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La visita de la vieja Dama

Claire Zachannanssian, la vieja dama, visita Güllen, su ciudad natal. Claire


Zachannanssian es multimillonaria. Güllen está en la más completa ruina. Los
habitantes de Güllen esperan que la visita de la vieja dama dé nueva vida a las industrias
de la ciudad y saque a todos de la ruina.

Esta Claire Zachannanssian de ahora fue Klara Wäscher en Güllen. Una joven pelirroja,
sin bienes, hermosa, indómita. Estuvo enamorada de Alfred III. Los amores de Klara y
Alfred tuvieron un fruto. Pero Alfred eludió el matrimonio, comprando dos testigos por
unos tragos, que juraron falsamente haberse acostado con Klara. Así Alfred quedó en
libertad para casarse con Mathilde, cuyos padres tenían algunos bienes, una tienda. El
hijo de Klara y Alfred murió a los pocos meses de nacer. Y Klara pasó a un burdel de
Hamburgo. Allí, en el burdel, la conoció Zachannanssian, el multimillonario, quien, al
morir, la dejó todas sus inmensas riquezas. Y ahora, vieja, pero rica, Claire
Zachannanssian vuelve a su ciudad natal, donde tuvo que sufrir los efectos de la llamada
justicia, a comprar la ocasión de hacer, a su vez, justicia.

Claire Zachannanssian, ruina fisica, disimulada con postizos y añadidos prostéticos,


perfectamente realizados, ofrece a sus paisanos mil millones —quinientos para la ciudad
y los otros quinientos a repartir entre las familias de Güllen— a cambio de la muerte de
Alfred III, su antiguo enamorado, su burlador.

La vieja dama multimillonaria ha llegado a Güllen con un extraño séquito. Su


mayordomo de ahora es quien antaño, precisamente, ocupaba la magistratura de Güllen
y rechazó la apelación de Klara; Koby y Loby, ciegos ahora, son en verdad los testigos
falsos que presentó Alfred III; Toby y Roby, dos gangsters sacados de Sing-Sing y
comprados por la vieja dama a la silla eléctrica, arrancaron los ojos de Koby y Loby,
por orden y dinero de ella; ahora Toby y Roby, siempre mascando chicle, sirven de
faquines a Claire, para transportarla en una silla de manos. También forma parte del
extraño, lúgubre y grotesco séquito de Claire Zachannanssian su séptimo y estúpido
marido, quien pronto es sustituido por un octavo, y éste, a su vez, por un noveno
marido.

Aunque la exigencia de la vieja dama —la justicia, la muerte violenta de Alfred III— es
rechazada al principio, unánimemente, en nombre de la Humanidad, por todos los
habitantes de Güllen, poco a poco esas hermosas y grandes palabras de la primera hora
van siendo sustituidas por otras grandes palabras bajo las cuales llega a admitirse el
crimen que propone Claire Zachannanssian. No pueden evitarlo. Claire Zachannanssian,
con su avasallador poder, es la dueña única de Güllen y de sus industrias, a las que ha
condenado a la inactividad. La muerte de Alfred III las volvería a su antiguo esplendor
y, además, un río de dinero iría a parar a las arcas del Ayuntamiento y al bolsillo de
cada una de las familias residentes en la ciudad. Y el crimen, la justicia vindicativa de la
vieja dama, se consuma, Alfred III muere violentamente a manos de las autoridades y
personas respetables de Güllen. Se certifica su muerte por ataque al corazón.

La visita de la vieja dama continúa, en la quinta década del s. XX, la línea expresionista
que dio su grandeza e interés al tea.alemán anterior a 1933, y que logró pervivir en
Bertolt Brecht. F. D., sin salirse del marco del bloque occidental, a diferencia de Brecht,
y sin comprometerse, con propósito sumamente objetivo, desprovisto de bagaje
ideológico, confina su maestría al puro juego escénico, a la presentación problemática
con resultados irónicos y grotescos, disfrazando, en lo posible, el contenido moral.
“Propongo hombres—dice—, no marionetas; una acción, no una alegoría; un mundo,
ninguna moral. No busco confrontar el mundo ene sta obra; cuanto se desprenda de ella
será cosa del tea, y del público.” … Pero, nos preguntamos, ¿qué significa su
protagonista Claire Zachannanssian? Al tratar de decirlo, no podemos rpescindir del
mundo griego. Para el profesor de Güllen, un humanista, ella es como una Parca, como
una diosa griega del destino; podríamos añadir por nuestra cuenta que es Némesis,
aunque ella prefiera presentarse, en su lenguaje irónico, como la Justicia. Y para
cualquiera de los habitantes de Güllen, no tan humanistas, ella es una especie de Plan
Marshall que puede resolver la economía pública y privada, que es lo que al parecer
importa, a cambio de algo que no importa, por el momento, mucho.

ED. Zürick, Die Arche, 1956. Con epil. De F.D. TRAD/CAST. Tea, suizo
contemporáneo, Madrid, Aguilar, 1961, trad. De J. Moral Arroyo.

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