Está en la página 1de 154

LASTRES: LA MEDICINA EN LA REPÚBLICA Lámina XXVI.

LASTRES: LA MEDICINA EN LA REPÚBLICA Lámina XXJX.

wat;

16
LASTRES: LA MEDICINA E N LA REPÚBLICA
Lámina XXXI.
LASTRES: LA MEDICINA EN LA REPÚBLICA Lámina XXXII.
LASTRES: L A MEDICINA E N LA R E P Ú B L I C A Lámina XXXIIl.
LASTRES: LA MEDICINA EN LA REPÚBLICA Lámina XXXIV,
J.ASTRES: LA MEDICINA EN LA REPÚDLJCA - Lámina XXXV.
Lámhm XXXVI.
LASTRES: LA MEDICINA EN LA REPÚBLICA
L A A C A D E M I A N A C I O N A L DE M E D I C I N A Y E L P E R I O D I S M O M E D I C O 275

de esta Capital y de los demás pueblos del Perú en cuanto fuera posible;
9
2. Hacer la historia exacta de las enfermedades epidémicas que apareciesen
en lo sucesivo, procurando al mismo tiempo reunir todos los datos relativos
9
a la epidemia que se hubiera padecido anteriormente; 3. Ponerse en rela-
ción con las principales sociedades de Europa y del Continente americano;
A ? Estar al corriente de los progresos de las ciencias por medio de los pe-
riódicos científicos que se publiquen en las principales capitales del mundo;
9
5. Consignar süs trabajos en una publicación que se hará anualmente con
el título de Anuario de Medicina; 6.° Proponer cada año por asunto de dife-
rentes premios los puntos indecisos hasta hoy en la ciencia médica y sus di-
ferentes ramos a los que se insinúen de un año a otro". Suscriben este pro-
grama de acción, los siguientes médicos: Cayetano Heredia, José Dámaso
Herrera, Eugenio Eyzaguirre, José Domingo Espinar, Juan Vásquez Solís,
Carlos Tasset, Francisco Cervera, José Julián Bravo, Juan Gallagher, Fran-
cisco Santiago Afoscóte, Manuel Tordoya, Camilo Segura, Cecilio Velásquez,
Juan Copello, Francisco Rosas, Pedro Ravena, M. P. Montuat, Manuel Odrio-
zola, José Mariano Macedo, Mariano Arosemena Quesada, Juan C. Uribe, An-
tonio Sánchez Almodovar, Antonio María Hidalgo, Francisco Delgado Y u -
go, José Eboli, Antonio Raimondi y José Gariazo.
Así fueron los comienzos de esta primera Institución, cuyo siglo se va
a cumplir dentro de poco tiempo. Su vida, los dos primeros años, estuvo
entrabada por las mismas convulsiones de la política. Sólo a partir de 1856,
bajo Julián Bravo, sesionó con relativa frecuencia. Fueron sus presidentes
Miguel E. de los Ríos, Julián Sandoval, José Casimiro Ulloa, Francisco Rosas,
Manuel Odriozola, Celso Bambarén y otros connotados médicos de mediados
de la pasada centuria. Sufrió colapsos más o menos-prolongados durante
la guerra con Chile, y en el año 1867. Le sucedió la Academia Libre de
Medicina.

E l día 29 de julio de 1885, fué una fecha cimera para nuestro arte, pues,
se realizó la inauguración de la Academia Ubre de Medicina, Institu-
ción que continuaba, en el tiempo, los esfuerzos de la extinguida So-
ciedad de Medicina del 1854, que había brillado con la generación de
Heredia.
E l Dr. Manuel Odriozola, fué su primer Presidente, y pronunció en
esa ceremonia, un bello discurso, en el que hizo reseña de los esfuerzos
desplegados para crear ese organismo.
276 LA MEDICINA E N L A REPÚBLICA

" E l P e r ú , no obstante l a larga y no interrumpida serie de convulsiones p o l í t i c a s


por que h a pasado desde su e m a n c i p a c i ó n y sus inmerecidos infortunios, j&más se ha
demostrado e x t r a ñ o a los progresos de la ciencia; y los que se han consagrado al cul-
tivo de la Medicina se esforzaron siempre por marchar a la vanguardia de todos los
d e m á s . . . A s í f u é como, apenas consumadas las reformas de la e n s e ñ a n z a m é d i c a ini-
ciadas en 1843 y recogidos de los m á s ilustrados miembros del profesorado m é d i c o
y f a r m a c é u t i c o que se congregaron para cooperar conjuntamente al adelanto de la
Ciencia Médica, al mejoramiento de su práctica y a l a observancia de los preceptos
que constituyen la moral en el ejercicio de la p r o f e s i ó n . Verdad en la ciencia; mo-
ralidad en el arte, esta f u é su divisa. Dos generaciones m é d i c a s a las que se incor-
poraron h á b i l e s j ó v e n e s europeos y americanos, que hicieron los m á s provechosos
estudios en la Escuela de París, se citaron a l l í para traer el contingente de su trabajo,
de su talento y de sus luces, al estudio y r e s o l u c i ó n de todas las principales cuestio-
nes de la ciencia m é d i c a que han surgido desde entonces. Sin desalentarse ante l a
magnitud y e x t e n s i ó n del campo trazado a su actividad, sin calcular lo arduo y d i f í -
cil de la labor y sin medir tat vez sus fuerzas se lanzaron a tan penosa cbra, de l a
que la ciencia y el p a í s no han dejado de recoger algunos frutos. Vasto era, en efec-
to, el programa que nuestro nunca olvidado maestro y colega el primer presidente de
la Sociedad M é d i c a doctor José J . Bravo, f o r m u l ó en su elocuente discurso de inaugu-
ración, como el ideal m á s bien que como verdadero l í m i t e de nuestras aspiraciones".

D e s p u é s de la guerra con Chile, todas nuestras instituciones sufrieron "llegada l a


hora de l a r e c o n s t r u c c i ó n nacional, lo m á s ilustrado del cuerpo m é d i c o c o m p r e n d i ó s u
deber de reparar aquella ruina, aumentada t o d a v í a por los inesperados acontecimien-
tos, y satisfaciendo esa exigencia de honor nacional, de conservar el crédito adquirido
por nuestros trabajos en el adelanto de l a e n s e ñ a n z a de l a ciencia médica, c o n c i b i ó
y puso en práctica l a f u n d a c i ó n de esta Academia, cuyo origen y f o r m a c i ó n le dan
el carácter de institución privada o libre que ha asumido ante l a Ley. L l e n a de f é
en sus destinos y con la conciencia de su r e s o l u c i ó n para emplear todos sus esfuerzos
realizados, h a necesitado ocho meses de los m á s perseverantes trabajos para preparar
sus elementos morales y materiales de estudio y para completar su debida organiza-
c i ó n . . . " . ( V A L D I Z Á N : Dice. Letra A . ) .

La Academia Libre, que con tan buenos auspicios iniciaba su labor,


tuvo que confrontar la dura tarea de reconstrucción de la Medicina des-
pués de la guerra de 1879. Durante ocho meses, se habían realizado tra-
bajos para su definitiva instalación. Constaba de cinco secciones, encar-
gándose cada una de ellas, de un gran capítulo de la medicina. Estas fue-
ron: Epidemias, Higiene de la Infancia, Profilaxia de la Tuberculosis y
Alcoholismo. Los problemas de la coca y la salud del soldado, son enun-
ciados por el Presidente como puntos importantes a resolver.
Fueron sus primeros miembros titulares, los doctores: Almenara
Butler, Andueza, Arias Soto, Artola, Avendaño, Carvallo, Castillo, Colun-
ga, Chávez, Flores, Giraldes, Macedo, Moloche, Morales, Olano, Quiro-
ga, Romero, Sánchez Concha, Sosa, Velez, Villar. Como Secretario per-
petuo, actuó Ulloa y secretarios anuales, Barrios y Pérez Roca.
L A A C A D E M I A N A C I O N A L DE M E D I C I N A Y E L P E R I O D I S M O M E D I C O 277

Llevó a la práctica un amplio programa de estudios científicos y pro-


blemas médico - sociales. Entre ellos se mencionan: Estudios sobre la co-
caína, la fiebre amarilla, y la viruela; proyectos de reglamentación sani-
taria, de reforma de la enseñanza, profilaxia del cólera asiático, represión
del alcoholismo, estudios sobre el agua potable de Lima, sobre la melco-
chara, etc. Durante cuatro años, llevó a cabo una proficua labor, la cual
fué reconocida por los poderes públicos, cuando se dió oficialización a la
Academia Nacional de Medicina. E l Congreso Sud - Americano de 1888,
de Sanidad, que tuvo tanta trascendencia continental, fué organizado por
ella.

E l 16 de octubre de 1888, un decreto supremo firmado por el Presi-


dente de la República, Dn. Andrés A. Cáceres, declaraba Nacional, a la
Academia Libre. E n el artículo segundo se decía: "La Academia Nacional
de Medicina ejercerá las funciones de cuerpo consultivo de los Poderes
Públicos en asuntos profesionales", afirmando, además, el carácter. autó-
nomo en cuanto a su organización y funciones.
Solemnemente se inauguró la nueva Institución el 8 de setiembre de
1889- Su primer Presidente fué el Dr. José M. Romero y actuó como Se-
cretario el Dr. José Casimiro Ulloa, quien leyó un bello discurso en el que
hizo la síntesis de la Historia de la Medicina en el Perú.
Durante más de sesenta años, esta Institución ha sido y es, el más
alto Cuerpo Consultivo Médico. Desde su tribuna, han dicho su palabra
los investigadores, clínicos y filósofos de la Medicina, marcando el derro-
tero que debe seguir la Ciencia desde el punto de vista técnico y señalan-
do las pautas morales, ajustadas a los postulados del Juramento hipocrá-
tica y al lema: "Verdad en la ciencia y moralidad en el arte".

E l periodismo médico de la pasada centuria, ofrece características


propias, que son el exponente del esfuerzo intelectual de los hombres que
fundaron la Facultad de 1856 y de sus continuadores.
Antes del 56, no existía prensa médica, salvo si se considera como tal
los pocos números de "Anales Medicales" que editó, en esfuerzo loable,
Brandin en 1827. Uno que otro opúsculo publicado por Valdés, Tafur,
Madame Fessel y otros en las columnas acogedoras de los periódicos po-
líticos de la época, en donde se dan cuenta de las novedades, como la anes-
tesia y de alguna operación quirúrgica, constituyen toda la producción cien-
tífica.
278 L A M E D I C I N A E N L A REPÚBLICA

La Gaceta Médica de Lima, apareció el día 15 de agosto de 1856, sien-


do la única publicación médica de la época, destacándose que su edi-
ción coincide con el movimiento reorganizador de Heredia. Es el órga-
no de las Ciencias Médicas en el Perú. Fueron sus redactores los docto-
res José Mariano Macedo, Francisco Rosas, José Casimiro Ulloa, Manuel
N, Corpancho y Mariano Arosemena Quesada, nombres que figurarán,
después, como los pioneros de las disciplinas que cultivaron. En sus pá-
ginas están insertas documentos importantes para reconstruir el movi-
miento cultural de nuestras instituciones médicas. Ulloa, decía de esta
publicación en 1864, que había triunfado y sobrevivido a todas las adver-
sas contingencias, "llevando una existencia que no alcanza a satisfacer
aún cumplidamente los importantes fines de su institución" (Editorial de
L. G . M . ) .
Ulloa, en I860 recuerda que se cumple el cuarto año de vida de
Gaceta Médica de Lima, periódico que supo conquistar el favor del públi-
co médico gracias a sus buenos artículos monográficos, a sus traducciones,
atinados comentarios y a la obra de difusión de la cultura médica. Como
órgano oficial de la "Sociedad de Medicina" creada a mediados del siglo,
va apuntando las actividades académicas de esta benemérita Sociedad.
Consigna entre otros datos de interés, la invasión del Perú por la Fiebre
amarilla durante algunos años, fenómeno biosocial que ocasionó serias po-
lémicas; las epidemias de 1853; la epidemia de angina diftérica, así como
las muy numerosas de viruela, pese a la vacunación que a veces decaía en
los pueblos de la sierra. También, da cuenta de los grandes descubri-
mientos en la Ciencia a mediados de la centuria, como los de Cl. Bernard,
Brown Sequard, y otros. La epidemia que estalla a bordo de la fragata
"Napoleón", provoca debate en el seno de la Sociedad, respecto a su causa.
E l 31 de marzo de 1877, la Gaceta Médica que naciera en 1856, vuelve
a salir después de un corto intervalo. Llevaría vida lánguida hasta
1879, para luego desaparecer definitivamente.

Espiritualmentc, 1884 es un año feliz porque aparece el gran vocero


La Crónica Médica, que fundara un grupo de entusiastas. Es órgano de la
"Sociedad Unión Fernandina". Los dirigentes de la Sociedad por aque-
lla época, doctores Leónidas Avendaño, presidente, Manuel A. Muñíz y
Andrés S. Muñoz, dijeron su docta palabra en la página Editorial: "No
guía a la Sociedad ningún interés personal y mezquino; la independencia
de su palabra y de sus actos, demostrará la sana intención que la anima;
y en el Magisterio de su Comisión de Redacción que hoy ejerce, sólo se de-
L A A C A D E M I A N A C I O N A L DE M E D I C I N A Y E L P E R I O D I S M O MÉDICO 279

jará oír la voz de la razón bajo el imperio de la ciencia". Fué la tribu-


na más alta del pensamiento médico de entonces, que resurgía después
del episodio nefasto de 1879. En sus páginas, ya amarillas por la acción del
tiempo, están las colaboraciones de los directores de la Medicina de la
época: los Alarco, Ríos, Rosas, Villar, Ulloa, Matto, Bambarén y tantos
otros. Es la única publicación que vive hasta el presente.

E l 1.* de junio de 1885 apareció El Monitor Médico, bajo la protec-


ción de la Academia Libre de Medicina y, más tarde, de la Nacional. Com-
plementaba la anterior revista y ambas, dan una idea del panorama médico
de fines de la pasada centuria.
CAPÍTULO X X X I I

LA FACULTAD DE MEDICINA EN LA SEGUNDA MITAD


DEL SIGLO XIX

¥ Á Facultad de Medicina fué independizada de San Marcos por H . Unanue.


E n 1808, con el apoyo del poder, Unánue realizó una verdadera revolu-
ción pedagógica en los estudios médicos. Perdió este contacto coa la Uni-
versidad hasta ya entrado el siglo X I X . Las reformas de la enseñanza
de mediados de la centuria, vuelven a incluir la enseñanza médica dentro
del claustro secular. Tanto el Real Colegio de Medicina y Cirugía de San
Fernando, como el de la Independencia, habían sufrido directamente en su
marcha, como consecuencia de las numerosas conmociones políticas.
Desde 1841, inicia Heredia, la serie de reformas del Colegio. E l Gene-
ral Vidal en 1843, expide el siguiente decreto: " E l Colegio dé la Indepen-
dencia destinado a la enseñanza de la Medicina, está bajo la inmediata pro-
tección del gobierno y sujeto al Ministro del respectivo ramo como estable-
cimiento nacional". E n ese entonces tenía el Colegio 9 profesores y dos
maestros contratados para enseñar Filosofía y Matemáticas.
La obra reformadora de Heredia, abarca del 41, al 56, año en que se crea
la Facultad de Medicina. Mientras dura el Colegio de la Independencia,
"asegura su vida institucional, merced a un buen número de rentas" (Paz
Soldán), dato que también consigna David Matto. Solari, Eboü, Dunglas y
Lorente, colaboran con él en la obra pedagógica.
La Universidad que había estado unificada durante la Colonia, llegó a
perder ese carácter, pérdida grave igualmente en su prestigio de Alma ma-
ter. San Fernando, San Carlos, Teología, funcionaban como Facultades en
forma independiente. Preocupación del gobierno de Castilla, fué dar uni-
dad a estos distintos cauces e incluirlas dentro de la renovada Universidad,
que nacía así en un buen clima espiritual, bajo la égida de los vientos re-
novadores liberales que emanaban del 1848 europeo. Las hijas menores, co-
mo Medicina, Letras, volvían al seno de la madre común: San Marcos.
En 1850, Castilla por decreto de 14 de junio, legisla que la Universidad
de San Marcos, se compondrá de las Facultades de Ciencias Eclesiásticas,
L A F A C U L T A D DE M E D I C I N A E N L A S E G U N D A M I T A D D E L S I G L O X I X 281

Derecho Canónico y Medicina. Más tarde, en 1855, por decreto del 7 de abril,
dice que la Universidad constará de cinco facultades: Letras, Ciencias Natu-
rales, Jurisprudencia, Medicina y Teología, indicando la forma como debían
funcionar, especificando las atribuciones de los dirigentes del Claustro.
Esta reforma, por lo que atañe a Medicina, considera en su curriculum,
las siguientes materias: Anatomía, Fisiología e Higiene, Patología y Terapéu-
tica, Materia Médica y Farmacia, Nosografía, Medicina Operatoria y Obste-
tricia, Clínica Interna y Externa, Medicina Legal. Cursos auxiliares de His-
toria Natural y Química.
Así, después de haber dirigido sola sus destinos, desde 1808, la enseñan-
zade la Medicina volvía a estar supeditada a los dictados de San Mateos. E l
Reglamento orgánico de la Nueva Facultad, fué obra de una Comisión com-
puesta por Julián Sandoval, Camilo Segura y Miguel Evaristo de los Ríos.
Este Reglamento, atenuaba en parte, el estado de subordinación a que había
quedado sometida la nueva Facultad.

Veamos algunos datos sobre las creaciones de Cátedras y lo concernien-


te a la marcha de la vida del Claustro.
En el año 1857, a insinuación del Dr. Juan Copello, se creó la Cátedra
de Zoonomía, Cátedra que sólo funcionó en 1859. Era Cátedra libre, en la
que Copello hacía gala de una erudición libresca sobre las Ciencias Natu-
rales. Este empeño no llegó a tener éxito.
En el ano 1862, se instituyeron las llamadas Juntas de Medicina. E l Pre-
sidente de la República, Miguel San Román, creó por decreto supremo estas
Juntas, dictaminando que funcionaran en Arequipa, Cusco y Trujillo. E l de-
creto estaba concebido en los siguientes términos: "Considerando: Que es ne-
cesario difundir y proteger el estudio de la medicina y cirugía en los di-
versos Departamentos de la República, removiendo todos los embarazos que
se oponen a su desarrollo y que retraen a la juventud de emprender la men-
cionada carrera; Ha dado la ley siguiente: Se establecen Juntas de Médicina
en la Ciudad de Arequipa, Cuzco, y Trujillo, compuestas de un delegado,
cuatro vocales y un secretario, nombrados por la Facultad de Medicina de
esta Capital, de entre los médicos existentes en el lugar, considerándose
estos cargos como consejiles. Los Síndicos de la ciudad y el Rector de la
Universidad, serán miembros natos de las Juntas. La duración de las Jun-
tas será de tres años y estarán bajo la dependencia de la Facultad de Medi-
cina. Se presentarán ante ella los que pretendan recibirse en Medicina y
-Cirugía acompañando los certificados de que habla el artículo setenticuatro
del citado Reglamento... admitirán a examen a estos aspirantes... nom-
282 LA MEDICINA E N LA REPUBLICA

brará profesores, etc Lima, a veinte de diciembre de 1862". Estas Juntas,


como toda obra no madura, tuvieron vida efímera. La de Arequipa se
instaló el 15 de abril de 1862, siendo su presidente el Dr. Mariano Vargas.
En el año 1869, bajo el gobierno de Balta, se volvió a reorganizar la
enseñanza universitaria. E l decreto prescribía que la Universidad debía
constar de las siguientes Facultades: Teología, Jurisprudencia, Medicina,
Filosofía y Letras, Matemáticas y Ciencias Naturales. Las cinco faculta-
des funcionarían así: La de Medicina en el Colegio de la Independencia.
Constaría de las siguientes materias: Anatomía General, Descriptiva y
Topográfica. Fisiología, Higiene y Medicina Legal. Patología y Tera-
péutica Generales. Materia Médica y Toxicología. Patología y Clínica
Interna. Clínica Externa y Obstetricia. Química e Historia Natural Mé-
dica.
E l 17 de junio de 1866, la Facultad acordó crear la Cátedra de Partos,
enfermedades puerperales y Niños. E l 8 de agosto de ese año, se pro-
mulgó el decreto fundando dicha Cátedra y nombrando al Dr. Rafael Bena-
vides.
En el año 1870, el Dr. José María Romero, gestionó la creación de la
Cátedra de Oftalmología. Valdízán sostiene que fué José Prieto, quien
primero solicitó la erección de la Cátedra. Esta enseñanza fué instituida por
decreto de 23 de setiembre de 1871.
9
En el año 1875, M. E . de los Ríos ( G . M. N . 38), habla en su Memo-
ria, del incremento de la Biblioteca de la Facultad de Medicina, con sete-
cientos volúmenes traídos de Europa por el Profesor M. Odríozola. Dice
de lo pequeño que resulta el Anfiteatro del Hospital Dos de Mayo y que la
Facultad ha resuelto construir uno "extenso, en un terreno eriazo contiguo
al Jardín Botánico", cuyo presupuesto ya fué aprobado por el Gobierno.
Se fabrica en ese entonces el Laboratorio de Química. A l Jardín Botánico,
se le cerca "con hermosas rejas de fierro dulce fabricadas en Europa y asen-
tadas sobre sólidos cimientos de manipostería".
En el año de 1869, la Facultad de Medicina creó el Museo Raymondi.
En el año 1876, el Consejo Universitario, aprobó el Reglamento inte-
rior de la Facultad. Se estatuía un sistema de concursos para profesores.
Los Catedráticos de Anatomía darían lecciones en el cadáver o en piezas
preparadas al efecto por el Director o sus ayudantes. Y a desde 1827, se dis-
ponía en el antiguo Colegio de la Independencia, que para tener el grado
de Médico, se debían haber presentado certificados de asistencia a clases y
de prácticas tanto en los hospitales como en el Anfiteatro Anatómico.
Desde 1876 el Dr. Manuel Odriozola es Sub - decano de la Facultad.
Ese año, la Mesa Directiva era la siguiente: Decano M. E . de los Ríos, Sub-
LASTRES; LA MEDICINA EN LA REPÚBLICA Lámina XXXVII.
LA F A C U L T A D DE M E D I C I N A E N L A SEGUNDA M I T A D D E L S I G L O X I X 283

decano Manuel Odriozola. Secretario José C. Ulloa y Pro - secretario José


A. de los Ríos. Siendo presidente el General Prado y Ministro de
Educación el Dr. M. Odriozola, se dió el decreto que fijaba definitivamen-
te los estudios de Medicina dentro de la Universidad.
Don Manuel Pardo, promulgó la Ley de Instrucción con fecha 2 de
abril de 1876. Esta ley reglamentaba el ingreso de los alumnos a Medi-
cina, los grados de Bachiller, Licenciado y Doctor.
La Cátedra de Historia de la Medicina, fué creada por decreto supre-
mo de 23 de mayo de 1877. La inauguración se realizó solemnemente, con
asistencia del Ministro de Instrucción Pública, Dr. Manuel Morales y del
Ministro de Italia, D. Juan Bautista Viviani. E l Dr. Juan Copello, Profe-
Y
sor de la materia, dió lectura a un enjundioso discurso (G. M. N . 6, Lima,
1877). Concluyó, después de haber hecho una sinopsis del arte de curar a
través de los siglos: ".. .la Cátedra que se me hizo el honor de confiarme,
tiene dos partes diversas, la filosofía de la ciencia y la filosofía de la his-
toria de la ciencia, ellas no pueden confundirse y amalgamarse, porque tie-
nen distinto objeto..." Esta Cátedra tuvo vida efímera.
La Cátedra de Clínica Obstétrica, fué creada en 1878, designándose pa-
ra desempeñarla, al Dr. Ramón Morales. En 1890, Morales pasó a hacerse
cargo del Curso teórico de Partos y el Dr. Benavides, de la Clínica Obsté-
trica.
Eh el año 1878, el número de alumnos era de 122:101 en medicina, 19
en Farmacia y 2 en Odontología. "La enseñanza clínica, dice M. Odrio-
zola, se hace de tal manera incompleta y defectuosa que una parte conside-
rable de los aspirantes al diploma de médico son aplazados en el quinto
examen que comprende ese estudio, por no hallarse expeditos en él". (G.
M. Lima, 1878). Ese año se decretó la construcción del Anfiteatro Ana-
tómico, "en parte del terreno del Jardín Botánico".
En el año 1879, cuando ya nos había declarado Chile la guerra, los pro-
fesores de la Facultad, tuvieron un gesto altamente patriótico. Cedieron
sus haberes para gastos bélicos y ofrecieron sus servicios profesionales.
La nómina del personal de la Facultad era el siguiente: Decano Dr. Mi-
guel E. de los Ríos, Subdecáno Dr. Manuel Odriozola. Secretario Dr. José
C. UJloa. Prosecretario Dr. José A. de los Ríos. Catedráticos: Julián San-
doval, Mariano Arosemena; J. J. Corpancho; J. B. Concha; Lino Alarco; Leo-
nardo Villar, Celso Bambarén, Martín Dulanto, Armando Vélez, José M. Ro-
mero, Aurelio Alarco, Miguel F. Colunga, Aurelio León, Ramón Morales,
Luis Copello. Catedrático adjunto: Dr. Francisco A. Fuentes (G. M. N.* 4,
1879). Manuel Odrio2ola nos habló después de las horas luctuosas por
que atravesó la enseñanza. Se suspendieron los cursos de Medicina Opera-

Tomo 111. Medicina en la R e p ú b l i c a 19


284 L A M E D I C I N A E N L A REPÚBLICA

toria y Oftalmología, "porque los alumnos concurrentes a estas clases fueron


todos nombrados para prestar sus servicios en ambulancias civiles". Se de-
jaron de percibir en el presupuesto de la Facultad, S/. 31,811.88. Con el im-
puesto de la nieve pudo cobrarse 16.025 soles, lo que se utilizo para pagac
la mitad del haber de los Catedráticos.

El año de 1884 se promovió un ruidoso incidente en que fué destituido


el Decano de entonces, Dr. M . Odriozola, envolviéndolo un asunto judi-
cial de desacato al gobierno. Todo el Claustro se unió a su Decano y renun-
ciaron los Catedráticos en masa.
La Memoria leída al finalizar ese año, por el Decano J . J . Corpancho,
sé concreta a reseñar el estado de postración y decadencia en que encontró
la Facultad. " E n escombros su local; reducida su área casi a la mitad a
mérito de una enagenación efitéutíca por veinticinco años; sin elementos su-
ficientes de enseñanza; sin fondos para retribuir convenientemente al pro-
fesorado y para reparar los estragos causados por la ocupación extranjera..."
Durante la administración de Corpancho, se hicieron mejoras en el Jardín
Botánico, el cual fué puesto bajo la dirección del naturalista William Na-
tion (La C M., 1884).
La destitución de Odriozola* se efectuó por decreto de 3 de octubre
de 1884. E l gobierno de entonces nombró 15 catedráticos principales inte-
rinos, algunos sin título doctoral. Con Odriozola salieron F . Rosas, José
A. de los Ríos, Bambarén y Ramón Morales. E l gobierno de Iglesias, hizo
despojo arbitrario de la autoridad legal del Decano, cometiendo una infrac-
ción del Artículo 233 del Reglamento General de Instrucción.
E l enojoso incidente del año 1884, terminó con la reposición de las
autoridades destituidas. E l probo Manuel Odriozola enfrentó gallardamen-
te la resolución del Ejecutivo que consumaba el atropello. "Cuando en
Octubre de 1884 fui destituido de los cargos de Decano y Profesor principal
titular de la Facultad de Medicina, cuya posesión acaba de restituirme el Su-
premo Gobierno (enero de 1886), los profesores principales titulares tam-
bién y adjuntos, que constan en la relación adjunta, solicitaron del Gobier-
no que decretó mi destitución, la reconsiderase y revocase, por ser infracto-
ria de las leyes y Reglamentos de Instrucción y no ser los procedimientos
en que se fundó la responsabilidad mía y del Sub-decano, sino de la Facul-
tad entera". E l gobierno del año 1884, denegó esta petición, separando a
los profesores firmantes y nombrando en su reemplazo otros, que no tenían
los requisitos que ordenaba la ley. "Terminantes son en efecto, las pres-
cripciones del Reglamento General de Instrucción, puesto en vigor por el
L A F A C U L T A D DE M E D I C I N A E N L A SEGUNDA M I T A D D E L SIGLO X I X 285

mismo Gobierno de 1883 con algunas modificaciones, que tiene el carácter


de ley, por ser expedido por una autorización legislativa y cuyo imperio ha
quedado más completamente restablecido con el del verdadero régimen
constitucional". Conforme al artículo sétimo de ese Reglamento, la ense-
ñanza universitaria era de exclusiva competencia del Consejo Universitario,
prohibiendo al Gobierno toda ingerencia en San Marcos. Los catedráticos
titulares sólo podrían obtener sus cátedras por concurso, salvo aquellas
de nueva creación. El gobierno de 1883 que había promulgado este Re-
glamento, procedió a nombrar por sí mismo quince catedráticos principales
interinos y varios adjuntos, sin tener el requisito del doctorado, como pasó
con el que ocupó la Cátedra de Historia Natural Médica. "Semejantes nom-
bramientos no pueden ser más ilegales y nulos conforme a la Constitución
y a la ley reglamentaria de Instrucción pública y yo contraería la más gra-
ve responsabilidad ante ella y los poderes constitucionales, sí aceptase la
cooperación y presidiese los actos de funcionarios que no han sido nombra-
dos, con los requisitos de las leyes". Restablecida la normalidad, dice Odrio-
zola, "a mérito de la absolución y por un fallo judicial de los supuestos de-
litos que motivaron mi destitución y habiendo sido los actos arbitrarios y
contrarios a la ley, lo que dió lugar al alejamiento de los verdaderos y legí-
timos profesores, al que no tuvieron otra forma legal, en guarda de su res-
ponsabilidad, nada más justo que estando ya de hecho y de derecho cadu-
cados los nombramientos del anterior Gobierno, se haga extensivo a dichos
profesores el acto de justicia practicado conmigo, restituyéndoles la posesión
de sus cátedras, que obtuvieron en propiedad y por los medios legales...
Este acto de justicia es todavía más imperioso con los doctores Francisco
Rosas, José A. de los Ríos, Celso Bambarén y Ramón Morales...". Tal es
el alegato vigoroso de Manuel Odriozola, celoso guardián de los prestigios
de San Fernando, que no sólo obtuvo un sonado triunfo deontológico, sino
que escribió una página señera en defensa de los derechos inalienables del
profesorado. (Valdizán: La Facultad de Medicina).
José C. Ulloa, Leonardo Villar, José M. Romero, Lino Alarco, Armando
Vélez, Aurelio Alarco, Miguel Colunga, Ramón Morales, Belisario Sosa, Cons-
tantino T. Carvallo, José M. Quiroga y José M. Capitán, con fecha 8 de ene-
ro de 1866 pidieron al Consejo Universitario, la derogatoria de la disposi-
ción del gobierno de Iglesias y la restitución de los catedráticos dimisiona-
rios a sus respectivas Cátedras. La Comisión nombrada por el Consejo Uni-
versitario, formada por R. Ribeyro, L. Folkierski y M. Salazar, dictamina-
ron en el sentido de la nulidad de los actos universtíarios del gobierno an-
terior. Con fecha 6 de febrero de 1886, el Ministro Tovar, firmó el Deere-
286 L A M E D I C I N A E N L A REPÚBLICA

to Supremo, restableciendo a las autoridades universitarias que habían esta-


do en funciones hasta octubre de 1884, reconociendo Catedráticos titulares a
los Drs. Francisco Rosas, Celso Bambarén, José A. de los Ríos y Ramón
Morales.

En el año 1887, la Facultad de Medicina, aprobó un nuevo plan (L. C.


M-, 1887), que comenzaría a regir ese año, respetando el derecha de los alum-
nos ya inscritos, que seguirían el plan antiguo. El nuevo Reglamento com-
prendía seis años de estudios y era como sigue: Primer año: Anatomía Des-
criptiva (primer curso), Física Médica, Química Médica, Botánica Médica,
Ejercicios prácticos de Anatomía, Química, y Botánica; asistencia diaria a
los hospitales, Clínica externa. Segundo año: Anatomía Descriptiva (2°
curso), Anatomía General, Zoología Médica, Química Analítica aplicada a
la Clínica. Hidrología Médica, Toxicología, Ejercicios Prácticos de Anato-
mía, Histología y Química Analítica, Clínica Externa. Tercer año: Fisio-
logía General y Humana, Anatomía Topográfica, Higiene Pública, Farmacia,
Clínica Externa. Cuarto año: Patología General, Anatomía Patógíca, Noso-
grafía Quirúrgica, Terapéutica y Materia Médica, Clínica Externa e Inter-
na. Quinto año: Nosografía Médica, Nosografía Quirúrgica, Medicina Opera-
toria, Clínica Interna y Externa, Oftalmología. Sexto año: Nosografía Mé-
9
dica (2 curso), Obstetricia y Niños Recién Nacidos, Medicina Legal y
Toxicología, Clínica Interna, Clínica Obstétrica.
Este mismo año de 1887, la Facultad de Medicina dió un reglamento
para el Anfiteatro Anatómico, destinando su local a las prácticas de las Cá-
tedras de Anatomía y Medicina Operatoria.
El 7 de abril de 1888, la nueva ley de Instrucción, fijó igualmente el
número de años de estudios en seis. Leyes posteriores, del 20 de octubre
de 1893 y 2 de noviembre de 1896, restablecieron el régimen de siete años.
Cuando regresó del extranjero el Dr. Ricardo L. Flores, ofreció a la Fa-
cultad de Medicina, sus buenos oficios para enseñar Técnica Microscópica y
Bactériología. La Facultad presidida por Villar, aceptó dicha insinuación, te-
niendo en cuenta la importancia de esta nueva disciplina que naciera a la vi-
da por el genio de Pasteur. Corta fué la labor docente de iniciación del
Dr. Flóres. Al año siguiente, el gobierno oficializaba la enseñanza de es-
ta disciplina y nombraba su primer Catedrático, al Dr. David Matto. La
Facultad agradeció la labor desinteresada del Dr. Flóres.
La Cátedra de Bacteriología y Técnica Microscópica fué creada por ley
del 16 de junio de 1890. De esta manera, la Facultad dió comienzo a una
L A F A C U L T A D DE M E D I C I N A E N L A S E G U N D A M I T A D D E L SIGLO X I X 287

"era bacteriológica", que iba a redundar en un clima espiritual propicio pa-


ra hacer progresar la higiene y salubridad del País.

E l 20 de octubre de 1893, el Supremo Gobierno promulgó una ley, mo-


dificando las condiciones de ingreso a Medicina, restableciendo el régimen
de siete años, y tres para el estudio de la Farmacia. Dicho plan compren-
día las siguientes materias: Primer año: Anatomía Descriptiva, Física Médi-
ca, Química Médica, Botánica Médica, Ejercicios Prácticos de Anatomía,
Química y Botánica, Clínica Externa. Segundo año: Anatomía Descriptiva,
2.° curso, Zoología Médica, Química Analítica, Ejercicios Prácticas de Ana-
tomía y Química Analítica, Clínica Externa. Tercer año: Fisiología Gene-
ral y humana, Anatomía general, Anatomía topográfica. Ejercicios prác-
ticos de Anatomía Topográfica e Histología Normal, Clínica Interna. Cuar-
to año: Patología General, Anatomía Patológica, Bacteriología, Farmacia,
Clínica Interna. Quinto año: Nosografía Médica, Primer Curso, Nosografía
Quirúrgica, Terapéutica y Materia Médica, Clínica Externa y Clínica In-
terna. Sexto año: Nosografía Médica, Nosografía Quirúrgica, Medicina Ope-
ratoria, Clínica Interna, Clínica Oftalmológica. Sétimo año:'ObstetrÍcÍa, Me-
dicina Legal, Toxicología, Deontología Médica y Antropología Criminal.
9
Higiene Pública y Privada, Clínica Tocológica <L. C. M., N . 118, Lima,
1893).
E l 13 de agosto de 1896, el Supremo Gobierno nombró Catedrático de
Pediatría, al Dr. Francisco Almenara Butler, en ejercicio de las atribucio-
nes que le asignan los artículos 215 y 216 del Reglamento General del Ra-
mo. La nueva Cátedra se desdoblaba de lá de "Partos, Enfermedades puer-
perales y de niños" con la que había estado ligada.
(

Por decreto supremo del 8 de febrero de 1897, se ordena la construc-


ción de la nueva Facultad de Medicina, nombrando una comisión presidida
por el Decano Dr. Armando Vélez, e integrada por los doctores Ricardo L .
Flores, Ernesto Odriozola y M. A. Muñiz. Sólo el año 1903, pudo el Cuer-
po Médico asistir a la solemne inauguración del nuevo local, que es el edi-
ficio en que actualmente funciona.

Las Cátedras de Medicina, se han establecido en el orden siguiente:


Prima y Vísperas, en 1634. Método de Galeno 1689. Anatomía en 1711.
Clínica Interna y Externa en 1809- Física Experimental en 1814. Cirugía
en 1817. Fisiología en 1826. Terapéutica en 1826. Obstetricia, curso pa-
ra parteras, en 1826. Farmacia en 1826. Higiene en 1841. Anatomía Ge-
28S LA MEDICINA E N LA REPÚBLICA

neral y Anatomía Patológica en 1856. Anatomía Topográfica en 1856. No-


sografía Médica en 1856. Medicina Legal en 1856. Enfermedades Puer-
1
perales y de Niños en 1864. Historia de la Medicina en 1877. Bacterio-
logía en 1890. Ginecología en 1895. Pediatría en 1896. Oftalmología
en 1897.

La Cátedra de Ginecología, fué creada por ley del 27 de diciembre de


1895. "Habiéndose creado por ley de... la Cátedra de Clínica Ginecoló-
gica en la Facultad de Medicina de la Universidad de San Marcos, y de con-
formidad con lo dispuesto en el art. 255 del Reglamento General de Ins-
trucción Pública: Nómbrase Catedrático de ella al doctor Constantino J.
Carvallo..."
El Dr. Constantino T. Carvallo, puso todo empeño para iniciar la en-
señanza de esta disciplina entre nosotros. En el Hospital de Santa Ana ins-
taló la Clínica de la especialidad. Con la ayuda de los nuevos métodos asép-
tico y antiséptico y de las mejores técnicas operatorias que había perfeccio-
nado en el Viejo Mundo, pudo hacer labor útil.
La consolidación en nuestro medio, de los métodos aséptico y antisép-
tico de Pasteur y Lister, hicieron posible, junto con la anestesia, un
avance increíble de la Cirugía y la aparición de las especialidades obstétri-
co-ginecológícas, como las más importantes.
El profesor Carvallo (1853- 1919) llegaba a la Cátedra, rodeado de
gran prestigio profesional, habiendo estudiado la especialidad en las clíni-
cas europeas, principalmente en Francia. Enseñó eficientemente Anatomía
durante la ocupación chilena. Fué quien primero trajo al Perú un aparato
de rayos X en 1897 y la estufa de desinfección. Con dicho aparato Roent-
gen, se tomaron numerosas radiografías en Lima. Fueron estas primeras
placas, los huesos de "las manos" de Don Nicolás de Piérola y de Don Ri-
cardo Palma.
Tuvo Carvallo un contendor de peso en el especialista Néstor J. Cor-
pancho, quien ya había realizado con éxito varias intervenciones quirúrgicas
en el campo de la ginecología.
Bello hace en 1933 un estudio de los pioneros de la ciencia ginecológi-
ca entre nosotros, evocando la figura de Néstor Corpancho y Constantino T.
Carvallo. Néstor Corpancho vió operar a Pean y Segond en Francia. El
1
E l Curso de Historia de la Medicina, fué creado en 1877, con el Dr. Juan
Copello como Catedrático. La duración, por modificaciones en la enseñanza, fué de
un año. En 1946, la Facultad volvió a considerarlo en su Plan de estudios, desig-
nando al autor de este libro para regentarlo.
LA F A C U L T A D DE M E D I C I N A E N L A S E G U N D A M I T A D D E L SIGLO X I X 289

Dr. Carvallo, trabajó activamente en Santa Ana. La Sala de operaciones te-


nía un gran filtro Chamberlain y el sistema Championiére de anaqueles pa-
ra instrumentos de vidrio.
Carvallo estudió en la Facultad renovada por Heredia, con los maes-
tros Villar y Macedo. Hizo tres viajes al extranjero y pudo apreciar de
cerca el adelanto de la ginecología en Francia, viendo operar a Pean, Ségond,
Doleris, Reclus, Le Dentu y otros. Es el primero que emplea entre nosotros
la estufa seca Poupinel para la esterilización, los guantes de goma de Halsted
y Chaput.
La creación de la Cátedra no dejó de tener dificultades Triunfó Car-
vallo y en 1898, daba su clase inaugural, convirtiendo el Servicio de "La Mer-
ced" en un centro de trabajo y orientación ginecológica, el primero ea el
Perú. Esa misma fecha de 1898, después de un año de incesante labor, pre-
senta al Sr. Decano de la Facultad de Medicina, una Memoria, dando cuen-
9
ta de la marcha de su Cátedra (L. C M. N . 232. Lima, 1898).

Los Rayos X, o de Roentgen, son anunciados al público limeño desde la


9
tribuna de La Crónica Médica (junio, 1896, N . 179), por el Dr. David
Mano. No ha querido ocuparse con anterioridad del asunto, esperando que
pasase el "período de entusiasmo, el período sensacional que sucede a todo
hecho de esta naturaleza.." Las proyecciones del gran descubrimiento, re-
cién se estaban vislumbrando en Europa. "En resumen, pues, la fotografía
por los rayos X en sus. aplicaciones a la medicina, está, al menos por el mo-
mento, reducida a descubrir cuerpos extraños de cierta naturaleza en el es-
pesor de los tejidos y a diagnosticar algunas lesiones del tejido ó s e o . . . "
9
Muñíz, gran captador de novedades (M. M. N . 246), describe el sensacional
suceso de Roentgen. "Recordar la crudeza de Daguerre y admirar una ima-
gen skiagrática parece inaudito. La radiografía o skiagrafía del sabio de
Wurzburg, no es propiamente la fotografía, aunque se use la placa sensi-
ble . . con la pantalla flourescente, se sustituye la inspección directa ocular
a la primitiva inscripción fotográfica del objeto, siempre invisible al ojo
desnudo..." Esto fué escrito el ano de 1897. Ese mismo año llega al Perú,
traído por Carvallo, el primer aparato de rayos X y la clínica, como la medi-
cina peruana, van a beneficiarse con este precioso auxiliar.
CAPITULO XXXIII

LISTA DE TESIS EXISTENTES EN LA BIBLIOTECA CENTRAL DE LA


FACULTAD DE MEDICINA ENTRE LOS AÑOS 1854 AL 1900

MORALES, Agustín. — El tratamiento de la apoplejía. (Sin fecha).


Ríos, Miguel de los — El acido arsenioso en el tratamiento de las fie-
bres intermitentes. (Sin fecha).

Año 1854:

GRAU, Rafael. — Dos fístulas vésico - uterinas. (París).

Año 1857:
CORRADI, Juan. — El cólera morbo asiático y la fiebre amarilla: ¿son
contagiosos?
FINLAY, Eduardo. — Iritis sifilítica.
GUERIN, D. Teófilo. — Sobre la corea.
INJOQUE, M. H . — Reumatismo articular agudo.
RusiÑOL, Juan. — ¿Es lícito al médico promover el aborto?

Año 1858: @
5. ARARAZ, Miguel. —V* esterilidad considerada en el hombre.
ARNAIZ, José. — La tierra eri su origen fué incandescente y lo es' ac-
tualmente en su centro.
GARABÁN, Roberto. — "El cólcbico"; tratamiento del reumatismo arti-
cular agudo.
GARABÁN., Roberto. — Sobre el hierro y sus compuestos empleados en
ciertos casos de envenenamiento.
IBÁÑEZ, Antoñano, Valentín de. — Sobre los elementos mórbidos.
ITURRIAGA, José B. — Calórico animal.
LÓPEZ TORRES, Rufino. — Cuarentetuis.
LASTBES: LA MEDICINA EN LA REPÚBLICA Lámina XXXVIII.
T E S I S E N L A F A C U L T A D DE M E D I C I N A E N T R E 1854 Y 1900 291

Año 1859:

C U E N T A S , Pablo. — Percloruro de hierro que es tónico astringente.


DODERO, Federico. — La escrófula y la tuberculosis no pueden en el
estado actual de las ciencias médicas considerarse de idéntica naturaleza.
CARBONERA, Urbano. — Tétanos.
H U N T E R , D . Jacobo. — La utilidad del agua en la práctica de la cirugía
y medicina.

O C A M P O . — Observaciones sobre los efectos del agua de Huacachina.

Año 1861:
V É L E Z , Armando. — Anatomía patológica de las verrugas.

Año 1864:
C O M B E S , Emile. — De la cbloro - anemie.

Año 1871:
D O U N O N , Paul Louis Victor. — Etude sur la verruga; maladie endémi-
que dans les Andes Peruviénnes. (París).

Año 1878:
SILVA SANTISTEBAN, Modesto. — Homicidio y suicidio; sus caracteres
médico - legales.
ZAGAL, Eulogio J . — Acción del cloroformo sobre el organismo; indica-
ciones y contraindicaciones terapéuticas.

Año 1879:
CEBALLOS T O R R E S , Manuel. — Ligeras ideas sobre fisiología del lenguaje.
R A M Í R E Z , Luis. — Influencia de la diátesis en el matrimonio.
SANTOS V I D A L Ó N , José. — Jurisprudencia médica del infanticidio.

Año 1880:
A R Z U B E , Manuel de I . — De la amenorrea,
A V E N D A Ñ O , Juan. — Consideraciones sobre la fisiología patológica de la
fiebre.
F E R N Á N D E Z D Á V I L A , Aníbal. — Del tratamiento de las heridas por ar-
mas de fuego del miembro inferior complicadas de fracturas.
MISPIRETA, Mariano César. — Estudio sobre la constipación.
292 LA MEDICINA E N L A REPUBLICA

Año 1881:
CARVALLO, Constantino T . •— Aplicaciones del oxígeno a la terapéutica.
CHOCANO, Carlos G. — Del aborto.

PALZA, José Víctor. — Estudio de las heridas por arma de fuego.

Año 1882:
CAMINO,Francisco de Paula. — De la pilocarpina en la difteria.
VÁSQUEZ SOLÍS, Francisco. — El principio vital.
GARCÍA, Emilio P. — Del ácido carbo - azótico como sucedáneo de la
quinina.
Año 1883;
IBÁÑEZ, Romualdo. — Del sulfuro de carbono en el tratamiento de las
úlceras, heridas.
MENÉNDEZ, Carlos. — Acción de la electricidad sobre los infartos del
epididimo.
MENÉNDEZ, Ramón B . — Tratamiento de las estrecheces orgánicas de la
uretra.
MORÓTE, Vidal. •— De la anestesia mixta.
MuÑíz, Manuel A. — Vida, animismo, materialismo. m

PÉREZ ARANÍBAR, Augusto E . — Heridas por arma de fuego y su influen-


cia sobre las diátesis.
RlVERO, Juan A . — De la podredumbre de hospital y de su tratamiento
por el alcanfor en sustancia.

Año 1884:
ARGÜEDAS, Manuel B. — De la posición en el tratamiento de las frac-
turas.
BENITES, Juan M. —- De la trasfusión de la sangre.
CÁRDENAS, José Gil. — El matrimonio civil.
CÁRDENAS, J . G. — Fisiología y patología de la menstruación.
CHÁVEZ V I L L A R R E A L , Melchor. — La tuberculosis pulmonar se desarro-
lla con más frecuencia y es más favorecida, en su evolución, en los climas
en que hay exceso en el oxígeno inspirado, relativamente a la cantidad con-
sumida en el organismo.
C H O C A N O , Carlos. — Del aborto; sus causas, síntomas, diagnóstico, pro-
nóstico y tratamiento.
DEUSTÚA, Luis Fidel. — Higiene de la lactancia.
T E S I S E N L A F A C U L T A D DE M E D I C I N A E N T K E 1854 Y 1900 293

GARCÍA, Emilio P . — De las hemorroides,


IBARRA, Honorio S. -— El pronóstico individual con relación a la edad
en las enfermedades del aparato respiratorio.
L A P U E N T E , Ignacio. — El conocimiento de las causas siendo la noción
más transcendental todo adelanto etiológico es fecundo y entraña positivos
progresos en la terapéutica y profilaxis de las enfermedades.
MuÑÓZ, Andrés S. — Ligeras consideraciones sobre la cafeína; su apli-
cación al tratamiento de las enfermedades orgánicas del corazón.
SHOWING, Eduardo. — La medicina tónica y sus aplicaciones terapéu-
ticas.

TORRES, Darío. — La resección en las bebidas por armas de fuego.

Año Í885:
A L J O V Í N , Miguel. •— De la responsabilidad criminal en la locura.
BARCO, Francisco P . del. — Del tratamiento de la epilepsia por el simulo.
M O R A L E S , Wenceslao. —' Patogenia de la eclampsia puerperal. *
G A N O Z A , Manuel R . — Ovariotomía; sus indicaciones, contraindicado'
nes y manual operatorio.
ITURRIZAGA, Augusto. — De la tuberculosis articular.
M A Ú R T U A , Lizandro. — Estudios médicos - sociales del Callao.
M O R E N O , Herminio. — Del ácido bórico en sus aplicaciones terapéu-
ticas.
PANCORVO, Nicanor A. — No son los antitérmicos medicamentos ino-
cuos administrados en las enfermedades.
R O J A S , Benjamín. — Empleo de las corrientes eléctricas continuas en
el tratamiento de las neuralgias esenciales.

Aña 1886:

F E R N Á N D E Z C O N C H A , Nemesio. — Empleo de la resorcina en la ente-


ritis.
GARCÍA, Manuel V . — Patogenia de la fiebre perniciosa.
M E D I N A , Casimiro. —• Tétanos, doral.
M E S T A N Z A , Enrique. — Reumatismo articular agudo y sus complica-
ciones.
MONTEAGUDO, Ricardo. — El paludismo en la Granja Escuela de Surco.
M O N T E R O , Manuel. —- Antipirina.
M u Ñ í z , Manuel Antonio. — ¿Puede distinguirse un homicidio de un
suicidio, sólo por la naturaleza del veneno?
294 LA MEDICINA E N LA REPÚBLICA

RAMÍREZ, Francisco. — De la infección purulenta o piohemia; defini-


ción y naturaleza.

Año 1887:
CHÁVEZ, Evaristo M . — Anemia perniciosa.
FERNÁNDEZ D Á V I L A , Aníbal. — Tratamiento de las hemorragias por re-
tención de la placenta. (Tesis doctoral).

Año 1888:
CÁRDENAS, Clodomiro L . —- Servicio sanitario para el Ejército.
GALDO, Manuel I . — Alumbrado público.
I R U J O , Manuel. — La convallaria majalis.
L E Ó N , Alfredo I . — Contribución al estudio de la hemoglobinuria.
N A V A S , Leonardo. —> Consideraciones sobre las resecciones traumáticas
parciales de los huesos largos de los miembros.
R O D R Í G U E Z , José S. — Anestesia quirúrgica por el cloroformo.
Y A T A C O , Martín. — Coxalgia.

Año 1889:
ANGELATS, Miguel. — De los tumores hemorroidales y su tratamiento.
BARRIOS, Enrique. •— Acción del alcohol sobre el organismo.
BELLIDO, Matías F. — El cornezuelo de centeno como hemostático ge-
neral.
CHÁVEZ, Serapio. — Higiene del soldado.
JUSTO, Telésforo. — Sobre la fabricación del alcohol de caña y el al-
coholismo en Lima.
O S T O L A Z A , Mariano. — Estudio del chancro.
R Í O S , Sabino. — Artritis blenorrágica.
R O D R Í G U E Z , Zacarías. — Hipnotismo.
S O L A R , Luis F . del. — Del empleo del clorhidrato de hioscina en los
alienados.
T A F U R , Maximino. — De los efectos que la estación en las elevadas re-
giones de la atmósfera produce en el organismo humano.

Año 1890:
ANTÚNEZ, Dámaso D . — La verruga peruana o enfermedad de Carrióu.
DÍEZ SALAZAR,José. — Neuralgia gastro - intestinal en el paludismo,
crónico.
TESIS E N L A FACULTAD DE MEDICINA ENTRE 1854 Y 1900 295

D U L A N T O , Genaro. — Causa de las jornias palúdicas.


FERNÁNDEZ CONCHA, Nemesio. — Tratamiento de las heridas penetran-
tes del vientre.
I R U J O , Manuel. — Fiebre tifo • malaria.
T U D E L A , Hilario V . — De la locura sifilítica.
V A L E N T I N E , Octavio. — Formas clínicas del soroche.
V A L L E Y OSMA, Luis de. — Sífilis hepática.
VELASQUEZ, Manuel A. — Contribución a la investigación clínica de
algunos elementos patológicos de la orina.

Ano 1891:

ALVARADO, J . Teodosío. — Etiología y profilaxis de la tuberculosis en


Urna.
. AVENDAÑO, Leónidas. — Apuntes sobre la patología del departamento
fluvial de Loreto.
CÁCERES, Ismael. — Patogenia y etiología del aborto.
CANCINO, José Teobaldo. — Tratamiento de la hipertrofia prostática
y de sus complicaciones.
CASTAÑEDA, E . — Tisis pulmonar sifilítica.
CHANGANAQUÍ, Amador. — Empleo del acido salicílico como antitérmi-
co y antiséptico en la fiebre de la Oroya o Verruga; enfermedad de Ca¿
rrión.
I S P E J O , Daniel. — Ensayo clínico de la huachangana (euphorbia hua-
changana') como purgante drástico.
FERNÁNDEZ DE CORDOVA, Alfredo. — Litiasis biliar.
G O N Z Á L E Z O L A E C H E A , Maximiliano. — Cirrosis hepática de forma atró-
fica de origen palúdico.
L E Ó N , Alfredo I . — Contribución al estudio de la erisipela.
LÓPEZ, Mariano M. — Diagnóstico de los flujos útero - vaginales en las
enfermedades venéreas.
M A N R I Q U E , D . B . — Adenitis tuberculosa del cuello,
MENDOZA, Alfredo S. — Vaginitis blenorrágica.
MORA, Leoncio Y . de. — Tacto mensurador.
MORALES, José F. — El empleo terapéutico de la anémona pulsatilla en
el tratamiento de la orquitis.
MORALES PACHECO, Isaías. — La fiebre amarilla del Callao en los años
de 1888 y 1889.
P A T R Ó N , Nemesio. — Franklinización o electroterapia estática.
296 LA MEDICINA E N L A KEPUBL1CA

Año 1892:
BELLIDO, Matías T . — Accidentes de la primera dentición.
CUETO, José Félix. — Algunas formas clínicas de la grippe.
ESCOBAR, Daniel B . — Tratamiento clínico de la pústula maligna.
G AMARRA, Agustín S. G . — Viburnum prunifolium en obstetricia.
GARCÍA, P . G . — Tratamiento del chancro blando por el procedimiento
del Dr. Castell.
G A L U P , Pedro M. — Exéresis parcial del útero, (curetaje).
IZAGUIRRE, Samuel H . — De la conducta del partero a la cabecera de
una mujer próxima del parto.
LÓPEZ, Carlos M. — Corea de Sydenham.
L U N A , Augusto. —- Excisión de la uretra en el tratamiento de las estre-
checes infranqueables.
MATOS, Moisés..— Forceps Tarnier; sus ventajas.
MAYORGA, Juan M. —• Contribución al estudio de la influencia de la
presión atmosférica sobre el organismo.
MAYORGA, Wenceslao. — Tratamiento eléctrico de la parálisis de Bell.
RIPALDA, Pedro José. — La patogenia de la inflamación.
RODRÍGUEZ, Lucas. — Propiedades terapéuticas del salol.
URQUIETA, Lino Mariano. — Neuralgias directas y reflejos de origen
intestinal.
VELAZCO, Antenor D. — Patogenia y etiología de la septicemia puer-
peral.

Año 1893:
BALTRA, Abel S. — Hipertrofia de la próstata y su tratamiento por la
dilatación gradual obtenida por el cateterismo.
B E L L O , Eduardo. — Empleo de los puntos de fuego contra la hemoptisis
tuberculosa.
CAMACHO, Félix M. — Fístulas de ano y su tratamiento por termo cau-
terio.
CASTILLO, Abraham. — Bubón consecutivo al chancro blando, y su cu-
ración por cuchara cortante.
COPELLO, Eduardo. — Sobre el empleo del agua caliente como hemos-
tático.
D U R A N , Adolfo. — Etiología de la fiebre tifoidea y su tratamiento.
ESQUIVAR, Benjamín. — Cirrosis hipertrófica de origen palúdica.
G O N Z Á L E Z O L A E C H E A , Max. — Del epiplocele consecutivo a la abertu-
ra de los abscesos hepáticos por el método de las grandes Incisiones.
T E S I S E N L A F A C U L T A D D E M E D I C I N A E N T R E 1854 Y 1900 297

IBÁÑEZ, Eloy F . — Bacteriología y patogenia de la grippe; indicaciones


profilácticas.
MAZA, Luis B. •— Tratamiento de la coqueluche por la antipirina.
PACHECO VARGAS, Benjamín. — La miasis de las fosas nasales y su tra-
tamiento por el ocimun basilico.
PAGAZA, José Santos. — Estudio semiológico de las alteraciones del sis¬
tema nervioso.
PAGAZA, Manuel Domingo. — El curetaje en el tratamiento de las me¬
tritis.
PARDO FIGUEROA, Estanislao. — Tratamiento de las neumonías.
PEDEMONTE, Máximo. —• Del valor del sulfanol como hipnótico.
P I N I L L O S , Juan. — Tratamiento antiséptico de las septicemias puerpe-
rales.
P I N I L L O S , Juan José. — Antisepsia obstétrica.
P I N I L L O S , Juan J. — Valor del bidrastis canadensis como hemostático.
QUISPEZ, Jesús E. — Breves indicaciones sobre algunas manifestaciones
torácicas del paludismo y su tratamiento.
VIVAR, Erasmo A. — El sulfonal en el delirium tremens.
ZAVALA Y ZAVALA, Manuel..— Tratamiento de las cefalalgias en general
por la electricidad estática.

Año 1894:
BECERRA, Mariano. •— Somnal; aplicaciones terapéuticas.
CAMPODÓNICO, Esteban. — Breves consideraciones sobre algunos casos
de traumatismos medulares.
CONGRAINS, Elias L . — Declaración obligatoria de las enfermedades in-
fecto - contagiosas en el Perú.
JIBAJA, Alfredo. — Observaciones clínicas sobre la acción terapéutica del
vejigatorio en el tratamiento de la neumonía.
L A TORRE, Carlos A. de. — Empleo del muriato de amoníaco en las he-
patitis agudas.
MAYORGA, Wenceslao. — Electro - terapia.
MERCADO, Rodolfo. — Aplicaciones higiénicas y terapéuticas de la coca.
M O L I N A , M . S. — El diagnóstico de las presentaciones y posiciones en
obstetricia.
PAREDES, Víctor. — Ligeras observaciones sobre los efectos del proyec-
til "Manulicher".
298 LA MEDICINA E N L A REPÚBLICA

PAROOI, Santiago Daniel. — Contribución al estudio de la verruga pe-


ruana.
ROSAS, Felipe. — Amigdalitis flegmonosa.

Año 189S;
BARROS, Pedro Teobaldo. — Estudio clínico sobre la uta del Perú o Lu-
pus.
IÍLONDET, E . R . — El alcoholismo hereditario como causa de meningitis
tuberculosa en los niños.
DENEGRÍ, Juvenal. — Del tratamiento quirúrgico de los fibromiomas
uterinos.
G A F F R O N , Eduardo. — Observaciones oftalmológicas en Lima y estadís-
tica de 3247 enfermos de los ojos.
GARCÍA, Félix F . — De la neumonía palúdica.
OLANO, D. Guillermo. — Fracturas conminutas por proyectiles de guerra
de pequeño calibre curadas sin amputación, en el servicio del Dr. Ernesto
Odriozola.
PATRÓN, José. — El guayacol como antitérmico usado en embrocaciones.
PRIETO, Matías E . — Cuatro casos de meningitis tuberculosa en adultos
de diagnóstico difícil.
R A M Í R E Z DEL V I L L A R , B . —- JJber die verruga peruana. (Berlín).
V É L E Z , José C. '—' Ambulancias civiles y servicio sanitario militar.

Año 1896:
CAMPODÓNICO, Esteban. —• Consideraciones sobre algunos casos de em-
barazo extra - uterino. Tesis doctoral.
FlGUEROA, Jorge M..—La anemia o uncmariosis de las montañas del Pe-
rú y Bolivia.
FlGUEROA, Víctor M. — La escarlatina en el puerperio.
L A TORRE, Benjamín de . — La digitalina en la neumonía.
MOLINA, Wenceslao F. — El curetaje uterino.
MONTERO, Manuel. — Tratamiento de las estrecheces uretrales por la di-
latación progresiva.
R Á E Z , Ernesto L . — De los abscesos hepáticos y las hernias abdominales.
V I L L A R Á N , César E . — Nicotismo crónico como causa de aborto.
V l L L A N U E V A , César O. — Tratamiento local del eczema por el agua
caliente.
VILLEGAS, Alejandro. — El cloruro de sodio como agente terapéutico.
V i V A N C O , C. M. — El calomel en la neumonía.
LAS-TRES: L A M E D I C I N A E N LA R E P Ú B L I C A Lámina X X X I X .
T E S I S E N L A FACULTAD DE M E D I C I N A E N T R E 1854 Y 1900 299

Año 1897:
CÁCERES, José G . — Curación radical del hidrocele.
C A R R I L L O , Araujo Elias. — Efectos clínicos de las enteroclisis bortcadas en
el tratamiento de la fiebre tifoidea.
CARVALLO, L . — Algo sobre el valor comparado de las inyecciones mer-
curiales en el tratamiento de la sífilis.
CASTAÑEDA Y A L V A R E Z , A . — El alcoholismo en Lima bajo el punto de
•vista médico - social.
GARCÍA, Enrique L . — Dilatación del estómago sin estenosis pilórica.
L U N A , Augusto. — Un caso de aneurisma sacciforme de la aorta ascen-
dente, perforante del esternón.
M O Y A N O , Pedro A. — Inflamaciones circunscritas del hígado.
O C H O A , Matías Néstor. <— Chalazion y su tratamiento por el raspado.
SALDÍVAR, Maximiliano. — Tratamiento de la blefaritis ulcerosa por la
depilación de las pestañas.

Año 1898:
BECERRA, Daniel. — Contribución al estudio de la materia médica pe-
ruana.
B E L L O , Eduardo. -— Tratamiento del aborto Incompleto. Tesis doctoral.
CARVALLO, Luis. -— Empleo de los ioduros en algunas manifestaciones
de la arterieesclerosis.
r
CASTRO, Rubén. — Policía sanitaria internacional.
GAGLIARDO, Juan B . L . — Contribución al estudio de la cirrosis; expe-
riencias de laboratorio.
CASTAÑEDA, Guillermo M. — Diagnóstico bacteriológico de la difteria.
L E Z A M E T A , Juan N . — La antipirina en el tratamiento de las cistitis
blenorrágicas agudas.
M A T T O , Abel D. .— La amputación autoplástica del cuello uterino co-
mo tratamiento de la metritis crónica.
MAYORGA, Juan Manuel. *~ Contribución al estudio del tratamiento de
la enteritis infantil por la leche peptomzada.
M O R A N T E , Miguel. — La cistotomía supra • pubiana y el cistodrenaje
hipogástrico.
PABDO F I G U E R O A N I E T O , Estanislao. — Accidentes debidos al empleo del
ácido fénico como antiséptico en cirugía.
P R I E T O Y R I S C O , Samuel. — Indicaciones del lavado del estómago.

Tomo I I I . Medicina en la República


300 LA MEDICINA E N LA REPÚBLICA

R U I Z H U I D O B R O, Federico. — La gelatina esterilizada como hemostático.


VARGAS, Elíseo. — Tratamiento de la pleuresía serofibrinosa por la to-
racocentesis.

Año 1899;
A C C I N E L L I , Américo. — La dieta hídrica en la enteritis infantil.
J Á U R E G U I G A R C Í A , M . — Contribución al tratamiento de la bronconeu-
monta por la apomorfina.
L A M A , Eleodoro de la. — Tratamiento de la septicemia puerperal por
las inyecciones de suero del Dr. Marmorek.
MATOS, Guillermo. —• Algunos apuntes más sobre profilaxia y tratamien-
to de la tuberculosis.
MENDOZA, Valdemaro. — El cercado metálico en el tratamiento de las
fracturas de la rótula.
M I M B E L A , P a b l o S. — La panbisterectomia abdominal en los fibromas
uterinos.
P E Ñ A M U R R I E T A , Rodríguez. — Acción de la analgesina sobre los pro-
cesos de las queratitis, conjuntivitis y querato - conjuntivitis flictenuleres.
PuNTRlANO, José F . — Tratamiento de la conjuntivitis blenorrágica por
el protargol.
RODRÍGUEZ, Laura E . — Empleo del ictiol en las inflamaciones pel-
vianas.
R O D R Í G U E Z D U L A N T O , Abraham M . — Estudios criminológicos,
V E L A O C H A G A , Manuel I . — Estudio clínico de la albuminuria gravídica.
P É R E Z V E L A S Q U E Z ^ N . — El suicidio como entidad neuro - patológica.

Año 1900:
A L J O V Í N , Miguel C . — Contribución al estudio de las salpingo - ovaritis.
C A M P O , Juan M. del. — Ligeros apuntes sobre ectopía renal y su trata¬
miento por la nefropexia.
D U F F A U T , L . F . — Ligeras consideraciones sobre la estenosis del cuello
del útero y su tratamiento.
E L I A S DE O R E L L A N A , Blas. — El ankylostoma duodenale, bajo su punto
de vista patológico en el Perú.
F E B R E S Y O D R I O Z O L A , Enrique. — De la importancia del procedimiento
de Laws on Tait modificado por Pozzi, en el tratamiento de las desgarradu-
ras perincales consecutivas al parto.
H E R C E L L E S , Oswaldo. — Ligeros apuntes sobre la histología patológica
de la verruga peruana, teoría vascular.
T E S I S E N L A F A C U L T A D DE M E D I C I N A E N T R E 1854 Y 1900 301

J U S T O , Adán V , — Lazaretos y cuarentenas.


M U R O , Francisco. — Valor de los rayos X en cirugía y medicina.
O L A N O , Guillermo. — Origen reumático de la corea.
V I D A L , Juan M. — Ligeras consideraciones sobre la histeria y la epi-
lepsia.
V i G J X , Justo Amadeo. — Estudio sobre la higiene de los cuarteles.
V I L L A VICENCIO, Miguel A. — El formal y sus indicaciones.
CAPITULO X X X I V

LA HISTORIA DE LA VERRUGA PERUANA Y LA FIGURA SEÑERA


DE ALBERTO L. BARTON

C ° N las siguientes líneas, analizo los hechos más saltantes de la historia de


2a Verruga peruana o Enfermedad de Carrion, desde la epidemia de Coa-
que, considerada como el primer grito de esta enfermedad, en 1531, hasta
el año de 1900, en que termina el relato de este tercer Volumen.
La Historia de esta enfermedad, forma un gran capítulo de nuestra na-
rración; y los descubrimientos que se han ido sucediendo en el tiempo, nos
evidencian los esfuerzos de nuestros investigadores por mejor conocer el miste-
rio que encierra esta enfermedad de las quebradas andinas, propia del sue-
lo americano.
Manuel y Ernesto Odriozola, Pablo Patrón, Hermilio Valdízán, Daniel
Mackehenie, Julián Arce, Daniel Lávorería, Julio C. Tello, Raúl Rebagliati
y otros, nos han mostrado este valioso derrotero. Y o he contribuido por
mi parte, a esclarecer la historia de los síndromes neuro - psíquicos de este
proceso, englobándolos bajo el rubro de "Neuro - bartonelosis".
E. Odriozola, H . Valdízán y R. Rebagliati, son los autores que más da-
tos aportan para conocer la historia de esta enfermedad.

De la epidemia de Conque, ya nos hemos ocupado en el Capítulo I I I


(Volumen I I ) y fué como una piedrecita, lanzada en el camino triunfal de
Francisco Pizarra.
Estete informa sobre esta dolencia:

"...porque en entrando en él la gente les dió grandísimas enfermedades de calen-


turas, que mataban en veinticuatro horas; y la peor, unas verrugas que daba a las
gentes a manera de viruelas, salvo que eran tan grandes como nueces y avellanas,
sangrando muchas de ellas y por las narices; la cual enfermedad lisió tanto la gente,
que aunque no morían tanto de ella como de la fiebre, hacía la gente inhábil y tor-
pe para no poder salir de allí a buscar mantenimientos; a cuya causa y de los mu-
chos que se murieron, los que quedaron tuvieron gran estrecho de hambre y no eran
LA HISTORIA DE L A VERRUGA Y ALBERTO L . BARTON 303

partes para salir de allí. Cierto esta enfermedad fué plaga nueva y nunca vista en
el mundo, aunque no fué nueva en los españoles, que en aquellos indios se usaba,
pero no tan dañosa, por ser su propia tierra". ( E S T E T E ) .

Jerónimo de Aliaga, citado y comentado por Valdizán, dice en 1549'

".. .y en riesgo de se perder si no les viniera el dicho socorro, pasaado grandes ham-
bres e necesidades e trabaxos, donde murieron muchos españoles de verrugas y otras
enfermedades... y los que estaban enfermos e flacos de la enfermedad de verrugas y
otras enfermedades...".

Raúl Porras Barrenechea al poner Prólogo y Notas a la "Relación del


descubrimiento del Reyno del Perú", de Diego de Trujillo, refiriéndose a
Coaque, hace una erudita síntesis de las opiniones sobre esta extraña do-
lencia.
Ruiz de Arce, citado por Porras Barrenechea (Diego de Trujillo: Re-
lación del descubrimiento del Reyno del Perú, Sevilla, 1948), escribe en
1542: "La dolencia que tenía hera la mas mala que jamas se vido heran unas
berrugas de la manera de brevas teíanla por el rostro y por las manos y
por las piernas. Escapaban de la dolencia pocos".
"La Crónica Rimada de 1538", toca a la ligera el problema: "Porque se-
senta personas murieron de males perversos que allí se cobraron".
Diego de Trujillo habla de "Oro y verrugas* y que permanecieron en
el pueblo de Coaque más de ocho meses. "Murió mucha gente de enferme-
dades y de unas verrugas que allí nacían a los españoles...".
Gutiérrez de Santa Clara escribe: "Estas verrugas salen por la frente
y encima de las narizes y duran tres y cuatro meses hasta que se van mar-
chitando y se resuelven y caen y quedan ios que los han tenido, después, con
buena disposición, sanos y enteros, sin señal alguna en la cara por do sa-
lieron las berrugas y al tiempo que salen dan grandísimos dolores y terri-
bles calenturas. Dicese que este mal y otros que en este paraje ay se causan
por estar debaxo de la línea equinocial o cerca della, donde en el cielo
deve de haver algunas constelaciones que lo causan que por ventura tienen
allí más fuerza que en otra parte".
Coaque, escribe Porras Barrenechea, es un grito de triunfo en la gesta con-
quistadora del Perú. Es el deslumbramiento del oro, hallado ya en el pri-
mer viaje. E l cronista Trujillo dice: " Y a teníamos noticias de Coaque, era
un gran pueblo, muy rico de oro, plata, esmeraldas y otras muchas piedras
de otros colores y chaquira de oro y plata y de hueso, y mucha gente". E l
recuerdo de Coaque en los Conquistadores está unido al de sucias verrugas
bermejas y a verdes reflejos de esmeraldas.
304 LA MEDICINA E N L A REPUBLICA

E l diagnóstico exacto de esta dolencia rara, sucia y deformante, siem-


pre quedará en el misterio. La cita que acabamos de hacer de Gutiérrez de
Santa Clara (Quinquenarios...) es bastante explícita en lo que respecta a la
verruga: tumores rojos, sangrantes en las partes visibles, la frente, encima de
la nariz, que duran de tres a cuatro meses y luego se marchitan. No puede
ser otra cosa que la verruga eruptiva. Además añade que da con fuertes do-
lores y "calenturas" y que tienen como causa fenómenos telúricos.
Es probable que esta dolencia haya sido la Verruga peruana de forma
eruptiva, aunque concomítantemente, como sostiene Rebaglíatí, hayan exis-
tido otras enfermedades, entre ellas, el paludismo. En el diagnóstico pri-
mero coinciden E . Odriozola, Patrón, Rebagliati, y yo en mi libro de 1945.

Valdizán, establece que ya en el siglo x v n , Gago de Vadillo, en 1630,


"Médico de Cirugía, vezino de la ciudad de Lima, en el Reyno del P i r ú . . . " ,
publica un libro importante que hemos comentado en el Capítulo xv, del
Volumen i i : "Luz de la verdadera Cirugía...". En la página 245, Vadiílo
dice:

" Y en aquefte Reyno del Perú ay vna Provincia de muy malas aguas y manteni-
mientos, aunque se atribuye mas a las aguas, que es Guaylas la Baxa, a vn lado de
Trujillo, y Santa Fé, que los que beben de aquel agua, o a los mas les falen vnas
berrugas en el roftro, y la cabeca, y en los demás miembros, que parecen carneros
cafí, que si las quieren curar, y las tratan con algún rigor, fe irritan, y exafperan, y
crecen mucho con bravos accidentes; y en no curándolas, folo con beber agua de
las vellotillas del Maguer, y vntandolas con ellas, y vntandolas con verengenas arfa-
das, y con fal molida o con agua de las verengenas facada por alquitara, fin otra
cosa, ni remedio fe fecan, y caen de fuyo, o con agua de cal".

Valdizán establece pues la prioridad en hablar del mal de verrugas, pa-


ra Gago de Vadillo, en lugar de Cosme Bueno, que las mencionó un siglo
más tarde.
E l mismo historiador señala a Martín Delgar, que escribió el trabajo:
"Libro de Medicinas, y Cirugía, para vso de los Pobres, con su recetario al f i -
nal. Su autor el D . Don Martín Delgar, Médico y Cirujano: En los Reynos
de Francia, España y el Perú. Delgar. Año de 1800". Refiriéndose a la
verruga dice Delgar: " Y aquellas verrugas que llaman de la cierra tan do-
lorosos como mas crecen, enfermedad no vista, ni conocida en parte algu-
na de la Europa, bañadas con el agua que se laba el chuño, se caen".
LA H I S T O R I A DE L A VERRUGA Y A L B E R T O L . B A R T O N 305

Con él término "La verruga de los Libertadores", Valdízán relata el ca-


so sucedido al militar F. Burdett O'Connor, quien dejó escrito lo siguiente:

"No había tenido muchos días de descanso en Pativilca, cuando recibí orden de
marchar con mi tropa, al cuartel general del General Sucre en la ciudad de Huarás.
Se me dieron todas las instrucciones necesarias para la marcha y las prevenciones
oportunas contra las célebres aguas de verrugas que se encuentran en muchos arroyos
en el tránsito por la sierra... Esta instrucción la conservo en mi poder hasta el mo-
mento en que escribo estos mis recuerdos (año de 1869) — Prohibición absoluta
de tocar estas aguas, ni dejarse salpicar los soldados por ellas, al pasar los arroyos. —
Y con todo yo no escapé. Mi caballo me salpicó una gota de esa agua en la pierna
derecha al pasar un arroyo. La enfermedad que causan estas aguas son unas verru-
gas que duran seis meses: dos mientras se están formando, dos que permanecen afue-
ra, y dos en su desaparición, ocasionando al mismo tiempo, en el enfermo una tris-
teza profunda. Cuando revientan en la cara, ponen al individuo como un monstruo.
A algunos de los oficiales del ejército les sucedió esto principalmente a un capitán
Mogosi, del batallón Rifles de la Guardia. Estando en Jauja, el General Milter me
invitó a un paseo, para el que me dió uno de sus caballos... el caballo se me desbocó
en un galope y, con la fuerza que yo hacía para sujetarlo, se me reventó la verruga
que tenía desde la salida de Patívílca a Huarás. Todo el tiempo que se me estaba
formando, me sentía muy decaído y muy triste, sin saber por qué; al tiempo de re.
ventar, se me llenó la bota de una sangre muy negra. A nuestro regreso, dije al
coronel me hiciera traer al doctor Blair, cirujano del batallón Rifles. Me adminis-
tró unos polvos de Dover, con lo que amanecí aliviado y seguí la marcha.. .". ( V A L -
DIZÁN, H.: Apuntes para la historia de la verruga peruana).

Esta suscinta historia cilínica del oficial Burdett O'Connor, da razón


de cómo al ejército libertador que marchara por la sierra, para librar las ba-
tallas emancipadoras, se le daban indicaciones para librarse del mal de ve-
rrugas. Aquellas consistían principalmente en no tomar agua y no dejarse
"salpicar" por ella. E l único síntoma que señala, es precisamente de orden
nervioso: la "tristeza profunda", la depresión nerviosa, que acompañó a es-
te militar durante el período pre-eruptivo. A l cirujano del Batallón Rifles,
Blair, le conocemos solamente por estos apuntes,

En una primera etapa, como dice Mackehenie, 1531 -1870, fué juzgada
como enfermedad exantemática, no tomándose en cuenta el síntoma ane-
mia. "Las notas de los que ocasionalmente la estudiaron o sufrieron, lo re-
velan claramente. Durante la construcción del Ferrocarril de Lima a la
Oroya, se pobló la zona verrucosa central, unos treinta kilómetros—• con nume-
rosos trabajadores, extranjeros en su mayoría, y esta agrupación mal nutri-
da, atacada por la disentería y la malaria, sufrió la agresión da la Barloadla,
306 L A M E D I C I N A E N L A REPÚBLICA

que los regnícolas —según Dámaso Antúnez— ven con admirable desdén.
Nació entonces la idea de haberse presentado, por primera vez, la fiebre de
la Oroya, cuyo diagnóstico casi equivalía a sentencia de muerte".
Espinal vió claro que este intrincado problema y poco antes que Carrión,
sostuvo la unidad de los dos procesos. Muchos de los sobrevivientes de la
terrible epidemia de la Oroya, vieron aparecer tarde o temprano, un brote
exantemático. "Quien antes que nadie, advirtió que la enfermedad que tan
justamente lleva su nombre, engendra anemias, fué Daniel Alcides Carrión.
Se había insistido antes, sobre las pérdidas sanguíneas por hemorragias; pe-
ro él subrayó la hipoglobulia por causas internas". (Mackehenie).

Después de Carrión, comienza la búsqueda incesante de nuestros inves-


tigadores. La era microbiológíca iniciada brillantemente por Pasteur y Lis-
ter, tiene aquí destacados continuadores. Y a hacia 1890 se funda la Cátedra
de Bacteriología y reciben incremento muchos Laboratorios de hospitales
y particulares. En ellos se trabajará fervorosamente y bajo las platinas del
microscopio, se comenzarán a observar y ver bacilos móviles, cuerpos en-
doglóbul ares, que poco a poco se irán identificando.
El año de 1898, Oswaldo Hercelles y M. O. Tamayo, inician los estudios
de hematología en la Verruga peruana. "Efectivamente, dice Hercelles, has-
ta esa época, las investigaciones del líquido sanguíneo se habían hecho pres-
cindiendo de la Clínica y los resultados a que se llegaba, eran en apariencia
contradictorios...". Este investigador señala por primera vez, la coexisten-
cia de/Verroga y hematozoos del paludismo, atribuyendo valor diagnóstico y
pronóstico, a la intensidad de la microeritrocítosis o "glóbulos enanos" co-
mo les llama. (Rebagliati, R.: Verruga peruana).
El día 5 de octubre de 1898, lee Hercelles en la Sociedad Unión Fer-
nandina, un trabajo, llamando la'atención sobre el hecho de la gran cantidad
de glóbulos "enanos" en la sangre de los verrucosos: . .si después de ha-
ber desaparecido todos los síntomas clínicos de la Verruga, el examen de la
sangre nos revela una gran cantidad de glóbulos enanos, se puede pronos-
ticar que el enfermo no está curado, que una nueva erupción se presentará.
. . .si se presenta un enfermo procedente de lugares donde la Verruga es en-
démica y su sangre contiene una gran cantidad de glóbulos enanos, se pue-
de diagnosticar la enfermedad de Carrión". (Hercelles, O.: La anatomía pa-
tológica de la Verruga...)
1. Dr. Manuel A. Muñiz.
2. Dr. Néstor Corpancho.
LA H I S T O R I A DE L A VERRUGA Y A L B E R T O L . B A R T O N 307

E l descubrimiento de Alberto L. Bartón, va precedido de una que otra


búsqueda microbiológica, en la época en que todavía no se habían perfec-
cionado los métodos tintoriales. Izquierdo en 1885, describe unos baci-
los delegados, un poco mayores que los de Koch. Los primeros bacilos que
encuentra Barton una y otra vez: 1898, 1901, son los siniiltíficos. "Insiste
Barton con su tremenda tenacidad británica original, y finalmente, después
de un aviso (1905), al que si hemos de decir verdad, nadie atendió, cuatro
años más tarde, en 1909, ya con toda seguridad, utilizando técnicas tintoria-
les simples, antiguas y modernas, convenció a quienes quisieran ver, que en
los glóbulos se advertían sus famosos cuerpecillos" (Mackehenie). Julio
Gastiaburú y Raúl Rebaglíati confirmaron el célebre descubrimiento.
Un acontecimiento de índole experimental para nuestros incipientes La-
boratorios, puede fijarse en el umbral del siglo X X . Es aquel en que el in-
vestigador peruano Alberto L. Barton (1871-1950), anuncia el preludio de su
inmortal descubrimiento. Con fecha 21 de marzo de 1899, siembra cuatro
tubos de caldo peptonizado con sangre del pulpejo digital de un enfermo
verrucoso. Del segundo al cuarto día, todos los medios de cultivo ofrecen
un notable enturbiamiento. " V i , dice, una tras otra preparaciones micros-
cópicas hechas de los ocho tubos; y con agradable sorpresa pude comprobar
que en todos ellos había un solo y mismo germen, lo cual alejaba toda po-
sibilidad de que se tratara de una contaminación accidental".
Prosigue más tarde: " E l microbio de la enfermedad de Carrión, es un
bastoncito protoplasmático, corto, grueso, de extremidades redondeadas, muy
móvil, ávido de oxígeno, fácilmente coloreable, que se encuentra en el bazo,
en la sangre y probablemente en todo el organismo de los atacados de fie-
bre grave de Carrión, capaz de reproducir por su inoculación en animales, la
erupción verrucosa.. .". (Barton, A.: L . C. M., 1901).
Desde hacía más de tres años, Barton estaba buscando el germen pro-
ductor de la enfermedad, y contra la sonrisa de los escépticos, lo descubrió.
Sólo en 1905, concluyó en que había descubierto, teñido por el Romanowski,
unos "bastoncitos muy cortos y delgados, con extremidades redondeadas y
extrictamente limitadas al interior de los glóbulos...".

Es útil conocer la evolución histórica del concepto sobre la etiología de


la Verruga peruana. E l Dr. O. Hercelles nos informa de ello en su
tests del año 1900 (Ligeros apuntes sobre la Histología patológica de la Ve-
rruga peruana. Tesis de bachiller. Lima); En el año de 1894, el Dr. David
Matto, encontró unos gérmenes, a los cuales colocó la interrogación; ¿Ba-
cilos o cocos?
308 L A M E D I C I N A E N L A REPÚBLICA

"En 1897, dice Hercelles, un distinguido alumno de la Facultad, un com-


pañero en quien me felicito en reconocer su constancia y su talento, nos sor-
prendía con un microbio que había descubierto en la Verruga. Meses en-
teros se pasó el señor Barton recogiendo sangre de verrucosos, comproban-
do sus exámenes, practicando inoculaciones con sus cultivos, haciendo estu-
dios que honran mucho al que como él se entrenaba en estudios micrográ-
ficos. Días enteros pasábamos un grupo de compañeros observando lo que
él nos mostraba, repitiendo los exámenes que él mismo había hecho. Los
resultados no podían ser más claros en las láminas coloreadas por el azul de
Lóffler y vistas con el objetivo de inmersión se notaban una multitud de
gérmenes que en mí humilde concepto no son sino cocos, estos cocos se co-
loreaban por todos los colores de la anilina, se descoloreaban por el G r a m . . . " .
Como se ve, Hercelles rinde homenaje al gran investigador nacional Bar-
ran y a su vez, hace un estudio analítico de la Histología patológica de la
Verruga peruana. En 1900, ve también al microbio y lo describe así:
"La comparación más exacta que puedo hacer de él, es que es del todo seme-
jante al bacilo de Eberth. Se colorea por los distintos colores de la anilina,
se descolora por el método de Gabet cuando se le pone durante dos minu-
tos en presencia del violeta de genciana, se nota una parte central bien co-
loreada y una periférica difusa, lo que me hace pensar que está envuelto por
una sustancia glutinosa ".
Desde 1887, se viene investigando» como dice Rebaglíatí, la microbiolo-
gía de la Enfermedad de Carrión. Flórez, Castillo, Odriozola, Tamayo, N i -
colle, Letulle, Hercelles y Barton, demuestran;la presencia de un bacilo mó-
vil, al que se le llamó bacilo de Barton. Posteriormente, B i f f i y Gastíabu-
rú, encontraron el bacilo similtífico o germen de contaminación secundaria.
Es, solamente, en época posterior, que Barton, encuentra el verdadero ger-
men de la Verruga. "Realiza, como dice Rebagliati, un primer grupo de
investigaciones, labor muy importante, al descubrir la contaminación de
enfermos verrucosos por bacterias que modifican el cuadro clínico; pero es-
te éxito, que él considera fracaso por no haber comprobado su primer pun-
to de vista, lo estimula a proseguir la búsqueda que culmina con la compro-
bación de elementos endoglobulares en la sangre de los enfermos de fiebre
grave, a los cuales no vacila en considerar como agente específico de la en-
fermedad. 1905-1909".
La Comisión de la Universidad de Harvard, presidida por Richard P.
Strong, e integrada por Charles T . Brues, Ernest E . Tyzzer y A. W. Sellarás,
demuestran que Barton tenía razón y que la Fiebre grave era producida por
los gérmenes del género Bartonía, proponiendo el nombre de "Bartonella
Bacillijormis. Desde ese entonces, el nombre de nuestro compatriota, es-
LA H I S T O R I A DE L A VERRUGA Y A L B E R T O L . B A R T O N 309

taría indisolublemente ligado al de la enfermedad andina. Pero la Comi-


sión americana comete el error de considerar la Fiebre de la Oroya y la Ve-
rruga eruptiva, como enfermedades diferentes, creyendo que la segunda era
producida por un virus desconocido.
Más tarde, en 1914, Hercelles deja constancia de su "opinión adversa
a la ilustrada Comisión Americana", encontrando siempre unidad anatomo-
patológica entre los dos procesos: Fiebre de la Oroya y Verruga eruptiva.
(Rebagliati, R.: Verruga peruana). >
Años más tarde, T . Battistiní, demostrará la inoculación a los anima-
les del producto verrucoso y encontrará que el germen puede adoptar di-
versas formas: ovoide, bacilar, diplobacilar, cocoide, indicando la movili-
dad de la Bartonella que está "en relación con el medio en que se desarro-
lla" (Contribución al estudio de la Verruga peruana-Cultivo de la Barto-
nella bacilliformis. Lima, 1927).
He aquí, lacónicamente, expuesto el gran descubrimiento microbiológi-
co de la Escuela Peruana. Pocos años después, en 1913, Strong bautizaría con
el nombre de género Bartonia y especie B. Bacilliformis, el hallazgo del bac-
teriólogo peruano del germen causante de la Verruga peruana.

1
La historia de las Neuro - bartonelosis, o síndromes neuro - psíquicos
de la Enfermedad de Carrión, está plena de interés. Por ella llegamos al
conocimiento de los esfuerzos realizados por clínicos e investigadores pe-
ruanos. Sus páginas son heroicas y esforzadas. A través de cada una de ellas
descubrimos las esperanzas, los trabajos, las fatigas y los triunfos de todos
aquellos amantes de la Ciencia, que no tuvieron reparo en sacrificar sus años
más hermosos y hasta su propia vida, por darse íntegros al cumplimiento de
una abnegada tarea.
Este Capítulo está en plena era de renovación científica. L o que pode-
mos decir aquí, no son más que concepciones temporales, hasta el momen-
to presente, y creo que no se ha hecho sino plantear este espinoso, como
atrayente problema.

1
El término Neuro-bartonelosis, lo utilicé por primera vez, al tratar del pro-
ble clínico de la "Cefalea en la Verruga peruana", conferencia sustentada en el Hos-
pital Militar de San Bartolomé el día 17 de julio de 1942. ("El Comercio", Lima, 18
de julio de 1942). "Dijo el orador, que en realidad debe hablarse de Neuro-barto-
nelosis, para los diversos casos en que se presenten síntomas nerviosos en el curso
de la evolución de la Verruga peruana...". Posteriormente estudié en forma exhaus-
tiva este ioteresante problema de la Clínica peruana y publiqué: Las Neuro-bartonelo-
sis, síndromes neuro-psíquicos de la Enfermedad de Carrión - Verruga peruana. Edi-
tora Médica Peruana S. A. Lima-Perú, 1945.
310 LA MEDICINA E N LA REPUBLICA

En la epidemia de Coaque, ocurrida en 1531, podemos encontrar ya,


algunos casos con alteraciones nerviosas. Así, Pedro Pizarro, dice de algu-
nos enfermos que "amanecían tullidos, que si el brazo estaba doblado o la
pierna, al dormir, no lo podían desdoblar sino con muy grande trabajo y
beneficio...". Herrera dice: "los que quedaron en Coaque sufrieron mu-
cho durante los siete meses que en ella permanecieron, pues acaeció que al-
gunos se acostaban sanos y se levantaban hinchados y otros morían durante
la noche; otros tenían los miembros tullidos y tardaban veinte días en cu-
rar; les aparecían berrugas en los ojos y por todo el cuerpo, con grandes
dolores". Estete afirma: "lisió tanto a la gente que aunque no morían tan-
to de ella como de la fiebre, hacía la gente inhábil y torpe para no poder
salir de allí a buscar mantenimiento".
Un análisis detenido del pensamiento de los investigadores que han tra-
bajado con los datos que aportan las crónicas de la Conquista, nos ha pre-
cisado algo sobre la referida epidemia; ya que las opiniones son muchas ve-
ces contradictorias y abundan diversos diagnósticos. En 1938, en mi libro:
Las enfermedades nerviosas en el Coloniaje, sostuve que algunas casos pu-
dieron haber sido de botulismo, aunque otros deben haber sido seguramen-
te de Verruga peruana. No es improbable, como escribe R. Rebaglíati, que
haya habido una coexistencia de Verruga y paludismo, con "las condiciones
ambientales de un clima tropical y la mala calidad de los alimentos y be-
bidas".
Gomara escribe: "dixoxe que este mal fué causado de cierto pescado em-
ponzoñado que les dieron los indios La Verruga también produce fenó-
menos paralíticos de distinto orden, como he demostrado en mi libro: Las
Neuro-bartonelosisi Me inclino pues a la existencia de la Verruga eruptiva
en la epidemia de Coaque.

En 1852, el clínico chileno Nicolás Malo, anota algunas observaciones


sobre esta enfermedad. Dice: "Hay dolores vagos en los miembros, acom-
pañados de entorpecimientos voluntarios, vagan por todos los tiempos, f i -
jándose dos o tres días en cada lugar de elección; al principio son muscula-
res simplemente... aumentan con el f r í o . . . algunas veces se fijan con ma-
yor fuerza en los músculos y tal vez en sus aponeurosis y causan contracciones
dolorosas y permanentes, lns que inmobilizan a l enfermo". Después añade
que en el tercer período, los dolores son más atroces. Cuando aparece la
erupción, desaparecen las contracciones musculares y vuelve el movimiento de
los miembros. Estas observaciones clínicas de Malo, son interesantes siendo
L A H I S T O R I A DE L A VERRUGA Y A L B E R T O L . B A R T O N 311

entre los síntomas que más le llaman la atención: los dolores, las contrac-
ciones y la impotencia muscular.
Igualmente, son interesantes las observaciones de Archibaldo Smith, de
T o m á s Salazar en 1858, de Armando Vélez en 1861, del sabio Raimondi en
1873, Nicanor Pancorvo en 1875, Puelma Tuper en 1877, y de algunos otros,
pero estos estudios están muy lejos a ú n , de señalar como sede de la noxa
verrucosa, el sistema nervioso. Cabe citar, para finalizar esta primera eta-
pa, a l D r . Aurelio Alarco, que el año 1879 pensó en la verruga cerebral",
y a la autopsia encontró "erupción verrucosa en el cerebro". *
Es a partir de 1885, la época que abarca desde el sacrificio de Carrión,
hasta los estudios que más tarde realizara el D r . Ernesto Odriozola, donde la
historia de las Neuro-bartonelosis presenta una etapa que evidencia relativo
progreso en el reconocimiento de los síntomas y síndromes neurológicos.
Entre los años 1881 y 1885, Daniel A . Carrión, observa enfermos de Verru-
ga internados en el Hospital Dos de Mayo. Toma nota cuidadosa de sus sínto-
mas, datos que le sirven para confeccionar su tesis de bachiller. Nueve his-
torias clínicas, cuidadosamente bien llevadas, y otras más seguramente, que
la muerte prematura del héroe, dej ó inconclusas, forman la base del gran edi-
ficio que pensaba construir. Entre los numerosos síntomas consignados, están
las ostalgias, artralgias, raquialgia, los "dolores contusivos en casi todo el cuer-
po", que son el f e n ó m e n o esencial y el signo más característico de la enfer-
medad. Indica las miosalgias, "rigidez de ciertos músculos", con produc-
ción de tortícolís, opistótonos y contracturas más o menos permanentes de
los miembros, tanto superiores, como inferiores. T a m b i é n señala la cefa-
lalgia, síntoma que para él es constante, los zumbidos de oídos, el aturdi-
miento, deslumbramiento, insomnio, dilatación pupilar, calambres y otras
alteraciones de sede nerviosa. L a sexta historia clínica, es quizá la m á s
ilustrativa a nuestro punto de vista. Diagnostica el proceso como "Verruga
probable de las meninges" y describe el caso de un enfermo con cefalea, hi-
perestesia, estado comatoso y muerte. Carrión se pregunta con criterio cien-
tífico " ¿ P o r q u é no hemos de admitir que puedan desarrollarse en la sero-
sa cerebral los tumores verrucosos?".
L a misma auto - observación que realiza más tarde, su bella experiencia
in anima nobile, viene a indicarnos que el mal atacó los centros nerviosos.
E l día 19 de setiembre (1885), los dolores que se habían generalizado, llegaban
a impedirle todo movimiento. Su Cuaderno de notas, señala: cefalalgia
gravativa, dolor constrictivo en el tórax y paredes abdominales, dolores mo-
mentáneos que seguían el trayecto de ciertos nervios y músculos, tales como
e l bíceps y los de la región externa de antebrazos y piernas. Estos dolo-
312 LA MEDICINA E N L A REPUBLICA

res aumentaban con la presión o el trabajo a que Carrión se sometía volun-


tariamente. La cefalea se hace pertinaz, experimenta sensación de aumen-
to de volumen del globo ocular; los músculos de la nuca entran en contrac-
ción, aparecen vértigos, amnesia verbal, delirio, carfología y por último, se
inicia claramente el estado comatoso. Fallece el 5 de octubre de 1885, des-
pués de 39 días de haberse hecho practicar la inoculación de un botón
verrucoso.
La muerte de Carrión y su gesto heroico, fué felizmente un poderoso
estímulo para los estudiosos de la época. E l Dr. Macedo, en un breve dis-
curso necrológico, proclamó la unidad etiológíca de la Verruga peruana y
la Fiebre grave de la Oroya. Los compañeros de Carrión, entre los que
se distinguieron: Casimiro Medina, Enrique Mestanza, Julián Arce, Mariano
Alcedán, Ricardo Miranda, Manuel Montero, dieron a conocer en un corto
folleto, los apuntes sobre la enfermedad y la personalidad del valeroso fer-
nandino.
Juan Cando Castillo en 1894, señala los siguientes síntomas. "En al-
gunos casos hay náuseas, vómitos y aún diarreas. Recuerdo casos en los
que he observado terribles cefalalgias, acompañadas de ligeras sacudidas de
los miembros, de gritos semejantes a los hídroencefálícos, de fotofobia y
náuseas, quedando los enfermos después del estado regresivo de la Verruga,
con una amaurosis de lo más pronunciada que concluye por disiparse al cabo
de cierto tiempo".
En 1889, Quiroga y Mena publica una interesante contribución de tí-
tulo "Verruga cerebral". Nos relata casos en que coexistían perturbacio-
nes de las facultades mentales y alteraciones de la sensibilidad general, "el
tacto de la piel, producía igual sensación a la que produce un pan de hie-
lo" (disestesias?). Añade que son muchos los casos de Verruga, cuyo cua-
dro clínico se aparta de los tipos conocidos y emite el siguiente juicio: "En-
tremos ahora en el estudio clínico de la acción que el virus verrucógeno
puede ejercer sobre el órgano más noble del ser humano, como es el ce-
rebro, tema de esta disertación". Luego dice: "En efecto, la mayoría de es-
tas individualidades patológicas dejan sentir su acción sobre los elementos
nerviosos". Entre las numerosas localizaciones nerviosas, describe Quiroga
y Mena, la de un "tumor enorme" (Verruga mular), que tenía por punto
de implantación uno de los globos oculares (¿Verruga de la coroides?). Fué
necesario practicar la enucleación del globo ocular "destruido e inútil para
la visión". Como buen clínico, coloca a la Verruga en el grupo de las
enfermedades llamadas entonces "zimóticas" y establece relación fisíopato-
lógica entre la Verruga y la sífilis. Este parentesco lo deduce, por tener la
sífilis una localización dérmica y otra encefálica y haber constatado análo-
L A H I S T O R I A DE L A VERRUGA Y A L B E R T O L . B A R T O N 313

• go fenómeno en la Verruga. Insiste en el caso historiado por Camón, so«


bre localización meníngea. Pasa luego a referir las observaciones verifica-
das sobre un sujeto de raza india, de 36 años, que presentaba intranquili-
dad, cefalea fronto - occipital, que se extiende a la región cervical, insom-
nio, náuseas, vómitos repetidos, sub - delirio, ojos brillantes, fotofobia. Des-
pués viene la dilatación pupilar y "convulsiones parciales en algunos miem-
bros, contracturas y convulsión casi permanente en el brazo derecho". Se
inicia por último la fase de coma cerebral, sobreviene la erupción verru-
cosa y la mejoría del enfermo, hasta quedar enteramente bien. La etique-
ta diagnóstica de este caso es difícil. Encontramos síntomas de excitación
psico - motriz, y signos de irritación meníngea. ¿Se trataría de una meningo-
encefalitís verrucosa? ¿De verrugas en la corteza cerebral, con crisis de
epilepsia jackseníana? La última observación de Quíroga y Mena es más
interesante todavía. Se refiere a un paciente de treinta años, que es aco-
metido de dolores en las piernas, especialmente en la izquierda, llegando
este síntoma a imposibilitarle la marcha. Después le sobreviene ictus apo-
plectiforme: "...fades de estupidez, estrabismo ligero, parálisis facial de-
recha, desviación de la lengua, además parálisis del brazo y pierna izquier-
dos con pérdida de la sensibilidad en dichos miembros". Los dolores, que
nunca dejaron de molestarlo, reaparecieron en el brazo paralítico. Este
proceso evolucionó en 6 o 7 meses, quedando como secuela la hemiplejía
izquierda. E l comentario que hacemos a este caso clínico, es el siguiente.
Hay fenómenos de parálisis alterna, de tipo protuberancia!. ¿Podríamos
diagnosticar un síndrome de Millard - Gubler, con lesión del nervio
del III par? Además, el Dr. Quiroga y Mena, relata otras observaciones de
interés y constata la existencia de "verrugas miliares", en la autopsia de su-
jetos muertos con "verruga cerebral". E l estudio de estos diversos casos,
le llevan a crear muy justamente el grupo de las "Encefalopatías verru-
cosas".
En 1889, Julián Arce lee en la "Unión Fernandina", un trabajo de tí-
tulo: "Fiebre de La Oroya o forma aguda de la Enfermedad de Carrión",
en el que insiste en la constancia de los dolores musculares que aparecieron
en Carrión y de los que dice, aumentaban con la presión y el ejercicio, aña-
diendo: "se observa además en estos órganos (se refiere a los músculos),
calambres repetidos y fatiga rápida por el menor trabajo". Al historiar el
"Caso" del estudiante de medicina Sr. Abel Oríhuela, observación que tam-
bién hiciera Carrión, señala la forma sobreaguda de la infección verrucosa
que le sobrevino en Surco, con anemia intensa, vértigos, pertinaces, náu-
seas, vómitos, sobresalto de tendones, mioclonías, sub - delirio y carfología,
estado al que sigue el coma y la muerte. La constatación de esta observa-
3H LA MEDICINA E N LA REPÚBLICA

ción, hizo decir a Carrión: " . . .si lo que tengo es la fiebre de La Oroya,
aquella fiebre de que murió Orihuela, mejor es no pensar en esto... fume-
mos un cigarro...".
En 1890, el profesor Max González Olaechea, publicó un Caso de Ve-
rruga complicada. Se trataba de un muchacho procedente de Huaraz, con
síntomas de epilepsia. Los ataques en número de uno, o más, le acometían
cada dos o tres días y ponían en evidencia la síntomatología del gran mal.
£1 enfermo sufría además de tuberculosis pulmonar y síntomas mentales.
Practicada la autopsia, se encontró una induración algo más pequeña que una
nuez, colocada en la Insula de Reil, del lado izquierdo. A l hacer el comen-
tario del Caso, el citado profesor, dice: "La induración que se encontró en
la base del encéfalo, no obstante de tener el mismo aspecto que la masa en-
cefálica, era de suponer fuera de naturaleza verrucosa, y que ella fuese la
causa de los ataques de epilepsia que aquejaron al enfermo desde su ingreso
al hospital". La falta de estudio histológico, y la concomitancia de una
tuberculosis pulmonar dejan la duda en el espíritu, de que pudiera haber ha-
bido un ruberculoma en el cerebro
En 1890, Dámaso Antúnez relata "dolores comparados por los enfer-
mos a golpes de martillo o a torniquetes, cefalalgia, deslumbramientos y am-
bliopías pasajeras", señalando además, prurito marcado. Indica que todos
estos síntomas cesan tan luego se presenta la erupción y que desaparecen
tanto más velozmente, cuanto más franca es ésta. Estas formas dolorosas,
llamadas por. él "Formas reumatoideas", van acompañadas de sensación
de frío en los huesos, especialmente en tibias y fémures. Se añade con-
tracción dolorosa de algunos músculos, en particular dé los gemelos y de los
esterno - cleido - mastoideo5, con aparición momentánea de nudosidades en
el cuello y la corva. Más tarde, el. mismo autor se refiere al siguiente
caso: "Conozco una señora, cuya hija durante dos años después de su sali-
da de Caraz, sentía dolores reumáticos y se volvía anémica, cuando el día
menos pensado se presenta una herniosa verruga en la frente y otra en la
pierna, disminuyendo y cesando desde entonces sus dolores". Señala, ade-
más,; el clínico ancashino, la disposición simétrica que adoptan los dolores,
tomando siempre los temporales y el occipital. Como conclusión atribuye a
la anemia cerebral, la génesis de estos dolores "osteócopos", que vendrían a
ser los causantes del insomnio, tan común en estos enfermos. Crea este au-
tor, las formas crónicas y sub - crónicas en la Verruga.
En 1894, Santiago Daniel Parodi señala en su tesis un caso de Verru-
ga con manifestaciones encefálicas, vómitos, estrabismo interno doble, mio-
sis, estado comatoso, ligeras convulsiones parciales, delirio, etc. Todo este
cuadro correspondería a fenómenos irritativos de la corteza cerebral, pará-
LASTRES: LA MEDICINA E N I.A REPÚBLICA lamina XIJ,
L A H I S T O R I A DE L A VERRUGA Y A L B E R T O L . B A R T O N 315

lísis de ambos motores oculares externos, debido probablemente a lesiones


de los núcleos de los nervios bulbo - pro tuber ándales. A la autopsia, Parodi
encontró verrugas miliares en la cara interna del hemisferio cerebral de-
recho, implantadas en la serosa meníngea, las que no llegaban a tomar en
altura, el límite de la cisura inter - hemisférica. Estas verrugas miliares, se-
mejantes a las que pueden observarse en una conjuntiva, se veían en la cara
superior del cuerpo calloso, estando implantadas en la misma sustancia ner-
viosa. Su número era de 18 a 20. Este caso es similar a los descritos por
M. González Olaechea, R. Quiroga Mena y Eduardo Bello.
En 1895, E . Campodónico publicó la siguiente observación. Un niño
de dos meses de edad, procedente de Cocachacra, con anemia profunda y una
erupción generalizada. Entra en coma y muere. La autopsia reveló una
fina erupción en las serosas, "había verruga en pequeño número en las lep-
tomeninges cerebrales, plexos coroides y en la túnica vaginal de los tes-
tículos". Además refiere haber encontrado verrugas en el tejido muscular.
E l Dr. E. Bello en 1895, publicó un caso de Verruga meníngea. Se tra-
taba de un muchacho de 12 años, procedente de San Bartolomé. En el mes
de setiembre del año anterior (1894), le sobrevino un proceso febril, con
cefalalgia intensa, especialmente frontal y dolores articulares. Más tarde
entra en estado semi - comatoso, y."desviación interna muy marcada del ojo
izquierdo". Sobreviene una erupción, con ella la mejoría de los síntomas
y también del estrabismo. Emite la hipótesis, de que la erupción verruco-
sa puede haberse localizado en las meninges. Comenta que las verrugas en
las meninges, han sido halladas por otros investigadores posteriormente a
su observación (1889); y por él mismo "en más de una autopsia" de enfer-
mos muertos en pleno período eruptivo.
La publicación de la excelente monografía de Ernesto Odriozola en
1898, "La maladie de Carrión", demuestra que su autor fué un semiólogo y
clínico de altos quilates. Desde el inicio de la enfermedad, hasta la erup-
ción y la muerte, todos los síntomas están: anotados puntualmente, descri-
tos con precisión y buen criterio. Hace el Maestro hincapié en la fiebre,
los dolores musculares y la erupción. De esta última nos dice, que no se
debe creer tome forma caprichosa, sino que al contrario, obedece a ciertas
reglas bien determinadas. A menudo, comenta, ella marcha simétricamen-
te, atacando primero las piernas y al mismo tiempo los muslos, antebrazo,
brazo, cara, cuello y cuero cabelludo. En la cara se le ve adoptar una dis-
posición igualmente simétrica. Más adelante señala haber observado una
erupción en la parte anterior del pecho, que por adoptar la forma de "co-
rimbos", era de las más caprichosas. A l profundizar sus observaciones, el
Dr. E. Odriozola interpreta que la topografía de la erupción obedece quizás

Tomo I I I . Medicina en la' R e p ú b l i c a 21


316 L A M E D I C I N A E N L A REPÚBLICA

a un factor nervioso, y proporciona igualmente detalles sobre casi todos ios


síntomas nerviosos que se presentan en l a Enfermedad de Carrión. Nos habla
de la cefalalgia y de los dolores de los miembros, semejantes a "ruptura ó
craquido en todo el esqueleto", de la raquialgia, insomnio, vértigos, dolores
en el epigastrio, hipocondrios, carfología, adínamia y disfagía, síntoma este
último, muy raro. Señala la hiperestesia expóntánea del fémoro-cutáneo,
síntoma descrito por primera vez. Estudia el caso de una verruga en la
conjuntiva ocular y una enorme verruga mular implantada en el globo del
ojo. Es quien primero habla de las ataxias medulares y de su posible loca-
lización de la verruga en la médula espinal, historiando un curioso caso que
lo etiqueta como "ataxia locomotriz". Las verrugas en la meninges son
igualmente encontradas por Odriozola y al igual que E . Campodóníco, las
halla en las lepto - meninges y en los plexos coroides. A los síntomas del
período eruptivo los agrupa E . Odriozola en la siguiente sucesión: dolores
musculares, marcha difícil, calambres, vértigos, agitación, delirio, hipo,
carfología, coma. Cuarenta años después, R a ú l Rebagliatí, comenta este l i -
bro enjundíoso: " . . .por la claridad y el detalle de las descripciones, que
han quedado clásicas y sus puntos de vista doctrinarios, es el estudio mono-
g r á f i c o más completo que se haya producido sobre la enfermedad de Ca-
rrión". Vemos, pues, que el D r . E . Odriozola, imprime rumbo seguro a
la investigación sobre Verruga y por lo tanto, no deja de conceder en estos
trabajos un papel preponderante al sistema nervioso.
Hasta aquí, mi investigación historiográfica sobre el interesante tema de
ios síndromes neuro-psíquicos de la Enfermedad de Carrión, búsqueda que
termina, en ei a ñ o de 1900.

Magni nominis umbra, diremos con Lucano, para que la Medicina N a -


cional recuerde el nombre del gran trabajador Alberto L . Barton.
L a muerte del sabio, acaecida el 25 de octubre de 1950, d i ó motivo pa-
ra que el Cuerpo Médico, le tributara un homenaje a sus restos, y se reco-
nociera para la Historia, la magnitud del gran descubrimiento científico. E l
Decano de la Facultad de Medicina, D r . Ricardo Pazos Várela, dijo su pa-
labra justiciera: "Los limpios ojos de Barton, ahora casi medio siglo, en
1905, hallaron e l germen productor y desde entonces, por homenaje rendí*
do a nuestro compatriota por sabios extranjeros, figura en los tratados co-
mo la Bartonella bacüliforme, causa de la Bartonellosis, monumento de in-
mortalidad para quien tal hallazgo tuvo" ( L a R . M . , nov., 1950). M á s allá
agrega el Decano: "Por eso cuando halló la bartonela-Cuerpos endoglobula-
res, la llamó— la entregó generoso a la consideración de todos. N o hizo de
L A H I S T O R I A DE L A VERRUGA Y A L B E R T O L . B A R T O N 317

ella patrimonio personal, menos blasón de ufanía, que pudo ser y que es.
No creyó su hallazgo portentoso, máxime para mirar por encima a los de-
más".
£1 Dr. Fortunato Qucsada, presidente de la Academia Nacional de Me-
dicina, homenajeó al sabio peruano: . .Alberto Barton ha sido el descu-
bridor. Nadie lo ha podido igualar hasta hoy en el Perú. Su monumento
lo talló él en persona y lo ha obsequiado a sus semejantes sin reportar otro
beneficio propio que un triunfo rotundo de peruanidad científica, en medio
de un discreto himno espiritual que es el mejor diálogo del bronce con el
g r a n i t o . . ( L a R. M. nov., 1950).
Así despidió Lima al eminente médico, que desde el comienzo del siglo
xx, había conquistado la Gloría y cuyo nombre figura, para honra del Pe-
rú, al lado del inmortal Carrión, en todos los libros de Patología mundiales.
CAPITULO X X X V

EL EJERCICIO DE LA MEDICINA EN EL SIGLO XIX

C ON el advenimiento del siglo XIX, se inicia una nueva era: en lo polí-


tico, en lo social y en lo médico. La Revolución Francesa, había ge-
nerado un clima de progreso con los conceptos de igualdad, libertad, fra-
ternidad. La era de los sistemas había quedado atrás. £1 espíritu de obser-
vación se agudizaba. Bichat y Laennec, señalan lesiones y signos, y los co-
rrelacionan. Es la era anatomo - clínica. Nace una nueva medicina, más
objetiva, más experimental. En 1802 llega a nuestras playas el Barón de
Humboldt, acompañado de Mr. Bonpland, e inicia una serie de investiga-
ciones geofísicas.
A comienzos de la centuria, la Cirugía que hemos visto venía siendo
postergada, se independiza del Protomedicato. Desde el año de 1802, el
Rey emite una Cédula, para que tomen examen a los nuevos cirujanos, en
los Colegios de Cirugía. Mayor avance logró cuando se instala el Colegio
de San Fernando y se funda la Cátedra de Clínica Externa. El Cirujano va
acercándose al Médico, para igualarlo poco a poco en jerarquía social. A
ello contribuyen los cirujanos criollos, como Matute, primero, y luego La-
rrínaga, entusiasta y competente, este último, que realizó algunas operacio-
nes audaces, como la extirpación de un aneurisma del labio inferior.
Las epidemias de rabia y de viruela, inician su obra nefasta. La rabia
hace su aparición oficial el año de 1803, en forma epidémica, produciéndose
mordeduras caninas al hombre, en Lima, Arequipa e lea, alarmando a los
protomédicos, que dictaminaron la muerte de los perros. Esta enfermedad
era enteramente desconocida, por más que algunos filólogos, hayan creído
encontrar su rastro en el Incanato. En cuanto a la viruela, su fuerza epi-
démica lejos de agotarse, iba en aumento. En 1802, hizo en Lima su últi-
ma intensa aparición. Felizmente, ya estaba en marcha hacia América, el
antídoto descubierto por Jenner a fines del siglo xvm. Los tanteos de vacu-
nación hechos por Unánue en 1802, fueron seguidos de éxito por Belomo, en
1805, quien con virus traído de Buenos Aires, vacunó mucha gente y atenuó
los efectos de la epidemia. Salvani, Vicepresidente de la Expedición Filan-
E L E J E R C I C I O DE L A M E D I C I N A E N E L SIGLO X I X 319

trópica española llegó a Lima en 1806, organizó la vacunación en gran


escala en ía Capital y provincias, dictando leyes y prescripciones, para con-
servar el fluido vacuno, rebajando la mortalidad en forma notable.
Al lado de estas dos enfermedades, debemos colocar una tercera, impor-
tada, igualmente a América, la lepra; enfermedad bíblica, que preocupara a
los gobernantes peruanos por su rápido progreso. No faltaron ensayos te-
rapéuticos para amortiguar o detener la violencia de este mal. Entre noso-
tros, el médico español, Villalobos, anunció poseer un "específico", para cu-
rar la lepra. E l Virrey Aviles apoyó esta iniciativa, ordenando pusieran a
su disposición los enfermos del Hospital de San lázaro. Después de mu-
chos tanteos, el remedio propuesto por Villalobos, que era posiblemente una
"pomada*' o "ungüento", no hizo el menor efecto, continuando el flajélo
de Hanscn, su marcha inexorable. Pero, esta actitud charlatanesca de Villa-
lobos, provocó violentas polémicas en los diarios, sobre todo de parte del
Administrador del Hospital, su enemigo, que lo desenmascaró en forma bas-
tante descomedida.
Los primeros años del siglo, los utilizó Unánue para preparar un cli-
ma social, propicio a la creación del Colegio de San Fernando. Desde la
fundación del Anfiteatro Anatómico, en 1792, y las Conferencias Clínicas en
el Hospital de San Andrés, la medicina había evolucionado. Venían nue-
vas obras .de la Vieja Europa y el pensamiento vivo de los clínicos france-
ses, vieneses, y dé Leyden. Pocos años después de haber sido publicada la
obra fundamental de Javier Bichat (1801), "La Anatomía General", era
reclamada por Vaidés, como texto en el Colegio de la Independencia. Igual
cosa pasaba con el libre» de Láennec. Al aparecer la obra cimera de Uná-
nue, "El Clima de Lima", el Perú se hizo conocer científicamente en el ex-
tranjero, mereciendo su autor, ser nombrado miembro de varias instituciones
científicas. Esta obra, y las que habían publicado Dávalos, Cosme Bueno,
Moreno, Tafur, Vaidés y otros clínicos, indicaban que las orientaciones de
las escuelas europeas, tenían en el Perú campo propicio.
Si Cosme Bueno, había iluminado el sendero el siglo anterior, este si-
glo Ies correspondía a Gabriel Moreno, que seguía la Escuela Vienesa de
Haen; y a Unánue, que propugnaba la de Leyden. Unánue perseveró en su
esfuerzo y al fin vió realizado su sueño: la creación de un Colegio de Me-
dicina. El Virrey Fernando de Abascal y Sousa, fué el gobernante a quien
la providencia encomendó tan importante obra de bien social. Gracias
a sus dotes especíales de tacto diplomático e inteligencia, pudo demorar por
algunos años, el movimiento emancipador. Y a las corrientes ideológicas
que venían de Europa, prolongación de las inquietudes de los enciclopedistas
320 L A M E D I C I N A E N L A REPÚBLICA

del movimiento francés, crearon y fortalecieron en América la idea de l i -


bertad, que se había manifestado en forma esporádica en los tres siglos de
dominación española. Abascal, barajó con tino, estos primeros conatos ideo-
lógicos, en los que estaba comprometido el Cuerpo Médico, y pudo dete-
ner momentáneamente el ciclón. A pesar del período agitado de gobier-
no, pudo llevar a cabo obras de importancia en materia de higiene y, prin-
cipalmente, en educación, erigiendo el Real Colegio de Medicina y Cirugía
de San Fernando, hacía 1808 en inaugurando el Cementerio de Lima.
Los anos que van de 1808, al 1814, son de estabilización de la docencia
en el Colegio, y de puesta en práctica del Plan Sinóptico ideado por Uná-
nue; programa vasto, que contemplaba los avances de las Escuelas Médicas del
Viejo Mundo, en especial la de Leyden. Los textos del Colegio fueron:
Boerhaave, Cullen e Hipócrates. La ida de Unanue a España, como Diputa-
do a Cortes, privó al Colegio de su valiosa dirección. Pero ya se habían
iniciado como directores de la juventud fernandina: Tafur, Valdés, Verga-
ra, Pezet, y otros, que siguieron las directivas dadas por Unánue.
E l 28 de julio de 1821, San Martín, el Protector, proclamó la Indepen-
dencia del Perú del poder español. E l día siguiente, tiene lugar para los
médicos una sencilla ceremonia: el Tribunal del Protomedicato jura la In-
dependencia. E l día 30 de julio, en la Capilla del Colegio, se realiza con
toda solemnidad la ceremonia de Jura de la Independencia Nacional, en-
tonándose después un Te Deum en acción de gracias al Altísimo. Sucesi-
vamente en los años siguientes, se jura por el Colegio de Medina, obedien-
cia al Congreso Constituyente, al Sr. Presidente de la República, al Estatuto
Provisorio, cumpliendo así con el nuevo precepto democrático, de acato a
las leyes de la naciente República.
De 1825 a 1833, la vida del Colegio, fué de lo más precaria. E l Perú se
veía envuelto en guerras internacionales y civiles; el estado de la hacienda
pública se encontraba en falencia y todas las instituciones educacionales, es-
taban afectas de parálisis. Este estado de cosas se prolongará para San Fer-
nando, hasta el año de 1842, en que Heredia, inicia la reorganización de los
estudios médicos.
No dejan de anotarse acontecimientos institucionales, dignos de poner-
se en relievel E l más importante fué, sin duda, la llegada al Perú de Pau-
lina Benita Cadeau de Fessel, la Madams Lachapelle, inteligente comadrona
francesa, que organizó entre nosotros, el estudio científico de la Obstetri-
cia, orientando la enseñanza por los mismos senderos que la Obstetricia
francesa, que había dado cerebros privilegiados como los de Mauriceau, Tar-
nier y otros. Fundó la primera Maternidad de Lima en 1826.
EL EJERCICIO DE LA MEDICINA EN EL SIGLO X I X 321

Por aquel entonces descollaba en el campo de la Clínica y la docencia


universitaria, el Dr. Miguel Tafur, al que he contribuido a rehabilitar del
injusto olvido. Clínico notable, digno de figurar al lado de Unánue, ejerció
durante muchos años, una gran influencia en los destinos de la clase mé-
dica, habiendo desempeñado el Protomedicato y el Rectorado de San Marcos.
Abel Victorino Brandin, Cirujano francés, aventurero, trajo al Perú por
vez primera y luego obtuvo por síntesis, ayudado por Crúzate, el sulfato de
quinina, que venía a reemplazar la maravillosa cascarilla, dé la cual de-
cía Calancha, había hecho efectos milagrosos para las fiebres.
El año 1831, es de auge educacional para la Farmacia en el Perú, pues
merced a la influencia de Agustín Crúzate y José María Freile, los estudios
farmacéuticos se independizan del Protomedicato y forman la primera Es-
cuela de Farmacia én el Perú.
La conmoción social que originaron las guerras por la Independencia,
era campo de agramante, propicio para el desarrollo en gran escala del Char-
latanismo, con todas sus secuelas de desprestigio para nuestro gremio.
Contra él lucharon denodadamente Unánue, Tafur, Valdés y otros protomé-
dicos. Flexner ha dicho en frase célebre, que "donde el hombre de ciencia
muestra sus dudas y titubeos, él charlatán se muestra como un valor posi-
tivo". Por eso, las páginas descoloridas de los archivos del Tribunal del
Protomedicato, están llenas de estos excesos, que culminaron en el ruidoso
caso de la Salguero, cuyos recursos tanto hipocrárícos, como sociales, y los
numerosos "clientes" que había curado, estando ya "desahuciados", la abro-
queló contra los ataques del Tribunal del Protomedicato. E l mismo Rey
de España, se hace eco de esta funesta plaga y da su aprobación al cauce
legal que representaba el Colegio de San Fernando. Los charlatanes, se pre-
sentaban al Honorable Cabildo, o ante el Protomédico, con un "papel sin fir-
ma, ni sellos", curadores de callos, poseedores de drogas maravillosas, etc. U n
religioso pide que se le admita como cirujano de Una expedición militar y
presentaba como prueba, su "palabra y el testimonio de dos religiosos de ha-
berle visto curar", y así por el estilo, siguen los expedientes, en que Taba-
rín y Diafoírus hacen de las suyas en un terreno fértil que fué el Perú de
1821, y de muchas épocas. Las páginas de los periódicos médicos de media-
dos de la centuria, están llenas de anuncios de charlatanes y de licores para
sanar toda clase de enfermedades. En la Gaceta Médica de 1857, se da cuen-
ta dé los efectos perniciosos de esta "espantosa plaga social".
Las enfermedades nerviosas y mentales, se conocen en este período, gra-
cias a los numerosos opúsculos y crónicas, que nos relatan con detalles, como
eran los grandes cuadros de alienación mental y cómo procedían al tra-
322 LA MEDICINA E N L A REPUBLICA

tamiento brutal» de cepo y grillos, en que metían a los infelices locos, por
creerlos víctimas de la posesión demoníaca. En un opúsculo de Brandin,
al lado de la -erudición fatigosa y el poco manejo del idioma" español, se
pueden obtener datos sobre frecuencia, síntomas, forma de curación e
ideas patogénicas de la época de Pinel y Esquirol, cuando recién comen-
zaba por Europa, el tratamiento humano de los locos.
La Cirugía, en el primer tercio del siglo, cobra nuevos alientos, gracias
a los cirujanos extranjeros y nacionales preparados en la vieja Europa. La ope-
ración cesárea, ordenada por decreto real, la practicaban no sólo los ciru-
janos, sino los curas, siguiendo una técnica reglada por el Colegio de Ciru-
gía de San Carlos de España.
E l Dr. Pedro Dunglas, de origen francés, tuvo larga estada entre noso-
tros, obteniendo éxitos operatorios, entre otros, el haber practicado por pri-
mera vez la talla vesical. E l Dr. Dunglas, "cuyos esfuerzos y luces han da-
do tanto impulso a la Cirugía del país, practicaba con destreza operaciones
delicadas como la talla con serenidad y tino admirables..." ( E l Progreso,
Lima, 1849). Fué una operación de litotomía. "...una admirable opera-
ción de extraerle a pedazos, una piedra de doce líneas de diámetro y poco
más de longitud, que tiempo ha la tenía postrada sin conseguir el más leve
a l i v i o . . . " ( E l Comercio, 3 agosto, 1847). Desgraciadamente Dunglas te-
nía muy mal carácter y sostiene acres polémicas con M. Solari y C. Garviso,
oculista francés. En la prensa de la época, se recogen artículos bastante/
desconsiderados, de los partidarios de cada cirujano. Dunglas decía que en
1847, radicaba ya en Lima desde hacía 15 años, habiendo practicado la ta-
lla "vajino - vesical, según el método de Clermont". ( E l Com. 23 de oct.
1847).
Evaristo D'Ornellas fué un buen Cirujano, al que se debe la primera
?
operación de uretrotomía interna entre nosotros el año 1856 ( G . M., N 3)> en
el curso de una estrechez marcada de la uretra complicada con fístula uri-
naria.
E l mes de abril de 1847, es la fecha que he identificado, como de intro-
ducción oficial entre nosotros de la anestesia por éter. Julián Sandoval,
Cirujano Militar, es quien primero la practica, valiéndose de una botella,
y un insuflador improvisado. Rápidamente se propaga en nuestros hos-
pitales y entre los cirujanos militares la bondad de este método de aneste-
sia que luego sería reemplazada por el cloroformo, el gas risueño y mucho
después, por la anestesia local. En los combates de La Palma en 1854, en
el Callao, el Dos de Mayo, en Arequipa y en todas las batallas posteriores
a 1847, se usó la anestesia, disminuyendo los ayes lastimeros de los heridos
en los campos de batalla. Posteriormente, el método antiséptico de Lister

También podría gustarte