Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Elliot w. Eisner
Resumen
Estas constancias reemplazan lo que vemos por lo que sabemos mediante la sustitución
de las cualidades concretas que hallamos en un momento y un lugar concretos por las
generalizaciones visuales o estereotipos perceptivos que hemos desarrollado a través
del aprendizaje perceptivo. La adquisición de constancias visuales es extremadamente
útil para la vida diaria. En definitiva, las constancias visuales son, en muchos
marcos, habilidades funcionales que nos permiten continuar con nuestras tareas. Sin
embargo, en el campo de las artes visuales, es preciso organizar estas constancias
visuales a fin de ver de qué manera está organizado el mundo visual.
Si, Por ejemplo, un niño nunca ha visto arte abstracto o no figurativo, si su concepción del
arte se limita a formas que imitan la naturaleza, le resultará difícil, en principio, poder
apreciar el arte abstracto o no figurativo. Lo que él supone que debe ser el arte tiende a
impedir la percepción de objetos que para él no pertenecen a la categoría «arte». Parte
del problema al cual se enfrentan los profesores de arte es conseguir que el niño amplíe
su estructura de referencia, de modo que su concepto del arte se amplíe también más
allá del concepto, a menudo limitado, que está vigente en muchos hogares y
comunidades.
De la interacción entre las formas supone impedir la consecución de una forma total y
unificada en la cual las cualidades componentes parezcan tener consistencia. Su
pensamiento y sentimientos al respecto de las cualidades son relaciones, y las
cualidades del campo visual como totalidad se convierten en el criterio a partir del cual
se toman decisiones sobre formas concretas. El desarrollo perceptivo en el arte o en las
tareas relacionadas con el arte se pone de manifiesto mediante la capacidad individual
de ver relaciones visuales complejas. Hasta aquí, he descrito el concepto de
diferenciación perceptiva y he indicado que la capacidad de diferenciar perceptualmente
formas visuales puede facilitarse a través de la experiencia.
Puede decirse que una de las principales aportaciones del campo de la educación de arte
es la de ayudar a que las personas aprendan a ver cualidades que normalmente escapan
a su atención. También he indicado que no sólo aprendemos a ver a través de la
experiencia y del aprendizaje, sino que ciertos tipos de experiencia tienden a dificultar la
capacidad de percibir el mundo en ciertos sentidos. La estructura de referencia, el
conjunto mental o la expectativa que aportamos a un hallazgo, afectan profundamente a
lo que hacemos con la experiencia que tenemos. Las expectativas funcionan como
constancias perceptivas que a menudo interfieren en nuestra percepción de las
relaciones visuales.
Por esta razón, algunos artistas, especialmente los estudiantes de una escuela de
arte, utilizan «muletas» visuales que les ayudan a superar estas constancias.
Con esto quiere decir que antes de que un individuo perciba la forma analítica, percibe el
carácter expresivo de la forma visual y, por lo tanto, experimenta la naturaleza sensible
del objeto mediante su percepción. Los artistas de todos los campos están interesados
por el contenido expresivo de la forma y a menudo intentan ordenar cualidades para que
su obra exprese dicho contenido de manera concreta. Sin embargo, no todos los que
observan una forma visual son capaces de percibir su contenido expresivo. Si, por
ejemplo, una persona se enfrenta a un cuadro no figurativo con la expectativa de que el
arte consiste en la imitación de la naturaleza, es posible que observe el cuadro con la
intención de hallar en él formas representativas.
La obra no estará conforme con sus expectativas en cuanto a lo que supone que es el
arte. Suzanne Langer, afirma que «Una obra de arte es una forma expresiva que
percibimos a través de los sentidos y de la imaginación y que expresa sentimientos
humanos». Para Langer el artista conoce de manera discursiva las formas del
sentimiento y, a través de este conocimiento, puede llevarlas a la existencia.
Una vez materializadas, estas formas pasan a ser públicas y ofrecen, a quienes son
capaces de percibirlas, un sentimiento peculiar frente a la obra de arte concreta a la que
se enfrentan. Pese a que no es éste el lugar para profundizar con detalle en la teoría del
arte de Langer, es importante que observemos la importancia que ha tenido la
expresividad en la teoría estética. La expresividad que toda forma conlleva es un
aspecto importante de su carácter total, pero experimentarla es, en parte, resultado de
haber aprendido a atender a la forma de modo adecuado.
Esta teoría sostiene que las relaciones figura-marco se perciben debido a la luz que
dichas relaciones emiten y a la cual responde nuestro sistema sensorial visual. Estas
relaciones provocan diversas reacciones en nuestro sistema nervioso.
En segundo lugar, el material que un artista decide utilizar plantea demandas concretas
a su propia habilidad. Cada material establece límites distintos a la obra del artista. Es
más, cada material requiere un conjunto de habilidades técnicas en cierto modo
distinto. El modo como se sujeta un pincel de cerdas comparado con uno de marta
cuando se trabaja con óleo o con acuarela es distinto.
En la mayor parte de las artes visuales del pasado, esto significaba que se debía prestar
cierta atención al problema de la representación del mundo visual, al intento de crear
ilusión a través del arte. Durante siglos, ha sido característico de las artes visuales el
intento de realizar cierta imagen que representase el mundo visual.
Nos centraremos en primer lugar en las teorías cuyo objetivo básico consiste en dar
cuenta de las características de los dibujos de los niños y a continuación nos
desplazaremos a un nivel de explicación más general al respecto del problema de la
realización de imágenes artísticas.
Mientras que los lápices de colores son adecuados para expresar ideas, las
pinturas, con sus cualidades líquidas y fluyentes, son más adecuadas para la expresión
de sentimientos.
Nuestros datos, tanto cualitativos como cuantitativos, indican que los niños muy
pequeños eligen y utilizan los lápices de colores para expresar necesidades, estados de
ánimo y contenidos muy distintos de los que expresan cuando trabajan con pinturas de
caballete. Los lápices de colores suelen asociarse a la consciencia de pautas exteriores
y al deseo de comunicarse con los demás. A diferencia de cuando pinta, cuando el niño
utiliza lápices de colores muy a menudo tiende a ponerle nombre a su obra y a mostrarla
a los adultos, se interesa por el producto terminado y quizás él mismo es crítico con su
obra. Optan por la representación con lápices de colores relativamente pronto.
Merece la pena observar que la supuesta relación entre arte y personalidad es una idea
importante y extendida. Se ha asumido de forma bastante amplia que el artista expresa o
proyecta su personalidad a través de su obra. Esta concepción se pone de manifiesto de
formas diversas en el campo del arte. No es inusual, por ejemplo, hallar a jóvenes
estudiantes de arte ansiosos por descubrir su verdadero estilo, como si tuvieran un
estilo de pintar particular que estuviera latente en su interior.
La idea de que los dibujos reflejan los niveles más profundos de la personalidad la
sostienen no sólo muchos artistas y estudiantes de arte sino también quienes trabajan
en el campo de la terapia artística. Son algunos de los que han utilizado los dibujos como
indicadores de disposiciones de personalidad profundamente arraigadas. Florence
Goodenough 24 y Dale Harris han propuesto una tercera concepción del arte
infantil. "Esta posición, que Goodenough desarrolló originariamente en 1924, en su tesis
doctoral, presentada en la Universidad de Stanford, considera que los dibujos de los
niños son datos útiles para determinar su madurez intelectual." Goodenough y Harris
consideran que la madurez intelectual corresponde al nivel de formación de conceptos
que ha alcanzado el niño.
Según Goodenough y Harris, los dibujos infantiles revelan en qué medida se han
alcanzado dichos conceptos.
Los dibujos que hace el niño de cualquier objeto pondrán de manifiesto las
discriminaciones que ha hecho al respecto de ese objeto como perteneciente a una
clase, es decir, como concepto. Así, sus ideas del arte infantil y los postulados que
formulan al respecto de su génesis y desarrollo parecen diferenciarse
significativamente de las de Aischuler y Hattwick, Machover, Hammer y otros estudiosos
a los que ha interesado utilizar los dibujos como datos con los que llevar a cabo una
comprensión de la personalidad.
Meier-33 ha propuesto una cuarta concepción del arte infantil. Durante la década de
1930, Meier estableció un laboratorio para el estudio de la aptitud artística en la
Universidad de Iowa. Durante el período en que el laboratorio estuvo en
funcionamiento, se llevaron a cabo diversos estudios de niños con y sin talento
artístico, estudios de artistas y de sus biografías y estudios de capacidades
creativas. Psychological Monographs, en 1939, Meier informa de los principales
hallazgos que culminaron una década de investigación.
Estos factores, la mitad de los cuales están en función de la herencia y la otra mitad en
función del entorno, son interactivos, aunque Meier no describe de qué manera se
produce dicha interacción.
Los ti-es primeros factores, que son consecuencia básica de la herencia, son la
habilidad manual, la perseverancia y la inteligencia.
Meier observó, por ejemplo, que los niños con aptitud artística tenían una mayor
proporción de parientes artesanos o artistas que los niños que parecían no poseer tal
aptitud. Meier señala que los factores que surgen de la herencia de patrón constructivo
deben estar presentes para que un individuo muestre aptitud artística. No es preciso
extrapolar demasiado para darse cuenta de que la concepción propuesta por Meier está
en consonancia con la creencia ampliamente aceptada de que la capacidad artística es
consecuencia del talento, y que el talento es un «don» distribuido dicotómicamente que
sólo poseen algunos elegidos. A diferencia de las ideas de los progresistas, quienes
consideraban que todos los niños tenían la posibilidad de pensar y actuar de forma
creativa, la concepción profana que generalmente prevalece es la de que sólo algunos
individuos tienen talento artístico.
Si es verdad que sólo unos pocos están dotados de talento artístico, podría
afirmarse, lógicamente, que la función educativa debería consistir en identificar a
quienes poseen estos dones y ofrecerles recursos para su desarrollo. Lo mejor sería
aconsejar a la amplia mayoría sin talento que emplearan sus energías en alguna otra
cosa. Merece la pena destacar el hecho de que Meier no defiende una teoría de la
capacidad artística ni natural ni educativa. Pero como determinados factores deben
estar presentes genéticamente para que se produzca la interacción, su existencia es
una condición previa para el desarrollo de la aptitud artística.
Lowenfeld afirma también que el desarrollo del niño es de carácter holístico. Siguiendo
el ejemplo de la noción progresista del «niño total», Lowenfeld señala que la forma y el
contenido de un dibujo infantil están afectados, por ejemplo, por su particular estadio de
desarrollo social.
6. La crisis de la adolescencia.
Growth Lowenfeld afirma que el arte es una herramienta educativa que puede cultivar la
sensibilidad del hombre, fomentar la cooperación, reducir el egoísmo y, por encima de
todo, desarrollar una capacidad general de funcionamiento creativo.
Sir Herbert Read, uno de los críticos más publicados del siglo xx, ha formulado una sexta
concepción del arte infantil. En su libro Education Through Art Read desarrolla una
concepción del arte que tiene como padre intelectual las ideas que Platón desarrolló en
La república y Las leyes. Read considera que el arte es un proceso general a través del
cual el hombre alcanza la armonía entre su mundo interno y el orden social en el que
vive. Este principio se apoya en el valor de la unidad y en la aportación que puede hacer el
arte para conseguir dicha unidad.
Según Read, las características del arte infantil están en función de arquetipos que han
dejado su huella en la mente durante la evolución de la especie humana. Estos símbolos
recurrentes ofrecen evidencias de la humanidad común del hombre y de la posibilidad de
que el arte ponga de manifiesto esta comunidad.