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Judaísmo Mesiánico Menoráh

“Porque Él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno” Efe. 2:14

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Parashá No.27 – Tazria / Concebir

Vaykrá / Y Llamó/ Levítico 12 : 1 – 13 : 59


12 1 YAHWEH dijo a Moshe: 2 "Dile al pueblo de Israel: 'Si una mujer
concibe y da a luz un niño, ella estará inmunda por siete días con la
misma inmundicia como en niddah, cuando ella está teniendo su período
mensual.

Naamán El Leproso

Por el Rab. Ntanel Gomescásseres

1
La parashá nos enseña acerca de la lepra, y como deben ser tratadas las personas o cosas
que hayan contraído esa enfermedad.

Pero, como ha sido costumbre en los últimos comentarios, en esta ocasión también nos
vamos a dedicar a estudiar un poco, acerca de la Haftaráh correspondiente a esta Parashá.

La encontramos en Melajím Bet / 2 Reyes 4: 42 – 5: 19

42 Vino un hombre de Baal Salisa y llevó al hombre de Elohim


primicias de pan, veinte panes de cebada y grano fresco en espiga; y
dijo Elishá: «Dáselo a la gente para que coman.»
43 Su servidor dijo: «¿Cómo voy a dar esto a cien hombres?» Él
dijo: «Dáselo a la gente para que coman, porque así dice Yahwéh:
Comerán y sobrará.»
44 Se lo dio, comieron y dejaron de sobra, según la palabra de
Yahwéh.

Melajím Bet / 2 Reyes 5:


1 Naamán, jefe del ejército del rey de Aram, era hombre muy
estimado y favorecido por su señor, porque por su medio había dado
Yahwéh la victoria a Aram. Este hombre era poderoso, pero tenía
lepra.
2 Habiendo salido algunas bandas de arameos, trajeron de la
tierra de Israel una muchachita que se quedó al servicio de la mujer
de Naamán.
3 Dijo ella a su señora: «Ah, si mi señor pudiera presentarse al
profeta que hay en Samaria, pues le curaría de su lepra.»
4 Fue él y se lo manifestó a su señor diciendo: «Esto y esto ha
dicho la muchacha israelita.»
5 Dijo el rey de Aram: «Anda y vete; yo enviaré una carta al rey
de Israel.» Fue y tomó en su mano diez talentos de plata, 6.000 siclos
de oro y diez vestidos nuevos.
6 Llevó al rey de Israel la carta que decía: «Con la presente, te
envío a mi siervo Naamán, para que le cures de su lepra.»
7 Al leer la carta el rey de Israel, desgarró sus vestidos diciendo:
«¿Acaso soy yo Yahwéh para dar muerte y vida, pues éste me
manda a que cure a un hombre de su lepra? Reconoced y ved que me
busca querella.»
8 Cuando Elishá, el hombre de Elohim, oyó que el rey de Israel
había rasgado sus vestidos, envió a decir al rey: « ¿Por qué has

2
rasgado tus vestidos? Que venga a mí y sabrá que hay un profeta en
Israel.»
9 Llegó Naamán con sus caballos y su carro y se detuvo a la
entrada de la casa de Elishá.
10 Elishá envió un mensajero a decirle: «Vete y lávate siete
veces en el Jordán y tu carne se te volverá limpia.»
11 Se irritó Naamán y se marchaba diciendo: «Yo que había
dicho: ¡Seguramente saldrá, se detendrá, invocará el nombre de
Yahwéh su Elohim, frotará con su mano mi parte enferma y sanaré
de la lepra!
12 ¿Acaso el Abaná y el Farfar, ríos de Damasco, no son
mejores que todas las aguas de Israel? ¿No podría bañarme en ellos
para quedar limpio?» Y, dando la vuelta, partió encolerizado.
13 Se acercaron sus servidores, le hablaron y le dijeron: «Padre
mío; si el profeta te hubiera mandado una cosa difícil ¿es que no la
hubieras hecho? ¡Cuánto más habiéndote dicho: Lávate y quedarás
limpio!»
14 Bajó, pues, y se sumergió siete veces en el Jordán, según la
palabra del hombre de Elohim, y su carne se tornó como la carne de
un niño pequeño, y quedó limpio.
15 Se volvió al hombre de Elohim, él y todo su acompañamiento,
llegó, se detuvo ante él y dijo: «Ahora conozco bien que no hay en
toda la tierra otro Elohim que el de Israel. Así pues, recibe un
presente de tu siervo.»
16 Pero él dijo: «Vive Yahwéh a quien sirvo, que no lo
aceptaré»; le insistió para que lo recibiera, pero no quiso.
17 Dijo Naamán: «Ya que no, que se dé a tu siervo, de esta
tierra, la carga de dos mulos, porque tu siervo ya no ofrecerá
holocausto ni sacrificio a otros dioses sino a Yahwéh.
18 Que Yahwéh dispense a su siervo por tener que postrarse en
el templo de Rimmón cuando mi señor entre en el templo para
adorar allí, apoyado en mi brazo; que Yahwéh dispense a tu siervo
por ello.»
19 Él le dijo: «Vete en paz.» Y se alejó de él una cierta distancia.

Esta es una historia bastante conocida, por casi todos nosotros.

Seguramente, muchas predicaciones hemos escuchado, acerca de esta porción.

Pero, creo profundamente en que hemos crecido espiritualmente, desde la última vez que
estudiamos este texto.

3
La Palabra de El Eterno no cambia, pero nosotros si.

Las enseñanzas que El Eterno nos ha dado al respecto, han podido ser muchas.

Pero, gracias a Su bondad y misericordia, Él siempre tiene para nosotros comida caliente y
fresca.

Y, hoy El Eterno quiere que aprendamos del comportamiento de varios de los personajes
que hacen parte del relato que nos ocupa.

Cuando aprendamos la lección que El Eterno nos quiere dar, entonces podemos entender
mejor a muchas personas que nos rodean.

Y, también podemos saber cómo aplicar en nuestra vida esta enseñanza.

Primero que todo, veamos el cambio en muchos aspectos de la vida de Naamán:

42 Vino un hombre de Baal Salisa y llevó al hombre de Elohim


primicias de pan, veinte panes de cebada y grano fresco
en espiga; y dijo Elishá: «Dáselo a la gente para que coman.»
Naamán llegó con una ofrenda muy sencilla, algunos panes, y granos de cebada.

Acordémonos, que la ofrenda, según las Sagradas Escrituras, va de acuerdo al corazón de


cada persona.

Esto sucedió, mientras él era un leproso aún.

Pero, miremos cómo cambiaron las cosas, cuando fue sanado de su lepra:

14 Bajó, pues, y se sumergió siete veces en el Jordán, según la


palabra del hombre de Elohim, y su carne se tornó como la carne de
un niño pequeño, y quedó limpio.
15 Se volvió al hombre de Elohim, él y todo su acompañamiento,
llegó, se detuvo ante él y dijo: «Ahora conozco bien que no
hay en toda la tierra otro Elohim que el de Israel. Así
pues, recibe un presente de tu siervo.»
16 Pero él dijo: «Vive Yahwéh a quien sirvo, que no lo
aceptaré»; le insistió para que lo recibiera, pero no quiso.

Se oyen quejas en muchas comunidades, de que los miembros no dan lo suficiente.

Y, en esta porción de las escrituras, nos podemos dar cuenta de una de las razones.

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Cuando la gente no ve la mano de El Eterno sobre su vida, le entran dudas.

Elohim, estará aquí?

Y, entonces, no da lo que tiene que dar.

La semana pasada, estudiábamos acerca de cuales podrían ser las causas por las cuales no
se ve la mano de El Eterno, en la vida de una persona.

Y, entre las conclusiones que sacábamos, era que la culpa muchas veces no era de la
comunidad en si.

Sino, que era una cuestión personal, de cada uno con El Eterno.

Pero, la función de nosotros los lideres, es la de llevar a los miembros de nuestras


comunidades a esa dimensión sobrenatural, donde se vea la mano de El Eterno en sus vidas.

Ese día, darán lo que tienen que dar.

Ahora, dejemos a Naamán tranquilo por un momento, y miremos la actitud de Elishá.

42 Vino un hombre de Baal Salisa y llevó al hombre de Elohim


primicias de pan, veinte panes de cebada y grano fresco en espiga; y
dijo Elishá: «Dáselo a la gente para que coman.»
43 Su servidor dijo: «¿Cómo voy a dar esto a cien hombres?» Él
dijo: «Dáselo a la gente para que coman, porque así
dice Yahwéh: Comerán y sobrará.»
44 Se lo dio, comieron y dejaron de sobra, según la palabra de
Yahwéh.

Vemos aquí, que la pequeña ofrenda fue recibida por Elishá.

Yahwéh, le ordenó que la recibiera.

Y, esa ofrenda fue de bendición.

Los panes alcanzaron para todos, y aún sobró.

Lo poco, en las manos de El Eterno es mucho.

Hace mucho tiempo, en nuestra comunidad sucedió algo parecido.

Se necesitaba urgentemente una buena cantidad de dinero ($ 3’600.000=), para atender un


compromiso.

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Se hizo el anuncio a la comunidad.

Y, ese día solamente una persona se acercó para colaborar, ofrendó $ 4.000=.

Pero, esos $ 4.000= eran los que El Eterno necesitaba, para que en muy pocos días
pudiéramos cubrir el pago.

Volviendo a Elishá, nos damos cuenta de algo muy curioso:

15 Se volvió al hombre de Elohim, él y todo su acompañamiento,


llegó, se detuvo ante él y dijo: «Ahora conozco bien que no hay en
toda la tierra otro Elohim que el de Israel. Así pues, recibe un
presente de tu siervo.»
16 Pero él dijo: «Vive Yahwéh a quien sirvo, que no lo
aceptaré»; le insistió para que lo recibiera, pero no quiso.
Cuando llegó la hora de la ofrenda abundante, Elishá no la quiso aceptar.

Y nos preguntaremos todos... Por qué?

Por qué una sí, y la otra no?

Tratemos de encontrar las razones.

Elishá, de pronto se dio cuenta, que con la ofrenda pequeña, Naamán no estaba tratando de
comprar nada.

Ni de impresionar a nadie.

Era una ofrenda pequeña, pero sincera.

Por eso, Elishá la aceptó gustoso.

Después de la sanidad, Naamán quiso pagar, lo que Elohim había hecho.

Y, eso, ni Elohim, ni Elishá lo podían aceptar.

Si Naamán hubiera preguntado: Gracias por la sanidad... Cuánto se le debe?

Y, si Elishá hubiera contestado: Espera y miro la lista de precios...

Sanidad de lepra... son $ 50 millones...

Seguramente, Naamán los hubiera pagado gustosamente, y chau.

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Más nunca se hubiera sabido de él.

Algo que impactó a Naamán, fue el hecho de que no le aceptaron la ofrenda, para pagar por
lo que Elohim había hecho en su vida.

Naamán se dio cuenta, que a él no lo ayudaron por interés en sus posesiones.

La lección quedó tan clara para él, que el resultó pidiendo que le dieran a él.

17 Dijo Naamán: «Ya que no, que


se dé a tu siervo, de esta
tierra, la carga de dos mulos, porque tu siervo ya no ofrecerá
holocausto ni sacrificio a otros dioses sino a Yahwéh.

Ese Elohim desinteresado, llamó mucho la atención de Naamán.

“porque tu siervo ya no ofrecerá holocausto ni sacrificio a otros


dioses sino a Yahwéh.”

La imagen que se llevó Naamán de El Eterno, es la misma que se llevan los que nos visitan
hoy en día?

Atendemos igual al humilde, que al potentado?

Aquí hay enseñanzas, para todos.

Para nosotros los lideres.

Para los miembros de las comunidades.

Para los que están llegando.

Pero, antes de terminar, bueno poder darnos cuenta de algo, que nunca antes en los diversos
estudios que hemos hecho de este pasaje, nos habíamos percatado.

Si miramos a vuelo de pájaro, los personajes principales de la historia son:

Yahwéh, que utilizó a Su siervo Elishá, para sanar a Naamán.

Pero, se nos olvida una persona, que sin la cual nada de lo que sucedió hubiera sucedido.

Esta persona, pasa sin pena ni gloria por el relato.

Es mas, ni siquiera conocemos su nombre.

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1 Naamán, jefe del ejército del rey de Aram, era hombre muy
estimado y favorecido por su señor, porque por su medio había dado
Yahwéh la victoria a Aram. Este hombre era poderoso, pero tenía
lepra.
2 Habiendo salido algunas bandas de arameos, trajeron de la
tierra de Israel una muchachita que se quedó al servicio de la
mujer de Naamán.
3 Dijo ella a su señora: «Ah, si mi señor pudiera presentarse al
profeta que hay en Samaria, pues le curaría de su lepra.»
4 Fue él y se lo manifestó a su señor diciendo: «Esto y esto ha
dicho la muchacha israelita.»

Ya saben de quién estoy hablando.

De una muchachita.

De una muchacha israelita.

Esa muchacha israelita que tuvo misericordia, de un enfermo como Naamán.

Ella sabía, dónde estaba la solución al problema.

3 Dijo ella a su señora: «Ah, si mi señor pudiera


presentarse al profeta que hay en Samaria, pues le curaría
de su lepra.»
Ella, no tuvo miedo al ridículo.

Ella, sabía en quien había creído.

Aunque ella estaba de esclava, en la casa de Naamán.

Ella, sabía que su esclavitud, con toda seguridad, tenía un propósito.

No se amilanó, ante la supuesta adversidad.

Y, sirvió de puente para la salvación de toda una familia, y quién sabe de cuantos más.

Lo que esa muchachita hizo, lo estamos recordando 2800 años después.

Cuántos Naamanes, hay a nuestro alrededor?

Cuántas familias, que no saben donde está la solución a sus problemas?

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La parashá de esta semana, nos habla de la lepra.

Hoy, hay muchos tipos de “lepras”, que están acabando con este mundo que nos rodea.

La muchachita israelita, conocía a Elishá.

Sabía, que él tenía solución.

Y, adonde él, los mandó.

Saben qué significa el nombre Elishá?

Elohim, Es Salvación.

Nosotros, conocemos a Yashúa.

Saben qué significa el nombre: Yashúa?

Yahwéh, Es Salvación.

Coincidencia?

No creemos en ellas.

Es la manera como Elohim trabaja, siempre.

Él, es el mismo, ayer, hoy, y por los siglos.

Yashúa, está esperando que guiemos a las personas hacía Él.

Para Él, nada es imposible.

Matitiahu / Mat. 8
1 Cuando Yashúa bajó del monte, fue siguiéndole una gran
muchedumbre.
2 En esto, un leproso se acercó y se postró ante él, diciendo:
«Adón, si quieres puedes limpiarme.»
3 Él extendió la mano, le tocó y dijo: «Quiero, queda limpio.» Y al
instante quedó limpio de su lepra.

Lo que nosotros hagamos hoy, será recordado en el cielo, por la eternidad.

Shabat Shalom.

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Rab. Ntanel Gomescásseres

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