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“Porque Él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno” Efe. 2:14
Naamán El Leproso
1
La parashá nos enseña acerca de la lepra, y como deben ser tratadas las personas o cosas
que hayan contraído esa enfermedad.
Pero, como ha sido costumbre en los últimos comentarios, en esta ocasión también nos
vamos a dedicar a estudiar un poco, acerca de la Haftaráh correspondiente a esta Parashá.
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rasgado tus vestidos? Que venga a mí y sabrá que hay un profeta en
Israel.»
9 Llegó Naamán con sus caballos y su carro y se detuvo a la
entrada de la casa de Elishá.
10 Elishá envió un mensajero a decirle: «Vete y lávate siete
veces en el Jordán y tu carne se te volverá limpia.»
11 Se irritó Naamán y se marchaba diciendo: «Yo que había
dicho: ¡Seguramente saldrá, se detendrá, invocará el nombre de
Yahwéh su Elohim, frotará con su mano mi parte enferma y sanaré
de la lepra!
12 ¿Acaso el Abaná y el Farfar, ríos de Damasco, no son
mejores que todas las aguas de Israel? ¿No podría bañarme en ellos
para quedar limpio?» Y, dando la vuelta, partió encolerizado.
13 Se acercaron sus servidores, le hablaron y le dijeron: «Padre
mío; si el profeta te hubiera mandado una cosa difícil ¿es que no la
hubieras hecho? ¡Cuánto más habiéndote dicho: Lávate y quedarás
limpio!»
14 Bajó, pues, y se sumergió siete veces en el Jordán, según la
palabra del hombre de Elohim, y su carne se tornó como la carne de
un niño pequeño, y quedó limpio.
15 Se volvió al hombre de Elohim, él y todo su acompañamiento,
llegó, se detuvo ante él y dijo: «Ahora conozco bien que no hay en
toda la tierra otro Elohim que el de Israel. Así pues, recibe un
presente de tu siervo.»
16 Pero él dijo: «Vive Yahwéh a quien sirvo, que no lo
aceptaré»; le insistió para que lo recibiera, pero no quiso.
17 Dijo Naamán: «Ya que no, que se dé a tu siervo, de esta
tierra, la carga de dos mulos, porque tu siervo ya no ofrecerá
holocausto ni sacrificio a otros dioses sino a Yahwéh.
18 Que Yahwéh dispense a su siervo por tener que postrarse en
el templo de Rimmón cuando mi señor entre en el templo para
adorar allí, apoyado en mi brazo; que Yahwéh dispense a tu siervo
por ello.»
19 Él le dijo: «Vete en paz.» Y se alejó de él una cierta distancia.
Pero, creo profundamente en que hemos crecido espiritualmente, desde la última vez que
estudiamos este texto.
3
La Palabra de El Eterno no cambia, pero nosotros si.
Las enseñanzas que El Eterno nos ha dado al respecto, han podido ser muchas.
Pero, gracias a Su bondad y misericordia, Él siempre tiene para nosotros comida caliente y
fresca.
Y, hoy El Eterno quiere que aprendamos del comportamiento de varios de los personajes
que hacen parte del relato que nos ocupa.
Cuando aprendamos la lección que El Eterno nos quiere dar, entonces podemos entender
mejor a muchas personas que nos rodean.
Pero, miremos cómo cambiaron las cosas, cuando fue sanado de su lepra:
Y, en esta porción de las escrituras, nos podemos dar cuenta de una de las razones.
4
Cuando la gente no ve la mano de El Eterno sobre su vida, le entran dudas.
La semana pasada, estudiábamos acerca de cuales podrían ser las causas por las cuales no
se ve la mano de El Eterno, en la vida de una persona.
Y, entre las conclusiones que sacábamos, era que la culpa muchas veces no era de la
comunidad en si.
Sino, que era una cuestión personal, de cada uno con El Eterno.
5
Se hizo el anuncio a la comunidad.
Y, ese día solamente una persona se acercó para colaborar, ofrendó $ 4.000=.
Pero, esos $ 4.000= eran los que El Eterno necesitaba, para que en muy pocos días
pudiéramos cubrir el pago.
Elishá, de pronto se dio cuenta, que con la ofrenda pequeña, Naamán no estaba tratando de
comprar nada.
Ni de impresionar a nadie.
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Más nunca se hubiera sabido de él.
Algo que impactó a Naamán, fue el hecho de que no le aceptaron la ofrenda, para pagar por
lo que Elohim había hecho en su vida.
La lección quedó tan clara para él, que el resultó pidiendo que le dieran a él.
La imagen que se llevó Naamán de El Eterno, es la misma que se llevan los que nos visitan
hoy en día?
Pero, antes de terminar, bueno poder darnos cuenta de algo, que nunca antes en los diversos
estudios que hemos hecho de este pasaje, nos habíamos percatado.
Pero, se nos olvida una persona, que sin la cual nada de lo que sucedió hubiera sucedido.
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1 Naamán, jefe del ejército del rey de Aram, era hombre muy
estimado y favorecido por su señor, porque por su medio había dado
Yahwéh la victoria a Aram. Este hombre era poderoso, pero tenía
lepra.
2 Habiendo salido algunas bandas de arameos, trajeron de la
tierra de Israel una muchachita que se quedó al servicio de la
mujer de Naamán.
3 Dijo ella a su señora: «Ah, si mi señor pudiera presentarse al
profeta que hay en Samaria, pues le curaría de su lepra.»
4 Fue él y se lo manifestó a su señor diciendo: «Esto y esto ha
dicho la muchacha israelita.»
De una muchachita.
Y, sirvió de puente para la salvación de toda una familia, y quién sabe de cuantos más.
8
La parashá de esta semana, nos habla de la lepra.
Hoy, hay muchos tipos de “lepras”, que están acabando con este mundo que nos rodea.
Elohim, Es Salvación.
Yahwéh, Es Salvación.
Coincidencia?
No creemos en ellas.
Matitiahu / Mat. 8
1 Cuando Yashúa bajó del monte, fue siguiéndole una gran
muchedumbre.
2 En esto, un leproso se acercó y se postró ante él, diciendo:
«Adón, si quieres puedes limpiarme.»
3 Él extendió la mano, le tocó y dijo: «Quiero, queda limpio.» Y al
instante quedó limpio de su lepra.
Shabat Shalom.
9
Rab. Ntanel Gomescásseres
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