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JESÚS MANUEL SUBERO

Juventud e
Identidad
Margariteña

Pampatar, Isla de Margarita, 1985


JUVENTUD E IDENTIDAD MARGARITEÑA

Clase Magistral dictada por el Maestro Jesús Manuel


Subero en la Biblioteca Museo del Núcleo de Nueva
Esparta de la U.D.O., el día 26 de febrero de 1985, en el
Programa de la II Jornada de Orientación para
estudiantes nuevos de este Núcleo.

Edición de la Fundación Cultural CONFERRIS


en el Año Internacional de la Juventud

Universidad de Oriente
Núcleo de Nueva Esparta
Delegación de Extensión Universitaria
Decía el poeta Andrés Eloy Blanco que es Dios quien fija el rumbo y da el
destino. Efectivamente, es mi creencia que ha sido Dios quien me ha
proporcionado la oportunidad, que en este año, cuando estoy cumpliendo 45 que
me inicié en una humilde escuelita de un barrio de mi querido Pampatar, como
maestro dictando mi primera clase, hoy gracias a la benevolencia del Licenciado
Pablo Ramírez Villarroel. Decano del Núcleo de Nueva Esparta de la Universidad
de Oriente, se me encomienda dictar una clase a ustedes, que se inician en los
estudios universitarios.

En lodos los tiempos la Universidad ha sido un centro del pensamiento


crítico. De la juventud inconforme. Rebelde. Insatisfecha. Antidogmática. Y es que
así tiene que serlo. No se puede admitir una juventud satisfecha. Una juventud
que no plantee problemas. Una juventud que se cruce de brazos ante los problemas
sociales, económicos y políticos.

A la juventud actual se le plantea un problema grave. Venezuela es una


nación donde la mayoría de su población es joven. Los políticos de oficio, quienes
siempre están a la caza de la presa fácil, que multiplique sus dividendos
electorales, halagan a la juventud con promesas, sin reclamar de ella la
responsabilidad que tiene para con el país.

Hace pocos días conmemoramos el Día de la Juventud y estamos en su Año


Internacional. Ayer, cuando la Patria estaba aherrojada por cadenas infamantes,
pedía una ración de sacrificios, de vidas. En la Victoria los estudiantes visoños en
las artes militares, la ofrendaron. Allí fue el holocausto de sus vidas. Es que no
sólo en la Victoria, sino que la independencia de Venezuela fue obra de los jóvenes,
sin embargo la juventud venezolana no ha hecho suya esta hermosa bandera y sólo
se le recuerda por la acción de la Victoria.

En este Año, declarado Año Internacional de la Juventud, pienso en la


actualización de José Enrique Rodó, para recomendarles que vayan a las páginas
frescas de Ariel y de Motivos de Proteo. Es un encuentro tonificante. Que se lean y
relean a José Ingenieros en “Fuerzas Morales” y “El Hombre Mediocre”. Que
dirijan sus ojos inquietos hacia el Maestro de América Dr. Luis Beltrán Prieto

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Figueroa en su libro “Joven Empínate” o “La Magia de los Libros”. El Dr. Prieto
nos dice:

“Frente al pasado la juventud debe aparecer como una aspiración dirigida al


futuro, guiada por un ideal, que ha de ser, a la vez que actitud de superación y
progreso, una vía de ascenso del espíritu hacia la perfección social y moral de la
personalidad y de la comunidad, de la humanidad toda. Fuerza de elevación,
decidida a dejar el lastre que impide poner a flote el ideal, la juventud debe
señalar rumbos inéditos. Resuelta y digna ha de asumir su papel en la
colectividad, con la conciencia de su hora, con la responsabilidad de su destino
histórico y cuando los hombres de las generaciones anteriores pospongan el ideal
por la fácil prebenda, que proporciona vida regalada, presentándose complaciente
a los atropellos contra la justicia, entonces los jóvenes han de decir su palabra
viril, restituir con su actitud los fueros mancillados de la moral ciudadana,
construir los cimientos de un mundo nuevo, propicio para el triunfo del bien y la
verdad, con que sueñan los pueblos”.

Si esta civilización carcomida de miseria moral, enferma de injusticia,


mancillada de sangre y de ignominia, en la cual la ambición desmedida de regalías
y de bienes materiales cegó los cauces del amor humano y de la comprensión, ha
de salvarse, obra será de la juventud, que con el sano idealismo de sus años,
restituirá a su puesto la justicia y enseñará a amar la vida armoniosa del esfuerzo
en el deber. Así, colaborando con la juventud del mundo entero, esperamos los
maestros que las nuevas generaciones venezolanas cumplirán con su deber, porque
para nosotros, juventud implica responsabilidad social.

Quiero hacer propicia la oportunidad de hablar acerca de la tesis que a


través de mi vida he venido sosteniendo en relación al conocimiento de la Historia
Regional. Hoy, con el régimen de las Escuelas Básicas, se está haciendo obligatorio
el estudio de la Historia Provincial. Esta es una lucha que he sostenido por largos
años. En mi discurso de incorporación a la Academia de la Historia como Miembro
Correspondiente por el Estado Nueva Esparta, dijimos:

La Historia de Venezuela en general, está referida a individualidades. Los


pueblos, como tales, cuentan, cuando por ellos trota el caballo del caudillo, o
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cuando a sus costas arriba el barco que lo conduce. Poco o nada se analiza la
contribución de los pueblos de la provincia en la forja de la nacionalidad. Referida
en particular a la Isla de Margarita, nuestra historia la toma en cuenta para
citarla a la ligera, cuando Manuel Plácido Maneiro firma el Acta de la
Independencia; por las persecuciones de Pascual Martínez; por el arribo de Morillo
el año 1815; en las dos oportunidades, el año 1816, cuando el Libertador la visitara
procedente de Haití, y, por último, en 1817 porque Morillo, ensoberbecido vuelve a
ella con intención de cobrarle a «la isla pérfida», su irrenunciable condición de
tierra libre. Pareciera que solamente lo militar cuenta y que los eficaces hechos de
la paz en una Isla de por sí pacifica, constituyeran espacios marginales, sin voz ni
vida, muertos para el acontecer historiográfico.

No sabemos hasta donde esta historia de individualidades y batallas ha sido


la causa y el efecto de los caudillos que año tras año ensangrentaron a Venezuela
con estériles luchas que enfrentaban feamente hermano contra hermano.

Esta forma de escribir nuestra historia y la errada de enseñarla, ha


originado que el acervo histórico de los pueblos se haya ido olvidando y sea
totalmente desconocido por las nuevas generaciones. Culpa no es de los jóvenes
esta absoluta ignorancia de nuestro folklore, tradiciones, historia, es decir, de
cuanto conforma nuestra cultura.

Culpa del sistema operante que necesita para el logro de sus objetivos,
sepultar y acabar con lo que pueda dar personalidad de pueblo y las características
propias que lo diferencian de los demás. Ya lo denunciaba Vicente Fuentes, en
carta al Dr. Luis Villalba del 26 de abril de 1943: “En general ostentamos una
gran indiferencia por todo lo que tenga olor a historia: lo que se puede explicar
piadosamente diciendo que somos irreverentes como la juventud, y no
piadosamente diciendo que tal indiferencia no es otra cosa que una seria
manifestación de nuestra incultura”.

Pero para Mario Briceño Iragorry se debe a que: “En nuestro país ha
existido permanentemente un afán de hacer tabla rasa con los elementos antiguos.
Hasta los viejos cementerios privados han sido, con muertos y todo, objeto de
comercio. Se ha pensado irreflexivamente que todo debe ceder ante la excelencia y
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la ventaja de lo nuevo, sin meditar que muchas cosas antiguas tienen derecho
cabal de permanecer al lado del fasto de última hora. Nuestro desacomodo social,
la violencia de los tránsitos políticos, el ascenso sorpresivo de fuerzas bárbaras a la
rectoría de los pueblos, el prurito de no concluir los procesos que inició el sistema o
la generación anterior; son factores que explican el poco escrúpulo que se ha tenido
para arrasar con el pasado.

Cuando las naciones pisotean y desfiguran el legado de los tiempos,


deshacen su estructura conciencial y aniquilan su vocación cívica.

Los pueblos que han probado mayor vitalidad, tienen mostrado, a la vez, un
ardoroso empeño de mirar hacia atrás en pos de una clara explicación de si mismo.
Del propio modo como el hombre sabe que vive en cuanto tiene memoria de su ser
anterior, así mismo las naciones se proyectan para el futuro sobre el fondo de la
tradición, ya que difícilmente un pueblo que carezca de la conciencia de si mismo
uniformará sus conceptos en torno al grupo de valores que deben servir de norma
a sus actividades venideras”.

Ante la situación que se veía venir, que ya es una realidad entre nosotros.
Don Rómulo Gallegos lanzó su voz de alerta: “Es la deshumanización total de la
cultura, el absoluto menosprecio por todo lo que sea adorno de la inteligencia y
afinamiento del espíritu, el antihumanismo campando por los fueros de la mano,
parte ya de la máquina, que es como a los hombres prácticos les agrada tener las
suyas. Los hombres prácticos no tienen paz con nada que de algún modo sea
ejercicio de idealismo y si se les deja hacer terminarán acabando con la dignidad
humana”.

Respetuoso de las tradiciones había dicho: “Las tradiciones son: el bagaje


espiritual con que nos provee el pasado para nuestro viaje al porvenir”.

Miguel Acosta Saignes, adolorido en presencia de esta realidad y como


clarinada de alerta nos dice: “que se mantienen tradiciones relativas a la
conquista, a la independencia, se han conservado leyendas nacidas de las
realidades nacionales o regionales. Pero todo eso tiende a desaparecer, no
sustituido por una inevitable y normal dinámica de todas las culturas, sino por
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productos concebidos especialmente para destruir los valores tradicionales que
reafirman la nacionalidad. El individuo amnésico es un inútil para la sociedad.
Quien todo lo ha olvidado y nada puede recordar, nace, como si dijéramos, cada
minuto. Deberá ser guiado, sometido a toda clase de solicitudes para vegetar. Le
falta el recuerdo coordinador de sus experiencias, el hilo creador de la
personalidad, el sentimiento de continuidad y, por consiguiente, de afirmación en
el espacio y el tiempo. Ocurre lo mismo con un pueblo sin tradiciones. Buscará a
cada paso orientarse por signos actuales; deberá ser guiado, como amnésico;
carecerá del sentido de la historia en común, de la base de los sentimientos
nacionales”. Añade el autor citado que “la desorganización de la personalidad
colectiva obedece a directivas bien concretas (...) como hemos advertido, puede que
muchos e incluso la mayoría de quienes trabajan en forma inmediata en estas
labores, ignoren el resultado social, pero no menos cierta es la existencia de un
grupo de responsables cabalmente conscientes de sus propósitos”.

“Las mentes colonizadoras, agrega, repudian todo acercamiento al pueblo,


todo estudio que nos revele raíces nacionales”.

Ante la avalancha arrolladora del progresismo que no del progreso, dolorido


en lo profundo por él y por la Patria, Mario Briceño Iragorry intuye una salida,
“para salvarnos, escribe, nos queda sin embargo, el recurso fácil y formidable de
salvar la conciencia de nuestra historia de pueblo”.

El Dr. Arturo Uslar Pietri ha reaccionado en contra del Programa de PASIN.


Alega que no se enseña Historia de Venezuela. Nuestra tesis es contraria a la del
respetable amigo.

Nosotros sostenemos que hasta hoy no se ha escrito una Historia de


Venezuela, sino una Historia de la Provincia de Caracas o Venezuela.

Guillermo Morón, en su monumental Historia de Venezuela nos presenta un


panorama de la historia colonial que es el más documental estudio referido a este
período que se ha escrito en Venezuela; pero en relación a la Independencia y a la
cultura sigue la misma ruta transitada por los historiadores tradicionales. Caracas
es el escenario y el Libertador el personaje central único y exclusivo. A donde va
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Bolívar va la historia de Venezuela, la contribución de la Provincia a la forja de la
nacionalidad y de la Independencia no cuenta.

En relación a Margarita y para demostrar que no se toma en cuenta esta


Provincia en la Historia de Venezuela, escribimos: Quién puede creer que en las
escuelas primarias de Margarita no se enseña historia margariteña. El programa
de cuarto grado señala como puntos de estudio: Conocer las formas de vida del
hombre primitivo. Conocer los grupos que integraban la sociedad Colonial. Causas
de los movimientos pre-independentistas y comprender la significación de algunos
sitios históricos de la comunidad. En quinto grado ordena: Conocer las principales
causas que originaron la independencia de las colonias hispanoamericanas.
Comprender la significación del 19 de abril en el movimiento independentista.
Comprender la labor realizada por algunos personajes destacados de la comunidad
y continuar desarrollando actitudes de valoración bacía los sitios históricos de la
comunidad. En sexto grado a su vez, se pide conocer los principales hechos
acaecidos a raíz de la disolución de la Gran Colombia hasta los principales
acontecimientos ocurridos entre 1936 y 1961.

Los libros de texto, por los cuales estudian los jóvenes de Margarita, que son
idénticos en su contenido para toda Venezuela, no se detienen a referirse a la
valiosa contribución de Margarita en la gesta magna de la emancipación nacional.
Menos aún se toman en cuenta los prohombres de nuestra independencia, ni los
acontecimientos bélicos que tuvieron por escenario la isla heroica y que causaron
asombro a los propios enemigos; ni los hechos de la paz en una isla de por si
pacifica.

Ilustremos lo que afirmamos antes. En la “Historia de mi Patria”, de uso en


4o, apenas menciona una vez la Gobernación de Margarita y la Provincia de
Margarita. Al General Marino se le nombra para decir que la Casa Fuerte era un
antiguo convento, que Mariño y Freites habían convertido en fortaleza patriota.
Como monumento histórico se refiere al Castillo Santa Rosa, donde estuvo presa
Luisa Cáceres de Arismendi, esposa del General Juan Bautista Arismendi.

El texto para uso en 5° grado, cita en dos oportunidades la Provincia de


Margarita por la presencia de un representante suyo, sin dar el nombre del
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personaje, en el Congreso que se reunió el 2 de marzo de 1811, volverá a
mencionar a Margarita por la asistencia de sus representantes al Congreso de
Angostura. Al único héroe margariteño que señala es al General Mariño en tres
oportunidades: en el sitio de La Puerta, entre “otros militares que estuvieron en
Carabobo” y al hablar del Mariscal Sucre de quien se dice que “durante los años 13
y 14, junto a Mariño y otros patriotas orientales, luchó decididamente por la causa
republicana”.

En cuanto al texto de 6° grado, que revisamos, encontramos a Margarita


citada una vez, cuando se habla del establecimiento de centros de enseñanza
secundaria llamados “Colegios Nacionales”. Al nombrar al General Mariño lo
llama “eterno descontento” y en otra oportunidad para indicar "que se subleva una
vez más". Ni un solo hecho del acontecer histórico de Margarita se estudia en 6°
grado. Menos los personeros que nos dieron libertad.

Lo anteriormente expuesto nos permite concluir que si los maestros no


ponen énfasis en dar a “comprender la labor realizada por algunos personajes de la
comunidad” y “desarrollando actitudes de valoración hacia los sitios históricos de
la comunidad”, nada sabrán nuestros jóvenes de la preciada historia de una isla
que nunca supo arriar el pendón de la rebeldía; porque los libros de textos que se
le recomiendan no dicen absolutamente nada de la historia de Margarita.

Nada de nuevo tiene la enseñanza de la Historia. El Profesor Luis Acosta


Rodríguez nos dice: “Fue con la legislación educativa dictada en el curso de la
Revolución Francesa, cuando la historia se convierte en una de las materias
básicas del aprendizaje escolar, destinada a la preparación del nuevo depositario
de la soberanía, el cual desde entonces ha sido el pueblo, pues se consideró, a
partir de aquel cambio político que abrió paso a la vigencia del Estado
Democrático-Liberal en reemplazo del viejo orden de Monarquía absoluta y
despótica, que la Historia cuando es bien enseñada, sirve en grado eminente para
formar conciencia de ciudadanía y responsabilidad cívica, junto con ayudar a
formar lúcida visión de nacionalidad y de sentido patriótico en los nativos de un
país”.

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Por su parte Juan Mantovani, añade: “Los pueblos civilizados no discuten ya
el valor de la Historia para la vida del hombre. Pero en los países jóvenes, los del
Nuevo Mundo, los que reclaman de ella porque necesitan destacar fuerzas
inspiradoras en el conjunto continental la necesita particularmente cada país de
América, unos más que otros, de acuerdo con sus peculiaridades, para elaborar su
propia cultura y definir el tipo humano de cada comunidad nacional”.

El ya citado Luis Acosta Rodríguez recalca que “esa autorizada opinión de


tan prestigioso publicista argentino, es de innegable aplicación en un país como el
nuestro, donde a estas alturas de su evolución, aparece con un creciente porcentaje
de población juvenil y con un acelerado crecimiento demográfico, en gran parte
derivado de la entrada, mayormente incontrolada, de numerosos contingentes
humanos de foránea procedencia, todo lo cual impone reforzar la conciencia de una
enseñanza bien estructurada de la Historia de nuestra nación”.

Ante esa real situación el Dr. Ramón J. Velásquez, advierte: “Esa misma
actitud de abrir todas las puertas de la casa y la presencia de miles de gentes de
todas las nacionalidades, de distintas tradiciones y creencias, obliga a Venezuela,
como su primer deber, mantener vigilante en la exaltación y afirmación de su
identidad histórica. Ninguna relación de la supervivencia o estímulo de
sentimientos xenófobos, tiene esa actitud, que a escala mundial mantienen al
unísono y como primera línea de defensa nacional, naciones comunistas y países
capitalistas. Cada país, dentro de su estilo característico rivaliza en celo
intransigente por mantener y defender su peculiar fisonomía histórica".

El régimen preferencial aduanero de la Zona Franca, primero, y luego del


Puerto Libre, ha volcado sobre la isla de Margarita, gentes venidas de todas las
latitudes, lo que está poniendo en peligro nuestra característica de pueblo. Se
ahogan nuestras tradiciones. Naufraga nuestra individualidad. Sólo queda el
recurso de la historia para salvarnos. Ojalá que ustedes, jóvenes universitarios se
enfermaran del sublime amor a la historia de Margarita. Que la investiguen, para
salvaguardar nuestra propia característica de pueblo. Yo no hago más que repetir
lo que he venido sosteniendo a lo largo de cuarenta y cinco años de ejercicio
profesional; en el libro, en la diaria lección, en la crónica periodística.

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Estamos ante dos alternativas: o conservamos nuestra categoría de pueblo,
que debe ser la evidente, o nos entregamos cobardemente en manos de los fenicios
de última hora, que nos están conquistando para convertirnos en una colonia que
satisfaga sus ansias de explotación insaciable. Al crear una conciencia de pueblo
será una afrenta a nuestra dignidad, el aviso que se levantaba en el viejo
aeropuerto de Porlamar, donde irrespetuosamente, un Club de créditos anunciaba:
“Afortunado el hombre que con su firma «conquista» una isla”. Que esa isla que se
conquista con un cheque, no sea por nunca jamás la isla de Margarita. O aquel
otro que apareció en un periódico: “En Margarita se vende todo”. Es decir, que aquí
se vende cuanto se importa para ofrecer al visitante y además se vende la tierra, la
casa, el bote del pescador, la red, la atarraya, la gallina, el crisol del joyero, el
cogollo del datilero, el barro del alfarero, el telar de la tejedora, el pilón, la pluma
del escritor, el catre de la abuela, la fe, el arte del creador, la obra del pensador, el
honor, la dignidad, el decoro, la historia, el tiempo, la casa de Arismendi, la de
Gómez, el Castillo San Carlos, el Santa Rosa, los luceros, el mar, los canales de la
Restinga, el vuelo de las gaviotas, la sangre que tiño la Laguna de los Mártires. Es
decir que somos un pueblo que ya conoce el día del Apocalipsis, y vende cuanto
tiene, para entregarse al goce desenfrenado de los placeres de sus últimos
momentos. Eso seria la absoluta negación de la historia de una Margarita de la
cual nos sentimos honrados y orgullosos.

Yo os digo con mi querido hermano Efraín, adolorido, atormentado y


unamunianamente agónico, ante la realidad que quiere hundirnos, que “la
inteligencia margariteña tiene que rebelarse y denunciar; pero tiene que hacer
más, tiene que hacer mucho más: estremecer a este pueblo y enrumbarlo hacia un
destino digno y verdadero, bien distinto del que hoy se vislumbra”.

Confiamos a ustedes, jóvenes universitarios, la hermosa misión de


convertirse en los salvaguardas de la amenazada identidad margariteña.

Se terminó de imprimir en los Talleres de Artes Gráficas BEMA


el día 11 de marzo de 1985.

Transcripción, corrección, diseño y diagramación:


Licdo. Frank Omar Tabasca
La Asunción, estado Nueva Esparta
Agosto de 2021
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