Hombre. Cabello cano. Camisón blanco. Calcetines blancos. Una lámpara
de pie con una luz muy tenue. Un colchón apenas visible. Se queda en silencio 10 segundos antes de empezar. Su nacimiento fue su muerte. Otra vez. Son pocas palabras. Su nacimiento fue su muerte. Sonrisa horrible desde entonces. De oreja a oreja. En la cuna y en la canastita. Primer fracaso al mamar. Con los primeros tambaleos. De mamá a la nana y de la nana a mamá. Siempre. Pasando de una a la otra. Sonriendo como un cadáver. De funeral en funeral. Hasta hoy. Esta noche. Dos billones y medio de segundos. Me corrijo. Dos millones y medio de segundos. Difícil de creer que sean tan pocos. De funeral en funeral. Funeral de…Iba a decir de los seres queridos. Treinta mil noches. Difícil de creer que tan pocas. Nacido en lo más negro de la noche. El sol oculto largo tiempo tras los árboles. Las ramas reverdeciendo. En la habitación aumenta la oscuridad. Hasta la luz de la lámpara disminuye. La mecha ha bajado. Y ahora esta noche. Cada noche. Débil luz en la habitación. No se sabe de dónde. Ninguna por la ventana. No. Casi ninguna. No existe la nada. Va a tientas a la ventana y mira hacia afuera. Permanece ahí. Quieto como un tronco mirando el exterior. Mirando lo negro en esa negra inmensidad. Al final vuelve hasta donde está la lámpara. Donde estaba. Cuando salió la última vez. Fósforos sueltos en el bolsillo derecho. Enciende una en su nalga, como le enseño su papá. Quita el globo blanco como la leche y lo pone en el suelo. El fósforo se apaga. Enciende otro de la misma manera. Quita el tubo de la lámpara. Humareda. Lo sostiene con la mano izquierda. El fósforo se apaga. Enciende otro como antes y lo acerca a la mecha. Vuelve a poner el globo. Pone la mecha baja. Retrocede hasta el filo de la luz y se vuelve para mirar de frente. La pared vacía. Tan de noche. Calcetines. Camisón. Ventana. Lámpara. Retrocede hasta donde llega la luz y permanece mirando la pared vacía. Una pared que en otro tiempo tenía fotos colgando. Fotos de…iba a decir… de seres queridos. No en cuadros. Pegadas a la pared con cinta. De todas las formas y tamaños. Sacadas todas. Una tras otra. Ya no están. Ahora están todas rotas en las esquinas. Gastadas. Tiradas en el piso. No de un solo tirón. Arrancadas y tiradas al piso una por una. Durante años. Años de noche. Nada en la pared, excepto las marcas de las cintas. No todas, algunas caídas por el tirón. Algunas todavía sujetando un pedazo de alguna foto. Así permanece allí, mirando la pared en blanco. Muriendo. Ni más ni menos. No. Menos. Menos para morir. Siempre menos. Como la luz al anochecer. Permanece allí mirando de frente. Superficie vacía que una vez fue blanca en sombras. En un tiempo pudo nombrarlos a todos. Allí el padre, aquel vacío gris. Allí la madre. Aquella otra. Allí juntos. Sonriendo. El día de la boda. Allí los tres. Aquella mancha gris. Allí solo. El solo. No ahora. Olvidados. Todos desaparecidos hace mucho. Todo arrancado y roto en pedazos. Esparcido por todo el suelo. Luego, todo barrido fuera del camino, bajo la cama y olvidados. Mil pedazos, ahí, bajo la cama, rotos con el polvo y las arañas. Todos los…iba a decir seres queridos. Permanece allí frente a la pared mirando más allá. Nada allí tampoco. Nada moviéndose allí tampoco. Nada moviéndose en ningún sitio. Nada que ver en ningún sitio. Nada que oír en ningún sitio. Habitación una vez llena de sonidos. Sonidos leves. Por consiguiente, desconocidos. Menos y más leves conforme pasaba el tiempo. Las noches pasaban. Ahora ninguna. No. No ninguna. La lluvia todavía golpea los cristales algunas noches. O gotea suavemente sobre el lugar de abajo. Incluso ahora. La lámpara echa humo aunque la mecha ha descendido. Extraño. Leve humo que se extiende a través del escape del globo. Techo bajo manchado, después de noche tras noche de esto. Oscura mancha sin forma en una superficie blanca por los otros lados. En un tiempo fue blanca. Permanece frente a la pared tras los diferentes movimientos descritos. Esto es de pie al anochecer y con camisón y calcetines. No. Ya en ellos. En ellos toda la noche. Todo el día. Todo el día y toda la noche. Levantado al anochecer con camisón y calcetines y tras un momento para conseguir sus sufridas idas a tientas hacia la ventana. Tenue luz en la habitación. Impronunciablemente tenue. Por lo tanto desconocida. Permanece como un tronco aun mirando fijamente al exterior. En la negra inmensidad. Nada. Nada moviéndose. Habita de este modo como si fuera incapaz de moverse de nuevo. O como si no quedase ya deseo de moverse otra vez. No hay deseos de moverse. Regresa y avanza a tientas hacia donde sabe que está la lámpara. Cree que sabe. Ahí estaba la última vez. La última vez que se apagó. Un fósforo para el globo. Dos para el tubo de la lámpara. Tres para la mecha. Tubo y globo otra vez colocados. Pone la mecha baja. Retrocede hasta el filo de la luz y se vuelve para mirar de frente a la pared. De frente. Quieto. Como la lámpara. Camisón y calcetines blancos para realzar la tenue luz. En un tiempo blancos. Pelo blanco para realzar la tenue luz. La pata de la cama solo visible en el extremo del encuadre. Permanece ahí mirando fijamente más allá. Nada. Oscuridad. Hasta la primera palabra siempre la misma. Noche tras noche lo mismo. NACIMIENTO Luego lenta luz abriéndose sobre una figura borrosa. Surgida de la oscuridad. Una ventana encarada hacia el oeste. El sol oculto largo tiempo tras los árboles. Luz mortecina. Pronto no queda nada para morir. No. No existe la ausencia de luz. Cielo sin estrellas ni luna. Muere el amanecer y nunca muere. Ahí en la oscuridad esa ventana. La noche va cayendo lentamente. Los ojos en el pequeño cristal contemplando aquella primera noche. Al final se vuelven para mirar la oscurecida habitación. Allí, al final, lentamente, una mano borrosa. Sosteniendo en alto una pajuela iluminada. A la luz de la pajuela, la mano y el globo blanco como la leche. Luego la segunda mano a la luz de la pajuela. Quita el globo y desaparece. Reaparece vacía. Quita el tubo de la lámpara. Dos manos y el tubo a la luz de la pajuela. Pajuela hacia la mecha. Tubo en su sitio otra vez. Mano con pajuela desaparece. Segunda mano desaparece. Tubo solo en tinieblas. Mano reaparece en el globo. Globo otra vez en su sitio. Pone la mecha baja. Desaparece. Globo pálido solo en tinieblas. Trémula luz que proviene de la lata. Nacimiento de su muerte. Aquella mueca sonrisa. Treinta mil noches. Permanece al filo de luz de la lámpara mirando fijamente más allá. En una completa oscuridad de nuevo. Ida la ventana. Idas las manos. Ida la luz. Ida. Una y otra vez. Una y otra vez idas. Hasta que la oscuridad se disuelve otra vez. Luz gris. Lluvia torrencial. Paraguas alrededor de una tumba. Vistos desde arriba. Negro foso debajo. Lluvia burbujeando en el negro lodo. Vacío por el momento. Ese lugar abajo. ¿De qué…ser querido iba a decir? Treinta segundos. Para añadir a los dos millones y medio. Luego desaparecen. Completa oscuridad de nuevo. Bendita oscuridad. No. No hay tal cosa como la totalidad. Permanece mirando más allá medio oyendo lo que dice. ¿Él? Las palabras cayendo de su boca. Haciéndolas con su boca. Las luces de la lámpara como se han descrito. Regrese al filo de la luz y se vuelve cara a la pared. Mira fijamente en la oscuridad. Espera las primeras palabras siempre las mismas. Se reúnen en su boca. Separa los labios y empuja la lengua hacia adelante. NACIMIENTO Rompe la oscuridad. Lentamente la ventana. Aquella primera noche. La habitación. La pajuela. Las manos. La lámpara. El destello en la lata. Desaparecido. Ido. Una y otra vez. Una y otra vez ido. Boca boquiabierta. Un grito. Ahogado por nasal. Partes oscuras. Luz gris. Lluvia torrencial. Flujo de paraguas. Zanja. Lodo negro burbujeante. Ataúd fuera de encuadre. ¿De quién? Desaparecido. Ido. Pasar a otras cosas. Tratar de pasar a otras cosas. ¿A cuánta distancia de la pared? Casi tocando con la cabeza. Como en la ventana. Los ojos pegados al cristal mirando afuera. Nada moviéndose. Todo negro. Permanece allí como un tronco mirando fijamente el exterior, como si fuese incapaz de moverse otra vez. O sin el deseo de moverse otra vez. Ido. Grito débil en su oído. Boca abierta. Cerrada con un silbido de aliento. Labios unidos. Sensación de un suave roce de un labio sobre otro. Labio relamiendo labio. Luego separados por un grito como antes. ¿Dónde está el ahora? Otra vez en la ventana, mirando fijamente al exterior. Los ojos pegados al cristal. Como mirando su final. Se vuelve por fin y va a tientas a través de la tenue luz inexplicable hacia la lámpara invisible. Camisón blanco moviéndose por esa tiniebla. En un tiempo blanco. Enciende y se mueve para mirar la pared como se ha descrito. Casi rozando la cabeza. Permanece allí mirando más allá esperando la primera palabra. Se acumula en su boca. NACIMIENTO Separa los labios y empuja la lengua entre ellos. La punta de la lengua. Sensación de suave roce de la lengua en los labios. De los labios en la lengua. Desaparece fuera de la oscuridad de la ventana. Mirando más allá, a través de una grieta, en la oscuridad, hacia otra oscuridad. Oscuridad más remota. El sol largo tiempo hundido tras los árboles. Nada moviéndose. Nada moviéndose levemente. Los ojos pegados al cristal como troncos quietos. Como mirando su final. En aquella primera noche. De unas treinta mil. Al final se vuelve a la oscura habitación. Donde pronto existe. Esta noche. La pajuela. Las manos. La lámpara. El destello de latón. El pálido globo solo en tinieblas. Armazón de lata atrayendo la luz. Treinta segundos. Para aumentar los dos millones y medio restantes. Desaparecido. Ido. Grito. Aspirado con la respiración de las narices. Una y otra vez. Idos una y otra vez. ¿Hasta la tumba de quién? ¿Qué….qué seres queridos? Zanja negra en la lluvia torrencial. Salida a través de grieta gris en la oscuridad. Vista desde lo alto. Lodo negro burbujeante. Ataúd en camino. El ser querido….todo excepto el ser querido a su manera. El camino de él. De ella. Treinta segundos. Desaparecido. Ido. Permanece allí mirando fijamente más allá. En la total oscuridad otra vez. No. No existe tal cosa como la totalidad. La cabeza casi rozando la pared. Pelo blanco reflejando la luz. Camisón blanco. Calcetines blancos. Pie de la cama blanco extremo del encuadre izquierdo. A menos que…den y la cabeza descanse en la pared. Pero no. Tronco quieto. La cabeza arrogante mirando fijamente más allá. Nada moviéndose. Moviéndose lentamente. Treinta mil noches de fantasmas moviéndose más allá. Más allá del negro más allá. Luz de fantasmas. Noche de fantasmas. Habitaciones de fantasmas. Tumbas de fantasmas. Fantasmas…excepto fantasmas queridos. Esperando la palabra RIP. Permanece allí mirando más allá a esos negros labios cubiertos estremeciendo las palabras medio oídas. Que versan sobre otros asuntos. Que tratan de versar sobre otros asuntos. Hasta que oye que no hay otros asuntos. Nunca hubo otros asuntos. Nunca dos asuntos. Nunca más que un único asunto. Los muertos y los desaparecidos. Ido. La muerte e irse. De la palabra ir. La palabra se fue. ¡Fuera palabra! Como la luz que se va a ahora. Que empieza a irse. Se empieza a ir. En la habitación ¿Dónde más? Inadvertida por el que está mirando más allá. Sólo la del globo. No la otra. La inexplicable. La que viene de todas partes. De ningún sitio. Solo la del globo. La luz. Se va. Sola. Ida. APAGÓN.