Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
2010 - Filosofia - 65 - La Fenomenología de E. Husserl
2010 - Filosofia - 65 - La Fenomenología de E. Husserl
65 FILOSOFÍA
La fenomenología de E. Husserl.
28-14676-13
Temario 1993
tema 65
filosofía
3. El método fenomenológico
3.1. Actitud natural y actitud fenomenológica
4. La conciencia
4.1. La intencionalidad de la conciencia
5. Temas fenomenológicos
5.1. El tiempo inmanente
5.2. La intersubjetividad
3
tema 65
filosofía
INTRODUCCIÓN
En este tema nos vamos a ocupar de la fenomenología. Ha sido uno de los movi-
mientos filosóficos más influyentes del siglo XX, y de él surgieron dos de las prin-
cipales corrientes del pensamiento continental: el existencialismo y la hermenéu-
tica. Nos vamos a centrar en el pensamiento de su fundador: Edmund Husserl. No
entraremos en otros autores importantes que han contribuido de forma decisiva
al desarrollo de la filosofía fenomenológica, como pueden ser Max Scheler en Ale-
mania o Maurice Merleau-Ponty en Francia.
Husserl estudió matemáticas, física, astronomía y filosofía, por lo que no ha de ex-
trañar que esa formación científica esté presente en todo su pensamiento. Sucedió
a Heinrich Rickert, de la escuela neokantiana, en una cátedra de la Universidad de
Friburgo, donde tuvo como discípulos a Martin Heidegger y Edith Stein. Recupera
las temáticas kantianas, reivindicando la necesidad de someter de nuevo la razón a
examen, pues, a su juicio, la crisis de las ciencias europeas está anclada en la propia
idea de conocimiento científico. Ese nuevo examen de la razón era justamente la
pretensión última de la fenomenología.
En el texto y en las citas indicaremos las obras de Husserl mediante títulos abre-
viados: Investigaciones para Investigaciones lógicas; Ideas I para Ideas relativas a una
fenomenología pura y una filosofía fenomenológica; Meditaciones para Meditaciones
cartesianas; La crisis para La crisis de las ciencias europeas y la fenomenología trascen-
dental.
5
tema 65
filosofía
6
tema 65
filosofía
7
tema 65
filosofía
8
tema 65
filosofía
3 El método fenomenológico
La fenomenología, desde su origen, ha estado vinculada al conocido lema de «a las cosas mismas»
(zu den Sachen selbst). El método fenomenológico pretende iluminar el camino que permita a la con-
ciencia este retorno a las cosas en lo que ellas mismas son, tal como se aparecen, se muestran a la
conciencia. Ganar las cosas mismas mediante la eliminación de todas las capas de sentido con que las
ciencias las han cubierto, y, a partir de ahí, poder lo que se muestra, tal como se muestra por sí mismo,
efectivamente por sí mismo, según la definición de la fenomenología que ofrece Heidegger.
Como dice Husserl, el método fenomenológico exige que la descripción se realice a ras de la viven-
cia empírica misma, en cuanto excluye toda trascendencia y contiene la totalidad de lo que se da.
La fenomenología trascendental aparece desarrollada en Ideas I. En esta obra podemos distinguir
tres partes:
La primera, de carácter introductorio.
Una segunda dedicada al método.
La tercera en la que se ocupa de la formación de los objetos de conciencia.
Vamos a exponer brevemente lo que entiende Husserl por actitud natural, para abordar, una vez
aclarado este concepto, la estructura del método fenomenológico.
Para introducir la distinción entre la actitud natural y la actitud fenomenológica Husserl distingue
entre las ciencias de hechos y la ciencia de las esencias. Las ciencias de hechos, ciencias naturales y
del espíritu, se ocupan en su estudio de los objetos del mundo. La actitud natural, o el conocimiento
natural, corresponde con este conocimiento del mundo que nos viene dada de forma inmediata.
Los conocimientos de las distintas ciencias se mantienen, pues, dentro de esta forma natural de
conocimiento, que empieza con la experiencia y acaba dentro de ella. Ahora bien, a los objetos con-
tingentes del mundo les es inherente tener un eidos, una esencia, por lo que es preciso que exista
una ciencia que tenga por objeto la captación de esta esencia. Comprende la esencia como «lo que
se encuentra en el ser autárquico de un individuo constituyendo lo que es» (Ideas I, 1993: 20).
De la misma manera que lo dado en la intuición empírica son los objetos, lo dado en la intuición
esencial es la esencia pura. La intuición propia de las ciencias (que se mantienen en la actitud teórica
natural) es la intuición empírica, mientras que a la actitud fenomenológica corresponderá la intui-
ción esencial.
Husserl define la actitud natural como un encontrar «constantemente ahí delante, como algo que
me hace frente, la realidad espacial y temporal una, a que pertenezco yo mismo, como todos los de-
más hombres con que cabe encontrarse en ella y a ella están referidos de igual modo. La «realidad»
la encuentro –es lo que quiere decir ya la palabra –como estando ahí delante y la tomo tal como se
me da, también como estando ahí» (Ideas I, 1993: 69).
Para poder abandonar la actitud natural, suspender el juicio, y acceder a lo que las cosas son en sí
mismas son necesarias las reducciones fenomenológicas. La reducción trascendental nos lleva a la
actitud fenomenológica, que tiene por objeto la vida de la conciencia, opuesta a la actitud natural.
En cambio, la reducción eidética nos lleva a la actitud en la cual solamente nos interesa lo esencial
de las cosas.
A continuación, analizaremos los modelos de reducción husserlianos para poder llegar a la concien-
cia, a la evidencia del yo.
9
tema 65
filosofía
El objetivo de las reducciones fenomenológicas es volver la mirada hacia la conciencia pura trascen-
dental en general. Son objeto de desconexión todas las ciencias naturales, las ciencias del espíritu
«con su contenido epistemológico entero, justo como las ciencias que han menester de la actitud
natural» (Ideas I, 1993: 132). Lo que debe ser puesto en cuestión es el edificio completo del conoci-
miento humano, sin importar su procedencia, es decir, ya sean conocimientos científicos o aquellos
que proceden de la cultura y la sociedad: se trata de la reducción de la totalidad del mundo en
cuanto tal, la reducción del mundo natural al absoluto de la conciencia o de los hechos individuales
al eidos o la esencia. En el primer caso, hablamos de reducción trascendental o fenomenológica (la
epojé), en el segundo, reducción eidética. Veamos en qué consisten cada una de ellas.
XX Reducción eidética
Partiendo de la definición husserliana de esencia recogida en el punto anterior, y afirmando que toda
esencia puede transponerse en idea, Husserl afirma que toda intuición empírica puede convertirse
en intuición eidética, contemplando la esencia pura o eidos. Con la reducción eidética abandona-
mos el campo de las intuiciones empíricas para abrir paso a las intuiciones puras. La esencia, el eidos
captado en la intuición eidética, «es un objeto de nueva índole. Así como lo dado en la intuición
individual o empírica es un objeto individual, lo dado en la intuición esencial es una esencia pura»
(Ideas I, 1993: 21). En la intuición empírica, el objeto es percibido, la conciencia apresa originaria-
mente este objeto, y, sin embargo, mientras nos mantengamos en el plano de la actitud natural, no
será considerado como dato para la conciencia. Las esencias, captadas en la intuición eidética, son
aprehendidas con evidencia intelectual.
Así, pues, se hace necesaria una aclaración de lo que Husserl entiende por evidencia. En las Investiga-
ciones lógicas, la evidencia aparecía como lo que venía dado como tal en la intuición. Sin embargo,
al introducir en Ideas I las reducciones fenomenológicas, es necesario precisar este concepto en su
relación con el darse originario de las esencias puras para la conciencia. Husserl define la evidencia
intelectual, y la evidencia en general, como «la unidad de una posición racional con lo que la mo-
tiva esencialmente» (Ideas I, 1993: 327). Distingue entre la evidencia general asertórica, propia de la
percepción externa, y la evidencia intelectual apodíctica, propia del darse inmanente, la percepción
de las vivencias, y que sería la que le corresponde a la filosofía y, por tanto, a la fenomenología.
Ahora bien, para poder llegar a esta evidencia intelectual será necesario retrotraerse a los actos de
conciencia. Y, para ello, será fundamental la reducción trascendental, cuyo objetivo no serán ya las
intuiciones puras, sino la conciencia pura, auténtico punto de partida de la fenomenología.
XX Reducción trascendental
La reducción trascendental aparece como resultado de la epojé. Toma Husserl este concepto griego,
que originariamente significa suspensión del juicio o abstención, para referirse a la reducción feno-
menológica. La epojé o reducción fenomenológica pretende jugar en la fenomenología el papel
que en sistema cartesiano fue otorgado a la duda, aunque su objeto no es poner en duda todo el
sistema de conocimientos, sino colocarlo entre paréntesis, suspender todo juicio previo acerca de la
realidad. Es decir, la epojé es concebida como el primer paso de un método que pretende someter
a examen todo el edificio del conocimiento humano, por la manifiesta debilidad de sus cimientos,
para así, una vez superado este primer momento, volver a ganar la posibilidad del conocimiento
seguro, siendo ahora conscientes de su adecuada fundamentación. Con la epojé, la exención de
supuestos, ponemos entre paréntesis todos los conocimientos adquiridos, todos los prejuicios, para
dejar a las cosas que se aparezcan en lo que ellas mismas son. Al desconectar la actitud natural, la re-
ducción fenomenológica abre paso a la actitud fenomenológica, en la que el mundo se contempla
10
tema 65
filosofía
como dato de la conciencia. Así, la epojé nos reduce a la esfera trascendental, esto es, al campo de las
vivencias puras. La reducción fenomenológica es el acceso al modo de consideración trascendental,
hace posible el regreso a la conciencia. Dado que el resultado de la reducción fenomenológica y la
reducción trascendental es el acceso al campo de la conciencia pura, Husserl considera que ambas
son un solo modo de reducción.
En la actitud fenomenológica, lograda gracias a la reducción trascendental o fenomenológica, los
datos de la conciencia aparecen como intuiciones, esto es, como la intuición de lo que se da como
vivencia para la conciencia pura. Como afirma Husserl (1997: 120) en sus Meditaciones cartesianas, «la
reducción trascendental me liga a la corriente de mis puras vivencias de conciencia y a las unidades
constitutidas por sus actualidades y potencialidades».
El objetivo de las reducciones fenomenológicas es, poniendo entre paréntesis nuestros juicios sobre
el mundo en su totalidad, hallar el campo puro de las esencias. Con ello, obtenemos la conciencia
trascendental. La conciencia empírica, objeto de investigación de la psicología, es puesta entre pa-
réntesis, al igual que la totalidad del mundo, con la epojé. Ahora bien, puesto todo lo dado entre
paréntesis, ¿qué es lo que nos queda? «La conciencia pura en su absoluto ser propio. Así, pues, esto
es lo que queda como el residuo fenomenológico buscado, lo que queda a pesar de que hemos
desconectado el mundo entero con todas sus cosas, seres vivos, hombres, comprendidos nosotros
mismos. No hemos perdido propiamente nada, sino ganado el íntegro ser absoluto, que, bien en-
tendido, alberga en sí todas las trascendencias del mundo, las constituye en sí» (Ideas I, 1993: 115).
Cuando Husserl habla de conciencia quiere decir tan sólo que sólo desde mí tiene validez lo que
llamamos ser de las cosas. Por las reducciones trascendemos el yo mundano a un ego puro en co-
rrelación con su objeto en cuanto fenómeno. Así, pues, según Husserl, la reducción fenomenológica
o trascendental nos deja ante la conciencia absoluta, correlato de la conciencia empírica. La puesta
en suspenso del mundo no altera la existencia de la conciencia, ni siquiera la «aniquilación» del yo
en tanto que vivencia de la conciencia, pues ningún ser es para el ser de la conciencia misma nece-
sario. Adoptada la actitud fenomenológica, hemos hallado el campo propio de investigación de la
fenomenología, las vivencias de la conciencia absoluta, o mejor, la descripción de la forma esencial
más universal de las vivencias.
Ahora bien, esta reducción al campo de la conciencia pura husserliana corre el peligro de caer en
un solipsismo epistemológico, dado que la corriente de las vivencias de la conciencia son subjeti-
vas. Por ello, Husserl se ve en la obligación de defender su método fenomenológico de las posibles
acusaciones de idealismo subjetivo. Así, afirma el fenomenólogo que «no se interpreta, ni menos se
niega, la realidad en sentido estricto, sino que se desecha una interpretación de ella que entraña un
contrasentido o que contradice su propio sentido aclarado con una evidencia intelectual» (Ideas I,
1993: 130).
Hemos definido la fenomenología husserliana como un nuevo intento de crítica del conocimien-
to. El esquema fundamental del método fenomenológico tiene una clara referencia en el sistema
cartesiano, y, sin embargo, Husserl salva las dificultades con las que se encontraba Descartes para
recuperar la seguridad sobre el conocimiento del mundo fuera del ego. Si pensamos en la duda
cartesiana, hemos llegado a lo que en Descartes sería el cogito ergo sum, si bien con una variante
fundamental. Es decir, Husserl repara en aquéllo que olvidó Descartes, a saber, lo que es pensado por
el ego. De esta forma, el ego, el yo como residuo de la reducción, debe ser comprendido como la co-
rrelación ego cogito cogitatum, estructura del conocimiento fundamental. Aquí reside la novedad del
planteamiento fenomenológico, pues permite a Husserl introducir, por una parte, la intencionalidad
como componente fundamental de la actividad de la conciencia (como ya había hecho en las Inves-
11
tema 65
filosofía
tigaciones lógicas), y, por otra parte, cambia el concepto de fenómeno tal como había sido pensado
por la tradición filosófica. En efecto, ya no será el fenómeno comprendido como opuesto a la cosa
en sí kantiana, ni como estado psíquico (al modo el empirismo inglés) sino que es concebido en la
fenomenología husserliana como lo que es manifiesto en tanto en cuanto es manifiesto, volviendo
así a su raíz etimológica. Toda cogitatio es fenómeno, independientemente de que esté referida al
mundo externo o a mis propios estados psíquicos.
12
tema 65
filosofía
4 La conciencia
13
tema 65
filosofía
decir, el «dirigir la mirada», el «aprehender» el objeto, el «referir a», etc. Por su parte, lo noemático se
refiere al sentido o significación al cual apunta el acto intencional de la nóesis, esto es, aquello hacia
lo cual se dirige la mirada, lo aprehendido, lo dado o percibido en cuanto tal, en tanto que dado en
la conciencia, es decir, en tanto que inmanente. Cabe señalar que el contenido noemático no es
el objeto, pues éste es trascendente a la conciencia, mientras que el nóema es inmanente. Con la
epojé, el objeto trascendente ha sido desconectado, puesto entre paréntesis con el mundo, se ha
neutralizado el carácter tético de la experiencia, llevando la mirada hacia la vida psíquica, hacia la
corriente de las vivencias de la conciencia, que tiene su correlato en el campo de lo noemático. Hay,
pues, una diferencia fundamental entre el planteamiento husserliano de las Investigaciones lógicas y
el propuesto en las Ideas I. Mientras en las Investigaciones, Husserl se mantiene todavía dentro de la
distinción realista entre la conciencia y el objeto independiente de ella, ahora, en Ideas I, se incorpora
al nóema como objeto dado a la conciencia en una forma determinada.
Con la distinción entre nóesis-nóema, o cogitatio-cogitatum, Husserl está introduciendo un cambio
radical dentro de la concepción tradicional de la representación, pues, en tanto que hace del mundo
vivencia de la conciencia, desaparece la tensión, la diferencia entre la representación y la realidad,
tensión que aparecía en cuanto se da una contraposición entre yo y mundo.
Nóesis y nóema no se dan uno sin el otro, tienen una unidad intrínseca. La unidad noético-noemática
es la unidad de sentido. La conciencia abre ese sentido. El sentido de la nóema no depende de la
conciencia, y, sin embargo, que tenga sentido noemático sí es fruto de la actividad de la conciencia.
Con ello, llegamos a lo que es el ser para Husserl, esto es, la unidad de sentido objetivo del nóema. El
nóema, el fenómeno puro, es ser en su sentido objetivo, pues dentro de la fenomenología husserlia-
na, el ser es la esencia. Por ello la fenomenología puede constituirse a sí misma como ciencia de las
esencias. Con las reducciones Husserl ha llegado a las estructuras esenciales del mundo, estructuras
que se constituyen en lo que él llama ontologías regionales. Dado que la fenomenología es la ciencia
de las esencias, y que estas esencias, lo que las cosas son, se muestran como fenómenos para la
conciencia, la fenomenología se constituye a sí misma como ontología.
14
tema 65
filosofía
5 Temas fenomenológicos
Cuando Husserl introduce el análisis del tiempo en el marco de Ideas I lo hace con la pretensión
clarificar la corriente de las vivencias, pues la corriente de las vivencias se constituye en el tiempo.
Debemos tener en cuenta que este tiempo fenomenológico del que habla Husserl no es el tiempo
natural o «cósmico», sino que, recogiendo el concepto bergsoniando de duración, comprende el
tiempo como inmanente a la conciencia (frente al tiempo cósmico, que sería trascendente), si bien
no admite en su totalidad la concepción de Henri Bergson (1859-1941). Es decir, Husserl no se está
preguntando por el tiempo físico, sino por el tiempo, podríamos decir, subjetivo, como elemento
constitutivo de la conciencia, pues la conciencia es un continuo fluir y este fluir es lo que Husserl
entiende por tiempo.
Debemos recordar que Martin Heidegger editó las Lecciones de fenomenología de la conciencia inter-
na del tiempo (1928), lecciones de Husserl en la Universidad de Friburgo, en la que estudia la concien-
cia del tiempo. Este texto pertenece a las lecciones del año 1905, por lo que estarían más cercanas a
la filosofía husserliana de las Investigaciones lógicas. En Ideas I Husserl habla de la temporalidad como
el horizonte de las vivencias, es decir, no de nuestra conciencia del tiempo, sino del tiempo como
elemento constitutivo de la conciencia. Habiendo aclarado este punto, retomaremos la exposición
del tiempo inmanente.
Dice Husserl que «toda vivencia real […] es necesariamente una vivencia que dura; mediante esta
duración se inserta en un continuo sin término de duraciones –un continuo lleno. Toda vivencia
tiene necesariamente un horizonte de tiempo lleno e infinito por todos lados. Esto quiere decir al
mismo tiempo: toda vivencia pertenece a una «corriente de vivencias» infinita» (Ideas I, 1993: 193). El
yo puede dirigir su mirada a una vivencia, percibiéndola como durando. Dicha vivencia, en cuanto
tal, puede comenzar y finalizar, pero la corriente de las vivencias es infinita desde la concepción fe-
nomenológica de la temporalidad. Las vivencias se ordenan transcurriendo en la unidad del fluir, en
la corriente de las vivencias. Pasado, presente y futuro se constituyen unitariamente en cierta estruc-
tura noético-noemática de los modos fluyentes de darse. Para Husserl, la vivencia presente es objeto
de reflexión inmediata, «aquí se distinguen, además, de una parte, lo objetivo de cada caso, que es
y que era, que dura y varía; de otra parte, el correspondiente fenómeno de presente y de pasado,
de duración y variación, que es cada vez un ahora» (La idea de la fenomenología, 2004: 80). En esta
secuencia de «ahoras» se constituye la identidad formal del yo. El ego no es un soporte extrínseco
de las vivencias, sino su polo subjetivo, ambos son términos correlativos.
5.2. La intersubjetividad
15
tema 65
filosofía
La experiencia de los otros es indubitable, pues, en tanto que seres del mundo, son objeto de ex-
periencia para el yo. La experiencia inmediata del otro es la experiencia inmediata perceptiva de
un cuerpo entre otros cuerpos, dotado de sus mismas propiedades. Ahora bien, a diferencia de los
objetos intramundanos, los otros son percibidos como «un ego que no es mi ego», pues gobierna
dentro de la esfera de su psiquismo; es decir, son cuerpo dotado de movimiento cuya causa no viene
de fuera, esto es, la percepción del cuerpo como órgano de actuación señala la presencia del otro
ego. Con palabras de Husserl, «yo los experimento al mismo tiempo como sujetos para ese mundo,
como experimentando ese mundo –el mismo mundo que yo experimento –y como teniendo tam-
bién experiencia de mí al hacerlo, justamente de mí, tal como yo experimento el mundo y, en él, a
los otros» (Meditaciones, 1997: 122). Por tanto, dentro de la conciencia pura tiene el yo experiencia
de los otros, en tanto que seres en el mundo, yo deduzco la vida del otro a partir de la percepción
de su cuerpo.
Siguiendo el método fenomenológico, el primer paso sería la epojé. En la actitud natural, los otros
aparecen como opuestos o enfrentados a mí, soy yo y son los otros. En la actitud fenomenológica,
el ego aparece como estructura esencial de la constitución universal, en la cual transcurre la vida
de ego en cuanto constituyente de un mundo objetivo. Debemos tener en cuenta que todo lo que
es para mí lo es desde mi vida intencional, por lo que, para llegar a la intersubjetividad, es necesa-
rio examinar la intencionalidad en la que los otros aparecen como seres para mí. En este contexto
introduce Husserl el concepto de empatía (Einfühlung), con el que designa el conocimiento de la
subjetividad ajena de manera indirecta, a través del cuerpo. Sobre la impatía construye Husserl su
teoría trascendental de la experiencia del extraño. Siendo la intencionalidad la peculiaridad de la
conciencia, también debe poder el ego trascendental dirigirse intencionalmente hacia lo extraño. Es
así, según Husserl, como se llega a la trascendencia del ego en el alter ego, como reflejándose en mí.
El yo siente la necesidad de diferenciar entre lo propio y lo extraño, entendiendo lo extraño como
ese alter ego en el que el yo se refleja y, sin embargo, no es el yo mismo. Lo extraño se presenta como
co-determinando el sentido del mundo. En esta búsqueda de la diferencia entre lo propio y lo extra-
ño el yo se encuentra con su cuerpo orgánico, como aquel objeto del mundo sobre el que manda
y gobierna. Mi cuerpo es percibido como mío, luego el yo se comprende como unidad psicofísico,
esto es, como «yo, en cuanto este hombre» (Meditaciones, 1997: 131), poniendo de manifiesto su
esencia propia. Sin embargo, todavía nos movemos en el mundo subjetivo del ego, en el que la ex-
periencia de lo extraño aparece como experiencia del mundo objetivo y de los otros dentro de él. Es
necesaria dotar a esta trascendencia subjetiva resultado de la reducción de trascendencia objetiva.
Esta trascendencia objetiva se construye sobre la trascendencia subjetiva, en una gradación. «Como
primer grado hay que destacar el grado de la constitución del otro o de los otros en general, esto es,
de los egos excluidos de mi concreto ser propio […] En conexión con esto y, por cierto, motivado
por ese primer paso, se superpone otro sentido, de un modo más general, sobre mi mundo pri-
mordial, en virtud de lo cual éste se convierte en aparición de un determinado mundo objetivo, en
cuanto el mundo uno y el mismo para cada uno, incluido yo mismo» (Meditaciones, 1997: 142). Así
se trasciende la propia conciencia con la constitución de otra subjetividad, en la que aparecen mi yo
y el yo de los otros en una nueva comunidad, la comunidad del nosotros, desde la cual se constituye
la esfera intersubjetiva trascendental.
Las Meditaciones cartesianas fueron publicadas en 1931. Hemos dicho que Husserl ya se había plan-
teado el problema de la intersubjetividad en sus escritos anteriores, y, sin embargo, no dedica un
espacio definido a la problemática hasta la época de la República de Weimar. Con la esfera de la in-
tersubjetividad trascendental se percibe el último giro de la fenomenología husserliana, tornándose
ahora en reflexión práctica, es decir, sale Husserl de la teoría del conocimiento para preocuparse
de los problemas de la sociedad en la que vive. Esta nueva reflexión llega a su culminación con La
crisis de las ciencias europeas y la fenomenología tracescendental, cuyo concepto fundamental será el
mundo de la vida, última parada en nuestro recorrido por la fenomenología.
16
tema 65
filosofía
El último Husserl ancla su filosofía en el mundo, entendido como obra de una intersubjetividad que
lo funda, la cual, al moverse en el marco de la expectativa reguladora que manifiestan el ser, sería
la razón. Con el concepto de «mundo de la vida» (Lebenswelt) llegamos, pues, a la última etapa del
pensamiento husserliano, expuesto en La crisis de las ciencias europeas y la fenomenología tracescen-
dental. Este texto supone una nueva evolución dentro de la fenomenología, pues el descubrimiento
del mundo de la vida supone, dentro de la filosofía de Husserl, justamente el hallazgo del funda-
mento de las ciencias objetivas. Recordemos que el objeto último de la fenomenología era, ante la
crisis en la que se encontraban sumergidas las ciencias, llevar a cabo una nueva crítica de la razón, en
busca de la respuesta a la pregunta por la posibilidad del conocimiento científico. Pues bien, La crisis
comienza con un análisis del desarrollo de la ciencia moderna, inaugurada por Galileo. Husserl llega
a la conclusión de que el error del objetivismo que caracteriza a esta ciencia empieza con el olvido
del mundo de la vida, en el que nacen los intereses concretos de los seres humanos. Sólo enraizados
en el mundo de la vida tienen sentido los conceptos científicos, y, sin embargo, la ciencia lo pasa
constantemente por alto. La ciencia, en tanto que actividad llevada a cabo por el hombre, es una
realización del espíritu humano que presupone tomar como punto de partida el mundo de la vida
circundante intuitivo, dado previamente siendo para todos en común. Por tanto, debe buscarse el
modo como esta experiencia puede utilizarse para la ciencia objetiva.
Husserl define el mundo de la vida como «un reino de evidencias originarias» (La crisis, 1991: 134),
esto es, el mundo de los fenómenos anónimamente subjetivos, fenómenos que, sin embargo, han
pasado hasta ahora desapercibidos. Pero pese a esta subjetividad reinante en el mundo de la vida,
todas las ciencias, en cuanto hechos culturales, encuentran su fundamentación última en el mundo
de la vida. El mundo de la vida es una cierta humanidad que no tiene conciencia de su contingencia,
y que está en consonancia con el mundo intersubjetivo que comparte. La verdad del mundo de la
vida es práctica, relativa a la situación, es una verdad que se basta a sí misma para sus necesidades
prácticas y que es relativa a ellas. Los entes que lo conforman son entes concretos, dados en una
ingenua originalidad. Es el mundo de formas prácticas determinadas que disfrutan de un alcance
práctico especial. La matematización de la realidad pasa por alto el enraizamiento original de la in-
terpretación teórica en el mundo de la vida, que ha sido pasado por alto en los orígenes de la ciencia
moderna.
La tematización del mundo de la vida en el contexto del análisis de La crisis de las ciencias europeas
no es casual. Según Husserl, la I Guerra Mundial ha consumado la bancarrota de Europa, constatan-
do el derrumbamiento de la cultura europea. La crisis de las ciencias europeas es el fin del proyecto
griego, que Europa asumió como tarea, considerándose herederos de la Grecia clásica. Pero el pro-
yecto griego descansa sobre el mundo de la vida, consiste en la creación de una cultura filosófica.
La explicación científica del mundo se aleja de este proyecto originario, pues la fe en la razón griega
busca la verdad por ella misma, mientras que la razón actual es vista y valorada por su utilidad. La
quiebra del proyecto griego es la pérdida de la razón filosófica.
Así, podemos ver una cierta continuidad dentro de la fenomenología. Al comienzo del tema hemos
dicho que la Fenomenología nace de la necesidad de dotar a la ciencia de una nueva fundamenta-
ción. Ahora vemos de dónde surge esta necesidad. Para Husserl, es necesaria una recuperación del
mundo de la vida, desde el que el hombre, la humanidad, está dispuesta a seguir la razón, o regirse
a sí misma solamente por normas pensadas o intuidas por ella. La filosofía, en concreto la fenome-
nología, debe llevar a la humanidad, que tiende inconscientemente hacia esa situación, a la plena
conciencia. Por ello, el desarrollo de la humanidad sólo es posible desde una libertad autónoma.
17
tema 65
filosofía
18
tema 65
filosofía
CONCLUSIÓN
La fenomenología es una de las corrientes filosóficas más influyentes del siglo XX;
cuyos ecos siguen resonando en la actualidad. Husserl elabora un sistema que,
partiendo de la crítica a la razón, en busca de una nueva seguridad desde la que
poder construir el edificio del conocimiento, se ve arrastrado por los acontecimien-
tos históricos del primer tercio del siglo XX, obligándose a reflexionar sobre la exis-
tencia humana y la posibilidad de recuperar una comunidad para la humanidad.
Por ello, la fenomenología, ciencia de las esencias, se levanta sobre la conciencia
pura, pero, en su proyección a la actividad práctica, deja su sitio al mundo de la
vida, lugar desde el cual puede proponerse un proyecto para toda la humanidad.
19
tema 65
filosofía
BIBLIOGRAFÍA
Fuentes primarias
Fuentes secundarias
Páginas web
20
tema 65
filosofía
RESUMEN
La fenomenología de E. Husserl.
Investigaciones lógicas: obra fundacional de la fenomenolo- Reducción del mundo natural al absoluto de la conciencia =
gía. Objetivo: nueva fundamentación de la lógica pura y la reducción trascendental o fenomenológica.
epistemología. Reducción de los hechos individuales al eidos o esencia = Re-
Prolegómenos a la Lógica Pura: Crítica al psicologismo. Prejui- ducción eidética.
cios del psicologismo:
XX Reducción eidética
1. Si lo psíquico se funda en la psicología, las leyes normativas
del conocimiento deben fundarse en la psicología del co- Abandono del campo de las intuiciones empíricas para abrir
nocimiento. paso a las intuiciones eidéticas.
2. El objeto de estudio de la lógica es un fenómeno psíquico, Captación de las esencias: evidencia intelectual.
luego la ciencia más adecuada para su estudio es la psico-
logía. XX Reducción trascendental
Respuesta de Husserl: estos prejuicios no tienen sentido, pues Reducción trascendental, fenomenológica o epojé.
confunden las condiciones objetivas del conocimiento con Suspensión de todo juicio previo acerca de la realidad.
las condiciones subjetivas. Epojé: someter a examen el edificio del conocimiento huma-
Investigaciones lógicas: estudio de los actos conscientes. In- no en busca de su adecuada fundamentación: Ego cogito
troducción del concepto de Intencionalidad. «Toda concien- cogitatum.
cia es conciencia de algo». Epojé: puesta entre paréntesis de todos los conocimientos
adquiridos para dejar a las cosas que aparezcan como ellas
mismas son. Así se abre paso a la actitud fenomenológica:
mundo como dato de la conciencia.
3. El método fenomenológico
Reducción a la esfera trascendental: campo de la vivencia
Vuelta a las cosas mismas: Eliminación de las capas de sentido pura.
con que la ciencia las ha envuelto. Datos de conciencia aparecen como intuiciones: vivencias
Descripción a ras de la vivencia empírica misma. para la conciencia pura.
21
tema 65
filosofía
22
tema 65
filosofía
AUTOEVALUACIÓN
3. ¿A qué hace referencia Husserl con la expresión «toda conciencia es conciencia de algo»?
a. A la intencionalidad de la conciencia.
b. A la necesidad de adoptar una actitud natural.
c. A la subjetividad del conocimiento.
d. Las tres anteriores son válidas.
23
tema 65
filosofía
24