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El paseo de Amancaes: Formación de una tradición criolla oficial en Lima

Desde principios del siglo XX, el mundo industrial estadounidense empezó a ejercer su
influencia en la vida cotidiana limeña. La luz eléctrica permitió que el cinema, audiciones
musicales radiales en vivo y más adelante, la televisión. Esta última tuvo gran impacto que
reemplazó fácilmente al teatro. No obstante, los rituales y festividades de origen colonial no
fueron reemplazados, sino que fueron recreados con fines nacionalistas.

El día de San Juan Bautista (24 de junio) era uno de los más celebrados. Esta fiesta, la fiesta de
San Juan se celebraba en Amancaes, una pampa cercana a Lima. Este fue un símbolo de los
que algunos llamaban la cultura criolla limeña, por lo que adquirió ribetes nacionalistas, el
estado formó parte incluyendo concursos de danzas, canciones y músicas incluyendo a muchos
grupos de distintas partes del Perú.

Esta festividad era importante para los funcionarios del estado peruano, para mostrar un buen
ejemplo de la existencia de una armoniosa comunidad nacional en el Perú. Este renovado día
fue un símbolo de la peruanidad.

El Día de San Juan se recrea en parte gracias a los debates sobre la llamada cuestión nacional,
el “problema del indio”, que era materia de agudas discusiones entre los intelectuales
peruanos, por lo que los indigenismos politico y artístico tomaron fuerza para influir en las
esferas gubernamentales.

AMANCAES: Fiesta Limeña

En los primeros años del periodo republicano, el día de San Juan Bautista se celebraba yendo a
misa y luego a un día de excursión campestre. A la pampa donde iban los limeños estaban
llenos de una flor amarilla llamada Amancaes, cuya recolección era parte del ritual del día. Era
tanta la afluencia de personas que poco a poco empezaron a aparecer los vendedores de
comidas y bebidas. De esta manera, la pampa de Amancaes guardaba similitud con los grandes
parques de las ciudades en el siglo XX. Música y comida eran esenciales, al no haber radios o
tocadores de discos, los músicos eran pequeños conjuntos musicales o algún músico de la
familia o dentro de los excursionistas se encargaba.

Desde la década de 1920 la tradición va perdiéndose poco a poco, pero con la escritura de
Gálvez y Ricardo Palma, al escribir sobre el paseo de Amancaes para preservarlo en la
imaginación y en el discurso literario.

Como ya fue explicado, después del impulso modernizador urbanístico y cultural, la


municipalidad del Rímac tomó la iniciativa de promover relanzar el paseo de Amancaes. Con la
presencia del presidente de la república, Augusto B. Leguía, y el apoyo de las revistas de la
época, junto a bandas de músicos y la presencia de la prensa la fiesta fue todo un éxito. Esto se
dio el 24 de junio de 1926.

El apoyo por parte del gobierno se dio ya que Leguía y su gobierno buscaban un consenso
frente al vacío político que la desaparición del Partido Civil había dejado en la escena política
peruana. En una época donde había gran agitación política, obrera y campesina, apoyar las
iniciativas culturales resultaron favorable para el gobierno.

“Las municipalidades no solo deben barrer calles sino estimular las virtudes privadas y cívico-
nacionales” era un discurso que se daba en algunas autoridades. Y es que estas ideas eran ecos
de un viejo proyecto de reforma urbana, higienista y “civilizadora” que se vio inconcluso
debido a la guerra del pacífico, pero volvió a tomar fuerza durante la administración de Piérola
y Leguía fue uno de los presidentes que más lo aprovechó.

La modernidad llegó también a la pampa de Amancaes, por lo que se creó un enorme festival
de danzas y canciones de todas las regiones del Perú. Por otro lado, lo que había empezado
como una fiesta “criolla” limeña, poco a poco empezó a recibir a músicos y danzantes de
diversas partes del Perú para participar en la pampa de Amancaes. Así, se contribuyó a afianzar
la idea del Perú como una sociedad binaria, compuesta por un mundo criollo y andino o
serrano. La música criolla se veía representada por los valses y polkas que habían sido
peruanizados, ya que eran géneros originarios de Europa que se popularizaron tanto en Perú
que los compositores crearon canciones en base a esos géneros.

En ese sentido, el día de San Juan estaba siendo pensado como un acto cívico y nacionalista, se
pensaba como parte del renacimiento de las grandes festividades que dieron renombre a Lima
en la época colonial y en los primeros años de la República. Así, se esperaba vigorizar la
conciencia nacional.

El día de San Juan fue aprovechado también por dueños de teatros y restaurantes para
obtener más dinero, también para los artistas, que buscaban abrirse paso en un mercado
musical que crecía desde comienzos del siglo XX. No obstante, con el tiempo empezaron las
quejas, que hablaban sobre la pérdida del día de San Juan como una celebración criolla. Esto
propagó más el binarismo que ya se mencionó, generando mayor división entre el grupo
“criollo” y “andino”, sobre todo este último, ya que en esas épocas es cuando las migraciones
se produjeron.

Y es que como ya fue mencionado varias veces, se buscaba la unión entre peruanos de
distintas partes del Perú con esta fiesta, el mismo Leguía insistía en este discurso,
mencionando su trabajo construyendo carreteras para que unir al Perú. De esta forma, la
pampa de Amancaes sería un lugar de encuentro físico de aquellos elementos representativos
de ada región del país.

Los Amancaes y lo criollo musical en la patria nueva

Definir que era criollo y que era andino fue algo que varió en el tiempo. A partir de la década
de 1920 la prensa vio lo andino como sinónimo de lo folclórico o vernacular. Así, los yaravíes
fueron descritos como parte de lo andino, además, se consideraba andino a todo lo que no era
culturalmente de la costa, como los huainos, cashuas y géneros de reciente creación como los
fox incaicos, a pesar de ser compuestos por limeños. El día del indio también fue una creación
en la fiesta del Amancaes, recordando su “trabajo silencioso” en las minas, campos de cultivo e
industrias, así como a su lealtad y disciplina en el ejército, la marina y la policía, abriendo así
una brecha mayor entre lo costeño o “criollo”.

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