Está en la página 1de 9

INDIGENAS TAYRONA Y LA COLONIZACIÓN

En Colombia, fueron los Tayrona y los Quimbaya los más activos opositores a la


penetración hispana. Especialmente durante la segunda mitad del siglo XVI, se
sucedieron las rebeliones y los ataques a los poblados se Santa Marta y Bonda,
que tuvieron que ser reconstruidos en muchas ocasiones. Las principales
ofensivas tayronas se registraron en 1555 y entre los años de 1571 y 1575. En
respuesta, los gobernadores enviaron diversas expediciones de castigo al interior
y se tuvieron que realizar gastos de proporciones. Tribus más pequeñas, como los
Chimilas y los tupés, excelentes y audaces flecheros de dardos envenenados,
también colocaron en aprietos a los asentamientos españoles, recurriendo
especialmente al ataque nocturno. En virtud de esta resistencia y la abigarrada
geografía de la región, la conquista española recién cobró fuerza desde el siglo
XVII.

Con la fundación de la ciudad de Santa Marta, entre 1525 y 1526, lo que hasta el
momento habían sido expediciones comerciales de pequeña envergadura en
territorio tairona pasó a ser una empresa colonizadora impulsada por la Corona
española. A lo largo del siglo XVI, los distintos gobernadores trataron
infructuosamente de someter a la población, cristianizarla y dominar el territorio,
pero solo llegaron a controlar el área inmediatamente vecina de la pequeña
colonia de Santa Marta y algunos pueblos del litoral, por lo que los pueblos
ubicados Sierra adentro siempre estuvieron fuera de su control. En general, el
siglo XVI se caracterizó por intensos periodos de conflicto seguidos de años de
calma y restablecimiento de relaciones pacíficas de intercambio entre indígenas y
españoles. Vista de esta manera, la empresa colonial española en Santa Marta
fue un profundo fracaso puesto que no logró establecer pueblos permanentes en
la Sierra ni dominar a su población. Era tan escaso el control territorial de los
españoles sobre la zona que algunos líderes tayrona alcanzaron a establecer
relaciones comerciales con piratas ingleses, franceses, con los cuales
intercambiaban piezas de oro por armamento: corazas, alabardas, espadas, dagas
y arcabuces, herramientas de acero: machetes y hachas; y vinos europeos. Al
acceder a estos bienes exóticos, los líderes aumentaban su prestigio y autoridad
política.
El lento pero progresivo abandono de los grandes poblados y aldeas tayrona a lo
largo del siglo XVI probablemente obedeció a múltiples factores que incidieron de
manera importante sobre la población indígena. Además de los constantes
conflictos, tanto internos como con los colonos españoles, la introducción de
nuevas enfermedades, por ejemplo el tifo, la gripe, la influenza y la viruela a
principios del siglo XVI ocasionó epidemias cíclicas que diezmaron la población. Si
bien no poseemos cifras exactas para la Sierra Nevada, distintos estudios han
demostrado que alrededor de 1570 la población indígena en distintas partes del
Nuevo Mundo había descendido en promedio en un 80 por ciento, y los
documentos sobre la zona frecuentemente mencionan la aparición de plagas. La
frecuencia y magnitud de las enfermedades impidieron que la población se
recuperara, lo que generó graves problemas en la estructura social indígena que
le impidieron reproducirse.
Por otro lado, y aunque sus efectos tienden a ser exagerados, la campaña punitiva
de 1599 – 1600, emprendida por el recién llegado gobernador Juan Guiral Belón,
logró derrotar a la población tairona que vivía en las cercanías de Santa Marta. En
ese año, los pueblos indígenas de Bonda, Macinga y Jeriboca se levantaron en su
contra ante la insistencia por adoctrinarlos en el cristianismo y exigirles el pago de
tributos a la Corona. El levantamiento inicial cobró la vida de tres frailes
doctrineros enviados para convertirlos, por lo menos otros treinta españoles, entre
ellos algunas mujeres y niños, y un número indeterminado de esclavos africanos y
sirvientes indígenas. La retaliación española no se hizo esperar, Guiral Belón
persiguió a los líderes políticos responsables del levantamiento hasta capturarlos y
ejecutarlos, logrando de esta manera someter a los pueblos indígenas más
cercanos a Santa Marta. A su vez, aquellos que sobrevivieron a la venganza
fueron repartidos en distintas encomiendas cercanas a Santa Marta y se les
prohibió volver a establecer poblados en las partes altas de la Sierra Nevada.
A pesar de este despliegue de fuerza, los colonos españoles nunca lograron
establecer poblados permanentes en la Sierra Nevada en los siglos XVII y XVIII,
por lo que el bosque lentamente fue cubriendo los grandes pueblos tairona. Se
presume que la población indígena que sobrevivió migró hacia áreas fuera del
control colonial.

La efectiva resistencia indígena y la poca penetración de los españoles en sus


territorios durante el siglo XVI significaron, a diferencia de otras áreas de Sur
América, la ausencia de descripciones detalladas sobre la sociedad y la vida
diaria. Sin embargo, un resumen de las descripciones más confiables y las
investigaciones arqueológicas nos presenta una sociedad altamente jerarquizada,
con líderes políticos y religiosos, alfareros, orfebres y talladores de piedra
especializados, y lo que parecía ser una elite guerrera.

PUEBLOS INDIGENAS DE LA SIERRA NEVADA DE SANTA MARTA

En la Sierra Nevada de Santa Marta, en el litoral Caribe colombiano habitan


cuatro pueblos aborígenes, grupos étnicos descendientes de la cultura
precolombina Tayrona, estos son: Iku (Arhuacos), Kággabba (Koguis), Arsario
(Wiwa) y Kankuamos.

Para el momento en que los navíos españoles fondearon por primera vez en la
costa del Caribe, la Sierra Nevada estaba habitada por una numerosa población,
con un alto grado de desarrollo social, político y económico. Los cronistas de la
época citan cientos de poblados y ciudades de piedra intercomunicados por
caminos de lajas, el encuentro cultural con conquistadores y colonizadores
provenientes de España, produjo cambios culturales que aun en la actualidad se
pueden evidenciar. Sin embargo cada uno de estos pueblos indígenas de la Sierra
Nevada logró un grado de autonomía, que a pesar de todo el sometimiento
religioso y laboral, les permitió una mayor pervivencia de sus tradiciones.

El contacto con peninsulares, criollos y mestizos generó cambios en su esquema


social tradicional con la introducción de sistemas de gobierno coloniales y pautas
de religiosidad católica. Sin embargo, la permanencia en su ley de origen los guió
para retirarse, se resguardaron en las partes altas de la Sierra Nevada. Estos
eran espacios de difícil acceso para el colono, lo que permitió que los grupos
indígenas se reorganizaran con un fuerte sentimiento de identidad y de
autodeterminación.

La economía indígena se basó en el control de los diferentes pisos térmicos, lo


cual garantizó la obtención de una gran variedad de productos: sal, pescado y
algodón de las tierras cálidas; maíz, yuca, batata, aguacate y frutales en las tierras
templadas; papa y plantas medicinales en las tierras frías. Este manejo rotativo de
los ecosistemas les permitió conservar la fertilidad de los suelos y evitar la erosión.

Desarrollaron el arte de la orfebrería con gran diversidad de diseños y funciones


como brazaletes, broches, cinturones, colgantes, diademas, pectorales, remates
de bastón y otros.

Actualmente estos pueblos habitan la zona delimitada por la línea negra,


anteriormente llamada Zona teológica de las comunidades indígenas de la Sierra
Nevada de Santa Marta, o Sei Shizha, y fue creada en 1973 por medio de la
Resolución 02 del Ministerio de Gobierno de ese entonces (equivalente al actual
Ministerio del Interior), este está referenciada por ciertos accidentes
geográficos.

Esta norma estableció, que “dentro de dichas culturas, estos símbolos constituyen
elementos fundamentales en un concepto del equilibrio universal, y ser accesibles
para hacer ofrendas que a mantener el equilibrio”, tras lo cual dispuso en el
artículo 2° que los propietarios de terrenos en donde se hallen ‘sitios pagamentos’
no podían impedirle el acceso a mamos ni a indígenas a la Sierra para cumplir sus
‘prácticas mágico-religiosas’, sin que ello afecte los derechos de posesión y
dominio de terceros.(Constitución política de Colombia,1991)
Imagen: delimitación del territorio indígena - línea negra.

Fuente: confederación Indígena Tayrona CIT

PUEBLO ARHUACO

Es uno de los pueblos aborígenes más conocidos en el país, tanto por su activa
participación en los procesos de lucha por el reconocimiento de los derechos
colectivos de los pueblos indígenas como por sus inconfundibles elementos de
identidad que se han mantenido con el transcurrir del tiempo, como son la lengua
propia (ikun), sus viviendas construidas con paredes de barro y techo de paja o
palma, su mundo ideológico y sus guías espirituales, así como su vestido y en
particular la mochila, declarada símbolo cultural de la nación colombiana.

Dentro de su cosmovisión el mundo lo conforman dos pirámides sostenidas sobre


una misma base. Internamente, se estructura en nueve mundos, cada uno de ellos
con su propia tierra y sus propios habitantes. La tierra está ubicada en el quinto
piso. Hacia arriba los mundos se hallan emparentados con la luz y hacia abajo
están emparentados con la oscuridad a igual que los Kogui se consideran
descendientes de los primeros padres y por lo tanto, hermanos mayores de otros
pueblos.

La mayor concentración de población Arhuaca se encuentra en la parte media de


la vertiente sur y occidental de la Sierra Nevada, que corresponde al Resguardo.
Existen otros núcleos poblacionales en la vertiente Norte en las cuencas de los
ríos Don Diego y Mingueo. Su territorio ancestral abarca toda la vertiente sur y
occidental desde los picos nevados hasta el pie de monte entre los ríos Guatapurí
en Valledupar y Mamatoco, en Santa Marta. Si bien desde la década del setenta
se inició un proceso de ocupación, reconocimiento legal y recuperación de
espacios territoriales, cuatro décadas después, solo se aproximadamente un 38%
del territorio ancestral y sólo un 28% del mismo se tiene como territorio titulado.

Muchas familias han emigrado hacia la Serranía del Perijá y otras hacia
estribaciones de la Sierra sobre el departamento de la Guajira. Así mismo hay
algunas familias en ciudades como Valledupar, Santa Marta Barranquilla y Bogotá
principalmente, de los cuales no se tienen cifras. Comparten una parte del
territorio con los Kaggabba o Kogui y los Wiwa. Las características geográficas de
la zona. Fundamentan su existencia, la cotidianidad y las interacciones sociales
dentro y fuera de sus comunidades a partir de la espiritualidad, el respeto por la
autoridad que representa a los dioses creadores del universo, y la solidaridad con
los miembros de la comunidad y de los pueblos vecinos.

Desde la llegada de los españoles a Nabusímuke ( San Sebastián de Rabago )


capital del pueblo Arhuaco en 1525 comenzó la interferencia directa de la cultura
occidental sobre la cultura Arhuaca.

En enero de 1915, en Nabusimake se fundó una edificación similar a un


monasterio dirigida por capuchinos catalanes amparados legalmente por el
concordato firmado entre el gobierno nacional y la Iglesia católica en 1887, que se
dedicaban a evangelizar y a educar a los niños arhuacos, guajiros y motilones,
pero, según el testimonio de varios líderes pero el propósito principal de educar ,
enseñar a los indígenas el idioma español, la escritura y las matemáticas se
convirtió en una terrible pesadilla , cuando empezaron a tomar a los niños
mayores de cuatro años, arrancarlos del seno de sus familias para llevarlos al
“orfelinato o internado” como se llamaba la edificación y allí les cortaban el pelo,
los despojaban de su vestimenta tradicional y los vestían como un niño de raza
blanca. Además, les prohibían hablar su lengua y sus familiares no podían
visitarlos. Era poco el tiempo que le dedicaban al estudio, los mantenían ocupados
en las labores de la granja, y rezando dos y tres horas diarias, de modo que un
niño para aprender el abecedario empleaba entre tres y cuatro años. Cuando
aprendían a hablar el español y adquirían la mayoría de edad (de acuerdo al
concepto de los religiosos) los casaban, presentándose casos en que los novios
no eran de la misma etnia, de este modo perdían su lengua y sus costumbres.
Imagen: expedición del antropólogo sueco Gustaf Bolinder a la Sierra Nevada de
Santa Marta, 1914

Fuente: Diagnostico comunitario- Confederación Indígena Tayrona

Los niños y niñas allí “educados” eran severamente castigados si desobedecían


los mandatos de quienes dirigían dicho lugar.

Fuente: Diagnostico comunitario- Confederación Indígena Tayrona


La cultura pudo ser exterminada por la ofensiva desatada por la iglesia con
presencia permanente en el territorio indígena durante 66 años, de no haber sido
por el heroísmo y sabiduría de los guías espirituales de la comunidad y líderes que
se enfrentaron a los capuchinos expulsándolos del territorio en el año 1982.

PUEBLO KOGUI

El pueblo Kággabba o kogui está ubicado en las laderas templadas del norte,
oriente y occidente de la Sierra Nevada de Santa Marta. Están concentrados
principalmente en la región vertiente norte sobre el mar Caribe, la cual presenta
mayor precipitación pluvial en los afluentes de los ríos don Diego, Palomino, y
Ancho.

La lengua nativa de este pueblo la lengua Kogui y perteneciente a la familia


lingüística Chibcha. Este pueblo tiene una arraigada identidad cultural y su Ley de
Origen2 rige su cotidianidad, su existencia, sus problemáticas comunitarias y así
mismo, orienta sanciones espirituales y sociales.

Este pueblo comparte la Sierra Nevada de Santa Marta con tres pueblos
indígenas: Wiwa, Iku y Kankuamo. Junto con estos pueblos se ejerce control
social y jurisdiccional sobre el territorio, el cual fue titulado bajo la figura de
resguardo, conocido como resguardo KoguiMalayo-Arhuaco de la Sierra Nevada
de Santa Marta, el cual se encuentra ubicado en los municipios de Santa Marta
(Magdalena), Riohacha y San Juan del Cesar (Guajira) y Valledupar (Cesar).

La Sierra es considerada un lugar sagrado y la geografía serrana es comparada


con un cuerpo humano. Los cerros y montañas son masculinos y son personajes
místicos que dan origen a la vida. Las fuentes de agua son consideradas la sangre
que irriga todo el cuerpo y la Sierra en sí es considerada el centro del mundo. En
este sentido, los personajes mágico-religiosos son seres que integran lo positivo y
lo negativo. Permanecen gracias al alimento espiritual, a los "pagamentos", que se
ofrecen en los diferentes lugares que son considerados como sagrados. La
actividad espiritual de los pagamentos es mediada por los Mamu, mediadores
entre lo cósmico y lo terrenal.

PUEBLO KANKUAMO

Los Kankuamos habitan al norte de Colombia y comparten territorio con


los demás pueblos que cohabitan la Sierra Nevada de Santa Marta, Kággabba, Iku
y Wiwa. Según su cosmogonía, cada uno de los pueblos representa “una pata de
la mesa”, conformada por la Sierra, y ellos son los guardianes del equilibrio del
mundo.
La transformación cultural a la que fue sometido el pueblo Kankuamo, se remonta
a los años de colonización por parte de los españoles. Antes de su llegada, los
kankuamos al igual que los otros pueblos de la Sierra poseían sus tradiciones,
sus vestidos tradicionales, su lengua propia, guías espirituales, que daban consejo
en sus casas ceremoniales llamadas teroarikas y retribuían a la madre tierra a
través de los pagamentos. Las tradiciones fueron transformándose con el
transcurso del tiempo, con la imposición cada vez más fuerte de los españoles,
que implementaron nuevas formas de control social, los mamos y las autoridades
tradicionales dejaron de cumplir su función de regular no sólo el orden de la
comunidad, si no todas las actividades de la vida diaria de los kankuamos, por lo
que a diferencia de los demás indígenas de la Sierra Nevada, en la que la mayor
parte de su población son hablantes de su lengua propia , el dialecto de los
kankuamos está extinto, y sus hablantes se comunican básicamente en español,
al igual que sus costumbres y su vestido propio, esta etnia ha luchado para volver
a sus raíces, han adoptado ciertas prácticas culturales, vestido , y algunas
costumbres con la finalidad de no desaparecer como grupo, lo cual aunque
corresponde a un gran avance hacia la permanencia se ve distorsionado por
hecho de que muchas cosas han sido completamente olvidadas.

PUEBLO WIWA

El pueblo indígena Wiwa (o Arzario) es uno de los cuatro pueblos que habita la
Sierra Nevada de Santa Marta, Los Wiwa se encuentran asentados en la vertiente
suroriental y el norte de la Sierra Nevada de Santa Marta, en el Resguardo Kogui
Malayo Arhuaco, que se ubica en la cuenca media-alta del río Ranchería y los
cursos superiores de los ríos Cesar y Badillo. Otra parte de esta población habita
en el Resguardo Campo Alegre, ubicado en la Serranía del Perijá, en el municipio
de Becerril, en el departamento de Cesar. Su ubicación geográfica corresponde a
los municipios de Dibulla, San Juan del Cesar y Riohacha en La Guajira, a
Valledupar y Becerril en Cesar y Santa Marta en el departamento de Magdalena.
En éstos, susprincipales áreas de influencia se encuentran en las comunidades El
Limón, Marokazo, Sabana Joaquina, Kuashrimake (La Laguna), Wamaka,
Potrerito, Machín, Ulago, Siminke, Barcino, Dudka, Linda, Loma del Potrero,
Piñoncito, Sabana Grande, El Caney, El Pital, La Peña de los Indios, Gomake,
Kurubal, en La Guajira; las comunidades de Pozo de Humo y Teyumke en el
departamento de Cesar y en el Magdalena, las comunidades de Kemakumake y
Goshezhi.

Su lengua nativa es la Damana, perteneciente a la familia lingüística Chibcha. la


lengua Wiwa, que es de uso cotidiano, existen otras de uso ritual en los pueblos
wiwa (terruna) y kaggaba (teyuan), las cuales son utilizadas únicamente en los
discursos y cantos sagrados durante las ceremonias tradicionales (Trillos, 2005).
Desde hace algunos años, el pueblo wiwa cuenta con un Comité de Educación
que está empeñado en incorporar las formas propias de enseñanza en el contexto
escolar y en consolidar el uso del damana como medio de comunicación.

La historia del pueblo Wiwa antes del contacto con la sociedad externa, se da a
conocer a través de la tradición oral que es compartida en los diferentes pueblos
indígenas. Desde el siglo XVI la Sierra Nevada fue explotada por el sistema
colonial. En el siglo XVIII la Colonia adoptó leyes en contra de la cultura de los
pueblos indígenas, ya que intervino en ellos para establecer censos y sistemas de
tributación de los indígenas, además imponer el catolicismo y otras prácticas
sociales ajenas a la tradición indígena, los impactos de la colonización han
generado nuevas formas y prácticas que alteran las tradiciones y cultura de los
pueblos.

También podría gustarte