusieses así — señaló.
El papi rico de ojos azules, se había puesto una meta ¿eh?
Seguí recorriendo la casa y recordando mi tiempo vivido ahí, llegué a mi habitación
y me sorprendí al verla intacta, tal cual la había dejado. Decidí imaginar que mi madre estaba en
su amado jardín y papá en su empresa, decidí fingir que en esos momentos, mi única
preocupación era salir bien en la escuela y en la ropa que debía usar para irme de paseo con mis
amigos y Elliot, todo había sido perfecto y fácil en aquellos años, pero si veía lo mas valioso que
tenía en esos momentos, entonces comprendía que a pesar de tanto dolor, todo valía la pena;
miré mi tatuaje y me recordé que tenía una vida por delante y personas por quién luchar.
— ¿Sabías que una abeja reina, puede tener hasta cuarenta parejas sexuales al día
y follar con todas? — dijo Maokko a través del móvil.
— No pero... ¿A qué se debe esa información? — pregunté con miedo a su
respuesta.
— De ahora en adelante seré una abeja reina — dijo con convicción y orgullo, no
puedo evitar reír y negar con la cabeza.
— Eres una zorra — inquirí.
— Sí y tu deberías ser igual — señaló —. Tienes a Darius que está como quiere,
Elliot es un hermoso ángel que yo quisiera hacer caer y el chico oscuro ¡Uf! De ese chico me
dejara follar hasta por el...

— ¡Para ahí! — la detuve antes que sus palabras formaran imágenes en mi cabeza que no
deseaba — Está claro que tu follarías con todos, por cierto, olvidaste que deseas saber el tamaño
de Marcus, andas tras Jacob y seguro te follas a Caleb — inquirí y ella solo rió a carcajadas.
— Bueno, volviendo a lo importante, el maestro Baek llamó para informar que
Daemon y Aiden viajarán a Grecia — maldije al escuchar aquello.
— ¿Por qué? — cuestioné molesta.
— Órdenes de Myles.
— ¡Mierda! — espeté molesta — Amo a Myles como si fuese mi padre y lo respeto
pero muchas veces olvida que él no es mi jefe, es mi socio y las decisiones no las toma solo él —
mascullé —. Comunícate con las chicas a tu cargo y diles que me responderán con su vida si algo
pasa y también llama al maestro y dile que antes de tomar una decisión, tuvo que consultarmela,
pronto me comunicaré yo, con ellos — dije y luego de escuchar su respuesta, terminé la llamada.
Confiaba en el maestro pero odiaba que me excluyeran de los asuntos importantes.
La noche había caído y me dejé convencer por Elliot para ir a uno de los clubes de
su padre; él había ido a visitar a sus padres pero regresó a mi casa pronto con sus locos planes.
Decidí usar un vestido blanco, sencillo, veraniego y perfecto para una noche de copas con los
amigos; a diferencia de otras veces, decidí usar bragas, aunque escogí una muy pequeña, mi
cabello estaba en un moño, así lo usaba desde que creció de nuevo y me maquillé de manera
suave, opté por sandalias de piso y estuve lista para mi guapo acompañante. Elliot vestía un jean
azul de mezclilla, zapatillas casuales y una camisa manga larga — beige y con pequeñas
palmeras —, arremangada hasta los codos, los botones de esta no estaban abrochados y
dejaban ver una camisa sport en color azul marino por dentro. Su cabello era un hermoso
desastre y su barba adornaba a la perfección su rostro.
Llegamos al club y desde el momento que pusimos un pie dentro, mi humor cambió
totalmente, me sentía eufórica y dispuesta a disfrutar la noche, Elliot me sonrió satisfecho cuando
observó mi reacción.
— Tu hiciste eso — afirmé, no respondió pero su sonrisa fue suficiente respuesta.
Yo no era la típica chica que se moría por las típicas bandas de chicos pop,
escuchaba todo tipo de música, sin embargo tenía mi género favorito, ese siempre fue el rap, el
hip hop el R&B todo tipo de música de chico malo, nada de romanticismo y esa noche, sonaba lo
mejor de lo mejor en mi opinión.
— Siempre me pregunté ¿Cómo podía sorprender a una chica ruda como tú? —
dijo gritando para que pusiese escucharlo — Nada mejor que su musica favorita al estilo de la
vieja escuela — se jactó sabiendo que había dado justo en el clavo.
Hip hop y rap de la vieja escuela se escuchaba retumbar en todo el club, las
personas ahí bebían y disfrutaban al igual que yo de la música. Elliot me condujo hasta un
privado, algunas meseras lo saludaron con una enorme sonrisa, otras con una clara intención en
sus miradas y lo miré preguntándole con la mirada si se las había cogido a todas, un
encogimientos de hombros fue su respuesta, definitivamente, mi Elliot, había desaparecido.
Pero nada de eso opacó nuestro momento, nuestra estadía en el privado fue corta,
después de beber dos tragos de vodka, me llevé a Elliot hacia la pista y comenzamos a bailar,
sus graciosos pasos a propósito, me hicieron reír como tonta y de vez en cuando me unía a sus
estupideces. Él estaba logrando algo que no tenía desde hace mucho tiempo, diversión y sonrisas
genuinas; me olvidé de todo y me entregué a la noche, bailé, bebí y reí y me di cuenta de algo
que en otro momento me hubiese perturbado.

Amaba ver el rostro de Elliot.


Podía ver su sonrisa, sus mohines y todas las expresiones de su rostro.
Pero los ojos eran las ventanas del alma.
Pero no había nada mas gratificante, que ver el rostro y las expresiones en su
totalidad de las personas frente a ti.
Y aun así, en todo lo bueno de esa noche, el chico oscuro apareció en tus
pensamientos.
Tal vez si, pero solo para reconocer lo equivocada que había estado.
A las dos de la madrugada regresamos a casa, durante todo el camino cantamos
como locos, gritamos para poder escucharnos ya que la música del club nos había dejado sordos
y cuando llegamos, nos fuimos directo a la piscina. Elliot puso música en su móvil y lo dejó en una
mesa que estaba en medio de dos sillas de verano — tumbonas —. Sin pudor alguno, se despojó
de su ropa, quedando solo en bóxer y se tiró al agua, por unos segundos me embobé viendo su
cuerpo y luego de su insistencia, quité mi vestido y me quedé solo en ropa interior, nos miramos
fijamente cuando estuve solo en sostén y braga frente a él, usaba todo en color blanco y noté que
tragó un poco fuerte, su mirada me quemaba y logró que me pusiera nerviosa, intentando aligerar
el momento, me tiré a la piscina, mi cabeza se hundió en el agua caliente y me mojé por
completo, cuando saqué mi cabeza a la superficie, tiré agua en su rostro y por unos minutos,
jugamos como si fuésemos unos niños hasta que él me acorraló en una esquina de la piscina.
Ambos jadeabamos agitados y sonreímos por las locuras que hacíamos.
— Había olvidado lo hermosa que es tu sonrisa — dijo y no pude evitar ver, la gota
de agua que recorría su nariz y murió en sus labios.
¡Lámela!
— Desde hace mucho no tenía motivos para hacerlo — confesé y nos miramos a
los ojos. Nuestro cuerpo emanaba vapor.
— Desde que estuviste en mi apartamento, he deseado volver a probar tus labios —
dijo y lamí mis labios sin intención de nada, fue más como un reflejo que lo afectó notablemente.
— Elliot yo...
Mis palabras murieron en el momento en que tomó posesión de mi boca como un
desesperado, por unos segundos no supe que hacer y me sorprendí cuando después de esos
segundos, mis labios comenzaron a moverse en busca de un beso mas profundo. Elliot mordió mi
labio y luego introdujo su lengua en mi boca, su manera de besarme era única, había necesidad,
deseo y lujuria en aquel beso, sus manos se envolvieron mi cintura y las mías en su cuello,
ambos nos besábamos como si el mundo fuese a acabarse, como si todo dependiera de ese
beso.
Jadeé cuando sus manos llegaron a mi trasero e hizo que mis piernas se
envolvieran a su cintura, un gemido escapó de mi boca cuando su dura erección rozó mi sexo y
un pequeño ardor comenzó formarse en mi vagina, la respiración comenzó a faltarme y me
separé de él sintiendo que me ahogaba, todo estaba siendo demasiado intenso.
— Déjame probar tus labios — pidió, ambos jadeabamos y nos mirábamos a los
ojos — otra vez.
— Acabas de hacerlo — susurré.
— No me refiero a estos — señaló y me besó de manera casta y rápida. Mi corazón
se aceleró más al escuchar aquello —, quiero probar estos — dijo y desde atrás tocó mi vagina,
mordí mi labio para no gemir —, extraño su sabor, quiero saborearlos nuevamente — siguió
mientras me tocaba y hubiese sido una hipócrita si decía que no me gustaba lo que hacía.

Pero me zafé de él y comencé a nadar hasta las gradas de la piscina y luego salí de ella, mi
corazón martilleaba mi pecho y mi respiración era agitada, comencé a sentir frío al alejarme de
Elliot. Él me siguió en silencio y recogió su ropa luego de que yo recogiese la mía, había tensión
entre ambos luego de aquello.
¡Demonios! En verdad esperaba que no me decepcionaras.
— He pensado bien tu propuesta — dije rompiendo el silencio, ambos
caminábamos hacia el interior de la casa.
— No te preocupes — dijo él suponiendo lo que iba a decir.
Tiré mi ropa a mitad de la sala cuando llegamos y quité la de él de sus manos.
— Yo también quiero que los pruebes otra vez — dije y entonces noté en sus ojos
un hambre voraz.
¡Wow! Ahora mismo eres mi ídola.
Susurró mi feliz conciencia.
Elliot se acercó a mí, el móvil en su mano seguía reproduciendo la música que
había puesto antes, lo colocó en la mesita tras de mi sin tocarme, simplemente dejándome sentir
su cercanía y eso, erizó mi piel.
— Haré solo lo que tu desees — dijo mirándome con deseo.
Sin tocarme con sus manos, comenzó a besar mi mejilla y bajó hasta mi cuello,
lamió y mordió mi piel, siguió bajando hasta mis pechos y cerré mis ojos disfrutando la sensación
que su boca me provocaba, subió nuevamente y mordió mi barbilla.
— ¡Ah! — salió de mi boca.
Y si fue de dolor, pero del dolor y ardor que se estaba formando en mi entrepierna.
Elliot puso sus manos en mi cintura y me hizo caminar hasta el sofá grande de la sala, tomó mi
boca y mientras me besaba, me hizo recostarme sobre la superficie acolchonada, bajó
nuevamente y mordió cada uno de mis pezones, por encima de la tela del sostén, metió su mano
bajo mi espalda y desabrochó el estorbo que había entre su boca y mis pechos, cuando estuve
expuesta para él, no tardó en masajearlos y llevó uno a su boca, lo chupó con impetú y casi me
vuelvo loca solo con su boca ahí, bajó hasta mi vientre y con la intención de torturarme, besó
ambos lados de mis muslos internos, llegó a mis ingles y luego besó mi vagina por encima de la
tela, cerré fuerte mis ojos y arqueé mi espalda cuando su lengua lamió, su saliva y mi humedad
habían comenzado a mojar la tela. Elliot me miró con deseo y entonces haló la braga hacia arriba
e hizo que la tela se metiera en mis labios vaginales, jadeé y no de dolor, eso se sentía
increíblemente bien, besaba mis labios y halaba mas la tela mis manos se hicieron puño en la piel
del sofá, estaba siendo torturada como nunca antes lo había sido.
— Duele — dije entre jadeos y no me dolía el roce de la tela, me dolía la necesidad
de sentirlo y él sabía a lo me refería.
Tomó los bordes de mi braga y entonces la sacó de mis caderas, se acomodó entre
mis piernas y abrió mis labios, lamió con su lengua ancha y yo grité. Él comenzó a besarme ahí,
mejor de lo que besaba mi boca, Elliot era único en esto, me masajeaba, me chupaba, me mordía
y halaba mi botón con deseo con hambre, el ardor y dolor fue disminuyendo al ser atendida de
una manera grandiosa en esa zona, mis caderas se movían solas y todo mi cuerpo estaba
caliente y deseoso cada vez de un poco más. Me lamía como si yo tuviese una bola del mejor
helado entre mis piernas, mi humedad le permitió introducir uno de sus dedos, ahora sin ningún
impedimento, luego metió otro y mientras su lengua se movía, sus dedos me embestían. Mis
piernas llegaron a sus hombros y la posición me hizo sentir todo más intenso, odiaba correrme
rápido pero no podía evitarlo cuando las sensaciones eran tan intensas, me moví encontrando
sus embestidas y pronto grité su nombre, lo hice disfrutando del orgasmo y cuando me hube
calmado, noté que ya eso no era como antes.

¿No? ¿Qué era diferente?


Que seguía deseando más y en esos momentos, ya no era su lengua.
— Haré sólo lo que desees — repitió.
— Entonces penétrame — pedí, siendo directa y con palabras crudas. Algo cambió
en Elliot al escucharme decir aquello, la oscuridad en sus ojos se hizo mas intensa.
Se puso de pie y lo vi llegar a su ropa, sacó un preservativo de su billetara y luego
se desnudó por completo frente a mí. Mis ojos no apartaron la mirada de su erección, estaba
grande y las perlas se hacían notar de una manera deliciosa. Subí mi vista a su rostro y lo vi
sonreír, Elliot era realmente hermoso como un ángel, pero su manera de verme en esos
momentos, me hizo pensar en que tal vez estaba equivocada al creerlo un ángel.
— Dime algo nena — dijo sonriendo de manera sensual, miré cuando con su mano,
tomó su falo y lo bombeó. ¡Wow! Mi sexo palpitó — ¿Quieres que sea el dulce Elliot, o el hijo de
puta? — tragué fuerte cuando rompió el paquete con su boca y luego colocó el preservativo en su
pene. Caminó hacia a mi y me miró de manera impaciente esperando respuesta.
— Ya conozco al Elliot dulce — dije y le sonreí para luego lamer mis labios —
Muéstrame al hijo de puta — pedí y sus ojos brillaron.
— Respuesta correcta — halagó.
Hasta la maldita música estaba de acuerdo con el momento, Pray comenzó a sonar
en el momento que Elliot, me tomó de los tobillos y me haló hacia su pelvis, puso su pene en mi
entrada y me miró advirtiéndome que no sería suave.
— ¡Ah! — grité cuando se introdujo en mi de una sola estocada, sonrió como un
cretino al ver mi reacción pero eso solo logró calentarme más.
Un picor recorrió todo mi cuerpo cuando se introdujo de manera tan bruta pero se
acabó cuando salió solo un poco y volvió a embestirme, una rodilla de él se hundía en el sofá y su
otra pierna estaba en el piso y le servía como apoyo y palanca de empuje, puso mis talones sobre
sus hombros y sus manos llegaron a mis caderas, me tomó de ahí y mientras él me embestía, me
sostenía para que pudiese sentir mas fuerte sus estocadas, mis jugos se encargaron de hacer el
desliz mas fácil, los músculos de los brazos del hijo de puta frente a mí, se marcaban mas por la
fuerza que hacía al tomarme. Pero en medio de la bruma, el deseo y las ganas que él tenía de ser
un hijo de puta conmigo, su ángel luchaba por salir, miró mis pies, las uñas de mis dedos estaban
pintadas de rojo y entonces besó los empeines de cada pie, eso fue algo dulce de su parte y
sonreí ante el acto, él lo noto, mordió su labio para no reír y me penetró con mas fuerza. Se
sentía delioso, una de sus perlas acariaban la parte de arriba de mi entrada, la otra acariciaba la
parte de abajo y de pronto comencé a desearlo en otra parte de mí, juraba que la perla cerca de
ese lugar, lograba ese deseo en mí.
Apoyé mis pies en su pecho y eso me sirvió de apoyo para poder moverme al
encuentro de sus embestidas.
— ¡Oh! ¡Mierda! — gimió y una sonrisa se formó en mi rostro.
Si cariño, nosotras también podíamos ser hijas de puta.
Estuve de acuerdo con mi conciencia.
Elliot quitó mis pies de su pecho, me tomó de las pantorrillas y me abrió más.
— Tócate — ordenó siendo exigente y no el Elliot que yo conocía, lo miré sin estar
segura de obedecer pero entonces aminoró sus movimientos y la necesidad de que se moviera
mas rápido, hizo que mis manos llegaran a mi sexo.

Comencé a acariciarme y los gimoteos no se hicieron esperar de mi parte, eso se sentía


realmente perfecto, la emoción recorrió mi torrente sanguíneo y de nuevo, sabía que pronto
gritaría su nombre.
De nuevo.
— No te detengas, corréte — pidió, la parte del frente de su cabello había caído en
su frente y se pegaba ahí por el sudor —. No serán los únicos — advirtió y eso funcionó como un
detonante en mí.
Comencé a necesitar más y él lo supo, se introdujo en mí y si salirse ni siquiera un
poco, comenzó a moverse como en círculos y eso fue todo lo que necesité, mis dedos no dejaron
de moverse en mi botón y entonces exploté una vez más hasta que saqué el último aliento.
El maldito ángel era duro.
O yo me estaba corriendo demasiado rápido.
No lo sabía pero lo que sentía era demasiado intenso y me encantaba, lo hacia de
una manera que no esperaba. Elliot había dicho algo que estaba cumpliendo, me entregué a él
porque quería, porque lo deseaba y no me arrepentía.
Y estabas pagándole su polvo frustrado.
No tuve tiempo de analizar mas mis pensamientos, Elliot salió de mi y lo extrañé,
era como una perra hambrienta en esos momentos. Me tomó de las manos y me hizo dar vuelta,
dio un azote en mi culo que hizo que hasta mis oídos se taparan como si les hubiese entrado una
ráfaga de viento, lo miré sobre mi hombro con ganas de asesinarlo y él sonrió. Radioactive
comenzó a sonar, era la canción preferida de él, me tomó de la cintura, pegó mi espalda a su
pecho y con su mano tomó mi barbilla y me besó de manera posesiva y brusca, la otra llegó hasta
mi sexo y me acarició de la misma manera.
Ya tenía deseos de él nuevamente.
— Haré que no te arrepientas de esta decisión — dijo.
Puso una mano bajo mi nuca e hizo que recostara mi pecho sobre el apoya brazo
del sofá, mis rodillas apoyadas en el suave material, mi espalda arqueada, mi trasero en pompa,
totalmente expuesta y esperando por él, hizo algo que talvez en otros momentos hubiese
parecido asqueroso, pero no en ese momento; escupió su mano y lúbrico su pene. Yo no
necesitaba más lubricante, hasta por mis piernas corría la humedad que salía de mi vagina, se
introdujo de nuevo en mi y me llenó por completo, mordí fuerte el apoya brazo y apreté mis ojos,
una mano de Elliot se enrolló en mi cabello que en esos momentos, si estaba suelto — quedó así
después de meterme a la piscina — y la otra la colocó a la altura de mi coxis, comenzó a
moverse, rápido, fuerte y delicioso. Sus testículos golpeaban la parte delantera de mi vagina, sus
caderas la parte baja de mis piernas, el sonido de nuestros cuerpos chocando, de nuestros fluidos
mezclándose, de la música y nuestros jadeos, inundaron el lugar como la mas perfecta melodía.
El ardor en mi cuero cabelludo aumento cuando él lo haló mas fuerte.
— Te sientes perfecta — dijo, mis manos se presionaron sobre el sofá, la herida
que tenía en una de ellas, comenzó a sangrar por la presión que hacía, pero no me importó y dejé
que la sangre manchara la piel del sofá — mis imaginaciones no le hicieron alarde a este
momento — confesó y recostó su pecho en mi espalda, llevó una mano a mis pechos y la otra a
mi vagina. Besó mi cuello, luego dio un pequeño mordisco que logró activar todo mi sistema
nervioso.
Mi piel comenzó a erizarse una vez mas, mis movimientos de caderas se
acompasaron a los de su pelvis, se alejó de mí sin salirse de mi interior, dejó de tocar mi sexo
para tocar otro lugar que tan necesitado estaba y a mi mente llegó lo que menos imaginé.

Quería mas en esa zona.


Pero callé y simplemente disfruté del frenesí que sus penetraciones y caricias en
aquel lugar me provocaban, Elliot comprendió mis movimientos y me dio más de lo que tanto
buscaba hasta que una vez más, grité en otro orgasmo, en esos momentos todo fue mas intenso
porque al fin, él se había corrido conmigo.
Vaya que estaba amando al hijo de puta.
Yo también.

(****)
Seis días en California, seis días en que fui de Elliot y disfruté del chico dulce pero
más del hijo de puta.
¡Uf! Y como no, mas cuando empezaban en la posición del cuatro y llegaban al
sesenta y nueve.
Eso sucedió una sola vez en un momento de locura.
Pero no todo había sido follar y no, como conejos, Elliot no tenía nada en
comparación con esos animalitos. También nos dedicamos a investigar muchas cosas, visité la
empresa de mi padre y recibí un informe detallado por parte del contador. No me había
equivocado al confiar en Elliot, él había sabido cuidar de mi patrimonio y hasta lo había hecho
crecer, por supuesto que tuvo ayuda de Dylan, quién también tenía derecho y parte de mi
herencia.
Pero nada me daba las respuestas que esperaba y estaba comenzando a
desesperarme. Por mas que buscara, no hallaba nada que me sirviese.
Salimos de la empresa y nos fuimos de nuevo para la casa, la frustración era
evidente en mi y Elliot al notarlo, fue paciente e intentó darme palabras de aliento que no sirvieron
mucho en mi estado. Cuando estábamos en casa, decidí ir al jardín de mi madre, me entristecí
cuando vi que algunas rosas estaban muriendo, por no tener el cuidado y la dedicación necesaria,
otras estaban hermosas y al admirarlas, pude ver a mi madre sonriendo. Suspiré con nostalgia y
luego me fui hasta el pequeño invernadero, mamá siempre tuvo fascinación por las plantas
silvestres, las raras, esas que no se daban en el estado, papá le construyó el invernadero con
todo lo necesario para que ella pudiese tener la planta que deseaba, admiré cada una y entonces
encontré una, que él le había comprado en Hawai, el día de nuestro viaje.
¡Bingo!
Mi corazón se aceleró cuando la idea de obtener respuestas llegó, pero la planta en
sí, no me las daría. Observé la maleza que había alrededor de la planta, esta estaba como en una
especie de altar y en una esquina logré ver que el objeto donde se posaba la planta, era de acero;
seguí apartando la maleza hasta que encontré una perilla y descubrí que era una caja fuerte.

Se repitió en mi cabeza, había sido para mi cumpleaños número quince, me


apresuré y giré la perilla en la fecha de mi nacimiento, no funcionó. Volví a intentarlo de nuevo,
recordando exactamente el año del viaje, mi corazón bombeó rápido cuando escuché el click de
la puerta.
Lo había logrado.
Con manos temblorosas comencé a a rebuscar en lo que ahí había, me puse de
rodillas para tener mayor comodidad. Habían fotos de cuando yo, era una niña, fotos de mis
padres de cuando se conocieron, algunos sobres y entonces encontré uno con mi nombre en letra
cursiva.
Era la letra de mamá.
Lo abrí con mis manos temblando como si tuviese frío, la respiración acelerada y el
corazón a mil por hora.

Mi pequeño ángel...
Comencé a leer y mi corazón se arrugó al recordar su manera de llamarme.
Si estas leyendo esto, es porque ya no estoy contigo.
Si, mi vida, tuve que irme para cuidarte desde un lugar mejor. Duele, lo sé, no creas
que para mi fue fácil escribir ésta carta sin derramar lágrimas. Pensar en dejarte a sido lo mas
difícil que me tocó hacer pero al final, sé que tendré que hacerlo y en el momento que eso pase,
tu padre se volverá loco he intentará alejarte de un futuro que tarde o temprano te encontrará.
Nada es tu culpa mi cielo y pase lo que pase, quiero que tengas presente que ser
madre fue mi mejor regalo y tu fuiste mi mayor bendición. Te dirán cosas malas sobre mi, te
querrán engañar con falsas historias y por eso te pido que cuando eso llegue, pienses en esta
carta y recuerdes todo de mi, de como fui contigo cuando estuve a tu lado ¿ok? Porque esa es mi
verdad, y contigo fui mi verdadera yo.
Grigori será el legado de tu padre, yo te dejaré el legado de La Orden del Silencio,
ambos son muy diferentes pero con un mismo fin. Te preparamos para eso desde un principio,
pero hay cosas que olvidaste con el paso de los años y lo creímos mejor así.
Tendrás enemigos que te culparan por cosas que no hiciste... Lo siento mucho mi
amor, jamás fue mi intención que tu pagaras por mis decisiones, la culpa es mía, solamente mía...
¿Por qué?
Porque antes de conocer a tu padre, me enamoré de un mal hombre que me
introdujo en un mundo de maldad y horror, fui la mujer de Lucius Black, su reina, la líder de Los
Vigilantes. Error que comprendí tiempo después, cuando ese hombre se volvió loco por el poder y
comenzó a maltratarme, pero la vida me dio una segunda oportunidad cuando puso un ángel en
mi camino, tu padre.
Nada fue fácil para nosotros, John me ayudó mucho y tras decidirme a huir con él,
Lucius me arrebató lo más preciado que tenía en esos momentos y juró adueñarse de mi vida
también, al final el mal nacido lo logró pero me llevaré la satisfacción de haber conocido el
verdadero amor. Fui acusada de traidora y poco a poco me gané la confianza de la organización
que ahora lideras tú.
Siento mucho que tu padre ya no esté a tu lado, lo sé mi ángel. Nuestro trato fue
ese, esta carta llegaría a ti cuando los dos faltáramos; imagino que tu dolor a sido grande y solo
cuando seas madre comprenderás que muchas veces, hacemos cosas por nuestros hijos que
ellos creen malas, pero para nosotras son las correctas.
Prometo no dejarte sola, nunca, siempre tendrás ángeles que te cuidaran incluso
con su propia vida y te juro mi vida, que siempre saldrás adelante, te convertirás en la mejor líder
de Grigori y La Orden del Silencio, serás la mejor madre y también la mejor hermana. El camino
que te falta por recorrer te pondrá muchos obstáculos, pero los superarás y cuando mires atrás,
será solo para sentirte orgullosa por el camino que has recorrido, amarás con locura y te
entregaras en cuerpo y alma a tus ideales y solo te pido algo.
Confía en mi y no te dejes engañar.
Por tus venas corre sangre poderosa, tu eres un hermoso ángel lleno de poder, un
ángel que dará luz a los seres mas oscuros, aunque creas lo contrario, yo creo en ti Isabella
White y sé que me harás sentir orgullosa donde quiera que esté y no, no te preocupes por los
errores que has cometido, son parte de nuestro crecimiento y cuida bien lo que buscas. Venganza
y justicia son dos cosas muy distintas, busca siempre justicia pero no desaproveches la venganza
cuando se te presente la oportunidad y sea necesaria. Ama sin miedo y entrega tu corazón a
quién lo merezca, confía en las personas que yo confié y te prometo que jamás te traicionaran.
Y sobretodo, no olvides que fui madre y una madre siempre ama a sus hijos, no
importa lo que ellos crean. Todo lo que hice y no hice, siempre tuvo un motivo y poco a poco lo
descubrirás, las respuestas llegaran a ti cuando sean necesarias, no las busques antes porque
solo perderás tu tiempo, se paciente mi vida, todo llega cuando tiene que llegar, como nuestro
viaje a Tokio, para mi cumpleaños ¿Lo recuerdas? Para mi será inolvidable.
Te amo mi hermoso ángel, jamás lo olvides.
— Te comprendo mamá — susurré mientras las lágrimas caían como cascadas de
mis ojos y presionaba la carta contra mi pecho.
Al fin comprendía el odio de Lucius hacia mi, solo tenía que descubrir el motivo de
Fantasma, pero al fin comenzaban a aclararse muchas cosas en mi vida. Mamá fue una Vigilante
y luego una Grigori, eso de verdad me sorprendió y dolió al imaginar todo lo que ella tuvo que
sufrir porque la consideraron traidora. Tomé todo lo que había en la caja fuerte y me fui a mi
habitación, en el camino me encontré con Elliot, me miró preocupado cuando se percató que
había llorado.
— Encontré una caja fuerte — me apresuré a decir — allí estaba una carta de
mamá para mi y otros documentos — terminé y comprendió mi estado.
— ¿Qué haremos ahora?
— Volver a Virginia — aseguré y caminé subiendo las gradas — ¿Sabías que
mamá fue Vigilante antes de conocer a mi padre? — pregunté deteniéndome a mitad del camino,
me giré para verlo y lo vi nervioso.
— Yo... — negó con la cabeza y sonrió nervioso, mi sangre se calentó al ver su
actitud.
— Mírame a la cara — pedí en tono fuerte y lo hizo — ¿Sabías que mamá fue
Vigilante, antes de conocer a mi padre? — repetí, lo hice de manera fría, exigiendo la verdad, solo
la verdad.
— Si — respondió y sentí ganas de matarlo.

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Capítulo 14 (Completo)

AbigailLook aquí está tu capítulo, ojalá te guste y lo disfrutes. Gracias por tu apoyo.
Buena lectura, chicas y chicos 😉
(Capítulo bien mañanero 5:36 am)
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~Capítulo 14~
— ¡Me lo dirás todo Elliot y pobre de ti si me sigues mintiendo!
Fue una clara amenaza y él lo captó; todo el viaje hacia Virginia sirvió para que él
me dijese cada cosa que sabía, odiaba a Lucius y ahora mis motivos eran claros. El maldito hijo
de puta dañó a mi madre de maneras inimaginables, la rompió poco a poco hasta que ella tuvo
las agallas de huir de su lado pero... ¿Por qué esperó tanto? Eso era algo que me carcomía.
Mi actitud siempre fue dura porque ella me lo enseñó así, me enseñó a amarme a
mi misma para que otros me amaran y valorarán como era merecido.
Aunque fallamos con nuestro tinieblo.
¡Auch!
Eso dolía, pero había algo en Elijah que me hizo estar a su lado a pesar de que él
se negó a amarme. Me protegió siempre aunque haya sido por una promesa, me celaba y sí,
sabía que eso era porque siempre fue un posesivo y si pensaba en todos los motivos, al final
llegaba a la misma conclusión.
Tal vez él si me quiso, pero su amor por Amelia fue mas fuerte.
Y por eso jamás se permitió llegar a mas conmigo, a sentir mas por mi. Cuando lo
perdí comprendí todo lo que él sintió por su novia y era una estúpida pero sentía celos de una
muerta, de una chica que ni siquiera conocí y sin embargo, jodió mi vida sin pretenderlo. Ella fue
la única dueña de su corazón, siempre y aunque yo luché por obtener su amor completo, para mí
siempre fue a medias.
Yo me había convertido en un ser peor que Elijah y él hizo un excelente trabajo
conmigo, fue mi maestro y segura estaba que lo había superado, tanto, que no me importaba
utilizar a nadie con tal de obtener lo que quería. Él fue un cretino con corazón de hielo en busca
de la venganza, yo era una maldita hipócrita con corazón oscuro y no me importaba dañar a
personas inocentes, con tal de llegar a mi objetivo y era una lástima hacerlo pero no podía hacer
nada al respecto.
— Por tu bien espero que no me ocultes nada más — espeté luego de escucharlo
con atención.
— Si no te lo dije es porque tu padre me lo prohibió — se defendió —, él aseguró
que todo llegaría en su momento — asentí en respuesta.
— Y solo por eso te lo dejaré pasar, pero sabes como soy Elliot — le recordé —.
Odio que me mientan, odio que me oculten cosas y sobretodo, odio que me vean la cara de
idiota, que sepan que sufro a causa de algo que no sé y aun así, tengan el descaro de verme a la
cara con lástima, sabiendo que nada de lo que creo es así — me miró durante unos minutos y no
me inmuté, asintió luego y apartó su mirada de mi, rompiendo el contacto visual.
— Tengo claro todo eso — susurró mas para él mismo.
Dejamos de hablar cuando el avión aterrizó y bajamos de el, para luego pasar por
revisiones de rutina e irnos hacia nuestro destino.
— Lo que sucedió en Cali, se quedará en Cali — dije cuando salimos del aeropuerto
y nos dirigimos hasta los autos que esperaban por nosotros.

— Ese fue el trato y lo respetaré — aseguró.


Caleb esperaba por nosotros, junto a otros hombres, los saludé y luego que
subimos a los autos, nos pusimos en marcha. Mi rubio amigo me informó de cada detalle de lo
que había sucedido en mi ausencia; Gibson estaba paranoico, ya qué, habíamos logrado
neutralizar un poco a los Vigilantes pero él estaba siendo amenazado y su familia corría peligro.
Tess le ofreció protección y algunos de nuestros hombres estaban cuidando de ellos, pero
sabíamos que tarde o temprano, un enfrentamiento se daría y todo, porque los Vigilantes eran
ayudados por un político corrupto que ansiaba el poder, que le habíamos dado a Gibson.
Mi móvil había estado apagado durante todo el tiempo que estuve fuera y había
utilizado el de Elliot para comunicarme con los chicos, sabía que al activar el mío, sería solo para
amargarme el día, así qué, dejé eso de lado y me concentré en cosas mas importantes que lidiar
con un idiota posesivo.
Muy posesivo y muy bueno.
Llegué al apartamento y tomé una ducha, me sentía cansada así que decidí irme
temprano a la cama, encendí mi móvil y ni siquiera me sorprendí al encontrarme con infinidad de
llamadas y mensajes de texto. Los borré sin siquiera leerlos, no estaba para esas mierdas, no
estaba para que nadie me controlara la vida. Cuando quise que alguien la controlara, cuando
quise dar explicaciones de todo lo que hacía y pertecerle a una sola persona, no se me permitió,
la vida me lo negó en infinidad de ocasiones y lo acepté. Ya no quería eso, le huía a eso y la
persona que intentaba controlarme y adueñarse de mi vida en esos momentos, solo estaba
perdiendo su tiempo.
Pero te sometía cuando te follaba.
Sí y solo en esos momentos, tendría esa dicha.
Mi sumisión existía solo en la cama y con el hombre que yo quería. Eso sería
siempre así y no lo cambiaría por nada ni nadie.
Me acerqué al tocador que había en la habitación y me coloqué un poco de colonia
de hombre, usaba una playera de Elijah y la fragancia era la que él usó siempre, tal vez era algo
retorcido de mi parte, pero era una manera de calmar mi dolor, el dolor que siempre me
acompañaba por no tenerlo a mi lado; la vibración de mi móvil me sacó de mis pensamientos, lo
tomé y no me sorprendí cuando vi el nombre con el que lo había registrado, en la pantalla.
— Arruinas mis momentos de tranquilidad — bufé.
— Tu en cambio me tranquilizas en momentos de locura — dijo y su voz se
escuchaba extraña, robotizada pero torpe a la vez — ¿Nunca te ha tocado vivir situaciones en tu
vida, que ya las has vivido en el pasado, pero sin embargo te toca vivirlas de nuevo en el lugar
diferente?
Estaba borracho.
— No entiendo de qué hablas — dije, mordiendo mi labio para no reírme.
— Bien, te lo diré de otra manera — aclaró su garganta y luego prosiguió — ¿Nunca
te ha tocado revivir situaciones en tu vida en las qué, en lugar de ser un hijo de puta, eres el
afectado? — fruncí mi ceño y no contuve las ganas de reír.
— A eso le llaman karma — dije riendo — y no, no me ha tocado revivir nada así —
rió y bufó luego que dije aquello.
— Si tu supieras, Bella — dijo y sus palabras fueron dichas con dolor —. Si tan solo
pudiese... olvídalo — pidió —. Espero que hayas encontrado lo que buscabas en California — no
me sorprendió que él supiese dónde estaba, pero... ¿Qué tanto sabía?

— Lo hice — aseguré.
Descubrímos mas de lo que esperábamos.
Ignoré eso.
— También espero que mis huellas no hayan sido borradas — dijo y no pasé
desapercibida la advertencia en su borracha voz. Reí de manera burlona y me quedé en silencio,
el bufó ante mi reacción y lo escuché maldecir en un susurro; mi silencio y risa burlona, le habían
hecho imaginar la respuesta —. Así que al final, ese hijo de puta se comió lo mío — dijo con
ironía.
— No, Sombra — dije segura — él no se comió lo tuyo — escuché un suspiro de su
parte —. Y si Elliot hubiese logrado algo, pues no te preocupes — seguí con una clara intención
—, no se habría comido lo tuyo, se habría comido lo mío.
Se carcajeó, el cabrón se carcajeaba y no entendía por qué.
— Eres cruel — inquirió.
— Dicen que cruel es bueno — me burlé.
— ¿Si? Ya te enseñaré yo, lo bueno que es ser cruel — devolvió — y no olvides mi
promesa, porque no mentía — me tensé —. Si descubro que Elliot te tocó, entonces reza para
que no caiga en mis manos — amenazó.
— Si lo tocas, entonces atente a las consecuencias, te haré conocer el infierno —
advertí y lo escuché reír de nuevo.
— Pues bienvenido sea, Bella — me retó — arderemos juntos en el.
Aseguró y entonces el sonido del corte de la llamada, se escuchó sin parar. Sombra
había colgado y sus últimas palabras, habían sido una promesa.
El chico oscuro tenía un propósito.
(****)
La rutina comenzaba a aburrirme, había pasado una semana desde mi llamada con
Sombra y no volví a saber de él, su silencio me intrigaba e incluso Darius se sorprendía de eso.
Con él, habíamos hablado en muchas ocasiones y me seguía ayudando con los Vigilantes; me
invitó a un café y pude contarle todo acerca de la carta de mi madre. Desde hace mucho me era
difícil confiar en las personas, pero él, me inspiraba confianza y aunque tenía cuidado, algo dentro
de mí, me decía que no me dañaría; mis nervios ya no se hacían presentes cada vez que lo veía
y llegué a pensar que lo que me abrumó de él, había sido su parecido a Elijah, la primera vez que
lo vi, aunque después de los días, ese parecido desapareció. ¿Se me seguía insinuando? Claro,
lo hacía cada vez que podía y aunque era un tipo ardientemente guapo, no lo podía ver diferente
a cómo lo estaba viendo.
Como un amigo.
Mi teléfono comenzó a sonar de manera insistente cuando salía del apartamento,
me sorprendí cuando vi el nombre de Tess y esperaba que no me llamara para discutir. Mi
mañana había empezado muy bien, como para que ella me la jodiera, decliné las primeras tres
veces que me llamó, respondí cuando vi que no paraba.
— Espero que no llames para joder — dije tranquila y bufó.
— En estos momentos, quisiera que fuese por eso — murmuró —. Estoy en el
hospital, Isa — a pesar de que no, nos llevábamos bien, me preocupé por ella.
— ¿Te sucede algo? — pregunté sin ocultar mi preocupación.
— A mi no — suspiró fuerte — Isa, es Elliot — me paralicé al escuchar aquello —
está gravemente herido, ahora mismo ha sido sometido a una operación para intentar salvarlo.

— ¡No, no, no y no! — repetí frenéticamente — Dime que es una jodida broma, que no es cierto
— exigí y su silencio fue mas crudo que las palabras.
Manejé como loca hasta el hospital para encontrarme con Tess, Connor y Dylan
estaban con ella. Mientras iba hacia allí, llamé a Caleb y le informé lo que pasaba; mi cabeza
daba vueltas, me sentía desesperada y rezaba para que Elliot estuviese estable.
¿Rezabas?
¡Mierda!
La pregunta de mi conciencia me hizo darme cuenta de lo que podría haber
sucedido y de verdad deseaba que no fuese así, porque entonces, yo también cumpliría mi
promesa.
— El doctor aun no ha dicho nada — dijo Tess cuando me vio llegar, vi a Dylan y
mis ojos casi se salen cuando vi su ropa manchada de sangre.
— ¿¡Estás bien!? — pregunté preocupada y asintió.
— Fuimos emboscados por unos Vigilantes cuando salíamos del club, en la
madrugada — informó —. Creyeron que tu ibas en el auto con nosotros — me tensé al escucharlo
— era Fantasma, Isa y estaba mas loco que antes, nos atacaron. Elliot peleó con el tal Sombra y
lo hirió con la clara intención de matarlo — cerré fuerte mis ojos e intenté calmarme al escuchar
aquello —, cuando vi eso, corrí hasta ellos e intenté ayudarlo, luché con Sombra, el hijo de puta
sabe pelear y estuvo a punto de matarme pero se detuvo — lo miré fijamente cuando dijo lo
último.
— ¿Quienes fueron al club? — pregunté.
— Jacob, Evan, Elliot, Dylan y yo — dijo Connor — Jacob y Evan están en
enfermería, sus golpes no son graves. Solo Elliot fue dañado de gravedad.
— ¿Y los Vigilantes?
— Me enfrenté a Fantasma, logré herirlo pero escapó — siguió diciendo — nos
sobrepasaban en números pero al herir a Fantasma, los demás huyeron con él.
— ¡Como unos cobardes! — espeté con odio.
— Ha comenzado la guerra — dijo Tess — y si tu no acabas con Sombra y
Fantasma, entonces yo lo haré — aseguró.
Claro que iba a acabar con ellos, Sombra me había desafiado, me provocó y yo le
iba a demostrar hasta donde podía llegar; hirió a Elliot para demostrarme que cumplía sus
promesas, pues era perfecto. Yo jugaría mejor mi juego y le demostraría que me gustaba ganar y
sobre todo, que había provocado a la Grigori equivocada. Él intentó ser mas listo que una mujer y
no contó con que una mujer herida, era mas peligrosa que un ejército completo.
¿Qué harías?
Cumplirle mi promesa.
Estuve todo el día en es hospital, mi desesperación era enorme al no saber nada,
Maokko llegó para apoyarme y me sorprendí cuando Alice también llegó al enterarse de lo
sucedido; estuvo allí durante un buen rato y se marchó luego de recibir una llamada, no sin antes
pedirnos que le avisáramos como seguía Elliot.
El doctor salió luego de horas en la sala de operación y nos informó que había
logrado estabilizar a Elliot, pero su situación era delicada, la herida había tocado un órgano y lo
mantendrían en UCI hasta que el peligro pasara. No nos permitieron verlo y nos tocó
conformarnos con lo que él había dicho; llamé a Caleb y le pedí que se encargara de la seguridad
en el hospital, no permitiría que Sombra lo rematara.

— ¿A dónde vas? — preguntó Dylan cuando me di la vuelta.


— Necesito resolver algo — respondí sin dejar de caminar.
Maokko sabía de mis planes y me esperaba en el auto, le había enviado un
mensaje de texto a Sombra y le pedí que nos viéramos.
Te espero en Rouge.
Fue su simple respuesta y para allí íbamos.
Ya había estado antes en ese club, lo hice hace años, cuando apenas conocía el
mundo de Grigori y en un intento por huir de mi fatal cumpleaños, Cameron me llevó allí; tiempo
después me di cuenta que era territorio de los Vigilantes. En el camino, pensaba en todo lo que
estaba a punto de suceder y a pesar de todo, estaba segura que en ese club, no nos pasaría
nada malo, incluso ir solo con Maokko era parte del plan, quería demostrarle a ese idiota que
confiaba en él.
— Espero que seas una buena abeja reina — dije hacia Maokko y sonrió con
suficiencia, no me miró ya que conducía.
— Te aseguro que lo seré — confirmó.
Estamos afuera.
Le escribí a Sombra cuando habíamos llegado a nuestro destino, no respondió, el
hijo de puta se estaba haciendo esperar y eso me ponía de un humor peor; lo peor de todo, es
que ni siquiera podía solo entrar, no era tan estúpida y sabía que si lo intentaba, iba a ser
reconocida de inmediato.
¡Quince minutos después!
El muy cabrón me hizo esperar quince minutos, golpeé el tablero del auto con
fuerza, llena de ira, hasta que al fin, Marcus apareció. Maokko sonrió al verlo, yo no pude, estaba
enfurecida y sólo me controlé porque tenía que fingir muy bien cuando estuviese frente al cabrón,
que me había tentado demasiado.
— Lo siento chicas, pero había intrusos — se excusó. Nos hizo una señal para que
lo siguiéramos.
Maokko se adelantó y llegó junto a él, yo en mi mente contaba hasta diez para
calmarme, llegué a cincuenta y seguía igual.
— Dicen que los morenos calzan grande — ya iba contando hasta setenta y
Maokko no ayudaba con sus comentarios tan descarados, la asiática estaba enfocada en ser una
abeja reina.
— Yo no sabía que las asiáticas fuesen tan desinhibidas — dijo él un tanto
sorprendido y captando el doble sentido del comentario de mi amiga. Maokko rió al escucharlo.
— Puedo ser promiscua contigo — respondió ella.
¡Ochenta!
Por lo menos ella disfrutaba.
¡Noventa!
Conté y dejé de escucharlos, caminábamos por unos pasillos, la música se
escuchaba al fondo, subimos unas gradas y llegamos a una especie de oficinas, todo era oscuro,
Marcus se detuvo frente a una puerta roja.
— Tu amiga tiene que esperar aquí afuera — asentí, ya imaginaba eso.
— Siento mucho si te viola — dije entre dientes y él sonrió.
Suspiré fuerte cuando abrió la puerta y entré. Estaba en un privado y Sombra
estaba de pie, viendo a través de un vidrio tintado, hacia la pista del club, me daba la espalda, su
vestimenta era el típico y estúpido disfraz que usaba. Mentiría si decía que no estaba nerviosa y
no solo eso, quería matarlo pero él se merecía algo peor que eso.

— Jamás creí que me pedirías reunirnos — habló con ironía.


Hice puño mis manos, tenía que controlarme, mi corazón bombeaba rápido, muy
rápido.
— ¿Por qué creíste eso? — pregunté intentando que mi voz no sonara rasposa.
Se giró y sus ojos se conectaron con los míos, lucían diferentes, el color era el
mismo pero había maldad y frialdad en ellos y eso no me convenía, mi plan no funcionaría si él
cambiaba conmigo.
— Creí que seguirías mi consejo y estarías rezando — se encogió de hombros
luego de decir aquello. El cabrón se estaba burlando de mí.
El chico oscuro estaba pisando terreno peligroso.
Y estaba jugando al hijo de puta sin saber que yo, sabía jugar ese juego a la
perfección.
— Tuvo suerte de que no lo matara - se mofó — no me gusta actuar sin estar
seguro de la razón, pero no iba desaprovechar la oportunidad que se me presentó — el lugar no
estaba muy iluminado pero no importaba, lograba ver sus gestos corporales y él estaba
disfrutando en dejarme claro su punto de vista —. Lo que le pasó, fue solo porque tengo la duda
de que tomó lo mío y si lo compruebo, entonces la muerte será poco para lo que le haré. De paso,
te dejo claro a ti que no juego, cuando digo que eres mía.
— Yo no me acosté con Elliot — dije y logré ver que se sorprendió —. Él es como
mi familia, Sombra y lo amo como tal — dije fingiendo tristeza y logrando que mis ojos se
pusiesen brillosos — tu no tienes idea de todo lo que yo he pasado y cuanto él me ha ayudado.
Te es mas fácil creerme una puta que se acuesta con el primero que se le ponga en frente — fingí
dolor y agonía. Su mirada cambió por completo al verme en aquel estado.
— ¡Mierda! — se quejó y lo escuché reír con ironía — Pensé que tu me habías
respondido con sarcasmo, como siempre lo haces y tuve la duda de que sí, te habías acostado
con él — aclaró —. Por eso cumplí mi promesa, porque odié solo el imaginar que él te había
tocado — dijo intentando ocultar su arrepentimiento.
Me fui hacia un sofá y me senté allí, bajé la cabeza y puse mi mano en mi frente
para morder mi labio y evitar reírme. Él estaba cayendo en mi juego y no tardó en llegar hacia mi,
se puso en cuclillas, colocó un dedo en mi barbilla y me hizo verlo.
— Verte con ella, me hizo darme cuenta que dolía — susurré — pensé en
acostarme con él, no te lo voy a negar, pero no pude — sabía porque el quería ver mis ojos, lo
que no sabía es que yo sabía manipular mi mirada.
— ¿Por qué no?
— Por ti — dije bajo y un brillo se instaló en sus ojos.
Pobre imbécil.
¡Wow! Habías superado mis espectativas, maldita perra.
Se sentó a mi lado y luego apagó la luz que daba la lámpara colocada en la mesa a
un lado de él, era la única luz en el privado y al apagarla, las luces de la pista iluminaron
tenuemente el lugar, era su estrategia, siempre cuidaba que yo no lo viese. En un ágil
movimiento, me tomó de la cintura y me colocó a horcajadas sobre él, su máscara ya no estaba,
lo noté cuando sus labios se unieron a los míos y me besó con pesesividad, con impetú y hasta
con brusquedad; sin pensarlo tanto respondí a su beso de la misma manera, su lengua se
introdujo en mi boca y la chupé disfrutando el sabor dulzón y a alcohol que había en él, su
piercing chocaba en mis dientes y eso solo me hacía desearlo en otra parte. Bien, si en algo tenía
razón ese maldito, era que mi cuerpo reaccionaba a él sin sentir remordimientos de nada, solo
guiada por el deseo que me provocaba; jadeé cuando mordió mi labio y luego lo haló.

— No mentí cuando te dije que habías hecho un pacto con el diablo — dijo separándose de mí.
Cogí la respiración que él me había robado — Elliot tuvo suerte de no morir y créeme que lo iba a
rematar — aseguró —. Le huyes al amor y está bien, pero eres mía Bella, solo mía y es mejor
que sepas hacer bien las cosas — subió una mano hasta mi nuca y cogió mi cabello en su mano,
lo hizo fuerte con la intención de que me doliese y volvió a acercarme a él — porque si me entero
que me estás viendo la cara de idiota, entonces no solo lo mataré a él — jadeé cuando me besó
bruscamente, mordió fuerte mi labio y sentí que lo haría sangrar. Me tomó la cadera y me hizo
restregarme mas en él.
— Me amenazas — dije sobre sus labios y lo sentí sonreír.
— Solo advierto, alguien que no sea yo, te toca y se muere — aseguró.
— Así como yo, debería matar a Lía — susurré sin dejar de besarlo, nuevamente
restregué mis caderas en su pelvis y sentí su erección.
— Lo que viste con Lía, fue un error. Me iban a enviar fuera del país y si la follaba,
entonces hablaría con su tío para que no lo hicieran — confesó haciéndome saber que la perra
era familia de Lucius. No me importaba su excusa pero valía la pena la información.
— Y aquí estás — dije con sarcasmo, separándome de él.
— Bella...
— Odio no poder verte el rostro — solté cambiando de tema, intenté zafarme de él,
pero no me dejó.
— Lo sé, pero me sientes, Bella y te muestro algo mejor — dijo con arrogancia —.
Juro que esto es para tu protección.
— Hagamos un trato — propuse.
— ¿Cúal?
— Prometo no insistir mas en ver tu rostro, solo si tú, prometes no volver a
acercarte a Elliot y dañarlo — se tensó y calló por unos minutos.
— Insistes en protegerlo demasiado — bufó.
— ¡Es mi amigo, mi mejor amigo! Y no soy tan puta como crees — espeté y bufó.
— Está bien, es un trato — aceptó y sonreí —. Fantasma está muy encabronado, le
diste un buen golpe a su dignidad y ahora te busca para obtener su venganza. Intentará todo para
joderte, Bella y el ataque a tus súbditos, ha sido el comienzo.
Y ahí mi plan, comenzaba a dar frutos.
Sombra había resultado muy fácil de persuadir, de engañar y jugaba a mi favor,
estaba mintiendo como una perra pero eso era lo de menos, así como él me demostró que
cumplía sus promesas, yo le demostraría que también cumplía las mías.
¡Já! Y la mejor manera era seguir follando con él.
Claro, los hombres no tenían idea que muchas veces su infierno, estaba en medio
de las piernas de la mujer que deseaban y él lo iba a descubrir muy pronto.
— Sé que sabes cuidarte pero, no te arriesgues demasiado, entrar a karma fue una
maldita locura ¡Mierda! Que te vistieras de aquella manera fue una puta locura — espetó con
celos.
— Apuesto que disfrutaste de como estaba vestida, de como bailé — lo tenté y sentí
a su cuerpo tensarse.
— No disfruté que otros te viesen — escupió con ira —, estuve a punto de cometer
una locura cuando bailaste sobre Derek — en esos momentos me tensé yo.

— Haré todo lo necesario para hacerlos caer — mascullé.


— Van a atacar a Gibson — dijo de pronto — secuestrarán a su hija al salir de la
escuela — me puse alerta al escuchar aquello. Era una chica de diez años.
— ¿Cuándo? — exigí saber pero no dijo nada.
— Bella, recuerda que yo tengo una promesa, decirte lo que sucederá, sería como
traición. Si se enteran que he hecho esto, entonces nada habrá valido la pena — su voz estaba
cargada de ira y desesperación.
— Seré una profesional, Sombra, como siempre lo he sido — afirmé —. Solo
Maokko y Caleb saben que me veo contigo y Darius, confío en ellos e imagino que tú confías en
las personas que han estado contigo, cuando nos hemos encontrado.
— Lo hago — confirmó —, no conozco a ese imbécil rubio que ha estado contigo
desde Tokio, pero tu sabes por qué confías en él, y sobre la asiática, creo que es de fiar — siguió
— pero no olvides que hay alguien traicionándolos en Grigori, tienes que ser cuidadosa sobre lo
que dirás, porque si dices demás, entonces ese maldito soplón lo hará saber a los Vigilantes y
muerto yo, ya no podrás usarme — quise ver su rostro cuando dijo aquello, él sabía que lo estaba
usando.
Así qué, no era tan imbécil después de todo.
Me quité de su regazo y caminé hasta el ventanal que permitía ver la pista, la
manera de actuar de Sombra era extraña y tenía que tener mas cuidado si no quería llevarme una
sorpresa con él.
— Es bueno que sepas que te estoy usando — dije con frialdad, lo sentí llegar cerca
de mi, tomó mi cintura con una sola mano y besó mi cuello, quedándose atrás de mí. Mi piel se
erizó con sus actos, con su cercanía y mi cuerpo comenzó a calentarse.
— No soy estúpido — susurró en mi oído — dejo que me uses porque me encanta
la manera en la que lo haces, porque fuiste clara desde un principio y pediste que no confiara en
ti, pero... — su mano llegó a mi vientre, puse la mía sobre la de él para tener un apoyo y soportar
todo lo que mi cuerpo sentía — te estas convirtiendo en mi adicción, Bella.
Y también seré tu muerte.
Susurré en mis pensamientos como una promesa no dicha en voz alta, él lo había
querido así desde el momento que me desafió. En el pasado, tal vez habría armado una guerra
contra él por haber tocado a Elliot, hubiese mandado todos mis planes a la mierda en un arranque
de necesidad por obtener venganza, pero yo había aprendido la lección y sabía que precipitarme,
solo me llevaría a perder a mas personas importantes en mi vida y no lo iba a permitir. No había
trabajado tanto, solo para echar a perder mis planes; fingir con Sombra me aseguraría un camino
hacia mis enemigos y al aceptar mi trato y hacerme su promesa, lo había alejado de Elliot. Ver su
rostro era algo que me había propuesto, pero desistir a eso con tal de mantener a salvo a las
personas que me importaban, era lo que mas deseaba y lo estaba logrando.
— Las adicciones te conducen a la muerte — susurré, cerré mis ojos cuando su
mano comenzó a descender y estuvo a punto de llegar más abajo de mi vientre. Lo detuve antes
de llegar a su objetivo.
— ¿Muerte? — dijo con un tono burlón — no le temo a la muerte — aseguró —. Ya
la he visto a las ojos y se enamoró de mí — arrogancia, superioridad y sarcasmo, tiñeron su voz.
Este no era el mismo Sombra de antes.
Definitivamente no, éste, era mas peligroso y se había fijado un propósito.

(****)
Había llegado al hospital después de que Caleb me informó del estado de Elliot,
Sombra había intentado meterse entre mis piernas pero no se lo permití, de alguna manera le dije
que obtendría su castigo por haber hecho lo que hizo, y aunque él creía que todo estaba bien
entre ambos, la realidad era muy distinta. Él sabía que lo estaba usando, pero no tenía idea de
hasta donde, simplemente lo imaginaba por lo que le había advertido, aunque no tenía idea de
hasta donde iba a ser capaz de llegar, con tal de verlo donde quería.
Mi corazón se aceleró con dolor cuando entré a la habitación de hospital donde
tenían a Elliot, me sentía muy culpable por lo que había sucedido y era así, el estado de Elliot era
mi única culpa cuando fui yo la que provocó a ese idiota. Ya estaba estable pero me dolía verlo
conectado a esas maquinas, estaba pálido y el hermoso color de sus labios, había desaparecido;
sus ojos estaban cerrados y su imagen era terrible, era como si estuviese muerto y lo único que
evitaba que yo estallara en llanto, era ver su pecho subir y bajar en una respiración lenta y el
sonido de su corazón a través de la maquina. Tomé su mano y acaricié su rostro, estaba sedado,
y varios morados, hacían un horrible contraste con su piel pálida.
— Perdóname — susurré mientras una necia lágrima, recorría mi mejilla — todo
esto es mi culpa y no sé como enmendarlo — dije sincera —. Tú solo me has dado amor y
felicidad siempre Elliot, todo lo bueno que has hecho por mí, jamás será opacado por tu traición,
porque incluso hasta eso lo hiciste por mantenerme viva — una sonrisa sarcástica escapó de mi
boca al tener tan claro ese hecho —. Ya perdí mucho en mi vida, bebé — dije llamándolo de
aquella manera cariñosa con la que siempre lo llamé cuando estuvimos juntos — y juro que
perderte a ti, sería mi muerte, no lo soportaría — confesé —. Perdí a mi demonio y si no fuese por
ti, lo habría seguido a la muerte — mas lágrimas salieron de mis ojos al decir aquello —, al
impedir mi muerte, me diste la oportunidad de tener un poco de luz en vida y lo sabes — recordé
—, no puedo perder a mi ángel ahora ni nunca y te juro que te protegeré siempre, juro que ya no
volverán a tocarte — di un casto beso en sus labios y una de mis lágrimas calló en su barbilla —.
Te juro también que el culpable de haberte hecho esto, las pagará muy caro — aseguré.
Arrastraría a Sombra hasta el infierno, aunque en el proceso, yo me fuera con él.
Ese juramento era muy peligroso.
Pero no me importaba correr el riesgo.
Camionetas negras y blindadas, eran nuestro medio de transporte; al final, Sombra
me había dicho todo referente al secuestro que tenían planeado y decidí actuar de inmediato. Si
algo había aprendido, era qué, para que algo saliese como deseabas, tenías que hacerlo tu
mismo, por la misma razón, iba rumbo a la escuela privada donde estudiaba la hija del senador
Gibson.
Tess se había encargado de la seguridad de él y su familia, pero luego de hablar
con ella y explicarle lo que sucedía, me cedió a mí esa responsabilidad y a parte me sorprendió
cuando me confesó algunas cosas y juntas trazamos un plan. Caleb y Maokko se conducían en
otra camioneta, junto a otros hombres, Evan, Dylan y Tess, iban en otra y yo, era acompañada
por Dom, Roman y Jacob. Ana, era el nombre de la chica a mi lado y me contaba alegremente
algunas vivencias que había tenido en su corta vida; su manera de hablar y los gestos que hacía
al hacerlo, me recordaban a Elsa y en mi interior, me prometí que a ella, no le iba a suceder lo
mismo que a aquella chica, que hace años, había tomado mi lugar en una situación infernal.
— Hay muchos chicos de mi salón, que están enamorados de mí — dijo
entusiasmada y reí por eso — pero les he dicho que soy muy pequeña aun y que se esperen
unos años para que me digan todo lo que quieran — Jacob rió con diversión al oír aquello.

El camino continuó sin ningún imprevisto y casi estábamos a punto de llegar a nuestro destino,
cuando las otras dos camionetas tomaron rumbos diferentes — o mejor dicho, nosotros no
seguimos el mismo camino — mi corazón se aceleró al hacer aquello y no por miedo a un ataque,
si no por miedo a lo que les podía suceder a los otros chicos.
— Isa, este no es el camino que debíamos tomar — informó Jacob.
— No te preocupes — dije intentando parecer tranquila —. El senador pidió que
lleváramos a su pequeña, a otro lugar — le informé displicente.
Saqué el aparato que Caleb me había dado y lo presioné para activarlo. Minutos
después, vi a Jacob sacar su móvil y teclear algo, mi corazón dolió cuando el aparato que yo
tenía, encendió una pequeña luz verde pero lo ignoré, tenía que hacerlo. Tiempo después
llegamos a nuestro destino y Ana fue entregada sana y salva a su padre, había cumplido mi
objetivo y en el camino, descubrí cosas dolorosas.
La traición llega de quién menos lo esperas.
Y estaba de acuerdo con mi conciencia.
Luego de charlar con el senador por un momento, nos despedimos y volvimos a
nuestro camino. Al subir a la camioneta, Roman esperaba órdenes del camino que tomaríamos,
miré el aparato y luego a Jacob que lucía impaciente.
Cambio de ruta, el objetivo se ha alejado.
Presioné fuerte mis ojos al leer aquel mensaje que jamás llegó a su destino.
— ¿Hacia a dónde me dirijo? — preguntó Roman. Me quedé en silencio, con miles
de recuerdos que comenzaban a inundar mi cabeza.
Dicen que de amor no se vive, ni se muere, pero dudo eso ¿Sabes? — dijo Jacob
en un rato que tuvimos para hablar.
— Sé que la extrañas, incluso yo lo hago — sonreí con ironía y suspiré profundo.
Jacob y Elsa habían iniciado una relación que no duró mucho, sin embargo, su amor fue fuerte —
perdóname Jacob, no supe defenderla — dije y solo negó.
— No te preocupes, los culpables de su muerte van a pagar, ya verás — respondió
seguro y asentí dándole la razón, cada uno pagaría, iniciando con el malnacido de Derek. >>
No es necesario que digas algo; verte a ti, es como verme a mí. Al final, vivimos la
misma situación — señaló —. Ahora si comprendes mi dolor Isa, tal cual yo comprendo el tuyo —
asentí a eso y vi como se acercaba a mí.>>
Yo lo siento mucho Jacob — dije y salí de su agarre, me giré y caí de rodillas frente
a la tumba de Elsa — ¡Por Dios! ¡Elsa! ¡Perdóname! — supliqué, ella sabía a qué me refería y
rogaba porque me perdonara, yo no había querido decidir de aquella manera, todo fue una
trampa de ese malnacido.
— ¡Shss! Cálmate — sentí a Jacob rodearme con sus brazos, de rodillas junto a mí
— Ella sabe que lo sientes, sabe lo que sufres — repetía. >>
— ¡Isa! — la voz de Jacob me sacó de mis pensamientos — Roman pregunta hacia
donde nos dirigimos.
Saqué mi móvil sin responder nada y llamé a Maokko para saber si estaban bien,
esperaba que lo estuviesen. No respondió hasta el quinto tono.

— ¡Isa! — exclamó agitada.


— Por favor, dime que están todos bien — pedí.
— La libramos de milagro, estos hijos de puta casi nos matan. Kurai otoko-tachi o
shien shite Kimashita — dijo lo último hablando en su idioma. Por lo menos él, no había fallado y
cumplió su promesa — ¿Qué hacemos ahora?
— Vayan a la bodega — ordené.
— ¡Mierda! — maldijo cuando supo lo que quería decir.
— Dile a todos que nos veremos allá — pedí y corté la llamada —. Toma el camino
hacia Williamsburg — ordené a Roman — comunícate con Connor, él te dará las coordenadas —
dije y asintió.
— Señorita — me llamó Dom y lo miré — ¿Procedo? — preguntó.
— ¿Qué sucede Isa, estas actuando extraña? — preguntó Jacob y lo miré con
incredulidad. Asentí hacia Dom.
En un rápido movimiento, desarmó a Jacob y lo colocó con las manos hacia la
espalda y su pecho sobre el capó del auto, jadeó ante el impacto.
— Ahora comprendo todas tus palabras — dije y abrió demás sus ojos —
Disfrutaste de mi sufrimiento, solo por creerme culpable de la muerte de Elsa — acusé y entonces
sonrió con sarcasmo.
Mi pecho se oprimió, mi amigo se había ido a la mierda.

Un día antes...
— Está bien, encárgate tú — accedió Tess luego de mi petición, estábamos en el
cuartel y le comenté lo que sabía aunque tuve que inventarle una terrible historia de cómo, había
obtenido tal información.
— Gracias — dije y me di la vuelta para salir de la oficina de Myles.
— Linda, espera — pidió Caleb, él, Dylan y Maokko nos acompañaban. Me di la
vuelta y me giré para verlo — hay algo que debo mostrarte, que debemos mostrarte — dijo y
fruncí mi ceño.
Vi a Dylan ir hasta la portátil y como insertó una micro SD en ella, me miró con ojos
llenos de dolor y me pidió que me acercara. Él, Tess y Caleb estaban actuando extraño, incluso
Tess había dejado de ser tan perra conmigo; mi sorpresa fue grande cuando Dylan me abrazó
con fuerza y me susurraraba un lo siento, besó mi frente y dio click a un archivo.
— ¡Ahhhh! — se escuchó el grito de dolor, mi piel se erizó en el momento y un
crudo escalofrío recorrió cada parte de mi cuerpo, era un vídeo.
Mi vídeo.
Creí que jamás lo vería, mis manos se hicieron puño y mi cuerpo comenzó a
temblar cuando estaba comenzando a revivir cada momento vivido en aquel edificio, mi corazón
dolió cuando los gritos de Elijah se escucharon, por la impotencia de no poder ayudarme, oía
también los de Elliot, mi corazón comenzó a acelerarse y vi a los chicos presentes.
— ¿Cómo? — pregunté, ellos sabían q lo que me refería.
Llevé mi mano a mi cicatriz y casi la sentí doler de la misma manera que había
dolido antes, al ver cuando Derek me marcaba.

— Nunca me fié de nadie, lo sabes — dijo Caleb. Noté a Maokko desesperada casi desquiciada
al escuchar y ver todo lo que se reproducía en el vídeo.
Mi aspecto era deprimente y en mi rostro se notaba cuanto deseaba morir, lograba
ver las lágrimas de mis ojos, vi cuando me oriné encima, vi... La pantalla en negro cuando
Maokko sacó la memoria de la portátil, ira relucía brillante en sus ojos negros, comprobé que era
la primera vez que ella veía aquello, a diferencia de los demás.
— Me investigó a mi de manera minusiosa — dijo Dylan captando mi atención —.
Hablamos con Tess, luego que las sospechas de Caleb nos intrigaron y entonces hicimos nuestro
propio plan — confesó.
— Me molesté mucho cuando te fuiste — habló Tess — eso no lo voy a negar, me
dolió perderte porque siempre fuiste la hermana que nunca tuve y me abandonaste sin decir
nada, yo te necesitaba Isa, yo también sufría — soltó, ver el vídeo me había destrozado,
escucharla no ayudaba — y quería golpearte por eso, pero jamás herirte — la miré sin saber a
qué se refería —. Nada de lo que dije aquella vez, fue porque lo sentía.
— No pareció así.
— ¡Mao! — reprendió Caleb a Maokko. Tess ignoró a mi amiga y siguió.
— Todo fue planeado para hacer caer al traidor, nadie mejor que la hermana de
Elijah para sembrar desconfianza. Si fingía odiarte, entonces el traidor intentaría llegar a mi — dijo
y me quedé sin palabras.
— Siempre que esos hijos de puta sabían algo de ti, Jacob estuvo presente — soltó
Dylan y fue como una baldada de agua fría.
— Nuestras dudas incrementaron cuando después de nuestra pelea y odio
declarado, él se acercó a mi y dijo que comprendía mi dolor, agregó que podía contar con él para
lo que fuese, a diferencia de Evan, Connor y Jane que me reprocharon lo que te había dicho —
no sabía que decir ante lo que escuchaba —. Me acerqué a Caleb para comentarle lo que
pensábamos y le dije acerca de nuestro plan.
— Es por eso que me pediste que me acercara a él — dijo Maokko hacia Caleb,
comprendiendo todo en el momento.
— Lo necesitaba distraído para poder meterme a su oficina. Jacob sabía que aquí,
nadie sospecharía que escondía algo tan repugnante — se refirió al vídeo.
No quería llorar, ya no más, pero saber aquello me estaba destrozando.
— ¿Él sabe lo que pretendemos hacer mañana, sabe que vamos a sabotear a los
Vigilantes? — Dylan negó.
— Pero la intención es que lo sepa y arriesgarnos en un loco plan, para que tú
confirmes lo que decimos y nos digas que hacer.
— Planeen ustedes lo que se hará — pedí — y solo tomen en cuenta que quiero a
Jacob a mi lado mañana, en todo momento y si confirmo que me traicionó, entonces tendrá su
merecido — aseguré con dolor.
— Todo esto lo ha hecho por Elsa, él te culpa por eso — dijo Tess.
— Lo sé — afirmé — pero solo tú y yo sabemos lo que vivimos en ese infierno y
nadie tiene porque juzgarme, me utilizaron Tess, y aunque no me arrepiento de que estés viva,
tampoco me siento orgullosa de haber caído en un juego donde Elsa, perdió la vida — ella asintió
con dolor al oírme —. Por mucho que me duela, no voy a permitir que los sentimientos interfieran
si Jacob me traicionó de esa manera — los miré a todos — todos aquí saben que en Grigori y La
Orden del Silencio, traición se paga con muerte, romper una promesa de sangre, se paga con
sangre y todos aquí hicimos una para pertenecer a estas organizaciones — los vi asentir —.
Caleb, prepara la bodega donde tuvimos a Samuel — ordené, sus ojos se abrieron demás pero
no dijo nada — si mañana todo resulta como pienso, después de entregar a la niña sana y salva,
nos dirigiremos allá — asintió.
— Prepararé todo para que logremos confirmar nuestras sospechas y no juzgar sin
estar seguros — dijo y asentí — mañana te daré todo lo que necesitas.
Y aquí íbamos.
Así es, con nuestras sospechas confirmadas, rumbo a aquella bodega que solo
servía para ajustar cuentas. Me era difícil creer lo que estaba sucediendo pero no me negaba a
ello, recordé a Sombra diciendo que era imposible que Fantasma supiese de mi regreso, pero al
saber de dónde les llegaba toda mi información, ya no me parecía imposible. Jacob iba a mi lado,
amarrado de pies y manos y con un paño en la boca, no decía nada y tampoco parecía
arrepentido, eso dolía aun más.
Tuve una tremenda necesidad de hacer algo y me dominó por completo, me di
cuenta cuando ya había marcado su número, y tenía el auricular en mi oído, esperando por una
respuesta.
— ¿Estás bien? — escuché su voz robotizada. No tenía idea del por qué hice
aquello y dudé en responder.
— Maokko me informó de tu ayuda, espero que no te hayas metido en problemas —
dije y lo escuché suspirar con alivio.
— Pensé que estarías allí, mierdas pasaron por mi cabeza cuando te vi ausente.
— Estoy bien — dije con sarcasmo — al fin descubrí a mi judas y vamos rumbo a su
castigo.
— ¿Puedo saber quién es? — preguntó con odio.
— Jacob — dije sin dudarlo — uno de los súbditos mas queridos de Elijah y también
su verdugo — solté viéndolo a los ojos, sabía que quería decir algo, pero no podía por el paño.
— ¡Maldito hijo de puta! — espetó Sombra y me sorprendió su reacción — Déjame
estar allí — pidió y no podía creerlo — No voy a interferir en nada, solo déjame ver, presenciar lo
que harás.
— Todos los chicos Grigori estarán allí — dije.
— Me esconderé, no dejaré que nadie me vea, pero déjame estar allí — Sombra
suplicaba.
— Te enviaré la dirección — concedí y escuché su suspiro — dejaré que presencies
todo, para que al fin me conozcas y sepas de lo que soy capaz, cuando alguien traiciona mi
confianza — advertí —. Verás al fin en el demonio que me convirtieron, el día que me arrebataron
a la persona que se adueñó de mi corazón y se lo llevó con él.
— Bella — susurró y corté la llamada.
— Tú me arrebataste a Elijah y ahora sabrás al tipo de persona que me vendiste —
le aseguré a Jacob.
Mi mundo se estaba nublando, se estaba volviendo negro y pronto haría que Jacob
lo conociera.
Había llegado el momento de hablarle sobre la muerte de Elsa.

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Capítulo 15 (1/2)

Pues como se lo dije a alguien por allí, cuando quiero y puedo soy fácil 😅 y me han
convencido chicas y chicos. Ahora sí, nos leemos hasta el martes.
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~Capítulo 15~
[Parte 1]
Lo veía y aun me parecía increíble que él me hubiese traicionado de aquella
manera tan cruel; hace pocos días habíamos ido a desayunar juntos y me demostró que volvía a
ser el mismo Jacob de antes, mi loco e idiota amigo, pero no hizo más que apuñalarme y había
logrado hacerlo muy profundo. Durante todo el camino no hablé, simplemente recordé cada
momento que vivimos juntos, el beso que robó para mi cumpleaños y sus insinuaciones
descaradas que siempre me alegraron los días. Evan, Connor y Jacob, fueron los primeros en
aceptarme en la organización, en ser mis amigos y no verme de mala manera, ellos fueron los
que me ayudaron a soportar mis primeros días en Grigori, cuando Elijah fingía odiarme y yo
intentaba hacerlo de verdad, cuando Elsa me había declarado una guerra por estar cegada por
sus celos, cuando mi hermano me odiaba a muerte por derramar jugo en su cabeza.
Eso se lo merecía por azotarte.
Lo sabía, Dylan lo sabía.
Pero el punto era qué, Jacob era mi amigo y me culpaba por la muerte de Elsa, la
chica de la cual se enamoró, la chica que una vez me odió y sin embargo, fue capaz de soportar
lo peor por mí. Yo misma me sentía culpable por eso, pero nadie a excepción de Tess sabía lo
que habíamos vivido y no era justo que me juzgaran solo por hacerlo, sin saber mi sufrimiento.
— Hay cosas que solo me conciernen a mi, a Tess y a Jacob — hablé una vez que
estábamos en el almacén. Todos los chicos estaban allí y sabía que Sombra también lo estaba,
podía sentir su presencia — pero por primera vez voy a hablar de esto frente a todos, porque
estoy harta de que me juzguen — mascullé cegada por la ira —. Es una lástima que Elliot no
pueda estar, debido a su estado — dije con sarcasmo — pero ya tendré el tiempo suficiente para
hablar con él — aseguré y los miré a todos.
Jacob yacía amarrado y sentado en una silla de metal, me observaba con odio, al
fin demostraba lo que sentía por mí y muy en el fondo me dolía, pero mi ira hundía más ese dolor,
al punto que solo deseaba hacerle pagar mi pérdida. Connor y Evan lo observaban con
impotencia, eran muy amigos, les era imposible creerlo traidor pero no interferían en mi decisión;
Tess mostraba la misma ira que yo, Jacob no solo me quitó a mí, al amor de mi vida, le quitó a
ella, a su hermano. Jane observaba con miedo, Dylan con confusión, también eran amigos, pero
mas que nada era mi hermano. Caleb esperaba que actuara como nos habían formado en La
Orden y Maokko... ella solo deseaba ver tortura, era mi mejor amiga y segura estaba que
deseaba tomar represalias por mí.
Pero eso era mi asunto.
Y Jacob al fin sabría en lo que se había metido.
— ¿Fue fácil para ti? — pregunté hacia Jacob y con brusquedad zafé el paño de su
boca, gimió de dolor cuando en el proceso, lastimé la comisura de sus labios y un pequeño corte
se formo, dejando que un hilo de sangre corriera de ella.
— Mas que fácil, fue satisfactorio — odio destilaba de él.
— Fue satisfactorio ir a lamerle las pelotas, al tipo que torturó a la mujer que decías
amar — escupí con burla.

— Él no la torturó, tú la llevaste a la muerte — soltó y entonces sentí lástima, pero eso no impidió
que toda la mierda saliera de mi boca.
— ¿Escuchaste eso? — pregunté a Tess, riéndome como una maldita loca.
No esperé a que ella respondiera y me fui contra Jacob, le di un fuerte puñetazo, su
rostro se giró ante el impacto y mas sangre comenzó a salir de su boca, pero eso no era
suficiente para mi. Quería más, él se merecía más.
— ¡Derek te mintió, maldito imbécil! — gritó Tess con dolor — Él hijo de puta nos
torturó... él... — calló cuando la miré seria y negué con la cabeza, empuñé mis manos y esperé a
que obedeciera.
Afortunadamente lo hizo.
— ¿Desde cuando trabajas para él? — pregunté y me miró impasible.
— Desde que Elsa murió — soltó sin miedo —. Lo busqué una semana después de
su sepelio, me dijo todo lo que había pasado y cómo tú preferiste salvar a Tess y no a ella —
escupió. Nadie sabía lo sucedido, a excepción de los que estuvieron presentes ese día, comenzó
a reírse como un lunático antes de seguir — ¿Recuerdas la fiesta en Elite? — preguntó y sabía
de que fiesta hablaba — La chica que te entregó la nota, fue enviada por mi; todo estaba
planeado para hacerte salir del club y sabía con seguridad que el imbécil de LuzBel no te dejaría
sola. El objetivo siempre fue él, Isabella, jamás tu. Tú solo fuiste el medio para hacerlo caer.
Fuiste su muerte, su ruina — confesó y mi corazón dolió ante la mención de mi demonio y mi
culpabilidad por su muerte —. Fui yo el que los embestí en el coche para dejarlos fuera de juego y
así todo fuese más fácil para Derek y los Vigilantes — caminé hasta llegar detrás de él, tratando
de controlarme y no matarlo antes del tiempo necesario para cantarle un par de verdades, saqué
mi daga y corté la cuerda que amarraba sus manos. Vi que Dylan intentaba contener a Tess y
Jane, lloraba sobre el hombro de Connor, él y Evan y no podían creer lo que salía de la boca de
su amigo.
— ¿Por qué él y no yo? — dije cerca de su oído, vi cuando sobó sus muñecas para
aliviar el escozor que provocó la cuerda.
— Porque yo quería verte sufrir a ti y la mejor manera de hacerlo, era arrebatándote
a LuzBel y porqué para desmoronar a Grigori, debían deshacerse del líder que los inspiraba a
todos — fue su sencilla explicación.
No logró defenderse cuando Tess se le fue encima y lo golpeó con todas sus
fuerzas. Él aun estaba amarrado de los pies a la silla y calló al suelo, cubriendo su rostro. Trataba
de controlar todo lo que sentía en esos momentos, pero sabía que si no liberaba un poco de mi
dolor, explotaría pronto.
— ¡Maldita sea! — me quejé — ¡Deténganla! — ordené y de inmediato Dylan, Caleb
y Evan llegaron para quitarla de encima de él.
— ¡Hijo de puta! ¡Voy a matarte! — Tess gritaba y pataleaba para zafarse, fue difícil
para los chicos pero lograron contenerla.
— Quita los amarres de sus pies — pedí a Maokko y lo hizo de inmediato.
— Ahora me doy cuenta que Elsa no te merecía, jamás mereció a un cobarde como
tú — espeté.
— ¡Tu no sabes nada maldita puta! — dijo con odio y me quedé observándolo —
¡Elsa estaba embarazada! — soltó y mi piel se erizó al escuchar aquello, me quedé estupefacta y
los jadeos tras de mí, me hicieron saber que no era la única.

Eso no podía ser posible.


— Mientes — dije negándome a creer aquello, él lo hacía solo para dañarme más
— ¡Mientes! — grité y el rió.
— No, no lo hago — aseguró —. Ella estaba embarazada cuando murió, tenía
dieciséis semanas de embarazo — negué incesantemente al oír aquello — ¿Y sabes qué? Ese
hijo era de LuzBel — mi mundo se hundió por completo al saber aquello. Imágenes de nuestro
secuestro llegaron y me dolió el alma al saber todo lo que Elsa pasó, con un hijo en su vientre.
Un hijo de nuestro tinieblo.
— No — susurré y las lágrimas salieron de mis ojos sin poder evitarlo — Eso no
pudo ser posible — repetí con dolor, me negaba, era algo difícil de aceptar.
— Claro que lo era, él la follaba antes de follarte a ti. Mi pequeña terca fue una tonta
al descuidarse y justo la última vez que él la folló, se embarazó.
— ¿Él lo sabía? — pregunté con miedo a la respuesta.
— Murió sin saberlo, me encargué de eso — dijo con orgullo.
Ya no podía soportar más.
Y mi culpa aumentó al saber aquello, al morir Elsa, también lo hizo un ser tan
inocente que no tenía culpa de nada, me era difícil creer que ella haya aceptado un final tan
doloroso al saber de su estado y sobretodo, me dolía que en su vientre haya llevado a un hijo de
Elijah y él ni siquiera lo supo.
— Rompiste un juramento de sangre al traicionarme — dije intentando
recomponerme — y no solo a mi, sino a toda la organización y ya sabes como se paga ese
juramento.
— Con sangre — respondió apacible.
— Bella — escuché a Evan y me giré a verlo — su traición llevó a la muerte a
nuestro líder — dijo seguro — y eso no se paga con sangre.
— No — concordé — esa traición se paga con muerte — aseguré —. Sin embargo,
te daré el honor que no te mereces — miré a Jacob y vi la confusión en su rostro — ¡Maokko! —
dije y de inmediato ella se acercó y le entregó dos espadas que él tomó sin dudar, a mi me
entregó mi katana y todos me vieron como si viesen a una loca — Si mueres lo harás peleando y
te daré ese honor por el tiempo que te consideré mi amigo.
— ¿Qué pasa si te mato antes? — se mofó.
— Te irás de aquí para seguir lamiendo las bolas de Derek.
— ¡No! — se quejó Tess — este traidor no saldrá vivo de aquí.
— Lo hará si me mata — dije tajante e impacible. Los miré a todos y entonces lo vi
a él; Sombra estaba observando todo y cuando su mirada se encontró con la mía, noté las ganas
que tenía de estar frente a Jacob y solo esperaba que no se cagara en mis planes — vamos a
demostrarle que Grigori cumple sus promesas — me dirigí a los chicos y a él, sin que ellos lo
notaran — Pero quiero que les quede claro a todos, que la traición se paga con muerte y si le
concedo esto a éste idiota, es solo porque fue engañado — aclaré —. No perdonaré una traición
más, de nadie y el que no esté de acuerdo pues le doy la oportunidad de marcharse y disuelvo la
promesa que hicieron a Grigori, como líder tengo ese poder — recalqué y todos se quedaron en
silencio. Lo tomé como una respuesta y me giré hacia Jacob.

— Me has dado dos espadas — señaló mirando mi única katana.


— Es para que sea una pelea justa — me mofé y tomé posición de combate, él hizo
lo mismo — ¿Qué te dijo Derek para engatuzarte? — pregunté y antes que respondiera me fui
contra él.
Logró detener mi katana con sus dos espadas cruzadas y comenzó a defenderse,
pero era lento y yo sabía usar mi arma como si fuese otro miembro mas de mi cuerpo. Antes de lo
esperado, herí una de sus piernas pero tratando de que los primeros cortes, no fuesen profundos,
simplemente lo suficiente, para que su sangre saliese.
— Que la decisión fue tomada por ti, tú escogiste a Tess antes que a ella — dijo
quejándose por el dolor, estaba consciente que todos escuchaban.
— ¿Te dijo cómo nos torturó antes? — cuestioné.
Pero de nuevo no lo dejé responder en el momento y nos atacamos de nuevo, mi
katana resonaba contra sus espadas y a duras penas estaba logrando evadir mis ataques, pronto
tuve la oportunidad de matarlo pero quise alargar un poco mas su vida y lo golpeé con mi puño
hasta hacerlo caer al suelo, una de sus espadas cayó de sus manos y cuando quiso tomarla, herí
su mano y un sonoro grito salió de él.
— ¡No! — gritó.
— Entonces te dejaste engañar de una manera muy fácil — me burlé y gruñó
cuando otro ataque llegó de mi y logré herir entre el hueco de su cuello y hombro.
La sangre era mas visible y mi objetivo se estaba cumpliendo; lo estaba hiriendo en
lugares estratégicos para causarle dolor y mucha pérdida de sangre, quería que sufriera aunque
sabía que él se merecía mas de lo que le estaba dando. Un sonido en el fondo del almacén me
distrajo, los chicos se giraron al escucharlo también y maldije cuando Jacob aprovechó eso y
golpeó mis tobillos para hacerme caer al suelo. No solté mi katana y jadeé cuando el aire salió de
mis pulmones, aun así pude detener su espada, giré mi cintura y alcé mis piernas al aire para
tomarlo con ellas de la cintura y hacerlo caer al suelo.
Mi movimiento fue rápido y no tuvo oportunidad de preverlo, su cabeza rebotó como
una pelota al caer, comenzaba a sentirse débil por la pérdida de sangre y yo estaba logrando mi
objetivo.
— Cuando nos secuestraron, fuimos encerradas en una especie de jaula — dije
jadeando y mirándolo a los ojos —. Me amarraron de pies y manos, con Tess hicieron lo mismo y
a Elsa solo la esposaron de una sola mano a las barras de hierro — hablé de nuevo, intentó
golpearme otra vez pero se lo impedí.
— ¡Ahhhhh! — gritó cuando mi katana se hundió a un costado de su estómago,
sonreí con malicia al escucharlo.
— Derek nos golpeó y dejó que sus hombres se divirtieran con nosotras — negó al
escuchar aquello —. Pero el hijo de puta estaba jugando psicológicamente con nosotras — dije
hacia todos y saqué la katana sin cuidado del interior de Jacob.
Ellos miraban con horror al verme actuar de aquella manera y escuchaban con mas
horror todo lo que estaba saliendo de mi boca.
— Él... dijo que... Elsa solo fue dañada por tu decisión — titubeó debajo de mí.
— ¡Derek abusó de mí! — solté y le di un fuerte puñetazo, no se defendió si quiera y
los chicos se quedaron idiotas al oír aquello — ¡Elsa fue mas fiel a Grigori que tú maldito cobarde!
— grité y sus ojos se abrieron — Y a pesar de no llevarnos bien, interfirió en aquel momento y
entonces Derek la violó frente a nuestros ojos.

— Mientes — susurró con lágrimas en los ojos. Era su turno de llevarse tan horrible sorpresa.
Me puse de pie y lo tomé del cabello, lo hice ponerse de pie y al no poder por su
debilidad, simplemente se quedó sentado y no me toqué el corazón para dar una fuerte patada en
su costado, justo donde lo había apuñalado, se quejó pero sabía que el dolor al escuchar mi
confesión, era mas fuerte que mis golpes.
— Ese hijo de puta ultrajó su cuerpo y dañó a la personita que llevaba en su interior
— chillé y sus ojos llenos de lágrimas no se apartaron de mí —. Me juzgaste sin saber lo que
había sucedido.
— Nadie me dijo lo que en verdad pasó, ni tu ni Tess — se quejó.
— Porque juramos no hacerlo y ahora mismo estoy rompiendo ese juramento sólo
para que sepas la clase de idiota que eres y a quién me entregaste — volví a golpear su rostro y
mas sangre salió de nariz, todo su cuerpo estaba bañado de sangre —. Me arrebataste a Elijah y
lo pagarás — juré.
— Mátame — pidió con dolor y solo reí.
— No, tu no te mereces morir — aseguré —. Mereces vivir sabiendo cuanto le
fallaste a Elsa y a tu amigo maldito cabrón, porque él era tu amigo y no te importó venderlo —
escupí con veneno —. Yo no escogí salvar a Tess, Derek me engañó y terminó dándole un
disparo en la cabeza a la mujer que amaste y con eso también mató al pequeño en su interior.
Ella soportó por mí lo peor y ¿sabes qué? — dije haciendo que me viese a los ojos cuando puse
la punta de la katana en su barbilla — jamás vi arrepentimiento por lo que hizo, al contrario, vi
orgullo en sus ojos por evitar que me dañaran, a costa de ella — juré hacerlo pagar por su traición
y había aprendido que uno daña mas con palabras que con golpes. Jacob ignoraba mucho de
aquel hecho y sabía con seguridad que no había peor dolor para él, que descubrir que trabajó
para un mal nacido que ultrajó de la peor manera a la mujer que amaba.
— ¿Qué harás conmigo? — susurró con la voz derrotada.
— Hacer que curen tus heridas para luego volverte a herir y torturarte hasta que te
vuelvas loco — dije con firmeza.
— Por favor Isa, mátame de una vez — lloró y vi el dolor en su mirada — déjame
irme con ella y pedirle perdón por lo que hice.
— Convénceme — hablé tajante.
— LuzBel cayó por ti — susurró y se ganó mi atención — Derek caerá por la misma
razón que él — no entendía a qué se refería y lo miré expectante — ¿Recuerdas a la chica rubia
de Washington? — asentí, jamás la olvidaría. Elijah casi la mata al saber que era importante para
Derek — Ella es la debilidad de Derek — aseguró — atrápala y él se entregará solo — me estaba
dando el medio para llegar a ese hijo de puta — Él también caerá por amor — susurró y me dolió.
Al final comprendía que el amor te llevaba a la muerte y hubiese deseado jamás ser una debilidad
para mi demonio, así él, aun estaría en este mundo.
— Dile a Elsa que me perdone por haber roto nuestra promesa — murmuré con
tristeza mientras mi katana bajaba a su cuello — y que estoy segura de que si Elijah hubiese
sabido de su embarazo, ella aun estaría con vida — bajé un poco más hasta llegar a la altura de
su corazón — y recuérdale que aun mantengo mi promesa de hacer pagar al culpable de su
muerte.
— ¡Isa! No lo hagas — escuché a Jane — no manches tus manos con la sangre de
un amigo — pidió.
Era tarde.
— No lo haré — aseguré — las mancharé con la sangre de un traidor — y luego de
pronunciar aquello, clavé la katana hasta el fondo de su pecho.
Atravesando su corazón.
— Perdóname — logro susurrar Jacob antes de que sus ojos perdieran aquel brillo
de vida y la sangre comenzara a salir por su boca. Por un solo momento logré ver a mi verdadero
amigo.
A aquel chico de lunares que una vez me pidió comérselos, aquel chico que me
miró con orgullo cada vez que ponía a Elijah en su lugar, el idiota.
Mi idiota favorito.
El idiota que robó un poco mas de tu alma.
Zafé mi katana de su pecho y miré el panorama, Jacob estaba muerto y un charco
de sangre adornaba su alrededor, miré a Jane que lloraba sin poder creer lo que había sucedido.
Los demás observaban con dolor y decepción pero conscientes de por qué había sucedido
aquello. Sombra estaba al fondo sin que los demás lo vieran, sus manos estaban empuñadas y
lucía furioso y lleno de impotencia, pero también veía decepción, frustración y dolor.
— Esta soy yo — dije a todos, pero mas para él — el demonio que los Vigilantes
despertaron. Ahora ya no me importa matar, aun así sea un amigo; si me traicionan, este será su
destino — señalé el cuerpo de Jacob —. No me juzguen sin saber antes mi sufrimiento — exigí —
pasé por una violación, perdí al hombre que amaba y casi muero por tal de seguirlo. Estuve
recluida en un hospital psiquiátrico y luego huí con la esperanza de un nuevo comienzo, pero
volví para hacer pagar a los culpables de mi sufrimiento — les aclaré —. Si me apoyan, sigan a
mi lado, si no, la puerta es grande para que se marchen, pero no me traicionen — pedí — porque
no me voy a tocar el corazón para no matarlos, simplemente porque ya no tengo corazón — todos
me miraron con sorpresa al oír aquello, a excepción de Caleb y Maokko — ¿¡Queda claro!?
Vi a cada uno asentir y entonces comencé a caminar hacia la salida, ninguno me
siguió, sabían mejor que nadie que no necesitaba ser seguida, solo necesitaba estar sola y poder
asumir lo que acababa de hacer. Había matado a muchos enemigos, pero jamás a un amigo y
eso me estaba hundiendo hasta el fondo.

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Capítulo 15 (2/2)

susjeyth Feliz cumpleaños adelantado!!! Dios te bendiga y te regale muchísimos años mas de
vida, y ojalá en todos esos años me sigas leyendo 😉😉 espero tu vida se colme
de sueños cumplidos y logres todo lo que te propones. Felicidades!!!
🎂🎂🎁🎁🎁🎊🎊🎉&#x1F389
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~Capítulo 15~
[Parte 2]
Miraba la pequeña cajita sobre la mesita de noche y me debatía entre abrirla o no,
Gasoline se reproducía en mi móvil, en mi mano sostenía una botella de vodka, había dejado los
vasos de lado y decidí beber directamente de la botella. Un rato antes había salido de la ducha y
vestía únicamente una camisa de él.
Una semana.
Había pasado ya desde aquel día, en donde fui el verdugo de mi viejo amigo y me
cobré una traición muy dolorosa. Cuando llegué esa noche al apartamento, no reconocí mi propio
reflejo en el espejo; mi ropa y rostro estaban salpicados de sangre, su sangre, mis ojos lucían
mas oscuros y muy en el fondo de ellos, lograba ver la tristeza que se quería reflejar en ellos pero
la hundí muy en en fondo a punta de tragos.
Elsa embarazada y violada.
Era algo que no sacaba de mi cabeza, Elijah nunca lo supo y al final creí que eso
era mejor, había sido lo mejor. Jamás pude decirle lo que Derek me hizo y en las noches, cuando
mis pesadillas me atacaban, él siempre estuvo para mí y muchas veces me pidió que le dijese lo
que había pasado, pero no pude, lo intenté pero nada salió de mi boca.
— No la toques a ella — había pedido esa ocasión, cuando Derek se fue contra
Tess e intentó manosearla, la mirada llena de terror en los ojos de ella me rompió por completo.
Elsa se veía impotente ante lo que ocurría frente a nosotros y gritaba miles de maldiciones.
— Entonces te haré a ti, lo que deseaba hacerle a ella — advirtió Derek con una
sonrisa maldita en el rostro — He oído que siempre, el mejor sexo, te lo da la mujer de tu peor
enemigo — susurró en mi oído. Lágrimas salieron de mis ojos al sentir sus manos tocándome de
aquella manera —. Tú me darás el más grandioso sexo que pueda existir — alejé como pude mi
rostro cuando sentí como besó mi mejilla, con su mano, tomó mi barbilla con fuerza y me hizo
verlo a los ojos —, porque eres la hija y mujer de dos, de nuestros peores enemigos.
Lo peor estaba por venir...
Y llegó como lo peor que me había sucedido.
Sacó su navaja y cortó mi ropa, mis ojos se llenaron de terror al ver aquello, mi
cuerpo se paralizó cuando estuve tan expuesta ante él. No podía ser posible, quería estar en una
maldita pesadilla y despertar pronto.
— No lo hagas — pedí pero fue inútil — ¡Noooo! — grité cuando se acomodó entre
mis piernas y me embistió con fuerzas, provocándome un dolor desgarrador.
Lágrimas salieron de mis ojos y me daba asco escucharlo jadear con satisfacción y
deseo al sentirme renuente a su toque. En mi interior juraba que algún día me pagaría lo que
estaba haciéndome, era lo mas terrorífico que había vivido en mi vida, el dolor era lo de menos, la
indignación de ser usada de aquella manera, dolió como el infierno. Tocaba mi cuerpo con
brusquedad, odiaba sentir su saliva en mi cuello a causa de sus besos y lametones, me daba
asco y no podía hacer nada, mis manos estaban amarradas, mis pies también lo estaban y ya me
había lastimado por tanto intentar liberarme, pero era inútil. La brusquedad con que me tomaba,
me hacía sentir como si me desgarraban el interior con navajas afiladas, sentí sus manos
mayugar mis nalgas y como se aproximaba a mi trasero, era indignante y ni siquiera podía ver a
las chicas por la vergüenza que sentía, solo escuchaba sus gritos de desesperación.

— ¡Ah! ¡Maldita perra! — se quejó cuando mordí su hombro, salió de mi interior de inmediato y
cuando se acercó a Elsa, ella quiso golpearlo. Su ira era evidente y me abofeteó con fuerza, pero
eso ya no me dolía.
Los hombres que habían allí, tomaron a Elsa cuando intentó darle una patada a
Derek en las bolas y la ira incendió de nuevo los ojos de él, se giró y le dio un duro puñetazo, la
cabeza de ella impactó contra un barrote debido al golpe y maldijo.
— La perra de LuzBel está impaciente porque la folle — se burló y con un
asentimiento de cabeza hizo que los hombres la sostuvieran.
— ¡No te atrevas! — advertí y sabía que era ridículo ya que no podía hacer nada.
— ¡NO! ¡Detente! — pidió ella cuando vio lo que iba a suceder. La valentía se había
ido y el terror se hizo presente en ella.
— ¡Dios no! ¡Para por favor! ¡Detente! — suplicaba yo, pero mis gritos eran en vano
y solo eran respondidos por carcajadas burlonas.
— ¡Apresúrate! — le animaban.
— ¡Maldito hijo de puta! — gritó Tess y ambas gritamos aun más cuando Elsa fue
abusada de la misma manera en que yo lo había sido antes.
No, no, no...
Se repetía una y otra vez en mi cabeza, salía de mi boca pero era en vano. Cerré
mis ojos para no ver más, para no sentir más y esperar hasta que decidieran cuándo parar.
Verlo dolía igual a vivirlo en carne propia.
Sentí que pasó una eternidad luego de aquello, había vomitado hasta mis tripas
luego del peor momento en mi vida; nos soltaron y cubrimos nuestros cuerpos como pudimos.
Las tres corrimos la misma suerte y eso era algo que me atormentaría toda la vida... ¿Cómo iba a
mirar a Elijah después de aquello? ¿Él sentiría asco de mí? ¿Me odiaría porque Elsa y su
hermana habían corrido la misma suerte?
Jamás lo sabríamos.
— Juráme que jamás hablarás de esto con nadie ¡Jurénmelo las dos! — pidió Elsa
con su voz rasposa, sostenía su vientre y cubría sus pechos expuestos.
— Lo juro — dije sin dudarlo ni un segundo.
— Yo también lo juro — musitó Tess con la mirada perdida.
Y había roto mi juramento.
Y la maldita razón para hacerlo, estaba siendo mi perdición en esos momentos.
Tomar la vida de Jacob era lo peor que había hecho en años, pero su traición me cegó, aun
sabiendo que fue engañado, su traición me arrebató al hombre que amaba, a su amigo y eso,
simplemente no lo podía dejar así. Su traición tocó a quien mas amaba en la vida y debía dejarle
claro a él y a todos los presentes, que haría pagar a cada culpable por dejarme en el vilo del
abismo, el día que apartaron de mi lado, al centro de mi tierra, y no me importaba hundirme más
con tal de obtener mi venganza, mi justicia.
Sin pensarlo más, tomé la cajita de la mesita de noche y la abrí luego de recordar
aquel hecho.
Harry Potter.
Sonreí al ver las pequeñas píldoras.
Alice había sido mi salvación luego de que le llamé suplicando por droga, yo estaba
perdida y necesitaba olvidar mi mierda por unos minutos siquiera. Se negó al principio pero luego
accedió y fui al club solo para que me diese lo que tanto deseaba; me aseguré de regresar sola al
apartamento, no quería volver a alucinar, solo deseaba olvidar.

Pero mantuve la droga lejos de mi por unos días, no quería seguir cayendo bajo pero me era
inevitable.
Tomé una píldora entre mi dedo pulgar e índice y la miré fijamente, estaba sentada
sobre el suelo y mi espalda pegada a la cama.
— Ya me hiciste alucinar una vez — dije hablándole a aquella diminuta figura
blanca entre mis dedos — Ahora solo quiero olvidar — seguí y la coloqué entre mis dientes.
Cerré los ojos y acerqué la botella a mi boca, dejé que el líquido amargo bajara la
píldora por mi garganta y me deleité cuando mi garganta fue quemada por el alcohol.
Cinco minutos después.
Abrí los ojos y sonreí, mi entorno se veía diferente, la culpa había desaparecido y
me sentía feliz, yo era en esos momentos lo que siempre había querido ser, una persona sin
corazón, sin culpas, sin amor. Reí a carcajadas cuando me puse de pie y me tambaleé como una
maldita borracha.
Estabas borracha.
Y tu muy idiota.
Estaba consciente que a parte de la camisa que usaba, estaba totalmente desnuda,
fui al closet por un diminuto pantalocillo de lona y me lo puse sin usar ropa interior, me vi en el
espejo y comencé a matarme de la risa al ver mi aspecto.
Me veía patética.
Hice mi cabello en una coleta mal hecha y medio maquillé mi rostro, me puse la
fragancia de Elijah y cuando encontré mis zapatos, me dirigí hacia la sala y tomé las llaves de su
ducati. Me habían entrado unas ganas terribles de bailar e iba a hacerlo; me sentía muy liviana,
muy ágil, muy feliz pero necesitaba diversión.
Bajé hasta la bodega donde estaba guardada la motocicleta y quité la tela que la
cubría; rojo y blanco reluciente inundó mi vista, no dudé en subirme a ella y de inmediato hice
rugir el motor. Sabía manejarla, aprendí hace años, cuando mi padre vivía y me enseñó como
hacerlo, la adrenalina corrió por todo mi cuerpo, mi piel se puso chinita ante el rugir de aquel
motor tan potente y la aceleré.
— ¡Wow! — grité con una enorme sonrisa en el rostro.
Me sentía libre.
Y era lo mejor en esos momentos, conduje sin rumbo y disfruté del viento que
golpeaba mi rostro, aceleré más cuando la velocidad que llevaba no me era suficiente y grité con
fuerzas mientras lo hacía, sintiéndome atraída por el peligro. Antes de salir del apartamento, me
aseguré de meter la otra píldora en el bolsillo de mi short, seguí mi instinto y sonreí con malicia
cuando fui a parar frente al estacionamiento de Vértigo, la zona neutral entre Grigoris y Vigilantes.
El club de Darius.
Imaginé a mi perra conciencia sonriendo de lado al susurrar aquello.
No hice fila para entrar, me fui directo hasta donde estaban los guardias y les dije
que era una invitada especial de su jefe, reconocí a uno de ellos, era el mismo que había estado
allí, cuando llegué con Maokko. Con una seña de cabeza, le indicó al otro que me dejase pasar y
le guiñé un ojo en agradecimiento.
Luces de colores, ambiente oscuro, música fuerte, olor a alcohol, humo de
cigarrillos y marihuana me dieron la bienvenida, pero me parecía lo mejor del mundo en esos
momentos. Algunas chicas me miraban y criticaban al ver mi vestimenta, la camisa era unas tallas
mas grande que la mía, así que hice un nudo a un lado y parte de mi abdomen se veía, era un
alivio que me quedase un poco floja de los pechos, así mis pezones no se marcaban mucho a
falta de un sostén, mi short llegaba un poco mas abajo de mis nalgas y hasta llegar ahí, me di
cuenta que en lugar de zapatos, llevaba mis botas de combate. Los chicos me miraban demás, yo
solo les sonreía; llegué a la barra y pedí al bartender un vaso de vodka, cuando me lo sirvió, sentí
que acarició mi mano y antes de llevar el vaso a mi boca, también le guiñé un ojo.

Ser perra te divertía.


Mas de lo que había imaginado.
Di un trago a mi bebida, aunque fue un largo trago ya que terminé todo y me giré
hacia la pista, limpié la comisura de mi boca con el dorso de mi mano, cuando un poco de líquido
se derramó. Mis ojos se abrieron demás cuando vi a Cameron cerca de mí, él se sorprendió
cuando me reconoció y no dudé en correr hacia él, me cogió casi en el aire cuando me abalancé
sobre él y enganché mis piernas a su cintura. Reí como loca al ver su reacción.
— Al fin encuentro...encuentro un rooostrrro conocido — dije. Mi voz sonaba rara,
pero me sentía feliz.
— ¡Diablos Isa! ¿Qué haces aquí? — cuestionó. Rodeé mis brazos en su cuello y lo
abracé fuerte, olía delicioso.
— Tenía ganasss de bailar — y me seguía riendo al escucharme hablar de aquella
manera.
Bajé de él y me giré para quedar de espaldas, comencé a mover mis caderas, el rió
con diversión y tomó mi cintura, creo que me estaba restregando sobre él sin darme cuenta.
¡Ups!
Me giró de una manera tan fácil y acunó mi rostro con sus grandes manos, él se
movía demasiado y cerré mis ojos cuando un mareo repentino me atacó.
— ¡Mierda! ¡Estas muy borracha! — gritó para que pudiese escucharlo, negué y
comencé a reírme.
— ¡Estoy felizzzz! — respondí de la misma manera, sus ojos casi se cerraron
cuando rió.
Seguí moviéndome, seguí bailando aunque él no seguía mi ritmo y luego vi como
hacía señas con alguien a lo lejos. Era el mismo guardia que me había dejado pasar.
— Ven — pidió tomándome de la mano.
Refunfuñé como una niña cuando dejó de bailar y me arrastró con él; subimos unas
gradas y pasamos por el privado en que antes estuve, cuando conocí a Darius, habían unos tipos
allí que no dudaron en verme el trasero una vez que me di la vuela. Cameron me llevaba hasta
una oficina y sabía cuál oficina.
— Pasa — dijo una vez abrió la puerta.
— Idiota, quería seguir bailando — me quejé.
— Lo haremos luego — prometió con una sonrisa — Antes hablarás con Darius
¿Quieres que te traiga algo?
— Otro vaso de vodka — dije sin dudar — o mejor una botella de bourbon — puse
cara de inocente y él asintió con una sonrisa divertida.
Entré a la oficina y encontré a Darius hablando por su móvil, sus ojos se abrieron
demás cuando me miró y sólo me encogí de hombros y sonreí, me hizo una seña con su mano
para que esperara y sintiéndome en confianza, me fui hacia la mesita donde tenía sus tragos,
cogí un vaso y me serví algo de color marrón.
Solo esperaba que no fuese mierda líquida.
Si me seguía haciendo feliz, no importaba.
Caminé hasta unos muebles de madera donde habían algunos objetos extraños y
llevé el vaso a mi boca, me fue arrebatado antes de poder siquiera dar un sorbo.

— ¡Hey! — me quejé.
Darius me miraba impasible, su pecho subía y bajaba en una respiración rápida,
estaba muy guapo esa noche, mas que de costumbre. Usaba una playera blanca de manga corta
que me dejaba ver todos sus tatuajes y un jeans pegado a sus grandes piernas, las zapatillas
deportivas lo hacían lucir muuuy bien.
— ¿Qué te has metido, Bella? — me cuestionó, tomó mi rostro entre sus manos y
me miró a los ojos.
— Aun nada — dije en un tono sensual y con doble sentido, llevé mis manos a su
pecho y lo acaricié. Se sentía muy duro, muy bueno —. Pero tu podrías ayudarme con eso —
insinué y mordí mi labio inferior.
De pronto ya no quería bailar, quería algo mejor.
Y Darius iba a dártelo.
— ¡Mierda! Te has drogado — adivinó y solo me encogí de hombros — Nena, sé
por lo que has pasado, me enteré de tu amigo y créeme, sé que... — No dejé que terminara de
hablar, no lo quería escuchar hablando de aquello así que hice lo que me pareció mejor para
callarlo.
Lo besé.
Y no lo hice de una manera suave, mis labios chocaron con sus dientes y no me
importó el pequeño dolor que sentí ante aquel hecho, pronto comencé a devorar su boca como
una hambrienta, él se quedó paralizado y me separé de él cuando no respondió.
— Prometiste algo, te estoy dando la oportunidad de cumplirlo — dije mirándolo a
los ojos.
— Lo sé, pero no así — susurró, me acerqué mas a él y sentí como el bulto entre su
pantalón había endurecido, sonreí al ver que le había afectado mi arrebato, bajé mi mano a su
vientre y achiqué mis ojos — eres mala — dijo y sabía que estaba conteniendo la respiración.
— Eres tan poco hombre, que no cumples una simple promesa — lo reté y vi como
sus ojos se oscurecieron.
— ¿Buscas persuadirme con eso? — se burló y alejó de mí.
Sin que él apartara su vista de mi, quité mi camisa y quedé desnuda de la cintura
para arriba frente a él, vi cuánto se le dificultó tragar al verme, en esos momentos yo me sentía
segura de mi misma, desinhibida, promiscua, sexy y nada me importaba, solo él y mis ganas de
sentirlo.
— Busco tus besos — susurré — busco follarte.
— Bella...esto es un error, te has drogado — tragó de nuevo y sin descaro,
acomodó su erección por encima del pantalón frente a mí, di un paso cerca de él — y cumplo mis
promesas, pero no puedo hacerlo si estas así.
— Bla, bla, bla — me burlé — palabras y mas palabras de un cobarde que no
cumple lo que promete — lo tenté y sonreí.
— ¡Mierda! Alguien va a matarme — dijo y sonreí cuando me tomó de la cintura y
me subió sobre el escritorio.
Su boca encontró la mía y al fin sentí sus labios como debía, su lengua buscó mi
interior, su piercing me dio la bienvenida, su beso era voraz, con deseos reprimidos que al fin
estaban saliendo a la luz, enganché mis piernas a su cintura y lo acerqué mas a mí, jadeé y él
también cuando restregó su erección en mi sexo palpitante de deseo.
— Tenías razón — dije y volví a besarlo — volviste a probar mis labios y aunque no
tenga ni puta idea de cuando los probaste antes, tus besos me parecen familiares.

Lo sentí sonreír cuando dije aquello pero volvimos a besarnos sin parar, Darius me estaba
comiendo la boca de una manera deliciosa y sus grandes manos acariciaban mi espalda
desnuda.
— Esto es un error — gimió cuando mordí su labio, sus manos llegaron a mi cintura
y me unió mas a él — estas drogada y sé que mañana vas a querer matarme, si no me matan
antes.
— Cállate y tomáme si es lo que quieres — pedí.
— ¿Y tú lo quieres?
— Desde que entré a esta oficina — solté.
Sus manos llegaron a mi trasero y me levantó con agilidad, sentí cuando me recostó
sobre el sofá sin apartarse de mí, me mareé mucho al estar acostada pero sus besos intensos
hicieron que el malestar pasara y el deseo por sentirlo aumentó. Mis manos estaban por todas
partes de su cuerpo, las de él, copiaban las mías y gemí de placer cuando acunó mis pechos con
sus manos y los masajeó con impetú, sus besos bajaron a mi cuello y sabía que pronto su boca,
estaría dándole placer a mis pezones y esoe hacía feliz, muy, muy feliz.
— ¡Mierda! — se quejó y cuando sentí su ausencia vi casi en cámara lenta como lo
apartaban de mí.
Por inercia cubrí mis pechos con mis manos y solo lograba identificar una mancha
oscura sobre el pobre Darius.
— ¡Hijo de puta! — escuché gritar a una voz robotizada.
El chico oscuro.
¡Maldición!
Sombra había llegado y no supe en que momento; vi a Marcus acercase a mi y me
dio mi camisa, me la puse y luego le sonreí con inocencia.
— ¿Hace mucho estaban aquí? — pregunté.
— Lo suficiente como para que Sombra se volviese loco — dijo agitado.
Me encogí de hombros de manera descarada y seguí observándolos con diversión,
Cameron había llegado y junto a Marcus intentaban separarlos, Darius se defendía muy bien y si
Sombra no hubiese estado tan cabreado, quizás hasta podría decir que su manera de luchar era
idéntica, los dos eran letales a la hora de los golpes, pero Sombra era como un demonio en esos
momentos y Darius perdía su ventaja, jamás en mi vida había presenciado una pelea de tal
magnitud, no importaba lo borracha o drogada que estuviese, aun así, lograba ver todo lo que
sucedía y como esos dos demonios, se estaban moliendo a golpes. El escritorio estaba siendo
destrozado, vidrios rotos volaban por todas partes, se gritaban cosas ininteligibles y casi, casi
podía escuchar algunos huesos rompiéndose.
— ¡Te dije que si la volvías a tocar, te iba a matar hijo de puta! — ese era Sombra y
su voz sonada letal al igual que sus golpes.
Él se había vuelto loco y ni Cameron o Marcus podían detenerlo, Darius se estaba
defendiendo con la misma intensidad, pero la furia de Sombra, lo había convertido en una
persona diferente, en un desquiciado con sed de sangre y entonces comencé a asustarme;
afortunadamente mas hombres llegaron y aunque se asustaron de lo que veían, comenzaron a
ayudar a Cameron y Marcus.
Sin dejar de verlos me fui por el vaso de la bebida que Darius me había quitado
antes y saqué de mi bolsillo la otra píldora, la puse en mi lengua y di un sorbo a la bebida.

— ¡Mierda! ¡Eewww! — me quejé cuando tragué todo y el líquido quemó mi


organismo como si fuese ácido.
Los chicos habían logrado detener a Sombra, la ceja de Darius estaba cortada, de
su nariz salía mucha sangre y no se veía para nada feliz, sabía que Sombra no estaba mejor, su
máscara no me permitía ver mucho pero lograba ver sangre en el espacio libre de sus ojos.
Y era mucha.
— ¿Qué demonios bebes? — pregunté a Darius como si no hubiese pasado una
catástrofe antes y por mucho que lo evitó, una sonrisa se asomó en su rostro.
— Te dije que está drogada hasta la médula — espetó él hacia Sombra.
— ¡Y eres tan cobarde, maldito hijo de puta, la ibas a follar sabiendo su estado! —
masculló él.
— Bueno chicos — hablé yo — Si estoy drogada y no, él no me iba a follar — le
aclaré y me miró con ganas de jalarme los pelos.
¡Atrevéte maldito!
— Yoooo sí, que me lo quería follar a él — dije en tono burlón y con una sonrisa
cínica en el rostro.
— ¡Isa! — me reprendió Cameron intentando contener de nuevo a Sombra, junto a
Marcus.
— ¿¡Qué!? — dije inocente.
— ¡Suéltame! — exigió Sombra a ambos pero no lo hicieron — ¡Maldición Marcus!
— se quejó cuando no lo hizo.
— ¡Ya chicos! Suéltenme, no soy tan idiota — espetó Darius y lo tipos lo soltaron —
Sombra, lo siento hermano, sé qué no es de hombres lo que acabo de hacer, ella no está bien.
— Estoy aquí — le aclaré y me ignoró. Sombra también lo ignoró y solo me
observaba con los ojos cargados de ira y la respiración agitada, en otros tiempos tal vez me
hubiese intimidado, en esos momentos, sólo me encogí de hombros, restándole importancia.
— Está drogada y muy borracha, la cagué, me dejé llevar por mis bolas y no por mi
inteligencia — siguió Darius intentando calmarse —. Tienes razón en actuar así, pero te aseguro
que si ella hubiese estado en sus cinco sentidos y aun así nos hubiese encontrado en la misma
situación, entonces no estaría diciéndote nada de esto.
— ¡Vete a la mierda! — escupió Sombra y sus ojos se clavaron en mí otra vez.
Su manera de mirarme era intimidante, fría, altanera, con ira y decepción. Lástima
para él que no me importaba.
— Eres un aguafiestas — me quejé, mas ira relució en sus ojos y noté como Marcus
luchaba para no reírse.
— Dejénme con ella a solas — pidió a todos, dudaron en obedecer — ¡Váyanse! —
espetó y sabía que si no le obedecían, volvería a enloquecer y terminaría matando a todos en la
oficina y yo, ya había tenido demasiado que ver.
— No se preocupen, este idiota no puede conmigo — dije para tranquilizarlos.
Hice un gesto de mano para restarle importancia y vi como salió uno por uno de la
oficina; mis palabras no fueron agradables para el loco demonio frente a mis narices y en cuanto
todos salieron, se abalanzó contra mí y me tomó con fuerzas del cuello con una sola de sus
manos.
— ¿¡No puedo contigo!? — cuestionó con ironía, se veía muy furioso y luchaba por
controlarse, pero no podía, mi respiración comenzó a dificultarse .
— No — dije tajante a pesar de mi dificultad para hablar, puse mis manos en su
muñeca pero él no cedió — me lo demostraste al huir aquel día del almacén y no buscarme todo
este tiempo. Fue mucho para ti, descubrir mi pasado y actuaste exactamente como temí que
alguien muy importante para mí... hubiese actuado al descubrir aquello — inquirí y su mirada
cambió en un nanosegundo al recalcarle aquello, me soltó de inmediato y agradecí cuando pude
volver a respirar.
Pero me odié por demostrar dolor ante aquellas palabras.
Harry Potter no solo hacía alucinar y olvidar.

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Capítulo 16 (1/2)

javiera4cpd Felicidades Javi, aunque sea atrasados jajajaja. Dios te regale muchos años mas de
vida y muchas bendiciones también, ojalá te guste el cap. Nos leemos el martes (si puedo
😉)

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~Capítulo 16~
[Parte 1]
La maldita droga estaba haciendo un efecto adverso, después de sentirme feliz y
libre, me estaba sintiendo triste de nuevo y eso era una total mierda. La maldita bipolaridad que
me atacaba era horrible y estúpida; yo no quería decirle tal cosa a Sombra, ni siquiera me había
importado que no me buscase después de lo de Jacob, hasta el momento que lo tuve frente a mí,
cegado por la ira al verme con otro.
Estúpido posesivo.
— ¡No huí! — espetó y solo bufé con una sonrisa burlona. Estaba lista para atacar
de nuevo, después de recuperar el maldito aire que me había robado — ¡Y no reaccioné como te
imaginas!
— Me importa una mierda lo que haya sido — dije tajante.
Regresé otra vez cerca de donde dejé el vaso con mierda líquida y lo tomé para
darle otro sorbo, no me había gustado, pero necesitaba alcohol en mi sistema y esa bebida
parecía tener un cien por ciento de él. En un movimiento rápido, Sombra llegó a mí y me arrebató
el vaso, el líquido se derramó en el suelo y en nuestra ropa, lo miré queriendo asesinarlo, él ni
siquiera se inmutó.
— ¿¡Qué mierda has ingerido!? — cuestionó y no le di importancia — ¿Qué droga
tomaste? — exigió saber mientras me tomaba con brusquedad de la muñeca y me acercaba a él.
Otra vez no.
Puse mis manos en su pecho para apartarlo pero él hizo mas fuerte su agarre,
envolvió un brazo en mi cintura y la mano libre la llevó a mi cuello, presionó sin hacerme daño y
me hizo verlo a los ojos, nuestras respiraciones era muy agitadas.
— Un alucinógeno — respondí.
— ¿Cuántos has bebido?
— Dos y ya basta. Tú no eres nadie para pedirme explicaciones — me quejé y
quise zafarme.
— ¿No soy nadie? — ironizó — ¿Por eso vienes a buscar a ese hijo de puta e
intentas follar con él? ¿Solo para demostrarme que no soy nadie? — aludió y sólo reí con burla.
Eso no era inteligente Isa.
Y me importaba una mierda la inteligencia.
— Es que yo no vine... no vine — mis palabras no salían, negué de manera
incesante con la cabeza para intentar destrabar mi puta lengua, casi lloro al no lograrlo a la
primera —. No lo busqué para demostrarte algo a ti ¡Maldito cabrón! Lo busqué porque quería,
mas bien... — lo vi a su cubierto rostro y me reí al verlo al borde de la locura —, te lo explicaré de
una manera sencilla — dije y cerré mis ojos para no verlo doble —. Entré, lo vi hablando por
teléfono, el maldito luce muy caliente esta noche y se me antojó saber como sabía...
— ¡Oh mierda! ¡Mejor cállate! — pidió ante mi manera cínica de explicarle las
cosas, me encogí de hombros y seguí.
— Él no quería, pero me...me prometió algo y quería que lo cumpliera — su
respiración era loca y vi como empuñó sus manos.

— ¡Cállate! — rugió y no tardó en tomar mi cuello con brusquedad otra vez. No me asusté, ni
siquiera se lo impedí, simplemente me reí como una total maniática.
— Me desnudé y lo provoqué — seguí — llegaste tú y te cagaste en todo ¿Querías
desquitarte tu polvo frustrado con Lía? Eso era — dije riendo aun más, como si hubiese
descubierto lo mejor de la vida — No me perdonas haberte dejado a medias con tu novia —
seguí, cerró fuerte sus ojos y entonces me soltó.
Suspiré fuerte y sentí que la sangre volvió a correr hacia mi cerebro.
— ¡Maldición Bella! — bufó — Te llevaré ahora mismo a tu apartamento y
habláremos allá — ordenó y solo me reí. Su paciencia se estaba agotando y la mía igual.
— Ni creas que tú entrarás a mi apartamento, nadie que no sea yo o la familia de
Elijah entra allí — aclaré y entonces dejó que me zafara.
Sí, él jamás soltó mi cintura.
— Me importa una mierda a quién dejes entrar o no, te llevaré allí y punto — lo miré
estupefacta ante su manera de hablarme.
¿Qué demonios se creía?
Chillé, pataleé, lo amenacé de muerte, incluso lo golpeé y él no se inmutó; me llevó
hasta una SUV gris, me subió a ella y abrochó mi cinturón, luego cerró la puerta con llave,
dejándola bloqueada para que yo no pudiese abrirla y luego de subirse él, condujo en un
incómodo silencio. Mi cabeza comenzaba a darme vueltas, mi visión se volvía borrosa y mi
cuerpo comenzó a temblar de manera intensa, mis oídos dejaron de funcionar como debían y
apesar de esos estúpidos malestares, comencé a reírme como si me hubiesen contado el mejor
chiste del mundo.
— ¡Demonios Isabella, solo a ti se te ocurre volver a tomar esas mierdas! —
escuché que se quejó a lo lejos, me reí más y solo maldijo.
— ¡Yujuuu! — grité cuando sentí que aceleró la SUV, la adrenalina que la velocidad
me provocaba, iba a dar justo en mi entrepierna y vaya que eso logró hacerme desear cosas, que
no quería en esos momentos.
Minutos después, Sombra me ayudaba a bajar del auto y me llevó hasta el
apartamento, abrió la puerta con mi llave, que no sabía siquiera que la cargaba y entró junto a mi.
— No entres aquí, no entres aquí — repetía a cada momento.
— Haré mucho mas que entrar al apartamento — susurró o yo creí que susurraba.
Encendió la luz pero de inmediato mis ojos sufrieron y me sentí ciega, él lo notó y
volvió a apagarla, agradecí en silencio que hiciera aquello. Mi corazón se aceleró cuando quitó su
máscara sin importarle que yo estuviese frente a él, pero era una mierda que mi visión fuese tan
mala en esos momentos y estaba muy drogada, pero no estúpida y con seguridad podía decir que
él, sabía muy bien de mi estado y por eso era así de confiado.
— Te daré una ducha — sentenció y comencé a alejarme de él.
— Esooooo, esooooo ¡Mierda! — chillé cuando mis palabras no lograban salir —
eso no, no pasará — terminé con una risa estúpida.
Mi respiración se cortó cuando sacó la camisa de su cuerpo y lograba ver la sombra
de sus tatuajes en sus brazos, pero no lograba identificar ninguno. Su rostro era extraño, la
mezcla perfecta entre un ángel, un demonio y mucha sangre, él estaba muy golpeado, casi lloro
de frustración por no poder reconocerlo, por no poder distinguir bien sus rasgos, todo era bruma
en mi cabeza, en todo mi cuerpo, pero aun así, mi corazón se aceleraba al tenerlo así frente a mí.

Chillé cuando me tomó de la cintura y comenzó a sacar mi camisa prestada, el aroma de mi Elijah
se hizo mas fuerte cuando sacó la ropa y una punzada de dolor me atravesó el corazón. Por qué
el destino me tenía que jugar de esa manera, por qué siempre lo tenía que tener tan presente,
cuando intentaba superar mi agonía.
No tenía respuesta.
Sin decir más, dejé que Sombra me desnudara y sentí que su respiración se cortó al
tenerme tan expuesta ante él. Milagrosamente se contuvo y me cargó hasta la ducha, encendió el
grifo y cuando el agua estuvo como deseaba, lo vi desnudarse por completo y mi corazón latió a
mil por hora, tanto, que mi venas comenzaron a doler por el movimiento brusco que la sangre en
movimiento provocaba.
— ¿¡Qué demonios!? — chillé cuando se metió junto a mi a la ducha, el agua
estaba fría y él solo se rió de mi reacción.
— Necesito calmar un poco los efectos que te está provocando la droga y los
efectos que me a causado a mí — lo miré sin verlo en realidad, mi visión era una mierda.
— Tu no te has drogado — inquirí.
— Tengo a mi droga aquí, desnuda y yo sin poder tomarla — susurró y mi piel se
erizó, tenía frío pero sus palabras me habían afectado. Comencé a tiritar por la heladez de mi
cuerpo y entonces él me abrazó con fuerza y limpió mi cuerpo como si yo fuese una niña
pequeña.
En ningún momento sentí segundas intenciones de su parte, simplemente me
estaba cuidando, me trataba con delicadeza, con miedo a romperme y su actitud me cohibía, lo
hacía en sobremanera.
Cuando hubo terminado, salió de la ducha y me envolvió en una toalla, tomó una
pequeña y secó mi cabello, me llevó a la cama y me metió bajo las sábanas, a mi cabeza
comenzaron a llegar ideas que me torturaban y no pude callarlas cuando lo vi que se puso de pie,
con una toalla enrollada en su delgada cintura y buscaba su ropa.
— ¿Por qué huiste? — susurré y se giró para verme. Estaba oscuro, mi visión era
mala pero aun así, lograba saber lo que hacía.
— No huí — repitió cansado de escuchar aquello — simplemente me fui antes de
cometer una locura y dejarte expuesta ante tus súbditos.
— Pero no volví a saber de ti, hasta hoy — recordé y llegó de nuevo a la cama, se
sentó frente a mí.
— Tu no sabías de mí, pero yo sí de ti, Bella — aclaró — te he vigilado desde aquel
día y justo hoy que tuve algo urgente que hacer, te drogas y te pierdes de mi vista — bufó y me
sentí pequeñita.
— Nadie sabía lo que pasó en aquel secuestro, hasta que decidí confesarlo antes
de matar a mi amigo — mi voz salió rasposa y con dolor.
— Dime que es mentira — suplicó y sabía a lo que se refería, una lágrima corrió por
mi mejilla —. Por favor, Isabella, dime que no fuiste dañada de aquella manera por ese hijo de
puta.
No lo soporté más y encogí mis piernas hasta llevar mis rodillas a mi pecho, me
abracé a mi misma y los sollozos retenidos durante tantos años por aquella mala experiencia,
comenzaron a salir de manera violenta.
— Noche tras noche, los recuerdos llegaban a mí, en forma de pesadillas —
intentaba hablar claro pero hipaba por el llanto — Elijah siempre estuvo a mi lado y me calmaba,
preguntaba que sucedía y nunca pude hablarle de aquellos hechos, pero él se quedaba allí para
mí, calmando mi sufrimiento de manera paciente.

— ¿Por qué nunca le dijiste nada? — preguntó y noté el dolor en su voz.


— Por la promesa que hicimos a Elsa y por miedo — solté, sintiéndome bien de
poder hablar al fin con alguien.
— ¿Miedo?
— Si, miedo — tomé un pañuelo de papel y sorbí mi nariz — ¿Sabes lo que Derek
me dijo antes de follarme? — sentí la tensión que se formó en él al decir aquello —. Que el mejor
sexo siempre te lo daba la mujer de tu peor enemigo y lo comprobaría conmigo — mordí mi labio
con fuerza para no llorar, Sombra puso sus manos en mis muslos y las presionó —, me tomó de
tal manera que sentí que iba a romperme y entonces logré morder su hombro, salió de mí, Elsa lo
golpeó y se ensañó con ella, la violó de la misma manera que lo hizo conmigo, yo no sabía que
estaba embarazada, te lo juro — repetía sin dejar de llorar — luego fue el turno de Tess y cuando
el infierno acabó, Elsa nos hizo jurar que no hablaríamos de lo que había pasado. Durante el
tiempo que estuve con Elijah quise decirle todo, sobretodo cuando veía su agonía, su frustración
por no poder ayudarme, pero no podía decirle nada Sombra.
— ¿Pero, por qué? — preguntó exasperado, con rabia y frustración — Si él era tan
importante para ti ¿Por qué le ocultaste semejante mierda? — bufó, su agarre se hizo mas fuerte
y sabía que intentaba controlarse — ¿Por qué se lo dijiste a ese hijo de puta antes de matarlo, por
qué lo dijiste a los demás presentes, por qué me lo dices a mí, pero no pudiste decirle al hombre
que decías amar? — sus preguntas me estaban volviendo loca y entonces estallé.
— ¡Poque lo que ustedes piensen de mi, a causa de lo que viví a manos de ese mal
nacido, no me importa! — grité con rabia. Lo vi ponerse de pie y caminar de un lado a otro,
llevaba sus manos a la cabeza y alborotaba su cabello en señal de frustración, ladeé mi cabeza y
lo miré atenta, mi corazón se oprimió. La maldita droga comenzaba a jugarme mal —. No me
importa que ustedes me juzguen, no me importa como tu me mires después de saber tal cosa
pero... ¿Tú crees que yo iba a soportar que él me viese con asco? — dije con voz lastimera y se
giró de manera brusca para verme o bueno yo creía que me veía a mí, el cuarto a oscuras no
ayudaba para nada y la luz de la luna que entraba por la ventana, era poca.
— ¿¡Qué!? — exclamó con sorpresa.
— ¡Tuve miedo de que él sintiera asco de mí por haber sido tomada por su
enemigo! ¡Sentía pavor al imaginar que Elijah no quisiera tocarme más porque recordaría que ese
hijo de puta estuvo dentro de mí! — grité — ¡Y sabía que él jamás me perdonaría porque por mi
culpa, violaron a su amante y a su hermana! ¿Y sabes qué? — pregunté terminando de
descontrolarme — ¡Doy gracias que Elijah no supiera nunca que Elsa esperaba un hijo suyo,
porque entonces me habría odiado por no defenderla, por no protegerla a ella y a su hijo! ¡Aahhh!
— grité con fuerza, dejándome ganar por la frustración que sentía y comenzando a llorar con mas
intensidad. Estaba de rodillas sobre la cama y me importaba una mierda que la sábana no
cubriera mi cuerpo desnudo.
— ¡Demonios, Isabella White! — espetó con ira pero llegó a mi y sus brazos me
rodearon en esos momentos y sentí su rostro húmedo cuando lo enterró en mi cuello — Eres una
tonta al pensar todo eso, al creerte culpable de algo tan cruel, cuando solo fuiste una víctima —
decía con dolor.
— Tú no comprendes Sombra — susurré en su cuello.
— Lo hago — aseguró.
— No — contradije y me separé de él —. Desde que me enamoré de Elijah traté de
ganarme su amor y siempre me lo negó porque él amaba a alguien mas — presionó su frente a la
mía — ¿Sabes que hizo cuando le confesé que me había enamorado de él? — calló — Dijo que
me había cagado en todo y se marchó haciéndome creer que iría a hacer un trío con unas chicas.

— No recuerdes eso — pidió pero lo ignoré.


— Esa misma noche nos secuestraron y cuando él llegó por mí y su hermana, a
nuestro rescate, a pesar de todo me hizo sentir importante y tuve miedo de fallar de nuevo. Me
esforcé cada día por lograr que él me amara, yo deseaba su amor, deseaba escucharle decir que
me amaba como yo a él, pero se negó siempre a sentir más por mí — me sorprendió cuando se
puso de pie y me dio la espalda, aun en la oscuridad, logré ver como sus manos se hacían puños
—. Hasta que fuimos emboscados por Derek — susurré — hasta ese momento logré sentir que
yo si le importaba, tal vez no como deseaba, pero le importaba Sombra — sollocé con fuerzas —
dijo que él también se había quemado con nuestro juego.
— Y decidió que tú salieras viva de aquel lugar, a cambio de su vida — dijo y sonreí
con tristeza.
— Y ahora quisiera regresar al pasado y jamás haber aceptado ese juego —
susurré — porque si yo nunca le hubiese importado, él estaría con vida.
— ¡Pero tú no! — gritó y me sobresalté cuando cogió algo y lo estrelló contra el
espejo del tocador frente a la cama — ¡Maldita sea! ¡Si él no hubiese hecho eso, tú no habrías
salido con vida! — gritó otra vez y en esos momentos me sentí chiquita, me senté de nuevo y me
cubrí con la sábana sintiendo un frío repentino en todo mi cuerpo — LuzBel fue el peor imbécil del
mundo al no valorarte como te lo mereces, al no darse cuenta de cuánto necesitabas saber lo que
él sentía por ti. Fue un hijo de puta por haberse aferrado a un amor del pasado y no apreciar el
ángel que tenía a su lado — llegó de nuevo hasta mi y acunó mi rostro con sus manos —. Él
merecía morir para que tu vivieras e intentaras ser feliz y seguro estoy que está recibiendo su
castigo por no haberte dado lo que te mereces.
— ¿Y de qué sirve? Si su castigo también es el mío. Yo también estoy siendo
castigada al estar sin él — maldijo al escucharme decir aquello — Yo quise morir al verme sin él,
corté mis venas y al no lograr mi objetivo, fui internada en un hospital psiquiátrico porque me volví
loca e inestable sin él — toqué su rostro y lo sentí húmedo de nuevo, a lo mejor sudaba ya que
estaba alterado y lo sentía temblar al igual que yo — Sombra, si tu fueses él ¿Me odiarías? — se
tensó ante mi repentina pregunta — ¿Sentirías asco de mi?
— No — respondió sin dudarlo con su voz carrasposa. Me tomó con agilidad y me
hizo sentarme a horcajadas sobre él — Jamás sentiría asco de ti, Bella, jamás te odiaría por algo
que no buscaste y sé que a LuzBel le habría dolido el enterarse que Elsa iba a darle un hijo y los
asesinaron a ambos, pero jamás te habría culpado por eso — me hizo rodearlo del cuello con mis
brazos y se aferró con los suyos a mi cintura — ¡Dios! Estoy seguro que ese imbécil se
arrepentiría por haber sido tan cobarde — dijo contra mi pecho, su voz sonó ahogada —, sé que
sufres por haberle arrebatado la vida a tu amigo, porque a pesar del demonio que aparentas ser,
dentro de ti sigue habitando un ángel — hablaba con seguridad — y te aseguro que sí ese maldito
traidor hubiese caído en mis manos, la muerte habría sido poco para todo lo que hubiese hecho.
Sufres por su culpa y deseo revivirlo para volverlo a matar pero antes, torturarlo — sus palabras
removieron muchas cosas en mí pero callé y no les di importancia.
Sin esperar más llegó a mi boca y me besó con tranquilidad, no era la manera en la
que estaba acostumbrada a que me besara, al contrario, era un beso lleno de tristeza, de
arrepentimiento y frustración. Poco a poco fue cambiando a un beso mas apasionado, la bruma
seguía en mi cabeza pero aun así, sentía su manera de apoderarse de mi boca, como si fuese mi
dueño, como si mi boca estuviese hecha para él.

Mi mente comenzó a jugarme mal y me sentía una perra total al imaginar a Elijah y no a él, pero
no podía evitarlo; estábamos en nuestra cama y me transporté a aquellos tiempos junto a mi
demonio. Su manera de besarme tan única, su boca bajando a mis pechos y acariciando mis
pezones con su lengua, el piercing en ella torturándome de una manera deliciosa; me recostó
sobre la cama y comenzó a bajar a mi vientre, llegó a mi cicatriz y la besó con la esperanza de
que desapareciera, gemí ante la sensación fresca de su saliva y respiración unidas, llegó a mis
muslos y besó el interior de ellos, pronto estaba entre mis labios vaginales, cerré mis ojos y
empuñé las sábanas con mis manos.
Sabía que él quería hacerme olvidar todo lo que estaba sucediendo en mi vida y
debía admitir que lograba más, que la maldita droga.
— ¿Te gusta? — preguntó con voz ronca y mi piel se erizó cuando escuché a Elijah
y no a Sombra.
— Me encanta — respondí dejándome llevar por mi ilusión.
Comenzó a hacer movimientos circulares en aquel manojo de nervios, y de mi boca
comenzaron a brotar gemidos imparables, metió sus manos por debajo de mi trasero y me elevó
un poco para tener mas acceso a mí, sus manos presionaron fuerte y su lengua se aceleró, tal
cual vibrador con baterías nuevas.
— ¡Oh! — dije cuando mi deseo aumentaba.
Una de sus manos llegó a mis pechos y los apretó y acarició, haciendo que me
volviese loca, sintió cuando mi orgasmo estaba a punto de llegar y entonces se detuvo y comenzó
a subir dándome besos castos hasta llegar a mi boca. Sentí mi sabor y el de sus besos, me
preparé cuando se colocó en mi entrada y comenzó a penetrarme con cuidado.
— Siempre quise tomarte de esta manera — susurró.
Gemí y me aferré a sus brazos cuando llegó hasta el fondo y estuve completa de él;
cada centímetro de él dentro de mí, segundos después comenzó a moverse, tomó una de mis
piernas y me hizo ponerla alrededor de su cintura, sus movimientos eran suaves pero profundos.
Lo abracé y enterré mis uñas en su espalda, gruñó pero sabía que no era de dolor, ya que sus
movimientos comenzaron a hacerse mas rápidos, llevé mi otra pierna a su cintura y entrelacé mis
talones, bajé mis manos hasta su trasero y marqué mi propio ritmo. Una capa de sudor comenzó
a cubrirnos y sentía deliciosa la manera en la que nuestros pechos se rozaban.
— Nunca olvides que eres mía — dijo entre jadeos y lamió el lóbulo de mi oreja —
tu cuerpo responderá de esta manera solo a mí — sentenció y clavé mis uñas en sus duras
nalgas. Con sus brazos se sostenía para no dejar caer todo su peso en mí, pero se las arregló
para tomar mi barbilla y unir con posesividad nuestros labios. Su otra mano llegó a mi cintura y
me tomó con fuerza, ambos jadeabamos por el placer que sentíamos y yo sabía que no iba a
soportar mas tiempo, quería correrme y sabía que él también — porque me perteneces Isa — me
embistió con fuerzas — Eres mía, solo mía.
— Soy tuya, Elijah — gemí y sentí que todo su cuerpo se puso rígido pero no se
detuvo, al contrario, se movió con mas intensidad y pasión.
— Solo mía — repitió y entonces me dejé llevar.
— ¡Oh, Elijah! — grité y comencé a correrme.
No lo hice sola.
Él se corría junto a mí de una manera intensa y única, me abrazó con fuerzas y se
aferró a mi cuerpo con miedo de soltarme, los espasmos del orgasmo eran fuertes y nuestra
respiración se detuvo en esos momentos.
Todo me parecía perfecto y sentía que por primera vez, había hecho el amor y no
era simplemente sexo. Lo mejor de todo, es que en mi mente, estaba presente el amor de vida,
una vez más la droga me había hecho alucinarlo pero la diferencia era que esa vez, si sabía que
era una alucinación y no me importaba con tal de sentirme aunque sea unos momentos en el
cielo.
Donde sólo él me hacía llegar.
Mi demonio, mi tinieblo, mi ángel caído, el centro de mi tierra... Mi Elijah.
— Te amo — susurré con mis ojos a punto de cerrarse.
— Todo vale la pena por ti — lo sentí decir en mi oído, pero ya lo escuchaba muy
lejano, como un sueño y no la realidad — así me creas otro, todo vale la pena por ti, mi hermoso
ángel — susurró.
Y sonreí luego de escuchar aquello.

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Capítulo 16 (2/2)

Capítulo dedicado a cada uno de ustedes, lectoras y lectores que han aceptado y me han
apoyado en esta historia y la anterior. Entramos casi a la recta final y sí, por si algunos aun no se
han dado cuenta, esta es una trilogía. Corazón de Fuego le seguirá a esta, espero la acepten
igual que CdH y esta CO.
Los quiero mucho y ahora creo que nos leeremos hasta el martes.
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~Capítulo 16~
[Parte 2]
Un horrible dolor de cabeza, nauseas y un vaso de jugo de naranja junto a un cóctel
de vitaminas A, B y C fueron mis acompañantes al siguiente día que me desperté en mi
apartamento, no recordaba absolutamente nada después de lo que le había hecho a Jacob. El
espejo hecho pedazos de mi habitación me alertó, estaba completamente desnuda bajo las
sábanas y solo esperaba que nada malo hubiese pasado.
O hubieses hecho.
Eso también.
Corrí al baño a vomitar y luego de estar en eso por mas de veinte minutos, tomé
una ducha, cepillé mis dientes y me vestí; llegué a la mesita de noche al lado de mi cama y tomé
la nota, escrita con tinta negra que se encontraba al lado del vaso de jugo.
Llámame cuando despiertes y bebe lo que dejé para ti, todo es para contrarestar los
efectos de la droga.
Att: CO
¡Mierda!
Inmediatamente después que leí aquello, busqué mi móvil y comprobé las llamadas;
tenía muchas de los chicos y ninguna de CO — así tenía registrado a Sombra — ¿Cómo lo
sabía? Dejé eso de lado y comprobé las llamadas que yo había hecho, mi corazón se aceleró
cuando descubrí que había llamado a Alice.
Lo hiciste otra vez.
Pero algo había pasado, porque esta vez no recordaba nada y si Sombra lo sabía
entonces yo había estado con él, había estado en mi apartamento, el apartamento de Elijah y eso
era algo imperdonable para mí.
Tomé lo que había dejado para mí y cuando me sentí un poco mejor, le llamé. Mis
manos temblaban mientras mantenía el móvil en mi oreja, esperando por su respuesta.
— ¿Dime que no hice una estupidez? — pedí cuando descolgó.
— Drogarte es una total estupidez — respondió con fastidio — Te espero en Rouge,
no tardes — dijo y luego colgó.
Por si no fuera poco con lo que ya pasaba, casi me voy de culo cuando vi la fecha y
la hora en mi móvil... ¿Qué diablos me había metido esta vez? Era increíble que no recordara
nada, era aún mas increíble que hubiese pasado una semana y yo no recordara nada de lo que
había hecho en esos días.
¿Y Elliot?
¡Oh mierda!
No sabía nada de Elliot y eso también era imperdonable, era demasiado estúpido lo
que había hecho y enfrentar las consecuencias no sería fácil. Cogí las llaves del apartamento y mi
coche y mientras conducía, llamé a Maokko y me informó que Elliot había salido de la
inconsciencia desde hace dos días, que todos preguntaban por mí pero, ella y Caleb sabían
dónde me encontraba y lo mucho que necesitaba estar sola, por lo mismo, mantuvieron a todos
alejados aunque me confesó que ella temía que yo cometiese alguna estupidez y solo se
tranquilizó, cuando Marcus le dijo que Sombra, se estaba encargando de mí.

Vaya compañera que tenía.


Llegué al hospital y encontré a todos los chicos fuera de la habitación donde se
encontraba Elliot, pensé que su manera de mirarme cambiaría luego de lo que hice a Jacob, pero
me sorprendió que me trataran como si nada hubiera sucedido, como si un amigo no hubiese
muerto por mis propias manos.
Era un traidor.
Y era la mas consciente de aquello.
Pero también fue un amigo y aunque los demás no lo demostraran, yo sabía que en
el fondo, les dolía lo que hice, igual que como me dolía a mí.
— ¡Isa! — exclamó Elliot al verme. Me sentí una perra por haberlo abandonado y
que él me recibiera con preocupación, no ayudaba.
— ¡Dios! Elliot lo siento — dije y llegué hasta él.
Negó con la cabeza y me regaló una hermosa sonrisa, sus labios habían retornado
a su hermoso color, sus ojos brillaban y sus mejillas se veían hermosas de nuevo. Lo abracé
fuerte y sólo así logré sentirme un poco mejor, era increíble verlo bien, recuperándose, él devolvió
el abrazo, mi hermoso chico de ojos azules al fin estaba bien.
— Estaba preocupado por ti, nadie me decía donde estabas — dijo y una punzada
de dolor me atravesó.
— Debí estar aquí cuando despertaste, lo siento mucho — sonrió al escucharme —
¿Cómo te sientes?
— Mejor y esperando mi venganza — me tensé al escuchar aquello y él lo notó —.
Sombra se aprovechó de mi distracción Isa y se lo voy a cobrar — fruncí mi ceño.
— ¿Que distracción? — pregunté y solo me observó serio, sin ninguna emoción.
— ¡Oh! Lo siento chicos — ambos miramos a Alice, entró sin tocar e interrumpió
nuestra plática.
Me puse nerviosa al verla y solo esperaba que no dijese nada de la droga, al
parecer mi manera de observarla dijo mas que mil palabras y se concentró en Elliot, llegó hasta él
con una tierna sonrisa y acarició su rostro, metí mis manos dentro de las bolsas de mi chaqueta y
sin pretenderlo las hice puños.
Me alejé para observarlos.
— ¿Cómo estas hoy? — preguntó con dulzura, Elliot me miró y luego a ella.
Me sentía como un estorbo en esos momentos y me daba rabia, estaba hablando
con él, luego llega ella, se disculpa pero no se va.
¿Qué mierda Isa? ¿Estabas celosa?
¡No! Celosa no, pero si enojada.
Elliot era mi amigo, habían cosas que quería hablar solo con él y Alice se
entrometía como si tuviese mas derecho que yo, era absurdo y no me gustaba.
No. Me. Gustaba.
— ¿Y tu novio? — pregunté sin pensarlo.
— Ya no estoy con él — dijo con tranquilidad y me sonrió como si fuésemos las
mejores amigas.
Vi la sonrisa que Elliot quiso disimular de muy mala manera y casi lo asesino, se
estaba burlando de mí y eso me lo pagaría.

— ¡Oh... — me quedé sin decir nada cuando mi móvil comenzó a sonar. Miré la pantalla y vi las
letras con las que habías registrado a Sombra — Mierda — susurré y me alejé un poco para
responder.
— Vienes ahora mismo al club o voy a ese jodido hospital y me deshago de la
mierda que te hace ir allí — lo que me faltaba.
— Tenemos un trato, no olvides — le recordé. Alice y Elliot me miraron y les sonreí
con tensión — ya llego estúpido posesivo — susurré a la vez que les daba la espalda a los chicos
para que no leyeran mis labios.
Corté la llamada y me obligué a sonreír de nuevo, jamás en mi vida había sido tan
hipócrita como lo estaba siendo en esos momentos, pero no podía evitarlo.
— ¿Sucede algo? — cuestionó Elliot y negué.
— Tengo algo que hacer — dije restándole importancia.
— ¡Oh! Vete si preocupación querida, yo me encargo de cuidar a este hermoso
hombre — se ofreció una amable Alice.
¡Ay! Chica dulce a la que deseaba arrancarle cada cabello rubio de su estúpida
cabeza.
Maldita celosa y bipolar.
¡No eran celos maldición! Era que sabía que la muy perra intentaba manipular mi
reacción, ella creía que por darme la maldita droga, yo besaría sus pies.
— Te veo luego — dije hacia Elliot y me acerqué para besar su mejilla.
— Cuídate — pidió y asentí.
Salí de la habitación y me despedí de los chicos, luego nos juntaríamos para una
reunión con Daniel Gibson, tenía que darnos noticias importantes y nos quería a todos juntos.
Caleb me informó de algunas cosas sucedidas durante mi ausencia y por un momento respiré
tranquila al saber que no había hecho ninguna cagada.
O por lo menos eso creías.
Y deseaba con el corazón que Sombra no me dijese lo contrario.
Al salir del auto, cuando estuve frente a Rouge, me encontré con Darius, me
sorprendí al ver su rostro lleno de moretones y su ceja con algunos puntos de costura.
— ¡Darius! — dije acercándome a él — ¿Estás bien?
— ¡Oh, wow! pequeña dinamita, aléjate de mí — me detuve en seco al escucharlo
llamarme de aquella manera — Sombra nos está observando y te juro que quiero sanarme
primero de estos — señaló su rostro — para luego irme a otros rounds con él — mi corazón se
aceleró al escucharlo decir aquello y llevé mi mano hasta cubrir mi boca.
— ¿Qué hice? — pregunté en un jadeo agonizante.
— Provocarme para cumplir mi promesa — dijo en tono burlón — no me conformé
solo con tus labios y mas cuando te quedaste desnuda frente a mí.
De repente mis piernas se volvieron gelatinas y tuve la necesidad de sentarme.
— Bella, fue mi culpa — dijo al ver mi estado — tu estabas drogada, yo no y aun así
caí, perdóname — pidió y negué, me estaba haciendo falta el aire en esos momentos.

— ¿Tú y yo... — no sabía ni cómo formular la pregunta.


— ¿Quieres saber si te hice el amor? — dijo en tono juguetón y eso no me
ayudaba, me puse demasiado nerviosa cuando dijo aquello.
¡Jesús! ¿Tan perra había sido?
¡Já! Ojalá y sí, que mucha falta te hace.
Negué ante mis estúpidos pensamientos.
— No lo logramos — tragué fuerte al escuchar aquello y me sentí un poco tranquila
— Sombra nos interrumpió y ya te imaginarás como se puso todo — añadió señalando su rostro.
— ¡Mierda! Darius — chillé — lo siento tanto.
— Ni te preocupes Bella, ojalá y te animes a retarme ya en tus cinco — bromeó o
eso creí que hacía — Te veo luego, tengo que reportarme con Lía.
— ¿Con Lía? — dije y lo miré extrañada.
— ¿Eh? — respondió y lo miré reacia — Si con Lía, tengo algunas cosas que hablar
con ella — dijo y no me gustó
Estaba consciente que él era parte de los Vigilantes pero no tenía nada contra mi y me ayudaba,
pero aún así, no me agradaba escuchar aquello — Tengo una farsa que mantener pequeña
dinamita — dijo y sin esperarlo besó mi mejilla, me cohibió su manera de llamarme y me daba
miedo saber el por qué de aquel sobrenombre.
— Sombra nos está observando ¿cierto? — dije al ver su sonrisa de suficiencia. Me
guiñó un ojo y luego se dio la vuelta y se marchó.
Malditos cabrones con ansias de competir por ser el mejor.
Al fin estábamos de acuerdo en algo.
Me daba hasta miedo girarme y comenzar a caminar hacia dentro del club, pero
tenía que hacerlo y mas después de escuchar a Darius y parte de las estupideces que había
hecho en mi estado de oscuridad total.
Al menos Elliot seguía con vida y eso me daba una esperanza de que no hablé
demás al estar drogada.
Marcus me recibió y guió hasta la oficina, ya conocía el camino, pero suponía que
era una especie de ritual que alguien me escoltara hasta allí.
— No intenté nada contigo ¿cierto? — le pregunté y sonrió. Marcus era un moreno
muy guapo y lleno de muchos tatuajes que lo hacían verse muy atractivo, y realmente deseaba
que yo no hubiese sido tan perra.
— No estaría vivo de haber sido así — respondió con diversión y suspiré sin ocultar
mi alivio.
Casi veía como mi caja torácica se movía debido al movimiento brusco que hacía mi
corazón, mis nervios eran visibles y creo que los efectos de la droga aun persistían, ya no estaba
estúpida, pero el temblor en mi cuerpo no era normal. No sabía lo que Sombra iba a decirme y
realmente tenía miedo, mucho miedo de mis acciones e interiormente me prometí no volver a
ingerir nada que dañara tan fuertemente mi cuerpo, mi mente, mi raciocinio.
Cuando entré a la oficina, sentí una tensión palpable en el aire, me costaba respirar
pero no debía de ser débil, tenía que confiar en que no fui tan idiota mientras me perdí, por inercia
llevé mi mano hacia los relicarios que me acompañaban y esperaba no haber abierto el mío frente
a nadie.

— Te tardas por ir a ver ese idiota y cuando llegas aquí, te entretienes con ese otro hijo de puta
— ese fue el caluroso saludo con el que Sombra me recibió al verme, no voy a negar que su voz
me intimidó pero estaba muy equivocado si creía que yo dejaría que me hablara de aquella
manera.
No pasé desapercibido la manera en la que estaba vestido. Ropa deportiva en color
rojo era su atuendo, la sudadera tenía una capucha que cubría su cabeza y su rostro — a
excepción de los ojos — era cubierto por un pañuelo con la figura de un lobo en la parte de la
boca. Vaya que lucía intimidante.
Y era un lobo muy sexi.
Allí iba mi conciencia de nuevo.
Se acercó a mí como si en verdad quisiera comerme y su olor me golpeó de
inmediato, su maldito olor siempre lograba un efecto en mi que no me hacía sentir orgullosa de mi
autocontrol. Sus negros ojos me escanearon y me obligué a sostenerle la mirada... ¿Por qué
había cambiado tanto? Ya no era el débil Sombra que creí antes, me demostraba ser alguien
peligroso y muy letal si tocaban mucho sus cojones.
— Puedo hablar con quien yo quiera — dije sonando segura — ver a quien yo
quiera.
— ¡Oh claro, Bella! También puedes follar con quien quieras — dijo sarcástico y me
tensé.
— Igual que tú — me mofé y la tensión aumentó en su cuerpo.
Punto para ti, mi perra amiga.
— Nunca dejarás de recordarme lo que pasó con Lía ¿cierto? — inquirió y rodé mis
ojos.
— Sabes que no me importa pero si insistes en creerte mi dueño, tengo que
recordar tus estupideces — dije segura. Mi aire se cortó cuando llevó su mano a mi mejilla y
comenzó a acariciar con su dedo el lugar donde Darius había besado. No me tocaba de manera
brusca, pero sentía la necesidad de él, de querer borrar la marca imaginaria que aquel beso me
había dejado — ¿Qué hice mientras estuve oscura? — le pregunté intentando olvidar sus
reclamos.
— ¿Oscura? — preguntó y vi un brillo de diversión en sus ojos.
— Ya sabes de lo que hablo — inquirí y me alejé de él.
— Creo que Darius ya te dijo una parte de lo que sucedió — sentí mis mejillas arder
cuando recordó aquello — en realidad, solo anoche te descontrolaste, pasaste todos estos días
en tu apartamento, bebiendo como si fuese lo mas extraordinario del mundo; pero ayer te
drogaste y en un descuido que tuve, te perdiste de mi vista y cuando te encontré, estabas bajo el
cuerpo de Darius, semidesnuda — quería que la tierra me tragara al escuchar aquello.
— ¿Fuiste a mi apartamento? — pregunté aunque sabía la respuesta, asintió y me
odié aun más.
Maldije en voz baja y lleve las manos a mi cabeza, eso no tenía que pasar, él no
tenía porque haber ido allí y todo era mi maldita culpa.
— Tan malo es para ti, que haya entrado a ese apartamento — ironizó y odié la
manera en que lo dijo.
— No solo malo, es imperdonable que precisamente tú — lo señalé — hayas
entrado a un lugar que es casi sagrado para mí. Allí están mis recuerdos con él y ahora no podré
imaginarlo sin imaginarte a ti — dije con rabia y vi que le molestó lo que salía de mi boca.
— Pues tendrás que vivir con eso — se mofó y realmente quería golpearlo — Así
como yo tendré que vivir con el recuerdo de que mientras te follaba, me susurrabas su nombre —
mi respiración desapareció de mis pulmones, mi corazón se detuvo unos segundos y segura
estaba que había perdido mi color al escuchar aquello.
— Tú y yo...lo hicimos en su cama — titubeé y asintió — ¡No! — grité y golpeé su
pecho con mis manos abiertas — ¡Tú y yo no pudimos haber follado en su cama! ¡Es inaudito! ¡Es
horrible! — gritaba con cada golpe que daba.

Antes lo había visto molesto pero esas palabras le molestaron aun más, tomó mis manos para
que dejara de golpearlo, en un ágil movimiento me giró e hizo que mi pecho quedara recostado
sobre el escritorio, sostenía mis manos en mi espalda y mi rostro estaba sobre la madera
mientras mi pecho latía acelerado al igual que mi respiración.
— No te follé en su cama, hice mas que eso y es increíble que después de decirte
que me confundiste con él, pienses solo en que te tomé en su cama — susurró en mi oído. Sentí
como rozó su pelvis en mi trasero y su aliento cálido estremeció cada parte de mí. Bien, él tenía
un poco de razón, pero a mí me dolía más la traición que había cometido — ¿Te molesta eso,
Bella? — preguntó con sarcasmo.
— Me da asco — escupí entre dientes.
— No parecía así, disfrutaste mucho de mi boca en tu coño, de mi polla dentro de ti
— se burló pero sus palabras me afectaban mas de lo que él pretendía y en maneras diferentes.
Maldije al caer en la cuenta que eso no había sido su culpa, si no mía por haberme
drogado como una adicta, nada de eso hubiese pasado si yo hubiera estado en mis cinco
sentidos. Fue mi culpa, yo lo dejé meterse en un cama donde guardaba los recuerdos de mis días
al lado de mi tinieblo e iba a tener que cargar con la culpa, porque ya no podría ver aquella cama
de la misma manera.
— ¿Qué mas te dije? — pregunté intentando calmarme.
— ¿En serio no recuerdas nada? — negué en respuesta y cuando se aseguró que
estaba mas calmada, soltó su agarre y dejó que pusiera de pie.
— Es raro — susurré — la primera vez que me metí esa droga, aluciné lo imposible
— dije y cuando me giré para verlo, él estaba dándome la espalda — pero lo recordé al siguiente
día, aunque fue doloroso. Ahora no recuerdo nada de lo que hice anoche, no recuerdo nada de lo
que hice después de asesinar a Jacob.
— Es porque el alucinógeno, reacciona diferente cada vez que lo consumes —
explicó — ¿Siempre lo alucinas a él? — su pregunta me sorprendió y recordé lo que había dicho
antes.
Tal vez yo era una perra.
Lo eras.
Bien, pero sentía horrible haberlo confundido con Elijah como él lo había dicho y en
mi caso, creo que lo habría matado si él me confundiese con alguien más.
Con Lía por ejemplo.
Ahí lo mato y lo revivo para volverlo a matar.
— Oye, Sombra — susurré y se giró para verme — siento mucho haberte llamado
como él, comprende que no era yo en esos momentos — vi como sus ojos se hicieron pequeños,
él estaba sonriendo.
— Eras malditamente tú en esos momentos — señaló — finges cuando estás
lúcida, no cuando estas drogada — suspiré fuerte — Mira Isa, no soy tu padre, no soy nadie para
ti — llegó a mi y acunó mi rostro — pero deja de meterte esa mierda o acabarás muy mal.
Comprendo por qué lo hiciste pero no olvides que Jacob fue un traidor y los traidores no merecen
que tú te pongas así.
— Espero que esas palabras nunca jueguen en tu contra — le advertí y su manera
de mirarme cambió por completo.
Seguimos hablando después de que se recompuso y me dijo todo lo que había
sucedido, todo lo que había dicho y aunque me avergoncé, interiormente agradecí que él me
siguiese viendo de la misma manera y no cómo esperé que viese.
— Sombra, Lía está aquí — nos interrumpió Marcus y vi cuánto le afectó a Sombra
que su amigo nos informara aquello.
— ¡Mierda! — bufó y aunque la mención de esa chica me provocaba repulsión, me
molestaba mas ver cómo él reaccionaba — ¡No la dejes pasar! — pidió.

— Es tarde, viene con una comisión grande de súbditos y... — miró hacia atrás cuando voces se
comenzaron a escuchar.
Yo no me escondía de nadie pero tampoco iba a provocarle problemas a alguien
que me ayudaba, además no era tan idiota y había llegado al club sola. No me podía enfrentar a
todos sin salir ilesa así que, me fui hasta un pequeño armario y me metí en el para esconderme,
los ojos de Sombra se agrandaron al ver aquello pero no dijo nada, porque justo cuando iba a
decir algo, la maldita susodicha apareció.
— ¡Hola cariño! — dijo con su voz chillona y llegó hasta él.
Las pequeñas separaciones de la madera, me permitían ver todo y claro que veía lo
tenso que Sombra se puso cuando la chica llegó hasta él y besó sus labios por encima del hocico
de lobo que adornaba su pañuelo. Varios Vigilantes más entraron a la oficina con ella y algo me
decía que ellos, no eran agradables para Sombra.
— Pensé que estarías con Darius — dijo él, escuchándose tenso aun con su voz
robotizada.
— ¡Nah! — Lía hizo un gesto de mano desinteresado al decir aquello — No quería
hablar con él, lo dejé en casa en cuanto llegó y me vine hacia acá contigo — le informó pero noté
cierta malicia en su voz.
La chica llevaba su cabello cobrizo en ondas sueltas y un veraniego vestido verde,
cubría su cuerpo, sus labios estaban pintados con labial rojo y sus ojos marrones enmarcados
con delineador negro.
— Hemos hablado en muchas ocasiones de esto, no me gusta que vengas acá —
espetó Sombra, ella se acercó a él sin importarle lo que él decía y acarició su rostro. Mi pulso se
aceleró cuando vi sus intenciones de sacarle el paño de la cara, pero él tomó su muñeca y la
detuvo — No estamos solos —masculló entre dientes y por un momento creí que le diría que yo
estaba allí, pero con su mirada señaló a los Vigilantes cerca de la puerta.
No se escondía solo de ti.
Lo noté.
— Entonces los sacaré a ellos — habló ella con voz juguetona, sentí un picor en mis
manos, sin darme cuenta había enterrado mis propias uñas en las palmas de éstas.
— Basta Lía, ya hemos hablado mucho de esto — se quejó él.
— ¡Si y no entiendo por qué ahora te niegas a mí, cuando hace unos meses
follábamos como unos malditos conejos! — espetó sin importarle que los otros tipos la oyeran.
Vi la frustración en Sombra cuando ella reclamó aquello y también lo nervioso que
se puso cuando Lía recalcó tal cosa. Yo solo había visto una de tantas veces, el maldito era...
¡Demonios!
Saber eso te molestó eh.
Mas de lo que quería y antes que susurraras algo más, me molestó porque él había
atentado contra Elliot cuando no tenía ningún derecho de hacerlo, no, cuando él follaba con esa
idiota.
Y como unos malditos conejos.
¡Genial!
— Y en verdad espero que no sea por esa estúpida — continuó con tono
amenazante, eso captó mas mi atención — Porque si me entero que buscaste la manera para
estar con ella, si tan sólo me entero que te atreviste a susurrar su nombre, mi promesa se irá a la
mierda — dijo con tanta seguridad, que llegué a creer que ella era la que lideraba a los Vigilantes
— y te arrepentirás Sombra, juro que te arrepentirás porque aun no has visto nada de mí, ni de lo
que soy capaz de hacer cuando me provocan.
— ¡Cálmate! — le pidió él cuando ella comenzó a actuar extraño, la tipa se estaba
volviendo loca y su cara de maniática lo demostraba — No la he visto, ni siquiera me he acercado
a ella — aseguró y juro que quería salir del maldito armario, porque dentro de mi, algo me decía
que la persona de la cual hablaban, era yo.
— Tenemos un juramento — dijo ella y él asintió — ¡No soy estúpida Sombra y
descubrí que mi hermano la ha ayudado! — gritó y casi vi como la respiración de Sombra se cortó
al escuchar aquello.
— ¿De qué hablas? — ella comenzó a reírse como una maniática y mi piel se erizó
ante eso.
— De que mi maldito hermano me traicionó y fue él quien ayudó a Isabella White a
entrar a karma — tapé mi boca para acallar mi jadeo al escuchar tal cosa. Mi estómago se
revolvió al oírle decir aquello y realmente me hizo sentir miedo su seguridad y frialdad — acabo
de ordenar que lo maten, pero antes lo van torturar — dijo con orgullo — Darius Black va a
conocer mi castigo, por haberme traicionado — sentencio.
¡Oh maldita mierda!
Mi corazón se detuvo al escuchar aquello.

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Capítulo 17 (Completo)

MelanieOB16 ¡Feliz cumpleaños bonita! Así sean atrasados 😅 te deseo lo mejor, de lo
mejor y espero que la hayas pasado mas que bien. Este capítulo es mi humilde regalo para ti y
espero te guste tanto, como a mi me gustó escribirlo. Dios te bendiga y de nuevo, felicidades.
MirSolCi A ti también ¡Feliz Cumpleaños! Te doy este humilde regalo y agradezco
todo tu apoyo, bendiciones y te deseo lo mejor siempre, ojalá te guste y lo disfrutes.
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~Capítulo 17~
Tenía que ser una mentira.
Mi estómago jamás había estado tan revuelto como cuando escuché aquello, todos
los nervios estaban haciendo un nudo horrible en mi garganta, estaba temblando y sólo quería
salir del maldito aramario y exigirle a esa maniática que me explicara todo, pero sobretodo, quería
exigirle que no fuese a tocar a Darius de ninguna manera.
¡Era su hermano!
Maldita sea que si.
Y quería que él me explicase todo, deseaba escucharlo de su boca y aunque él
omitió ese hecho y estaba muy molesta por eso, lo quería vivo y por ningún motivo dejaría que
esa loca lo matase.
— Me gusta la idea de que saques a ese hijo de puta del camino — jadeé al
escuchar a Sombra y tapé fuerte mi boca para que no saliese ningún sonido — sin embargo
matarlo sería demasiado fácil — agregó, Lía hacía unos gestos extraños, no se veía tranquila e
intentaba mantener la calma pero creía que no lo estaba logrando. Sombra se acercó con cautela
a ella y comenzó a acariciar su rostro, mi corazón iba a salirse de mi pecho y los sentimientos que
se arremolinaban en mi interior, eran demasiados —. Si de verdad te traicionó, que no lo creo,
deberíamos averiguar, que tanto hizo o dijo — continuó, ella cerró los ojos ante la caricia de él y
noté que comenzó a calmarse.
— Estoy a muy poco de volverme maníaca — se quejó ella.
¡Pppff! ¿En serio?
Por primera vez no me parecían tan malos los susurros de mi consciencia.
— Solo quiero verlo muerto — increpó y sus manos temblaban cuando tomó la
mano con la que Sombra la acariciaba y se apegó mas a él, como necesitando de aquel acto para
no volverse loca — no me importa averiguar nada, solo quiero que sufra por su traición.
— Si quieres yo mismo puedo matarlo — se ofreció él, puse mi mano sobre la
puerta del aramario con la intención de abrirla.
La madera hizo un leve crujido ante mi movimiento, Lía estuvo lista a buscar de
dónde provenía, mi paciencia estaba caducando y solo deseaba sacarle a punta de golpes a esa
idiota, a donde habían llevado a Darius, pero Sombra se percató de mis intenciones y captó su
atención, la abrazó y dejó que quedara dándome la espalda, mientras él quedó frente al armario.
Con su mirada me pidió que me calmara, quise sacar mi mano y mostrarle mi dedo medio.
— Pero antes déjame divertirme, te encanta la tortura, quieres que él sufra, pues
entonces, soy el indicado para ese trabajo — dijo con entusiasmo, por un momento recordé a
Daemon, cuando pedía hacer algo con el mismo entusiasmo que Sombra tenía en esos
momentos.

¿Por qué compararlo con D?


Ni yo sabía.
Pero ese pensamiento sirvió para que mi paciencia volviera y esperara hasta que a
la tipa le diera la gana de irse.
— Pensé que habías logrado llevarte bien con él — dijo ella separándose de él.
— Pensaste mal, jamás podré llevarme bien con él.
— ¿Harías eso por mí? — la emoción en la voz de Lía era palpable, ella se
emocionaba al recibir atención de Sombra, él asintió en respuesta — Entonces fuiste tú quién lo
golpeó — dedujo de inmediato.
— Es una larga historia, ahora solo quiero que me dejes divertirme con él ¿Puedes
hacer eso por mi? — pidió con tono seductor y yo me estaba sofocando.
En el momento que Lía quiso sacarle la máscara una vez más, Sombra la giró y
entonces él me estaba dando la espalda, ella chilló con diversión ante aquel acto y seguido de
eso, levantó el paño del rostro de Sombra y lo besó. No podía saber si él estaba correspondiendo
a aquel beso, ya que no lo veía, pero si, veía como ella pasó pegada a su boca unos buenos
minutos, escuché cuando gimió y jadeó y por un momento aquella posesividad guardada en lo
mas profundo de mi ser, intentó salir.
Pero no debía.
Él sí, estaba correspondiendo aquel beso y lo peor era, que se dejaba ver por ella.
Un detalle que no pasé por alto, ella sabía la identidad de él y eso me puso peor.
Mi cuerpo se volvió un completo bloque de hielo al presenciar tal cosa, la
taquicardia me atacó con intensidad y la respiración me estaba haciendo falta en esos momentos.

¿Eran celos?
Y elevados a un mil por ciento.
¡Y lo aceptabas!
¡Claro que lo hacía!
Yo no quería sentir nada por Sombra pero seguía siendo mujer y odiaba que él
fuese tan posesivo conmigo, que incluso atentara contra la vida de Elliot por intuir que me acosté
con él, cuando él decía ser mío y me demostraba todo lo contrario. Mi maldito orgullo estaba
herido pero tenía que controlarme, porque Darius me necesitaba y tenía que rescatarlo.
¡A la mierda Sombra y Lía!
— Quédate conmigo esta noche y prometo que ordenaré que no toquen a Darius
para que tú, te diviertas con él — propuso Lía, lograba ver la tensión en el cuerpo de Sombra
luego del beso, o de que ella dijera tal cosa. Yo necesitaba esa información pero ¿A tal costo?
No era tu decisión.
Pero sí, del tipo que iba a tomarla y que comenzaba a afectarme demasiado. Me
odiaba por eso.
— Que no lo toquen — pidió.
Y con eso, tu chico estaba aceptando el trato.
Cerré fuerte mis ojos y respiré profundo para tranquilizarme, él era solo un medio
para un fin. Solo eso y tenía que recordarlo en esos momentos, él no era mío, yo no era suya. Yo
solo lo estaba usando para lograr mis objetivos, punto.

¡Solo eso!
Eso querías creer.
Y no me servía de nada, había mucha ira hirviendo en mi sangre, me sentía
desesperada, herida, traicionada y era estúpido, yo estaba consciente de eso pero no podía
evitarlo; sin pretenderlo, Sombra sacó mi lado posesivo y lo iba a pagar caro, iba a hacer que
pagara caro el hacerme presenciar semejante espectáculo.
— Puedes salir ya — dijo Sombra y hasta ese momento abrí mis ojos.
Habían pasado algunos minutos y no me di cuenta, Lía se había ido con su bola de
idiotas pero me dejó al mayor de todos y para que me pidiera salir de mi maldito escondite, era
porque ya no corría peligro. Abrí la puerta sin ningún cuidado a tal punto que creí que la
arrancaría de su lugar.
Por un momento creí que me había calmado, pero al verlo frente a mí ¡Mirándome a
la maldita cara! Después de haber casi follado en mi cara con otra, mi furia era insoportable.
— ¡Le tocas un maldito cabello a Darius y te mato hijo de puta! — grité y abofeteé
su rostro con tanta fuerza que retrocedió luego del impacto.
Lo hacías por Darius ¿cierto?
— ¿Tanto te importa? — bufó, cerrando sus ojos para soportar el dolor que le había
causado mi golpe.
— Mas de lo que me importas tú — mascullé intentando contener mi furia.
Mis palabras le dolieron mas que mi golpe, lo noté y eso me hizo muy feliz por unos
segundos.
— ¡Es su maldito hermano! ¿Por qué no me lo dijeron? ¡Mierda Sombra! ¡Él me
ayudó por encima de su hermana! ¡La traicionó! ¡Demonios! ¿¡Por qué la traicionó!? — una sarta
de maldiciones y preguntas salían de mi boca en esos momentos y él no respondía nada.
No se lo permitias.
— Tengo muchas dudas que solo ese maldito me va a responder y necesito
encontrarlo ¡Tú me ayudarás a encontrarlo! — advertí y creo que esos momentos, yo parecía mas
loca que Lía — Es obvio que tu maldita novia me odia y no lo entiendo. Yo no le he hecho nada,
simplemente pertenecemos a organizaciones distintas ¡Bien! Eso es claro que marca una gran
rivalidad entre ambas pero... ¡Matar a su propio hermano por ayudarme! — grité incrédula y me
fui sobre él de nuevo.
Quería matarlo por no responder pero me tomó de ambos brazos para contenerme.
Pobre idiota, no sería fácil contenerme esta vez.
— ¡Cálmate! — rugió y lo ignoré, seguí luchando — Es obvio que te odia porque
sabe de mi atracción por ti; me alejaron de la misión porque entendieron que jamás te lastimaría,
me prohibieron acercarme a ti porque se dieron cuenta de cuanto me gustabas. Lía tiene todo el
apoyo de Fantasma porque sabe de sus celos y es una manera de obtener aliados — explicó
pero no me importaba — Ella y Darius nunca han sido cercanos, él no te lo dijo antes porque no
quería que eso interfiriera en nuestros planes — dejé de luchar en cuanto me di cuenta que era
imposible escapar de su agarre —. No lo voy a matar Bella, por mucho que ese hijo de puta me
provoque, tengo mucho que agradecerle y si actué como lo hice con Lía, fue solo para obtener
información.
— ¡Me importa una mierda si actuabas o no con ella! — espeté — ¡Ve y follátela en
todas las posiciones que quieras pero obten la puta información y luego me la das! — grité
intentando que mi voz no sonara tan amarga a como se sentían las malditas palabras en mi boca.

— ¿Estás celosa? — cuestionó y la diversión en su voz no ayudaba para nada.


— ¡Por supuesto que no! — chillé — estoy furiosa por lo que pasa con Darius.
Nos miramos a los ojos con intensidad, sabía que mi manera de verlo era fría en
esos momentos, él buscaba algo más que no iba a encontrar y no porque no lo sentía, sino
porque lo disfrazaba con frialdad y desinterés puro.
— ¿No te importa saber que estaré con ella? ¿No te molesta lo que viste? — volvió
a cuestionar y reí con ironía.
Dolor surcó sus ojos negros.
Me zafé al fin de sus brazos, o mas bien, él me permitió alejarme.
— A veces me demuestras ser un tipo tan inteligente y otras el mas completo
estúpido — escupí con burla, dije que él me iba a pagar lo que había hecho y estaba comenzando
a cobrárselo — Que me folles, no significa que tenga sentimientos hacia a ti ¿¡Qué a caso no te
ha quedado malditamente claro que no siento nada por ti!? — iba a responder pero no se lo
permití — Fui clara Sombra, obtendrías mi cuerpo, mis besos, mis putas caricias pero no mi
corazón — reí — ¿¡No entiendes que él fue y será el único dueño de mi puto corazón!? — omití
su nombre, no sabía por qué, pero no quise decirlo en esos momentos — Si fueses él en su lugar,
te juro que ahora mismo no estaría aquí, frente a ti, reclamándote — me arrepentí de haber dicho
lo último pero no le di importancia.
— ¿No? — preguntó con incredulidad.
— No — aseguré — simplemente porque por mucho que lo ame, no me rebajaría.
Si él hiciese algo como lo que tú has hecho, sabiendo que yo lo veo, entonces me destrozaría el
alma, no solo el corazón pero cogería mi dignidad y me iría lejos de él, no esperaría
explicaciones, porque para mí, no las habrían, si él me hiciese algo tan cruel — me observó
incrédulo —. Agradece que no siento nada por ti, porque si así fuera, entonces no estaríamos
hablando después de presenciar tal cosa — aclaré y me miró con dolor, empuñó sus manos y no
teniendo poco me acerqué a él.
Se tensó cuando quedamos tan cerca él uno del otro y luego besé su mejilla por
encima del paño.
— No mentía cuando dije que me habían convertido en un demonio — susurré y
luego besé su otra mejilla — tampoco cuando te aclaré que solo iba a amar a un hombre en la
vida. Elijah no solo se coló hasta lo mas profundo de mis huesos, sino también hasta en las
profundidades de mi alma y cuando me lo arrebataron, sólo dejó oscuridad en mi; por tu bien, no
busques mas — aconsejé, se tensó y me tensé cuando colocó su mano con delicadeza en mi
cintura. Me recompuse y di un último beso en su boca, con la protección del paño —. Ve a hacer
bien tu papel, folla a tu novia y logra que te susurre al oído en donde demonios tiene a Darius —
no había sido una petición en esos momentos, fue una orden — yo me encargo de rescatarlo —
aseguré y me separé de él.
Me miró estudiándome, buscando algo en mí, queriendo corroborar en mis ojos, lo
que había salido de mi boca, habló cuando se dio cuenta que no encontraría nada.
— ¿Que hiciste con mi ángel? — susurró y cerró sus ojos unos segundos.
— Murió junto a su demonio — respondí y decir eso me dolió hasta el alma.
Abrió sus ojos al escucharme.
Dolor, ira, decepción y frustración opacaba aun más la oscuridad en ellos. Él iba a
arrepentirse de hacerme presenciar sus muestras de afecto con Lía, y segura estaba que se
estaba arrepintiendo en esos momentos, al escucharme aclararle las cosas. Caminé para salir de
la oficina, un toque delicado de su parte, en mi brazo me detuvo.

— Así lo niegues, sé que no te agrada la idea de saberme con Lía esta noche, así tu ángel
muriera con él — susurró en mi oído y mi piel se erizó ante el tono que usaba — sé que el
demonio que habita en ti, me cree tan suyo como yo te creo mía.
Tragué con dificultad y no respondí.
El lobo tenía un punto.
(****)
Pasé reunida casi tres horas con los chicos y el senador Gibson, pero por más que
quería, mi cabeza no estaba allí en esos momentos. Salvar a Darius de su loca hermana era mas
importante pero no podía hacer nada si no sabía dónde lo tenían; todos escuchaban atentos cada
indicación del senador, yo en cambio, veía a cada minuto mi móvil, con la esperanza de alguna
noticia, pero nada, simplemente nada. La paciencia no era una de mis virtudes, estaba claro y la
situación que vivía no ayudaba a mantener ni siquiera una pizca de ella.
Salí de la reunión y me fui directo a la sala de entrenamientos del cuartel, comencé
a practicar con un bokken, repetía cada movimiento que aprendí durante años, partía el aire, lo
pateaba, luchaba con un contrincante imaginario, todo con tal de mantener mi mente ocupada,
pero nada ayudaba. Las horas pasaban y no tenía ninguna noticia.
Las horas pasaban y con ello, se llegaba el momento en el cual el chico oscuro,
estaría con esa perra.
Que lo recordaras no ayudaba para nada.
Jadeaba ante cada golpe que lanzaba al aire, transpiraba en cantidades, debido al
trabajo físico que mi cuerpo hacía, pero no me cansaba, había una energía incontrolable en mi
cuerpo y sabía el motivo.
— Siempre he querido pelear así — me detuve al escuchar la voz de Jane, mi
respiración era acelerada y tenía que ayudarme respirando por la boca, para llenar mis pulmones
con un poco más de aire.
— Por lo que he visto, no peleas mal — dije entre jadeos y sonrió —. Cuando pensé
en volver, imaginé que encontraría a la tierna e indefensa Jane — confesé. Caminé hacia donde
estaba el otro bokken, lo tomé y luego lo lancé hacia ella, lo tomó de inmediato —, me equivoqué,
en su lugar encontré a una chica con buenos reflejos y un puño muy fuerte — dije recordando su
bienvenida, a pesar de todo, vi la vergüenza en su rostro por aquella reacción que tuvo.
— Connor me ha enseñado todo lo que sé, pero aun no logró dominar esto —
levantó el bokken. Vi como lo había tomado y sonreí.
Sin que se lo esperara, me fui sobre ella y golpeé su bokken, no lo hice con fuerza.
Como lo había dicho antes, Jane tenía buenos reflejos, pero no sabía tomar el arma, por tal
motivo — y aunque se defendió — el bokken cayó de su mano de inmediato.
— El bokken, es la imitación de una katana, hecho de madera para usarlo en
entrenamientos — dije mientras ella cogía de nuevo el arma.
— He visto como usas la katana, lo haces ver tan fácil — dijo con un poco de
exasperación y reí.
— He entrenado desde los doce años — dije recordando aquellos tiempos — me
tardé tres años en aprender a usarla de manera correcta. — con un gesto de cabeza señalé el
objeto en su mano y seguí hablando — Tienes que saber tomarlo, para que no caiga de tus
manos con un golpe tan débil — levanté mi mano e hice que viera como yo lo agarraba, me imitó
y de nuevo la ataqué. Lo hice con un poco mas de fuerza pero el bokken de ella no cayó esa vez,
sonreí con orgullo —. Ves cuanta diferencia hace — ella se sorprendió de lo que acababa de
hacer.

— No dejes de enseñarme — pidió con emoción — quiero aprender a usar una katana.
— Iremos por pasos, no te enseñaré a usar la katana, hasta que aprendas a
dominar el bokken.
— ¿Por qué?
— La katana es un arma diseñada para destruir cualquier otra arma, si se usa de
manera correcta. Y para aprender a usar cualquier tipo de arma blanca, primero tienes que
aprender a usar una de estas — señalé y asintió.
— ¿Sabes usar otro tipo de arma? — asentí y noté su curiosidad por saber más.
— Mi entrenamiento comenzó con un bokken, luego comencé a practicar con armas
de verdad, el shinai aunque ese está hecho de bambú, el wakizashi, tanto, ninjato, la katana y
otros más.
— Tu favorita es la katana — señaló y sonreí.
— Sí, pero dame un ninjato y también te mostraré las maravillas que se pueden
hacer con él.
Sonreímos y continué enseñándole a usar el bokken, platicábamos cada vez que
nos tomábamos un descanso y realmente disfruté de su compañía, por primera vez en mucho
tiempo, había estado de nuevo con mi amiga, la chica que con su miedo y valentía, logró darme lo
mejor de mi vida.
Te dio todo.
Sin duda alguna.
Caminamos juntas hasta nuestros autos y seguimos hablando, deseaba contarle
muchas cosas y casi estuve a punto de soltarle algunos secretos, pero me contuve, no podía
exponerla de ninguna manera, cuando a penas la estaba recuperando.
— Gracias por la enseñanza, sensei — dijo haciendo una tonta reverencia.
— Eres una buena alumna — alagué y devolví el saludo. Abrí la puerta de mi auto,
decidida a ir hacia mi apartamento.
— Comprendo lo que hiciste — soltó de pronto y me tensé, sabía de qué hablaba —
Me costó al principio, pero luego vi el dolor en tus ojos y supe que no había sido nada fácil para ti.
— Jane, no es buen momento para hablar de eso — me quejé sin querer ofenderla.
— No lo haremos — aseguró con una tierna sonrisa — sólo quería que supieras
que no te juzgo, sé que mi Isabella aun vive dentro de ti — aseguró y suspiré fuerte — esto me da
esperanzas — se acercó y tomó el brazalete que siempre usaba, aquel que ella me regaló para
mi cumpleaños y que se encargaba de sostener, el regalo de Tess y el maestro Cho —. Es
tiempo de seguir Isa y aceptar lo que la vida nos da... Yo acepto mi vida y acepto que ahora seas
tan diferente a la chica que conocí hace muchos años, igualmente te sigo queriendo.
— Y yo a ti — dije intentando ser fuerte.
Me separé de ella y me subí al auto, me despidió con una sonrisa que no pude
corresponder, simplemente porque no quería dejar aflorar mis sentimientos de nuevo. Sus ultimas
palabras se repitieron en mi mente durante todo el camino hacia el apartamento; llegué, me
duché, comí algo, lavé mis dientes y luego me fui a la cama. Suspiré con fuerzas, aquellas
palabras no salían de mi cabeza, no solo me lo había dicho Jane, también Elliot y Dylan; tenían
mucha razón, era yo la que no quería verlo de aquella manera.

Abrí mi relicario y observé aquellas fotografías que me mantenían cuerda, que no dejaban que me
hundiera, recordé lo que Sombra me había dicho que hicimos en la misma cama dónde me
encontraba, en la misma cama donde estuve tantas veces con... Ya no deseaba seguir pensando
en aquello, ya no podía; estaba cansada de la vida que tenía, que había decidido tener, estaba
cansada de aferrarme a un pasado que no volvería, harta de desear lo que jamás tendría y luego
de pensar en todo lo que estaba harta, descubrí que no me sentía tan culpable como creí que iba
a sentirme, solo me sentía culpable de algo y eso me puso mal, muy mal.
Me sentía culpable de no recordar la noche anterior.
Y de lo que el chico oscuro te hizo.
Sombra.
El mismo que estaba haciéndole a otra, lo que te hizo a ti una noche antes.
Muchas veces pensaba que mi mayor enemigo no era Fantasma y en esos
momentos me convencí de aquello, mi mayor enemiga era mi maldita conciencia.
— Es tiempo de seguir — susurré hacia la foto de mi relicario.
Besé aquel recuerdo y una lágrima escapó de mis ojos, luego lo cerré y pensé en
todo lo que estaba pasando. Daba vueltas y vueltas en aquel mullido colchón y no encontraba
una posición cómoda. Mi intención al entrenar hasta el punto de la agonía por el cansancio, era
poder dormir por la noche pero no podía, el insomnio había llegado de nuevo a mí y esa vez, no
era por mis malos recuerdos, o por añorar a una persona; mi insomnio esa vez se debía a pensar
en Darius y mi desesperación por encontrarlo vivo, pero también por pensar en Sombra y su
manera de obtener tal información, mi posesividad estaba resurgiendo de nuevo, comenzaba a
arder en celos, veía mi móvil con la esperanza de ver allí algún mensaje o llamada de parte de
CO, pero no encontraba nada.
¡Puf!
Era una ilusa al creer que él se tomaría el tiempo de informarme algo, cuando de
seguro, estaba demasiado ocupado, saciando la necesidad de la perra de su novia, mi corazón se
aceleraba de una manera horrible al pensar en tal cosa, en todo lo que quizás estaba haciéndole
en esos momentos.
Seguramente todo lo que tu no recordabas que te hizo.
— ¡Aahh! — grité enojada con los susurros de mi yo interior.
Salí de la cama y vi la hora, era la una de la madrugada, me fui a la cocina sin
encender las luces y me serví una taza de café, eso tal vez haría que mi sueño se esfumara aun
más, pero necesitaba la cafeína para no recurrir al alcohol o hacer alguna otra estupidez, solo
deseaba que amaneciera pronto, obtener información de Darius e ir en su búsqueda, pero el
tiempo era mi enemigo y se congeló para recarcarlo.
Todos mis sentidos se pusieron alertas cuando el timbre sonó, tomé un cuchillo de
la encimera y caminé sigilosa hacia la puerta. Era pasada la una y treintena de la madrugada,
quién en su sano juicio iría a visitar a alguien a esa hora, mi boca se abrió en una maldita O
mayúscula o quizás mas grande, cuando vi a Sombra a través de la mirilla, vestía de negro y
ahora un pañuelo con la figura de la boca de una calavera adornaba dicho accesorio en su rostro,
mi corazón se aceleró al verlo y la ira se incrementó en mi interior al saber que tuvo el descaro de
ir en mi búsqueda, después de follar con su novia.
¿Y si no era él?
Bien, eso podía ser posible, si Lía descubrió a Darius, también pudo descubrir a
Sombra y si mandó a matar a Darius por su traición... ¡Mierda! Hasta ese momento pensé en que
todo pudo ser una maldita trampa y realmente me preocupé, si había sido una emboscada
entonces era posible que Lía planeara todo para llevarlo a su casa y así torturarlo.

El móvil en mi mesa comenzó a vibrar, me acerqué y vi sus iniciales, bien, tal vez había sido un
poco dramática.
O buscábamos una excusa para obviar lo que hacía en realidad.
Volví a ver en la mirilla y noté que tenía el móvil en su oído, decliné la llamada y al
percatarse de eso, vi su gesto molesto y volvió a tocar el timbre, podía ignorarlo pero tenía que
tener información así qué, hice a un lado mi orgullo y abrí la puerta — aunque esperé unos
minutos para no parecer tan desesperada —. Su aroma me golpeó en el instante que lo tuve
frente a mí, esta vez estaba mezclado con el aroma a jabón.
Apreté mis pobres muelas con mucha fuerza al saber la razón de aquello.
Por lo menos se bañó.
No ayudabas para nada.
— Si vienes a joder a esta hora de la madrugada, espero que por lo menos traigas
buenas noticias.
— ¿Puedo pasar? — su voz robotizada, junto a su tenebrosa máscara y la hora,
realmente ponían mis pelos de punta, cuando quería, lograba dar miedo. Me hice a un lado y le
hice un gesto de mano para que pasara, miró el cuchillo que sostenía en ella y casi me rio por su
expresión. La luz de la luna nos daba un poco de visibilidad pero aún así me acerqué al
interruptor para encender las luces de la sala — Deja así, por favor — pidió impidiendo mi
objetivo, rodé mis ojos y bufé.
Era de esperarlo.
— ¿Y? ¿Lograste que te susurrara algo? — dije exasperada.
— Será un viaje largo y aunque no te quiero metida en esto, no lo puedo hacer solo;
necesito tu ayuda y la de tu gente de confianza — formuló y una pizca de alivio llegó a mí.
— Caleb y Maokko serán de ayuda — inquirí y negó.
— Lo que haremos es casi suicidio y necesito mas gente, yo solo cuento con
Marcus, Cameron y cinco tipos mas de mi confianza — asentí en comprensión.
— Obviamente yo no cuento con los chicos de Grigori para esto pero tengo a La
Orden, dime cuantos más y ahora mismo ordeno que vengan.
— Todos los que puedas — murmuró y entonces marqué el número de Caleb, era
desconsiderado de mi parte, pero los necesitaba.
— ¿Isa? — su voz se escuchaba soñolienta cuando respondió al quinto tono.
— Oye, rubio, sé que te despierto y lo siento, pero te necesito — pedí, sabía que
Sombra escuchaba todo lo que él decía.
— ¡Mierda! ¿Estás bien? — dijo preocupado. Lo calmé y le conté todo lo que
pasaba, maldijo varias veces mientras me escuchaba atento pero comprendió cada cosa que
salió de mi boca — Cuando viajamos, una comitiva de La Orden lo hizo de manera secreta, han
estado ocultos y atentos, solo esperando tu orden, linda — informó y recordé a los chicos que
había visto cuando llegué por primera vez al cuartel.
— Perfecto, los quiero a todos reunidos dentro de dos horas — ordené, sabiendo
que lo estarían, era algo que habíamos aprendido desde hace mucho. Siempre estar listos, no
importaba la hora ni las circunstancias —. Avisale a Maokko, llegó la hora de entrenar un poco —
dije sonriendo de lado y observando a Sombra —, los espero en el almacén de siempre — añadí
y corté la llamada.

— Eso fue rápido — halagó el chico frente a mí, pero el orgullo en su voz al decir aquello, no me
hizo olvidar lo que él había hecho.
— Querías gente, tienes gente, ahora vayamos a lo importante — aseveré —. Ya
conoces el almacén, ve allí con tu gente y hablamos acerca de lo que haremos — espeté casi
sacándolo — cierra cuando te vayas — dije y pasé por su lado. No iba a negar que casi me
congelo cuando sentí su mano en mi antebrazo, impidiendo que me fuera.
— Bella — susurró y odié que mi cuerpo sintiera su cercanía y su tacto como lo
estaba sintiendo.
— Hiciste un bue trabajo, Sombra, concentrémonos en ir a salvar el culo de ese
idiota que tiene mucho que explicarme — formulé con mas amargura de la que esperaba.
— No lo digas de esa manera, no creas que disfruté de lo que hacía, sabiendo que
tu estabas aquí, pensando en todo — mordí mi labio para contenerme y sonreí con cinismo.
— No te creas tan importante — inquirí.
— No me quieres ver a los ojos, eso me demuestra que no estás feliz de lo que hice
— odiaba que recalcara tal cosa.
¡Por supuesto que no estaba feliz, imbécil!
— Claro que si, estoy feliz de los resultados — en eso no mentía.
No sabías fingir.
— No voy a negar nada de lo que hice — me colocó frente a él y tomó mi barbilla
para que lo viese — pero tuve una razón y no solo fue para obtener información — continuó —
no puedo permitir que ella desconfíe de mí.
— Perfecto — bufé.
— Eras tú la que estaba en mi mente.
— ¡Oh! ¡Mejor calláte! — exigí e intente alejarme de él. Mi corazón estaba loco y
mis nervios alterados al escuchar tal cosa y en realidad, lo único que agradecía, era que no fuera
tan cobarde, como para llegar a mí y mentirme, diciendo que ho había hecho nada con ella.
Pero no iba a decírselo.
— Así eso me haga un hijo de puta, no te voy a mentir — me ignoró y siguió — tuve
que hacerlo, pero eso no significa que me haya gustado. Nada se siente igual si no es contigo —
y yo era una estúpida al sentir lo que sentía con sus palabras, después de que se follara a otra —
Fuiste mi fantasía desde la primera vez te vi, Isabella y cuando se llegó la primera oportunidad de
tomarte, estaba seguro que mi perro interior, te iba a follar como el duro que siempre creí ser en
la cama — lo escuché sonreír con ironía — pero me hiciste sentir como un puto novato — un
escalofrío recorrió mi cuerpo entero al escuchar sus palabras —. Cuando te vi eras tan inocente
pero cuando te tenía en la cama, esa inocencia se convirtió en bestialidad — acarició mi rostro y
se veía como recordando algo — una chica de ambos bandos — lo miré sin saber a qué se
refería —, solo tú logras hacer de este hijo de puta, un completo idiota, nadie es como tú, nadie
me hace sentir como tú, con nadie me corro de la misma manera en la que lo logro contigo —
tragué fuerte, era oficial, me había vuelto una estúpida — nadie logra subirme al cielo y luego
bajarme como tú — susurró muy cerca de mi rostro.
Cerré mis ojos y respiré profundo, necesitaba controlarme, necesitaba que mi
corazón se calmara, que mis manos dejaran de temblar y no estuviesen tan heladas como en
esos momentos, pero sobretodo, necesitaba una ducha con agua bien fría, para calmar mis
hormonas, necesitaba secar la humedad entre mis piernas y olvidar la necesidad que sentía de
arrancarle la ropa a Sombra y borrar con mis rastros, los que había dejado Lía.

— Pude haber esperado hasta que amaneciera, pero no quería estar mas tiempo con ella, quería,
deseaba estar con la única loca que complementa mi locura — abrí mis ojos y miré los de él, me
sentía débil de tanto fingir y por un momento dejé que viera lo que pasaba conmigo.
— ¿Se supone que esas palabras me harán sentir mejor? — inquirí.
— Eso es lo que espero — respondió y bufé.
— Si no odiara tanto, la idea de saber que acabas de estar con ella, ahora mismo te
sacaría la ropa y te demostraría que tan bestia puedo ser cuando tocan lo que se me ha dado
como mío — puse mi mano sobre la suya e intenté quitarla de mi —. No digas que eres mío,
cuando en realidad no puedes serlo — pedí con frustración — porque si me llego a creer eso en
totalidad y sigues acostándote con ella, yo si la voy a matar Sombra — advertí y al ver como sus
ojos se cerraron un poco, supe que estaba sonriendo.
— Entonces... ¿Si estás celosa?
— No idiota, estoy feliz — respondí con sarcasmo — Si aun estamos hablando, es
porque yo quería esa puta información mas que tú — le aclaré —. Pero vuelve a obligarme a
presenciar una situación como la de esta mañana en tu oficina, vuelve a obligarme a saber que
estarás follando con ella y te juro que sabrás de lo que soy capaz — advertí con voz dura —
ponte en mi lugar e imagina lo que siento — recomendé y entonces me separé de él.
Nos miramos una vez más y decidí que era hora de dejar de hablar.
— Nos vemos en el almacén.
— Bella — me llamó y detuve mis pasos — ¿Hay una posibilidad entre tu y yo? —
lo miré al escuchar tal pregunta.
— No — dije segura — no hay posibilidad de nada entre dos personas que no se
confían mutuamente. No le doy posibilidad de nada a quién no puedo verle el rostro — lo vi
tensarse — Tú y yo, siempre seremos como el sol y la luna, algo entre nosotros siempre será
imposible.
— Pero aun entre el sol y la luna todo es posible — contradijo — por eso existen los
eclipses ¿no? No es esa, prueba suficiente de que nada es imposible — reí al escucharlo.
— El problema es que yo no soy una simple luna, o un simple sol. Yo no me
conformo con el eclipse, yo lo quiero todo o si no, no ofrezcas nada — silencio reinó entre ambos
y vi como llevó su mano hasta su cabeza, estaba frustrado, él sabía que yo tenía razón —. Tú me
ves totalmente, yo no puedo verte a ti, te escondes de mí y no, no te estoy exigiendo nada,
tenemos un trato y lo respeto — aclaré — pero no me pidas más, si no me darás más, es sencillo
— dije con parsimonia y antes de seguir hablando algo que no nos llevaría a nada, me di la vuelta
y me fui hasta mi habitación.
Era momento de darle importancia a lo importante.
Me vestí adecuadamente en cuestión de minutos y luego me puse en marcha hasta
el almacén, era seguida por Sombra quién se conducía en su hayabusa, sus palabras me había
afectado en sobremanera y aunque no quería pensar más en eso, no podía evitarlo. No podía
evitar sentir lo que sentía y era algo muy peligroso; pensar en Darius me ayudaba un poco y
deseaba encontrarlo bien, mi objetivo era rescatarlo, no importaba qué, yo tenía que lograrlo.
Dos horas después, estábamos reunidos en el almacén, regresar allí, no fue grato
para mí, después de lo sucedido con Jacob, pero tenía que enfrentar los resultados de mis
acciones y eso estaba haciendo. Una mesa de madera, nos servía como escritorio improvisado
para extender un mapa que se nos proporcionó, era de los alrededores de la ciudad a la qué
tendríamos que ir; Maokko estaba feliz de ver a Marcus y él... pues comenzaba a notar que mi
loca amiga lo ponía nervioso, lo comprendía a la perfección. Mi amiga tenía cara de niña buena,
pero sus actitudes y la manera en la que estaba vestida, daba a demostrar que toda esa
inocencia, podía volverse muy peligrosa. Sombra entró junto a mí, seguido de sus hombres, los
chicos de La Orden ya se encontraban ahí y en cuanto me vieron, hicieron una reverencia, Caleb
y Maokko se les unieron, ellos solo hacían eso cuando los demás miembros estaban reunidos. La
reverencia no era algo que me agradara, pero lo aceptaba porque era una manera de mostrar
respeto, devolví la reverencia y les agradecí que estuvieran allí.

Caleb no se veía feliz de ver a Sombra y Marcus a mi lado y sabía que lo aceptaba, únicamente
porque aceptaba mis decisiones. El plan comenzó a tomar forma durante hablábamos y esperaba
que todo saliese como lo deseaba.
— Necesitaré a alguien igual que tú, en otras palabras, necesito un doble — pidió
Caleb a Sombra.
— ¿Es necesario? — cuestionó el susodicho.
— Mira viejo, mis planes son perfectos y si te pido algo, es porque en verdad lo
necesito — se quejó mi amigo y sólo deseaba que no se puesieran a pelear —. Luego me lo vas
a agradecer ya que, no solo salvaremos a Darius, también protegeré tu culo.
— Caleb — dije con una clara advertencia.
— Esta bien, linda, pero dile que coopere — se quejó y noté lo tenso que estaba
Sombra.
— ¿Puedes o no? — pregunté hacia él y asintió.
Tomó su móvil e hizo una llamada, minutos después dijo que el tipo que lo
reemplazaría llegaría pronto, mientras seguimos hablando acerca de todo lo que se haría. El
doble de Sombra, en efecto, era para proteger su posición con los Vigilantes, Caleb había
pensado en todo y sabía que si entrábamos a rescatar a Darius, Fantasma sospecharía que
Sombra tuvo mucho ver, ya que la información la recibimos luego que él la obtuviera.
Media hora después, Sombra salió para recibir al tipo que sería su doble, yo me
quedé viendo los planos y hablando con uno de los chicos de La Orden.
— ¡Oh Jesús! — escuché exclamar a Maokko, veía hacia la puerta del almacén y
casi me voy de culo cuando dirigí mi mirada hacia dónde ella lo hacía.
— ¡Wow! — susurré cuando vi caminando a dos idénticos Sombras, acompañados
de Marcus y Cameron. Mi piel se volvió chinita al presenciar aquello y no podía identificar cual de
los dos era el Sombra al que yo conocía.
— Perra con suerte — murmuró mi amiga y la miré sin comprender — si yo fuese
tú, me haría la confundida y los follaría a los dos — casi la asesino con la mirada al decir aquello
y ella solo se encogió de hombros — digo... solo para saber si son idénticos en todo.
— Cállate — pedí cuando los chicos llegaron cerca.
Yo que tú, le haría caso a tu sabia amiga.
¡Puf!
Suspiré fuerte y no supe ni por qué lo hice, mientras miraba a ambos Sombras,
siendo un poco descarada, me acerqué a ellos y los observé detenidamente, caminé a su
alrededor y en efecto, eran demasiado parecidos. Quedé de nuevo frente a ellos y miré sus ojos,
allí estaba la diferencia.
¿De qué hablas? Ambos tenían los ojos negros.
Así era, pero...
Sombra uno me observaba con diversión y Sombra dos, me miraba con intensidad y
posesividad. Solo para comprobar lo que pensaba, me acerqué mas he intenté acariciar el rostro
de Sombra uno.
— Ni se te ocurra — habló Sombra dos.
Nuestro Sombra.
Sonreí y lo hice de verdad.
— Creo que ya sabes porqué estas aquí — dije hacia el doble de Sombra y asintió.

— He sido informado, Bella — demonios, hasta su voz era exacta con aquel aparato.
Asentí y Caleb comenzó a explicarnos una vez mas, como se haría todo; el doble
sería el encargado de ir hasta el almacén dónde tenían a Darius y actuaría como si en verdad
quisiera matarlo, llegaría allí con súbditos de los Vigilantes que eran leales a Fantasma, mientras
que el verdadero Sombra, partiría conmigo y sus hombres de confianza — y mis hombres de
confianza —. Era un plan armado a la ligera, pero era uno muy bueno y esperaba buenos
resultados.
— En verdad espero no confundirme — murmuré mientras salíamos del almacén.
— Creéme, por mi no habría problema — susurró el doble y no pude ocultar mi
sonrisa.
— ¡Oh! Claro que no viejo, serías hombre muerto ¿Qué problema habría con eso?
— espetó con ironía Sombra.
¡Amaba el karma!
Yo también.
Alexandria, era la ciudad que nos daba la bienvenida horas mas tarde y varios
redbull habían sido testigos del largo viaje. Las horas sin dormir no eran nada, el largo camino no
era nada en comparación a lo que me motivaba a estar donde estaba. El doble de Sombra, quien
no me dijo su nombre por órdenes del estúpido posesivo, se había adelantado junto a Marcus,
Cameron y otros chicos, se reunirían con mas tipos Vigilantes y se encargarían de jugar su papel
de la mejor manera, eso sí, todos tenían una clara advertencia de no lastimar a Darius. Mi
uniforme de ninja, en color rojo sangre, era el encargado de proteger mi identidad, los demás,
vestían de negro; aseguré bien mi katana y caminé hacia dónde se encontraban los chicos.
— Deadpool hace su aparición — murmuró un divertido Sombra.
— ¿Cómo sabes que me gusta Deadpool? — le cuestioné y entonces se tensó.
— Bueno, no dije que te gustaba — aclaró — solo quise hacer una broma por tu
uniforme — lo miré sin decir nada.
— ¡Bueno chicos! Llegó la hora de que los profesionales actuemos — nos
interrumpió Maokko.
Caleb llegó minutos después, informándonos que todos estaban en sus posiciones
y solo esperábamos indicaciones de Marcus y los demás para actuar. Era claro que Sombra y mi
amigo no se tragaban mucho, pero la presencia de Maokko aligeró un poco el ambiente y estaba
segura que bajo la máscara, Sombra sonreía de las ocurrencias de la loca asiática.
— Si la pequeña sigilosa aquí presente, lo permite... Yo podría mostrarte un poco mi
luz, querido Sombra — ofreció Maokko y solo me limité a negar con la cabeza — para que
encuentres el camino — añadió con un guiño de ojo, era un alivio que Caleb no estuviese tan
cerca para escuchar tal cosa.
— Él tiene a alguien mas mostrándole esa luz, idiota, mejor calla y concéntrate —
bufé.
— ¡Es hora! — gritó Caleb.
De inmediato la adrenalina que contenía en mi cuerpo, hizo su aparición, coloqué la
protección en mi rostro y me preparé para lo que se venía. El edificio en el que tenían a Darius
estaba abandonado pero muy bien custodiado por varios Vigilantes, como Sombra lo había
previsto, venir aquí con pocos hombres, habría sido un maldito suicidio, era bueno que aunque no
habíamos venido con muchos, trajimos a los mejores.

— No te mantengas cerca de ella — dijo Caleb a Sombra — o si no, todo se irá a la mierda.
— Voy con Maokko — dije hacia ellos, Caleb asintió, Sombra solo observó,
debatiéndose entre obedecer o no.
No esperé su respuesta y corrí junto a mi amiga y compañera de batallas, este no
iba a ser un rescate fácil pero haríamos lo mejor. Llegamos hasta el punto ciego del edificio y
logramos colarnos sin ningún problema, en el interior, tratamos siempre de cuidarnos la espalada
y avanzamos sin ningún percance. Me adelanté en un pasillo y escuché un golpe sordo a mi
espalda, me giré y encontré a Maokko con su ninjato clavado en el pecho de un tipo, como lo
había dicho, siempre cuidándonos las espaldas. Seguimos y derribamos a varios tipos a nuestro
paso, hasta que llegamos a un salón amplio, quisimos continuar nuestro camino pero se nos fue
difícil cuando de la nada, estuvimos rodeadas por varios hombres.
— ¡Miren chicos, nos llegó diversión! — dijo uno que al parecer, era el líder del
escuadrón.
— ¿Lista? — susurró Maokko colocando su espalda pegada a la mía.
— Siempre — respondí y tomé mi posición de combate.
Ambas movimos nuestro pie derecho y lo arrastramos hacia atrás, como cuando un
toro se prepara para atacar a su torero, esa era una especie de sincronía entre ambas y
luchábamos siempre así. Vi cuando el tipo líder hizo una señal de cabeza a los demás y entonces
se nos fueron encima.
Y la cacería dio inicio.
Me abalancé contra el primero y cuando quiso golpearme, me tiré al suelo y esquivé
su golpe, de inmediato mi katana acarició su cuello y la sangre salpicó mi rostro, era un alivio que
estuviese protegida por la máscara, dos mas se fueron encima de mi y me defendí de sus golpes
y ataques con espadas que habían desenfundado en cuanto maté a su primer compañero, mis
movimientos eran rápidos y aunque recibí algunos, pude recomponerme y actuar como había sido
entrenada. Maokko sabía darle uso a su ninjato y peleaba a mi lado con la misma intensidad, pero
mas tipos llegaban y temía no lograr mi objetivo. Uno de los hombres, logró conectar en mi tobillo
y me desestabilizó, caí al suelo amortiguando el golpe pero aun así, el aire salió de mis pulmones,
el tipo quiso clavarme su espada pero logré contenerlo con mi katana, él jadeó de pronto y cubrí
mi rostro cuando sangre comenzó a salir de su boca y luego cayó al suelo.
— ¿Estás bien? — preguntó Sombra, él había apuñalado al tipo de antes. Me tendió
su mano para ayudarme a ponerme de pie y la tomé.
— Quedamos en que te mantendrías al margen, fue una orden — le recordé.
— Bien sabes que no sigo órdenes, las doy, no las recibo — dijo y rodé mis ojos.
Caleb había llegado también y estaban luchando junto a los demás chicos.
Aproveché aquello y seguí mi camino hasta donde se encontraba Darius, vi como Sombra le hizo
una señal a Maokko para que me siguiera y ella asintió, corrimos sin esperar mas tiempo, era
seguro que alguien ya había dado la alerta y teníamos que actuar con rapidez. Escuchaba voces
a lo lejos y me guié por la voz robotizada que me era familiar, llegamos hasta el salón y mi
corazón casi se detiene con la imagen frente a mí.
Era demasiado tarde.
— No — fue lo único que salió de mi boca.

El doble de Sombra estaba parado frente a Darius, Marcus y otros lo acompañaban. Siguiendo el
plan, Maokko se fue contra los tipos que no eran nuestros aliados y comenzó a pelear con ellos,
otros compañeros mas de La Orden se unieron y comenzaron a atacar, yo no podía apartar la
vista del chico frente a mi. Darius estaba colgado del techo, amarrado de sus manos, no tenía
camisa y todo su torso estaba manchado de sangre, su sangre. Mi corazón se oprimió al ver tal
cosa, su rostro estaba desfigurado de los golpes que había recibido, su barba se veía roja, sus
ojos estaban cerrados, hinchados y de un color púrpura horrible y no veía que su pecho se
moviera y eso en verdad me aterrorizaba.
— ¿Dime que no fuiste tú? — pedí al doble, conteniendo las lágrimas.
— No Bella, ya lo encontramos así — aseguró y sentí que mi corazón se partió en
mil pedazos.
La irá me cegó, el dolor oprimió mi pecho y entonces me dejé ir sobre él y lo ataqué
sin piedad, cada golpe que le daba, era con ira, con odio y odié que no se defendiera.
— ¡Él no tenía que morir! — grité con todas mis fuerzas.
El dolor me estaba carcomiendo en esos momentos, no era justo, nada era justo.
— ¡Hey! ¡Cálmate! — pidió pero no me detuve, lo derribé y me preparé para clavar
la katana en su pecho — ¡Bella, no está muerto! — gritó y me detuve justo a tiempo.
Lo dejé tirado y me fui hasta donde estaba Darius, para comprobar lo que el doble
decía; Marcus lo estaba soltando de sus amarres y dos chicos de La Orden sostenían el cuerpo
herido de mi amigo, escuché un leve quejido de su parte y sonreí por eso, significaba que aun
estaba consciente.
— Estarás bien — susurré acariciando su cabeza.
— Be...lla
— Sshhss — dije feliz de oírlo.
— Gra...graci...as
— Calla idiota — pedí soltando una lágrima y lo vi medio sonreír — Saquénlo de
aquí — ordené a los chicos y asintieron.
— Vaya que eres ruda — dijo el doble llegando a mí.
— Espero que de verdad no te hayas tomado en serio el papel de torturador —
advertí.
— Juro que no, pero puedo tomarme en serio otros papeles — dijo en tono
juguetón.
Negué ante eso y comencé a caminar hacia la salida, habían muchos tipos muertos
y agradecía que ninguno era parte de mi organización, la ira aun estaba en mi interior al pensar
en Darius y su estado.
— ¿Y Sombra? — pregunté a Caleb.
— Se aseguró que salgamos bien de aquí y ahora mismo va a reunirse con la loca
para fingir — dijo y me tensé, eso no ayudaba con mi ira.
Apreté fuerte mi mandíbula.
Y comenzaba a dudar si en verdad él fingía con ella o no; Marcus y Cameron se
habían ido con él, el doble me seguía hasta el auto en el que nos habíamos conducido y Maokko
había partido junto a otros chicos y Darius hacia el hospital. Nos aseguramos de salir pronto del
territorio donde nos encontrábamos, mis sentimientos estaban a flor de piel, luego de creer a
Darius muerto y saber a Sombra con Lía.
— Salgamos pronto de aquí — sugirió Caleb, él era el encargado de conducir, el
doble se metió en la parte trasera conmigo.
— Apresúrate — pedí, habían mas chicos de La Orden conduciéndose en otros
autos.
— ¡Demonios! — espetó Sombra falso a mi lado — los refuerzos han llegado —
avisó y mi cuerpo reaccionó a dicha alerta.
Escuché a Caleb maldecir cuando vimos como varias SUVS se acercaban a toda
marcha y en cada una ellas, habían al menos siete hombres armados hasta los dientes.
— Dime que Maokko logró salir del lugar — pedí a Caleb y asintió.
— Ella juntos a los chicos, están llegando a su destino — informó y asentí con
alivio.
Al menos habías logrado tu objetivo.
Y era lo único que agradecía.
Sin esperarlo vi como el doble de Sombra sacaba su máscara, sin importarle que lo
viésemos, era un tipo muy — realmente — guapo y si no hubiese sido por la situación, me habría
tomado el tiempo de admirarlo, a la rápida vi su barba incipiente y rubia, rasgos varoniles y duros
y su cabello era castaño y rubio de las puntas, habían tatuajes en lo poco que vi de su cuello y no
sabía si la adrelina que sentía era por verlo a él o al gran problema que se nos avecinaba.
¿Y si era nuestra Sombra?
Era una posibilidad que por un momento, me emocionó a pesar de la situación.
— El plan se fue a la mierda — bufó y ambos nos miramos a los ojos — hubiese
querido mostrarte mi identidad en otras circunstancias, pero no fue posible — mi corazón dio un
vuelco al escucharlo, no entendía la razón — pase lo que pase, no te alejes de mi, Bella — pidió y
quise decirle algo más, pero sólo pude quejarme, en cuanto sentí el dolor en mi cuello — ¡No! —
gritó él y supe que algo grave había pasado.
Pero no pude reaccionar, porque sentí que comencé a desvanecerme y mis ojos se
cerraron sin que yo lo quisiera.
Bienvenida oscuridad.
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¿Fue larga la espera? Espero que no 😆
No quería irme sin antes saludar a mis amadas Marías Magadalenas, sé que por
ahí entenderán de qué hablo, dejénme decirles que realmente me divierto con sus ocurrencias
(estoy en todas partes, no lo olviden 😉) ojalá disfruten este capítulo. También quería
saludarte a ti Vale vale_cano25 y a tus hermanos (somos tri, tri)
😂😂😂😂 Santiago y Diego, morí con esa adaptación de voces
tan increíble, ahora me inspiraré más con Elliot 😂 tendré que escribir un guión
especialmente para ustedes. Gracias chicos y chicas por el enorme apoyo que me dan y por
aceptar tan bien mi historia.
No olviden nunca que ustedes, lectores y lectoras son mi familia a pesar de que no
los conozca. Los quiero mucho y nos leemos el martes.

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Capítulo 18 (1/2)

loxbadgirl ¡Felices quince bonita! Espero de corazón que la pases muy bien, Dios te bendiga y
haga de ti, una gran mujer, este es mi humilde regalo, espero te guste.
¡Sorpresa chicos y chicas!
Primera parte y con revelaciones ¡puf! Tremendas, sé que tendré muchos
comentarios de ustedes al final del capítulo. Dedico este cap a todas ustedes que dedujeron algo
😉 se les quiere, nos leemos el martes.
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~Capítulo 18~
[Parte 1]
Desperté con un terrible dolor de cabeza, estaba sentada sobre una silla de
madera, amarrada con mis manos hacia atrás y mis pies a las patas de la silla. Lo último que
recordaba era ver a Sombra quitando su máscara y el horrible dolor en mi cuello.
Sombra.
No sabía si en realidad era él o su doble, no sabía que había sucedido con él, Caleb
y los demás chicos de La Orden, preocupación me invadió al pensar en aquello, un leve jadeo
llamó mi atención, busqué de dónde provenía y me encontré a Caleb amarrado de una viga,
sentado sobre el suelo.
— ¿Caleb? — lo llamé, me preocupé cuando no respondió. Estábamos en una
especie de habitación, sucia e inmunda y solo una triste bombilla nos iluminaba — ¡Demonios,
Rubio! Responde — pedí pero nada.
Me preocupé aun más.
Escuché fuera de la habitación algunos balbuceos, de nuevo me habían atrapado y
era una mierda. Tenía mas miedo que antes, porque de pronto pensé que esa vez, perdería más,
pero había hecho de todo para proteger a los míos y eso, quizás me calmaba un poco.
— Caleb, despierta — pedí una vez más y solo jadeó. Estaba noqueado e imaginé
que le habían inyectado lo mismo que a mí.
Intenté moverme en la silla pero me era imposible, quién me ató, supo que
intentaría de todo para salir de esa y se aseguró que no tuviese ninguna oportunidad. Las voces
de antes se hicieron mas claras y mi respiración aumentó cuando escuché esa voz robotizada, ira
recorrió mi cuerpo y activó la adrenalina en mí.
— ¡Cuida que no pase! O me lo pagas con tu mierda vida — ordenó y entonces la
puerta se abrió.
Lo miré con el odio mas puro que habitaba en mi interior, deseando estar libre y
enfrentarme a él como tanto deseaba. Fantasma lucía casi igual de como lo recordaba, pero con
mas locura en sus ojos y con regocijo al tenerme frente a él.
— Así que la zorra Grigori, ha despertado — dijo con burla.
— Al fin el maldito hijo de puta está frente a mí — respondí — y es tan
malditamente cobarde, que me tiene que sedar y atar para tener los malditos cojones de
enfrentarme — me burlé y sonreí con cinismo.
— Para tener mucho que perder, estas muy bocona — dijo y algo me decía que se
había ofendido con mis palabras — Debo admitir que saliste dura de cazar, zorra de mierda —
bufó y antes que una respuesta saliese de mi boca, llegó hasta mi y me abofeteó con tanta
fuerza, que mi rostro giró y mi boca se llenó de sagre.
Respiré profundo, esperando que el dolor se calmara y luego volví a hablar.
— ¡No! Imbécil, simplemente fuiste tan incompetente, que lo lograste hasta que yo
me expuse — en ese momento, ya no fue una bofeta, si no un puñetazo que me hizo caer sobre
mi costado izquierdo, mi cabeza se llevó un buen golpe y por un momento quedé aturdida por el
impacto.

¡Eh! Recomiendo que calles mientras estés atada de pies y manos.


Jamás me callaría frente a semejante cobarde.
Ordenó con un movimiento de cabeza, a un tipo que me levantara, cabe mencionar
que no lo hizo de manera amable, cuando estuve de nuevo frente a él, me di cuenta que mis
relicarios habían salido del interior de mi ropa, Fantasma se percató de ello y los tomó con
brusquedad, haló con fuerza para ahorcarme con ellos y los sostuvo así unos buenos minutos.
— ¿Cómo se abren? — exigió saber y sonreí. Sabía que lucía patética con mi boca
llena de sangre pero no me importó.
— Con amor — me burlé y luego escupí su rostro, aunque lo tenía cubierto.
No estaba siendo inteligente.
¿¡En serio!?
Pero tener a ese hijo de puta frente a mí, era lo que mas deseaba, arrancarle su
puto corazón era lo que me había hecho volver al país.
— No eres nada inteligente — susurró e hizo mas presión en su agarre, el aire
comenzó a escasearse para mi — y no te asesino ya, porque necesito que me digas si Sombra
me traicionó.
Me soltó y jadeé en busca de aire.
— Sombra solo es un maldito lame culos — escupí, intentando parecer convincente.
— ¡Estabas con su maldito amigo! — gritó y entonces mis dudas acabaron.
— Lo has dicho tú, estaba con su amigo, ahí tienes tu respuesta — lo vi darme la
espalada y comenzó a hacer gestos extraños, el tipo se estaba poniendo loco — ¿Dónde está él?
— me atreví a preguntar.
— Espero que recibiendo su merecido, de manos del hombre al cual traicionó —
tragué con dificultad, no sabía el nombre del chico, pero su parecido a Sombra, me hacía sentir
mucho lo que le pasaba, pero si Sombra era el encargado de castigarlo, entonces me
tranquilizaba — así como tú y tu amigo lo recibirán a cambio de Darius — avisó pero no me
asustó. Se giró de nuevo y me observó de una manera maniática que tal vez, viniendo de otra
persona, me habría causado miedo — A veces me pregunto, que tienes tú — dijo y lo miré
extrañada — Desde que apareciste, ha sido solo para joder mi vida. ¡Me han traicionado por tu
puta culpa!
— ¡No! Te habrían traicionado aun si yo, no hubiese aparecido, tú eres tu puto
problema, no yo. ¡Tú si jodiste mi vida y aun no entiendo la razón! — grité — Mataste a mi padre
a Elijah y no te conformas — gruñí.
— No solo los maté a ellos, también maté a tu madre — dijo con orgullo y eso me
enloqueció.
— ¡Suéltame hijo de puta! ¡Hazlo y repíteme eso cuando ambos estemos de igual a
igual! — exigí y rió.
— Tú y yo, jamás seremos iguales, maldita puta — se mofó.
— Y tienes toda la razón — concedí — yo jamás seré una cobarde.
— ¡Cállate! — gritó y alzó su mano para volver a golpearme pero entonces Sombra
apareció.
La puerta se abrió a tal punto que casi se arrancó de sus remaches y él entró como
un león enfurecido, Marcus y otros mas iban detrás de él y con sus armas, contuvieron a los
súbditos que habían llegado junto a Fantasma; fue increíble ver cuando Sombra se dejó ir contra
Fanstama, lo tomó del cuello y lo presionó a la pared, sus pies no tocaban en suelo, Fantasma
era pequeño y muy delgado en comparación a un enfurecido Sombra.

— Tocála de nuevo y no respondo — gruñó en su cara. Fantasma pataleó y quiso golpearlo pero
Sombra fue astuto y contuvo sus piernas con las de él. El pequeño chico, llevó sus manos a la de
Sombra y quiso apartarlo pero no pudo.
— No olvides tu posición — espetó con dificultad — ni tampoco tu promesa.
— ¡Entonces cumple tú la tuya! — exigió Sombra y lo soltó. Fantasma tosió y jadeó
en busca del aire robado — ¡Ella se va ahora mismo de aquí y luego tú y yo arregláremos esto! —
exigió.
— ¡Fue esta perra la que se metió en mi territorio y me tentó! ¡Mierda Sombra!
Incluso hizo que tu amigo te traicionara, lo vistió como tú para hacer que te maten — reclamó
Fantasma, giré a ver a Caleb y en silencio, admiré su excelente plan — No quise romper nuestra
promesa — dijo casi en un susurro y noté las ganas que tenía de acercarse a él.
En esos momentos no sabía ni qué pensar ante tal reacción de un tipo que se creía
duro. Me reí y comencé a negar con la cabeza, la situación en la que estaba no era graciosa pero
si muy patética; Marcus llegó a mi y cortó los amarres que me mantenían a la silla, correr hacia
Caleb era mi prioridad para saber como estaba, pero en cambio hice lo mas estúpido que podía
hacer en esos momentos y corrí hacia Fantasma.
Ninguno se esperaba aquello, así que me fue muy fácil implantar un fuerte puñetazo
en su rostro y antes que él reaccionara, golpeé su estómago haciendo que todo el aire lo
abandonara, aun así él sabía defenderse e intentó golpearme de nuevo, me impulsé con mi pie
derecho y salté hasta lograr conectar mi rodilla izquierda en su mandíbula, cayó al suelo como el
costal de mierda que era y antes que yo lograra llegar de nuevo a él, sacó un arma y me disparó
de inmediato.
Mi corazón se aceleró al saber lo que me esperaba pero casi se sale de mi pecho
cuando vi a Sombra frente a mi, arrastrándome del camino y cayendo al suelo junto a mi, encima
de mí pero amortiguando mi golpe con sus brazos.
¡Eso no podía estar pasando!
— ¡No! — grité sin poder evitarlo.
Sus brazos sostenían con debilidad mi cintura, mientras que con su cuerpo, me
protegía del impacto de bala, él se había puesto frente a mi, evitando que yo fuera la herida.
— ¡Demonios Sombra! ¡Tú no! — escuché gritar a Fantasma cuando se percató de
lo que había sucedido.
Y entonces quise que esa bala me cayera a mí, no a él, sus ojos se conectaron a
los míos y se veía preocupado por mí, el muy idiota estaba preocupado por mi, cuando era él, el
que había recibido la bala.
— ¿Por qué? — dije con agonía.
— Que vivas es mi prioridad — dijo con dificultad, la máscara se humedeció en la
altura de su boca y me atreví a tocarlo, mis dedos se mancharon de sangre.
— Tú no Sombra — chillé — ya me dejaron una vez, tú no por favor — supliqué —
prefiero la muerte a tener que vivir con el dolor de perder a alguien más — dije con aflicción pero
veía como sus ojos perdían el brillo.
— ¡Sácala de aquí! — escuché a Fantasma gritar.
— ¡No! — grité cuando Marcus me sacó de debajo del cuerpo de Sombra —
¡Mierda, nooo! — volví a gritar cuando vi como Fantasma intentaba hacer algo por él.

Sombra estaba tirado sobre su estómago en el suelo, noté la gran mancha roja en su espalda, a
pesar de todo él me veía a mi y mis lágrimas salieron, porque temía que en realidad ya no me
miraba, el brillo en sus ojos se estaba perdiendo.
— Por favor Isa, cálmate o si no lo vas a exponer — pidió Marcus en mi oído.
Luché por zafarme pero fue imposible, el mastodonte era fuerte, quise gritar pero a
pesar de la bruma en mi cabeza, sabía que tenía razón e intenté calmarme. Cameron ayudaba a
Caleb, Fantasma auxiliaba a Sombra junto a otros de sus hombres.
— ¡Llamen al puto doctor! Se está muriendo — gritó con agonía.
Marcus me sacaba a mí del inmundo cuarto y Cameron a Caleb, pero antes que la
puerta se cerrara, vi a Fantasma sacarse la máscara y el gorro con el que protegía su identidad,
estaba dándome la espalda, pero lo reconocí y comprendí todo.
¡El chico oscuro!
Mi chico oscuro.
Se estaba muriendo, comenzó a convulsionar y verlo así me hizo olvidar lo demás,
quise gritar que lo salvaran pero tuve que contenerme, Marcus corría conmigo sobre su hombro y
entonces varios Vigilantes mas llegaron, junto a un hombre de bata blanca.
— No mueras — susurré.
Pero no pude ver más.
Él era capaz de dar la vida por ti.
¡Sí!
Pero yo no quería a nadie mas que muriera por mí. Quería a alguien que a pesar de
toda la mierda que nos rodeara, fuera capaz de vivir por mí.
Solo por mí.
(****)
Caminaba de un lado a otro, en el pasillo del hospital, ya me habían revisado y se
me dio un medicamento para contrarrestar los efectos del sedante que me habían inyectado con
el maldito dardo que clavaron en mi cuello, Caleb estaba dormido, a él le inyectaron una dosis
mas fuerte, al igual que a muchos de los miembros de La Orden, pero sólo a Caleb, el doble y a
mí nos habían secuestrado.
Marcus y Cameron se encargaron de sacarnos del mismo edificio donde habían
tenido a Darius y aunque no quería marcharme de allí, tuve que hacerlo para que atendieran a
Caleb. Cameron prometió mantenerme al tanto sobre Sombra y aunque eso no me tranquilizaba,
por lo menos me convenció para salir de aquel lugar. Llegué al mismo hospital donde tenían a
Darius, ya lo habían estabilizado, pero fue sometido a una operación y lo mantenían sedado.
Esperaba que él despertara pronto, pero también deseaba recibir noticias de Sombra y me
desesperaba no saber nada.
El doble de Sombra llegó al mismo hospital y deseaba que él fuese el verdadero
Sombra, pero al verlo de pie, sabía que no era así y eso me mataba de a poco, a pesar de todo,
me alivió verlo bien.
— ¿Estás bien? — preguntó llegando a mí, pero mi voz se perdió en el momento
que vi sus ojos.
Grises como un día nublado.
Tragué con dificultad al verlos, eran increíbles y si se hubiese presentado frente a
mí, con máscara y dejándome verlos como en realidad eran, quizás mi mundo se hubiese caído.

— Usaba lentillas — dijo lo que era obvio, sonrió dejándome ver sus alineados y blancos dientes,
pero en su boca hacía falta algo.
No tenía piercing.
Así era, no había nada en su lengua, solo tenía piercing en su nariz y orejas.
— ¿Tú estás bien? — pregunté intentando recomponerme, él asintió.
— Sombra me dio algunos golpes, no estoy seguro que los fingiera pero estoy bien
— sabía que lo último lo dijo para reanimarme pero no lo logró.
— ¿Sabes algo de él? — negó.
— Lo último que supe fue que lo sacaron del edificio en un helicóptero — escuchar
aquello me dolió — Fantasma no lo dejará morir — odiaba que mencionara ese nombre.
— ¿Tú sabías la identidad de Fantasma? — asintió y reí con ironía.
— Hay cosas que no tengo permitidas hablarlas — dijo y asentí —. Me llamo
Dominik, por cierto.
— Tienes unos ojos hermosos, Dominik — halagué y sonrió.
Él se quedó un rato mas conmigo y hablamos acerca de cosas que no lo
comprometieran ni a él, ni a su amigo. Dominik era un tipo genial y con buen humor, era fácil de
tratar con él y volví a desear que él fuese el verdadero Sombra, no porque era un tipo guapo o me
hacía sentir bien, sino porque deseaba dejar de sentir aquel dolor agónico que casi me
atragantaba por momentos.
— Isa, el maestro Cho necesita hablar contigo — avisó Maokko, llegando hasta
nosotros, después de mantenerse al lado de Caleb, sin despegarse de él ni un solo instante.
Tomé el móvil sin alejarme de ellos, solo esperaba que no fuesen malas noticias.
— Sensei — dije a modo de saludo.
— ¿Recuerdas lo que siempre te he dicho? La vida da batallas a sus mejores
guerreros, porque son los únicos dispuestos a ganarlas — eso no era nada bueno, presioné el
móvil entre mi mano con mucha fuerza.
— No lo suavice con nada y suéltelo — pedí y lo escuché suspirar.
— Los ojos de Daemon han cambiado de color, otra vez. Aiden está asustado,
porque lo ve triste y no sabe que hacer; esto me preocupa chica americana y creo que ha llegado
el momento de volver — suspiré con desesperación. Odiaba ser una buena guerrera y me daba
miedo perder la batalla.
— Llegaré allí lo mas pronto que pueda — dije y corté la llamada.
Me senté y cerré mis ojos intentando pensar con claridad, mi vida no era fácil, tenía
a Darius hospitalizado, Sombra luchando entre la vida y la muerte, Elliot recuperándose y
agregaba a mi lista a Daemon, quién no sabía que tenía, ni por qué sus ojos cambiaban de color
o el por qué de sus cambios de humor tan bruscos y Aiden asustado por no saber que hacer... Y
era irónico, porque a pesar de todo, él no podía hacer nada.
— ¿Pasa algo? — preguntó Dominik y negué.
— Pasa que estoy viva y mientras viva, los problemas jamás acabarán — dije
exasperada y luego saqué una bocanada de aire por la boca — ¿Sabes si Elliot está en
condiciones de viajar? — pregunté a Maokko.

— Ya está en su apartamento, cuidado por la tipa rubia, imagino que lo está — respondió y
asentí. Saqué mi móvil y marqué su número, respondió al tercer tono.
— ¿Estás ocupado o solo? — pregunté sin saludar.
— Estoy con Alice — bufé.
— Necesito pedirte algo sin que ella escuche.
— Habla, puedes hacerlo.
— Necesito viajar hoy mismo hasta donde el maestro Cho y quiero que me
acompañes, es urgente Elliot, los chicos me necesitan — expliqué.
— Ahora mismo estoy en eso y justo hay dos vuelos disponibles para dentro de dos
horas.
— Gracias — dije sincera y luego colgué — Tengo que irme — dije a Maokko y
Dominik — Cuida de Darius mientras no estoy y dile a Caleb que dejo todo en sus manos, en mi
ausencia — asintió — Y tú, por favor avísame en cuanto sepas algo de tu amigo — él también
asintió y me miró con intensidad, sus ojos grises lograban intimidarme mucho pero lo ignoré.
Las ganas de llorar eran intensas mientras conducía hasta el aeropuerto, mi
garganta ardía al igual que mis ojos y me contenía únicamente porque intentaba ser fuerte; sentía
que en cualquier momento me volvería loca al ver que nada mejoraba en mi vida y sabía que
estaba haciendo muchas cosas mal. Mi lado coherente me pedía que desistiera de la justicia
buscaba, pero mi lado incoherente, cada vez deseaba mas aquello y segura estaba que no iba a
parar hasta obtener lo que buscaba.
Llegué al área de registro y Elliot ya me esperaba allí, se sorprendió al verme y lo
comprendía, mi rostro no lucía nada bien, pero él en cambio, lucía hermoso y recuperado.
Los cuidados de Alice eran buenos ¡Eh!
No lo sabía ni me importaba.
Lo único bueno que realmente me pasaba en esos momentos, era verlo a él, al fin
bien, después del ataque de...
¿Dolía pensar en él?
Dolía no saber nada de él.
— Tenemos un largo viaje que emprender nena, ¿Sabes lo que eso significa? —
dijo Elliot acercándose a mí y besando mi mejilla.
— Que habrán muchas horas para aburrirnos — respondí con sarcasmo, él rió de la
misma manera.
— No, significa que tendremos muchas horas para hablar y tú tendrás el tiempo
suficiente para explicarme todo lo que está pasando en tu vida, comenzado por esto — señaló el
golpe en mi boca y asentí.
— Te tomaré la palabra — concedí — tengo mucho que contarte E — susurré y
cómo si él supiese lo que en verdad pasaba y lo que necesitaba, me abrazó con fuerza y luego
besó mi frente con cariño.
— Que tal si comienzas por explicarme el por qué de este viaje tan repentino.
— Algo sucede con Daemon y necesito averiguarlo — sus ojos se abrieron demás
al escuchar lo que dije.
— Sea lo que sea, estaré ahí para ustedes — dijo y asentí con una sonrisa.
— Nunca tuve dudas de que podía confiarte a ti, mi mayor secreto — aseguré y
entonces fue él, quien sonrió.
— Gracias por eso nena y a pesar de las circunstancias, me alegra que al fin
conoceré a los gemelos, ojalá me acepten.
— No es para tanto — inquirí al ver su reacción — aunque sé que mis pequeños,
van a adorarte igual que como te adoró su padre — después de muchos días, reí de verdad al ver
su reacción cuando dije aquello.
Italia nos esperaba.

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¡Ta ra ra raaaaaan!
Bueno algunas dedujeron esto y pues aquí está, no puedo decir quien fue la primera
en saberlo pero bueno, se los dedico a todas las que lo suponían (es en lo único que acertaron) y
pues por otra parte... Chicas ustedes que están en el grupo, no se peleen ni se ataquen por saber
si estoy o no estoy, o quién es el Jacob del grupo, solo no olviden que yo, soy el ojo del mal
😆😆😆😆
Nos leemos el martes.

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Capítulo 18 (2/2)

SelenaParedes & RacheelCamiila ¡¡Felicidades chicas!! Tarde pero es mejor que nunca, espero
que la hayan pasado súper bien, Dios las bendiga y ayude a cumplir todos sus sueños. Siempre
sigan adelante, nunca vean hacia atrás y si lo hacen, que sea sólo para ver todo lo que han
superado. Las quiero mucho.
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~Capítulo 18~
[Parte 2]
Tuve la oportunidad de hablar con Elliot y le conté todo lo que pasaba en mi vida,
omitiendo el hecho de mi cercanía con Sombra, he de admitir que Elliot me hacía sentir como una
chiquilla cada vez que intentaba hacerme entender todo lo que hacía mal, me recordó mis
prioridades y en eso le di la razón, pero Fantasma era una piedra en mi camino que necesitaba
hacer polvo para seguir mi vida con tranquilidad. Mi odio hacia esa persona aumentó desde el
momento que conocí su identidad y sabía que sufría al igual que yo, por lo que había pasado con
Sombra, pero eso no bastaba para mi, tenía que sufrir mas y yo me encargaría de eso.
Llegamos a Italia casi treinta y seis horas después de que salimos de uno de los
aeropuertos de Virginia y mi cuerpo resentía tal viaje; las horas de camino hubiesen podido ser
menos, pero teníamos que hacer algunas escalas para no ser rastreados. Siempre cuidé tal cosa
para que nada ni nadie pudiese llegar a mis hijos; desde que supe que ellos estaban en mi
vientre, me prometí cuidarlos con mi propia mi vida, fueron el regalo que Elijah dejó para mí y me
juré amarlos y protegerlos siempre, de la vida a la que estarían expuestos y me entristecía que él
jamás supiera de la existencia de sus hijos, pero así lo había querido el destino. Era por esa
causa que comprendí a mamá en aquella carta que dejó para mi, dijo que solo cuando fuese
madre comprendería lo que hizo por mi y yo era madre y hacía muchas cosas para proteger a mis
hijos.
Únicamente Myles, Eleanor, el maestro Cho, Elliot, Maokko y Caleb, sabían de la
existencia de esos dos pequeños, esos dos niños que eran los únicos capaces de sacar un poco
de luz en mi, lo único y realmente bueno, que tenía en mi vida, después de perderlo casi todo. La
casa en Italia, era muy acogedora y alejada del bullicio de la ciudad, con un amplio jardín para
que Aiden y Daemon jugaran y muy adecuada para que los padres de Elijah se alojaran; a pesar
de todo el cansancio que sentía, la tristeza y el estrés que tenía en esos momentos, mi corazón
se aceleró al estar frente a la puerta de mi casa y con Elliot a mi lado, verlos era siempre lo mejor
de mi vida, saqué la llave con un poco de temblor en las manos y abrí.
Al fin en casa.
Olía a galletas de vainilla y mi estómago rugió con la necesidad de probarlas.
— ¡Mami llegó! — grité y Elliot me miró con una enorme y hermosa sonrisa en su
rostro.
Mi corazón latió con frenesí total cuando pequeños y apresurados pasos se
escucharon desde la segunda planta, me preparé para el tornado que se me venía encima y
sonreí con felicidad y amor puro, cuando Aiden apareció. Me acerqué al final de las escaleras y
abrí mis brazos cuando el se tiró sobre mi desde el quinto escalón.
— ¡Mami! — gritó y era en esos momentos, en esos únicos momentos, que creía en
que realmente, la vida no había sido tan mierda conmigo.
El impulso que mi pequeño tomó, me tomó un poco inestable y trastrabillé hacia
atrás con él en brazos, Elliot fue nuestro héroe al cogerme de la cintura y evitar nuestra caída.
Para Aiden eso fue lo mas gracioso del mundo y sus carcajadas llenaron toda la casa, a penas
cumplirían tres años, pero estaban grandes; Aiden tenía su cabello castaño, alborotado, sus
mejillas rojas de seguro por estar jugando a las carreras y sus preciosos ojos grises, brillaban de
felicidad, esa felicidad que caracteriza a todo niño de su edad. Besó mi boca como casi siempre
lo hacía, se aferró a mi cuello y hundió su pequeño rostro en el hueco de este.

— Te estañé — dijo con su vocesita cantarina y tuve que tragar fuerte el nudo en mi garganta.
— Y yo a ti, mi hermoso ángel — susurré con amor. Se separó de mi y miró a Elliot,
quién aun sostenía mi cintura y miraba tal escena con... No sabía explicar como nos veía.
— ¿Ten es él? — preguntó mi niño con un poco de timidez.
— Soy tío Elliot, campeón — respondió él y mi hijo lo observó detenidamente.
— ¿Mami? — miré de nuevo hacia los escalones y encontré al dueño de aquella
vocesita. Mi Daemon nos observaba con ojos tristes y eso me partió el alma.
— Hola pequeño de mami — dije abriendo uno de mis brazos y sosteniendo a Aiden
con el otro — Ven con mami, ella está necesitada del amor de sus pequeños ángeles — pedí y
entonces corrió hacia...
¡Já! Comenzamos excelente.
Casi escuché a mi conciencia reír, cuando Daemon fue directo hasta las manos de
Elliot y las apartó de mi cintura, mi chico de ojos azules no supo ni como reaccionar ante aquel
gesto; negué con la cabeza y reí por el arrebato de mi niño. Daemon siempre fue así y creo que
solo soportaba los cariños que Aiden me daba, porque lo amaba al igual que amaba a mí. Me
senté en el escalón final y entonces Daemon llegó a mis brazos y al igual que su hermano, se
aferró a mi y me abrazó con fuerzas.
— No me usta él — dijo con sus palabras torpes, típicas de los niños y Elliot abrió
su boca en una O grande, con incredulidad ante lo que escuchaba. Yo lo miré con cara de lo
siento, ya que no esperaba tal reacción de su parte.
— Él es tío Elliot, mi amor, un amigo de mami y primo de papi — dije y ambos me
miraron al escuchar de su padre.
Ellos eran casi una copia el uno del otro, a excepción de los ojos, Aiden los tenía
grises y Daemon de dos colores, eran grises con una parte en color miel como los míos, pero
justo en esos momentos, lucían de un profundo color marrón, era la tercera vez que cambiaban a
ese color, pero sabía que no era normal y me preocupaba, lo peor de todo era, que cuando eso
sucedía, mi pequeño también cambiaba de actitud, se ponía muy triste y a veces agresivo, había
vuelto por eso y no me iría hasta averiguar la razón.
— ¿Eres un ángel como papi? — preguntó Daemon, mirando a Elliot.
Este último me observó con sorpresa y yo me encogí de hombros, intentado que
comprendiera el por qué mis hijos creían tal cosa.
— No, campeón, yo no soy un ángel como tu padre — respondió poniéndose en
cuclillas, para estar al mismo nivel de ellos — Pero lo conocí muy bien y ¿saben qué? — ambos
chicos salieron de mis brazos y se acercaron a él — a Lu... Elijah — se corrigió de inmediato y
sonreí — le encantaba jugar fútbol, cuando éramos unos chicos como ustedes, pasábamos horas
y horas jugando a la pelota.
— ¡Yo jugo a la pelota! — gritó Aiden con emoción.
— Tu juegas no jugas — corregí riéndome.
— Entonces... que les parece si jugamos un poco — propuso Elliot, Aiden asintió de
inmediato.
Daemon se dio la vuelta y llegó a mis brazos de nuevo, sus ojos estaban llenos de
lágrimas y me asustó no saber la razón de su actitud.

— ¿Po qué tío Elio conoció a papito y yo no mami? — toda mi fortaleza se fue por un tubo en
esos momentos.
No pude responder en el momento, simplemente abracé a mi hijo con fuerzas,
intentando buscar una manera de responder a dicha pregunta, pero no sabía cómo. Con disimulo
limpié las lágrimas que salieron de mis ojos, Aiden llegó a nosotros y abrazó a su hermano por la
espalda y besó la cabeza de él.
— No quieyo que eté tiste mami — dijo refiriéndose a su gemelo. Simplemente lo
abracé a él también, al ver lo fuerte que intentaba ser por su pequeño hermano.
Aiden siempre me daba fuerza a mí, para yo podérsela dar a Daemon y era
increíble lo que dos seres tan pequeños lograban hacer conmigo y solo quería ser fuerte para
ellos, pero todo se me había acumulado y no sabía ni como reaccionar.
— ¡Hey! Pequeño ángel — dijo Elliot llegando hasta nosotros y tocando la pequeña
cabeza de Daemon — Si tu quieres yo podría hablarte de tu papá — ofreció y Daemon levantó su
mirada, sus mejillas estaban mojadas por las lágrimas que derramaba — ¿Te gustaría eso? —
preguntó y él asintió — Bien, pero no llores más y prometo que les contaré muchas cosas de
papá — sonreí cuando Aiden se acercó a su hermano y con su camisa, limpiaba las mejillas de su
copia.
— No lloyes mas y tío nos dirá de papito — susurró y Daemon asintió.
Vi a Eleanor en el umbral de la puerta de la cocina, ella lloraba al presenciar todo.
— Gracias — le susurré a Elliot y asintió.
Me puse de pie y lo dejé con mis hijos mientras yo me iba hasta donde la mujer que
era como mi madre; la abracé con fuerzas y me derrumbé en sus brazos, lloraba porque ya no
quería ser fuerte, lloraba por ver a Daemon de nuevo con esa actitud, sus ojos con color diferente
y tan triste, lloraba al ver Aiden intentando ser fuerte por su hermano, lloraba por mi, por no saber
que hacer y también lo hacía por la persona que me hacía tanta falta, pero también lloraba por no
saber nada de Sombra y la incertidumbre que sentía al pensar que podía estar muerto.
Me ahogaba esa idea pero no podía evitarlo.
(****)
Myles llegó horas después a casa junto al maestro Cho, era un alivio ver a Myles
tan bien recuperado y dijo que todo se lo debía a sus pequeños nietos, quienes se encargaban de
cuidarlo, mimarlo y darle los momentos mas felices de su vida. Ellos estaban preocupados por lo
que sucedía con Daemon y Myles ya se había encargado de buscar a un médico para que lo
examinase y nos ayudara a saber, qué sucedía con mi pequeño.
Eleanor nos preparó una rica cena y todos cenamos en familia, mis niños no
querían irse a la cama hasta que yo me fuera con ellos, así que me apresuré y luego de tomar
una ducha, Elliot llegó con ellos a mi recámara; habían jugado casi toda la tarde pero Daemon
seguía con su tristeza, por momentos se sentía feliz y jugaba, luego volvía a estar deprimido y
lloraba sin razón alguna, casi todos los niños de su edad lloraban sin razón, pero su caso era
extremo y me daba temor.
— Son increíbles — dijo Elliot viendo como ambos se acostaban en mi cama y
miraban la foto de su padre, que tenía en la mesita de noche — y tienen tanto de ti, como de él,
sobre todo Daemon — señaló, recordando como lo apartó de mí y reí por eso.
— Gracias por jugar con ellos.
— No lo agradezcas, esos pequeños son como míos y no lo digo con doble
intención — aclaró y asentí — Te veo mañana — se despidió y luego besó mi frente y me abrazó,
correspondí a eso.

— ¡No la toques, mami es mía y de mi hemano! — gritó Daemon, Elliot se alejó de mi de


inmediato.
— Juega contigo pero aun así, no toques a mami — dije con burla y rió.
— En serio nena, ese chico sacó casi todo de LuzBel — dijo y luego se marchó.
Me giré para quedar de frente a mis hijos y luego me tumbé en la cama con ellos,
amaba las noches a su lado, extendí mis brazos a los lados y cada uno recostó su pequeña
cabeza en cada uno de ellos, Aiden besó mi mejilla, Daemon limpió el lugar donde Elliot me había
besado y luego dio un pequeño beso allí, su acto me sorprendió y tuve como un dejavu, al pensar
que ya había vivido una situación similar.
— ¿Té es eso? — preguntó Daemon, mi camisa se había subido y dejó al
descubierto mi cicatriz. Lo miré buscando la mejor manera de responder a esa pregunta.
— Es una marca de fortaleza — dije — después que la hicieron, mami se hizo mas
fuerte — él me miró atento.

— ¡Yo telo una de esa, pala sel fuelte como mami! — gritó Aiden.
Creo que no escogiste la mejor respuesta.
Creo que no.
— Ustedes dos son mas fuertes que mami y no necesitan una de estas — dije
segura.
Seguimos hablando un rato más y luego Aiden se quedó dormido, veía a Daemon
mas inquieto y aproveché que su hermano se había dormido para platicar mas con él, pero por
momentos se cerraba mucho y me desesperaba que lo hiciera.
— ¿Por qué estás triste?
— Poque quielo a papi y no quielo que tu te vayas ota vez — dijo y vi que intentaba
no llorar — pelo no sé poque mas me sento así mami, solo queyo llolal mucho y mi abuela tene
meyo de mis ojitos — en esos momentos era yo la que quería llorar.
— No mi vida, ella no tiene miedo de tus ojitos, si son hermosos — dije y me frustré
como nunca antes lo había estado.
No sabía que le sucedía a mi pequeño y me daba miedo no tener idea ya que no
sabía como tratarlo y solo deseaba que amaneciera, para poder llevarlo a su cita médica y que
me dijeran el por qué de su cambio en el color de ojos y en sus actitudes. Lo abracé y besé y le
expliqué que su padre estaría encantado de estar con él, pero no podía y también le dije que yo
tenía que irme luego que él estuviese mejor, pero que ya no sería por mucho tiempo.
Era estúpido de mi parte volver a irme, pero ver a mi niño de aquella manera, me
hacía hervir de rabia y solo deseaba tener a Fantasma frente mi y cobrarle cada lágrima que mi
hijo derramaba por su culpa, porque todo era su culpa, si no me hubiese arrebatado a Elijah, tal
vez mi hijo no estaría así y antes de volver a Italia, me dije que era tiempo de seguir adelante,
pero era imposible hacerlo, cuando las acciones egoístas de Fantasma, me habían llevado a la
situación en la que me encontraba.
Fantasma merecía lo peor.
Y yo iba a dárselo.
La mañana siguiente llegó y no dormí nada, la noche se me hizo eterna y Maokko
me acompañó por medio de mensajes de textos. Quería viajar a Italia en cuanto le comenté lo
que sucedía con mi hijo, pero ella me servía mas en Virginia y necesitaba que averiguara algo de
Sombra, era horrible sentirme tan impotente pero no me daría por vencida.

Eleanor y Myles iban a acompañarnos hasta la clínica, Elliot se quedaría con Aiden y otra chica
que lo cuidaba; mis hijos no se separaban nunca y pude ver la tristeza en Aiden cuando lo alejé
de Daemon, pero no iba a ser por mucho tiempo y era realmente necesario. El doctor ya tenía
todo el historial médico, por parte del pediatra de mis hijos y en cuanto llegamos, supo quien era
el pequeño en mis brazos, nos hizo algunas preguntas y luego examinó a mi hijo, todo estaba
bien con él, solo era necesario averiguar, por qué sus ojos cambiaban de color.
— Tenemos un largo camino por recorrer — dijo al tener los resultados de algunas
pruebas y en esos momentos, esas palabras casi lograron que mi corazón se detuviera —. A
partir de mañana, el pequeño Daemon Pride White, será sometido a diferentes pruebas y
examinado por diferentes doctores, cada uno de diferente área en la rama de la medicina, para
averiguar que sucede con él — D estaba en mis brazos y se aferró a mi como si supiese lo que
sucedía.
Y así sucedió.
Pasamos una semana metidos en la clínica, algunos días Aiden estuvo allí para su
hermano y Elliot se nos unió. Para mí era horrible ver el miedo de mi hijo, cada vez que era
metido a alguna máquina o sometido a algún examen, pero no podía hacer nada, porque todo era
para su bien. Era irónico como yo, que me consideraba una mujer fuerte y no me sometía ante
nadie, lloraba a mares cada vez que a mi hijo le ponían una vacuna o inyectaban algo en sus
venas y él, siendo un ser tan pequeño e inocente, se encargaba de limpiar mis lágrimas, nada
había sido tan doloroso en mi vida, como esos momentos con él y vaya que sufrí cuando perdí a
su padre, pero eso... Simplemente no tenía palabras para describir, como mi alma se desgarraba.
A todo eso, le agrebaba la incertidumbre de no tener noticias de Sombra y ni
siquiera podía comunicarme con Cameron, menos mal Darius estaba recuperándose de maravilla
y preguntaba por mi a cada momento, pero siempre mis amigos, sabían como despitarlo.
El día de las respuestas había llegado y Elliot, junto a Eleanor y Myles, me
acompañaron a una pequeña sala de juntas en la clínica, sentía horrible ver allí al médico que
había atendido a mi hijo por primera vez, acompañado de dos psicólogos y dos neurólogos. Aiden
y Daemon estaban siendo cuidados en una sala posterior, por unas chicas de la orden.
— Gracias por venir, tomen asiento — pidió el médico guía. Suspiré profundo luego
de sentarme, Elliot cogió mi mano y la presionó en señal de apoyo —. Bueno Isabella, al fin las
pruebas terminaron y ahora con seguridad, podemos darte el diagnóstico de tu hijo — asentí ya
que no podía hablar —. Mis colegas y yo, lo hemos estado observando y examinando de manera
minuciosa y hemos descartado cualquier otro tipo de enfermedad a excepción de esta — se
detuvo para abrir un sobre y sentía ganas de ahorcarlo y exigirle que no hiciera mas larga mi
agonía.
— ¿Es grave? — preguntó Eleanor con la voz entrecortada.
— Todo depende de como sea tratado — respondió amable — El pequeño Daemon
ha sido diagnosticado oficialmente con Bipolaridad tipo 1 — soltó y en esos momentos no sabía
como reaccionar —, a parte de bipolar también tenderá a ser maníaco, no sé si alguno de ustedes
tenga claro de qué trata la enfermedad pero en todo en caso, aquí mis colegas se encargarán de
explicarles...
Bipolaridad tipo 1.
Mi pequeño había sido diagnosticado como maníaco depresivo y hasta ese
momento comprendí el por qué de sus cambios tan bruscos de humor, era tan fácil para él, pasar
de la felicidad extrema a una tristeza profunda y el cambio de color en sus ojos se daba, cada vez
que caía en estado maníaco. Nunca pensé en esa enfermedad y era tan fácil juzgar a alguien de
bipolar, cuando no tenías ni idea de lo que en verdad trataba ser bipolar.

Yo sabía lo que era estar deprimido, caí en una depresión profunda cuando Elijah murió y a
consecuencia de eso, quise suicidarme y terminé ingresada en un hospital psiquiátrico, la
depresión puede llevarte a la muerte y estaba consciente de eso, tuve un episodio traumático que
casi me cuesta la vida, pero salí de él y a pesar de tanto fiasco en mi vida, no volví a caer en eso.
Mi hijo en cambio, tendría que enfrentarse a situaciones como esas, por toda su
vida, era la tercera vez en su corta vida que caía en depresión y se ponía maníaco, pero según
explicó el medico, no había habido tanto riesgo, porque es un bebé a penas y a pesar de que su
enfermedad se desarrolló muy pronto, su edad era un factor que tenía a favor para no causarse
ningún daño.
— ¿A qué se debe esa enfermedad? — pregunté cuando tuve fuerzas.
— No tenemos factores específicos, a veces puede ser por genes heredados, otras
por cuestión de la vida.
— Pero Isabella no es bipolar y mi hijo tampoco — explicó Myles.
— Esto es como el gen de los gemelos, no siempre lo heredas de tu madre, sino
también de generaciones anteriores a tu madre o a ti — explicó el neurólogo.
— ¿Qué puede pasar en el peor o mejor de los casos, en alguien con bipolaridad?
— se atrevió a cuestionar Elliot, quién había permanecido en silencio total.
— No les vamos a mentir, en el peor de los casos, un paciente bipolar maniático,
puede provocarse la muerte en un estado de oscuridad, que es como le llamamos a cuando
entran en depresión profunda y sus ojos cambian de color, o son propensos a morir mas en
accidentes, paros cardio vasculares o situaciones en las que su cuerpo no reacciona bien al
arranque de adrelina que ellos tienen.
>
— ¿Conocen a alguien que ha controlado su enfermedad? — el doctor sonrió a mi
pregunta.
— Tienes a uno frente a ti — dijo señalando a un neurólogo, era el mas joven de
todos, si acaso tenía treinta y dos años y no sabría describir la esperanza que sentí al verlo.
— ¿Como ha sido? — me apresuré a preguntarle.
— Me diagnosticaron bipolaridad 1 cuando tenía diez años, a tu bebé se le ha
desarrollado muy temprano, pero eso no es malo Isabella, al contrario, tienes la posibilidad de
comenzar a tratarlo y educarlo mas tiempo, cuando él aun se somete a ti. Lo importante es el
apoyo que le den al pequeño, el amor que le brindes porque a la larga, es lo único que nos
mantiene cuerdos; él va a reaccionar bien a eso, pero cuando comprenda mejor, y caiga en un
estado de depresión, también sentirá que no es merecedor de tal amor. Lo observé junto a su
hermano y noté que son muy unidos, Aiden lo cuida y si ellos siguen así, entonces todo será mas
fácil para Daemon, ahora bien, en mi caso, mis periodos de oscuridad, llegan cuando me altero y
recuerdo algo que me marcó para mal, he llegado a necesitar choques de electricidad en mi
cerebro para que borren mi memoria de manera momentánea y así evito llegar a suicidarme y si
ahora mismo estoy hablando contigo acerca de esto, es porque veo tu dolor y lo siento mas que
todas las personas en esta sala — mordí mi labio para no llorar, electrochoques al cerebro de mi
hijo, era lo que mas me había asustado, y con mi corazón deseaba que no tuviese que llegar a
ello —. Ten en cuenta que ser bipolar, no es ser siempre maníaco, malo o peligroso y quiero que
grabes en tu cabeza que nosotros, solo somos personas que sentimos más, amamos de una
manera única y con el mejor tratamiento y apoyo moral, podemos llegar a ser grandes personas,
luchamos mas por ello, pero lo logramos. Sigue siendo la madre que eres, ustedes los abuelos
que son y tú enseñále a ser un buen hombre, tu ejemplo como padre, será el camino del niño —
mi rostro se puso rojo cuando se refirió a Elliot pero ninguno lo corrigió.

— Trataré que sea el mejor de los hombres — dijo él con seguridad, sin vernos a nosotros y no
sabía si eso estaba bien o mal.
— Bien Isabella, Elliot y señores Pride — habló el doctor que llevaba el caso de mi
hijo — les enseñaremos todo lo referente a esta enfermedad y debido a la edad de Daemon,
necesitamos su permiso para regresarlo de nuevo a su gris miel, que es el color de sus ojos —
me asusté ante aquello y me puse de pie.
— No van a dañar su cerebro, es un bebé — dije intentando estar tranquila.
— Claro que no Isabella — habló el neurólogo bipolar — pero tu hijo está pequeño y
la única manera de volverlo a su color natural y su estado de ánimo correcto, es con terapias
psicólogas y medicamentos intravenosos, tenemos que sacarlo de su estado maníaco ya que
está sufriendo mucho y créeme que es mejor el dolor físico que le causaran algunas inyecciones
y no el dolor interior que lo hace llorar a cada momento — asentí a lo que dijo, tenía toda la razón.
Firmé muchos documentos luego de aquello y de inmediato se inició con el
tratamiento para regresar a mi hijo a su color natural, el neurólogo bipolar que se llamaba Fabio,
se acercó a mi cuando estuve sola y me confesó que conocía al maestro Cho y fue el maestro
quién se contactó con él para que nos ayudara con D, me recomendó que iniciara a mi hijo en las
artes marciales, ya que era la mejor manera de canalizar su energía y por experiencia sabía, que
todo el ámbito de las artes marciales, también calmaron su mente, agregó que podía incluir a
Aiden en eso, para unirlos más y que D no se sintiera extraño. Le agradecí por su ayuda, noté
que era un hombre callado, de pocas palabras, lucía rudo y apartado del mundo, pero se abrió
conmigo al ver mi situación y eso me hizo saber que bajo esa piel de tipo duro, existía un hombre
de gran corazón y eso, me dio esperanzas para mi hijo.
Sacaríamos de ésta a nuestro pequeño tinieblo.
Llegamos a casa con D completamente dormido y Aiden desesperado por verlo así,
después de largas horas en la clínica y hacer un tratamiento que nos garantizaba estabilizar a mi
pequeño. En mi bolso cargaba miles de documentos que me ayudarían a aprender sobre la
bipolaridad y mucha medicina que debía tomar mi hijo, pero sería solo mientras él no pudiese
comprender lo que padecía, ya luego buscaríamos maneras naturales para controlarle. Lo acosté
en mi cama y Aiden se acomodó a su lado, sentía la terrible necesidad de tenerlos a mi lado y es
lo que haría, la noche había llegado y estaba exhausta de todo lo que habíamos pasado, aun así,
mi corazón se aceleró cuando mi móvil vibró sobre la mesita de noche; era el número de Jane,
me estaba arriesgando mucho en darles un número con el cual podían rastrearme, pero fue la
única manera que encontré para saber de Cameron y aunque Caleb no estuvo de acuerdo,
Maokko me apoyó.
— Hola — dije saliendo hasta el balcón de mi habitación.
— ¿Isa? — era la voz de Cameron.
— ¡Al fin, Cam! No tienes idea de lo que he querido contactarte — dije de inmediato.
— Lo sé y esto es arriesgado, no puedo tener contacto con Jane pero también
necesitaba comunicarme contigo.
— Dime que está bien — pedí con la voz angustiosa — Por favor, confírmame que
ese idiota salió de esa — escuché a Cameron suspirar fuerte y luego se quedó en silencio.
— Yo...no sé cómo decirte esto — mi estómago se revolvió al escuchar aquello y mi
respiración aumentó — el disparo llegó cerca de su corazón, entró en crisis al llegar al hospital
Isa... Lo siento — susurró y sentí como mi mundo se detuvo.
¡Otra vez! ¡No!
_______________________________________
Hola a todos y todas, antes de que se vayan quiero aclararles algo, lo hice en mi
tablero pero lo haré de nuevo aquí ya que la confusión sigue. Isa vio la identidad de Fantasma, no
de Sombra y no olviden que siempre escribo la voz de la conciencia de Isa en letras cursivas,
para remarcar que es una persona diferente por así decirlo, entonces cuando Isa ve a Fantasmas
sacarse la máscara, la conciencia le recuerda al chico oscuro. A lo que Isa responde mi chico
oscuro y luego añade que se olvidó de todo lo demás al pensar en él, ósea, se olvidó en ese
momento de la identidad de Fantasma.
Espero ahora si quede claro para todas las que se confundieron.
En este cap conocieron de sus gemelos, pero aun querrán saber de cuando se dio
cuenta o si Elijah lo supo o no, eso se sabrá mas adelante, algunas creen que él si lo supo luego
de que Elliot la pinchara con el Id- DNA pero si hubiese sido así, entonces ella habría perdido a
sus hijos luego de la tortura a la que la sometieron. Solo aclaro eso, mas adelante sabrán lo
demás.
Pd: las que quieren dedicatoria por favor pídanmelo por privado porque en los
comentarios los pierdo.

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Capítulo 19 (1/2)

brendamonsther & AriesMarEspejo ¡Feliz Cumpleaños!


Su cumple es el sábado y ya que no podré publicar ese día, se los adelanto para
hoy, este es mi humilde regalo y espero les guste. Les deseo lo mejor chicas y ojalá todos sus
sueños se cumplan siempre. Brenda siento no poder darte todo lo que me pediste, realmente se
me hizo difícil pero te doy aunque sea un capítulo y espero te agrade, también espero que no te
ausentes mucho tiempo. Que se la pasen bien en su día chicas y no coman mucho pastel porque
engorda 😆 pero comanse un pedazo chiquito por mí 😉 se les quiere mucho y
felicidades de nuevo.
_______________________________________
~Capítulo 19~
[Parte 1]

¿Qué hice después de escuchar a Cameron?


Simplemente reír con ironía.
La vida estaba en mi contra y no tenía ganas de alegar ante eso; primero Elijah,
luego la noticia de mis bebés y saber que no conocerían a su padre, llega la enfermedad de
Daemon, Sombra se mete en mi vida y lo atacan por defenderme, sencillamente me estaba
volviendo inmune poco a poco.
Era mejor eso, a que te volvieras loca.
Mi vida no era fácil, perdí a mis padres, al chico que amaba y tenía que enfrentarme
a situaciones que eran realmente difíciles. Me había ganado enemigos y no sabía completamente
las razones de eso, pero tenía que seguir, no podía dejarme vencer, no, sabiendo que detrás de
mí, habían dos pequeños chicos a los que tenía que darles un buen ejemplo.
— Está en coma y las probabilidades de que sobreviva son pocas — continuó
Cameron y solo presioné el móvil entre mis manos.
Si seguías así, pronto te convertirías en la viuda negra.
— ¿Dónde lo tienen? — carraspeé para que mi voz no sonara tan amarga e ignoré
a mi conciencia.
— En una puta fortaleza, Fantasma lo trasladó allí y se llevó a los mejores médicos,
nos dejan estar cerca de él, solo cuando lo cuidamos — reí sin gracia.
— Es lo menos que puede hacer después de casi matarlo — espeté con furia —
¿Crees que puedas darle un mensaje de mi parte? Así esté en coma, necesito que se lo digas —
pedí.
— Claro que puedo, dime lo quieras y yo se lo digo.
— Dile que me demuestre que quiere una oportunidad conmigo y hazle saber que
yo no necesito en mi vida a un hombre capaz de dar la vida por mí, porque eso me destroza. Dile
que quiero a alguien capaz de vivir por mí, necesito a un compañero de batalla y no un hombre
que me abandone en medio de la mierda, dile que le exijo que viva porque aún necesito usarlo y
el día que tenga que morir, será porque yo me adueñaré de su vida, no un estúpido accidente o
un intento por salvarme — cada palabra salía cargada de dolor y odiaba las ganas de llorar que
sentía en esos momentos, pero no podía evitarlo —. Yo no quiero a alguien que intente superar a
Elijah, necesito a alguien que me demuestre, que vale la pena seguir adelante sin él y si Sombra
es ese alguien, entonces que viva y me lo diga a la cara — finalicé, me felicité interiormente por
no derramar una sola lágrima.

— Creo que tendría que anotarlo.


— No juegues.
— Está bien Isa, yo le diré todo eso y ojalá le ayude.
— Gracias — dije mirando hasta el interior de mi habitación, mis pequeños estaban
profundamente dormidos — Tengo que dejarte, cuando puedas, infórmale a Maokko sobre
Sombra y ella me lo hará saber.
— ¿Cuando vuelves?
— Cuando solucione ciertas situaciones de mi vida.
— Antes de que todo esto pasara, Sombra estuvo investigando a una chica, Brianna
Les — dijo y despertó mi curiosidad —. La conociste en DC, el día que secuestraron a Elliot y
Evan — presioné mi mano sobre el balcón de la terraza al escuchar lo que había dicho —, una
chica infiltrada de los Vigilantes a la cual le salvaste la vida.
— La novia de Derek — inquirí.
— Ahora su esposa y madre de una pequeña de dos años, ellas son su vida Isa,
pero te conozco y sé que no te meterías con una chica que tiene a una pequeña hija — sonreí al
escuchar aquello, yo era madre y sabía a lo que se refería — Sombra la siguió por unos días y
averiguó su dirección y toda su vida.
— ¿Tu la tienes? — pregunté de inmediato.
— Sí pero...
— Siento decirte esto pero la Isa que conociste no existe más — aseguré —, dale a
Maokko todo lo que sabes de esa chica y por tu bien no me ocultes nada — advertí.
— ¡Wow Isabella! Sombra dijo que eras diferente pero no creí cuánto.
— Sombra conoció a la mujer herida y con sed de venganza — espeté — y si sabes
lo que te conviene, no me falles — pedí con voz tranquila —. Necesito cobrarle algunas cosas a
Derek para luego seguir con Fantasma, así qué, espero que para mañana, Maokko tenga esa
información.
Corté la llamada luego de decir aquello, saber de Sombra me calmaba, aunque su
situación no era la mejor, pero tenía esperanzas de que pudiese salvarse, esperaba que lo hiciera
y no sólo porque lo quería bien, sino también porque habían muchas cosas que necesitaba que
me explicara y Fantasma era una de ellas. La información que Cameron me había dado, hizo que
fuera a la cama con miles de planes en mi cabeza, le envié un mensaje de texto a Maokko y le
pedí que se pusiera en contacto con Cameron, ya pronto armaría un plan y tomaría en cuenta el
consejo de Jacob, Derek caería por amor, lo haría llegar a mí, sin complicarme tanto. Era irónico
que después de salvarle la vida a esa chica, sería yo, la encargada de ponerla en peligro, no la
mataría, no dañaría a su hija, simplemente sería mi carnada.
Una perfecta carnada.
Así como yo lo fui un día.
(****)
— Quiero que mandes a fabricar una barra de hierro con una enorme G grabada en
el medio, tiene que tener un fácil recorrido de electridad y cuando esté lista, necesitaré que el
almacén esté listo para su próximo uso — pedí a Caleb — ¡Ah! Y necesito que ese hierro caliente
con facilidad, de ser posible que lo haga con la misma electricidad.

— ¿Podría usar otro material? — cuestionó.


— Puedes, pero tiene que ser resistente a la fuerza bruta que se ejercerá en el y
tener todo lo demás que pedí.
Él y Maokko se habían encargado de recolectar toda la información que Cameron
tenía y agregaron mas; confiaba en que pronto obtendríamos resultados y al fin, Derek estaría en
mis manos.
— ¿Le dirás a alguien mas acerca de esto?
— Solo a quienes considere necesario... ¿Darius está mejor?
— Lo está, aunque nervioso al saber que exiges respuestas — sonreí al escuchar
aquello. Había hablado con Darius días atrás y le advertí que me tendría que dar muchas
respuestas, en cuanto estuviésemos frente a frente.
Me despedí de Caleb luego y me fui hasta el jardín para ver a mis hijos jugar.
Había pasado una semana y Daemon al fin volvió a su color natural, era increíble
verlo bien, recuperado, lleno de energía y felicidad, jugaba con Aiden a la pelota y aunque sabía
que mi pequeño era como una bomba de tiempo, no me daría por vencida con él. Días atrás
había comenzado a buscar métodos naturales para no tener que medicarlo siempre y el maestro
Cho, se había encargado de hablar con su hija, para que iniciara a mis pequeños en las artes
marciales; teníamos que canalizar la energía de D, teníamos que buscar las maneras de
mantenerlo estable y sabíamos que ir al psicólogo cada semana no ayudaría siempre, así qué,
como me lo prometí, haría todo lo posible, incluso lo imposible, por evitar que mi hijo, cayera en
oscuridad de nuevo.
Cameron le había informado a Maokko sobre Sombra, aun seguía en coma, pero
había logrado superar una crisis y eso me daba esperanzas. Era horrible para mi tener que
conformarme con recados que dejaban sobre su salud, yo deseaba verlo y comprobar por mi
misma su estado, pero por primera vez, veía a Sombra tan lejano, en algún momento me sentí
como una amante, teniendo que conformarse a saber de su chico, muy poco, cuando la esposa,
tenía la oportunidad de saber todo de él.
El chico oscuro te estaba afectando mucho.
Si y era momento de entender que yo, no podía jugar con fuego.
— ¿En que piensas? — preguntó Elliot llegando a mi, se sentó a mi lado, sobre el
pasto, mientras mis hijos seguían jugando.
— En que pronto tendré que volver a América.
— Nena, no es necesario que lo hagas, deja que los chicos se encarguen.
— ¡Claro que es necesario! — me quejé. Él ya sabía mis motivos — Además
necesito comprobar que Sombra esté vivo y bien — solté y lo vi tensarse.
— Pues yo espero que esté muerto, ese hijo de puta se lo merece — escuchar
aquello no me gustó, pero tampoco podía juzgar a Elliot, él tenía motivos para odiarlo y Sombra
se lo había ganado a pulso, no lo defendería en eso.
— No comiences E, por favor — pedí — comprendo tu punto, pero comprende tú el
mío... Sombra me ha ayudado mucho, evitó que esa bala me diera a mí, tengo que agradecerle
eso.
— Pero no es necesario que lo veas, que te arriesgues por él. Isabella, ir de nuevo
a Estados Unidos, es arriesgarte demasiado, cuando tienes todo aquí, lo mas importante de tu
vida está aquí — dijo exasperado, señalando a Aiden, ya que D se había ido.

— Es por eso que iré, para deshacerme de los peligros para mis hijos y comprobar que Sombra
está bien — repetí — luego de eso volveré y no regresaré más. Sé que no comprendes Elliot, ni
espero que lo hagas pero necesito hacerlo y lo haré, punto — respondí alterada y noté su
molestia.
— ¿Tén es Somba, mami? — la voz de Daemon a mis espaldas me tomó
desprevenida.
Vaya, vaya, a ver como le explicas que es su nuevo papi.
¡Puf! Él no era su nuevo papi.
— Sombra es el perro de mamá, campeón — respondió Elliot, quise matarlo al
escucharle decir aquello.
— ¡Yo quielo uno mamá! — pidió Aiden con emoción — y quielo que se llame
Somba, como tu pejro — sonreí a Elliot con sarcasmo, él lo hizo con diversión.
— ¿Quieres un cachorro? — preguntó a D.
— ¡Siii! — dijo saltando — ¿mami, podemos tenerlo y que se llame Somba? — en
mi interior juré que Elliot me pagaría tal cosa. Suspiré profundo antes de responder.
— Tío Elliot les comprará uno y llaménlo como quieran, estoy segura que a su tío, le
encatará recordar a mi Sombra, por medio de un cachorro de ustedes — señalé y le guiñé un ojo.
Supe que mis palabras lo molestaron, pero no me importó, él se lo había buscado y
pagaría caro su estúpida broma. Dejamos de hablar y luego nos fuimos a comer, Eleanor había
hecho una deliciosa cena y Myles nos acompañó, me encantaba cenar de aquella manera, todos
como una familia — aunque Tess y su hermano no estaban— pero ellos lograban complementar
un poco el vacío en mi corazón. Cuando nos fuimos a la cama, les dije a mi hijos que tenía que
irme unos días, pero les prometí que sería la última vez que nos íbamos a separar, se pusieron
tristes y me asustaba que D reaccionara mal, pero fue el que mejor lo comprendió. Elliot llegó a
mi habitación y luego de platicar con los chicos, me pidió que saliera al balcón de la recámara con
él, ya que necesitaba decirme algo.
— No quiero discutir — advertí cuando estábamos afuera.
— Solo quiero disculparme contigo — aclaró — Nena, sabes que siempre he
respetado tus decisiones, incluso si esas me afectan y estoy enfadado por lo que me platicaste de
ese idiota y tu cercanía con él — dijo refiriéndose a Sombra. Elliot sabía que Sombra me había
ayudado pero no, que nosotros habíamos llegado a algo mas que ayuda — pero aun así, sé que
no debí reaccionar de aquella manera, sobretodo cuando tu toleras a Alice, solo por mi — añadió
—, no pensé bien las cosas, ni lo que iba a decirte, hasta después de nuestro altercado en el
jardín y aunque yo odie a ese imbécil, respeto tu decisión con él, solo te pido que jamás nos
pongas en el mismo lugar, porque entonces no respondo — ni yo los quería a ambos juntos —.
Así qué, te pido disculpas.
— Y las acepto — dije de inmediato, no quería discutir y menos con él. Abrió sus
brazos y me metí entre ellos, dejé mi rostro cerca de su cuello y respiré su aroma.
— Podríamos aprovechar y reconciliarnos al estilo Cali — susurró cerca de mi oído
y sonreí.
— Eso se quedó en Cali y no volverá a repetirse, además, tú ahora estás con Alice
— dije con una sonrisa nerviosa y me separé de él — y es mejor que sueltes a mami antes que
Daemon nos vea — le recordé y su cara fue cómica cuando recordó la posesividad de mi hijo.
Una semana después....
Habíamos llegado junto a Elliot, al aeropuerto de Dulles, Maokko llegó por nosotros
y le comenté todo lo que había sucedido en nuestra estadía por Italia, Cameron se comunicó
conmigo y me dijo que Sombra había salido del coma y aunque su estado aun era crítico, estaba
logrando recuperarse y eso me alivió mucho.
Nos dirigimos hacia el apartamento de Elliot, allí, se quedaba Darius después de
recuperarse y para su seguridad, cuando llegamos me recibió con un fuerte abrazo que
correspondí con gusto, comimos y luego descansamos un poco, pero veía su nerviosismo, él
sabía que le exigiría respuestas y solo esperaba que tuviera verdaderas y no me mintiera en
nada.
— ¿Podemos ir a tu recámara? — pedí y asintió.
— ¡Pórtense bien chicos! — gritó Maokko — ¿Qué? — le preguntó a Elliot cuando
la fulminó con la mirada.
Gracias a Dios, Darius estaba totalmente recuperado y lucía como nuevo,
recordarlo como cuando lo rescatamos de los Vigilantes, era horrible.
Solo esperaba que tú, no lo dejaras peor.
— Supe lo de Sombra, espero que esté bien — dijo y luego me invitó a entrar, cerró
la puerta mientras yo me acomodaba en la cama.
— Yo también lo espero, ya sabes que no lo puedo ver, pero confío en que
Fantasma, esté enmendando su error — me miró extraño luego de escuchar lo que dije — ¿Por
qué omitiste el hecho de que Lía es tu hermana? — solté sin tapujos.
— No ibas a confiar en mí, si lo sabías.
— Confié en ti siendo un Vigilante, confié en Sombra aun después de saber que se
follaba a tu hermana — lo vi tensarse.
— No soy un puto Vigilante y Lía tiene el titulo de hermana pero jamás lo ha sido —
espetó — ni siquiera me llevo bien con el tipo al que debo llamar padre y si he considerado a Lía,
es solo por nuestra madre.
— El día que descubrí que eran hermanos, ella estaba como loca, desquiciada y le
prometió a Sombra no dañarte a cambio de que él se acostara con ella, no lo cumplió y eso me
hace creer que esa tipa no es de palabra, ni cumple las promesas.
— Lía está enferma y no fue ella quién me torturó sino Derek — mordí mi labio con
fuerzas ante la rabia que sentí al escuchar su nombre.
— ¿A qué te refieres con qué está enferma? — le cuestioné — ¿Y por qué me odia
tanto? — vi la desesperación en Darius al no saber como responderme — Responde y no me
mientas — exigí.
— Lo de enferma fue solo un decir — espetó — y te odia porque tú tienes lo que
ella no puede, la atención de Sombra.
— ¿Y Fantasma? — solté y me miró — ¿Por qué me odia?
— ¡Isabella! — se quejó.
— ¡Es lo mínimo que merezco de tu parte Darius y no quiero sacarte en cara nada,
fui a ese maldito almacén porque no podía dejarte allí, porque te considero mi amigo, mi familia,
pero necesito respuestas! — espeté.
— Él te odia porque su padre lo hizo odiarte — confesó y me sorprendió — le mintió
y le hizo creer cosas a tal punto que su odio por ti y tu familia fue lo único importante para él.

— ¿Su padre?
— Lucius Black, Isabella — me paré al escuchar aquello.
— Sombra me dijo que Lía era sobrina de Lucius, dime que no mintió — exigí
llegando a él y me observó con sorpresa.
— ¿Lía? — repitió y casi lo asesino con la mirada.
— ¡Me crees estúpida! — grité y se sorprendió — El día que me ayudaste a entrar a
Karma, vi a Fantasma y a Lía, pero ambos sabemos que ellos dos son la misma persona — dije,
diciendo por primera vez en voz alta la identidad de Fantasma, silencio rotundo quedó después
de confesar aquello, hablé luego de que me di cuenta, que Darius tardaría en reaccionar —. Vi su
identidad luego de disparar hacia a mi y que Sombra me protegiera, quitó su máscara y aunque
no vi su rostro, ese cabello cobrizo me hizo saber lo necesario, pero tu dices que Fantasma es
hijo de Lucius y si él, es en verdad Lía, entonces Sombra me mintió — terminé con amargura.
No quería decepcionarme de Sombra, pero era inetivable no hacerlo, desde un
principio, él se acercó a mí y estaba consciente que ambos éramos de bandos enemigos, pero
insistió en ser diferente y me afectó mucho saber que se acostaba con Lía, cuando decía ser mío,
aun así, lo dejé pasar y le di una segunda oportunidad sin que la pidiera y todo, porque siguió
demostrándome que estaba de mi lado, pero saber que hizo más para despitarme y no permitir
que yo llegara a Fantasma, en verdad me dolía, sobretodo cuando tuve la oportunidad de matarla
y aun así le perdoné la vida, por creerla indefensa y eso me dolía, mas al descubrir por su propia
boca que ella había asesinado a mi madre y no solo a mi padre y Elijah.
— Lucius la ha manipulado, yo intenté que no fuera así, pero ella se negó. Siempre
hay un doble de ella, para cuando quiere ser sólo Lía y despistar a todos.
— Lucius, tu padre — solté con odio y decepción.
— Solo porque el papel así lo dice, pero ese hombre no es nada para mí — escupió
— Sombra tiene una promesa de protegerla y sabe que tú vas detrás de ella, es por eso que dijo
tal cosa — su respuesta me indignó como no creí que pudiese hacerlo — ella y Sombra han sido
novios desde hace mucho, hasta que tu apareciste. La vida de Lía gira alrededor de Sombra y si
lo pierde es como perder todo, eso la vuelve loca, eso la hace odiarte.
— Eso no responde a mi pregunta, Darius, yo conocí a Sombra desde hace algunos
años, el odio de ella hacia mi, viene desde que yo llegué a esta ciudad o incluso antes y si tu y
ella son hijos de Lucius, entonces eran hermanos de Amelia, la novia de Elijah — deduje y vi
como sus abrieron demás.
— ¿Conoces a Amelia?
— ¡No! Sé de ella por su historia con Elijah y Elliot, pero no estamos hablando de
eso, no le des mas vueltas — pedí furiosa.
— Está bien Isa, lo acepto, somos hermanos, hijos de Lucius y Lía te odia no solo
por Sombra, sino porque cree que por tu culpa, asesinaron a Amelia — lo miré indignada e
incrédula pero luego recordé que Elliot había entregado a Amelia, para salvarme a mí — pero que
te quede claro que yo no comparto sus ideas, ni estoy de acuerdo en nada de lo que hagan, la
prueba de ello, es que casi me matan a causa de mi traición y agradezco, en verdad lo hago de
corazón, que te hayas arriesgado a salvarme, casi mueres por ello y eso no me lo voy a perdonar
— suspiré profundo luego de escucharlo.
— Ya no me importa por qué me crea culpable Lía — hablé harta — lo único
importante es que ella me ha quitado casi todo en la vida y no estoy dispuesta a dejárselo pasar,
tuve la oportunidad de matarla y no lo hice por considerar a Sombra y porque no sabía que ella
era Fantasma, pero te juro por lo mas importante que tengo Darius, que tu hermana me pagará
por cada lágrima que he derramado, por cada dolor que he sufrido y es bueno que no estés de
acuerdo con ellos y ojalá no te afecte nada de lo que voy a hacerles — advertí — Sombra
sobrevivió a la herida de bala pero te juro que si sigue protegiendo mas a esa estúpida, no me
importará quitarlo de mi camino, así lo haga por una promesa, él no me detendrá — aseguré y
suspiró fuerte.
— Quiero ayudarte — pidió seguro y eso me sorprendió un poco.
— Voy a matar al hijo de puta de tu padre, mataré a tu hermana pero comenzaré
por tu primo, Derek — advertí segura — ¿Estás seguro que quieres ayudarme en eso?
— Tú eres mi única familia ahora, pequeña dinamita — aseguró haciendo que mi
pecho se apretujara — dime a quién quieres primero, dame gente y yo lo pondré a tus pies — la
seguridad en sus palabras y la decisión en sus ojos era palpable.
— Quiero a Brianna Les, con ella, tendré al primer cobarde en mis manos — dije y
lo vi sonreír, lo hizo con cinismo y gracia, una sonrisa malvada que en otro momento, me hubiese
puesto nerviosa.
— Sherlock Lakes es su hogar, la tendrás esta noche — aseguró.
Derek estaba a punto de caer en su propio juego.

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Capítulo 19 (2/2)

ClaudiaGS21 ¡Feliz Cumpleaños! Dios te bendiga y cumpla todos tus sueños y deseos, espero te
la pases fenomenal y disfrutes tu día al máximo, este es mi humilde regalo, ojalá te guste...
¡Felicidades!

katyz9 Este capítulo también va para ti, gracias por tu apoyo, gracias por leerme y
aceptar lo que escribo, disfrútalo.

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~Capítulo 19~
[Parte 2]
— ¿Confías en él? — me preguntó Maokko luego de decirles a ella y a Caleb lo que
había sucedido.
— Confío en los resultados que me dará está noche, tampoco soy estúpida y si le
doy el beneficio de la duda, es únicamente porque me conviene — respondí mientras comía una
manzana.
— Confiaba en que no fueras tan tonta — habló Caleb sin despegar sus ojos del
portátil frente a él, lo miré incrédula pero él ni se fijó en ello —. Isabella tiene que usar todo lo que
esté a su alcance para lograr lo que quiere y si Darius trae a esa chica, entonces ninguno de
nosotros nos vamos a exponer, Derek caerá y cuando llegue el momento de esa tipa, entonces
Sombra y Darius demostraran a quien protegen — añadió con descuido y me miró — si a ti o a
ella — terminó.
— Espero que esos cabrones elijan bien, porque si no, yo misma me encargaré de
picarlos y luego soy capaz de comérmelos — hice cara de asco y tragué con dificultad el poco de
manzana en mi boca, luego de escuchar aquello. Caleb la miró mal — ¿Qué? — preguntó al ver
nuestra reacción — Si tenemos la fama de que los asiáticos comemos perros, entonces me
comeré a esos dos para demostrar que tan cierto es ese rumor.
— Sabes que no es un rumor — inquirí y tiré la mitad de la manzana al basurero,
ella solo se encogió de hombros.
Los tres seguimos planeando lo que haríamos con la mujer de Derek, Elliot se había
ido al club para ver a Alice y Darius estaba con algunos chicos de la orden para planear lo que
harían. Al terminar me fui directo hasta el cuartel, tenía que reunirme con los chicos y hacerles
saber algunas cosas con respecto a mis planes.
Dylan me recibió con un abrazo y me llevó hasta el salón de entrenos, Jane estaba
demostrándole a Connor, que tan bien había aprendido a utilizar el bokken y me guiñó un ojo
cuando desarmó a su novio con facilidad, Evan entrenaba con Tess y al ver a Dylan en esos
momentos conmigo, imaginé que si Jacob hubiese estado vivo, ambos habrían estado
entrenando juntos.
Pero no lo estaba y la vida seguía.
Así era.
El senador Gibson había girado nuevas órdenes para la organización, el gobierno
estaba feliz por los resultados que estábamos dando y debía admitir que todo era gracias a mi
hermano y a Tess, ellos eran los que se encargaban de Grigori, mientras yo me concentraba en
mi venganza y justicia personal.
— Necesito hablar contigo — pidió Tess un rato después y asentí mientras la
seguía a la oficina. Me tensé un poco cuando entró a la oficina de Elijah y quise darme la vuelta
pero recordé lo que me había prometido.
Era tiempo de seguir.
Y tenía que comenzar pronto.

Decidida, seguí mi paso y entré a aquella oficina que antes perteneció a mi tinieblo, no era fácil
estar allí, pero ya no costaba como antes, veía las cosas de diferente manera y aceptaba, cada
día un poco más, que la vida continuaba, mi vida continuaba.
— Supe que estuviste en Italia — dijo mientras secaba su sudor con una pequeña
toalla blanca.
— Así es, tuve que ir por unos días — respondí en tono neutro.
— ¿Algún día me dirás lo que tú y mis padres ocultan? — la observé intentando
parecer tranquila.
— No sé de qué hablas, según yo, no oculto nada, tus padres, no lo sé — dije
tajante y ella me miró haciéndome saber que no me creía nada — Tuviste la oportunidad de ir con
ellos y no quisiste, habrías comprobado entonces si ocultaban algo o no — murmuré recordando
lo decidida que estuve en un momento a que ella supiese de mis hijos.
— Está bien, dejaré ese tema de lado, por el momento — advirtió —. Daniel nos
informó que hemos sido ascendidos de rango, como organización y nos extenderán inmunidad a
nivel internacional, todo gracias a lo que hemos logrado últimamente.
— Eso es bueno, pero... ¿Para qué querríamos inmunidad internacional, si nuestros
trabajos son en territorio nacional? — dije analizando sus palabras. Como organización, teníamos
inmunidad y no podíamos ser tocados por la ley, ya que nuestros trabajos eran para el gobierno
— Y por otra parte, te felicito, tú y Dylan son los únicos merecedores de ese logro.
— Gracias y te equivocas, tu orden me ha ayudado con eso, sin pretenderlo y con
tu sola presencia, desviaste la atención de los Vigilantes y se descuidaron en áreas que se nos
había pedido controlar, dejaron de joder al país, desde que pusiste un pie en el, Sombra era mi
mayor problema, pero últimamente ha desaparecido y ya no jode mi vida como antes — reí con
sarcasmo luego de escucharla.
— Dejaron de joder al país, para joderme a mí — le recordé y sonrió con burla. La
manera en la que se refería a Sombra era con asco y estaba segura que si ella hubiese sabido el
estado de él, habría brindado de alegría.
— Cierto pero tu también los has jodido, — señaló, eso era cierto pero aun no los
jodía como yo quería — el punto es, que nos dieron inmunidad internacional porque quieren que
nos encarguemos de sus problemas internacionales — dijo haciendo comillas ante lo último — y
Daniel quiere incluir a tu orden como una organización aliada de Grigori, pidió reunirse contigo en
cuanto volvieras — avisó y asentí.
— Pensaré en ello — dije, tener apoyo del gobierno, siempre era bueno.
— Quiero pedirte algo mas, Isa — susurró pero cambió drásticamente de una mujer
de negocios a una chica tímida.
— Habla — la animé.
— Dentro de una semana se cumplirán tres años desde... — ¡Mierda! Sabía lo que
quería decir y no me agradó — desde que sucedió lo de Elijah y siempre hacemos una pequeña
ceremonia en su honor — no había querido sentarme pero en esos momentos lo hice —. Quiero
que des unas palabras en su honor y sé que es difícil para ti, pero él se lo merece Isabella, no
estuviste en ninguna de sus ceremonias y ya que estas aquí, en verdad deseo que nos
acompañes.
— Bien sabes que lo que me pides, es difícil, lo acabas de decir — le recordé y vi su
impotencia.
— Él se lo merece y tu mereces despedirte de él — alegó tranquila y llegó hasta la
silla a mi lado — Sé que Dylan te aconsejó seguir adelante y comparto eso, por eso te lo estoy
pidiendo, despídete de él y hónralo con tu presencia y tus palabras — negué con la cabeza a
aquello, me recosté sobre el respaldar de la silla y suspiré.

— No soy buena para las despedidas — me quejé y me observó con comprensión. Vi como se
fue hasta el frente del escritorio y sacó una caja pequeña de gamuza roja, llegó de nuevo a mí y
la abrió.
— No lo tomes como una despedida — dijo y sin permiso, tomó mi mano, en la que
tenía el brazalete, colgó un nuevo dije y quise llorar al verlo — tomálo como un nuevo comienzo,
uno que en verdad mereces — sus palabras eran sinceras y lo agradecí interiormente mientras
veía un pequeño corazón de plata, encima de él, había como agua corrida en color celeste, era
hielo.
Un corazón de hielo.
Sonreí con mis ojos brillosos de lágrimas al verlo.
— Un nuevo comienzo — murmuré y asintió — ¿Cuándo y dónde será? — pregunté
y sonrió con cariño.
— Dentro de tres días, en el cementerio donde sepultaron a tus padres.
— No prometo un discurso, pero lo intentaré — dije y sin esperarlo, me abrazó, lo
hizo volviendo a ser aquella hermana que un día fue para mi. La chica de fuego que me adoptó
como hermana desde antes que yo cayera en los brazos de su hermano.
Había llegado el momento de despedirnos.
— Es mi regalo de cumpleaños, atrasado — dijo separándose de mi y señalando el
dije.
— Y lo aprecio — susurré sincera.
Me fui hasta mi apartamento luego de hablar con ella, me sentía cansada del viaje,
no tenía sueño, ya que había dormido lo suficiente en el vuelo, pero mi cuerpo resentía las horas
que pasé sentada, tomé una ducha con agua tibia y luego de salir del baño y estar lista, me serví
un café. En mi cabeza aun rondaban las palabras de Tess y su petición, por mucho tiempo me
había negado a eso, pero esta vez era diferente y verlo como un nuevo comienzo, era mejor que
tratarlo como una despedida; a simple vista parecía fácil pero, cuando tomé un cuaderno y lápiz
para escribir algo, nada salía. Hubieron muchas cosas que siempre quise decirle a mi tinieblo,
pero no pude, ni podía, y tampoco podía hacerlo en esos momentos así qué, dejé el cuaderno de
lado y lo dejé para después.
Comenzaba a sentirme muy ansiosa al no tener noticias de Darius pero no
desconfiaba de él, tal vez era un error de mi parte pero algo muy dentro de mí, me decía que no
desconfiara de él.
Y no era yo, yo te decía que te lo follaras.
Tu querías que me follara a todo el mundo.
Mi móvil comenzó a vibrar y cuando lo tomé, mi corazón se aceleró al ver las
iniciales en la pantalla, mis manos temblaban cuando deslicé el dedo para aceptar la llamada.
— Diga — hablé fingiendo desconocer el número, solo por si acaso era una trampa.
— Bella — mi piel se erizó al escuchar su voz de robot y la manera que tenía de
pronunciar mi nombre, a pesar de eso, lo escuchaba débil — Cameron está aquí conmigo, esta
no es ninguna trampa — aseguró percatándose de mi desconfianza.
— ¿Estas mejor? — pregunté, dejando escapar el aire que había retenido, casi
podía escuchar a mi corazón, martillear en mis oídos y en verdad deseaba que él, no lo
escuchara.
— Recibí tu mensaje y aunque ahora mismo no pueda decírtelo a la cara, te lo digo
por medio de este aparato, estoy vivo por ti, no me iré de este mundo mientras tu estés viva — no
podía explicar lo que sentí en esos momentos, solo sabía que me asustaba y mucho — y espero
poder caminar pronto, recuperarme por completo y así buscarte.

— No te arriesgues entonces, sabes que llamarme es peligroso, recuperáte y luego me buscas —


pedí intentando sonar neutra — no quiero que Fantasma te descubra o Lía — dije probándolo.
— Fantasma se ha ido hace mucho y Lía no vuelve hasta mañana — aseguró y eso
me decepcionó más.
— Sombra, tal vez este no sea el momento pero quiero aclararte o recordarte algo
— intentaba controlarme al formular aquellas palabras, pero la presión que hacía en el móvil,
mostraba que no lo lograba mucho —. Con mis propias manos le arrebaté la vida a mi amigo, por
traicionarme, no vivas sólo para que yo te mate luego — advertí y escuché silencio un rato luego
de hacerlo.
— No te estoy traicionando Bella y te juro que si protejo a Fantasma, es sólo porque
debo hacerlo, ni él ni nadie está por encima de ti — aseguró.
— ¿Ni Lía? Tu novia — cuestioné, escuché que bufó.
— No es mi novia.
— ¡No me mientas! — exigí al recordar lo que Darius dijo — Sé que han sido novios
durante años.
— Lo fue, hace mucho pero no mas y si yo he follado con ella, no ha sido porque
sea mi novia, simplemente lo hice porque me convenía. Isabella entiende, cuando digo nadie está
por encima de ti, es nadie, sin excepciones — hasta ese punto, todo era muy confuso para mí, él
me seguía mintiendo y no sabía el por qué.
— Sé que tienes promesas que cumplir, pero ¿es con toda esa puta organización?
— pregunté harta.
— La promesa que hice es hacia Fantasma, pero el hijo de puta se aseguró que esa
promesa, abarcara a algunas personas, en algunas ocasiones la he querido romper, pero se ha
encargado de recordarme como se paga el romperlas — confesó y maldije.
— ¿Y si te ayudo a librarte de esa promesa? — propuse y lo escuché suspirar.
— Tú eres la que menos puede ayudarme, nena — susurró y deseé tenerlo frente a
mi en esos momentos. Me estaba volviendo débil con él y no podía permitírmelo.
Mi móvil vibró avisándome que había recibido un mensaje de texto, lo separé de mi
oído sin cortar la llamada y vi que se trataba de Darius.
Darius:— La tengo.
Fueron las únicas dos frases, pero bastaron para sacarme una sonrisa de
suficiencia. Ese mensaje me ayudó a recordarme que no podía ser débil.
— ¿Tu promesa abarca a Derek? — pregunté a Sombra, cambiando radicalmente
de tema.
— Por ese hijo de puta quise romperla la primera vez — aseguró con odio y reí.
— Te quitaré un estorbo del camino — dije con emoción. Fui a coger mi chaqueta,
las llaves del coche y el apartamento.
— ¿De qué hablas?
— De que al fin le cobraré una muy grande a ese mal nacido — inquirí —. Él un día
me utilizó como carnada y ahora mismo, yo tengo en mis manos a la carnada perfecta para él.
— Brianna Les — supuso de inmediato, reí y eso se lo confirmó — ¡Demonios!
Hubiese querido estar allí y ver el rostro de ese hijo de puta — se quejó. Mientras hablaba con él,
emprendía mi camino hasta el almacén.

— Tengo que dejarte — dije, tenía que llamar a Caleb.


— Juega con su mente — pidió de pronto y me sorprendí — juega con su puta
mente y hazlo desear estar muerto, pero no lo complazcas tan pronto.
— Lo haré Sombra ¿Alguna otra petición? — dije de manera juguetona.
— Sé una chica mala y haz que papi se sienta orgulloso — mordí mi labio para no
reírme luego de escucharlo decir aquello.
— ¡Wow! Acabas de alborotar mis demonios — exclamé.
— Déjalos así, hasta que pueda ir a calmarlos — pidió, de un momento a otro lo
escuché mejor — pero sobretodo, cuídate Isabella White, porque lo que harás es peligroso y no
viví por gusto.
— Prometo portarme muy mal, pero sobretodo, prometo vivir — aseguré — espero
verte pronto chico oscuro — me despedí.
— Lo harás, hermosa — aseguró y luego corté la llamada.
Al fin llegaba nuestro momento.
Y no pararíamos hasta llegar al último deudor.
(****)
Una chica rubia, con su delineador de ojos corrido y ojos llorosos, me esperaba,
sentada sobre una silla de madera, amarrada de pies y manos. Darius estaba a su lado y todos
los integrantes de La Orden del Silencio que lo habían acompañado, se encargaban de custodiar
el almacén. Llegué allí junto a Caleb, Maokko y Elliot — que se nos unió a último momento — él
no sabía lo que había hablado con Darius y solo supo lo que quise decirle.
— No me cuestionen en nada y solo hagan lo que yo les ordene — pedí con un tono
de voz fuerte mientras caminábamos hacia nuestra invitada.
— Nena, piensa bien las cosas — dijo Elliot, no estaba muy de acuerdo en mis
planes.
— Nada, Elliot — le hablé cortante — Y si te molesta lo que haré entonces vete —
vi su rostro de molestia al escucharme pero había sido clara con él.
— Es madre, tiene una pequeña de dos años, sólo te pido que no seas desalmada
con alguien que no lo merece — dijo y detuve mi camino para quedarme frente a él.
— Solo seré como fueron conmigo — le recordé y vi su impotencia — ¿O acaso yo
si merecía lo que me hicieron? — le cuestioné y entonces me observó con incredulidad y dolor.
— No, tú menos que nadie — dijo y noté que comprendía mi postura — Haz lo que
quieras, pero no olvides lo que eres — pidió, sabía a lo que se refería y solo asentí.
Seguí mi camino, ellos se quedaron un poco alejados pero atentos a lo que iba a
suceder, escuchaba como Brianna le suplicaba por ayuda a Darius, él ni siquiera la veía, se
concentraba solo en mí y en la satisfacción que reflejaba en esos momentos, al tener por fin, la
oportunidad de cobrarme una grande.
— Cumpliste — dije llegando a ellos.
— ¿Lo dudaste? — preguntó y me encogí de hombros — Yo no te fallaría a ti —
aseguró y le sonreí.
Esperaba que esas palabras fuesen ciertas.
Yo igual.
Miré a Brianna y mas lágrimas comenzaron a caer de sus ojos al reconocerme, ella
me recordaba igual o mas, de lo que yo la recordaba a ella.
— ¿Y la niña? — pregunté.
— Donde acordamos — respondió Darius y asentí.
— Por favor, no dañen a mi pequeña — suplicó y solo por un instante, hizo que me
pusiera en su lugar, ella tenía suerte que yo fuera madre.

— No soy tan desgraciada como tu marido — espeté — pero no me provoques y coopera, si no


quieres que cambie de opinión.
— ¿Qué me harás?
— Solo practicar contigo, lo que tu esposo me enseñó — dije y sus llorosos ojos se
abrieron demás.
— Él no es tan malo, te lo juro — reí al escucharla, ella no lo conocía como yo — sé
que lo quieres a él pero yo no te ayudaré — aclaró y reí mas.
— ¿Y quién dijo que tienes opción? — inquirí.
— ¡Tu me salvaste de tu novio una vez! ¿Por qué me usas ahora? — gritó
desesperada y odié que me hiciera recordar ese día.
— Quien te salvó ese día, era una persona totalmente diferente y ahora, lo único
que le agradezco a esa persona, es que te dejó vivir, para yo usarte y lograr mi objetivo —
aseguré — ¿Dónde se esconde esa rata que tienes por esposo?
— ¡Nunca te lo diré! ¡Ahh! — gritó cuando abofeteé su rostro.
— Intenta responder bien, te daré una nueva oportunidad — dije intentando
controlarme. Vi como comenzó a salir sangre de su boca.
— Sólo déjame vivir — suplicó — y déjalo vivir a él, es bueno, te lo juro — repitió y
negué.
— Tal vez contigo si, a mi me demostró ser un terrible monstruo — mascullé — y
solo quiero cobrarle las pesadillas que me ha provocado.
— ¿Qué le diré a mi hija cuando pregunté por él, si tu lo matas? — lloró, no había
escogido la mejor pregunta — ¿Cómo le explicaré que su papito no estará más para leerle su
cuento favorito o para llevarla a jugar al parque? — siguió y me giré para darle la espalda.
Esas estúpidas preguntas solo hicieron que recordara a mis hijos, la suya al menos
conoció a su padre, a los míos les fue arrebatada esa oportunidad.
— Haz lo que yo hubiese hecho si hubiera tenido un hijo de LuzBel — me giré y
hablé con suficiencia — Le dirás que su papito es un ángel, que se fue para cuidarla mejor desde
el cielo — repetí lo mismo que yo les decía a mis pequeños, ella negó y lloró a un mas — Ahora
me dirás dónde se esconde y yo te haré el favor de quitarle a tu hija, a un poco hombre que no le
importa violar a las mujeres — espeté y sus ojos se abrieron demás.
— ¡Mientes! — gritó y reí.
— Estas ciega por un puto espejismo — bufé — te demostraré que no miento, así
que habla si no quieres que me ponga muy mala contigo — amenacé y solo lloró más.
— Si ella no habla, yo tengo una mejor manera de hacerlo caer — habló Darius y lo
miré, sacó de su bolsillo un móvil y me lo dio — es de ella, lo he desbloqueado y tiene registrado
el número de él. Haz una videollamada y muéstrale lo que tienes en tus manos — sonreí al
escucharlo.
Tomé el móvil y lo tomé a él para alejarlo de Brianna, un macabro plan se había
formado en mi cabeza y se lo expliqué, estuvo dispuesto a ayudarme y entonces ordené que se
llevara acabo. Brianna gritó cuando Caleb y otros chicos de la orden, la colgaron sobre unas
cuerdas del techo y vio a Darius sin camisa, saqué mi daga y me acerqué a ella.
— No me dañes — suplicó de nuevo cuando desgarré su camisa con la daga — te
lo imploro Isabella, no me dañes, estoy embarazada — soltó y la miré a los ojos — apenas lo
descubrí hace una semana, tengo doce semanas de gestación, por favor, no me dañes — no la
iba a dañar físicamente pero mentalmente, no prometía nada.
— Espero que seas fuerte — susurré y continúe desgarrando su pantalón — hazlo
por tu hija y el pequeño ser en tu vientre. Cuando Derek me violó, también violó a una chica de
Grigori que estaba embarazada y luego la mató — dije en voz baja, ella no podía creer lo que
salía de mi boca — tienes a un hijo de puta mal nacido como marido, y me debe muchas. Tu me
ayudarás a cobrárselas — aseguré y gritó cuando hice un pequeño corte en su pierna. Lo hice
solo para que saliera un poco de sangre.

Y para que ella se aterrorizara mas.


Asentí hacia Darius y me alejé de ella, él caminó hasta la chica y ella comenzó a
retorcerse, marqué el número de ese cobarde y vi como la pantalla se desplegó y la imagen era
nítida, tres tonos después el imbécil respondió.
— Cariño, estoy un poco ocupado — reí ante su respuesta y lo vi en la pantalla.
— Lo siento mucho cielo, pero tendrás que hacer tiempo para mi — respondí con
voz melosa y burlona, sus ojos se desorbitaron al verme.
— ¡Derek! — gritó Brianna.
— ¡Hija de puta! — espetó al percatarse de lo que sucedía.
— ¿Recuerdas esta escena, cariño? — pregunté mientras me ponía de espaldas
hacia Brianna y Darius y nos enfocaba a los tres — ¿Cúales fueron tus palabras?
— No la dañes — pidió y negué.
— Respuesta incorrecta.
— ¡No la dañes o te juro que te arrepentirás!
— ¡Ah, ah! sigue siendo incorrecta — me burlé — ¡Recúerdaselas tu Darius! —
pedí, Darius se giró para ver a la cámara y sonrió con maldad.
— Dicen que el mejor sexo te lo da, la mujer de tu peor enemigo. Estoy a punto de
comprobar que tan cierto es — añadió y desabrochó su pantalón.
— ¡Mierda! ¡No! ¡No la toques! — gritó Derek con impotencia.
— ¡Por favor no lo hagas! — gritó Brianna, pero Darius la ignoró y enterró su rostro
en el cuello de ella para besarla, tomó su cintura y abrió sus piernas.
— ¿¡Qué quieres Isabella!? Dime lo que quieras y lo hago, pero por favor no la
toques, no dejes que la toquen — chilló con súplica y le hice un seña a Darius para que se
detuviera.
— Si quieres a tu esposa, ven tu mismo por ella — pedí, escuché como alguien le
dijo algo y sonrió con suficiencia.
— Que tal si mejor la dejas salir de allí por la buenas — dijo y su tono volvió a ser
altanero — Mira donde estoy yo — me mostró un pequeño cuarto, habían muchos aparatos de
hospital y un hombre enmascarado sobre una camilla, eso no podía estar pasando.
¡Mierda!
— Cambio de las reglas del juego — dijo la voz robotizada de Lía, siendo Fantasma
y apareció en la pantalla — será muy fácil para mi matarlo, si tu no dejas salir a Brianna de allí.
— Después de todo lo que hiciste para salvarlo, sería absurdo — hablé intentando
ser fuerte.
— Suelta a mi mujer o lo mato — amenazó Derek y maldije interiormente, no era
posible que me arrebataran mi oportunidad de las manos.
Sentí mi móvil vibrar y lo vi sin enfocarlo, mi alma volvió a mi cuerpo cuando leí el
mensaje recibido, Darius estaba esperando mi respuesta para continuar en su papel.
— No sé porque piensan que voy a desperdiciar mi tiempo en salvar a un lameculos
como ese — dije de manera despectiva — mátalo si quieres, pero recomiendo que no te tardes,
porque no creo que Brianna y el pequeño en su vientre, soporten tanto — solté y de nuevo vi esa
expresión que tanto me gustaba en su rostro —. Tu mujer no es tan fuerte como Elsa, cobarde,
así que te recomiendo que no me hagas perder el tiempo y no pierdas el tuyo.
— ¡Voy a matarlo! — amenazó apuntando un arma a la cabeza de Sombra.
— Pues hazlo ya y luego concéntrate en lo importante — le animé.
— Hija de puta, esto lo vas a pagar caro — dijo Fantasma.
— Tú no te metas imbécil, esto es entre Derek y yo, cuando llegue tu momento de
suplicar, entonces tendrás mi atención — espeté.
— ¿Qué hago para que no la dañes? — interrumpió Derek siendo de nuevo un
maldito llorón.
— Espera mis indicaciones para que tomes su lugar — dije de manera sencilla y le
sonreí — y ruega para que tu puta sea fuerte y soporte todo lo que se viene encima, mientras mis
órdenes te llegan — dije tajante.
— ¿Y mi hija? — preguntó asustado.
— Calma, te daré tu tiempo para que te despidas de ella — prometí con una sonrisa
burlona — Tardé pero no olvidé Derek, y mi venganza será mucho peor de lo que te imaginas —
aseguré — hazme el favor y mata ya a ese estorbo que tienes en la camilla — le animé y lo
escuché maldecir. Corté la videollamada y vi a Darius llegar a mi.
— Arriesgaste a Sombra — dijo en un tono raro, entre asombro, miedo y
preocupación.
— Para nada, ese no era Sombra — aseguré y entonces sonrió.
— Das miedo pequeña dinamita.
— Soy como debo ser con quienes me traicionan y con quienes me la deben —
aseguré y su expresión cambió totalmente — me enseñaron a jugar en las grandes ligas, me
educaron bien y ¿sabes qué? Superé a mis maestros — dije con suficiencia y le guiñé un ojo.
Esa era una clara advertencia.

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Capítulo 20 (1/2)

Gabrielapalma361 & tetimarie_ gracias inmensas por el apoyo que me dan, este capítulo va para
ustedes y ojalá lo disfruten tanto o mas que yo al escribirlo. Tetemarie_ por favor no beses a
Trump 😂.
Feliz jueves a todos y todas, nos leemos algún día de la otra semana.
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~Capítulo 20~
[Parte 1]
— ¡Si esa mujer llega a salir de aquí, si Derek o algún otro Vigilante descubren su
ubicación, juro por la poca humanidad que me queda, que me lo pagarán con su vida y esto va
para todos, sin excepción alguna! — dije hacia los chicos de La Orden y sobre todo hacia Darius y
Elliot.
— Esta no eres tú Isabella, no te pierdas más — pidió Elliot y vi a Maokko sonreír
con burla.
Era un exagerado, tampoco eras una vampiresa.
¡Tú cállate!
— Te equivocas Elliot, esta soy yo, la auténtica Isabella White, la que formaron
cada uno de los imbéciles que me hirieron — recalqué — que tú quieras seguir viendo a la vieja
Isabella, es tu problema, pero no he fingido en ningún momento. Si estás conmigo, bueno, si no,
vete y no me estorbes, no quieras hacerme cambiar de opinión o darme lecciones de moral — le
reproché, luego de discutir por un largo rato acerca de lo que había hecho con Brianna.
Por supuesto que Darius no la iba a violar, jamás le permitiría hacer tal cosa y si
bien es cierto que quería devolver el daño que me habían causado, tampoco lo iba a hacer con
alguien inocente y mucho menos dejaría que una mujer, viviese lo mismo que yo. Simplemente
iba a hacer pagar a quienes me dañaron y estaba haciendo caso al consejo que Sombra me
había dado; jugaba con la mente de Derek, tal cual él jugó con la mía al hacerme escoger de
manera inconsciente entre Elsa y Tess.
Pero tú lo harías peor.
Así como se lo advertí a él.
Tardé con mi venganza, pero sería peor de como él lo hizo conmigo y mi decisión
de hacerlo esperar, era por eso y por otras razones.
— ¡Demonios! Isabella no quiero contradecirte nada, pero la chica está
embarazada, si la torturas no lo soportará y tenerla tres días así... ¡Puf! — bufó — siento que es
demasiado.
— ¿Por qué tres días? — preguntó Caleb, dudé en responder a eso, pero no tenía
porque ocultar nada.
— Porque tengo que despedirme de alguien y quiero hacerlo mientras aun sea yo,
mientras aún queda un poco de la vieja Isabella — dije y evité ver a Elliot.
— La ceremonia de LuzBel — dedujo y callé — pensé que como siempre, no
asistirías a ella y menos para despedirte.
— Pensaste mal y mientras ese día llegue, quiero seguir teniendo un poco de mí
anterior Isabella dentro, además de que ese tiempo me servirá para volver loco a ese mal nacido
y lo vuelvo a repetir, no me fallen en esto porque no respondo — advertí. Darius me observó
extraño luego de decir aquello.
Giré todas mis ordenes, le expliqué a Caleb lo que quería que hiciera y luego me
marché del almacén; cuidaríamos a Brianna por su embarazo y la niña estaba siendo cuidada por
chicas de la orden, lastimosamente, ellas solo estaban en el lugar equivocado, pero yo,
aprovecharía esa equivocación. El móvil de la chica estaba en mis manos, solo para poder seguir
jugando con ese imbécil, aunque Caleb tuvo que hacer algo con él, para desconectar cualquier
rastreador que tuviese conectado y luego yo, tuve que apagarlo después de hartarme de todas
las llamadas y mensajes que envió el idiota, algunos con amenazas y otros con suplicas; me reí al
pensar en lo patético que uno llegaba a ser, cuando estaba en las manos de personas si corazón.

Tú estabas siendo una persona sin corazón.


Solo porque se lo merecía, recuerda que antes, también fui una persona patética.
Buen punto.
Vamos Bella, no te detengas que ese no soy yo, sigue enorgulleciendo a papi.
Fue el mensaje de Sombra al percatarse que querían chantajearme, admito que
sentí un enorme alivio cuando lo recibí y también supe que él me estaba observando, igual que
Fantasma y Derek.
Los siguientes dos días, pasé enviándole audios a Derek con quejas de Brianna y
algunos más crueles de su pequeña hija cuando lloraba por hambre o algún capricho que las
chicas no le cumplían, la niña era muy hermosa y tuve la oportunidad de conocerla, cuando fui a
percatarme de que estuviera bien y sana; jugué un rato con ella y a pesar de lo que le estaba
haciendo a sus padres, disfruté de ella y deseaba que un día, me perdonara por lo que iba a
hacerle. Sus ojos azules, cargados de inocencia, me hacían pensar en mis hijos, la diferencia era,
que yo me desharía de su padre por venganza; del padre de mis hijos, se deshicieron por simple
diversión.
— ¿Cómo te llamas pequeña? — le pregunté en algún momento.
— Soy la pincesa Danik — dijo y sonreí.
— Seguro que tendrás un hermoso príncipe — aseguré siguiéndole el juego y me
regaló una sonrisa jueguetona.
— ¡Papi es mi píncipe! — gritó con emoción y mi sonrisa se borró en ese momento.
Odié que Derek haya tenido que ser un hijo de puta conmigo y mi gente, maldije interiormente
porque se atrevió a dañarme de una forma tan horrorosa y luego procreó a una hermosa nena
que lo creía un verdadero príncipe, cuando solo era el peor de los villanos que alguna vez conocí
— ¿Y mami? — preguntó queriendo ponerse triste.
— Prometo que pronto estará contigo — aseguré y sonrió.
Me quedé con ella hasta que se durmió en mis brazos y luego me fui hasta el
apartamento.
La ceremonia de Elijah sería al día siguiente y yo aún no tenía idea de lo que iba a
decir; no sabía, ni siquiera quería intentar despedirme de él, tampoco sabía cómo empezar de
nuevo, me negué por tanto tiempo a ello que verlo tan cerca, me aterrorizaba. Había garabateado
algunas palabras en el cuaderno, pero no me convencían, las sentía muy actuadas y no quería
eso para un momento tan importante.
— ¿Qué haces? — escuché a Sombra decir, mi móvil había vibrado y respondí de
inmediato al ver que se trataba de él.
— Nada que te importe — bufé, vaya que era perra, pero me salía de manera
natural.
Definitivamente.
— ¿Estás con la regla? — cuestionó con diversión y reí.
— Idiota, claro que no y lo siento, solo estoy estresada, no quise ser pesada.
— No tienes por qué estresarte, estás haciendo todo a la perfección, incluso
superaste mis expectativas — halagó y suspiré.
— No es eso lo que me tiene así — solté el aire retenido — ¿Cómo me despido de
alguien a quien nunca quise dejar ir? ¿Cómo comienzo de nuevo? — pregunté y pasé mi mano
por mi rostro, me sentía muy frustrada.
— ¿Por qué me preguntas eso?
— Mañana se cumplen tres años de lo... de lo de Elijah — no sabía por qué razón le
decía esas cosas a Sombra, pero me sentía cómoda al hacerlo — como todos los años, después
de ese día, hacen una ceremonia en su honor, jamás he querido asistir, pero Tess me pidió
hacerlo esta vez, dar unas palabras en su honor, le expliqué que odio las despedidas y ella me
aconsejó que lo tome como un nuevo comienzo, pero — me quedé en silencio sin saber cómo
explicar lo que me pasaba.

— Tienes miedo de hacerlo — dedujo y seguí callando — sientes que lo vas a traicionar y no lo
merece — siguió y reí sin gracia.
— A veces pienso que es absurdo, que fui una idiota al haberme enamorado de un
tipo frio, arrogante, mujeriego, un hijo de puta cabrón que siempre tuvo para mí, un corazón de
hielo — bufé con frustración y enojo mientras observaba el dije que Tess me había dado.
— Has escuchado eso que dicen, de que, hasta un corazón de hielo, se derrite en
las manos correctas — abrí demás mis ojos al escucharlo.
— ¿Sabes, Sombra? A veces siento que lo odias con toda tu vida, otras siento que
lo defiendes y justificas ¿Estabas enamorado de LuzBel? — bromeé solo para liberar un poco la
tensión que sentía, lo escuché reír.
— Solo trato de ser tu amigo y no solo tu... ¿Amante? — me reí y seguí hablando
con él.
Mientras lo hacía, supe lo que podía decir en la ceremonia, me sentí con fuerzas y
valor para hacerlo, comprendí que era lo justo para mí y necesario para mi salud mental, por
primera vez en muchos años, no sentí miedo de dar ese paso al que me había negado por tanto
tiempo.
E imaginaba que todo se debía al chico oscuro.
No imaginabas mal.
(****)
Caminaba sobre el angosto camino de asfalto del cementerio, hacia el grupo de
personas ubicados a casi treinta metros de mí; todo el lugar estaba siendo custodiado por gente
de Grigori y La Orden del Silencio — sin descuidar a mi honorable invitada, por supuesto —. Elliot
me acompañaba, a pesar de nuestras discusiones, era el único que quería a mi lado en un
momento tan importante de mi vida y él estaba allí para mí, siendo mi mejor amigo, mi ángel.
Myles y Eleanor habían llegado para el acto en honor a su hijo, Caleb, Maokko, Evan, Connor,
Jane, Dylan, Tess, Dom, Roman, incluso Darius, se encontraban vestidos de manera formal, me
sorprendí al ver a Alice e imaginaba que Elliot era el culpable, pero mis ojos casi se desorbitaron
al ver a Laurel, después de tantos años, después de darme el mejor regalo de mi vida y las
mejores noticias. Sonrió de manera genuina al verme, devolví ese gesto y por inercia llevé mi
mano hacia mi relicario y me guiñó un ojo.
Mi corazón se aceleró cuando estuve cerca de ellos, solo me esperaban a mí para
dar inicio al acto, asentí en forma de saludo a todos y cuando el sacerdote — amigo de la familia
Pride — comenzó a hablar, me transporté al día del sepelio de mi padre y Elsa y casi sentí a
Elijah a mi lado, en el momento que, sin pretenderlo, Elliot tomó mi mano en señal de apoyo, igual
que Elijah lo hizo en su momento.
Pero estábamos allí por él y no por papá.
Tragué fuerte cuando me di cuenta donde estaba, había estado allí antes, frente a
la tumba de Elsa, pero jamás quise fijarme en aquella lapida, forjada en piedra, que estaba a su
lado; era la primera vez que la veía y juro que quise salir corriendo en el momento que la vi.
Eso no era fácil.
Y me aferré a Elliot con fuerza cuando me atreví a leer aquel epitafio.
Elijah Pride
Amado hijo, hermano y amigo...
Excelente líder y heredero único.
Vivió para amar y murió por amar.
Quise correr, llegar al apartamento, encerrarme y llorar luego de leer tan cruel
epitafio, cruel para mi alma, para mi corazón oscuro y cegado por la ira que su muerte me había
dejado.

— Tú puedes Isabella — susurró Elliot y me sentí mal por la fe que él tenía en mí, cuando por
dentro, yo me sentía rota e incapaz de estar un minuto más, rodeada de tantas personas que
aceptaban lo sucedido, que habían aprendido a seguir adelante, mientras yo me quedé
estancada.
Me quedé helada cuando sentí como alguien tomaba mi otra mano, era Laurel,
quien, sin pedir permiso, llegó a mí para entregarme su apoyo, para sacarme de mi mierda, así
como lo hizo en el pasado, me tendió un pañuelo blanco y solté a Elliot para tomarlo, ni siquiera
había sentido que estaba llorando y si no fuera por ellos dos, quizás habría caído. Así como Elliot
me salvó del suicidio, estaba de nuevo a mi lado para salvarme, así como Laurel me sacó de mi
depresión y locura, estaba ahí para mantenerme de pie, justo en un momento donde volví a ser
débil, la vieja Isabella. Luego de que Myles dijese unas palabras muy emotivas, me cedió la
palabra, pero había olvidado como moverme, todos los chicos me observaron y sonrieron, Darius
me veía con dolor, con pena, pero también sonrió en señal de apoyo y el apretón que sentí en
ambas manos, me animó a dar ese paso, al que tanto temía.
— No sé cómo empezar — dije fuerte, viendo a la lápida de Elijah y no a los
presentes. Abrí el papel que tenía doblado en mi mano y luego de leer lo que había escrito, lo
arrugué —. Escribí muchas cosas, pero ahora que estoy aquí, por primera vez, siento que esas
palabras no son nada — continué y me giré para ver a las personas presentes, Elliot me sonrió
animándome y suspiré fuerte —. Cada uno de ustedes, aquí presente, lo está porque son
personas cercanas e importantes, en mi vida y también lo fueron en la vida de la persona que hoy
nos hace reunirnos, para muchos, es una vez más aquí. Para mi, es la primera vez que estoy
presente, antes no quise hacerlo, no porque no me importaba, sino porque no era capaz de
hacerlo — mi voz y mis manos comenzaron a temblar pero seguí —. Siempre odié las
despedidas, porque éstas duelen, pero ahora también sé, que comenzar de nuevo, puede doler
más y si hago esto, es porque Elijah se lo merece, yo me lo merezco; cuando él murió, quise
morir y seguirlo, algunos fueron testigos de ese hecho y las marcas en mis muñecas, son la
prueba de ello — dije alzándolas, los que no eran cercanos a mí, se sorprendieron y cuando mis
ojos se conectaron nuevamente a Darius, tuve la intuición que él, no deseaba estar allí y no tenía
idea del por qué — pero tiempo después, me di cuenta que morir habría sido demasiado fácil y lo
que él hizo por mí, fue demasiado valiente como para enviarlo a la basura. Entonces, decidí vivir
sin él, me dispuse a una vida llena tristeza y dolor, todo por él, para honrar su memoria y no ha
sido fácil, pero lo he logrado hasta hoy — me giré de nuevo hacia la lápida —. Tu ausencia
cambió mi vida Elijah Pride, pero el tiempo que pasé a tu lado lo hizo mucho más; me quemaste
con tu frio y me enseñaste a amar sin esperar amor a cambio, nunca dijiste lo que quise
escuchar, pero tus acciones me dieron esperanzas, contigo aprendí que las etiquetas salen
sobrando y que los ángeles, no siempre vienen del cielo o tienen alas blancas — limpié las
lágrimas que salían de mis ojos y seguí —. A si mismo comprendí que tu jamás te irías de mi vida
sin dejar huella, claro que no, me dejaste una doble — intenté reír al recordar a tan hermosas
huellas — te negaste a darme muchas cosas en vida, pero al morir, me lo diste todo y por eso
ahora estoy aquí, para decir gracias, para decirte adiós, aunque mi corazón se niegue a ello y
para decir que lograste tu objetivo. Recuerdo tu cuerpo lleno de tatuajes, el mío ahora lleva los
tuyos — recordé sus palabras mientras estábamos en el estudio de la universidad — y te doy las
gracias por ellos, por todo lo que me diste y lo que no pudiste, por lo que me dijiste y lo que no,
gracias por estar siempre para mí, gracias por darme una familia, gracias por haber llegado a mi
vida, gracias por haberme dejado amarte y si algún día vuelvo a verte, espero que todo sea como
al principio y correspondas aquella sonrisa que no devolviste — sonreí al transportarme a la
primera vez que lo vi en la cafetería de la universidad — cuando yo era la chica nueva y tú el
chico con corazón de hielo del cual me enamoré... Te amo y lo haré siempre — finalicé y cuando
me giré a todos, mordiendo mi labio para no sollozar, me encontré a muchos con lágrimas en los
ojos incluido al sacerdote que escuchó atento todo y a Darius que me veía con impotencia.

Elliot llegó a mi y me abrazó con fuerzas, intentando reconfortarme y aunque no servía para eso,
si me ayudaba a saber que no estaba sola, ya había dado el primer paso y por primera vez en mi
vida, quería dejar a Elijah descansar en paz, vivo en mis recuerdos, pero mirando hacia adelante
e intentar ser feliz. Eleanor y Myles agradecieron mis palabras e informaron que regresarían a
Italia al día siguiente, siempre con el mismo régimen que los hacía viajar Caleb y todo por la
seguridad de mis tesoros, los chicos también se acercaron a mi y dijeron que se sentían felices
por lo que había hecho, por mi decisión, Dylan y Jane eran los mas felices, lo demostraban a
cada momento. Connor se fue un instante y lo encontré hablando con Laurel, no había tenido la
oportunidad de hablar con ella y quería agradecerle el apoyo que me brindaba.
Ves que si se puede llevar bien con algunas socias.
¡Maldita voz idiota! Ella no fue mi socia.
Caminé hacia ellos y me fue difícil ignorar a Alice, quien se encontraba con Elliot y
Darius, cerca de donde estaban Laurel y Connor, me sonrió pero aunque quise, no pude devolver
la sonrisa y Laurel, siendo una mujer muy observativa, notó lo que había pasado.
— Si las miradas mataran — ironizó con burla cuando llegué a ellos y reí.
— Tú ya estarías muerta desde hace mucho — le dijo Connor y ella lo golpeó en el
brazo.
— Que bueno que estés aquí — dije y le agradecí su apoyo.
Hablamos un rato los tres y luego Jane llegó por Connor y se lo llevó, hablamos
animadas y caminamos hacia los coches cuando el momento de marcharnos llegó, la acompañé
al de ella y detrás del coche, estaba el de Alice, ella también iba a marcharse en esos momentos,
pero aún estaba alejada.
— Entonces son dos — repitió Laurel sin poder creerlo — Ya decía yo que él, no se
iría sin dejar repuesto — dijo y sonreí.
— Aiden y Daemon, te los presento — dije abriendo mi relicario y dejando que viera
la foto de mis gemelos. Su boca se abrió en una perfecta y grande O, me miró y luego volvió a ver
la foto, su expresión fue épica.
— Son los chicos mas hermosos que he visto en mi vida — exclamó — y él,
definitivamente será la copia exacta del padre — señaló a Daemon y sonreí.
— Son gemelos Laurel ¿por qué solo Daemon será copia exacta? — señalé y
sonrió.
— Me refiero a todo, sé que son idénticos, pero ese pequeñin, tendrá la actitud de
su papá — afirmó —. Me alegra que hayas hecho esto Isa, te lo mereces y tus hijos también.
— Fuiste de mucha ayuda Laurel, el regalo que me diste, me sacó de la miseria —
confesé y sonrió. Cerré el relicario cuando vi que Alice se acercaba — ¿Fuiste tú quién lo
escogió? — pregunté señalando el objeto y negó.
— Mi padre tiene un negocio de joyería, es como un pasatiempo para él, Elijah
sabía de eso porque papá fabricó el de él. Me pidió una réplica exacta y entonces me encargué
de que lo fabricaran — dijo y mi corazón comenzó a acelerarse al escuchar eso.
Sólo tú y yo podemos abrirlo, el padre de Laurel hizo un excelente trabajo, solo tu
huella y la mía están grabadas en él>>
Recordé y palidecí.
— ¿Estás bien? — preguntó Laurel — Te pusiste pálida Isa — dijo y negué. Mis
manos comenzaron a temblar, vi que Alice abrió la puerta de su coche pero se quedó
observándonos cuando escuchó lo que Laurel decía.
— Sabes el mecanismo de este relicario — aseguré y Laurel me observó
confundida — ¿Cómo se abre? — pregunté con la voz entrecortada y ella no entendía el por qué.
— Pues con tu huella, te acabo de decir que es una réplica exacta del de Elijah —
dijo y lo tomé entre mis manos.
¿Qué demo... Esto era una pésima broma.
— Tú no me dijiste nada de eso el día que me lo entregaste — afirmé.
— Bueno, lo olvidé pero lo supiste luego ¿no? — ella no entendía mis razones para
hacer esas preguntas.
— También está grabada la huella de Elijah — solté y se sorprendió.
— ¿Cómo supiste eso? — preguntó aturdida pero antes de responder, vi como Alice
se marchaba como alma en pena.
Esa perra sabía algo.
Laurel pidió explicación de lo que pasaba y le comenté acerca de mi alucinación con
Elijah, ella no podía creer lo que salía de mi boca y me aconsejó que averiguara todo con detalle
antes de actuar, sus consejos fueron de mucha ayuda pero su información aun más. Me pidió que
hablara con Evan, ya que él había estado en la investigación de la explosión de aquel edificio, me
despedí y agradecí su ayuda, luego busqué a Evan pero se había marchado.
Miles de pensamientos llegaron a mi cabeza en esos momentos, justo cuando había
dado un gran paso, llegaba algo que me hacía retroceder una vez más; mi vida era un mal chiste
y comenzaba a decepcionarme como jamás lo había estado. Llamé a Evan y le pedí vernos en el
cuartel, llegué de inmediato allí, no podía esperar mas tiempo.
— ¡Bella! ¿Qué sucede? — preguntó cuando llegué a la oficina de comunicaciones
donde él y Connor trabajaban.
— Necesito que me digas y muestres todo lo que inventigaste en aquel edificio,
luego de la explosión dónde Elijah murió — pedí y se sorprendió.
— Acabas de despedirte de él y ahora quieres eso — señaló y lo miré de manera
fría —. Bien, pero antes debo advertirte algo — dijo y callé impaciente para que él hablará —
Jacob también estuvo a cargo de esa investigación y luego de lo que descubrimos de él, ya no
creo que esa investigación haya sido tan verídica — maldije al escuchar aquello —, toma asiento
— invitó y lo hice de inmediato.
Lo vi sacar algunos documentos y luego encendió la computadora, comenzó a
explicarme paso a paso lo que habían hecho y luego me mostró un vídeo aéreo que habían
tomado cuando intentaban llegar a tiempo para nuestro rescate, revivir aquellos momentos no era
bueno pero si necesarios.
— Derek y Fantasma estaban en el edificio al momento de la explosión — dije y
asintió —, aun me cuestiono cómo es que ellos salieron vivos de allí y no él.
— Es porque la bomba que hizo... explotar a LuzBel, no estaba precisamente en el
edificio — dijo y cerré mis ojos — la habían implantado en su cuerpo, Isabella y cuando se
aseguraron que ellos no correrían peligro, entonces hicieron explotar el edificio — mis manos se
hicieron puño al saber aquello.
Seguí observando el vídeo y allí se veía claro cuando Elliot me sacaba en sus
brazos.
— Mira allí — dijo congelando la imagen, en la parte trasera del maldito lugar, se
veía a tres personas salir y casi me da un ataque cardíaco al reconocerlos.
¡Tenía que ser una puta broma!
— No puede ser — susurré y me puse de pie.
— Sé de tu cercanía con él, sé que te ha protegido Bella, pero no sé si te ha dicho
que él fue testigo de lo que te sucedió — opinó Evan observando atentamente mi reacción —
Tess ha ordenado matarlo, luego de ver este vídeo — dijo y lo miré sin saber que decirle.
Mi decepción era demasiada en esos momentos.
El chico oscuro resultó ser un maldito hipócrita.

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Capítulo 20 (2/2)

Ruby aquí está tu capítulo, ojalá t guste, aunque mis planes para Derek son otros, luego lo
comprenderás.
LiinaSR este capítulo también es para ti y espero que lo disfrutes mucho, gracias
por el apoyo que me dan.
Perdón por haberme ido, pero solo me tardé un día en actualizar, no fue mucho.
Ojala les guste el capítulo, entramos a la recta final y ya pronto se llega el último capítulo, muchas
van a llorar lo sé.
Nos leemos el martes, los y las quiero.
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~Capítulo 20~
[Parte 2]
— ¿Por qué querías saber esto? — había preguntado Evan luego de lo que me
había dicho.
— Me han pasado cosas muy raras últimamente, Evan. Probé una droga que me
hizo alucinar cosas... o eso creo — dije y su atención fue total —. Aluciné a Elijah, creí estar con
él, pero luego me convencí de que fue solamente eso, una alucinación, pero ahora, al hablar con
Laurel, me dijo cosas que yo ya sabía y no por ella — tomé el relicario entre mis manos,
recordando todo — me lo dijo él, en una alucinación — dije por cuarta vez y me observó extraño.
— ¿Qué te dijo?
— Me habló sobre el relicario que él me dejó, dijo quien lo había fabricado y cómo
podía abrirse — confesé y su rostro se llenó de dudas — ¿Puede ser eso posible?
— No, a menos que no haya sido una alucinación o alguien más, aparte de Laurel y
tú, supieran la misma información — dedujo y mi corazón dio un vuelco —. Bella, el relicario de
LuzBel fue encontrado por Jacob, lo supe al investigar entre sus cosas; en su computadora
encontré documentos sobre algunas investigaciones que él hizo, allí aparece el fabricante del
relicario, ya que son también rastreadores y el de LuzBel, definitivamente requiere su huella para
abrirlo, el tuyo requiere la tuya — un poco de la información que me dio, me provocó cierta
decepción y recordé la manera en la que ese relicario llegó a mis manos, todo fue un plan de
Jacob.
Algunas muertes si merecían la pena.
Y después de todo la de él lo valía.
— Pero también se puede abrir con la de él, Evan — informé — yo no lo sabía
hasta ese día que él lo abrió y dijo que también podía con su huella, Laurel olvidó decirlo y ahora
que yo le dije eso, se sorprendió mucho. Es por esa causa que estoy aquí, hace mucho creí que
Sombra podía ser Elijah, pero confirmé que no y mi esperanza murió, pero ahora, justo hoy que
decido despedirme de él, aparece la duda de nuevo, al confirmar lo que mi alucinación dijo —
hablé desesperada y noté que Evan comprendía mi punto.
— Puedo ayudarte a llegar al fondo del asunto, pero quiero que mantengas la calma
y sobre todo que no te ilusiones con algo que puede tener otra explicación y no la que esperamos
— dijo tomándome de las manos y haciendo que volviera a sentarme — recuerda que esto puede
ser un mal juego y esa droga, pudo hacerte creer estar con LuzBel, cuando en realidad pudiste
haber estado con alguien más — inquirió y eso realmente me tensó —, esas cosas pasan Bella,
ya nos han infiltrado a alguien antes, sabemos que no es imposible que lo hagan, así qué,
debemos estar preparados para cualquier cosa, incluso otra traición.
¡Otra!
Estaba harta de eso, pero Evan tenía razón, debía esperar cualquier cosa.
— No me crees loca ¿cierto? — dije al sentirme vulnerable y sonrió.

— Para nada, te creo fuerte y de corazón espero que esto no sea lo que estoy pensando —
advirtió y lo miré con dudas — ¿Qué pasaría, si existiera la posibilidad de que LuzBel haya
sobrevivido? ¿Si tal vez hizo un cambio para que tú vivieras? — preguntó y eso me tomó por
sorpresa.
— Todo depende de lo que haya hecho después de ese supuesto cambio — dije y
suspiré — si estuviese vivo, definitivamente volvería a ser la mujer más feliz del mundo, lo dejaría
explicarme las cosas y luego comenzaríamos de nuevo — cada palabra salió con ilusión — pero
si él, estuviese vivo y de alguna manera ha sido consciente de mi sufrimiento y aun así lo ha
permitido, definitivamente lo prefiriera muerto — hablé con seguridad y dolor. Evan solo me
observó atento y frunció su ceño.
— Los rastreadores de ambos relicarios están apagados — informó cambiando de
tema — si tú me lo permites, puedo activar el tuyo, solo un rastreador igual captará tu señal y si el
de LuzBel sigue apagado, entonces no habrá problema, pero si otro más logra conectarse a ti,
tendré mucho material para trabajar e investigar, si eso pasa, yo también podré rastrear al
poseedor y averiguaremos de quién se trata.
— Hazlo — dije sin duda y asintió.
— Te prometo llegar al fondo de esto, averiguaré quién fue el responsable de tu
alucinación y quién más tiene esta información — aseguró y asentí — solo te pido que no te
ilusiones, pero también que te prepares para cualquier sorpresa y, sobre todo, actúa como si esto
jamás hubiese sucedido — aconsejó y asentí.
— Gracias Evan — susurré y me sonrió.
Era difícil no hacer lo que Evan había dicho que no hiciéramos.
Estaba totalmente de acuerdo con eso.
Un terrible dolor de cabeza comenzó a apoderarse de mí, pero lo ignoré y me puse
en marcha hasta el almacén, el momento de ocuparme de Derek había llegado y teniendo tantas
dudas en mi cabeza, no iba a darle más larga al asunto.
(****)
Derek estaba al borde de la locura cuando le llamé, el maldito ya no sabía si
ofenderme, halagarme o suplicarme y eso me causaba risa, ordené a Caleb ir por él al punto que
habíamos quedado y si era inteligente y valoraba la vida de su mujer e hija, haría todo al pie de la
letra. Caleb tenía ordenes de desnudarlo, hacer que lavaran su cabeza y detectar cualquier
rastreador posible en su cuerpo, yo no me expondría a ser descubierta por nadie y le enseñaría a
él y su gente, como ocultar y torturar de la mejor manera.
La hora de vernos la cara había llegado y a último momento, decidí hacer partícipes
de mi obra, a Tess y Dylan, quienes aceptaron encantados, estar presentes en mi tan añorada
venganza. Brianna había sido colocada de nuevo en una silla, amarrada de pies y manos, frente
al escenario principal, donde su marido sería el protagonista de mi novela personal; esta vez, yo
había caído bajo, pero no me arrepentía de ello y lo que tenía planeado hacer, seguro me
hundiría en más oscuridad, pero era la única manera en la que podía seguir e iba a afrontar las
consecuencias.
— ¿Grabarás todo? — preguntó Elliot.
— No, haré algo mejor — dije, observando como la enorme puerta del almacén se
abría y de un golpe fuerte, hicieron entrar a Derek, sonreí con suficiencia al presenciar tal cosa —.
Lo transmitiré en vivo — añadí.
Elliot se quedó sin palabras al escucharme, dejé que Caleb y los demás chicos
colocaran a Derek en su lugar, escuché como Brianna comenzó a llorar al verlo y él pretendía
calmarla, pero era en vano, la mujer presentía lo que iba a suceder, eso era indudable. Bajo la
atentan mirada de los presentes a mi alrededor, llegué hasta la mesa de madera que servía como
escritorio, una pared de madera y gran ventanal nos dividía del lugar donde se encontraban mis
adorables invitados, tomé la caja de gamuza negra que Maokko había llevado para mí y saqué los
dos anillos que antes ya había usado en Derek, pero que, en esos momentos, estaban
doblemente recargados con el dulce veneno que me ayudaría a hacer de ese momento,
doblemente placentero. Los coloqué en ambos dedos corazón y me dispuse a ir a recibir a mis
huéspedes.

— No te voy a robar esta venganza, porque al final, tú has sido la más dañada — dijo Tess
cuando pasé a su lado y asentí — pero haz que ese hijo de puta sufra el triple de lo que una vez
sufrimos Elsa, tú y yo — pidió con odio puro y asentí.
Desestresé mi cuello girándolo de un lado a otro, mientras caminaba hacia mi
objetivo, la oscuridad me acompañaba y no solo la del almacén, sino también la que crecía en mi
interior.
Después de tantos años, de tantas pérdidas, de tanto dolor, lágrimas derramadas y
noches en vela por miedo a las pesadillas, al fin obtendríamos un poco de lo que añorábamos.
Y pretendía hacer que tanta espera, valiese la pena.
Tomé mi katana en el camino y de nuevo usaba una corta camisa que dejaba al
descubierto mi abdomen y principalmente mi marca, pero esta vez mi ropa era en color rojo.
Derek me observó con repulsión cuando llegué detrás de su mujer y con una sonrisa satírica y
malvada, coloqué mi mano sobre el hombro de Brianna, con cuidado de no pincharla, los ojos de
él se desorbitaron al ver mi anillo y comenzó a removerse y murmuraba cosas que no entendía
por el paño en su boca, la chica dio un enorme respingo al sentirme.
— Hola cariño — dije sarcástica mientras caminaba alrededor de Brianna y me
dirigía hasta él — luces tan hermoso así — halagué intentando ser seductora y pasando con
delicadeza, mis uñas sobre su abdomen. Caleb había hecho una hermosa cruz, el material era de
una fácil recorrido para la electricidad, en medio de ella, había una enorme G entrelazada con una
W, la última letra fue añadida por él pero no me pareció mala idea, Derek estaba amarrado a ella
con un hilo especial que hacía que las cargas eléctricas fuesen más intensas, las letras quedaban
pegadas a su espalda y unos cables adheridos a ellas, lograban que se fuesen calentando poco a
poco, sus pies estaban sobre agua para que así, la diversión fuese mayor —. Perdona por el
atrevimiento de desnudarte y casi bañarte — ironicé y se retorció ante mi contacto — pero tenía
que traerte limpio acá, limpio de localizadores, ya sabes, con eso de la tecnología, ahora lo
puedes usar hasta en el gel de cabello — llevé mi mano a su rostro y lo giró para que no lo
tocase, reí por eso — ahora me rehúyes, cuando en el pasado tú me tocaste a mi sin ningún
permiso — fingí tristeza y luego de un tirón, quité el paño de su boca.
— Ya me tienes aquí, déjala ir a ella y mi hija — exigió y negué.
— Antes de eso, quiero que le confieses a Brianna, todo lo que me hiciste, a mí y
mis amigas — dije mientras caminaba hacia la chica, ella comenzó a negar como una
desquiciada y sus ojos se inundaban de lágrimas. Por supuesto que Derek calló ante mi petición
— Pero antes, quiero que me digas quienes estuvieron el día que asesinaron a mi madre — pedí
mientras giraba la aguja de mi anillo para luego acercar mi mano a Brianna.
— ¡No lo hagas! — gritó y me detuve en seco — Lucius, Fantasma, otros tipos y yo
— soltó. Luego de la confesión de Fantasma, quise saber más acerca de la muerte de mi madre y
no desaprovecharía la oportunidad.
— ¿Cómo fue?— seguí con la mano en el aire. Maldijo y comenzó a hablar hasta
que acerqué más mi mano.
— Charlotte nos dio la ubicación de ella, la emboscamos y luego Lucius aprovechó
para saldar algunas cuentas con ella y dejó que los demás se aprovecharan de lo que él ya no
quería, al final fue Fantasma quien la mató— confirmó y cerré mis ojos con dolor. Sabía que
mamá había sido violada, pero no sabía por quién o quiénes.
Eso merecía un castigo enorme.
Y se lo daría.
— ¿Fuiste uno de ellos? - pregunté, él miró a Brianna luego de escucharme—
¡Responde hijo de puta! Y luego dile a tu mujer lo que me hiciste.

— ¡Ahh! — gritó cuando la primera descarga eléctrica llegó a su cuerpo. Con asombro admiré el
hermoso trabajo de Caleb, al ver como pequeños rayos de luz azul, golpeaban la cruz.
El chico ojiazul resultó ser un aprendiz de mago.
— ¡DEREK!— gritó Brianna al punto de desgarrar su garganta.
— ¡SIIIIII!— logró gritar y a pesar de que mi odio aumentó, hice una seña a Caleb
para que parara.
— Derek tú no.... no pudiste hacerlo — chilló Brianna luego de escucharlo, el
rostro de él estaba cabizbajo después de la descarga — ¡Mírame! — pidió y él lo hizo— ¿La
violaste a ella y sus amigas, aparte de que te atreviste a violar a su madre? —con mi katana
corté los amarres de Brianna y la dejé liberarse, levanté mi mano para que Caleb enviara otra
descarga, los gritos fueron más fuertes.
— ¡Si Brianna! ¡SIIIII!— la chica llevó sus manos a su boca ante la impresión que
sintió al escucharlo, eso iba a ser mejor de lo había planeado.
— Derek fue mi monstruo personal por muchas noches — confesé y ella me
observó con dolor — Me lastimaste a mí y a los míos y yo ni siquiera te hice nada— le dije
caminando hacia él, recordé a su hija en esos momentos y como ella lo creía su príncipe, pero no
me detuve — Sé hombre y dime si en algún momento te arrepentiste de lo que me hiciste y
responde sincero o te juro que en la siguiente descarga haré que ella te toque— advertí. Maokko
llegó hacia un lado de nosotros con su cámara, ella no había perdido ningún detalle.
— De lo único que me arrepiento es de no haberte matado— escupió y reí
— ¿¡Qué haces!? — preguntó con miedo cuando desabroché su pantalón y casi lo dejo expuesto.
Escuché un gemido de dolor atrás de mí, Maokko había golpeado a Brianna,
cuando ella intentó llegar a nosotros y defender a Derek.
— Haz que caliente— pedí a Caleb con una sonrisa y giró la perilla de las letras,
giré la aguja de mi otro anillo, Derek comenzó a gritar y retorcerse cuando creyó que lo iba a
marcar, pero antes yo haría algo más — Muero por probar el filo de mi katana en tu polla, pero
quiero ser buena y mandarte completo al infierno — espeté, de soslayo vi a Brianna ser contenida
por Tess — Sin embargo, me he vuelto tan traviesa y deseo sentirla en mi mano — me burlé y
gritó cuando metí mi mano en su pantalón y la envolví alrededor de su grosor, la aguja se
introdujo de inmediato y el veneno se descargó allí.
Eso quedaría fuera de uso por largo tiempo.
Los gritos de dolor no se hicieron esperar y para aumentarlos, presioné mi otra
mano en su pecho y clavé la otra aguja, a la vez que lo hice presionarse más a las letras calientes
en su espalda, inspiré con gusto el hedor a carne quemada y el sonido que su piel hizo al entrar
en contacto con el material casi hirviendo, fue como una dulce melodía, incluido con sus
desgarradores aullidos, sentí como su corazón casi se desbocó y cuando al fin dejé de
presionarlo, me alejé solo un poco y lo admiré. Transpiraba como si él era una fuente humana y
luego hice que le dieran otra descarga, me carcajeé cuando comenzó a orinarse, esos orines
salían con sangre y me sentía muy satisfecha, segura estaba que no la pasaba bien, el veneno
quemaba su interior, las letras quemaban su espalda y la electricidad lo hacía retorcerse, a eso le
añadía la humillación que estaba sufriendo frente a la mujer que amaba y lo creía diferente, y la
agonía de no tener la seguridad de si ellas, saldrían bien y vivas de todo el asunto.
— ¡Por favor Isabella!— suplicó Brianna y cuando me giré a verla, estaba de rodillas
— hago lo que quieras, pero no lo lastimes más, sé que se lo merece por lo que te hizo, pero lo
amo, es mi marido, el padre de mi hija y no soporto ver lo que haces con él —lloró amargamente
al pronunciar cada palabra.

— Nena...no— susurró Derek al verla en aquella posición— no....merezco que te humilles por mi
— le dijo y lo vi llorar, le hice una señal a Tess para que no detuviera a Brianna cuando llegó
hasta él y lo abrazó.
— ¡Ah! — gritó cuando Caleb soltó una leve descarga solo para alejarla.
— Por...favor... Isabe...lla deja que se vaya, que no me vea así— pidió él y bufé.
— ¿Así suplicaron ellos?— pregunté y no comprendió — ¿LuzBel y Elliot? — le
recordé y volvió a bajar su rostro, estaba débil y derrotado.
Yo en cambio, estaba harta de que callara así que, cegada por la ira, tomé a
Brianna, girando antes mis anillos para no dañar a su bebé y la presioné contra él con mucha
fuerza para lograr que de nuevo su espalda llegara a las letras calientes y quemara de nuevo su
piel lastimada.
— ¡Abrázalo!— le animé— que tu gran amor lo queme — me burlé y ella como
pudo, logró zafarse de mí y cayó otra vez a mis pies.
— ¡No por favor, ya no! — lloraba y abrazó mi pierna.
Miré a Derek a los ojos, los suyos estaban llenos de lágrimas al ver a su mujer de
aquella manera, sabía que el dolor de la humillación era más fuerte que su dolor físico.
— Te dije que mi venganza sería peor y ahora mismo estoy tentada a hacer que la
violen frente a tus ojos — amenacé y lloró más.
— Perdóname— formuló y casi me congelo, pero no iba a ser débil y menos con él,
asentí de nuevo hacia Caleb — ¡AHHHHHHH! — fue el grito más largo que escuché en mi vida y
entonces se desmayó.
(****)
Había perdido la cuenta de todas súplicas que Brianna me había hecho, ordené a
unos chicos de La Orden que la volviesen a poner en su silla y me fui por un momento al lugar
donde se encontraban los demás. Nadie dijo nada al verme, callaron y solo observaron cuando
lavé mis manos, Darius estaba allí y por su rostro, deduje que había sido testigo de todo.
Caleb llegó minutos después e informó que ya tenía preparado lo que le había
pedido, Maokko había dejado de grabar, pero activó de nuevo su cámara, en cuanto me dispuse
a ir otra vez hasta donde se encontraba la maldita escoria y su mujer y en cuanto salí del lugar, fui
interceptada por Darius.
— No harás que la violen ¿cierto?— noté un ápice de ruego en su voz, con su
mano agarraba sutilmente mi antebrazo.
— ¿Ella te importa? — pregunté y negó.
— Me importas tú y el daño que te haces con esto — sin esperarlo, tomó mi rostro
entre sus manos. Solo esperaba que no quisiera besarme—. No caigas tan bajo, él se lo merece,
ella no.
— ¡Elsa tampoco lo merecía! ¡Ni mi madre, ni Tess, ni yo! — espeté intentando
zafarme, pero no me dejó.
—Tú eres mejor que él, te lo juro — aseguró y estuve tentada a pincharlo con mi
anillo para que me soltase, pero me detuve y él lo notó— ¡Ves!— señaló y entonces me zafé.
— Estuviste muy extraño en la ceremonia, no creas que no lo noté — reclamé y se
tensó — si no te he pedido explicación, es porque necesito terminar con esto — añadí y asintió.
— Y prometo dártela, te lo mereces y yo, ya no soporto más. Solo quiero que
tengas claro que yo hice una promesa de vida, pero la cumplía para la persona equivocada,
enmendé ese error y la rompí desde el momento que te dejé entrar al club y casi lo pago, pero me
salvaste — recordó e intentó acariciar mi rostro. No se lo permití — me has hecho recordar cosas
muy dolorosas, pequeña dinamita — dijo con dolor y lo observé con dudas —. Tengo que buscar
a alguien y cuando vuelva, habláremos, solo te pido que no te hundas más y no permitas que esa
mujer viva lo mismo que tú, aunque su marido lo merezca.

No esperó respuesta de mi parte y lo vi darme la espalda para marcharse; no le di la importancia


necesaria a sus palabras y de nuevo seguí con mi misión. Un no, lastimero salió de Brianna al
verme llegar de nuevo y gritó cuando tomé una cubeta de agua con hielo y la derramé sobre
Derek, casi se me corta la respiración cuando un poco de esa agua cayó en mí y en Derek causó
un efecto peor.
— ¡Hora de continuar, maldito lameculos! — grité y su reacción fue como la de un
hombre a punto de ahogarse— Ya no te desmayes cielo, tenemos una función que dar — le
animé.
— Ya mátame — pidió y sentí que hasta mi pobre garganta dolió al escuchar su voz
y por su rostro, supe que, a él, le dolía peor.
— ¿Y dejártelo tan fácil?— cuestioné con sarcasmo — Claro que no— dije riendo
y tomé la otra cubeta pequeña a mi lado, contenía jugo de limón y sal.
No esperé más y la derramé en su espalda.
Su garganta estaba dañada, pero aun así volvió a gritar con todas sus fuerzas, el
hilo con el que estaban amarradas sus manos comenzó a clavarse en sus muñecas debido a la
fuerza que hizo al retorcerse de dolor, la sangre que salía de ellas lo demostraba, vi a Brianna
cerrar sus ojos para no ver aquello, llegué a ella como un rayo, la tomé del cabello y la obligué a
ver todo.
— ¡No tienes corazón! ¡Eres un demonio! — me reprochó.
— ¡Lo soy! — le dije con orgullo.
El móvil de ella comenzó a vibrar en mi bolsillo y sonreí al ver el nombre desplegado
en la pantalla.
Lía.
— ¿Estás disfrutando del espectáculo, querida?— pregunté viendo hacia la cámara
que Maokko tenía.
—Esta vez tú ganas, dime que quieres, pero déjalo — pidió y la puse en altavoz. La
sonrisa de Maokko fue enorme al escucharla, Caleb negó divertido al oírla.
— ¡Aww cosita! — me burlé con una sonrisa cínica— ¿Qué te hace pensar que voy
a dejar mi venganza con este idiota?
— ¿A quién quieres más que a él? — cuestionó y supe a donde quería llegar, pero
antes iba a jugar con ella.
— A tu novio — le dije mientras mordía mi labio inferior— Fantasma cree que tengo
interés por él, entonces despertó mi curiosidad y ahora quiero probarlo — le guiñé un ojo y la
escuché respirar más rápido, moría por ver su rostro, pero no podía, ella si podía verme a mí
— Ves que no puedes darme lo que quiero — señalé y fingí cara triste — no me hagas perder el
tiempo querida y mejor disfruta el espectáculo — la animé y le hice una señal de mano a Caleb.
La luz azul que desplegaban los rayos de electricidad hizo un hermoso fondo tras
de mí, los gritos de Derek no se hicieron esperar, él quería caer de rodillas, pero no podía,
comenzó a vomitar y eso hizo una imagen espectacular.
— ¡Para! — gritó Brianna y sonreí.
—¡Te doy a Fantasma! — chilló una desesperada Lía y me carcajeé con fuerzas.
— ¿Qué maldito poder tienes tú, para darme a un superior?— inquirí.
— ¡Puedo persuadirlo y lograr que caiga en tus manos, pero ya basta Isabella! —
gritó desesperada y un loco plan llegó a mi cabeza.
— Acepto solo, si tú me lo entregas personalmente — propuse y bufó — y más vale
que no intentes jugar conmigo, porque no soy estúpida, Lía. Te entregaré a Derek, su mujer e
hija, hasta que tenga a Fantasma en mi poder y entregado por ti.
— Bien, pero yo quiero a Derek ya — exigió y reí a carcajadas.
— ¿Escuchaste cuando dije que no soy estúpida? — cuestioné, pero no la dejé
responder — Te enviaré a la niña a una dirección primero, si cumples tu palabra, entonces
pondrás en mis manos a Fantasma y yo pondré en las tuyas a Brianna y Derek ¿Lo tomas o lo
dejas?
Silencio reinó unos segundos, cansada de eso y para darle más realce a mi
propuesta, tomé la katana y herí a Brianna en el brazo derecho, ella gritó aterrorizada y Derek me
maldijo, con agilidad llegué a él y coloqué mi arma en su entrepierna, lo hice con más fuerza de la
necesaria y no me di cuenta cuando la clavé más de la cuenta y noté la sangre en su pantalón.
— ¡Ups! Esto tiene filo — dije con fingido asombro, los ojos de Derek se habían
desorbitado al ver mi acto.
— ¡Lo tomo! — escuché a través de auricular y sonreí con suficiencia — pero quiero
a Derek y su familia vivos, promételo.
— Lo prometo Lía, te doy mi palabra de Grigori — dije segura, Maokko, Caleb y los
demás me observaban como si me hubiese salido otra cabeza, ninguno comprendía mi decisión
— ahora mismo tendrás a la niña, comienza a preparar tu plan para entregarme a Fantasma —
advertí y corté la llamada.
Le hice una señal a Maokko para que apagara la cámara, pronto todos salieron y
llegaron hasta nosotros, Derek suspiró aliviado al escuchar la propuesta de su prima, la sangre
seguía saliendo de su pantalón y a pesar de todo el dolor que le había infringido, veía la
esperanza en su rostro por librarse de mí.
— Hicimos tanto, para que lo dejes ir así — me reprochó Maokko, todos estuvieron
de acuerdo con ella a excepción de Caleb y Elliot.
— Hay algo macabro formándose en tu cabeza ¿cierto? — señaló Elliot y le sonreí
con picardía.
— Ves que si me conoces — le guiñé un ojo — le prometí a Lía entregárselo vivo,
jamás acordamos en que condiciones — señalé y entonces el rostro de todos cambió. El de
Derek y Brianna fue épico —. Conecta los cables en sus sienes, pasaremos la siguiente fase de
tortura — ordené a Caleb.
El llanto y suplicas de Brianna comenzó de nuevo, Derek maldecía luego de
escucharme y yo simplemente sonreí; mi misión sería mantenerlo con vida, pero sufriendo hasta
el punto de que me suplicara matarlo, pero esta vez, la muerte huiría de él.
Era tiempo de seguir disfrutando.

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Capítulo 21 (Penúltimo)

MajoQuin ¡Feliz Cumpleaños! Gracias por tus maravillosas palabras y apoyo, espero que la pases
súper bien y sigas cumpliendo muchos años mas. Dios te bendiga y regale muchos años mas
mas de vida.
yadhiraloja willmarie01
Este capítulo también es para ustedes, gracias por su apoyo y el tiempo que se toman para
escribirme y leerme.
Espero les guste el capítulo a todos y así como leyeron arriba, es el penúltimo,
llegamos al casi final chicas y chicos y las respuestas se vendrán pronto. Disfrutenlo...

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~Capítulo 21~
[Parte 1]
Llegué al apartamento, sintiéndome un poco más perdida que antes, hice que se
llevaran a Brianna para que un médico la revisara y descartara cualquier peligro que pudiese
correr su bebé, luego del daño psicológico y físico recibido de mi parte. Sabía que nada de lo que
hiciese después cambiaría los hechos, pero no me importaba, nada me importaba; estaba
consciente de la clase de mujer en la que me había convertido, lo que había hecho, me hizo caer
un poco más y eso, apenas comenzaba, aun me faltaba mucho por caer y no pretendía detener
mi caída. Tanto dolor infringido en mi pasado, después de la violación sufrida y cada persona que
arrebataron de mi vida, había hecho que mi corazón se enfriara, al punto de oscurecerse y con él,
oscurecer mi alma, era por eso que mantenía a mis hijos lejos de mí, para que no fueran
alcanzados por mis actos, era por eso que quería alejar de mi vida a las personas que me
seguían importando, porque yo, ya no era la Isabella que ellos un día conocieron y temía que si
me juzgaban, terminaría por acabar con ellos yo misma.
Serví un poco de wiski en un vaso y lo bebí, había tomado una ducha y pretendía
dormir, pero era obvio que no podía hacerlo, puse música y me senté en el sofá, en la soledad y
el silencio que el apartamento me daba, era irónico como me iba quedando sola y amargada,
después de tener una familia y amigos con los que salía casi cada noche, después de ser
completamente feliz. Tenía a mis hijos y ellos eran mi tesoro, lo único bueno en mi vida, eran mi
única luz y solo a su lado era por unos momentos, la Isabella feliz; pero verlos, también me
recordaba lo que había perdido y lo que fui antes de ellos. Nadie comprendería mi manera de
pensar, nadie nunca comprendería mi dolor y el por qué era, como era.
Tenían que vivirlo para comprender un poco.
El pensamiento de ver a Sombra, saliendo de aquel edificio, junto a Fantasma y
Derek, llegó de inmediato a mi cabeza, antes no había querido darle importancia, porque sabía
que eso me iba a desconcentrar en demasía; tuve la oportunidad de preguntarle a Derek, pero no
quise hacerlo, porque tuve miedo que dijese cosas que no deseaba escuchar y ya no podía seguir
negando que Sombra me estaba afectando demasiado, a pesar de que me había decepcionado,
él me importaba más de lo que quería, aun sin saber quién era detrás de esa maldita mascara, el
tipo se estaba metiendo muy dentro de mí.
Y vaya que se metía bien rico.
Había instantes en los que juraba que mi conciencia tenía vida propia.
Pero volviendo al punto, ya no quería que Sombra me siguiera decepcionando y
algo dentro de mí, me decía que aun hacía falta mucho y pensar en que él, fue testigo de mi
tortura y aun así me lo ocultó, era algo que me haría reaccionar de una manera muy fea.

Apreté mis sienes luego de que un dolor comenzara en mi cabeza de nuevo, hacía mucho que no
sufría de dolores de cabeza así de fuertes y repetitivos, era gracioso que los sufría solo en esa
ciudad. Después de que pasó lo de Elijah, comencé con esos fuertes dolores, algunos días eran
demasiado torturadores y en el hospital psiquiátrico, solo me los controlaban durmiéndome, pero
al irme a Italia, esos dolores desaparecieron por arte de magia y fue algo bueno, ya que, con mi
embarazo, era demasiado peligroso medicarme, pero de nuevo habían vuelto y solo esperaba
que no duraran mucho. Dejé de lado mi dolor de cabeza y tomé mi móvil cuando una llamada
entró.
Era Evan.
— ¿Me tienes noticias? — dije sin saludarlo.
— Y más pronto de lo que esperaba, el otro rastreador se conectó al tuyo — avisó y
por algún motivo mi corazón se aceleró — ahora mismo el poseedor está a pasos de ti — dijo, me
puse alerta y de pie inmediatamente.
Di un enorme respingo cuando el timbre del apartamento sonó.
Después de todo lo que eras capaz de hacer, era gracioso que un timbre te hiciera
saltar.
No era eso precisamente.
Me acerqué a la puerta y observé a través de la mirilla, cerré fuerte mis ojos y
presioné mi frente contra la puerta.
— ¿Estás seguro de lo que dices? — pregunté casi en un susurro a Evan.
— Está frente a ti ¿cierto? — maldije interiormente — Y si no me equivoco, es
Sombra — aseguró.
— ¿Qué significa eso? — pregunté no queriendo ilusionarme con nada.
— Significa que tendrás la oportunidad de saber la verdad, no la cagues Bella por
favor — pidió y eso me puso más nerviosa —, actúa como si no pasase nada, logra que toque tu
relicario, pero también logra conseguir un cabello de él para poder analizarlo. Quiero hacer un
buen trabajo y si este tipo es inteligente, entonces ha tomado muchas medidas para cuidarse de
ti, pero si obtienes un cabello de él, no habrá ciencia que me mienta y al fin sabremos su
identidad.
— Tengo miedo de no hacer bien esto, de no poder ocultar todo lo que sé —
confesé y lo escuché reír, salté cuando el timbre volvió a sonar.
— Matas, torturas, eres una hija de puta y te da miedo no poder hacer algo tan
sencillo — sentí pena cuando señaló tales cosas — LuzBel fue tu debilidad, Bella, que no lo sea
él también.
Finalizó la llamada luego de decirme tal cosa, miré el móvil un poco incrédula pero
por dentro sabía que Evan tenía mucha razón; respiré profundamente y abrí la puerta con
cuidado, su aroma fue lo primero que me golpeó, su característica mascara estaba en su rostro y
la ropa oscura que usaba, envolvía aquel cuerpo musculoso que había extrañado durante días,
sus ojos negros se conectaron con los míos y por primera vez, sentí a mis piernas temblar con
solo tenerlo tan cerca, mi corazón latía desbocado, presioné mi mano en la puerta y la otra la
envolví fuerte en el móvil para que Sombra no notara que estaba temblando, para que no se
diese cuenta, cuanto me afectaba su cercanía.
— Por un momento creí que no me abrirías la puerta — su voz robotizada logró
poner mi piel chinita, sin pedir permiso, levantó su mano y acarició mi rostro. Luché para no cerrar
mis ojos y disfrutar de aquel primer contacto después de tantos días — Haz hecho tan feliz a papi
que no pude evitar venir a decírtelo — habló con tono juguetón y mordí mi labio para no sonreír,
pero fue imposible, la leve sonrisa se formó en mi rostro por más que quise evitarlo.
Haciendo uso de toda mi fuerza de voluntad, me alejé sutilmente de él y con una
señal de mano lo invité a pasar, su brazo rozó el mío cuando pasó a mi lado y un escalofrío me
recorrió al recordar todo lo que hacíamos al estar tan cerca el uno de otro, cerré la puerta y pegué
mi espalda a ella, necesitaba un apoyo, necesitaba estabilizarme, controlar mis ansias de
abrazarlo y poner en orden mis pensamientos. Algo había cambiado de mi parte hacia él y no
quería equivocarme de nuevo; con disimulo saqué por mi boca, el aire que estaba conteniendo,
Sombra observó la sala y vi cuando su mirada se detuvo en mi reproductor de música y el vaso
con wiski sobre la mesa de centro.

— ¿Te sientes mejor? — logré preguntar sin titubear, él se giró y de nuevo se acercó a mí.
No lo pude evitar y cerré fuerte mis ojos cuando sus brazos envolvieron mi cintura y
su rostro se enterró en el hueco de mi cuello, sin despegarse de mí, llegó al interruptor de la luz y
la apagó, sacó su máscara y besó mi cuello, subió a mi oreja, luego llegó a mi mejilla y por ultimo
encontró mi boca, dio un beso casto que no correspondí, pero no se conformó con eso y comenzó
a besarme con arrebato, con alevosía, con deseo y necesidad, no pude seguir siendo fuerte y
comencé a responder a aquel beso, de la misma manera en la que él me besaba, disfrutando
como loca, de su aliento mentolado, de su saliva dulce, de las sensaciones que sus manos
despertaban al acariciar mi cintura, mi espalda, mi cuello y por todos lados donde llegaba. Dejé
que su lengua entrara en mi boca, que su piercing chocara en mis dientes y que
experimentadamente me follara de aquella manera; nos separamos hasta que el aire comenzó a
faltarnos, pero antes, mordió mi labio inferior y por inercia, mi rostro siguió al suyo sin querer
separarme de él.
Él cabrón sonrió al notar aquello, no lo vi, lo escuché.
— Ahora si — susurró, respondiendo a mi pregunta — y solamente así lo estaré
siempre — aseguró y no supe cómo responder.
Puse mis manos en su pecho y sentí un bulto bajo su pectoral izquierdo, recordé el
día que recibió la bala por mí y me estremecí ante el recuerdo de creerlo muerto, sin que se lo
esperara, lo abracé y esa vez fui yo la que hundió su rostro en el hueco de su cuello, la calidez de
su piel me recibió, mis manos tocaron otro bulto más grande en su espalda y comprendí que eran
las gasas que protegían su herida, eso solo me hacía estremecerme más pero el pulso en su
cuello, chocando contra mi mejilla, me tranquilizaba, me decía que él seguía con vida y que
estaba allí, de nuevo junto a mí.
— Sabes que es peligroso que estés aquí — mi voz sonó ahogada contra su cuello
— Lía o alguien de los Vigilantes pudo seguirte, además aun tienes que recuperarte, no estás
bien.
— Los Vigilantes están más preocupados por lo que harán luego de tu propuesta —
recordó — Marcus y Cameron me han acompañado, están en el auto.
— Siéntate — pedí y me separé de él, caminó hasta el sofá, pero me llevó con él.
— ¿Puedo tomar tu reproductor? — preguntó y asentí, pero recordé que estábamos
en lo oscuro.
— Si — respondí y lo tomó, la luz del aparato iluminó su mano y brazo, pero ya
sabía que sus manos no tenían tatuajes y su brazo estaba protegido por la manga de la camisa,
se giró, dándome la espalda cuando acercó el aparato a su rostro para evitar que lo viese, solo
noté cuando tecleó algo, dejó el reproductor de nuevo en la mesa y me tomó de la cintura.
— Baila conmigo — pidió y reí, reconocí la canción que puso y negué ante las
ocurrencias que tenía.
— Apenas te estas recuperando y ya quieres bailar — inquirí.
— Cúmpleme este deseo — dijo y sonreí cuando tomó mis brazos y me hizo
envolverlos en su cuello, luego llevó los suyos a mi cintura y comenzó a moverse — escucha
atenta la letra de la canción y disfruta este momento conmigo, Bella — susurró en mi oído y de
nuevo me estremecí.
Pero decidí hacerle caso y seguí su paso a la vez que me concentré en la canción,
pero una vez que lo hice, mi corazón casi se detuvo.
Vengo a reunirme contigo,
A decirte que lo siento.
Tú no sabes lo encantadora que eres.

Tenía que encontrarte, decirte que te necesito y decirte que fui yo quien te alejó.
Cuéntame tus secretos, hazme tus preguntas.
Oh, volvamos a empezar.
Corriendo en círculos, persiguiéndonos, de cabeza en una ciencia desconocida.
Nadie dijo que sería fácil, es una lástima para nosotros separarnos.
Nadie dijo que sería fácil, nadie jamás dijo que sería así de difícil.
Oh, llévame de nuevo al comienzo...
— ¿Por qué esa canción? — le cuestioné un poco triste, un poco frustrada y muy
molesta en mi interior por todo lo que pasaba.
— Estoy consciente que hay muchas cosas que no comprendes, que hay
momentos en los que me crees hipócrita y que piensas que prefiero a otra persona antes que a ti
— comenzó sin dejar de bailar— pero aunque no lo comprendas, yo te digo la verdad hasta
cuando crees que te miento, todo lo que hice y hago es por ti, únicamente por ti Isabella White y
desde el momento que te conocí, supe que me cambiarías la vida — aseguró y me quedé en total
silencio, sin saber de qué manera responder, a lo que había dicho — no puedo decirte mucho
pero confío en que alguien más hable por mí.
Aunque lo último no era lo que queríamos escuchar.
— Pero todo lo que quiero escuchar, lo que necesito saber, quiero que salga de tu
boca, no de la de otra persona — murmuré molesta.
— Y lo harás, ya que sin pretenderlo hiciste una jugada inteligente que me ayudará
a poder decirte muchas cosas — aseguró al sentir mi molestia, pero yo odiaba las cosas dichas a
medias y con Sombra tenía mucho de eso — sigue el rumbo de las cosas como lo tienes
planeado y te prometo que pronto escucharás todo de mí.
— Tú no entiendes que, si llego a escuchar todo lo que quiero oír, de otra persona y
no de ti, me va a doler tanto que no creo que sea capaz de perdonarte — espeté y sentí la tensión
en él —. Necesito saber quién eres, necesito saber por qué cuidas tanto a Fantasma, por qué
proteges su identidad, por qué no me ayudas a tenerlo en mis manos y ¿sabes que me frustra y
duele más? — no lo dejé responder y seguí — Qué no solo tú te interpones en mi camino,
también Elijah se interpuso en su momento con la maldita mentira que todo era por mi bien, pero
me temo que solo fue por el bien de ese mal nacido que me arrebató todo y tú estás haciendo
exactamente lo mismo — solté con dolor y me separé de él, la canción había finalizado, mi
respirar era rápido y temía que no iba a poder controlarme por más tiempo.
Me di la vuelta y tomé el reproductor en mis manos, sin decirle nada busqué la
canción que un día me perteneció a Elijah y a mí, pero esa vez la quería para Sombra y su motivo
era muy diferente.
Apologize.
— ¡Isabella! — dijo con asombro.
— Escucha bien esa maldita canción y grábatela muy bien Sombra — advertí con
enojo — será muy tarde después y no seré capaz de controlarme si descubro que me has
dañado, no te perdonaré, no perdonaré a nadie de mi alrededor que me haya traicionado, que me
haya visto sufrir y aun así me haya seguido viendo a la cara como si nada pasase — grité
cargada de frustración — y antes que digas algo, no soy egoísta, ni tampoco me creo la más
importante, pero yo he sido fiel a las personas que me rodean Sombra, he hablado de frente y
todo para que sean igual conmigo y me enfurece que aun así, a mí siempre me mientan y me
oculten cosas por creer que es lo mejor para mí, por no dejarme elegir a mí, por creer que soy
débil. Nadie entiende que, el hecho que hagan eso, en lugar de protegerme, me daña y convierte
en una persona peor.

Todas tus palabras eran ominosas, pero olvidaste que a él le ocultaste lo de tu magnifico acoston
con Elliot.
Pero no sería por mucho tiempo, le diría eso, pero se lo diría a la cara, no cuando
aún estuviese con esa estúpida máscara o no pudiese verlo.
— ¡Cálmate! — pidió y bufé, era fácil pedirlo — Comprendo tu punto y créeme que
asumiré las consecuencias, pero no olvides que, por el momento, ambos tenemos un trato, no me
pidas que te muestre mi identidad porque aún no puedo hacerlo — se defendió y la ira me
recorrió en el momento que escuché sus palabras. Recordé lo que Evan me había pedido y que
ya la estaba cagando, pasé mis manos por mi rostro intentando tranquilizarme y tomé el wiski que
aún había en el vaso.
Una idea cruzó por mi cabeza y saqué la camiseta que cubría mi cuerpo,
quedándome en sostén y bragas, saqué el relicario de Elijah y me quedé con el mío, me acerqué
a él con la idea de sacar la verdad de su boca y lo sentí tensarse cuando se percató que estaba
semidesnuda frente a él.
— En la canción me pides que te cuente mis secretos, sin embargo, tú no puedes
decirme los tuyos — recalqué y sentí cuando iba a alegar entonces puse dos de mis dedos en su
boca y lo callé — pero no importa, aun así, quiero que descubras el más grade secreto que yo
guardo, uno que no pude decirle a Elijah, pero quiero que sepas tú — puso su mano en mi cintura
cuando estuve cerca de él, estaba helado y muy nervioso. Armándome de valor, tomé su mano y
la subí hasta en medio de mis pechos, justo donde estaba el relicario —. Ábrelo y se conocedor
de mi tesoro.
— Sabes que no puedo — aclaró.
— Solo inténtalo — le animé.
Deseé ver su rostro en el momento que acarició mi mejilla y luego tomó entre sus
manos la cadena en mi cuello y bajó poco a poco hasta llegar al relicario, mi corazón se
descontroló de nuevo ante la incertidumbre, deseaba con todo mi corazón que el relicario se
abriera, pero también no quería que lo hiciera, porque entonces sería mi tinieblo al que vi con Lía
aquella noche, entre sus piernas; el mismo que accedió acostarse con ella una vez más para
salvar a Darius y tal vez era injusto, pero podía pasarle esas cosas a Sombra, pero jamás a mi
demonio, porque él era mío, solamente mío y lo amaba. A pesar de que Elijah, fue un hijo de puta
y se negó a mi amor, saber que no se acostó con Laurel y Elena, la noche que le confesé que
estaba enamorada de él, me dio la seguridad de que por mucho que él lo negara, era mío, se
creía mío, igual que yo era suya y por lo mismo, durante mucho tiempo me negué a las
relaciones, porque aunque ya no estuviese en mi vida, seguía en mi mente y sobre todo en mi
corazón. Mi respiración se cortó cuando Sombra tocó el metal con sus dedos y segundos
después, solté todo el aire retenido.
No se había abierto.
Y me sentí aliviada.
— Te lo dije — alegó y me separé de él — no soy él Bella — cerré mis ojos cuando
recalcó tal cosa, había una sensación mezclada entre tristeza y felicidad en mi interior — déjame
demostrártelo.
— Ya lo has hecho — me apresuré a decir con voz dura.
— Te molesta que no lo sea — aseguró y negué, aunque no podía verme.
— No Sombra, me alegra que no lo seas — aclaré y comencé a buscar la camisa
que me había quitado.
— ¿¡Te alegra!? — cuestionó con asombro e ironía y me tomó del brazo antes de
que encontrara mi camisa — ¿Entonces lo prefieres muerto? — siguió y noté cierto ápice de
rencor en su voz.
Ese hombre me confundía.
Imagínate a mí.
— No, claro que no, solo me alegra que tú, no seas él — aclaré.

— ¿Qué pasaría si él estuviese vivo, después de todo lo que ha pasado entre nosotros? — siguió
con sus preguntas incomodas y mi boca se abrió en una gran O al escuchar lo que había dicho en
esos momentos — Responde Isabella — exigió y no iba a mentirle.
— Ambos estaríamos bien jodidos, tú por meterte entre mis piernas y yo por
permitirlo — dije y me zafé de él — pero yo sería la más afectada, porque lo amo a él, pero me
encanta todo lo que tú me haces.
¡Wow! Y luego decías que yo era la perra.
Bueno, aceptaba que a veces te superaba.
— Creí que solo eras fría y oscura cuando de torturar se trata, creí que eras un
demonio solo con tus enemigos, pero cuanto me equivoqué — ironizó y escuché que reía con
sarcasmo e incredulidad.
— Siento decepcionarte — bufé, le di la espalda y me tensé cuando llegó a mí me
abrazó por la cintura.
— Lo peor de todo es, que ángel o demonio, inocente o cínica, me sigues volviendo
loco — susurró en mi oído.
Él también me volvía loca, con él también pasaba del enojo y frustración al deseo y
la pasión en cuestión de segundos. Con Sombra, yo era una montaña de sentimientos a flor de
piel y comenzaba a volverme débil.
Y eso no era bueno.
— Déjame calmar tus demonios — susurró y me estremecí. Esa era una
oportunidad para obtener su cabello, pero yo quería más que eso.
— Aun no estás bien — le recordé, queriendo ser racional.
Pero no te funcionaba.
— Pero tú eres mi medicina y seré cuidadoso Bella — aseguró —, déjame hacerte
mía, una vez más — tragué con dificultad cuando su mano comenzó a ascender hacia mis
pechos y se detuvo justo bajo ellos, esperando mi aprobación — quiero que recuerdes y vuelvas
a vivir lo que te hice hace unas noches — lamió el lóbulo de mi oreja y cerré mis ojos disfrutando
la sensación que me provocaba — además, tú no sabes si mañana moriré y estar contigo es mi
último deseo — mi respiración se había acelerado y escuchar lo que dijo hizo que mis ojos se
abrieran de golpe.
— ¿Por qué di...
— ¡Sshhs! — dijo interrumpiéndome luego de darme la vuelta y quedar frente a él
— calla mi amor — pidió acunando mi rostro y definitivamente me dejó sin palabras.
Mi amor...
Yo no sabía cómo reaccionar ante esas palabras, nadie a excepción de Elliot me
había llamado de aquella manera y que lo hiciera Sombra, después de ser tan cabrona con él,
definitivamente me dejaba en shock. Pero él tampoco dejó que dijera algo, volvió a besarme, pero
haciéndolo de una manera diferente, dejando que sintiera a través de su beso, las cosas que no
podía decir y que yo no quería escuchar más.
Pero sentirlas era peor.
Lo sabía.
Decidí dejar de lado lo que pensaba, el shock y el miedo que tales palabras me
provocaron ya que, en algo tenía razón Sombra, él o yo podíamos morir en cualquier momento y
después de toda la mierda que me rodeaba, merecía sentir un poco de lo bueno que él me daba,
así que correspondí a su beso, pero de manera diferente, diciéndole así, que a pesar de lo que él
deseaba darme, yo quería pasión y sexo nada más, solo eso.
Tomé su rostro entre mis manos y me adueñé de su boca, sus manos acariciaban
mi cuerpo y con agilidad desabrochó mi sostén, mis niñas cayeron libres y mis pezones se
endurecieron al rozar su pecho — aun cubierto por su ropa —, apretó mi trasero y considerando
su estado, decidí ser yo la que llevaría el control de todo.

— No quiero recordar nada, quiero vivir nuevas experiencias — dije tomando la cinturilla de su
pantalón y desabrochándolo — deja el pasado a donde corresponde — sugerí y me extasié con el
gemido que salió de su boca, cuando acaricié el bulto endurecido entre sus piernas.
El chico oscuro corría con más suerte que Derek.
Bajé su pantalón y lo hice sentarse sobre el sofá, sin quitarme las bragas me subí
sobre él a horcajadas y comencé a devorar su boca de nuevo. Un sonoro jadeo salió de mi
cuando me tomó de la cintura y me hizo restregarme en él, su boca había llegado a mi cuello y
pronto encontró mis pechos, dándome la atención que tanto necesitaba; pero no olvidaba que
todavía estaba mal, así que con cuidado saqué su camisa y amé sentir su pecho desnudo contra
el mío, la calidez que nuestros cuerpos emanaban se compaginaba a la perfección, mi necesidad
por sentirlo había aumentado al mil y el ardor en mi sexo se sentía insoportable, lo quería dentro
de mí, pronto y sin juegos previos.
— ¿Tienes condones? — pregunté.
— En el bolsillo trasero — dijo y lo tomé de inmediato.
Mientras él se lo colocaba, yo sacaba mis bragas y en minutos estuve de nuevo
sobre él, acomodando su erección en mi entrada, desesperada por sentirlo. Ambos gemimos
cuando lo introduje dentro de mí, hice movimientos suaves para lubricarlo, pero no hubo
necesidad de muchos, yo ya estaba más húmeda que un día lluvioso y él tan ansioso como un
niño queriendo abrir sus regalos en navidad.
— ¡Oh mierda! — gimió cuando mis movimientos se hicieron más rápidos, me
apoyé sobre sus hombros y sentí como una capa de sudor comenzó a recubrirnos, haciendo que
los movimientos que hacía fuesen más fáciles — Me estas matando — dijo y sonreí sintiéndome
una diosa, pero era obvio que él no se quedaría así, tomó mi cintura y como si no estuviese en
recuperación, comenzó a marcar sus propios movimientos y yo comencé a volverme loca,
gimiendo cada vez con más fuerza —. Dime que lo sientes — pidió y no comprendí — dime que
sientes el fuego que hay entre ambos y como somos capaces de incendiar todo a nuestro
alrededor.
Aclaró, pero no quise responder eso.
Pero lo sentías.
— Calla y no pares — susurré en su oído.
Su agarre se hizo en mis pompas y las tomó con fuerza, haciendo que de seguro,
sus manos se marcaran en ellas, con sus pies se impulsaba hacia arriba y juntos nos dejábamos
guiar por el vaivén de nuestras caderas, metí mis dedos entre su cabello y lo halé con fuerza,
gruñó ante mi arrebato, pero no era de dolor, no podía existir dolor cuando ambos estábamos tan
enardecidos y aun si lo había, disfrutábamos de eso dolor que solo nos llevaba a un éxtasis más
prolongado, principalmente a mí, que en cuestión de segundos, exploté sin poderlo evitar.
Sombra se tragó mi gemido al besarme con posesividad, justo en el momento que comencé a
correrme con intensidad y casi me quedo sin saber cómo respirar.
Mi corazón martillaba hasta en mis oídos y mi respiración volvió a mí, justo como
llega después de pasar mucho tiempo sumergida bajo el agua.
— No te canses, aún tengo mucho para calmar a tus demonios — sentenció y en
cuestión de segundos, ya estaba sobre mis rodillas en el sofá y mis brazos sobre el respaldar del
mismo.
Siendo tomada por él desde atrás y disfrutando, reaccionando a su cuerpo e
intromisión, como solamente lo hacía con él y únicamente con él.
Casi o igual que en los viejos tiempos.
(****)
— ¿¡Dime que es una puta mentira!? — le grité a Evan y él solo se limitó a negar.

Llevé el maldito cabello como me lo pidió, le comenté que mi relicario no se había abierto y no dijo
nada, simplemente lo tomó y lo dejó a un lado.
— Puedo hacerlo si aún lo quieres, pero antes quiero que veas algo — hubo dicho y
me llevó hasta su computadora.
Y nuestro mundo se derrumbó en esos momentos.
Todo lo veía como en cámara lenta, en ángulos distintos, pero por donde quiera que
lo veía, las imágenes no cambiaban, seguían siendo las mismas, me quedé muda, casi petrificada
y cuando reaccioné, fue para pedirle a Evan que desmintiera lo que mis ojos estaban viendo. Me
sentía helada, caliente, eufórica, nerviosa, llena de ira, de dolor, frustración, tristeza, felicidad;
todos los sentimientos juntos, sintiendo que me quemaban por dentro y que en cualquier
momento me harían explotar.
— Sabía que estaba siendo muy inteligente, superó mis expectativas y tal vez lo
hubiese descubierto con anterioridad, pero nunca tuvimos el suficiente interés — dijo y solo
quería que se callara, pero también que siguiese hablando.
Oficialmente te habías vuelto loca, pero por primera vez no te juzgaba.
Puse las manos en mi rostro y luego apreté mi estómago cuando sentí que se me
estaba revolviendo, todo me estaba provocando asco, la mentira, la traición se sentían demasiado
pesadas justo bajo mi pecho, donde comenzaba mi estómago.
— ¡Me ha visto a la maldita cara, Evan! — señalé lo obvio — Casi me matan por ir a
salvarlo, fue testigo de mi dolor al despedirme en el cementerio de LuzBel y siguió como si nada.
Confié en Darius y me paga de esta manera.
— ¿Y Sombra?
— Él ha sido el peor, lloré frente a él, le confié cosas que no creí confiarle a nadie y
descubro esto — me quejé y puse de pie — ¡Arg!
Gruñí y comencé a tirar todo lo que estaba en mi camino, volviendo en cuestión de
minutos, un desastre total, aquella oficina que fue testigo de mi mayor fracaso, de cómo fui el
hazme reír de muchos. Mi alboroto fue tan grande, que, en tiempo récord, la oficina también fue
ocupada por Caleb, Maokko, Tess y Dylan.
Dylan quiso llegar a mí y contenerme, pero Caleb y Maokko lo detuvieron,
dejándome seguir destrozando todo lo que estaba a mi alrededor, mi rostro estaba mojado y
sabía que era porque estaba llorando, Tess fue más valiente y con agilidad llegó a mí.
— ¡Para! — gritó, pero la ignoré, seguí en lo mío, pero no se dio por vencida y
cuando tuvo la oportunidad, abofeteó mi rostro con tanta fuerza, que me hizo caer al suelo —
¡Para! ¡Maldición! — pidió y la miré con ganas de asesinarla — ¿¡Qué te pasa Isabella!? — exigió
saber.
— Ella ha...
— ¡Cállate! — le grité a Evan cuando quiso explicar lo que me pasaba — ¿Mírame
a la cara y dime que tu no me has traicionado? — le pregunté a ella, encarándola y se sorprendió.
— Mejor mírame tú a los ojos y dime lo que piensas — devolvió con seguridad. Al
punto que había llegado desconfiaba hasta de mi sombra.
Vaya ironía.
¡Puf! La peor de todas.
Todo se me había juntado en cuestión de minutos, recordé cada maldita cosa que
había vivido desde la muerte de LuzBel, cuando corté mi cabello por el dolor de no tenerlo más a
él para que lo admirara, mis ganas de seguirlo a su infierno, todas las noches que lloré por su
ausencia, mi dolor por no tenerlo el día en que nuestros hijos nacieron o de cuando me dijeron lo
que Daemon padecía y que su padre no estuvo allí para afrontarlo juntos, recordé como Sombra
llegó a mi vida para darle otro rumbo, para darme algo que según él yo necesitaba y cuando
comencé a rendirme, descubrí lo peor de él y logró hundirme más en la mierda.
Pero me las pagaría, Darius Black me las pagaría.
Ahora comprendía porque Sombra dijo que tal vez podía morir.
Y no estaba tan equivocado.
— Llama a la zorra de Lía y dale todos los detalles de donde recogerá a Derek y su
mujer — hablé hacia Maokko intentando no perder la cordura antes de tiempo —. Tú encuentra a
Darius y llévalo al almacén para que te ayude con él — le dije a Caleb, siguiendo el rumbo de mi
plan, sin cambiar nada y esperando que todo me saliera a la perfección de esa manera —. Y
ustedes dos reúnan a todos los Grigori y que se preparen para lo que viene — les dije a Dylan y
Tess, esta última iba a alegar, pero la detuve antes — y por favor no me contradigas Tess y mejor
prepárate porque al fin tendrás a Sombra en tus manos — se quedó en silencio y luego sonrió
con malicia.
— ¿Crees que ese hijo de puta estará allí? — preguntó y reí con ironía.
— Te lo puedo jurar — afirmé — estoy segura de que llegará allí para cuidar el
trasero de su novia — las palabras salieron de mi boca con amargura y no lo pude evitar.
— Voy a disfrutar mucho cuando asesine a ese cabrón — aseguró y la ira y dolor
que sentía en esos momentos, patearon a la preocupación que amenazó con salir.
— Eso espero — le advertí. Esperaba que todo saliera como lo había planeado.
Los vi marcharse a todos a excepción de Evan, quien me veía asustado e incrédulo,
pero no dijo nada, me senté sobre la única silla que quedó de pie y suspiré profundamente, el
dolor llegó de nuevo y las lágrimas amenazaron con volver a salir, pero las retuve.
— ¿Crees que merecía todo eso? — pregunté dejándome ver débil frente a él y
negó de inmediato.
— Tú menos que nadie — aseguró y reí sin gracia.
— ¿Sabes de Lía Black? — solté de pronto y vi como sus ojos casi se salieron de
sus órbitas al escucharme, pasé mi mano por mi cabello y negué preparándome para lo que venía
— Habla y no me mientas, porque te juro que no quieres estar en mi lista de los que me la deben
— amenacé y lo vi abrir la portátil en sus manos. La misma que logró salvar de mi arranque de
ira, con miedo la encendió y luego rebuscó entre algunas imágenes.
— ¿Hablas de ella? — preguntó mostrándome una fotografía y ya ni siquiera me
sorprendí.
Juro que yo no quería ser quien era, pero después de todo, me era inevitable.
Te habían convertido en una hija de puta.
La peor de todas.

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Capítulo 21 (Final)

GabysGonz Sé que me tardé mucho con este capítulo pero quería que valiera la pena para ti.
¡Feliz Cumpleaños! que Dios te bendiga y derrame muchas bendiciones en tu vida, gracias por tu
apoyo incondicional y ojala te guste mi regalo.
Elescritoroculto ¡Feliz Cumpleaños a ti también! Ojalá te guste mi humilde regalo y
espero que la pases bien en tu día. Bendiciones y gracias por el apoyo que me das.
DarlynSolorzano & Anniemax5 Este capítulo también es para ustedes, gracias por
apoyarme y sus bonitas palabras, espero disfruten este final y esperen con ansias el próximo
libro.
Gracias a todas y todos, sé que debería haber mas dedicatorias, pero en verdad mi
lista es larga por todas las personas con las que estoy agradecida, pero de corazón les digo
muchas gracias. Disfruten de este último capítulo y pronto me volverán a leer en una nueva
entrega.
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~Capítulo 21~
[Parte 2]

Estaba en el almacén, observando a través de la ventana, como Caleb se encargaba de bajar de


la camioneta, a Lía y Sombra. Ella gritaba un montón de improperios y palabras inentendibles,
mientras que Sombra se limitaba simplemente a observar su alrededor. Cameron y Marcus
también habían sido apresados junto a la bonita pareja, pero, para ellos tenía otros planes.
Mis órdenes fueron claras.
Caleb, Maokko, Darius y varios chicos de la orden, se encargaron de llevar a Derek
y Brianna al punto acordado con la pequeña zorra, por supuesto que la maldita quiso ponernos
una trampa, pero las cosas no se le dieron, ya que había tomado mis precauciones y actuamos
de la manera en la que se nos había entrenado en La Orden del Silencio.
Siendo sigilosos.
Y certeros.
Derek por su parte, corrió una mejor suerte de la que yo lo había condenado, ya
que, al ser entregado a su prima, Sombra se encargó de matarlo y cuando fui informada de eso,
no sabía si molestarme o alegrarme, ya que tuvimos mucho trabajo con él y al final, el maldito
chico oscuro había mandado todo a la mierda.
Pero era bueno que eso sirvió para atraparlos.
Y era esa la única razón que me había hecho mantener la calma.
Y los emboscadores, habían sido emboscados de una manera muy fácil; pedí a los
chicos que no maltrataran a Sombra y no se debía a que aún lo consideraba, sino más bien a que
necesitaba que estuviese perfecto para Tess. Esa pelirroja tenía que demostrarme de qué estaba
hecha y yo, quería comprobar si, así como hablaba, también actuaba. Ella y los demás chicos aún
no habían llegado, planeé todo a último minuto de esa manera, necesitaba un tiempo a solas con
los tortolitos y con su celestino.
¿Darius?
El mismo.
Llegué con tranquilidad hasta donde se encontraban todos, noté que Lía observaba
con horror todo el desastre que había quedado después de la estadía de Derek y eso me hizo
sonreír con descaro. Mis manos estaban entrelazadas hacia atrás — en mi espalda — y caminé a
paso lento, pero marcado, la oscuridad me ocultaba, pero el sonido de mis pasos me delataba y
pronto las miradas se posaron en mí.

Tenías que ser una perra y hacerme sentir orgullosa.


Después de mi dolor, no sería difícil serlo.
— Al fin tengo frente a mí a los tórtolos — me burlé.
Observé a Lía y mientras ella me demostraba todo su odio, yo le mostraba mi
diversión, la misma que me servía para ocultar el dolor, por el cual antes había pasado, todo
gracias al chico enmascarado frente a mí. Nuestros ojos se conectaron de inmediato, noté la
confusión en él al no entender lo que sucedía y las ganas que tenía de pedirme una explicación,
pero el maldito estaba metido en su papel de protector y se contenía esas ganas. Lía a pesar de
la situación, tenía una actitud extraña, no sabía cómo interpretarla, pero en verdad llegaba a
confundirme.
— Déjenme hacerles una pregunta chicos — pedí con total seguridad. Con un
movimiento de cabeza ordené a Caleb que sentara a Lía, en la misma silla que antes estuvo
Brianna. Ella chilló cuando el rubio obedeció y de paso la amarró de pies y manos — ¿Fue
divertido verme la cara de estúpida? — cuestioné con calma criminal y una sonrisa divertida en el
rostro.
Sombra abrió demás sus ojos al escucharme.
Maldito bastardo.
— ¡No sé de que mierda hablas! — espetó Lía, clavando sus ojos oscuros en mí.
— Es porque no te estoy preguntando a ti, zorra de mierda — devolví intentando no
perder la calma.
Con otra orden silenciosa de mi parte, Caleb y otros chicos llegaron a Darius y lo
apresaron, él se sorprendió al ver lo que pasaba, pero descubrió mi motivo al verme a los ojos.
— ¡Bella! — dijo sorprendido — Yo...
— ¡Cállate! — le advertí cuando quiso defenderse y lo hizo de inmediato — Tuviste
la oportunidad de decirme cada maldita cosa que yo necesitaba escuchar — reclamé y esa vez
no oculté el dolor que sentía —, viste mi necesidad de vengar a los que amaba, esta perra casi
me mata por ir a salvarte y por si fuera poco, me viste a la cara en el cementerio, cuando lloraba y
me despedía del hombre que una vez amé y no dijiste nada — espeté y su silencio fue rotundo.
La risa frenética y repentina de Lía, me sacó de mis cavilaciones en seguida.
Esa tipa me daba miedo.
— Tal vez no fue divertido para ellos, pero si para mí — confesó entre risas lo que
yo, ya sabía y sin pensarlo tanto, llegué hasta ella y le di un fuerte puñetazo que la hizo escupir
sangre en cuestión de segundos.
— Para mí también será divertido todo lo que tengo planeado para ustedes — dije y
ambas nos miramos con odio — Fantasma me debe muchas y llegó la hora de cobrármelas
todas.
— Te lo entregué y tus hombres lo mataron — escupió y fue mi turno de reírme.
— Tengo al Fantasma correcto, dame merito, no sería estúpida por tanto tiempo —
le dije con diversión y sus ojos marrones se abrieron demás.
— Bella, todo tiene una explicación — escuché su maldita voz robotizada a mis
espaldas y me erguí.
— ¿Y ahora si me la darás, Sombra? — cuestioné con burla, girándome hacia él —
Después que casi te supliqué por respuestas — añadí y vi el dolor en sus ojos —, fui
malditamente clara contigo, te di la oportunidad de que me dijeses lo que tanto necesité escuchar,
pero te importó una mierda.
— ¿De qué estás hablando? — exigió saber Lía a nuestras espaldas, Sombra calló
al igual que Darius y yo sonreí sin volver a verla — ¡Respondan de una puta vez! — gritó y la
escuché removerse en la silla.

— Así que ella también ignora a lo que ustedes dos — señalé a ambos — malditos cobardes,
estuvieron jugando — añadí y reí de histérica —. Mírame a la cara y dime con quién demonios me
estuve acostando — solté de pronto y escuché el jadeo de Lía.
Miré a Darius y la sorpresa era notoria en él al escucharme, vi como Maokko le
susurraba una clara amenaza, pero él no se inmutó, simplemente me observó serio, sin saber
cómo responder a mi pregunta.
— Siempre fue conmigo — dijo Sombra y sin que lo notaran solté un suspiro de
alivio.
Menos mal no te dejó ser tan puta.
¡Puf! Gracias por eso.
— ¡Maldito Cabrón! ¡Rompiste tu promesa! — le reclamó Lía cargada de furia —
¡Me traicionaste! — gritó dolida y sentí cierta satisfacción al oírla.
¡Ves lo que se siente, perra!
— ¡Vamos, Lía! Sabías que tarde o temprano la buscaría, que me importaría una
mierda la promesa que te hice, teniéndola tan cerca — se defendió Sombra y decidí intervenir en
la pelea de novios que se estaba formando.
— ¡Basta! No los traje aquí para verlos discutir, idiotas — espeté y luego dejé mi
vista en Darius — ¿Vas a agregar algo? — le pregunté a él y noté su frustración.
— Yo fui al que te encontraste en el cementerio y luego en el Inferno — confesó y
solo negué con la cabeza, mientras reía sin gracia.
— ¿¡De qué mierda hablan!? ¡Maldición! ¿Me traicionaste desde un principio? —
exigió saber una vez más Lía.
La ira que tenía reprimida salió a flote luego de escuchar sus malditos gritos y sabía
que no me iba a poder controlar por mucho tiempo.
— Los chicos han llegado — anunció Caleb y maldije.
— Cubran su maldito rostro — pedí para que cubrieran a Lía, ella me observó con
odio puro —. Cuando llegué a esta ciudad, no pedí cruzarme en el camino de tu novio — le dije
antes que me dejara de ver — no fue mi culpa conocer Elijah Pride y jamás quise ocupar tu lugar,
Amelia Black — solté y vi la enorme sorpresa en su rostro, se quedó sin palabras al descubrir que
sabía su identidad y luego dejé de verla.
Darius estaba tras de ella y me observó con la misma cara de sorpresa que lo había
hecho su hermana, pero no pudo decir nada, me giré para regresar de nuevo a la oficina
improvisada y noté la misma sorpresa en Sombra luego de haberme escuchado.
— Todo tiene una explicación — logró decir cuando pasé a su lado, pero
simplemente sonreí.
— Decir que la amabas y que querías estar con ella, hubiese sido más fácil para mí,
que vivir tres malditos años sin ti, creyéndote muerto — espeté y de nuevo se quedó sin palabras.
Era un cobarde.
El peor de todos.
~~
Horas antes...
Fantasma, Derek y Sombra, fueron los que habían salido de aquel edificio después
de la explosión, eso ya lo sabía y había intentado asimilarlo, encontrar una explicación, o darle la
oportunidad a Sombra de que me explicara, pero todo cambió luego de que Evan, me mostrara lo
que seguía del vídeo.
Explicó que era un vídeo de cinco horas, por lo tanto, no encontraron relevante,
seguir observando la grabación, después de ver a esos tres salir, pero todo cambió, cuando mis
dudas llegaron. Evan se propuso a revisarlo bien, y después de adelantar, atrasar y congelar las
imágenes en innumerables ocasiones, encontró las respuestas a mis dudas, pero también una de
mis más grandes caídas.

Sombra había regresado al edificio, tres horas después, junto a Fantasma y otros vigilantes, en la
imagen se mostraba claramente, como ellos sacaban a Elijah, vivo y completo, a Sombra
quitando su máscara y mostrándome que en realidad era Darius y como entregaba su máscara a
Elijah y luego, a Fantasma sacando la suya, abalanzándose después a los brazos del hombre que
yo amaba y él recibiéndola con gusto. Fantasma estaba de espaldas a la cámara, por eso Evan
no la había reconocido, pero yo sabía quién era Fantasma y Evan supo quién era Lía Black,
mostrándome una foto vieja de ella, una en la que se encontraba entre los brazos de un Elijah
sonriente y feliz, totalmente diferente al tipo que yo conocí y del cual me enamoré.
Jamás vimos esa sonrisa.
Y eso dolía.
Los sentimientos que experimenté luego de darme cuenta de semejante traición
fueron inmensos y confusos, me transporté a tiempos pasados, mientras destruía cada cosa en el
laboratorio técnico.
«— Si por ti, bonita. Todo vale la pena por ti.»
«— Yo no puedo corresponderte White.»
«— ¿Quieres la estúpida historia de Romeo y Julieta?»
«— Olvida a LuzBel, porque contigo siempre fui Elijah.»
«— Yo también me quemé.»
«— Si Isabella, un día estuve enamorado.»
Cada recuerdo dolía, quemaba mi piel, ardía en mi interior y solo quería arrancarlos,
recordé cuanto lloré al tener a mis hijos en brazos, lloraba de felicidad, de dolor, de tristeza por
tener a esos ángeles en mis brazos y desear que el padre de ellos estuviese a mi lado,
sosteniéndolos junto a mí, tomando mi mano y reconfortándome en un momento tan único, tan
especial. Luego llegaban a mi mente las imágenes de Darius entregándole su puta máscara y
Amelia tirándose a sus brazos, mientras horas antes, yo había salido del mismo lugar,
desbastada, desmayada y rota. Odié abrir mis ojos en aquel hospital, cuando lo único que
deseaba era morirme y seguir al hombre que tanto amaba y me habían arrebatado, casi me mato
y mato a mis hijos con tal de seguirlo, me desquicié al punto de tener que permanecer en un
psiquiátrico, hablaba con una puta foto y luego Laurel llegó con noticias y me sacó de ese mundo,
me enfrenté a muchas noches de dolor y regresé para enfrentarme a un nuevo comienzo, Sombra
me prometía eso y como estúpida estaba cayendo.
Comprendí cada una de las palabras de Sombra, cuando se delataba él mismo,
palabras que en su momento solo me confundieron, y es que el maldito supo jugar su papel, al
quitar sus perlas, al ocultar sus tatuajes de las manos con esos estúpidos guantes que, según
Evan, parecían una segunda piel y habían sido diseñados para eso, para ocultar huellas y rasgos
tan característicos. Me habían visto la cara de estúpida, él y Darius, lograron hacerme quedar
como la mayor de las estúpidas.
Recordé a LuzBel entre las piernas de Amelia, en el karma, en su momento no
dolió, porque para mí, él era Sombra, el tipo al que estaba usando para lograr mis planes, y ella,
era solo Lía, la sobrina de Lucius. Luego recordé el día que él aceptó acostarse con ella y como la
chica reclamó el que antes follaban como conejos, nada de eso había dolido tanto, como estaba
doliendo en esos momentos, cuando después de girar mis órdenes y hablar con Evan, me fui
hasta aquella casa en el borde del precipicio y recordé cada una de esas cosas, viendo el abismo.
Todo estaba doliendo como nunca creí que dolería.
Era nuestro tinieblo y su novia.
No, eran peor que eso.
Se trataba del hombre al que amaba, del cual me enamoré con locura, junto a la
asesina de mis padres, la tipa que me arrebató todo, incluyéndolo a él. Jamás en mi vida creí
sufrir tal traición, era por esa razón que LuzBel intentó varias veces que yo desistiera de mi
venganza, con estúpidas excusas, cuando lo que él buscaba en realidad, era proteger a la mujer
que sí, amaba.

Estábamos jodidas.
No, ellos si lo estaban.
Grité con fuerzas, lo hice desgarrando mis cuerdas vocales, queriendo arrancarme
el corazón para que no doliera tanto, grité sacando mi furia, mi vergüenza por haber sido tan
estúpida, queriendo sacar también mi alma en ese grito y volverme totalmente oscura, para que
nada me importara, para que nada doliera, pero era imposible, el dolor era demasiado fuerte y
quemaba peor que el hielo, peor que el fuego y solo me tocaba soportarlo.
Pero le cumpliría mi palabra a Sombra o LuzBel.
No le pediría explicaciones, porque estaban de sobra.
Estaba feliz de saberlo vivo, pero demasiado dolida por su manera de deshacerse
de mí, había sido demasiado cruel de su parte, yo no me lo merecía y aunque en su momento me
hubiese dolido, habría aceptado que él no quisiese estar más conmigo, habría aceptado que la
amaba a ella y me habría apartado, sin la necesidad de sufrir tanto por creerlo muerto de una
manera tan sádica. Fue por ese dolor que envié a Caleb y Maokko al encuentro con Amelia; ellos
y Evan eran los únicos que sabían de la verdadera identidad de Sombra y Fantasma, claro que
Darius también la sabía, pero lo había ocultado muy bien y eso solo lo convertía en un traidor más
en mi lista.
Cuando me fui de aquella casa, le pedí a Tess que nos viéramos, había cosas que
nunca quise preguntarle, pero el momento de hacerlo había llegado y esperaba que ella fuera
sincera conmigo. Regresé al cuartel un poco más calmada, un poco más fría y con muchas ideas
en mi cabeza; Tess me esperaba en su oficina, llegué y entré, esperé unos minutos mientras ella
hablaba con el senador Gibson y lo ponía al tanto de nuestro gran golpe.
— Todo el maldito ejército estará a nuestra disposición, en cuanto des la orden —
dijo animada y sonreí con cinismo.
— Sabes a la perfección que para lo único que necesitaremos ayuda, es para que
limpien el desastre que dejaran sus cuerpos — dije tajante y noté su nerviosismo.
— ¿Qué sucede Isa? Te noto demasiado distinta — señaló y solo me encogí de
hombros.
— Tendrías que vivir mi vida, para comprenderme — informé con una tranquilidad
terrorífica.
— Pobre de tus enemigos — dijo y negó — ¿Qué quieres hablar conmigo?
— No quiero hablar contigo, quiero que tú hables conmigo y me digas todo lo que
sabes de LuzBel y Amelia — solté y vi su sorpresa.
— Es Elijah, Isa. Dejaste de llamarlo por su sobrenombre desde hace mucho y es
extraño que hoy vuelvas a referirte a él, de esa manera y sobre todo tan fría — me quedé en
silencio, viéndola a los ojos y exigiéndole así la maldita respuesta a mi pregunta.
Como no hablara, la pelirroja comenzaría a pagar la mierda de su hermano.
Compartía eso.
— Se conocieron en un enfrentamiento entre Grigori y Vigilantes — comenzó y
escuché atentamente.
«Ese mismo día creo que su pelea terminó en una follada, ambos se atrajeron en el
momento que se vieron y comenzaron a verse de manera clandestina. Era la primera vez que
veía enamorado a mi hermano, sonreía y maldecía menos, actuaba como un chico de su edad y
no, como el energúmeno que siempre había sido. Poco a poco la relación entre ellos fue siendo
más seria, aunque claro está que Elijah no dejaba a sus putas; cada vez que podía, se iba a los
clubes y terminaba entre las piernas de alguna afortunada que se cruzaba en su camino, pero
Amelia lo aceptaba, o por lo menos aparentaba que no le importaba. Cuando las sospechas de
que ellos tenían una relación surgieron, Elijah decidió raptarla con el consentimiento de ella y la
llevó a casa para protegerla; mis padres casi se vuelven locos ante semejante estupidez cometida
por él, pero era su hijo y decidieron apoyarlo. Te aclaro que yo jamás me llevé bien con ella,
nunca me dio confianza así que mantuve mi distancia, luego llegó Elliot, se acercó a ella y
sucedió lo que ya sabes. Mi hermano quedó destruido luego de aquello, ya sabes, era de los que
ponía los cuernos, pero casi se muere cuando le tocó a él, el karma fue jodido y realmente lo
devastó, al punto de volverse un hijo de puta, doblemente frío, pero llegaste tú y entonces él...»

— ¡Para ahí! — pedí y se sorprendió — Llegué yo y pagué lo que no debía, punto — dije siendo
una total perra con ella, pero no me importaba —. Al final fue bueno que LuzBel muriera para que
se reuniera con su amada — añadí con burla y noté cuánto le dolieron mis palabras.
— ¡No sé que mierda te pase Isabella, pero cuida lo que dices! — exigió
poniéndose de pie, pero no me inmuté — ¡Si a ti ya no te duele su muerte, pues que bien! Pero te
pido que no te expreses así de él — sonreí con burla y negué con la cabeza.
— Espero que ya todos estén listos y prepárate, porque no aceptaré que te tiemble
la mano con Sombra — advertí cambiando el tema, me observó recelosa y sin esperar respuesta,
salí de su oficina.
Cuando me subí al auto, Maokko me llamó para informarme que tal y como lo
habíamos pensado, Amelia quiso ponernos una emboscada, pero mis hombres ya se habían
desecho de los de ella y mataron al falso Fantasma que llevaba para mí. Me sorprendió saber que
justo en el momento que Derek les fue entregado, Sombra aprovechó para asesinarlo frente a
todos, Amelia se había vuelto loca y todo resultó a la perfección para poder atraparla.
Aunque ese mal nacido, ya iba muerto en vida.
Exactamente.
Y lo único que lamenté, fue que haya muerto tan pronto. Mi trabajo había sido ser la
versión femenina del Joker y lo volví loco luego de aplicar varias descargas eléctricas en su
cerebro, aunque claro, ya no obligué a Brianna a ver nada, solo por el simple hecho que el
médico que la había revisado pidió que ya no se expusiera a emociones fuertes.
Y ver como achicharrabas el cerebro de su marido, definitivamente sería demasiado
fuerte.
Ves como no era tan mala.
Fue así como llegué sola al almacén, para enfrentar antes a los traidores más
grandes que había conocido en mi vida. Agradecía que los chicos llegaran a tiempo, antes que
perdiera el control.
(****)
Jane, Connor, Dylan, Evan, Tess, Elliot, Dom, Roman, Caleb, Maokko y varios
chicos de Grigori y La Orden del Silencio, se encontraban junto a mí en la pequeña oficina. Jane
quería matarme al enterarse que Cameron había sido apresado junto a Sombra y Lía. Maokko,
estaba feliz de tener en cautiverio a Marcus, aunque para Caleb eso no era agradable. Los demás
pedían explicación del por qué Darius estaba entre los invitados y siendo tratado de la misma
manera, pero callé y prometí dar las explicaciones después.
— ¡Estoy harta de esperar! — declaró Tess y salió de la oficina hecha una furia.
Los chicos de la orden me vieron esperando que les diera la orden de detenerla,
pero negué y dejé que se fuera, la seguí minutos después y los demás me siguieron a mí, me
crucé de brazos y reí cuando vi como Tess le puso un fuerte puñetazo a su hermano en la mejilla.
— ¿Dejaras que lo mate? — preguntó Evan asustado y me encogí de hombros.
— Él quería estar muerto, porque negarle su deseo — dije casual y se sorprendió.
— ¡Maldito hijo de puta! — gritó ella y su rodilla impactó en el abdomen del ex chico
oscuro.
Él y Darius estaban amarrados de pies y manos, y colgando de una viga del viejo
techo. No dejé que nadie la detuviera hasta que la maldita de Amelia se soltó de sus amarres con
una daga que los idiotas que la atraparon no notaron que llevaba. Ella quitó la capucha de su
cabeza y vi la sorpresa de quienes la conocían, al verla ahí, viva y dispuesta a matar a Tess.
Todos me observaron incrédulos y creyendo que yo no sabía a quien tenía frente a mí, Tess logró
esquivar el cuchillo de ella y cayó al suelo sin poder creer lo que veía.

— T–tú estabas muerta — balbuceó Tess y ordené a Dylan que se detuviera cuando quiso
defender a su novia.
— Volví del infierno cuñadita — siseó ella con burla y se giró viendo a todos y
apuntando con su daga. Su mirada se clavó a la mía y luego a uno de los chicos a mi lado.
Elliot.
La sonrisa de ella fue realmente malévola cuando lo miró y noté el nerviosismo de
él.
— Al fin los veo, chicos, de nuevo frente a frente — añadió y giró su cuello para
desestresarlo.
Connor y Dylan no sabían cómo reaccionar ante lo que veían, Jane me miró
esperando ver mi reacción, Evan también esperaba mi reacción, miré a Elliot y le sonreí, para
demostrarle que yo sabía quién era la tipa frente a mí.
— Bien dicen que cuando quieras que algo salga bien, tienes que hacerlo tú mismo
— hablé al fin y fulminé a Caleb con la mirada.
— Sabías de Amelia, por eso me pediste que te hablara de ella — dijo Tess aun
conmocionada y me volví a encoger de hombros de manera casual, di un paso frente a ellas y los
demás.
LuzBel encontró mi mirada y negó con la cabeza.
— Es lo que toca cuando te rodeas de cobardes. Tienes que hacer tus propias
investigaciones — inquirí — ¿Quieres pelear? — le pregunté a Amelia, comenzó a hacer gestos
raros, sus ojos se veían negros y no marrones como antes.
— ¡Isa, no! — escuché a Elliot a mis espaldas.
Lo ignoré.
Saqué el arma que tenía metida en mi espalda y la lancé hacia Tess, quien la tomó
de inmediato.
— Tienes al hijo de puta de Sombra frente a ti, mátalo de una vez y deja que me
encargue de su novia — exigí y sus ojos se abrieron sorprendida.
— Cometerás un error si lo... ¡Ahhh! — gritó Amelia cuando la tomé del cabello y la
tiré hasta llegar a los pies de Darius.
— ¡Hija de puta! ¡Creí que lo amabas! — me gritó y de nuevo me fui contra ella.
En ese momento fue más lista y se defendió, ambas nos metimos en una pelea, de
puños y patadas — su daga salió volando cuando la tiré —, era claro que la maldita sabía
defenderse y eso lo tenía claro, desde el día que asesinó a mi padre. Todos nuestros golpes eran
certeros, ella recibía y daba y yo también lo hacía de la misma manera, casi peleábamos como si
hubiésemos sido entrenadas por el mismo maestro; al fondo escuchaba a los chicos Grigori
queriendo detenernos y a los chicos de La Orden, evitando que se inmiscuyeran en algo que yo,
necesitaba como la misma vida.
De mi nariz corría sangre y la ceja de Amelia tenía un corte profundo, pero aún no
íbamos a detenernos y simplemente nos separamos para coger un poco de aire. De soslayo vi a
Tess apuntar hacia el que creía que era Sombra y el muy hijo de puta no hacía lo que tanto
deseaba que hiciera.
— No lo hagas pequeña zanahoria — susurró él, al fin y vi el cuerpo de ella ponerse
rígido al escucharlo.
— Tenías todo planeado — escupió Amelia al verme sonreír.
— A diferencia de ti, no siempre me dejo llevar por los sentimientos — aclaré y la
detuve cuando se abalanzó una vez más sobre mí.
Me bajé con agilidad y golpeé su tobillo hasta hacerla caer, de nuevo estuve sobre
ella y le di un fuerte puñetazo cerca de la boca, pero la diversión se acabó cuando Caleb me tomó
de la cintura y me separó de ella y luego Elliot, tomó a Amelia.
— Elijah — susurró Tess sacando al fin la máscara de Sombra.
Amelia y yo nos observamos fijamente.

Si antes los demás se habían impactado al ver a la tipa frente a mí, ver a LuzBel casi hace que
les dé un ataque al corazón.
¡Si idiotas! Esa fue nuestra cara también al saberlo vivo.
Dylan llegó a ellos de inmediato y Connor se les unió para ayudar a cortar sus
amarres, Elliot estaba impresionado igual que todos, pero ni él ni Caleb, aflojaban el agarre en
nosotras.
— ¡Tú! ¡Maldita hija de puta! ¡Lo sabías! — me gritó Tess, señalándome con su
arma, sólo callé — ¡Sabías que era Elijah y me ibas a hacer matarlo!
— ¡Querías a Sombra, te di a Sombra! Ahora no te quejes — espeté y ella negó
frenéticamente — ¡Él quería estar muerto, pues solo iba a cumplirle su deseo! — grité frenética,
intentando zafarme de Caleb.
Hasta el momento no había querido ver a LuzBel luego de que le quitaran la maldita
máscara y odié que todos corrieran en su ayuda, todos a excepción de Evan, Jane, Dom y
Roman.
— Pero es Elijah, el hombre que amas — dijo como si lo que hice era un pecado
capital, Amelia sonrió con burla al escuchar aquello y maldije en mi interior.
— Amaba o creí amar — dije tajante y segura.
— ¡Suéltala! — la voz real de LuzBel nos interrumpió, le pedía a Elliot que liberara a
Amelia — Y liberen a Darius — ordenó, mi corazón estaba acelerado en ese momento, jamás
había estado de esa manera y sabía que todo era por escucharlo.
Maldito tinieblo, poniendo todo de cabeza.
Connor liberó a Darius y agradecí que Elliot no obedeciera y siguiera conteniendo a
Amelia.
— ¡Suéltala! — gruñó.
— Tú no das las órdenes aquí — espetó él.
Me removí una vez más, para que Caleb me soltase y lo hizo de inmediato, antes
de separarme de él, tomé su arma y me preparé para lo que se venía. Rogaba para ya no tener
corazón y que no me lo siguiesen rompiendo.
— Aléjate de ella, no robarás mi venganza de nuevo — le advertí.
— White, sé que no entiendes nada, pero no hagas una locura — tragué con
dificultad al escuchar que me llamara de aquella manera una vez, pero no me iba a dejar inmutar.
— Ponla en la maldita silla y esta vez que no se escape — ordené a Caleb,
ignorando a LuzBel.
— Duele ver como el hombre que amas, defiende a otra — se burló Amelia.
— Calla, Lía — pidió él.
— Mírame a los ojos y dime si ves dolor — la reté y fue mi momento de reír.
¡Pum!
Todos se exaltaron cuando disparé cerca de los pies de ella, se removió como una
maldita lombriz en los brazos de Elliot, pero él no la soltó. Cegada por la ira, llegué a ellos y la
tomé del cabello, fui yo quien la zafó de Elliot y de nuevo la tiré al suelo. LuzBel quiso llegar a ella,
pero antes de eso, yo lo apuntaba con mi arma y Tess me apuntaba a mí.
— ¡Esta es mi puta venganza, mi maldita orden y mi organización! — mi voz salió
ronca por la ira — ¡Nada ni nadie me la va arrebatar! — advertí.
Mi sorpresa fue grande cuando Connor me apuntó con su arma, pero Caleb, Dylan,
Jane, Evan y Dom apuntaron a LuzBel, luego vi a Darius tomar un arma y llegar a Amelia para
apuntarla, Maokko, Elliot y Roman se le unieron.
— ¿Te quedó claro? — le dije con ironía.
No iba a negar cuanto me dolió ver su actitud con ella, pero por peores cosas había
pasado y ya no me sorprendía nada.

— Es tu hermana — masculló LuzBel hacia Darius.


— Y la he cagado tanto con ella, que tengo que reivindicarme — respondió él y no
comprendí su respuesta, cuando la estaba apuntando.
— Deja que se explique — pidió Tess rendida, bajando su arma al notar que de
nada le servía apuntarme, Connor hizo lo mismo.
— Las explicaciones sobran — espeté y caminé libremente hasta Amelia.
Nadie se interpuso en mi camino, así que llegué hasta ella y la golpeé con la culata
del arma en su cabeza, maldijo y se puso de pie para defenderse, le estaba dando esa
oportunidad, ya que nadie le impedía defenderse, yo tampoco quería que todo fuera tan fácil, nos
fuimos a los golpes de nuevo, haciéndolo con el odio que ambas nos profesábamos, en un
descuido que tuvo, cayó al suelo por su propio pie y aproveché para tomarla del cabello e hice
rebotar su cabeza en el piso, gritó de dolor pero no me importó.
Casi como si mi peso fuese el de una pluma, sentí cuando me levantaron en el aire
y de pronto estaba siendo apresada entre unos brazos que tanto conocía, pero que, en ese
mismo instante, me dolía sentir.
— No te voy a robar ninguna venganza, solo quiero que sepas todo antes de actuar
— siseó y con mi cabeza golpeé su nariz para que me soltase. Pero el idiota estaba dispuesto a
soportarlo todo y no dejó que me escapara — Ella está enferma White.
— Me importa una mierda — mascullé — ¡Tú me las pagarás igual que ella, maldito
cobarde! — grité y me pegó contra una pared, con fuerza tomó mi barbilla y me hizo verlo. Sus
ojos aun eran negros, pero el rostro era el mismo del chico que una vez creí mi ángel, fingiendo
ser un demonio y verlo me dolió.
— ¡Por favor no se metan! — escuché gritar a Tess —. Solo denles unos minutos —
suplicó y odié que le obedecieran en esos momentos.
— No hago esto por ella — dijo LuzBel y me reí en su cara por la patética excusa
—. Era fingir mi muerte y ser Sombra, o verte morir a ti castaña terca, y jamás te dejaría morir.
— Morir no es solo que maten tu cuerpo — espeté con dolor y me observó sin
entender —. Esa maldita no mató mi cuerpo, pero tú, mataste mi corazón, mi alma — maldije
porque mis palabras hayan sonado con tanto dolor y amargura, la sorpresa de él por mis palabras
fue grande y lo aturdió demasiado.
Aproveché eso y golpeé sus bolas, logré eludirme de su agarre y lo escuché
maldecir, saqué mi arma y quité el seguro de ella, yo había sufrido muchos años por culpa de
Amelia, era mi turno de vengarme. Ella estaba en el suelo, la sangre corría por su cabeza y
frente, estaba aturdida por el fuerte golpe, pero no me importaba, nada me importaba.
— Mataste a mis padres y me condenaste a muchos años de dolor, agradece que
yo te mataré rápido — dije y solo se rio de lo que yo decía.
— ¡Ella es bipolar Isabella! — gritó LuzBel — ahora mismo está en estado maníaco
— siguió y casi me atraganto al escuchar tal cosa, pensé en Daemon de inmediato y más al ver
como Amelia reía a carcajadas, como si estuviese loca.
¡Mierda!
— Y es tu hermana — añadió y sentí que mi corazón iba a detenerse.
Mentía.
Seguro que lo hacía.
— ¡No! — dije y pegué el arma a su frente — ¡Tú no eres nada mío, maldita perra!
— grité.
— Anda Elliot, dile la verdad, dile que no miento — LuzBel pidió apoyo al chico de
ojos azules frente a mí, lentamente levanté mi mirada hacia él y negué.

Elliot me miró con dolor.


Y entonces si morí.
— ¡Tú no, E! — supliqué y una gruesa lágrima salió de mi ojo izquierdo, seguida de
otras, al descubrir tal cosa — ¡Tú no! — volví a decir, él bajó su mirada al suelo, siendo incapaz
de sostener la mía — ¿¡Desde cuándo sabías que ella estaba viva!? ¿¡Desde cuándo supiste que
era mi hermana!? — no me miró, ni respondió entonces sin pensarlo tanto le disparé a la pierna.
Las chicas gritaron, los chicos maldijeron, Elliot maldijo y gruñó del dolor — ¡Responde o juro que
el siguiente va a tus bolas! — amenacé.
— Desde el día de tu secuestro, ambos supimos que estaba viva — habló LuzBel
por él.
— E–el día, que iba a mostrar...te el ID–DNA, te pinché por accidente — habló Elliot
entre titubeos y recordé ese día — el aparato se activó y creí que fue por error — mi corazón
estaba frenético al escuchar cada palabra que salía de la boca del chico que creí mi ángel, vi a
Lía encoger sus piernas, hasta que sus rodillas llegaron a su pecho y luego se abrazó a si misma,
de pronto se había vuelto vulnerable, casi como una niña indefensa —, pero al analizar tu sangre
y la de ella, todo coincidió — escuchaba cada palabra y lloraba, miré a mi alrededor y todos me
veían sorprendidos y con lastima, comencé a caminar hacia atrás, alejándome de Amelia.
— Mamá no me quiso, me dejó por ti — susurró ella y negué.
Mamá no pudo hacer tal cosa.
— Eso es lo que Lucius le ha hecho creer — habló Darius, yo seguía negando —
pero yo sé que mamá, no nos abandonó.
— ¿¡Qué!? — articulé con sorpresa, eso estaba siendo una pésima broma, pero
Darius asintió y sonrió.
— Fui Sombra porque le prometí a mi madre, cuidar de su hija. La encontré en su
lecho de muerte y le juré eso, Isabella — lo vi recordar con dolor.
— N-no...no sigas — pedí entre sollozos.
— Pero estaba cuidando a la hermana equivocada y me di cuenta de eso al
conocerte.
¡Eso no podía estar pasando! ¡Darius te había besado siendo hermanos!
Eso era lo que menos me importaba.
Seguí negando y caminando hacia atrás, en un vano intento por alejarme de todos,
mi vida era una mentira, todos me mentían y ocultaban cosas, comenzando con mis fallecidos
padres. Mi cuerpo se puso rígido cuando mi espalda chocó con un gran pecho duro e intenté
alejarme, pero sus brazos envolvieron mi cintura y me contuvieron.
— Darius fue adoptado por tu madre y Lucius, bonita — susurró en mi oído y al ver
a Darius, asintió —. Él los separó de ella, cuando tu madre huyó, abatida por el maltrato recibido
por él. No te lo dijimos antes para protegerte — añadió y más dolor atravesó mi corazón, aún
tenía corazón.
— ¿Protegerme? — logré articular incrédula y me zafé de él. Me giré y entonces si,
nuestros ojos se conectaron — Me han dañado, ocultándome todo, me han creído débil y han
decidido por mi — miré rápidamente a todos — Comenzando por mis padres, al no decirme que
esta estúpida es mi hermana y el cobarde de Darius, luego tú al fingir tu muerte y tú al callar todo
— señalé a Elliot, quien sostenía su pierna y estaba sobre suelo —. La mayoría de personas que
me rodea, son unos cobardes, tú más que todos — le grité a LuzBel y me miró frustrado —, es
bueno que tu novia siga viva — le dije y negó al escucharme — hacen una excelente pareja de
cobardes — quiso acercarse a mí y lo detuve al apuntarle con mi arma — es una lástima que
Sombra haya sido una farsa, lo habría preferido por encima de ti — confesé y vi como sus ojos se
abrieron demás.

Pero no tuvo tiempo de decir nada, porque casi como si fuese en cámara lenta, vimos como
muchos tipos vestidos de negro entraron al almacén, irrumpiendo todo. Eran Vigilantes, armados
hasta los dientes y una lucha se desató de inmediato, Silenciosos y Grigori se adentraron en ella,
el almacén parecía tan pequeño al ver a tanta gente metida allí. Los chicos que una vez creí mis
amigos se defendían y mataban sin restricciones; era estúpido de mi parte, pero casi lloro de
nuevo, al ver como LuzBel peleaba contra unos hombres y defendía a una indefensa Amelia, que
simplemente observaba todo como si estuviese en una película.
Escuché a Tess llamar a Gibson para que los refuerzos llegaran, Maokko había
liberado a Cameron y Marcus, quienes se unieron a la lucha; a espaldas de Amelia, se acercaba
un vigilante de manera sigilosa, yo lo vi, yo podía detenerlo y salvarla, me había enterado de que
era mi hermana, que padecía la misma enfermedad de mi hijo y estaba totalmente indefensa.
Levanté mi arma y apunté al tipo, pero recordé que la chica había asesinado a mis padres y me
quitó al hombre que amaba, recordé que yo estaba rodeada de mentirosos y me habían fallado,
recordé que me habían masacrado el corazón sin lastima, entonces bajé el arma de nuevo y
simplemente sonreí.
Pero la maldita tenía suerte y LuzBel la protegió.
Elliot estaba viéndome incrédulo, a la vez que intentaba defenderse de los tipos que
querían matarlo, le disparé a uno que casi logra su objetivo y luego lo le lancé mi arma.
— Cada quién obtiene lo que se merece — dije con tranquilidad — yo no pelearé
más ustedes, defiéndete como puedas. Yo, ya tuve mucho — aclaré y comencé a caminar hacia
la salida.
LuzBel seguía luchando contra los Vigilantes, defendiendo a su novia, vi su rostro
de terror cuando Lucius apareció con un aparato en su mano y presionó un botón, de inmediato
Tess cayó al suelo retorciéndose de dolor, su hermano gritó un desesperado no y llegó a ella.
Tomé mi cabeza cuando un repentino dolor de cabeza volvió a atacarme, no era matador, pero si
muy fuerte, los ojos de LuzBel se conectaron a los míos, como si supiese de mi dolor de cabeza,
Lucius reía, pero no me había visto y supuse que el maldito aparato provocaba el dolor en Tess.
Ayuda una vez más y luego nos marchamos.
Susurró mi voz interior.
Sin entretenerme más, tomé una daga del suelo y la lancé con fuerzas, se clavó
justo en el cuello de Lucius y el maldito soltó el aparato para tomarse el cuello, se giró y me
encontró, simplemente sonreí con maldad y le guiñé un ojo, el viejo decrepito estaba muriendo y
no como yo hubiese querido, pero muriendo al fin. Darius llegó al aparato y entonces le desactivó
algo.
Tess dejó de convulsionar en esos momentos.
— Jamás fui débil — les grité entonces — me subestimaron demasiado — finalicé.
Era hora de seguir con mi camino, de olvidarme de la ciudad que tanto daño me
había causado y sobre todo de las personas que colaboraron mucho en eso, le hice una señal a
Maokko y Caleb, ellos gritaron sus órdenes y salimos cuando el ejército llegó para ayudar a la
organización. Estaba a punto de subirme a una hummer cuando me tomaron del brazo y me
giraron con brusquedad.
— ¡No puedes irte así! — espetó LuzBel y lo miré seria — ¡Tú y yo tenemos mucho
de que hablar! — me presionó contra su cuerpo, pero después de lo que había visto y el dolor
sufrido, ya no sentía nada.
— ¿Recuerdas mi promesa? —pregunté y me miró sin saber que decir — Esta — le
recordé y entonces clavé una daga en su abdomen — si mueres será por mi mano — repetí.
— ¡Elijah! — gritó alguien, pero lo ignoré. LuzBel gimió de dolor, pero jamás dejó de
mirarme.
— Si acaso sobrevives a esto, no intentes buscarme — le advertí gélida — porque
en verdad no espero ni verte en el infierno.
Cayó de rodillas al suelo y de una patada en el pecho, lo alejé de la hummer, sin
mirar atrás me giré y luego subí a la camioneta. Le ordené a Caleb que se pusiese en marcha y
nos alejáramos de allí, tenía un largo viaje que emprender y una nueva vida que comenzar, junto
a las únicas personas que me amaban de verdad, las mismas a las que había descuidado por
buscar una venganza que al final había sido absurda, pero que me había enseñado que, en mi
mundo, todo era una farsa.
Daemon y Aiden eran la única realidad.
Y los cuidaría con mi propia vida.
Mi corazón por mucho tiempo había sido oscuro, pero mientras me alejaba de todo,
ardía como el infierno y solo esperaba que se hiciera cenizas pronto.
O se convirtiera en un Corazón de Fuego.

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Hasta aquí llego con Corazón Oscuro, espero que les haya gustado y ojala no todas
me odien por este final (mi final). El tercer libro se llamará Corazón de Fuego y publicaré hasta
dentro de un mes, para darles tiempo a los nuevos lectores que se pongan al día y no se hagan
spoilers.
Para las que quieran, dentro de 15 días mi amigo esteban0888 publicará la portada
del nuevo libro y para las chicas que estén en grupos de whatsapp, facebook o instagram les
aviso que tendrán una primicia antes de publicar dentro de un mes.
Espero contar con el poyo de cada uno de ustedes chicas y chicos y deseo
seguirlos leyendo pronto en los comentarios o por mensajes privados, los quiero mucho y nos
leemos pronto.
Estoy en instagram como wattpad_jm para que me sigan.

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Capítulo Extra.
Caroliaann & pri_sosa_ gracias por haber estado atentas a mis publicaciones, aquí está este
capítulo dedicado a ustedes dos, disfruténlo.
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~Extra~
{Darius Black}
Verla sufrir de aquella manera, mientras decía tales palabras, a una lápida y
deseando con el corazón que el hombre que amaba las escuchara, era lo más difícil y doloroso
que me había tocado presenciar, después de la muerte de mi madre. Sabía a la perfección que
Isabella estaba sufriendo, pero no podía decirle nada aun y estaba seguro que cuando lo hiciera,
ella iba a matarme.
Pero tenía que esperar.
Saqué mi móvil y marqué el número de LuzBel.
— Solo escucha — fue lo único que dije.
Dejé que escuchara cada palabra que salía de la pequeña dinamita frente a mi y
que se retorciera tanto o mas que yo, de la impotencia por no poder decirle nada.
Durante un tiempo fui Sombra y lo hice por súplicas de Amelia — mi hermana
adoptiva — en un arranque de tristeza y depresión que tuvo luego de que LuzBel, matara a su
amigo. Amelia era bipolar y gracias a la mierda de padre que teníamos, no estaba siendo tratada,
porque para él, era inaudito y vergonzoso que uno de sus hijos, fuese tratado por un loquero,
como él denominaba.
Me había sentido acorralado, porque a pesar de todo, Amelia era como mi propia
hermana, la había visto crecer y sufrir, a causa de las mentiras de Lucius y sentirse abandonada
por nuestra madre, pero el muy maldito aprovechaba sus estados de oscuridad, aquellos en los
que se volvía maníaca y la utilizaba a su antojo. Fue en uno de esos estados que la hizo matar a
su propia madre, estados en los que ella se perdía por completo y al no estar tratada, se volvía
peor; cuando la naturaleza se dignaba de ella y esos estados pasaban, no recordaba
absolutamente nada de lo que había hecho y cuando eso sucedió — en aquel momento que mató
a nuestra madre —, Lucius aprovechó para decirle que la había asesinado en defensa propia, le
mintió diciéndole que mamá la había querido matar a ella, y Amelia lo único que hizo fue,
defenderse.
Quise matar a Lucius por eso, más por haber asesinado a la mujer que aunque no
me dio la vida, me amó como una verdadera madre y me acogió en su familia con entusiasmo.
Pero casi me gano mi propia muerte ya que el mal nacido tenía mucho poder y no podía morir,
porque antes que mi madre muriera, le prometí cuidar de su hija y protegerla de todo el mal que la
rodeaba. Así llegué a ser Sombra, en un intento por cumplir mi promesa, pero me di cuenta que
estaba errando mucho, el día que conocí a Isabella White, mi otra hermana y de verdad daba
gracias que solo fuera mi hermana de palabra, porque desde que la vi, supe que no podría verla
como mi verdadera hermana.
Mis órdenes habían sido llevarla hasta los pies de los Vigilantes, querían que ella
pagara por cosas que no tenía culpa, la hermosa chica ni siquiera sabía que tenía otros hermanos
por parte de su madre y estaba seguro que tampoco sabía de la verdadera historia de sus padres
y por mas que me quisieran obligar, yo no podía dañarla; así me mataran por eso, yo no iba a ser
partícipe de la caída de una reina, que no merecía lo malo.
Pero lo fui.
Después de atreverme a probar sus labios en el Inferno, me volví loco y lo único
que deseaba era tenerla debajo de mi cuerpo, haciendo que gimiera y gritara mi nombre. Odié a
LuzBel por tener tan maldita suerte de tener a su lado a una mujer como ella, una guerrera que no
se daría por vencida nunca y lucharía siempre por ella y los que amaba, así estuviese muriendo.
No me tenía loco su belleza, me tenía loco su actitud, su garra, su pasión al amar y la inocencia
que no la abandonaba nunca.

Y verla siendo torturada por Derek y sus hombres, casi me lleva al borde de la locura, jamás
obedecí las órdenes que me daban en contra de ella y eso los hizo actuar diferente, con el
maldito traidor que los ayudaba, pero que no conocía. Lloré al ver la crueldad con que la trataban,
lloré al saber que le estaba fallando a mi madre, porque había protegido a la hija equivocada;
Amelia estaba siendo usada por su padre y aunque no era inocente, tampoco era la total culpable
de lo que sucedía, pero Isabella, ella solo era un ángel, un hermoso ángel al que le estaban
rompiendo sus alas, por el simple hecho de haber sido amada por sus padres. Me sentía
impotente y frustrado cada vez que escuchaba un grito de ella, me estaba volviendo loco al no
saber que hacer, ni como defenderla y odiaba ver el rostro cargado de satisfacción de Lucius al
presenciar tal cosa, pero mas odiaba ver a Amelia, disfrutando que dañaran de aquella manera a
su hermana, me odiaba a mi, por permitirlo.
— ¡Hijo de puta! ¿¡Qué quieres aquí!? — fueron las palabras de LuzBel al verme
llegar a su celda. Me había escabullido de la oficina en la que se encontraba Lucius y Amelia,
disfrutando de tan maldito espectáculo.
Él estaba golpeado, los nudillos de sus manos tenían sangre al haber estado
golpeando la pared, en un vano intento por ir al rescate de Isabella.
— Hablar contigo — dije intentando sonar fuerte, mi máscara estaba en una de mis
manos, la levanté y se la mostré —. Esta máscara puede salvar la vida de esa chica — señalé y
lo vi reír sin gracia —, hay algo que Amelia quiere más que a esa chica y eso eres tú.
— Escúchame bien, maldito lameculos — bufó, tomándome de la camisa, el tipo
parecía un demonio rociado con agua bendita en esos momentos —. Jamás voy a estar con esa
perra, en el momento que la tenga frente a mi, no dudaré en hacerla pedazos — espetó con odio
puro y lo comprendía.
— No tenemos mucho tiempo, LuzBel — recordé intentando que comprendiera —.
Ellos van a matar a Isabella, no tienen la intención de dejarla viva y la única salida que encuentro,
es que tomes mi maldito lugar como Sombra, a cambio de la vida de esa chica — expliqué seguro
y me soltó de inmediato — ¿Qué tanto estas dispuesto a hacer por ella, con tal de salvarla? — le
cuestioné y me observó incrédulo.
— Voy hasta al mismísimo infierno y hago un pacto con el diablo, si es posible con
tal de que esa chica viva — gruñó seguro y sentí alivio.
— Te ayudaré a bajar al infierno — dije con la misma seguridad de él.
Y fue así como tomó mi lugar.
Pero todo se estaba saliendo de nuestras manos, LuzBel cometió el error de
acercarse a Isabella de nuevo, ella exigía explicaciones que no podíamos dar. No, cuando habían
emenazas que podían cumplirse en cualquier momento, no cuando ella misma podía morir, si se
descubría todo el teatro que habíamos hecho, para mantenerla con vida.
— ¿Por qué me haces escucharla? — preguntó a través del auricular.
— Solo para recordarte lo mierda que somos — dije y lo escuché bufar.
— Todo es por ella, maldito imbécil, fue tu plan y lo acepté, ahora debemos seguir
— inquirió y sabía que tenía razón —. Esperemos a que Lía la busque y se meta en su territorio,
entonces estaremos libres de la promesa y podremos explicarle todo, sabes que White es
inteligente, hizo una excelente jugada que nos ayudará a liberarnos de la loca de tu hermana.

— ¿Podrás hacerlo? — pregunté al saber que él había llegado a conocer el estado de Amelia, el
maldito era un duro y frío, pero sabía que tenía sentimientos hacia ella y saberla así de enferma y
utilizada por Lucius, lo había hecho querer protegerla.
— Sabes lo que siento por Lía, pero no tienes idea de lo que soy capaz de hacer
por esa castaña — se defendió y negué con ironía aunque no me viese.
— Solo sé que eres Sombra por ella — señalé y luego finalicé la llamada.
Todos los invitados a la ceremonia se estaban marchando, veía a Isabella saludar a
algunos, intentando ser fuerte y no derrumbarse ante todos y eso solo me hacía admirarla y
sentirme como el peor de los cobardes. La chica de cabello negro, pareció ser un gran apoyo
para ella e interiormente me sentí agradecido de que la haya reconfortado de aquella manera,
decidí marcharme tiempo después, pero no sabía hacia donde ir.
Me estaba quedando en el apartamento de Elliot, no podía volver a mi territorio
después de lo que Amelia me hizo y sobre todo, no podía hacerlo después de haber raptado a
Brianna, toda la maldita organización estaba tras mi culo y debía ser sumamente cuidadoso. Pasé
por un café antes de volver al almacén y me quedé en el auto, en el estacionamiento de la
cafetería — después de haber comprado mi bebida — esperando a que pasara el tiempo.
— ¡Hola! — una voz femenina me sacó de mis pensamientos — Eres el chico del
cementerio ¿cierto? — la chica pelinegra estaba saludándome.
— Tú también eres la chica del cementerio — dije y me regaló una grande y
hermosa sonrisa.
— Soy Laurel, una vieja amiga de LuzBel — se presentó haciendo un gracioso
gesto de cruz con su mano, sobre su rostro. ¿Qué tipo de amiga, había sido con LuzBel? Me
pregunté inmediatamente, no era de mi agrado que todas las chicas cercanas a ese idiota me
parecieran atractivas, pero no podía evitarlo. Si algo tenía claro, es que ese maldito tenía buen
gusto — y ahora amiga de Isabella — añadió lo que ya sabía.
— Mucho gusto Laurel, soy Darius — dije y me bajé del auto.
— Darius — pronunció de una manera exquisita, logrando que mi amigo, despertara
al escuchar su voz, como si se tratase de una serpiente encantada por la melodía de una flauta —
tienes un bonito nombre — halagó.
— Se escucha así cuando tú lo pronuncias — solté y el sonrojo de sus mejillas fue
notorio.
Sabía a la perfección con solo verla, que era una chica extrovertida y
desvergonzada, pero que se haya sonrojado por mis palabras, hacía que mi interés por ella,
despertara en cuestión de segundos. Deseaba conocer a Laurel y no precisamente como una
buena amiga.
— ¿Puedo invitarte a un café? — pregunté y me observó con una sonrisa — Luego
tu podrías invitarme a tu apartamento — decidí ser directo y su hermosa sonrisa se esfumó.
— Yo no soy una cualquiera que invita a casa al primer fulano que se le pone en
frente — bufó un poco enojada e indignada, simplemente sonreí a eso.
— Y es por eso que yo quiero invitarte a un café, porque no eres una cualquiera —
le aclaré seguro y la noté atenta — por lo mismo quiero que tu me invites a tu casa, ya que no me
gusta ir a casa de una cualquiera — repetí y vi como quiso contener una sonrisa y mordió su labio
inferior.

— Quiero un moca helado — aceptó y fue mi turno de sonreír — y no vivo aquí, estoy en un hotel.
— Entonces vamos al hotel — propuse mientras nos dirigimos al interior de la
cafetería.
(****)
Laurel era la chica más caliente con la que me había cruzado en mi puta vida, pero
también era una chica divertida, extrovertida, desvergonzada, descarada, amigable y sobre todo
genial. Después de toda la mierda por la que me rodeaba, que se cruzara en mi camino, era una
de las mejores cosas que me había pasado e iba a aprovecharlo.
Ella no era una cualquiera, si no caritativa.
Me reí cuando se denominó de aquella manera y con cada cosa que salía de su
boca, mi deseo por ella aumentaba, en lo único que podía pensar, era en llevarla a su hotel,
arrancarle el vestido que usaba y follarla de maneras inimaginables, si ella se iría pronto, pues
quería que se llevara un buen recuerdo de la ciudad.
Sexo sin amor, era lo mejor.
— ¿Sabes que te deseé mucho desde que te vi en el cementerio? — dijo mientras
entrábamos a su habitación de hotel. Alcé una ceja y le sonreí.
— Pero te ofendiste porque fui directo — le reclamé y devolvió la sonrisa.
— No podía ser tan descarada — señaló con voz sensual, sin esperarmelo, abrió su
vestido y me dejó verla en un conjunto negro que usaba. Su piel ligeramente dorada relucía en
aquella ropa interior de encaje, se veía tan limpia, tan tersa, tan comible, tan bella. Sus pies
estaban enfundados en unas sandalias a juego y me dejaba ver sus uñas pintadas de rojo, fue
fácil imaginar esos pies sobre mis hombros, mientras yo la penetraba con lujuria.
— Sin embargo ahora ya no te importa lo que yo piense — recalqué acercándome a
ella y sacando la camisa que yo usaba.
— Tengo que aprovechar que mis súplicas fueron escuchadas — dijo sacando sus
sandalias, la miré haciendo que viese que no entendía — Le pedí al destino que si no eras para
mi, por lo menos que nos dejara follar rico y duro — con una sonrisa en el rostro por su descaro,
llegué a ella y me adueñé de sus gruesos y rojos labios.
Jadeó por la forma brusca en que la tomé, pero correspondió a mi beso de
inmediato.
— Rico y duro ¿eh? — dije sin dejar de besarla y la sentí sonreír.
Introduje mi lengua en su boca y la follé de esa manera, así como deseaba follarla
de muchas otras, su piel cálida se sentía increíble junto a la mía, nuestros pechos se unieron y
sentir los suyos tan duros y grandes, solo provocó que mi polla se endureciera más. Las manos
de Laurel llegaron a mi pantalón y quitó mi cinturón para luego abrir mi pantalón, fue un alivio para
mi pene tener mas espacio y una tortura cuando la mano de la pequeña morena, la acarició con
experiencia.
La tiré con un poco de fuerza sobre la cama, el impacto hizo que su cabello se fuera
a su rostro, sonrió con maldad por mi arrebato y vaya que lucía malévolamente hermosa de esa
manera. Ella lo quería rico y duro, pues iba a demostrarle que yo podía darle eso y mas. Sin
apartar mi mirada de la suya, saqué su braga y la dejé expuesta ante mi, me fascinaba que esa
mujer fuera tan deshinhibida y segura de si misma, su coño rosado quedó a mi vista y mi boca se
hizo agua al verlo, ella me provocó mas cuando comenzó a tocarse a si misma, las uñas de sus
manos también estaban de color rojo y el contraste que hacía con su piel, simplemente me estaba
enloqueciendo.

De nuevo estaba de rodillas ante una mujer.


Y me encantaba estarlo, yo no era de los que iba haciéndole sexo oral a cuanta
chica follaba, pero con Laurel había una excepción, ella me provocaba más, ella me hacía desear
mas. Le sonreí antes de dar un casto beso justo arriba de su raja, sonreí mas cuando mi aliento
chocó con su coño y eso la hizo morder su labio inferior de manera sexi. Con mi dedo índice y
medio, abrí sus labios vaginales y pronto mi lengua acarició su clítoris, se removió y gimió, eso
fue como una dulce melodía para mis oídos, nuestras miradas de nuevo se conectaron y
comencé a lamer su botón sin dejar de verla.
Su sabor era delicioso.
Gemí cuando lo sentí, ella subió y abrió mas sus piernas, dejándome mas espacio a
mi para enterrar mi rostro en su coño, chupé y mordí suavemente ese manojo de nervios y ella
comenzó a mover sus caderas en busca de más. Dos de mis dedos se unieron a mi boca y legua,
encontré su entrada y poco a poco los introje, me fue fácil cuando ella ya estaba tan mojada.
— ¡Oh Darius! — y allí estaba, mi nombre dicho como tanto me gustaba, mi boca y
dedos provocando lo que tanto amaba.
Su interior era cálido y apretado y con cada momento que pasaba, sentía sus
paredes vaginales contrayéndose más, mi barba estaba mojada con sus jugos y me gustaba ver
su rostro deformado por el placer que le provocaba y sus manos acariciando sus pechos por
encima del sostén. Sentí cuando los movimientos de sus caderas aumentaron en busca de más.
Sí, ella estaba a punto de correrse y me sorprendió cuando ella misma me quitó de entre sus
piernas, antes de lograr su orgasmo.
Me sorprendió mas cuando llegó a mi boca y me besó, lo hizo con pasión,
disfrutando de su sabor a través de mis labios, cada cosa que esa mujer hacía, solo me calentaba
más y temía por llegar a correrme, antes de estar en su interior. En cuestión de segundos, era yo
quien estaba sobre la cama, con mi pantalón y bóxer en los tobillos y ella posicionada entre mis
piernas, tomando mi pene entre sus manos.
Metió un mechón de su cabello tras su oreja y haciendo lo mismo que yo había
hecho minutos antes, me miró a los ojos y sonrió cuando la punta de su lengua lamió la punta de
mi pene e hizo que cerrara mis ojos, disfrutando de esa cálida lengua y su saliva mojándome.
No buscaba que me devolviera el favor, pero tampoco me quejaba de que lo hiciera.
Fue mi turno de jadear cuando comenzó a chuparme con impetú, con deseo, con
hambre; no quería pensar en por qué era tan buena en lo que hacía, simplemente disfruté que
supiese hacerlo tan bien, tan perfecto. Su boca se veía hermosa cuando sonreía, pero se veía
aun mas hermosa y perfecta con mi polla metida en ella, sus labios relucían cuando los envolvía
en mi falo y si no me corría pronto por la mamada que me estaba dando, lo haría por la perfecta
imagen frente a mí.
— Eres divinamente perversa — dije logrando no jadear.
— Contigo rompo todas mis reglas — susurró y aunque no lo comprendí, me hizo
sentir orgulloso saber aquello.
Con mi codo me apoyé para levantar mi torso y con mi mano libre, tomé su cabello
y lo aparté de su rostro, comencé a impulsar mis caderas para introducirme mas en su boca y ella
dejó que lo hiciese hasta llegar a su garganta, iba a correrme, no iba a soportar más.
Quité su boca y la hice que se subiera sobre mi, ella misma tomó mi pene y me
colocó el preservativo, luego me introdujo en ella poco a poco, algo que me cautivaba mucho, era
la manera en la que nos veíamos a los ojos y no rompíamos el contacto visual, estaba pasando
de nuevo, mientras dejaba que se acomodara a mi y se movía lento, poco a poco comenzó a
montarme con mas rapidez, sus caderas tenían un movimiento único que me estaba volviendo
loco, no sabía como demonios lo hacía, pero habían momentos en los que únicamente sus
caderas se movían, no movía las piernas, no movía su torso, únicamente sus caderas y eso... eso
era increíble. Hasta ese momento saqué su sostén, sus pechos cayeron libres y no perdí tiempo
en meterme uno a la boca, mientras acariciaba el otro con mi mano, sus jadeos se hicieron mas
fuertes, puso sus manos en mis hombros para tener un apoyo y aproveché eso para mover yo
mis caderas y encontrar sus embistes, nuestros cuerpos chocaban con brusquedad, mis manos
llegaron a sus caderas, a sus nalgas y comencé a marcar mi propio ritmo, sentí el cambio de
movimiento en ella, aquel cambio que indicaba que ella quería más, que estaba a punto de llegar
a su clímax y así fue, segundos después comenzó a correrse con intensidad, enterró sus uñas en
mis hombros al sentirse extasiada y cuando los espasmos pasaron, la coloqué a cuatro patas y la
penetré desde atrás.

Su culo lucía perfecto de aquella manera, era por eso que esa posición se había convertido en mi
favorita, porque me encantaba ver como las chicas ponían su trasero en pompa y aceptaban
gustosas la intromisión de mi polla, pero esa chica era otro nivel, me estaba volviendo loco ver
todo su cabello negro esparcido por su espalda, lo hice puño en mi mano y halé sin dañarla, eso
le gustó y a mi, más, de pronto Laurel comenzó a mover sus caderas de nuevo, hasta en esa
posición ella marcaba su propio ritmo y tales movimientos me llevaron a mi locura total, aligeré
mis movimientos y comencé a hundirme más profundo, mas fuerte, mas rudo. Mis caderas
golpeaban su trasero, tomé ambas pompas de ella en mis manos y las apreté hasta marcar mis
dedos en ellas, los gemidos de ella se hicieron más fuertes, mis jadeos igual y en minutos
comencé a correrme pero ella lo hizo de nuevo conmigo y mi polvo se convirtió en perfecto.
Laurel me había demostrado cuán perversa era y como podía volverme loco si se lo
proponía.
Había probado lo mejor y podía morir feliz después de eso.
— ¿Volveré a verte? — pregunté ratos después de nuestra sesión de sexo, ella
estaba con su cabeza recostada en mi brazo izquierdo, totalmente desnuda y acariciaba mi pecho
con sus dedos.
— No sé, no me gusta reciclar — dijo en tono burlón y lejos de molestarme me
causó gracia.
— Ayuda al planeta — pedí y sonrió.
— Soy como una estrella fugaz en la vida de los hombres, si me viste tuviste suerte,
porque quién sabe si me volverás a ver — aseguró, cambiando de tema y poniéndose seria, esa
chica me intrigaba mucho.
— Soy un hombre de fe — le aseguré yo.
Nos quedamos en silencio y minutos después se quedó dormida.
(****)
Cuando unos días antes, pensé en que podía morir feliz, no creí que se me iba a
tomar tan a pecho, pero ver la muerte tan de cerca, me había asustado hasta la mierda. Todo se
había ido al carajo, Isabella se enteró de la verdad por sus medios y jamás imaginé ver a una
mujer tan rota.
Lo que pensamos que se convertiría en nuestra salida, se convirtió en nuestra
perdición y al final todos pagamos muy caro nuestros errores. Lucius logró hacer de las suyas
antes de morir e Isabella nos creía la peor mierda del mundo a todos y no podía culparla, la
habíamos cagado con ella y al verla tan llena de ira y decepción después de descubrir todo y
marcharse, me comprobó que ya nada sería fácil.
Tess estaba realmente mal con el derrame cerebral que Lucius le provocó antes de
morir y si no hubiese sido por Isabella, que lo mató en cuestión de segundos, Tess ya hubiese
estado muerta. El ejército llegó para ayudarnos, pero antes de llegar, ya muchos habíamos
sufrido las consecuencias de nuestro maldito circo. Dylan fue herido de bala en su abdomen,
Cameron lucía desesperado al ver a Jane tan mal herida, Connor estaba peor al haber intentado
protegerla, Evan sufrió lesiones, que si bien no eran graves, si muy dolorosas y Elliot, estaba al
borde de la muerte al igual que LuzBel y sabía que se iba a necesitar un milagro, para que se
salvaran.
Antes de morir, Lucius descubrió que a pesar de todo, LuzBel protegía a Amelia y
tenía planes para ella, es por eso que no le importó arremeter contra su propia hija y casi logra su
objetivo, afortunadamente para ella, logró salir bien y fue trasladada a un hospital para que
atendieran su enfermedad y ser juzgada por sus delitos.

Yo estaba herido, no de muerte pero si, para pasar jodido varios días, aunque estaba de pie,
dispuesto a cumplir la voluntad de un pobre moribundo.
— Busca mi móvil, allí encontrarás el número de Laurel — fueron las palabras de
LuzBel, en el momento que lo auxiliamos, luego de ser apuñalado por Isabella —, pídele que
active el localizador del relicario de Isabella.
— Yo desactivé ese localizador — le informó Evan y a pesar que se estaba
muriendo, casi lo mata con la mirada.
— Entonces llama a Alice y dile que active el que tiene en su cuello — me pidió y
asentí, Evan nos observó sorprendido — esa maldita castaña no se va a librar de mi tan fácil —
aseguró antes de desmayarse por la pérdida de sangre.
No sería fácil enfrentarnos a Isabella White, ella estaba cegada por la ira y no le
importó arremeter contra el hombre que una vez amó, era increíble ver como un ángel como ella,
podía convertirse en demonio en cuestión de segundos al sentirse tan herida.
Y algo teníamos bien claro, antes logramos llegar a Isabella porque ella así lo quiso.
Ahora todo era diferente y sabíamos que encontrarla, tal vez sería fácil, llegar a ella, lo dudaba,
pero íbamos a intentarlo, porque habían muchas cosas que tenía que comprender.
Y que le ocultamos la verdad, para que ella viviera sin correr la misma suerte de
Tess, era y fue lo primero siempre, para nosotros.
— ¿Alguna vez has intentado atrapar a un ángel? — le pregunté a Cameron,
estábamos en el hospital, esperando noticias de nuestros heridos.
— No, pero imagino que es difícil — respondió viendo a un punto fijo en la pared.
— Prepárate viejo, porque iremos en busca de uno — informé y me miró incrédulo
— llamé a Alice para que active el localizador de Isabella, iremos tras ella — dije y sus ojos se
abrieron demás.
— ¡Estás loco viejo! — exclamó y no comprendí — estábamos hablando de atrapar
un ángel, no un demonio y si acaso viste la actitud de esa mujer, sabrás que dejó de ser un ángel,
el día que ustedes dos decidieron engañarla — reclamó, señalando lo que hicimos con LuzBel —
pero sobre todo, cambió en el momento que descubrió tal mentira. No iremos tras un ángel,
grábate eso, iremos tras un demonio y créeme Darius, corremos el riesgo de morir en el intento.
— Lo sé, pero debo hacerlo — aseguré y me observó atento.
Iba a decir algo pero el médico llegó, informándonos que LuzBel estaba fuera de
peligro y pedía vernos, nos permitieron pasar a ambos, él estaba pálido y débil, pero el idiota
tenía mucha suerte y mas vidas que un gato.
— ¿Hablaste con Alice? — preguntó y asentí.
— Luego de que te trajeran acá, revisamos el almacén y sus alrededores — dijo
Cameron y ambos lo miramos cuando metió su mano en el bolsillo de su pantalón — encontré
esto — informó sacando una extraña cadena con una placa plateada. Era el relicario de Isabella.
— Dámelo — ordenó LuzBel y Cameron lo puso en su mano, lo observó atento y
luego pasó su dedo sobre la placa, el objeto se abrió de inmediato y miró fijo su interior — ¡Esto
no puede ser! — dijo de pronto y comenzó a negar y reír de manera frenética, ni Cameron ni yo
sabíamos lo que pasaba, solo nos miramos extrañados al no comprender ni mierda — Tienes
mucho que explicarme, White — siguió y tuve la intención de llamar a un médico al creer que se
volvería loco —. Llama a Alice y dile que en cuanto obtenga la puta ubicación me avise.
— Tú no podrás ir a buscarla — le recordé.
— Yo iré a buscarla a Darius, yo y solo yo — aseguró en un tono frío y seguro, cerró
el relicario y luego se lo colocó en el cuello.
No sabía lo que había visto en ese objeto, pero si sabía que verlo, lo cambió por
completo.
... Fin _______________________________________
A petición de varias lectoras, les entrego este capítulo extra y final, sirve de paso
para que su espera por el siguiente libro no sea tan larga.
Darius se merecía un capítulo y que mejor que con Laurel.
Nos leemos pronto.
Para las que quieran estar en el grupo de facebook busquénlo así Trilogía Corazón-
Jassy
Gracias a las hermosas lectoras que lo manejan Caroliaann Zaelys
y caaromaldonado23 las quiero mucho chicas 😉

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¡Book Trailer!

¿Saben que es lo mejor de escribir? Conocer personas que comparten mis locuras
y aceptan mi mundo ficticio, amar a mis lectores y sentirlos como mi propia familia, sin necesidad
de conocerlos en personas.
También hacer que diferentes personas se conozcan y unir al mundo a través de
una aplicación o red social, saber que nacen amistades grandes y buenas, con un mismo fin: Un
libro, Mi libro.
Wattpad es lo mejor que me ha pasado, ustedes son lo mejor y esta triología me ha
marcado para bien.
Ahora viene alguien que me sorprende y hace esto por mi, esto que es mi mejor
pago, mi mayor apoyo, independientemente de si algún día mis libros salgan en físico o no, yo ya
he obtenido lo mejor: ustedes, lectoras y lectores que me muestran un apoyo incondicional y se
convierten en parte de mi vida.
Lisseth, LissAnaly gracias por tan enorme detalle, por tan maravilloso regalo, por tu
apoyo y la pasión que le pones a algo que tomas como tuyo también, gracias por este book
trailer,por el tiempo y la dedicación que te tomaste al hacerlo, de verdad inmensas gracias y sobre
todo porque lo hiciste tomando en cuenta mi opinión, las palabras son mías, la canción la escogí
yo, pero las imágenes, la dedicación, el amor y la entrega, para hacerlo, lo pusiste tú y es lo mejor
para mi, lo mejor que me ha pasado en este día.
Chicas y chicos, espero a ustedes también les guste, creí que Corazón Oscuro no
tendría trailer pero apareció un ángel para ayudarme en eso.
Se los dejo de nuevo para que lo disfruten, Nos leemos muy pronto.
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¡Oficial!

Hola a todas y todos, por acá vuelvo con ustedes, con una sorpresa que me llegó hoy y que me
ha dejado sin palabras 😥😥😥
Lo publico aquí por que es algo que involucra a mis dos primeras historias. Hace
poco una lectora bella me regaló unos books trailers fantásticos y ahora llega otra hermosa
lectora para regalarme otro.
whoisame gracias por este maravilloso book tráiler, sé que en el grupo pudieron
verlo, pero sé que este les gustará mas 😉. Tienes mucho talento Fatima y Creéme que
me encantó.
Gracias hermosas lectoras por acompañarme en mis historias y por amarlas al igual
que yo, estos trailers que me han regalado es una muestra de ello. El 15 se llega pronto así que
nos leemos luego, mientras disfruten de este hermoso booktrailer 😉

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Nueva Imagen

catt31 Gracias inmensas por tan bella imagen 😉😉😉


Para las que quieren estar en grupos, está el de Facebook como Triología Corazón-
Jassy
Whatsapp pueden escribir por privado a Iamliacarolina karenDG13 o Sutiniebla
En instagram me encuentran como wattpad_jm
Las quiero mucho mis bonitas y tinieblos 😉

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