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Dicho todo lo dicho, me limito a una lectura de Poema en veinte surcos, centran
do la lectura en 2 ejes, sujeto y verdad, y en cómo estos dos ejes pueden modular
el poema entero al hacerlos girar en 3 surcos particulares. El primero, no faltaba
más, es ese primer surco que encontramos: "A Julia de Burgos". En él, desde los
primeros 2 versos, la relación subjetiva parece tener 3 nodos en los que la malla
del tejido social se representa: "Ya las gentes murmuran que y o soy tu enemiga/
porque dicen que en verso doy al mundo tu yo". "Gentes", "Tú", y "Yo"... aparte
de "cosas", podríamos decir que nada más hay en el "mundo", y ciertamente las
"cosas" no parecen ser tan importantes en el mundo que propongo en esta lec
tura.
Y bueno, si hablamos de un mundo, estamos hablando de las relaciones que
componen este mundo. Pues la relación entre el Yo del poema, de ese sujeto que
emerge del poema, y los demás componentes de ese mundo que es el poema, de
entrada está marcada por el enfrentamiento. La "gente" crea con su murmurar,
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por tantos y tan nada;/ por esas sombras huecas de vivos que son muertos". En
este décimo surco termina una primera parte del poema, más íntima, y que se
abrirá en los restantes a una exploración más amplia del sujeto como ser inserta
do en un contexto no sólo individual, sino colectivo, mundial. Parecería que esa
última excavación hacia lo hondo del individuo, en su búsqueda arqueológica,
no encuentra otra forma de manifestarse que no sea la de un decir elusivo, con
tradictorio, así como lo han sido sus demás inquisiciones.
En la inclusión se excluye al sujeto pronominal, que somos nosotros, son
ellos, y a la vez es ninguno... También se excluye en la inclusión al tiempo, que es
siempre nada, de un cuerpo que es nunca. En fin, se incluye y excluye a los vivos
muertos, a los existentes dentro de una existencia sin verdad, de la "nada", que
son entonces, como en la caverna plátonica, sombras, y para rematar, sombras
huecas... Las categorías ontológicas que trabajaría el poema, ser, no ser, nada,
tenderían a referirse a un cuerpo que elude categorías, incluída la de su propia
verdad.
En resumen, y para concluir, el sujeto, ante todo, está sujeto-a, y si es sujeto,
si le aplica la categoría ontológica de ser, tiene como mínimo una verdad en la
que podría creer: soy, mi existencia tiene un cuerpo desde el que puedo enunciar
y enunciarme. Pero en Poema en 20 surcos parece identificarse un disloque entre
ese pronombre desde el que me articulo, Yo, y ese nombre por el que el resto del
mundo se refiere a mí. Yo no es Julia de Burgos. Ese significado que el mundo le
da a ese sustantivo no corresponde necesariamente a la esencia de esa verdad a la
que el nombre pretende hacer referencia. Si a primera vista ellos mienten, no es
del todo descabellado pensar que ustedes mienten. Los seres que ocupan el mundo
y que habitan en sociedad, mienten. En la escena que se representa en "A Julia de
Burgos", Yo le habla a Julia de Burgos, y es Yo quien dice, dirigiéndose a Julia,
respecto a ustedes, mienten. Julia de Burgos le miente a Yo; y si ese otro sujeto
que se supone refiera a mí me miente, aunque se reconozca la verdad de que Yo
tenga contenido, este contenido no sólo sería engañoso, sino sería engañante. Julia
le miente a Yo porque el ser de Julia, no sólo los atributos que ese nombre impli
que en lo social, no corresponde a la verdad de Julia. Así, Yo no tiene forma de
conocer esta verdad... y si es así, de sí misma, Yo sólo puede conocer su natura
leza pronominal.
Soy, pero sólo sé que soy, y de ese Yo que soy, sólo sé que es un instante en la
enunciación que para colmo no es su nombre. Si mi nombre me miente, no que
Yo me mienta, sino que Yo no puede creerme. La angustia existencial no sería
que no haya una verdad, o que la verdad sea inaccesible... Me parece que la an
gustia profunda estribaría en que existe la mentira, y si existe la mentira, no hay
forma de saber ni de conocer, ni a Tú, ni a Yo, ni a nada, ni a nadie. Pero a pesar
de todo, la poesía parece decirnos que hay que apostar por algo.
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