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Con la fundación de la ciudad de Santa Marta, entre 1525 y 1526, lo que hasta el
momento habían sido expediciones comerciales de pequeña envergadura en
territorio tairona pasó a ser una empresa colonizadora impulsada por la Corona
española. A lo largo del siglo XVI, los distintos gobernadores trataron
infructuosamente de someter a la población, cristianizarla y dominar el territorio,
pero solo llegaron a controlar el área inmediatamente vecina de la pequeña
colonia de Santa Marta y algunos pueblos del litoral, por lo que los pueblos
ubicados Sierra adentro siempre estuvieron fuera de su control. En general, el
siglo XVI se caracterizó por intensos periodos de conflicto seguidos de años de
calma y restablecimiento de relaciones pacíficas de intercambio entre indígenas y
españoles. Vista de esta manera, la empresa colonial española en Santa Marta
fue un profundo fracaso puesto que no logró establecer pueblos permanentes en
la Sierra ni dominar a su población. Era tan escaso el control territorial de los
españoles sobre la zona que algunos líderes tayrona alcanzaron a establecer
relaciones comerciales con piratas ingleses, franceses, con los cuales
intercambiaban piezas de oro por armamento: corazas, alabardas, espadas, dagas
y arcabuces, herramientas de acero: machetes y hachas; y vinos europeos. Al
acceder a estos bienes exóticos, los líderes aumentaban su prestigio y autoridad
política.
El lento pero progresivo abandono de los grandes poblados y aldeas tayrona a lo
largo del siglo XVI probablemente obedeció a múltiples factores que incidieron de
manera importante sobre la población indígena. Además de los constantes
conflictos, tanto internos como con los colonos españoles, la introducción de
nuevas enfermedades, por ejemplo el tifo, la gripe, la influenza y la viruela a
principios del siglo XVI ocasionó epidemias cíclicas que diezmaron la población. Si
bien no poseemos cifras exactas para la Sierra Nevada, distintos estudios han
demostrado que alrededor de 1570 la población indígena en distintas partes del
Nuevo Mundo había descendido en promedio en un 80 por ciento, y los
documentos sobre la zona frecuentemente mencionan la aparición de plagas. La
frecuencia y magnitud de las enfermedades impidieron que la población se
recuperara, lo que generó graves problemas en la estructura social indígena que
le impidieron reproducirse.
Por otro lado, y aunque sus efectos tienden a ser exagerados, la campaña punitiva
de 1599 – 1600, emprendida por el recién llegado gobernador Juan Guiral Belón,
logró derrotar a la población tairona que vivía en las cercanías de Santa Marta. En
ese año, los pueblos indígenas de Bonda, Macinga y Jeriboca se levantaron en su
contra ante la insistencia por adoctrinarlos en el cristianismo y exigirles el pago de
tributos a la Corona. El levantamiento inicial cobró la vida de tres frailes
doctrineros enviados para convertirlos, por lo menos otros treinta españoles, entre
ellos algunas mujeres y niños, y un número indeterminado de esclavos africanos y
sirvientes indígenas. La retaliación española no se hizo esperar, Guiral Belón
persiguió a los líderes políticos responsables del levantamiento hasta capturarlos y
ejecutarlos, logrando de esta manera someter a los pueblos indígenas más
cercanos a Santa Marta. A su vez, aquellos que sobrevivieron a la venganza
fueron repartidos en distintas encomiendas cercanas a Santa Marta y se les
prohibió volver a establecer poblados en las partes altas de la Sierra Nevada.
A pesar de este despliegue de fuerza, los colonos españoles nunca lograron
establecer poblados permanentes en la Sierra Nevada en los siglos XVII y XVIII,
por lo que el bosque lentamente fue cubriendo los grandes pueblos tairona. Se
presume que la población indígena que sobrevivió migró hacia áreas fuera del
control colonial.
Para el momento en que los navíos españoles fondearon por primera vez en la
costa del Caribe, la Sierra Nevada estaba habitada por una numerosa población,
con un alto grado de desarrollo social, político y económico. Los cronistas de la
época citan cientos de poblados y ciudades de piedra intercomunicados por
caminos de lajas, el encuentro cultural con conquistadores y colonizadores
provenientes de España, produjo cambios culturales que aun en la actualidad se
pueden evidenciar. Sin embargo cada uno de estos pueblos indígenas de la Sierra
Nevada logró un grado de autonomía, que a pesar de todo el sometimiento
religioso y laboral, les permitió una mayor pervivencia de sus tradiciones.
Esta norma estableció, que “dentro de dichas culturas, estos símbolos constituyen
elementos fundamentales en un concepto del equilibrio universal, y ser accesibles
para hacer ofrendas que a mantener el equilibrio”, tras lo cual dispuso en el
artículo 2° que los propietarios de terrenos en donde se hallen ‘sitios pagamentos’
no podían impedirle el acceso a mamos ni a indígenas a la Sierra para cumplir sus
‘prácticas mágico-religiosas’, sin que ello afecte los derechos de posesión y
dominio de terceros.(Constitución política de Colombia,1991)
Imagen: delimitación del territorio indígena - línea negra.
PUEBLO ARHUACO
Es uno de los pueblos aborígenes más conocidos en el país, tanto por su activa
participación en los procesos de lucha por el reconocimiento de los derechos
colectivos de los pueblos indígenas como por sus inconfundibles elementos de
identidad que se han mantenido con el transcurrir del tiempo, como son la lengua
propia (ikun), sus viviendas construidas con paredes de barro y techo de paja o
palma, su mundo ideológico y sus guías espirituales, así como su vestido y en
particular la mochila, declarada símbolo cultural de la nación colombiana.
Muchas familias han emigrado hacia la Serranía del Perijá y otras hacia
estribaciones de la Sierra sobre el departamento de la Guajira. Así mismo hay
algunas familias en ciudades como Valledupar, Santa Marta Barranquilla y Bogotá
principalmente, de los cuales no se tienen cifras. Comparten una parte del
territorio con los Kaggabba o Kogui y los Wiwa. Las características geográficas de
la zona. Fundamentan su existencia, la cotidianidad y las interacciones sociales
dentro y fuera de sus comunidades a partir de la espiritualidad, el respeto por la
autoridad que representa a los dioses creadores del universo, y la solidaridad con
los miembros de la comunidad y de los pueblos vecinos.
PUEBLO KOGUI
El pueblo Kággabba o kogui está ubicado en las laderas templadas del norte,
oriente y occidente de la Sierra Nevada de Santa Marta. Están concentrados
principalmente en la región vertiente norte sobre el mar Caribe, la cual presenta
mayor precipitación pluvial en los afluentes de los ríos don Diego, Palomino, y
Ancho.
Este pueblo comparte la Sierra Nevada de Santa Marta con tres pueblos
indígenas: Wiwa, Iku y Kankuamo. Junto con estos pueblos se ejerce control
social y jurisdiccional sobre el territorio, el cual fue titulado bajo la figura de
resguardo, conocido como resguardo KoguiMalayo-Arhuaco de la Sierra Nevada
de Santa Marta, el cual se encuentra ubicado en los municipios de Santa Marta
(Magdalena), Riohacha y San Juan del Cesar (Guajira) y Valledupar (Cesar).
PUEBLO KANKUAMO
PUEBLO WIWA
El pueblo indígena Wiwa (o Arzario) es uno de los cuatro pueblos que habita la
Sierra Nevada de Santa Marta, Los Wiwa se encuentran asentados en la vertiente
suroriental y el norte de la Sierra Nevada de Santa Marta, en el Resguardo Kogui
Malayo Arhuaco, que se ubica en la cuenca media-alta del río Ranchería y los
cursos superiores de los ríos Cesar y Badillo. Otra parte de esta población habita
en el Resguardo Campo Alegre, ubicado en la Serranía del Perijá, en el municipio
de Becerril, en el departamento de Cesar. Su ubicación geográfica corresponde a
los municipios de Dibulla, San Juan del Cesar y Riohacha en La Guajira, a
Valledupar y Becerril en Cesar y Santa Marta en el departamento de Magdalena.
En éstos, susprincipales áreas de influencia se encuentran en las comunidades El
Limón, Marokazo, Sabana Joaquina, Kuashrimake (La Laguna), Wamaka,
Potrerito, Machín, Ulago, Siminke, Barcino, Dudka, Linda, Loma del Potrero,
Piñoncito, Sabana Grande, El Caney, El Pital, La Peña de los Indios, Gomake,
Kurubal, en La Guajira; las comunidades de Pozo de Humo y Teyumke en el
departamento de Cesar y en el Magdalena, las comunidades de Kemakumake y
Goshezhi.
La historia del pueblo Wiwa antes del contacto con la sociedad externa, se da a
conocer a través de la tradición oral que es compartida en los diferentes pueblos
indígenas. Desde el siglo XVI la Sierra Nevada fue explotada por el sistema
colonial. En el siglo XVIII la Colonia adoptó leyes en contra de la cultura de los
pueblos indígenas, ya que intervino en ellos para establecer censos y sistemas de
tributación de los indígenas, además imponer el catolicismo y otras prácticas
sociales ajenas a la tradición indígena, los impactos de la colonización han
generado nuevas formas y prácticas que alteran las tradiciones y cultura de los
pueblos.