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PARA QUE NUNCA SEAS UN FORASTERO

Julio Sierra Domínguez (*)

La ubicación más perfecta del ser humano la permite el vientre de la madre, aunque,
en ocasiones, la colocación de la criatura presente algunos contratiempos, al decir de
los parámetros establecidos. Sin embargo, sea cual fuere el momento, ese es y sigue
siendo el hotel más perfecto de humanidad alguna. 

De igual forma, en ese mismo sitio se inicia la central de comunicación más perfecta
de tecnología intrínseca discreta. Y la madre entrega y recibe información más allá de
lo que aparato actual de comunicación pudiese hacer. Y el centro fundamental lo
ubica en el Hara, sitio que limita con todos los puntos del ámbito físico espiritual. De
ahí la importancia del cordón umbilical como ducto alógico desde la importación de
las funciones de los sentidos externos.

Y aquí nace el primer interrogante de los seres que nacen, se reproducen y mueren. Y
aquí nace y se proyecta la expectativa de la madre, el padre, la partera del pueblo o el
médico de la clínica. Instante en que el milagro se hace carne con toda su carga de
perfecciones y de perturbaciones.

Traigo este hecho como nota inicial de las palabras para manifestar que el médico
nace, como uno más de esta cadena de milagros que suceden a diario, como un ser
común y corriente que se levanta como el bambú para entender al ser humano en su
cuerpo físico como cofre precioso del gesto espiritual que lo alimenta.

Y ello no es casual. Ello se forja en la vocación de un ser que mantiene sensibilidad


por el equilibrio natural y humano. Y todo, en el contexto de una sociedad que
prefiere la grandeza de la plena humanidad. De ahí que el médico fuera de contexto
social y humanitario sea un desadaptado de la cadena profesional de la ciencia que no
descarta a la persona humana como ser sensible y tierno. 

Por eso, Ser médico, en la actualidad, guarda libertades y límites, igualmente


disfrutables. Basta con entender que el médico es el ser de carne y hueso que, ante los
ojos y el entender del gozo y del dolor, tiene el privilegio de ser Dios por un ratico.

De ahí la mirada distinta que mece el hecho de ser médico. De ahí el encanto diferente
que viste la profesión. De ahí, igualmente, el sentimiento social y comunitario que
debe florecer al paso de un profesional que antes de ser titulado fijó el tatuaje de la
libertad y las buenas costumbres como su libro diario de hablar con Dios y con el ser
que transita cada lugar de su quehacer cotidiano clínico y humano.

Lo que indica que las relaciones sociales y las manifestaciones de gestos culturales de
la persona que prefirió la medicina como alternativa para una misión de vida no
puede salirse del carril que exigen los pueblos donde el médico radique sus funciones. 
Maravilloso que el médico conozca en el contexto del caribe colombiano que aquí,
ahora nos convoca, todos los fundamentos que colindan con la ruta equilibrada de los
usos y costumbres de la región o sitio donde tuviera que pernoctar por más de tres
noches consecutivas.

Y saber que la Guajira es una península que se llena de luceros con gente de
temperamento y credo y manera de pensar llena de mar y desierto. Y tener el temple
para hacerse a una guitarra y cantar como ellos: Y no sé porque la Guajira /se mete
hasta el mar así /como si pelear quisiera /como engreída, como altanera /como si al
mundo mostrar quisiera una morena angelical /(Beto Zabaleta). De igual forma
entender su dialecto, sus creencias, su alimentación y sus ritos, su manera de curar y
su manera de conectarse con sus seres que ya se fueron. Conocer sus rancherías y su
amor por el agua. Sus bailes y sus túnicas y sus chinchorros y su defensa del honor.
Sólo así en la guajira nunca serás un forastero, aunque el título de médico resalte en
las revistas de pergaminos académicos y científicos.

(ANÉCDOTA: en los, límites con el César llegó un médico a su año rural. Cumplido el
año rural, ese médico, joven, decidió instalarse en ese pueblo. Ahí estuvo, se casó, tuvo
sus hijos y al vano de 30 años falleció el médico. Un nativo le dijo a otro: ¡Vei,
compadre! ¿A qué horas es el entierro del forastero?) 

Y qué decir si llegas al Magdalena. La ciudad llena de historia desde sus inicios más
allá de ser cuna fúnebre del gran libertador Simón Bolívar. La dicha del promontorio
alto de América a la orilla del mar. Mirador reconocido en el mundo como lugar de
consagración de los Kowis y los Arawaks: la sierra nevada de santa Marta. La manera
de pensar y de ser de su gente. Sus bananeras. Los encantos de sus playas. Y tomar de
nuevo tu guitarra o el saxo o el clarinete o el tambor y decir: " Santa Marta, santa
Marta tiene tren, santa Marta tiene tren, pero no tiene tranvía.  "Santa Marta, santa
Marta tiene tren, santa Marta tiene tren, pero no tiene tranvía" / si no fuera por las
olas, ay caramba, santa Marta moriría, ay caramba/. Sólo así en el Magdalena nunca
serás un forastero, aunque el título de médico resalte en las revistas de pergaminos
académicos y científicos.

Otros llegan al ATLÁNTICO: con su carnaval, patrimonio del mundo, y su boquita


salá y su luna Barranquillera. Lugar denominado " la puerta de oro de Colombia"
aún con el puente de Puerto Colombia en la nostalgia de una memoria perdida en el
tiempo. Ciudad industrial igual que cultural; igual portuaria; igual marítima; igual de
ríos y barrancas. Ciudad académica. Ciudad científica. Casa de deporte. Cuna
nacional del ingreso de la aviación y el fútbol a Colombia. Y tú, médico, abres
pentagramas, y acercas el tambor y suenas el saxo o la gaita o el pito atravezao y
expresas como un día lo hiciera el maestro  Antonio María Peñaloza: " Yo te amé con
gran delirio / De pasión desenfrenada / Te reías del martirio (Bis) / De mi pobre
corazón / Y si yo te preguntaba/ Por qué no me querías / Tu sin contestarme nada /
Solamente te reías / Destrozando mi ilusión/ Te pedí que vinieras a mi lado / Y en vano
tantas veces te rogué/ Que por haberme de tu burla ya curado / Te olvidé, te olvidé, te
olvidé, te olvidé, te olvidé/. Sólo así en el atlántico nunca serás un forastero, aunque el
título de médico resalte en las revistas de pergaminos académicos y científicos.

Otros prefieren a la región de Bolívar. Tal vez por su Cartagena llena de historias y
murallas y encantos. Territorio de sortilegios. Tal vez por ser una tierra grande,
generosa, hasta el punto de parir a otras regiones sin menoscabo de su ser. Tal vez por
las necesidades acumuladas del llamado sur de Bolívar: riqueza natural, grito de
abandono y procura nacional. Tal vez por sus puertos, su turismo o su renglón de
intercambio internacional. Sus monumentos, su música, sus templos, su historia de
esclavos y libertades. O tal vez porque de estudiante o de joven andante escuchaste un
día: "otra noche en Cartagena, pero contigo, los luceros y la luna irán conmigo, un
cochero chambaculero, nos llevará, entre balcones, calles, rincones, esa vida colonial"
o porque leíste DULZURAS en "El canto de las aceitunas" 
1
Cocaitas de piña / Caballitos / De papaya / fresca / Tajadas de melón / Alegría / Con
coco y anís
2
Era el grito de una negra de cadera / Tallada / Con palangana de colores / Suelta / En
su cabeza / la memoria de un instante / Que el mar descubre en la última ola de la
tarde

O tal vez porque iniciada la media noche el maestro Lucho Bermúdez hiciera llegar su
clarinete a tu oído y escucharás:

Carmen querido, tierra de amores / hay luz y ensueños bajo tu cielo / y primavera
siempre en tu suelo / bajo tus soles llenos de ardores.
Como las mieles que dan sus cañas / tienen tus hembras los labios rojos / toda la fiebre
de tus montañas / las llevan ellas dentro ‘e los ojos.
Tierra de placeres, de luz, de alegría / de lindas mujeres, Carmen tierra mía.
Llega la fiesta de la patrona / ahí va la chica guapa y morena / el toro criollo salta a la
arena / y el más cobarde se en guapetona.
Llega la gente y a manantiales / corren los besos y los rumores / y unos ojazos
ensoñadores / nos asesinan como puñales.
Tierra de placeres, de luz, de alegría / de lindas mujeres, Carmen tierra mía...(Bis)

Pero si llegas a Sam Jacinto. Ahí están sus gaiteros. Ahí está la fiesta del pensamiento.
Ahí están las cumbias de Landero. Ahí está la hamaca grande y el mochuelo de Adolfo
Pacheco. Sólo así en Bolívar nunca serás un forastero, aunque el título de médico
resalte en las revistas de pergaminos académicos y científicos.

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Otros médicos hacen lo posible por ejercer su profesión en el CESAR. Un territorio
que no tiene mar por vía directa pero la sierra nevada le regala ríos. región de muchos
cantos y anécdotas. Igual, Tiene minas, sus cultivos de algodón y su ganadería. Su
festival de la leyenda vallenata, ampliamente reconocido. el Guatapurí y el Badillo,
por ejemplo, son ríos de aguas que entonan la vida

El Río Badillo fue testigo de que te quise / En sus arenas quedó el reflejo del gran
amor/ De una pareja que allí vivió momentos felices / Y entre sus aguas juró quererse
con gran pasión.

De pronto llegó la noche se van los astros en el firmamento / Mira la luna ya tras del
cerro que nos trae su luz
 / Amor, no tengas miedo.
De pronto llegó la noche se van los astros en el firmamento / Mira la luna ya tras del
cerro que nos trae su luz
/ Amor, no tengas miedo.
Mira el paisaje contempla el cielo / La luz radiante de aquel lucero / Mira el paisaje
contempla el cielo / La luz radiante de aquel lucero.
Oye las aguas del río están haciendo coro / Para divertirte / Porque ya se han dado
cuenta que yo sufro mucho / Cuando tú estás triste.
Entonan las aguas su bella canción / Dicen que esta noche llena de encantos / Convida
al amor / Dicen que esta noche llena de encantos / Convida al amor.
El Río Badillo con su canto te convenció / Y tú accediste sensiblemente a quedarte allí/
Esa es la noche que más recuerdo y venero yo / Porque apacible fuiste conmigo al
decir que sí.
Ya llegó el amanecer cantan las aves al nacer el día / Mira los rayos del astro rey que
vienen saliendo allá en la serranía, / Ya llegó el amanecer, cantan las aves al nacer el
día / Mira los rayos del astro rey que vienen saliendo allá en la serranía.
Oye el cantar de los campesinos / Mira al turpial haciendo su nido / Oye el cantar de
los campesinos / Mira al turpial haciendo su nido.
Mira aquella mariposa / Como juguetea a la orilla del río / Pero muéstrame una cosa /
que sea más hermosa que el cariño mío.
Si algún día peleamos / Por algún motivo / Si reconciliamos / Que sea en la orilla del
Río Badillo / Si reconciliamos / Que sea en la orilla del Río Badillo.

De ahí la importancia del tejido social de un médico en tierra cultural y folclórica


como complemento a su acción social de servicio profesional. Y no será extraño si el
médico del pueblo toma su guitarra gente interpreta un canto como alguna vez lo hizo
también Claudia de Colombia. Sólo así en el CESAR nunca serás un forastero,
aunque el título de médico resalte en las revistas de pergaminos académicos y
científicos.

Algunos médicos de proximidades geográficas al río Sinú prefieren regresar a


CÓRDOBA: con su río Sinú y san Jorge y sus con sus playas de san Bernardo y san
Antero, fundamentalmente, junto con los linderos del mar de Coveñas, en el Golfo de
Morrosquillo. Una economía agrícola y ganadera con un desarrollo de transición y, en
algunos parajes, desarrollo emergente. Una infraestructura hospitalaria muy urbana
y de capital de departamento. Riqueza de expresión cultural y folclórica abundante.
Aquí, el médico tiene mucha interacción social dada la categoría cargada de
significación cualitativa. Es el primer invitado a muchos honores desde cumpleaños
hasta parrandas populares. Lo que indica que el médico debe ser una respuesta
ejemplar. Ello, nunca está en contravía, de tocar redoblante, platillos, el bombo, el
clarinete o la trompeta o ejecutar una buena guitarra y decir como el maestro Pablito
Flórez: 
 
Mi porro me sabe a todo / lo bueno de mi región / me sabe a caña me sabe a toro / me
sabe a fiesta me sabe a ron 
Me sabe a piña me sabe a mango / me sabe a leche esperá en corrá / me sabe a china
esparascá en fandango / y ají con huevos en machucá 
Mi porro me sabe / a bollo poloco / esmigao en celele / y a minguí con coco 
Me sabe a queso bien amasao / con panela e' coco de Colomboy / también me sabe a
viuda e' pescao / con calzón ripiao bajo un ranchón 
Mi porro me sabe a frutas / a mamey, patilla o tajá e' melón / también me sabe a yuca
harinosa asá / mojá en asiento de chicharrón
A totuma e' guarapo / con hielo y limón / bajo un higo sato / sentao en un cajón

El médico sabe que estos cantos de verdaderos juglares son cartillas abiertas para
aproximarse a la realidad de nuestras comunidades sensatas. De igual, el médico sabe
que en nuestros pueblos del caribe conversar con el paciente es confesarse a calzón
quitao, clave para un diagnóstico más certero a la luz de las vivencias de los pacientes
de estos caminos. Sólo así en CÓRDOBA nunca serás un forastero, aunque el título de
médico resalte en las revistas de pergaminos académicos y científicos.

Otros médicos prefieren las islas de SAN ANDRES Y PROVIDENCIA y su mar de


siete colores. Las razones pueden ser múltiples. Todo depende del interés humano,
profesional y espiritual que despierte el médico en cada momento. La economía de
estos lugares se fundamenta en la pesca y el turismo. Tiene las fiestas propias de la
fundación y fiestas patrias reconocidas y variedad de ritos religiosos y de manera de
hablar: inglés, francés o su dialecto "patuá". Tiene las ventajas de un puerto libre con
mirada a varios países a la vez, pero igual con las limitaciones que ofrece estar
rodeado de agua por todas partes. De una u otra manera el médico debe convertir,
aún la adversidad, en ventaja. Eso no quita que baile regué, soka, calipso. O los
atributos que se leen y escuchan en el poema TAMBOR del libro EL CANTO DE LAS
ACEITUNAS

Mapalé. Bullarengue / Mapalé / Salto cimarrón bajo la luna clara / Aroma de


hembra / sin tu sombra/ Mapalé. Bullarengue. Mapalé / Soka. Calipso / Regué / El
alma de Batata con sus manos hinchadas
Sólo así en SAN ANDRÉS Y PROVIDENCIA nunca serás un forastero, aunque el
título de médico resalte en las revistas de pergaminos académicos y científicos.

Y al final de este recorrido llegas al departamento de SUCRE, región agrícola y


ganadera con alto nivel de riqueza cultural y folclórica. Un territorio de altos
privilegios al connotarse la existencia de mar, ríos, arroyos, promontorios,
depresiones y extensas sabanas. Su infraestructura hospitalaria y su tecnología de
punta en esfuerzos por presentar avances, pero distinguiéndose una atención
hospitalaria más de capital de departamento como sucede en el gran conglomerado
del caribe colombiano. Tal vez por las cercanías de sus territorios, tal vez por la
optimización de los servicios o tal vez porque la salud, hoy por hoy, es un negocio
rentable. El desarrollo en el departamento de sucre sigue la ruta del accionar político
y el riesgo de la agonía a de la esperanza. Más allá, la memoria siempre presente de la
academia universitaria apenas en cuarto de siglo y la memoria prestigiosa de
entidades y educadores de educación media eficiente que acompañó el tránsito del
siglo XX.

Esta razón conduce a que el médico de estos linderos debe gozar de calidad y
sensibilidad humana y comunitaria.

Ello lo conduce a la exigencia intelectual del ambiente cultural y a conocer los detalles
de la plaza de Majagual y de las agrupaciones de la talla de los corraleros de
Majagual, los Diablos del ritmo o la Casino tropical, otrora nuestras glorias. O de
conocer el teatro municipal o las entidades académicas e investigativas del entorno.
Con ello, hacer memoria del mar y del río y del contexto cultural y folclórico que
forma el orgullo de la gente de esta región. Bañarse en los mares de Tolú y Coveñas y
volver a esta tierra para siempre. Aunque el nido de amores sea San Marcos, Ovejas y
sus gaitas, Morroa y su pito atravezao y sus hamacas, Caimito con sus bandas de
músicos y sus ciénagas o San Benito Abad con su Cristo de la Villa y su espejo de
aguas. Puede ser Sincé con la bondad y el prodigio de su gente o Corozal con sus
carnavales y la hidalguía que la distingue.  Puede ser Colosó, Betulia, Majagual,
Sucre, sucre, o cualquier otro pueblo lleno de encantos y amores y respeto por sus
médicos y por el personal adscrito a las Ciencias de la Salud.

Sólo así en SUCRE y en el corazón palpitante de la Costa Caribe colombiana, el


médico nunca será un forastero

GRACIAS
Sincelejo, febrero 27 del 2015

(*) Filosofía y Letras de la Universidad Javeriana de Bogotá. Magister en Proyectos de Desarrollo Social de la Universidad del Norte de
Barranquilla. Profesor Emérito y miembro fundador de la Universidad de Sucre, adscrito a la Facultad de Educación y Ciencias.

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