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TRABAJO PRÁCTICO

AMORIS LAETITIA

Teología Dogmática II
Berli, Alexis Fabián
Mat. 47988
Facultad de Derecho y Ciencias Políticas
Universidad Católica de Santa Fe
Sede Reconquista

Un documento del Papa Francisco sobre el amor, dirigido hacia toda la Iglesia,
obispos, presbíteros, diáconos, consagradas, matrimonios, y fieles laicos.

PRIMER CAPÍTULO
A LA LUZ DE LA PALABRA

Si tendría que resumir el primer capítulo con 5 palabras, utilizaría las siguientes:
“¡Cuán actual es la Palabra!”. Es increíble cómo el significado de aquella compilación
de textos sagrados con más de 2.000 años, aún hoy continúa vigente.

El primer capítulo de Amoris Laetitia nos ofrece un resumen de todas las familias que
se encuentran presentes a lo largo de todos los libros que componen la Biblia, tanto del
Antiguo Testamento como del Nuevo.

Arranca con aquella pareja, creada por Dios, que encontramos ya en el primer libro
(Génesis), y a partir de allí nos enseña sobre del aspecto trinitario que la misma debe
tener, sobre el apoyo mutuo entre el varón y la mujer, y sobre todo que de aquél
encuentro, que sana la soledad, también permite el surgimiento de la generación y la
familia.

Con el surgimiento de la familia, encontramos el mayor regalo de la unión; los hijos,


llenos de alegría y vitalidad, aquellos brotes de olivo, las “piedras vivas” de la familia.
El Papa Francisco nos dice que la presencia de los hijos es un signo de plenitud para la
familia en la continuidad de la misma historia de salvación, de generación en
generación.

Esta familia, esta casa; la cual nosotros como habitantes de ella (seamos hijos, o padre,
o madre) tenemos el deber de cimentarla. Y en la vida se nos presentan dos opciones,
cimentarla sobre arena (sin Cristo), o sobre una piedra firme (con Él). Como habitantes
y dueños de ella podemos cerrarle la puerta a aquel amigo que, insistentemente, golpea
desde afuera (Apocalipsis 3, 20) pero en los momentos de tormentas, de turbulencias, se
ven las consecuencias de nuestros actos, las causas de nuestras decisiones.

Este capítulo también nos habla de la misión de cada miembro de la familia, haciendo
hincapié en que los hijos también tienen un propósito por el cual luchar, y el deber de
las madres de imitar a Nuestra Señora. Imitar a María para que, como ella lo hizo con
Jesús, no aferrarse a los hijos, ya que podría desembocar en el incumplimiento de la
misión de cada uno.

Un muy lindo capítulo, a través del cual podemos comprobar que la Palabra de Dios no
es como una secuencia de tesis abstractas, sino que es una compañera de viaje para las
familias que están en crisis o en medio de algún dolor, y nos muestra la meta del
camino.

Resonaba en mi mente cuando leía este capítulo la siguiente canción:


https://youtu.be/BZ5nh5_rdbs
SEGUNDO CAPITULO
REALIDAD Y DESAFÍOS DE LAS FAMILIAS

En este capítulo el Papa Francisco expone acerca de las realidades por las cuales
atraviesan las familias en los tiempos que vivimos, y además menciona reiteradamente
sobre aquellas situaciones que el mundo actual nos ofrece y que, de alguna u otra
manera, afectan a este bien de la familia, decisivo para el futuro del mundo y de la
Iglesia.

Individualismo. En uno de los primeros puntos, el Papa ya comienza denunciando el


exceso del individualismo que se vive hoy en día. Un grave problema que quita
importancia a los vínculos familiares, y que incluso, llega a comparar a las personas que
conforman el grupo familiar con “islas”.

Seguidamente, el Papa agrega que el acelerado ritmo de vida actual que llevamos, ya
sea por compromisos laborales, sociales, entre otros, termina desembocando no solo en
estrés, sino que además puede llevar a que hagamos a un lado aquellas opciones
consideradas permanentes, como el matrimonio, o aún peor, que el matrimonio se
convierta en un lugar de paso al que cada uno de los miembros acude cuando cree
conveniente. Muchas veces, esto ocurre, por el temor de ser atrapados en una relación
que pueda postergar los logros de las aspiraciones personales.

Cultura del descarte. El Sumo Pontífice también nos alerta sobre la increíble velocidad
que las personas pasan de una relación afectiva a otra. Creyendo que el amor, como en
las redes sociales, se puede conectar o desconectar a gusto del consumidor, e incluso
también bloquear rápidamente. Esto sin dudas se ve influenciado por la actual cultura
del descarte, y termina desembocando en la pérdida de la libertad, en la pérdida de la
idea de tener hijos, de la anticoncepción, o incluso también en la idea de la
esterilización.

Legislaciones. El Papa Francisco nos advierte acerca de la gran cantidad de leyes que
existen sobre el facimiento y la promoción de múltiples alternativas de unión que
también ofrecen estabilidad familiar, como las uniones de hecho o entre personas del
mismo sexo, pero bajo ningún termino estas pueden equipararse al matrimonio.

Propuesta pastoral. Frente a estas situaciones el Papa nos recuerda que los cristianos
estamos llamados a preocuparnos y ocuparnos por las realidades que atraviesan las
familias del mundo, y nos invita a la Iglesia a despertar la creatividad misionera, a
ofrecer espacios de acompañamiento y asesoramiento sobre cuestiones relacionadas con
el crecimiento del amor, la superación de los conflictos o la educación de los hijos.

Nos invita también a encontrar las palabras, las motivaciones y los testimonios que
ayuden a tocar las fibras más íntimas de los jóvenes, para invitarlos a aceptar con
entusiasmo y valentía el desafío del matrimonio.
TERCER CAPITULO
VOCACIÓN DE LA FAMILIA

En este capítulo el Papa Francisco nos dice que la familia debe ser el lugar donde
resuene el primer anuncio de la buena noticia de Jesús, un lugar repleto de amor y de
ternura.

Modelo de familia. Nos recuerda, el Sumo Pontífice, que Jesús creció en el seno de una
familia, pero que también convivió con muchas de ellas. Por lo que debemos poner la
mirada en esa familia de Nazaret como modelo de amor, de sencillez y, sobre todo, de
carácter sagrado, y la cual mirar en los momentos de dificultad.

Sacramento del matrimonio. El sacramento del matrimonio no es un rito vacío nos


dice el Papa, sino que es un don de Dios para la santificación. El matrimonio es una
vocación y casarse debe ser fruto de un discernimiento, ya que implica vivir
respondiendo al amor de Dios en todas las dimensiones de la pareja. También nos
recuerda Francisco que, en el rito del matrimonio, no es el sacerdote el que casa a los
novios, sino que ellos mismos actúan como ministros de ese sacramento.

Situaciones particulares. Ese ideal de matrimonio, quizás considerado como meta hace
algunos años atrás, hoy día se encuentra un poco opacado por aquellas ofertas
alternativas que el mundo ofrece. Encontramos hoy convivencia sin matrimonio,
matrimonios civiles, incluso también divorciados vueltos a casar. Frente a estas
realidades que existen en nuestras comunidades, el Papa nos dice que, aunque la
doctrina católica es clara, hay que evitar los juicios, ya que muchas veces no se
dimensiona la complejidad de aquellas diversas situaciones. Más bien se debe ofrecer
acompañamiento y ternura.

Iglesias domésticas. El documento que estudiamos hace unos meses, Lumen Gentium,
ya definía a la familia como una Iglesia Doméstica, ya que debe ser el primer lugar en
donde evangelizar. Nos recalca el Sumo Pontífice que aquellas familias que permanecen
fiel al evangelio son reflejos de la belleza del matrimonio, y que la Iglesia en sí es
familia de familias, por ello el amor que se vive en cada una de ellas es una fuerza
constante para la vida de la Iglesia.

CUARTO CAPITULO
EL AMOR EN EL MATRIMONIO

Este capítulo, quizás el más largo, está dedicado en su totalidad al amor en el


matrimonio. Comienza diciendo que lo mencionado en los capítulos anterior no es
suficiente para hablar del matrimonio si no nos detenemos en el amor.

El himno al amor de San Pablo es la columna vertebral de este capítulo:

Himno de caridad (1Co 13, 4-7).

 El amor es paciente. En el Antiguo Testamento se menciona que Dios es lento


a la ira, y así también debe ser el trato con nuestra pareja. Tampoco hay que
malinterpretar, que el amor sea paciente no quiere decir que hay que prolongar
para siempre la decisión de no celebrar el sacramento del matrimonio. Consiste
en decirle al otro que podrá confiar aun cuando pierda atractivo, y sobre todo
cuando haya dificultades.
 El amor es servicial. El amor no puede ser solo un sentimiento, sino que
además tiene que ser un servicio a los demás, y consistir en hacer el bien.
 El amor no tiene envidia. Como se mencionaba en uno de los primeros
capítulos, la envidia nos encierra en el individualismo, y el individualismo no
tiene lugar en el matrimonio, no hay lugar allí para sentirse mal cuando el otro
está bien. No hay que ver al otro como una competencia.
 El amor no hace alarde. Consiste en no hablar demasiado de uno mismo, no
pretender ser el centro, y no pretendernos más que los otros, por lo que es
indispensable sanar el orgullo y cultivar la humildad.
 El amor no busca el interés propio. El matrimonio implica una superación del
individualismo adolescente y expresa la firma opción de pertenecerse el uno al
otro, amar a los demás, más que amarme a mí mismo.
 El amor todo lo disculpa. Acá se hace referencia al uso de la lengua, a aprender
a guardar silencio, a no juzgar sobre lo malo que puede haber en los demás, y
tratar de no llevar la cuenta de lo malo. Y sobre todo, a vivir la experiencia
liberadora del perdón.
 El amor todo lo cree. Acá se habla de la confianza, de renunciar a controlarlo
todo, a poseer, o a dominar.
 El amor todo lo soporta. No tiene porqué haber rencor, ni el deseo de lastimar
al otro, tampoco tiene que haber lugar para desprecio, sino solamente se debe
cultivar el amor, ya que el odio por odio, solo se alimenta a sí mismo.

Sexualidad. El papa Francisco nos dice que la sexualidad es un regalo maravillo de


Dios hacia sus creaturas, y la Iglesia no lo niega, pero no debemos confundirlo con un
recurso para gratificarnos o entretenernos. Tampoco es un mal permitido, sino que es un
verdadero don de Dios que embellece el encuentro de los esposos. También acá el Papa
compara la virginidad y el celibato con el matrimonio, y nos recuerda que ninguno es
superior al otro, sino que se complementan. La virginidad tiene el valor simbólico de
que no necesita poseer al otro, y refleja la libertad del reino de los cielos. El matrimonio
por su parte, es reflejo de la trinidad y de la unión de Cristo con su Iglesia.

Palabras finales. El amor conyugal tiene las características de una buena amistad, nos
dice Francisco. Quien está enamorado no debe pensar que ese amor puede ser pasajero,
y por eso el matrimonio es mucho más que una formalidad o tradición, exige un alto
grado de compromiso, ya que implica luchar, renacer, reinventarse y empezar siempre
de nuevo, así hasta la muerte.

El amor nos empuja a tener un proyecto común estable, es un camino que debe
construirse día a día.
QUINTO CAPITULO
AMOR QUE SE VUELVE FECUNDO

El amor siempre da vida y los hijos son reflejo viviente del amor conyugal.

Hijos. El Sumo Pontífice nos afirma que una nueva vida que llega permite a la pareja y
todo el entorno que la rodea, descubrir la dimensión más gratuita del amor, porque los
hijos deben ser amados incluso antes que lleguen. Denuncia, el Papa, todas aquellas
situaciones que desde el inicio llevan al rechazo, o peor aún, al abandono.

Al mismo tiempo Francisco dice que las familias numerosas son una alegría para la
Iglesia, pero aun así, no hay que olvidar la responsabilidad paternal y maternal, que no
se trate de una procreación ausente de responsabilidad.

El Papa también nos habla de aquellos casos en que las parejas no pueden tener hijos, y
afirma que, en la adopción, la maternidad también se encuentra refleja allí. Termina
definiendo Francisco a la adopción como aquel acto de regalar una familia a quien no la
tiene.

Maternidad. Cada mujer participa del misterio de la creación con el embarazo, y esto
está muy relacionado con el proyecto de Dios. El Papa nos vuelve a hablar de la
importancia que ese niño se sienta esperado, y nos pide que hagamos a un lado el hecho
de concentrarnos en si ese niño nos servirá o no, o si tiene estás u otras características, o
si responde o no a nuestros proyectos. Se ama a un hijo porque es hijo.

Paternidad. El Sumo Pontífice nos pide a los hombres del mundo no llevar adelante
una paternidad autoritaria, pero tampoco ausente; un padre debe estar siempre presente,
pero no ser extramente controlador. El Papa también nos recuerda el derecho que tiene
todo niño de tener un padre y una madre, y sobre todo de recibir su amor.

Misión. Un matrimonio que experimente la fuerza del amor está llamado a sanar las
heridas de los abandonados, haciendo espacio para los más pobres. Las familias deben
salir de sí misma en la búsqueda solidaria, clara y convencida conciencia sobre sus
deberes sociales. Nos advierte el Papá sobre no ser una familia que permanezca en la
indiferencia ante el sufrimiento del prójimo, y que se encierra en la comodidad de su
hogar.

SEXTO CAPITULO
ALGUNAS PERSPECTIVAS PASTORALES

Un capítulo en el que Papa nos habla de propuestas pastorales para las pastorales
familiares de las comunidades locales, y también para los clérigos.

Pastoral de familia. Hace mención el Sumo Pontífice a llevar adelante un plan


diocesano pastoral de familia, debido a que como Iglesia no podemos quedarnos en un
anuncio teórico y sin vínculo alguno con los problemas reales de las personas. El Papa
también habla a seminaristas y sacerdotes, haciéndole la propuesta de recibir una
formación familiar. Luego nos interpela a todos, cuando nos pide ayudar a los jóvenes a
descubrir el valor y la riqueza del matrimonio, también nos pode no saturarlos, pero
enseñarles a comprometerse con un camino de toda la vida.

Es duro, pero realista el Papa, cuando menciona que la preparación no puede reducirse a
un curso previo antes de casarse. La preparación debe incluir un reconocimiento a las
incompatibilidades para así evitar un fracaso doloroso, y estimularlos también para la
creación de un proyecto común, lo que, obviamente, implica renuncias, dificultades, y
conflictos.

El casamiento no es el fin del camino, por lo que nos pide Francisco, un


acompañamiento posterior al casamiento, de la mano de esposos con experiencia en la
Parroquia.

Y hace una invitación aún más general a Parroquias, movimientos, escuelas,


pidiéndonos cuidar y reavivar las familias, con encuentros, retiros breves, charlas; para
así tratar de inculcar una espiritualidad familiar, con la ayuda de la oración y de la
participación eucaristía dominical.

Distintas realidades, distintos desafíos.

 Separados, divorciados. El Papa Francisco habla sobre una Pastoral de la


Reconciliación con centros de escuchas especializados para todas aquellas
familias que se encuentran en proceso de separación o de divorcio.
Nos hace un pedido especial el Sumo Pontífice, de acogerlos. Y bajo ningún
termino excomulgarlos, alejarlos de la iglesia, o discriminarlos. Nos pide que
tampoco los dejemos solos, sino que los ayudemos espiritualmente.
También hace mención a que las consecuencias de las separaciones nunca deben
recaer sobre los hijos, quienes deben ser el centro de recuperación, ni mucho
menos tomar al hijo como rehén, ya que es una irresponsabilidad de los padres
hablar mal del otro o dañar su imagen.
Con respecto a la nulidad matrimonial, el Papa Francisco, anuncia que la misma
debe ser más ágil.
 Familias monoparentales. Sobre las familias monoparentales, Francisco nos
dice que deben encontrar apoyo y consuelo entre las familias que componen la
comunidad cristiana.
 Viudos/as. Con respecto a la muerte, el Papa nos advierte conque abandonar a
una familia cuando se encuentra lastimada por la muerte de un ser querido, sería
una falta de misericordia.
 Matrimonios interreligiosos. Expone también el Papa sobre los matrimonios
que pueden surgir entre católicos y otros cristianos, diciendo que debe haber una
colaboración cordial entre el ministro católico y no católico. Asimismo,
menciona que estos tipos de matrimonios se convierten en un lugar privilegiado
para el diálogo interreligioso. Aun así, el Papa recuerda que en algunos lugares
el cónyuge cristiano debe cambiar de religión para poder casarse, y hace
hincapié en que debemos reafirmar la necesidad de que la libertad religiosa sea
respetada para todos.
 Uniones entre personas del mismo sexo. Jesús es amor ilimitado, se ofrece a
todas las personas, sin excepción. El Papa dice que toda persona, independiente
de su inclinación sexual, debe ser respetada en su dignidad y acogida
respetuosamente, procurando evitar todo signo de discriminación injusta.
Aunque, aclara, que no se debe utilizar la palabra “matrimonio” para hablar de
las uniones entre personas del mismo sexo.

SEPTIMO CAPITULO
FORTALECER LA EDUCACIÓN DE LOS HIJOS

Los padres siempre inciden en el desarrollo moral de sus hijos, para bien o para mal, por
ello deben ser conscientes con cada palabra, gesto, acciones que lleven a cabo.

Diálogo. Francisco nos recuerda la importancia del encuentro entre padres e hijos, entre
el diálogo y la comunicación que tiene que existir en una familia, muchas veces
perjudicado por las tecnologías. Frente a la cantidad de ofertas que el mundo propone y
a facilidad de acceso a las tecnologías, el Papa nos recuerda la importancia de vigilarlos,
pero, obviamente, no de manera excesiva. Hay que aceptar también que no se puede
tener el control de todas las situaciones, pero sí hay que darles herramientas para que
ellos mismos puedan capacitarse en la maduración de su libertad, en su crecimiento
integral y en el cultivo de su propia autonomía.

Hogar, primera escuela en valores. El Papa Francisco nos recuerda que la familia
debe ser la primera escuela de los valores humanos y morales, en donde se enseñe el
buen uso de la libertad, en donde se educe en la paciencia, en tratar de inculcar hábitos
buenos, y no desentenderse y dejar todo en manos de la escuela.

Sanción. Hay que recordarles a los chicos que sus acciones tienen consecuencias, y así
orientarlos a que pidan perdón y reparen el daño, se debe ver a la sanción como un
estímulo, un aprendizaje. Y, sobre todo, así como se corrige, se deben reconocer
también los esfuerzos.
Educación sexual. El Papa Francisco habla sobre la educación sexual que tenemos que
enseñar a nuestros hijos, enseñarles a reconocer el bombardeo de mensajes sexuales que
las tecnologías pueden realizar, enseñarles a valorar a la otra persona para evitar que se
conviertan en objetos de compensación de carencias personales, enseñarles a los hijos
varones que no poco masculino asumir tareas domésticas o de crianzas, y sobre todo
enseñarles a aceptar y cuidar el propio cuerpo. También hace mención el Papa a la
expresión “Sexo seguro” como si un posible hijo fuera un enemigo del cual hay que
protegerse.

Transmitir la fe. Los padres son los primeros instrumentos para la transmisión y
maduración de la fe sus hijos. La fe es un don de Dios, por lo que hay que partir
enseñándoles con las cosas sencillas y cotidianas, enseñarles también a mandarle un
beso a Jesús o a Nuestra Madre. Y de esta forma una familia se vuelve evangelizadora,
evangelizando no solo a ella, sino también a todos los que se acercan a ella.
Convirtiéndose así en iglesias domesticas y fermento evangelizador en la sociedad.
OCTAVO CAPITULO
ACOMPAÑAR, DISCERNIR E INTEGRAR LA FRAGILIDAD

Desde el inicio se deja en claro que el matrimonio cristiano es entre un varón y una
mujer, quienes se entregan en libre fidelidad mediante un amor exclusivo hasta la
muerte, y están abierto a la comunicación de la vida.

Acompañamiento pastoral. Jóvenes. Hoy muchos jóvenes desconfían del matrimonio,


algunos también lo ven como algo anticuado y deciden optar por las otras ofertas
similares, como los matrimonios solo civiles, y las uniones de convivencia. Por lo que el
Papa no pide un acompañamiento pastoral misericordioso y alentador, para estos
jóvenes que, muchas veces, se encuentran desorientados.

Acompañamiento pastoral. Hijos. La mayoría de las veces la ruptura del vínculo


matrimonial, que va en contra la voluntad de Dios, termina afectado de manera grave a
los hijos. Por ello Francisco también nos pide un acompañamiento con atención y
cuidado para con los hijos más frágiles.

Acompañamiento pastoral. Divorciados. Si bien ya nos lo mencionaba el Papa en


capítulos anteriores, acá nos lo vuelve a recordar: nos pide no condenar a nadie, evitar
los juicios, ya que esa no es la lógica del evangelio. Muchas veces se han hechos
innumerables esfuerzos para salvar el primer matrimonio y esto no terminó bien, otras
veces los divorciados en nueva unión reflejan una fidelidad más pura, una entrega
generosa y un mayor compromiso cristiano, por lo que cada situación debe ser tratada
individualmente, ya que no hay recetas sencillas. Sí nos invita a obrar con misericordia,
a integrar a todos que quieran formar parte, ya que son miembros de la Iglesia y que, si
bien no pueden dar catequesis o predicar, tienen otros dones que seguro pueden
ponerlos al servicio de los demás.

Clérigos. El Sumo Pontífice vuelve a hablar a los presbíteros, diciéndoles que tienen
que acompañar a los divorciados mediante procesos de reflexión que lleven al
discernimiento sobre la educación de los hijos, la situación del otro cónyuge, los
intentos de reconciliación, etc. Con un serio acompañamiento espiritual se evita el
riesgo de un discernimiento individual que muchas veces pueda llevar a sostener que la
iglesia sostiene una doble moral.

También alerta sobre el cuidado de conductas fariseístas, ya que no está bien detenerse
solo a considerar si el obrar de una persona responde o no a una norma general, o a una
ley. Dice el Papa que un pastor no puede sentirse satisfecho solo aplicando leyes
morales a quienes viven situaciones irregulares, ya que es reflejo de un corazón cerrado
y no permite un correcto discernimiento.

Aclaración. Conviene aclarar que, aunque se atienda a cada situación con misericordia,
ello no significa renunciar a proponer el ideal del matrimonio cristiano, y no ser tibios a
la hora de proponerlos.

“… la iglesia no es una aduana sino la casa paterna donde hay lugar para cada uno
con su vida a cuestas.”
NOVENO CAPITULO
ESPIRITUALIDAD MATRIMONIAL Y FAMILIAR

El papa Francisco dedica este ultimo capitulo a elaborar unas pocas notas relacionadas a
la espiritualidad de la familia y finaliza con una oración a la sagrada familia.

El matrimonio es reflejo de la trinidad, y la presencia del Señor habita en la familia real


y concreta, con todos sus sufrimientos, luchas, alegrías.

Oración. Si la familia se abraza a Cristo y a la oración se logra sobrellevar los peores


momentos, y también disfrutar más plenamente de los gozos, las fiestas, sexualidad. La
participación en las celebraciones litúrgicas y la oración en familia son aquellos medios
privilegiados para expresar y fortalecer la fe.

Amor mutuo. Como bien sabemos, en el matrimonio se vive el sentido de pertenecer


por completo a una sola persona. Por lo que el Papa nos invita a convivir no
resignación, sino con alegría, a que cada mañana y cada noche, volvamos a apostar por
el otro. Y nos recuerda también que el otro no le pertenece, sino le pertenece al Señor.
Destaca también la importancia del diálogo, de la mirada, de la ayuda, de la caricia, y el
abrazo.

Misión. Pero la familia no se limita únicamente a acoger la vida que se engendra, sino
que sale de si y se expresa en la hospitalidad, como bien se mencionaba en algunos
capítulos anteriores.

Y el último punto de este documento sirve como despedida y cierre, allí se mencionan
citas de Jesús y San Pablo. Recordando que ninguna familia es perfecta para siempre,
sino que está siempre en camino para madurar su capacidad de amor.
“No desesperemos por nuestros límites, pero tampoco renunciemos a buscar la
plenitud de amor y de comunión que se nos ha prometido”.

CONCLUSIÓN FINAL
DE LA EXHORTACIÓN

Un documento muy importante y necesario para quienes formamos parte de la Iglesia,


ya que nos interpela a todos: laicos, matrimonios, religiosos. Nos recuerda la belleza del
amor, de la vida familiar, la importancia del matrimonio, pero no se queda solamente
allí; el Papa es consciente de las diversas realidades por las que las familias y los
jóvenes se encuentran atravesando hoy día, de la fragilidad por la que muchos
matrimonios pasan, de la ruptura de estos, y de las nuevas uniones que surgen luego de
dicha ruptura, de las realidades que viven los hijos de por medio, y de muchos
problemas más, por ello nos regala este documento para que nosotros, como miembros
de una comunidad, tengamos una herramienta sólida de formación, y sepamos como
responder y cómo actuar frente a esas determinadas situaciones.

“Caminemos familias, sigamos caminando. Lo que se nos promete es siempre más. No


desesperemos por nuestros límites, pero tampoco renunciemos a buscar la plenitud de
amor y de comunión que se nos ha prometido.”

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