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Celos que 'matan' relaciones

Todos en alguna ocasión puntual hemos sentido celos, bien sentimentales, profesionales o incluso de amistad. Se
trata de una reacción a una amenaza de pérdida, sea o no real. Hay celos fundados y otros totalmente erróneos.
Sin embargo, este tipo de conductas se consideran normal siempre y cuando sean eso, puntuales, que no
supongan el centro de la vida. De lo contrario, estaríamos hablando de celos patológicos.

«El celoso pierde el control de la conducta y emplea tiempo y energía en indagar y vigilar a la otra
persona, impidiéndole que lleve una vida normal. Le cuesta concentrarse en otras cosas y continuamente se
imagina que su pareja está con otro. Los celos pasan a ser el centro de la vida en común, determinando sus
aficiones y sus relaciones sociales», asegura a EL MUNDO José María Martínez Selva, catedrático de
Psicobiología en la Universidad de Murcia y autor del libro Celos: claves para comprenderlos y superarlos
(Paidos).

Es cierto que existen diversos tipos de celos además de los sentimentales. Por ejemplo, los profesionales o
incluso, los infantiles. Pero sin duda, son los celos de pareja los más destructivos.  Pueden llegar a ser
insoportables y arruinar la vida del celoso y de su pareja. «Los celos patológicos erosionan de forma
progresiva la vida en pareja e interfieren gravemente en la vida cotidiana», añade Alicia López de Fez,
Fundadora y Directora del Centro de Psicología López de Fez en Valencia. También generan un gran
sufrimiento en la persona celosa, que se muestra firmemente convencida de la infidelidad de su pareja y
organiza su vida diaria en función de este temor.

En los sentimientos de celos existe además un componente que tiene que ver con nuestra autoestima y seguridad
como personas. En el caso de la pareja, también como amantes. Para Olga Castanyer, psicóloga clínica
especializada en asertividad y autoestima, autora de varios libros sobre la temática, como Sin ti no soy nada, los
celos son una forma de dependencia emocional. Es decir, necesito que tú me hagas sentir único, que sólo me
quieras a mí, para poder sentir que valgo.

Tener celos es normal, la persona quiere ser única y le duele no serlo para el otro. El problema realmente
viene cuando se convierten en la única forma de obtener autoestima. Esto es, cuando la persona no conoce
otra manera de sentir que vale si no es sintiendo que vale para el otro. Sin embargo, no necesariamente los celos
nacen de la autoestima, comenta Martínez Selva, a veces, la inseguridad es la consecuencia de ellos.
Además de los asociados a la inseguridad, existen también los celos de tipo posesivo y manipulador, en los que
según explica el profesor, el celoso le hace la vida imposible a la otra persona, restringiendo sus contactos
sociales, actividades de ocio e incluso profesionales. Pueden ser muy agresivos y deben tomarse medidas.  Un
caso especial de celos son los que están asociados a adicciones, normalmente al alcohol y la cocaína, y otros
a enfermedades mentales y neurológicas. Éstos requieren atención profesional.

No son amor
Relacionar amor y celos es un verdadero error. Tener celos no significa amar a nadie. Para el psicólogo y
escritor José Enrique Vázquez, los celos están relacionados con el aprendizaje que se hace en la infancia y
adolescencia respecto a los valores de la tolerancia, el respeto y el reconocimiento de los derechos del otro. Por
lo tanto, es muy importante conocer y derribar desde edades muy tempranas todos los mitos que existen al
respecto.

Algunos mitos que todavía condicionan en cierta manera el significado de amar y de amor son: 'Es celoso porque
le quiere' o 'cuando se quiere a alguien es normal tener celos'. Según señala el especialista, muchas personas
prefieren que sus parejas tengan celos porque piensan que es una señal de amor, cuando no son más que
una falta importante de autoestima, o de habilidades sociales, o bien de un aprendizaje distorsionado sobre la
pareja. Lo cierto es que «no hay creencia que nos limite más que la que confina el amor a los celos», afirma
López de Fez.
Otro mito muy extendido es aquel que dice que los celos se solucionan con el tiempo. Nada de eso. «En los
momentos de crisis, el tiempo puede resultar un elemento distanciador, además de potenciar el
problema», comenta el escritor.
Conceptos como a mi pareja sólo puedo atraerle yo o el amor lo puede todo son erróneos. Muchas parejas aluden
a este mito para intentar afrontar un problema de celos sin ayuda externa. Sin embargo, «si se tiene un
problema de celos, lo mejor es solucionarlo, y no dejar la solución en manos del amor», mantiene Vázquez.
¿Tienen solución? Antes de empezar a poner remedio al problema, debemos conocer si realmente existe. Es
decir, ¿cómo detectar un problema de celos? La clave es, sobre todo, una actitud vigilante del celoso.  La
persona revisa las cosas personales de la pareja, como la agenda, el móvil, la ropa, el coche... y siempre la
está observando atentamente. «Cualquier cosa, una simple mirada, puede ser para el celoso un motivo de
sospecha, incluso de certera confirmación de sus temores», indica López de Fez. Además, las personas
excesivamente celosas y posesivas pueden tomar una actitud francamente despótica hacia su pareja. Por
supuesto, y sobre todo, cuando estamos delante de ciertos trastornos, como adicciones.

Para tratar un problema de celos, lo primero que se debe hacer es ser consciente de la situación y del daño
que se está haciendo a la otra persona. «Quien sufre a una pareja celosa tiene que hablar con ella y plantear la
situación, contando cómo se encuentra y las limitaciones que sufre, ya que la reacción que tienen muchos
celosos es el silencio o la negación por vergüenza», explica Martínez Selva. Si después de hablar no se soluciona
nada, lo mejor es ponerse en ayuda de un profesional. «Existen muchos tratamientos tradicionales y también
terapia de parejas que pueden ser muy útiles», indica.

La terapia está encaminada principalmente a dos objetivos. Primero, a terminar con las sospechas irracionales de
infidelidad, es decir, «a cambiar los pensamientos irracionales de que la pareja va a ser infiel», señala López de
Fez. Y, segundo, a modificar aquellos comportamientos orientados a verificar las sospechas: Seguir a la pareja,
controlar el móvil, leer sus mensajes, etc. No podemos olvidar que detrás de los celos patológicos normalmente,
se esconde un sentimiento de inseguridad y de inferioridad que debe abordarse en profundidad. «Los celos son
el humo, pero no el fuego», advierte esta especialista. Por tanto, siempre y cuando sea posible, a lo largo del
proceso se recomienda la implicación del otro miembro de la pareja para mejorar las habilidades de
comunicación y aprender estrategias de resolución de conflictos que permitan conseguir una convivencia en
armonía.
https://www.elmundo.es/salud/2014/11/28/54773c17ca4741122f8b458d.html

El perdón

José tuvo un gran valor al perdonar a sus hermanos. Pensemos acerca del tremendo poder sanador al perdonar
a sus hermanos. Recién al final de sus días los temerosos hermanos confiesan sus crueldades y piden perdón a
José. Pero mucho tiempo antes, quizá desde el primer día en que los volvió a ver, José ya ha iniciado su proceso
de perdonar la maldad de sus hermanos.
El perdón es la llave que abre el camino para estar en paz con nuestro prójimo y con nosotros mismos. Sin
perdón y arrepentimiento no hay paz. Cuando quedamos atados al odio o rencor, la paz es algo imposible de
recuperar. Esa fue la amarga experiencia de los hermanos de José, primero dieron lugar a los celos, después al
enojo, éste se transformó en resentimiento y de allí pasaron a la venganza.

Mientras tanto, José recorrió el camino inverso: después de las heridas por las duras experiencias que había
pasado, pasó al perdón, y del perdón pasó a la paz. Caminemos como lo hizo José, “revistiéndonos con
sentimientos de compasión, bondad, mansedumbre y paciencia; soportándonos y perdonándonos unos a otros. Y
sobre todo revistiéndonos de amor, que es el lazo de la perfecta unión, y así la paz de Cristo reinará en nuestros
corazones” (Colosenses 3.12-15).
¿Qué queremos lograr?

 Reconocer la importancia de perdonar aún cuando nos hayan herido duramente como a José, porque
Dios transforma lo malo en bueno.

 Contar la historia bíblica:


José había preparado una comida y había invitado a sus hermanos a comer con él. Al final de la comida
él les dijo que él era su hermano José. Ellos estaban aterrados con ese hermano que ahora se les había
aparecido después de haberlo tratado tan mal. No podían creer lo que les estaba pasando.
José les dijo de nuevo que él era el hermano que ellos habían vendido años atrás. Ellos estaban asustados
pensando que les iría a pasar ahora. José era un hombre poderoso, y el Faraón tenía poder sobre las vidas
y las muertes de la gente de Egipto. Él podía hacer lo que quisiera con ellos.
 José les dijo: “No tengan miedo. Ustedes quisieron hacerme daño, pero Dios lo usó para bien de todos.
Este fue el plan de Dios para nosotros.”
José continuó, “Van a haber cinco más años de hambruna, nada va a crecer”. Él les pide que vayan por
su padre y así puedan estar todos juntos.
Los hermanos de José confiaron en él. Ellos se abrazaron a su hermano, y lloraron.
Cuando el Faraón oyó que los hermanos de José habían venido, él estaba contento. Les pidió que fueran
por su padre y sus familias y les dio la mejor tierra en Egipto.
En el camino a Egipto, Jacob y su familia se detuvieron y adoraron a Dios.
 ¿Qué les dijo José a sus hermanos cuando él se dio a conocer como el hermano que ellos habían
vendido? (Gén 45.4-7). ¿Cuál fue su reacción? ¿Cuántos años más de hambruna faltaban? ¿Qué les
pidió José a sus hermanos? ¿Qué le ofreció el Faraón a José y a su familia? ¿Qué hizo José para
mostrar que él había perdonado a sus hermanos? ¿Cómo podemos perdonar?

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